Subido por BRUNO DIAZ GARCIA

Ensayo etnografía

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Ensayo-Etnografía
Diaz Garcia Bruno, Argüelles Suárez Erick, Luna Arjona Citlalli Guadalupe
La etnografía parte de la antropología, disciplina de las ciencias sociales que estudia al
ser humano: su diversidad, sus pueblos y su cultura. Por lo tanto, la palabra etnografía significa
“descripción de un pueblo”. Wolcott (1999, citado por Garcia, 2003) plantea lo siguiente:
La investigación etnográfica (pretende) describir lo que las personas de un
sitio, estrato o contexto determinado hacen habitualmente y explicar los
significados que le atribuyen a ese comportamiento realizado en
circunstancias comunes o especiales, presentando sus resultados de manera
que se resalten las regularidades que implica un proceso cultural (p. 76).
Es importante mencionar que la etnografía es parte de la investigación cualitativa, por
lo tanto, pretende observar las cualidades, significados y comportamientos de una comunidad,
así como interpretar subjetivamente las prácticas culturales dentro de su contexto real. La
etnografía implica tiempo, el establecimiento de las relaciones sociales con las personas y que
estas personas acepten que alguien entre y se involucre en sus vidas.
Dentro de la historia de la etnografía se destaca el nombre de Bronislaw Malinowski
(1884-1942), un antropólogo polaco que realizó un trabajo de campo durante nueve años en las
Islas Trobriand y quien después publicó un libro clásico en la antropología llamado “Los
argonautas del Pacífico occidental”. En este libro narra detalladamente las experiencias que
vivió durante su estancia en esta isla y sus observaciones.
Para Malinowski (1972), la etnografía consiste en adentrarse activamente en la forma
de vida de algún grupo social para indagar y conocer a fondo sus realidades, su manera de
interactuar entre ellos y su cultura; también especifica que un trabajo etnográfico completo
debe tener por una parte, todo lo que se observó y las perspectivas de las personas que son parte
del grupo que se está investigando y por otra, lo que el investigador deduce basándose en su
reflexividad. Menciona que el trabajo etnográfico debe alcanzarse a través de tres vías: la
primera tiene que ver con la organización y estructura del grupo que se está observando, la
segunda debe considerar las situaciones inesperadas y como se comporta el grupo; la tercera
tiene que ver con la recolección de informes que sirvan para observar e interpretar las formas
de pensamiento del grupo.
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Los instrumentos de la etnografía se han ido confeccionando de acuerdo a la necesidad
que este método de investigación ha ido solicitando conforme a su desarrollo, desde sus
primeras apariciones en el mundo, como es el trabajo realizado por Bronislaw Malinowski en
Los Argonautas del Pacífico Occidental (1972) el uso de esta técnica de investigación ha ido
acoplando a su haber diferentes herramientas metodológicas para poder acercarse más a la
experiencia de adentrarse en las formas de pensar, sentir y actuar de personas y civilizaciones
que viven y expresan su cultura tratando de difuminar los sesgos que el etnocentrismo podría
traer consigo para perturbar la investigación.
Después de los debates surgidos en la comunidad científica sobre cuál de las
perspectivas etnográficas era mayormente aceptada, decidiendo entre la de los extranjeros o la
de los nativos se dio por entendido que “Como principal instrumento de investigación y
término implícito de comparación intercultural, el etnógrafo es, además de un ente académico,
miembro de una sociedad y portador de cierto sentido común” (Guber, 2011, p.37). Esto, nos
lleva a la compresión de que la subjetividad está profundamente relacionada con la
investigación etnográfica, la cual, apoyada por distintas herramientas metodológicas como la
observación participante, la entrevista profunda, la entrevista semiestructurada, entre otras
permite a quien investiga conocer desde el interior y en confianza el fenómeno que investiga y
relacionarse con él de manera más personal y directa con quienes participan dentro del contexto
que se está investigando.
Quizás, esta característica de la etnografía (la subjetividad) es la parte que más tiene
qué ver con el resultado de la investigación ya que será la perspectiva del investigador o
investigadora lo que defina la interpretación de lo que está siendo observado por quien hace la
etnografía. Esta visión de la investigación etnográfica se ha visto criticada desde el paradigma
positivista, sin embargo desde una postura constructivista es vista como uno de los modelos
investigativos más cercanos a interpretar una realidad ajena a nuestra cotidianidad.
Si entendemos que “la relación de los grupos sociales con el patrimonio ambiental está
pautada por condiciones socioeconómicas y políticas” (Rosato, 2006, p.105) entonces podemos
poner de por medio la diferencia que una persona ajena a ese espacio geopolítico supone para
hacer una observación objetiva dentro de un espacio social alterno, lo cual es básicamente
imposible debido a la carga social con la que se confecciona la idiosincrasia de quien observa.
Es por eso que en la etnografía es profundamente necesaria la involucración respetuosa del
investigador para con el entorno que quiere comprender, ya que la intención no es interferir en
los procesos que ya se dan naturalmente dentro de ese espacio sino que por encima de todo la
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importancia de un trabajo etnográfico es la descripción de la etnia que se está visitando
(Malinowski, 1972)
El ejercicio reflexivo en la etnografía
Cómo hemos visto, la etnografía tiene la cualidad de ser una investigación en la que la
persona que investiga se sitúa dentro de un espacio y tiempo determinado. A partir de ello, la
observación participante ha sido el instrumento por el cual quien práctica la etnografía busca
identificar las situaciones en las cuales las significaciones culturales se expresan y construyen
dentro de dicho espacio (Guber, 2011, p. 52). Existe un dilema epistemológico detrás de esta
práctica, la cual creemos va de la mano con la eterna crítica que se le hace a las ciencias sociales
de su falta de “objetividad” y por la cual se tratan de replicar metodologías fundadas en las
ciencias naturales para disipar dicha “problemática”.
