f7_Articulo vinculo del apego

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EL VÍNCULO DE APEGO, UN SELLO QUE MARCA LA
NARRATIVA VIVENCIAL DE NUESTRAS VIDAS
NO CONFÍES, NO SIENTAS, NO HABLES DE ESO...
Uno de los grandes temas de estudio en el campo de
la protección infanto-juvenil ha sido el capítulo del
vínculo de apego. Han pasado más de 40 años desde
que Bowlby (1969) postulara la teoría del apego, a
partir de la cual ha sido posible comprender muchos
aspectos del desarrollo afectivo normal y buena parte
de la psicopatología asociada a la infancia y a la vida
adulta.
Según este modelo teórico, el vínculo de apego que
una persona establece es el resultado de esquemas
afectivos, emocionales y cognitivos que tienden a activarse de forma reiterada
―con más énfasis ante situaciones de tensión o estrés― y que son fruto de
experiencias de interacción vividas a lo largo de su desarrollo evolutivo,
principalmente en la infancia. Estas representaciones mentales (esquemas) se van
formando y modificando a lo largo de la vida, a través de las relaciones que
mantenemos con los demás; pero fuera de toda duda y con el respaldo de una
amplia evidencia empírica, el momento crítico y que dejará una mayor impronta es
aquel que se establece a lo largo de toda la infancia entre el niño y sus cuidadores
principales. Es en este delicado momento evolutivo cuando echan raíces una amplia
gama de vinculaciones de apego, que van desde el tipo “seguro” hasta, en el otro
extremo, el caracterizado por la inseguridad o ambivalencia, pudiendo llegar incluso
a una desorganización del propio vínculo. Con sus características peculiares y
distintivas, cada uno de ellos va a imprimir en el comportamiento humano un sello
especial que determinará los rasgos de personalidad distintivos en la juventud y
adultez.
Estos esquemas, por lo general silenciosos en su manifestación y arraigados en lo
más profundo de la estructura de la personalidad, suponen modos de sentir, pensar
y actuar que guían nuestro modo de acción en las relaciones personales y en
nuestro encuentro con el mundo. Pero, ¿por qué resulta tan esencial el
establecimiento de vínculos de apego saludables a lo largo de la vida y
principalmente en los primeros años del desarrollo? La razón habría que buscarla en
los aprendizajes nucleares y vivenciales que, a través de ellos, se establecen y que
han de servir de guía básica de actuación en nuestro modo de desenvolvernos en la
vida. Conviene no pasar por alto que precisamente a través del vínculo de apego el
niño aprenderá, sin palabras y con una considerable carga emocional, claves
imprescindibles en su vida, que van desde cómo valorarse a sí mismo hasta cómo
afrontar los problemas inherentes al hecho de estar vivo. De manera muy resumida,
el niño aprende:
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I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
Confianza o desconfianza hacia sí mismo y en la relaciones con los demás.
En qué grado el mundo y sus relaciones son más o menos predecibles y
controlables.
A identificar emociones, nominarlas, otorgarle la importancia que tienen y
cómo controlarlas de manera saludable.
Comportamientos de expresión o de inhibición social.
Seguridad o inseguridad en sus interacciones con el mundo.
Y un largo etcétera que permite concluir que un vínculo de apego estable y
seguro nos enseña a: confiar, sentir y expresar. Nada más. Y nada menos.
Una infancia saludable lleva asociada, entre otros, dos pilares maestros para el
adecuado desarrollo: el establecimiento de un vínculo de apego estable con la/s
figura/s de referencia desde los primeros momentos de la vida, y un correcto
proceso de socialización, llamado a iniciarse algo más tarde, y que favorecerá la
interiorización en el niño de normas de vida y convivencia. Puede ocurrir, y de
hecho ocurre con más frecuencia de lo que sería deseable, que algunos de estos
pilares quede truncado en su misma base por la dificultad de las figuras de
referencia para llevar a cabo estas tareas de crianza, cruciales para la salud mental
actual y futura del niño y el adulto. En el caso de niños y jóvenes provenientes de
situaciones de maltrato, los vínculos de apego seguros pueden haber sufrido un
daño que deje un mensaje grabado en la memoria:
No confíes, no sientas, no hables de eso...
José Manuel Morell Parera
Academia SOS España – Escuela Nacional de Formación
Especialista en Psicología Clínica
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