Subido por Luisana Nuñez

CIENCIA POLITICA RESUMEN (1)

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RESUMEN COMPLETO DE
CIENCIAS
POLITICAS
Derecho 1er año
@tutarea.uy
SARTORI ¿QUÉ ES LA POLÍTICA?
La expresión "ciencia política" se determina en función de dos variables: 1) el Estado de la
organización del saber, 2) el grado de diferenciación estructural de los componentes humanos.
La noción de ciencia política varía en función de qué se entienda por ciencia y qué por política.
Esta división es necesaria porque "ciencia" y "política" son variables que han cambiado mucho,
en épocas diferentes y con diversas velocidades. Cualquier teoría de la ciencia política, debe ser
dividida en periodos, en función de cómo se combinan, una idea diferente de la ciencia con un
concepto particular de la política.
Se debe separar la Política de la Ciencia Política. Por Ciencia Política se entiende como una
disciplina que busca generar conocimiento científico acerca de la política. Este conocimiento
científico es un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y razonamiento,
sistemáticamente estructurados, de los que se deducen principios y leyes generales.
Para que exista un conocimiento cerca de un objeto de estudio, debe surgir una especialización
en la sociedad que otorgue al ámbito político un espacio funcional diferenciado del resto (esto
entiende la perspectiva positivista). Debe surgir personas que se dediquen a la actividad política
y sean diferenciados de otros. El surgir de la política está relacionada con la actividad política.
Según Sartori, los economistas liberales ayudaron a hacer de la esfera política un ámbito
autónomo ya que argumentaban una autonomía de la esfera económica.
La política es necesaria para poder vivir en sociedad, leyes que permitan convivir, creación de
bienes públicos, los cuales serían ineficientes si son creados a nivel privado, pero se vive
mayormente en la vida privada, entonces lo que se hace es hacerla una actividad rentada.
LA IDEA DE POLÍTICA
Hoy estamos habituados a distinguir entre lo político y lo social, entre el Estado y la Sociedad.
Estas distinciones y contraposiciones se consolidan en su significado actual en el siglo XIX.
Sartori en su texto distingue dos conceptos: horizontalidad de la política y verticalidad.
Horizontalidad:
La horizontalidad de la política habla que esta no siempre fue el ámbito especializado, con la
especialización funcional que se ve en las sociedades modernas, no siempre fue posible
distinguir la política de otros ámbitos, como lo moral, económico o religioso.
Al decir animal político, Aristóteles expresaba la concepción griega de la vida. Una concepción
hacia la polis. En el vivir político y en la politicidad, los griegos no veían una parte o aspecto de
la vida, sino la veían en su totalidad y esencia. El hombre no político, era un ser defectuoso, un
ser carente, inferior, cuya insuficiencia consistía en haber perdido, o no haber adquirido, la
dimensión y plenitud de la simbiosis con la propia polis.
Los griegos no eran capaces de entender la vida de los hombres dedicada al ámbito privado. El
vivir político (el y para la polis) era al mismo tiempo el vivir colectivo, en comunidad. La vida
política para ellos era vivir en la polis, y esta no se diferenciaba casi de la vida social, económica
y moral. Discutir política era discutir acerca de cómo vivir en comunidad. Por lo tanto, no se
debe decir que Aristóteles incluía la socialidad en la política, sino que ambos términos eran para
él un único término, y ninguno de los dos se resolvía en el otro, por la razón de que "político"
significaba conjuntamente las dos cosas a la vez.
A esta baja diferenciación, Sartori la llama horizontalidad, ya que no existía ningún ámbito
donde la política separara representantes y representados. La vida en sociedad formaba parte
de la horizontalidad griega, el encontrarse con lo que consideraban como la esencia del ser
humano. No existía una verticalidad, sobre todo porque tenían una democracia directa, no
tenían representantes. Existían ciertos representantes por sorteo, con el argumento de que
todos tienen una igualdad radical, que todos están capacitados para desempeñar cualquier
tarea, era un mecanismo igualitario.
La política de Aristóteles era a la vez una antropología; una antropología ligada al "espacio" de
la polis. Caída la polis, la "politicidad" se diluye. Por un lado, la política se juridiciza, por otro
lado, la política se teologiza, primero adecuándose a la visión cristiana del mundo, después en
relación con la lucha entre el papado y el Imperio, y luego en función de la ruptura entre el
catolicismo y el protestantismo.
