Subido por Lara Figueredo Vogel

Trabajo final de la Diplomatura de emociones

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Diplomatura Superior en Gestión de las Emociones
“Auto cuidado en la Salud Emocional del profesional”
Coordinado por:

Instituto de Neurociencias Misiones (INEMI)

Instituto Superior “Antonio Ruiz de Montoya (ISARM)
Auspiciado por:

Colegio de Psicólogos de Misiones

Colegio de Psicopedagogos de Misiones

Resolución Ministerial 331/17
Docentes a cargo:

Magister y Licenciado Carlos José Vigo (Coordinador General)

Doctor C. Fernando Vigo

Licenciada Gisela Encina

Licenciado Walter Cháves Ferreira
Integrantes:

Verónica Britez

Amorina Yromey
Posadas, Misiones 30 de Noviembre de 2.019
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INDICE
INTRODUCCIÓN………………………………………………...
LA PROFESIÓN DOCENTE………………………………........
EL MALESTAR DOCENTE……………………………….........
EL ESTRÉS.………………………………………………………
FATIGA RESIDUAL……………………………………………..
LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE SALUD DOCENTE……….
CONCLUSIÓN……………………………………………………
BIBLIOGRAFÍA.…………………………………………………
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El presente informe cuyo eje central es el Auto cuidado en la Salud Emocional del
profesional constituye una instancia obligatoria e imprescindible para la futura
aprobación de la Diplomatura Superior en Gestión de las Emociones.
Introducción
Hay una cara que presenta una fisonomía especial que van adquiriendo aquellos que se
desempeñan desde hace tiempo en la docencia argentina. No se logra de un día para
otro. Es lenta su formación y casi definitivo su establecimiento. Se reconoce por una
especie de espasmo facial que va desde una expresión de asombro a otra de asco, según
circunstancias externas. La mirada ayuda a conformar la expresión de esa cara. Ya que
se deviene levemente impávida con destellos de ira contenida. Así también el rictus de
la boca, con las comisuras hacia abajo, en forma de herradura, característica que se
torna casi permanente a partir de octubre, acentuándose en noviembre y desapareciendo
temporariamente a partir del 20 de diciembre aproximadamente para reaparecer a fines
de febrero.
Es importante aclarar que no todos los docentes tienen esta cara, así como no todos los
poseedores de este tipo de cara son docentes.
¿Qué hace que un docente adquiera esta cara? ¿Es contagiosa esta cara? ¿Hay solución
para este problema? ¿Se le ocurre alguna forma de eliminarla?
Imagina que tienes una balanza, en uno de sus platos colocas todo aquello que te causa
malestar, y en el otro todo cuanto te produce bienestar ¿Hacia dónde se inclina la
balanza?
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El presente trabajo responderá a las preguntas mencionadas anteriormente centrándose
en la salud cerebral del docente, no mental, porque la mente no es quien se enferma, se
enferman las estructuras orgánicas de las que emergen naturalmente las funciones.
“Si yo no me ocupo de mí, ¿quién lo hará?
Y si me ocupo sólo de mí, ¿qué soy?
Y si no es ahora, ¿cuándo?”
Hilel El Sabio (Talmud)
La profesión docente
La profesión docente es siempre una actividad ambivalente. Nos presenta como en el
mito de Jano –el de las dos caras- una puerta abierta por la que podemos entrar o salir.
Por una parte, la enseñanza puede vivirse con optimismo, y convertirse en una forma de
autorrealización profesional, ya que en ella podemos darle sentido a toda una vida. Por
otra parte, no es posible esconder la otra cara de la profesión docente: una profesión
exigente, a veces físicamente agotadora, sujeta siempre al juicio de un público que con
sus preguntas nos pone a prueba, no solo en nuestros conocimientos, sino también en
nuestra propia coherencia personal.
Una tercera parte de nuestra vida se desarrolla en el trabajo, y la salud estará
condicionada en gran medida por el ambiente y las condiciones de trabajo a las que nos
exponemos.
Vivimos en una época en la cual se ha perdido buena parte de la energía humanizadora
y auténticamente progresista que se le otorgaba a la educación. En los últimos
veinticinco años se intentó influir en el mundo educativo con una serie de acciones y
medidas enfocadas desde tres planos distintos: didáctico, ideológico y político. Cada
uno de estos planos se ha propuesto distintas líneas de acción, siendo procesos
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imprescindibles de la educación. Pero ninguno de ellos ha tomado en cuenta la persona
del educador y en particular a su mundo interior. La educación es una actividad basada
en el contacto con un fin pedagógico entre personas. Por lo tanto es difícil de acotarla a
simples cuestiones técnicas o políticas. La energía que anima a los docentes es su propia
espiritualidad, su mundo interior, el núcleo vital de su persona.
Nos hemos alejado de las personas concretas, de lo que pasa en el interior de cada
educador.
Es frecuente caer en el error de intentar separar el trabajo y la vida.
El trabajo es muy importante para el hombre. Es una actividad que marca la forma de
