Subido por Zuly Palencia

Docentes como Investigadores en Latinoamérica: Desafíos

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Zuly Vanessa Palencia Caraballo
20201255057
Licenciatura en ciencias sociales
Electiva formación integral de educadores
Docente Fidel Mosquera Mosquera
El papel de los docentes como investigadores en la educación latinoamericana y sus
desafíos.
Introducción:
La profesión docente, por sí sola, es compleja y llena de desafíos. La idea de un docente
como investigador puede parecer aún más complicada e incluso improbable. Sin embargo, esta
percepción se debe principalmente a los estigmas, prejuicios y creencias erróneas que sostienen
que los docentes no somos capaces de llevar a cabo investigaciones de manera efectiva, pues se
nos considera exclusivamente transmisores de conocimientos dentro del aula. Este panorama se
suma a las condiciones poco favorables en las que nos desenvolvemos laboralmente. Por otro
lado, es importante señalar que, en muchas ocasiones, los docentes terminamos convirtiéndonos
en instrumentos de las políticas y gobiernos de turno. Esto nos asigna un rol limitado como
simples funcionarios públicos encargados de transmitir el contenido estipulado por estas
directrices, dejando de lado nuestra autonomía profesional y nuestra capacidad de reflexión
crítica. Uno de los mayores retos que enfrentamos los maestros en Latinoamérica es el persistente
estigma que considera que la investigación en esta región es limitada, inexistente o que sus
resultados carecen de valor. Achili (2002), citado por Messina (2011) p.9, señala que "cada vez
más se ha generalizado la idea de que la tarea de generar conocimientos nuevos se debe hacer en
los países desarrollados, porque ellos cuentan con los recursos, mientras nosotros nos limitamos a
ser usuarios del conocimiento disponible". Este prejuicio no solo subestima el potencial de los
docentes latinoamericanos como investigadores, sino que también refuerza una dependencia
intelectual hacia los modelos foráneos, relegando nuestras propias iniciativas y realidades.
Otra de las problemáticas más latentes de esta profesión, es que se suele privilegiar lo
afectivo por sobre la instrucción, especialmente en el caso de las mujeres, ya que nuestra
profesión docente muchas veces se relaciona con la maternidad, el cuidado y el papel de la mujer
estereotipada en la sociedad patriarcal. En la obra de Paulo Freiré, cartas a quien pretende enseñar
(1993) este abordó en varias ocasiones la idea de la relación entre docentes y estudiantes, y
dentro de este marco reflexionó sobre el concepto de "tía" asociado a las docentes,
particularmente en el contexto latinoamericano. Este término, aunque puede parecer cariñoso o
familiar, tiende a despojar a las docentes de nuestro profesionalismo y autoridad académica.
Referirse a las docentes como "tías" contribuye a perpetuar una visión paternalista y desvaloriza
el papel intelectual y crítico de las educadoras. En lugar de reconocerlas como agentes del
cambio social y mediadoras del conocimiento, se les ubica en un rol afectivo y subordinado, lo
cual refuerza estereotipos culturales que no siempre son favorables para la transformación
educativa.
La figura del docente como investigador enfrenta numerosos retos y prejuicios que
limitan nuestro reconocimiento como agentes transformadores en el ámbito educativo. Desde
estigmas históricos que relegan nuestro papel a meros transmisores de conocimiento, hasta las
condiciones estructurales adversas que dificultan la investigación, los docentes en Latinoamérica
lidiamos con una serie de obstáculos que desvalorizan nuestro potencial crítico y creativo. Sin
embargo, asumir la investigación como parte de nuestra labor no solo enriquece nuestra práctica
profesional, sino que también se convierte en una herramienta clave para cuestionar narrativas
impuestas y generar soluciones que respondan a las realidades locales. Según Delgado y Alfonzo
(2019), "la figura del docente-investigador lleva a considerar al sujeto como un representante
reflexivo capaz de articular la praxis docente con la investigación" De este modo, los maestros
debemos encontrar un equilibrio entre nuestra profesión docente y la labor investigativa ya que
solo de esta manera nuestra labor será valorada de la manera en que lo merece.
Obstáculos para la investigación docente en américa latina:
En Latinoamérica, el camino hacia la consolidación de los docentes como investigadores
está plagado de obstáculos estructurales, culturales y económicos que limitan tanto la práctica
investigativa como su reconocimiento. Estos desafíos no solo afectan el desarrollo profesional de
los maestros, sino que también perpetúan dinámicas de dependencia intelectual frente a los países
desarrollados. Según una investigación que examinó a cultura investigativa de los docentes
latinoamericanos en la era digital y su relación con la producción científica indexada en el JCR
entre 1996 y 2019. En la que se aplicó un cuestionario tipo Likert a 2.215 docentes de 20 países
durante cinco eventos científicos internacionales, realizada por Sánchez, Rodríguez y Pérez
(2022), se encontró que en cuanto a la cultura investigativa latinoamericana, el 62,5% de los
docentes respondió que nunca ha publicado en revistas indexadas, mientras que el 70,5%
manifiestan tener una buena práctica en la citación de documentos. El 64,9% desconoce cómo
usar el paradigma de investigación con relación al objeto de estudio. A pesar de ello, el 90,9%
considera que siempre aplican un diseño de investigación acorde a los objetivos del estudio.