LA AUTONOMÍA DE LA POLÍTICA
Al hablar de la autonomía de la política, el concepto de autonomía no debe entenderse en
sentido absoluto, sino relativo. Se sostienen cuatro tesis: 1) la política es diferente 2) la política
es independiente, sigue leyes propias, instaurándose como ley de sí misma 3) la política es
autosuficiente, basta para explicarse a sí misma 4) la política es una causa primera, una causa
generadora no sólo de sí misma sino de todo el resto, dada su supremacía.
Verticalidad:
La idea de verticalidad recién aparece con fuerza en el príncipe de Maquiavelo en la Edad
Media, y con esta verticalidad también aparecerá la autonomía de la política. En la Edad Media
se buscaba una organización en la religión, con la secularización eso cambia hasta llegar a
Maquiavelo, autor clave para Sartori. Con Maquiavelo aparece esta idea de verticalidad de la
política, comienza a verse como una actividad individual de las altas esferas de poder, ya no de
los pueblos. Maquiavelo es un asesor político, pero no asesora el pueblo, sino al Príncipe, hay
una identificación clara de la política de una ámbito especializado y concentrado. La política
comienza a ser una actividad de los políticos.
Se ve la política autónoma de otros ámbitos para Maquiavelo. En política los principios morales
y éticos no siempre son adecuados para ese ámbito, a veces algo bueno para el ámbito moral
no son efectivas para el ámbito político. La política no se construye en contra de la moral y
ética, sino que tienen otras reglas. La moralidad y la religión son, ingredientes fundamentales
de la política; pero a título de instrumentos.
Sin embargo, debemos entender y recordar que Maquiavelo no representa una forma moderna
para realizar Ciencia Política.
Hobbes teoriza una política más "pura" que Maquiavelo. Si el príncipe de Maquiavelo
gobernaba aceptando las reglas de la política, el Leviatán gobernaba creándolas, estableciendo
qué es la política. Él no planteaba únicamente la absoluta independencia y autarquía de la
política, sino que afirmaba que todo lo reabsorbe y lo genera todo a partir de la política.
EL DESCUBRIMIENTO DE LA SOCIEDAD
La Política tiene diversas definiciones, las extensas abarcan todas las actividades, desde dar un
discurso a realizar una simple acción; las acotadas dicen que la marca distintiva de una acción
política es que puede forzarse su cumplimiento, ya que el gobierno puede obligar a la gente a
obedecer por medio de la amenaza de la fuera física o su empleo. Podemos observar cómo se
relaciona con el instrumento detrás encargado de aplicar la fuerza.
Lo más difícil es establecer la diferencia entre Estado y sociedad. A Locke se le atribuye una
primera formulación de sociedad. Pero esta atribución corresponde al contractualismo en su
totalidad. La idea de sociedad es una idea de paz, que pertenece al contractualismo de la
escuela del derecho natural. No es la revuelta contra el soberano, sino el "contrato" con el
soberano, el que pasa a ser convenido en nombre de un contratante denominado sociedad.
La autonomía de la sociedad con respecto al Estado presupone otra diferencia: la de la esfera
económica. La separación de lo social con respecto a lo político supone la diferencia entre la
política y la economía.
LA IDENTIDAD DE LA POLÍTICA
En el mundo contemporáneo la palabra política se emplea sin medida, pero esta sufre una
"crisis de identidad". En política no se da un comportamiento que tenga características de
uniformidad asimilables a los comportamientos morales y económicos. La expresión
"comportamiento político" no equivale a indicar un tipo particular de comportamiento, sino un
ámbito, un contexto. Los comportamientos políticos son comportamientos que pueden
calificarse de la misma manera que todos los comportamientos no morales; esto es, en función
de los ámbitos que se anexan al "sistema político".
Sartori sugiere para afrontar la crisis de identidad de la política, no preguntarse en qué se
diferencian el comportamiento del animal político del animal social y económico; sino cómo se
han ido diferenciando y organizando desde el punto de vista estructural las colectividades
humanas. La pregunta pasa a ser: cuál será la denotación de las expresiones "en política" y
"sistema político", con respecto a las del sistema social y del sistema económico. Los conceptos
de "poder" y de "coerción" no bastan por sí solos para caracterizar y circunscribir la esfera de la
política, además del poder político, existe un poder económico, un poder militar, un poder
religioso, y más. A la coerción política se agrega la coerción social, la coerción jurídica, la
coerción económica, y así sucesivamente.
En las sociedades primitivas donde no existía el Estado, igualmente había estructuras de
autoridad, aunque estén dispersas y no muy claras, siempre existieron.
La dimensión horizontal pasa a ser asumida por la sociología mientras que la vertical asociada al
Estado pasa a estar en el ámbito de la Ciencia Política. Pasa a ser una ciencia del Estado. La
esfera de la política se restringe en el sentido de que se reduce a una actividad de gobierno, y
en sustancia a la esfera del Estado.
