El daño al ADN intrauterino acelera el envejecimiento en la vida adulta El daño en nuestra información genética (el ADN), se va acumulando a lo largo de nuestra vida. Una de los modelos actuales que trata de explicar el envejecimiento sugiere que es la acumulación de este daño lo que finalmente limita la capacidad regenerativa de los tejidos, desencadenando el envejecimiento. Ahora, científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas del Grupo de Inestabilidad Genómica dirigido por Oscar Fernández-Capetillo, han descubierto que la acumulación de daño al ADN durante el desarrollo embrionario, puede determinar cuando y como se va a envejecer en la vida adulta. Estos resultados derivan del esfuerzo de un proyecto del grupo, liderado a nivel de carga experimental por la Dra. Matilde Murga, que pretendía generar un modelo murino de una rara enfermedad hereditaria conocida como el Síndrome de Seckel. Los pacientes de esta enfermedad tienen una apariencia muy particular, lo que en su momento hizo que la enfermedad se conociese como “enanismo de cabeza de pájaro”. A nivel molecular, el problema estriba en una mutación que afecta al proceso de “corte-empalme” (splicing) del RNA mensajero de una proteína llamada ATR. La función de ATR es la de proteger a las células de la acumulación de daño en el ADN, promoviendo la reparación del daño y/o la eliminación de las células dañadas. Así, los pacientes de este tipo de enfermedades acumulan daño en el ADN muy rápidamente, lo que frecuentemente desemboca en cáncer o envejecimiento. Mediante la introducción de un fragmento del gen mutado humano en el genoma del ratón, el grupo consiguió recapitular la enfermedad con un alto grado de similitud, incluyendo el hecho de que los ratones son enanos y con una particular morfología craniofacial. Técnicamente, esta es la primera vez que una enfermedad basada en una mutación que afecta al procesamiento del RNA ha sido modelada en el ratón. Los resultados del grupo sugieren que un inhibidor de la proteína ATR podría ser particularmente tóxico para células que se dividen rápidamente, como es el caso de las células cancerosas. En base a estos resultados, el grupo está actualmente tratando de desarrollar inhibidores de dicha proteína para su potencial uso en quimioterapia. En cualquier caso, el descubrimiento más importante es la observación de que estos ratones, si bien acumulan daño al ADN principalmente durante su desarrollo embrionario, envejecen de forma acelerada lo que hace que un ratón de tan solo 3 meses presente la apariencia de uno de 3 años. Así, esta observación sugiere que el estrés fetal (en forma de daño al ADN) tiene una influencia directa en determinar el envejecimiento futuro. Las implicaciones de este descubrimiento son muy importantes ya que sugieren, por ejemplo, que terapias enfocadas exclusivamente al periodo de gestación pueden ser capaces de extender la vida futura de la descendencia. Otra implicación interesante es que la variabilidad en la cantidad de estrés sufrido durante el periodo gestacional podrían explicar, al menos en parte, las diferencias existentes en el ritmo al que envejecen los seres humanos. Los resultados aparecen publicados en la revista Nature Genetics.