Diálogos académicos CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO La herencia de Iván Illich en México Alberto Elías González Gómez UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA Prólogo Dr. Ricardo Villanueva Lomelí Rector General Dr. Héctor Raúl Solís Gadea Vicerrector Ejecutivo Mtro. Guillermo Arturo Gómez Mata Secretario General Dr. Aristarco Regalado Pinedo Rector del Centro Universitario de los Lagos Dr. Francisco Javier González Vallejo Secretario Académico Mtra. Yamile F. Arrieta Rodríguez Jefa de la Unidad Editorial Primera edición, 2021 © Alberto Elías González Gómez ISBN D. R. © Universidad de Guadalajara CENTRO UNIVERSITARIO DE LOS LAGOS Av. Enrique Díaz de León 1144, Col. Paseos de la Montaña, C.P. 47460 Lagos de Moreno, Jalisco, México Teléfono: +52 (474) 742 4314, 742 3678 Fax Ext. 66527 http://www.lagos.udg.mx/ Se prohíbe la reproducción, el registro o la transmisión parcial o total de esta obra por cualquier sistema de recuperación de información, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, existente o por existir, sin el permiso previo por escrito del titular de los derechos correspondientes. Impreso y hecho en México / Printed and made in Mexico Fue por allá de 1999 cuando leí por primera vez a Iván Illich. Su libro sobre La Sociedad desescolarizada me impactó muchísimo. Hijo de una familia terrateniente de Dalmacia de lado paterno y de una familia de judíos convertidos al catolicismo del lado materno, durante la década de los cuarenta Illich abrazó el sacerdocio. Por causa de su compromiso sociopolítico (labor con las comunidades puertorriqueñas, crítica al coup d’État en Brasil y la fundación del centro intercultural de formación, posteriormente, conocido como CIDOC) en 1968 es llamado a comparecer ante las autoridades de la Congregación de la doctrina de la fe (la inquisición de los tiempos modernos). En el 2019 leí sus últimas conversaciones con David Cayley y debo decir que sus planteamientos me siguen pareciendo de una acuciante actualidad. Crítico de las instituciones, Illich encuentra en el siglo XII una profunda transformación no sólo en las estructuras sociales (creación de parroquias y construcción de las torres de los campanarios), tecnológicas (uso de la herradura y de la collera que permitió el reemplazo de los bueyes por los caballos en la agricultura, emergencia de la noción de herramienta) sino, lo más importante, teológicas (criminalización del pecado, institucionalización de los sacramentos). Aunque podría mencionar otros aspectos como el desplazamiento de la conspiratio a la conjuratio (contrato), la secularización de la parábola del Samaritano (expresada en el imperativo categórico kantiano), la obsesión iatrogénica del paradigma médico, la des-encarnación de la mirada (custodia oculorum), la importancia del cuarto concilio de Letrán (1215), considero que su principal tesis (entender a la sociedad moderna como el intento perverso de institucionalizar el Evangelio) sigue siendo fructífera para comprender las formas enajenadas de la modernidad. Por otra parte, la colonialidad del saber ha ocultado muchas contribuciones del pensamiento crítico de América Latina en general y de México en particular. Sin caer en el burdo esencialismo de algunas deri7 PRÓLOGO CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO vas decoloniales que postulan la existencia de una “pobre ontología del origen y de la pureza”, para retomar la expresión de Martín Cortés, y, por consiguiente, omiten la historia de contactos, evidentemente conflictivos, y la circulación de saberes; pienso que es necesario rastrear la huella de los senderos recorridos por el pensamiento radicalmente crítico de nuestro continente. Esta tarea la ha emprendido Alberto Elías González Gómez con este potente texto. En esta obra, el autor reconstruye la trayectoria y el “aire de familiaridad” de pensadores y pensadoras que están elaborando una teoría desde abajo, es decir, al lado de las organizaciones locales y comunitarias. Se trata, efectivamente, de un pensamiento encarnado. Aunque la figura de Iván Illich es un punto de encuentro de estos autores, Elías González expone de manera rigurosa el diálogo y las propuestas de cada uno ellos. De este modo, de la mano del autor observamos las mudanzas epistémicas en sus perspectivas teóricas. Al respecto, el autor identifica un quiebre epistémico en el enfoque de Illich: el paso de la era de la herramienta a la era de los sistemas. Así, la distancia que existía entre la herramienta y el usuario se ha desvanecido, ahora, los seres humanos formamos parte del sistema. Estamos pues en una nueva etapa de la condición humana. Ahora bien, en la reconstrucción de la trayectoria y del pensamiento de Illich, el autor aborda la importancia del Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) como plataforma para la génesis y desarrollo de proyectos radicalmente críticos de la modernidad. Fundado en 1966 en la ciudad de Cuernavaca, el CIDOC cumplió un papel crucial no sólo en la producción teórica de Illich sino también en el horizonte sociopolítico de algunas organizaciones sociales. Independientemente de si existe o no algo a lo que podamos llamar la “Escuela de Cuernavaca”, se podría decir que el autor nos propone una suerte de biografía coral de esta corriente de pensamiento. Por consiguiente, este trabajo merece un especial reconocimiento pues se conjuga una recepción activa de las lecturas realizadas por el autor con una buena cantidad de entrevistas hechas con los protagonistas de esta historia. En ese orden de ideas, Elías González aborda la crítica radical de la modernidad efectuada por Iván Illich, el papel de la feminista belga Betsie Hollants, las reflexiones en torno a los lugares de Jean Roberts, la elaboración de un feminismo descolonial de Sylvia Marcos, el planteamiento de la insurrección en curso de Gustavo Esteva, la contribución de la desobediencia civil no-violenta del poeta Javier Sicilia y la propuesta del tamaño de los cuerpos políticos de Roberto Ochoa. La radicalidad de los planteamientos de estos intelectuales trastoca diversos campos que van desde la ecología política hasta la filosofía intercultural, pasando por los estudios de las sociedades en movimiento (Zibechi) y, en ese sentido, observamos que se trata de una constelación de pensamiento radicalmente crítico de la formación social hegemónica, esto es, de la modernidad capitalista. Por otra parte, debo apuntar que uno de los rasgos característicos de este texto es que Elías González se aleja del ampuloso lenguaje academicista y logra comunicar de manera clara sus ideas. No por ello el libro es menos exigente. Al contrario, se observa un conocimiento erudito de parte del autor. Frente a la crisis civilizatoria que estamos viviendo, se impone la necesidad de buscar alternativas, tanto teóricas como sociopolíticas, que nos permitan vislumbrar que otro mundo es posible. El libro que nos ofrece Elías González da cuenta de esos proyectos de convivencialidad (o convivialidad) que ya están en marcha en diversos lugares y territorios y en donde la resistencia política desde abajo ya es una realidad. En ese sentido, este texto contribuye no sólo al reconocimiento de la labor de nuestros intelectuales, sino también al rescate de la memoria indómita de nuestras comunidades. Por tanto, estoy convencido que después de la lectura de este libro, el lector/lectora no podrá salir indemne de las provocaciones planteadas a lo largo de estas páginas. 8 9 Luis Martínez Andrade Bruselas Verano del 2021 Introducción Hace varios años, cuando recién iniciaba mi interés por reflexionar mis experiencias en comunidades indígenas y campesinas, mi madre me recomendó un artículo que hablaba de un tal Iván Illich. Al principio me confundí pensando que se trataba del personaje de León Tolstoi. Eso, sumado a mi rebeldía de joven universitario que no presta mucha atención a lo que le dicen sus progenitores, hizo que en ese momento no le diera importancia al texto. Años después, como si mi encuentro con estas ideas fuera inevitable, me encontraría a mí mismo fascinado con todo lo que oliera a Illich. Leer a Illich y a sus amigos me provoca aquello que Gustavo Esteva denomina como el “efecto ajá”, una suerte de iluminación sobre recovecos oscuros que la mente no lograba captar pero que la experiencia ya había vislumbrado. De pronto los encuentros con grupos indígenas de Chihuahua, Jalisco, Chiapas y Sudamérica tenían sentido, así como mi breve pero significativo lapsus de subsistencia familiar sembrando chayotes en el campo. Continué leyendo libros de Illich, textos de Esteva; comencé a colaborar con la Universidad de la Tierra Oaxaca, dialogué con La Colectiva de Cultura de Paz y Noviolencia de la UNAM (acompañada por Pietro Ameglio) y aquel ensayo que en la universidad escribí sobre el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) se transformó en una amistad con Javier Sicilia y en el inicio de mi postulantado en la Comunidad del Arca noviolencia y espiritualidad. Pero conforme me relacionaba más con las ideas y los rostros detrás de ellos, me percataba que había cimientos profundos, que aquel famoso Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) que Illich fundó en Cuernavaca no había muerto y que había algo así como una línea de pensamiento que, a pesar de sus diferencias, convocaba a diversas personas en sentipensares conectados. Comencé a investigar y a relacionarme con otros: Jean Robert, Roberto Ochoa, Sylvia Marcos, George Voet, David Barkin… La lista seguía. Había 11 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO leído el libro de Otra modernidad es posible, de Humberto Beck.1 Me di cuenta de la diferencia que existía entre la lectura que Beck hace de Illich y la que por su parte realiza Esteva. Más recientemente leí un texto sugerente titulado La economía es la continuación de lo sagrado de José Antonio Pardo, quien distingue entre illichianos de izquierda y de derecha.2 Entre los de izquierda nombra a algunos que ya he mencionado, y entre los de derecha menciona a Gabriel Zaid (a quien, por cierto, Beck dedica un libro).3 Conocí, además, pensadores jóvenes que también bebían de estas aguas, tales como Juan Manuel Escamilla y Diego I. Rosales. Podía comprender el término “illichiano”. Es común este tipo de expresiones en el campo intelectual. Uno puede denominarse como nietzscheano, levinasiano o heideggeriano, lo que suele indicar que encuentra inspiración en las ideas de dicho autor. Me parecía que ese no era el caso. Sí podría decir que Robert, Marcos y Esteva eran illichianos no solo en pensamiento sino también en tanto que formaron parte del “ambiente Illich”, de su círculo cercano de colaboradores, los dos primeros desde la época del CIDOC y el último a partir de los años 80. De cierto modo también Sicilia y Ochoa se inspiran fuertemente en Illich, aunque no estuvieron presentes en los tiempos fuertes de Illich en Cuernavaca y no conocieron a Iván hasta después. Pero ¿basta esto para dar cuenta de la interconexión y tipo de relación que existe entre estos pensadores e ideas? No me satisfacía. Siempre me ha gustado hacer suertes de árboles genealógicos. Tejer ideas y conexiones entre personas y pensamientos es para mí un hermoso modo de ejercer la vocación del filósofo. Por ello, estaba seguro de que el tipo de relación entre las y los “illichianos” no era como la de un heideggeriano alemán que de pronto se encuentra con una heideggeriana argentina y pueden tomar un café y hasta enamorarse discutiendo sobre el olvido del ser. Fue en este punto que me topé con una hipótesis que me pareció fascinante, pues de buenas a primeras parecía responder a mis inquietudes. Esta hipótesis versaba sobre la supuesta existencia de algo así como una Escuela de Cuernavaca. La primera vez que lo leí fue en un libro de Carlos- INTRODUCCIÓN Mendoza-Álvarez, quien a su vez lo retoma de Pablo Romo Cedano.4 Para el segundo, hay dos grandes escuelas de pensamiento crítico mexicano: la de Cuernavaca y la de San Cristóbal. Ambas se tocan, por supuesto, pero también se distinguen en cuanto a inspiraciones. En San Cristóbal hallamos la fuerte influencia de la teología de la liberación y la teología india, particularmente la mayense, así como figuras de la talla de Tatic Samuel Ruíz, de movimientos como el zapatismo y de centros como el CIDECI. Cuernavaca, por su parte, presenta su propia red de nudos. Beck, en quien encontré por segunda ocasión la alusión a una Escuela de Cuernavaca, habla de Illich, Borremans y Robert, pero también de Paulo Freire, André Gorz y Jean-Pierre Dupuy.5 Podemos, sin embargo, agregar más nombres, puesto que, sin que haya una explicación definitiva de por qué se dio de esa manera, Cuernavaca llegó a hospedar a variedad de mentes brillantes entre los años 60 y 70 del siglo XX. Destacan algunas figuras nacionales como el obispo rojo Sergio Méndez Arceo, así como internacionales: Erich Fromm (vecino y amigo de Illich), Gregorio Lemercier y Ernesto Cardenal, por no mencionar la larga lista de asistentes al CIDOC en sus años dorados, entre ellos estuvieron un joven Boaventura de Sousa Santos, Miguel León Portilla, Hélder Cámara, Gustavo Gutiérrez, Augusto Salazar Bondy y Ramón Xirau. Para Beck, hablar de Escuela de Cuernavaca implica presentar una analogía con la prestigiosa Escuela de Frankfurt, cuna de la Teoría crítica. Así como esta última se formó alrededor del Instituto de Estudios Sociales en dicha ciudad alemana, la Escuela de Cuernavaca se tejió alrededor del CIDOC impulsado por Valentina Borremans e Iván Illich. En ambas se desarrollaron, dice Beck, una teoría crítica a las sociedades modernas. Podría decirse que una parte desde Marx y la otra desde Illich. Comparten similares diagnósticos y conclusiones acerca de la masificación, la racionalidad instrumental y los males de la industrialización. Empero, mientras que la alemana cree que la modernidad se estanca (Horkheimer y Adorno) o puede corregirse a sí misma (Habermas), la teoría crítica creada en la ciudad mexicana parte de la convivencialidad y lo vernáculo como una alternativa a la desproporción y desmesura moderno-occidental. 4 1 2 3 Humberto Beck, Otra modernidad es posible. El pensamiento de Iván Illich (México: Malpaso, 2016). José Antonio Pardo, La economía es la continuación de lo sagrado (México: Palabras Palibros, 2019). Humberto Beck, Gabriel Zaid. Lectura y conversación (México: Jus, 2004). 12 5 Carlos Mendoza-Álvarez, La resurrección como anticipación mesiánica. Duelo, memoria y esperanza desde los sobrevivientes (México: Universidad Iberoamericana, 2020) 93-94. Humberto Beck, “Jean Robert: una poética del lugar”, en Arquine, 1 de octubre del 2020. https://www.arquine. com/jean-robert-una-poetica-del-lugar/ 13 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Parecía entonces que el asunto estaba resuelto. Incluso Javier Sicilia, Sylvia Marcos y Roberto Ochoa encuentran “acertada” esta categorización de Beck.6 Ese aire común que iba encontrando entre tantas voces significativas en mi camino podían englobarse bajo una corriente de pensamiento llamada Escuela de Cuernavaca. Pasaron los meses y no me sentía convencido. ¿Cómo hablar de una “escuela” común entre quienes critican a la escuela como institución? ¿Se puede meter tanta diversidad en el mismo cajón? ¿No se pierde bastante en el trayecto? Sí, Illich estaba de telón de fondo, así como Méndez Arceo, pero ¿no lo estaban también los zapatistas, Lanza del Vasto y Gandhi? Cuando hablé con Gustavo Esteva al respecto, me respondió que él no veía dónde estaba la “escuela”. Me dijo que “Illich sin duda nos inspira a todos nosotros: Jean, Javier, Pietro, Ochoa, Beck... pero tenemos profundas diferencias entre nosotros, en parte derivadas de las diversas influencias a las que hemos estado expuestos cada uno y de nuestras trayectorias tan diversas”. Después de eso mi inquietud dejó de ser una mera inquietud y pasó a ser un interés intelectual. ¿Puede hablarse realmente de una Escuela de Cuernavaca? Me parecía que, a pesar de poder encontrar alguna respuesta rápida a la cuestión decantándome por el sí o el no basado en los diferentes argumentos hasta el momento encontrados, la pregunta necesitaba mayor tratamiento. Una salida fácil era matizar la expresión y decir: “sí, podemos hablar de una Escuela de Cuernavaca, pero solo por esfuerzo de comprensión, para agrupar a una serie de autores que se relacionan entre sí, más eso no significa que exista una como tal”. Podía también rechazar sin más la hipótesis de Beck e inclinarme por el sentipensar de Esteva, o viceversa. Cualquiera que fuera la respuesta elegida, me sentía al final insatisfecho. No porque no tuviera alguna inclinación, sino porque intuía que la potencia de esa pregunta no estaba en su respuesta sino en la misma pregunta, la cual abría la posibilidad de reflexionar en serio varias cuestiones. Por ello decidí pensar el tema “en voz alta”, como me enseñó Pietro Ameglio. Me interesaba más dialogar la pregunta, conocer distintas opiniones tanto de personas que ya conocían estas ideas como para quienes recién se encontraban con ellas. No era, al final del día, muy illichiano 6 Javier Sicilia, “Jean Robert (1937-2020)”, en Letras Libres, 7 de diciembre del 2020. https://www.letraslibres.com/ mexico/cultura/jean-robert-1937-2020 (consultado el 2 de marzo del 2021). 14 INTRODUCCIÓN responder a una pregunta con algún argumento de autoridad. Además, era hasta cierto punto anti-filosófico, pues la filosofía se caracteriza más por las preguntas que plantea que por las respuestas que forja. Con esto en mente fue que me decidí dialogar dichos planteamientos en colectivo. En un primer momento inicié grabando videos desde el blog Amanecer7 (blog que coordino) sobre algunos libros que consideraba clave: La gran transformación de Polanyi, El colapso de las naciones de Kohr, Los ríos al norte del futuro de Illich, La crisis: el despojo impune de Robert, Muerte al Leviatán de Ochoa… Al principio todo iba bien, pero la retroalimentación que recibía no me ayudaba mucho a mis objetivos. Veía el interés por estas ideas en los comentarios, pero era difícil mantener una reflexión con seguidores esporádicos. Fue en este punto que di, por casualidad, con el Centro de Estudios Críticos Latinoamericanos (CECLA). Lo encontré en internet y me llamó la atención, así que escribí e inmediatamente me abrieron la puerta para que les propusiera un tema e impartir un seminario. No lo pensé dos veces, esta era la ocasión ideal para pensar en colectivo. Después de algunos arreglos y algunas semanas eligiendo lecturas y materiales, mandé mi propuesta y el curso fue aceptado. Se llamó Convivencialidad y resistencia política desde abajo: aproximaciones a la ¿Escuela de Cuernavaca? El texto que tienes en tus manos es el resultado de este diálogo que emprendimos un grupo diverso de 16 personas de distintos frentes, formaciones, intereses, edades e incluso nacionalidades. Entre nosotros había quienes conocieron a Illich en su juventud, otros que habían hecho su tesis de maestría sobre su pensamiento; activistas, estudiantes interesados en la educación popular, caminantes que se relacionaban con colectivos urbanos, indígenas y campesinos, doctorandos… Era, pues, el grupo ideal, ya que no se trataba de un grupo de expertos sino de personas interesadas que tejimos nuestras voces. Rápidamente la pregunta por la existencia o inexistencia de algo así como una “Escuela de Cuernavaca” pasó a segundo o tercer plano. En realidad, pienso que este es un trabajo para historiadores o para personas involucradas de forma más directa. A lo que este ensayo respecta, lo más relevante es poder conocer este ámbito del pensamiento y algunas de sus ideas más significativas. A esto se debe el cambio de nombre entre el 7 Ver https://www.youtube.com/channel/UCDAaQEN7kIa1BJdcmgCJCSg 15 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO INTRODUCCIÓN título del seminario y el de este libro. Mi propuesta no es la de presentar una “línea de pensamiento” ni una “escuela”, reitero que dejo abierta la pregunta para que cada quien pueda seguir sus intuiciones al respecto. Sobre todo, lo dejo para quienes posean una mayor comprensión y cercanía a este ámbito de pensamiento. Por mi parte, quiero presentar una especie de collage diverso con pensadoras y pensadores que me han significado en mi sentipensar. Una presentación estilo collage no busca homogeneidad. Justamente un collage se conforma por elementos variados que, según la propia creatividad del ejecutor, acomoda para dar pie a una imagen cuya coherencia no es lo más importante, sino lo nuevo que ella comunica. Lo que intento, por lo tanto, no es un estudio que responda por la pregunta de la Escuela de Cuernavaca, mucho menos ofrecer una análisis complejo y minucioso sobre cada uno de los nombres aquí abordados. Por el contrario, busco abrir una humilde pero fiel ventana hacia algunos de estos personajes cuyo pensamiento me parece bastante pertinente para las complejas situaciones que atravesamos en el presente. Dicho de otro modo, espero que estas páginas sirvan de inspiración para la creatividad tanto intelectual como práctica a la hora de pensar otros mundos posibles. Este texto no pretende, por lo tanto, brindar una respuesta definitiva a ninguno de los problemas que aborda. Tiene sobre sí enormes limitantes tanto personales como colectivas. Mis propios límites se vieron reflejados en el seminario, puesto que elegí a autores y lecturas según mi propio criterio e interés, según mi propia relación personal con algunos de estos personajes y subrayando lo que a mí me parece más relevante. Varios nombres no aparecen en estas páginas, muchos de los cuales alguien pudiera juzgar como intransigencia o desconocimiento. Lo cierto es que elegí según mi propio caminar y mi recorrido, escogiendo a aquellos con quienes, de un modo u otro, me he relacionado. Mi más grande motivación con este texto es que pueda servir de introducción y, sobre todo, de inspiración para que otras y otros lleguen a sus propias conclusiones. Más que nada, para que este pensamiento sea leído hoy, que es cuando quizás más le necesitamos. Por los motivos antes expuestos, queda claro que la selección de personajes y el modo de tejerlos no respondió a una impronta por solucionar la incógnita de la supuesta “Escuela de Cuernavaca”. Si nos ponemos serios, incluso habría que reconocer que no recupero como tal la lista de nombres que ofrece Beck. Este historiador mexicano define la Escuela de Cuernavaca como un fenómeno histórico que sucedió en los tiempos del CIDOC, no la alarga tanto a una continuidad en el presente, aunque en una conversación personal que entablé con él sí acepta la prolongación hasta nuestros días de los efectos de aquella época. Algunos nombres no participaron directamente en el CIDOC, como Esteva, Ochoa y Sicilia. Por mi parte, muchos años y kilómetros me separan de los territorios que, sin embargo, he caminado y llevo en el corazón. A quienes presento en este ensayo son a quienes yo conozco, ya sea por amistad o por lecturas. Por eso hablo de un collage, que, si bien el pegamento o el cartel de fondo que utilicé para colocarlos juntos fue su relación con Iván Illich, lo que para mí expresa la contemplación de estas páginas es lo que aquí he denominado como convivencialidad y resistencia política desde abajo. Esta es la hipótesis que me gustaría expresar y explorar. La estructura del ensayo se inspira según las 8 sesiones del seminario, agregando unas conclusiones y una bibliografía que, sin ser exhaustiva, la encuentro suficiente para quien quiera iniciarse en una lectura amplia y gozosa. Cada capítulo aborda a un autor en el siguiente orden: Iván Illich, Betsie Hollants, Jean Robert, Sylvia Marcos, Gustavo Esteva, Javier Sicilia y Roberto Ochoa. Los capítulos sufrieron varias modificaciones a la hora de pasar de la modalidad seminario al formato ensayo, siendo lo aquí presentado una traducción con fines de mayor comprensión. Sobre todo, lo aquí escrito es el fruto de lo que yo mismo aprendí gracias a las y los participantes del seminario. Trataré de plasmar en cada capítulo algunas líneas generales sobre los autores, sus obras, vidas e ideas. Todo es fruto de mi investigación personal (incluyendo encuentros y entrevistas con algunos de los autores) y del diálogo con las y los participantes del seminario. Espero pues que la inspiración y la esperanza encuentre cabida en las imaginaciones de quienes se animen a continuar leyendo las siguientes páginas. No deseo escribir un texto académico que sea revisado por expertos y luego almacenado en algún repositorio online. Quiero brindar un ameno empujón narrativo para conocer un poco mejor este pensamiento. Una obra que circule de mano en mano para inspirarnos. Esta es la razón por la que no “retacaré” estas páginas con citas, a excepción de alguna que otra que considere necesaria. No por eso ha de interpretarse una suavidad argumentativa o de investigación, pues muchas son las horas de lecturas, 16 17 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO INTRODUCCIÓN los diálogos con los actores y experimentación en el mundo real las que están detrás de estas consideraciones. Al final de cada capítulo ofrezco un apartado de “Lecturas recomendadas”, esto con el fin de brindar unas indicaciones mínimas de qué se podría leer para tener alguna noticia más o menos general de lo trabajado en cada capítulo. La bibliografía más amplia se encuentra al final del libro. Cabe la aclaración de que, al igual que sucede con cualquier horizonte de pensamiento, para comprender realmente los supuestos más profundos de los autores que trabajaré se vuelve imprescindible una mente abierta, así como liberarse de cualquier anteojo que predetermine nuestra mirada. Particularmente, se vuelve elemental quitarse los anteojos del desarrollo. Como lo expresó David Bautista Toledo, uno de los participantes del seminario: “Para entender no sólo la dimensión y profundidad de la convivialidad —y quizá el pensamiento de Illich en su totalidad— es necesario quitarse los anteojos del desarrollo. Esta es quizá la clave para adentrarse a la llamada Escuela de Cuernavaca: pensar y vivir más allá del desarrollo”. Sin este ejercicio, abundarán los juicios injustos e incluso inadecuados a las ideas que aquí trato de exponer. Si el horizonte político continúa siendo la mejora de la sociedad a partir de la creación de más y mejores empleos, sanar las instituciones, reconstruir la economía, tomar el poder desde arriba y fortalecer la infraestructura tecnológica, será imposible comprender lo que aquí se propone. Con esto no afirmo de antemano que lo que aquí se trabaja sea necesariamente mejor que otras narrativas políticas. Dejaré dicha valoración para cada uno y cada una de las lectoras. Simplemente advierto sobre la necesidad de leer a fondo estas ideas hasta comprender sus supuestos más profundos y no juzgar de inmediato según teorías ajenas a lo aquí abordado. Por otro lado, creo que hay que aprender a interpretar ciertos termómetros. No es casualidad que el grueso de autores aquí presentados sean hombres. Por un lado, este hecho responde a mi acercamiento o contacto personal con la mayoría de ellos (como he aclarado ya en otros momentos), pero también es verdad que no había mucho de dónde escoger. Con sus notables excepciones, en los círculos illichianos (particularmente en el CIDOC) predominaban los varones. Digo con notabilísimas excepciones como Valentina Borremans, Betsie Hollants y Sylvia Marcos. Puede agregarse a Patricia Gutiérrez-Otero, subdirectora de la revista Ixtus durante varios años. No sobra mencionar la extensa colaboración que tuvo Illich con distintas colegas fuera de México, como por ejemplo Bárbara Duden, Claudia Von Werlhof, Vandana Shiva o Silja Samerski.8 En realidad, lo que encontramos es una tensión e incluso contradicción entre un pensamiento crítico claramente abierto y posibilitador para las reflexiones feministas, pero con su contraparte en los hechos concretos de la poca presencia de estas. Agradezco principalmente a las compañeras participantes del seminario que me ayudaron a ver la importancia de explicitar esta realidad, así como de profundizar lo suficiente en las dos autoras que trabajo: Betsie Hollants y Sylvia Marcos. Para finalizar esta introducción, quiero agradecer en primer lugar al testimonio vivo y fecundo de los autores y autoras aquí expuestos. Principalmente a Gustavo Esteva por la amistad de varios años, cuya inspiración me empujó a querer conocer más de estas ideas y por su lectura atenta del capítulo que dedico a su pensamiento. A Roberto Ochoa por las pláticas y lectura minuciosa de los debrayes aquí contenidos, así como por sus útiles e invaluables consejos. A Javier Sicilia por darme su visto bueno y opiniones respecto al capítulo que le dediqué. Lo mismo a Sylvia Marcos por su siempre atenta y cariñosa enseñanza y sus revires. Gracias a Humberto Beck por su apertura dialogal que, a pesar de nuestras diferencias, ha permitido entablar una amistad. Importante mencionar a Jaime Torres Guillén, con quien he dialogado la importancia de no “repetir” sin más a estos autores, sino a recuperar sus gestos críticos para llevarlos de forma original a nuestros propios intereses y luchas. Gracias a Miguel Ángel Aguilar, Elsa Ivette Jiménez, Wendy Juárez y a Saúl Espino por sus comentarios, así como a Luis Martínez Andrade por su generoso prólogo. Gracias a las y los participantes del seminario original y a los integrantes del CECLA, sin su acompañamiento jamás hubieran nacido estas páginas. No puedo dejar de mencionar a Jesús Héctor Betancourt del Dragón de Jade en Cuernavaca y su impulso para llevar a cabo un seminario sobre Jean Robert en el cual he podido continuar el diálogo sobre estas ideas con amigas y amigos como Héctor Peña, Margarita Sánchez Pacheco y Hernando Calla. Que este escrito fecunde más la amistad y la convivencialidad de nuestros esfuerzos. 18 19 8 Silja Samerski, The Decision Trap. Genetic education and its social consequences (Exeter: Imprint Academic, 2015). Capítulo I Iván Illich y el epílogo de la era industrial. Marco de un proyecto sociopolítico De las muchas formas en las que he escuchado describir a Iván Illich, la que más me ha movido ha sido aquella que le caracteriza como alguien que sabía ser amigo. Fue, según me dicen, siempre consciente de su gran debilidad: la polifilia. Tenía muchas amistades y cada una de ellas le abría a su vez puertas a otras más. Su vida y obra fue aquella que hizo y pensó con quienes sentía un profundo cariño. Este primer capítulo pretende ofrecer un panorama general de Illich. Tengo que subrayar y recalcar de nuevo que esta aproximación se trata de eso, de unas breves y humildes líneas que no buscan agotar ni extensa ni minuciosamente a Illich o a sus amigos, sino el brindar suficiente información y pistas para que quien esté leyendo esto se inspire a iniciar una búsqueda por su cuenta. Con esto en mente, ofrezco en este capítulo dos apartados que se concentrarán, primero, en una semblanza vital y hasta cierto punto intelectual de Iván. En un segundo momento anotaré algunos puntos interesantes alrededor de la influencia illichiana en México, puesto que al final de cuentas el collage aquí presentado piensa también con los pies en el territorio. ¿QUIÉN FUE IVÁN ILLICH? Nació en Viena el 4 de septiembre de 1926 y murió en Bremen, ciudad que le acogería durante la última etapa de su vida, el 2 de diciembre del 2002. Dejó tras de sí una inmensa obra intelectual que incluso hoy en día no se ha catalogado por completo. Recorrió el mundo (buena parte de él a pie) aprendiendo y dejándose transformar por los modos vernáculos de vida que tanto le inspiraban. Forjó amistades y una herencia que continúa inspirando distintos tipos de acciones colectivas y de reflexiones (como esta). Uno puede tomar casi cualquier texto suyo y encontrar en él una actualidad sorprendente. En varias ocasiones ha sucedido que, al compartir 21 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO algún párrafo de su autoría, la persona que lo lee cree que fueron escritas el día de ayer en un periódico. Muchos y muchas creemos que este es el tiempo de Illich. Hoy es cuando su crítica radical a la sociedad moderna tiene más cabida. Existen, por supuesto, muchos Illichs, lo cual no significa que tuviera una personalidad o pensamiento desfragmentado. Su apuesta es clara, pero los matices son variados. Se dice que con cada amistad dejas una parte de ti en el corazón del amigo, de la amiga. Pues bien, la polifilia de Iván le llevó a dejar partes de él mismo regadas por los cinco continentes. Tenía, según me cuentan, esa capacidad (fundada en su impresionante erudición, pero sobre todo en su generosidad de corazón) de hablar casi de cualquier tema con casi cualquier persona. De tal modo que si tú eras un ferviente amante de la filosofía medieval podías encontrar en Illich un interlocutor experto, sobre todo en el siglo XII y en Hugo de San Víctor. Pero también podía entablar una conversación sobre el cristianismo, la filosofía moderna (trabajó con Jacques Maritain y llegó a discutir con Foucault algunas de sus tesis sobre la sexualidad),9 las herramientas, los pueblos originarios, la medicina, educación, marxismo y un muy largo etcétera. Es por ello que me he dado cuenta de que cada persona que conoció a Illich puede hablar del Illich que conoció. David Cayley, por ejemplo, puede hablar del Illich católico porque con él habló ampliamente sobre su fe.10 Pero exactamente lo mismo puede decirse de sus diálogos con Gustavo Esteva, gran conocedor de Marx y del campesinado mexicano, o de Jean Robert, apasionado del transporte. Illich se centraba en tus intereses, te escuchaba y ayudaba, cual Sócrates, a que parieras tus propias ideas y singularidad del pensamiento. ¿Era Illich un ferviente creyente católico o un marxista? ¿Un experto en transporte o un historiador de las ideas? Quizás la mejor respuesta sería decir que era todo eso y ninguna de esas cosas. Era más bien una persona que sabía ser amigo y se interesaba por aquello que les apasionara a las personas por las que él sentía pasión. Puedo decir estas cosas sobre Illich, a quien no conocí personalmente, porque en mi historia personal me encontré con otra persona que tam- IVÁN ILLICH Y EL EPÍLOGO DE LA ERA INDUSTRIAL. MARCO DE UN PROYECTO SOCIOPOLÍTICO bién sabía ser amigo. Se trata de un contemporáneo de Illich, nacido en Puebla en 1930 y fallecido en Guadalajara en el 2013. Hablo del jesuita Jorge Manzano, doctor en filosofía, profesor, sacerdote, chamán… Al igual que Illich, había muchos Jorges. Cada quien tenía el suyo porque su especificidad era reconocer lo específico de cada una de sus amistades. Durante sus últimos meses, los cuales tuvo que pasarlos en hospitales y enfermerías, Jorge recibía a escondidas a sus amigos. Cada uno le llevaba algún tratamiento o medicina de su propia cultura o tradición espiritual (Jorge dedicó buena parte de su vida al diálogo interreligioso).11 Cuando el médico le hizo exámenes de sangre y se dio cuenta de la infinidad de substancias distintas que llevaba en torrente sanguíneo, prohibió la entrada de cualquiera que no fuera personal médico. Sin esta medida hubiera sido imposible operarlo, porque Jorge creía de todo corazón en los remedios que con amor le presentaban sus amigos.12 Personalidades como estas son difíciles de encasillar. Aun así, continuaré con mi relato sobre el caminar de Illich mostrando por lo menos algunos datos relevantes que puedan ayudarnos a dibujar un panorama de su vida. La familia de Illich era de origen judío, dálmatas convertidos al catolicismo que sin embargo se vieron obligados a salir de Viena en 1941 por la presión del nazismo. Huye a Italia donde ingresó a la Universidad de Florencia para estudiar histología y cristalografía. Curioso que el primer campo de estudio del gran crítico de la sociedad industrial fuera uno concentrado en tejidos orgánicos y en cristales. Cabe mencionar que sus estudios “escolares” comenzarían en ese entonces, antes aprendía en casa. Fue en esa época que ingresó en la formación eclesial y se ordena sacerdote en el 46, después de sus estudios de filosofía y teología en la Gregoriana de Roma. Su carrera eclesiástica prometía un futuro brillante como un “príncipe de la Iglesia”, así que rápidamente le ofrecieron un puesto diplomático el cual rechazó de inmediato y prácticamente se podría decir que huyó a Norteamérica buscando asilo. Allí, en Manhattan, recorrió las calles hasta entrar a un templo católico cuya feligresía era de origen puertorriqueño. Quedó impresionado por 11 9 10 Maritain fue maestro de Illich en Roma. Sobre Maritain y Foucault ver Iván Illich, Los ríos al norte del futuro. Conversaciones con David Cayley (México: Aliosventos, 2019) 109 y 131. Ver el blog de David Cayley, quien realizó amplias entrevistas a Illich y las publicó posteriormente en varios libros: http://www.davidcayley.com/blog 22 12 Ver su autobiografía en Jorge Manzano Vargas, “Ballena de Jonás”, en Xipe Totek. Revista trimestral del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO, Vol. XXII-4, No. 88, 31 de diciembre de 2013, 305-331. Una obra que particularmente muestra esta faceta de Jorge Manzano es su libro Al rasgarse el arco iris, una serie de cartas que escribió a sus amigos durante su larga estadía en Europa. Ver Jorge Manzano S.J., Al rasgarse el arco iris. Relatos de viajes, tras las huellas de filósofos (México: Universidad Iberoamericana, 2009). 23 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO lo que vio: una eucaristía en inglés para personas que hablaban español; unos ritos y modos de celebrar la misa que nada tenían que ver con la experiencia festiva y comunitaria a la que estaban acostumbrados esos puertorriqueños en su tierra natal. El propio Illich cuenta esta experiencia en un escrito titulado The American Parish publicado en 1955.13 Ahí narra, en un pequeño apartado titulado “Another World”, su encuentro con José y su hermana María, dos puertorriqueños que se sentían “en otro mundo” en aquella catedral gótica en medio de Nueva York. Illich fue con el arzobispo de la ciudad y le pidió ser el párroco de la parroquia, cosa que el arzobispo aceptó de buena gana. Este tiempo sería fundamental en la vida de Iván, al grado de que podríamos entenderlo como una especie de contacto que le movería a varias de sus andanzas posteriores. De hecho, en 1956 lo nombraron vicerrector de la Universidad Católica de Puerto Rico, donde pasó algunos años y conoció a Leopold Kohr, cuyas ideas fueron de enorme relevancia en su pensamiento. No tardó mucho en tener roces con el obispo de la región por motivos de la estrecha relación que este tenía con algunos políticos. Illich fue siempre un ferviente partidario de la división entre la Iglesia y el Estado, tenía bastante claro que la misión de la Iglesia no era la de hacer políticas públicas, por lo que incluso tuvo sus distancias con la teología de la liberación. Aquella era la época de la postguerra y nuevos aires económicos y sociales pululaban por doquier. Durante los siguientes diez años, Illich trabajó en la encomienda de formar a misioneros y misioneras del primer mundo que querían ir a América Latina, según el acuerdo establecido entre el papado de Juan XXIII y poderes usamericanos. Se planteaba que se enviara por lo menos al diez por ciento del clero como misioneros para ayudar a modernizar América Latina. Se trataba de una nueva cara de la Doctrina Truman, la famosa Alianza para el Progreso establecida por la administración de Kennedy. Al inicio, Illich, debido a su conocimiento e inserción en la cultura latinoamericana (llegó a caminar gran parte del subcontinente, casi muriendo en el trecho andino del trayecto por el cansancio, la altura y el frío) parecía el candidato perfecto para liderar algún centro de este proyecto. De cierto modo sí lo hizo, pero como bien aprendió de los pueblos en los que caminó, 13 Ivan Illich, The Powerless Church and Other Selected Writings, 1955-1985 (Penssylvania: The Pennsylvania State University Press, 2018) 1-13. 24 IVÁN ILLICH Y EL EPÍLOGO DE LA ERA INDUSTRIAL. MARCO DE UN PROYECTO SOCIOPOLÍTICO participó en el proyecto, pero para salirse con la suya. Fundó el Centro de Formación Intercultural (CIF) en la Universidad Fordham, Nueva York. En 1961 llegó a Cuernavaca donde en 1966 nació el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC). Inicia así la época que le brindó más divulgación y reconocimiento a Illich. De cierto modo fue un pionero del diálogo intercultural y sembró las bases para un auténtico encuentro con el otro. Sí, sus centros recibían misioneros para enseñarles español. Sin embargo, a todas luces su auténtico objetivo era el de inclinarlos a desistir. Les mostraba que, si en verdad querían hacerle algún favor a América Latina, lo mejor era que se quedaran en sus países de origen. Fue pues un encarnizado defensor de los pueblos ante este nuevo impulso neocolonizador. Uno de sus textos más potentes y sin embargo de los menos conocidos se titula Al diablo con las buenas intenciones, del cual afirma ser una “declaración teológica”. Se trata de un discurso que pronunció frente a la Conference on InterAmerican Student Projects. Su objetivo tuvo impacto, a la larga solo un minúsculo porcentaje del número de misioneros esperados llegó a pisar suelo latinoamericano. No podía pasar desapercibido. Esta época fue justamente la que le comenzó a causar problemas con políticos y particularmente con la Iglesia. Su relación con esta última fue escabrosa. Nunca dejó de ser sacerdote en el sentido estricto, simplemente dejó de ejercer su ministerio. De hecho, aún se le podía encontrar en las listas eclesiales como un “monseñor”. Esto no quita que fuera hostigado, incluso citado e interrogado en la misma sala donde acusaron a Galileo. Se quitó la envergadura de teólogo y habló siempre como un historiador y un filósofo, jamás con autoridad eclesial ni tampoco para los y las católicas. No abandonó jamás su fe, la cual era viva y enraizada, pero tampoco era su carta de presentación. Era un teólogo apofático, aquellos que por medio de la teología negativa (hablar de Dios sin nombrarle puesto que todo hablar de Dios queda siempre corto) hablan de su experiencia más profunda. Este último tema es bastante polémico. He dicho ya que existen muchos Illichs. En este caso en particular se vuelve muy notorio. Como puede verse en los distintos textos introductorios a la versión castellana de Los ríos al norte del futuro (traducción que cito en este trabajo), no existe acuerdo respecto a este tema. Para Jean Robert el darle demasiado peso al 25 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Illich católico era hasta cierto punto blasfemia para con ese apofatismo;14 para David Cayley (y hasta cierto punto para Agamben), por otro lado, Illich trabajó siempre desde unas hipótesis teológicas que simplemente fue evidenciando poco a poco.15 Gustavo Esteva no está nada de acuerdo y considera que se malentiende e incluso se pierde lo más importante de Illich, como si estuviera hablando en el fondo a creyentes católicos.16 Javier Sicilia dedica su prefacio al segundo tomo de las Obras Reunidas a presentar la interpretación illichiana de la encarnación.17 El tema sigue siendo polémico, basta decir que lo que sí está claro es que Illich dejó la envestidura tanto sacerdotal como teológica para seguir pensando con sus amigos y amigas los temas que más les inquietaban, sin dejar su fe y de cierto modo su relación con ese ámbito de su vida pero sin que este representara nunca ni su tarjeta de presentación ni su lenguaje predilecto. Volvamos pues a la época del CIDOC, la era dorada de Illich se podría decir. Cabe mencionar que fue en estos años del CIDOC (1966-1976) en los que no solamente el nombre de Iván Illich significó algo en buena parte del mundo, sino que fueron los años en que se gestaron las ideas para sus obras más emblemáticas, los cuales podríamos llamar “los panfletos de Cuernavaca”: La sociedad desescolarizada (1971), La convivencialidad (1973), Energía y equidad (1974) y Némesis Médica (1975). Habría que contar además su texto Alternativas de 1974, que de cierto modo plasma muchas de las ideas contenidas en los otros libros. La siguiente cita de Jean Robert puede perfectamente expresar el interés de Illich durante estos años, interés que nunca abandonó, sino que fue evolucionando: “las certidumbres no examinadas que sirven de fundamento a todas las teorías sociales y económicas de la sociedad moderna”.18 Terminado este prolífico periodo, Illich “desapareció”. Sí, desapareció de la lista de libros más citados o de intelectuales más significativos. El cierre del CIDOC fue voluntario y acordado, aunque también existían las presiones de quienes no les venía bien ese espacio. Por sus pasillos de adobe al puro estilo del relieve de la entonces “ciudad de la eterna primavera”, se 14 15 16 17 18 Illich, Los ríos al norte del futuro, 9. Ibid., 25. Ibid., 71. Illich, Obras Reunidas II, 13-37. Jean Robert, “Un filósofo y pensador radical en Cuernavaca”, en Gustavo Esteva (coord.), Repensar el mundo con Iván Illich (Guadalajara: La casa del mago, 2012), 181. 