Subido por Nataly Villada Franco

El mito de Prometeo Carolina Martínez Amaro

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El mito de Prometeo
Carolina Martínez Amaro
INTRODUCCIÓN
Carlos García Gual propone en su Diccionario de Mitos 1997:7 la siguiente definición: “Mito es
un relato tradicional que refiere la actuación memorable y paradigmática de unas figuras
extraordinarias, héroes y dioses, en un tiempo prestigioso y esencial”. La palabra mythos significó
originalmente “relato, narración, cuento”. Estos relatos, que aparecen en todas las culturas, no dejan
de ser una forma de intentar dar una explicación a la realidad y al sentido de la vida. Cierto es que
acaban adoptando nuevos matices y sentidos, en una constante adaptación y reinterpretación pero
permanecen en el imaginario colectivo conservando su esquema esencial.
Si hay un mito
representativo de este proceso ese es el de Prometeo. Así, por su significatividad, complejidad y
riqueza simbólica el mito de Prometeo se ha prestado a innumerables versiones. La historia del
Titán filántropo que hurta el fuego celeste en beneficio de los humanos y que como castigo al
desafío a Zeus es encadenado a una roca del Cáucaso donde un águila monstruosa le devorará el
hígado, es una de las figuras más antiguas de la mitología griega.
Existen en la tradición antigua griega tres fascinantes relatos del mito muy distantes entres sí y que
dan cuenta de las distintas versiones que la literatura puede ofrecer de un mismo mito. Son los
versos de Hesíodo (en Teogonía y Trabajos y Días, s.VIII a.C.), el relato sofista de Platón (en su
Protágoras, c.385 a.C) y la tragedia de Esquilo (en su Prometeo encadenado, c. 560 a.C.). El mito
o leyenda de Prometeo aparece también en Las Aves del poeta cómico Aristófanes, en Prometeo en
el Cáucaso, de Luciano, en las Instituciones divinas de Lactancio, en las Fábulas de Higinio o de
Esopo, en las Metamorfosis de Ovidio… por citar algunas obras.
También es notable la impronta del mito en la literatura contemporánea donde lo encontramos en
versiones modernas de época romántica como el Prometheus Unbound de Shelley (1820), el poema
Prometheus de Lord Byron (1916) o El regreso de Pandora de Goethe. A. Gide publicó un relato
titulado Prometeo mal encadenado (1899) y entre la larga lista de autores que se valieron del mito
se puede citar a Nietzsche, Kafka, Ramón Pérez de Ayala, Unamuno, León Felipe, Eugenio D’Ors y
así un largo etcétera.
El mito de Prometeo inspiró numerosas obras pictóricas a partir del
Renacimiento aunque ya aparece en piedras y sarcófagos del mundo antiguo. Rubens dedicó a
Prometeo dos de sus pinturas, “Prometeo encadenado” la más impactante, en la que el águila se
abate sobre el Titán para devorarle el hígado y otra más amable, “Prometeo portador del fuego”,
1
que puede admirarse en el museo del Prado y en la que se muestra al Dios portando el fuego en la
cañaheja. Otros que abordaron la leyenda fueron Piero di Cosimo o Luca Giordano, el escultor
Nicolas-Sébastien Adam en 1762 y ya en el siglo XIX Gustave Moreau o Arnold Böcklin
nuevamente por citar algunos de los innumerables artistas que se han visto subyugados por la fuerza
de este mito que se revela tan inmortal como el propio Prometeo.
EL PROMETEO DE HESÍODO. “TEOGONÍA” Y “TRABAJOS Y DÍAS”.
Hesíodo construye el relato del mito de Prometeo en dos versiones, una en la Teogonía y otra en
Trabajos y Días. Se puede decir que es el aedo beocio es el que nos da un relato más completo de
la trama mítica, ya que como veremos más adelante, y a diferencia de Esquilo y Platón, sólo
Hesíodo menciona la invención del sacrificio y la creación de la mujer.
