NO TE PREOCUPES, OCÚPATE Marco Fidel Echeverri Carmona “Para aprender a vivir hay que aprender a desprenderse. Saberlo y ser capaces de hacerlo nos acerca a la felicidad y al éxito” —Laura Day NO TE PREOCUPES, OCÚPATE Marco Fidel Echeverri Carmona Título del libro: NO TE PREOCUPES, OCÚPATE Escritor: MARCO FIDEL ECHEVERRI CARMONA Editor: Édver Augusto Delgado verano Diagramación: ISBN: 978-958-48-7578-5 EDITORIAL Libros para Pensar Cel: +57 315 837 05 84 [email protected] - www.librosparapensar.com Bogotá - Colombia 2019 No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia u otro método, sin el permiso previo y por escrito del autor. Agradecimientos A Dios, quien me inspira a plasmar ideas que ayudan a encontrar el sendero para vivir plena y liviana la vida. A mi familia, que con su apoyo hizo posible esta realización. A mis amigos, quienes narrando sus experiencias, enriquecieron el contenido. A los escritores que han influido en mí, porque con sus enseñanzas han despertado cambios notables en mi existencia, sobre todo Eckhart Tolle, quien con su obra: “El poder del ahora”, influyó en mi manera de ver y afrontar la vida; a Anthony Robbins, hombre inspirador que mueve y plantea ideas, que son retos para cambiar nuestra manera de ser; a Sergio Fernández por sus conferencias claras, precisas y muy prácticas; a Luanamor, mujer que inspira a correr el riesgo de vivir. A la Editorial Libros para Pensar, en cabeza de su Director Édver Delgado, quien hizo posible la materialización de la obra. “Lo que más sorprende del hombre occidental, es que pierde la salud para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud. Por pensar ansiosamente en el futuro, no disfrutan del presente ni del futuro. Y viven como si no tuviesen que morir nunca… y mueren como si nunca hubieran vivido” —Dalai Lama Todos nacemos con una semilla (don) y esta viene con todo lo necesario para germinar. Encuentra esta semilla, conviértela en una flor y entrégala al mundo. PRESENTACIÓN Con este libro quiero compartirte ideas prácticas y reales para lograr una vida liviana en la que te preocupes menos y te ocupes más, porque vinimos al mundo a ser felices y a dejar huella, pero preocuparnos hace nuestra existencia pesada y pocas veces feliz. En este libro recibirás aportes para alcanzar un estilo de vida y encontrar tu foco, tu meta y el proyecto que mantendrá tu vida centrada y en plenitud. Parto de la base de que ya tienes lo suficiente para hacer que la semilla de la libertad y la paz germine y se desarrolle. Busco proponerte una guía, para explorar y reflexionar acerca de ti, ya que, si pretendemos cambiar algo, el mayor apalancamiento está dentro de nosotros, en las satisfacciones o insatisfacciones que experimentamos. Recuerda que la vida por naturaleza debe ser liviana, porque el fin de todos es alcanzar la libertad y la paz interior, es decir, la verdadera felicidad. Vivir liviano es lograr pasar por la vida más llenos de nosotros mismos, que de propiedades, relaciones, paradigmas, ideologías y cosas que distraigan nuestra tranquilidad. Con las ideas expuestas deseo que comprendas que la mente produce pensamientos de duda, temor e indecisión, que generan preocupación, pero que ante eso, es posible cambiarlos por pensamientos de decisión, amor propio, aceptación y valor, porque ellos despiertan una buena actitud que provoca ocupación, es decir, acción para la transformación continua. Deseo que el entorno, el mundo exterior, los condicionamientos y estereotipos no ejerzan presión sobre ti, sino al contrario, que tú tengas dominio sobre la realidad, que tú elijas y que no sean las influencias y preocupaciones externas las que te muevan, las que determinen tu comportamiento, tu forma de pensar, sentir y actuar. Si al leer, interiorizas y digieres las ideas que presento y las utilizas, seguramente con lo que ya sabes, encontrarás que tu vida cambia para tu bien y el de quienes te rodean. Estoy seguro que te convertirás en una persona capaz de tomar decisiones acertadas. Con estas reflexiones pretendo también que te ocupes en llevar las riendas de tu existencia, al fin de cuentas tú eres el único responsable de tus proyectos, sueños, metas y de la realización plena de tu vida. Estamos seguros de que, al leer cada capítulo, encontrarás bastantes interrogantes y te harás muchas preguntas que, sin duda, te ayudarán a enfocar tu propósito de vida. Ten presente que cuando oyes algo lo olvidas, cuando ves algo lo recuerdas, pero hasta que lo haces logras verdaderamente comprenderlo, por eso subraya, escribe y sobre todo actúa sobre alguna idea que te llame la atención y te mueva a la acción, no caigas en la trampa del ego, no te entretengas en procesos de pensamientos paralizantes, con aparente mensaje de protección. En cada página queremos mostrarte que sin juicios y sin resistencias, sólo aceptando y actuando, se vive mejor; te invitamos a aceptar cada momento como único y a mantener la liviandad en tu vida, disfrutando del proceso que desarrollas y proyectas. Para todo esto estamos convencidos del poder de la palabra hablada o escrita, para cambiar estados de ánimo; aliviar situaciones estresantes; vivir el estilo de vida que merecemos y para lograr la sanidad del corazón. El propósito al entregar este libro es que encuentres cada día motivos de elección, libertad y sobre todo de mucha paz y felicidad y desde este estado interior, proyectes tu vida. Ten presente que la palabra puede ser el aporte para tu felicidad. Al leer y reflexionar descubrirás que hay que ocuparse y no preocuparse, porque la preocupación paraliza, mientras que la ocupación mueve. La preocupación es el alimento del ego para crear dolor, confusión, drama, inseguridad e insatisfacción. La ocupación es el alimento del ser real, para elegir satisfacción, paz y reposo interior. Tú eliges, tú decides y a esto le apuntamos con este libro: “No te preocupes, ocúpate”. Recuerda que cuando sueñas y actúas, eres el creador más grande y mejor artífice de tu propósito de vida. Tú eliges, eres el único responsable de tu vida y tienes la obligación de vivir bien. Ocúpate en aquello que trae paz, serenidad y liviandad a tu vida. ¡No le des poder a nada ni a nadie sobre ti! No dar poder a nadie sobre ti, es no tratar de controlar lo que otros dicen o piensan, sino de tener dominio sobre tu manera de pensar, hablar y actuar. Los afanes nos niegan la oportunidad de conocer nuestra vocación y explorar nuestros dones, aptitudes, actitudes y talentos; el afán apaga nuestros sueños y por su acelere optamos por escoger lo primero que se nos presenta y esa improvisada decisión es la culpable de los resultados que obtenemos. INTRODUCCIÓN Nos había llamado la noche anterior con insistencia para una entrevista de negocios, es de resaltar que más que un colega de negocios, él es un amigo de la vida, con quien hemos recorrido y compartido muchas situaciones: así que es alguien a quien conocemos bien y para quien deseamos mucho bienestar. Pablo, nuestro amigo, llegó a la oficina muy temprano, nos saludamos cordialmente como siempre lo hacemos; es una persona leal de principios sólidos, y con quien hemos compartido momentos alegres y a veces, no tan alegres. Al encontrarnos lo notamos preocupado, decaído, cabizbajo y pensativo, actitud que contrastaba con la nuestra, que era positiva, alegre y de apertura total a la vida. Inmediatamente lo abordamos y por un momento pareció contagiado de nuestra actitud, pero al rato se encerró en un diálogo interminable de quejas. Nos contó que acababa de tener una fuerte discusión con su compañera de vida, su esposa. Nos narró los pormenores del hecho, contó historias que eran más quejas que realidades y prueba contundente de su falta de aceptar la realidad. Al escuchar sus reclamos con atención, empezamos a sentir un impulso intenso por ayudarlo a encontrar una solución, pero la forma en que nos contaba los problemas y preocupaciones que estaba viviendo, nos ensordecía y desconectaba del lugar donde estábamos. Pese a esto, seguimos prestándole atención hasta que entendimos la delicada situación que estaba viviendo. Lo escuchábamos atentamente y sentíamos que estaba dirigido por una historia confusa, dramática y triste que, sin duda, había sido elaborada por su ego y estaba muy fortalecida por emociones negativas y reclamos que siempre llevan a culpar a otros y a huir de la realidad. Cuando calmó un poco su relato, le pedimos que clarificara la situación real, como es, no como la percibía su mente y el conflicto que le generaban sus emociones. En realidad, se trataba de una discusión normal de pareja, por no llegar a un acuerdo y querer cada uno tener la razón. Situación que no debería crear semejante drama ya que esto fortalece una preocupación que —roba y destruye— la tranquilidad. En diálogo empezamos a dilucidar el tema, a ahondar sobre el asunto, que en realidad era un diez por ciento de afectación y el otro noventa por ciento (el más dañino) lo colocaba él, recreándose mental y verbalmente la historia, y controlándola. Sabíamos que mientras en su mente, nuestro amigo continuara contándose la historia marcada por las emociones que lo confundían y atascaban, no lograría salir del encierro de la preocupación, dificultando y entorpeciendo la búsqueda de solución. A todas las personas se nos presentan continuas y muchas situaciones como las que estaba viviendo Pablo, pero si las consideramos profundamente en su verdadera dimensión, entramos en modo ocupación, que es el estado que crea otro ambiente: información, acción, movimiento, mejora y transformación, llevan a buscar soluciones, a entender y conocer la posición y disposición de las otras personas implicadas. Como él, todos buscamos tener control sobre nuestros pensamientos y emociones, enfocándonos solamente en el hecho, no en las reacciones — casi siempre negativas e inciertas—. Sentir ira, culpar a los otros, buscar escapar de lo que se vive; no aceptar, no ser capaz de afrontar la realidad, esperar que algo suceda y arregle la situación, y aislarse, dar la espalda y aparentar indiferencia, impide profundamente tomar buenas decisiones, único camino que lleva a la acción, que es la que garantiza una buena solución. Una vez se calmó nuestro amigo, nos ocupamos en encontrar soluciones. Le preguntamos: ¿amas a tu esposa?, y rápidamente reconoció que sí. Entonces le explicamos como el amor es una decisión y esta implica actitud para desarrollarla. Ante el conflicto natural que se genera con la pareja, le propusimos una efectiva solución: asumir o dejar. Le dijimos que él, como todos nosotros ante las situaciones buenas y malas de la vida, debe cambiar, asumir o dejar pasar. Tanto el cambio, el asumir como el dejar, implican libertad, decisión y responsabilidad. Cambiar exige sacrificio; asumir exige aceptar y ser capaz de responder por lo que se acepta; y dejar requiere valor para saber perder y soltar. Una salida para Pablo era cambiar, acomodarse; otra era separarse de su esposa, ya que no era la primera vez que discutían, pero a él cuando le dijimos esta salida, afirmó que era ridícula, inútil y tonta, porque él no quería separarse. Entonces le quedaba la otra opción, la de asumir a su pareja con todas las consecuencias: aceptarla como es, ser más tolerante, no ignorarla, ser más detallista, más comunicador y, sobre todo, respetarla y apoyarla siempre. Lograr de la pareja hasta donde llegue su capacidad de tolerarla. Nuestro amigo aceptó asumir y le dijimos que eso requiere totalidad e implica ocuparse responsablemente de la situación para salir de la perjudicial preocupación. Con la decisión tomada logramos neutralizar la preocupación que no hace más que atascar y no resuelve nada, y lo pusimos en actitud real de acción, es decir, de “ocupación”. El proceso realizado: Clarificar y aceptar la situación real, como es, no como la manipula la mente. Ocuparse de la situación, afrontarla con todas las consecuencias. Aceptar esto te transforma. Revisar sus prioridades, sendero seguro hacia su liviandad y libertad. Gracias a la situación de Pablo, todos entendimos que frente a cualquier problema que se nos presente, sólo hay tres opciones: cambiamos, aceptamos o dejamos. Lo más importante es que tenemos la capacidad de elegir el estado que deseamos vivir; el orientar nuestra vida por el sendero real y por aquel camino que mayor alegría proporciona, porque sabemos que estamos actuando con libertad de acuerdo a nuestro criterio. De ahí parte la esencia de este escrito, queremos abrir ideas, que seguramente tú ya tienes, ayudarte a crear estrategias, a despertar realidades y conocimientos prácticos para establecer cambios y modificar comportamientos frente a las situaciones que se presentan y molestan. Estamos seguros que de este modo se logra establecer el estado natural de alegría, paz, reposo interior, liviandad y satisfacción que necesitamos. Vivir liviano significa, aceptar sin juicios ni resistencias. EL PODER DEL AHORA “La vida en tiempo se vive, tu eternidad es ahora, porque luego no habrá tiempo para nada” —Luis Cernuda Estoy sentado frente a mi computador queriendo escribir una historia que se convierta en herramienta para un buen vivir, pero la mente compulsa con permanentes pensamientos de toda índole. Ella quiere sacarme del presente y yo, necesito centrarme en lo que estoy haciendo que, entre otras cosas, es lo que más me gusta, entonces viene a mi mente “El poder del ahora”, obra que me ayuda a centrarme, sólo en este momento, a reducir la vida a este breve espacio y aceptarlo todo como es, ocuparme en el proceso y disfrutarlo. La importancia de aceptarlo todo como se presenta en el ahora no es pasividad, es ver objetivamente la realidad sin juicios, ni resistencias para actuar sobre ello con decisión, para responder sobre lo que hay por hacer, sin aceptar las ambigüedades que se puedan presentar de un pasado que no se puede cambiar o de un futuro siempre incierto, ya que esto nos estresa innecesariamente. Para disfrutar el aquí y el ahora, y actuar en esa realidad presente, la clave está en evitar el parloteo mental que nos aleja del regalo de vida que nos brinda el “hoy”, el “ahora” y que nos da el poder de construir la vida soñada, plena, liviana y llena de felicidad, desde lo que realmente somos y tenemos. No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí (Sabato, 2000, p.17). En este presente podemos visualizar el estilo de vida que anhelamos y merecemos, por lo tanto, tenemos que actuar como tal. El pasado hay que olvidarlo, ya no existe, el futuro está ausente, no sabemos cómo vendrá; entonces, ¿qué nos queda? Sólo este momento, la simpleza y el poder del ahora, el presente, que es un regalo que nos permite tener el control total de nuestra vida, para generar ideas claras y de calidad en nuestras construcciones diarias. El estado interior de paz y reposo, que nos regala el ahora, tiene que estar en permanente observación y presencia de parte de nosotros; debemos ser cuidadosos con el ego, que ve el presente como una amenaza: cuando estamos acá nos quiere trasladar a otro espacio, pasado o futuro, con la ilusoria idea de que más allá será mejor. El ego solamente busca resultados alejados de la realidad, a él sólo le interesa lo inmediato, lo rápido y el instante, utilizando el ahora como medio para lograrlo. En este sentido, los pensamientos, juicios y resistencias amenazan el presente, y para que el tiempo no opaque la realidad debemos aceptar totalmente las circunstancias como son, no como parecen, o como las quiere mostrar la mente, distorsionadas por el tiempo; las situaciones deben ser tratadas sobre la realidad, sobre este único momento, sobre este único presente que es el que permite la acción transformante, que sin duda moviliza el futuro. Tenemos que aprovechar este momento, concentrarnos en nuestra película del aquí y el ahora y colocar pausa a la cinta en aquella circunstancia que nos muestra qué es importante para nosotros, con el fin de actuar realmente sobre ese aspecto, reflexionar sobre lo que está pasando y que hasta ahora nos parecía normal, acomodados en una aparente seguridad, que proporciona la rutina, pero que es lo que frena nuestro progreso. Hay que reconocer que los pensamientos generados en el presente, en el ahora, no deben dejarse al azar, ya que atascan, confunden y preocupan, por lo tanto, debemos ocuparnos en planear muy bien. Ejemplo: Juan y Martha quieren viajar a España; ella está tranquila ya que tiene tiquetes, claridad en la fecha y hora de salida; tiene claro qué debe llevar, qué dinero necesita y cuánto tiempo va a estar allí; en cambio él vive pensando todos los días cómo lo hará, Juan no decide, sólo tiene una idea: que viajará con Martha, pero no realiza acciones concretas hacia ese fin, sólo están en su mente, donde se atascan y se crean dramas. Es tan confusa su idea que al final desiste del viaje. Para potenciar el ahora debes saber lo que quieres a corto, mediano y largo plazo, es decir: concretar tu Proyecto Personal de Vida; aclarar qué es lo que quieres y a dónde deseas llegar, y crear tu plan de acción. “Si le apuestas a la luna, puede que no aciertes, pero al menos estarás ante las estrellas”. Tenemos que planear considerando el tiempo como recurso, como aliado y no como causa de incertidumbre, debemos planear ahora metas (vehículo que nos llevará) de tal forma que nos conduzcan hacia nuestro propósito. Planear implica escribir, así que cuando aceptamos sin reservas lo que ocurre en este momento y lo escribimos, observamos qué hacer o qué no hacer, y nos apoderamos de la situación para que no ejerza poder sobre nosotros, sino que logremos tener el total control sobre el momento, sobre el ahora para disfrutar del estado natural de paz y reposo interior, que nos impulsa a una acción tranquila y asertiva. Disfrutar del poder del ahora es estar en lo que nos gusta, es estar ocupados en lo que debemos hacer, sin preocupaciones y sin limitantes. Es sentirnos plenos controlando lo que nos quiere sacar del presente (dudas, temores) y esto únicamente se logra tomando decisiones ya. Es importante recordar que lo que nos sucede en la vida, nos afecta realmente en un diez por ciento, el otro noventa , surge de nuestra mente, y lo único que hace es amedrentarnos, confundirnos y paralizarnos, preocuparnos y no ocuparnos. La identificación con su mente crea una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquea toda relación verdadera. Se interpone entre usted y su propio yo, entre usted y su prójimo, entre usted y la naturaleza, entre usted y Dios (Tolle, 1999, p. 11). La mente (el ego) es un instrumento maravilloso para organizar nuestra cotidianidad, pero si no la controlamos se convierte en el timón de nuestra vida, dejándonos a la deriva, generando confusión, duda y temores, es decir, creando cuerpos de dolor. La mente humana es el manantial principal de nuestras aflicciones. Si despertaras y tomaras conciencia de eso, de que tu mente es la máquina que genera tanta angustia, desaparecerían de tu alma la mayor parte de tus penas y tristezas (Larrañaga, 2014, p. 24). Frente a cualquier situación, sea la que sea, tenemos que decidir, porque al ego esto es lo que más le disgusta, es lo que más lo incomoda. Él odia el presente porque le encanta buscar y buscar, pero casi siempre en negativo, vive del pasado al futuro, dando rodeos innecesarios. De nosotros depende permitirle que nos confunda y genere preocupación. Trabajemos en ese aspecto porque tenemos que planear y fijar metas ahora, sobre lo que queremos hacer en cualquier campo, sea familiar, económico, social o laboral, entre otros. Las decisiones necesarias para alcanzar lo que queremos, se toman, ¡ya!, y de nosotros depende elegir ser felices. La decisión es ahora, no cuando llegue el sueldo, la casa, el título, la ropa, los lujos o las otras personas, porque con ello alejamos la felicidad o la cosificamos al poner condiciones. Ponemos lejos la felicidad por falta de claridad, por temores, dudas o pereza para descifrar situaciones que nos incomodan, situaciones que tenemos que traer al presente para clarificarlas, ordenarlas y decidir tomar acción sobre ellas. Es esencial no permitir