26 IVÁN ILLICH Y EL EPÍLOGO DE LA ERA INDUSTRIAL. MARCO DE UN PROYECTO SOCIOPOLÍTICO pasearon nombres como Paulo Freire (de quien por cierto se puede decir que contó con la ayuda de Illich para salir de la cárcel en Brasil), Peter Berger, Erich Fromm, Sergio Méndez Arceo y otras y otros tantos más. Había llegado el momento de hacer algo diferente, el CIDOC dio lo que tenía que dar de sí dejando en su camino el germen de lo que precisamente me interesa abordar en este libro: los pensadores y pensadoras que, inspirados en esos años (y en otros posteriores), se les puede reconocer por su fuerte influencia en estas ideas. Ahora bien, las mudanzas vitales suelen venir acompañadas por mudanzas o quiebres epistémicos. Hasta ese momento Illich se había concentrado en su crítica a la sociedad industrial y sus certezas, enfocándose en lo que él llamó la “era de la herramienta” o “era instrumental”. El horizonte había cambiado, según Illich, por completo durante esos años. En los años 70 era todavía posible imaginar que los pueblos del sur recuperasen su convivialidad y modos concretos de vida más allá de las imposiciones de las instituciones contraproductivas. Esto último debido a que de hecho la convivencialidad no se había roto por completo en dichos territorios. Un nuevo umbral, empero, comenzó a fraguarse en los 80´s. Illich le llamo la “era de los sistemas”, aquella en donde el individuo ya no era meramente cooptado en su capacidad para sanarse o moverse, sino que había sido tragado por el sistema de servicios al grado de convertirse en un subsistema de sistemas. Illich fue un profeta, no de los que ven el futuro desde una bola de cristal sino de los que saben interpretar tendencias futuras del presente y vislumbrar ciertos acontecimientos. No por nada, como decía antes, podemos abrir casi cualquier libro de Illich escrito hace 50 o 40 años y sentir que fue escrito ayer. A partir de este cambio de paradigma y, según dicen, de una cierta desilusión del rumbo que el mundo iba tomando, Illich se concentró en estudiar la historia de las percepciones, así como del lenguaje. Sus textos importantes de esta época son El género vernáculo (1982), El H2O y las aguas del olvido (1985) y, ya en su última etapa, En el viñedo del texto (1993). Este es el Iván Illich menos conocido, pero no por eso el menos importante. De cierta manera son textos de una alta madurez intelectual. No quita el dedo del renglón de los problemas que le inquietaron desde su temprana edad, simplemente tomaron nuevas perspectivas. Un ejemplo es la noción de proporción, presente ya desde sus primeros escritos y en buena medida por su amistad con Kohr. Fue, 27 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO sin embargo, en estos últimos 20 años que encontró en la proporción uno de los grandes puntos que habría que tomar en cuenta. Fueron años gozosos para Illich. Nunca buscó la fama ni jamás escribió para ser reconocido. El género vernáculo no solo no tuvo la recepción con la que contaron sus obras anteriores, sino que fue ampliamente criticado y malentendido principalmente en los Estados Unidos por algunos grupos feministas (sobre esto hablaré más adelante). En sus últimos años vivió de aquí para allá dando conferencias y seminarios. Nunca dejó su casa de Cuernavaca, mejor dicho, en Ocotepec, la cual estimaba y quería de forma muy especial. La mayor parte del tiempo estaba en Bremen o en Pennsylvania, en el Penn State College donde actualmente se impulsan varías iniciativas en pro de la divulgación de su obra. 17 años duró con “la bola”, como le decía a un tumor que desarrolló en el rostro y el cual nunca quiso operarse. Fue a que le dijeran que era, lo supo y aprendió a vivir con eso por bastante tiempo. No quería convertir su cuerpo en un experimento más del régimen médico. No quería dejar de ser quien era, un ser humano finito de carne y hueso con dolor, pero también con la esperanza puesta en sus amigos. En toda su vida en general, pero particularmente en esos últimos años, la amistad se convirtió en su más preciado tesoro. Sus trabajos en diversas universidades le permitían contar con recursos suficientes para tener siempre una modesta pero esplendorosa cena en su casa, donde recibía a sus amistades de todo el mundo para conversar de infinidad de temas. La amistad se había convertido en su último baluarte de lucha, el espacio donde podía ser él mismo más allá de las instituciones contraproductivas y los sistemas alienantes. Como le dijo a David Cayley en una de sus conversaciones: “Los amigos, los amigos… la gratuidad, sólo eso, por el gusto de hacerlo, porque te da la gana…”19 Y así como vivió, murió Iván Illich, el amigo, el historiador, el filósofo, el crítico radical de la sociedad industrial, de la escuela, de la iatrogénesis médica. El que alguna vez llegó a México y se enamoró de su gente y estuvo dispuesto a aprender de ella, inspira ahora estas reflexiones que intentan humildemente con-mover con su legado e invitar a recuperar la esperanza como lucha social, pues de esto, como él mismo decía, dependerá la sobrevivencia humana. IVÁN ILLICH Y EL EPÍLOGO DE LA ERA INDUSTRIAL. MARCO DE UN PROYECTO SOCIOPOLÍTICO IVÁN ILLICH EN MÉXICO En este segundo apartado del primer capítulo me concentraré en profundizar un poco más en la relación entre Illich y México. Lo general quedó dicho en los párrafos anteriores, y sin embargo me parece muy relevante —en vistas de que el objetivo de este libro es el de hablar de la herencia de Iván en México y sus posibilidades— decir algunas palabras de cómo fue la recepción de su pensamiento en este país. Para ello me basaré sobre todo en un riquísimo diálogo entablado entre dos de los autores que presentaré más adelante, a saber, Jean Robert y Gustavo Esteva.20 Robert inicia preguntándole a Esteva por su análisis de porqué, a pesar de haber pasado Illich una gran cantidad de tiempo en México, su pensamiento no tuvo los efectos que llegó a tener en, por ejemplo, Bélgica, Alemania o incluso los Estados Unidos. Esteva comparte su diagnóstico en los siguientes términos. En primer lugar, señala que el populismo desarrollista de tiempos de Echeverría padecía del mismo mal del que suelen cojear los nacionalismos de las élites: una exacerbada fascinación por todo aquello que viene del exterior. Es, cabe decirlo, lo mismo que sucede hoy en día. Las ideas de Illich, tan enraizadas en lo vernáculo y tan críticas del desarrollo, sonaban a sandeces para quienes querían ampliar el espectro de la educación obligatoria y la cobertura médica. El segundo punto es la imagen pública que Illich cargaba en los años 70. Al actuar desde Cuernavaca, tierra de Le Mercier y Méndez Arceo, se le catalogaba con el mismo saco: de cura reaccionario. La “derecha” no los quería y la “izquierda” los veía como irrelevantes. Pensaban que Illich criticaba lo obvio, la ineptitud de las instituciones capitalistas. Como el propio Esteva confiesa haber pensado, consideraban que eso era evidente, pero que con el socialismo se construirían mejores instituciones. Además, ¿de qué servirían esas ideas en México? Sí, criticar a las instituciones modernas tenía sentido en Europa, quizás, donde por lo menos existían. En México todavía no habían llegado, había que construirlas. Ya era la hora de que nos tocara un poco de modernización. Los mexicanos, dice Esteva, no leían a Illich en los años 70. Su novedad le impedía encajar en los cajones prefabricados de desarrollistas y marxistas. 20 19 Illich, Los ríos al norte del futuro, 253. 28 Jean Robert y Gustavo Esteva, “Iván Illich en México. Conversación de Jean Robert con Gustavo Esteva”, en Ixtus. Espíritu y Cultura, año 2000, número 28, año VII, 13-26. 29 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO IVÁN ILLICH Y EL EPÍLOGO DE LA ERA INDUSTRIAL. MARCO DE UN PROYECTO SOCIOPOLÍTICO Aquellos años del CIDOC catapultaron a Illich y a sus ideas, pero no en México. Su crítica, profundamente enraizada en tierras aztecas, no logró echar raíces en ella. Surge entonces la siguiente pregunta: ¿puede tener una mejor recepción el pensamiento de Illich en el México de hoy? ¿Ha cambiado algo desde los años 70?, ¿podemos apostar por un resurgir illichiano? De cierta manera muchas cosas han cambiado, pero otras tantas continúan igual. El nacionalismo de las élites continúa fascinado por lo extranjero, por el american way of life o cualquier otro nombre que le queramos dar. Incluso quienes se denominan como de izquierda y buscan grandes transformaciones, continúan abanderados con la tela del progreso y buscan los mismos laureles queriendo construir corredores intercontinentales y trenes que atraviesan territorio indígena. Por otro lado, llegó el tiempo en que la ilusión del desarrollo se presentó como tal. Hace 50 años, cuando Illich escribía, quienes lograban terminar la universidad tenían dos o tres empleos esperándolos. Hoy, es experiencia generalizada que las universidades son fábricas de desempleados y, en el mejor de los casos, se termina trabajando en algo para lo que no se estudió. La pandemia del covid-19 desveló que los sistemas de salud son las fachadas más peligrosas para la misma, así como el peor lugar para sanarse o recuperarse de eso que llaman “enfermedad”. Los sistemas de transportes son hipermodernos e hiperveloces, y sin embargo el joven del siglo XXI pierde más tiempo del que perdían sus abuelos desplazándose de un punto a otro de la Ciudad de México. Al poder han subido de derecha y de izquierda. Las esperanzas de ambas partes han mostrado que, aun teniendo buena voluntad, el problema no es quien se sienta en la silla presidencial sino la silla misma. Incluso los llamados “independientes”, tan jóvenes y llenos de ideas nuevas, terminan por unirse a los mismos partidos de siempre o creando nuevos, solo para darse cuenta de que no es únicamente la corrupción moral de unos cuantos el problema, sino la propia escala inhumana de la ficción llamada “país” o la inepta ficción de la democracia representativa, solo vigente en su rito de las urnas que mantiene vivo el mito de que quienes ganan son elegidos por las mayorías. Por otro lado, millones de mujeres y hombres, a veces orillados por el hambre y la precariedad del empleo más que por haber leído un libro sobre política, se organizan para sostener su vida por lo menos en los límites de la dignidad. El zapatismo, del cual Illich solo conoció sus primeros años, volvió en la segunda década del siglo XXI a alzar la voz e inspirar en cada rincón del territorio. No llaman a unirse a una nueva revolución que ellos lideran, sino a que cada colectivo se organice ahí donde vive su existencia, que se sacuda las telarañas del “mal gobierno” y luche por la autonomía. Eso es lo que hacen las personas de a pie, organizarse para poder resistir al horror de la educación (agravado por las nuevas tecnologías); buscan producir su propia comida o por lo menos organizarse para conseguir algo que no sea el veneno de los supermercados; recuperan sus sabidurías ancestrales de sanar, como ese té de la abuelita que era remedio para todo, incluso para el corazón y el mal de amores. Como veremos más adelante, se está dando una insurrección en curso, una que, sin saberlo muchas veces, comulga con la línea abierta por Illich, tanto en la crítica como en la propuesta. Es a partir de este panorama que considero que sí, que el tiempo de Iván Illich ha llegado, tanto a nivel mundial como para México. No en la forma de nuevo intelectual de pedestal (suficiente daño se le hizo a Marx por eso). La obra de Illich no es una receta para la revolución, es una invitación a la imaginación creadora, a construir la propia vida recuperando la propia potencia personal y colectiva para vivirla. Como ya mencioné, existen grandes adversidades y obstáculos, pero también terreno fértil y quizás la urgencia por construir alternativas. Solo los próximos años nos dirán si tuvimos la capacidad y la creatividad para encontrarnos y compartir nuevos y otros horizontes posibles. 30 31 LECTURAS RECOMENDADAS: Robert, Jean y Esteva, Gustavo. “Iván Illich en México. Conversación de Jean Robert con Gustavo Esteva”. En Ixtus. Espíritu y Cultura, año 2000, número 28, año VII, 13-26. Robert, Jean. “Un filósofo y pensador radical en Cuernavaca”. En Esteva, Gustavo (coordinador). (2012). Repensar el mundo con Iván Illich. Guadalajara: La casa del mago, 171-199. Capítulo II Convivencialidad. Término clave para la resistencia política desde abajo Imposible pretender agotar el amplio y variado pensamiento de Iván Illich en un pequeño capítulo de un texto de aproximación como el que aquí propongo. En el capítulo anterior mostré el contexto y los vaivenes de una vida rica en amistad e ideas. Por ello, este segundo capítulo no intenta ofrecer una síntesis del pensamiento illichiano, sino contar, como quien cuenta una historia a un compañero de viaje, algunas ideas generales que en el mejor de los casos siembren en el oyente la inquietud por adentrarse con sus propias fuerzas a ese terreno. Me concentraré en la convivencialidad (también llamada en ocasiones convivialidad), horizonte desde el cual puede comprenderse las conjeturas illichianas. La convivencialidad se refiere al “convivir”, palabra que utilizamos frecuentemente en México. Es, de hecho, una palabra vernácula, perteneciente a lo propio de la comunidad. Tiene un sentido de tradición, de territorio. Lamentablemente, como todos los conceptos que realmente valen la pena, terminan por caer en manos o de quienes los abaratan o de quienes los utilizan para fines totalmente opuestos a su espíritu. Pero en manos de la gente lo convivial es lo común, lo que se comparte, la fiesta que se celebra y la vida que se cuida y se cultiva. Probablemente Illich escuchó esta palabra en más de algún campesino de Ocotepec. Su obra entera, no solamente su libro que lleva dicho nombre, está centrada en el horizonte de la convivencialidad, ya sea por vía positiva o por vía negativa. Por vía positiva me refiero a cuando Illich la aborda directamente, ya sea que hable explícitamente de ella o en alguno de sus equivalentes tales como la amistad o la esperanza. Entiéndase por su parte la vía negativa a aquella en la cual Illich está ofreciendo una crítica a la sociedad moderna. En el fondo, lo que Illich critica es la pérdida o corrupción de la convivencialidad, el abandono de sus límites y proporciones. Comencemos por la segunda. 33 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Existen dos textos que pueden brindarnos, de cierto modo, un panorama general de las intenciones de Illich. El primero es el párrafo inicial de La convivencialidad, el cual dice: Durante estos próximos años intento trabajar en un epílogo a la era industrial. Quiero delinear el contorno de las mutaciones que afectan al lenguaje, al derecho, a los mitos y a los ritos, en esta época en que se condicionen los hombres y los productos. Quiero trazar un cuadro del ocaso del modo de producción industrial y de la metamorfosis de las profesiones que él engendra y alimenta.21 El segundo texto son unas cuantas líneas que Illich escribe junto con Valentina Borremans y que podríamos considerar la síntesis de su afán. La primera línea comienza diciendo: “El control social de los sistemas de producción es la base de toda reestructuración social…”22 Y continúa: En nuestra opinión lo que hoy es necesario es el control político de las características tecnológicas de los productos industriales y de la intensidad de los servicios profesionales. Esta nueva política consiste en la búsqueda de un acuerdo comunitario sobre el perfil tecnológico del techo común bajo el cual todos los miembros de una sociedad quieren vivir. Más bien que la construcción de una plataforma de lanzamiento, desde la cual solamente a algunos miembros de esa sociedad se les envía a las estrellas.23 Considero que leyendo con atención estos párrafos podemos darnos una idea bastante clara de por dónde quiere ir Illich. El mundo en el que nació había desaparecido y se encontraba en medio de un torbellino modernizador, amante de la herramienta contraproductiva e instituciones succionadoras de autonomía y lo que él llamó las profesiones inhabilitantes. Contaba no únicamente con las experiencias de su infancia en donde su cuerpo era su cuerpo y su dolor se lo evidenciaba, en lugar de formar parte de un sistema de salud que lo convertía en un paciente que emana estadísticas que ni el mismo sabe interpretar. También tenía delante suyo las comunidades y pueblos conviviales con los que compartía. Quería mostrarnos CONVIVENCIALIDAD. TÉRMINO CLAVE PARA LA RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO cuál era el camino que estábamos tomando y hacia donde nos iba a llevar, pero también qué estábamos sacrificando y qué perderíamos para siempre. En 1968 se fundó el Club de Roma, una asociación de políticos y empresarios influyentes con cierta inclinación altruista. En 1970, este club encargó al MIT un estudio sobre la situación planetaria en aquel tiempo. Dos años después esta prestigiada institución usamericana publicó el The Limits to Growth: a Report for The Club of Rome’s Project on The Predicament of Mankind.24 En este reporte se previno que, si seguíamos produciendo del mismo modo que se hacía en aquel entonces, en 50 años el calentamiento global llegaría a un punto límite. Pues bien, esos 50 años han llegado y nos encontramos ahí. En aquel entonces la respuesta humanitaria del afamado Club de Roma fue impulsar la reducción de la producción de mercancías, lo cual era algo bastante prudente. Sin embargo, no querían castigar la economía y su apuesta fue promocionar el incremento de los servicios. En otras palabras, pasar de una sociedad que consume mercancías a una sociedad que consume servicios. Esta fue en parte la razón que le puso a Illich los pelos de punta. Intuía que, más allá de ciertos límites, la producción de servicios haría más daño a la cultura que lo que hasta ese entonces habían significado los daños a la naturaleza ocasionados por la producción de mercancías. Su temor era que, en el afán desarrollista de modernizar la vida, esta se perdiera en la abstracción desencarnada de los individuos atomizados, clientes de instituciones impersonales. Al igual que Karl Polanyi o Rosa de Luxemburgo, Illich denunció la escurridiza contradicción que impera en la lucha moderna por combatir la escasez a través de la creación de mercancías. Este es un buen punto para continuar la exposición de este apartado, el cual quiere mostrar la pérdida del horizonte de la convivencialidad y de la proporción. La escasez es quizás el gran invento de la economía moderna. De hecho, se podría decir que para inventarse a sí misma la ciencia económica tuvo que crear el principio de escasez. Cuando digo que la escasez es un fenómeno propiamente moderno no me refiero a que antes de la modernidad no haya 24 21 22 23 Iván Illich, “La convivencialidad”, en Iván Illich, Obras Reunidas I (México: Fondo de Cultura Económica, 2006), 371. Valentina Borremans e Iván Illich, «La necesidad de un techo común. El control social de la tecnología», en APÉNDICE a Némesis Médica, Iván Illich. Obras Reunidas I (México: Fondo de Cultura Económica, 2006), 761. Borremans e Illich, “La necesidad de un techo común. El control social de la tecnología”, 761. 34 Donella H. Meadows, Dennis L. Meadows, Jorgen Randers; William W. Behrens III et al. 1972, “The Limits to Growth: a Report for The Club of Rome’s Project on the Predicament of Mankind” (Los límites al crecimiento: un reporte al proyecto del Club de Roma en el predicamento de la humanidad). New York: Universe Books. 205 Disponible en: http://collections.dartmouth.edu/published-derivatives/meadows/pdf/meadows_ltg-001.pdf [Última consulta: 27/02/21] 35 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO CONVIVENCIALIDAD. TÉRMINO CLAVE PARA LA RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO habido subsistencia y los esfuerzos que esta conlleva, sino justamente lo contrario: la subsistencia (como se verá en el próximo capítulo con Jean Robert) es el cuidado de la vida y de los bienes comunes. En ella no hay escasez sino suficiencia porque lo que hay se comparte. La economía moderna, en cambio, parte del principio de que existen bienes escasos para satisfacer deseos infinitos. Bajo este problema se funda la ciencia económica como la encargada de administrar los bienes para que alcancen. El único modo de hacer que alcancen es produciendo más, ya que lo que hay no es suficiente. La gran contradicción es que la escasez moderna funciona a través del despojo. Solo carecemos de aquello que nos han quitado, como a quien le falta el aire al estarse ahogando. La mercancía nace pues de la no-mercancía, destruyendo los territorios y las culturas para producir productos. Esto, como mencioné, no es algo exclusivo de los análisis de Illich. El aporte de nuestro pensador es haber dado cuenta de un mayor número de repercusiones de este proceso. Para empezar, nos brindó el término del desvalor, el cual ayuda a entender que todo valor de cambio nace de eliminar valores de uso. Todo valor económico conlleva una desvalorización de las propias formas de hacer la vida. A partir del despojo de los territorios y las formas propias de subsistencia, las personas (nudos comunitarios de existencia) se convierten en seres necesitados. Esa nueva condición hasta entonces inédita, proposición difícil de entender para quien no puede soltar los supuestos modernos del desarrollo, creó a la nueva especie que hoy recorre el planeta entero: el homo economicus, un ser individual atomizado y despojado de sus redes comunitarias de vida. Es solo bajo este contexto que las instituciones modernas, tanto las que producen mercancías como las que producen servicios, tienen sentido. Solo un ser necesitado tiene que ir a la escuela para aprender, solo un ser que necesita ser movido es totalmente dependiente del sistema de transporte, etc. A esto Illich le llamó la institucionalización de los valores, proceso mediante el cual los valores son dictados por las instituciones; aquello que es bueno o malo, beneficioso o perjudicial para nosotros ya no podemos discernirlo desde nuestro sentir, sino desde el mandato institucional desde el arriba. Esta es la otra cara del principio de escasez, pues para decir que algo falta es necesario tener alguna noción de qué es aquello que hace falta, lo cual es maquinado desde las instituciones. Al necesitar cada vez más nos volvemos cada vez más dependientes de las instituciones, las cuales continúan despojando los ámbitos vitales para colonizarlos. Hace un siglo la mayoría de las casas no contaban con electrodomésticos, ahora si no se tiene refrigerador se es “pobre”. A este fenómeno Illich le llamó la modernización de la pobreza o la pobreza modernizada, aquella nueva categoría de marginados creados por el propio sistema. Antes de que la escuela fuera obligatoria no había niños y niñas subeducados, antes del desarrollo no había subdesarrollados. Con cada nuevo valor institucionalizado se crea una nueva categoría social que polariza, discrimina y violenta. Peor aún, según la misma lógica industrial, toda necesidad se convierte tarde o temprano en un derecho. Como en la era de los derechos se tiene el derecho de imponer derechos, los gobiernos y empresas andan libremente por ahí imponiendo necesidades. Eso sucedió particularmente con las escuelas construidas en los pueblos indígenas, las cuales tenían que estar rodeadas de fuerzas armadas para obligar a los niños y niñas a asistir a una prisión que supuestamente era “su derecho”. Podemos decir que el despojo opera desde dos frentes: de forma extractiva arrancándonos nuestros propios modos de vivir, pero también entumeciendo la imaginación social y junto con ella la creatividad personal y colectiva para construir nuestra propia subsistencia. En palabras de Illich, la sociedad moderno-industrial opera como un monopolio radical. Este término no refiere al monopolio que tiene una empresa sobre otra. El monopolio que tiene Coca Cola en los refrescos no es un monopolio radical, así como tampoco lo es la línea de transportes ADO en las carreteras al sur de México. El monopolio radical es el que tienen los refrescos por sobre las bebidas, o las carreteras por sobre todo otro modo de movilizarnos. Para Illich, el monopolio radical es aquel que tiene la herramienta industrial ante cualquier otro tipo de herramienta. Es la escuela monopolizando el aprender, el sistema médico monopolizando el sanar. La utilización de verbos no es algo gratuito. Es un tema que profundizaré en el capítulo sobre Gustavo Esteva pues, aunque ya está presente en Illich, considero que Esteva lo lleva a sus máximas consecuencias hasta convertirlo en uno de los puntos centrales de su análisis. Regresemos al tema de la herramienta. Según Illich, la crítica social se había centrado —imposible no pensar aquí en el marxismo— en la propiedad social de los medios de producción y en el control social de los 36 37 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO CONVIVENCIALIDAD. TÉRMINO CLAVE PARA LA RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO mecanismos de distribución. Hasta ese momento, decía, no se había planteado enserio la problemática que engloban las dimensiones tecnológicas e institucionales. Querer tomar el Estado para simplemente quitar a la ultraderecha para cambiarlos por socialistas no arregla el problema. La escuela socialista se basa en principios similares a la capitalista. Ambas cooptan el libre y gozoso aprendizaje con currículums ocultos y profesores autoritarios y jerárquicos. Es por esto que Illich jamás apostó por “mejorar la escuela”, aunque tampoco era su afán quemarla. Apostaba por la organización creativa y gozosa para poder aprender en libertad, creía en las formas propias de los pueblos para construir su vida. En ese sentido, parte del problema con las herramientas modernas (entiéndase por herramienta moderna tanto una excavadora como la propia escuela o el hospital) es que se salían de las manos de las personas tanto por el monopolio radical pero también por la pérdida de la proporcionalidad. Rebasada cierta escala, decía Illich, cualquier herramienta se vuelve contraproductiva, produce justamente lo contrario para lo cual fue pensada. Los automóviles entorpecen y atrofian nuestra movilidad, el sistema de salud nos enferma, la agroindustria tiene sumida al planeta en hambrunas y la mayoría de la tecnología es tan sofisticada que solo algunos expertos con códigos encriptados y más tecnología secreta (como supercomputadoras) pueden entender. La proporción es aquella máxima convivencial en la que el tamaño del cuerpo (sea humano, animal, vegetal, mineral o institucional) correspondía directamente con la posibilidad misma de la existencia en cuestión. Una hormiga gigante, por poner un ejemplo, no es factible puesto que sus patas no aguantarían el peso. Incluso las catástrofes tienen sus proporciones: no puede haber un tornado dentro de una tina de baño. Si hemos llegado al atolladero en el que nos encontramos es porque toda la sociedad moderna se sostiene en un sueño prometeico (palabra muy illichiana) del mayor tamaño posible. Como comenté en el capítulo anterior, después de los años 80 Illich se dio cuenta de que, en sus palabras, habíamos dejado atrás la era de la herramienta y entrado a la era de los sistemas. Una herramienta mantiene la distancia entre ella y su usuario. Incluso si una herramienta es contraproductiva, como lo es el automóvil, mantengo la sensación y la consciencia de que soy yo quien usa a la herramienta. En un sistema sucede todo lo contrario. Yo soy parte del sistema, no como quien se vale de él sino como una pieza más del ensamblaje. La computadora es un buen ejemplo de un sistema, en donde parece que quien teclea es parte del hardware de la máquina. En la era de los sistemas todo lo dicho anteriormente se recrudece. La vida se convierte en una suerte de programa prefabricado por los distintos sistemas que nos conforman. Nuestro cuerpo mismo, por ejemplo, es construido por el sistema médico, así como ese constructo artificial que llamamos “yo” no es más que el resultado de una serie de condicionamientos sociales de los sistemas en los que nos movemos. Illich dedicó las últimas décadas de su vida a indagar sobre esta nueva condición en la que nos encontrábamos. Desde mi punto de vista, esta nueva faceta de la investigación illichiana, si bien implica una novedad respecto a sus planteamientos anteriores, de ningún modo representa una discontinuidad sino todo lo contrario, el seguimiento de lo que había ya encontrado en sus análisis sobre las herramientas y como estas dieron paso a los sistemas.25 Frente a todo esto —entramos ahora a la vía positiva de la convivencialiad— Illich propone organización, esperanza, austeridad. No son términos elegidos al azar. Ya vimos como nuestro autor invita a lo que el mismo denominó “techo común”. Llegar a algo así no es posible sin organización, sin ponerse de acuerdo. Se trata de buscar los límites después de los cuales cada una de las herramientas o cuerpos sociales dejan de servir a las personas y convierten a estas en sus sirvientes. En México solemos decir “voy a llevar el coche al servicio”. Queda claro quien sirve a quien. A esta investigación Illich le llamó investigación radical, la búsqueda de aquellos umbrales y contornos dentro de los cuales continuamos siendo humanos. Ese es uno de sus grandes propósitos, advertirnos que, si nos distraemos, podríamos amanecer un día como algo totalmente diferente. Ya no esta persona enmarcada en relaciones concretas de amistad y cariño, que vive su propia vida según su sentir y se mueve en la realidad en diálogo constante con ella. No, de pronto podríamos despertar siendo población, un número más en las estadísticas de desempleados, escolarizados, personas en riesgo de diabetes, etc. 38 39 25 En este libro sigo la intuición de Jean Robert de que, a pesar de que en Illich podemos reconocer un cambio entre sus planteamientos de los 70 a aquellos de los 80 en adelante —me refiero justamente la transformación que puede percibirse en su obra en referencia del paso de la era de las herramientas a la de los sistemas—, existe una continuidad en toda su obra de modo que ambos “momentos” del pensamiento illichiano se iluminan mutuamente y han de ser leídos complementariamente. Ver Jean Robert, “¿Es posible pensar después de la economía?”, en Modernidades alternativas (México: Ediciones Del Lirio y UNAM, 2017) 25-38. CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO El lector y la lectora atentos podrán percibir que la palabra “radical” es una constante. En muchas ocasiones me he encontrado con resistencias o malentendidos respecto a esta palabra. La interpretan como “los radicales”, los que quieren matar y quemar a medio mundo. Pues no nos referimos a eso, por lo menos Illich no lo hace. Para él lo radical tiene que ver con “la raíz”, lo que está verdaderamente en el subsuelo del asunto. Eso es lo que busca la investigación radical y a eso se refiere el monopolio radical como algo que coloniza hasta la raíz misma de la vida. Decíamos pues que se trata de una organización en esperanza y austeridad. Para Illich, de la recuperación de la esperanza como fuerza social pendía la posibilidad de nuestro porvenir. Contrapuso la esperanza a la expectativa. La segunda se basa en aquello que queremos conseguir y que sabemos que pasará. Es la lógica propia de las instituciones de servicios, a la cuales vamos y pagamos por aquello que supuestamente queremos, pero que en realidad ellas mismas nos introyectaron ese deseo y esa necesidad. La esperanza, en cambio, es saber esperar, saber sorprenderse de lo que la vida va proponiendo en sus idas y venidas. La expectativa nunca satisface, la esperanza desborda. Si se sabe esperar se sabe convivir, porque la vida gozosa se organiza ya no desde la expectativa de lo que “desde arriba” pueden o no darnos, sino de lo que desde los distintos abajos podemos construir. Vivir y construir desde abajo implica austeridad, aquella virtud antigua que tanto fascinó a Illich. Quien es austero sabe compartir la vida, pues sabe que la vida siempre es compartida o no es. No es posible organizarse desde abajo teniendo expectativas en el arriba, pues en el primero hay que abrir el corazón mientras que en el segundo envuelve el miedo individualista a perder las endebles seguridades que las instituciones nos venden. Es desde ahí que se teje la esperanza, desde el abrir el corazón para recuperar nuestro sentir convivial, nuestra alegría, nuestro compartir. Estas ideas no fueron abandonadas por el “último Illich”, sino que son los orígenes de su visión sobre la proporcionalidad y el énfasis en la amistad. 40 CONVIVENCIALIDAD. TÉRMINO CLAVE PARA LA RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO LECTURAS RECOMENDADAS: Borremans, Valentina e Illich, Iván. “La necesidad de un techo común. El control social de la tecnología”. En APÉNDICE a Némesis Médica, Iván Illich. Obras Reunidas I. (2006). México: Fondo de Cultura Económica, 761-763. Esteva, Gustavo. “La convivialidad y los ámbitos de comunidad: claves del mundo nuevo”. En Esteva, Gustavo (coordinador). (2012). Repensar el mundo con Iván Illich. Guadalajara: La casa del mago. 235-255. Illich, Iván. “Desempleo creador. (La decadencia de la sociedad profesional). Postfacio a “La convivencialidad”. En Obras Reunidas I. (2006). México: Fondo de Cultura Económica, 481-530. 41 Capítulo III Betsie Hollants y los puentes con el feminismo Importante pero todavía no suficientemente estudiado es el influjo del pensamiento aquí expuesto hacia los distintos feminismos mexicanos y latinoamericanos. La coincidencia epocal entre el CIDOC y el surgimiento de muchos de estos movimientos no es gratuito. Como veremos, existió una importante influencia mutua, así como sus respectivas diferencias. Encuentro este capítulo, así como uno posterior dedicado a la figura de Sylvia Marcos, particularmente relevantes. Una posible crítica a este ensayo es mi elección de personajes (casi todos varones), pero quiero aclarar que dicha elección —como ya mencioné en la introducción— respondió a mi propia relación personal con los autores. A excepción de este capítulo, no ha sido otro el criterio de selección de las y los autores aquí reunidos. El programa original del seminario del CECLA consideraba una sesión entera a la pensadora feminista Sylvia Marcos. Como es común que suceda en un seminario, el programa se fue transformando según el propio ritmo e intereses de las y los participantes. A la hora de preparar la sesión sobre Marcos me encontré con un nombre hasta entonces desconocido para mí: Betsie Hollants. Llegué a este personaje gracias a la tesis doctoral de Saúl Espino, un amigo que se ha dedicado a estudiar a fondo los feminismos católicos en México alrededor de la época e influjo del CIDOC. Al principio me interesé por Hollants a quien, repito, desconocía por completo. Me llamaron la atención sus aportes y su historia de vida, la cual, después de años de trabajo periodístico entre dos guerras mundiales, de pronto se había encontrado en medio del alboroto illichiano y del CIDOC. Leí algunos textos sobre ella solo para comprobar lo que Espino subrayaba ya en su tesis doctoral: la poca atención que se le ha brindado a este tipo de personajes y de feminismos. Movido por la buena intención de hacerle justicia a Hollants, me pareció de lo más prudente mencionarla y sumar un escrito sobre ella dentro de la sesión dedicada a Marcos, al fin y al 43 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO cabo, el centro seguiría siendo Marcos y Hollants aparecería como una opción extra en caso de que alguien tuviera interés de conocer a mayor profundidad las relaciones entre el collage aquí estudiado. Pues bien, lo que sucedió en realidad significó un hecho de enorme aprendizaje para mí. Una participante del seminario me hizo notar que, en medio de 8 sesiones de las cuales 7 eran dedicadas a hombres, juntar a las dos mujeres en una sola parecía ser una “concesión”. Por supuesto que le aclaré que conocí “tarde” a Hollants y que en mi esfuerzo por integrarla lo lógico para mí fue sumarla en la sesión de Marcos. Aun así, considero que la compañera tenía toda la razón. Si bien durante el seminario el acomodo respondió a las circunstancias, no podía suceder lo mismo en el libro. En efecto, como suele suceder en los círculos de pensamiento crítico de la época, la voz de las mujeres o no era tomada en cuenta o pasaba a un segundo plano. Marcos, como veremos, nos confiesa que el CIDOC no era tan diferente en ese sentido, aunque al mismo tiempo mostrara una apertura extraordinaria a la hora de acoger propuestas de compañeras como las propias Marcos y Hollants. Es por ello por lo que, habiendo aprendido la valiosa lección que me dejó la compañera participante del seminario, me puse a estudiar más a fondo tanto a Hollants como a Marcos para poder ofrecer una aproximación a sus ideas con la misma calidad y profundidad que a sus compañeros varones. Con todo, asumo mis muchas limitaciones a la hora de emprender dicha empresa. La primera de ellas es la escasa documentación que existe sobre la figura de Hollants. La segunda corresponde a las muchas faltas que las miradas masculinas suelen cometer a la hora de aproximarse a temas como este. Confío, sin embargo, que este capítulo que le dedico ayude a impulsar el recuerdo, obra y legado de Betsie. Dentro de los pocos trabajos serios que rescatan la figura de Hollants se encuentra aquella tesis doctoral realizada por Saúl Espino Armendáriz, la cual lleva por título: Feminismo católico en México: la historia del CIDHAL y sus redes transnacionales (c. 1960-1990). Si bien es cierto que existe el riesgo de repetir muchos patrones patriarcales cuando un varón habla de estos temas, no se puede negar que en las páginas de Espino encontramos un análisis detallado del feminismo católico mexicano, en particular el caso de Comunicación, Intercambio y Desarrollo Humano en América Latina (CIDHAL), espacio fundado por Betsie Hollants con la intención de acompañar luchas y procesos de mujeres de distintas esferas sociales. El CIDHAL, 44 BETSIE HOLLANTS Y LOS PUENTES CON EL FEMINISMO como se verá, tuvo una cercanía particular al CIDOC, así como con muchas de sus participantes. Entre todas ellas destaca la feminista comunitaria Sylvia Marcos. En este capítulo propongo conocer un poco más las figuras de Hollants y del CIDHAL. La posibilidad de conocer más de cerca la vida y obra de Hollants me la brindó un pequeño librillo escrito por Pilar Lomelín Aragón. Este libro, el cual no llega si quiera a 100 páginas, fue fruto de una investigación financiada por amigas y colaboradoras de Hollants que intentaban rescatar su legado. Lleva por título Recreando la huella de Betsie Hollants, empresa que, considero, logra a la perfección a pesar de la brevedad del texto, el poco financiamiento y la escasa información con la que se contaba. Si bien cuenta con algunos errores, entre los cuales está el traducir las siglas CIDOC de forma distinta cada vez que se le cita,26 considero que este homenaje a la figura de Hollants es escasamente conocido y que por lo tanto vale la pena reconocerle su mérito y aportaciones. Mi esperanza es que este capítulo sirva para divulgar la figura de Hollants así como los olvidados escritos sobre ella. UN SUELDO DE CHOCOLATES Y UN PERIODISMO COMPROMETIDO Hollants cuenta con una particularidad que no encontramos en el resto de los personajes estudiados en este ensayo. De ella no recibimos una obra intelectual de la talla de Illich y compañía. A Betsie le encantaba escribir, escribió de hecho durante toda su vida y fue gracias a esa pasión que se convirtió en periodista y compiladora documental de un sinfín de materiales. Sin embargo, como ella misma dijo: “Yo quería escribir. Jamás pensé en escribir un libro pues yo quería escribir cosas de todos los días; de lo inmediato, de esas partes de la vida que la gente tiene a la mano”.27 Percibo que estas palabras esconden una verdad profunda de la vida de Hollants, más allá de explicar por qué decidió ser periodista en lugar de escribir libros. En estas líneas se puede leer la apuesta “desde abajo” y convivencial, que en el caso de la feminista belga se concretizó en una opción radical por los grupos más marginalizados dentro de los contextos 26 27 CIDOC significa Centro Intercultural de Documentación. Aun así, en el libro a veces se le nombra Centro Interamericano de Documentación o Centro de Investigación y Documentación. Pilar Lomelín Aragón, Recreando la huella de Betsie Hollants (Cuernavaca: Editorial La rana del sur y CIDHAL, 2004), 21-22. 