ser, de comportarse y de vivir. Al trabajo le dedicamos muchas horas de nuestras vidas,
cuando lo tenemos y muchas horas de preocupación, cuando estamos desempleados. La
importancia del trabajo atañe a nuestro desarrollo personal, impacta en nuestra manera
de actuar y en la forma que estructuramos nuestra existencia.
La docencia es una tarea apasionante, pero a la vez puede transformarse en una rutina
poco tolerable. El ciclo lectivo puede aparecer como una cinta transportadora que, una
vez que se pone en marcha, sigue su curso prefijado, recorriendo etapas previamente
establecidas hasta llegar a la finalización del año y el mismo formato se repite una y otra
vez, año tras año. Un modelo de trabajo “fordista”, repitiendo mecánicamente una tarea
sin involucrarse en el objetivo, procurando fabricar un producto estándar. Un trabajo
organizado de este modo provoca desilusión, conformismo y mediocridad.
El trabajo es un articulador de la vida con el que producimos, generamos y nos
proveemos de lo necesario para la vida, define nuestras horas de actividad y de
descanso, nuestros lazos sociales y familiares, nuestro entorno social. Así como es el
marco de procesos de crecimiento, reconocimiento propio y de los otros, y generación
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de vínculos de solidaridad, puede también ser fuente de sufrimiento y desajustes si las
condiciones en que se desarrolla no son adecuadas.
El malestar docente no es una novedad. Existe y aumenta.
El malestar docente
“La expresión ‘malestar docente’ es intencionalmente ambigua. La palabra ‘malestar’ se
refiere según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua a una ‘desazón o
incomodidad indefinible’. El dolor es algo determinado y que podemos localizar. La
enfermedad tiene síntomas manifiestos. Cuando usamos la palabra ‘malestar’ sabemos
que algo no anda bien, pero no somos capaces de definir qué es lo que no marcha y por
qué”. Así, el término malestar docente se utiliza para: “Describir los efectos
permanentes de carácter negativo que afectan a la personalidad del profesor como
resultado de las condiciones psicológicas y sociales en que se ejerce la docencia”.
“Cuando ese malestar no se puede resolver, se produce la formación de síntomas.
Ansiedad, irritabilidad, insomnio, contracturas, serán todos emergentes de una
insatisfacción que, en la medida que se torne peligrosa por el crecimiento de la tensión
en el contexto de una situación que la vuelve impotente, devendrá en angustia”.
El malestar docente es una realidad a la que miles de profesores, tenemos que
enfrentarnos diariamente, y que en ocasiones, acarrea consecuencias como es trabajar
desmotivado o estresado. Sin embargo esto no es un problema personal como podría
parecer, sino que nos estamos enfrentando a un grave problema social.
Los cambios que se están produciendo en la sociedad actual están dando lugar a que
surjan problemas que afectan a la labor docente, llegando a incidir en su salud: la
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indisciplina del alumnado, la delegación de responsabilidades educativas propias de la
familia al docente, el cambio de los valores y las relaciones sociales, la escasa
valoración del profesorado, la diversidad de alumnado, el trasvase de responsabilidades
al docente por falta de personal especializado etc…Todos estos factores tienen una
incidencia nada despreciable, en la salud ya sea física o mental del docente.
Estos desencadenantes se han convertido en importantes fuentes de estrés para el
profesorado que afectan a su rendimiento laboral, provocan problemas psicológicos
individuales de origen social, que genera un conjunto de síntomas de entre los cuales
destacamos los siguientes:
-Falta de ilusión y expectativas.
-Apatía, perdida de interés y desmotivación.
-Ansiedad y depresión, como uno de sus efectos más graves.
-Agotamiento físico y mental.
-Dificultades para la concentración.
-Sensación continúa de frustración.
-“Sufrimiento”.
-Sentimiento de soledad y tendencia a auto culparse de todo.
Las derivadas del sistema nervioso central se traducen en dispersión de la atención; en
dificultades para la construcción de nuevas memorias; dudas e inseguridad vocacional y
frustración profesional; mareos; angustia; llanto fácil; tristeza súbita; intolerancia;
irritabilidad; agresividad; indiferencia; abandono del aspecto personal; reducción de las
potencialidades creativas; agravamiento de los síndromes premenstruales; alteración de
la libido y del sueño.
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En cuanto al sistema inmunitario, se reducen las defensas. Se registran, además,
cefaleas, lumbalgias, contracturas musculares, amenorreas, pérdida espontánea de
embarazos y partos prematuros, disfonías, nódulos en cuerdas vocales, alergias,
gastritis, hipertensión, várices, caída de cabello y envejecimiento prematuro.
Estas patologías nunca se presentan aisladas, sino combinadas e interdependientes.
Tienden a hacerse crónicas porque no se eliminan o se minimizan las causas.
El estrés
“Estoy a punto de estallar”
Avisos de alerta de un proceso de estrés:

