PSICOLOGÍA BÁSICA Definición: Es la parte fundamental de la psicología. Estudia los procesos psíquicos y las conductas del hombre normal y maduro y las leyes que rigen tales procesos y conductas. Investiga principalmente las áreas de la sensación, percepción, aprendizaje, memoria, razonamiento y motivación. No toda "psicología básica" se ha desarrollado utilizando el método experimental, por lo que no coincide totalmente la psicología experimental con la psicología básica, así por ejemplo también las escuelas humanísticas incluyen destacadas aportaciones a esta importante área de la psicología. Índice de enfermedades •TID •Trastornos disociativos •Hipnosis •Psicoterapia •Terapia cognitivo conductual •Agorafobia •Anorexia nerviosa •Autolesiones/cortes •Bulimia nerviosa •Ciclotimia (trastorno ciclotímico) •Cleptomanía •Conducta sexual compulsiva •Depresión (trastorno depresivo mayor) •Depresión atípica •Depresión en adolescentes •Duelo complicado •El TDAH en niños •Encefalitis •Encopresis •Enfermedad de Huntington •Enfermedad mental •Esclerosis tuberosa •Esquizofrenia infantil •Eyaculación tardía •Los ataques de pánico y el trastorno de pánico •Ludopatía •Maltrato infantil •Mareos •Mielitis transversa •Náuseas por radiación •Proveedores de atención de la salud mental: consejos para encontrar uno •Síndrome de DiGeorge (síndrome de deleción del cromosoma 22q11.2) •Síndrome de fatiga crónica •Síndrome de Klinefelter •Síndrome de Tourette •Síntomas persistentes posteriores a una conmoción cerebral (síndrome posconmocional) •Suicidio en adolescentes •Suicidio y pensamientos suicidas •Trastorno afectivo estacional •Trastorno antisocial de la personalidad •Trastorno bipolar •Trastorno de acumulación compulsiva •Trastorno de ansiedad •Trastorno de ansiedad generalizada •Trastorno de ansiedad social (fobia social) •Trastorno de síntomas somáticos •Trastorno depresivo persistente (distimia) •Trastorno esquizoafectivo •Trastorno esquizoide de la personalidad •Trastorno esquizotípico de la personalidad •Trastorno límite de la personalidad •Trastorno obsesivo compulsivo (TOC) •Trastorno por atracones •Trastorno por estrés postraumático •Trastornos de adaptación •Trastornos de ansiedad •Trastornos de la personalidad •Trastornos disociativos •Tricotilomanía (trastorno de arrancarse el pelo) TID Definición: El TID o trastorno de identidad disociativo es un trastorno que se caracteriza por la existencia de dos o más identidades (también llamadas estados mentales o estados de personalidad) muy diferentes entre sí, que controlan el comportamiento de la persona de manera alternante. El individuo puede comportarse y expresarse como si fuera personas diferentes según qué estado mental tenga el control. Por otro lado, la persona es incapaz de recordar información importante de algunas de las identidades coexistentes, por lo que puede hacer o decir cosas desde un estado mental que no recuerde en otro. Otras patologías y dificultades que frecuentemente van asociadas serían depresión, ansiedad, baja autoestima, dificultades sociales, conductas autodestructivas, trastornos de personalidad, abuso de alcohol y drogas, trastornos alimentarios, somatización, etc. Cómo se forma: El trastorno de identidad disociativo o TID forma parte de las psicopatologías de base traumática y suele iniciarse en la infancia. Suceden una serie de acontecimientos tan desestabilizadores y repetidos que el niño se siente sobrepasado a nivel emocional. No puede ni huir de la situación ni luchar contra ella, por lo que la única manera que tiene de reaccionar es dividirse a nivel interno, distanciarse de sí mismo, como si no estuviera viviendo lo que está viviendo. Llamamos a esto disociación. Es importante señalar que entre un 80-99% de las personas con TID puntúan para un diagnóstico secundario del trastorno del estrés postraumático (TEPT). Entre un 85-90% han sufrido abuso sexual. La disociación es, pues, una forma de defenderse del trauma, y con el tiempo se va convirtiendo en la única manera de manejar cualquier tipo de estrés. Sin embargo, el trauma por sí solo no es un factor suficiente para desarrollar un trastorno disociativo. Algunas personas superan situaciones devastadoras sin presentar demasiados problemas. Lo que va a marcar la diferencia será el apego, la forma que el niño tiene de vincularse afectivamente. Si tiene una figura de referencia positiva que le proporciona experiencias de apego seguras (protección, atención, modulación emocional, etc.), el niño aprende que la adversidad puede ser soportada y vencida, minimizando el riesgo de fragmentación psicológica y posibilitando un bienestar emocional futuro. Tipos de disociación: No toda la disociación es problemática; Disociación no patológica: Se da en todas las personas (con y sin TID). Son cambios normales en el estado de conciencia. P.ej. quedarse absorto en actividades cotidianas, soñar despierto, etc. Disociación patológica: Tiene que ver con la desconexión de aspectos fundamentales del yo, como la conciencia, la identidad, las sensaciones, movimientos corporales, la memoria o la percepción del entorno. Hay tres grandes tipos de síntomas disociativos: Amnesia: olvido de la información traumática, para seguir viviendo “como si aquello no hubiera ocurrido”. Desrealización: la realidad no se percibe en su globalidad, sino como elementos aislados, sensación de sentirse desconectado del entorno, “esto no está pasando”, o despersonalización (desconexión del propio cuerpo, la mente y los propios sentimientos o sensaciones, “uno no está ahí”). Confusión y alteración de la identidad. Tratamiento del trastorno de identidad disociativo: La fragmentación de la personalidad genera un gasto de energía mental muy importante ya que la persona lucha constantemente por intentar mantener el orden entre las diferentes partes, lo que genera un alto grado de tensión. Esto hace que quede muy poca energía mental para todo lo demás. Es necesario potenciar la integración de la personalidad, haciendo que las partes se solapen entre sí, reconciliándose y fusionándose. De este modo, la energía se dejará de gastar a nivel interno y podrá ser volcada a nivel externo, haciendo que la persona pueda afrontar adaptativamente su vida presente y funcionando de forma unificada. Dejará de vivir en pasado y empezará a vivir en presente. Así pues, integración es lo opuesto de disociación. El tratamiento del TID aborda diferentes aspectos: Estabilización: fortalecer y afianzar a la persona. Trabajo con las diferentes partes. Trabajo con el trauma. Integración de la personalidad y recuperación de las funciones interpersonales. Es importante señalar que el objetivo terapéutico no es únicamente integrar los diferentes estados mentales. Hay que trabajar para mejorar la funcionalidad global de la persona, mejorar su calidad de vida, su autonomía, sus relaciones interpersonales, etc. Pronóstico: Los trastornos disociativos son tratables, pero necesitan un abordaje específico. Por eso es importante que haya un buen diagnóstico, para poderlos detectar y tratar de forma adecuada. Puede haber diversos grados de avance. Algunos pacientes llegarán a la integración entre las partes, otros se estabilizarán y mejorarán su adaptación, otros continuarán teniendo partes, pero habrá menos conflicto y negatividad entre ellas. Sea como fuere, la mejoría no es una posibilidad, es una realidad siempre que se cuente con la ayuda apropiada. Lo que debes saber: Trastorno que se caracteriza por la existencia de dos o más identidades muy diferentes entre sí, que controlan el comportamiento de la persona de manera alternante. Un trauma por sí solo no es un factor suficiente para desarrollar un trastorno disociativo. Lo que va a marcar la diferencia será el apego, cómo el niño se vincula afectivamente. El objetivo terapéutico es integrar los diferentes estados mentales, pero también trabajar para mejorar la funcionalidad global, calidad de vida, autonomía, relaciones… de la persona. TRASTORNOS DISOCIATIVOS Descripción general: Los trastornos disociativos son trastornos mentales que suponen una desconexión y falta de continuidad entre pensamientos, recuerdos, entornos, acciones e identidad. Una persona que sufre trastornos disociativos escapa de la realidad de formas involuntarias y poco saludables, lo que causa problemas con el funcionamiento diario. Por lo general, los trastornos disociativos aparecen en reacción a un trauma y ayudan a mantener los recuerdos difíciles controlados. Los síntomas, que pueden ir de la amnesia hasta las identidades alternativas, dependen, en parte, del tipo de trastorno que tengas. Los períodos de estrés pueden empeorar temporalmente los síntomas, haciéndolos más evidentes. Los tratamientos para los trastornos disociativos