45 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO en los que su camino le iba llevando. Así, fue una luchadora incansable a favor de las infancias, la vejez, los judíos y las mujeres. Elisabeth Maria Hollants von Uyftan, mejor conocida como Betsie, nació el 27 de enero de 1905 en Turnhout, un pequeño pueblo al norte de Bélgica. Su familia se mudó a Amberes poco antes de la Primera Guerra Mundial, pero en 1914 tuvieron que refugiarse en una granja. Como vecinos tenían algunas parejas de periodistas que apoyaban la causa de los refugiados y trataban de informar sobre la lucha por una Bélgica libre. Fue así como Hollants, con tan solo 9 años, obtuvo su primer empleo como ayudante editorial. Debido a su corta edad no podía recibir un sueldo, “aunque de vez en cuando me pagaban con chocolates”.28 De esta manear comenzó su vocación como periodista, la cual continuó pronto cuando a los 14 años inició a escribir algunos artículos. De regreso a Amberes estudió idiomas y algunos cursos de psicología y literatura. Su pasión era poder comunicarse con las personas. El ambiente periodístico de la época le llevó a sensibilizarse rápidamente acerca de una cuestión que le ocuparía por el resto de sus días: la situación de las mujeres. El ejemplo de la revista Mujeres Católicas es bastante elocuente. Se trataba de una revista en donde Hollants colaboró, dándose cuenta de que ella era la única mujer escribiendo en una revista para mujeres. En realidad, se trataba de hombres opinando sobre cómo estas deberían de comportarse. Comenzó a pensar “que era necesario que las mujeres escribieran para sí mismas, desde su visión femenina”.29 En este punto cabe aclarar que Betsie estuvo siempre involucrada, de una forma u otra, en ambientes eclesiales y que su visión era la de una católica comprometida. Como se seguirá viendo, este hecho, lejos de alejarla de la realidad sociopolítica, la llevó a involucrarse por completo con distintas causas. En ese sentido, la todavía amateur periodista no quería simplemente escribir sobre cosas que nunca hacía. Su afán era llevarlas a cabo. Pasó por varios periódicos, entre ellos el De Morgenpost, donde fundó un suplemento para la mujer que se alejaba de las clásicas recetas de cocina para abordar las problemáticas sociales desde el punto de vista de las mujeres. “No quería escribir como lo pedía el periódico, quería escribir como mujer y para la mujer”.30 28 29 30 Ibid., 18. Ibid., 22. Ibid., 24-25. 46 BETSIE HOLLANTS Y LOS PUENTES CON EL FEMINISMO Entre las muchas acciones que Hollants tomó a lo largo de estos años, destacan tres bastante relevantes: su trabajo periodístico en España y Grecia, así como su lucha contra el nazismo junto con su apoyo al pueblo judío perseguido. Las dos primeras comparten entre ellas cierta similitud, a pesar de suceder en décadas diferentes. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Hollants se había comprometido con la lucha vasca y escribía de lo sucedido en España bajo el régimen de Franco. Hasta la muerte de este, le fue prohibida la entrada a dicho país, cosa que no detuvo a la joven periodista que lograba cruzar la frontera escondida en cajuelas de autos junto con armas o alcohol de contrabando. Después de la guerra fue a Grecia a cubrir la guerrilla, experiencia de la cual recuerda con agrado lo bien que la trataron los guerrilleros, a quienes no les importaba si fuera mujer u hombre, sino su trabajo. Paulatinamente le fue de igualmente negada la entrada a Grecia. Más compleja se presenta su labor a favor del pueblo judío. Desde su puesto en De Morgenpost, Hollants escribió en contra del nazismo y el antisemitismo entre 1934 y 1940. Junto con otras personas fundó el Buró Católico para Israel, asociación que intentaba apoyar a refugiados judíos para mejorar las relaciones entre estos y los católicos. Apoyó a la causa como podía, desde sus escritos periodísticos, pero también vistiendo a las mujeres judías “de monjas para trasladarlas de un lugar a otro”, tal y como le contó Jean Robert en una entrevista a Pilar Lomelín. Comenzó a recibir extrañas invitaciones para viajar a Alemania para dar alguna conferencia o cuestión por el estilo. La policía secreta belga le advirtió que en realidad se trataba de la Gestapo queriendo atraerla a Alemania. La propia Betsie tuvo que esconderse entre 1942 y 1944 en distintos lugares (entre ellos en una casa de las Canónigas de San Agustín de Notre Dame, congregación a la que ingresó casi al final de su vida). Después de la guerra, Hollants sufrió una fuerte depresión fruto del cansancio acumulado y las fuertes experiencias de los últimos años. Con todo, se recuperó bastante rápido y continuó escribiendo y trabajando. Su visión ya no se encontraba tanto en Europa, pues consideraba que Francia e Inglaterra habían terminado muy mal paradas al terminar la contienda. Creía que eran los Estados Unidos donde habría que buscar apoyo para Bélgica, por lo que durante los siguientes años viajó mucho entre ambos países. Fue durante estos años cuando, además de haber sido 47 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO rechazado su ingreso a una orden católica de clausura femenina y conocer a César Chávez, dio por casualidad con un anuncio de periódico que ofrecía trabajo para misioneros en América Latina. El anuncio provenía de Iván Illich, a quien conoció poco después cuando, casi se podría decir de forma precipitada, decidió atender al llamado y se mudó a Cuernavaca. Llegó a dicha ciudad en 1961 junto con Valentina Borremans. Hollants contaba entonces con 56 años. ENTRE EL CIDHAL Y EL CIDOC Los años 60´s del siglo XX fueron testigos de la enorme ola desarrollista en América Latina. En buena medida, muchas de las iniciativas que llegaban del Norte global venían auspiciadas por la iglesia o con alguna relación eclesial. Mencioné ya que el Centro de Formación Intercultural (CIF) y posteriormente el CIDOC fueron pensados por Iván Illich como centros de formación para futuros misioneros católicos del norte que necesitaban aprender idioma, cultura e idiosincrasia latinoamericana. A pesar de que se fue radicalizando, la creación del CIDOC tenía que ver en parte con dicha función. Fue en aquellos años cuando Illich acuñó el término de pobreza misional, un tipo de pobreza necesaria para todo extranjero que quisiera adentrarse como misionero en alguna tierra que no fuera la suya. Esta pobreza consistía en la capacidad de despojarse de la propia cultura para no llegar a contaminar el nuevo suelo. Aunque Illich fue poco a poco abandonando esta terminología, el espíritu detrás de esta actitud de pobreza misional lo mantuvo en su enorme capacidad de escuchar y entablar relaciones de amistad con diversos tipos de personas. De forma paralela al CIDOC se fundó en 1961 el Centro de Investigaciones para el Desarrollo de América Latina, que después se llamó Coordinación de Iniciativas para el Desarrollo de América Latina, ambos con las siglas CIDAL. El CIDAL, al igual que el CIDOC, nació de las redes de cooperación católica estadounidense para el desarrollo de América Latina. Otro punto en común fue su radicalización hacia un pensamiento que podríamos denominar como “tercermundista”, crítico, etc. Más tarde tomaría el nombre de Comunicación, Intercambio y Desarrollo Humano en América Latina (CIDHAL), el cual mantiene hasta el día de hoy. En este contexto arribó Hollants a Cuernavaca, de quien Illich quedó fascinado de inmediato debido a su perfil: “políglota, con una vasta red de contactos globales en organizaciones 48 BETSIE HOLLANTS Y LOS PUENTES CON EL FEMINISMO intergubernamentales y la democracia cristiana, además de experiencia en el periodismo y el activismo católico”.31 Betsie jugó un papel esencial en el manejo del CIF-CIDOC hasta que, sin romper relaciones con dicho centro, buscó enfocarse en la lucha de las mujeres. Al parecer, e incluso a pesar de la existencia de cursos y seminarios sobre feminismo en el CIDOC (Sylvia Marcos impulsó varios de ellos), la agenda feminista nunca formó parte de manera tan explícita del itinerario del centro fundado por Illich. Dentro de las muchas actividades que Hollants realizó durante sus años en el CIDOC, destaca su viaje para atender el Concilio Vaticano II con la encomienda explícita de parte de Illich de organizar un coloquio entre obispos latinoamericanos. La intención era poder reunirlos para fortalecer un frente común, iniciativa que se había planteado antes del Concilio pero que no había sido aceptada por el Vaticano. Sin embargo, el aspecto que más marcó a Hollants durante su trabajo en el CIDOC fueron los múltiples viajes que realizó alrededor de América Latina, particularmente Brasil, documentando distintas experiencias alrededor de la problemática de la pobreza. Fue ahí que se dio cuenta de la situación de las mujeres. Hollants solía decir “de los oprimidos las más oprimidas eran las mujeres”.32 Si bien su propia experiencia de haber sido discriminada por su condición de mujer en los periódicos le había llevado desde hace años a interesarse por la lucha feminista, los viajes por Latinoamérica cimbraron las preocupaciones más radicales de Hollants respecto a este tema. Vio que había una carencia casi total de bibliografía y materiales sobre las mujeres, quienes se encontraban en situaciones similares a la Europa de un siglo atrás. En aquel tiempo, lo único que había en referencia a dicha temática se encontraba en la sección de sexualidad de las librerías. Incluso el CIDOC contaba con escasa información al respecto. El interés de Hollants se volcó a documentar todo el material posible siguiendo la tradición del CIDOC. Lamentablemente Illich no mostró mucho apoyo a la inquietud de Betsie. Sentía que no era el momento, que el CIDOC no estaba lo suficientemente preparado e incluso, según el sentir de Betsie, no le daba mucha importancia. Por lo menos no la misma que le daba Betsie, quien recuerda haber leído en un libro de 1912 lo siguiente: “si las mujeres se despiertan iba 31 32 Saúl Espino Armendáriz, “Hollants, la feminista católica”, en Letras Libres, 01 de septiembre del 2018. https:// www.letraslibres.com/mexico/revista/hollants-la-feminista-catolica (consultado el 3 de marzo del 2021). Lomelín Aragón, Recreando la huella de Betsie Hollants, 49. 49 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO a ser más importante el resultado, que el despertar del proletariado para el marxismo”.33 Sin duda hoy, más de un siglo después de escritas estas palabras y más de medio siglo de la iniciativa de Hollants en el CIDOC, se puede comprobar la realidad de la verdad que encerraba esta afirmación. Los distintos movimientos de mujeres, en su diversidad y complejidad, están significando una de las revoluciones más potentes y significativas de los últimos tiempos. En este contexto vale la pena recuperar testimonios como el de Betsie Hollants, cuyos esfuerzos del pasado ayudan a iluminar la comprensión de nuestro presente. Hollants formaba parte de la generación de Simone de Beauvoir y de Dorothy Day. Estaba convencida de la trascendencia del movimiento de liberación de la mujer y concentró todos sus esfuerzos en dicha empresa. Ante la negativa de Illich de apoyar su proyecto, lo cual significó un cambio brusco en su relación, Betsie decidió tomar el asunto en sus manos. Renunció al CIDOC y retomó el trabajo del CIDAL (el cual se mudó a su casa) y comenzó a realizar una amplia labor de acompañamiento a grupos de mujeres y, sobre todo, documentó y divulgó la situación de las mujeres en la región. El CIDHAL no solo fue una de las primeras ONG feministas de América Latina, sino que se convirtió en un referente para la lucha feminista del continente y en un puente entre los feminismos norteamericanos y latinoamericanos. El centro jamás perdió su impronta eclesial en los años de Hollants al frente, pero tampoco olvidó lo aprendido en el CIDOC alrededor de la inculturación, la pobreza misional y la crítica al desarrollo evangelizador del norte. Su crítica feminista se distanciaba de diversos feminismos hegemónicos o blancos, cuya incidencia en América Latina olía a colonialismo. De cierto modo, dice Espino, el CIDHAL se encontraba en las antípodas tanto de la misoginia eclesial como del feminismo radical estadounidense.34 La relación con Illich jamás volvió a ser la misma, pero esto no significó una clausura de su amistad. Cuando el nuevo centro de documentación 33 34 Id. No me es posible exponer a detalle lo esencial que fue la estancia de Hollants en el CIDOC. Para fines de este ensayo me concentro únicamente en ofrecer un panorama general que explique las interconexiones y los puntos de mutua inspiración, esto para dar cuenta de los puentes entre esta línea de pensamiento y el feminismo, puentes existentes aun a pesar de las mencionadas trabas y límites. Recomiendo la lectura del primer capítulo de la tesis ya citada de Saúl Espino, el cual refleja una hondísima investigación respecto al paso de Hollants por el CIDOC. 50 BETSIE HOLLANTS Y LOS PUENTES CON EL FEMINISMO inició sus labores, Illich enviaba a mujeres jóvenes que pasaban por el CIDOC para que conocieran la experiencia impulsada por Hollants. Muchas de ellas se quedaron a colaborar. Además, el CIDHAL retomó mucha de la inspiración y crítica realizada en el CIDOC, pero ahora aplicada a la comprensión de la situación de las mujeres en América Latina, así como de la incidencia y transformación social junto con ellas. Mencioné ya la crítica a la colonización de varios esfuerzos del norte. También se podía ver claramente la crítica a las instituciones modernas, principalmente a la institución médica. Este ámbito tenía especial interés para Hollants, ya que las mujeres habían sido medicalizadas en extremo, al grado de que todo lo que se decía sobre ellas salía de boca de expertos varones médicos. Las mujeres experimentaban un distanciamiento total respecto a sus cuerpos, el cual era el resultado propio de la iatrogénesis médica ya criticada por Illich, el cual continuó colaborando con los proyectos de Betsie hasta la muerte de esta. Por otro lado, cabe mencionar a Sergio Méndez Arceo como uno de los grandes soportes de Hollants en todos sus proyectos. Así inició el CIDAL en 1969 (se llamó CIDHAL hasta 1973), como un esfuerzo por buscar “documentos sobre la condición de las mujeres en español”.35 De cierto modo, dice Pilar Lomelín Aragón, esto significó un hito importante en los estudios feministas en México y América Latina. Se creó el Boletín Documental sobre la Mujer, el cual contaba con la participación de nombres como el de Sylvia Marcos y Lupita Oseguera. La habilidad y experiencia de Hollants consiguiendo fondos internacionales, permitieron el buen funcionamiento del centro, aun en medio de bastantes crisis financieras y ocasionales ausencias de recursos. Se organizaron coloquios y encuentros internacionales, así como otra serie de actividades que me es imposible resumir en este breve capítulo. Cabe subrayar, empero, que la influencia del CIHAL se sintió tanto en círculos eclesiales como no eclesiales. En los primeros, causaron gran revuelo los grupos María Liberación del Pueblo, los cuales rompían con la tradicional imagen patriarcal que ve a María como la imagen perfecta de mujer sumisa y obediente. Para Hollants, María era una revolucionaria que rompió esquemas. Sería de corta visión, sin embargo, reducir los aportes del CIDHAL y de Betsie dentro del marco de un movimiento eclesial. Su trabajo creando publicaciones (entre 35 Id. 51 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO otros la carpeta La situación de la mujer en México), congresos y trabajo de base como atención médica para mujeres, tejió un bastión importante para el feminismo mexicano en general.36 Esto puede verse en la paulatina salida de Hollants del CIDHAL. En sus inicios, tanto el centro como la propia Hollants defendían un feminismo de la diferencia sexual que promovía la colaboración y complementariedad de los géneros. La perspectiva de Hollants fue siempre relacional, una postura que no caía muy bien al llamado “feminismo radical” de la época. Aquellos años del CIDHAL estuvieron muy marcados de la narrativa del eterno femenino, lo que resaltaba las dimensiones del cuidado, la sensibilidad y la contemplación como características propias de la mujer. A su vez, la diversidad sexual no era un tópico por defender, como tampoco el “derecho a decidir”, aunque sí se luchó en contra de la discriminación a quienes abortaban. Esto cambió por completo con las nuevas generaciones del CIDHAL. Las compañeras más jóvenes pensaban el género como algo socialmente construido y con cierta mutabilidad, también defendían el derecho a decidir como punto prioritario de sus intereses. De hecho, la de Illich desde el CIDOC fue de las primeras voces católicas en pronunciarse a favor de la despenalización del aborto. Su convicción radicaba en su férrea defensa de la separación entre la Iglesia y el Estado, así como su crítica a la institución médica. Illich, como vimos, había denunciado la hipermedicalización como un fenómeno contraproductivo. El peor enemigo de la salud era el sistema de salud mismo. En ese sentido, las compañeras del CIDHAL y otros colectivos feministas comenzaron, a partir de su lucha por la despenalización del aborto, a releer el ámbito de la salud como un espacio de libertad para las mujeres. Señalaron el sexismo médico, así como la pérdida sistemática de las propias capacidades de las mujeres para conocer su cuerpo y regularlo, esto debido a la mencionada hipermedicalización. Fue así como comenzaron a formarse espacios de autocuidado feminista, a rescatar saberes tra36 La propia Sylvia Marcos reconoce al CIDHAL como un referente importante en la historia del feminismo mexicano: “El Estado de Morelos fue pionero al respecto, ya que desde 1972 se había formado el primer Centro de Documentación sobre las mujeres en CIDAL –luego CIDHAL– y que la actividad feminista fue muy precursora en este Estado en muchos otros aspectos.” Ver Sylvia Marcos, Mujeres, indígenas, rebeldes, zapatistas (México: EON, 2012) página número 6 en la versión pdf ofrecida por Radio Zapatista en: https://radiozapatista.org/wp-content/uploads/2018/04/mujeres-indigenas-rebeldes-zapatistas-sylvia-marcos.pdf?fbclid=IwAR2b40kja_IRMrx43wIqSnUnDJbpN4_0wyci1bWJh57t3l_mvv4cKm1yWMc 52 BETSIE HOLLANTS Y LOS PUENTES CON EL FEMINISMO dicionales de sanación como plantas y tinturas, a la par de círculos donde se hablaba de sexualidad. Aquí radica una de las coincidencias entre Illich y dichos grupos feministas: la recuperación de los saberes vernáculos. La diferencia radicó en que Hollants y el CIDHAL se concentraban en dichos saberes desde la potencia de las mujeres. Considero, por lo tanto, que uno de los puntos más relevantes a destacar es el papel del CIDHAL y sus aportaciones para impulsar un feminismo que no concibe a la mujer como una entidad individual, sino como un sujeto colectivo particularmente en los sectores populares de América Latina.37 Este dato es de particular importancia para este ensayo, ya que coincide con lo antes abordado alrededor de la convivencialidad y la resistencia desde abajo. Este es uno de los grandes influjos del CIDOC y de Illich, la opción radical desde abajo en la construcción de los ámbitos comunitarios de vida. Como se verá con Sylvia Marcos, la relación entre feminismo y convivencialidad ha sido bastante fructífera, brindando un acercamiento más real a las condiciones comunitarias de las personas y de los pueblos, no para ayudar a desarrollarlos —como muchas veces incluso pretendían algunos feminismos—, sino en búsqueda de la regeneración de los ejes comunitarios. Como comencé a decir en párrafos anteriores, el ingreso de nuevas compañeras más jóvenes y con ideas diferentes fue empujando a que poco a poco Hollants decidiera tomar distancia. Las dos grandes diferencias radicaban, primero, en las opiniones alrededor a temas como la diversidad sexual y el derecho a decidir. También, por otro lado, la dinámica horizontal de toma de decisiones que implementaban las nuevas compañeras, la cual distaba mucho del modelo jerárquico al que estaba acostumbrada Hollants donde era ella la que coordinaba. En mi opinión, nos encontramos ante un cambio generacional común en las distintas luchas (no solo feministas sino también de ecología, pueblos originarios, estudiantes, etc.). Lejos de considerar a Hollants como alguien retrógrada (como a veces se quiere leer a este tipo de personajes), habría que verla como una gran revolucionaria en su tiempo que supo cuando retirarse para pasar la estafeta a las nuevas generaciones en las cuales, a pesar de no entenderlas por completo, con37 Saúl Espino Armendáriz, “Feminismo católico en México: la historia del CIDHAL y sus redes transnacionales (c. 1960-1990)” (Tesis doctoral en Historia por el Colegio de México, 2019), 34. 53 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO BETSIE HOLLANTS Y LOS PUENTES CON EL FEMINISMO fiaba. Este es, según lo entiendo, uno de los grandes aciertos de Hollants y de las razones por las cuales puede comprendérsele dentro de las nociones de convivencialidad y resistencia desde abajo. Con todo, hay que agregar el hecho de que muchas acciones de Hollants podrían leerse como “colonialismo inconsciente”. Un ejemplo es esta sensación suya de que las mujeres en América Latina estaban igual que lo estaban las europeas, pero un siglo anterior. Imposible soltar del todo ciertas nociones que viajaron con ella desde su propio continente. Aun así, reitero mi sensación de que estas críticas, aunque hay que tomarlas en cuenta, son colaterales a la hora de sopesar el resto de sus contribuciones e impulsos. Un fruto que sin duda habla del valor de las aportaciones de Hollants es el hecho de que, acaecido ya más de medio siglo, el CIDHAL continúa en operaciones. Pasaron los años y el CIDOC cerró en 1976, pero el CIDHAL continúa en labores hasta el día de hoy. En su página web38 puede encontrarse mucha información sobre sus distintas actividades. Menciono de forma especial el Centro de Documentación Betsie Hollants, el cual cuenta con una amplísima oferta de materiales acerca de la lucha de las mujeres (hablamos de más de 10,000 títulos diferentes).39 El legado de Hollants en el CIDHAL continúa pues vigente, así como las aportaciones tanto de ella como del centro a los movimientos de mujeres en México y América Latina. Como dice la propia Lomelín Aragón: “el trabajo que se desarrolló durante veinte años contribuyó a sentar las bases documentales y teóricas para construir la perspectiva de género y clase”.40 Hollants decidió tomar distancia del centro que ella misma refundó a medida en que este se iba secularizando, más nunca dejó de apoyarlo como consultora externa. Continuó, sin embargo, su labor incansable hasta sus últimos años. En 1984 fundó VEMEA o Vejez en México: Estudio y Acción, organización que cumplía funciones de documentación similares al CIDOC y el CIDHAL, más ahora enfocándose en temas de la vejez, particularmente en mujeres. Percibía que al igual que con las mujeres, la vejez se hipermedicalizaba. Era entendida como un estorbo social, un mal que se tenía que atender con servicios en donde las y los ancianos eran meros sujetos pasivos. Hollants decía: “la vejez no es una enfermedad, es una etapa de la vida”. La misión de VEMEA consistió en investigar los asuntos de la vejez con una perspectiva que ponía bajo tela de juicio a la visión médica y los asilos. Quería recuperar la potencia de los y las ancianas para vivir sus propias vidas, algo que va muy de la mano con la autonomía que Hollants siempre buscó y que caracteriza al collage que estamos estudiando en este ensayo. Hay que tomar en cuenta que para la formación de VEMEA Hollants contaba casi con 80 años de edad. Aun así, nunca detuvo su compromiso y le dedicó otra década a esta nueva iniciativa, la cual le llevó a nuevas publicaciones (VEMEA informa), viajes internacionales y distintos encuentros y talleres. Sobresale ANSAM (Ancianos y sus amigos), proyecto que ofrecía apoyo médico a personas de la tercera edad, pero desde una perspectiva que no los denigraba: “Insistía en la idea de no considerarse como pacientes sino como actuantes para preguntar y decidir por y sobre sí mismos”.41 A Betsie Hollants solo la detuvo la muerte. Su “segunda muerte”, se podría decir, porque incluso, después de haber vivido una experiencia cercana a la muerte, retomó sus actividades compartiendo su experiencia. A los 80 años ingresó a la Congregación de las Canónicas de Notre Dame; a los 88 años solicitó a Relaciones Exteriores su permiso para trabajar legalmente en el país. Finalmente falleció a los 91 años el 9 de junio de 1996, dejando tras de sí el gran legado que de alguna manera he tratado de plasmar en este capítulo. Coincido con Espino cuando dice que la historiografía ha ocultado a estas protagonistas, particularmente del feminismo católico y en especial al que se permeó en los ambientes de Cuernavaca, entre cuyas inspiraciones se contaba Iván Illich. Sin este trasfondo fecundo no se comprenderían, dice Espino, movimientos como el de Católicas por el Derecho a Decidir.42 Pero la relación entre el “ambiente Illich” y los feminismos no se limita al feminismo abiertamente católico. Otro nombre que no puedo dejar de mencionar es el de Itziar Lozano, quien continuó con las labores del CIDHAL en sus etapas posteriores.43 Pero para comprender mejor esta otra cara del diálogo, será esencial recurrir a una de sus protagonistas más significativas, la intelectual y feminista comunitaria Sylvia Marcos. 38 39 40 41 42 43 Ver: https://www.cidhal.org.mx/acerca-de-cidhal Ver: http://cidhal.mayfirst.org/cidhal/ Lomelín Aragón, Recreando la huella de Betsie Hollants, 66. 54 Lomelín Aragón, Recreando la huella de Betsie Hollants, 81. https://www.catolicasmexico.org/i/ (consultado el 3 de marzo del 2021). Ver: https://archivo.cimacnoticias.com.mx/node/58384 (consultado el 4 de marzo del 2021). 55 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Pero antes de continuar con Marcos, dedicaré un capítulo al recientemente fallecido Jean Robert, quien fungió un papel elemental en el ambiente reflexivo y social que estamos conociendo. Capítulo IV Jean Robert. Economía, espacio, pobreza y sociedad cronófaga LECTURAS RECOMENDADAS: Espino Armendáriz, Saul. “Hollants, la feminista católica”. En Letras Libres, 01 de septiembre del 2018. https://www.letraslibres.com/mexico/revista/hollants-la-feminista-catolica Lomelín Aragón, Pilar. (2004). Recreando la huella de Betsie Hollants. Cuernavaca: Editorial La Jean Robert nació en Suiza en 1937 y emigró a México en 1972, donde finalmente falleció en el 2020. Podemos nombrarle, como muchas y muchos le llamaron —entre ellos los zapatistas— como un filósofo mexicano que nació en Suiza. Esto debido a su profunda encarnación y territorialización en estas tierras, así como por su modo de pensar y de luchar, siempre con los pies en el suelo y entre la gente. Estudió arquitectura, y aunque desde su juventud tuvo inquietudes críticas frente al sistema, no encontró una alternativa que le convenciera hasta conocer a Iván Illich. Antes de eso trabajó para bancos suizos construyendo edificios, pero desistió después de haber hecho dos de ellos. También construyó complejos habitacionales, uno a las orillas del lago de Neuchâtel. Además, al terminar sus estudios en arquitectura, trabajó durante 8 años en el Politécnico de Zúrich, una de las instituciones más prestigiadas en Europa en cuestiones de arquitectura, urbanismo e ingeniería. Sylvia Marcos me contó que Jean Robert fue uno de los tres, entre veinte que presentaron examen, en ser elegidos para formar parte de esta prestigiosa y elitista institución. Como puede confirmarse con los datos anteriores, Robert tenía la puerta abierta al éxito profesional, pero eligió el camino de abajo. ¿Cómo llegó este arquitecto de grandes banqueros a convertirse en el “filósofo de la caca”? En este cuarto capítulo trataré de presentar una breve pero transparente semblanza de Jean Robert, tanto a nivel vital como intelectual. Me centraré en algunas temáticas que fueron quizás las que más preocuparon a Jean, sin por ello limitarlo a estos puntos. A pesar de que muchos han visto en la obra de Jean un popurrí de temáticas, considero que la lectura correcta de su legado es la de un hombre profundamente preocupado por desmantelar las certezas modernas y, fuese ya en el género, el transporte o la economía, evidenciar la obviedad de lo obvio en nuestras sociedades en aras de la liberación política de los pueblos. rana del sur y CIDHAL. 56 57 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO JEAN ROBERT. ECONOMÍA, ESPACIO, POBREZA Y SOCIEDAD CRONÓFAGA Nos encontramos frente una “erudición encarnada”, como expresó su esposa Sylvia Marcos en un homenaje44 ofrecido por la Universidad La Salle, Cuernavaca, espacio donde Robert colaboró, así como en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). Al igual que Illich, Jean Robert podía comentar casi sobre cualquier tema. Hablaba varias lenguas al grado de incluso combinarlas tanto en el lenguaje oral como en el escrito. Desde la crítica al transporte hasta la teología apofática, desde la historia de las proporciones hasta el marxismo, sus intereses surgían de su encarnación en la subsistencia concreta y real que tanto le apasionó. Todas sus ideas fueron pensadas con los pies, como dijo en alguna ocasión su entrañable amigo Javier Sicilia.45 Antes de instalarse en México, Robert tuvo una serie de experiencias que le marcaron en su juventud. En un verano caluroso en Ámsterdam a inicios de la década de los años 60, el entonces joven arquitecto suizo conoció un movimiento de tintes anarquistas llamado Provo. Se trataba de un grupo que pretendía resistirse a ciertas medidas urbanistas que convertirían poco a poco las ciudades en carriles de paso para automóviles, impidiendo toda movilidad al peatón. Gracias a este movimiento —entre otros— Ámsterdam se convirtió en una de las ciudades más amables para las bicicletas. Pues bien, Robert regresó a su país donde no encontró mucho eco para estas ideas, mas ya tampoco podía seguir construyendo bancos. Fue hasta casi una década después que llegó a México. Vino debido a que estaba casado con una mexicana, la ya mencionada Sylvia Marcos. Marcos tenía un trabajo en Suiza, pero Robert no quiso dejar México nunca más. Fue en aquel tiempo que conoció a Iván Illich. Primero, estando en Cuernavaca recordó haber leído sobre él en un artículo del afamado filósofo y periodista francés André Gorz en el que este confesaba su admiración por la labor de Illich en el CIDOC. Al estar tan cerca del instituto, Robert le dijo a Marcos que tenían que conocer aquel centro. Fueron y no encontraron a Illich, pero sí conocieron las instalaciones a las que decidieron regresar. Al inicio era Marcos quien asistía a los seminarios ya que, por ser oriunda de México, contaba con una beca. No así el joven arquitecto de país rico. Un buen día, mientras Robert se encontraba en la cafetería del CIDOC, Illich llegó y al verlo ahí sentado fue a hacerle compañía. Comenzaron a hablar sobre el alto contenido de mercurio en el papel de baño. Así inició la entrañable amistad entre ambos. En aquel momento Illich trabajaba en Energía y equidad, lo que concordaba a la perfección con el interés de Robert por el transporte. Por ese tiempo, también en el CIDOC, fue que conoció a Jean-Pierre Dupuy, que pronto se convirtió en su íntimo amigo y colaborador. Juntos escribieron La traición de la opulencia en 1976, libro que aborda la crítica a la constraproductividad de los transportes modernos, la escuela y la medicina.46 Dupuy animó a Robert a escribir un segundo libro con el material que le sobraba en torno al transporte, el cual vio la luz unos años después bajo el título Le temps qu’on nous vole. Contre la société chronophage (1980)47 y que finalmente, más de cuarenta años después, la editorial Ítaca publicó en México de manera postmortem la traducción al castellano preparada por el mismo Jean bajo el título Los cronófagos. La era de los transportes devoradores de tiempo (2021), título original con el que el autor quería presentar su obra.48 Robert escribió muchos otros libros, entre los que destacan La potencia de los pobres, escrito junto con su amigo Majid Rahnema —también del círculo illichiano—, y La crisis: el despojo impune, libro que critica las políticas frente a la crisis financiera del 2008. Cuenta además con una amplia gama de artículos en distintas revistas, foros y portales, entre las que se encuentra la revista Impulsa de la Universidad La Salle Cuernavaca, misma revista que ayudó a fundar. Esto lo menciono porque, aun con todo esto, su obra no es la de un intelectual promedio. Escribía y pensaba desde lo concreto que vivía. No era pues sistemático ni ordenado en sus publicaciones, sino que se valía de la reflexión para aprender y caminar con aquellas personas de su cotidiano. Este rasgo es algo que compartió con su amigo Gustavo Esteva, con el que colaboró continuamente desde 1984 en varias iniciativas. Una de ellas fue el semanario El Gallo Ilustrado y el suplemento Opciones. Años después formó parte del equipo de las revistas 44 46 VIDA Y OBRA 45 La Salle Universidad, “Homenaje a la Vida y Obra de Jean Robert”, https://www.youtube.com/watch?v=QkxU2GTCIFE César Añorve, Javier Sicilia, Gustavo Esteva, et al. 2007. La mirada invertida. Jean Robert 70, Patricia Gutiérrez Otero y Javier Sicilia, eds. Chamilpa: Edición privada coordinada por Sylvia Marcos, 7-14. 58 47 48 Jean Robert, Jean-Pierre Dupuy y Hugo Acevedo, La trahison de l’opulence (París: Presses Universitaires de France, 1976). En español: Jean Pierre-Dupuy y Jean Robert, La traición de la opulencia. (Madrid: Gedisa, 1979). Jean Robert, Le temps qu’on nous vole. Contre la société chronophage (París: Seuil, 1980). Jean Robert, Los cronófagos. La era de los transportes devoradores de tiempo (México: Ítaca, 2021). 59 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Ixtus y Conspiratio, ambas impulsadas por Javier Sicilia y en las que participaban varios de los nombres que competen al collage aquí presentado. Otras aportaciones se pueden encontrar en la revista La voz de la tribu, de igual manera sostenida por Sicilia y Roberto Ochoa, entre otros. Robert fundó también el Centro de Indagaciones en Tecnologías Alternativas o CITA, desde el cual —así como desde El Gallo Ilustrado— trabajó arduamente contra el W.C. y todo lo que este conlleva en torno a un cierto estilo de vida incluyendo el desperdicio de agua. Esta fue la iniciación para César Añorve, exalumno de arquitectura de Robert en la UAEM, quien terminó por comprometerse por completo con el baño seco de estilo vietnamita, el cual ha impulsado desde entonces por todo el mundo desde el todavía existente CITA (ahora Centro de Innovación en Tecnología Alternativa).49 Jean Robert fue amigo de Illich hasta la muerte de este. Le acompañó en varias de sus aventuras, como en sus cursos en Penn State, traduciendo obras suyas y organizándole seminarios y homenajes principalmente en México. El último libro de Jean Robert lo escribió en italiano y versa justamente sobre las inquietudes de Illich al final de su vida: La edad de los sistemas en el pensamiento tardío de Iván Illich. Trabajó junto con Javier Sicilia para traducirlo al español, mas no alcanzó a verlo publicado en vida. La editorial Ítaca ha anunciado la publicación de este libro, así como otros que seguirán al ya mencionado Los cronófagos. Durante varios años, las y los compas zapatistas fueron su gran inspiración. Cuando en la segunda década del siglo XXI los zapatistas abrieron sus comunidades para que miembros de distintos colectivos conocieran su experiencia de autonomía, iniciativa que llevó el nombre de Escuelita Zapatista, Jean Robert fue de los nombres que perfilaban como invitados. Sobre esta experiencia escribió un hermoso texto titulado En el espejo de la Escuelita Zapatista: por un sentido común controversial. Este texto representa, de cierta manera, una exposición clara del sentipensar de nuestro autor.50 JEAN ROBERT. ECONOMÍA, ESPACIO, POBREZA Y SOCIEDAD CRONÓFAGA También fue invitado en varias ocasiones a los encuentros zapatistas de pensamiento crítico. Jean Robert falleció en octubre del 2020 en su casa de Morelos, acompañado de Sylvia Marcos y de varios centenares de corazones alrededor del planeta que lo pensaban y lo sentían. Como dijese la propia Marcos respecto a la obra de Robert, esta tiene como característica fundamental la de mostrar “la extrañeza de lo obvio”, en otras palabras, hacer ver que aquello que llamamos “obvio” es en realidad el producto de nuestros contextos y sus propias certezas. Imposible agotar la inmensa y rica obra de Jean Robert en esta breve introducción, mucho menos que apenas ahora se van haciendo los esfuerzos por reunir sus textos y acomodarlo. Me limitaré, por lo tanto, a expresar algunos puntos importantes de su pensamiento que estoy seguro son bastante representativos del propio sentipensar y actuar del autor. Antes de iniciar la exposición de las temáticas, me permito transcribir el que creo podría considerarse un “manifiesto” que ofrece el propio Jean Robert para comprender su pensamiento: Defiendo la tesis de que el hacer depender la esperanza en una sociedad justa del crecimiento industrial no es más que uno de los cimientos ideológicos de la acumulación de capital y del poder burocrático. Rechazo la doctrina según la cual existirían valores de uso absolutos que satisfacen necesidades naturales determinables científicamente. Afirmo el poder de la gente de definir sus necesidades en formas novedosas por los actos que las satisfacen. La doctrina que impugno abre el camino a la imposición de la “ley del otro” por medio de la imputación a todas las personas de las mismas necesidades normalizadas definidas por peritos. Eso es el fundamento del colonialismo económico. Opongo a esa doctrina la visión siguiente: la gente necesita comer, pero no necesita leche Nestlé o cereales estadounidenses. La gente como bien cuando encuentra sabor en los recursos de su medio vital y sabe cuidarlos. Sólo se logra tragar la leche Nestlé o el pan Bimbo después de haber permitido que los intereses de otros conformen los gustos y destruyan la capacidad de producción vernácula. El rol de la política no es alimentar a las personas, 49 50 César Añorve es uno de esos nombres que merecerían una aproximación propia como parte de la llamada “Escuela de Cuernavaca”. No le incluí en el seminario del CECLA debido a que no le conozco personalmente ni tampoco me he sumergido a su labor como para atreverme a escribir sobre él. No quería, sin embargo, dejar de rendirle homenaje en esta breve pero sincera mención. Actualmente el CITA continúa en operación. Ximel Añorve, hijo de César, continúa la labor de su padre en la fabricación de baños secos y tecnologías alternativas en un espacio llamado Ecotepec, a unos cuantos metros de la casa de Iván Illich en Ocotepec, Morelos. Ver https://www.facebook.com/ecotepecsanitariosecos/ Jean Robert, “En el espejo de la Escuelita Zapatista: por un sentido común controversial”, en Israel Daniel Inclán Solis, Lucía Linsalata y Márgara Millán Moncayo (coords.), Modernidades alternativas (México: UNAM/Edi- 60 sino proteger su capacidad de producción vernácula.51 51 ciones del Lirio, 2017), 337-375. Robert, Los cronófagos, 170-171. 61 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO JEAN ROBERT. ECONOMÍA, ESPACIO, POBREZA Y SOCIEDAD CRONÓFAGA Tal y como pudo apreciarse en el apartado anterior, el eje central de los intereses de Jean Robert nació de sus experiencias en torno a las problemáticas urbanas y arquitectónicas. Es posible afirmar que uno de los temas claves para comprender las preocupaciones del autor es, de hecho, la noción de espacio y el proceso mediante el cual este se volvió omnipresente en la época moderna. En otras palabras, la tesis de Robert defiende que podemos entender el nacimiento de la modernidad como el inicio de la era del espacio. A modo biográfico, Robert cuenta cómo la arquitectura se convirtió en una suerte de religión natural cuyos seguidores buscan el éxtasis, una especie de afuera más allá de todo adentro concreto.52 Los arquitectos, dice el pensador, diseñan casas como si pudieran observarlas a la distancia y las proyectan para seres universales y no concretas. Su pretensión no es la de satisfacer deseos de personas de carne y hueso, sino de seres humanos genéricos. Es de este modo que cada ser humano se convierte en un cliente, en un sujeto de necesidades. ¿Pero qué tiene que ver la arquitectura con el espacio? Uno de los ritos de iniciación de esta “religión” consistía, por lo menos en tiempos del estudiante Jean Robert, en poder crear un modelo a escala (una maqueta) a partir de la fotografía de una obra de algún arquitecto reconocido. Estos ejercicios tenían como objetivo enseñar a los neófitos que “el espacio, y sólo el espacio, era la sustancia que debían aprender a amasar”.53 Una “introducción al espacio”, si se quiere, que sería esencial no solo para la labor arquitectónica sino también para todo oficio moderno. Narré ya como Robert se vio involucrado en el movimiento Provo de Ámsterdam. En aquellos años la ciudad buscaba abrir paso al automóvil, pero grupos como el antes mencionado querían mostrar la inutilidad de estas máquinas dejando bicicletas sueltas por las calles. Semejante acto criminal (léase en tono irónico) les valió la cárcel a varios de ellos. Comparando lo que percibió en sus paseos por la ciudad holandesa con las calles de su Suiza natal, Robert comenzó a reflexionar sobre el impacto que tenía la arquitectura en la manipulación del espacio y la formación de las calles u otros espacios comunes. Se preguntó entonces “¿qué hay en la arquitectura que destruye la calle?, ¿qué hay en el espacio que destruye los lugares?”.54 Sus proyectos realizados como arquitecto profesional fueron, como ya se indicó, un par de edificios para bancos suizos, complejos habitacionales y distintas proyecciones con el Politécnico de Zúrich. Terminada la construcción de los dos bancos mencionados y pasado cierto tiempo, el joven arquitecto pudo percatarse de cómo la antes plural y diversa calle llena de relaciones cotidianas entre vecinos se había convertido en un apéndice de un edificio “mono-funcional” que administraba tanto el dinero como los cuerpos de sus visitantes. A su llegada a México, Robert se involucró en procesos de construcción con adobe. Se dio cuenta de que, gracias a todo el procedimiento implicado no solo en el levantamiento de una casa sino en la propia fabricación del material, con el adobe no era posible manipular el espacio. Comenzó a distinguir entre el espacio y los lugares concretos que las personas habitaban, lo que le llevó a una honda investigación que finalmente le mostró la historicidad del espacio. En sus términos: “la creencia en el espacio no es solo un mito de arquitectos y urbanistas. Se ha convertido en la superstición endémica de las personas más racionales y más modernas”.55 Vale la pena detenerse a pensar en la afirmación de que el “espacio” es una categoría histórica. Implica que, por ejemplo, Kant estaba equivocado. El espacio no es un a priori universal de la razón sino un constructo que tuvo un inicio y probablemente tendrá un final. En ese sentido, afirma Robert, Euclides hizo geometría sin el concepto del espacio. Implica que todo aquello anterior a Newton existió históricamente sin esta noción. Lo fascinante, sin embargo, radica de igual manera en el hecho de que un siglo después de Newton el “espacio” fuera algo dado, una preconcepción base de toda una sociedad. Esta hipótesis no es propia de Robert. Ya antes el físico alemán Carl Friedrich von Weizsäcker lo había afirmado. Pero Robert, quien leyó al alemán, en un gesto profundamente illichiano logró explicar qué consecuencias tuvo este concepto en la construcción de la sociedad moderno-industrial y, en ese mismo ámbito, cómo repercutió en los ambientes 52 53 54 55 LA INVENCIÓN DEL ESPACIO Y LA DIFERENCIA CON EL LUGAR Jean Robert, “Place in the Space Age (2001)”, in The International Journal of Illich Studies, Vol 6 No 1 (2018), 88. Ibid., 89. 