Más allá del oráculo, (o conversando con el I Ching) Más allá de la consulta al I Ching como oráculo, también me gusta descubrir la sabiduría que encierran sus páginas. Uso para ello una técnica muy sencilla: primero hago algún ejercicio de centramiento a través de la respiración o la meditación. Un ejemplo: me siento con la espalda derecha, apoyada o no según lo que necesite y practico una respiración baja y lenta. Cuando la respiración se hace automática y puedo aquietar mis pensamientos y la conexión con el afuera, me concentro en el tema sobre el que me interesa recibir una reflexión y abro el libro al azar. Al leer el hexagrama que surge, siento que el I Ching me "habla" del tema con una gran riqueza y profundidad abriéndome a una reflexión más amplia. No pretendo interpretar el contenido y recibo las asociaciones que surgen espontáneamente. Tampoco tomo los encabezados de las líneas mutantes sino sólo el contenido, porque desde mi mirada, ellas describen varios aspectos del tema en cuestión. Puede ser el modo natural en que transcurren las cosas o las advertencias a tener en cuenta en cada caso. También es posible que encontremos un relato de la situación y del acontecer externo, o una descripción del proceso emocional de quien está consultando. El I Ching es multifacético y allí reside su riqueza y también su dificultad. Quise explicar este método con un ejemplo. De manera que me centré en cuál sería el hexagrama que explicara mejor esta práctica para la búsqueda de sabiduría en el I Ching, y lo abrí al azar. Surgió el hexagrama 27 : Las comisuras de la Boca (La Alimentación, La Nutrición, según Richard Wilhelm) Nutrirse (mentón, mandíbula, mejilla, mantener, según Judica Cordiglia) Nutrición (Fauces, según John Blofeld) Colocando mi atención en el objetivo arriba mencionado, sintetizo desde mi punto de vista lo que el I Ching estaría trasmitiendo, desde cada autor: Wilhelm explica este hexagrama como la nutrición, entendiendo por ello no sólo la alimentación del cuerpo sino también el cuidado prodigado a los demás o sea la alimentación espiritual, o superior y el cultivo del carácter. Cordiglia define este hexagrama como una lección de vida práctica, donde el impulso de obrar está sostenido por la prudencia necesaria para hablar, y las reglas del comer y del beber. Blofeld habla de observar a las personas que nutren a los demás y ver también cómo se nutren a sí mismas. Penetrando en el hexagrama nos encontramos con dar y recibir, cuidar y ser cuidado, el funcionamiento cotidiano de la realidad humana. Donde es importante ocuparse de lo que se dispensa, de las personas a quienes se nutre, de la propia nutrición y del modo adecuado para hacerlo. Los chinos desde siempre dieron mucha importancia a la alimentación. Consideran que una adecuada alimentación es el modo natural de conservar la armonía y la salud del cuerpo, dados por una ingesta equilibrada entre los alimentos caracterizados como yang o yin, las dos polaridades desde donde esta cultura organiza lo existente. El proceso de la curación de la enfermedad y la preservación de la salud reside en lograr ese equilibrio y estar en armonía con el universo. Esta mirada que habla de polaridades, de los extremos, es en alguna medida lo que representa este hexagrama, compuesto por el trueno abajo y la montaña arriba. El trueno es lo suscitativo, el movimiento, la agitación, la energía vital, el impulso de obrar. La montaña es el aquietamiento, el silencio, la quietud, la prudencia. El hexagrama habla de la integración y la búsqueda del equilibrio, sin perjudicar ninguna de las dos partes en beneficio de la otra, porque todo importa en el proceso de la alimentación. Desde el punto de vista social y espiritual, encontramos la potencia y la persistencia del hombre moderadas por una actitud reflexiva, dada por el equilibrio entre lo yang y lo yin, como polos extremos de impulso y prudencia. Las líneas mutantes alertan sobre las actitudes personales extremas que inducen al error, e invitan a valorar las acciones de los individuos por lo cotidiano y no por las grandes obras. Las tres primeras líneas describen las virtudes y los defectos como polaridades en el accionar individual cotidiano: autonomía vs. dependencia; dignidad vs. egoísmo; responsabilidad vs. lujuria. Las tres líneas que siguen reflejan la modalidad social positiva cuando se produce el equilibrio, en términos de la búsqueda del bien público, el reconocimiento del propio valor y el de aquel que tiene más sabiduría como consejero; y el valor de quien poseyendo gran sabiduría puede "obrar" con humildad, lo que se verá reflejado en forma trascendente. (Diferencio la palabra "obrar" de hacer, porque entiendo que cuando el I Ching dice "es el momento de obrar" se refiere a un modo de hacer con sabiduría, creatividad y responsabilidad). Volviendo a mi inquietud, sobre cuál sería el hexagrama que explique mejor esta práctica para la búsqueda de sabiduría en el I Ching, entiendo que el hexagrama 27 "nos habla" de la sabiduría aplicada en todos los órdenes de la existencia. Y define claramente un espacio y tiempo profano y otro sagrado, El espacio y tiempo profano, que se da en la vida práctica, tanto se trate de los temas del cuerpo, como los de la mente, la personalidad, o de los vínculos entre los hombres. Y el espacio y tiempo sagrados, que devienen en los aspectos espirituales, religiosos o trascendentes del hombre y de la humanidad, como alimento del alma y el espíritu. Ambos son igualmente importantes y necesarios para nosotros los humanos. El I Ching "nos habla" de integrarlos, de buscar afuera y adentro de nosotros mismos, de saber mirar y ver para elegir aquello que va a nutrirnos y de cómo cuidar aquello que daremos a otros. El modo en que procesemos y asimilemos aquello que elijamos para nutrirnos, ya sea material o espiritual, va a ser único y particular en cada uno de nosotros, porque estará seleccionado desde nuestros valores, nuestras creencias y experiencia de vida. Y esos mismos valores, creencias y experiencias, van a definir el contenido de lo que a su vez daremos como alimento a nuestros semejantes, y el modo en que lo hagamos. Y al mismo tiempo este proceso va a constituirse en una nueva experiencia y aprendizaje, de manera que a medida que vamos nutriendo a otros vamos transformándonos a nosotros mismos, como en una espiral de evolución permanente. Podría decir que cuando abro el libro al azar inicio una búsqueda desde mi centro, me nutro cuando fluyo con el contenido dejándome llevar por la totalidad de mi ser, sin prejuicios. Cuando cierro el libro ya no seré la misma de antes porque algo, aunque sea pequeño, se ha transformado. Resumo el mensaje recibido a través de La Nutrición de la siguiente manera: Mediante el diálogo interno entre lo que leemos y lo que buscamos, a través de una comprometida interacción de ideas y conjeturas, el I Ching nos va mostrando caminos de conocimiento, liderados por las inquietudes del alma y moderados por las limitaciones de nuestra experiencia humana. Nené Montero Counselor en Desarrollo Personal Terapeuta Floral