pueden ser la terapia de conversación (psicoterapia) y los medicamentos. Si bien tratar los trastornos disociativos puede ser difícil, muchas personas aprenden nuevas formas de afrontarlos y llevan una vida saludable y productiva. Síntomas: Los signos y síntomas dependen del tipo de trastornos disociativos que tengas, pero pueden comprender: Pérdida de memoria (amnesia) de ciertos períodos, sucesos, personas e información personal Sensación de estar separado de ti mismo y de tus emociones Percepción de que las personas y cosas que te rodean están distorsionadas o son irreales Un sentido confuso de la identidad Estrés significativo o problemas en tus relaciones personales, tu trabajo y otros ámbitos importantes de tu vida Incapacidad para afrontar bien el estrés emocional o profesional Problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, y pensamientos y comportamientos suicidas Hay tres trastornos disociativos principales definidos en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales 5, DSM-5) publicado por la American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría): Amnesia disociativa: El síntoma principal es una pérdida de memoria que es más grave que un olvido normal y que no puede justificarse por la existencia de una enfermedad. No puedes recordar información sobre ti ni sobre acontecimientos y personas de tu vida, en especial los relacionados con un momento traumático. La amnesia disociativa puede ser específica de acontecimientos producidos en un cierto momento, como combates intensos, o, con menor frecuencia, puede tratarse de la pérdida completa de la memoria sobre ti mismo. A veces puede implicar que te traslades o deambules en un estado de confusión que te aleje de tu vida (fuga disociativa). El episodio de amnesia generalmente se presenta en forma repentina y puede durar minutos, horas o, rara vez, meses o años. Trastorno de identidad disociativo: Este trastorno, antes conocido como «trastorno de personalidad múltiple», se caracteriza por «alternar» diferentes identidades. Es posible que sientas la presencia de dos o más personas que hablan o viven en tu cabeza y que sientas que estas identidades te poseyeron. Cada identidad puede tener un nombre, una historia personal y características únicas, entre ellas, diferencias obvias de voz, género, tratos e incluso cualidades físicas, como la necesidad de usar lentes. También hay diferencias en cuanto a la familiaridad de cada identidad con las demás. Las personas con trastorno de identidad disociativo, en general, también tienen amnesia disociativa y, a menudo, sufren fuga disociativa. Trastorno de despersonalización-desrealización: Este trastorno implica una sensación continua o episódica de desconexión o de estar fuera de ti mismo, al observar tus acciones, sentimientos, pensamientos y a ti mismo desde cierta distancia como si estuvieras mirando una película (despersonalización). Es posible que otras personas y cosas que te rodean se perciban distantes, borrosas o como en un sueño, que el tiempo transcurra más lenta o más rápidamente y que el mundo parezca irreal (desrealización). Puedes sentir despersonalización, desrealización o ambas. Es posible que los síntomas, que pueden ser profundamente angustiantes, duren solo unos momentos o que vayan y vengan a lo largo de los años. Cuándo consultar al médico: En una crisis, algunas personas con trastornos disociativos pueden tener reviviscencias traumáticas que resultan abrumadoras o que están asociadas con una conducta peligrosa. Las personas que tienen estos síntomas deberían recibir atención médica en una sala de urgencias. Si tú o un ser querido tienen síntomas menos urgentes que puedan indicar un trastorno disociativo, ponte en contacto con el médico. Causas: La mayoría de las veces, los trastornos se presentan en niños sometidos a maltrato emocional, abuso sexual o maltrato físico durante un largo tiempo, o bien, con menor frecuencia, a un entorno doméstico aterrador o muy impredecible. El estrés de una guerra o una catástrofe natural pueden generar trastornos disociativos. La identidad personal aún está en formación durante la infancia. Por eso, un niño tiene una capacidad mayor que un adulto de despegarse de sí mismo y observar el trauma como si le estuviera pasando a otra persona. Un niño que aprende a disociar para superar una experiencia traumática puede usar ese mecanismo de superación como respuesta a situaciones estresantes en su vida. Complicaciones: Las personas con trastornos disociativos presentan un mayor riesgo de tener complicaciones y trastornos asociados, tales como: Autolesiones o mutilaciones. Pensamientos y comportamiento suicidas. Disfunción sexual. Trastornos por alcoholismo y abuso de drogas. Depresión y trastornos de ansiedad. Trastorno por estrés postraumático. Trastornos de la personalidad. Trastornos del sueño, como pesadillas, insomnio y sonambulismo. Trastornos de la alimentación. Síntomas físicos, como aturdimiento o convulsiones no epilépticas. Dificultades considerables en las relaciones personales y en el trabajo. Prevención: Los niños que son víctimas de maltrato físico o emocional o de abuso sexual presentan mayor riesgo de desarrollar trastornos de salud mental, como los trastornos disociativos. Si el estrés u otros problemas personales están afectando la forma en que tratas a tu hijo, busca ayuda. Habla con una persona de confianza como puede ser un amigo, el médico o un líder de tu comunidad religiosa. Pide ayuda para hallar recursos disponibles tales como grupos de apoyo para padres y terapeutas de familia. Busca iglesias y programas educativos comunitarios que ofrezcan clases de crianza de hijos, que también pueden ayudarte a aprender técnicas parentales más saludables. Si tu hijo ha sido víctima de maltrato o ha sufrido otra situación traumática, consulta con el médico de inmediato. Es posible que el médico te derive a un profesional de salud mental que pueda ayudar a tu hijo a recuperarse y a adquirir la capacidad de enfrentar desafíos o situaciones. Bibliografía: https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/dissociative-disorders/symptoms-causes/syc20355215 HIPNOSIS Descripción general: La hipnosis, también denominada «hipnoterapia» o «sugestión hipnótica», consiste en un estado parecido al trance en el que experimentas un centro de atención y una concentración más intensos. La hipnosis suele realizarse con la ayuda de un terapeuta que utiliza la repetición verbal e imágenes mentales. Cuando una persona se encuentra bajo los efectos de la hipnosis, se suele sentir tranquila y relajada y está más dispuesta a recibir sugerencias. La hipnosis puede usarse para ayudarte a controlar conductas no deseadas o para ayudarte a afrontar mejor la ansiedad o el dolor. Es importante que sepas que si bien estarás más dispuesto a recibir sugerencias durante la hipnosis, no perderás el control de tu comportamiento. Por qué se realiza: La hipnoterapia puede ser un método eficaz para afrontar el estrés y la ansiedad. En particular, la hipnosis puede reducir el estrés y la ansiedad antes de un procedimiento médico, por ejemplo una biopsia de mama. Se ha estudiado la hipnosis para otras afecciones, entre ellas: Control del dolor: La hipnosis puede ayudar a aliviar el dolor ocasionado por quemaduras, cáncer, parto, síndrome del intestino irritable, fibromialgia, problemas de la articulación temporomandibular, procedimientos dentales y dolores de cabeza. Sofocos: La hipnosis puede aliviar los síntomas de sofocos asociados a la menopausia. Cambios en el comportamiento: La hipnosis se ha utilizado con relativo éxito en el tratamiento para el insomnio, la enuresis nocturna, el tabaquismo y el consumo excesivo de alimentos. Efectos secundarios del tratamiento oncológico: La hipnosis se ha utilizado para aliviar los efectos secundarios relacionados con la quimioterapia y la radioterapia. Trastornos de salud mental: La hipnosis puede ayudar a tratar los síntomas de ansiedad, fobias y estrés postraumático. Riesgos: La hipnosis que lleva a cabo un terapeuta o profesional de la salud capacitado se considera un tratamiento médico seguro, complementario y alternativo. Sin embargo, es posible que la hipnosis no sea adecuada para personas con una enfermedad mental grave. Las reacciones adversas a la hipnosis son poco frecuentes, pero pueden incluir las siguientes: Dolor de cabeza Somnolencia Mareos Ansiedad o sufrimiento Creación de recuerdos falsos Ten cuidado antes de utilizar la hipnosis como método para lograr superar sucesos estresantes pasados de tu vida. Esta práctica puede causar emociones fuertes y dar lugar a la creación de falsos recuerdos. Cómo prepararse: No necesitas preparación especial para someterte a hipnosis. Pero es buena idea usar