62 Ibid., 91. Ibid., 92. 63 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO JEAN ROBERT. ECONOMÍA, ESPACIO, POBREZA Y SOCIEDAD CRONÓFAGA de subsistencia y en los valores vernáculos tales como el de “lugares”. La distinción entre espacio y lugar recuerda a los binomios utilizados por el propio Illich cuando habla, por ejemplo, de la contraposición entre expectativa y esperanza, o las del propio Gustavo Esteva cuando diferencia entre alimento y comida. Este tipo de análisis es hasta cierto punto común en varios de las autoras y autores que expongo en el presente ensayo. La pretensión de Robert por estudiar el espacio le llevó a preguntarse por el proceso mediante el cual dicha categoría se volvió elemental en el desarrollo de la sociedad moderna. Para ello, era necesario entender cómo el espacio afectó la experiencia concreta y situada de los “lugares”. Del mismo modo, el meollo del asunto radica en comprender cómo el espacio afectó las relaciones políticas y éticas, antes recíprocas y proporcionales, sumergiéndolas en un todo homogéneo y omnipresente, tal como se experimenta cuando nos movemos en una especie de cuadro cartesiano con coordenadas y superficies trazadas por profesionistas. Dicho de otro modo, el mundo de pronto se convirtió en un plano calculable y no en lugares habitables. Esta es la “era del espacio”, “en la que las coordenadas cartesianas de las matemáticas y la física se han convertido en el más allá definitivo de toda la realidad. Es el período de la historia en el que las escuelas y las autopistas han inducido a la mayoría de la gente a reducir la inagotable riqueza perceptiva del mundo a un sistema de medidas de distancias relativas”.56 El gran problema es que el espacio mutila y copta nuestras sensaciones. No percibimos el espacio, percibimos lugares y cosas concretas. El espacio es homogéneo, está ahí sin que podamos verle, somos parte de él y estamos en él sumergidos. Tiene una suerte de presencialidad divina, sacral y, por lo tanto, agregaría yo, hasta cierto punto violenta, fetichista. Una abstracción que se mide con aparatos que deshumanizan nuestro cuerpo, que aparece a escalas no-humanas. Por esta razón es que Robert afirma que tiene la impresión de que “dicho a priori es una enfermedad endémica”.57 Que sea abstracta no significa que sea irreal o que no cuente con efectos concretos. Todo lo contrario, así como no podemos simplemente deshacernos de la escasez afirmando su artificialidad, tampoco podemos sacudirnos del espacio tan fácilmente. Los hospitales, las escuelas, las carreteras y la mayoría de los edificios que llamamos hogares fueron fabricados bajo la lógica del espacio, no como lugares proporcionales a nuestras sensaciones. Anteriormente podía apreciarse la diversidad de los lugares. El habitar vernáculo y propio de cada lugar era proporcional a las personas que lo habitaban, a todos los seres que conformaban su relacionalidad. Ahora, bajo la impronta del espacio, es difícil saber, salvo por algunos detalles estéticos en las paredes o por los idiomas de los letreros, si el hotel en el que me hospedo está en Tokio, Ciudad de México o en Florida. Las carreteras son prácticamente iguales; qué decir de los hospitales, restaurantes y grandes cadenas como Starbucks, McDonald´s o Walmart. La multiplicidad del mundo muere al abrirse camino la era del espacio. Creo importante citar, aunque no se comprenda en su totalidad hasta el siguiente capítulo, las palabras de Robert cuando se pregunta: “¿Es, quizás, el lugar al espacio lo que el género es al sexo?”.58 Los conceptos de género y sexo se comprenderán mejor en el siguiente capítulo dedicado a Sylvia Marcos. Lo importante por ahora es rescatar la intuición de Jean Robert implícita en esta pregunta. Como ya lo mencioné, lo que está diciendo es que considera que en el origen de la sociedad industrial se encuentra el nacimiento de la noción moderna de espacio. ¿Cómo mitigar un poco estos efectos? O, mejor dicho, ¿cómo recuperar el sentido del lugar? Queda claro que el frente no es el de las grandes políticas públicas o los partidos políticos. La ingeniería social participa de la misma pérdida de sensaciones que todas las certezas modernas. Para purgarse un poco de una certeza moderna, dice Jean Robert, es necesario practicar una suerte de disciplina que él llamó “agnosticismo espacial”.59 Lo que se busca es prescindir lo más posible de las herramientas contraproductivas modernas para poder hacernos cargo de nuestras vidas. Ni Robert ni Illich, así como ninguno de los nombres contenidos en este ensayo, eran luditas. Si se intenta liberarse de buena parte de la tecnología moderna no es por un anhelo al pasado idílico ni mucho menos porque estén en contra de la tecnología. Simplemente consideran que después de cierto límite la herramienta esclaviza, como sucede con el automóvil y otros ejemplos 56 57 58 59 Ibid., 95. Ibid., 105. 64 Ibid., 107. Id. 65 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO más. Así, el testimonio de Jean Robert fue realmente notable: nunca tuvo un automóvil y los evitaba en la medida de sus posibilidades. Lo mismo que otras técnicas tales como redes sociales o videollamadas. Su esfuerzo implicaba un anclaje en la condición humana, en los límites de su cuerpo y una apuesta por lo encarnado y concreto. Por ello, como repetiré después, Robert era un filósofo caminante en el sentido más literal de la palabra. Su propósito era poder habitar lugares y no ocupar espacios prefabricados. ECONOMÍA VS. SUBSISTENCIA Un rasgo particularmente común al collage que estamos analizando en este ensayo es la diferencia entre la economía y la subsistencia, así como el conflicto entre ambas. Illich expone la guerra contra la subsistencia en los siguientes términos: La era moderna es una guerra sin tregua que desde hace cinco siglos se lleva a cabo para destruir las condiciones del entorno de la subsistencia y remplazarlas por mercancías producidas en el marco del nuevo Estado-nación. En esta guerra contra las culturas populares y sus estructuras, al Estado le ayudó la clerecía de las diversas Iglesias; luego, los profesionales y sus procedimientos institucionales. A lo largo de esta guerra, las culturas populares y los dominios vernáculos—-áreas de subsistencia— fueron devastados en todos los niveles.60 Los efectos de dicha guerra están claros: la destrucción de los medios comunitarios de vida y la colonización de los territorios. Pero ¿con qué finalidad? A pesar de que la guerra contra la subsistencia adquiere un rostro particularmente atroz con el capitalismo, no ha de identificarse sin más, empero, la guerra contra la subsistencia con este. Por más relación que exista entre la Colonia y el capitalismo, Illich ubicaba el problema en tiempos más remotos a lo que históricamente podemos identificar como capitalismo. En realidad, se trata del proyecto moderno en general, del cual el capitalismo es un episodio, pero no su totalidad. Un ejemplo muy importante es que, tanto para Illich como para Robert, el socialismo histórico operó bajo los mismos principios modernos de la escasez, tal y JEAN ROBERT. ECONOMÍA, ESPACIO, POBREZA Y SOCIEDAD CRONÓFAGA como lo hace el capitalismo. La guerra contra la subsistencia tiene como pilar, por lo tanto, el proyecto civilizatorio de la modernidad que, como no se cansan de repetir los autores decoloniales, proviene desde la Colonia. No es pues únicamente capitalista sino típicamente moderno. La guerra contra la subsistencia está atravesada por la desaparición de los valores vernáculos a partir de la devoradora lógica de la escasez que no es otra que la económica. Esta misma pasa por la ya mencionada institucionalización de los valores, mecanismo propio de la sociedad industrial llámese de gobierno de derecha o de izquierda. Sin embargo, al final de la primera década del siglo XXI, Jean Robert se interesó particularmente por reflexionar en esta misma clave en torno a la crisis financiera del 2008, por lo cual adquirió un tono más específico contra el capitalismo y que considero importante rescatar, no sin antes haber hecho la aclaración de que la guerra contra la subsistencia no se limita a la esfera capitalista, sino que corresponde al homo economicus moderno. Una pregunta detonadora era ¿qué gana el sistema encarcelando a pepenadores, mujeres que venden artesanías o limpiaparabrisas? Jean Robert recuerda aquello que dijo Rosa Luxemburgo: “el capitalismo vive de formaciones no-capitalistas, es decir, más exactamente que vive de la depredación de esas formaciones (…) La desagregación continua y progresiva de las formaciones no-capitalistas es la condición de existencia del capital”.61 Como adelantaba en un capítulo anterior, la mercancía nace de la no-mercancía, a partir de monopolizar los medios de subsistencia hasta convertirlos en bienes y servicios e imponerlos mediante los derechos. Su pretensión es la de “economizar” toda la vida “formalizando” todo el llamado “trabajo informal”. Este no es un efecto secundario, sino el “verdadero mantillo que el proceso de producción capitalista va consumiendo”.62 La economía y la subsistencia se confunden, según Robert, a partir de que se abandonó la distinción entre los bienes “gratuitos” y comunes que eran trabajados por la comunidad para subsistir en colectivo (tales como el agua, el aire, la tierra) y los suntuosos o de lujo, los cuales brindaban algún interés como joyas o ciertos tipos de tela. La economía, anteriormente considerada parte del arte de gobernar, se independizó de la subsistencia a partir de 61 60 62 Iván Illich, Obras Reunidas II, 166. 66 Rosa Luxemburgo, Die Akkumulation des Kapitals. Ein Beitrag zur ökonomischen Erklärung des Imperialismus (Frankfurt: Singer, 1970) 334. Traducción de Jean Robert en La crisis: el despojo impune, 170. Jean Robert, La crisis: el despojo impune. Cómo evitar que el remedio sea peor que el mal. (México: Jus, 2010), 171. 67 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Adam Smith y las economías clásica y neoclásica.63 En dichas economías, todos los bienes pasaron a ser escasos, en otras palabras, bienes económicos. El mercado, supuestamente omnipresente en las relaciones sociales, había de ampliarse economizando todo a la lógica del valor y la escasez en detrimento de la subsistencia. Ha sido así desde entonces, pero hoy en día la violencia que esto supone se ha encrudecido. Lo que tenemos en frente, advertía Robert en el 2010, es una especie de “solución final” que recuerda al nazismo: “eliminar del mundo a los que el mercado no puede integrar: las mujeres, los hombres y los y las jóvenes que no sólo piensan por sí mismos, sino que son capaces de producir una parte de lo que comen y comer lo que producen”.64 Así, continúa diciendo el autor, “es correcto decir que el capitalismo está ´en guerra´, ya no contra una sola clase, sino `contra la humanidad entera´”.65 Su objetivo es lograr que cada instancia de la vida, por más insignificante que esta sea, se integre a la lógica del mercado y, con esto, a las leyes de la oferta y la demanda. Hoy, después de partir este filósofo-caminante, erudito encarnado y filósofo de la caca, el agua comienza a escasear de forma generalizada incluso en los lugares donde antes era más abundante. Recordemos las siguientes palabras de Robert que todavía saben a esperanza: “El agua antes que los diamantes. La subsistencia antes que la economía”.66 LA POTENCIA DE LOS POBRES Robert no entendió la pobreza como lo hace el ingeniero social que, por medio de la burocracia y la institucionalidad vertical, busca “ayudar” desde arriba a los “menos favorecidos”. Tampoco como el intelectual “crítico” que, desde la silla dorada de la academia maquillada de adjetivos de lo políticamente correcto pensaba a las y los pobres. Menos aún se asemeja al paternalista o misericordioso religioso que, tocado por un mensaje metafísico, quiere sacar a los pobres de sus sufrimientos. Todo lo contrario. Robert se deslumbró por la profunda sabiduría de vida 63 64 65 66 Jean Robert Jeannet, “¿Es posible pensar después de la economía?”, en Israel Daniel Inclán Solis, Lucía Linsalata y Márgara Millán Moncayo (coords.), Modernidades alternativas (México: UNAM/Ediciones del Lirio, 2017), 25. Robert, La crisis: el despojo impune, 190. Ibid., 206. Robert, “¿Es posible pensar después de la economía?”, 37. 68 JEAN ROBERT. ECONOMÍA, ESPACIO, POBREZA Y SOCIEDAD CRONÓFAGA sostenida y cuidada en los pueblos de México, de ahí su decisión de aprender de ellos y pensar desde ahí. Junto con su amigo Majid Rahnema, Robert escribió un importante libro titulado La potencia de los pobres.67 En él exploraron la evolución del concepto, desvelando que “durante miles de años, la pobreza era, para el `común de los mortales´, un modo de vida simple y convivial que había permitido a la vez vivir en una dignidad relativa y combatir la miseria”.68 Esto se terminó con la economía moderna, la cual, como se mostró, se fortalece en la medida en que engulle estos modos simples y conviviales de vida digna. Estos últimos son lo que en el apartado anterior llamábamos subsistencia. Desde entonces, una nueva realidad ha cubierto a la palabra pobreza: “los poderes articulados de la economía dominante y de la política se sirven hoy de la palabra pobreza como de un señuelo destinado a desarraigar a los últimos supervivientes de las economías vernáculas. Esta es la realidad velada por la pantalla de las cifras”.69 Veamos un simple ejemplo. Según ciertos estándares mundiales de medición de pobreza, vivir en una casa de piso de tierra es denigrante y signo de pobreza. El altruismo humanitario, ya sea gubernamental o de las ONG, va a las comunidades del sur de México a construir casas de piso de cemento a las zonas selváticas o costeras. ¿Qué sucede? Que en tiempo de calor las casas son tan insoportables que las personas tienen que dormir afuera. Ya no tienen sus casas frescas construidas con sabiduría de la región, sino bloques de cemento inservible. Pasaron de una pobreza gozosa y convivial a una miseria, prácticamente a ser desplazados. Fue así como, secuestrado, el término pobreza dejó de significar dignidad a ser índice de sufrimiento. Lo peor, sin embargo, radica en lo que el dispositivo pobreza posibilita a los poderes de arriba. Es, tal y como sucede actualmente con palabras como subdesarrollado o como acontecía en el pasado con términos como salvaje o pagano (no-bautizado), la puerta de entrada y la excusa perfecta para que toda la maquinaria del desarrollo y el humanismo anti-pobreza ingrese a las comunidades para decirles que viven mal, pero que ellos llegaron para enseñarles la forma correcta. 67 68 69 Libre descarga en la página: https://www.ivanillich.org.mx/Potenciapobres.pdf Jean Robert y Majid Rahnema, La potencia de los pobres (San Cristóbal de las Casas: CIDECI-Unitierra, 2011), 15. Ibid., 28. 69 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Ante esta fatalidad, Robert quiere rescatar la pobreza gozosa —austeridad en términos de Illich— de las formas vernáculas de subsistencia. La verdadera cultura radica, para nuestro autor, en las organizaciones comunitarias y populares que han sabido ideárselas para subsistir. La modernidad es, en ese sentido, la anti-cultura por excelencia, pues camina destruyendo toda relación cultural a su paso. Frente a ello se sostiene, sin embargo, la creatividad de los pueblos. Aún resisten y de formas diversas. A esta realidad Robert y Rahnema le llamaron potencia de los pobres. Si se lee el libro queda claro que el término proviene más de Rahnema que de Robert, ya que este primero era un gran lector de Spinoza, al cual le dedica un capítulo entero en el libro. Pero palabras más o palabras menos, Robert pensaba básicamente lo mismo. La única salida a los distintos dilemas tramposos en los que nos encarcela la modernidad industrial son los modos vernáculos de los pueblos en resistencia que tratan de defender la dignidad de sus vidas y tradiciones. A esto se refieren los y las autoras trabajados en este ensayo cuando hablan del “desde abajo”: JEAN ROBERT. ECONOMÍA, ESPACIO, POBREZA Y SOCIEDAD CRONÓFAGA finalmente quedó. En otro lugar, Robert habla de los “chupatiempo”.71 Este fue un tema trabajado por el propio Illich en Energía y equidad, pero fue sin duda Robert quien profundizó en esta materia como ningún otro. Solía decir al respecto: “dime a qué velocidad te desplazas y te diré quién eres”.72 Tenía muy claro el papel polarizador del transporte moderno. Solo unos pocos podrían realmente beneficiarse de las altas velocidades, e incluso ellos se verían afectados perdiendo la movilidad de sus cuerpos mediante sus propias capacidades y se condenarán al yugo de la pendularidad, ese ir y venir entre el trabajo y la casa de manera perpetua durante años y años. Al mismo tiempo, el propio autor nos ofrece, en la introducción de Los cronófagos, una clave de lectura que nos ayuda a comprender por qué concentrarse tanto en la problemática del transporte: He decidido estudiar los transportes de pasajeros porque constituyen un campo donde el lenguaje todavía sabe distinguir la producción autónoma de su homólogo industrial: “he caminado por el Zócalo” o “he tomado un autobús o el metro para llegar a Tacubaya”. Caminar sigue siendo caminar, no es un transporte a pie.73 Cuestiona las bases de la democracia participativa para reinventar el poder del pueblo. O mejor dicho, su potencia, porque el poder siempre es una fuerza exterior ejercida en nombre de espurias mayorías y que conmina y reprime a las minorías. Ellas, en su multiplicidad, dice el mismo filósofo, ´son todo el mundo´. Desde abajo, emerge un pensamiento minoritario y multitudinario. Un posible ´devenir revolucionario´, ya mencionado. Iván Illich precisa: ´Sólo llamo ´revolucionario´ un acto cuando su aparición en el seno de una cultura establece irrevocablemente… una nueva posibilidad, es decir una trasgresión de los límites culturales que abre un nuevo camino. Un acto revolucionario es la prueba inesperada de un nuevo hecho social, que puede haber sido predicho, esperado o hasta reclamado, pero del que, nunca antes, se había mostrado que era posible.70 LOS CRONÓFAGOS Ese era, de hecho, el título con que Robert quería presentar su libro El tiempo que nos roban. Contra la sociedad cronófaga, deseo que no logró hasta la publicación postmortem de su texto en español. El cambio hubiera significado el retraso de la publicación, por lo que optó por aceptar el que Una de las grandes características de Robert fue que jamás tuvo un automóvil. Sin duda se movió en ellos en las ocasiones en que no tenía de otra, pero siempre procuró caminar. Utilizaba el transporte público o la bicicleta, aunque siempre prefería sus pies. La energía que él requería era autógena, no exógena. Las sociedades actuales se basan en el principio de la energía exógena, de que necesitamos energía externa o heterónoma para poder funcionar, movernos en este caso. Existen, en el caso de la circulación, dos tipos de locomoción: el tránsito autógeno y el transporte mecánico exógeno. La apuesta de Robert, así como la de Illich e incluso la de Gandhi (el primero fue un gran defensor de la bicicleta y el segundo del ferrocarril, aunque ambos también preferían caminar), no es la eliminación absoluta del transporte. Todo transporte es, por definición, heterónomo y además ha existido en la humanidad desde tiempos inmemoriales. Cuando nos movemos en un transporte se da una sinergia entre la movilidad autónoma 71 70 Robert, “Un filósofo y pensador radical en Cuernavaca”, 184-185. La cita de Illich aparece en: Iván Illich, “Dissidence, deviance and delinquency”, Cuaderno del CIDOC núm. 54, Cuernavaca, 1970, 8. 70 72 73 Jean Robert, “Energía y equidad: Los transportes chupatiempos y la energía destructora de la equidad”, en https://www.ivanillich.org.mx/1energia.pdf (consultado el 2 de marzo del 2021). Robert, “Un filósofo y pensador radical en Cuernavaca”, 192. Roberto, Los cronófagos, 44. 71 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO JEAN ROBERT. ECONOMÍA, ESPACIO, POBREZA Y SOCIEDAD CRONÓFAGA y la heterónoma. La sinergia es positiva cuando el transporte no disminuye las capacidades autónomas de tránsito. Ese es el caso de la bicicleta, por ejemplo. Será negativa, en cambio, cuando los vehículos coopten la movilidad humana o la hagan peligrosa (como cruzar una avenida muy transitada en una metrópoli). En este punto vale recordar la investigación radical de Illich, aquella que quiere encontrar los límites conviviales más allá de los cuales la herramienta se vuelve opresora. Robert concordaba con esto, pero continuó sus reflexiones un grado más. Invirtió mucho tiempo a estudiar el proceso de los sentidos en los transportes. Sostenía que el ser humano aprehende la realidad con sus sentidos, a lo cual le llamamos sinestesia. Todo eso comenzó a cambiar en el siglo XIX con “la locura de los ferrocarriles”.74 Después de cierta velocidad la sensación de traslado de nuestro cuerpo cambia. Cuando caminamos, incluso cuando vamos en bicicleta o a caballo (también en los primeros carruajes o carros antiguos), la sensación corporal (y por lo tanto nuestra experiencia) es de que nosotros nos movemos en el paisaje. En cambio, después de cierta velocidad los papeles se invierten. Parece que es el paisaje el que se mueve y nosotros quienes estamos estáticos. A esto se le llama experiencia cinética. Esto sucedía en el ferrocarril, lo cual significó una experiencia inédita para el cuerpo humano. Hoy se ha vuelvo algo común y corriente gracias al viaje en automóvil. ¿Tendrán alguna implicación estas transformaciones en lo que entendemos por ser humano? La experiencia cinética impide que experimentemos la sinestesia y, junto con ello, perdemos el sentido de la proporción. Los efectos de la experiencia cinética nos desconectan de nuestros músculos, de la sensación directamente proporcional entre ellos y mi movimiento, la velocidad que puedo o no puedo alcanzar. Por supuesto que hay una afectación de mi percepción del mundo justamente porque ya no lo estoy percibiendo con mis sentidos. Esto va mucho más allá de la mera diferencia entre experimentar el mundo como peatón o como conductor, la cual ya es de por sí complicada y llena de repercusiones. La pérdida de la sinestesia es la pérdida de algo que nos hace humanos: sentir con el cuerpo, relacionarnos con la realidad a través de nuestros sentidos, reconocer el dolor y el placer a partir de esta relación y conectarnos con las demás personas a partir de sensaciones reales y no abstractas. Perder la proporción es perder el suelo, la tierra y el cuerpo en aras de una abstracción desencarnada, matemática y especulativa que está detrás de la economía financiera depredadora y de la masificación o reducción de las personas en poblaciones estadísticas. Esta es la indagación en la que tanto Illich como Robert se encontraban al final de sus vidas, la nueva era nombrada la edad de los sistemas. El mundo se ha reducido a un sistema que podemos percibir solo con la vista y el oído, tal y como sucede cuando miramos por la ventana de un automóvil o, peor aún, la pantalla de una computadora. Se perdió la “inagotabilidad del ser”,75 característica propia de la experiencia peatonal. El horizonte daba siempre más de sí, no podía agotarse, había novedad. La velocidad de la carretera o del internauta hace que perdamos toda complicidad entre nuestro cuerpo y el mundo, el cual queda reducido a lo que consumimos a cierto número de kilómetros por hora o de gigabytes de navegación. Por ello, Robert concluía que “la búsqueda de la sinergia positiva entre ambos elementos, el autónomo y el heterónomo, es un proyecto político que haríamos bien en perseguir”.76 Este proyecto no se limita al transporte, sino a la sinergia de la proporcionalidad humana que, en mi opinión, es tan solo otro nombre para hablar de la convivencialidad desde abajo. 74 75 76 Juan Manuel Escamilla y Diego I. Rosales, “La proporción, la Encarnación e Iván, el terrible. Conversación con Jean Robert”, en Open Insight, Volumen VII, N.º 11 (enero-junio 2016), 175. 72 LECTURAS RECOMENDADAS: Manuel Escamilla, Juan y Rosales, Diego I. “La proporción, la Encarnación e Iván, el terrible. Conversación con Jean Robert”. En Open Insight, Volumen VII, N.º 11 (enero-junio 2016), 167-205. Robert, Jean. (2010). La crisis: el despojo impune. Cómo evitar que el remedio sea peor que el mal. México: Jus. Robert, Jean y Rahnema, Majid. (2011). La potencia de los pobres. San Cristóbal de las Casas: CIDECI-Unitierra. “Homenaje a la Vida y Obra de Jean Robert”, en https://www.youtube.com/watch?v=QkxU2GTCIFE (consultado 1 de marzo del 2021). Ibid., 181. Escamilla y Rosales, “La proporción, la Encarnación e Iván, el terrible. Conversación con Jean Robert”, 185. 73 Capítulo V Sylvia Marcos y el feminismo descolonial No hay forma satisfactoria de resumir la extensa obra y la prolífica vida de Sylvia Marcos. El currículum que ella misma ofrece en su blog, el cual no está actualizado al tiempo presente, consta de 20 páginas entre ensayos, libros, conferencias y más.77 Para fines prácticos, me limitaré a señalar lo que considero más relevante de esta pensadora según los fines de este ensayo. Una versión reducida de su trayectoria se encuentra en el portal de Feminismos decoloniales. Red México sobre feminismos y descolonización.78 Marcos estudió psicología en Puebla. Su vocación crítica se despertó desde muy temprano, la cual se consolidó cuando llegó al CIDOC junto con Jean Robert. En la década de los 70 participó activamente en sus seminarios, incluso coordinó algunos espacios en torno al feminismo y sus aportes. Se post-doctoró en la Divinity School de Harvard, en donde no solamente llevó a cabo su estancia académica, sino que ejerció como profesora invitada (Visiting lecturer) durante un semestre entre 1984-1985. Hasta la fecha continúa siendo alumni de Harvard y sus estudios sobre “espiritualidad indígena” y medicina tradicional son todavía un referente estudiado. Sus análisis colindan con una enorme cantidad de campos y temas, entre los que destacan el feminismo, el pensamiento crítico, zapatismo, psicología clínica y el estudio de las religiones mesoamericanas. Además, participó activamente en una amplia gama de movimientos y ONG, entre ellos Católicas por el derecho a decidir o Catholics for a Free Choice (CFFC). De varias de ellas terminó por desligarse debido a una diferencia bastante significativa y la cual puede leerse en perfecta sintonía con las ideas que quiero rescatar en este ensayo. Para Marcos, muchas de estas 77 78 https://sylviamarcos.wordpress.com/curriculum-cortohighlights-of-cv/ (consultado el 3 de marzo del 2021). https://feminismosdescoloniales.wordpress.com/sylvia-marcos/ (consultado el 3 de marzo del 2021). 75 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO organizaciones en pro de los derechos de las mujeres comenzaron a permearse o confundirse con designios imperiales de control de natalidad organizados por Estados Unidos y su derrame financiero a través de estas organizaciones. La perspectiva crítica a los colonialismos que Marcos traía consigo le hizo ver esta situación mejor que muchas de sus colegas, incluyendo la misma Betsie Hollants. Actualmente Marcos participa, coordina e impulsa un amplio número de proyectos dentro y fuera de la academia. Ha recibido distintos premios e impartido seminarios y ponencias en diferentes universidades del mundo. Entre su extensa obra destaca la edición del III volumen de la Enciclopedia Iberoamericana de Religiones de la Editorial Trotta titulado: Religión y Genero del 2004. También es coeditora del libro Dialogue and Difference: Feminists Challlenge Globalization del 2005. En México se le reconoce sobre todo por su relación con el zapatismo, particularmente en la lucha de las mujeres. Ha sido una asistente regular a sus encuentros. Sylvia Marcos es quizás, junto con Márgara Millan, una de las mexicanas pioneras en reflexionar en torno al llamado feminismo comunitario o feminismo descolonial. En 1973, Betsie Hollants le pide a Marcos, quien hasta ese momento había participado activamente en el CIDOC, sistematizar los acervos del CIDHAL recopilados a lo largo de los años sobre la situación de las mujeres y la religión. En ese tiempo de colaboración entre el CIDOC y el CIDHAL, Marcos conoció a Harvey Cox, investigador de la Divinity School de Harvard —que Marcos ya conocía por congresos y workshops a los que había atendido con anterioridad— y amigo de Illich. Este la invitó a realizar una estancia académica, en la cual se involucró con distintos grupos del feminismo estadounidense.79 Con el tiempo, Marcos fue tomando su propio rumbo vinculándose con distintos colectivos y grupos. A este ensayo le interesa particularmente señalar cuatro de las muchas vertientes intelectuales de Marcos: sus aportes críticos a la psiquiatría, sus reflexiones en torno al género vernáculo, sus estudios sobre las cosmovivencias mesoamericanas y, finalmente, su vinculación con las autonomías zapatistas, particularmente con las mujeres. SYLVIA MARCOS Y EL FEMINISMO DESCOLONIAL ALTERNATIVA A LA PSIQUIATRÍA En marzo del 2017, el portal de Reflexiones Marginales de la UNAM publicó un breve pero fascinante artículo de Anna Carolina Patto Manfredini bajo el título de Sylvia Marcos, la amiga de Félix Guattari. Sobre política, clínica y amistad.80 Creo que este artículo es particularmente relevante por las luces que nos brinda respecto a algo así como la “genealogía intelectual” de nuestra autora. La figura de Félix Guattari es bastante conocida dentro de los ámbitos del psicoanálisis y la filosofía contemporánea. Sus libros escritos junto con Gilles Deleuze forman parte de los planteamientos más resonados dentro de la filosofía de la segunda mitad del siglo XX. Curiosamente, Marcos conoció a Guattari por los mismos años en que se involucra en el CIDOC. Desde muy temprana edad la feminista mexicana mostró capacidad para desenvolverse en varios ámbitos del pensamiento, sabiendo entretejerlos como parte de una propuesta crítica sumamente original. En los años 70 Marcos todavía se encontraba bastante involucrada en la psicología clínica, primer campo en el que se especializó. En aquellos años se encontraba muy en boga la corriente llamada Antipsiquiatría, iniciada, entre otros, por el italiano Franco Basaglia.81 Iván Illich, cuyas ideas acerca de la medicalización resonaban con la propuesta de Basaglia, invitó a este último a impartir un seminario al CIDOC. El encuentro se llevó a cabo en 1974 y contó como asistente a Sylvia Marcos, quien se interesó por el tema y viajó hasta Trieste, Italia, donde Basaglia tenía un hospital donde ponía en prácticas las reflexiones antipsiquiátricas. En pocas palabras, la Antipsiquiatría era un movimiento que cuestionaba la extrema medicalización de ciertas condiciones tanto mentales como sociales, lo cual llevaba a la hospitalización o tratamiento a pacientes en contra de su voluntad. Denunciaba además la patologización de estos fenómenos cuando se catalogaban como “enfermedades mentales”. Este hecho coopta la libertad de las personas y las subyugan al mandato de “especialistas”, quienes a su vez tienen intencionalidades e intereses ocultos y tejidos con farmacéuticas y otros nexos económicos. Se puede ver con 80 79 Espino Armendáriz, “Feminismo católico en México”, 225. 76 81 Anna Carolina Patto Manfredini, “Sylvia Marcos, la amiga de Félix Guattari. Sobre política, clínica y amistad”, en Reflexiones Marginales, 31 de marzo del 2017 https://reflexionesmarginales.com.mx/blog/2017/03/31/sylvia-marcos-la-amiga-de-felix-guattari-sobre-politica-clinica-y-amistad/ (consultado el 29 de marzo del 2021). El término fue acuñado por David Cooper. 77 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO facilidad el aire común compartido entre el CIDOC y estas ideas por las cuales Marcos se motivó de inmediato. Además de su viaje a Trieste, Marcos asistió a algunos encuentros posteriores del movimiento en Europa. Fue en este contexto que conoció a Guattari. El pensador francés no estaba, a pesar de sí participar en sus encuentros, totalmente de acuerdo con la antipsiquiatría. Sus aproximaciones a las problemáticas señaladas tenían más matices y, hasta cierto punto, no eran tan extremistas. Sin embargo, sí compartía el gesto crítico respecto a muchas prácticas de la psiquiatría dominante. Con esto en mente, fundó junto con Mony Elkaïm la Red alternativa a la psiquiatría (RAP) en 1975. Este es el momento en que Sylvia Marcos se ve involucrada. Pronto, Marcos se convirtió en la coordinadora de la RAP en Latinoamérica. Desde este rol organizó dos encuentros (los números cuarto y quinto en la historia de la red) internacionales en México: el primero de ellos en Cuernavaca en 1978 y el segundo en 1981 en la Ciudad de México. Sobre los detalles de estos encuentros, así como del desarrollo de la antipsiquiatría en México, Francisco Javier Dosil Mancilla ofrece un buen análisis en su artículo La locura como acción política. El movimiento antipsiquiátrico en México.82 Hay que recordar que tanto para 1978 como para 1981 el CIDOC ya no se encontraba en operaciones. Sin embargo, no es exagerado afirmar que la llegada de la antipsiquiatría a México, así como de Félix Guattari y la RAP, son parte de la herencia e influjo crítico de la línea de pensamiento que estamos estudiando en este ensayo. En un primer momento debido a las ideas de Illich en torno a la medicalización, las cuales le llevaron a invitar a Basaglia en el 74 a Cuernavaca. En un segundo momento, y ese es el que nos interesa, fue Sylvia Marcos la que impulsó estas ideas. Una vez en Latinoamérica, la RAP aportó importantes reflexiones alrededor de la importancia de la sanación tradicional y ancestral, la crítica a las instituciones hegemónicas de la salud, el sexismo escondido (aunque a veces muy explícito) no solo de dichas instituciones sino de toda la episteme que las sustentaba, la cual, como vimos con Hollants, hipermedicalizaba a la mujer, así como a la vejez. No es de extrañarse que entonces, según cuenta Dosil Mancilla valiéndose de las reflexiones de Marcos, una de las 82 Francisco Javier Dosil Mancilla, “La locura como acción política. El movimiento antipsiquiátrico en México”, en Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 22, (1), 2019, 628-645. 78 SYLVIA MARCOS Y EL FEMINISMO DESCOLONIAL fuertes aportaciones de estas ideas desencadenara en un fortalecimiento de las luchas feministas en México. Criticar la medicalización de la vida y de la salud moderna llevaba necesariamente a la crítica de la concepción patriarcal que abordaba la “locura femenina” y a los cuerpos de la mujer desde una clínica machista. Como organizadora de ambos encuentros internacionales, Marcos también compiló y editó dos libros que sirvieron de memorias: Antipsiquiatría y política83 y Manicomios y prisiones,84 por no mencionar los muchos artículos y conferencias en los que Marcos desarrolla la temática en cuestión. Esta no es, sin embargo, toda la importancia que encuentro alrededor de esta etapa de Marcos. También es importante subrayar que, en términos de la propia autora, su amistad con Guattari sirvió para politizarse aún más. Su amistad, dice, fue una conexión política.85 La reflexión política de Guattari giraba en torno a una crítica a los procesos de producción de subjetividades desde un horizonte micropolítico. Micropolítica no significa una cuestión de tamaño o magnitud, tampoco es un localismo, sino la descentralización del poder y de la revolución en aras de una diversidad de voces fluidas y en construcción. Marcos dice: “Lo que me dejó el pensamiento de Félix es ese análisis de la creación de la subjetividad”.86 A lo que agrega: “Lo que más me interesó en Félix fue el concepto de revolución molecular”.87 Sin cometer el error de igualarlos, la llamada “micropolítica” o “revolución molecular” de Guattari (y de Deleuze) tiene estrechas sintonías con lo que aquí hemos abordado como convivencialidad y resistencia política desde abajo. No buscan la toma del poder ni la transformación de las instituciones, sino la recuperación (o regeneración) de los entramados comunitarios y políticos propios. En ese sentido, para Marcos los dos mejores ejemplos de revolución molecular se encuentran en las de las mujeres y en el zapatismo.88 Antes de arribar a dicha temática, la cual perfectamente puede verse como la confluencia de todos los intereses y preocupaciones de Marcos, recuperaré las reflexiones de la autora en torno a la noción de “género vernáculo” de Illich. Este 83 84 85 86 87 88 Sylvia Marcos (Coord.), Antipsiquiatría y política (México: Extemporáneos, 1984). Sylvia Marcos (Coord.), Manicomios y prisiones (México: Red-ediciones, 1983). Patto Manfredini, “Sylvia Marcos, la amiga de Félix Guattari”, 11. Ibid., 13. Ibid., 14. Ibid., 15. 79 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO acercamiento ayudará a comprender sus posteriores aproximaciones al mundo mesoamericano y a la resistencia zapatista. EL GÉNERO VERNÁCULO En este apartado quiero rescatar la lectura de Sylvia Marcos respecto a la posible relación y mutua fecundación entre el “ambiente Illich” y los feminismos, principalmente a partir de la obra de El género vernáculo. De este modo se podrá comprender mejor la problemática señalada desde el capítulo de Hollants. Mi esperanza es que estas líneas sirvan para levantar nuevos puentes, así como fortalecer los ya existentes entre el collage aquí estudiada y las críticas feministas. Sylvia Marcos puede brindarnos un vistazo de primera mano sobre la cuestión. En su breve pero iluminador texto sobre El género vernáculo, Marcos ofrece una explicación a lo que también ella considera una paradoja: el CIDOC, un espacio aparentemente poco propicio por estar formado en su mayor parte por varones, dio pie a sus propios análisis feministas iniciales.89 La autora recuerda un episodio en donde el propio Illich entró a uno de sus seminarios mostrándose interesado por lo que ahí se hablaba. Marcos, quien se reconoce a sí misma como parte del feminismo de la “segunda ola”, señala que Illich cargaba consigo muchos “valores y actitudes” que podrían considerarse androcéntricos e incluso un poco misóginos.90 Quizás mañas de la jerarquía y burocracia vaticana difíciles de quitar. Ella misma reconoce que el propio Illich se percató de ellas y las corrigió, o por lo menos se empeñó en ello. Por supuesto que lo anterior no es un tema menor, pero quisiera centrarme en la discusión en torno a El género vernáculo. Este es probablemente uno de los libros más originales y disruptivos de Illich, incluso más de 40 años después de su publicación. Sin embargo, su recepción no tuvo el mismo impacto que sus obras anteriores y además se vio envuelto en fuertes controversias, especialmente con las feministas de los Estados Unidos. Parte del problema era que cuando se hablaba de “complementariedad” se entendían cosas diferentes. Illich, como bien lo explica Marcos 89 90 Como complemento al texto antes citado, ver la conferencia de Sylvia Marcos en el Colegio de Tlaxcala: https:// www.youtube.com/watch?v=E_GT_J6Ce3w Sylvia Marcos, “Sobre El género vernáculo”, en Gustavo Esteva (coordinador), Repensar el mundo con Iván Illich (Guadalajara: La casa del mago, 2012), 224. 80 SYLVIA MARCOS Y EL FEMINISMO DESCOLONIAL respecto a las comunidades mesoamericanas tal y como lo veremos en el siguiente apartado, entendía por complementariedad una relación sin jerarquías, mientras que muchos feminismos ven en lo complementario un rezago jerárquico de los dualismos griegos y cristianos que posicionan a la mujer por debajo del hombre. Hay que recordar, como bien lo hace Marcos, que en los años 80 hablar de género era igual a hablar de mujeres. No se veía a los varones como enmarcados dentro de las relaciones de género, esto tanto en el feminismo como fuera de él. Además, habría que sumarle que la propuesta de Illich no quiere ofrecer un estudio sobre la situación de la mujer, tampoco sobre el género entendido como se hace hoy en los llamados “Estudios de Género”. Citemos el inicio del libro en cuestión: Defino la ruptura con el pasado, descrita por otros como la transición al modo de producción capitalista, como el paso de la égida del género al régimen del sexo. Considero que la desaparición del género vernáculo es la condición imprescindible del desarrollo del “capitalismo” y de un estilo de vida totalmente sometido a la mercancía industrial.91 Todo el argumento del género vernáculo, tan importante para Marcos, se sostiene en la diferencia entre el género y el sexo. El primero es vernáculo y se basa en la existencia de dos dimensiones distintas, pero asimétricamente complementarias. Atención con este último concepto, porque el género implica una complementariedad asimétrica, mientras que el sexo iguala homogeneizando. El sexo es pues económico, por lo que en su creación radica el surgimiento de la escasez y del capitalismo. El género se desenvuelve como polaridades que se corresponden proporcionalmente mas no se agotan entre sí, mantienen su inconmensurabilidad y de cierto modo, como explicaré en el siguiente apartado, están detrás de la ontología de los pueblos mesoamericanos. De hecho, años después, el propio Illich corrigió el término “asimétrico”, el cual significa en matemáticas falta de simetría, cambiándolo por el de disimétrico: “la relación entre lo enteramente diferente aunque casi igual”.92 De lo que el género vernáculo quiere dar cuenta es de la existencia en las sociedades vernáculas de por lo menos 91 92 Iván Illich, El género vernáculo, en Iván Illich, Obras Reunidas II (México: Fondo de Cultura Económica, 2008), 181. Illich, Los ríos al norte del futuro, 227. 