que estas situaciones nos manejen produciendo estados de preocupación, debemos tener control sobre ellas para resolverlas. No debemos permitir que las ocupaciones de la cotidianidad nos impidan avanzar, debemos revisar si nuestra aparente comodidad, tranquilidad y seguridad son reales, o si por el contrario, debemos salir de nuestra zona de confort y desacomodarnos para poder progresar, porque —en ocasiones— la rutina nos confunde y llena de temores frente a lo desconocido, como lo dice el refrán popular: “más vale viejo conocido, que nuevo por conocer”, alejándonos de hacer nuestros sueños realidad. Debemos salir de la zona de confort haciendo lo que nos gusta, lo que nos favorece y favorece a otros, pero que no sabemos dónde termina. No podemos predecir resultados, lo que sí sabemos es que debemos disfrutar el proceso, desarrollar nuestros dones y esos talentos con los cuales nos dotó la vida; tenemos que hacer cosas diferentes, para poder obtener resultados diferentes. Por eso, debemos percibir lo que sucede como es, no desde nuestro punto de vista, no desde nuestro razonar (pasado – futuro), sino desde lo que realmente es (presente – ahora); toda percepción es un reflejo nuestro, de cómo pensamos, de nuestros paradigmas, de nuestra formación, de nuestra cultura, entre otros aspectos; creamos una identidad entre la situación y nuestra forma de percibirla y ahí está el problema, identificamos y le damos energía a lo que se vuelve en nuestra contra y nos obliga a cambiar comportamientos. La vida nos invita a aprovechar las oportunidades que nos regala el presente, el poder del ahora, utilizando nuestra creatividad e iniciativa y esto requiere acción y esfuerzo. Ejemplo: Un pato en el lago nada tranquilo, se zambulle seguro, disfruta, pero aparece otro e invade su espacio, entonces se presenta un forcejeo, una lucha y al rato salen los dos, cada uno por su lado, baten fuertemente sus alas expulsando energías negativas y se abrazan porque no se identificaron con la situación de tensión que vivieron momentos antes y decidieron en el ahora construir un mejor encuentro. Cuando haya una situación molesta o incómoda, debemos observar lo que pensamos, adueñarnos de nuestros pensamientos y emociones para sustituirlos cuando son negativos y sentimos que nos confunden. Si no lo hacemos aparece el temor y la duda. Es un proceso en el que observamos lo que pensamos y luego planeamos nuestras acciones. A la luz del ahora todo está claro, surgen soluciones de calidad y sólo necesitamos actuar, observamos cómo lo que había en nuestra mente era sólo amenazas, ilusiones y sobre todo ideas acerca de situaciones que no han sucedido. Cuando tomamos las reales, aquellas sobre las cuales estamos seguros y las colocamos fuera de nosotros, pierden energía y poder, y así, adquirimos control sobre ellas, las manejamos y resolvemos adecuadamente. La serenidad, la tranquilidad y la paz interior las logramos aceptando totalmente la vida como se da en este momento, observando las diversas situaciones que presenta y las soluciones que planteamos. En el ahora, si no sentimos acoso ni presión, sino alegría y felicidad nos daremos cuenta si lo que hacemos es lo que realmente importa; es lo más valioso para la realización de la vida, y si estamos haciendo lo que sirve a otros. Otro aspecto que debemos tener en cuenta es la queja atenta sobre el poder del ahora. La queja es no aceptar la realidad que vivimos, es querer mantener un estado desdichado que la mente ha creado en nosotros ; en la queja se recrea el ego, y lo refuerza negativamente. Cuando nos quejamos de lo que nos pasa, somos víctimas, pero víctimas de nosotros mismos. Si nos sentimos cómodos, llenos y no estamos pendiente del reloj, es porque hemos encontrado sentido para la vida y esta es la mejor ruta para que seamos felices. Dice la palabra, el temor del hombre lo enlaza, lo va ahogando, pero la confianza lo libera. Porque preocuparse de cosas o situaciones que no sabemos si van a suceder o no, afrontemos el presente para resolver cosas reales y que suceden ya. La única oportunidad de tomar decisiones y acciones positivamente es ahora. Nuestro mayor opositor para vivir el presente plenamente es el recuerdo del pasado: de lo que dijimos o hicimos bien o mal; y el futuro: proyectando negativamente, adivinando, creyendo que la solución está más allá. Vivir el presente plenamente es abrir las puertas del campo cuántico, las posibilidades, las oportunidades que la vida nos ofrece y que el ego y la rutina nos opacan. Si existen procesos de pensamiento sobre situaciones inconclusas o heridas latentes, tenemos que sanarlas, traerlas al presente, clarificarlas y decidir perdonar y olvidar (el perdón es el perfume que exhala la rosa cuando la pisas), de lo contrario, la experiencia se repite. Tenemos que afrontarlas, clarificarlas y fijarles su ahora, si las dejamos ahí, sin resolver en el tiempo, estaremos permitiendo que sean el conductor de nuestra vida, creando más confusión y cuerpos de dolor. Jorge se levanta y lo primero que llega a su mente son pensamientos negativos sobre una situación que tiene que resolver, pero quiere cambiar ese modo de pensar por otro más positivo y creativo, ya que el negativo paraliza. Observa la situación como es, la realidad objetiva, y se enfoca en analizar la situación y buscar posibles soluciones, en el poder del ahora, en el único tiempo que tiene, que es este, crea ideas positivas y con ellas le resta energía negativa al problema y le inyecta actitud, acción y lo va minimizando; se da cuenta como sus razones lo hacían poderoso dominando su comportamiento, con pensamientos de temor y duda, pero ahora lo afronta y decide. Haz las cosas que harías si estuvieses completamente seguro, libre y sin dificultades económicas, sin necesidad de tiempo para urgencias, solamente tiempo para lo importante, tiempo para ocuparte de resolver todas las dificultades que se te presentan en la vida, aprovechando el regalo que te da el presente, el poder del ahora y siguiendo la intuición no la razón. . LA FELICIDAD, UN PROCESO A VIVIR “Enseñar a ser feliz no sólo significa ofrecer consejos para llevar una vida sana: implica enseñar que la bondad y la virtud forman parte de la felicidad” —Christopher Jamison La felicidad es un proceso que vivimos y disfrutamos ya, en un estado de reposo y paz interior, es sentir que a pesar de las situaciones adversas que podamos tener, nuestra mente está tranquila, sin ansiedades ni temores. Ser y estar feliz es sentirnos plenos, satisfechos y en control de todo lo que pensamos, decimos y hacemos manejando nuestras circunstancias de la mejor manera. Hoy somos más ricos que nunca, sin embargo, parece prevalecer la insatisfacción. Nuestra sociedad se empecina en buscar la felicidad a través del consumo y del placer, y a menudo el resultado es exactamente lo contrario. Las personas están inmersas en agitadas aguas de la vida moderna, un torrente tan poderoso que se sienten obligadas a arrojarse a él y dejarse arrastrar por la corriente, que promete felicidad en abundancia. Sin embargo, para algunos la fuerza de esa corriente supera en gran medida la intensidad de la felicidad, y todo el ajetreo y los logros aparentes proporcionan muy poca satisfacción (Jamison, 2009, p. 14). Felicidad es saber que las decisiones que tomamos nacen de nuestro interior y no de dependencias externas; es saber que lo que hacemos es lo mejor para el desarrollo y realización de nuestra vida. Ser feliz es estar en armonía con nosotros mismos y con los demás y la armonía es equilibrio, acuerdo, alegría y generación de pensamientos positivos. Felicidad es caminar tranquilos por la vida, controlando todo lo nuestro sin querer controlar situaciones que no nos corresponden, o pretender ejercer control sobre otras personas. No podemos controlar lo que otro piensa, pero si tenemos control sobre lo que pensamos. Ser feliz es no depender de nada, ni de nadie para tomar decisiones, es sentirse bien internamente, porque la felicidad es un estado en el que sientes plenamente tu presencia, tu poder interior, donde disfrutas tu vida como es y no dependes de circunstancias, cosas o personas. Nadie se derrumba, si no permite que lo derrumben. No debemos otorgarle poder a nada, ni a nadie sobre nosotros, el timón y la dirección es nuestra responsabilidad, todo lo que hacemos debe surgir de decisiones internas, de nuestra propia proyección y no de otras influencias. Lo que haces no depende de nada porque es tu propia acción, es tu iniciativa en el desarrollo de tu don, en proceso, y este proceso es el que disfrutas y hace que tu vida sea agradable, tranquila y en paz, porque no estás en plan de juicios sino de aceptación, control y realización. Al estar feliz no estás preocupado sino ocupado, pero ocupado de ti mismo y de tus situaciones y te aceptas tal como eres. La felicidad es un estado donde no caben dudas, temores, ni confusiones, ya que te aceptas tal como eres, sin identidades distintas a la propia, sólo como eres y en control de lo que te mueve, bueno o malo, pero tienes dominio sobre ello, no juzgas, no culpas así te culpen, no eres víctima, sólo eres responsable de todo y así actúas. Algunas personas se repiten continuamente frases como: “Seré feliz cuando…” “Un día de estos seré feliz…” “Cuando tenga casa seré feliz…” Con plata seré feliz”. No es malo ponernos metas y soñar con la felicidad, lo verdaderamente malo es que frases como las que enunciamos, resultan ser postergadoras de la felicidad; ellas le dan un tiempo futuro y unas condiciones que, en realidad no deben ser, porque la felicidad se logra aquí y ahora, en el tiempo presente. La felicidad es decidir por nosotros mismos, tomar las riendas de nuestra vida, proyectar lo que queremos y debemos hacer sólo por nuestra decisión; eso sí, tener muy claro lo que tenemos que hacer firmes en nuestro comportamiento y no permitir que nada, ni nadie influya sobre él. La práctica de la felicidad genera una excelente actitud y esta abre posibilidades, hay que disfrutar el momento, agradecer por lo que somos y tenemos. Disfrutar de un estado de paz y reposo interior es anhelo de todos, pero a veces, buscamos por el camino equivocado. El reposo no lo encontramos en ninguna parte, está dentro de nosotros, en la reflexión, en el ahora, en el silencio, en la quietud, en la claridad de lo que hacemos, de lo queremos y en nuestra capacidad para decidir. Nuestra felicidad no depende tanto de lo que nos sucede a nosotros, cuanto de lo que sucede en nosotros. Cuando afrontamos la vida y sus circunstancias de manera positiva y triunfadora, entonces, suceda lo que suceda, habremos aprendido el secreto fundamental del vivir. Lo importante es el modo como vemos, interpretamos y reaccionamos ante lo que suceda (Powell, 2012, p. 20). Comprender que la felicidad es una experiencia íntima, personal que se cristaliza en el presente no quiere decir que nuestra vida vaya a estar a la deriva; significa por el contrario que, tenemos un plan de vida que disfrutamos y valoramos en el ahora, en el proceso diario y las circunstancias ajenas a nosotros no nos afectarán la tranquilidad. Una vez que sabemos hacia dónde nos dirigimos, cuál es nuestro propósito en la vida y por qué hacemos lo que hacemos, fijamos metas, que son el vehículo que impulsa la realización de las distintas actividades que conducen al logro final. Estas metas tienen que ser claras, medibles, alegres y energizadas, dirigidas a resolver alguna necesidad que tenemos o que alguien tiene. Las metas son como la brújula y las “señales de tránsito” de nuestras motivaciones. Son ellas las que nos permiten mantenernos en la acción y en la recta dirección. ¡Qué tristeza encontrar tantas personas que han decidido andar “goteando” por el mundo la desesperanza y la muerte! Sucede con pensionados o personas que ya han superado determinada edad. Muchos de ellos se parecen a barcos y aviones que han perdido ya su rumbo, y se encuentran ahora en problemas… y si no estamos atentos nos podemos encontrar en circunstancias parecidas (Pineda, 2014, p. 97-98). Debemos tener muy claros nuestros objetivos a largo, mediano y corto plazo; saber para dónde vamos, tener presente nuestro propósito, nuestra misión en la vida, que no es otra cosa que desarrollar y expandir las aptitudes y las habilidades que Dios nos ha regalado, de lo contrario, iremos por la vida en automático, guiados por la mente, de acuerdo con lo que se haya aprendido, según las creencias recibidas por la familia, por los paradigmas, por la educación o cultura y esto, al final, nos lleva por el camino equivocado. La planeación de nuestras metas requiere tomar decisiones, concentrarnos en lo que hacemos, hasta terminarlo. Evitar la postergación, desarrollar una sola cosa a la vez, ya que el tiempo se tomará el espacio que necesite hasta el final. Es decir, que debemos fijar una fecha y hora para realizar nuestras metas, de lo contrario, el tiempo va pasando y se las lleva; es como una cinta de maletas en un terminal aéreo, la maleta pasa y si no la tomamos, la cinta continúa con ella y nos deja quietos, no se detiene. Así pues, requerimos priorizar las actividades más importantes para no vivir de urgencias. Si no hay liviandad, alegría y satisfacción en cada momento, debe ser porque las circunstancias están dominando nuestro presente, las tenemos que clarificar y aceptar como son, como se presentan y actuar sobre ellas, no personalizarlas, tratarlas objetivamente y así fluirán soluciones y nuestra mente descansará y nos dispondrá para actuar y ser felices. La felicidad es saber que estás en paz contigo mismo, que tienes control sobre tu vida, que sabes el propósito sobre el cual desarrollas tu actividad, que sabes para dónde vas y por qué haces lo que haces, que no vas a la deriva y tu mente está clara. Cuán maravillosa es la coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos al tener total control sobre nuestra vida y lo que nos sucede, “somos lo que pensamos”. LA ACTITUD ES ASUNTO DE DECISIÓN “Tome ahora la decisión, que puede lanzarle hacia una dirección nueva, positiva y poderosa de crecimiento y felicidad” — Anthony Robbins La expectativa de mejorar nuestra calidad de vida fundamentada en positivos pensamientos y una fuerte actitud, recompensará y hará realidad lo que deseamos, lo que anhelamos y merecemos. La actitud es una disposición natural, es la fuerza que se genera internamente y nos ayuda a afrontar la realidad de una forma sana y efectiva, ella puede ser opacada por la zona de confort, por esa aparente comodidad o seguridad que nos paraliza y nos anestesia haciéndonos creer que todo está bien; preguntándonos: ¿para qué molestarnos?, ¿para qué actuar? Y, además, ¿dónde o con quién? Todos debemos tener nuestra propia marca, identidad y manera de ser y actuar, porque así estaremos muy bien y tendremos control sobre todo lo que hacemos. “La rutina opaca la actitud y nos impide ver las múltiples posibilidades”. Se genera la actitud cuando observamos bien, lo que pensamos y generamos un estado interno de satisfacción y un comportamiento diferente que nos permite responder positivamente frente a cualquier acontecimiento. Los expertos afirman que el éxito de una empresa depende en un 80 por ciento de la actitud y en un 20 de la aptitud, esto significa que lo que logramos con el talento es menos que lo que alcanzamos con el fuego en el corazón, es decir con la actitud. El talento es un complemento, lo fundamental es el entusiasmo (Alarcón, 2006). Cuando tenemos una buena actitud , todo lo vemos posible, impulsándonos a planear, crear y actuar de acuerdo con nuestros propósitos, con nuestro proyecto de vida; no a partir de miedos, ni de carencias, ni falta de totalidad, como lo plantea el ego, sino desde la alegría, desde la felicidad y la asertividad, permitiéndonos generar pensamientos y resultados muy positivos. Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino (Viktor, 1993, p. 69). La actitud hace que seamos diferentes en nuestra manera de hablar, nuestra postura y forma de ser, ella es como una pantalla que se presenta ante nosotros donde nos vemos con muchas ganas, con una disposición diferente, con mucha alegría, con mucha fuerza, para afrontar las circunstancias que se presentan. Una actitud positiva motiva la mente, sacándola de ese letargo en que a veces cae y ayuda a romper el parloteo mental y los pensamientos inútiles, paralizantes y negativos. Gracias a la actitud las dificultades se minimizan y afloran soluciones, nuestra mente se aclara y todo se ve y hace posible. Cuando nuestra actitud se impone no importan las circunstancias, no importa el entorno y somos capaces de influenciar sobre este y no al revés. Una buena actitud trae claridad y descanso a nuestra mente y permite que avancemos antes que frenar y ella nos impulsa a planear las actividades de la cotidianidad, pero con un matiz diferente, ella nos permite claridad y la seguridad de que lo que planeamos se realizará. Con una buena actitud todo es satisfacción y deseos de actuar, vemos oportunidades y les inyectamos creatividad y acción para experimentar un constante y alegre proceso. La actitud es el combustible que transforma nuestros pensamientos, que les da otro enfoque, que los aviva para que empiecen a generar soluciones claras, seguras y, sobre todo, anima a entrar en acción, nos levanta, nos impulsa y nos presenta la vida de otra forma. Cuando nos ocupamos en cambiar la actitud, lo que veíamos gris, oscuro y negativo, ahora se presenta luminoso, claro y positivo dándole el verdadero sentido a la vida. Una buena actitud hace que nuestras relaciones sean proactivas, claras y sinceras, ella le da sinergia a la vida, nos adapta positivamente a nuestro entorno para ver a los demás no como amenaza (ego) sino como aliados para un fin común y complementario. La actitud hay que cuidarla, ya que puede que se agote el combustible, o que nos abrumen creencias limitantes, como el elefante que de pequeño lo atan con una fuerte cadena a un poste para que de adulto, esa creencia de no poder romperla lo ate y crea que no es capaz, que siempre está atado y manso y permanezca allí para bien de su entrenador. O como la pulga que salta y salta cada vez más alto, pero la atrapan en un vaso y sólo puede saltar hasta el techo de este, si le quitan el vaso ya no puede saltar más porque ya se acostumbró a su límite. Quizá nosotros nos acomodamos, también, a lo que nos sucede, a lo que aprendimos, a lo que sabemos y que, aparentemente, nos funciona y ahí nos quedamos, estamos en la zona de confort y para qué más. No debe ser así, somos más que la costumbre, a diferencia del elefante y la pulga, tenemos la oportunidad de cambiar la situación que nos acomoda. La actitud positiva es vivir el presente intensamente, único momento que tenemos. No debemos porqué permitir que la mente nos proyecte hacia el pasado o futuro negativamente, necesitamos sólo afirmar en este ahora positivamente nuestra vida, convencidos de que nos sucede y sucederá lo mejor. Una sana y buena actitud, generan el deseo de planear acciones, con ella afrontamos una situación difícil. Ahora bien, la actitud es el combustible para impulsar nuestra fuerza hacia la aceptación de cualquier situación que tengamos que afrontar. La situación amerita cambios, que no podemos tratarlos desde la comodidad de lo que ya sabemos o hacemos, estamos buscando otro resultado, pues entonces, hay que hacer otras cosas, planear, no por rutina, sino por prioridades y sobre todo acerca de aquellas cosas que nos acerquen al objetivo, a nuestro propósito, a la realización de nuestro sueño. Nos tenemos que desacomodar para poder progresar inteligentemente. La preocupación paraliza, atemoriza, en cambio la ocupación actúa y nos mueve. La preocupación nos acomoda, nos hace entrar en estado de víctima, por su lado la ocupación nos lanza hacia el control y responsabilidad de nuestra vida, nos abre un panorama diferente y nos muestra caminos hacia la solución y libertad, sólo es cuidar y observar lo que pensamos. Es diferente pensar de forma facilista, que pensar lo lograré, porque esta forma genera acción, deseos de conocer, de