Hesíodo trata tres
cuestiones fundamentales para la cultura humana. Prometeo cuenta en su haber con ser el inventor
del sacrificio a los dioses con una víctima animal; con haber entregado, tras su robo a los dioses, el
fuego a los hombres y con estar indirectamente implicado en la creación de la primera mujer.
Aunque existen coincidencias entre los dos relatos que nos indican la autoría de Hesíodo, es
importante señalar la diferencia de enfoques entre uno y otro. Así, en la Teogonía se habla
principalmente del sacrificio a los dioses, del origen del fuego y de la aparición de la primera mujer
como fuente de todos los males y en Trabajos y Días se explica fundamentalmente la existencia en
el mundo del trabajo, el sufrimiento y las enfermedades como consecuencia del conflicto entre Zeus
y Prometeo, además de la creación de la primera mujer, Pandora.
El esquema mítico general puede resumirse de la siguiente manera: en un primer momento
Prometeo engaña a Zeus en el reparto de los lotes a la hora de instaurar el sacrifico en Mecone.
Zeus, que sabe de planes eternos y por tanto conoce que va a ser engañado, trama una venganza.
En respuesta, Prometeo roba el fuego a los dioses y se lo entrega a los hombres. El siguiente
movimiento de Zeus es ordenar a Hefesto que modele una hermosa doncella y se la entregue a los
hombres. Este será un castigo disfrazado de presente y tendrá un perfil ambiguo, ambivalente. Se
tratará de un bello mal de carácter cínico y voluble, la mujer.
Con Hesíodo comienza la tradición misógina en la literatura griega y es inevitable no ver en esta
Pandora (pan, todo, dora, regalo), fuente de los todos los males, a la Eva bíblica entregada a Adán.
En Trabajos y Días Pandora es acogida por Epitemeo, hermano de Prometeo a pesar de que éste le
había advertido que jamás aceptara un regalo de Zeus. Epitemeo (epi, el que piensa después) es un
personaje torpe e irreflexivo que puede ser visto como el antagónico de Prometeo (pró, el que
medita antes) el prudente, el previsor.
2
El enfrentamiento entre el Crónida y el previsor Prometeo tiene lugar en el terreno de la astucia, el
engaño y el robo ya que ambos comparten varias características en el plano de la inteligencia y el
ingenio. “Prometeo es una de esas divinidades, que conocemos también en otras mitologías, de
equívoca conducta, amigos de la mentira y la burla, como el germánico Loki, o el travieso Hermes
griego”1. Es a la vez el benefactor de la humanidad pero también el individuo astuto cuyos actos
están en el origen de las desgracias de los hombres. Esta ambivalencia de su carácter acarreará
terribles consecuencias para sí mismo y para los humanos. Por su parte, Prometeo recibirá un cruel
castigo (del que se habla en la Teogonía pero que en Trabajos y Días se da por conocido y no se
menciona), esto es, ser encadenado en una roca del Cáucaso donde un águila le devorará
incansablemente el hígado, que volverá a regenerarse por las noches (hasta que sea liberado por
Heracles), mientras que los más débiles, los humanos, no verán sino empeorar sus existencias a
través del duro trabajo, las enfermedades y cómo no, la mujer.
El trabajo será una de las consecuencias del robo del fuego por parte de Prometeo en Trabajos y
Días. Este fuego tiene un sentido alimenticio, y sin él los hombres están condenados a morir de
hambre y de frío. A partir de entonces el sustento y la riqueza tendrán como condición el trabajo.
“Es el fin de la edad de oro cuya representación en la imaginación mítica subraya la oposición entre
fecundidad y trabajo, ya que todas las riquezas surgen en esta época espontáneamente de la tierra2.”
Como se ha dicho, la primera fémina será otro de los efectos del robo prometeico. A partir de ahora
los hombres no brotarán de la tierra sino que necesitarán del vientre de la mujer para engendrar
seres humanos que consecuentemente, envejecerán y morirán.