Se ha deteriorado su relación con el alumnado o con los compañeros y estalla
con ira o bruscamente ante cualquier circunstancia.

Aparece tenso y con un mal humor que no parece justificado por motivos
concretos previos. Así, su estado de ánimo se caracteriza por una irritabilidad
palpable y por una volubilidad injustificada.

Manifiesta un cansancio desacostumbrado que no parece motivado por una
inusual carga de trabajo.

Suele aislarse más de lo habitual y le cuesta entablar una conversación. Cuando
lo hace inequívocamente hace que derive hacia las dificultades del trabajo y de
la incomodidad que siente.

Parece frenado en su capacidad de intervención en los debates y de presentación
en innovaciones metodológicas.
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
Se muestra reacio a “intentar cosas nuevas” y cuando se lo propone que lo haga
contesta con un “total ¿para qué?”.

Su rendimiento en la labor docente baja en intensidad, calidad y cantidad.

Acomete sus tareas con evidente desgano.

Su actitud es taciturna o excesivamente solemne. Parece incapaz de actuar
espontáneamente.

Con frecuencia hace comentarios de desánimo y frustración.
¿Qué es el estrés?
El estrés se produce como consecuencia del desequilibrio entre las demandas del
ambiente y los recursos disponibles del sujeto.
Ante una situación de estrés, la reacción del cuerpo se inicia en el hipotálamo. Se
produce una compleja reacción de impulsos nerviosos y químicos que activa la rama
simpática del sistema nervioso autónomo y da como resultado un cierto número de
cambios en el organismo.
Una vez que la persona ha identificado la señal de peligro son tres los sistemas o ejes
que se ponen en marcha como reacción de estrés: el sistema nervioso, el neuroendocrino
y el endocrino. El sistema nervioso autónomo es el primero en activarse, en cuestión de
segundos, una vez identificada la amenaza. Lo hace principalmente mediante la rama
somática, responsable de la tensión muscular que pondrá en movimiento nuestro cuerpo;
y la rama simpática que a través de una sustancia llamada noradrenalina, encargada de
transmitir los impulsos eléctricos de una neurona a otra estimulará los órganos internos
provocando el aumento del ritmo cardíaco, la dilatación de las pupilas, la agitación de la
respiración y la elevación de la sudoración, entre otros cambios físicos.
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El sistema neuroendócrino tarda más en dispararse y por tanto necesita que las
condiciones de amenaza se presenten en forma prolongada, durante un período de
tiempo más largo. Las glándulas suprarrenales son estimuladas durante la respuesta de
estrés
y liberan
unas
sustancias
denominadas
catecolaminas
(adrenalina
y
noradrenalina) que ayudan a aumentar y mantener efectos similares al neuronal. Esta
reacción es la base fisiológica de la llamada respuesta lucha – huida, puesto que nos
prepara para hacer frente a las circunstancias, ya sea luchando contra ellas o bien
retirándonos y escapando de la situación.
Un cuerpo sometido al estrés produce cantidades excesivas de sustancias químicas que
desencadenan nuevos procesos para conservar la energía necesaria. Pero si la presión
continua, a la larga el cuerpo pierde la resistencia y el resultado puede ser el
agotamiento y una serie de trastornos.
Cuando el estrés nos agobia de forma que nos lleva a enfadarnos o hacer cosas que
podríamos lamentar después, es una señal de que nuestra amígdala (el gatillo del
cerebro para la reacción de lucha o huida) ha secuestrado sus centros ejecutivos en la
corteza prefrontal. Nuestra amígdala funciona como un asistente ejecutivo o un circuito
de marcado rápido que mantiene un registro actualizado de cualquier cosa que nos
aparezca una amenaza. Esta parte primitiva del cerebro nos hace reaccionar de la misma
manera cada vez que surge la situación, lo cual significa que a veces podemos
comportarnos de manera que son poco profesionales.
El estrés no siempre es un fenómeno negativo, ya que el trabajar bajo cierta presión,
puede resultar incluso necesario para el buen desempeño de las tareas. Sin embargo,
cuando el estrés es intenso, continuo o reiterado, y la persona que lo experimenta no
puede tolerarlo o carece de apoyo para ello, surte efectos nocivos que, en ocasiones,
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pueden provocar enfermedades físicas y trastornos psicológicos, afecta al bienestar
emocional como al desempeño profesional, y de manera negativa al funcionamiento de
nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso, ya que empeora la memoria, acaba con la
creatividad y bloquea la habilidad para resolver problemas.
El estrés en cierto modo es contagioso, aunque no tiene que ser así. En situaciones
tensas y cargadas, aunque estemos inicialmente relajados y serenos, nos vemos
arrastrados hacia ese clima. Pero en última instancia es la persona quien elige si va a
dejarse atrapar o no por el estrés de otra persona.
¿A qué denominamos estrés docente?
El estrés laboral puede definirse como una reacción fisiológica y emocional de carácter
perjudicial que se produce cuando los requisitos del empleo, el entorno laboral o la
organización del trabajo no corresponden a las aptitudes del trabajador, a sus recursos o
a sus necesidades. Las principales fuentes de estrés en el lugar de trabajo son las
exigencias inherentes al puesto ocupado, la falta de control sobre la situación de uno
mismo, los cambios, los conflictos entre funciones, las relaciones interpersonales, la
falta de respaldo en el trabajo y la dificultad de lograr un equilibrio entre la vida laboral
y fuera del trabajo.
El estrés se divide en:

Estresores del Ambiente Físico dentro de los cuales se consideran el ruido, la
iluminación, temperatura, contaminación.