informarnos, de investigar y de actuar muy diferente a la paralizante acción del negativo. La actitud puede ser detectada en las palabras que usamos. Por ejemplo: “Lo haré” indica decisión, mientras que “no puedo” indica impotencia, porque nuestra actitud no puede estar determinada por las circunstancias, sino por cómo respondemos a esas circunstancias (Sica, 2006) y como nos ocupamos de ellas. Nuestra mente determina nuestra actitud. Cuando pensamos que “estamos derrotados y acabados”, por supuesto lo estaremos. Siempre tenemos la opción de responder o positiva o negativamente ante cualquier circunstancia. Lo que nos sucede externamente es menos importante que lo que sucede en nuestro interior. “Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos logran”, anotó el filósofo romano Marco Aurelio (Sica, 2006, p. 144-145). La actitud es un impulso que conduce hacia resultados positivos, nos permite observar la realidad como es y facilita soluciones. Una sana y positiva actitud nos mantiene livianos y dispuestos a afrontar situaciones que se nos presentan en la vida, minimiza las dificultades y nos permite afrontar y tomar control sobre ellas. La buena actitud nos da libertad. Una gran actitud es pensar en grande, confiando en Dios, que siempre nos acompaña y afirma nuestro pensar; confiar en nosotros mismos, para poder derrotar las ideas y sentimientos negativos que nos plantea el ego y nos produce temor paralizante, contrario a la fe y a la actitud, que generan confianza, acción y paz. Dirígete a los demás con actitud positiva, con lenguaje que los sorprenda y contagie; sonríe siempre, anima y provoca situaciones diferentes que alegren tu vida y la de los demás. No te aferres a un esquema por temor a equivocarte. "No eres tu trabajo, tus logros, tus posesiones, tu casa, tu familia. Tú eres una creación de la Fuente, vestida de un cuerpo humano con el propósito de experimentar y disfrutar la vida en la Tierra” —Wayne Dyer PODER DE LA ACEPTACIÓN “Lo que niegas te somete, lo que aceptas, te transforma” Cuando observamos las situaciones que nos molestan, el primer paso es aceptarlas como son, sin juicios ni reclamos, porque son la realidad. Cuando aceptamos y buscamos mejorar la situación, esto produce liviandad a nuestra vida, claridad que —sin duda— facilita llegar a las posibles soluciones. Aceptar es tener total control sobre el ahora y sobre el futuro, el futuro no como tiempo, pues no existe, el único tiempo es el presente, en el que toda preocupación muere, sino como una forma de vaciar nuestra mente de situaciones que no podemos resolver ahora y a las cuales les llegará su momento. La aceptación de lo que es nos impulsa a tomar decisiones claras y contundentes; ella nos libera de cargas y resentimientos que pesan y dificultan el avance que debemos hacer continuamente en la vida. Aceptar es ocuparnos en la acción, y eso es lo que nos permite ser personas libres, leales y sinceras porque esa acción —fuera de brindar claridad— lleva a la verdad total que nos evita preocupaciones. Al aceptar una situación como es, como se presenta, desaparece la perturbación mental y se abre campo para ver la realidad con objetividad, y así lograr transformarla. De nada sirve la aceptación si no se impulsan las acciones necesarias para finiquitarla y, si nos quedamos lamentándonos y dejando que nos invadan las emociones que suscita. Aceptar una situación que nos preocupa, que nos produce malestar, es decidir tomar acción para descifrarla completamente y dar los pasos necesarios a su solución o planear para cuando le llegue su momento. Asumir o dejar, es una decisión que tenemos que tomar frente a cualquier situación que se nos presente, y si asumimos, es estar dispuestos a afrontar todas las consecuencias y resolver las cosas que nos afectan; es restarle poder sobre nuestras emociones y comportamientos; es responsabilizarnos totalmente, sin quejarnos, y es lanzarnos a pensar y actuar para lograr las mejores soluciones. El poder de la aceptación permite el manejo correcto de cada situación, sin juicios ni resistencias. Como hemos dicho anteriormente, en una situación adversa, la realidad nos afecta el 10 por ciento, mientras que las fantasías que crea la mente, nos afectan el noventa por ciento. Así pues, aumentamos nuestra capacidad de solución si no nos identificamos con la situación. Además, tendremos una mirada más objetiva y evitamos que la mente distorsione las ideas de acuerdo con sus patrones automáticos y aprendidos. 2 por 2 es igual a 4, es un patrón aprendido y no falla porque es matemático, en cambio, nuestras situaciones no son patrones exactos y definidos, ellos cambian o mejor, nosotros los podemos cambiar. La mente clasifica los efectos de las situaciones que experimentamos, ya sea como “buenos” o “malos”, de acuerdo con su conveniencia. Para ser más objetivos podemos escribir la situación detalladamente, esto nos da poder sobre ella, le restamos energía y clarifica nuestra mente para encontrar soluciones. De esta manera aceptamos las circunstancias para luego transformarlas. Si una situación por resolver se deja inconclusa, se convierte en un conflicto. Tenemos que planear acciones. “Nadie planea para fracasar, pero muchos si fracasan por no planear”. Fijamos un plan de acción: empezamos por escribir una lluvia de ideas, las que más podamos, y que vayan orientadas a la solución, escogemos las más adecuadas y fijamos metas, pasos a seguir para lograr lo que queremos. Siempre es fundamental plantear diferentes respuestas y soluciones para alcanzar resultados diferentes. Así, notamos como nuestra mente se relaja, va abriendo espacios ocupados por preocupaciones y negatividades, para generar posibles soluciones y sobre todo, para que retiremos la situación de nuestra mente, ya que fuera, no estará retroalimentada por nuestras ideas. Aceptar una situación como es en su totalidad, sin juicios ni resistencia, sin negarla, no permite el parloteo mental [1] ni la etiqueta que le quiere poner la mente. Asumir es no evadir, sino observar, clarificar, afrontar y no dejar pasar para ver qué sucede. Aceptar una situación es el primer paso para evitar que ella se convierta en un problema sin solución, o muchas veces en una bola de nieve que aumenta y se acrecienta para nuestro mal. Pero como el futuro es hoy, también visualizamos nuestras metas como si ya estuvieran sucediendo y, a pesar de que se ejecuten en el futuro, las planeamos desde este ahora, las tenemos claras; si las dejamos al azar, el ego nos aporrea y crea cuerpos de dolor. Si visualizamos el feliz final del proceso en el cual nos encontramos inmersos, lo disfrutamos en la marcha y lo vivimos sin pretender que los resultados sean lo más importante. En este proceso son necesarias la información y la investigación sobre el hecho real, ya que aceptar una situación exige tener total conocimiento y dominio sobre ella. Nos debe ocupar lo fundamental, es decir, aquello que afecta nuestro futuro, que está en línea con nuestro logro, con lo que queremos, con lo que buscamos, porque no importando la edad ni la condición en la cual nos encontremos, tenemos que fijar un proyecto de vida hacia dónde nos dirigimos, definir cómo nos vemos a cinco o diez años, porque este ejercicio da sentido a nuestra vida y es el faro que nos mantiene enfocados, motivados y con ganas de seguir. Recuerdo que un amigo llegó con un problema serio: tenía que cancelar, en tres días, diez millones de pesos, y no veía cómo. La confusión y el temor eran sus guías, por lo tanto, su conducta era la de esconderse, no tratar con nadie, no pasar al teléfono, negarse constantemente, actitud del ego, gobierno de la mente sobre su conducta. Le presentamos una hoja en blanco, le pedimos que la rayara lo más que pudiese, hasta cubrirla toda, ¿quedaría algún espacio? No, el problema copa toda la hoja así está tu mente copada sin espacios para posibles soluciones, sin querer aceptar la situación. Luego tomamos otra hoja en blanco, en la parte inferior izquierda escribimos la suma a pagar, lo más pequeña posible, que ocupara el menor espacio de la hoja, sólo que alcanzáramos a verla, la hoja está limpia, así debe estar tu mente, empezamos a generar una lluvia de ideas en la hoja en blanco y a interiorizarlas, se fue creando otro ambiente: relajación, actitud, fe, iniciativa, creatividad y aceptación. Aceptamos la situación como es, sin juicios, ni resistencia: una de las ideas que surgió fue hacer presencia, es decir, ponerse en contacto con la persona a la cual se le debía el dinero, con la misma actitud: seguridad, confianza y respeto que llegó a que le prestaran el dinero, debería llegar ahora a afrontar la situación. Lo llamamos y la reacción fue muy positiva, dio otro plazo, ahora habría más tiempo para soluciones. No por esto nos quedaríamos quietos, porque el único tiempo que tenemos es este: ahora. No aprovechar el recurso en el momento es postergar el problema. El amigo se fue contento, alegre y convencido de que el problema estaba resuelto, era cuestión de actuar, cortar el poder que las dificultades ejercen sobre su comportamiento, aceptar y animar la total y personal responsabilidad. No te enfoques en las dificultades, sino en las posibles soluciones. Cuando vaciamos la mente, minimizamos el problema y aparecen las soluciones. Vaciar la mente es aceptar totalmente lo que hay, lo que se presenta, es darle claridad a pensamientos ambiguos sobre diversas situaciones, tenerlo todo claro. Apoderarnos de las ideas confusas sobre casos que tenemos que resolver sí o sí. No negar (sometimiento) sino aceptar (transformación). Es tomar control sobre cada caso que sentimos, está ahí y que no abordamos por duda, desconocimiento o temor, casos que hacen pesada nuestra vida, si no abordamos aprehendemos, postergamos y así mismo se posterga nuestra calidad de vida, continuamos sufriendo, viviendo a medias, rodeando conflictos y mintiéndonos o mintiendo a otros. “Perfeccionar cada momento, encontrar el fin de la jornada en cada paso de nuestro camino, vivir el mayor número de horas agradables, ésa es la sabiduría” —Ralph Waldo Emerson OBJETIVOS Y METAS “La gran enfermedad de nuestro tiempo es la carencia de objetivos, el aburrimiento, la falta de sentido y de propósito” —Viktor Emil Frankl Cuando sabemos hacia dónde vamos, todo conspira a nuestro favor, nuestra vida tiene sentido y se hace más liviana. Para la fijación de metas es muy importante conocer bien nuestro propósito de vida, saber dónde estamos y a dónde queremos llegar porque así tomamos las mejores decisiones y acciones. Vivir el proceso, más que pensar en los resultados, se trata de pensar acerca de qué se desea y cómo alcanzarlo. Estas metas tienen que nacer desde nuestro interior, desde nuestra intuición, tienen que mantener y sostener nuestro estado interior de paz y reposo, y nuestra fuerza dinámica que nos motiva a actuar y avanzar, aún en contra de las dificultades que presenta el camino. Las metas se deben organizar por importancia y prioridades, y fortalecer aquellas que afecten nuestro objetivo a largo plazo. No debemos enfocarnos en resultados inmediatos, en la rutina, en hacer lo de siempre, lo que ya sabemos, sino en planear y crear acciones que nos afecten positivamente. Todas nuestras metas deben solucionar nuestras necesidades propias y ojalá, las de otros. Ellas deben ser producto de un proceso que se debe disfrutar. Para el cumplimiento de nuestras metas se requiere tiempo suficiente, para que este no sea una tortura para nosotros, sino un aliado; metas que nos lleven a vivir con la mayor satisfacción posible, liviandad y libertad. El propósito fundamental es saber hacia dónde nos dirigimos y para esto es muy importante construir nuestro Proyecto Personal de Vida, ya que él nos orienta. Tener un proyecto es avanzar con precisión hacia un fin, unas metas, unos objetivos que impulsan y alientan cada día, porque es como un mapa que nos muestra el camino. Los proyectos bien pensados, sentidos y organizados, nos evitan las preocupaciones y nos alientan unas buenas ocupaciones, es decir muchas y buenas acciones. Tener objetivos a corto, mediano y largo plazo, y con fechas definidas, hace parte de la construcción de un proyecto de vida claro, produce mucho bienestar, impulsa nuestros actos, nos da energía y paz, porque sabemos para dónde vamos y por qué hacemos lo que hacemos. Una de las razones por las que pocos de nosotros alcanzamos lo que realmente deseamos es que nunca dirigimos nuestro foco de atención hacia un punto concreto; nunca concentramos nuestro poder. La mayoría de la gente avanza por la vida como meros aficionados, sin decidirse nunca a dominar nada en particular. De hecho, estoy convencido de que la mayoría de la gente fracasa en la vida, sencillamente, porque pone mucho interés en cosas menores. Creo que una de las grandes lecciones de la vida consiste en aprender a comprender qué nos induce a hacer lo que hacemos (Robbins, 2014). Mientras más claro, seguro y firme sea nuestro proyecto de vida, más liviana será nuestra vida, y lo mejor, mucho más organizada. Cuando tenemos una meta a largo plazo y nuestro enfoque hacia esa meta nos motiva y alienta, el hacer diario es más placentero y eficaz, porque sabemos lo que hacemos y por qué lo hacemos. Proyectarnos nos permite tener el control sobre nuestra vida y evitar que sea controlada por otros, por influencias externas. Naturalmente para fijar metas que nos lleven hacia lo que deseamos, tendremos que realizar cambios en nuestra forma de pensar, sentir y actuar, por esto es esencial observar qué cambios debemos hacer en la vida personal y familiar, en el trabajo y en las relaciones sociales; así como en nuestra relación con Dios, el universo, la naturaleza y las cosas. Planear es ahorrar tiempo y caminar con paso firme para alcanzar el cumplimiento de nuestros propósitos. Quien define bien lo que va a hacer, se ocupa en lugar de preocuparse. Los objetivos hay que planearlos, visualizarlos en presente, escribirlos, observarlos permanentemente, contarlos a las personas que más nos interesan e inspiran, revisarlos permanentemente, vivirlos; es decir, actuar como si ya los hubiésemos alcanzado. Es necesario crear estrategias para su logro y sobre todo disfrutar mucho el proceso, ya que este logro que nos proponemos alcanzar se fundamenta en nuestra vocación, en lo que más nos gusta, en lo que nos apasiona, en lo que hacemos; por lo tanto para su realización no importan otras variables como el tiempo o el dinero, sólo lo hacemos porque nos llena, porque nos sirve a nosotros y sirve a otros, es nuestro real sentido de la vida. No nos debemos preocupar del estado actual, sino que nos debemos ocupar del intervalo entre el punto A y el punto B, es decir, a dónde queremos llegar, y así, el proceso se hace más liviano y adquiere mucho más sentido, recordemos que: “Vive bien el hoy y el mañana será mejor”. Recordemos que en nuestro proyecto de vida los objetivos tienen que ser ambiciosos, realistas y alcanzables; ellos deben motivarnos continuamente y para que se hagan realidad deben ser desarrollados, medidos y evaluados, paso a paso. El mañana es producto de acciones programadas, definidas y bien realizadas hoy. Para cumplir lo que queremos, el tiempo debe ser nuestro aliado. La intención es desarrollar nuestras actividades con alegría, durante el tiempo requerido, tenerlas planeadas, organizadas y energizadas —sin acoso, ni sobrecarga, en el transcurso normal— no tenemos que controlar el horario, sino lo que hacemos durante él. Planear es tener prioridades, observar aquellas rutinas que cotidianamente realizamos, fijarles horarios, pero también es importante crear y planear actividades que exijan creatividad, iniciativa, es decir, hacer cosas diferentes a la rutina habitual, sobre todo, si no estamos satisfechos con los resultados obtenidos. Cuando planeamos bien, con claridad, con seguridad, y por orden de importancia, se produce en nosotros una satisfacción, se generan actividades claras y de calidad, y si tenemos en cuenta el principio 20/80 el tiempo será nuestro aliado: en el 20 por ciento del tiempo obtenemos el 80% de los resultados. El autor David Valois dice que, planear una hora diaria nos ahorra de tres a cuatro horas de ejecución y produce mejores resultados. Es cierto, cuando organizamos bien las actividades a realizar y por orden de prioridades, observamos como todo transcurre normalmente y se va dando lo que queremos. Lo ideal es desarrollar las metas a nuestro ritmo, desde nuestra fuerza interior e intuición, no al ritmo que impongan otros o a partir de influencias externas. Tenemos que saber cuáles son nuestras fortalezas y habilidades, qué hacemos mejor que los demás y alinear nuestras acciones con ellas. Muchas personas ejercen actividades contrarias a su vocación, seguramente eligieron o decidieron un proyecto fundamentados en lo externo, en lo fácil y rápido; en lo recomendado o en la moda, sin tener en cuenta su inclinación natural, sus fortalezas, sus habilidades y todo aquello para lo cual somos buenos. Los afanes nos niegan la oportunidad de conocer nuestra vocación y explorar nuestros dones, aptitudes y talentos; el afán apaga nuestros sueños y por su acelere optamos por escoger lo primero que se nos presenta y esa improvisada decisión, es la culpable de los resultados que obtenemos. Las cosas no deberían ser así, porque cada uno lleva en si una semilla y si fortalece su desarrollo genera el fruto necesario para vivir. Claro, el proceso de desarrollo duele, pero es un dolor con esperanza y expectativa positiva, distinto del dolor de la acomodación. El propósito de nuestra vida debe ser el motor que impulsa las acciones de cada día y el que debe pagar nuestro trabajo. El propósito es saber qué hacemos y por qué lo hacemos; es alinear nuestros valores con nuestras acciones, es saber que partimos de un punto A para llegar a un punto B, y es desarrollar este proceso enfocados en lo que queremos lograr. Sigue tu inspiración, no la abandones, así te realizas e inspiras a otros y tu vida tiene sentido. “Borra todo pensamiento de que no lograrás tus objetivos, sean materiales o espirituales. Sé valiente y no pongas límites a tu imaginación. No seas un prisionero de tu pasado. Conviértete en el arquitecto de tu futuro” —Robin Sharma EL TRABAJO “Si desarrollas tu vocación, no estarás trabajando” El propósito es alinear nuestro trabajo con nuestros valores y con lo que nos gusta hacer. El trabajo tiene que ser un proceso alegre, seguro y feliz, tiene que haber liviandad en lo que haces, no debe ser una carga. Nuestro trabajo no debe ser una rutina que opaque otras posibilidades, tampoco una obligación o una fuente de frustración, ni debe hacerse por amenaza, lo debemos realizar como artistas, creando situaciones favorables siendo protagonistas y no como víctimas. No podemos vivir quejándonos, aburridos o frustrados porque trabajamos en algo que no nos apasiona, no nos atrae o no nos gusta. No podemos morirnos viendo alejarse cada vez más de la felicidad (Mendoza, 2011). Las tareas diarias siempre deben obedecer y hacerse por un logro, por un sueño, de lo contrario caeremos en la inmediatez, en la búsqueda de resultados, en el forzar para lograr, en conseguir y en sobrevivir. No debe ser el dinero, ni la falta de él lo que nos mueva a actuar, debe ser nuestra vocación, nuestra pasión desbordante. La preocupación por el sustento, por lograr dinero nos opaca, nos esclaviza, atemoriza, nos reduce, y lo peor, nos impide ver otras posibilidades. El estado de preocupación nos acomoda a la rutina, a lo de siempre, a lo más seguro y eso va en contra de la naturaleza que es cambiante, insegura y se engrandece por la incertidumbre que siempre la acompaña. Es un dato sociológico bien conocido que los hombres que trabajan, en su mayoría, no saben realmente por qué ni para qué trabajan; no saben qué quieren ni por qué. Trabajan, sí, y así ganan su dinero; pero no saben cuál es el sentido de su trabajo y así nunca se sienten de veras satisfechos (Andrés, 2000, p. 3). Por ejemplo: qué tal un odontólogo que eligió esa carrera por gusto, por pasión, porque es lo suyo y se concentra