81 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO dos ámbitos: el masculino y el femenino. Cada uno de estos ámbitos era un mundo en sí mismo que implicaba sus propias herramientas, lenguajes, corporalidades, etc. Esta “dualidad” era pues complementaria y en ella se basaba la subsistencia, pero la instauración del régimen capitalista necesitaba terminar con esta proporcionalidad y para ello se valió del sexo económico. Cabe agregar que no existen dos géneros vernáculos iguales. El género cambia, recuerda Marcos, en cada valle, pueblo y montaña. Sus viajes y experiencias en distintas partes del mundo le han confirmado que no existe tal cosa como un género universal sino una amplia gama territorializada y localizada, a diferencia del sexo que se pretende universal y, por lo tanto, disloca. Por este motivo, Marcos defiende que hablar de un patriarcado de más de 4 mil años es una afirmación sin pies ni cabeza.93 Si tal fuera el caso de que existiera un solo patriarcado desde hace miles de años, entonces perderíamos la fineza analítica y la diversidad de las distintas sociedades. Lo que ha habido, según Marcos, son distintos modos de dominio masculino que van tomando diversas formas en las muchas regiones, culturas y tiempos. El patriarcado actual es tan solo un tipo de dominio masculino entre otros, el propiamente moderno que inicia con la égida del sexo económico. En ese sentido, para Marcos sería un enorme error identificar el género vernáculo con el así llamado “patriarcado tradicional”, ya que este último término también implicaría una suerte de patriarcado universal premoderno propio de las sociedades preindustriales, cuando lo que realmente hay son diversas formas de dominio masculino según se ha formado el género en cada lugar concreto. El problema del sexo es que crea una especie de “común denominador”, algo así como un tercero que incluye tanto a hombres como a mujeres; un tercer término que engloba la diferencia la cual en realidad se diluye. El hombre y la mujer dejan de ser dos esferas proporcionales pero disimétricas y comienzan a funcionar como dos sexos, dos versiones del mismo modelo. Ahí no puede haber ni diferencia ni otredad, mucho menos proporcionalidad disimétrica, sino un tercer término que los engloba y que además los caracteriza institucionalmente. El género no podía ser catalogado económicamente pues sus labores eran de subsistencia, pero 93 Estas ideas las expone, entre otras partes, en la conferencia antes citada en el Colegio de Tlaxcala. 82 SYLVIA MARCOS Y EL FEMINISMO DESCOLONIAL al reducir estas diferencias al común denominador sexo, la economía pudo mediar todo en la esfera del intercambio creando valores a partir de las actividades de ambos sexos. En ese sentido, afirma Marcos, El género vernáculo no pretendía ser un estudio sobre las mujeres, sino un análisis detallado y una crítica radical a la economía moderna. Escuchemos una vez más a Marcos: Normalizada y sometida a la ley de hierro de la escasez, o de la economía en el sentido moderno, la relación entre hombres y mujeres sufrió una última mutación: perdió su misteriosa asimetría y complementariedad para reducirse a una polarización unívoca de características que diferencian secundariamente seres humanos.94 En su artículo, Marcos reconoce tanto las problemáticas que este planteamiento generó a las feministas radicales estadounidenses, pero también reconoce que la propuesta integrada en la noción de género vernáculo expresa muy bien las luchas propias de los pueblos originarios. Nuestra autora cita a la Mayor Ana María del EZLN, quien en uno de los encuentros Intergalácticos dijo: “… somos iguales porque somos diferentes”. Esta frase, dice Marcos, “casi parece una elaboración de la propuesta de Iván Illich”.95 La intención detrás del género vernáculo nunca fue, ni para Illich ni para Marcos, promover una especie de regresión al pasado para reimponer antiguos regímenes. Al contrario, busca la regeneración, es decir el resurgimiento, de los ámbitos de convivencialidad desde la construcción común de los abajos, la esperanza necesaria para construir otros mundos posibles, a la vez que comprender la instauración del régimen de la escasez en las sociedades modernas. Pero la regeneración no significa una vuelta a un pasado bucólico, mucho menos una apología sin más a lo premoderno como realizan los grupos conservadores. Se trata de una crítica al presente, aprendiendo del pasado, pero para construir algo nuevo. La reflexión sobre el género vernáculo no pretende ser un estudio nostálgico sobre tiempos mejores (en los que las mujeres se veían oprimidas), sino una crítica a la sociedad actual en lo que tiene de homogeneizante y economizadora. Desde esta línea de pensamiento, dice Marcos, se puede “hasta dar funda94 95 Marcos “Sobre El género vernáculo”, 229-230. Ibid., 227. 83 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO mento a una posible otra teoría feminista”.96 Este ha sido el camino que ella ha elegido, camino que me parecía imprescindible presentar para poder sumar la perspectiva feminista al estudio elaborado en este ensayo. En los siguientes dos apartados presentaré dos aristas del pensamiento de Marcos que exponen, a mi parecer, los aportes de esta pensadora relacionados al feminismo, el zapatismo, la sabiduría indígena y las luchas desde abajo. PENSAMIENTO ENCARNADO Los estudios realizados por Sylvia Marcos acerca de la cosmovivencia, o corpovisión como dice Landa,97 de los pueblos mesoamericanos son quizás uno de los motivos por los que más se le conoce. Este capítulo de la vasta obra de Marcos es bastante importante, ya que, a mi entender, sirve de puente entre el resto de sus campos de interés y el feminismo decolonial, cumbre de su propuesta. Una de las notas características de las autoras y autores que revisamos en este ensayo es la crítica a las certezas modernas y la regeneración de los distintos saberes vernáculos, no desde un afán nostálgico del pasado sino desde la apuesta por un mundo plural construido desde abajo y no impuesto desde arriba. Este construir solo puede llevarse a cabo después de un arduo trabajo de deconstrucción de la propia colonialidad, pero también gracias al diálogo con saberes muy otros que ofrecen una experiencia del mundo radicalmente convivencial. Este es el caso de los saberes de los pueblos mesoamericanos. Como parte de sus estudios etnográficos, Marcos se ha sumergido a lo que se conoce como “teología” o “sabiduría” india. Se trata de un fenómeno cercano a la diócesis de San Cristóbal de las Casas, particularmente a los procesos acompañados por Don Samuel Ruíz, mejor conocido como Tatic Samuel. Más que una reflexión teológica intelectual, la teología india se recoge como una “constelación de prácticas”98 que van más allá de la mera opción por los pobres de la teología de la liberación. Lo que interesa a Marcos no es hacer una lectura eclesial ni cristiana, sino comprender la episteme detrás de estas prácticas. Es por ello que su única fuente no es la teología india, sino también los antiguos códices y documentos his96 97 98 El subrayado es de la autora, quien busca recalcar el “otra” en términos zapatistas. Ver Ibid., 232. Sylvia Marcos, “Raíces epistemológicas mesoamericanas: la construcción religiosa del género”, en Sylvia Marcos (ed.), Religión y género Vol. III (Madrid: Trotta, 2008) 264. Sylvia Marcos, “Desde abajo: la episteme de la Teología india”, en Israel Daniel Inclán Solis, Lucía Linsalata y Márgara Millán Moncayo (coords.), Modernidades alternativas (México: UNAM/Ediciones del Lirio, 2017), 157. 84 SYLVIA MARCOS Y EL FEMINISMO DESCOLONIAL tóricos que narran las crónicas de la conquista y los modos originarios de organización. Esta información le revela a Marcos la existencia de un pensamiento bastante característico de estos pueblos, el cual llama “pensamiento encarnado”. Además, a partir de los modos en que los pueblos mesoamericanos conciben el cuerpo y la sexualidad, la autora es capaz de esbozar una concepción distinta del género, misma que incluso transgrede mucho de los lugares comunes del feminismo hegemónico. De la teología o sabiduría india sorprende, por ejemplo, que sea la pareja de esposos quienes asuman los cargos comunitarios y espirituales. Semejante hecho es posible únicamente desde una concepción muy particular del género que a su vez está integrado dentro de una estructura cósmica dual. Por otro lado, en los rituales y celebraciones propios de esta tradición no se define con tanta facilidad quien celebra el rito. La respuesta sería justamente la comunidad. Es el colectivo quien está celebrando, puesto que la ontología es nosótrica tal y como lo había demostrado ya Carlos Lenkensdorf a partir de su relación con los tojolabales. No existe pues una división entre lo natural y lo divino, entre la trascendencia y la inmanencia o entre lo divino y lo humano. Por ello mismo lo divino se experimenta en el cuerpo y no en detrimento de este, tal y como lo afirma cierto cristianismo platonizado. Es la propia vida comunitaria y concreta la que presenta la experiencia espiritual. Debido a esto no existen grandes teólogos destacados, solo el colectivo caminando y cuidando la vida. Cuatro son, dice Marcos en otro texto, las grandes categorías analíticas que, encontradas en esta cosmovivencia, pueden ayudarnos a repensar el género y la reflexión: dualidad, fluidez, equilibrio y corporalidad.99 El dualismo clásico se traducía en jerarquías donde siempre había un principio dominante, a saber: hombre sobre mujer, hombre libre sobre esclavo, griego sobre no-griego, etc. La dualidad mesoamericana, en cambio, ni es jerárquica ni tampoco es estática, es fluida y complementaria (no hay que dejar de notar en este punto la cercanía con el género vernáculo). Pero no solo eso, sino que más allá de afirmar la complementariedad entre lo masculino y lo femenino, la noción del equilibrio y la fluidez refiere a todo el cosmos en su totalidad: “La dualidad-unidad femenina-masculina era parte integrante de la creación del cosmos, de su (re)generación y 99 Marcos, “Raíces epistemológicas mesoamericanas…”, 235. 85 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO manutención”.100 No solo existen la mujer y el hombre, sino lo femenino y lo masculino en la realidad toda. La dualidad mesoamericana no se relaciona con el binarismo moderno. En esta segunda cada polo es independiente, no hay ni relación ni proporción, mucho menos complementariedad. En la dualidad mesoamericana, en cambio, existe una enorme diversidad que se interconecta. No está lo femenino de un lado y lo masculino por el otro. Lo que hay es un equilibrio fluido que cambia, se modifica según la circunstancia y no crea jerarquías. Marcos considera que esta dualidad rompe con el “ordenamiento «jerárquico» estratificado de la teoría feminista de género”.101 Su propuesta de feminismo decolonial en diálogo con el zapatismo recupera estas nociones para pensar un feminismo muy otro. Para la autora, el género o la dualidad femenino-masculino “revela ser la metáfora fundamental del pensamiento mesoamericano”,102 lo cual no es otra cosa que encontrar la posibilidad de repensar el feminismo desde la experiencia de los pueblos originarios. No hay que olvidar que los pueblos mesoamericanos eran culturas orales que no operaban según la lógica del lenguaje escrito. La escritura solidifica tanto el pensamiento como la vivencia humana, mientras que la oralidad plantea performativamente una fluidez del mundo y de la experiencia. Esto es claro si tomamos el ejemplo del equilibrio. La noción mesoamericana de equilibrio no tiene nada que ver con el punto medio aristotélico, el cual se presenta más como una virtud fija e individual, mientras que para el mesoamericano implica saber habitar una especie de tensión entre polos complementarios que cambian y se modifican según las circunstancias y las muchas variables. Como si esto fuera poco, el equilibrio mesoamericano es siempre comunitario, ya que lo que se encuentra en juego no es mi pura virtud personal o respecto a la polis, sino el funcionamiento y mantenimiento del cosmos entero. Es el cosmos (palabra que todavía sigue siendo demasiado griega), del cual formo parte, el que se equilibra. Si tomamos en cuenta todo esto, el equilibrio dual de género para los pueblos originarios no es un ordenamiento binario entre polos estáticos, sino la relación de tensión y complementariedad entre fuerzas fluidas e interdependientes. En palabras de Marcos: SYLVIA MARCOS Y EL FEMINISMO DESCOLONIAL Si denominamos «categorías de género» a las concepciones de lo masculino y femenino que aparecen en el pensamiento mesoamericano, encontramos que éstas forman pares de conceptos, por cierto opuestos, pero fluidos, abiertos, sin estratificación jerárquica y en balance cambiante, constituyéndose y reconstituyéndose, definiéndose y redefiniéndose permanentemente.103 Es desde aquí que Marcos propone un “concepto de género” cuyas características son: “la apertura mutua de las categorías; la fluidez; la no-organización jerárquica entre los polos duales”.104 Sin embargo, esta no es la única consecuencia que nace de estos planteamientos. En una concepción como la anterior, y muy a diferencia del discurso filosófico de occidente imperiosamente masculino, no se piensa ni más allá ni en detrimento del cuerpo. He aquí donde entra el concepto de “pensamiento encarnado”, un pensamiento que se piensa con y desde el cuerpo. Esta ha sido, se sabe bien, una de las grandes aportaciones de los feminismos con propuestas como la de “pensamientos situados” de Donna Haraway. El feminismo, como todo pensamiento, tiene su grado de abstracción. La diferencia, dice Marcos, es que esta abstracción está inevitablemente encarnada en una carne además bastante particular, la femenina: “con sus deseos y placeres, con su potencialidad para el embarazo y la maternidad, con su sangre, sus flujos y sus jugos”.105 El cuerpo en Mesoamérica no está dividido, fracturado; no hay una separación entre el interior y lo exterior, la piel no es la barrera hermética que nos divide del mundo. Adentro y afuera se encuentran en un intercambio continuo. Materia e inmateria, como lo espiritual, por ejemplo, viven una interacción permanente como lo vislumbrábamos ya un poco más arriba cuando hablaba de la teología india. El río no es únicamente el río, un ente objetivo externo a mí. El río es más que el río, el cual cuenta con su dualidad que bien puede ser la montaña o el bosque. Mi cuerpo no es únicamente mi cuerpo, ya que me veo atravesado o atravesada por otras tantas fueras que juntas buscamos el equilibrio adecuado para el cosmos. El pensamiento, por lo tanto, es desde el cuerpo y no en el puro plano abstracto. 103 Ibid., 251. 104 Id. 105 Ibid., 253. Estas últimas ideas se encuentran en diálogo con Gallop en J. Gallop, Thinking Through the Body (New York: Columbia University Press, 1988). 100 Ibid., 238-239. 101 Ibid., 241. 102 Ibid., 242. 86 87 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Finalizo este apartado recordando que la propia Sylvia Marcos caracteriza los análisis de Jean Robert como un “pensamiento encarnado”. Considero que este concepto de Marcos ayuda a comprender el tipo de reflexión que de cierto modo caracteriza a las autoras y autores que he tratado de abordar en este ensayo. En ellas y ellos no hay una mera erudición o un academicismo chocante. Al contrario, reconocemos una experiencia de vida caminando en distintas situaciones sociales que les han llevado a encarnarse y a pensar con todo el cuerpo. LA LUCHA DE LAS MUJERES ZAPATISTAS Me parece que, gracias a los apartados anteriores dedicados a las reflexiones antipsiquiátricas de Marcos y a sus estudios del género vernáculo y la sabiduría mesoamericana, podemos finalmente brindar una palabra alrededor de lo que para Marcos es el culmen de todas sus inquietudes anteriores: el zapatismo y la lucha de las mujeres. Sin los apartados anteriores no se comprendería el hilo conductor que va desde la Sylvia Marcos joven que colabora con el CIDOC y el CIDHAL, pasa por la coordinación latinoamericana de la Red alternativa a la psiquiatría, se sumerge en la experiencia de los pueblos mesoamericanos, reflexiona de fondo en la teoría feminista y camina codo a codo con las compañeras zapatistas. Abordemos algunos puntos importantes de la obra de Marcos en relación con esta lucha. Marcos está convencida de que la “experiencia zapatista ilumina caminos en la respuesta de las autonomías a la crisis del Estado”.106 Pero el Estado, o como lo nombran más comúnmente las y los zapatistas “el mal gobierno”, es doble para el caso de las mujeres: el gobierno y el gobierno del marido (o del varón en general). En ese sentido, la lucha autonómica de las mujeres zapatistas tiene esa doble cara, lo que ha hecho que ocupen un papel protagonista en la propia transformación interna de las redes zapatistas. Una característica propia de la lucha de las zapatistas es que, a pesar de contar con sus espacios propios como el Encuentro de Mujeres que Luchan, la transformación de los esquemas patriarcales se realiza en coordinación con toda la estructura autonómica del “buen gobierno” zapa- SYLVIA MARCOS Y EL FEMINISMO DESCOLONIAL tista. Es decir, en colaboración con los hombres. Esto ha llevado a que, en muchas ocasiones, feministas de otras corrientes (casi siempre del Norte) malinterpreten desde fuera algunas dinámicas. Marcos, en cambio, se ha sumergido de lleno a la narrativa de las mujeres zapatistas, por lo que comprende su lucha autonómica desde abajo en un sentido convivencial y en estrecha sintonía con las nociones propias de los pueblos mesoamericanos. Un documento imprescindible para comprender el rol de las mujeres en la construcción de autonomía es el material creado por ellas mismas, el cual fue destinado para la Escuelita Zapatista. Se trata de un breve cuadernillo titulado: Participación de las mujeres en el gobierno autónomo.107 Se sigue la inspiración original de la Ley Revolucionaria de Mujeres promulgada por el EZLN en 1993.108 El primer documento citado es, de cierto modo, una actualización y evaluación de lo sucedido en los 20 años subsecuentes a la ley revolucionaria. A diferencia de los Estados-nacionales, en las comunidades zapatistas las mujeres han ocupado cargos importantes desde el inicio. Una figura emblemática es la Comandanta Ramona, pieza clave en los primeros 10 años después del levantamiento de 1994.109 Pero no son los puestos la única área donde las compañeras zapatistas han mostrado una inagotable fuente de lucha y creatividad. Es bien conocida la estructura patriarcal del Estado y sus negocios con empresas extractivistas. La violencia contra las mujeres ha incrementado y los feminicidios, particularmente en México, están a la orden del día. Las comunidades zapatistas, sin embargo, han mostrado un trabajo excepcional transformando las estructuras patriarcales tanto occidentales como tradicionales. La violencia contra la mujer se ha visto diezmada en los municipios autónomos de Chiapas. Y aunque no se puede jactar de haber alcanzado la perfección, el contraste con otros municipios de Chiapas u otros estados del país muestra la efectividad de la estrategia zapatista. Esto aplica no únicamente respecto a la violencia contra las mujeres. En un país donde la narcoviolencia es el pan de cada día, anécdotas como la siguiente se convierten en experiencias inolvidables. En una ocasión 107 106 Sylvia Marcos, “La autonomía zapatista y las contribuciones de las mujeres como alternativa a la crisis de Estado”, en Memorias del Foro Internacional Comunidad, Cultura y Paz. Autonomías: una esperanza viva frente a la crisis del Estado Volumen I (Cuernavaca: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2016), 110. Para descargar el cuadernillo: https://radiozapatista.org/pdf/libros/Mujeres_1-11.pdf (consultado el 4 de marzo del 2021). 108 Para leer la Ley Revolucionaria de Mujeres: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/1993/12/31/ley-revolucionaria-de-mujeres/ (consultado el 4 de marzo del 2021). 109 Sobre la Comandanta Ramona: https://www.animalpolitico.com/2011/03/comandanta-ramona-sin-mascara-a5-anos-de-su-muerte/ (consultado el 4 de marzo del 2021). 88 89 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO visité una comunidad zapatista. Al llegar, las compañeras y compañeros nos dijeron: “acaban de entrar a la zona más segura de México.” Era cierto. Kilómetros atrás en nuestro peregrinar nos habíamos topado con grupos armados que nos encañonaron (finalmente permitieron nuestro paso). Pero ahí, en esas tierras zapatistas, no había qué temer. Un material base para seguir las reflexiones de Marcos entorno al feminismo zapatista es su libro Mujeres, indígenas, rebeldes, zapatistas.110 Se trata de un compilado de escritos, conferencias y reflexiones donde la autora no solamente analiza los discursos y prácticas de las compañeras zapatistas, sino que ofrece una propuesta de “feminismo desde abajo y a la izquierda” (porque ahí está el corazón), el cual podríamos leer como el culmen de todo un recorrido vital que inició en sus estudios de psicología clínica, pasó por el CIDOC y el CIDHAL, sus estudios antropológicos para finalmente arribar a un feminismo comunitario que no solo recupera sino que suma y aporta a lo que aquí hemos llamado convivencialidad y resistencia política desde abajo. Lo característico de esta experiencia es su praxis comunitaria enraizada en los saberes propios, en un feminismo que no individualiza sino que sostiene el nosotrxs, incluyendo, como lo hacen hoy en día los feminismos del Abya Yala, negros e indígenas, a todxs lxs seres humanos y al planeta. Contiene una fuerte raigambre de conexión con la Tierra, sobre todo en su cuidado y su defensa en contra del mal gobierno y su extractivismo. Es por ello que la vida no se divide y las propuestas de las mujeres zapatistas llevan a “todo en la vida —la educación, la salud, la vida en familia, las relaciones de género y los derechos humanos—”.111 Cité el Encuentro de Mujeres que Lucha, el cual se ha repetido en otras ocasiones durante los últimos años y ha convocado a mujeres de todo el mundo. Mi palabra y comprensión personal se quedan cortas, por lo que cito expresamente las últimas palabras inaugurales del encuentro del 2019, no sin antes señalar que esta lucha ha sido una luz brillante en medio de tanta tiniebla, misma luz que considero está presente en los textos de Sylvia Marcos: SYLVIA MARCOS Y EL FEMINISMO DESCOLONIAL PORQUE SOMOS MUJERES QUE SUFREN. PERO TAMBIÉN SOMOS MUJERES QUE SE PIENSAN Y SE ORGANIZAN. Y, SOBRE TODO, SOMOS MUJERES QUE LUCHAN.112 La importancia del zapatismo en Marcos es tal que llega incluso a afirmar lo siguiente: “Sin el zapatismo vivo y propositivo nuestra esperanza se desvanecería, quizás. Sobre todo la mía, como mujer y como mexicana”.113 Es en base a la experiencia zapatista que Marcos elabora pues su propuesta de un feminismo descolonial, el cual pretende cuestionar los fundamentos filosóficos y cognitivos del pensamiento dominante atravesado por la herencia colonial. Desde ahí se busca desmantelar prenociones coloniales respecto al género y la situación o roles de la mujer en las sociedades. Esta crítica también denuncia las carencias e incluso violencias provenientes del feminismo del norte o también llamado “feminismo blanco”. Cito más extensamente a Marcos hablando del zapatismo: Nos ayudó —como colectivo de mujeres— a deslindarnos de ese feminismo que sólo ve la subordinación en relación con los varones y deja de lado las múltiples subordinaciones cotidianas y rastreras que nos impone el capitalismo bárbaro y salvaje, que destruye al planeta y elimina toda posibilidad de sobrevivencia humana en armonía y justicia.114 Puede verse con claridad la construcción de un paradigma político que intenta tejerse desde abajo a partir de la experiencia y tradición de los pueblos y comunidades. Dejo hasta aquí el abordaje de esta autora con respecto al zapatismo y el feminismo descolonial. Considero que sus aportes se vuelven hoy por hoy invaluables en el esfuerzo por un sentipensar más allá del patriarcado, el colonialismo y el capitalismo. No puedo, sin embargo, exponer estas ideas con la profundidad que merecen. Confío que los párrafos anteriores sirvan de inspiración y motivación para que la lectora y el lector indaguen por su propia cuenta. 112 110 111 Sylvia Marcos, Mujeres, indígenas, rebeldes, zapatistas (México: EON, 2012). Sylvia Marcos, “¿Qué quiere decir decolonizar el feminismo? y ¿por qué es importante?”, en Tukari. Espacio de comunicación intercultural. Mujeres indígenas, poder y lucha. Otro mundo, otro camino. Año 3, número 15. Guadalajara, Jalisco. Noviembre-diciembre 2010, 6. 90 113 114 “Palabras de las mujeres zapatistas en la inauguración del Segundo Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan”, http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2019/12/27/palabras-de-las-mujeres-zapatistas-en-la-inauguracion-del-segundo-encuentro-internacional-de-mujeres-que-luchan/ (consultado el 4 de marzo del 2021). Marcos, Mujeres, indígenas, rebeldes, zapatistas, página número 50 en la versión pdf ofrecida por Radio Zapatista. Ibid., 56. 91 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO LECTURAS RECOMENDADAS: Marcos, Sylvia. (2016). “La autonomía zapatista y las contribuciones de las mujeres como alternativa a la crisis de Estado”. En Memorias del Foro Internacional Comunidad, Cultura y Paz. Capítulo VI Gustavo Esteva y la insurrección en curso Autonomías: una esperanza viva frente a la crisis del Estado Volumen I. Cuernavaca: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 110-113. —. (2017). “Desde abajo: la episteme de la Teología india”. En Israel Daniel Inclán Solis, Lucía Linsalata y Márgara Millán Moncayo (coords.), Modernidades alternativas. México: UNAM/ Ediciones del Lirio, 155-174. No se le puede acusar de exagerada a la revista Ixtus cuando afirma, al inicio de la conversación entre Jean Robert y Gustavo Esteva, lo siguiente: “Gustavo Esteva quizá sea el mexicano que mejor ha comprendido y asimilado el pensamiento de Iván Illich”.115 Por esta razón Esteva aparece en estas reflexiones con una importancia cardinal, pero también con algunas diferencias importantes. Una de ellas es su relación con Cuernavaca, la cual dista de ser como la de los otros personajes que he abordado. Esto puesto que su opción concreta aterrizó en Oaxaca, específicamente en un pequeño pueblo a pocos kilómetros de donde nació su abuela zapoteca. En ese sentido, con Esteva encontramos un diálogo fecundo no solo entre las ideas illichianas y el zapatismo —tal y como lo encontrábamos ya en Robert y Marcos—, sino también entre la lucha particularmente oaxaqueña, la cual habría que abordar en sí misma en su unicidad propia. Cabe subrayar, además, que Esteva no participó en el CIDOC, sino que, como detallaré más adelante, se relacionó con Iván Illich hasta 1983, fecha en que este ya había cerrado el CIDOC y se encontraba en otro momento intelectual. Sumado a estas peculiaridades se encuentra el hecho de mi amistad y colaboración con Esteva, las cuales me han brindado un contacto directo no solo con sus ideas sino también con su vida. De cierta forma, aprovecho este capítulo para ofrecer un homenaje a un amigo y maestro. Desde aquí es que me propongo reflexionar sobre este “luchador social desprofesionalizado”, como él mismo se nombra, centrándome en los siguientes aspectos: su vida y obra, su hipótesis del fin de una era junto al horror que esta conlleva y la insurrección en curso, la cual considero como la exposición más detallada y elocuente de lo que aquí hemos nombrado la convivencialidad y la resistencia política desde abajo. 115 92 Robert y Esteva, “Iván Illich en México”, 13. 93 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO VIDA Y OBRA DE UN INTELECTUAL Y LUCHADOR SOCIAL DESPROFESIONALIZADO 116 Gustavo Esteva nace en la ciudad de México el 20 de agosto de 1936. Su familia contaba tanto con sangre española como con raíces zapotecas. La educación que recibió de parte de la escuela marista y la universidad jesuita le prometía una brillante carrera. Pertenecía a esos mexicanos y a aquella época en donde, incluso antes de graduarse, dos o tres buenos empleos tenían ya un contrato esperándole. Otras inquietudes y senderos se le cruzarían por el camino. En algunas ocasiones Esteva me contó de sus inquietudes intelectuales juveniles, leyendo todo lo que podía sobre la existencia de Dios bajo recomendación de un sacerdote. Nunca encontró ninguna prueba convincente en la teología, así que dejó de lado esa empresa y esa fe. A lo lejos, me atrevo a leer esa anécdota como una muestra temprana de su compromiso por lo concreto, lo palpable, lo que puede comerse y saborearse. Su padre falleció cuando todavía Gustavo tenía alrededor de 15 años, lo cual le obligó a trabajar para sostener económicamente a su familia. Incluso desde antes tenía una vena inquieta y una energía que lo mantenía siempre en movimiento, interesándose por los procesos editoriales y manchándose de tinta las manos. En aquellos tiempos anhelaba pasar más momentos en el mercado oaxaqueño donde su abuela tenía un puesto, pero esa misma abuela no podía entrar por la puerta principal de su casa de la Ciudad de México. Era una práctica común la de negar el pasado indígena para que niños y niñas lo olvidaran y aspiraran a los grandes “beneficios” de la ciudad y el mundo escuetamente moderno del México a mediados de la II Guerra Mundial e inicios de la postguerra. Esta era la nostálgica contradicción que imperaba en la casa de los Esteva: un apellido de renombre durante el porfiriato que lo había perdido todo durante la revolución. Esteva ocupó distintos puestos de oficina en empresas como Procter and Gamble y posteriormente una gerencia en IBM, siendo en ambas el ejecutivo más joven. Más tarde le invitaron a retirarse de ambos empleos debido a que sus ideas no convenían a las políticas internas (daba información a los trabajadores cuando los jefes querían hacer una movida en 116 Este apartado está construido a partir de diálogos personales con Esteva, así como de entrevistas esporádicas como la siguiente: “Interview with Gustavo Esteva The Society of the Different”, In Motion Magazine, April 9, 2006: https://inmotionmagazine.com/global/gest_int_1.html (consultada el 6 de marzo del 2021). 94 GUSTAVO ESTEVA Y LA INSURRECCIÓN EN CURSO su contra). De continuar por esa vía, su futuro era el de estar en el puro epicentro del desarrollo, brindando servicios a la comunidad tratando de mejorar sus condiciones de vida según la lógica de las empresas en las que trabajaba. Se dio cuenta de que parte de su trabajo era el de adoctrinar a los trabajadores según la mentalidad de las corporaciones, ideología que incluía un sentimiento de “agradecimiento” por todos los beneficios que estas brindaban. Fue aquel un momento importante para el camino reflexivo y político de Esteva. En los años siguientes pasó al sector público, aquel reino donde supuestamente se maquinaban los auténticos cambios sociales de la izquierda contra el mercado. Ahí se desenvolvió en el Banco Nacional de Comercio Exterior, al tiempo que se unió a un grupo de marxistas de aspiraciones guerrilleras en donde militó hasta 1965. Su punto de quiebre fue un acontecimiento que le marcó y que el mismo narra como una ruptura. Uno de los líderes del movimiento asesinó a otro por motivo de celos amorosos, lo que llevó a una situación extrema en donde incluso tuvieron que esconder al asesino para cuidarse. Fue este acontecimiento el que develó a Esteva el tipo de sociedad que estaban construyendo, una donde la violencia continuaba en primera plana. Aceptó un trabajo como parte del gobierno de Luis Echeverría, donde se desempeñaba como parte de los encargados en el presupuesto público. De nuevo, quizás como nunca, Esteva se posicionaba en el centro de la narrativa del desarrollo. Aunque no era su pretensión, ya que este empleo lo asumió más como una necesidad que como una auténtica apuesta de transformación social, impulsó una enorme cantidad de iniciativas desarrollistas entre 1970 y 1976. Sumido en una intensa reflexión fruto de sus experiencias previas, fue este el tiempo en que Esteva escribió lo que él mismo considera como su único libro pensado como tal. Se llamó Economía y Enajenación, una investigación exhaustiva que jamás publicó íntegramente, aunque sí apareció una versión abreviada en la colección de Política, Economía y Administración de la Universidad Veracruzana.117 Aquellos años significaron el fin de las andanzas gubernamentales de Esteva. Algunas semanas antes de que López Portillo tomara posesión como presidente, aceptó una reunión en que juntó a quienes ya formaban buena parte de su gabinete con Esteva y Arturo Warman, para discutir 117 Gustavo Esteva, Economía y Enajenación (Xalapa: Universidad Veracruzana, 1980). 95 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO de cuestiones agrarias. Al terminar la reunión, López Portillo dijo explícitamente que su política sería adversa al campesinado (máxima común de los gobiernos desarrollistas, sean de izquierda o de derecha). Esteva, a quien ya le había quedado claro que todos los esfuerzos por el desarrollo terminaban por generar todavía más malestar entre las personas, renunció casi de inmediato y pocos días después fundó una organización civil para trabajar con campesinos. Como dato interesante, en un encuentro de 1979 sobre “Testimonios zapatistas” en la UNAM, Gustavo Esteva dijo que dentro de poco tiempo quedarían pocos, sino es que ningún zapatista.118 Se refería claramente a quienes habían sido amigos y compañeros de Emiliano Zapata. Tiempo después sería asesor del EZLN en Chiapas, pero eso lo veremos más adelante. En la etapa de la vida de Esteva en la que nos encontramos, este se convirtió en un defensor de los campesinos y dedicó casi todo su tiempo a esta labor.119 Continuaba escribiendo y estudiando, incluso conoció a fondo la obra de Marx, no solamente al Marx del marxismo que tanto atropelló a los campesinos, sino también al Marx tardío redescubierto por Teodor Shanin.120 Sin embargo, entre más estudiaba menos comprendía qué sucedía en la realidad campesina. Era como si aquellos conceptos, en lugar de fungir de anteojos que le permitieran ver, fueran láminas de vidrio sucias que distorsionaban la luz procedente del exterior. Es aquí donde llegamos al encuentro fundamental entre Esteva e Illich, uno que cambió por completo el pensamiento y las opciones de Esteva. Era 1983, Illich había pasado ya su tiempo de mayor fama. El CIDOC ya no se encontraba en operaciones. Aquellos años dorados habían quedado atrás. Es por ello por lo que, de cierta manera, a pesar de pertenecer a la misma generación, el encuentro significativo de Esteva fue con Illich, no con el CIDOC en sí. ¿Cómo se dio dicho encuentro y por qué tardó tanto en suceder? En el apartado del primer capítulo dedicado a Illich en México ofrecí algunas razones, elaboradas por el propio Esteva, de porqué Illich no era leído por 118 Ver: https://www.youtube.com/watch?v=_yzCOz4xyoo&t=100s 119 Ver Gustavo Esteva, La batalla por el México rural (México: Siglo XXI, 1985). 120 Teodor Shanin, con quien el propio Esteva colaboró y entabló una colaboración importante a lo largo de los años, fue quien sacó a la luz la importancia del último Marx, aquel que ya no se limitó a analizar las sociedades europeas y norteamericanas sino también la rusa, la cual era principalmente rural. El contacto con la realidad rural de Rusia transformó por completo muchas de las ideas de Marx respecto al sujeto revolucionario exclusivamente proletario. Ver Teodor Shanin (ed.), Late Marx and the Russian Road. Marx and the ´peripheries of capitalism´ (New York: Monthly Review Press, 1983). 96 GUSTAVO ESTEVA Y LA INSURRECCIÓN EN CURSO los propios mexicanos y mexicanas. Se le consideraba un cura reaccionario, alguien que no entendía la realidad que pisaba y que se oponía a las instituciones que los socialistas tanto luchaban por crear. En 1983 Rodolfo Stavenhagen invitó a Gustavo Esteva a un seminario en el Colegio de México titulado “La construcción social de la energía”, inaugurado por Wolfang Sachs. No entraba particularmente en los intereses de Esteva, pero ahí fue donde escuchó a Illich por primera vez. Su conferencia le cautivó. Esa misma noche pudo conversar con él e inmediatamente se puso a devorar sus libros. “Estaba fascinado. Descubría, página tras página, que articulaba de modo muy convincente mis experiencias con los campesinos y los indígenas y, mejor aún, lo que ellos estaban tratando de hacer”.121 Estos eran los anteojos que le hacían falta, que más que anteojos se trataba de quitarse todo armatoste para captar y sentir directamente la realidad al modo en que la gente la sentía. Mi interpretación es que este fue el inicio de la gran segunda etapa en la vida de Gustavo Esteva. Como me lo expresó en un encuentro personal,122 él mismo considera que puede presentar su vida a partir de rupturas. Sin lugar a duda esta es una de las más significativas. Lo que continuó en los años siguientes fue una intensa colaboración con Illich y sus amigos. Como señalé, desde 1984 comenzó a colaborar ampliamente con Jean Robert en El Gallo Ilustrado y Opciones. Otra colaboración importante de Esteva fue la del Diccionario del desarrollo publicado primero en inglés en 1992 y en español hasta 1996.123 En el ahora clásico libro, nuestro autor escribió nada más y nada menos que la entrada de Desarrollo en donde narra la invención del término “subdesarrollado” a partir del discurso de Truman del 20 de enero de 1949. Un día después, tres cuartas partes de la población mundial amanecieron con la etiqueta de subdesarrollados en la frente, lo cual significaba una puerta abierta para que los bienintencionados desarrollados fueran a salvarlos. Como Esteva suele decir, repitiendo una frase de Paul Goodman, “si alguien de fuera viene y quiere ayudarte, corre por tu vida”. Lo que he mencionado hasta este momento basta para comprender por qué Esteva es considerado como uno de los pensadores más importantes del llamado postdesarrollo. 121 122 123 Robert y Esteva, “Iván Illich en México”, 19. Alberto Elías González Gómez y Gustavo Esteva, “Liberándonos de la abstracción, volviendo a la vida real. Gustavo Esteva y las luchas sociales”, en Amanecer Blog mística, 26 de febrero del 2021, https://www.youtube.com/ watch?v=nCvhFrBR8XM (consultado el 6 de marzo del 2021). Wolfang Sachs (editor), Diccionario del desarrollo. Una guía del conocimiento como poder (Lima: PRATEC, 1996). 97 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Su propia historia está cruzada por un anhelo familiar por alcanzarlo, varias décadas dedicadas a impulsarlo y, finalmente, la segunda mitad de su vida consagradas a combatir sus efectos. Como resultado de ello, se muda a Oaxaca a un pequeño pueblo desde donde reflexiona y colabora en distintos procesos sociales de la región, del país y a nivel internacional. Comparto tres historias que me comunicó el propio Esteva. En una ocasión, Illich le preguntó cuál sería una palabra que pudiera expresar lo contrario al desarrollo. Casi espontáneamente Esteva respondió: “hospitalidad”. Desde entonces esa palabra se volvió central en su quehacer, lo cual puede percibirse de inmediato en su casa o en la Universidad de la Tierra. El desarrollo busca imponer desde fuera una idea de buena vida de forma totalmente irrespetuosa por lo propio del lugar. La hospitalidad, en cambio, es la clave para asumir la otredad del otro, su carácter de irreductible y el pluralismo radical. Puede cambiarse el apellido del desarrollo por lindas palabras como “sustentable” o “humano”, pero al final del día desarrollo siempre indicará que la meta es vivir como los desarrollados y que existen, por lo tanto, quienes son subdesarrollados. La otredad se ve totalmente violentada. Cosa que no sucede con la hospitalidad, la cual no es una teoría sino una experiencia, le llevó a tener un acercamiento al afamado pensador indo-catalán Raimón Panikkar, a quien considero otra de sus fuentes primordiales de pensamiento.124 Colaboró con Robert Vachon, discípulo de Panikkar y fundador del Instituto Intercultural de Montreal, Canadá.125 Basado en sus experiencias con los pueblos indígenas, con Illich, Panikkar y Vachon, Esteva fundó en los años 90 el Centro de Estudios y Diálogos Interculturales (CEDI) en Oaxaca, profundamente inspirado en el CIDOC. Tenía la convicción de que el gran tema del siglo XXI sería el encuentro con el otro (percepción que se confirma en poco más de dos décadas de dicho siglo). El CEDI daría pie a lo que posteriormente se llamó la Universidad de la Tierra Oaxaca. Esta iniciativa nace de la resistencia de las comunidades oaxaqueñas a la imposición estatal de la escuela. Habían logrado ya bastante 124 125 Además de Illich y Panikkar se encuentran Marx, García, Bacca, Gandhi, Gorz, Foucault, pero sobre todo las comunidades indígenas y campesinas. El tema de las influencias filosóficas de Gustavo Esteva lo abordé con mayor detalle en mi artículo La insurrección en curso. El pensamiento filosófico-político de Gustavo Esteva, el cual retomaré más adelante. Sobre Vachon ver: https://iimarchives.org/history/robert-vachons-biography/ (consultado el 6 de marzo del 2021). 98 GUSTAVO ESTEVA Y LA INSURRECCIÓN EN CURSO autonomía en el ámbito educativo, más todavía existían algunos saberes que no podían aprender en las comunidades, pero tampoco era conveniente mudarse a la ciudad y autoimponerse el régimen curricular. Así fue como nació la Universidad de la Tierra o Unitierra, como un proyecto en comunión con los pueblos para que las y los jóvenes pudieran aprender aquello que querían aprender sin necesidad de cursar cuatro o cinco años en las universidades. Se formó un proyecto cambiante pero siempre al servicio de los movimientos sociales oaxaqueños. El papel de la Unitierra fue, por ejemplo, importante en la difusión de los hechos sucedidos en 2006 con el levantamiento de la APPO. En la Unitierra se aprende en libertad y junto con otras y otros. No hay profesores ni estudiantes, así como tampoco jefes ni asalariados. Quienes colaboran lo hacen en distintos proyectos que entretejen temas como lucha de las mujeres, el agua, regeneración de las comunidades, procesos de desescolarización, transformación de conflictos, defensa del territorio, conversatorios, círculos de estudio, etc. La experiencia se ha multiplicado en otros territorios del país, así como en Colombia, EUA e incluso en Japón. De cierta forma, la Unitierra es la desembocadura en donde podemos ver muchos de los intereses y preocupaciones presentes a lo largo de la vida de Esteva.126 La segunda historia también implica a Illich. En otra conversación personal entre ambos personajes, Illich le confiesa a Esteva que considera que su gran labor (la de Esteva) radica en superar de una vez por todas la mentalidad económica. Aplica la misma lógica que se ha expuesto hasta el momento alrededor de la subsistencia y lo común. Algunas de las obras más representativas de Esteva versan sobre esta cuestión, entre ellas Grassroots post-modernism. Remaking the soil of cultures y The future of development. A radical manifiesto.127 Cabe agregar que la inserción de Esteva al mundo de la economía fue algo más que una simple zambullida. Además de su primer libro ya antes citado de Economía y enajenación, Esteva publicó Los mitos de la inflación e Inflación y democracia. El caso de México (1980), este último escrito junto con David Barkin, por el que obtuvieron el Premio Nacional de Economía Política en 1978. Fue presidente del quinto Congreso Mundial 126 127 Para más información sobre la Unitierra ver: unitierraoax.org Gustavo Esteva, Salvatore Babones and Philipp Babcicky, The future of development. A radical manifiesto (Bristol: Policy Press, 2013). Gustavo Esteva and Madhu Suri Prakash, Grassroots post-modernism. Remaking the soil of cultures (London: Zed Books, 2014). 