Hay una diferencia entre los dos relatos ya que en la Teogonía se presenta a la primera mujer como
fuente de todos los males per se, por ser la primera de su funesto sexo, “De ella, en efecto, procede
la estirpe de las femeninas mujeres. Gran calamidad para los mortales con los varones conviven sin
conformarse con la funesta penuria, sino con la saciedad.”3 En cambio en Trabajos y Días, Pandora
es la culpable de extender todas las desgracias en el mundo, “Pero aquella mujer, al quitar con sus
manos la enorme tapa de una jarra los dejó diseminarse y procuró a los hombres lamentables
inquietudes.”4 Ambos relatos destacan que el regalo de Zeus, a los hombres, no es sino un castigo
en un, hasta entonces, mundo ideal poblado por únicamente por hombres. La convivencia con la
mujer tiene consecuencias aciagas debido a su carácter mezquino y caprichoso pero a la vez, su
ausencia es fuente de soledad e infortunio.
1 Carlos García Gual, Prometeo: mito y tragedia, Madrid, Ediciones Peralta, 1979, p.41
2 Jean-Pierre Vernant, Mito y pensamiento en la Grecia Antigua, Barcelona, Ariel, 1993, p.244
3 Hesíodo, Teogonía, introducciones y notas de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez, v. 590-594
4 Hesíodo, Trabajos y Días, introducciones y notas de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez v. 95
3
Utilizando hábilmente el relato mítico tradicional Hesíodo nos cuenta que el supuestamente
“benefactor” Prometeo no ha traído más que desgracias para los humanos y su enseñanza final
sentencia que no se puede escapar o transgredir el designio de Zeus.
4
EL MITO EN LA FILOSOFÍA. “PROTÁGORAS”, DE PLATÓN.
El Protágoras debió ser escrito por Platón hacia el 390 a.C. “La escena que en él se pinta, la visita
del famoso Protágoras a Atenas, y su encuentro con Sócrates y otros prestigiosos sofistas en la
mansión del rico Calias, podría haber tenido lugar unos cuarenta años antes, hacia 432, cuando aún
vivía Pericles, Atenas estaba en paz, Sócrates tenía treinta y tantos años y Protágoras aún no los
sesenta. Platón, que no tenía una intención histórica precisa, evoca la atmosfera de aquellos días en
una pintura inolvidable del círculo de intelectuales y admiradores atenienses reunidos con ocasión
de la visita del famosos profesor itinerante, el amigo de Pericles, el ideólogo más capaz de la
democracia ilustrada”5.
Conocemos el mito tal como se supone que Protágoras se lo contó a Sócrates. Si el contenido del
relato se puede adjudicar a un discurso del Protágoras real, es un tema de especulación, pero la
mayoría de los investigadores considera que sí, máxime teniendo en cuenta que las tesis del sofista
y su interés por el tema de los orígenes de la civilización, encajan perfectamente con el diálogo
platónico. Protágoras se vale del mito como alegoría y lo manipula e instrumentaliza para presentar
una idea que le interesa, las etapas del desarrollo de la civilización humana. Protágoras fue un
reconocido agnóstico, aunque admitía el valor de la religión como una manifestación positiva de la
cultura y la consideraba junto con el lenguaje como un signo de la racionalidad humana.
En esta reelaboración del mito, con una clara intención ideológica, Protágoras nos cuenta que en un
principio los dioses crearon las figuras de las razas mortales y cuando iban a sacarlos a la luz
ordenaron a Prometeo y Epitemeo que los aprestaran y distribuyeran las capacidades a cada uno
de forma conveniente6. Epitemeo se encarga de ello y malgasta las capacidades en los seres
irracionales. Prometeo para intentar compensar las deficiencias de los humanos roba la habilidad
técnica y el fuego a Hefesto y Atenea. Los hombres poseen entonces la habilidad técnica pero no el
arte político, esto es, sentido de la moral y la justicia, que sólo Zeus puede otorgar, pero a Prometeo
no le ha sido posible aproximarse a la ciudadela del soberano. Finalmente Zeus, que considera que
la habilidad técnica no es suficiente y que los hombres carecen de habilidad política, encarga a
Hermes que distribuya entre todos los hombres, sentido de la moral y de la justicia para que puedan
existir las ciudades.