a administrar la empresa de la familia, seguramente no lo hará bien y privará a muchos de sus servicios, lo hace por la prosperidad de la empresa, pero, entonces, él considera que el tiempo es un simple intercambio por dinero y no un motivo de realización personal. Es esencial tener una visión mental de lo que anhelamos, de lo que queremos de un proyecto de vida, esto explica nuestra labor diaria, porque el trabajo de cada día debe ser un medio, no un fin en sí mismo, debe ser una actividad que nos haga ver el ahora, que nos permita experimentar eso que queremos para nosotros, que nos permita desarrollar el don que Dios nos ha dado, en bien de los demás. No es lógico recrear en nuestra mente lo que pensamos que es mejor para nosotros y luego salir a nuestro trabajo sintiendo, con aquello, que lo que verdaderamente queremos no se realiza. Debemos preguntarnos qué nos impide vivir ahora eso que buscamos, ese estilo de vida que queremos y que nos permite vivir diferente: ¿será la comodidad, la zona de confort, la búsqueda de resultados, la inmediatez, el dinero, la decisión social, las deudas? Las preguntas claves para que nuestra labor sea fructífera son: ¿qué sé hacer?, ¿qué hago mejor que los demás?, y ¿qué necesidades puedo suplir con mi labor? Así, el trabajo responde, no a una necesidad por supervivir, sino a unas acciones para vivir bien, donde nos sentiremos plenos y realizados. Realizar nuestra vocación es ejecutar labores que nos llenen y nos empujen, trabajos que no tengan que responder a necesidades para supervivir, sino que sean la vida misma, que lleven inherentes todo lo necesario para no tener que medir, ni cambiar, ni esperar, sino desarrollar y expandir, dar sin esperar nada a cambio, lo demás vendrá por añadidura. Si sabemos lo que queremos, si tenemos claro a dónde queremos llegar y qué actividades realizar, entonces actuemos sobre ello sin temor, sin resistencias y sin juicios, simplemente soltémonos y hagamos aquello a lo cual nos invita nuestra voz interior. La acción libre de soltar aquello que nos ata, nos puede llevar a dejar de cumplir protocolos y rutinas laborales que sólo nos aportan dinero para sobrevivir, acciones que apagan nuestros sueños y matan el tiempo, que es mucho más valioso que todo el dinero. Si así lo hacemos no depende del tiempo, de la recompensa, de la aprobación, ni de las necesidades inmediatas, sino que el trabajo se convierte en una realidad feliz que responde a objetivos fijados y que van haciendo de nuestra vida una auténtica realidad en amor y satisfacción. Debemos actuar desde el convencimiento, desde la alegría de saber que, con lo que sabemos y hacemos estamos resolviendo necesidades de otros, y estamos desarrollando nuestro don. Recordemos que lo importante es trabajar el ser, para poder pensar en los demás. Cuando no realizamos un trabajo acorde con nuestros valores y con nuestra pasión, la vida da señales para que nos enteremos de que estamos equivocados: demostramos pereza, o mala actitud frente a lo que hacemos. Para progresar hay que incomodarse, hay que correr riesgos, salir de la zona cómoda, de la aparente seguridad de creer que, con acciones y labores que a veces no nos gustan, estamos garantizando nuestro futuro, ¿cuál futuro?, el futuro es hoy y la satisfacción la vivimos hoy o nunca vamos a estar satisfechos. No estamos acá para actividades laborales que garantizan nuestra supervivencia, estamos para vivir y ayudar a otros, estamos para cumplir una misión, para favorecer el desarrollo de esa semilla que nos fue implantada, hacerla florecer y expandirla para el bien de muchos. La semilla nos fue implantada con todas las condiciones necesarias para su desarrollo. Nos corresponde, cuidarla, abonarla y regarla; ese es nuestro proceso, nuestra labor y nuestro alegre, satisfactorio y pleno caminar en compañía de muchos, fortaleciendo la vida familiar y social, haciendo de nuestro entorno un ambiente proactivo y feliz. Nos encontramos con un agrónomo que estaba manejando un taxi y fácilmente percibimos, por la expresión corporal, su insatisfacción al realizar su labor, entramos en diálogo con él y nos contó que hace dos años terminó su carrera, por falta de experiencia laboral no encontró oportunidades, y no hubo más remedio que autoemplearse manejando un vehículo propiedad de un familiar, pero su incomodidad era notoria. Nos contó que no había nada que hacer; le hicimos algunas preguntas sobre las posibilidades de desarrollar sus habilidades, pero: ¿dónde, con quién, cómo? Eran sus respuestas condicionadas por un ego protector: nos contó acerca de un tío que tiene una parcela en Boyacá, pero que… él si me ha dicho que vaya, pero... las condiciones son muy precarias... Le comentamos al agrónomo que era mejor la satisfacción de realizar su vocación a pesar de las incomodidades o la incertidumbre por los resultados. Pero estaría en lo suyo, en lo que sabe hacer y hace mejor. Es más gratificante hacer lo que nos gusta que forzar una acción sólo por obtener resultados económicos. Un tiempo después nos enteramos que se había ido para donde su tío, no sólo le había ayudado a mejorar sus tierras, sino que ya estaba asesorando a otros vecinos. Arriesgó, rompió la incertidumbre, se olvidó de resultados inmediatos, aunque esto le trajera problemas económicos, sacrificó por un tiempo su familia, se atrevió y se lanzó, encontró el centro natural de su actividad y está feliz, no sólo haciendo lo que sabe, lo que le gusta, sino ayudando a muchos a resolver sus necesidades. Su familia ahora está satisfecha. Desarrolló su don y ahora sirve a otros. El dinero ya no es motivo de madrugadas, ausencia de familia y problemas con otros, es decir, el fin; el dinero ya no es su prioridad, ahora su prioridad es ayudar a otros, desarrollar su vocación y vive una vida próspera y feliz en compañía de su esposa y sus dos hijos. Esto es prosperidad: satisfacción permanente, ya que vivimos de acuerdo con las prioridades y desarrollando nuestro don a pesar de las circunstancias que se nos presenten por tiempo, dinero o por temor a salir de la zona de confort que aparentemente nos mantiene seguros. En una ocasión expusimos una charla acerca de cómo el trabajo debe ser una realización de nuestras habilidades, un proceso de disfrute y colaboración con el entorno y sus integrantes. Se nos acercó un colaborador a contarnos de su desdicha en el trabajo, no encuentra paz y alegría en su labor, se mantiene pendiente del reloj y muchas veces de mal humor frente a los demás. Estas son señales de que está en el lugar equivocado, así que charlamos con él y le preguntamos: si no tuvieras que trabajar, si el dinero no fuera un limitante, ¿a qué te dedicarías? —La música es mi pasión, tocar guitarra es lo que me llena. Le preguntamos, además: ¿podrías vivir tres meses sin trabajar? Nos contesta que sí. —Entonces, renuncia y dedícate a lo que te gusta. Lo pensó, sintió temor por una decisión tan radical, y ¿más adelante qué?, ¿cómo sufragaré los costos de mi manutención? En fin, una cantidad de dudas, ya que tendría que salir de la aparente comodidad que le brindaba su trabajo. Nos hizo caso y a los cuatro días lo visitamos, eran las diez de la mañana y estaba en pijama tocando guitarra. Se sorprendió al vernos y nos dijo que desde las siete de la mañana estaba tocando la guitarra y no sentía el paso del tiempo. Entendimos que no sentir el paso del tiempo es una señal de estar en la realización del don que le dio Dios, y ésta realización, se encargaría de proporcionarle los medios para subsistir. Nuestro amigo se dedicó de lleno a tocar su guitarra y vio que se sentía mejor y más tranquilo. Inició el proceso y su disfrute, lo importante era vivir, sentir que realizaba su sueño, ver como avanzaba en su arte, ver que la creatividad volvió a su vida, ver como el tiempo no era para él una tortura, sino un aliado para desarrollar su vocación. Pronto encontró otras personas con las mismas características y conformaron un grupo que realiza y hace lo que les gusta, allí cooperan por el bienestar del entorno y suplen sus necesidades. Muchas veces descubrimos que estamos realizando un trabajo que nos permite sobrevivir y nos da comodidad porque con él suplimos las necesidades básicas; nos damos cuenta que desarrollamos una rutina que, aparentemente nos protege, pero en realidad estamos en una rutina que opaca otras posibilidades y no nos deja avanzar. Esto sucede porque creemos que es mejor lo seguro que el pánico que provoca lo desconocido. Cabe preguntarnos: ¿elegí lo que hago, o soy esclavo de las circunstancias? Antonio es un hombre de 31 años, casado y tiene dos hijos; desarrolla labores de vigilancia en un edificio hace diez años. A diario se levanta a las 4 de la mañana, ayuda a las labores caseras y a las 5 de la mañana emprende su camino al centro de trabajo; llega con excelente actitud, saluda a sus compañeros, se cambia de indumentaria y empieza a laborar. A medida que avanza la mañana van apareciendo los residentes, a quienes saluda cordialmente; entabla relaciones muy positivas con todos. Parece estar satisfecho y contento con su trabajo, lo abordamos, charlamos con él y nos damos cuenta de su realidad, está conforme, al menos gana lo necesario para mantener a su familia pero no se siente satisfecho. Él hizo su bachillerato, es una persona educada, es amable, proactivo y muy dinámico. Le hacemos ver todas las cualidades y habilidades que tiene y le decimos: ¿por qué no monetizar mejor su capacidad? Entablamos un diálogo sobre lo que hace y podría hacer mejor para su bien y el bien de los demás, y nos dice: pero… es riesgoso retirarme, es peligroso quedarme sin trabajo. Le decimos que es más satisfactoria su realización, el desarrollo de sus habilidades, ver otras oportunidades que la rutina opaca. Él debe entender que, es más satisfactorio iniciar un proceso de expansión y desarrollo de sus cualidades para su propio bien, que seguir con el peso de estar en el lugar equivocado. Sorprendido de que viéramos en él valores que jamás había visto, comprendió que un emprendimiento no excluye su trabajo, por ahora, sería lo mejor para él. No había descubierto el don, la semilla implantada en él y que en su desarrollo encontraría cómo satisfacer sus necesidades sin tener que realizar un trabajo sólo por la paga. Y cuando en las personas surja la flor, mucho bien haría a los demás y muchas satisfacciones a su vida llegarán. Cuando vivimos nuestra misión no volvemos jamás a trabajar, porque nuestra vida se convierte en un hobby ya que hacemos lo que verdaderamente nos apasiona (Alarcón, 2006). Si asumes una actitud positiva acompañada de entusiasmo, alegría, energía en todo lo que haces, estarás creciendo. Si desarrollas tus dones, si realizas tu vocación, no estarás forzando nada, todo fluirá. De este modo, no estarás trabajando, sino desarrollando tus habilidades, aprovechando el momento y espacio para tu siembra; realizando acciones e iniciativas, creando las situaciones necesarias hasta encontrar el campo propicio para plantar tu semilla; esa semilla que tú tienes y que te hace único y portador de ella para compartirla con los demás. Esta es la misión, el propósito por el cual estás en la vida, es el camino y por ende es la libertad. Si tienes un propósito claro y definido, y este propósito “te paga”, no estarás trabajando. NIVEL Y ESTILO DE VIDA “Haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad” —Antoine de Saint-Exupery No debemos simplemente sobrevivir o sólo hacer lo que hacen las plantas y los animales, que nacen, crecen, se reproducen y mueren, porque la diferencia es que nosotros somos conscientes de que estas funciones naturales las podemos aprovechar al máximo para vivir muy bien y para construir el estilo de vida que siempre hemos anhelado. Un estilo de vida… es la manera de disfrutar el presente con libertad, tranquilidad, liviandad y alegría; es tener una idea clara de lo que hacemos y para qué, es decir, saber exactamente qué estamos construyendo, qué proceso estamos desarrollando y no depender de influencias externas. Es vivir el aquí y el ahora con intensidad. Para tener el estilo de vida deseado es importante apoyarnos de un propósito —un por qué, un para qué— que nos estimule, que nos mueva, que nos invite a actuar con sentido y haga nuestra vida alegre y liviana. Que nos inspire a manejar nuestro comportamiento de acuerdo con las prioridades, y estar presentes y desarrollar lo que realmente tenemos que hacer, por nuestro bien y el de los demás. Estilo de vida es tener control sobre nuestras entradas y salidas de dinero, para que no sean las fuerzas externas las que motiven nuestra conducta, sino que nosotros tengamos el control sobre todo; que no sea el temor, sino la alegría y satisfacción en el desarrollo de un proceso lo que nos mueva. Es tener el control, sobre nuestras finanzas, para que no sea el dinero, o la falta de él, lo que mueva nuestros pensamientos (ego), sentimientos y acciones; se trata de no pretender mantener un nivel de vida que no sea acorde con nuestras posibilidades económicas. Para ello es recomendable elaborar un presupuesto, para no estar acosados, temerosos y pensando cómo cubrimos allá o acá, para no estar tapando huecos y destapando otros. Es esencial dejar de vivir por agradar o buscar aprobación de otros, sacrificando nuestra libertad, es decir, no vivir de apariencias sino desde nuestra realidad. Estilo de vida es vivir la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento; es tener el foco en lo que queremos, hacia dónde nos dirigimos; es desarrollar las metas que nos hemos propuesto hacia el logro de nuestros sueños, recubiertos de energía, claridad y alegría; es marchar sobre el propósito y el objetivo. Es tener dominio sobre el entorno en el cual nos movemos; es tener relaciones proactivas y en sinergia. Es lograr que nuestras acciones no sean motivadas por procesos meramente laborales, sino por nuestra visión y misión, con el fin de que cuando despertemos nuestro primer pensamiento, no sea cómo cumpliremos compromisos, sino de agradecimiento y satisfacción por la nueva oportunidad que nos brinda la vida. Estilo de vida es ir construyendo, es vivir de acuerdo a nuestra situación económica, es poder valernos del tiempo como aliado, es mantener todos nuestros compromisos al día, es hacer lo que nos inspira nuestra clara intuición. Es mantener relaciones saludables, proactivas y armoniosas; es hacer lo que nos apasiona, y salir de nuestra zona de comodidad para entrar en la zona de pánico que nos lleva a actuar para cumplir nuestras metas, no las que nos impone la sociedad de consumo. Es sentir que el trabajo ya no nos talla, que estamos a nuestra medida, que estamos creciendo y ayudando a otros a descubrir su propio estilo de vida. Estilo de vida es hacer un alto, cada que lo necesitamos, para sentir la armonía y el reposo interior y así poder programar nuestra cotidianidad, no sólo de acuerdo con las necesidades sino a lo que realmente queremos, nos apasiona y merecemos. Es prosperidad, entendida como un estado de armonía interior, donde la paz y el reposo, sean el fundamento para la cotidianidad. Es ver como el proceso que desarrollamos está marcado por una fuerte energía, alegría y actitud frente a lo que tenemos que hacer. Es compartir sin dependencia, es dar sin esperar nada; es saber recibir para valorar al otro y permitir el desarrollo de su don. Es entender que si encontramos a otro, es porque no estamos solos y con libertad podemos compartir. Estilo de vida es tener el control y la responsabilidad sobre todo lo que nos corresponde, es aceptar, no eludir, no huir, ni culpar a nadie de nada; es evitar la queja y asumir con gallardía la existencia. Es conocer nuestro don y desarrollarlo, es expandir nuestras habilidades, es saber para dónde vamos y por qué hacemos lo que hacemos. Es alinear nuestros valores con la acción, es levantarnos con alegría y entusiasmo ya que nuestra razón es clara y nos estimula. Estilo de vida es estar tranquilos, libres, no conformes con lo que somos y tenemos, es aplicar la ley de la abundancia, “disfrutar plenamente lo que tenemos”. Es reposo, es alegría, es vivir hoy y planear el mañana. Es compartir con otros con la plena certeza de que estamos bien, y que el único lazo que nos une al otro es el lazo del amor, de la amistad, de la satisfacción de compartir, de realizar procesos comunes y no dañinas dependencias, ni de forzadas apariencias. Nivel de vida, en cambio, es acoso, lucha por supervivir, es entretenernos más en las dificultades que en las soluciones, vivir buscando cómo cubrir compromisos. Es la dependencia dañina de otros, es no tener claridad sobre nuestras finanzas; es no tener control sobre nuestra vida; es sentir que el tiempo no es nuestro aliado, sino nuestro enemigo, porque nos acosa y nos está recordando compromisos que se nos salieron de las manos. Nivel de vida es pretender o realizar acciones por agradar a otros, por buscar estar bien con los demás; es vivir de apariencias sacrificando nuestra esencia, nuestra libertad; es vivir del entorno, y es fundamentar nuestra vida en las aficiones de los demás. Un amigo iba a recibir una visita que pasaría la noche en su casa, personas muy importantes para él, por esta razón consideró que los muebles de su sala estaban obsoletos y habría que conseguir otros mejores, porque, ¿qué dirían sus amigos? Su situación económica no le permitía realizar el cambio de muebles, pero él pensaba que había que hacerlo, porque importaban mucho sus amigos y no quería darles una mala impresión, así que buscó nuevos muebles y se endeudó bastante para adquirirlos. Su compra repentina fue por complacer a otros; él y su familia vivían bien, tranquilos y cómodos con sus muebles, pero trasladó sus prioridades a los amigos a pesar de la dificultad que esto traería. Lo que le pasó al amigo es acoso, búsqueda de nivel de vida así genere apuros económicos; es un afán desmedido por lograr la aprobación de quienes no hacen parte constante de su vida. No debemos ser manipulados ni manipular a nadie, desarrollar nuestra libertad, movernos en nuestro camino, nuestra vocación fuente de satisfacción y reposo interior. No negociar, ni permitir que nadie controle el comportamiento. Nos preguntamos y movemos sin máscaras, auténticos y seguros para poder interactuar mejor, servir con alegría porque damos lo que tenemos. Esto es estilo de vida. La vida adquiere sentido cuando descubrimos nuestro propósito y luchamos por él; cuando somos capaces de arriesgarnos a ir en contra de la marea para llegar al puerto que deseamos, y cuando nos cubrimos de libertad y hacemos y disfrutamos lo que nos llena de alegría. Empieza a vivir con energía desbordante y entusiasmo ilimitado. Ve salir el sol. Baila bajo una ducha de lluvia. Sé la persona que sueñas ser. Haz las cosas que siempre has querido hacer pero no hacías porque creías que eras demasiado joven o demasiado viejo, demasiado rico o demasiado pobre. Prepárate a vivir una vida de verdad, plena e intensa. En oriente dicen que la suerte favorece a las mentes preparadas. Yo creo que la vida también favorece a la mente preparada (Sharma, 2005, p. 116). El propósito tiene que ver con qué hacemos mejor que las demás personas y a quién favorecemos. Él tiene que ver con esa satisfacción interior de paz y alegría que parece decirnos “esa es”, estás en lo correcto, estás en el camino, es lo tuyo, disfrútalo y expándelo, y así lograrás estar en el real estilo de vida que mereces. Estilo de vida no es el que necesitamos sino el que merecemos y por el que alegremente trabajamos. Si tenemos claras nuestras habilidades y nos esforzamos en su desarrollo, lograremos el estilo de vida que merecemos, recordemos que no es del trabajo de donde surge la paga, es del desarrollo de nuestro propósito de vida. Las personas que han obtenido logros en su bien y el de otros, no claudicaron en el proceso inicial de desarrollo de su propósito y hoy disfrutan del estilo de vida que merecen. Si tienes claro tu propósito y lo desarrollas, este proceso agradecido irá supliendo tus necesidades hasta llevarte a la libertad y liviandad de tu vida. Es muy