Subido por leslie beebe

Pautas terapéuticas para el acompañamiento a la muerte

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Pautas para ayudar en el acompañamiento a la muerte. Acercarse al momento de la
muerte es una situación crítica para la persona que lo vive, y sin duda muy difícil de
afrontar para los familiares y personas allegadas a ella. Multitud de emociones afloran
ante esta expectativa tan terrible para el ser humano. Son sin lugar a duda los
momentos más difíciles que el paciente debe enfrentar en su vida. (A partir de ahora,
llamaré a la persona que se encuentra en la última fase de su vida con el término de
paciente).
No obstante, y dependiendo de la actitud del paciente, también puede ser un
momento de claridad mental, una oportunidad para que el individuo que enfrenta una
situación tan crítica, realice una revisión de su vida, y pueda hacer las paces consigo
mismo y con las personas allegadas. Solo desde esta conexión interior, la persona
puede despedirse de la vida e irse en paz.
Como he comentado anteriormente, acercarnos a la muerte nos pone en una posición
de máxima vulnerabilidad, donde se produce una intensa removida emocional. En
estos momentos tan difíciles, es oportuno contar con un acompañamiento
terapéutico. El acompañamiento terapéutico, también denominado con el término
inglés de “counselling”, proporciona al paciente recursos para que sea capaz de
gestionar el torrente de emociones que le invaden de una forma saludable,
acompañándole así en este último tramo de su vida.
Es importante que como acompañantes, ayudemos al paciente, y a sus personas
cercanas a que aprendan a gestionar sus emociones, en estos momentos tan
complicados. Una de las principales emociones que emergen en el paciente es el
miedo, el cual puede adoptar distintas formas; miedo al dolor, miedo a abandonar a
los seres queridos, miedo a desaparecer… La dificultad para hablar de la muerte en
nuestra sociedad, al haberla convertido en un tema tabú, y el desconocimiento que
tenemos sobre ella, una vez dejamos nuestro cuerpo terrenal, propician que cuando
nos vemos obligados a enfrentar la muerte, el miedo y la ansiedad se apoderen de la
mayoría de nosotros, luchando y resistiéndonos ante la idea de dejar este mundo.
Según la psiquiatra Elisabeth Klüber Ross en el proceso de aceptación de la muerte se
pasan por 5 fases: rechazo, rabia, regateo, depresión y aceptación. Obviamente estas
fases son muy personales, y no siguen el mismo orden para todo el mundo. Sin
embargo, independientemente de las fases, es importante que el paciente cuente con
un acompañamiento, ya sea de familiares, o de un acompañante profesional, que le
ayude a transitar estos momentos tan complicados.
La persona que se enfrenta al momento de morir, aparte de vivenciar un cúmulo de
emociones, muchas veces también se siente muy solo, al percibir que nadie le
comprende. Debido al comportamiento de familiares y acompañantes, es habitual que
el paciente se sienta desahuciado por el resto, sintiendo que es visto como un inválido
incapaz, y no como una persona que solo desea ser escuchada. Este comportamiento
de frialdad y distanciamiento por parte de los familiares, suele proceder del propio
desconocimiento sobre cómo lidiar con estos duros momentos, no sabiendo qué decir
ni cómo actuar ante el paciente.
Es habitual que debido a esta falta de conocimiento, las actuaciones de las personas
cercanas no resulten las más adecuadas para el enfermo. Algunos ejemplos de esta
falta de gestión emocional son; cuando los familiares se niegan en redondo a dejar ir al
paciente, pues sienten que si aceptan su marcha, eso sería síntoma de que no quieren
suficiente a esa persona. Ante esta negación de la realidad, los familiares pueden
actuar erróneamente quitándole importancia a la situación, animando al paciente a
pensar en positivo y así obviar la realidad.
En otras ocasiones, y con la intención de proteger al paciente, los familiares se niegan
a decirle la verdad, aunque éste ya intuya que su final está cerca. Actuando así, solo
consiguen que el paciente se sienta más solo y menos comprendido por sus seres
cercanos.
Ante una inminente despedida, y con la finalidad que el paciente pueda morir en paz y
en serenidad, los familiares deberían comunicarle dos ideas importantes al moribundo;
La primera es que le deben dan permiso para morir, y en segundo lugar deberían
asegurarle que ellos saldrán adelante por sí mismos, y que en consecuencia, el
paciente no debe preocuparse por ellos.
