Secretos para el éxito

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QUIERO SABER / ESPIRITU DE PROFECÍA – Mayo de 2003
Secretos para el éxito - II
)Qué consejos para el éxito personal y eclesial encontramos en los escritos de Elena de White?
Responde Daniel Plenc, director del Centro de Investigaciones White en la Argentina:
La autora propone como indispensables el esfuerzo y la perseverancia. ACuando Dios prepara
el camino para la realización de cierta obra, y da seguridad de éxito, el instrumento escogido debe
hacer cuanto está en su poder para obtener el resultado prometido. Se le dará éxito en proporción al
entusiasmo y la perseverancia con que haga la obra@ (Profetas y reyes, p. 196).
Una revelación dada a Elena de White lo ilustra claramente: AEn un sueño que tuve el 29 de
septiembre de 1886, andaba yo con un numeroso grupo de personas que buscaban fresas... Así
transcurrió el día, y se hizo muy poco. Al fin dije:
ACHermanos, ustedes dirán que esta excursión no ha tenido éxito. Si trabajan así, no me
extraña que no lo obtengan. El éxito o el fracaso dependen de cómo se dedican al trabajo@ (El
evangelismo, p. 217).
5. Confianza y fidelidad. Con una actitud correcta, no se necesita pensar en el fracaso. ATal no
es el caso en la lucha cristiana. Ninguno que cumpla con las condiciones se chasqueará al fin de la
carrera. Ninguno que sea ferviente y perseverante dejará de tener éxito. La carrera no es del veloz, ni
la batalla del fuerte. El santo más débil, tanto como el más fuerte, puede llevar la corona de gloria
inmortal. Puede ganarla todo el que, por el poder de la gracia divina, pone su vida en conformidad con
la voluntad de Cristo. Demasiado a menudo se considera como asunto sin importancia, demasiado
trivial para exigir la atención, la práctica en los detalles de la vida de los principios sentados en la
Palabra de Dios. Pero en vista del resultado que está en juego, nada de lo que ayude o estorbe es
pequeño. Todo acto pesa en la balanza que determina la victoria o el fracaso de la vida. La
recompensa dada a los que venzan estará en proporción con la energía y el fervor con que hayan
luchado@ (Los hechos de los apóstoles, p. 252).
El triunfo no está determinado por la capacidad humana, sino por la capacitación divina. ANo
es cierto que los jóvenes brillantes alcanzan siempre el mayor éxito. (Con cuánta frecuencia se ha
colocado en puestos de confianza a hombres de talento y educación, y han resultado un fracaso! Su
brillo tenía la apariencia del oro; pero cuando se lo probó, no resultó ser más que oropel y escoria.
Fracasaron en su trabajo a causa de su infidelidad. No fueron industriosos y perseverantes, y tampoco
fueron hasta el fondo de las cosas. No estuvieron dispuestos a comenzar desde la parte inferior de la
escalera y con trabajo paciente ascender peldaño tras peldaño hasta alcanzar la cumbre. Anduvieron
al resplandor de las chispas (sus vivos resplandores de pensamiento) producidas por ellos mismos. No
dependieron de la sabiduría que solamente Dios puede dar. Su fracaso no se debió a su falta de
oportunidad, sino a su carencia de seriedad. No percibieron que sus ventajas educacionales les eran
valiosas, y así no avanzaron, como podrían haberlo hecho, en el conocimiento de la religión y la
ciencia. Su mente y su carácter no fueron equilibrados por los altos principios de la rectitud@ (La
educación cristiana, p. 379).
APero cuando nos entregamos completamente a Dios y en nuestra obra seguimos sus
instrucciones, él mismo se hace responsable de su realización. Él no quiere que conjeturemos en
cuanto al éxito de nuestros sinceros esfuerzos. No debemos pensar en el fracaso. Hemos de cooperar
con Uno que no conoce el fracaso.
ANo debemos hablar de nuestra propia debilidad o incapacidad. Esto es una manifiesta
desconfianza en Dios, una negación de su Palabra. Cuando murmuramos a causa de nuestras cargas, o
rechazamos las responsabilidades que él nos llama a llevar, estamos prácticamente diciendo que él es
un amo duro, que exige lo que no nos ha dado poder para hacer@ (Palabras de vida del gran Maestro,
p. 297).
6. Sociedad con el Cielo. La cooperación del hombre con Dios hace posible el éxito
verdadero. AEl secreto del éxito estriba en la unión del poder divino con el esfuerzo humano@
(Patriarcas y profetas, p. 543). De ese modo, el creyente tributará al Señor el reconocimiento por
cada uno de sus logros. APero deberíamos recordar que del éxito que nos acompañe, toda la gloria y el
honor pertenecen a Dios, puesto que cada facultad y cada aptitud son un don suyo@ (Recibiréis poder,
p. 262).
AEl Señor desea avergonzar las jactancias de los hombres. Él dará éxito a los esfuerzos más
débiles y a los métodos menos prometedores, cuando sean divinamente señalados y realizados con
humildad y confianza@ (Recibiréis poder, p. 262).
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