importante que no dejes pasar tu vida, “sin pena ni gloria”, es fundamental que apagues el piloto automático que te está llevando sin rumbo y te hagas protagonista y seas el responsable de conducir tu vida y la realización de todos tus sueños. PRIORIDADES “En la vida nadie está demasiado ocupado todo es cuestión de prioridades” Partir de las prioridades nos ayuda a planear nuestra cotidianidad y nos brinda libertad, porque cuando sabemos lo que tenemos que hacer dinamizamos nuestros esfuerzos y con ellos logramos excelentes resultados. Ante tantas actividades que realizamos a diario, identificar las prioridades centran nuestra atención y esto nos evita la dañina dispersión, la postergación y el azar. Las prioridades tienen que ver con lo que hacemos cada día, y es bueno evaluar si ellas son por rutina, por necesidad, por mantener un nivel social, para buscar la felicidad y fortalecer las habilidades, para nuestro bien y el de los demás o realmente para desarrollar nuestro don y cumplir nuestro propósito de vida. Es importante saber cuáles son las cosas que queremos y nos convienen, saber qué deseamos y qué es importante para nosotros. Si alguna incomodidad nos presiona, es una buena señal de que estamos actuando en contra de nuestros criterios, que no estamos desarrollando nuestras habilidades, que no estamos actuando de acuerdo con lo que sabemos hacer y hacemos bien. Muchas veces pensamos estar bien y estamos mentalmente alineados con lo que es, pero el comportamiento muestra lo contrario, ya que resultamos actuando por temor; por buscar aprobación; por no molestar a otros, o por evitar problemas, en fin, por muchas causas y algunas veces, nos desviamos de las prioridades, de lo que realmente importa; en otras palabras, nos acomodamos y perdemos nuestra identidad y elegimos actuar por las influencias externas, y no por lo que realmente nos conviene. Por no tener claras las prioridades elegimos en función de lo fácil, de lo que nos mantenga, aparentemente seguros, y nos enganchamos al logro de lo rápido, olvidando lo esencial. Si tenemos claras nuestras prioridades, todo irá por un camino seguro y evitaremos frustraciones. Es conveniente señalar con claridad cuáles son, por ejemplo: Dios, pareja, hijos, labores y otros, así delineadas, entendemos qué tenemos que escoger y cuáles aspectos requieren ocupación. Es maravilloso poder elegir estar centrados en el ahora, en lo que es esencial para nosotros, porque con libertad podemos hacer el plan de acción de acuerdo con nuestro propósito de vida. Tener prioridades nos ayuda a organizar bien nuestro tiempo y las acciones que realizamos en él, nos permite planear de acuerdo a la libertad que es una permanente elección. Dios es la primera prioridad porque orienta nuestra vida. En segundo lugar, está la pareja, que nos ayuda a mejorar nuestro proyecto de vida, al ser un complemento y una compañía en los procesos que vivimos. La tercera prioridad son nuestros hijos, a quienes debemos rodear, proveer, dedicarles tiempo de calidad, además de hacer lo necesario para que ellos sientan que son importantes para nosotros. El trabajo es una prioridad para resolver nuestras necesidades básicas, pero él debe favorecer el desarrollo de nuestras habilidades y resolver nuestras necesidades, pero no convertirse en un fin último, porque la vida es mucho más que lo laboral. Por eso es tan importante tener claras las prioridades y los objetivos, y de acuerdo a ellos planear nuestros actos y actividades, para sentirnos tranquilos y seguros. Las prioridades y actividades a realizar serán el mapa que nos conduce con libertad y paz. Sentimos alegría y satisfacción al saber que tenemos el control sobre lo que pensamos, decimos y hacemos para hallar coherencia en nuestra vida. Vivir de acuerdo con nuestras prioridades genera un entorno seguro, alegre y libre. Es como si la vida nos premiara por actuar conforme a nuestras prioridades, porque, de este modo, las dificultades se minimizan y las enfocamos con más claridad. Nuestra visión, debe estar a futuro, lograr que lo que hacemos hoy afecte positivamente nuestro mañana. Observar qué actividades podemos delegar, actividades que rutinariamente nos mantienen ocupados, pero desenfocados de lo que realmente importa, la planeación es relevante para ello, de acuerdo a las prioridades. Algunas veces hemos escuchado la historia de un hombre que trabajaba en una empresa y ganaba bien, lo apreciaban y está bien rodeado; sin embargo, su actitud no era la mejor, se le notaba incómodo. Entraba y salía puntualmente, pero siempre estaba pendiente del reloj. Lo observamos en una actividad que realizaba los fines de semana en su comunidad, donde no le exigían nada, es más, donde no le pagaban, y ahí el tiempo no fue un problema, ahí su actitud fue diferente, reflejaba alegría, entusiasmo y cooperación. Esto nos demuestra que no es el dinero, que no es el tiempo lo que nos limita, sino la evasión de nuestro centro, eludir lo que nos gusta hacer o realizar, lo que le da sentido a nuestra vida. La libertad es una permanente elección, por ejemplo, se me presenta la oportunidad de irme a un lugar de esparcimiento, o a la Iglesia, naturalmente y gracias a Dios tengo la libertad de escoger; así que decidí ir a la Iglesia. Esta escogencia, de por sí, causa alegría y satisfacción y la renuncia a la otra oportunidad no produce ningún malestar. Juan tiene un dinero programado para pagar sus cuotas de mantenimiento y se presentan sus hijos solicitando dinero para ir al cine. Incómodo, Juan tiene que elegir entre su planeación y la inquietud de sus hijos. Como tiene prioridades (libertad), les dice que no. A pesar de la molestia de ellos, Juan tuvo libertad para elegir. Por lo tanto, las prioridades nos evitan actuar al azar porque tomamos decisiones según un plan organizado. Si se presentan urgencias es porque no hemos planeado sobre prioridades —éstas permiten organizar actividades que no produzcan malestar— porque si organizamos actividades fundamentados en lo importante, en lo prioritario tendremos libertad y satisfacción. TIEMPO “Si vas de prisa el tiempo volará ante ti, como una mariposilla esquiva. Si vas despacio, el tiempo irá detrás de ti, como un buey manso” —Juan Ramón Jiménez El tiempo en sí mismo no es oro, oro es lo que hacemos en él y cómo lo usamos. Él es un aliado para lograr lo que deseamos y lo que hemos planeado. Así pues, es importante asignar un tiempo para cada actividad. Si tenemos claros y definidos nuestros objetivos, el tiempo es el recurso más valioso que tenemos y el mejor aliado para desarrollarlos. El tiempo es el mismo para todos, se da por igual. Lo que debemos hacer es organizar nuestras tareas de tal modo que él no sea motivo de conflicto para nosotros. Si te quejas por falta de tiempo estás planeando sin prioridades. Cuando no planeamos y vivimos al azar resolviendo urgencias, cuando no sabemos hacia dónde vamos, cuando no tenemos definidas las acciones de acuerdo con un proyecto preestablecido, nos perdemos y el tiempo pasa, se nos va como el agua entre los dedos. Por lo tanto, es pertinente fijar las metas a corto, mediano y largo plazo para establecer una ruta, un sentido a nuestra vida, así, sabemos porque hacemos lo que hacemos y definimos nuestro norte, para movernos y actuar de acuerdo con nuestras decisiones, en relación con lo que queremos y no motivados por las circunstancias o por los demás. Lo primero es establecer con claridad cuáles son nuestras prioridades, partiendo de esto fijamos nuestros objetivos y con estos elaboramos nuestro plan de acción, teniendo en cuenta: el tiempo, el cómo, con quién y las diferentes estrategias a realizar. Para la fijación de los objetivos es muy importante pensar en aquello que nos gusta, que nos apasiona, preguntarse: ¿si no tuviese dificultades económicas que haría?, ¿en qué emplearía el tiempo? Es decir, desarrollar la vocación, la eficiencia y eficacia en el buen manejo del tiempo. Tenemos que planear mejor y con excelente calidad, usar el principio 20/80: en el veinte por ciento de nuestro tiempo obtener el ochenta por ciento de resultados. ¿Se controla el tiempo? No, se controlan las actividades que realicemos en el tiempo. La planeación ahorra tiempo y da resultados. Realizar tareas nobles, que son aquellas que, con menor esfuerzo, producen mejores resultados. Debemos concentrarnos más en las oportunidades que en los problemas, más en generar soluciones que en las dificultades. Sólo tenemos este presente para resolver situaciones del pasado inconclusas, o tomar los correctivos para que acciones anteriores, que nos produjeron problemas, y que no se vuelvan a repetir y para planear sobre nuestro futuro, fijar las metas, disponernos a las acciones que tenemos que desarrollar. No nos podemos quedar en el pasado, ni debemos temer al futuro, esto es acumulación de tiempo psicológico, es una carga que debemos soltar, de lo contrario, andaremos muy pesados y con dificultades para vivir alegremente nuestro presente. Tenemos que soltar, perdonar y perdonarnos, así encontramos liviandad y claridad para planear el futuro y hacerlo realidad. Muchas personas dicen no tener tiempo, pero no es el tiempo sino las decisiones que se toman en el uso de él, porque él es único e igual para todos, de ahí la importancia de los objetivos del proyecto a realizar. Fijamos fecha por medida, por control, pero el propósito que tenemos no caduca en el tiempo, es un proceso que cada día desarrollamos. Nuestro propósito en la vida no depende del tiempo, lo que sí tiene tiempo son las acciones que realizamos en el proceso y desarrollo de nuestro propósito. Buscamos con acciones inteligentes nuestra libertad financiera, y así vivir mejor el proceso de nuestro propósito. Algunas personas ya lo tienen definido; cada día saben que su tiempo está claro, empleados laboran ocho horas, otros tienen libertad para manejarlo, pero sólo cuentan con este presente donde se debe dar lo mejor de sí, planeando y organizando sus actividades para que el tiempo sea su aliado y no su tortura. El tiempo se nos da a todos por igual y somos nosotros los que decidimos como usarlo. Él está ahí, ni se atrasa ni se adelanta, simplemente continúa, y es el mismo para pobres y ricos. Lo que se puede adelantar o atrasar es nuestro proceso de acuerdo a las acciones que desarrollamos. El control del tiempo lo manejamos nosotros si determinamos y planeamos con claridad las prioridades y su desarrollo. Es importante que en el presente organicemos las actividades a realizar y busquemos las estrategias que usaremos para el logro, y fijando fecha, nos lancemos a disfrutar el proceso. Si mañana tenemos que suplir una necesidad económica, sólo disponemos de este presente para definir qué hacer, para buscar soluciones ya, de lo contrario el tiempo que sigue se lleva esta situación y ahí se convierte en tortura, y una situación que no abordamos en el único tiempo que tenemos, se convierte en un problema. Si lo importante lo dejamos al azar se convierte en urgente, de tal manera que el único tiempo que tenemos es este presente, recurso maravilloso para hacer nuestra vida liviana si lo aprovechamos, si fijamos fecha y horario a nuestros planes y actividades. Si este momento no es feliz, algo lo opaca, y sobre este algo hay que trabajar ya. “No es la longitud de la vida lo que importa, sino su profundidad. No se trata de prolongarla, sino de vivirla más allá del tiempo y esto no lo conseguiremos más que viviendo para el bien” —Ralph Waldo Emerson VOCACIÓN Y REALIZACIÓN "En la vida existe un valor que permanece muchas veces invisible para los demás, pero que el hombre escucha en lo hondo de su alma: es la fidelidad o traición a lo que sentimos como un destino o una vocación a cumplir" —Ernesto Sabato Saber hacia dónde vamos nos permite disfrutar de un proceso feliz, alegre y liviano para nuestro bien. Siempre existe dentro de nosotros una inquietud, una vocecilla interior, una intuición que nos invita a hacer algo que nos llena, que nos sugiere mejorar nuestra calidad de vida y construir la que soñamos, la que merecemos, la que anhelamos encontrar, vocación que nos produce satisfacción, alegría y liviandad. Descubrir nuestra vocación es encontrar aquel don del cual fuimos dotados para nuestro bien y el de los demás. Todos los seres humanos estamos hechos para la realización completa. Para la felicidad. Somos felices cuando descubrimos para qué fuimos llamados y logramos enmarcar nuestra vida en ello. Cuando hacemos de nuestra misión un estilo de vida somos superiores (Alarcón, 2006). Cada persona es única y lleva en sí una semilla que debe germinar y desarrollarse para que dé fruto en bien de los otros porque no vinimos al mundo por motivos laborales, estamos para cumplir una misión y nuestra vida cobra sentido cuando la descubrimos y cuando esto sucede y entramos en acción, nuestra realización es agradable, satisfactoria y plena. En la vida no es hacer lo que nos toque, uno realiza aquello para lo que somos buenos y que hacemos mejor que los demás, porque hemos descubierto nuestras habilidades y fortalezas, nuestra vocación. El desarrollar nuestra vocación es sentirnos bien, contentos y satisfechos de lo que hacemos sin pensar en resultados ni recompensas, es desarrollar el don y este proceso es la mejor paga. La satisfacción y alegría que nos embarga después de realizar una actividad desde nuestro ser, es la mejor señal de que estamos haciendo aquello para lo cual nacimos; si notamos que el tiempo se diluye sin que nos afecte, que pasa y ni cuenta nos damos, es señal de auténtica realización. Si sentimos el aprecio de los demás, quienes disfrutan de nuestra compañía y aún más, nos buscan, es señal inequívoca de nuestra realización. Cuán gratificante, es hacer aquello hacia lo que nos sentimos inclinados, hacer aquello que realmente nos gusta y enriquece y que puede enriquecer a muchos. Nos convertimos en lo que deseamos ser cuando desarrollamos nuestro don, esa habilidad que nos ha dado Dios. Para construir nuestra vida con acciones alegres y creativas, es decir, como protagonistas y no como víctimas, nos tenemos que apartar de la razón y dar rienda suelta a nuestra intuición, debemos accionar sobre aquello que creemos que es lo mejor para nosotros y para otros sin manipulación, ni cálculos egoístas. Se dice que quien hace lo que le gusta, lo que le apasiona, nunca tendrá que trabajar y esto es cierto, porque si hacemos lo que deseamos desde lo profundo de nuestro corazón, sentimos alegría, todo nos sale bien, la vida está en su real sentido; nos escapamos del ego, de sus afanes por supervivir, por obtener resultados y de sus temores paralizantes. El enemigo de nuestra realización es la inmediatez, la inseguridad y el deseo de lograr resultados, de esta manera no hay claridad sobre la vocación y entramos en el afán del día a día. Actuamos por temor y planeamos con base en la incertidumbre. Es muy importante visualizar nuestro futuro de acuerdo a nuestra vocación; pensar cómo queremos que sea nuestra vida de acuerdo con lo que nos apasiona y queremos realizar. Para realmente hacer lo que nos gusta y estar en el camino de nuestra realización, tenemos que sacrificar muchas cosas que nos mantienen dentro de la zona de confort, la conformidad, el temor al futuro, o correr riesgos a pagar precios. La libertad es una constante marcha. Tenemos que desacomodarnos, entrar en la incertidumbre, nos tenemos que lanzar por el camino que nos señala la conciencia, así sea este incierto, pero más allá de la barrera y pantalla del temor encontraremos muchas satisfacciones, así que simplemente marchamos, remamos, aunque todavía no veamos el faro, la luz que nos indica el final. Para encontrar nuestra vocación es necesario hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué sé hacer? ¿Qué hago mejor que los demás y qué necesidades de otros puedo suplir? La respuesta a estas preguntas nos impulsará a la acción, a una acción energizada porque hacemos lo que sabemos, lo que nos gusta, lo que nos afirma, lo que nos traerá alegría y satisfacción desarrollando nuestro don. Encuentra tu Don, desarróllalo por tu bien y el de los demás, ocúpate de lo tuyo, de lo que te gusta, de lo que sabes hacer y de lo que puedes aprender. CONTROL DEL EGO “El ego puede ser nuestro aliado o nuestro enemigo” En nuestra vida siempre queremos hacer cosas distintas para salir de lo rutinario, pero hay temor, duda, excusas y no queremos dar el paso; casi siempre se presenta una fuerte presión del ego para que esto no se haga y pensamos: las cosas no saldrán bien, no hay tiempo, no hay dinero. Una cantidad de aseveraciones negativas y acomodadas nos impiden dar el paso. El ego (mente), es el falso yo, que cree protegernos de lo desconocido, el ego aprendió patrones de protección para no arriesgar, para no hacer cosas que no conoce. Él le teme a las críticas, le teme a que las cosas no salgan bien, teme al fracaso porque su identidad está fundamentada en su imagen y en lo que los demás piensan; así desarrolla su acción: en forma de protección, nuestro parloteo mental ahoga la voz interior, y no nos permite el desarrollo normal de la intuición. El ego es un instrumento maravilloso para ayudar al desarrollo de nuestra cotidianidad, lo grave es cuando se convierte en conductor automático, porque se guía por lo que aprendió responde a los paradigmas. Si no observamos todos los aprendizajes, continuarán desarrollando el ego en la edad adulta y esto es fatal para tu libertad. Estos temores no observados y analizados, continuarán manejando nuestra conducta frente a los demás, en acciones como complacer, agradar, no saber decir no, etc., a costa de nuestra dignidad. El ego propone alocadamente y nos quiere llevar a improvisadas y no planeadas actividades inmediatas, a emociones efímeras, pero que, a veces, no aportan a nuestra verdadera libertad, al contrario, nos van a producir malestar. Hay que observar lo que pensamos, decimos y hacemos o el ego nos inclina y nos mueve hacia donde quiere si no lo observamos y cambiamos nuestra forma de pensar. El ego no hace preguntas porque cree que todo lo sabe, por tanto, genera respuestas o afirmaciones equivocadas, sólo le interesa ser escuchado y conoce poco las necesidades de los demás. Cuando hablamos con alguien es necesario escuchar, interpretar y comprender sus gestos y actitudes, pero si estamos sólo en posición de ego, a la defensiva, habrá choques y conflictos; Lo mejor es el complemento, incluso cuando nuestro ego cree tener la razón. El ego distorsiona la realidad, ya que la quiere asimilar, pero a su manera, según sus aprendizajes y patrones condicionados; la percibe de la manera que le conviene, no como es, de ahí que nuestra reacción frente a cualquier suceso también está marcada por el ego que desarrollamos, porque fortalecemos su desarrollo si nos dejamos guiar por él. La vida egoísta se ve separada de otras vidas, desarrollamos una actividad de posesión y el vocablo que más usa el ego es mi… mi casa, mi trabajo, mi dinero, mis hijos, mi esposa etc., así se siente diferente y posesivo y crea cuerpos de dolor y de confusión. El ego ve al otro como una amenaza, como su enemigo, como alguien que trata de invadir su terreno y así nos hace perder muchas de las cosas buenas que tienen los demás. Él siempre está a la defensiva, juzgando y resistiendo, sólo piensa que el otro quiere dañarlo. El ego separa, divide, se cree exclusivo, se quiere hacer notar, expande una energía negativa en pro de la supervivencia nacida del instinto de conservación y se apodera de la mente, la dirige y ahí surge la disfunción. Se disfraza de muchas máscaras para lograr aceptación y cuando toma el control empezamos a tener problemas. El ego es un campo energético formado por muchas circunstancias desde nuestra niñez, aprende roles, diseña máscaras de acuerdo con la necesidad y en la edad adulta las redescubre y aprovecha. Lo importante es aprender a reconocer estas máscaras y ver cuando están usurpando nuestra verdadera personalidad para tomar nosotros el control. El ego es la voz consciente, lo natural, lo que hay que hacer para supervivir, pero esta voz, ¿a dónde te conduce? Y