prendas cómodas que te ayuden a relajarte. Además, asegúrate de haber descansado bien para que no tiendas a quedarte dormido durante la sesión. Elige un terapeuta o profesional de la salud que esté calificado para realizar hipnosis. Busca la recomendación de alguien en quien confíes. Conoce al terapeuta que estés considerando. Comienza realizando preguntas: ¿Está capacitado en un campo como la psicología, la medicina, el trabajo social o la odontología? ¿Tiene licencia en su especialidad en este estado? ¿Dónde asistió a la universidad y dónde realizó los estudios de posgrado? ¿Cuánto se ha capacitado en hipnoterapia y en qué universidades? ¿A qué organizaciones profesionales pertenece? ¿Hace cuánto tiempo ejerce? ¿Cuáles son sus tarifas? ¿El seguro médico cubre sus servicios? Lo que puedes esperar: El terapeuta explicará el proceso de hipnosis y analizará los objetivos del tratamiento. Luego, el terapeuta hablará, por lo general, en un tono amable y tranquilo, y describirá imágenes que creen una sensación de relajación, seguridad y bienestar. Cuando te encuentras en un estado receptivo, el terapeuta te sugerirá maneras de alcanzar tus objetivos, como reducir los dolores o eliminar los deseos de fumar. El terapeuta también puede ayudarte a visualizar imágenes mentales vívidas y significativas de ti mismo mientras alcanzas tus objetivos. Al finalizar la sesión, puedes salir de la hipnosis por sí solo o te puede ayudar el terapeuta a salir del estado de relajación. A diferencia de la manera en la que suele mostrarse la hipnosis en las películas o en la televisión, no pierdes el control sobre tu comportamiento mientras estás bajo hipnosis. Además, por lo general, te mantienes consciente y recuerdas lo que pasa durante la hipnosis. Con el tiempo, puedes practicar la autohipnosis, en la que te induces a un estado de hipnosis tú mismo. Puedes usar esta habilidad según sea necesario, por ejemplo, después de una sesión de quimioterapia. Resultados: Mientras que la hipnosis puede ser efectiva para ayudar a las personas a afrontar el dolor, el estrés y la ansiedad, la terapia cognitivo-conductual se considera el tratamiento de primera línea para estas condiciones. La hipnosis también puede ser parte de un programa de cuidado integral para dejar de fumar o bajar de peso. Sin embargo, la hipnosis no es adecuada para todos. Por ejemplo, es posible que no seas capaz de entrar en un estado de hipnosis suficiente como para que te resulte efectiva. Algunos terapeutas creen que mientras más probable sea que te hipnoticen, más probable es que te beneficies de la hipnosis. PSICOTERAPIA Descripción general: La psicoterapia es un término general para el tratamiento de los trastornos de la salud mental que consiste en hablar con un psiquiatra, psicólogo u otro tipo de profesional de salud mental. Durante la psicoterapia, aprenderás acerca de tu enfermedad y tus estados de ánimo, tus sentimientos, tus pensamientos y tus comportamientos. La psicoterapia ayuda a aprender cómo tomar el control de tu vida y responder a situaciones exigentes mediante estrategias saludables para hacer frente a desafíos o situaciones. Existen muchos tipos de psicoterapia, cada una con su enfoque. El tipo de psicoterapia que es adecuada para ti depende de tu situación particular. La psicoterapia también se conoce como «curación por palabra», «terapia psicosocial» o, simplemente, «terapia». Por qué se realiza: La psicoterapia puede ser útil para tratar la mayoría de los problemas de salud mental, lo que incluye lo siguiente: Trastornos de ansiedad, como el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), las fobias, el trastorno de pánico o el trastorno por estrés postraumático (TEPT) Trastornos del estado de ánimo, como la depresión o el trastorno bipolar Adicciones, como el alcoholismo, la drogodependencia o la ludopatía Trastornos de la alimentación, como la anorexia o la bulimia Trastornos de personalidad, como el trastorno límite de la personalidad o el trastorno dependiente de la personalidad Esquizofrenia u otros trastornos que provocan la desconexión con la realidad (trastornos psicóticos) No todas las personas que se benefician de la psicoterapia están diagnosticadas con una enfermedad mental. La psicoterapia puede ayudar con una cantidad de preocupaciones y conflictos de la vida que pueden afectar a cualquiera. Por ejemplo, puede ayudarte a lo siguiente: Resolver conflictos con tu pareja o con otra persona en tu vida Aliviar la ansiedad o el estrés por cuestiones laborales u otras situaciones Enfrentar cambios importantes de la vida, como el divorcio, la muerte de un ser querido o la pérdida de un trabajo Aprender a controlar las reacciones no saludables, como agresiones por cuestiones de tráfico o el comportamiento pasivo-agresivo Asumir un problema de salud físico grave o progresivo, como diabetes, cáncer o dolor a largo plazo (crónico) Recuperarte de un abuso físico o sexual o de presenciar actos de violencia Afrontar los problemas sexuales de causa física o psicológica Dormir mejor, si tienes problemas para conciliar el sueño o para permanecer dormido (insomnio) En algunos casos, la psicoterapia puede ser igual de efectiva que los medicamentos, como los antidepresivos. Sin embargo, dependiendo de tu situación específica, la psicoterapia sola puede no ser suficiente para aliviar los síntomas de una enfermedad de salud mental. También puedes necesitar medicamentos u otros tratamientos. Riesgos: Por lo general, la psicoterapia presenta pocos riesgos. Pero como exploras tus experiencias y sentimientos más dolorosos, por momentos puedes sentirte incómodo a nivel emocional. No obstante, los riesgos se minimizan si trabajas con un terapeuta capacitado que se pueda adaptar al tipo de terapia que necesitas y a su intensidad. Aprendes habilidades para hacer frente a desafíos o situaciones que pueden ayudarte a controlar y dominar los sentimientos negativos y los temores. Cómo te preparas: Comienza de la siguiente manera: Busca un terapeuta. Consigue una derivación por medio del médico, plan de seguro médico, amigo u otra fuente confiable. Muchos empleadores ofrecen servicios de asesoramiento o derivaciones a través de programas de asistencia para empleados. O puedes encontrar un terapeuta por tu cuenta, por ejemplo, a través de una asociación profesional en Internet. Comprende los costos. Si tienes un seguro médico, averigua qué cobertura ofrece para psicoterapia. Algunos planes de salud solo cubren una determinada cantidad de sesiones de psicoterapia al año. Asimismo, habla con tu terapeuta sobre los honorarios y las opciones de pago. Analiza tus preocupaciones. Antes de tu primera consulta, piensa qué problemas te gustaría abordar. Si bien puedes aclarar esto con tu terapeuta, tener cierta idea al respecto de antemano puede servir como un buen punto de partida. Tipos de psicoterapia: Existen varios tipos efectivos de psicoterapia. Algunos son más efectivos que otros para tratar determinados trastornos y enfermedades. En muchos casos, los terapeutas utilizan una combinación de técnicas. El terapeuta tendrá en cuenta tu situación y preferencias particulares para determinar qué enfoque te resultará más adecuado. Si bien existen muchos tipos de terapia, algunas de las técnicas psicoterapéuticas con efectividad comprobada incluyen: La terapia cognitiva conductual, que te ayuda a identificar comportamientos o creencias negativos y poco saludables y reemplazarlos por otros positivos y saludables La terapia conductual dialéctica, un tipo de terapia cognitiva conductual que enseña estrategias de comportamiento para ayudarte a manejar el estrés, controlar tus emociones y mejorar las relaciones con los demás La terapia de aceptación y compromiso, que te ayuda a ser más consciente de tus pensamientos y sentimientos, a aceptarlos y a comprometerte a realizar cambios, lo cual aumenta tu capacidad de afrontar las situaciones y adaptarte a ellas Las terapias psicodinámica y psicoanalítica, que se centran en ayudarte a reconocer los pensamientos y comportamientos inconscientes y, de esta manera, desarrollar nuevas miradas de tus motivaciones y resolver conflictos La psicoterapia interpersonal, que se centra en abordar los problemas de tus relaciones actuales con otras personas, para mejorar tus habilidades interpersonales y cómo te relacionas con los demás (familiares, amigos y colegas) La psicoterapia de apoyo, que refuerza tu capacidad de afrontar el estrés y las situaciones difíciles La psicoterapia se ofrece en diferentes formatos, incluidas las sesiones individuales, de pareja, familiares o grupales, y puede ser efectiva para todos los grupos de edades. Duración de la psicoterapia: La cantidad de sesiones de psicoterapia que necesitas, así como la