Para asegurar que el paciente pueda alcanzar la paz y la serenidad necesaria para
morir, también es aconsejable que los familiares aseguren un entorno tranquilo en el
momento de su muerte; morir en casa es preferible a un hospital, y si no es posible, se
puede aclimatar la habitación del hospital con fotos, dibujos, objetos personales.. para
favorecer un clima cálido y tranquilo para el paciente. En caso de estar en un hospital,
es aconsejable reducir la medicación y los tratamientos paliativos en los últimos
momentos de la vida, pues eso solo resulta en un estrés mayor para el paciente.
Siempre que lo consideremos oportuno, y con la finalidad de que la persona se sienta
acompañada, podemos utilizar el contacto físico, siempre de forma respetuosa, y si
intuimos que es el momento adecuado. Coger la mano del paciente, depositar nuestra
mano su hombro, o un abrazo, pueden ser de gran ayuda para él, dándole el calor y el
apoyo necesario para que se sienta escuchado.
A continuación voy a exponer los principios que deberían ser la base del
acompañamiento a personas que se acercan al momento de la muerte. Estos principios
pueden ayudar tanto a los familiares, como a los counselors que acompañan al
paciente en la última fase de su vida.
Autenticidad: debemos mostrarnos al moribundo de una forma auténtica,
manteniendo una comunicación sincera con él. Contrariamente a lo que creemos,
abrirnos emocionalmente al paciente, expresándole nuestros propios miedos, le
ayudarán a vernos como un ser humano más. Cuando nos abrimos al otro siendo
congruentes con lo que sentimos, estamos ayudando al paciente a sentirse en
confianza para expresar sus emociones.
Sinceridad: la autenticidad con uno mismo conlleva la sinceridad con el paciente. Esto
significa que no se debería engañar al paciente sobre su estado, explicándole en todo
momento su situación de forma sensible y hábil, aunque la noticia sea poco
esperanzadora. De esta forma la persona tendrá tiempo de preparar su despedida.
No directividad: es importante dejar que el paciente exprese lo que siente sin censura,
como acompañantes no debemos restar importancia a su discurso, ni tampoco
debemos dirigirle en una dirección determinada. También debemos evitar predicar, o
darle consejos morales y espirituales. Es común que el paciente lleve ya un tiempo
enfermo y está cansado de que le digan qué debe hacer y qué no. Por este motivo,
agradecerá recibir nuestro acompañamiento, desde la autenticidad, simplemente
estando a su lado y atendiendo a sus necesidades.
Escucha: es fundamental mirar a los ojos al paciente, haciéndole sentir nuestra
presencia a su lado desde una actitud de escucha. También es muy importante no
interrumpir al paciente en aquello que dice; no debemos censurarle, ni tampoco
menospreciar la importancia de sus palabras. Asimismo debemos sostener los
silencios, quedándonos callados, para así darle espacio al paciente para que exprese lo
que siente.
No juicio: debemos atender al paciente desde una actitud de no juicio. Es común que
en estos momentos tan complicados para la persona, se produzcan reacciones
emocionales por parte del paciente; por ejemplo dirigiendo la ira o la culpa hacia el
acompañante. En estos casos no debemos tomarnos ninguno de estos ataques de una
forma personal.
Sin expectativa: como acompañantes no debemos esperar grandes cambios, ni
tremendos resultados en nuestro acompañamiento. Tampoco deberíamos realizar el
acompañamiento desde la idea de que vamos a salvar al otro, pues esa no es nuestra
tarea, ni tampoco nuestra responsabilidad. Lo importante para el acompañamiento es
estar presente, siendo autentico con uno mismo; desde una actitud relajada y libre de
juicios se ha de ayudar al paciente a transitar esos duros momentos, adoptando
también una postura de respeto y aceptación hacia él.
Sentido del humor: utilizar el sentido del humor, siempre desde una posición de
respeto y haciéndolo con sentido común, es una herramienta que los acompañantes
podemos utilizar para poner en perspectiva el hecho de morir, aligerando así la
seriedad del momento.
Ecuanimidad: no debemos posicionarnos ante el paciente como el maestro que sabe,
sino como una persona autentica, con los mismos problemas y emociones que
cualquier otro ser humano. Esta demostración de naturalidad, mostrándonos tal y
como somos, ayudará al cliente a abrirse a sus emociones.