Se tiene la idea que para objetivar el conocimiento de una cultura a través de la práctica
etnográfica hace falta posicionarse cómo simple observador, un ejercicio positivista en el cual
la observación del objeto es suficiente para comprender sus cualidades, tal cómo un científico
de laboratorio observa un átomo a través de su microscopio (Hammersley, 1983, citado por
Guber, 2011). Desde esta postura, la participación se visualiza cómo algo que interfiere en
nuestra interpretación sobre lo que buscamos comprender, ya que no tenemos tiempo de
registrar a detalle lo que sucede y nuestra interacción interfiere con la “naturalidad” del
fenómeno. Lo que no toman en cuenta las personas que aún defienden esta postura, es que el
acto de observar y por ende nuestra presencia cómo extraños dentro del espacio, dota de
significado a las personas a observar y hace que su comportamiento sea distinto al que cuando
no están siendo observadas.
Entonces, si ya nuestra presencia cómo simples observadores altera el espacio en el que
estemos, apoyamos la idea de Guber (2011) cuando nos comparte sobre que la comprensión de
los fenómenos socioculturales no pueden entenderse fuera de estos, esta idea fundada a través
del supuesto en que las situaciones y lo que significan no se pueden comprender simplemente
por su apariencia y es a través de la carne propia que estas toman su impacto en cómo son
percibidas, “Tal cómo un juego se aprende jugando, la cultura se aprende viviéndola” (p. 55).
Posicionarnos cómo simples observadores no hace más que alejarnos de la experiencia
necesaria para comprender un fenómeno y nos atrapa en una ilusión de objetividad al solo
quedarnos con nuestros supuestos sobre lo que creemos que son las cosas. Aunque el participar
dentro de la cotidianidad que nos interesa por sí sólo no nos dará la respuesta a comprender
cómo se construyen y existen las significaciones del objeto a estudiar, ya que el investigador
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al pertenecer también a una cultura y al estar inscritos bajo una tradición teórica tenemos una
reflexividad distinta a las personas que nos interesa comprender entre más lejano sea el sitio en
donde hayamos crecido.
Cuando se entra al campo es imposible entrar con una mente vacía respecto a lo que
podemos encontrar ahí, de antemano hemos seleccionado un interés específico a dicho
fenómeno, así cómo las personas que somos producto de una cultura tenemos nuestras propias
significaciones de la realidad. Althabe (1998) comenta que al final es necesario tener una baraja
conceptual que nos ayude a la interpretación de lo que podríamos observar (citado por Giglia,
2019), pero sin más, rescatamos la idea que resalta que por más conocimiento teórico que
tengamos sobre un tema, la realidad es mucho más compleja que eso y hay que hacer el trabajo
de identificar cómo ese conocimiento que tenemos sobre el tema se refleja en lo que
observamos, así cómo el cómo lo observado construye a través de la experiencia nuevos
significados (Giglia, 2019). Consideramos que parte importante de realizar etnografía, es estar
dispuesto/a a derribar, reconstruir y cuestionar los propios significados que tenemos ya
interiorizados, en un constante ejercicio reflexivo de nuestra propia mente que nos pueda
ayudar a partir de la experiencia empírica y nuestro cuerpo cómo cierto fenómeno social se
vive y se construye.
Conclusiones
La etnografía cómo toda metodología carece de perfección, pero lo que sucede aquí
es que justo esa cualidad enriquece su práctica haciendo que los ideales que tengamos sobre el
objeto a estudiar se vean reestructurados en el camino y logremos vislumbrar cosas que no
habíamos imaginado. En relación al estudio de alguna cultura, creemos que es la técnica
adecuada que permite entender cómo las significaciones y prácticas se construyen y se viven.
De acuerdo al contexto contemporáneo de la virtualidad y la cultura que se vive en ese plano,
la etnografía se enfrenta a retos en sus alcances respecto a ello tomando en cuenta, que al menos
en el presente, aún no hay una posibilidad de llevar una inmersión del cuerpo a ceros y unos
que nos sitúen empíricamente dentro del internet, por lo que tal vez desde las ciencias sociales
tengamos que pulir técnicas cómo el análisis de redes para el estudio de la cibercultura o pensar
la etnografía bajo otros conceptos
Referencias
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Angrosino, M. (2007). Introducción: Etnografía y observación participante, en Etnografía
y observación participante en investigación cualitativa. Morata, 25-52.
García, J. (2003). Cómo hacer investigación cualitativa, fundamentos y metodología. Paidos,
76-80.
Giglia, A. (2019).. Cómo hacerse antropólogo en la Ciudad de México. Auto-análisis de un
proyecto de trabajo de campo. En Guber, Rosana (coord.), Trabajo de Campo en América
Latina, Buenos Aires: SB Editorial, Tomo I, 2018, pp. 307-330.
Guber, R. (2011). La etnografía: Método Campo y Reflexividad. Buenos aires, Siglo XXI, p.
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Malinowski, B, Los Argonautas del Pacífico Occidental. Planeta De Agostini, 20-42.
Rosato A., Bovin M., Arribas V. (2006) Constructores de Otredad, Antropofagia, Buenos
Aires, p. 105-109
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