Como se puede observar es esta una concepción optimista totalmente distinta a la hesiódica. El
pensador sofista ve el progreso civilizador que experimentan la especie humana (que en un
5
Carlos García Gual, Prometeo: mito y tragedia, Madrid, Ediciones Peralta, 1979, p.53
6 Platón, Protágoras, traducción y notas por J. Calonge Ruiz, E. Lledó Iñigo, C. García Gual, v.320d
5
principio únicamente cuenta con la habilidad técnica pero que evolucionará mediante el desarrollo
de la moral y de la habilidad política) allá donde Hesíodo sólo ve una decadencia progresiva y fatal
desde la Edad de Oro7.
En Hesíodo, Trabajos y Días, se dice que dioses y hombres tuvieron en principio un mismo origen
y que posteriormente se creó a la mujer, mientras que en el Protágoras no se hace distinción de
sexos, ni alusión a Pandora y son los Dioses quienes crean la raza humana (y la de los animales).
En el Protágoras, para remediar la negligencia del irreflexivo Epitemeo, Prometeo roba no sólo el
fuego (celosamente escondido por Zeus en Hesíodo), sino también la habilidad técnica de Hefesto y
Atenea. El castigo a Prometeo pasa prácticamente inadvertido en el relato platónico y los hombres
no se ven perjudicados por el robo como ocurre en Hesíodo.
Este Zeus, no es el dios vengativo hesiódico sino un dios magnánimo que se preocupa por el
devenir de la raza humana y por tanto les procura moral y justicia para que puedan convivir y
formar comunidades cívicas. Es de destacar que a diferencia de lo que sucede con las técnicas, el
reparto de moral y justicia se realiza entre todos, pues nadie puede quedar al margen de estos
sentidos si se quiere crear una sociedad políticamente desarrollada.
Para García Gual no se percibe en este relato la ironía frecuente en los textos de Platón y lo
considera un posible homenaje al sofista. Para Vernant, en cambio, Platón era de los que habían
señalado con más ímpetu la incompatibilidad de la función técnica y la función política, para él la
práctica de un oficio descalificaba para el ejercicio del poder. Así, Vernant, si cree ver en el texto la
habitual ironía de Platón con respecto a hacer participar en el gobierno a los hombres de oficio pero
señala que hay un punto válido a los ojos del filósofo en el relato protagórico: la oposición entre el
arte político y el arte militar y las habilidades técnicas, en una clara alusión al esquema de las tres
clases sociales que dominó toda una corriente del pensamiento político griego y de la que él
participaba.
En esta nueva reinterpretación del mito Prometeo la intencionalidad del sofista Protágoras es
evidente y llegado el momento, el Titán ya no sirve a sus fines y prescinde de él. Es el iniciador del
progreso técnico pero no de la técnica política. No hay enemistad, venganza, ni desaprobación
hacia la figura de Prometeo; lo que resalta es la exposición de fondo de las ideas de Protágoras
acerca las técnicas, la convivencia entre los ciudadanos y la educación democrática. Cuando
Hermes pregunta a Zeus si debe dar un arte diferente a cada uno como ha hecho Prometeo con las
técnicas, el Crónida contesta que no, que del arte político todos tendrán parte común.