esta la voz de tu verdadero ser, la intuición, aquella que te invita a ser feliz, a hacer lo que te gusta, voz a la que no le interesa la supervivencia sino la vida, voz que te señala que no eres separado, que estas unido a todos y a todo. Si te identificas con el ego, si sigues su voz, crearás cuerpos de dolor y sufrimiento, porque la voz del ego siempre te llevará a conflictos y dramas. Ahora, si encuentras otros egos, en la misma circunstancia de negatividad, peligro y temor, se alinean, se congratulan, y no hacen nada. En las relaciones con los demás sí que es importante cuidarse del ego y sus prejuicios, porque no somos seres separados. Al ego le encanta la separación, de manera que no abordemos a las personas desde nuestro ego separatista, condicionado y temeroso, sino desde la libertad de nuestro ser, desde nuestra intuición y percepción natural y divina. Contra el ego no podemos luchar, sólo reconocerlo, saber que está ahí para causarnos sufrimiento y dolor, pero si lo observamos y somos conscientes de él lo debilitamos. Tomar conciencia de lo que pensamos, sobre todo de pensamientos repetitivos, nos sirve para no caer en las garras de él, que se fortalece en el apego, en la posesión y en la repetición, en la queja y la búsqueda de culpables. Tenemos que observar lo que pensamos y cómo reaccionamos frente a los requerimientos de otros, no aferrarnos a nuestra verdad, sino a la verdad objetiva, a lo que es, y plantearlo sin juicios ni resistencias. Un ejemplo acerca de esto: en un restaurante podríamos simplemente decir, por favor me trae un poco de azúcar, desde el ego sería, mire no se da cuenta que esto no tiene azúcar, qué le pasa. Para qué crear este drama, si con una sugerencia se arregla todo. El ego es el mayor obstáculo para lograr el estado de paz y reposo interior porque quiere exteriorizarse, ser admirado y recrear historias sobre la imagen fantasiosa que construye para impresionar a los demás, para lograr su aprobación creando así un estado de culpa por no saber decir no, cuando toca; se deja manipular y se comporta no de acuerdo a lo que quiere, sino al gusto y favorecimiento de los demás. Otros le dicen qué es bueno y qué es malo, no decide por sí mismo, sino por el temor a crear conflictos, a que los demás se disgusten, es manipulado. Se fija más en los demás que en sí mismo, renunciando a sus acuerdos, a lo que piensa. El ego no controla lo que piensa, sino que trata de controlar el pensamiento de otros y esto es lo más estresante que se puede dar, actuar por estar bien con otros y no bien con uno mismo. LA RECONCILIACIÓN “Una palabra, una idea, pueden ser la mayor contribución personal que haces a tu vida, a tu libertad” Es fundamental aceptar y realizar cada día un acto de reconciliación con nosotros mismos, con los demás y con Dios; la reconciliación es un acto de solidaridad, es un momento para aceptar lo que sucedió con gratitud y sentir la alegría de la paz interior. Si nos aconteció algo bueno somos los únicos responsables, pero si fue algo malo, también; así que en ambos casos aceptamos, si es necesario perdonamos, porque es lo más importante para el bien del estado de satisfacción interior. El prefijo RE: hace relación a “hacia atrás”. El sufijo: CION: hace relación a “acción y efecto”. Y la acción reconciliación hace mención de dejar atrás, curar y reiniciar limpiamente del pasado. Somos víctimas o nos comportamos como tales cuando aceptamos una situación, una relación, o un trabajo a medias, porque toca, creemos que es parte de la supervivencia y esto crea las falsas relaciones, el malestar personal, y es aquí donde entra a jugar una parte muy importante: la reconciliación con nosotros mismos, tomando decisiones, que no solamente nos liberan, sino que liberan a otros. O dejamos o asumimos las relaciones, pero tratemos de no estar en una relación o situación a medias, si asumimos lo hacemos con toda la actitud posible y dispuestos a afrontar todas las consecuencias a las que este asumir conlleva. ¿Qué se deja atrás?: un resentimiento, una discusión, una pelea, un mal entendido, una ofensa, etc., que se generaron por no controlar las emociones, ya que naturalmente se producen en nosotros emociones como ira, miedo, culpa, temor u otras que si no las observamos nos ponen en difíciles situaciones personales y con los otros; nos llevan a cometer errores. Todos tenemos un pasado que debemos curar, en él hay fallas, pifias, irresponsabilidades, decisiones pobres, acusaciones y acciones de las cuales no nos sentimos orgullosos porque fueron momentos que trajeron tristeza a otras personas, sobre todo a nosotros mismos. Cuando enfrentamos el pasado, no es suficiente la negación, se requiere una sincera reconciliación: perdón profundo y verdadero cambio de actitud. Todos debemos mirar el equipaje que hemos estado cargando, la manera como hemos manejado las situaciones que no resultaron ser las mejores, y las personas que en nuestra vida continuamente nos señalan como perdonar. El pasado pesa sobre nosotros y nos impide estar atentos al presente (Sica, 2006). El perdón es el perfume que exhala la rosa cuando la pisoteamos, además es liberación, es valor, es un reflejo del amor que tenemos por nosotros mismos y del valor que otorgamos a los demás. Aunque los errores son fundamentales en el aprendizaje emocional, lo negativo sucede cuando provienen del poco control sobre las emociones y de la incapacidad de perdonarnos a nosotros mismos y a los demás, fortaleciendo preocupaciones en lugar de ocuparnos en la acción de perdonar. Todos sabemos lo importante que es dejar atrás los hechos penosos de nuestras vidas: una mala relación, un trabajo extenuante… Pero renunciar a este tipo de cosas resulta a menudo imposible si antes no abandonamos la idea de nuestra propia existencia que va ligada a ellas (Day, 2007, p. 65). El perdón, es la capacidad de olvidar y al mismo tiempo de bendecir a quien lo otorgamos; es un acto de nobleza, pero sobre todo de liviandad personal, quien nos ha perdonado todo y continúa perdonándonos, nos pide perdonar setenta veces siete, es la ley de la libertad. El perdón se tiene que convertir en una bendición para quien creemos que nos ha ofendido, y también en libertad para nosotros. Recuerda que Jesús muriendo y aún sufriendo lanzó la expresión “Padre perdónalos…” Cada vez que rechazamos perdonar a alguien o a nosotros mismos, lo que realmente nos estamos diciendo es: “En lugar de hacer algo para crecer y enriquecerme, prefiero vivir en el pasado y culpar a alguien o culparme a mí mismo por esto o por aquello”. “Prefiero mantener toda esta basura dentro de mí, aunque se pudra y huela mal”. Cuando decidimos no perdonarnos a nosotros mismos estamos eligiendo permanecer en la culpabilidad y en consecuencia introduciendo angustias “extras” en nuestra mente. De ahí la necesidad de perdonar a los demás, pero comenzando por nosotros mismos (Pineda, 2014, p. 122). La verdadera liviandad en la vida se fundamenta en el vacío interior que propiciamos con nuestro perdón y bendición, cuando soltamos todo aquello negativo que sentimos por otros y los bendecimos. Vivir en resistencia y juicios nos mantiene en constante queja, queja en el sentido de tratar de encontrar culpables de todo lo que nos pasa, cuando tenemos que ser conscientes de que somos los únicos responsables de lo que nos sucede. Aceptamos a alguien en nuestra vida que posiblemente nos daña, nos causa molestias e insatisfacción, pero mantenemos la relación en resistencia y permanentes juicios, cuando deberíamos asumirla como es, aceptarla, bendecirla y sobre todo, buscar en ella las cosas buenas, las habilidades que tiene. Aquí nos referimos a la convivencia con familiares y amigos con quienes tenemos que estar en permanente contacto. Para que estas relaciones no estén en el campo de la hipocresía y la apariencia, sino de la aceptación total y de la verdad, tenemos que aceptar las situaciones y personas como son. No somos seres separados porque vivir en comunidad es fundamental. Necesitamos disculpar y perdonar ciertas actitudes y comportamientos del otro para lograr el estado de paz y reposo interior. La herida pasada puede crear sentimientos de amargura, resentimiento, rabia y venganza. Nunca ayuda aferrarse a esos recuerdos penosos o permitir que ellos sean fantasmas en tu vida, atormentándote de vez en cuando. Si continúas dejando que estas emociones sean arrojadas sobre tu espalda y no haces nada, serás enterrado en lo profundo del pozo. Se constituirán muros a tu alrededor, dejando fuera a las personas y haciendo que sólo experimentes penas y soledad (Sica, 2006, p. 128). Si buscas libertad, tienes que cuidar tu espacio interior, tus pensamientos frente a ti mismo, lo más importante no es lo que nos dicen, sino lo que nos decimos. LA LIBERTAD “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida” —Miguel de Cervantes El mayor anhelo de todos es ser libres, es decir, vivir sin ataduras, sin miedos y hacer lo que nos gusta, disfrutarlo y aprovechar la oportunidad para ser mejores e impactar a otros. Son diversos los caminos que nos ofrece la vida, son muchas las oportunidades que a diario se nos presentan, pero es nuestra obligación seleccionar lo que más nos convenga, pero no por influencias de otros, sino a partir de nosotros mismos que debemos escoger lo que nos hace bien. La libertad es una constante elección, es sentir que lo que hacemos nos llena, nos realiza y nos ayuda a vivir la vida como debe ser, como creemos que la merecemos y sobre todo, sentir que estamos ayudando a otros a vivir igual. Creo que la libertad nos fue destinada para cumplir una misión en la vida; y sin libertad nada vale la pena. Es más, creo que la libertad está a nuestro alcance y es mayor de la que nos atrevemos a vivir (Sabato, 2000, p. 30). La libertad es sentirnos auténticos, originales y con capacidad de exponer y actuar sobre nuestros valores, sin importar lo que suceda, sin importar resultados, sólo importa el desarrollo normal, tranquilo, íntegro y alegre de nuestro vivir y compartir; sin entrar en cálculos ni manipulaciones, sólo fluir de manera natural y alinear nuestros valores con lo que pensamos, sentimos y hacemos. La libertad es la capacidad de elegir lo que realmente podemos hacer, porque es lo mejor y lo que nos conviene, no lo que nos imponen o nos imponemos motivados por la necesidad o el temor. Hay una frase de un autor que dice: “Los pájaros nacidos en jaula creen que volar es estar enfermos”. Hemos aprendido dependencia, sometimiento, temor y carencia, y nos quedamos en esperar que las cosas sucedan y hacer lo que cómodamente podamos hacer dentro de las pocas posibilidades que se nos ofrecían, pero ahora tenemos la oportunidad de reflexionar, porque nunca es tarde, la vida es hoy. La libertad no es un fin, sino un camino, un proceso que se experimenta y se vive a cada minuto; la merece sólo quien la busca y la toma. Somos plenamente libres únicamente cuando las lentes de nuestras actitudes nos permiten ver la realidad con claridad, solamente cuando logramos encontrar un significado y un valor en nosotros mismos, en el prójimo, en la vida y en la muerte (Powell, 2012, p. 22). La libertad no es ausencia de compromiso, sino la capacidad de escoger y comprometerse con lo mejor para uno. Si el compromiso no es con lo que “escogemos”, es un compromiso muy endeble, muy fácil de incumplir. Si podemos escoger y elegir lo que realmente nos gusta y sabemos hacer, eso es libertad. La frase dice: “Hacer lo que te gusta es libertad y que gustes lo que haces es felicidad”. Cuando mueren los apegos nace la libertad, porque depender totalmente de personas, cosas o situaciones para vivir bien, es un error, ya que tenemos la capacidad interior de desarrollar nuestra vida como hayamos elegido, tenemos la suficiente fuerza para elegir la vida que queremos, la capacidad de correr riesgos y desarrollar nuestro don. También, poseemos la suficiente lucidez para prepararnos, investigar y estar en ese campo que tantas satisfacciones nos produce. Miren los pájaros libres para volar de muro en muro, de rama en rama; escogen en cuál quieren estar, no andan preocupados por nada, sólo ocupados en desarrollar sus habilidades de canto y ser responsables de él. Los admiramos, nos sorprenden. Cuantas lecciones de vida nos dan, en la libertad desarrollan su don. El mismo Señor lo dice: “por nada estéis preocupados, observad las aves, los lirios que maravillosas flores producen…” y nosotros con miedo de volar, cuando inteligentemente podemos desarrollar muchas habilidades para nuestro bien y el de otros. Las dificultades son parte del proceso, abrir caminos es agradable; cada paso que damos va produciendo satisfacciones propias que son dadas a quien sabe hacia dónde se dirige, aunque no vea el final de la salida. La libertad es realizar aquellas actividades que la intuición nos señala, es seguir la voz del corazón, no la manipulación, y el acomodo, tampoco la fuerza de las influencias externas, mucho menos los resultados. Es bueno saber que adonde llegas se crea un nuevo ambiente, porque tú llevas solución, no problemas, y tu presencia y acción llevan libertad. Es maravilloso que los otros sientan que los aprecias, que para ti son importantes y que realmente les quieres ayudar y escuchar. Es importante que tu actitud despierte interés, que vean en ti a alguien que ha superado la etapa del yo, del mí y del ego. LA PREOCUPACIÓN “La preocupación no te resuelve nada del mañana, pero si te resta fuerzas del hoy” “Tus creencias no están hechas de realidades, sino que tu realidad está hecha de tus creencias” —Richard Brandler A la mente le encanta recordar y proyectar. Recordamos a través de la culpa y proyectamos adivinando. En la proyección se presenta la preocupación con más intensidad. Si proyectamos algo para el futuro, lo traemos al presente para planear, y si deseamos algo para hoy, lo instalamos en el presente para definir las acciones inmediatas. Es decir, que nuestras preocupaciones siempre tienen lugar en el presente. La preocupación surge, a veces, de la falta de información, del desánimo para investigar lo que desconocemos, o por las decisiones no asertivas. También aparece porque mentimos con facilidad para “quedar bien” o evitar conflictos. En términos científicos, la preocupación es descrita como “una actividad del pensamiento predominantemente verbal relacionada con enfoques negativos de futuros acontecimientos”. Me gusta pensar en la preocupación como en perder el tiempo hoy para confundir las oportunidades del mañana con problemas del ayer (Sica, 2006, p. 149). La preocupación se da por querer controlar lo que otros piensan de nosotros y esto no debe ser así, ya que sólo tenemos control sobre lo que nosotros pensamos, lo bueno y necesario es observar lo que pensamos y tratar de crear soluciones desde nuestro punto de vista, no de otros. Aclarar nuestras ideas al respecto nos ayuda a lograr las soluciones, en cambio, tratar de resolver algo desde el pensamiento de otros, causa confusión, temor y preocupación. A lo anterior agregamos, que la preocupación también se presenta por falta de acción para solucionar algo, por dudas, temores y por no aceptar la realidad, por dejar pasar asuntos importantes, por apariencia y sobre todo, por dejarnos llevar por el ego. La preocupación es el alimento del ego, y él crea drama y se fortalece si lo permitimos. Tenemos que traer la situación al presente, someterla al poder del ahora y buscar su solución o trasladarlo a su momento, así lo sacamos de nuestra mente; no posterguemos, es dañino y sólo causa ansiedad. Ocuparnos de algo que puede o no suceder, es preocupación. No tienes control sobre si lloverá o no, entonces no te preocupes por ello, otra cosa es tomar medidas, ocuparse por sí sucede, es decir, llevar paraguas. Si creemos que puede suceder alguna situación adversa, deberíamos ocuparnos en minimizar su impacto, en que suceda de la mejor manera posible, sin que nos dañe, sin que nos produzca malestar o dolor, encauzar nuestra energía en soluciones, traer todo lo que nos preocupa al presente, para clarificarlo y buscar la posible solución. Si nos ocupamos de algo que no ha sucedido, que es un sustento del ego, estaremos descuidando algo que si sucede ya y en lo cual nos deberíamos ocupar; estaríamos alejando nuestro pensamiento de la realidad, sería ir en contra del desarrollo de nuestras capacidades. Nuestro proceso se fundamentaría en el temor y esto desmotiva y confunde, es un estado egotista; el problema es que a veces nos ocupamos más en lo que no queremos que suceda. Frente a cualquier situación que se nos presente debemos tomar decisiones: asumir o dejar, si asumimos, lo que sigue es tomar acciones y afrontar las consecuencias, y si la soltamos, no debemos pensar más en ella y continuar nuestro camino, esperar que le llegue su ahora. Es mejor enfocarnos en lo que buscamos, en lo que queremos que suceda, si es el dinero, por ejemplo, debemos activarnos en lo que estamos dispuestos a dar para conseguirlo. Si no estás satisfecho con lo que recibes, revisa lo que das. Nos preocupamos por nuestras creencias culturales y una de ellas es creer que el dinero sólo se consigue con trabajo, porque pese a que es cierto, hay que comprender que hay muchas formas de trabajar sin que este trabajo sea una tortura. Podemos lograr dinero y calidad de vida desarrollando nuestros talentos, con objetivos claros, conocimiento, planes, inteligencia y apalancamiento. El más poderoso apalancamiento está en nosotros mismos, si conocemos nuestras habilidades; si sabemos qué hacemos mejor que los demás; si nos enfocamos en aquella tarea que nos gusta, que obedece al don del cual fuimos dotados. El apalancamiento (es decir la ayuda) lo podemos lograr en los demás si nos rodeamos bien. Somos el producto de las cuatro o cinco personas cercanas a nosotros y que anhelan el mismo propósito. Si queremos ser y realizar actividades relacionadas con el comercio de ropa, de quién nos valemos, pues de personas que saben del negocio. El dinero siempre ha llegado por intercambio, nos debemos ocupar entonces, en qué valores tenemos para intercambiar: habilidades, cosas, servicios o bienes, etc., para enfocarnos en aquello que tenemos para el intercambio, que finalmente, es lo que hará posible la consecución del dinero. Debemos pensar qué necesidad supliremos en aquellas personas que tengan o no el dinero y a cuáles podríamos servir con lo que nosotros sabemos y tenemos. No nos enfoquemos en la dificultad (preocupación) sino en la solución (ocupación). Alguna vez llegó un visitante a una casa de campo y escuchó los quejidos de un perro, se acercó y lo vio acostado sobre una tabla, le preguntó al dueño, por qué se quejaba, él respondió: porque está ensartado en un clavo. ¿Y por qué no se suelta? Porque le duele lo suficiente para quejarse, pero no lo necesario para actuar y cambiar la situación… Pareciera que las dificultades nos protegen, pero más nos dañan; si no las observamos y cortamos generan preocupación y drama. La queja es una forma de evadir la realidad que tenemos que afrontar, de este modo, lo único que hacemos es reforzar la resistencia y el campo interno de confusión y de dolor; al ego le agrada contar su desdicha y si encuentra otros egos negativos, en la misma situación, ahí se recrea a costa de nosotros, de nuestra paz y alegría. Es importante elaborar estrategias de solución, si nos preocupa el futuro, tenemos que pensar que este sólo está en manos de Dios, no tengo control sobre él, lo que debo tener claro es mi proyecto personal de vida: cómo me veo en cinco, diez o más años, para tener una ruta, un camino que vamos recorriendo con actitud, con iniciativa, creatividad, con fe y sobre todo con disciplina. Tenemos que ser muy audaces y radicales para tomar decisiones, el no hacerlo nos produce estrés y crea confusión. La preocupación nos impide decidir y esto es muy dañino, queremos hacer algo y no damos el primer paso, el ego se recrea en esta situación y esto produce cuerpos de dolor. Decidir es tener claridad sobre los objetivos de nuestros proyectos, vivirlos en el presente y visualizar su final