A su vez hay fenómenos por fuera del Estado que no eran políticos y pasan a serlo, por ejemplo,
el movimiento feminista, LGBT, ambientalistas, etc. El Estado muchas veces comienza a regular
esto y generar incluso normativas globales.
Ubicuidad: La política por lo tanto no es solo un ámbito del Estado, hoy hay una masificación y
democratización de la actividad política, hay más gente metida en este ámbito de las que había
antes. Esta masificación y democratización diluye las definiciones clásicas de la política.
Hoy no podemos decir que solo el poder vertical hace a la política, o sea la autoridad del
Estado, sino que también comienzan a surgir fenómenos por fuera del Estado, comienza de
nuevo a surgir una horizontalidad de la política y se cruzan esas dimensiones, la horizontal
comienza a tomar otra relevancia.
La verticalidad ha perdido poder, hay ciertos lugares en que el Estado no se puede imponer de
forma homogénea en todo el territorio. Lo que hay hoy entonces con estos fenómenos es una
crisis de la identidad de la política como una crisis de ubicación. Es difícil identificar un lugar
donde en la sociedad donde esté la política.
El concepto de sistema político es bastante flexible y permite incluir diversos subsistemas en la
medida en que se politicen (subsistema militar, sindical, etc.) Es un sistema como un
subconjunto de ámbitos interconectados que producen decisiones. La política se puede nutrir
de diversos ámbitos y subsistemas.
Las decisiones políticas pueden definirse como decisiones colectivizadas soberanas
reconocibles como tal, a las que es más difícil no ser afectadas por estas, tanto por su ámbito
territorial restringido como su intensidad coercitiva. Esto distingue una decisión política de
otras, esto está ligado con el concepto de verticalidad.
Condicionar e influir sobre el poder político no es lo mismo que ejercerlo. Por más que las
corporaciones sean influyentes, no quiere decir que su poder sea "soberano", sobreagregado al
poder político. En la medida en que un sistema político funciona, las órdenes predominantes y
vinculadoras erga omnes son los dictados que emanan del propio dominio político. Solamente
las decisiones políticas se aplican con fuerza coercitiva a la generalidad de los ciudadanos.
¿Tiene sentido definir lo político? No, es justamente lo interesante de la ciencia política la
flexibilidad de su objeto de estudio, su fluidez. La ciencia política debe responder a esta
característica de su objeto, generando nuevos enfoques y metodologías que permitan un mejor
estudio del mismo. La ciencia política se adapta a esos cambios de la política.
Las dificultades para la realización de una ciencia de lo político son:

Dificultades para controlar variables y establecer causalidades.
Las ciencias sociales tienen dificultades para realizar experimentos controlados como tal y lo
hacen las ciencias naturales. Se trabaja con el comportamiento de la gente y este no es estable.

Conocimiento históricamente condicionado.
Las sociedades construyen tradiciones culturales distintas, y diferentes formas de
interpretación de las instituciones sociales, por lo que las conclusiones obtenidas del estudio de
una sociedad no serían válidas para otra debido a esas diferencias. Igualmente, es posible
construir teorías capaces de ser aplicables a sociedades culturalmente distintas. Por esto
también es difícil crear y trabajar con teorías generales, hoy se utilizan más teorías específicas.

Relación entre conocimiento producido y objeto de estudio.
El conocimiento producido por las ciencias sociales es pasible de ser “apropiado” por los sujetos
que se están estudiando. Las encuestas crean opinión, el resultado de estas puede condicionar
el pensamiento de los ciudadanos. Ese conocimiento vuelve a la sociedad y genera dos tipos de
fenómenos: la predicción suicida (idea que un conocimiento generado en un momento
determinado queda invalidado cuando ese conocimiento se presenta en la sociedad, por
ejemplo, el conocimiento establecido por el estudio anterior, puede repercutir en su siguiente
votación) y profecía auto realizadora (hipótesis que al momento formulada no tiene ningún
sustento empírico en medida que la gente empieza a actuar suponiendo que ese conocimiento
es válido).

Subjetividad de los temas sociales.
Los temas estudiados de las ciencias sociales tienen una naturaleza subjetiva que impide su
estudio de forma objetiva. Las conductas solo pueden ser entendidos a treves de nuestra
experiencia subjetiva. La empatía no genera a un conocimiento científico. “Principio de no
conciencia” como premisa del conocimiento en el área social, no se puede construir un
conocimiento científico o ninguna teoría según lo que nos parece, el sentido común.

Sesgo valorativo.