Empatía: tanto si somos acompañantes como familiares, deberíamos adoptar una
actitud de empatía con el moribundo. En ocasiones existen tensiones entre familiares,
procedentes de una historia familiar complicada. En estos casos aceptar al otro desde
el amor es complicado, al aparecer emociones como el resentimiento, el rencor…
Si éste es el caso, podemos dar este ejercicio a los familiares en disputa. El ejercicio
consta de 2 pasos: el primero es mirar al paciente y pensar que es un ser humano igual
que nosotros; con necesidades similares, con miedos compartidos; como el miedo a la
muerte y el miedo a lo desconocido, y con un mismo deseo de ir hacia el placer y huir
del sufrimiento. El segundo paso es ponerse en el lugar del paciente, y a partir de aquí
hacerse las siguientes preguntas; ¿Qué necesitaría yo en su lugar?, ¿Qué desearía del
amigo que viene a verme?.
Aceptación: Como acompañantes es muy importante asegurar un entorno en que la
persona se sienta enteramente aceptada para expresar libremente sus emociones; ya
sea rabia, tristeza, frustración, miedo, ansiedad…. El acompañamiento se fundamenta
en mantenerse presente junto al paciente, sin sentirse en la obligación de tener que
decir, ni hacer nada en especial.
Desde esta actitud de aceptación incondicional, deriva una actitud de no juicio ante el
otro, sabiendo que si le dejamos espacio, será la propia persona quien irá encontrando
sus respuestas, y por tanto en esos momentos no nos necesita a nosotros para decirle
lo que debe hacer, o para juzgar si aquello que piensa, o hace está bien o mal.
Mirar a la muerte: ver al paciente en una situación tan crítica nos pone a nosotros en la
tesitura de tener que enfrentar nuestro propio miedo a morir. En ese sentido, y para
poder realizar el mejor acompañamiento posible, es importante llegar a aceptar ese
miedo en nosotros. Poder contemplar a la muerte de frente, reflexionar sobre ella y
aceptar que la muerte es parte inherente de estar vivos, son ideas que debemos
integrar en nosotros para atender y acompañar de la mejor forma posible a los
moribundos. Desde la aceptación de nuestro miedo, podremos empatizar mejor con
aquello que está sintiendo el cliente, ayudándolo a en su camino de aceptación de la
muerte.
El acompañamiento de los pacientes es una tarea muy dura para el acompañante, al
tener que lidiar con situaciones de elevada carga emocional. Por este motivo es
recomendable que como profesionales también recibamos apoyo terapéutico, por lo
que es aconsejable la asistencia a sesiones de supervisión de casos entre profesionales,
así como seguir con los propios procesos de terapia.
Acompañamiento final: los maestros budistas manifiestan la importancia de morir en
paz, lo que significa morir libre de apego y aferramientos. Siguiendo estos principios,
sería importante que el paciente pudiese cerrar aquellos asuntos que sienta como
inacabados en su vida. Como acompañantes podemos facilitarle aquellos recursos que
estén en nuestra mano para ello. También sería importante decirle, si se nos pregunta,
que mientras esté en este mundo, nunca es tarde para cerrar aquello que considere
oportuno para que su marcha sea lo más pacífica, y libre de apego posible.
A veces como acompañantes, el paciente puede pedirnos si podemos contactar con
alguna persona, con la cual siente que hay un tema abierto y desearía cerrar antes de
marcharse. Aunque podemos acceder a ello, y encontremos a esa persona, es probable
que ésta no desee hacer las paces con el paciente (en más ocasiones de las deseadas
se han realizado actos tan violentos y horrendos, que la persona no quiere saber nada
del paciente, y mucho menos hablar de perdonarlo). En estos casos, lo mejor es
comunicar al paciente que no nos ha sido imposible contactar con esa persona, y no
darle la negativa mostrada por la persona.
Como acompañantes, también es importante informar a los familiares del paciente
sobre nuestro trabajo. En consecuencia se debe mantener una reunión previa con
ellos, no solo para comunicarles en qué consiste nuestra labor, sino también para
conocer cúal es la situación familiar, como están lidiando ellos con estos duros
momentos, así como poderles dar algunas pautas de actuación que les ayuden en la
gestión emocional de la situación.
Si actualmente un familiar, o persona allegada se encuentra transitando estos duros
momentos, el acompañamiento puede ser la ayuda necesaria para ayudaros a lidiar
con esta situación.
Leslie Beebe
Acompañamiento terapéutico y emocional
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