99 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO GUSTAVO ESTEVA Y LA INSURRECCIÓN EN CURSO de Sociología Rural, así como de la Sociedad Mexicana de Planificación. También fungió como Director General de la Central de Comunicación o CECOMSA, temática a la cual dedicó su libro El Estado y la Comunicación. Por lo tanto, cuando de pensar más allá de la economía y del Estado se trata, Esteva cuenta con los elementos necesarios para lograrlo. En cuanto a la tercera y última historia, cito un caso esta vez con Carlos Monsiváis, a quien Esteva le preguntó por qué cree que no logró tener (Esteva) éxito como escritor, a lo que Monsiváis respondió: “porque siempre escribes cosas muy avanzadas para la época”. Esto, sumado a que la mayoría de sus textos se conforman de mosaicos de artículos, conferencias o entrevistas, hace que la obra de Esteva sea impresionantemente extensa pero también algo difícil de seguir. Aún quedan algunos capítulos que comentar de esta amplia trayectoria. Fue en los años 90 con el levantamiento zapatista que Esteva experimentó otro importante quiebre. Podemos sin duda catalogarlo como un zapatista, si por ello entendemos a alguien que se inspira de la experiencia de los compas y los ve como el ejemplo mejor logrado de lo que habría que hacerse. Fue asesor del movimiento y ha participado en varios de sus foros y encuentros. Quienes conocemos a Esteva sabemos que el zapatismo es, en buena medida, una de sus más grandes inspiraciones y horizontes políticos.128 Desde hace varias décadas Gustavo Esteva radica en San Pablo Etla junto con su compañera Nicole Blanc. Juntos producen más del 70% de lo que consumen en colaboración con personas de la comunidad, quienes trabajan las pocas hectáreas que conforman “La casa de los Esteva” y pueden sustentarse con dicha labor. Esteva concentró buena parte de su tiempo a la Universidad de la Tierra y sus múltiples proyectos, aunque a partir de 2021 ha decidido reducir su actividad ahí a la participación en conversatorios y en la actividad editorial, para dedicarse a procesar sus escritos. También es columnista en el diario La Jornada, así como asesor de distintos centros y proyectos educativos y sociales. tiones correspondientes. Para un abordaje más detallado de estos y otros puntos de su pensamiento, véase mi artículo La insurrección en curso. El pensamiento filosófico-político de Gustavo Esteva.129 Una de las grandes evidencias de nuestra época es la de habitar un constante estado de crisis. Difícil negar que muchos de los grandes pilares civilizatorios de occidente se tambalean y que nuestras grandes certezas se han convertido en la principal fuente de nuestras dudas. En medio de la llamada sindemia,130 se necesitaría bastante optimismo o una increíble ceguera para no admitir algún grado de la crisis. Lo que sí está en cuestión es el estatuto de la crisis y, sobre todo, las muchas salidas de la misma. Para Gustavo Esteva la crisis civilizatoria no representa una oportunidad para aprender de nuestros errores y simplemente corregir el camino. En otras palabras, no se trata de repensar la modernidad para mejorarla. En cambio, para el intelectual desprofesionalizado de Oaxaca la crisis ilumina el fin de una era y oscurece el comienzo de otra. En mi opinión, en esto radica la complejidad del planteamiento de Esteva, en el hecho de instalarse en el intersticio de antiguas nociones y el mundo porvenir. Digámoslo de otro modo: la modernidad no está en crisis, está muerta y su cadáver conduce a una catástrofe “que pone en riesgo la supervivencia de la vida humana”.131 Lo que sigue a continuación es el obituario de los grandes titanes de la modernidad occidental, llámese Estado de Hobbes, el cogito cartesiano o la democracia estadounidense. En este punto encontramos la gran inspiración de Illich, quien en todo momento buscaba desmentir las grandes certezas modernas y como estas entorpecían nuestra aproximación al mundo. Pero Esteva no se queda ahí, sino que propone una lectura bastante interesante, por no decir polémica, respecto al capitalismo y al patriarcado. Inicio por describir en unas pocas líneas generales su visión respecto a estos puntos. Comienzo por el patriarcado, puesto que el propio Esteva lo propone como lo fundamental: “lo más importante es considerar seriamente EL FIN DE UNA ERA 129 Para fines prácticos, en los siguientes dos apartados me limitaré a dibujar el argumento principal de Gustavo Esteva respecto a cada una de las cues- 130 131 128 Ver Gustavo Esteva, Crónica del fin de una era. El secreto del EZLN (México: Editorial Posada, 1994). 100 Alberto Elías González Gómez, “La insurrección en curso. El pensamiento filosófico-político de Gustavo Esteva”, en Revista de Ciencias y Humanidades, Vol. IX, no. 9, julio-diciembre 2019, 119-138. Emily Mendenhall, Brandon A Kohrt, Prof Shane A Norris, David Ndetei, Dorairaj Prabhakaran. (2017). “Non-communicable disease syndemics: poverty, depression, and diabetes among low-income populations.” The Lancet, Vol. 389. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(17)30402-6 Gustavo Esteva, “La insurrección en curso”, en Raúl Ornelas (coord.) Crisis civilizatoria y superación del capitalismo, coordinado por Raúl Ornelas (Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2013), 148. 101 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO que estamos experimentando el colapso de 5 mil años de patriarcado”.132 En este punto es en donde inicia la complicación. A diferencia de otros diagnósticos, el de Esteva no promulga un clímax en la era patriarcal o capitalista. No considera que estos se encuentren en una nueva fase sino justamente lo contrario. En el caso del patriarcado, estaríamos frente a su colapso. Este no es, sin embargo, una buena noticia. Todo lo contrario. Conlleva el recrudecimiento de la violencia patriarcal en todas sus facetas y con todas sus estrategias. Para poder comprender mejor este punto es necesario tener en cuenta qué está entendiendo Esteva por “patriarcado”. En este punto nuestro autor sigue a Claudia von Werlhof, para quien el patriarcado es antes que nada un proceso alquímico que opera bajo la antigua creencia que las cosas que los varones crean son mejores que aquellas que las mujeres cuidan. En otras palabras, el mundo artificial puramente humano que busca controlar el cosmos es la utopía patriarcal que opera violentando, oprimiendo y aplastando los ritmos naturales de la vida y a las mujeres, quienes tradicionalmente se les ha identificado con estos aspectos.133 De tal manera que el patriarcado no sería un régimen sino un entramado utópico que se desenvuelve como proyecto, el Proyecto Patriarcal dice la autora, del cual fenómenos históricos como la cristiandad y el capitalismo son tan solo momentos de la misma pretensión imposible. Se habla de una pretensión imposible debido a que patriarcado (pater-arché, en el principio el padre) es un imposible, ya que naturalmente arché significaba principio de la vida, es decir la madre, la vagina. La vida no surge de la abstracción y de las meras invenciones humanas, sino de la tierra y nuestra relación amorosa con ella. Pues bien, el patriarcado, en tanto utopía irrealizable, está colapsando porque está encontrando sus límites. Sí, las distintas luchas de las mujeres alrededor del mundo han desvelado esta inviabilidad patriarcal, pero el propio patriarcado se está quedando sin qué comer. El desastre ecológico, las nuevas enfermedades, hambre, feminicidios y demás calamidades no son más que efectos de un patriarcado dando patadas de ahogado buscando sobrevivir a toda costa. 132 133 Gustavo Esteva, “Las veredas de la autonomía”, en Memorias del Foro Internacional Comunidad, Cultura y Paz. Autonomías: una esperanza viva frente a la crisis del Estado Volumen I (Cuernavaca: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2016), 45. Ver Claudia Von Werlhof, “¿Perdiendo la fe en el progreso? El Patriarcado Capitalista como ´Sistema Alquímico´” en Veronika Bennholdt-Thomsen, Nicholas Faraclas y Claudia Von Werlhof (Eds.): There is an Alternative. Subsistence and Worldwide Resistance to Corporate Gloibalization (London: Zedpress, 2001), 13-44. 102 GUSTAVO ESTEVA Y LA INSURRECCIÓN EN CURSO Pero se comió el pastel completo y está a punto de destruir la fiesta. No hay planeta que le soporte. En ese sentido, situados en medio de su colapso, el patriarcado nos lleva al borde de la extinción con un extractivismo cada vez más salvaje. Para Esteva, el patriarcado se expresa prácticamente en la forma jerárquica, o sea, estableciendo una jerarquía en todas las formas de organización social, desde la familia. Un asunto central para Esteva es disolver toda forma de jerarquía, como expresión de lucha antipatriarcal, y considera que ese desmantelamiento está ocurriendo ya en la base social, especialmente impulsado por luchas de mujeres. Sucede algo similar con el capitalismo, con la diferencia de que este, en contraste con el patriarcado que aún encuentra formas de reproducirse, no se encuentra colapsando, sino que ya encontró su límite. Según Esteva, sosteniéndose en distintos análisis con los de Anselm Jappe,134 el sistema económico actual no puede ser catalogado ya como capitalismo. Se van forjando otras formas igual o peor de siniestras a las cuales podría entendérselas como extractivistas. Todo régimen muere cuando ya no puede reproducirse en sus propios términos. El capitalismo se reproduce creando más capital, cosa que ya no logra. Lo que tenemos, dice Esteva, son zombies (empresas) succionadas por vampiros (trasnacionales o bancos). Tan solo están explotando recursos sin reproducir capital. Se produce capital cuando la riqueza acumulada compra fuerza de trabajo, lo que significa empleos y capacidad adquisitiva. Pero ya no hay empleos. Hoy vemos miles de personas saliendo a las calles exigiendo empleos, porque en el mercado lo único peor a ser explotado por el capitalismo es no ser explotado por éste. Sí, la gran mayoría de lo que se produce se produce según el modelo capitalista, pero ya no podemos hablar de capitalismo. Si ya no hay empleos la capacidad de compra disminuye. La producción aumenta, pero el aumento de la productividad con la robótica y la informática suprime en vez de crear empleos. Con menos compras y más producción, además de menos empleos y peores salarios, ya no hay crecimiento económico sino meras entidades chupasangre. 134 Ya desde 1968 Immanuel Wallerstein decía que el capitalismo había llegado a su “fase terminal”. Ver Immanuel Wallerstein, Modern World Systems (Oakland: University of California Press, 2011). Desde 1990, Robert Kurz y el grupo Krisis (después Exit), y sus herederos Moishe Postone y Anselm Jappe, han estudiado el fin del capitalismo. Sobre los dos primeros autores ver: Moishe Postone, Time, Labor, and Social Domination: A Reinterpretation of Marx’s Critical Theory (Cambridge: Cambridge University Press, 1996) y Robert. Kurz, The Substance of Capital (London: Chronos Publications, 2013). En Jappe, ver principalmente Anselm Jappe, Las aventuras de la mercancía (La Rioja: Pepitas de calabaza, 2016) y La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y autodestrucción (La Rioja: Pepitas de calabaza, 2019). 103 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Es en este punto que Esteva recupera el término zapatista de los desechables. Una enorme mayoría estorbamos al sistema. En el mismo sentido que Jean Robert hablaba de la “solución final” como el golpe de gracia que quería darse a la subsistencia, Esteva plantea el genocidio sistemático de millones de personas por el simple hecho de que representan un estorbo para lo que sea que está imperando en los arribas. Reitero, el fin del capitalismo no significa que no se siga produciendo de forma capitalista. Hoy en día ya no hay monarquías, pero todavía perviven algunos reyes y reinas. Supuestamente se suprimió el esclavismo, pero, ¿desapareció la esclavitud? Antiguas formas continuarán por muchas décadas o siglos más, pero un nuevo régimen se asoma sobre los cadáveres del antiguo. El extractivismo salvaje que hoy intenta implantarse podría convertirse en nuestro futuro. Así, el final de capitalismo no es una buena noticia sino un deslizamiento a la barbarie.135 El Estado representa una ficción lingüista. ¿Dónde está el Estado? ¿Quién es? Por eso prefiere hablarse de gobierno, sirve para reconocer rostros más concretos. Aun así, puede decirse que el Estado se encuentra también colapsando. Para Esteva, el Estado, forma política del capitalismo, tenía como función principal la administración de economías nacionales. Al ya no existir dichas economías, el Estado ha perdido su función principal. Hoy en día existen empresas transnacionales o bancos con tal influencia que superan mucho a los propios gobiernos locales. Estos han perdido total control incluso sobre el monopolio de la violencia (uno de los puntos clásicos que definían a un Estado). Es cierto que nuevos fenómenos políticos, algunos de los cuales recuerdan a los regímenes fascistas, han ido multiplicándose a lo largo del planeta. En la pandemia del covid-19 se desplegó un ensayo de control social sin parangón en la historia humana. Ninguna pandemia se había traducido en el aislamiento de los sanos. Cada vez más se nos convierte en números estadísticos manejados según predicciones de riesgo. Incluso hay quienes aplauden la posibilidad de que se les implante un microchip. En las sociedades actuales es imposible el anonimato. Con todo esto, aun así, no podemos afirmar que signifique un fortalecimiento del régimen estatal sino justamente su debilitamiento. Los despliegues cada vez más violentos, autoritarios y opresores son muestra 135 Gustavo Esteva, “La insurrección en curso”, 155. 104 GUSTAVO ESTEVA Y LA INSURRECCIÓN EN CURSO de que estamos frente a una fiera asustada. No saben qué hacer y liberan toda su maquinaria de silenciamiento y control como último recurso por salvar lo que ya está perdido. Pero, de nuevo, no implica esto una buena noticia sino el inicio de peores niveles de control y vigilancia en detrimento de la libertad y la autonomía. Es debido a este contexto, el cual he tratado de resumir lo más posible por lo que muchos de los análisis han quedado fuera, que Gustavo Esteva afirma que nos encontramos en el fin de una era. ¿Qué vendrá? No lo sabemos. Toda predicción del futuro, dice el autor en diálogo con Foucault, proviene de conceptos y nociones del presente. Lo que sí podemos percibir es el fin de lo que había, más no tenemos certezas de lo que vendrá. Podemos, tal y como lo hizo Illich, leer las tendencias profundas y percibir algunas sombras. Las siluetas que alcanzamos a vislumbrar no son heraldos de buenas noticias. Uno de los puntos más relevantes a destacar de estos planteamientos es que, en medio del fin de una era, las antiguas nociones para comprender la lucha y la resistencia ya no son útiles. Requerimos cambiarnos los anteojos para comprender mejor qué sucede. LA INSURRECCIÓN EN CURSO Para Gustavo Esteva, este cambio de lentes significó su encuentro y relación con Iván Illich. Mas no se trata de Illich por ser Illich, sino de que su voz reflejaba lo que sucedía en los pueblos. En sí, la apuesta u horizonte de Esteva radica en aprender con los pueblos y su sabiduría comunitaria todavía latente, aunque en constante amenaza. Desde ahí es que elabora lo que llama la insurrección en curso. Lo primero a señalar es la ausencia de utopía. La insurrección en curso no quiere formar un nuevo partido o vanguardia revolucionaria. Habla en cambio de la gente de a pie cambiando su vida cotidiana y, junto con ella, el mundo. Aunque los grandes relatos e instituciones modernas se encuentren en medio de su propio colapso, muchos de sus rituales continúan vigentes y en operación. Para comprender la transformación social que acontece desde las bases es necesario sacudirse las telarañas de las expectativas de las soluciones de arriba. Por lo cual, la insurrección en curso no pasa por el discurso reivindicativo de derechos, no quiere exigir a los arriba que no nos maten y que nos traten bien. Tampoco quiere quemar las instituciones, ni para eliminarlas ni para construirlas de nuevo. 105 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO GUSTAVO ESTEVA Y LA INSURRECCIÓN EN CURSO No quiere tomar el poder sino regenerar la propia potencia personal y colectiva para organizarse y cuidar la vida. Al hacerlo, mantenemos a raya a las instituciones a las cuales necesitamos poco o nada, lo cual no significa que se deje de resistir a sus embates, ya que estas no se quedarán quietas frente a nuestra búsqueda de autonomía. Se resiste, pero se construye simultáneamente la alternativa. La alternativa comienza con la “recuperación de los verbos parece denominador común de las iniciativas que se están tomando desde la base social”.136 Cuando hablamos de sustantivos como salud, educación y transporte, le brindamos nuestra potencia personal y colectiva a las instituciones que, según se vio en los primeros capítulos, cooptan la creatividad para vivir la propia vida. Así, al hablar de salud cedemos nuestra capacidad al sistema de salud; la educación se encarga entonces de educarnos y el transporte de movernos. Si hablamos, en cambio, de verbos como sanar, aprender y movernos, recuperamos entonces lo que nos corresponde: sentir el cuerpo y conocerlo para sanarlo, aprender lo que queremos aprender y movernos con nuestros propios pies. Al final es un llamado por recuperar los sentidos tan entumidos por las estructuras institucionales y sus monopolios radicales. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? La insurrección en curso acontece en este preciso instante. Millones de personas a lo largo del planeta, ya sea porque se vieron arrinconadas por la falta de esperanzas de un sistema de muerte o porque se han inspirado de otras y otros, se organizan para volver a vivir sus vidas en sus cuerpos y comunidades. La comida es un excelente ejemplo para trabajar este punto, ya que esta también nos brinda un buen criterio para aquellas iniciativas que realmente significan una transformación radical y cuáles, en cambio, se vuelven más de lo mismo. Esteva distingue entre el alimento y la comida.137 El primero es un producto industrial elaborado por profesionales para mantener activos a otros profesionales para cumplir sus funciones. Comemos desentendidos y desentendidas de todo el proceso de nuestro alimento, tanto de su calidad como de la lógica que lo creó. La comida, en cambio, habla de un proceso comunitario que implica a la comunidad completa. Es una fiesta y es el centro de la existencia, pues desde la primera hora del alba que se inicia (en México, por ejemplo) con el proceso del nixtamal, hasta el último sorbo de té canela en la noche, la cotidianidad de cada miembro de la comunidad se vio envuelta en las actividades de subsistencia. Millones de personas quieren recuperar la autonomía alimentaria. Algunas se involucran en movimientos de huertos urbanos o de alianzas entre campesinos rurales y consumidores urbanos. Otros recuperan antiguas sabidurías ancestrales de sus pueblos para volver a la milpa y al cultivo de aquello que realmente les nutre. Buena parte de la insurrección en curso inicia en el comer. Pero no todo lo que brilla es oro. Esteva distingue entre “tomates reaccionarios” y “tomates revolucionarios”. Los primeros son esos tomates que se siembran para mero consumo individual sin buscar establecer relaciones nuevas. Los tomates revolucionarios, en cambio, son aquellos que se intercambias con las y los vecinos, los que tejen redes solidarias de apoyo y poco a poco van construyendo nuevas relaciones sociales. Este mismo ejercicio podemos hacerlo en cualquiera de los otros ámbitos de la vida en los que supuestamente pretendemos construir “alternativas”. Así, no es lo mismo hablar de “educación alternativa” a construir la “alternativa a la educación”. La primera cambia ciertas cosas que quizás mejoren a la educación, pero esta no dejará de ser lo que es. El horizonte de la insurrección en curso es liberarse del régimen de la escuela y los currículos ocultos, así como de la polarización social que esta genera. Lo mismo puede decirse con la llamada “salud alternativa”, la cual apela a otros remedios no alopáticos pero repitiendo el mismo patrón de desencarnación o pérdida del propio cuerpo en aras de un diagnóstico abstracto existente solo en la receta médica. Por otro lado, la “alternativa a la salud” quiere regenerar el sanar como una potencia propia de las personas y los colectivos según sus contextos y ritmos propios. Queda claro que el horizonte político del cual habla Esteva es el de la autonomía. Pero de nuevo, no cualquier autonomía. No se trata de la mera autarquía de ciertos anarquismos (incluidos los capitalistas). Tampoco es la autonomía entendida como la mayoría de edad kantiana.138 De lo que se trata es justamente de la convivencialidad, recuperada por Esteva 136 137 138 Ibid., 132. Esteva and Prakash, Grassroots post-modernism, 55. 106 Ver Gustavo Esteva, “Autonomía”, en Ashish Kothari, Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demaria, Alberto Acosta (ed.) Pluriverse. A post-development dictionary (New Delhi: Tulika Books, 2019) 99-101. 107 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO también en ocasiones como comunalidad, utilizando el término del intelectual zapoteco Jaime Martínez Luna que, por cierto, brindó su nombre a la Universidad de la Tierra.139 Es por ello que Esteva tiene en su mente al zapatismo cuando habla de insurrección en curso, pero también a los barrios de Ecatepec o Tepito que se organizan para fortalecer sus tejidos comunitarios, así como especialmente a las comunidades oaxaqueñas en las cuales decidió habitar desde hace tantas décadas. Concluyo así el capítulo sobre este pensador que tan bien asumió a Illich. Sus aportaciones son fundamentales a la hora de comprender el collage que abordo en el presente ensayo. El horizonte convivial y la lucha desde abajo cobran una perspectiva muy real en la vida y obra de Gustavo Esteva. Vamos pues avanzando en la comprensión de esta apuesta, lo cual ayudará a la hora de continuar en los siguientes capítulos con autores de otras generaciones. LECTURAS RECOMENDADAS: Esteva, Gustavo. “La insurrección en curso”. En Crisis civilizatoria y superación del capitalismo, coordinado por Raúl Ornelas, Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2013, 129-216. Esteva, Gustavo. (2019). “New Political Horizons: Beyond The “Democratic” Nation-State”. En Capítulo VII Javier Sicilia. Entre la poesía y la lucha noviolenta Con Javier Sicilia ingresamos en otro tipo de terreno. A saber, aquel de la poesía y la lucha noviolenta. La noviolencia tiene muchas caras. La insurrección en curso abordada en el capítulo anterior, por poner un ejemplo, se caracteriza justamente por ser una lucha noviolenta que procura armonizar los medios y los fines. La vía noviolenta que Sicilia ha tomado difiere, sin embargo, con la insurrección en curso en algunas de sus formas, aunque, desde mi punto de vista, comparten en buena medida muchas aspiraciones e inspiraciones. En el presente capítulo me dispondré a compartir algunos puntos significativos de la vida y obra de Javier Sicilia, quien ha sido gran inspiración en mi propio pensamiento. Desde ahí daré cuenta de algunos puntos que considero importante subrayar tanto de este escritor como del pensamiento que nos atañe. Global Working Group. Beyond. Development. Toward Systemic Emancipatory Transformations. https://beyonddevelopment.net/new-political-horizons-beyond-the-democratic-na- EL CAMINAR DE JAVIER SICILIA tion-state/ Javier Sicilia Zardain nació en la Ciudad de México en 1956. Su padre era de origen español, proveniente específicamente de las islas Canarias. De ahí su apellido que no es siciliano sino español, así como su pasión por la poesía, ya que su padre también fue poeta. Desde joven comenzó a escribir versos. Cuando entró a la universidad a estudiar Ciencias Políticas, le llevó una recopilación de su poesía a uno de sus maestros más significativos, Rubén Salazar Mallén (1905-1986), quien en ese entonces impartía Historia del Pensamiento político.140 Salazar Mallén le reconoció a Sicilia su talento, pero le señaló de igual manera su todavía incipiente disciplina. Le harían falta muchas horas de dedicación antes de publicar su primer libro, Permanencia en los puertos (1982). González Gómez, Alberto Elías. “La insurrección en curso. El pensamiento filosófico-político de Gustavo Esteva.” En Revista de Ciencias y Humanidades, Vol. IX, no. 9, julio-diciembre 2019, 119-138. 139 Gustavo Esteva, “Para sentipensar la comunalidad”, en Bajo el Volcán, Vol. 15: n° 23, 2016, 171-186. 108 140 Salazar Mallén fue un anarquista, catedrático, periodista e incluso militante del Partido Comunista Mexicano, del que después renunció y escribió la primera novela anticomunista Camaradas (1959). En su obra literaria se encuentran ensayos, cuentos y novelas. 109 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO JAVIER SICILIA. ENTRE LA POESÍA Y LA LUCHA NOVIOLENTA Después fueron Gonzalo Celorio y Tomás Segovia quienes le enseñaron el oficio del poeta. Su paso por la universidad especializándose en Letras Francesas fue algo estrepitoso. Su tesis la escribió utilizando el concepto bergsoniano de “duración” para iluminar el poema Étroits sont le vaisseaux de Saint-John Perse. La academia no vio con buenos ojos que un estudiante de literatura presentara una tesis con argumento filosófico para titularse. Sicilia tuvo que acudir a Ramón Xirau, quien le aprobó el trabajo y pudo graduarse. Esa fue la última relación seria de Sicilia con la academia. Continuó relacionándose en instancias universitarias principalmente en Cuernavaca, particularmente en la Universidad La Salle y en la UAEM, siendo compañero de algunos otros nombres de este libro como Jean Robert y Roberto Ochoa. En Sicilia puede saborearse con claridad y casi de inmediato su influencia católica, particularmente de la mística. Nombres como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz salen a colación constantemente (la columna de La Jornada en la que Sicilia escribe se llama justamente La Casa Sosegada como una clara referencia al poeta de la noche oscura). También resuenan Concha Urquiza, Manuel Ponce, Francisco Alday, Mauricio Brehm, Gerard Manley Hopkins, John Donne, T. S. Eliot y Thomas Merton. Pero entre todas las inspiraciones que podemos encontrar en Sicilia, sobresalen, específicamente en su concepción de lo político y lo filosófico, las ideas de Camus, Gandhi, Lanza del Vasto y el propio Illich. En el siguiente apartado profundizaré acerca de la importancia de los últimos tres para el tema de nuestro ensayo. Otras referencias fundamentales para este pensador en relación a su raigambre católica (incluso quiso ser jesuita, pero no continuó por aquella vía) fueron las Comunidades Eclesiales de Base (CEB´s) y Sergio Méndez Arco que, como ya se dijo, forma parte esencial del ambiente de Cuernavaca en los años del CIDOC. La obra de Sicilia es vasta y plural, aunque siempre manteniendo una línea transversal que integra misticismo con crítica social, poesía con política, sensaciones con razonamiento, escucha fraterna con demanda política. Entre su poesía sobresalen títulos como Tríptico del Desierto (2009) y Vestigios (2013). Por el primero recibió el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, uno de los galardones más respetados en la poesía mexicana. Pero Sicilia no es solo poeta, su prosa y su novela no se quedan atrás. De estas sobresalen El Bautista (1991) por el cual recibió el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares y El deshabitado (2016), libro que retuerce las entrañas de cualquier mexicano o mexicana que se atreva a leerlo enserio. Esta novela autobiográfica narra la historia posterior al asesinato de su hijo, Juan Francisco o “Juanelo”, así como todos los hechos que esto desencadenó y que llevó a Sicilia a convertirse en un activista clave en el panorama nacional. Su obra es mucho más grande, pero señalo estos títulos como una invitación para profundizar en la peculiar y retadora literatura del poeta que llegó hasta los Estados Unidos exigiendo justicia por los miles de muertos y desaparecidos. Además de las ya mencionadas CEB, Sicilia se involucró en muchas reivindicativas sociales entre las que destacan los Diálogos de San Andrés en 1994. También participó activamente, junto con Jean Robert, Pietro Ameglio y otros, en la lucha por salvaguardar el Casino de la Selva en el 2001, un edificio de alta importancia cultural de Cuernavaca que se vio afectado por la construcción de un supermercado. Pero fue en marzo del 2011, estando Javier Sicilia en Manila debido a un congreso de poesía convocado por su amigo Tomás Calvillo, entonces embajador de México en Filipinas, cuando este lo levanta de su cama para darle la trágica noticia. Le informa que su hijo, Juanelo, había sido asesinado junto con otros seis jóvenes en Temixco, Morelos. La narración que Sicilia realiza en su libro El deshabitado es realmente desgarradora.141 Tuvo que cruzar medio mundo para llegar días después a un México todavía más ensangrentado del que había dejado. Sus amigos, entre ellos algunos nombres que aparecen en este ensayo, le esperaban ya listos para accionarse. Bien se podría decir que, cual ballena de Jonás, Sicilia fue llevado para cumplir con la tarea que realizó. A partir de ese momento el poeta enmudeció sus versos, nunca ha vuelto a escribir poesía. Lo que siguió puede leerse con mayor precisión en la recién referida novela y en el libro Estamos hasta la madre (2011). No puedo dejar de plasmar sus últimos versos, aquellos con los que se despidió de su hijo y de la poesía: 110 111 Ya no hay más que decir El mundo ya no es digno de la Palabra 141 Javier Sicilia, El deshabitado (México: Grijalbo, 2016). CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO nos la ahogaron adentro como te desgarraron a ti los pulmones y el dolor no se me aparta sólo pervive el mundo por un puñado de justos por tu silencio y el mío Juanelo.142 Inmediatamente comenzaron a organizarse marchas y manifestaciones. Una muy importante fue la que salió de la glorieta de la Paloma en la entrada de Cuernavaca (ahora rebautizada como Paloma de la Paz) hasta el Zócalo de la ciudad el 6 de abril del 2011. En esa misma ocasión Sicilia convocó a otra marcha hacia el Zócalo de la Ciudad de México, misma que se llevó a cabo del 5 al 8 de mayo saliendo del mismo lugar. Este fue el comienzo del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD).143 El gran mérito del movimiento, entre otros muchos, fue el de haber servido de fuga de escape a la rabia e indignación contenidas o por lo menos no articuladas durante todo el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) y su llamada “Guerra contra el Narcotráfico”. Las distintas iniciativas de Sicilia y del MPJD sirvieron para darle voz a millones de voces acalladas. Fue una novedad histórica. Víctimas de la violencia se organizaban para exigir justicia, para saber dónde estaban sus hijos e hijas. Este fue el inicio de un efecto dominó que ayudó al surgimiento del Yo soy 132 en el 2012, las movilizaciones en apoyo a los normalistas de Ayotzinapa en el 2014 y a las distintas organizaciones que buscan desaparecidos en México. El MPJD impulsó una serie de acciones que, aun en medio de toda la polémica que desencadenaron, cimbraron las bases para muchas acciones bastante relevantes. He de confesar que la del 2011 fue la primera marcha en la que participé en cuyo espíritu comulgaba por completo. Para mí y 142 Javier Sicilia, Vestigios (México: Era, 2013), 61. 143 Para más información del movimiento ver: https://mpjd.mx/ 112 JAVIER SICILIA. ENTRE LA POESÍA Y LA LUCHA NOVIOLENTA para muchos de mi generación que vivimos la transición de la guerra de Calderón, las iniciativas del MPJD fueron bastantes relevantes o por lo menos pertinentes. Cabe destacar, por su ruido y trascendencia, dos de estas acciones: la primera son los diálogos de Chapultepec en donde el MPJD logró sentar a Calderón y a todo su séquito a discutir enserio la estrategia contra el narcotráfico. Si bien lo que ahí aconteció fue bastante polémico (símbolos como el abrazo que Sicilia le dio a Calderón fueron malinterpretados), mostró la incompetencia del gobierno para hacerse cargo de lo que él mismo detonó, además de su cerrazón a escuchar la voz de las víctimas. Si algo terminaron por demostrar aquellos diálogos es que el Gobierno no es interlocutor de las luchas, algo que sabían ya los zapatistas desde los Diálogos de San Andrés en los años 90. ¿Por qué dialogar con el Estado? Desde la perspectiva de una resistencia desde abajo como la que se ha ido plasmando en estas páginas, quizás dicha estrategia no tenga mucho sentido. Sicilia ha respondido en ocasiones que entiende la postura zapatista de no dialogar con el gobierno. No solamente la entiende, sino que le parece la más sensata, pero subraya que a diferencia del zapatismo el MPJD no contaba con un territorio. La precariedad individual a la cual nos han reducido las políticas públicas y sus instituciones, arrincona a tener que, por lo menos de vez en cuando, dialogar con el arriba para que deje de violentarnos tanto. El debate está abierto, pero considero que la experiencia del MPJD puede brindar datos y aprendizajes imprescindibles para nuestro presente. La segunda acción a la que quiero referirme son las marchas de familiares de víctimas. Estas no solamente se limitaron a marchas fuera del Zócalo capitalino, sino a caminatas por la paz que llegaron hasta Ciudad Juárez e incluso hasta Washington. Por el camino fueron escuchando y documentando distintas experiencias y testimonios, así como tejiendo redes de apoyo que posteriormente fueron el pilar de distintas luchas y organizaciones. Si bien es cierto que estas también tuvieron sus detractores, para cientos y miles de personas fueron profundamente significativas. Marcaron un hito en la organización social de las personas y dieron voz a quienes hasta entonces no perfilaban en el debate: las víctimas, personas de a pie que hasta entonces habían tenido que vivir con el insoportable dolor de perder a sus familiares en la guerra desatada entre el gobierno y los narcotraficantes. 113 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Después de miles de cartas, rosarios colgados al cuello que le obsequiaban en el camino, de cientos de kilómetros recorridos y la voz desgastada por gritar tanto a los oídos sordos de los poderosos, Sicilia tuvo que tomarse un respiro y viajó a la Comunidad del Arca de Saint-Antoine, en Francia. De esta comunidad hablaré en el siguiente apartado. Para saber más de la estancia de Sicilia en dicho lugar, así como de todo el proceso del MPJD desde que recibió la llamada con la noticia de la muerte de su hijo hasta el final, recomiendo leer íntegro El deshabitado, incluidos los documentos anexos. Pues bien, Sicilia regresó a Cuernavaca en donde habita en la actualidad. Ahí continuó en sus labores en La Salle, así como en el Programa Universitario de Estudios de la Complejidad y la Formación Ciudadana de la UAEM desde donde dirigió la revista La voz de la tribu y creó la colección Clásicos de la resistencia civil.144 Los malos manejos universitarios junto con una política universitaria vendida al status quo obligaron a Sicilia a renunciar.145 No obstante, su voz no ha disminuido los decibeles de su denuncia. En los años más recientes Sicilia se ha posicionado abiertamente de forma crítica al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y varias de sus políticas, principalmente por su apoyo al Tren Maya y el Corredor Transístmico. También por su renuencia a escuchar a los colectivos de víctimas. En por lo menos cinco ocasiones, Sicilia se ha dirigido abiertamente por medio de cartas públicas al mandatario mexicano, criticándole algunas de sus actitudes y elecciones. Incluso volvió a convocar a principios del 2020 a la Caravana por la Paz para marchar y exigir al gobierno de AMLO el cumplimiento de sus promesas respecto a la atención a víctimas. AMLO ha pretendido desprestigiar a Sicilia y a quien esté con él, acusándoles de conservadores y de derechistas. Por lo dicho hasta el momento, queda claro que son acusaciones absurdas hacia quien ha demostrado poseer una voz siempre crítica al poder. Si bien toda forma de resistencia social se presta a debate, incluyendo por supuesto las de Sicilia y el MPJD, no veo escenario alguno en donde la crítica a un supuesto gobierno de izquierda tenga que traducirse necesariamente en alianza de la derecha. 144 Ambas iniciativas constituyeron aportes muy significativos en tanto espacios de divulgación y reflexión junto con pensadores y pensadoras que, de una forma u otra, comparten algunas de las líneas de los escritores abordados en este ensayo. He citado ya algunos de los textos de la colección Clásicos de la resistencia civil, entre los cuales se publicaron textos de Lanza del Vasto, Illich y Gandhi. 145 Ver la carta escrita al entonces rector de dicha institución, Gustavo Urquiza Beltrán: https://mpjd.mx/comunicados/carta-de-renuncia-de-javier-sicilia-a-la-uaem/ (consultado el 9 de marzo del 2021). 114 JAVIER SICILIA. ENTRE LA POESÍA Y LA LUCHA NOVIOLENTA Un aspecto muy relevante del rol que Javier Sicilia ha jugado en torno a las ideas presentadas en este ensayo es su importante aportación en la divulgación y documentación. Para hablar de dichos aportes plantearé primero el hilo conductor que lleva a Javier Sicilia de Gandhi a Lanza del Vasto y de Lanza del Vasto a Illich. NOVIOLENCIA EN CUERNAVACA: ENTRE GANDHI, ILLICH Y LANZA DEL VASTO La fascinación por la política noviolenta gandhiana tiene ya una historia de más de un siglo. En su Programa constructivo146 y su Hind Swaraj,147 Gandhi plantea un proyecto de lucha social que lleva como ejes centrales la recuperación de lo propio y lo común, así como la construcción de la autonomía a través de las prácticas noviolentas de organización y fortalecimiento comunitario. En ese sentido, el horizonte gandhiano tiene importantes puntos de coincidencia con la insurrección en curso de Gustavo Esteva, lo que a su vez supondría la relación con Illich. Este último, de hecho, tiene un breve pero fascinante escrito titulado El mensaje de la choza de Gandhi, en el que presenta un resumen del arte de habitar y la dimensión convivencial en tanto austeridad y vida simple.148 En su juventud Javier Sicilia también se vio inspirado por la vida y testimonio de Gandhi, del cual tomará muchas actitudes y formas. Fundó SERPAJ junto con Pietro Ameglio, quien es quizás uno de los gandhianos más representativos de México y caminó junto con Sicilia en múltiples esfuerzos, incluidos el Casino de la Selva y el MPJD.149 En una ocasión de sus años de su juventud, Tomás Calvillo se lastimó jugando futbol. Sicilia fue a visitarlo al hospital solo para ser enviado por Calvillo a la librería del Sótano a buscar explícitamente todo lo que pudiera encontrar de un tal Lanza del Vasto. Así lo hizo y comenzó el mismo a leerlo, particularmente el texto de Comentarios del Evangelio.150 A este libro 146 147 148 149 150 Mohandas Gandhi, Programa Constructivo. Su significado y lugar (San Luis Potosí: El Colegio de San Luis, 2016). Mohandas Gandhi, Hind Swaraj (Cuernavaca: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2014). Iván Illich, El mensaje de la choza de Gandhi y otros textos (México: Universidad Autónoma del Estado de Morelos) 2014. Pietro Ameglio es otra voz que merece por lo menos una importante mención en este ensayo. Es un uruguayo nacionalizado mexicano que ha luchado fervientemente desde la noviolencia en distintas luchas sociales. Ameglio fue, de hecho, mi contacto que me ayudó a entrar en relación con Javier Sicilia y la Comunidad del Arca en México. Radica en Cuernavaca y se inspira sobre todo en Gandhi, pero también en muchas de las ideas de este ensayo. Recomendamos su libro: Pietro Ameglio Patella, Gandhi y la desobediencia civil. México hoy (México: Plaza y Valdés, 2002). Lanza del Vasto, Comentario del Evangelio (Buenos Aires: Editorial Sur, 1955). 115 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO JAVIER SICILIA. ENTRE LA POESÍA Y LA LUCHA NOVIOLENTA le siguieron otros hasta quedar fascinado por este discípulo católico de Gandhi. Lanza era un francoitaliano nacido en 1901 que había estado con Gandhi en los años 30. Su vocación era la de un poeta errante, filósofo y artista que había vagado por Europa tras su conversión al cristianismo a partir del De trinitate de Tomás de Aquino y descubrir en ella al Dios “relación absoluta”. Desencantado de la filosofía académica, el joven filósofo se vuelve peregrino hasta las fuentes del Ganges (de la cual nace su obra más famosa Peregrinación a las fuentes).151 Se convierte en discípulo de Gandhi, quien le da por nombre el apelativo de Shantidas, servidos de la paz. Enamorado de Gandhi y de la India, Lanza piensa quedarse ahí, pero recibe un llamado a retornar a su tierra. Regresa en plena II Guerra Mundial y tuvieron que pasar varios años hasta que su mensaje fuera escuchado. Paulatinamente fundó la Comunidad del Arca, una experiencia de “orden laboriosa de los gandhianos de occidente”. Esta fue la propuesta que encantó a Sicilia, quien viajó a Francia a conocer el Arca. Al regresar a México intenta fundar una comunidad al sur de Morelos junto con el belga George Voet, aunque finalmente no lo logran. En ese tiempo el propio Jean Robert es invitado a los grupos, también Roberto Ochoa quien era apenas un estudiante. Desde entonces ha existido en Cuernavaca un pequeño núcleo de inspiración arquiana, más no se ha logrado vivir en un techo común. Han pasado varias generaciones y los proyectos han variado. Hoy, la Comunidad del Arca en México, de la cual me enorgullece formar parte, consiste en un reducido y humilde pero comprometido grupo de vida que acompañamos nuestros procesos personales en la diáspora en la que vivimos (no solo no vivimos bajo el mismo techo, sino que ni siquiera en el mismo territorio). La propuesta de Lanza del Vasto y la Comunidad del Arca gira en torno a una crítica radical a la modernidad industrial. Se distingue de la crítica de Illich, entre otras cosas, por ser una crítica explícitamente de corte espiritual, más no necesariamente religioso. El Arca es abiertamente interreligiosa como lo fue el propio Lanza, que a pesar de asumir su cultura católica se formó con varios yogis en la India y conocía bien el sufismo, el budismo y el taoísmo, así como la Cábala. Existen muchos apartados de Lanza del Vasto que podrían fácilmente aparecer en alguno de los libros de Illich, aunque no hay registro de que se hayan conocido ni leído. Un ejemplo es el siguiente párrafo: 151 154 Lanza del Vasto, Peregrinación a las fuentes (Buenos Aires: Editorial Sur, 1954). 