como si ya estuviera sucediendo. Pero no se trata de preocuparnos en el presente, sino de recrearnos para sentirlos, para ver que somos capaces de conseguirlos, disfrutarlos ahora, y así, el proceso será muy feliz, muy activo, con mucha actitud y fe, claro si ya lo tenemos en nuestra mente. “Todo lo que se crea en la imaginación irremediablemente sucederá”. Frente a un hecho real que tengamos que afrontar, se presentan dudas, temores e indecisiones, si nos quedamos ahí se genera la preocupación, que no encuentra soluciones y nos paraliza. La ocupación al contrario nos activa y fortalece nuestra fe y expectativa de que se resolverá. Al ocuparnos encontramos ideas y caminos porque estamos en acción. Por ejemplo: una familia que debe regresar después de un puente o días festivos, desde mucho antes está preocupada por los trancones del regreso, por la cantidad de vehículos que circularán, por los retenes policiales que habrá, y no disfrutan del viaje por las molestias de toda índole que se presentarán. Deberían ocuparse más por un feliz regreso después de descansar, usar la creatividad para pensar en un viaje de retorno sin contratiempos, o si estos se han de presentar (no tenemos control sobre ello), no debemos anticipar males, sino guiarnos por una expectativa positiva y actuar. "Vivir implica tener una misión. En la medida en que se evite luchar por un propósito valioso, la vida será vacía" —Ortega y Gasset LA PROSPERIDAD “El secreto de la existencia humana no solo está en vivir, sino también en saber para qué se vive” —Fiódor Dostoioevski De acuerdo a la visión que se tenga de la vida es la idea que se tiene sobre la prosperidad. Para quien su fin es la búsqueda de dinero y riquezas, ella sólo la siente cuando ve los extractos bancarios; para quien su ideal es una buena familia, la prosperidad está en llegar a casa y encontrar unos brazos dispuestos a darle un abrazo, y quien sueña con trascender por sus acciones, ella está en lograr el reconocimiento y el aplauso. La prosperidad es estar en paz y reposo con nosotros mismos, con los demás y con Dios, y es un deseo que a diario debemos cultivar y mantener, observando nuestra manera de pensar. Prosperar es entender la vida, no como un espacio donde tenemos que forzar situaciones para sobrevivir, sino como un lugar, un campo, un espacio donde alegremente desarrollamos nuestro don. La prosperidad es la capacidad de admirar la naturaleza; contemplar el desplegarse de los lirios, sentir su olor y asombrarse frente a su color; el escuchar el canto de los pájaros, la sutileza de los gatos y buscar el afecto de los perros. En este siglo, el concepto de prosperidad está evolucionando al estado mental que permite la generación de los recursos necesarios para cumplir los sueños y metas que se tienen en las diferentes etapas de la vida (Mendoza, 2011, p. 46). Prosperidad es ir por los caminos convencidos de nuestra meta, pero disfrutando plenamente de los pasos del proceso; es compartir con otros aquello que tenemos y desarrollamos; es entender que la palabra es la cirugía para el alma y muchos la necesitan. Es calma, sosiego y serenidad, es vivir liviano. En nuestra búsqueda esencial de trascendencia, la prosperidad es más que opulencia, riqueza, poder y fama; es disfrute total de lo que se tiene y ante todo, de lo que se es como persona. Es un estado de plenitud completa consigo mismo, con los demás y con Dios. La prosperidad, es poder vivir con alegría y con satisfacción, suplir nuestras necesidades, ella no se basa en el tener, sino en el ser y el hacer. En el ser, cuando naturalmente nos sentimos bien, nos conocemos, tenemos claras nuestras fortalezas y debilidades, porque nos formamos, porque sabemos hacia dónde vamos, sabemos lo que hacemos y por qué. Los conductores de nuestro comportamiento no son el ego, sino el ser, que es nuestra auténtica visión —el yo real— la realidad sin máscaras, sin identidades creadas por otros o por las circunstancias. Con la prosperidad logramos que otros disfruten de este bienestar, saludamos con muy buena disposición a todo el que se acerca a nosotros, compartimos con desinterés, entendemos el secreto del dar y recibir, comprendemos que una de las causas del sufrimiento son los apegos, para poder vivir teniéndolo todo sin tener nada. Prosperidad es entender que el dinero nace por intercambio, y que si queremos recibir debemos examinar nuestra manera de dar; es tener un presupuesto bien elaborado; es tener claro que el dinero es un medio no un fin, que la pobreza es acumular y la riqueza expandir, que el más rico es el que menos necesita. El dinero nos ayuda a vivir el estilo de vida que nos merecemos y compartimos con los demás; el dinero en sí, no es la felicidad, sino que la felicidad es lo que hagamos con él, de ahí, la importancia de su manejo y organización. Es tener clara la importancia y fin del ahorro, no dejarnos abrumar por promociones o lanzamientos engañosos de cosas o situaciones que no necesitamos. El dinero en sí mismo no tiene ningún valor, el valor lo da su uso, la manera de manejarlo y distribuirlo, no puede ser nuestro Dios, sino nuestro esclavo, no puede ser un fin por sí mismo. Prosperidad es saber que todo está bajo control, significa que nuestra vida fluye natural y felizmente, que las situaciones difíciles que se presentan las afrontamos ya y con decisión. No pierdas la capacidad de asombro frente a los hechos, situaciones o cosas que te parecen normales, porque cada día las vives y observas, seguramente algo nuevo descubrirás. Déjate sorprender, provoca nuevas relaciones y situaciones que seguramente alegrarán tu vida. EL MIEDO “Podemos perdonar a un niño que tiene miedo de la oscuridad: la verdadera tragedia de la vida es cuando los adultos tienen miedo de la luz” —Platón En nuestra vida queremos hacer muchas cosas, pero mejor nos quedamos en la zona paralizante que crea el miedo. El miedo es una represión de la realidad, de lo que sucedería si actuáramos, es una fantasía transformadora en expectativa de futuro por algo real que aún no ha sucedido. La palabra miedo viene del latín “metus”, que hace referencia a un cambio en el estado de ánimo, de ahí que es una emoción que se produce ante una situación no esperada o fruto de las ideas que se produzcan en la mente. Sentimos miedo cuando se presenta algo que no esperamos, algo extraño, y cuando debemos tomar una decisión o enfrentar un cambio. Es muy común que nos acostumbremos a andar por el mundo, llenos de miedos y temores, de dudas, desconfiando del presente y del futuro (Ruiz y Angulo, 2019, p. 67). El miedo es una alteración que genera angustia y paraliza las ideas, es una realidad presente en nuestra frágil condición humana que, si no lo sabemos manejar, trunca el normal funcionamiento de nuestro organismo. Llevamos el miedo en el corazón. Y en el fondo es como un estímulo para enfrentar situaciones difíciles. El miedo pone de manifiesto una inseguridad; y darle la cara revela la necesidad de buscar seguridad y de medirse. En el miedo buscamos puntos de apoyo, buscamos puntos de referencia. Muchas veces el miedo surge de un fantasma que anida en nuestra mente. En realidad no hay motivo para temer, no hay un problema concreto que me cause zozobra. El problema, el fantasma, lo podemos crear en nuestra mente. Sólo la luz, la claridad, nos hará disipar esa nube negra que amenaza tormenta (Mazariegos, 2004, p. 96). Esta emoción crea barreras invisibles para frenar el impulso hacedor y nos entretenemos en esas barreras, es más cómodo, no hay que hacer nada, matamos sueños y expectativas favorables para nosotros y para otros. Instintivamente queremos realizar algo pero el parloteo de la razón nos paraliza. Es normal sentir miedo ante lo que se nos presenta, pero el miedo más peligroso es el que nosotros mismos nos creamos o dejamos que nuestra mente (ego) produzca. Nuestra mente crea miedos que impiden avanzar en la vida. En vez de usar nuestra imaginación para encontrar nuevas sendas en los bosques del pensamiento y la conducta, la usamos para bloquear las que ya existen con miedos inútiles. Así nos hundimos en las aguas que habían de ser camino para nuevas playas (Vallés, 2010, p. 23). Entre todas las situaciones que producen miedo, las más perjudiciales son: el temor al cambio, el asumir nuevas responsabilidades, aceptarnos como somos, a modificar la realidad y vencer la rutina, porque no nos permiten avanzar y nos detienen el normal desarrollo de la realidad. El hombre y la mujer nacen en un mundo extraño, y lo dejan por otro más extraño aún, siempre bajo el signo de lo desconocido. El miedo a la muerte, alimentado por todos los miedos menores a lo largo de toda una vida, se erige como el obstáculo fundamental que hay que superar con el coraje resuelto de abrazar la vida y desenmascarar todas sus amenazas con fe y confianza. El peor de los miedos es el miedo al mismo miedo. Cuando nos encontramos dispuestos a enfrentarnos a nuestros miedos, estamos ya en camino de vencerlos (Valles, 2010, p. 17). El miedo se vale del concepto que tengas de ti mismo, hay que ser consciente de que odia tus fortalezas y se aferra a tus debilidades. Amplifica tus pensamientos y se alimenta de imposibilidades, hay que cortar este alimento nutriendo a nuestro cerebro con órdenes positivas. Como el miedo se alimenta de lo desconocido tenemos que tomar acción para desalentarlo: conociendo, leyendo, informándonos, apalancándonos, y actuando. Así, tendremos herramientas suficientes para vencer y sobre todo transformarlo. "Para mejorar drásticamente la calidad de tu vida, debes cultivar una nueva interpretación de por qué estás aquí en la tierra. Debes comprender que, del mismo modo que viniste al mundo sin nada, tendrás que irte de él sin nada. Por consiguiente, sólo puede haber una única razón para que estés aquí" —Robin S. Sharma POSTERGACIÓN “Mi consejo es: nunca hagas mañana lo que puedes hacer hoy. La procrastinación es la ladrona del tiempo” —Charles Dickens Dejar pasar, decir mañana lo haré y creer que las cosas llegarán por sí solas, es un engaño de la mente, es facilismo y postergación. Postergamos porque nos da temor afrontar una situación que puede crear conflictos, dificultades; porque no tenemos claridad sobre lo que debemos hacer, o no tenemos la motivación suficiente para ejecutarlo. La postergación lleva a la tranquilidad momentánea sin mirar consecuencias futuras, ella nos impulsa a quedarnos cómodos sin que nada nos moleste o moleste a otros en el momento. Muchas veces postergamos por miedo al rechazo, a la crítica, por miedo a la verdad, por pensar que no saldrá bien lo que hacemos, porque creemos que no encontraremos aceptación; lo malo es que nos entretenemos en estas ideas ilusorias de nuestro ego, que nos quieren falsamente proteger y lo que hacen es que nos paralizamos y confundimos, creando una situación de insatisfacción. Siempre queremos la perfección y esta no se da por sí sola, ella se puede ir dando a medida que nos atrevemos a actuar. Dejamos para después por no hacer aquello que nos susurra nuestra voz interior y nos conviene más. El inconsciente nos mantiene cómodos, nos regimos por patrones aprendidos y condicionados desde niños, cuando nos decían: cuidado con… no hagas eso que es peligroso…, afirmaciones que eran una aparente medida de protección, pero impedían que viéramos otras posibilidades, por miedo a lo desconocido. Hoy después de tantos prejuicios, miedos y predisposiciones pensamos que es mejor “pájaro en mano que cien volando” y así no nos atrevemos a actuar; creemos que es mejor dejar a ver qué sucede, que actuar para que las cosas pasen. Consideramos que es mejor mantenernos en las urgencias de la cotidianidad, hacer lo que ya sabemos, lo aprendido, lo seguro para no desacomodarnos. Estas urgencias no aportan nada, sólo rutina y nos opacan muchas posibilidades. Seguramente tenemos un sueño, un proyecto por realizar y no hemos dado el primer paso para ello, esperando circunstancias mejores, o esperando que algo o alguien nos sacuda para realizarlo; lo debemos iniciar ya, poner fecha a ese sueño para que se convierta en una meta e iniciar con alegría y actitud el proceso. Todo afecta a todo y nuestro mañana será fruto de lo que hagamos hoy, por eso tenemos que fijar metas que nos saquen de la rutina, metas que nos muestren con claridad que si estamos haciendo algo diferente, que permitan explorar otros caminos, que lleven a cabo acciones diferentes. Metas para entrar en campos desconocidos, donde los resultados no sean la prioridad y nos aventuremos a ver qué pasa, a ver qué produce la incomodidad. Responsabilidad es la habilidad para encontrar la respuesta, ser proactivo, es decir, colaborar para que las cosas sucedan y no postergarlas. Es evitar las excusas y actuar, porque el futuro es la suma de todas aquellas pequeñas acciones que cada día hacemos con dedicación y esfuerzo. Postergar tiene que ver, con el tiempo, porque es el más poderoso recurso que tenemos para realizar nuestras actividades, así que lo debemos gestionar bien, de acuerdo con un plan y metas bien establecidas. Lo mejor es estar presentes en el ahora, no tenemos más, es el único tiempo, es el espacio para crear e ir más allá de los límites de la mente, es el momento de la creatividad; dejar para luego es una ilusión y la ilusión es un aliado de la mente para postergar. No posterguemos más ese anhelo que tenemos, esa actividad que nos produce satisfacción, pero que aparentemente no es lucrativa, ni produce nada inmediatamente, pero que es una acción que paso a paso va construyendo, no para la supervivencia, sino para la vida. Recordemos que la constancia va generando cada día más fe, más actitud y mejor disposición para la realización de lo que queremos. Paso a paso, el atleta se fija las metas, pero se concentra en cada movimiento, regulando sus pasos y acciones, porque está convencido de que llegará. Por eso no se detiene, sino que, a pesar de lo difícil de la competencia, avanza, disfruta el proceso continuo. Procrastinar es mantener una situación latente e incubada que no sabemos cómo explotará, pero que tiene que explotar, no cabe la menor duda; porque mantiene nuestro diario vivir en ansiedad esperando que la situación se resuelva por si sola o que otros detonantes sean la solución. Según la teoría, el término “procrastinación” viene da la palabra latina “procrastinare”, que se forma de los términos: “pro” (adelante), y “crastinus” (futuro), de ahí que hace referencia a dejar para después, postergar o posponer las actividades, y esto tiene que ver con el hábito de retrasar y acumular acciones o situaciones que, para bien, deben ser atendidas con diligencia y prontitud. Procrastinar nos daña y hace que las situaciones que no resolvamos ya, se conviertan en materia prima de la mente, para estar creando confusión en nuestras vidas. Es importante evitar la postergación planeando bien cada día sobre aquellas acciones que afectan nuestro propósito, nuestro proyecto, actuar en acciones importantes para nuestra vida, evitando las urgencias y así no solamente iremos por el camino que es, sino que nuestro caminar será más claro y liviano. Afrontar toda situación, informarnos, investigar y analizar con detalle, pero no dejarlo así, al azar, a ver qué sucede, porque llegará el momento y nos encontrará desarmados. Es importante adelantarnos a las cosas, a las situaciones, a lo que pueda suceder. Deberíamos iniciar actos que nos ayuden a salir de la procrastinación: no dejar una tarea hasta no terminarla; alcanzar una disciplina del ahorro; respetar y hacer respetar nuestros horarios y saber decir ¡no!, cuando sea necesario; conversar con claridad, sin herir ni crear conflicto, sobre aquella situación que sentimos que nos aleja de alguien a quien queremos. RUTINA . “Sólo hay dos maneras de vivir tu vida. Una es como si nada es un milagro. La otra es como si todo es un milagro” —Albert Einstein Todas las personas actuamos de acuerdo con lo aprendido y nos cuesta el cambio, pero es nuestra obligación reaprender, arriesgarnos a lo desconocido y lanzarnos a realizar actividades que nos da pereza o miedo iniciar por la incertidumbre, por las excusas que surgen de nuestra mente, pero que, en el fondo sabemos que son necesarias para experimentar una auténtica plenitud de vida, de realización personal y de palanca para la realización de otros. El enemigo número uno para la buena actitud es la rutina, con ella nos acostumbramos y ahí nos quedamos. La rutina nos impide crear otros espacios, planear otros resultados, otras visiones y posibilidades. Muchas veces nos dejamos llevar por la rutina y ante los resultados obtenidos creemos que la culpa es de otros o de las circunstancias, cuando en realidad es falta de actitud, de tomar las riendas y responsabilidades de nuestra situación personal. Es importante vencer la rutina, sobre todo asa que se ha constituido en nuestra forma de ser; aquella que indica una misma y continua forma de pensar, actuar y sentir, porque la liviandad de nuestra vida se alcanza cuando somos dueños verdaderos de lo que hacemos, es decir cuando a partir de la libertad actuamos y somos capaces de reinventarnos ante la vida que, por naturaleza, es cambiante. Siempre lo mismo, no debe ser así. Arriesgar y tener nuevas y diversas experiencias es la mejor forma de vivir. Sólo basta ver la vida con asombro y positivismo para convertir lo ordinario en extraordinario; ver más allá de las situaciones normales, y descubrir aspectos y formas nuevas en aquello que cada día pasa desapercibido. Incomodarnos al no hacer siempre lo mismo, nos permite convertir lo ordinario en extraordinario y este es un importante paso para lograr la felicidad, la liviandad y caminar hacia el emprendimiento y la innovación. Recordemos que lo que hagamos en nuestra vida no debe ser tedioso o aburrido. Cuando reconocemos nuestras capacidades y las oportunidades que se nos presentan, en lugar de preocuparnos por las circunstancias, nos ocupamos de las grandes posibilidades y tenemos la capacidad de darle la vuelta y convertir en algo alegre y muy divertido aquello que no nos gusta. La comodidad nos mantiene aparentemente seguros, pero en un estado de existencia sin trascendencia, en un nivel de supervivencia, de estar por estar, esperando que las cosas sucedan. La comodidad nos lleva a la peligrosa rutina de estar siempre haciendo lo mismo, comiendo lo mismo y esto no debe ser así, la vida tiene que ser de otra manera: sorpresiva, cambiante, dinámica y feliz. Tenemos que cambiar costumbres, rutinas y hábitos dañinos, actos repetitivos que agotan y no añaden nada nuevo a nuestra existencia. A medida que avanza la vida vivimos menos momentos agradables, miles de triunfos y así la vida rápidamente se va. Sólo de nosotros mismos depende que le demos sentido y la hagamos significativa. Aprender a arriesgar y experimentar nuevas situaciones es la mejor forma de vivir, porque la rutina opaca muchas posibilidades y —así no nos demos cuenta— empobrece nuestra existencia, opaca nuestra visión, oscurece nuestra esperanza y enfría nuestra fe. Los patrones aprendidos actúan en automático y refuerzan la rutina, habría que revisarlos para darnos cuenta cuáles nos impiden cambiar para mejorar. Normalmente los patrones automáticos se manifiestan de acuerdo a nuestros pensamientos y si estos son negativos nos conducen a comportamientos que nos producen conflictos, por esto hay que revisar lo que pensamos. La rutina se mantiene porque creemos que es lo mejor y lo que sabemos hacer, y para qué incomodarnos, si todo está bien y es así. La niña le pregunta a la mamá por qué al pescado le cortan la cabeza para freírlo, la mamá responde: siempre ha sido así, pregúntale a tu abuela. La niña le pregunta a la abuela y ella responde: pregúntale a tu bisabuela. Cuando la niña le pregunta a la bisabuela ella responde: mi madre lo hacía así porque tenía un recipiente pequeño y el pez no cabía completo. Eso es lo que pasa y fortalece la rutina, siempre ha sido así. Si la rutina nos produce incomodidad y preocupación, tenemos que ocuparnos en ser creativos, en planear de otra forma, buscar nuevos caminos, informarnos, investigar