frecuencia de las sesiones, depende de los siguientes factores: Tu situación o enfermedad mental en particular Gravedad de los síntomas Durante cuánto tiempo padeciste los síntomas o tuviste que convivir con el problema La rapidez con que evolucionas Cuánto estrés estás padeciendo En qué medida tus problemas de salud mental interfieren con tus actividades cotidianas Qué tanta ayuda recibes de tus familiares y de otras personas Las restricciones de costos y del seguro médico Tal vez solo necesites unas semanas para ayudarte a afrontar un problema de corto plazo. O, el tratamiento puede durar un año o más, si tienes una enfermedad mental prolongada u otros problemas de largo plazo. Sacar el máximo provecho de la psicoterapia: Tomas medidas para obtener el máximo beneficio de la terapia y ayudar a que sea un éxito. Asegúrate de que te sientes cómodo con el terapeuta: Si no es así, busca otro terapeuta con quien te sientas más a gusto. Enfocarse en la terapia como una sociedad: La terapia es más efectiva si eres un participante activo y compartes la toma de decisiones. Asegúrate de acordar con tu terapeuta cuáles son los problemas principales y cómo abordarlos. Juntos pueden establecer objetivos y medir el avance con el tiempo. Sé abierto y sincero: El éxito depende de la disposición para compartir tus pensamientos, sentimientos y experiencias, y considerar nuevas perspectivas, ideas y formas de hacer las cosas. Si eres reacio a hablar sobre determinados temas a causa de emociones dolorosas, vergüenza o temor sobre la reacción del terapeuta, hazle saber a tu terapeuta. Cumple con tu plan de tratamiento: Si te sientes deprimido o careces de motivación, podría resultar tentador saltear sesiones de psicoterapia. Si lo haces, puedes interrumpir tu progreso. Intenta asistir a todas las sesiones y expresar sobre lo que quieras hablar. No esperes resultados instantáneos: Trabajar sobre temas emocionales pude ser doloroso y requerir trabajo duro. Puedes necesitar varias sesiones antes de comenzar a ver mejoras. Haz tu tarea entre sesiones: Si tu terapeuta te pide que documentes tus pensamientos en un diario o hagas actividades fuera de las sesiones de terapia, sigue sus indicaciones. Estas tareas para el hogar pueden ayudarte a poner en práctica en tu vida lo que has aprendido en las sesiones de terapia. Si la psicoterapia no te está ayudando, habla con tu terapeuta: Si sientes que no te estás beneficiando con la terapia después de varias sesiones, habla con tu terapeuta sobre esto. Tú y tu terapeuta podrían decidir hacer algunos cambios o intentar un enfoque diferente que podría ser más efectivo. Durante la psicoterapia: En la mayoría de los tipos de psicoterapia, el terapeuta te impulsa a hablar sobre tus pensamientos y sentimientos, y sobre lo que te preocupa. No te preocupes si te resulta difícil hablar acerca de tus sentimientos. El terapeuta puede ayudarte a sentirte más seguro y cómodo a medida que pasa el tiempo. Ya que en la psicoterapia se suelen dar conversaciones intensas a nivel emocional, es posible que te encuentres llorando, angustiado o incluso teniendo un arrebato de furia en medio de una sesión. Algunas personas se sienten agotadas físicamente después de una sesión. El terapeuta está siempre disponible para ayudarte a enfrentar esos sentimientos y emociones. El terapeuta puede pedirte que hagas «tareas»: actividades o prácticas basadas en lo que aprendes durante tus sesiones de terapia habituales. Con el tiempo, hablar sobre tus inquietudes puede ayudarte a mejorar tu estado de ánimo, cambiar la forma en que piensas y sientes sobre ti mismo y mejorar tu capacidad para enfrentar los problemas. TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL Descripción general: La terapia cognitiva conductual es un tipo frecuente de terapia del habla (psicoterapia). Trabajas con un asesor de salud mental (psicoterapeuta o terapeuta) de forma estructurada, asistiendo a una cantidad limitada de sesiones. La terapia cognitiva conductual te ayuda a tomar conciencia de pensamientos imprecisos o negativos para que puedas visualizar situaciones exigentes con mayor claridad y responder a ellas de forma más efectiva. La TCC puede ser una herramienta muy útil, ya sea sola o en combinación con otras terapias, para tratar los trastornos de salud mental, como la depresión, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) o un trastorno de la alimentación. Sin embargo, no todas las personas que se benefician de la terapia cognitiva conductual tienen una enfermedad mental. La TCC puede ser una herramienta eficaz para ayudar a cualquier persona a aprender cómo manejar mejor las situaciones estresantes de la vida. Por qué se realiza: La terapia cognitiva conductual se utiliza para tratar una amplia gama de problemas. Con frecuencia es el tipo preferido de psicoterapia porque puede ayudarte rápidamente a identificar y afrontar desafíos específicos. Generalmente requiere menos sesiones que los otros tipos de terapia y se realiza de forma estructurada. La terapia cognitiva conductual es una herramienta útil para abordar desafíos emocionales. Por ejemplo, puede ayudarte a lo siguiente: Controlar los síntomas de enfermedad mental Prevenir recaídas de síntomas de enfermedad mental Tratar una enfermedad mental cuando los medicamentos no son una buena opción Aprender técnicas para lidiar con situaciones estresantes de la vida Identificar formas de controlar las emociones Solucionar conflictos en las relaciones y aprender mejores formas para comunicarse Afrontar el dolor o las pérdidas Superar traumas emocionales relacionados con el maltrato o la violencia Afrontar una enfermedad médica Controlar los síntomas físicos crónicos Los trastornos de salud mental que podrían mejorar con terapia cognitiva conductual incluyen: Depresión Trastornos de ansiedad Fobias Trastorno de estrés postraumático Trastornos del sueño Trastornos de alimentación Trastorno obsesivo compulsivo (TOC) Trastornos de consumo de drogas Trastornos bipolares Esquizofrenia Trastornos sexuales En algunos casos, la terapia cognitiva conductual es más efectiva cuando se combina con otros tratamientos, como antidepresivos u otros medicamentos. Riesgos: En general, la terapia cognitiva conductual presenta pocos riesgos. Pero a veces puedes sentirte emocionalmente incómodo. Esto se debe a que la TCC puede hacer que explores sentimientos, emociones y experiencias dolorosas. Es posible que llores, te angusties o te enojes durante una sesión difícil. También podrías sentirte exhausto físicamente. Algunas formas de terapia cognitiva conductual, como la terapia de exposición, pueden requerir que te enfrentes a situaciones que preferirías evitar (como los aviones, si tienes miedo a volar). Esto puede provocar ansiedad o estrés temporal. Sin embargo, si trabajas con un terapeuta cualificado, se reducirán todos los riesgos. Las habilidades para hacer frente a desafíos o situaciones que incorporas pueden ayudarte a controlar y dominar los sentimientos negativos y los temores. Cómo te preparas: Es posible que decidas por ti mismo que quieres probar la terapia cognitiva conductual. También es posible que un médico o alguna otra persona te sugiera esta terapia. Comienza de la siguiente manera: Busca un terapeuta. Puedes obtener una derivación de un médico, plan de seguro médico, amigo u otra fuente confiable. Muchos empleadores ofrecen servicios de asesoramiento o derivaciones a través de programas de asistencia para empleados. O puedes encontrar un terapeuta por tu cuenta, por ejemplo, a través de una asociación psicológica local o estatal, o buscando en Internet. Comprende los costos. Si tienes un seguro médico, averigua qué cobertura ofrece para psicoterapia. Algunos planes de salud solo cubren una determinada cantidad de sesiones de terapia al año. Asimismo, habla con tu terapeuta sobre los honorarios y las opciones de pago. Analiza tus preocupaciones. Antes de tu primera consulta, piensa qué problemas te gustaría abordar. Si bien puedes aclarar esto con tu terapeuta, tener cierta idea al respecto de antemano puede servir como punto de partida. Verifica las calificaciones: «Psicoterapeuta» es un término general, no es un título laboral ni indica el nivel de educación, capacitación o licenciamiento. Algunos ejemplos de psicoterapeutas incluyen psiquiatras, psicólogos, asesores profesionales autorizados, trabajadores sociales autorizados, terapeutas matrimoniales y familiares autorizados, personal de enfermería psiquiátrica y otros profesionales autorizados con formación en salud mental. Antes de consultar a un psicoterapeuta, verifica: Sus antecedentes y educación. Los psicoterapeutas capacitados pueden tener varios títulos laborales diferentes, según su educación y