7
Según la mitología griega, el hombre pasó por cinco edades: La Edad de Oro, donde los hombres vivían sin preocupaciones y no envejecían; la Edad
de Plata, donde los hombres se vieron sometidos a la voluntad de sus madres, por lo que Zeus los destruyó; la Edad de Bronce, cuyos hombres crueles
fueron destruidos por la peste y sustituidos por hombres más nobles y generosos en la segunda Edad de Bronce y finalmente la Edad de Hierro, que
los griegos, que se tenían por indignos descendientes de los héroes, consideraban como propia.
6
VERSIÓN TRÁGICA DE ESQUILO, “PROMETEO ENCADENADO”.
Prometeo encadenado es una tragedia distinta a otras, ya que su protagonista no es un héroe mortal
sino un dios. Este dios “humanizado”, plenamente consciente de su pecado y nunca arrepentido
deberá sufrir una terrible expiación que de alguna forma, es un símbolo del destino del hombre.
Atribuida a Esquilo en la antigüedad, en época reciente numerosos filólogos han puesto en duda la
autoría del dramaturgo griego. A lo largo del siglo XX ha habido toda una corriente de
interpretación que se sitúa en contra de la autenticidad esquílea de la obra, pero lo cierto es que
probablemente jamás tendremos certezas absolutas al respecto. Entre las tragedias atribuidas a
Esquilo en el Catálogo de sus obras figuran, además del Prometeo encadenado, el Prometeo
liberado y el Prometeo portador del fuego. Así, el Prometeo encadenado es parte de una trilogía de
la que tan sólo que conserva esta pieza.
En el Prometeo encadenado, Prometeo es un Titán hijo de la tierra, Gea (a diferencia de Hesíodo
que lo considera hijo del Titán Jápeto), por tanto un dios de la generación de Cronos, más antiguo
que el propio Zeus. Destaca entre sus hermanos por su inteligencia y ha sido partidario de Zeus en
la querella que ha llevado al Crónida al trono.
Antes aliado de Zeus, ahora adversario, la peculiaridad de su carácter consiste en que a pesar de ser
consciente del riesgo que asume al retar al Crónida no da marcha atrás e incluso en los momentos
más críticos se mantiene orgulloso y desafiante. Prometeo se muestra en todo momento como un
dios rebelde frente al despotismo y la arrogancia de Zeus. Y es posible que esta rebeldía provenga
del hecho de que en su calidad de dios es inmune a la muerte, aunque el tormento al que se le
somete le puede llevar a desearla con vehemencia.
En Esquilo la acción dramática se reduce a las variopintas visitas que recibe Prometeo encadenado
en su picacho en el Cáucaso. El Prólogo pone en antecedentes acerca de la situación. Poder es el
representante de Zeus y Hefesto de alguna manera el de Prometeo, lo que indica una postura
antagónica entre ellos. La pieza se articula en cuatro escenas en las que asomarán Océano, el Coro,
Io8 y finalmente Hermes. En la escena central Prometeo hace una larga exposición acerca de todos
los bienes que ha aportado a la humanidad.
En el drama aparecen los personajes tradicionalmente vinculados al mito de Prometeo pero también
otros nuevos introducidos por Esquilo. Por ejemplo, Krátos y Bía, matones de Zeus e instrumentos
de su voluntad, que son la personificación del Poder y la Violencia respetivamente. El primer
diálogo muestra el contraste entre Poder, frío y despiadado y Hefesto conmovido por la tragedia de
Prometeo, a pesar de ser uno de los perjudicados por el robo del fuego.
8
Io es hija del dios fluvial Ínaco y sacerdotisa de Hera, amada por Zeus, éste la transformó en novilla a causa de los celos de Hera.
7
PODER. –Ahora, con fuerza, clávale el pecho de parte a parte con la fiera mandíbula de una cuña de acero.
HEFESTO.- ¡Ay, ay, Prometeo, gimo por tus penas!9
La obra presenta a Zeus como un dios caprichoso y malvado que ejerce la tiranía en su recién
adquirido gobierno y que en nada recuerda a un soberano justo y magnífico.