y conocer, sólo así saldremos de ella y veremos otras oportunidades para lograr nuevos y mejores resultados. Todas las personas podemos cambiar nuestras rutinas y con ellas, el rumbo que parece normal en nuestra vida; recordemos que cambiar continuamente nos permite ver otras posibilidades, innovar y dinamizar nuestra existencia. La rutina te opaca muchas posibilidades, no te acomodes por sentirte bien, desacomódate y progresarás. Sal de la rutina, arriésgate, vence tus miedos, mejora y dales otro tono a las relaciones con los más cercanos, no seas aburrido. “Para lograr grandes cosas debemos no sólo actuar, sino también soñar; no sólo planear, sino también creer” —Anatole France VIDA LIVIANA “Felicidad es no estar adolorido en el cuerpo ni preocupado en la mente” —Thomas Jefferson En la sociedad actual que se caracteriza por el afán y la carrera continua por tener y acumular cosas, es importante cambiar nuestra actitud para lograr llevar una vida liviana que es aquella que nos permite desarrollarnos con libertad, teniendo el pleno control de nuestros pensamientos, decisiones y acciones. Cuando hablamos de vida liviana, hacemos referencia a la capacidad de ocuparnos plenamente de las situaciones de las cuales tenemos control y saber sobrellevar aquellas de las cuales nosotros no tenemos control, para que no nos desestabilicen y afecten nuestra paz. Como somos los principales responsables de nuestro destino, nada externo debe controlar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Hoy más que nunca, trabajar para desarrollar nuestra vida de una forma liviana, es fundamental, ya que la presión externa es grande y por ello, constantemente nos vemos encerrados en el estrés, la enfermedad y el sinsentido. Para alcanzar una vida liviana nuestra forma de pensar no debe ser influenciada por nada ni por nadie, porque estamos llamados a ser dueños y protagonistas de nuestra propia vida, y debemos ser los gestores de nuestra realidad. Cuando tenemos el control sobre lo que pensamos, hablamos, sentimos y hacemos alcanzamos una existencia más liviana, alegre y satisfactoria. Para una vida liviana no debemos darle poder a nada, ni a nadie sobre nosotros, no debemos permitir que nos controlen. Pedro va por una calle y de pronto ve a la distancia que viene una persona con la cual días antes había tenido unas diferencias. Se detiene y piensa: ¿debo dar la vuelta para no encontrarme con ella? Reacciona y recuerda que no debe permitir que esa persona ejerza poder sobre su comportamiento, así que decide irse de frente, se encuentra con ella y nada pasa, se saludan y continúan el camino. Esto es la vida liviana, porque no se tiene control sobre lo que otros piensan pero sí, sobre lo que pensamos y cómo actuamos. Nos invitan a una charla y el orador empieza con un tema de postergación, alguien levanta su mano y con el índice nos señala, inmediatamente nuestra mente empieza a crear pensamientos negativos sobre esa persona, que sólo hizo una señal. No tenemos control sobre sus intenciones al señalarnos, todo lo crea nuestro pensar sobre el cual, sí tenemos control. Controlamos lo que pensamos y lo convertimos en positivo y así, su señalamiento no nos afecta y la vida continúa y se hace liviana. Ante una deuda, ¿tenemos control sobre lo que piensan los acreedores? No, sólo tenemos control sobre lo que pensamos. Vamos a pagar y cómo. Buscamos soluciones y afrontamos esa deuda, ejercemos dominio sobre la dificultad porque sabemos que no depende de lo que piensan los acreedores, ni del temor que genera la dificultad, sino de la decisión, del control sobre lo que pensamos y hacemos, esto es vivir liviano. “No puedo” es un pensamiento duro, negativo que te produce pesadez y carga, en cambio decir “yo puedo”, genera fuerza y deseo de arriesgar y afrontar con libertad y fortaleza la situación, y esto aliviana la vida y termina en la acción, en la ocupación y da como resultado una útil solución. Después de un día de labores, Javier llegó contento a su casa, con la satisfacción de haber cumplido con sus metas; de haber mejorado sus relaciones interpersonales, y de haber dado un poco más en la consecución de sus sueños. Él sentía que todo estaba en orden y eso lo llenaba de paz, pero al entrar a casa, su esposa lo recibió y empezó a contarle una desafortunada situación familiar, algo difícil que se había presentado con sus hermanos. Javier se descontroló en su manera de pensar, de percibir la realidad y de ver como se enfocaba para la situación, y a medida que su esposa le contaba las cosas él iba sintiendo un estado de malestar que le cambiaba su actitud y le producía negatividad y enfado. Ante esta situación pensemos: ¿Tiene Javier control sobre lo que su esposa piensa?, no, ¿control sobre la situación?, no. Sólo tiene control sobre lo que él piensa, siente y hace. Javier se descontrola tratando de dominar la situación externa (lo que al respecto piensa su compañera). Él pierde su tranquilidad porque se deja controlar por los factores externos que influyen sobre su mente, y son ellos los que producen un caos que se refleja en una actitud de inconformidad, confusión y duda, así que palabras van, palabras vienen y no ve ninguna solución, su mente se atasca y aparece la preocupación. Ante la situación Javier debió haber escuchado y estar atento a la historia familiar que su esposa le contaba, mostrar interés y tratar de calmarla, pero no dejarse afectar, ya que él no tiene el control total ni sobre lo que su esposa piensa, ni sobre la situación narrada. Javier debe respetar lo que su esposa piensa sin juicios, ni resistencias y ocuparse en aclarar sus pensamientos, porque sólo puede dominar sus situaciones personales. Él como todos nosotros sólo puede controlar sus pensamientos, pero entre más trata de controlar lo que su esposa siente, más se atasca y amplia el problema. Otro caso que nos refleja plenamente como la falta de control personal lleva a perder la vida liviana y tranquila, es lo sucedido a Pedro, un amigo, quien recibió la mala noticia de que su hermano, estando en otro país, sufrió un accidente serio. Él escucha los pormenores del hecho: su hermano iba por una vía peatonal y una moto que se desplazaba por ahí se salió de la vía y lo atropelló. Pedro recibe la noticia tranquilo y sereno, toma el teléfono, llama a sus familiares y les pregunta: ¿qué puedo hacer ahora mismo? La respuesta fue… nada. Ante la forma como Pedro asimila y controla la situación, su esposa se sorprende y él le dice que como no pueden hacer nada, deben tener control sobre lo que si pueden hacer y sobre todo pensar, para no traer otro problema, otro peso al que ya existe, porque la situación no depende de ellos y ni la pueden cambiar. Recordemos que el hecho en sí es un diez por ciento de la situación y el noventa por ciento, es producido por nuestros pensamientos. Cuando alguien quiere o se propone alterar nuestra situación personal con palabras o hechos, nuestra reacción debe ser de respeto hacia lo que él piensa o hace, pero ante todo de respeto personal, porque no debemos hacer pesada nuestra vida con aquello que no podemos controlar. La pesadez y el sufrimiento surgen cuando, frente a una situación que nos afecta no la observamos como es, objetivamente, real y por el contrario, dejamos que los otros dominen o la mente nos confunda. Referencias Alarcón F, Ramiro. (2006). El pergamino de Dios, las siete leyes del triunfo. Bogotá: Ed, San Pablo. Andrés, Mateo. (2000). Felicidad y verdad, tarea nuestra de cada día. Bogotá: Ed, San pablo. Angulo R, John / Ruiz B, Rocío. (2019). Yo creo en Dios. Bogotá: Ed, Libros para Pensar. Day, Laura. (2007). Adiós crisis. España: Ed. Vergara. Jamison, Christopher. (2009). El don de la felicidad. España: Vergara. Larrañaga, Ignacio. (2014). El arte de ser feliz. Bogotá: Ed, San Pablo. Mazariegos, Emilio L. (2004). De amor herido. Bogotá: Ed, San Pablo. Mendoza P, Oscar. (2011). El secreto del escarabajo, olvide sus límites y alcance sus sueños. Colombia: Ed, Intermedio. Pineda, Luis Enrique. (2014). Proyecta tu vida, estrategias para que te conviertas en líder de ti mismo. Bogotá: Ed, San Pablo. Powell, John. (2012). Por qué tengo miedo de ser plenamente Yo mismo, descubriendo la propia identidad. Bogotá: Ed, San Pablo. Robbins, Anthony. (2014). Despertando al gigante interior. Colombia: Ed, Debolsillo. Sabato, Ernesto. (2000). La resistencia. Colombia: Ed, Seix barral. Sharma, Robin S. (2005). El monje que vendió su Ferrari. Colombia: Ed, Debolsillo. Sica, Joseph F. (2006). Abiertos al cambio, 10 maneras de crecer espiritualmente y emocionalmente. Bogotá: Ed, San Pablo. Tolle, Eckhart. (2000). El poder del ahora. Un camino hacia la realización espiritual. Ed. Grijalbo. Valles, Carlos G. (2010). No temas. Bogotá: Ed, San pablo. Valles, Carlos G. (2013). Dime cómo hablas. Guía práctica de psicolingüística. España: Ed, Sal Terrae. Viktor E, Frankl. (1993). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Ed, Herder. ALGUNAS DE NUESTRAS PUBLICACIONES POESÍA VERSOS, ANTURIOS Y CAFÉ Piedad Carmenta Rojas Cortés Conjunto de poemas que hablan del amor, la pasión, la familia, la vida y la muerte, y cuentos que nos invitan a comprender y disfrutar nuestra existencia gracias a la sensibilidad y ternura de su autora. POR TODOS LOS SILENCIOS Antologías Poéticas POEPAZ. Volúmenes: 1 - 2 - 3 - 4 Autores Varios (Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, México). Los poemas aquí sembrados, evocan y avivan un grito-fuego sanador que permite a los lectores nadar entre lo desconocido, lo oculto y revelador, habitando en el silencio del otro; son una invitación a ver la grandeza del amor y la pasión que exclama el universo, pero que nuestro ruido ha ocultado en el silencio. PENSAMIENTO Y COLOR, sentires y deseos. María Ana Moreno Segura Fantástico compendio de ideas en verso, que presenta, conjuga y dibuja el sentir y el deseo de quien ama la vida y cree en un futuro grande y próspero para un país que, pese al dolor, sonríe y canta la esperanza y el amor. LABIOS ROJOS. Piedad Carmenta Rojas Cortés Este libro contiene un selecto conjunto de besos-textos de pasión; insinuaciones eróticas que nos hacen sonrojar, y trozos de ternura y amor que sólo su autora es capaz de entregar. EL SENTIR DE UN HIJO DEL PACÍFICO Fredy Platicón Olaya Conjunto de versos, cuentos, fábulas y relatos que nos permiten ver la recursividad y la didáctica de un maestro que busca diferentes formas para enseñarnos a vivir mejor. DESPUÉS DE LA MÁSCARA Fernando Maclanil Con detalle, precisión, descripción y mucha calidad, este conjunto de poemas nos transporta a realidades que, pese a su crueldad y rudeza, debemos comprender. AÑORANZAS, sueños, amor y vida. Yaneth Calderón Moreno. Compendio de escritos de vida que despiertan la sensibilidad de los lectores y los invita a reflexionar sobre los sueños, el amor, la familia y la sociedad. AUNQUE SEA POCO. Alina María Angel Torres. Compendio de poesías, textos, cuentos y suspiros que transparentan la fe profunda que entrega el abrazo, el amor y las ideas de quien piensa y se preocupa por el bienestar del mundo. NOVELA MALDITO SEA EL HOMBRE Fernando Parra. Novela histórica que nos permite comprender muchas de las causas y consecuencias de la violencia desatada por los grupos armados en Colombia. LEJOS DE LA ESPERANZA María Elsa Barreto Rojas. Conmovedora e inquietante novela que nos hace pensar las acciones de todos nosotros que transitamos a veces inocentes, a veces indiferentes, a veces víctimas, a veces victimarios. LA CIMA de la montaña de los dioses. Édver Augusto Delgado Verano. Historia que cuestiona la realidad y nos invita a pensar en el propósito de la vida, el emprendimiento y las motivaciones centrales al momento de buscar ser o existir. LA HIENA ROSA Rodrigo Robayo Vargas. Novela histórica y fantástica sobre Bolívar y algunos sucesos del proceso de independencia de Colombia. Conjunto de relatos breves que nos hacen reflexionar y nos plantean la posibilidad de terminar con viejos demonios. ANTES DE OLVIDAR Juan Pablo Jiménez Prieto. Una historia que nos permite viajar por la misteriosa existencia de un joven que, gracias a su curiosa capacidad, desvía su realidad de las demás personas, y por amor toma decisiones que al momento de divertirnos nos permite pensar nuestra finita realidad. MEDIO AMBIENTE Y SOCIEDAD ECONIÑOS DEFENSORES DE LA NATURALEZA Actividades interdisciplinarias ludicopedagógicas para formación ambiental. Imelda García Suárez Compendio de actividades prácticas, didácticas y formativas para caminar, desde todas las áreas del currículo, hacia la protección, amor y respeto del medio ambiente. FORMACIÓN PEDAGÓGICA LA EDUCACIÓN EN EL LABERINTO DE LA MODERNIDAD Ernesto Nápoles Robles. El libro presenta interesantes narraciones crítico-reflexivas sobre la educación hoy; plantea contenidos sobre las brechas existentes entre educación y desarrollo sociotecnológico, y propone construcciones teórico-metodológicas que permiten la contextualización curricular. FORMACIÓN LITERARIA 20 ESCRITORES COLOMBIANOS NOS REVELAN SUS SECRETOS DE CREACIÓN. Decálogos y consejos literarios Emilio Alberto Restrepo. Un libro como este, en los talleres literarios, en las facultades de literatura, en los que se inician como escritores o quieren saber de ellos, es un aporte poderoso a la cultura y la libertad. FORMACIÓN HUMANA PARA CONVIVIR MEJOR P. Francisco Javier Ibáñez Sáenz de Urturi. Presentación didáctica de las prácticas, principios y valores fundamentales para crecer como ciudadanos y participar en el buen desarrollo de la sociedad. NO TE PREOCUPES, OCÚPATE Marco Fidel Echeverri Carmona Fundamentación práctica de las herramientas para alcanzar el emprendimiento y el crecimiento personal. NEUROMÚSICA Martín Omar Jaramillo Potes Este libro nos da a conocer las bondades de la neuromúsica, y de forma práctica y sencilla nos hace partícipes de sus bondades que, con seguridad, repercuten en nuestro bienestar y calidad de vida. EL PODER DEL AMOR es el servicio. P. Gustavo Nova Nova Libro que presenta, compara, analiza los elementos centrales de las enseñanzas del Papa Francisco, antes de recibir el papado y durante los primeros años de esta asignación. ESPIRITUALIDAD YO CREO EN DIOS Libro de oraciones Nubia Rocío Ruiz Barbosa y John Alexander Angulo Conjunto de reflexiones y oraciones que acompañan la formación humana y el crecimiento espiritual. VIVE LA PASCUA CON AMOR Édver Augusto Delgado Verano. Cartilla didáctica que presenta los elementos centrales de la Semana Santa y a partir de ellos, enseña los principios y valores cristianos que acompañar la formación integral de los niños y las niñas. EMPRENDIMIENTO EL MÁS GRANDE EMPRENDEDOR Alejandro Guacas Dorado Este libro teniendo como base el libro del Génesis de la Biblia, nos prepara y ejercita como emprendedores a partir de los principios y los códigos más profundos usados en la creación y formación de todas las cosas visibles e invisibles. ENSAYO ¿A QUIÉN ENGAÑAS ABUELO? Una lectura del vínculo entre protestantismo y poder político en Colombia Esteban Arias Ardila Trabajo de investigación que presenta un panorama general del importante papel que ha jugado el protestantismo en el desarrollo político de Colombia. ECONOMÍA Y POLÍTICA DESCENTRALIZACIÓN Y PODER POLÍTICO EN BUENAVENTURA 1988-1992. Liliana Mabel Gamboa Rodríguez. Trabajo documental que presenta y analiza el desarrollo de la política en Buenaventura, después de haberse puesto en práctica en 1991 la elección popular de alcaldes. CUENTO TRES HISTORIAS DIVERTIDAS Para personas como tú. Natalia Celine Leal Vesga. Cuentos fantásticos escritos por una niña para personas de todas las edades. Divertidas narraciones que permiten descansar, soñar y fortalecer nuestros valores, mientras viajamos con la imaginación. THÓMAS, Un amigo inolvidable María Elsa Barreto Rojas Esta tierna y formativa historia, en la que el protagonista es un perro, resalta el valor de las mascotas y nos invita a valorarlas y cuidarlas, mientras nos sensibiliza con la situación incómoda y precaria de muchas personas. SEMILLERO DE ESCRITORES Edgar Wilson Pachón Castañeda. Conjunto de fantásticos, diversos, misteriosos y encantadores cuentos, historias y coplas de las mentes más sublimes… las de nuestros pequeños niños y niñas. PALABRAS para divertir, pensar y suspirar. Édver Augusto Delgado Verano. Compendio de cuentos cortos, textos y poemas que divierten y despiertan el interés de pensar en las cosas esenciales de la vida. LUNAS COLORIDAS Proyecto Provoca-Acción Literaria con Felippe Édver Augusto delgado Verano. Compendio de cuentos que nos permiten viajar por la fantasía y encontrar grandes motivos para amar la vida. Libro escrito por hombres y mujeres de todas las edades. LA REBELIÓN DE LOS LIBROS Saimons Reyes Rodríguez Cuento en el que los libros, sus autores y protagonistas, liderados por Don Quijote, desatan una rebelión para no permitir en una biblioteca de pueblo, ser desplazados por la Internet. Narración que nos ayuda a revivir las historias leídas, viajar al tiempo en el que las leímos y de paso, volver a sentir lo que nos despertaron en su momento. CRÓNICA MIRA LO QUE HAS HECHO Rodrigo Robayo Vargas. Relatos breves, líneas que nos hacen estar en cada uno de los lugares y situaciones referidas, y nos retratan a las personas con sus deseos, gustos, traumas, sueños y conflictos. ME MAMÉ DE PECAR José Fernando Porras. Divertido relato biográfico que nos permite descubrir la importancia de saber perseverar en la realización de los propósitos. Confesión del autor que nos presenta hechos de la historia reciente de Bogotá y nos da pistas sobre la importancia de obrar bien. DE LA MANO DEL NIÑO Un camino espiritual desde la pequeñez. Alirio Pesca Pita. La espiritualidad comprendida desde la compleja realidad que vive la gente de a pie, es abordada en la introducción y la narración de las diez crónicas que componen este libro. ¿Quieres escribir y publicar un libro? Nosotros te ayudamos Instagram: @librospensar Twiter: @editorialpensar Facebook: Editorial Libros para Pensar www.librosparapensar.com Email: [email protected] Tel: 321 479 34 51 Bogotá - Colombia CONTRAPORTADA El presente libro nos entrega de forma clara y sencilla las acciones y decisiones útiles que son necesarias para caminar hacia lo esencial de nuestra existencia. Todos los contenidos teóricos, explicaciones, reflexiones, análisis y testimonios que se presentan son herramientas que informan y forman, por esta razón la lectura no pasará desapercibida y marcará definitiva y positivamente nuestra vida. Marco Fidel, gracias a su preparación, análisis social y experiencia, nos invita en cada capítulo a comprender que día a día estamos llamados —antes de cualquier otra cosa— a perseguir el propósito de nuestra vida, porque es el que nos va a permitir la vida liviana, la paz y la verdadera felicidad. SOLAPA DE PORTADA Marco Fidel nació en la Ceja Antioquia, comparte su vida con su amada Flor María Valencia Gallego, quien ocupa su corazón, y con su hijo Julián Eduardo Echeverri Valencia. Fue docente de español por varios años, actualmente es empresario y por mucho tiempo ha llenado agendas con importantes reflexiones sobre la vida, el tiempo, el trabajo, los negocios y el trabajo. Maestro que gracias a su deseo de ver una sociedad mejor comparte continuamente sus acertados análisis que ayuda a orientar y reorientar la vida de las personas. SOLAPA DE CONTRAPORTADA “Podemos perdonar a un niño que tiene miedo de la oscuridad: la verdadera tragedia de la vida es cuando los adultos tienen miedo de la luz” —Platón “Mi pretensión es doblar la rodilla y dar gracias por lo que Dios me ha dado” “El temor te enlaza y la palabra libera tu poder“ “El entendido hallará el camino” “Si el libro logra hacer amistad con tu problema me doy por satisfecho” “Todo en la vida es la palabra, esta palabra puede ser semilla para encontrarle soluciones a muchas situaciones” “Gracias Señor por darme la oportunidad de hacer un poco más liviana la vida de las personas” [1] Parloteo es una confusión mental frente a una situación. No aclara nada. Pensamientos confusos, repetitivos y en desorden.