Estresores de la Tarea que considera la carga mental del trabajo y el control
que se tiene de la tarea.
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
Estresores de la Organización que incluye conflicto y ambigüedad del rol,
relaciones interpersonales, tiempo de descanso, jornada de trabajo excesiva,
desarrollo profesional.
Tipos de estrés
Se distinguen diferentes tipos de estrés. La clasificación más aceptada es la siguiente:
a) Estrés Agudo: es el estrés más común, es aquel que se desencadena por presiones y
demandas persistentes en el tiempo, que se vuelve una situación agotadora. Sus
síntomas son reconocidos por la mayoría de los individuos, como angustia emocional,
ansiedad, problemas musculares, dolor de cabeza, tensiones musculares que producen
problemas de tendones y ligamentos, entre otros. Pero es un estrés tratable y manejable.
b) Episodios de Estrés Agudo: Se produce cuando una persona sufre con frecuencia
estos episodios. Se caracterizan por ser personas que viven en caos y crisis, en su labor
cotidiana. Se las ve excitadas, irascibles, ansiosas; tienden a ser bruscas, siempre muy
apuradas. Su lugar de trabajo es un lugar estresante para ellos. En la mayoría de los
casos estos individuos son pesimistas y acostumbran a ver catástrofes por todos lados.
Se muestran muy resistentes al cambio. Entre sus síntomas están: dolores persistentes,
tensión, migraña, hipertensión.
c) Estrés Crónico: se produce cuando una persona nunca ve una salida a la situación
estresante y desagradable que vive, porque hay demandas y presiones por periodos largo
de tiempo. El individuo después de vivir esta situación por tiempo prolongado, suele
renunciar a la búsqueda de solución. La persona se acostumbra a vivir este estrés y llega
a olvidarse de él. En el transcurso, ella se va desgastando, dado que los recursos físicos
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y naturales se agotan por esta presión durante tanto tiempo. Este tipo de estrés es difícil
de tratar y requiere atención profesionalizada y licencia médica.
Una gestión adecuada de nuestras reacciones emocionales disminuye los niveles
globales de estrés laboral del profesorado incluso cuando se controlan estresores
típicamente organizacionales y del entorno de trabajo.
Tomar medidas contra el estrés
El estrés es un fenómeno de gran complejidad, en el que intervienen abundantes
factores, es por ello que de nada servirá diseñar un tratamiento estático aplicable a todos
los casos. No existen recetas universales en relación al estrés, de ahí la urgencia de
efectuar una evaluación detallada que nos descubra las particularidades específicas de
cada caso.
Para intentar afrontar con éxito el estrés es condición indispensable poseer una gama
variada de estrategias, así como saber aplicar la más oportuna en cada ocasión.
Interpretarlo adecuadamente es afrontar el estrés competentemente.
Los docentes altamente eficaces saben que la enseñanza es una profesión exigente que
posee el potencial de generar estrés. Reconocen la necesidad de mantener la energía
física y mental para dar abasto con las exigencias.
Tomar conciencia sobre el efecto del estrés negativo implica:

Conciencia física: escuchar lo que tu cuerpo te dice y responder. Reconocer si
el cuerpo necesita descanso y relajación o ejercicio y estimulación física.