Cabe preguntarse por qué Esquilo, que en sus otras piezas da una imagen elevada de Zeus, lo
presenta aquí con tintes tan sombríos, tiránicos y negativos. Parece ser que ambos dioses se
terminaban reconciliando a lo largo de la trilogía. Para Esquilo esto representaría “un acto de fe en
la ciudad, en la democracia, ese nuevo equilibrio político entre dos categorías sociales
antagonistas”10. Para algunos autores la reconciliación se debería a una mejora en el carácter de
Zeus que se vuelve más humanitario mientras que a su vez, Prometeo le revelaría el secreto acerca
de su matrimonio. “Murray habla de la creencia esquílea en la perfectibilidad de Dios. Para
Reinhart, la diferente actitud de Zeus hacia el rebelde Prometeo vendría a expresar los dos aspectos
de la divinidad, que puede mostrarse violenta y dura, y luego graciosa y misericorde. Una tercera
opinión subraya el hecho de que Zeus no aparece en la tragedia conservada y sólo sabemos de su
actuación tiránica a través de los denuestos y jactancias de Prometeo, que no habrán de ser
consideradas como imparciales ni como verídicas”11.
En cualquier caso, salvo Prometeo, nadie quiere exponerse a la ira de Zeus. Esto es algo que queda
bien atestiguado en Océano, “símbolo de la sumisión política”12, que aparece montado sobre una
especie de monstruo alado. No es un personaje conflictivo y tiene un afán conciliador pero
tampoco va a exponerse a la ira de Zeus por el orgulloso Titán, con lo cual no tarda en marcharse
montado en su grifo. Tras esto el Coro formado por sus nobles hijas entona un bello canto de
lamentación de los efímeros (los seres humanos) por Prometeo, al que deben agradecer todas las
artes que poseen. “Es la idea de la sympátheia (compasión) cósmica, sentida por unos humanos (los
efímeros) hacia ese Redentor crucificado sobre la peña asolada frente al mar”13.
Aunque Prometeo reconoce su culpa, se justifica ya que todo lo ha hecho por su amor a los
humanos. Su filantropía le ha acarreado la enemistad de Zeus pero en Esquilo, los hombres no han
sufrido por ello las consecuencias que refiere Hesíodo. Prometeo les ha dado, primero la esperanza
y a continuación el fuego y por ende las artes.
PROMETEO.- Hice que los mortales dejaran de andar pensando en la muerte antes de tiempo.
CORÍFEO.- ¿Qué medicina hallaste para esa enfermedad?
PROMETEO.- Puse en ellos ciegas esperanzas.
CORÍFEO.- ¡Gran beneficio regalaste con ello a los mortales!
PROMETEO.- Y además de eso les concedí el fuego.
CORÍFEO.- ¿Y tienen ahora la roja llama del fuego los seres efímeros?
PROMETEO.- Gracias a él aprenderán numerosas artes14.
9 Esquilo, Tragedias, traducción y notas de Bernardo Perea Morales v.65
10
Jean-Pierre Vernant, Mito y pensamiento en la Grecia Antigua, Barcelona, Ariel, 1993, p.251
11 Carlos García Gual, Prometeo: mito y tragedia, Madrid, Ediciones Peralta, 1979, p.153
12 Benjamin Farrington, Ciencia y política en el mundo antiguo, Madrid, Ayuso, 1973, p.71
13 Carlos García Gual, Prometeo: mito y tragedia, Madrid, Ediciones Peralta, 1979, p.118
14 Esquilo, Tragedias, traducción y notas de Bernardo Perea Morales, v. 245-250
8
Prometeo es el inductor del progreso humano, es algo más que el aportador del fuego; es el
promotor de la cultura, de la civilización. En Esquilo este no es el “fuego que cuece”, el “fuego
alimenticio” de Hesíodo, sino el “fuego civilizador”. “El fuego que ha robado es el maestro de todas
las artes”15. Aunque Esquilo no aprueba plenamente la imprudencia de Prometeo, “trata el problema
de la ciudad-estado desde el punto de vista de la autoridad y la cultura”16. Presenta al Titán como
un ser que ama a la humanidad en contraste con el Soberano celeste, que sólo se manifiesta a través
de las amenazas y catástrofes que desata y que representa claramente la tiranía del poder político.