función. La mayoría tiene una maestría o un doctorado con formación específica en terapia psicológica. Los médicos especialistas en salud mental (psiquiatras) pueden recetar medicamentos y proporcionar psicoterapia. Su certificación y licencia. Asegúrate de que el terapeuta que elijas cuente con los requisitos de certificación y autorización estatales para su disciplina en particular. Su área de especialidad. Pregúntale al terapeuta si tiene pericia y se especializa en el tratamiento de tus síntomas o el área que te preocupa, como trastornos de la alimentación o trastorno de estrés postraumático (TEPT). La clave es encontrar un terapeuta cualificado que se pueda adaptar al tipo de terapia que necesitas y a su intensidad. Lo que puedes esperar: La terapia cognitiva conductual se puede hacer de forma individual o de forma grupal con familiares o con personas que tienen problemas similares. Hay recursos en línea disponibles que pueden hacer posible la participación en la terapia cognitivo-conductual (TCC), especialmente si vives en un área con pocos recursos locales de salud mental. La TCC a menudo incluye: Aprender sobre el trastorno de salud mental. Aprender y poner en práctica técnicas como relajación, afrontamiento, resiliencia, control del estrés y asertividad. Tu primera sesión de terapia: En la primera sesión, el terapeuta típicamente reúne información tuya y te pregunta sobre qué aspectos quisieras trabajar. El terapeuta probablemente te pregunte sobre tu salud física y emocional actual y pasada para comprender más profundamente tu situación. Es posible que analice si también podrías beneficiarte con otro tratamiento, como medicamentos. La primera sesión también es una oportunidad para que entrevistes al terapeuta a fin de saber si es la persona correcta para ti. Asegúrate de comprender: Su enfoque Qué tipo de terapia es adecuada para ti Los objetivos de tu tratamiento La duración de cada sesión Cuántas sesiones de terapia puedes necesitar Es posible que el terapeuta tarde algunas sesiones en comprender tu situación y preocupaciones y determinar las mejores medidas para tomar. Si no te sientes cómodo con el primer terapeuta que consultas, prueba con otro. Tener una buena relación con el terapeuta es fundamental para beneficiarte al máximo de una terapia cognitiva conductual. Durante la terapia cognitiva conductual: El terapeuta te incitará para que hables acerca de tus pensamientos y sentimientos y sobre las cosas que te preocupan. No te preocupes si te resulta difícil hablar acerca de tus sentimientos. El terapeuta puede ayudarte a que te sientas más seguro y más cómodo. La terapia cognitiva conductual suele centrarse en problemas específicos, utilizando un enfoque con objetivos determinados. A medida que avances en el proceso terapéutico, el terapeuta puede pedirte que hagas tareas en el hogar (actividades, lecturas o prácticas para desarrollar más lo que aprendes durante tus sesiones de terapia habituales) y estimularte para que apliques lo aprendido en tu vida cotidiana. El enfoque del terapeuta dependerá de tus preferencias y de tu situación particular. El terapeuta podrá combinar terapia cognitiva conductual con algún otro enfoque terapéutico (por ejemplo, terapia interpersonal, que se centra en las relaciones con otras personas). Pasos de la terapia cognitiva conductual: La terapia cognitiva conductual comúnmente incluye estos pasos: Identificar situaciones problemáticas o trastornos de tu vida. Estos pueden incluir problemas tales como una afección médica, divorcio, pena, enojo o síntomas de un trastorno de salud mental. Es posible que junto con el terapeuta dediquen un tiempo a decidir en qué problemas y objetivos te quieres concentrar. Prestar atención a tus pensamientos, emociones y opiniones en relación con estos problemas. Una vez que hayas identificado en qué problemas trabajar, el terapeuta te alentará a contarle lo que piensas. Para ello, es posible que debas observar qué te dices a ti mismo sobre una experiencia (diálogo interno), tu interpretación del significado de una situación y tu opinión sobre ti mismo, otras personas y eventos. Es posible que el terapeuta sugiera que escribas un diario con tus pensamientos. Identificar pensamientos negativos o inexactos. Para ayudarte a reconocer patrones de pensamiento y conducta que podrían estar contribuyendo a tus problemas, el terapeuta puede pedirte que prestes atención a tus respuestas físicas, emocionales y conductuales en diversas situaciones. Reformar pensamientos negativos o inexactos. Es muy probable que el terapeuta te aliente a que te preguntes si tu opinión sobre una situación se basa en hechos o en una percepción inexacta de lo que sucede. Este paso puede ser complicado. Puede ser que tengas maneras de pensar sobre tu vida y sobre ti mismo de larga data. Con práctica, los patrones de pensamiento y conductas útiles serán un hábito y no deberás hacer tantos esfuerzos para lograrlos. La duración de la terapia: La TCC generalmente se considera una terapia a corto plazo, que puede llevar de cinco a veinte sesiones. Junto con tu terapeuta, podrás acordar cuantas sesiones necesitarás. Algunos de los factores a tener en cuenta son: El tipo de trastorno o situación Gravedad de los síntomas Cuánto hace que tienes los síntomas o convives con esa situación La rapidez con que evolucionas Cuánto estrés estás padeciendo Qué tanta ayuda recibes de tus familiares y de otras personas Confidencialidad: Excepto en circunstancias muy específicas, las conversaciones con el terapeuta son confidenciales. Sin embargo, un terapeuta puede violar la confidencialidad si existe una amenaza inmediata a la seguridad o si la ley estatal o federal exige que informe sus inquietudes a las autoridades. Estas situaciones incluyen lo siguiente: Amenaza de dañarte o suicidarte de inmediato o pronto (inminente) Amenaza de dañar o matar inminentemente a otra persona Abuso de un niño o un adulto vulnerable (un mayor de 18 años hospitalizado o vulnerable por una discapacidad) No poder cuidar de ti mismo de manera segura Resultados: Es posible que la terapia cognitiva conductual no cure tu enfermedad ni logre hacer que una situación desagradable desaparezca. Pero puede darte el poder para enfrentar la situación de una manera saludable y así sentirte mejor contigo mismo y con tu vida. Sacar el máximo provecho de la terapia cognitiva conductual: La terapia cognitiva conductual no es efectiva en todos los casos. Sin embargo, puedes tomar medidas para sacar el máximo provecho de la terapia y lograr el mayor éxito posible. Enfocarse en la terapia como una sociedad. La terapia es más efectiva si eres un participante activo y compartes la toma de decisiones. Asegúrate de acordar con tu terapeuta cuáles son los problemas principales y cómo abordarlos. Juntos, pueden establecer objetivos y evaluar el progreso con el transcurso del tiempo. Sé abierto y sincero. El éxito del tratamiento depende de tu voluntad para compartir tus pensamientos, sentimientos y experiencias, y de qué tan abierto seas para recibir nuevos puntos de vista y maneras de hacer las cosas. Si eres reacio a hablar sobre determinados temas a causa de emociones dolorosas, vergüenza o temor sobre la reacción del terapeuta, hazle saber tus reservas a tu terapeuta. Cumple con tu plan de tratamiento. Si te sientes deprimido o careces de motivación, podría resultar tentador saltear sesiones de la terapia. Si lo haces, puedes interrumpir tu progreso. Asiste a todas las sesiones y piensa sobre lo que quieras hablar. No esperes resultados instantáneos. Trabajar sobre temas emocionales puede ser doloroso y a menudo requiere un trabajo duro. Es común sentirse peor durante la fase inicial de la terapia, ya que es cuando comienzas a enfrentarte a conflictos pasados y actuales. Puedes necesitar varias sesiones antes de comenzar a ver mejoras. Haz tu tarea entre sesiones. Si tu terapeuta te pide que leas, lleves un diario o hagas actividades fuera de las sesiones regulares de terapia, sigue sus indicaciones. Realizar estas tareas para el hogar te ayudará a poner en práctica lo que has aprendido en las sesiones de terapia. Si la terapia no te está ayudando, habla con tu terapeuta. Si sientes que no te estás beneficiando con la terapia cognitiva conductual después de varias sesiones, habla con tu terapeuta sobre esto. Tú y tu terapeuta pueden decidir hacer algunos cambios o intentar un enfoque diferente. AGORAFOBIA Descripción general: La agorafobia es un tipo de trastorno de ansiedad en el que tienes miedo a los lugares o las situaciones que podrían causarte pánico y hacerte sentir atrapado, indefenso o avergonzado, por lo que evitas este tipo de lugares o situaciones. Le temes a una situación real o anticipada, como usar el