Además, el 77,4% desconoce la aplicación adecuada de la metodología cualitativa, un 68,7%
desconoce la aplicación adecuada de la metodología cuantitativa y un 82,7% desconoce las
formas de integración de la metodología mixta. Por último, el 58,1% de los
docentes-investigadores manifiestan capacitarse en materia de investigación sólo ocasionalmente.
Los resultados de la investigación revelan que, a pesar de la creciente importancia de la
investigación en la educación, muchos docentes latinoamericanos aún enfrentan barreras
significativas en cuanto a la producción científica. La mayoría de ellos tiene poca experiencia en
la publicación en revistas indexadas y carece de formación en métodos de investigación
adecuados, lo que refleja una brecha en las competencias investigativas. Además, los docentes se
ven afectados por factores económicos, políticos y sociales que limitan su capacidad para
desarrollar buenas prácticas de investigación. Para abordar estos desafíos, es esencial fortalecer la
capacitación continua en investigación, mejorar el acceso a recursos y fomentar una mayor
colaboración entre los docentes y las instituciones académicas, de modo que se promueva una
cultura investigativa más sólida y accesible en la región. “Existen tensiones estructurales y
culturales dentro del sistema educativo que limitan el desarrollo de la investigación en el aula y
en la práctica docente, debido a la falta de tiempo, recursos y formación adecuada” (Messina,
2016). Henao, M. y Mc Graw-Hill. (1998) en su libro titulado obstáculos epistemológicos en la
relación docencia-investigación mencionan que las barreras existentes para los docentes
investigadores son:
1.​
La ruptura entre teoría y práctica en la enseñanza.
2.​
El formalismo académico prioriza cumplir requisitos sobre la producción de
nuevos conocimientos.
3.​
La falta de referentes epistemológicos en los programas de investigación, lo que
genera un "practicismo académico".
Es por todas estas cosas que los docentes en Latinoamérica, y particularmente en
Colombia, enfrentan un panorama desafiante para consolidarse como investigadores. Como han
señalado autores como Achili (2002) y Messina (2011), fomentar una cultura investigativa en los
docentes no solo enriquece el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que también empodera a
los educadores como agentes de transformación social. Para lograrlo, es imprescindible que los
gobiernos, las instituciones educativas y la sociedad en general implementen políticas y
estrategias que promuevan la formación continua, faciliten el acceso a recursos para la
investigación y reconozcan el impacto del docente-investigador en el desarrollo académico y
cultural de la región.
El impacto de la investigación docente en el aula
La investigación docente en el aula representa un pilar fundamental en la modernización y
mejora continua de la educación. Al convertirse en investigadores activos, los docentes no solo
enriquecen su propio proceso de enseñanza, sino que también crean un entorno de aprendizaje
dinámico y adaptativo para sus estudiantes. Este proceso posibilita que los educadores
identifiquen y analicen de manera sistemática los problemas y desafíos que enfrentan en su
práctica diaria, permitiéndoles desarrollar soluciones más efectivas y contextualizadas. El
impacto de la investigación en el aula se manifiesta en múltiples dimensiones. En primer lugar,
fomenta una cultura de reflexión crítica entre los docentes, quienes aprenden a observar y
cuestionar sus métodos de enseñanza. Esta actitud analítica no solo mejora la calidad educativa,
sino que también inspira a los estudiantes a adoptar una mentalidad similar, promoviendo el
aprendizaje autónomo y crítico, “la práctica de la actividad de investigación dentro de las
organizaciones escolares, sin duda, requiere de profesores con competencia investigativa, es
decir, con capacidades y actitudes para poder diseñar y desarrollar proyectos de investigación”
Zapata Ancajima, J. C. (2020).
Adicionalmente, la investigación permite a los docentes adaptar sus métodos a las
necesidades específicas de sus alumnos, reconociendo la diversidad de estilos de aprendizaje y
realidades socioeconómicas que prevalecen en el aula. Este enfoque personalizado enriquece el
proceso educativo, restableciendo una conexión más profunda entre los educadores y sus
estudiantes. Por otro lado, una práctica de investigación efectiva puede empoderar a los docentes
al fortalecer su confianza y capacidades. A medida que los educadores adquieren competencias
investigativas, se vuelven más competentes en el diseño de proyectos educativos, la recopilación
y el análisis de datos, y la implementación de estrategias innovadoras que pueden resultar en un
impacto positivo en el rendimiento académico de sus alumnos.
El desarrollo de la investigación en el aula no solo beneficia a los docentes y estudiantes,
sino que también genera un efecto multiplicador en la comunidad educativa. Los hallazgos y
prácticas exitosas pueden ser compartidos y replicados en otras instituciones, contribuyendo a la
creación de una comunidad de aprendizaje que trasciende las fronteras del aula. En resumen, al
adoptar el papel de investigadores, los docentes no solo transforman su práctica individual, sino
que también influyen profundamente en la calidad y efectividad del sistema educativo en su
conjunto, sentando las bases para un aprendizaje significativo y duradero.