La mezquindad de Zeus quedará nuevamente probada con la aparición de Io, víctima inocente de la
lujuria de este dios prepotente y dominador. Io, aparece como un órdago y es otro personaje
inicialmente no relacionado con el mito, pero que como se ha dicho, viene a ilustrar la crueldad de
Zeus a través de la injusticia que se comete con ella. Prometeo le predice sus errabundas andanzas
y el nacimiento de Epafo17, además deja entrever la amenaza en forma de matrimonio que se cierne
sobre Zeus. Este turbio secreto es la poderosa arma que el Titán esgrime contra el Crónida.
Cuando Io se aleja llega Hermes, el mensajero de los dioses, con un ultimátum de Zeus acerca de
los horrores que esperan a Prometeo si no revela el peligro que acecha al Soberano de los dioses.
Prometeo se muestra asqueado del servilismo de Hermes.
El altivo filántropo se mantiene
inflexible. Ni las amenazas del recadero (que tampoco muestra piedad) ni las súplicas de las
Oceánides consiguen doblegarle. Comienza el terremoto. Conmueve el valor de las Oceánides, que
a pesar de considerar que Prometeo no está siendo sabio al persistir en su osadía, deciden compartir
con el Titán su funesto destino.
15 Jean-Pierre Vernant, Mito y pensamiento en la Grecia Antigua, Barcelona, Ariel, 1993, p.250
16
Benjamin Farrington, Ciencia y política en el mundo antiguo, Madrid, Ayuso, 1973, p.87
17 Epafo es hijo de Zeus e Io, uno de sus descendientes, Heracles, liberará a Prometeo de su cautiverio en el Cáucaso.
9
EL MITO DE PROMETEO EN LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA
El mito de Prometeo ha gozado de una gran aceptación en la literatura contemporánea y se puede
decir que ha sido uno de los más reelaborados desde el último tercio del siglo XVIII. Muchos
siglos después de sus primeras versiones la tradición europea ha dado al mito nuevas
interpretaciones en clave trágica, romántica e incluso en forma de parodia. El mito de Prometeo ha
servido para configurar a algunos de los héroes de la literatura contemporánea invitándolo a pervivir
bajo distintos focos.
La rebeldía de Prometeo frente al poder tiránico, su autoafirmación contra las normas represivas y
su instinto de progreso, tantas veces simbolizado por la figura del Titán portando una antorcha,
calaron especialmente en los escritores románticos imbuidos como estaban del sentimiento de
subjetivismo y de búsqueda de la libertad. Tanto Goethe como Shelley verán en Prometeo a un
mártir de la libertad que terminará por salir victorioso de su pugna con Zeus, a diferencia de otros
poetas posteriores que tendrán una visión más pesimista del enfrentamiento. Se sabe que Goethe se
enfrentó varias veces a la figura mítica de Prometeo dejando varios esbozos inacabados y que
Shelley llevó a cabo una empresa similar en 1918 con su Prometheus Unbound. Justo por esa
misma época su esposa publicaba su obra más famosa, Frankenstein, que a su vez se subtitulaba "El
moderno Prometeo".
Rober Dumaas publicó en 1897 el poema Prométhéé, una visión pesimista que hace indignos de
liberación a los hombres; Edgar Quinet reinterpretó el mito en clave cristiana mientras que
Nietzsche, que también creía que el mito de Prometeo terminaba en reconciliación, veía en el Titán
un instinto de superación del yo individual frente a la decadencia de lo divino. Lo consideraba “una
propiedad originaria de los pueblos arios que refleja su capacidad de sentir profundamente lo
trágico”18.