transporte público, estar en espacios abiertos o cerrados, hacer una fila o estar en una multitud. La ansiedad se produce a raíz del miedo a que no haya medios de escape o ayuda accesibles si se intensifica la ansiedad. La mayoría de las personas que sufren agorafobia la padecen después de tener uno o más ataques de pánico, lo que los hace preocuparse por volver a tener un ataque, así que evitan los lugares donde puede volver a suceder. Las personas con agorafobia tienen dificultad para sentirse seguras en un lugar público, especialmente donde se reúnen multitudes. Es posible que sientas la necesidad de tener un acompañante, como un pariente o amigo, para que vaya contigo a lugares públicos. El miedo puede ser tan abrumador que es probable que sientas que no puedes salir de tu casa. El tratamiento de la agorafobia puede resultar desafiante porque, por lo general, implica la confrontación de los miedos. Sin embargo, con psicoterapia y medicamentos, puedes escapar de la trampa de la agorafobia y disfrutar más de la vida. Síntomas: Los síntomas típicos de la agorafobia comprenden el miedo a: Salir de casa solo Multitudes o esperar en una fila Espacios cerrados, como cines, ascensores o tiendas pequeñas Espacios abiertos, como estacionamientos, puentes o trenes Usar el transporte público, como autobuses, aviones o trenes Estas situaciones causan ansiedad porque temes no poder escapar o encontrar ayuda si comienzas a sentir pánico o a tener otros síntomas incapacitantes o avergonzantes. Además: El miedo o la ansiedad casi siempre derivan de la exposición a la situación El miedo o la ansiedad son desproporcionados con respecto al peligro real de la situación Evitas la situación, necesitas una persona que vaya contigo o soportas la situación, pero estás extremadamente angustiado Tienes problemas o angustia significativos, o problemas con las situaciones sociales, el trabajo u otras áreas de la vida a causa del temor, la ansiedad o la evasión En general, la evasión y la fobia perduran seis meses o más Trastornos de pánico y agorafobia: Algunas personas tienen trastornos de pánico además de agorafobia. Los trastornos de pánico son un tipo de trastorno de ansiedad en los que se sufren ataques repentinos de temor extremo, que alcanzan su punto máximo en unos minutos y desencadenan síntomas físicos intensos (ataques de pánico). Puedes sentir que estás perdiendo el control por completo y que estás teniendo un ataque cardíaco o, incluso, muriendo. El temor de tener otro ataque de pánico puede llevarte a evitar situaciones similares o el lugar donde te ocurrió en un intento por evitar futuros episodios. Los signos y síntomas de un ataque de pánico pueden comprender: Frecuencia cardíaca acelerada Problemas para respirar o sensación de ahogo Dolor o presión en el pecho Aturdimiento o mareos Sensación de inestabilidad, entumecimiento u hormigueo Sudoración excesiva Enrojecimiento o escalofríos repentinos Malestar estomacal o diarrea Sensación de pérdida de control Miedo a morir Cuándo consultar al médico: La agorafobia puede limitar en gran medida tu capacidad para socializar, trabajar, asistir a eventos importantes e, incluso, manejar detalles de tu vida diaria, como hacer los mandados. No dejes que la agorafobia estreche los límites de tu mundo. Llama a tu médico si tienes los signos o síntomas que se mencionaron arriba. Causas: La biología (incluso las enfermedades y la genética), el temperamento, el estrés ambiental y las experiencias de aprendizaje pueden ser factores que influyan para que se manifieste la agorafobia. Factores de riesgo: La agorafobia puede comenzar en la niñez, pero suele manifestarse a finales de la adolescencia o a comienzos de la adultez; por lo general, antes de los 35 años, aunque también pueden padecerla adultos mayores. A las mujeres se les diagnostica agorafobia de manera un poco más frecuente que a los hombres. Los factores de riesgo de agorafobia pueden ser los siguientes: Tener trastorno de pánico u otras fobias Responder a los ataques de pánico con miedo excesivo o evasión Atravesar sucesos estresantes en la vida, tales como el maltrato, la muerte de un padre o un ataque Tener un temperamento ansioso o nervioso Tener un familiar consanguíneo con agorafobia Complicaciones: La agorafobia puede limitar en gran medida las actividades de tu vida. Si tu agorafobia es grave, es posible que ni siquiera puedas salir de tu casa. Sin tratamiento, algunas personas permanecen en sus hogares por años. Es posible que no puedas visitar a tu familia y amigos, ir al colegio o al trabajo, hacer los mandados o participar en otras actividades diarias normales. Puedes volverte dependiente de la ayuda de otras personas. La agorafobia también puede provocar o estar asociada a: Depresión Abuso de drogas o alcohol Otros trastornos de salud mental, como otros trastornos de ansiedad o trastornos de la personalidad Prevención: No existe una forma segura de evitar la agorafobia. Sin embargo, la ansiedad tiende a aumentar en la medida en que evitas situaciones a las que les temes. Si comienzas a tener miedo de ir a lugares que son seguros, intenta practicar ir a esos lugares una y otra vez antes de que el miedo se vuelva abrumador. Si es demasiado difícil hacerlo solo, pídele a un familiar o a un amigo que vaya contigo, o busca ayuda profesional. Si sientes ansiedad cuando vas a algún lugar o tienes ataques de pánico, busca tratamiento lo antes posible. Consigue ayuda inmediata para evitar que los síntomas empeoren. La ansiedad, al igual que muchos otros trastornos mentales, puede ser más difícil de tratar si no buscas ayuda de inmediato. ANOREXIA NERVIOSA Descripción general: La anorexia nerviosa, a menudo simplemente denominada «anorexia», es un trastorno de la alimentación que se caracteriza por el peso corporal anormalmente bajo, el temor intenso a aumentar de peso y la percepción distorsionada del peso. Para las personas con anorexia, es muy importante controlar su peso y su figura corporal, y hacen todo tipo de sacrificios que suelen interferir en su vida de forma significativa. Para evitar aumentar de peso o para seguir adelgazando, las personas anoréxicas suelen restringir demasiado la cantidad de comida que consumen. Para controlar el consumo de calorías, pueden vomitar después de comer o usar de modo indebido laxantes, suplementos dietéticos, diuréticos o enemas. Además, para intentar bajar de peso, pueden ejercitarse en exceso. No importa cuánto baje de peso, la persona continúa sintiendo temor a aumentar de peso. En realidad, la anorexia no se trata de la comida. Es una manera extremadamente poco saludable y, en ocasiones, mortal de intentar afrontar los problemas emocionales. Cuando tienes anorexia, lo que haces con frecuencia es equiparar la delgadez con la autoestima. La anorexia, al igual que otros trastornos de la alimentación, puede tomar el control de tu vida y volverse muy difícil de sobrellevar. Pero con tratamiento, puedes lograr una mejor percepción de quién eres, volver a tener hábitos de alimentación más saludables y revertir algunas de las complicaciones graves que causa la anorexia. Síntomas: Los signos y síntomas físicos de la anorexia nerviosa están relacionados con la inanición. Este trastorno también incluye problemas emocionales y conductuales asociados con una percepción irreal del peso corporal y con un temor muy intenso a aumentar de peso o a engordar. Puede ser difícil advertir los signos y síntomas debido a que la noción de peso corporal bajo es diferente para cada persona, y es posible que algunas no parezcan extremadamente delgadas. Además, las personas con anorexia suelen esconder su delgadez, sus hábitos alimentarios o sus problemas físicos. Síntomas físicos: Los signos y síntomas físicos de la anorexia pueden ser los siguientes: Pérdida de peso excesiva, o no lograr el aumento de peso previsto para el desarrollo Aspecto delgado Recuento de células sanguíneas anormal Fatiga Insomnio Mareos o desmayos Pigmentación azulada en los dedos de la mano Cabello fino o quebradizo, o pérdida de cabello Vello suave como pelusa que cubre el cuerpo Ausencia de menstruación Estreñimiento y dolor abdominal Piel seca o amarillenta Intolerancia al frío Ritmo cardíaco irregular Presión arterial baja Deshidratación Hinchazón de los brazos o las piernas Erosión dental y callosidades en los nudillos por la provocación de vómitos Algunas personas con anorexia tienen episodios de atracones y purgas, similar a lo que les ocurre a las que tienen bulimia. Sin embargo, las personas que padecen anorexia por lo general luchan contra un peso corporal anormalmente bajo, mientras que aquellas que padecen bulimia suelen tener un peso normal o por encima de lo normal. Síntomas emocionales y conductuales: Los