116 La prueba es clara: los países donde uno vive las más grandes aflicciones, en los que se expone a los más grandes riesgos, se incurre en los gastos más fuertes para conseguir máquinas rápidas a fin de ahorrar tiempo, son aquéllos en los cuales todos están siempre apresurados y atrasados, donde la gente enajenada y acosada te dice: no tenemos tiempo. Parecen no saber lo que les pasa. Sin embargo, no es difícil de entender: el tiempo, la rapidez, no son objetos o riquezas que podamos acumular ni mucho menos poseer en común. El tiempo es una medida, una relación, de una realidad relativa: si poseo un carro y ahorro tiempo, sólo puede ser en comparación a los que van a pie. Si todos suben a los carros, ya no gano nada. Cuando todo el transito está acelerado, el que camina a una velocidad normal se queda atrás. Lejos de ganar tiempo, la aceleración general lo acorta, no hablemos de todo el tiempo perdido en fabricar y arreglar las “máquinas-que-recuperan-el-tiempo.152 Las anteriores líneas bien podrían aparecer en Energía y equidad de Illich o en algún texto de Jean Robert. La apuesta de la Comunidad del Arca es la de brindar una experiencia de vida alternativa muy cercana a lo que hoy se denomina decrecimiento y, me atrevería a decir, insurrección en curso (con sus matices y diferencias que habría que señalar).153 No sorprende, por lo tanto, que siendo Javier Sicilia cercano a esta experiencia se interesara de inmediato por la obra de Iván Illich. Sobre esto Sicilia escribe lo siguiente: “sus obras que me deslumbraban y me permitían dar forma a muchas de las intuiciones que Gandhi y su discípulo católico Lanza del Vasto me habían despertado”.154 En 1994 Sicilia fundó la revista Ixtus (la cual continuó hasta el 2007, se extinguió y dio lugar a Conspiratio, igualmente desaparecida) con el fin de brindar un espacio de crítica cultural a la modernidad capitalista predominante. Jean Robert comenzó a participar en dicha revista y a escribir sobre Illich, lo cual detonó el interés de Sicilia por conocerle. Robert, aprovechando una ocasión que Illich estaba en Ocotepec, llevó a Sicilia y 152 153 Lanza del Vasto, Las cuatro plagas (Buenos Aires: Editorial Sur, 1961), 56. Para conocer más de Lanza del Vasto ver Fédéric Rognon, Lanza del Vasto o la experimentación comunitaria (Cuernavaca: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2017). Javier Sicilia, Prefacio a Iván Illich, Obras Reunidas II (México: Fondo de Cultura Económica, 2008) 13. 117 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO de inmediato entablaron una amistad. Su relación, no tan extensa como la entablada con el propio Robert, Marcos o Esteva, fue bastante significativa. Fue de hecho Javier Sicilia quien encabezó el titánico esfuerzo por publicar los dos tomos de las Obras Reunidas en el Fondo de Cultura Económica, una empresa que hoy posibilita al lector de habla castellana una aproximación a muchos de los textos más relevantes de Illich. Sicilia narra su primer encuentro con Illich hablando del abrazo cálido que le brindó y el ambiente hospitalario de su casa en Ocotepec (la narración se encuentra en el prefacio antes citado). Para ese entonces, últimos años de Illich, este se encontraba ya con “la bola” en su rostro, la cual le provocaba un enorme dolor. Con todo, la conversación, cuenta Sicilia, fluyó en torno al misticismo y el libro sobre Concepción Cabrera de Armida que escribía en aquel entonces.155 En aquel encuentro ambos hombres, ambos místicos, oraron juntos. De aquella meditación Sicilia escribe: “Aunque a lo largo de mi historia he conocido hombres de una profunda fe, debo confesar que nunca, como en aquel momento y en las veces que recé a su lado, he sentido con tal peso la experiencia de la sentencia de Jesús: ´Donde dos o más se reúnen en mi nombre ahí estoy yo´”.156 Traigo a colación esta escena por dos motivos: el primero, porque creo que expresa lo que ya he referido de Illich, a saber, una vida centrada en la hospitalidad y la amistad concreta. El segundo motivo es para subrayar qué faceta de Illich le fascinó a Sicilia. Como dije en capítulos anteriores, una de las grandes características del pensador dálmata era la de acoger la unicidad de cada persona que tenía enfrente. No extraña, por lo tanto, que pudiera hablar ampliamente con Javier Sicilia sobre mística, lo cual lleva a este último a rescatar el pensamiento de Illich desde una perspectiva creyente, particularmente bajo la lógica de la encarnación, cosa que no agrada particularmente a Gustavo Esteva y tampoco era bien recibido por Jean Robert. Los argumentos illichianos entorno a la encarnación están ampliamente desarrollados en Los ríos al norte del futuro. También son trabajados con bastante detalle por el propio Sicilia en el prefacio ya citado al segundo tomo de las Obras Reunidas. A continuación, ofreceré una apretada síntesis únicamente con la finalidad de completar la presentación. 155 156 Javier Sicilia, Concepción Cabrera de Armida, la amante de Cristo (México: Fondo de Cultura Económica, 2001). Obras Reunidas II, 17. 118 JAVIER SICILIA. ENTRE LA POESÍA Y LA LUCHA NOVIOLENTA Illich parte de una interpretación bastante sui géneris de la parábola del buen samaritano. Le preguntan a Jesús quién es el prójimo al que estamos llamados a amar (Lc 10, 25-37). Jesús responde con aquella conocida historia en donde un judío es asaltado en el camino y dejado medio muerto. Pasan otros judíos cuya obligación era ayudarle, pero no lo hacen. Finalmente se cruza un samaritano, enemigo acérrimo de los judíos, y no solo le ayuda, sino que lo lleva a una posada y cubre todos sus gastos hasta que mejore. Esta parábola, según Illich, ha perdido su potencia a lo largo de la historia. En medio de civilizaciones donde la única cara del amor era aquella de la obligación por raza, lengua, nacionalidad o religión, Jesús predica la posibilidad de un amor libre hacia quien queramos elegir como nuestro prójimo. Esta novedad cristiana se cumple con la encarnación, la posibilidad de encontrar a Dios en la carne de los otros y otras. Pues bien, aquello que significó un acontecimiento inédito terminó por institucionalizarse. La caridad cristiana dejó de ser una elección libre cuya negación abría la posibilidad a la nueva categoría de pecado en tanto término espiritual que significa darle la espalda al amor, para convertirse en una obligación mediada a través de instituciones de bienes y servicios. Se crea la Iglesia como la garante para que se cumplan estas obligaciones. Si no se cumplen se comete pecado, el cual dejó de referirse a una dimensión espiritual para convertirse en un concepto jurídico (no por nada Giorgio Agamben, autor interesado en la relación entre derecho y teología, rescata estas reflexiones illichianas). Esta es la corrupción del amor cristiano que Illich nombra con la máxima patrística de corruptio optimi pessima, la corrupción de lo mejor es lo peor. Es así que la encarnación encierra la ambivalencia de un amor libre e inédito, pero también la posibilidad de la corrupción y la institucionalización. Como ya lo mencioné en su momento, esta crítica a la Iglesia tiene en Illich un hilo conductor que lleva hasta la contraproductividad de la sociedad industrial y sus profesionistas. Sicilia asume por completo esta exposición illichiana y se basa en ella para entender mucho de lo que actualmente sucede en nuestras sociedades. Considero que uno de los grandes aportes de Sicilia es justamente este, haber comprendido este planteamiento de Illich y rescatarlo en el ambiente de habla hispana, puesto que en realidad ha estado más presente en el habla inglesa gracias a David Cayley. Por otro lado, una posible problemática es leer toda la obra de Illich únicamente bajo estos lentes, lo cual hace que este pierda otras 119 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO de sus muchas facetas. No me detendré más en este punto puesto que lo traté con anterioridad. CUATRO ACERCAMIENTOS A LA OSCURIDAD Este fue el título de una serie de conferencias que Javier Sicilia ofreció de forma online a través de la Facultad de Sociología de la Universidad de Guadalajara entre abril y mayo del 2021. Las cuatro conferencias trataban de los siguientes temas: crisis civilizatoria, la muerte del cristianismo, la desintegración del lenguaje y la era sistémica.157 A continuación repasaré brevemente algunos de los argumentos principales de estas cuatro conferencias, ya que considero que en ellas podemos encontrar una especie de síntesis del pensamiento y reflexión del poeta. Al hablar de crisis civilizatoria, Sicilia recuerda que la palabra crisis quiere decir decisión y no catástrofe. Existe para él una posibilidad de salida dentro de la propia crisis en la que la modernidad nos ha sumergido. Para comprender mejor esta crisis y quizás vislumbrar algún horizonte de salida, es necesario estudiar a fondo la continuidad que existe entre la cristiandad y la modernidad. Además, es menester comprender enserio la contraproductividad de las instituciones modernas. Por ejemplo, como el Estado ya no custodia ni la seguridad ni la paz o como la propia escuela va perdiendo su función. El Estado y el crimen organizado se han vuelto una especie de lodazal donde ya no sabemos dónde empieza uno y termina el otro. Se está anunciando un mundo distinto y caótico en esto que, sin poder percibir todavía qué es, vemos los elementos inciertos y confusos: tecnología, distanciamiento, etc. ¿Cuál es la elección que tenemos que hacer? ¿Seguir gestionando el horror? ¿Tratar de mejorar las instituciones que ya se acabaron? Hay balbuceos en los movimientos sociales, como el MPJD, el zapatismo, mujeres, etc. Por otro lado, las nuevas tecnologías y todo lo que estas implican nos anuncian un nuevo mundo que es inhumano. Un mundo desencarnado. Hay lucha entre los distintos nuevos mundos que quieren plantearse como el nuevo paradigma. Las medidas de la pandemia son previas al horror que se viene. En México, entre el 2011 y 2021 pueden contarse más de 3,000 mil asesinados, más de 80 mil desaparecidos (cifras oficiales) y miles de fosas clandestinas. No hay voluntad política porque 157 Ver https://udg.mx/es/evento/ciclo-de-conferencias-cuatro-acercamientos-la-oscuridad 120 JAVIER SICILIA. ENTRE LA POESÍA Y LA LUCHA NOVIOLENTA las instituciones cayeron en este cambio civilizatorio. ¿Cómo reconstruir el Estado sin que sea como lo que ha sido hasta ahora? Según Sicilia, hace falta restablecer el sentido de lo humano para que la oscuridad no sea total. Perseverar la proximidad más cercana y así poder preservar la corporalidad y el sentido. Sí, el ser humano puede hacer muchas cosas, pero como somos seres proporcionales hemos de limitarnos. Pero hoy ya no respetamos los límites. En nombre de abstracciones como “humanidad” o “progreso” rompemos todos los límites concretos. Volver a ciertos límites, negar el ir más allá de nosotros mismos por lo que sabemos. Recuperar los límites, recuperar nuestra espacialidad y proporción, estos son los balbuceos de un poeta mexicano lector y amigo de Illich. Lo que Sicilia entiende por “muerte del cristianismo” es prácticamente lo ya dicho respecto a cómo este se fue corrompiendo hasta el punto de olvidar la novedad de la parábola del buen samaritano, sustituyéndola por el amor burocratizado de las instituciones. Pero también se refiere a la pérdida de la proporción y a la pérdida de la corporalidad antes mencionada. Esto conduce a la “desintegración del lenguaje”, la cual es particularmente relevante para un poeta que dejó de escribir. De hecho, todo lo dicho sobre esta desintegración puede entenderse como una explicación al ya citado poema escrito tras la muerte de su hijo. Para Sicilia el lenguaje es lo propiamente humano, su crisis no es más que el fundamento de la crisis civilizatoria. Cuando las palabras y nombres se pierden, las sociedades se corrompen y se prostituyen. Ya no sabemos que significan las palabras sino lo que denotan. Han adquirido una plasticidad tal que cualquier palabra puede utilizarse según se convenga. Los significados son equívocos, la lengua se ha empobrecido. Las redes sociales y los medios de comunicación son el claro ejemplo de esto. Si las palabras crean el mundo, se puede entender por qué desde el lenguaje tan reducido y machista que tenemos se genera tanta violencia. Finalmente, Sicilia dedicó una sesión entera a hablar de la “era sistémica”, misma que he citado ya en otras ocasiones. Esta conferencia es de especial interés ya que brinda información acerca de esta hipótesis illichiana de los últimos años del autor. Un sistema, dice el poeta mexicano, es una de esas palabras plástico que usamos para todo, pero no significa nada. El sistema es aquello que nos enchufa a un orden de cosas del cual formamos parte. La noción de sistema responde a un periodo histórico. Antes de ese momento no existía la noción de herramienta por sí misma. 121 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Las herramientas eran siempre órganon (Aristóteles), partes propias de sus ejecutores. Una herramienta podía estar en una caja accesible a cualquiera, de tal manera que podría usarse para el fin para el cual fue creada en el momento en que se necesitase. En 1936 con la máquina de Turing inicia esto de lo sistémico. El sistema desplazó a la herramienta, aunque todavía no termina por colonizar nuestras percepciones. Existe una distalidad entre el cuerpo y la herramienta, la puedo tomar o dejar. La herramienta tiene fines específicos. En el sistema no hay distalidad, no hay distancia, no hay opción de usar o no usar. Los sistemas modernos están interconectados entre sí. Se hacen codependientes y no puedes vivir fuera de ellos. Son una red en la que nos meten y es imposible zafarse: sistema educación que depende del de carreteras para llegar, este con el de tránsito, además el automóvil, etc. Vamos perdiendo nuestra autonomía. El mejor ejemplo de sistema es la computadora, en donde nos convertimos en parte de esa terminal que está enchufada a otras y así casi hasta el infinito. La computadora da la ilusión de ubicuidad, nos encierra en el solipsismo y nos tiraniza a nuestra propia voluntad. Uno mismo se vuelve el tirano, la computadora está hecha para el capricho, aunque se disfrace de libertad. Tus deseos son explotados. Se viene, dice Sicilia, una nueva oscuridad, la oscuridad que no sabemos cómo será este nuevo sistema donde cada vez estamos más enchufados y aislados. Quizás, la gran pregunta que habría que hacernos es: ¿cómo recuperar algo de nuestra autonomía cuando estamos así de enchufados? Finalizo este capítulo sobre Javier Sicilia comentando la estrecha amistad que este estableció no solo con Iván Illich sino también con Jean Robert, Sylvia Marcos y Roberto Ochoa, así como con Gustavo Esteva y Humberto Beck. Hasta la muerte de Jean Robert, Sicilia y él colaboraban en la traducción de algunos textos de Illich y del propio Robert. LECTURAS RECOMENDADAS: Molina, Marta. “Peregrinación a las fuentes de Javier Sicilia, el poeta que estremece a México. Las raíces filosóficas, literarias y políticas del hombre que convirtió muchas luchas en una Capítulo VIII Roberto Ochoa y el problema del tamaño en los cuerpos políticos Jean Robert opinó lo siguiente respecto al libro Muerte al Leviatán. Principios para una política desde la gente de Roberto Ochoa: “Vemos en esta tesis el núcleo de un libro importante para la comprensión de la teoría de la soberanía moderna y de sus antídotos”.158 Por su parte, Javier Sicilia basa su ponencia del Foro Internacional Comunidad, Cultura y Paz. Autonomías: una esperanza viva frente a la crisis de Estado del 2014 en el mismo libro de Roberto Ochoa.159 Mencionar estos datos va más allá de presentar ciertas credenciales del autor que nos compete en este capítulo. Considero que revelan aún algo más relevante: el tejido y la relación existentes dentro del conjunto de autores y autoras que hemos abordado hasta el momento. Ochoa puede ser considerado como una generación joven dentro del abanico que he presentado. Con todo, siguiendo el comentario de Robert, las reflexiones ceñidas por este pensador encierran una fuerte potencia crítica que todavía no ha sido lo suficientemente reconocida ni tomada en cuenta. Como veremos, buena parte de sus reflexiones se basan en un diálogo no solamente con las ideas de Iván Illich sino también de Leopold Kohr. Me atrevo a decir que sus textos han tenido una suerte y acogida similares a las de este último. La crítica al tamaño y la desproporción —punto central de ambos— no suele ser bien recibida por la mayoría de los discursos políticos actuales, independientemente de qué ideología se profese o en qué lugar del espectro político se encuentre. Para la redacción de este capítulo tuve la oportunidad de entrevistar a Roberto Ochoa vía remota y trasatlántica, puesto que después de varios años de una intensa actividad intelectual y social en Morelos, se mudó sola para acabar con la violencia y la guerra de las drogas”. En The Narco News Bulletin, 1 de junio del 2011, https://www.narconews.com/Issue67/articulo4439.html Sicilia, Javier. (2008). “Prefacio”. En Iván Illich, Obras Reunidas II. México: Fondo de Cultura Económica, 13-37. 122 158 159 Robert, La crisis: el despojo impune, 133. Javier Sicilia, “La absurda violencia del Leviatán”, en Memorias del Foro Internacional Comunidad, Cultura y Paz. Autonomías: una esperanza viva frente a la crisis del Estado Volumen I (Cuernavaca: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2016), 23-26. 123 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO a los Países Bajos de donde es oriunda su esposa, esto con el fin de criar a sus hijos. Agradezco a Roberto la oportunidad que me brindó con esa entrevista, la cual, junto con algunos de sus textos, servirán de estructura para el capítulo que aquí presento. Comenzaré por ofrecer un recorrido del autor para posteriormente detenerme en algunos puntos que me parece importante subrayar de su pensamiento. ROBERTO OCHOA Y EL PROBLEMA DEL TAMAÑO EN LOS CUERPOS POLÍTICOS La manera tradicional en que se presenta una entrevista es o transcribiéndola por entero o, en su defecto, llevar a cabo alguna especie de síntesis. Yo me propongo un acercamiento un poco distinto: narrarla con mis propias palabras, como quien cuenta a un amigo lo que otro amigo le dijo. Inicio con dos puntos respecto a este ameno encuentro. Primero, la paradoja que representa que dos admiradores y ávidos lectores de Iván Illich se comuniquen por una pantalla despersonalizada y sin posibilidad de sentirse mutuamente. Segundo, las bellas sensaciones de cercanía que, a pesar de la distancia, provoca el hecho de haber recibido información tan valiosa que, de cierto modo, se llegó a sentir como acompañamiento para transitar estos senderos del pensamiento. Un momento Roberto me expresó —palabras más, palabras menos— lo siguiente: “qué bueno que estás escribiendo esto, ya me hubiera gustado a mí poder contar con cierto apoyo similar cuando comencé a adentrarme a estas ideas”. Sobra decir, como lo expondré, que Ochoa pudo beber más directamente de muchas de las fuentes y nombres que he descrito hasta este momento. Su comentario, sin embargo, lo tomo como una motivación que a su vez confirma mi objetivo con este humilde ensayo: presentar, de forma somera pero fiel, algunas líneas generales que inspiren a otras y a otros a conocer estas reflexiones en su nada homogénea diversidad pero siempre estimulante crítica a la sociedad dominante. Roberto Ochoa nació en la Ciudad de México en 1976 (el año en que Illich cerró el CIDOC). Una de sus experiencias que le iniciaron en este camino fue el grupo juvenil católico Effetha, desde el cual tuvo contacto con comunidades rurales como San Andrés Hueyapan y Santo Domingo Ocotitlán, ambos en Morelos. Dicho estado no es de gran tamaño. Su brecha social puede llegar a ser muy notoria entre la exótica población extranjera que suele visitar Cuernavaca y los márgenes o zonas rurales. Estas realidades de marginación calaron hondo a Roberto, quien comenzó a preguntarse por las razones profundas de tanta desigualdad. Intuía que algo teníamos que estar haciendo mal como civilización y que incluso el cristianismo tenía una importante vela en el entierro. Por otra parte, contrastaba la experiencia de que “la naturaleza está ahí para dar”, me dijo refiriéndose a los árboles frutales tan comunes en aquel entonces en Cuernavaca. ¿Qué tipo de sociedad hemos construido que, en lugar de vivir desde la abundancia de la naturaleza exacerba la miseria y la escasez? En 1994 Javier Sicilia impartió una charla al grupo juvenil donde Ochoa participaba. En aquel entonces, confiesa Ochoa, encontró el discurso de Sicilia bastante oscuro, incluso apocalíptico, cuando lo que él buscaba era alguna luz esperanzadora de qué es lo que se podía hacer para cambiar las cosas. No fue hasta un año después, en el 95, que un segundo encuentro con Sicilia sería definitivo para su proceso. En esta segunda ocasión el poeta convocó para temas relacionados con la revista Ixtus, la cual, como ya expuse en el capítulo anterior, tuvo una fuerte inspiración gandhiana, lancista y posteriormente illichiana. En aquella reunión Sicilia habló de la Comunidad del Arca, del trabajo manual, de vivir de la tierra (recientemente aquel grupo germinal del Arca en México había comprado un terreno con el fin de habitarlo, proyecto que no logró llevarse a cabo). Aquello fascinó al joven Ochoa quien inmediatamente comenzó a asistir a unas reuniones de los viernes a las 8 de la noche donde, apretados en la pequeña panadería que George Voet y Javier Sicilia habían abierto con la esperanza de sostener un proyecto comunitario del Arca, leían en voz alta las obras de Lanza del Vasto. El grupo continuó hasta el 98 y se fracturó debido a diferencias respecto al cómo llevar las ideas de Lanza del Vasto a la práctica. En ese mismo año Ochoa se sumó al consejo editorial de Ixtus. Fue Jean Robert quien introdujo el pensamiento de Illich a este círculo lancista y fue así como tanto Sicilia y Ochoa comenzaron a leer al fundador del CIDOC. De hecho, me contó Ochoa, la primera vez que leyó a Illich fue con George Voet en un intercambio sobre filosofía política que entablaban con regularidad. Para ese entonces Ochoa estudiaba derecho y en cuanto se recibió se mudó a la Ciudad de México para trabajar. No pudo estar presente en la lucha del Casino de La Selva, situación que el propio Ochoa expresa con pena. “Llegué tarde”, me dijo. 124 125 NARRACIÓN DE UNA ENTREVISTA CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO ROBERTO OCHOA Y EL PROBLEMA DEL TAMAÑO EN LOS CUERPOS POLÍTICOS En el 2002 regresó a Cuernavaca y decidió establecerse en Ocotepec, último baluarte indígena a los alrededores de Cuernavaca. Habitó una casa en un proyecto llamado Ecotepec, a escasos metros de la casa que pertenecía a Iván Illich y que todavía habitaba Valentina Borremans. Ecotepec pretendía llegar a ser una especie de ecoaldea que materializara muchas de las ideas e inspiraciones que se habían ido compartiendo hasta ese momento. Incluso el mismo Gustavo Esteva algo tuvo que ver ahí, así como César Añorve quien todavía habita ese espacio. En el 2001 el zapatismo organizó la Marcha del Color de la Tierra, la cual pasó por Cuernavaca y, a pesar de no tener pensado detenerse en Ocotepec, la población local detuvo al contingente para dialogar y compartir con sus integrantes. Esos años viviendo en Ecotepec, siendo vecino de Añorve y a pocos metros de Borremans (y por lo tanto de los documentos que Illich había dejado), fueron esenciales en el caminar de Ochoa. Tuvo la oportunidad de estudiar varios de los mencionados documentos en la antigua biblioteca de Illich, pero también se comenzó a forjar lo que llamaron “la casa de la memoria”. Esta era justamente la casa que habitaba Ochoa y que finalmente fungió como un espacio común donde reunirse. A los encuentros en dicho espacio asistían Sicilia, Robert, Borreman y de la que incluso llegó a escuchar Humberto Beck. La idea original de Ixtus era llegar a construir una comunidad. Como ya mencioné, esto nunca se logró y tanto Ixtus como Conspiratio desaparecieron después de un tiempo. Tampoco “la casa de la memoria” se mantendría. Hubo incluso algunas conversaciones sobre una Universidad de la Tierra Morelos a partir de unas visitas que el propio Ochoa hiciera a Gustavo Esteva en Oaxaca. Sin embargo, nada de esto llegó a realizarse por una lista larga de motivos. Ochoa comenzó la maestría en Filosofía Política en la UAEM (2003-2005). Fue ahí, como profundizaré más adelante, que pudo entrar de lleno a una problemática que le inquietaba desde la licenciatura: por qué la filosofía política clásica tiene como sustento un cierto tipo de tamaño en los cuerpos políticos. El tema del tamaño le llevó a Leopold Kohr, de quien se enteró gracias a un pie de página de El género vernáculo. Incluso pudo leer la obra principal de Kohr, The Breakdown of Nations, del ejemplar que el mismo autor le regaló a Iván Illich. Sus investigaciones culminaron en la publicación (2009) de su libro Muerte al Leviatán. Después de esta experiencia viaja al Arca en Francia, donde por cierto vivía desde hace tiempo su hermano. Ahí conoció a Mirra (Mirre en su ho- landés original), su futura esposa y juntos se mudarían a México. Llegó así el parteaguas del año 2011. El asesinato de Juan Francisco, hijo de Javier Sicilia, desencadenó una serie de acontecimientos que nadie podía esperar. Hablé ya del MPJD en el capítulo anterior. Basta decir que Roberto Ochoa se comprometió a fondo con el movimiento, asistiendo a las marchas en Morelos y en México (no así a la de Estados Unidos). Aunque su participación, me cuenta, fue más concentrada a nivel local (Morelos), Ochoa siente que verdaderamente se trató de un acontecimiento muy trascendental en la historia del país. Su hipótesis, según me contó, es que dicho movimiento nace en buena medida de la resistencia del Casino de La Selva unos 10 años antes. Estoy de acuerdo con dicha hipótesis, la cual puedo corroborar no porque haya estado ahí (porque no estuve) sino debido a lo que ya he expuesto a lo largo de este ensayo. Sin necesariamente representar a todos los autores y autoras que he trabajado hasta el momento, el MPJD no puede entenderse sin varias de las ideas aquí examinadas. Después de aquellos acontecimientos Ochoa se une a Sicilia en el Programa Universitario de Estudios de la Complejidad y Formación de Ciudadanía de la UAEM, donde impulsaron una gran variedad de proyectos, entre ellos la revista La voz de la tribu, la búsqueda de fosas clandestinas y el apoyo a la lucha por la defensa del territorio. Esta última fue particularmente importante para Ochoa debido a la relación que pudo entablar con Samir Flores, defensor del territorio asesinado brutalmente en el 2019. Para ese entonces, después de los escándalos de la UAEM y la retirada de Sicilia y Ochoa del programa antes citado, este se muda a Europa donde reside hasta la fecha de la redacción de estas líneas. 126 127 EL PROBLEMA DEL TAMAÑO Y EL OFICIO DE LA HISTORIA Me concentraré en las que considero son las dos preocupaciones más relevantes en el pensamiento de Ochoa. Estas dos preocupaciones son, por un lado, el problema del tamaño en los cuerpos políticos, inquietud que viene desde sus años de estudiante de derecho, y por el otro lo que llamo “el oficio de la historia”, la importancia de dicha mirada a la hora de comprender las problemáticas de lo que vivimos en la actualidad. Para tener más precisión en esta segunda preocupación, diría que se trata de recuperar los análisis de Illich respecto a las repercusiones que en nuestras sociedades tuvieron los cambios sociales y religiosos de los siglos XI, XII y ROBERTO OCHOA Y EL PROBLEMA DEL TAMAÑO EN LOS CUERPOS POLÍTICOS CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO XIII. Este será el campo de interés del “último Illich”, quien dedicó varios años al estudio de las percepciones, la idea de sistema y el lenguaje con el fin de poder explicar cómo es que llegamos a donde estamos. En ese sentido, sostengo que dos de las grandes aportaciones de Ochoa tienen que ver con recuperar estos aspectos: la crítica del tamaño de Leopold Kohr, Ernst Schumacher e Iván Illich, así como el trabajo genealógico de este último respecto al proceso de corrupción del cristianismo y su devenir en la institucionalidad moderna. Se enfoca, sin embargo, en un ámbito muy característico que es el Estado y sus distintos procedimientos legales en relación con la violencia. La siguiente cita muestra con detalle parte del programa de reflexión que este autor se plantea, además de brindarnos una mención de las ideas que estamos estudiando: Las de lecturas que durante años hemos hecho de Iván Illich en Cuernavaca, nos han llevado a preguntarnos y profundizar respecto de una de sus tesis más asombrosas de los últimos años de su vida. Illich insistió, durante esos años, que el siglo XII era el siglo clave a estudiar para comprender nuestro tiempo, pues las vastas transformaciones culturales de ese siglo habrían producido una profunda innovación: el nacimiento de la racionalidad instrumental, y con ella, el inicio de lo que llamó la ´era de la tecnología´.160 Continúa hablando de la siguiente manera, expresando, según es mi entender, buena parte de sus tesis fundamentales profundizadas en sus textos más elaborados: “Lo que quiero sostener aquí es que esa racionalidad instrumental es el fundamento epistemológico que permitió la instauración en nuestra cultura del monopolio legítimo de la violencia (o de la fuerza, debido a su raíz etimológica en común) en las manos del Estado”.161 La obra fundamental de Ochoa es el ya antes citado libro Muerte al Leviatán. Principios para una política desde la gente. Recomiendo, además, la lectura de su artículo Umbrales en el pensamiento, en el cual se puede encontrar una síntesis bastante bien lograda de los planteamientos más significativos de su propio libro. En el fondo, lo que Ochoa pretende es ha- cer una “revisión de la teoría política moderna, que ha abandonado la consideración de la escala humana como elemento esencial para la actividad política de hombres y mujeres”.162 Su tesis central consiste en mostrarnos el proceso por medio del cual la modernidad occidental comenzó a regirse por lo que él llama “mentalidad leviatánica”, la cual, más que un mero título que remite a Thomas Hobbes o la simple estructura del Estado-nación, refiere a un “principio epistémico de un modelo de construcción política y social”163 que puede encontrarse tanto en la lógica del Estado como en el de las ciencias sociales y los imperativos transnacionales y globalizantes actuales. Una implicación de dicha tesis consiste en una afirmación que, si la tomamos enserio, puede brindarnos alguna luz acerca de la dificultad con la que cargan algunas proposiciones de la línea de pensamiento que hemos recogido en este libro. En el artículo ya citado, Ochoa nos dice: “debido a esa mentalidad las ideas de Leopold Kohr, publicadas desde 1957, han sido pasadas de largo e ignoradas por la academia, el mundo intelectual y, por supuesto, los políticos”.164 Se refiere, claro, a la mentalidad leviatánica. Bajo su hechizo tenemos velados los sentidos, como se verá más adelante, así como el tipo de percepción necesaria para realmente comprender las propuestas de Kohr, pero también de Illich, Robert, Esteva, Marcos, etc. Este hechizo consiste, en buena medida, en el desplazamiento y casi ostracismo del tema del tamaño en la reflexión política, entendiendo esta última no solo en el sentido de gobierno sino como la vida en sociedad. No se toma en serio que, así como a un cuerpo físico le corresponde un cierto tamaño cuyos límites le posibilitan y lo cimentan en la proporción, también la comunidad y los cuerpos políticos comparten esa misma cualidad. Por lo que, aunque toda sociedad encierre problemáticas que le son propias, ninguna se asemeja a aquellas causadas por haber excedido sus límites. En palabras del propio Kohr: “Donde sea que algo anda mal, algo es demasiado grande”.165 Es en ese sentido que Ochoa nos recuerda que “el Estado moderno comienza a existir a partir de la institucionalización de un poder sobe- 160 Roberto Ochoa, “Fue el Estado”, en Memorias del Foro Internacional Comunidad, Cultura y Paz. Autonomías: una esperanza viva frente a la crisis del Estado Volumen I (Cuernavaca: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2016) 33-34. 161 Ibid., 34. 162 Roberto Ochoa, “Umbrales en el pensamiento”, en Polis. Revista Latinoamericana. Número 33, año 2012, Publicado el 23 marzo, 2. 163 Roberto Ochoa, Muerte al Leviatán. Principios para una política desde la gente (México: Jus, 2009) 23. 164 Ochoa, “Umbrales en el pensamiento”, 3. 165 Leopold Kohr, The breakdown of Nations (Cambridge: Green Books, 2001) 21. 128 129 ROBERTO OCHOA Y EL PROBLEMA DEL TAMAÑO EN LOS CUERPOS POLÍTICOS CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO rano”.166 Lo que conocemos como Estado-nación moderno se implantó gracias a una dimensión social de grandeza excesiva, la cual pudo alcanzarse a partir de distintos procesos de violenta homogenización cultural, despojo territorial y acumulación de capitales diferentes, siendo el más importante de este el monopolio radical de la violencia legítima. Sin este último monopolio, estudiado anteriormente por Max Weber, sería imposible pensar el Estado moderno. Para Ochoa, la comprensión del monopolio de la violencia lleva a entender el resto de los monopolios radicales que atraviesan nuestras sociedades y que ya estudiamos con Illich en los primeros capítulos. Si hablamos de poder hablamos, según esta tradición, de tamaño. El poder político del Estado se nutre del volumen social administrado “racionalmente” por la burocracia de un poder centralizado. Esta es, dice Ochoa, la verdadera meta de la modernidad detrás de sus máscaras de autonomía y libertad individual. No la libertad sino la acumulación de poder que paulatinamente convierte al ser humano (en abstracto y no en la autonomía y libertades personales y comunitarias) a su prometéica pretensión de control y dominio del universo. Una aportación de las reflexiones de Ochoa es el haber mostrado una explicación histórica o genealógica, diría yo, sobre cómo se fue construyendo la mentalidad leviatánica. Siguiendo de cerca las reflexiones, así como la metodología del propio Illich, Ochoa recupera las transformaciones de los siglos XI, XII y XIII para contarnos cómo, a partir de la idea de contingencia que Illich había trabajado en sus últimos años, se hizo posible que el mundo pasara de las manos de Dios a manos del ser humano. Según Illich, la contingencia es una de las ideas propiamente cristianas. Significa que, para el cristiano, a diferencia del griego que consideraba al universo como algo eterno y necesario, el mundo fue creado por Dios y se mantiene en existencia gracias a su constante acto creador. En ese sentido, el mundo estaba en manos de Dios. Algo cambió, sin embargo, en el modo de comprender el cosmos durante los siglos antes citados. Se inició una significativa transformación tecnológica que va desde la implementación de ciertas herraduras y montajes para animales de carga (bueyes, caballos, mulas) que permitieron al campesino medieval cultivar terrenos alejados de la población. Esto se acompañó además de la instauración del pecado como concepto jurídico más allá de un estado espiritual, con lo que la confesión o sacramento de la reconciliación se volvía obligatoria. Las ordenes mendicantes se popularizaron, así como el crecimiento de los burgos o ciudades. Yéndonos más allá, resulta que la tierra no era el centro del universo sino el sol (hoy sabemos que ni siquiera es así). Parece algo banal hoy en día, pero en su momento la invención del reloj como artefacto tecnológico moderno representó toda una revolución cultural e incluso religiosa y política. La metáfora del relojero comenzó a usarse en todas partes, sin que la analogía de Dios como relojero del mundo fuera la excepción. El mundo estaba pues en manos de Dios, pero era ahora un mundo-máquina, no orgánico. No hizo falta mucho para que esta máquina, que como toda máquina puede controlarse, fuera arrebatada de las manos divinas y cayera en las manos humanas. Es así como la idea de contingencia fue fundamental, ya que para que la humanidad le quitara el control del mundo a Dios tuvo que estar antes en manos de este. Es imposible, sin embargo, aspirar a controlar y conocer la totalidad del universo y seguir siendo y sintiendo como humanos. Para alcanzarlo se vuelve menester acceder al mundo no a partir de nuestros sentidos sino a través de diferentes instrumentos o máquinas que nos den acceso a una mayor comprensión y dominio. Es aquí donde cobra relevancia el concepto de proporción, el cual subraya que, así como a todo cuerpo le corresponde un tamaño, también se entiende siempre en proporción con otros cuerpos. Rebasada cierta escala se rompe la proporción y junto con ella la relacionalidad propia entre las cosas. Esta experiencia de la proporción se encuentra en los sentidos, pero al perderlos también perdimos esta última. Con lo que, “con la pérdida de la proporción como principio, y el abandono de la metáfora de un cosmos orgánico y de una naturaleza viva, se implantó el artificio de un mundo sin alma”.167 No me detengo en tratar de exponer lo que de por sí es un complejo y bien construido argumento estructurado a lo largo de más de 300 páginas. Con lo dicho me parece suficiente para que tomemos enserio la siguiente afirmación: “el tamaño sí importa”. Esta aseveración, nos lleva a lo que Illich entendía por investigación radical: la búsqueda de los límites más 166 Ochoa, Muerte al Leviatán, 33. 167 130 Ibid., 178. 131 ROBERTO OCHOA Y EL PROBLEMA DEL TAMAÑO EN LOS CUERPOS POLÍTICOS CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO allá de los cuales las herramientas se vuelven contraproductivas. A este tipo de investigación también se le puede llamar con el término que el propio Illich acuñó para referirse a la propuesta de Kohr, a saber, morfología social. Este último autor la denomina como “teoría de la miseria social por el tamaño”, la cual no pretende otra cosa que la de “explicar lo que nos ocurre a los seres humanos cuando intentamos crecer más allá de los límites asignados a nuestra propia especie”.168 No debe leerse en esta afirmación ninguna defensa a una especie de “naturaleza humana” intocable y transhistórica como la que muchas corrientes conservadoras les conviene sostener. Por el contrario, se refiere a los propios límites establecidos por nuestros sentidos pero que varían de pueblo en pueblo, sin representar un nuevo universal que homogenice. De hecho, me atrevo a afirmar que la única forma real de hacerle frente a cualquier universalismo no es mediante un planteamiento metafísico abstracto, sino a través de apelar a la experiencia concreta y real que brindan nuestros sentidos. De esta crítica se despliega, por supuesto, una propuesta. Se trata de asumir que la idea de “crecimiento permanente” es exclusivamente moderna además de inviable. Si el Leviatán opera borrando los límites entre los cuerpos para acumular poder, las distintas resistencias y alternativas han de buscar poner límites al crecimiento para no alcanzar el nivel crítico de poder después del cual este comienza a ser violento y contraproductivo. De ahí el “lo pequeño es hermoso” de Schumacher.169 Retornar a una técnica y a una política a escala humana donde la proporción no sea rota por un tamaño exacerbado o leviatánico. Este es el gesto que dará derecho de ciudadanía incluso a la hospitalidad, porque es únicamente desde la idea de límite que puedo recibir o dar cobijo a la otredad. Hobbes, que nació teniendo encima la amenaza de la Armada Invencible, se preguntó seriamente cómo crear una paz total en medio de la guerra prolongada y omnipresente. Su ambiente de escasez, así como los cambios políticos, filosóficos y tecnológicos ya expuestos, le llevaron a presentar la necesidad de dejar de ver al otro como una amenaza por medio de la común sumisión a un poder estatal superior. Pero ese Estado, que de cierto modo cumple las funciones de Dios, carga con un tamaño de escala no-humana, 168 Ibid., 267. 169 Ernst F. Schumacher, Lo pequeño es hermoso. Por una sociedad y una técnica a la medida del hombre (Madrid: Hermann Blume Ediciones, 1978). 132 así como con el hecho de en el fondo ser no más que una abstracción. En ese sentido, recuperar la proporción significa recuperar la percepción, los sentidos propios más allá de la colonización social de los mismos. ¿Cuál es pues el tamaño óptimo para nuestros cuerpos sociales? Aquel que “se mide en función del acceso desnudo de los sentidos al ámbito en que la comunidad se mueve e interactúa”.170 La conclusión de Ochoa cuenta con un sabor similar a las distintas posturas que hemos estudiado hasta el momento. Derrotar al Leviatán, nos dice, no significa ostentar al poder para cambiar al gobernante o transformar las estructuras desde adentro. Estas, en tanto operan desde los mismos tamaños desproporcionales, no pueden ser cambiadas en lo más relevante mientras continuemos pensándolas en las mismas escalas. La derrota al Leviatán significa romper con la mentalidad que lo hace posible, significa “derrotar una serie de constructos científicos, producidos más hacia la lógica de la conquista que del compartir”.171 En la práctica esto se traduce a renunciar de una vez por todas a las odiseas fantásticas de alcanzar la paz mundial, de terminar el colapso ecológico por medio de más megamáquinas y, yo agregaría, ir más allá de expresiones como “izquierdas del mundo uníos”172 o la esperanza en un nuevo mesías político cuyas promesas convenzan multitudes, pero casi nunca aterrizan en lo concreto. En palabras del propio Ochoa, implica “restituir en la gente la confianza en la sabiduría, así como sembrar la desconfianza frente a toda ciencia imprudente que destruya el mundo, al tiempo que promete un régimen en el que la gente ya no tendrá que pensar”.173 Cuando el propio Kohr se plantea en su libro si realmente se llegará a hacer algo así, brinda una genial y tajante respuesta: “¡No!”