La neutralidad valorativa no es posible en las ciencias sociales. Es posible separar hechos y
valores, los hechos de un dato de lo que pienso sobre algo. Hay diferencia entre un hecho, y lo
que yo opine o si me parece bien o mal.
BORON: TEORÍA POLÍTICA MARXISTA O TEORÍA MARXISTA DE
LA POLÍTICA
El materialismo histórico es una teoría que concibe a la historia dividida en épocas y cada época
se caracteriza por un modo de producción. Modo de producción es un conjunto de relaciones
sociales de producción. Hay una gran diferencia entre los que son dueños de los medios de
producción y los que trabajan para ellos. Esta gran división comienza con la disminución del
trabajo artesanal cuando el trabajo artesanal se suplanta por el industrial. Para Marx esta
diferencia de roles constituye la base de la diferencia entre la sociedad. Las relaciones sociales
fomentan el desarrollo de la producción basado en esta lucha de clases, en el choque entre
estas fuerzas productivas.
El marxismo hace una teoría del cambio basado en el interés económico basado en estos dos
roles. Llama a este conflicto de intereses el motor de la historia, lo que fomenta el cambio.
La ideología para el marxismo nubla la realidad, no les deja ver el rol que ocupan en el sistema
económico. Afecta sobre todo al proletariado creando la falsa conciencia ideológica. Marx creía
que, si al proletariado se lo enseña y se le otorgan las herramientas para esta toma de
conciencia, el sistema económico cae por su propio peso. El problema es que esta conciencia de
clase no viene por si sola, es necesario crearla. Lo importante es que la clase trabajadora realice
el mismo proceso que realizó la burguesía, que adquieran conciencia para comprender la
realidad y por qué está en lugar que esta y ahí se produce el cambio social.
Si el proletariado pudiese ver con claridad su rol económico en la sociedad, para el marxismo el
sistema económico terminaría a los individuos querer cambiarlo. La realidad no es
transparente, no se puede ver de forma clara, si estos roles serían tan claros para todos,
viviríamos en conflicto.
El conocimiento de la realidad, por fuera de la ideología tiene un carácter subversivo, si
comprendemos con claridad la base social y la significación de lo que haceos no seguiríamos
comportándonos de la misma manera. Una vez que los trabajadores adquieren conciencia del
rol que ocupan se produce un cambio social radical. Los trabajadores comprenden las
condiciones naturales de su existencia y la realidad ya no va a estar condicionada por esa
ideología.
¿PODEMOS HABLAR DE UNA TEORÍA POLÍTICA MARXISTA?
Autores dicen que el marxismo carece de teoría de la política porque tenía una visión negativa
de la política. Negativo y no existente, no son sinónimos y, por lo tanto, decir que una teoría
sobre algún tema en particular es “negativa” no significa que sea inexistente, sino que la
valoración que se hace de su objeto de indagación es negativa.
De acuerdo a Boron, el pensamiento de Marx no carece de una teoría, simplemente no habla
de tal.
La política del marxismo es un derivado del rol que ocupan los individuos en la economía. El
problema es que para aquellos que dicen que el marxismo no tiene una teoría a política buscan
una teoría política de este violando las premisas epistemológicas del materialismo histórico
buscando separar la política de lo económico. Buscan cambiar la forma en la que el marxismo
ve la realidad. Boron dice que tienen una visión positivista de lo social, en el sentido que busca
mirar los ámbitos como separadas, visiones separadas de esos ámbitos.
La pregunta por la existencia de una teoría “política” marxista sólo tiene sentido cuando se la
construye a partir de los supuestos básicos de la epistemología positivista de las ciencias
sociales. El marxismo va a ser un crítico de los economistas liberales, que separan la económica
de la política, Marx va a intentar hacer esa conexión.
El conjunto de las relaciones de producción constituye las relaciones económicas de la
sociedad, y sobre esto se construye la superestructura jurídica y política. El modo de
producción es lo que condiciona todo el proceso social y político sobre el que se va a desarrollar
la vida de los individuos. El marxismo tiene una visión negativa de la superestructura política y
jurídica, porque tiene una visión negativa del Estado. El Estado busca favorecer la burguesía.
Busca legitimar la división de clases en medida que legitima la propiedad.
Tiene una visión negativa del Estado, y por lo tanto de la política y que cree que la política es
una política burguesa, tomando la sociedad burguesa como una esfera alienante y alienada. El
objetivo último del marxismo es la eliminación del Estado, lo paradójico es que para eliminar el
Estado hay que tomarlo, de ahí es el paso de la dictadura del proletariado al socialismo.