síntomas conductuales de la anorexia pueden incluir intentos de bajar de peso de las siguientes maneras: Restringir estrictamente la ingesta de alimentos mediante las dietas o el ayuno Hacer ejercicios de forma excesiva Darse atracones y provocarse vómitos para eliminar los alimentos, lo que puede incluir el uso de laxantes, enemas, suplementos dietarios o productos herbarios Estos son algunos de los signos y síntomas emocionales y conductuales: Preocupación por los alimentos, que a veces incluye cocinar comidas elaboradas para los demás, pero no comerlas Saltar comidas o rehusarse a comer con frecuencia Negar el hambre o poner excusas para no comer Comer solo unos pocos alimentos «seguros», por lo general, con bajo contenido de grasas y calorías Adoptar rituales rígidos para las comidas o la alimentación, por ejemplo, escupir la comida después de masticarla No querer comer en público Mentir sobre la cantidad de comida que se ingirió Sentir temor a aumentar de peso, que puede incluir pesarse o medirse el cuerpo repetidas veces Mirarse con frecuencia al espejo para ver los defectos que se perciben Quejarse por estar gordo o tener partes del cuerpo que son gordas Cubrirse con capas de ropa Estado de ánimo indiferente (falta de emociones) Retraimiento social Irritabilidad Insomnio Disminución del interés en las relaciones sexuales Cuándo consultar al médico: Desafortunadamente, muchas personas con anorexia no quieren hacer un tratamiento, al menos al principio. El deseo de mantenerse delgado se antepone a la preocupación por la salud. Si estás preocupado por un ser querido, pídele encarecidamente que hable con un médico. Si tienes alguno de los problemas mencionados más arriba, o crees que puedes tener un trastorno de la alimentación, busca ayuda. Si les estás ocultando tu problema de anorexia a tus seres queridos, intenta encontrar a una persona en quien confíes para hablar sobre lo que está ocurriendo. Causas: Se desconoce la causa exacta de la anorexia. Al igual que con muchas enfermedades, probablemente sea una combinación de factores biológicos, psicológicos y del entorno. Factores biológicos: Si bien aún no está claro qué genes están involucrados, podría haber cambios genéticos que hacen que algunas personas presenten un mayor riesgo de padecer anorexia. Algunas personas pueden tener una tendencia genética al perfeccionismo, la sensibilidad y la perseverancia: características vinculadas a la anorexia. Factores psicológicos: Algunas personas con anorexia pueden tener rasgos de personalidad obsesiva compulsiva que les facilitan seguir dietas estrictas y privarse de comer aunque tengan hambre. Es posible que tengan una tendencia extrema al perfeccionismo, lo que hace que piensen que nunca están lo suficientemente delgadas. Además, pueden tener niveles altos de ansiedad y restringir su alimentación para reducirla. Factores del entorno: La cultura occidental moderna resalta la delgadez. El éxito y la valoración suelen estar equiparados con la delgadez. La presión de grupo puede ayudar a fomentar el deseo de estar delgado, especialmente en las mujeres jóvenes. Factores de riesgo: La anorexia es más frecuente en niñas y en mujeres. Sin embargo, cada vez más, los niños y los hombres presentan trastornos de la alimentación, que, posiblemente, están relacionados con el aumento de las presiones sociales. La anorexia también es más frecuente en adolescentes. De todas maneras, este trastorno de la alimentación puede presentarse en personas de cualquier edad, si bien es poco frecuente en mayores de 40. Los adolescentes pueden presentar un riesgo mayor debido a todos los cambios corporales que atraviesan en la pubertad. También es posible que enfrenten mayor presión de grupo y que sean más sensibles a las críticas o incluso a comentarios casuales sobre el peso o la figura. Ciertos factores aumentan el riesgo de sufrir anorexia, por ejemplo: Genética: Los cambios en genes específicos pueden hacer que ciertas personas tengan un riesgo mayor de sufrir anorexia. Aquellos que tienen un familiar de primer grado (padre, hermano o hijo) que haya padecido el trastorno presentan un riesgo mucho mayor de tener anorexia. Dieta y hambre: Estar a dieta es un factor de riesgo de padecer un trastorno de la alimentación. Existen pruebas contundentes de que muchos de los síntomas de la anorexia, en realidad, son síntomas de hambre. El hambre afecta el cerebro e influye en los cambios del estado de ánimo, la rigidez en el pensamiento, la ansiedad y la reducción del apetito. El hambre y el adelgazamiento pueden cambiar la menara en la que funciona el cerebro en personas vulnerables, lo cual puede perpetuar las conductas alimentarias restrictivas y dificultar el regreso a los hábitos alimentarios normales. Transiciones: Ya sea cambiar de escuela, casa o trabajo, cortar una relación o la muerte o enfermedad de un ser querido, los cambios pueden causar estrés emocional y aumentar el riesgo de anorexia. Complicaciones: La anorexia puede tener muchas complicaciones. En su forma más grave, puede ser mortal. La muerte puede ocurrir de manera repentina, incluso cuando una persona no está excesivamente delgada. Puede ser resultado de ritmos cardíacos anormales (arritmias) o de un desequilibrio de los electrolitos (minerales como el sodio, el potasio y el calcio que mantienen el equilibrio de los líquidos en el cuerpo). Otras complicaciones de la anorexia comprenden las siguientes: Anemia Problemas del corazón, como prolapso de la válvula mitral, ritmos cardíacos anormales o insuficiencia cardíaca Disminución de la masa ósea (osteoporosis), lo que aumenta el riesgo de sufrir fracturas Pérdida muscular En las mujeres, ausencia de la menstruación En los hombres, disminución de los niveles de testosterona Problemas gastrointestinales, como estreñimiento, hinchazón o náuseas Anomalías electrolíticas, como bajo nivel de potasio, sodio y cloruro en la sangre Problemas renales Si una persona anoréxica está en estado de desnutrición grave, todos los órganos del cuerpo pueden sufrir daños, incluido el cerebro, el corazón y los riñones. Es posible que este daño sea irreversible, incluso cuando la anorexia está bajo control. Además de un sinnúmero de complicaciones físicas, las personas con anorexia también suelen tener otros trastornos de salud mental. Algunas de estas pueden ser: Depresión, ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo Trastornos de la personalidad Trastornos obsesivos compulsivos Consumo indebido de alcohol y sustancias Autolesiones, pensamientos suicidas o intentos de suicidio Prevención: No hay nada que garantice la prevención de la anorexia nerviosa. Los médicos de cabecera (pediatras, médicos familiares e internistas) están en una buena posición para identificar indicadores tempranos de anorexia y evitar que se presente la enfermedad en estado avanzado. Por ejemplo, en las consultas médicas de rutina, pueden hacer preguntas acerca de los hábitos alimentarios y el grado de satisfacción con el aspecto. Si notas que un familiar o amigo tiene baja autoestima, hace una dieta demasiado estricta y está insatisfecho con su aspecto, considera la posibilidad de hablar con él o ella acerca de estos problemas. Si bien puede que no seas capaz de evitar que manifiesten un trastorno de la alimentación, puedes hablarles sobre conductas más saludables u opciones de tratamiento. AUTOLESIONES/CORTES Descripción general: La autolesión no suicida, a menudo denominada autolesión, es el acto de dañarse deliberadamente el propio cuerpo, como cortarse o quemarse. Normalmente, no pretende ser un intento de suicidio. En cambio, este tipo de autolesión es una forma dañina de enfrentar el dolor emocional, la ira intensa y la frustración. Si bien la autolesión puede traer una sensación de calma momentánea y de liberación de tensión, generalmente, luego de que se lleva a cabo aparecen la culpa y la vergüenza, y regresan las emociones dolorosas. Aunque las lesiones potencialmente mortales generalmente no son intencionadas, la autolesión conlleva la posibilidad de acciones agresivas contra uno mismo más graves e incluso mortales. Obtener el tratamiento adecuado puede ayudarte a aprender formas más saludables de enfrentar la situación. Síntomas: Entre los signos y los síntomas de las autolesiones se pueden incluir los siguientes: Heridas, con frecuencia en patrones Cortes nuevos, arañazos, hematomas, marcas de mordeduras u otras heridas Frotamiento excesivo de un área para crear una quemadura Mantener objetos afilados al alcance Usar mangas largas o pantalones largos, incluso en climas cálidos Denuncias frecuentes de lesiones accidentales Dificultades en relaciones interpersonales Inestabilidad del comportamiento y emocional, impulsividad e imprevisibilidad