Conciencia mental: cuestionar los pensamientos negativos y reelaborarlos en
representaciones mentales más ingeniosas.
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
Conciencia emocional: reconocer cuando las emociones invalidan las
respuestas racionales. No permitir que las emociones y las preocupaciones
crezcan, enfrentarlas para seguir viviendo como un profesional empoderado.
Al eliminar los efectos nocivos del estrés. La experiencia de la vida resulta
engrandecida, se recupera el tiempo y aumenta la energía para dedicarse hacer otras
cosas placenteras y productivas.
Fatiga residual
La actividad docente genera alteraciones orgánicas que no aparecen inmediatamente y,
en consecuencia, el maestro no evalúa correctamente la continuidad de su cansancio
diario. Esto, que es denominado fatiga residual, tiene como primer síntoma la falta de
descanso en el sueño ligado a la dificultad que encuentra el maestro en hacer tareas
recreativas. El trabajador docente va envolviéndose, entonces, en una rutina que afecta
su vida familiar, sexual y social.
Cuando la fatiga acumulada o residual sobrepasa el límite de tolerancia física, el riesgo
de accidente es muy alto. Se producen lagunas mentales, golpes, caídas, fracturas,
lesiones cerebrales o cardíacas. Pero, así y todo, lo más común es que el docente no
adjudique su enfermedad al trabajo que desempeña. Otro problema que aparece como
síntoma de fatiga residual es la inercia: el individuo deja de atender sus problemas de
salud y, si no logra dormir, apela a somníferos o recurre a soluciones rápidas a corto
plazo como fumar, beber alcohol o comer en exceso.
El presentismo impone un elevado nivel de exigencia por parte de los maestros y
profesores, ya que muchos de ellos concurren a trabajar enfermos.
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Lo que más preocupa es el aumento desmesurado del consumo de psicofármacos y
automedicaciones en docentes. “Estas medicaciones no ejercen su acción sobre la mente
o psiquis, sino en estructuras neuronales del cerebro”. Lo que el consumidor siente
como cambio le está indicando claramente que la modificación que produce el fármaco
ya se ha producido.
La carga que suponen las enfermedades cerebrales resulta de gran relevancia para el
mundo del trabajo. Si la salud en el trabajo está amenazada, no existen las bases para
lograr el empleo productivo y de calidad.
Las políticas públicas de salud docente
Constituye un principio universal el que todas las personas tienen derecho a las mejores
condiciones de salud posibles. Sin salud en el trabajo una persona no puede contribuir a
la sociedad y alcanzar el bienestar.
Cada vez hay una mayor conciencia de la importancia de estas cuestiones. En la
mayoría de los países, los responsables de la formulación de políticas y los copartícipes
han emprendido acciones concretas para hacer frente a los riesgos psicosociales que son
la causa del estrés relacionado con el trabajo. Las campañas de sensibilización han
proliferado y numerosas redes de investigación y asociaciones profesionales han sido
involucradas.
En la Argentina el tema de salud docente y condiciones de trabajo es una cuestión de
relevancia que ha sido investigado ampliamente a partir de la década del noventa, con
participación de los principales actores educativos en el país. Los resultados de las
mismas han quedado restringidos en la mayoría de los casos al ámbito académico sin
pasar del nivel declarativo o de denuncia.
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En la Encuesta Nacional de Salud Laboral y Condiciones de Trabajo (Mayo 2.019)
realizada por CTERA (Confederación de Trabajadores de la Educación de la República
Argentina).