. Este es todo el contenido del onceavo capítulo de The Breakdown of Nations, en el cual no escribió nada más. En el fondo, se puede decir que Kohr reconocía que, mientras la mentalidad leviatánica continuara en operación, no habría modo de vivir vidas humanas a escalas reales. Por mi parte, considero que, sin menospreciar sus diferencias, el llamamiento que lleva a cabo Ochoa —junto con Kohr— se relaciona con lo que Esteva denomina “la 170 171 172 173 Ochoa, Muerte al Leviatán, 308. Ibid., 324. Boaventura de Sousa Santos, Izquierdas del mundo, ¡uníos! (Barcelona: Icaria, 2018). Ochoa, Muerte al Leviatán, 333. 133 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO insurrección en curso” y que aquí nombramos como “convivencialidad” o “desde abajo”. Me parece que el énfasis que Ochoa realiza sobre el tamaño y la proporción en sus reflexiones, así como sus análisis respecto al Estado, se vuelven herramientas no solamente analíticas sino políticas fundamentales para la comprensión actual de nuestras sociedades, pero también de la construcción de alternativas. Consideraciones finales LECTURAS RECOMENDADAS: Ochoa, Roberto. “Umbrales en el pensamiento”. En Polis. Revista Latinoamericana. Número 33, año 2012, Publicado el 23 marzo. Ochoa, Roberto. “Crimen, castigo, perdón y paz. A la luz de la tradición jurídica de Occidente.” En Open Insight, Volumen IX, Nº 15 (enero-abril 2018), 111-124. http://dx.doi.org/10.23924/ oi.v9n15a2018.pp111-124.20 134 Al final queda el camino recorrido, el gozo de todos los encuentros y del recuerdo. También los ecos de las grandes preguntas que en un primer término ayudaron a que zarpáramos hacia un océano de interrogaciones. Quedan las nuevas preguntas, pero, sobre todo, las inspiraciones e incitaciones a que las ideas humildemente esbozadas en este ensayo nos invitan. Bien lo dijo Paulo Orozco, participante del seminario que gestó el libro: “la invitación a no seguir un sueño, sino a despertar del que nos tienen profundamente sumergidos”. Si algo tienen en común las distintas voces que he intentado recuperar en estas páginas es su crítica a las grandes certezas modernas y su búsqueda por otros paradigmas de vida. Estos paradigmas no descansan sobre nuevas promesas futuristas, otras utopías o distopías. No se tratan de más grandes relatos de emancipación o revolución; no apelan a comités centrales, a vanguardias de ningún tipo ni a la unión mundial de alguna clase para transformar la sociedad. Surgen, en cambio, de la experiencia concreta de la convivencialidad y de las resistencias de los distintos abajos. De modo que, aun reconociendo la diversidad contenida en este libro, reconozco un grito en común que suena con fuerza: “organicémonos, recuperemos la vida, nuestra vida, aquella que desde arriba nos han querido arrebatar”. Pronto perdió protagonismo el problema de la “Escuela de Cuernavaca”. Me pareció mucho más relevante ofrecer aproximaciones concisas y claras a las ideas y dejar esa pregunta a la curiosidad de cada lector. A lo largo del ensayo traté de mostrar las muchas conexiones entre los pensadores y pensadoras. Al mismo tiempo se alcanzan a percibir las diferencias que existen entre ellos. A pesar de que Iván Illich funge de cierto modo como un común denominador, las relaciones de cada uno de los personajes con el pensador austriaco fueron muy diferentes, así como los campos en que posteriormente se desenvolvieron. Los reúne 135 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO esa impronta de pensar desde abajo, desde la organización colectiva de la gente sin fines de tomar el poder o aspirar a las grandes estructuras. Los separan los modos, las inspiraciones, su época, geografía e incluso frente concreto donde se fueron encarnando. Con esto en mente, me atrevo a decir que el tapiz resultante de este tejido acabó por ser más parecido a un collage que a un patrón homogéneo. Espero que mi exposición haya hecho justicia a cada una de ellas y a cada uno de ellos. Cualquier desazón a la hora de aproximarse a sus ideas proviene, probablemente, más de mis propias limitaciones como lector, traductor y amigo que de fallas propias de los autores, sin negar que estas puedan existir. Una posible objeción al presente ensayo puede ser el excesivo peso dedicado a las ideas de Illich. Puede existir la sensación de que eso opacó la originalidad y unicidad de los personajes reunidos. Respondería que este libro no se desapega ni un momento de las limitaciones personales ni de los propios intereses del autor. Mi itinerario personal por estos planteamientos ha tenido como eje central la figura de Illich, pero eso no significa que al plantearlo a él como línea transversal entre el resto de los autores y autoras estas pierdan su autenticidad propia y su potencia. Todo lo contrario, en mi relación de amistad o intelectual con las muchas ideas aquí contenidas, testimonio la originalidad de cada experiencia e intenté plasmarla lo mejor posible en cada capítulo. Aclaro este punto para que no se piense que postulo algo así como un discipulado illichiano, término que jamás empleé en el libro. Si bien considero que Illich y sus ideas son un denominador, pienso que otras son las áreas que les permiten dialogar. Queda como tarea de cada persona o de investigaciones futuras profundizar en cada uno de los personajes aquí esbozados, así como de otros que por distintos motivos no me fue posible incluir. Es difícil cerrar unas meditaciones que han tomado la forma de diálogos, una especie de encuentros donde fuimos conociendo la vida y obra de nombres concretos y sus historias. Para finalizar este ensayo propongo algunos nodos reflexivos que no pretenden más que comentar algunas temáticas que me parecen pertinentes. Al mismo tiempo, estos puntos funcionan de conclusiones respecto a todo lo presentado. CONSIDERACIONES FINALES RELACIONES CON OTRAS LÍNEAS DE PENSAMIENTO CRÍTICO ¿Cómo se relacionan estas ideas con el abanico actual de pensamientos críticos? ¿Qué aportes, puentes o críticas pueden tejerse entre ellos? Considero que, en un abanico tan diverso y amplio de corrientes de pensamiento crítico, preguntas como las anteriores ayudan a comprender mejor varias de las ideas plasmadas a lo largo de este ensayo. En primer lugar, plantearse estas cuestiones nos lleva directamente al problema de si existe algo así como una “escuela” o “línea” común entre estos y otros pensadores y pensadoras. Quizás este apartado sirva para poner sobre la mesa nuevos elementos que ayuden a cada lector a formar su propio juicio al respecto. Comparar algunas ideas de las pensadoras y pensadores del ensayo con otras corrientes de pensamiento crítico dará pie para vislumbrar la dificultad que encierra hablar tanto de una línea o escuela común entre estos primeros, así como también lo apresurado que sería negarla sin más. Inicio con uno de los pensamientos críticos más relevantes en la actualidad, mismo que ya he abordado en el cuerpo del ensayo. Me refiero a los distintos feminismos. Lo digo en plural no solo por el planteamiento de muchas compañeras de nombrarlos así, sino también porque, según lo ya expuesto en los capítulos sobre Betsie Hollants y Sylvia Marcos, existen relaciones concretas y puentes posibles especialmente con unos tipos de feminismos: los así llamados descoloniales o comunitarios. Desde el tiempo de Iván Illich en México, las inquietudes feministas estuvieron presentes haciéndose valer en el CIDOC aun a pesar de no representar una prioridad para el centro. Posteriormente, los recorridos personales de Hollants y de Marcos, como de otras tantas mujeres que les acompañaron, muestran una fecundidad muy rica a la hora de tejer puentes con los feminismos. Además de Hollants y Marcos, se encuentran también Jean Robert y Gustavo Esteva como otros dos ejemplos de diálogos con los feminismos comunitarios. Robert, por ejemplo, estudió a fondo El género vernáculo de Illich y escribió textos útiles también para la propia Marcos.174 Incluso, poco después de fallecido, se le hizo un homenaje titulado “Miradas feministas a la obra de Jean Robert. Mesa de diálogo de la Red de Feminismos Descoloniales”.175 Esteva, por su parte, ha señalado en los 174 175 136 Jean Robert, “Le genere vernaculaire (El género vernáculo)”, en Revista IMPULSA de Universidad La Salle Cuernavaca, año 5, número 13, abril 2017, 19-60. Margara Millán, Mariana Favela, Guiomar Rovira, Mariana Moral, Meztli Yoali Rodríguez, Aída Hernández, Ma- 137 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO últimos años la lucha antipatriarcal como el eje central de todas las luchas, reconociendo las luchas de las mujeres y la caída del patriarcado como la transformación más importante que se va gestando en la actualidad. Con esto no estoy diciendo que exista una suerte de alianza obvia y obligada entre feminismos y las ideas aquí contenidas. Se habló ya de los roces y tensiones que también han existido, entre los cuales el caso Hollants-Illich no es seguramente el único. Además, como lo profundizaré más adelante, he encontrado particularmente poco diálogo entre muchos de estos planteamientos para con otros tipos de feminismos más postmodernos o urbanos. Pienso por ejemplo en los transfeminismos, pero también otros pensamientos de género como la Teoría Queer. Más que una deuda por parte de los autores, veo estas ausencias como posibles campos por explorar. Tema diferente son los encuentros y desencuentros entre estos pensadores y la Teoría crítica, en cuyo universo me atrevo a incluir al marxismo crítico por fines expositivos.176 Es quizás la relación más compleja de las que abordaré en este apartado. Para Humberto Beck, dicha comparación le da pie para postular la existencia de una “Escuela de Cuernavaca”. No me parece, como ya lo he dicho antes, muy acertada esta definición para referirse a quienes en el presente ensayo protagonizan estas ideas. Tiene más sentido referirse, como de hecho lo hace Beck, a quienes estuvieron presentes en el CIDOC en los años 70. En el fondo, el mismo gesto que llevó a Beck a hablar de una “escuela” durante esos años, me inspira ahora a mí para escribir este libro, no para plantear una escuela común entre los autores que cito, sino para encontrar unas relaciones interesantes entre las autoras y autores trabajados. Con independencia a las lecturas de Beck, lo cierto es que claro que han existido contactos entre ambos grupos. Comenzando por el propio Iván Illich, en cuyos textos se puede percibir con claridad una honda lectura de las obras de Marx. Illich nunca fue marxista en el sentido estricto. De hecho, las distintas versiones alrededor de qué tan influenciado estaba por la obra de Marx costaron sentidas discusiones entre Jean Robert y Gustavo Esteva. El primero no leyó a Marx hasta muy adelante en su vida, lo que le libró de tener una “formación marxista” clásica, cosa que sí tuvo Esteva. 176 riana Favela, Sylvia Marcos, “Miradas feministas a la obra de Jean Robert. Mesa de diálogo de la Red de Feminismos Descoloniales”, en Cuadernos Feministas, año 23, número 37, octubre 2020, 11-12. Me refiero particularmente a la llamada Escuela de Frankfurt y a personajes como Walter Benjamin, entre otros. 138 CONSIDERACIONES FINALES En general, en los personajes aquí reunidos me he encontrado tanto con una valoración como con una distancia tanto hacia Marx como hacia la Teoría crítica. No suelen aparecer, por ejemplo, nombres como el de Bolívar Echeverría u otros similares. Gustavo Esteva es quizás el mayor conocedor de Marx entre la lista abordada. Su pensamiento, sobre todo en sus textos previos al “choque Illich”, son de inspiración claramente marxista. Todavía se puede reconocer en su pensamiento actual importantes improntas marxistas como la lucha concreta, la transformación social, la crítica a la economía y a toda abstracción, etc. Sostuvo estrechas relaciones con marxistas importantes, principalmente con Theodor Shanin y el economista David Barkin, quien es hoy el principal expositor de la llamada Economía Ecológica Radical. Aun así, el propio Esteva no puede catalogarse como pensador marxista o dentro de la Teoría crítica. En muchas ocasiones esta última continúa dentro de un horizonte bastante moderno, con principios occidentales todavía no criticados lo suficiente, aunque existan ya bastantes voces nuevas que, releyendo la Teoría crítica, piensen desde otros territorios. De tal modo, pienso que esta relación en particular amerita un análisis propio que me es imposible llevar a cabo en este espacio. Lo señalo como posible camino a seguir en futuras dilucidaciones. Otro pensamiento que ha cobrado fuerza en los últimos años, particularmente en América Latina, ha sido el llamado Pensamiento Decolonial. Este giro se ha convertido en todo un movimiento y en una auténtica escuela. Comparemos lo compacto que de pronto podrían parecer ciertas lecturas de la diversidad interna de la Teoría crítica o el Pensamiento Decolonial para convencernos de que hay que reflexionar a fondo las implicaciones que puede tener hablar de una Escuela de Cuernavaca. Estas otras líneas de pensamiento son realmente algo muy constituido, y no lo digo necesariamente como un cumplido. Existen cátedras, congresos y programas de estudio especializados en sus autores. Tienen sus clásicos, que entre el Pensamiento Decolonial serían nombres como el de Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Santiago Catro-Gómez, Catherine Walsh, Walter Mignolo o Ramón Grosfoguel. Existen otros nombres que, aunque suelen aparecer en el mismo horizonte, ellos mismos toman distancia por distintos motivos. Me refiero particularmente a Boaventura de Sousa Santos y Silvia Rivera Cusicanqui. El primero no es netamente decolonial, aunque se relaciona mucho con ellos. Rivera Cusicanqui, por su lado, 139 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO ha embestido abiertamente en contra del pensamiento decolonial por considerarlo demasiado academicista, entre otras razones. Hoy en día el llamado Pensamiento Decolonial aparece muchas veces no como un gesto o un giro sino precisamente como una escuela que hasta cierto punto ha monopolizado este tipo de críticas. En lo personal, opino que lo decolonial debería ser más un gesto o un giro y no necesariamente como una escuela que tenga que rendir culto a este o aquel pensador, por más valiosos que sean sus planteamientos.177 En ese sentido, me atrevo a decir que la crítica realizada por los autores y autoras de este ensayo es en buena medida parte de los planteamientos decoloniales o, si se quiere, descoloniales. El caso de Gustavo Esteva y Sylvia Marcos es particularmente claro debido a su estrecha relación con las comunidades de los pueblos originarios. Marcos habla de un feminismo descolonial. Curiosamente hace énfasis en la “s”, como si al mismo tiempo reconociera la relación, pero también la distancia de lo que ya se ha instituido como “el pensamiento decolonial”. Esteva, por su parte, reconoce la importancia de descolonizar el pensamiento y, aunque no se considera a sí mismo como un decolonial, sí ha mantenido relaciones con algunos de sus representantes como Walter Mignolo y Catherine Walsh. También ha tenido encuentros y colaboraciones con Boaventura de Sousa Santos, aunque sus posturas son claramente diferentes.178 Iván Illich apenas presenció el inicio del gran “boom” decolonial. Sin embargo, sus ideas son un claro esfuerzo por plantear puentes interculturales y purgar de colonialismo tanto el pensamiento como los centros de estudio en América Latina. En ese sentido, creo que no es exagerado ver a Illich como un teórico de inspiración decolonial (quizás sea mejor decir descolonial), claramente no dentro del círculo actual que lleva dicho nombre, pero sí en tanto motivación de sus análisis. 177 178 Además de Rivera Cusicanqui, otro pensador indígena andino como lo es Atawuallpa Oviedo Freire ha criticado recientemente al Pensamiento Decolonial. Ver por ejemplo: Atawuallpa Oviedo Freire, “Santiago Catro-Gómez y el eurocentrismo de los decoloniales”, en Alteridad, abril 2021, https://www.alteridad.net/2021/04/08/santiago-castro-gomez-y-el-eurocentrismo-de-los-decoloniales/ Ver, por ejemplo, la conversación que entablaron juntos en la casa de Esteva, en Oaxaca en el 2020 justo un mes antes de que la pandemia del covid-19 llegara oficialmente a México. En ese entonces yo colaboraba en Unitierra y participé en la elaboración de dicho vídeo, además de en el diálogo que tuvimos con Boaventura esa misma tarde en donde también quedó explícita la cercanía, pero sobre todo la distancia respecto a sus propuestas y las nuestras. “CONVERSA do MUNDO entre BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS & GUSTAVO ESTEVA” en https://www.youtube.com/watch?v=-nbzKhSIhaA 140 CONSIDERACIONES FINALES Si bien no puede igualarse en ningún sentido al Pensamiento Decolonial con la llamada Filosofía Intercultural, creo que en general los balances serían similares. La interculturalidad ha tenido cada vez más auge en las últimas décadas. Algunos de sus principales exponentes como Raimon Panikkar, Robert Vachon y Raúl Fornet-Betancourt, se han vuelvo clásicos de una línea de pensamiento que intenta no solo descolonizar los saberes, sino también tejerlos en una búsqueda de respuestas a problemáticas comunes. Illich puede considerarse como un pensador intercultural, no solo en su obra sino en su propia vida. Lo mismo Hollants, aunque en mucho menor medida. Marcos, Robert y Esteva están impregnados de sus diálogos con los pueblos originarios, así como de otros pueblos del planeta. Esteva tiene mucha influencia de Panikkar. Se atreve a llevar más allá la simple noción de diálogo intercultural o diálogo de saberes, para pensar un auténtico “diálogo de vivires”.179 Las ideas de Roberto Ochoa se perfilan también desde la inspiración intercultural. Sin olvidar la poesía y la novela del propio Javier Sicilia, donde se encuentra un diálogo entre distintas culturas y tradiciones espirituales. Esto último me lleva a otra línea de pensamiento, a saber, las teologías políticas entre las cuales brilla sobre todo la Teología de la Liberación, más no exclusivamente. Como abordé en su momento, Illich mantuvo siempre una postura crítica ante las prácticas de la Teología de la Liberación, por lo que considero un error catalogarlo como uno de sus representantes. No por ello faltaron las estrechas relaciones con teólogos y figuras importantes de su tiempo, entre ellos el obispo Sergio Méndez Arceo. Javier Sicilia y Roberto Ochoa son quizás en quienes más explícitamente se puede encontrar una influencia de las teologías políticas o los cristianismos críticos. Nombres como el de Dietrich Bonhoeffer, Simone Weil, Lanza del Vasto o Jacques Ellul aparecen constantemente en las obras de Sicilia. Ochoa, en su Muerte al Leviatán, reconoce la cercanía entre los planteamientos de la proporcionalidad de Illich y Kohr con la tradición cristiana. Vimos ya cómo Sylvia Marcos participó activamente en la Divinity School de Harvard y cómo también ha dedicado muchos de sus estudios a la teología india y las propias espiritualidades originarias de los pueblos. 179 Gustavo Esteva, “El camino hacia el diálogo de vivires”, en Stefano Sartorello, Diálogo y conflicto interepistémicos en la construcción de una casa común (México: Universidad Iberoamericana, 2019), 133-168. 141 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO Con todo, incluso Ochoa y Sicilia, más aún Marcos, se posicionan de forma crítica frente a la Iglesia Católica y la religión institucional. En el caso de Marcos, debido a un reconocimiento de las teologías propias mesoamericanas y su potencia descolonial. En Sicilia, en cambio, es gracias a su sintonía con lo que se le podría llamar “cristianismo anárquico”. Illich dejó el sacerdocio y su envestidura teologal; Esteva no cuenta con mayor influencia de esta área exceptuando sus acercamientos juveniles y sus posteriores lecturas sobre el tema; Robert, a pesar de ser conocedor de temas teológicos, fue incluso más apofático que Illich al respecto. Quizás la única que explícitamente se reconoció siempre dentro del ambiente eclesial fue Hollants, pero incluso ella trabajó siempre con grupos menospreciados por la jerarquía, particularmente mujeres y judíos. Debido a todo lo dicho considero que no hay como tal una afiliación particular a la teología o un tipo de teología, cosa distinta es que pueda haber inspiración y posibles puntos de encuentro que algunos autores encuentren. En lo personal, debido a mi interés por el diálogo interreligioso y la mística, he encontrado una fascinante posibilidad de diálogo entre las y los protagonistas de este ensayo y lo que yo voy fraguando en mi propio pensamiento como una mística de talante político y comunitario. Esto es, sin embargo, gracias a mi propio itinerario intelectual y no a una general apuesta de todos los autores y autoras, aunque hay que reconocer que también dan pie para ello. Finalmente, la última línea de pensamiento crítico que me gustaría explorar es lo que se ha llamado como Decrecimiento o Postdesarrollo, aunque no sean necesariamente lo mismo. El Diccionario de desarrollo editado por Wolfang Sachs e impulsado por Iván Illich es sin duda uno de los grandes referentes para estos movimientos. El caso de Gustavo Esteva es particularmente elocuente. Fuera de México se le reconoce principalmente por sus críticas al desarrollo. Escribió el prólogo para la edición mexicana del libro Decrecimiento: un vocabulario para una nueva era.180 En dicho prólogo menciona cómo, a pesar de que el Decrecimiento no ha tenido una presencia particularmente fuerte en América Latina, las propias luchas de los pueblos son, en el fondo, un modo concreto del decrecimiento. Las críticas de Roberto Ochoa en torno al tamaño de los cuerpos políticos son, CONSIDERACIONES FINALES de cierto modo, una invitación clara a decrecer. Los análisis de Jean Robert en torno a la subsistencia y la recuperación del lugar concreto responden también a muchas de las grandes interrogantes que el Decrecimiento ha planteado al modelo civilizatorio moderno. Por lo tanto, me parece que, si bien los protagonistas de este libro no necesariamente forman parte del Decrecimiento, en buena medida muchos de sus planteamientos coinciden o pueden fácilmente entrar en relación con este. CRÍTICA A LAS CERTEZAS MODERNAS 180 Giacomo D’Alisa, Federico Demaria y Giorgos Kallis, Decrecimiento: vocabulario para una nueva era (México: Icaria editorial y Fundación Heinrich Boell – México, 2015). Muchas son las coincidencias y las diferencias entre las pensadoras y pensadores que he incluido en este ensayo. Mi interés no es el de proponer una nueva corriente de pensamiento. Simplemente propongo un esfuerzo para dar a conocer las ideas de algunas personas que en lo personal me han inspirado y activado políticamente. Con todo, y a pesar de renunciar a la pretensión de meterles a todos en el mismo cajón, algunas problemáticas en común aparecen constantemente sin que eso signifique que los aborden de la misma manera o que lleguen a las mismas conclusiones. A partir de este apartado me concentraré en rescatar algunos puntos que me han parecido particularmente relevantes, sabiendo que puede haber muchos otros. El primero de ellos es lo que descubro como una vocación y sospecha críticas ante las distintas certezas del proyecto moderno. Opino que, aunque con distintos grados y desde distintas aristas, los protagonistas de este libro critican a la modernidad y a su proyecto no para “mejorarla” o descubrir desde ella nuevas posibilidades dentro de su mismo horizonte. En este punto existe una importante controversia entre lectores e intérpretes de Illich. Según Beck, por ejemplo, Illich tuvo una etapa en la que buscó transformar la modernidad desde dentro mismo de la modernidad, es decir, recuperando sus presupuestos más importantes. Este proyecto sería abandonado por Illich a partir de ciertas decepciones, dando origen a los planteamientos illichianos de corte antimodernista, mismos que recupero en este libro. Me parece que las distintas opiniones y análisis respecto a estas etapas de Illich son fascinantes. No cuento con las herramientas adecuadas para dar una última palabra sobre este tema (quizás nadie las tenga realmente). Simplemente subrayo que existe esta diversidad de lecturas en torno a la obra de Illich: quienes reconocen en sus textos distintas etapas con quiebres muy radicales, y quienes descu- 142 143 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO bren una continuidad que, si bien sufre sus cambios, mantendría la línea crítica a la modernidad desde sus inicios. En lo personal, encuentro más interesante para los tiempos actuales el Illich que buscaba desmantelar las certezas modernas y su esfuerzo por comprenderlas sin más propósito que el de poder entender bien el abismo en el que nos encontrábamos. En mi lectura, su lado más propositivo en torno a la convivencialidad y a la proporción no se inspiraba en planteamientos modernos sino en saberes y valores vernáculos, todos ellos premodernos no tanto en un sentido cronológico sino filosófico y cultural. Es cierto que jamás abogó por un premodernismo anquilosado, sino por una regeneración de lo propio y lo diverso, valores contra los que siempre se ha erigido la homogeneidad abstracta de la modernidad. A su modo, cada una de las autoras y autores aquí presentados se inspiran en esta crítica radical a las certezas modernas. Sus análisis, descripciones, énfasis y diagnósticos pueden variar. Por ejemplo, mientras que Esteva habla del fin de una era cuyo colapso ya tenemos encima y en el cual las grandes instituciones y principios (como el Estado, la democracia, el capitalismo, el patriarcado, etc.) están muertos o en agonía, Sicilia presenta una lectura de crisis como oportunidad para evitar una hecatombe. Robert, por su lado, pone un énfasis especial en los modos en que la mentalidad económica de la escasez desmanteló la subsistencia, particularmente en el ámbito del habitar y de la movilidad. Marcos se concentra en el tema del género y Ochoa en el tamaño de los cuerpos políticos. En cada uno de los casos, o por lo menos esa es mi lectura, hay una intención crítica frente a los grandes pilares de la modernidad. Repito, existen claramente diferencias entre las distintas propuestas, pero todas ellas parten de la modernidad en caída libre y autora del atolladero actual. Debido a esto, me parece que las ideas aquí presentadas pueden ser de enorme utilidad a la hora de seguir el consejo de zapatista de crear un mundo nuevo. No tanto de transformarlo, lo cual se presenta como una tarea imposible, sino de construir algo totalmente nuevo. Quizás haya entre los protagonistas quienes están más o menos de acuerdo con este punto. Aun así, pienso que algo que comparten es la reinvención social a partir de la recuperación de escalas y valores que perdimos desde la modernidad. En lo personal, estoy convencido de que la invitación de los compas zapatistas a inventar un mundo nuevo es el camino más propicio 144 CONSIDERACIONES FINALES para transitar nuestra realidad. Desde ahí, sostengo que las ideas abordadas en este ensayo pueden ser de gran ayuda para esta tarea. CONVIVENCIALIDAD DESDE ABAJO Ambos, convivencialidad y resistencia política desde abajo, fueron los conceptos que inspiraron estas reflexiones y dieron título al presente libro. Por bastante tiempo se ha leído el cambio social desde el horizonte de las grandes transformaciones, utopías futuristas que conglomeraban grandes masas con el fin de ocupar el poder para reformar instituciones. Para muchas y muchos este continúa siendo el gran paradigma. Si bien muchas de esas acciones contienen una validez propia, también cargan consigo muchas de los grandes principios que detonaron el problema en primer lugar. Parte de mi interés por los autores que trabajé en este ensayo tiene que ver con que sus reflexiones y testimonios dejan ver otra posibilidad de compromiso social más allá de la lucha partidista, las izquierdas institucionales o el mero academicismo crítico. Su pensamiento es “encarnado”. No intenta “dar voz a quienes no tienen voz”, ni mucho menos estudiar desde fuera grupos sociales. Quieren recuperar la propia potencia de las personas para vivir su propia vida más allá de cualquier imposición externa, venga esta de la religión, las instituciones modernas, la academia o de donde sea. Me parece que estas reflexiones abren la puerta para repensar lo político, o por lo menos para distinguirla de la política. Veamos la crítica que exponen Dupuy y Robert en su texto conjunto: En nuestros días, el debate calificado de “político” se resume en el problema del desigual acceso de los diferentes grupos sociales al maná prodigado por los sistemas heterónomos, con lo que se oculta radicalmente el problema de la liberación de las capacidades de acción autónoma de los individuos.181 No reduzcamos la lucha política al mejoramiento de las instituciones y al reparto del pastel de la producción moderna, de sus derechos y narrativas. Recuperemos lo político como la organización desde abajo que pretende recuperar nuestras vidas arrebatándoselas a los distintos monopolios radicales que nos las han secuestrado. 181 Dupuy y Robert, La traición de la opulencia, 120. 145 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO A mi modo de entender, nociones como “desde abajo” van más allá de categorías como “clase”, sin que las rechacen. El llamado es a la organización, la cual es muy difícil cuando se aspira a los grandes privilegios y al estilo de vida de los de arriba. La cuestión supera entonces la clásica división entre izquierdas y derechas. Los cambios “desde arriba” son todos aquellos que intentan subirse a las cúpulas, tomarlas para cambiar la sociedad. En esto coinciden movimientos e ideologías que se hacen llamar tanto de derecha, de izquierda o de centro. Todas ellas piensan que la vía es la institucionalidad forjada a partir de los mitos modernos de la democracia representativa, la tecnificación de la vida, la población, las naciones, etcétera. Los cambios “desde abajo” son, por el contrario, construidos desde las personas de a pie que recuperaran sus propios sentidos, la organización local y, en pocas palabras, quieren tomar la vida en sus manos. Este tipo de acciones las encontramos en los pueblos originarios y en el campo, pero también en las ciudades. Participan personas de distinta procedencia haciendo real la diversidad intrínseca al mundo. Su móvil no es la de ostentar ocupar puestos de poder, sino vivir una cotidianidad más real y gozosa, a la cual podemos llamar convivencial. Es evidente que esta perspectiva de transformación social se va popularizando cada día más. No es más que otro síntoma de la transición epocal en la que nos encontramos. Lo que antes daba sentido y esperanzaba a las personas, hoy se descubre como promesas vacías de un futuro inalcanzable. El desarrollo prometido tanto por izquierdas como por derechas jamás llega, y cuando lo hace resulta ser el verdadero rostro del horror. Desencantadas de todas estas narrativas, las personas comienzan a tomar el asunto en sus manos. Críticas como la del tamaño de los cuerpos políticos comienzan a tener eco hoy, cosa que no sucedió cuando Illich y Kohr las escribían. Por supuesto, las antiguas narrativas continúan presentes y cobrando efectos. Sin embargo, pocos son quienes todavía creen ciegamente en sus postulados. En México, por ejemplo, candidaturas independientes se convirtieron rápidamente en partidos políticos arrastrando consigo las mismas “mañas”. Si bien hemos de prestar atención a lo que desde arriba se cocina, porque seguramente nos va a salpicar, son cada vez más visibles los movimientos de organización entre las personas para sustentar una vida más llevadera y común. 146 CONSIDERACIONES FINALES Pienso que, en su diversidad y contradicción, el abanico de nombres que presenté en este ensayo ayuda a comprender mejor la coyuntura actual, así como algunas posibilidades de lucha, resistencia y creatividad. LO CONCRETO, LO PROPIO Y EL TERRITORIO Parte esencial de la convivencialidad y la resistencia política desde abajo es, sin lugar a duda, el tránsito por lo concreto, la recuperación de lo propio, el enraizamiento en el territorio. No se trata de un localismo. Cada uno de los nombres que presenté está atravesado por una amplia gama de relaciones internacionales, redes de colaboración y mutuas fecundaciones. La apuesta por lo concreto se refiere a seguir siendo lo que somos, a la experiencia de que más allá de ciertos límites o escalas, el ser humano deja de ser lo que es para convertirse en otra cosa. La creación moderna del individuo deshumaniza en tanto que pasa necesariamente por la ruptura de las relaciones comunitarias. Lo mismo sucede con la otra cara de la individuación, la masificación. La tecnología, después de cierto umbral, desmantela nuestros sentidos con los cuales percibimos el mundo. No por nada Sicilia y Esteva, así como Robert en su momento, se han mostrado tan críticos con las medidas en torno a la pandemia del covid-19. Entre otras muchas cosas, tales como el surgimiento de nuevos autoritarismos y el ensayo global de una sociedad de control, lo que la pandemia vino a traer fue una exacerbación del individualismo a partir de la “distancia social”. En lugar de abogar por un distanciamiento físico para no contagiarse y por un fortalecimiento de los lazos comunitarios para mantener el corazón y la mente sanas, las políticas contra covid han aislado más a las personas empujándolas a vivir todo el tiempo en aparatos. Para varios de los pueblos y comunidades, las luchas por recuperar lo propio se traducen en las luchas por la autonomía comunitaria, muy diferente a la autonomía filosófica de la modernidad. Sicilia y Ochoa tienen una postura más matizada respecto a la relación con las instituciones de arriba, reconocen que en ocasiones no hay otra opción más que dialogar con ellas. Esteva se encuentra del otro lado, sin que esto implique que su postura sea la de un caricaturesco anarquismo antinstitucional. Evitar lo que él ha llamado “el efecto torticolis” de estar siempre mirando hacia arriba consiste en mirar únicamente cuando toca entender qué es lo que nos van a querer imponer, nada más. En ocasiones tocará alguna negocia147 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO ción, pero para que nos dejen lo más en paz posible. No es pues una crítica a todo tipo de institución, sino contra la institución contraproductiva que enajena y coopta la potencia personal y colectiva de organización. Puede haber instituciones conviviales que, en su autonomía, respondan a los modos propios de vida y de subsistencia de cada comunidad. Illich con su crítica a las certezas modernas; Hollants desde su organización de grupos de mujeres; Robert con su recuperación de los lugares; Marcos desde las mujeres zapatistas; Esteva con su insurrección en curso; Sicilia en su mirada crítica a lo que le ha sucedido al lenguaje y su camino con las víctimas de la violencia; Ochoa desde su crítica al tamaño de los cuerpos políticos y el nuevo Leviatán globalizador. Cada uno de los protagonistas con los que me encontré en este viaje narrativo dejan ver una recuperación de los ámbitos concretos de las personas, así como la organización de estas para resistir y crear alternativas. Mucho cambia entre cada uno de ellos y ellas, por eso se me hace difícil hablar de una “escuela”, pero aun así creo justificada su aparición en este collage. CONSIDERACIONES FINALES horizonte es el nosotros, pero un nosotros construido desde abajo por la vida compartida, no por la afiliación a alguna ideología o partido. LIMITACIONES Y PROBLEMÁTICAS Una posible crítica a la exposición llevada a cabo en este ensayo es mi concentración en personajes, pensadores y pensadoras hasta cierto punto “individuales”. Es verdad, no estamos para proponer nuevos intelectuales de cabecera. No era esta, sin embargo, la intención de mis reflexiones. Escribo este breve apartado simplemente para subrayar algo que de cierto modo fui planteando a lo largo del texto: la convivencialidad es siempre comunitaria. Cada uno de los personajes aquí estudiados está atravesado por un nosotros concreto, lo cual forma parte de lo que en el apartado anterior denominaba como “volver a los sentidos y al territorio”. Sus afanes no son abstractos como “humanidad”, sino concretos y se representan con rostros de carne y hueso. Dejar atrás viejos hábitos de la política desde arriba incluye abandonar la idea de “intelectuales de vanguardia”. La revolución no es individual y el sujeto revolucionario no son los individuos heroicos. La revolución es colectiva y el sujeto comunitario, por lo menos desde la perspectiva de la convivencialidad y la resistencia política desde abajo. Con todo, recuperar este collage de voces no era un afán de mi parte por proponer nuevos intelectuales para seguir, sino presentar una polifonía diversa y por lo tanto también colectiva para que inspirase a nuestras colectividades. El Finalizo este ensayo con algunos balances generales sobre límites y problemáticas que quedan abiertas después del recorrido aquí propuesto. La primera de ellas compete al propio libro, el cual deja abierta la pregunta de si es posible o no hablar de algo así como una “Escuela de Cuernavaca”. Aclaré mi posición personal al respecto, la cual es la de no sentirme totalmente cómodo con dicha propuesta debido a la diversidad incluida, pero al mismo tiempo reconozco el aire de familiaridad entre sus supuestos “miembros”. Debido a esta distancia escéptica y prudente que tomo, es que en realidad nunca quise abordar con profundidad el problema. Prefiero dejarlo a criterio de cada lector. Por lo mismo, no toqué a la llamada “Escuela de Cuernavaca” como tal, según la han propuesto autores como Beck, sino un collage de nombres que me han significado personalmente. La intención del libro, como aclaré desde el inicio, es la de ofrecer una serie de ventanas a la vida y pensamiento de estos autores con el fin de que se tenga una humilde pero lo más leal posible aproximación a los mismos. Queda pendiente profundizar en los grandes huecos que mi exposición tiene, así como de lo que seguro se me ha olvidado o desconozco. Límite no significa necesariamente carencia. Es también concretización, territorialidad y escala. Esto posibilita la construcción de futuros puentes entre pensadores y pensamientos. Creo que tal es el caso con uno de los temas ya muy comentados en el libro: los feminismos. Como quedó expuesto, existen ya diálogos interesantes entre los feminismos y los planteamientos aquí estudiados. Mi opinión es que puede haber mucho más y que espero así sea. Por otro lado, diferente es el caso de las posibles relaciones con narrativas como la teoría queer o la diversidad sexual. Pienso que este es un ámbito todavía por explorar, puesto que para nada existe, desde mi lectura, una imposibilidad intrínseca en ninguno de los nombres presentes en este collage como para que dicha aproximación no se lleve a cabo. Mi sensación es que la posibilidad de diálogo existe y, en la medida en que se realice, será de gran alcance para todas las partes. Para algunas personas la presencia de Illich podría parecer excesiva. He escuchado incluso críticas que piensan que se lee a Illich al modo en 148 149 EL HORIZONTE DEL NOSOTROS CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO que los marxismos más dogmáticos leyeron a Marx en su momento. Me parece que es importante matizar este punto. La inspiración en la obra de Illich es ciertamente evidente, pero también lo es la relación concreta que la mayoría de estos personajes entabló con el fundador del CIDOC. En ese sentido, el pensar desde la amistad se encarna en las reflexiones de las autoras y autores aquí trabajados. No piensan desde un abstracto, sino desde relaciones reales, siendo aquella con Illich una muy importante. Recuperar a Illich va, a mi modo de ver, más allá de recuperar ideas o planteamientos concretos. Es recuperar un modo específico de pensar encarnada y colectivamente, al margen de la academia y de las instituciones del saber. Si bien a las nuevas generaciones inspiradas en estos nombres no nos tocó conocer a Illich en vida, queda la sensación de haber recibido una invitación a pensar y habitar el mundo de forma distinta. Caer en una adoración a Illich sería un error, pero también lo sería olvidar ese “nosotrxs” concreto desde el cual partimos quienes reflexionamos estos temas. ¿Pueden estas ideas ayudarnos a transitar con vivacidad y coraje los terroríficos pantanos de la podrida contemporaneidad? Considero que sí, pero solo en la medida en que recuperemos la condición nosótrica de lo que somos, la cual también pasa por el diálogo con otros pensamientos. No basta repetir dogmáticamente estas ideas, se trata de tomar impulso desde ellas para ir más allá de ellas y pensar a fondo nuestra propia situación concreta. Como toda corriente crítica, de pronto faltan los puentes y encuentros con colectivos que leen la realidad desde otros cuerpos, geografías y categorías. En ocasiones me ha parecido que para entender realmente a qué se refiere Illich y compañía es necesario captar un lenguaje propio que, para quien viene de fuera, en ocasiones se presenta como indescifrable o, en otros casos, de fácil malinterpretación. Es por esto por lo que, sin pretender el afán de comprender realmente a estos autores y autoras, pues creo que todavía mucho es lo que me falta por profundizar, creo necesarias obras como el presente libro que busquen traducir o divulgar ideas que, de otro modo, sino se está en el “ambiente”, no llegarían a posarse en nuestra mesa de lectura. Que estas páginas sirvan para conocer alternativas, tanto para México como para América Latina. Ojalá una ola de inspiración contagie y conmueva muchos corazones en un diverso palpitar de convivencialidad y resistencia política desde abajo. Bibliografía Ameglio Patella, Pietro. (2002). Gandhi y la desobediencia civil. México hoy. México: Plaza y Valdés. Añorve, César, Javier Sicilia, Gustavo Esteva, et al. 2007. La mirada invertida. Jean Robert 70. Patricia Gutiérrez Otero y Javier Sicilia, eds. Chamilpa: Edición privada coordinada por Sylvia Marcos. Barkin, David y Gustavo Esteva. (1979). Inflación y democracia. El caso de México. 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ENTRE LA POESÍA Y LA LUCHA NOVIOLENTA 109 157 CONVIVENCIALIDAD Y RESISTENCIA POLÍTICA DESDE ABAJO CAPÍTULO VIII ROBERTO OCHOA Y EL PROBLEMA DEL TAMAÑO EN LOS CUERPOS POLÍTICOS 123 CONSIDERACIONES FINALES 135 BIBLIOGRAFÍA 151 158 Convivencialidad y resistencia política desde abajo. La herencia de Iván Illich en México se terminó de imprimir en noviembre de 2021 en Trauco Editorial Camino Real a Colima 285 Int. 56. Colonia Antares I. Tlaquepaque, Jalisco C.P. 45647 Teléfono: 33-32-71-3333 Consejo editorial: Mtra. Yamile F. Arrieta Rodríguez Cuidado del texto: Luis Carlos Hernández Cuevas Diseño cubierta: Mateo García Contreras Diagramación: Ana Carolina Cabrera Almeida Imagen de cubierta: Convivencialidad 2. Derivado de imágenes de Aline Monique, Pamel Czerwinski, Erik Aquino, Adrift Animal, Goran tek-en.