El mito no ha sido indiferente a psicólogos y psiquiatras y algunos como Jung o Freud también
trataron de interpretarlo. El padre del psicoanálisis, cómo no, vio en Prometeo un símbolo de la
lívido y consideró la cañaheja en que transporta el fuego un símbolo fálico.
Se puede observar que muchas de las relecturas del mito están condicionadas por las propias
circunstancias personales e históricas de los autores, que aunque se alejan de la estructura literaria
del mito y lo distorsionan (como el Prometeo de Gide, sentado en los cafés de París y atormentado
por un águila alegórica), también mantienen viva su esencia a través de todas sus adaptaciones
otorgándole al mito la inmortalidad propia del Titán Prometeo.
18 Luis Díez del Corral, La función del mito clásico en la literatura contemporánea, Madrid, Gredos, 1974, p.246
10
CONCLUSIÓN
El mito de Prometeo es un relato paradigmático y de enorme riqueza simbólica, que al igual que los
demás mitos helénicos ha sido y será exprimido en un intento vano de obtener toda la verdad que
subyace bajo su esquema literario.
Los de Hesíodo, Platón y Esquilo suponen tres enfoques del relato que permanecerán en la memoria
colectiva por dar cuenta de temas de eterno interés, como por qué en los sacrificios los hombres se
reservan la carne y dan a los dioses los huesos y la grasa, el origen del fuego, de la cultura, del
sufrimiento, del mal en el mundo y del enfrentamiento contra el poder. Es esta la razón por la cual
este mito se presta a ser interpretado una y otra vez y a pervivir bajo sucesivas e inagotables
versiones para siempre.
Las diferencias respecto a Prometeo entre las tres versiones la épica, la sofística y la trágica son
notables. Hesíodo ve en Prometeo a un dios retorcido, falso y astuto que intenta engañar al
providente Zeus. Platón justifica el robo de Prometeo pero le otorga un papel secundario, siendo
Zeus el salvador de los hombres. Finalmente en la visión esquílea, la más rica y simbólica,
Prometeo es un Titán rebelde y filántropo que se niega a doblegarse a la tiranía de Zeus. En cuanto
al fuego, para Hesíodo se trata del fuego que calienta y protege del hambre mientras que para
Esquilo es la base de la cultura y el progreso.
Pero hay un aspecto que destaca y constituye el nexo entre las tres versiones, esto es, el carácter
rebelde y filántropo del Titán. Este dios gozó por ello del favor de los griegos. “En las fiestas que
se celebraban en Atenas, en honor del dios, patrón de los artesanos, se recordaban mediante ritos
oportunos sus peripecias y, seguramente, el final feliz del mito. Para explicar el paso de la
naturaleza a la cultura encontraron los griegos en este relato una expresión afortunada. También en
este mito pueden detectarse influencias orientales y tal vez algún eco indoeuropeo, pero la
estructura simbólica ha sido reelaborada con un talento singularmente helénico”19.
19 Carlos García Gual., Introducción a la mitología griega, Madrid, Alianza, 2006, p.105
11
BIBLIOGRAFÍA
DÍEZ DEL CORRAL, L., La función del mito clásico en la literatura contemporánea, Madrid, Gredos, 1974
ESQUILO, Tragedias, Madrid, Gredos, 1986
FARRINGTON B., Ciencia y política en el mundo antiguo, Madrid, Ayuso, 1973
GARCÍA GUAL, C., Diccionario de Mitos, Barcelona, Planeta, 1997
GARCÍA GUAL, C., Introducción a la mitología griega, Madrid, Alianza, 2006
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HESÍODO, Obras y fragmentos, Madrid, Gredos, 1983
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VILLENA, L.A. de, Diccionario de mitos clásicos para uso de modernos, Madrid, Gredos, 2011
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