Es interesante observar que los docentes encuestados han relacionado en forma
categórica (por encima del 80%) ciertos problemas de salud con sus condiciones de
trabajo: el stress y las disfonías.
La patología que siempre se ha relacionado con la actividad docente es la disfonía, y los
datos que arroja esta Encuesta reafirman esta vinculación. Sin embargo, llama la
atención que el stress haya resultado la primera dolencia percibida y, adicionalmente,
que la hayan relacionado fuertemente con las condiciones y medioambiente de trabajo
(en un 87% de los docentes que al responder por sus problemas de salud en los últimos
doce meses refirieron stress). En otras palabras, la carga mental y psíquica derivada de
las actuales condiciones y organización del trabajo redunda para muchos docentes en
una dolencia percibida como stress.
Este fenómeno a pesar de haberlo relacionado en un 88% con las condiciones de
trabajo, sólo el 33% de quienes refirieron haberlo padecido han tomado licencia por ese
motivo. Esto significa que el stress constituye un problema de salud importante para los
docentes pero que continúan trabajando en esas condiciones.
Esta situación de stress que puede vincularse con la doble presencia, la falta de espacios
institucionales y las horas que deben dedicarse al trabajo fuera de la escuela, combinada
en la mayoría de los casos con el múltiple cargo, no está contemplada y es esperable que
conduzca a una fatiga crónica, precursora de patologías de toda índole. Es necesario
tener en cuenta también que el bajo porcentaje de licencias por stress o motivos
similares se relaciona con su carácter estigmatizante. Se ha constatado que en muchas
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ocasiones el sólo hecho de haber tenido en el pasado licencias de este tipo lleva a que
ese docente no sea considerado apto para titularizar o concursar cargos de mayor
jerarquía. Por otro lado, cabe resaltar que dadas las características y funcionamiento del
sistema de riesgos del trabajo una gran proporción de docentes no denuncian problemas
de salud relacionados con las condiciones de trabajo, o bien reciben rechazo de la
denuncia, y recurren en consecuencia a pedir licencias cortas por enfermedad ordinaria,
aumentando el peso porcentual de este tipo de licencias.
Los datos ofrecidos por la encuesta tienen la intencionalidad de construir
colectivamente propuestas de intervención y prevención para la salud y el trabajo en la
escuela.
En entrevista con la secretaria general del Semab (Sindicato de educadores misioneros
Alfredo Bravo) Mariana Lescaffette expresa que “estas encuestas se elevan al
Ministerio pero no generan políticas de estado en la educación. Todo se trata de
políticas coyunturales, asume uno y empieza de nuevo, hace otra cosa, no tiene en
cuenta lo que se hizo anteriormente, si estuvo bien o si estuvo mal, no hay un análisis,
solo se vuelve a empezar todo el tiempo. Y eso es lo que genera, que no se ven,
resultados a largo plazo”.
Repensar la escuela requiere ir más allá de meras reformas de maquillaje circunstancial
e implica lograr políticas públicas que garanticen una organización escolar y del trabajo
que promueva el derecho social a la salud y a la educación en ambientes sanos y seguros
para todos.
Conclusión
La docencia debe ser asumida como una profesión de riesgo, donde se identifiquen las
patologías más severas y la incidencia que éstas tienen sobre la escuela y los alumnos, y
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donde se señalen los caminos posibles para que los maestros recuperen lo que nunca
debieron haber perdido: el ejercicio de sus tareas en un ambiente adecuado y su buena
salud.
