¿Conocemos a las FARC? Plinio Apuleyo Mendoza

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¿Conocemos a las FARC?
Plinio Apuleyo Mendoza
El Tiempo
Octubrel 25, 2013
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/plinioapuleyomendoza/ARTICULO-WEBNEW_NOTA_INTERIOR-13142339.html
Cualquiera podría decir que sí, que las conocemos de sobra,
pues sus atrocidades salpican desde hace más de medio siglo
diarios y noticieros. Sus jefes, desde La Habana, nos anuncian
ahora sus propósitos e inquietudes en torno al proceso de paz.
Pero me atrevo a decir que pese a este protagonismo
mediático, muchos colombianos ignoran hasta dónde las lleva
su verdadero credo ideológico.
Para entenderlo, dispongo de una perla que me encontré
recientemente. Se trata de la declaración hecha en 1982,
durante un consejo verbal de guerra, por el entonces dirigente
del M-19 Luis Otero. Cuando le preguntaron por las razones
que tenía su movimiento para explicar el asesinato de policías,
los secuestros y extorsiones, se permitió decir: “Todo ello es
explicable y obligatorio para un revolucionario. El concepto
burgués de pesar, compasión, dolor, no existe. Las
revoluciones se hacen con sangre y esta debe vertirla quien
estorbe a los propósitos revolucionarios. Nada nos conmueve,
el fin justifica los medios”. Y más adelante: “Los secuestros son
una forma de conseguir expropiaciones. No nos impresionan
las lágrimas de las víctimas ni el lloriqueo de la familia”.
Pues bien, esta es la cartilla que también las Farc y el Eln
hicieron suyas, siguiendo la implacable senda trazada por
Stalin, Mao y Pol Pot. Con ello asumen tranquilamente todos
los delitos de lesa humanidad, de modo que es una ilusión del
Fiscal creer que van a aceptar los castigos penales, así sean los
benévolos y brumosos de una justicia transicional.
Por otra parte, muchos colombianos desconocen el poder real
de las Farc hoy en día y lo que buscan con un acuerdo de paz.
Pese a los golpes recibidos por ellas en el campo militar, están
lejos de sentirse derrotadas. No lo están. Cambiaron hace años
su guerra de posiciones por una guerra de guerrillas con
acciones terroristas. Al lado de ella, han logrado una captura
gradual de movimientos sociales, de poderosos sindicatos
como Asonal Judicial, Fecode y Sintrainagro, de comunidades
indígenas y afro- descendientes y de vastas zonas rurales gracias
al narcotráfico.
Pero su mayor triunfo se sitúa en el campo de la justicia. Sus
jueces y fiscales amigos han conseguido toda suerte de
ejecuciones judiciales contra los militares. Los mejores oficiales
y suboficiales que les habían infligido derrotas hoy se
encuentran tras las rejas gracias a falsos testigos y a denuncias
sin prueba alguna.
Abramos los ojos: sintiéndose tan fuertes o más que el Estado,
las Farc no van a entregar sus armas ni aceptar sanciones
penales. Son sus inamovibles. Y no se detienen ahí. Rechazan
límites de tiempo para el diálogo de La Habana, buscan
intervenir en nuestro modelo económico y en la estructura
misma del Estado. ¿Aceptará tales exigencias el presidente
Santos? Lo dudo. Sabiendo que son rechazadas por el 80 por
ciento de la opinión, preferirá cuidar su reelección eludiendo
cualquier acuerdo de esta índole, pero, eso sí, agitando en su
campaña la banderita de la paz. Su vago referendo nos va a
preguntar si deseamos que continúen los diálogos o si
volvemos a la guerra de siempre. Son astucias electorales. Sólo
eso.
Conociendo el perfil y la real situación de las Farc, la única
alternativa que aceptarían para firmar un acuerdo de paz sería
una ley de perdón y olvido y una asamblea constituyente con
una fuerte presencia suya. De lo contrario… Sí, lo que nos han
impuesto desde hace 50 años. Y para derrotarlas no bastarían
ya las acciones militares. Sería preciso enfrentar su guerra
política y judicial, su penetración en las zonas campesinas, en
sindicatos y universidades y, por último, rescatar la moral de
las Fuerzas Armadas, revisando injustas sindicaciones y
condenas. Cierto, nada de eso es fácil. Es terrible la realidad
que estamos viviendo, pero es mejor mirarla de frente y no
creer en cuentos de hadas.
Plinio Apuleyo Mendoza. (Tunja, Colombia, 1932) Peri-odista
y escritor colombiano. Estudió ciencias políticas en la
Universidad de La Sorbona de París. Desempeñó el car-go de
primer secretario de la embajada de Colombia en Francia y
escribió artículos periodísticos para varias publi-caciones
internacionales. En 1979 ganó el Premio de Novela Plaza y
Janés con la obra Años de fuga (1979).
De regreso en Colombia colaboró con el periódico El Tiempo,
realizó el programa de televisión Personajes y obtuvo,
compartido con sus hermanas, el Premio Nacional de
Periodismo Simón Bolívar. Otras obras de su pluma son el libro
de ensayos Primeras palabras, el libro de cuentos El desertor
(1974) y El olor de la guayaba (1982), reportaje sobre el
escritor Gabriel García Már-quez, del que es amigo personal,
aunque discrepa con él políticamente. Posteriormente publicó
La llama y el hielo (1984), en la que se narran anécdotas de
cinco per-sonajes conocidos por Plinio Mendoza, y Nuestros
pintores en París (1990).
En 1996 saltó a la fama continental tras la publicación del
Manual del perfecto idiota latinoamericano, un ensayo contra la
clase política hispanoamericana escrito en colaboración con
Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, del cual se
publicaría en 2007 una continuación: El regreso del idiota. De
1997 es Fabricantes de miseria, so-bre la situación en
Venezuela y Colombia. En 1999, el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) de Colombia atentó contra el escritor con el
envío de una carta-bomba a su apartamento, que no llegó a
estallar. En marzo de 2002, Mendoza pidió públicamente
solidaridad internacional con la situación de terrorismo que
vivía el país. Poco después publicó Aquellos tiempos con Gabo,
libro en el que reveló aspectos desconocidos de Gabriel Garcia
Marquez y que tuvo un gran éxito en Latinoamérica.
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