Declaraciones de impotencia, desesperanza o falta de valor Formas de autolesión: Las autolesiones suelen ocurrir en privado y se realizan de una manera controlada o ritualizada, que a menudo deja un patrón sobre la piel. Algunos ejemplos de autolesión incluyen los siguientes: Cortes (cortes o rasguños profundos con un objeto afilado) Rascado Quemaduras (con fósforos o cigarrillos encendidos, o con objetos afilados o calientes, como cuchillos) Grabarse palabras o símbolos en la piel Darse golpes a sí mismo, puñetazos o golpearse la cabeza Perforarse la piel con objetos afilados Insertarse objetos debajo de la piel Las autolesiones ocurren con mayor frecuencia en los brazos, las piernas y la parte frontal del torso, pero cualquier lugar del cuerpo puede ser objeto de autolesiones. Las personas que se lastiman pueden emplear más de un método para hacerse daño. El enojo puede provocar el impulso de autolesionarse. Muchas personas se lastiman unas pocas veces y luego se detienen. Sin embargo, para otras, las autolesiones pueden volverse un comportamiento repetitivo a largo plazo. Cuándo debes consultar con un médico: Si te autolesionas, aunque las lesiones sean menores, o si piensas en lesionarte, busca ayuda. Cualquier forma de autolesión es un signo de un problema mayor que requiere tratamiento. Habla con alguien de confianza, como un amigo, un ser querido, un líder espiritual, o un asesor escolar, un enfermero o un profesor, que te pueda ayudar a dar los primeros pasos para alcanzar el éxito en el tratamiento. Si bien puedes sentirte avergonzado o incómodo al hablar de tu comportamiento, puedes encontrar apoyo, atención y ayuda sin prejuicios. Cuando un amigo o un ser querido se autolesiona: Si tienes un amigo o un ser querido que se autolesiona, puedes sentirte conmocionado y atemorizado. Toma seriamente cualquier charla sobre autolesiones. Aunque puedas sentir que estás traicionando su confianza, las autolesiones son un problema demasiado importante como para ignorarlo o afrontarlo solo. He aquí algunas maneras que pueden resultar útiles. Tu hijo. Puedes comenzar por consultar con un pediatra u otro profesional de atención médica; ellos pueden brindar una evaluación inicial o derivarte a un profesional de salud mental. Muéstrate preocupado pero no le grites a tu hijo ni lo amenaces o acuses. Amigo preadolescente o adolescente. Sugiérele a tu amigo que hable con sus padres, un docente, un asesor escolar u otro adulto en quien confíe. Adultos. Amablemente expresa tu preocupación y alienta a la persona a buscar tratamiento médico y de salud mental. Cuándo obtener ayuda de emergencia: Si te lesionaste gravemente o consideras que tu lesión puede ser potencialmente mortal, o si crees que puedes lastimarte o intentar suicidarte, llama al 911 o al número de emergencia local de inmediato. También considera estas opciones si tienes pensamientos suicidas: Llama al profesional de salud mental, si consultas uno actualmente. Llama a una línea directa de prevención de suicidio. En Estados Unidos, comunícate con National Suicide Prevention Lifeline (Línea Nacional de Prevención del Suicidio) al 1-800-273-TALK (1-800-273-8255) en cualquier momento del día. Busca ayuda de la enfermera o el consejero, el maestro, el médico u otro proveedor de atención médica de tu escuela. Ponte en contacto con un amigo cercano o un ser querido. Ponte en contacto con un líder espiritual o alguien más en tu comunidad de fe. Causas: No existe una causa única y simple que provoque que alguien se autolesione. En general, las autolesiones pueden ser el resultado de los siguientes factores: Escasa capacidad de enfrentar desafíos o situaciones: Las autolesiones no suicidas por lo general son la consecuencia de una incapacidad de enfrentar el dolor psicológico de manera saludable. Dificultad para controlar las emociones: La persona tiene dificultad para regular, expresar o comprender las emociones. La mezcla de emociones que desencadenan la autolesión es compleja. Por ejemplo, pueden manifestarse sentimientos de inutilidad, soledad, pánico, enojo, culpa, rechazo, odio a sí mismo o sexualidad confusa. Cuando una persona se autolesiona, puede que intente lo siguiente: Controlar o reducir la angustia grave o la ansiedad y buscar una sensación de alivio Distraerse de las emociones dolorosas a través del dolor físico. Tener un sentimiento de control sobre su cuerpo, sus emociones o las situaciones de la vida. Tener cualquier sentimiento, incluso si se trata de dolor, cuando la persona se siente vacía emocionalmente. Expresar los sentimientos internos a través de una forma externa. Comunicar los sentimientos de depresión o angustia al mundo exterior. Castigarse por errores aparentes Factores de riesgo: La mayoría de las personas que se autolesionan son adolescentes o adultos jóvenes, aunque hay personas de otros grupos etarios que se autolesionan. La autolesión suele comenzar en la preadolescencia o en los primeros años de adolescencia, cuando las emociones son más volátiles y los adolescentes se enfrentan a la presión de los pares, la soledad y los conflictos con los padres u otras figuras de autoridad. Existen ciertos factores que pueden incrementar el riesgo de autolesión, entre ellos se incluyen los siguientes: Tener amigos que se autolesionan: Las personas que tienen amigos que se lastiman intencionalmente son más propensas a comenzar a autolesionarse. Problemas de vida: Algunas personas que se autolesionan sufrieron negligencia, abuso sexual, físico o emocional, o experimentaron otros eventos traumáticos. Es posible que hayan crecido o permanezcan con una familia inestable, o que sean jóvenes que cuestionan su identidad personal o su sexualidad. Algunas personas que se autolesionan están socialmente aisladas. Problemas de salud mental: Las personas que se autolesionan son más propensas a la autocrítica constante y a tener dificultades para resolver problemas. Además, la autolesión se suele asociar con ciertos trastornos mentales, tales como el trastorno limítrofe de la personalidad, la depresión, los trastornos de ansiedad, el trastorno de estrés postraumático y los trastornos alimentarios. Abuso de alcohol o drogas: Aquellas personas que se autolesionan a menudo lo hacen bajo la influencia del alcohol o de drogas de uso recreativo. Complicaciones: Las autolesiones pueden provocar una variedad de complicaciones como las siguientes: Empeoramiento en los sentimientos de vergüenza, culpa y autoestima baja Infección, ya sea en heridas o por compartir herramientas Cicatrices permanentes o desfiguración Lesión grave posiblemente mortal Empeoramiento de problemas y trastornos no diagnosticados, si no se tratan de la manera correcta Riesgo de suicidio: Aunque autolesionarse generalmente no es un intento de suicidio, puede aumentar el riesgo de que esto suceda debido a los problemas emocionales que desencadena. Y el patrón de dañar el cuerpo en momentos de angustia aumenta la probabilidad de suicidio. Prevención: No hay manera segura de prevenir la conducta de autolesión de un ser querido. Pero reducir el riesgo de que haya autolesión incluye estrategias que involucran a individuos y comunidades. Los padres, los familiares, los maestros, el personal de enfermería escolar, los entrenadores o los amigos pueden ayudar. Identificar a alguien en riesgo y ofrecer ayuda: A una persona en riesgo se le puede enseñar resiliencia y una capacidad saludable de enfrentar desafíos o situaciones, que se pueden utilizar durante los periodos de angustia. Alentar la expansión de las conexiones sociales: Muchas personas que se autolesionan se sienten solas y desconectadas. Ayudar a alguien a crear conexiones con otros que no se dañan a sí mismos puede mejorar las habilidades para relacionarse y comunicarse. Crear conciencia: Aprender sobre las señales de advertencia que indican la existencia de autolesiones y sobre qué hacer cuando tienes una sospecha. Alentar a los pares a buscar ayuda: Los pares suelen ser leales con los amigos. Alienta a los niños, los adolescentes y los adultos a evitar el secretismo y a que busquen ayuda si están preocupados por un amigo o un ser querido. Hablar sobre la influencia de los medios de comunicación: Los medios de noticias, la música y otros canales de visibilidad alta que muestran autolesiones pueden impulsar a niños y jóvenes adultos vulnerables a experimentar. Enseñar a los niños a pensar críticamente sobre las influencias que los rodean podría reducir el impacto dañino. Bulimia nerviosa
Puede agregar este documento a su colección de estudio (s)
Iniciar sesión Disponible sólo para usuarios autorizadosPuede agregar este documento a su lista guardada
Iniciar sesión Disponible sólo para usuarios autorizados(Para quejas, use otra forma )