La identidad del docente investigador
La identidad del docente-investigador es un concepto que invita a los educadores a
reflexionar sobre su rol más allá de la enseñanza tradicional. Ser un docente-investigador implica
integrar la investigación como parte esencial de la práctica docente, promoviendo el análisis
crítico, la innovación pedagógica y la generación de conocimientos contextualizados. Esta
identidad permite a los docentes convertirse en agentes de cambio, empoderando sus decisiones
pedagógicas basadas en evidencia y fortaleciendo su autonomía profesional. Es un proceso que
enfrenta desafíos, como la falta de recursos, formación y reconocimiento institucional en muchos
contextos, especialmente en América Latina.
La identidad del docente-investigador trasciende el rol tradicional del educador como
simple transmisor de conocimientos. Según Schön (1983), el docente-investigador actúa como un
"practicante reflexivo", evaluando continuamente su práctica mediante la investigación para
responder a las necesidades del contexto. Carr y Kemmis (1986) destacan que la
investigación-acción es clave para este proceso, ya que permite a los docentes generar
conocimiento desde su práctica, contribuyendo a la transformación educativa.
Sin embargo, como apunta Elliot (1991), esta identidad enfrenta obstáculos como la falta
de formación en metodologías y el escaso apoyo institucional, especialmente en regiones como
América Latina. A pesar de ello, fomentar una cultura investigativa en los docentes fortalece su
autonomía profesional y su capacidad para innovar en el aula.
Freire (1997) enfatizó la importancia de que los docentes reconozcan su papel como
"sujetos políticos y culturales" capaces de cuestionar las estructuras de poder que influyen en la
educación. En este sentido, los docentes que adoptan una perspectiva investigativa generan
proyectos innovadores, como la implementación de metodologías activas que responden a
problemas contextuales, fomentando la participación crítica de los estudiantes. Un caso notable
es el uso de la investigación-acción en comunidades rurales de América Latina, donde los
docentes han diseñado estrategias pedagógicas basadas en la cultura local, integrando prácticas y
conocimientos autóctonos en los currículos formales (Carr & Kemmis, 1986). Esto no solo
enriquece el aprendizaje de los estudiantes, sino que también fortalece la identidad comunitaria y
fomenta un modelo educativo inclusivo. Sin embargo, tal como menciona Cochran-Smith y Lytle
(1999), esta transición hacia el docente-investigador exige cambios en la formación docente
inicial y continua. Es esencial proporcionarles herramientas metodológicas sólidas, acceso a
recursos y espacios para la colaboración académica. En América Latina, programas como los
desarrollados por el Instituto Paulo Freire han logrado avances significativos al promover redes
de colaboración entre docentes para generar conocimiento contextualizado.
La identidad del docente-investigador es un motor de transformación educativa. Si bien
enfrenta desafíos como la falta de apoyo institucional, su impacto en el aula puede ser profundo,
al propiciar un aprendizaje crítico y significativo que responda a las realidades locales.
Conclusiones:
La investigación docente en América Latina enfrenta múltiples desafíos que limitan su
desarrollo y consolidación, como la escasez de recursos, la falta de formación metodológica
específica y la subvaloración institucional de los procesos investigativos. Estos obstáculos, según
Achili (2002), contribuyen a una visión reduccionista del docente, que es percibido solo como un
transmisor de conocimientos y no como un creador de saberes. Sin embargo, el impacto de la
investigación en el aula, como lo señala Freire (1997), tiene un poder transformador, ya que
promueve una educación crítica, activa y contextualizada, contribuyendo al empoderamiento de
los estudiantes y la mejora de las prácticas pedagógicas.
El docente-investigador, al integrar la investigación como una actividad esencial dentro de
su ejercicio profesional, desarrolla una identidad reflexiva y crítica, capaz de generar cambios
sustantivos en el aula y en la comunidad educativa. Como argumentan Cochran-Smith y Lytle
(1999), el proceso de construcción de esta identidad requiere, no solo de la voluntad del docente,
sino también del respaldo institucional y la creación de espacios adecuados para la colaboración y
el desarrollo profesional. Sin embargo, el camino hacia una educación de calidad en
Latinoamérica exige superar las barreras económicas, sociales y políticas que dificultan la
integración plena de la investigación docente en las políticas educativas.
En este sentido, se hace necesario que los sistemas educativos latinoamericanos
promuevan una cultura investigativa más sólida, en la cual los docentes no solo se conviertan en
consumidores del conocimiento, sino en generadores de saberes contextualizados, que
contribuyan al desarrollo de la educación y la sociedad. Es fundamental que las instituciones
educativas y las políticas públicas apoyen la formación continua en investigación, para fortalecer
la autonomía profesional de los docentes y fomentar una educación crítica que permita a los
estudiantes participar activamente en su proceso de aprendizaje y en la construcción de su
entorno.
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En%20Cartas%20a%20quien%20pretende%20ense%C3%B1ar%2C%20Paulo%20Freire,firmeza
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