Prevenir es la mejor política.
La protección de la salud cerebral en el trabajo tiene un mayor impacto si se basa en las
medidas de prevención.
Los que no están enfermos deben ser protegidos a partir de pautas concretas para que no
se enfermen; y aquellos que ya lo están deben ser asistidos precozmente, evitando que
profundicen su patología y su evolución inevitable hacia la cronicidad, agravada por la
situación actual.
Es esencial abordar las causas y las consecuencias del estrés relacionado con el trabajo a
través de una combinación de medidas colectivas e individuales.
Proponemos una ley que haga eje en la prevención y la promoción de la salud a partir de
la participación de los propios docentes que son los que mejor conocen sus condiciones
y medio ambiente de trabajo.
Identificar el problema permite superarlo; y hay que hacerlo junto con otros, nunca en
solitario. Las formas para tomar a cargo ese malestar docente estructural pasan por dar
sentido al quehacer colectivo entre los profesionales de la educación, ubicando,
construyendo e inventando lugares de trabajo compartido para tratar esas cuestiones.
Para mejorar este problema resulta evidente la necesidad de que las políticas educativas
cambien su manera de pensar y no considere la educación como un gasto, sino como
una inversión de futuro, que es lo que hacen otros países.
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Se podría aumentar el reconocimiento social de los docentes y tomar conciencia de la
importancia de su labor con innovaciones hacia la docencia como campañas
publicitarias que fomenten la valoración y el respeto de los profesionales de la
enseñanza.
Pero mientras no existan ni se desarrollen planes de Bienestar Docente será el propio
profesional o educador el que habrá de buscarse los medios para alcanzarlo dentro de las
condiciones que existen. Destacando la importancia de llevar a cabo acciones tales
como: solicitar ayuda profesional cuando se requiera, expresar las quejas de forma
objetiva y dirigirlas a los responsables educativos.
La tarea personal también debe ser preventiva, para no llegar a patologías severas que
afecten la calidad de vida. Evitemos actuar como el perro de zen:
“Un perro aullaba y lloraba sin parar al lado del
maestro.
El discípulo se acerca y le pregunta al maestro por qué
el animal llora con tanto dolor. El maestro le contesta
que su perro está sentado sobre un cactus ¿Y por qué
no se va?, ¿por qué no se mueve de allí? Le dice el
discípulo. Con solemnidad, el maestro zen le enseña:
Porque aún no le duele lo suficiente”.
Esto explica lo tantas veces inexplicable de la docencia. ¡Imaginemos cuando a todos
les duela lo suficiente! ¡Lo que podrían llegar a hacer juntos!
Bibliografía
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TEMAS DE EDUCACIÓN. Revista digital para profesionales de la enseñanza.
N° 21. Septiembre de 2012.

LA NACIÓN REVISTA. El malestar docente.21 de julio de 2002.
20

EDUforics. ¿Tengo estrés docente?, estrategias para comenzar a superarlo. 20
mayo 2017.

EL ESPÍRITU DEL EDUCADOR. Gustavo J. Magdalena. Ediciones SM. 2.008.
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9 HÁBITOS PARA DOCENTES EFICACES- Jacquie Turnbull. Editorial
Bonum.2.011.
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PSICOLOGÍA PARA TODOS. Tomo 3 “Relaciones de grupo, estrés y dolor”.
Editorial Océano. 2.011.

MANUAL DE RECURSOS DEL MAESTRO. Editorial Océano. 2008.

EL SÍNDROME DE BURNOUT Y LOS TRABAJADORES SOCIALES MUNICIPALES. UN
ACERCAMIENTO. Sonia Zapata Donoso. Ediciones Campvs. Chile 2012.

LA ESCUELA ME TIENE PODRIDO. Norberto Siciliani. Editorial SB. 2008.
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