El problema es que buscamos una teoría política del marxismo, pero del lado liberalista, y eso
es ir en contra de la visión del Marxismo.
Pero, no es posible comprender lo político sin entender lo que sucede a nivel económico, esto
es lo que el marxismo llama una forma dialéctica de comprender la realidad. Es el
funcionamiento mismo de la realidad, la idea de que no podemos comprender un momento
separado del otro.
El punto de partida de la reflexión sobre el carácter “negativo” de la política en Marx exige
repensar su significado como una actividad práctica en el conjunto de la vida social.
En las sociedades clasistas, la política es la principal esfera de la alienación, un espacio
privilegiado de la ilusión y el engaño. El estado “realmente existente” es en realidad un
complejo dispositivo institucional puesto al servicio de intereses económicos bien particulares,
y garante final de una estructura de dominación y explotación que la política convencional
jamás pone en cuestión.
La propia pregunta de si existe una teoría política, es que estamos preguntado mal. ¿Existe una
teoría política, separada del resto? No, pero la política existe. Teoría política como tal no hay,
sino que la política está presente ligada a la economía.
Para el marxismo ninguna dimensión de la realidad social puede teorizarse al margen –o con
independencia– de la totalidad en la cual dicho aspecto se constituye. No hay ni puede haber
una “teoría económica” del mercado o del capitalismo en Marx; tampoco una “teoría
sociológica” de la sociedad burguesa. Lo que debe haber, y hay, es un corpus teórico totalizante
que unifique diversas perspectivas de análisis sobre la sociedad contemporánea, ninguna de las
cuales puede, por sí sola, iluminar satisfactoriamente un aspecto aislado de la realidad. Es este,
al rasgo distintivo del materialismo histórico.
La concepción “negativa” de la política en Marx tiene como uno de sus fundamentos la teoría
de la alienación. La política y el estado, lejos de ser lo que Hegel decía, eran estratégicas
instancias de la alienación que contribuían a encubrir la explotación del trabajo asalariado y, de
ese modo, a preservar una sociedad injusta.
A los ojos del marxista, la sociedad sin clases se revela en donde las identidades y diferencias
étnicas, religiosas, de género, de opción sexual, estéticas, etc., serán potenciadas cuando hayan
desaparecido las restricciones que impiden su florecimiento: la sociedad de clases y la
explotación clasista. Se trata, de potenciar estas diferencias cuidando que no se conviertan en
fuentes de desigualdades. El “progresismo burgués”, en cambio, desarrolla un argumento a
favor de las diferencias, que alienta la creciente polarización clasista de nuestras sociedades.
Lo que distingue al marxismo de otras corrientes teóricas en las ciencias sociales, no es la
primacía de los factores económicos, ni políticos, sino el punto de vista de la totalidad. La
tradición marxista pretende construir una teoría integrada de lo social en donde la política sea
concebida como la resultante de un conjunto dialéctico de factores causales, algunos de los
cuales son de naturaleza política, mientras que muchos otros son de carácter económico,
social, ideológico y cultural.
Lo que hay en el marxismo, en realidad, es algo epistemológicamente diferente: una “teoría
marxista” –es decir, totalizante e integradora– de la política, que integra una diversidad de
factores explicativos, que trascienden las fronteras de la política, y combina una variedad de
elementos procedentes de todas las esferas distinguibles de la vida social. Así como desde el
marxismo no hay, ni puede haber, una teoría “económica” del capitalismo o una teoría
“sociológica” de la sociedad burguesa, tampoco puede haber, una teoría “política” de la
política.
Para Marx, la función de la teoría es transformar el mundo desenmascarándolo.
EASTON
Easton busca analizar cómo sobreviven las instituciones políticas y su estabilidad; esta es la
principal teoría funcionalista. Busca explicarlo en sociedades modernas y en lugares en donde
no se creó este ámbito diferenciado de instituciones políticas. La búsqueda de la respuesta
revelará los procesos vitales de los sistemas políticos -las funciones fundamentales sin las
cuales ningún sistema político podría perdurar. El análisis de estos procesos y de la naturaleza y
condiciones de las respuestas constituye el problema central de la teoría política.
LA VIDA POLÍTICA COMO SISTEMA ABIERTO Y ADAPTABLE
La vida política es un sistema de conducta incorporado a un ambiente a cuyas influencias está
expuesto el sistema político mismo, que reacciona frente a ellas. Las interacciones políticas de
una sociedad, constituyen un sistema de conducta.
Easton no habla de política sino de sistema político. Lo característico de lo político para Easton
es la asignación autoritaria de valores para la resolución de conflictos en la sociedad, esto es la
distribución de cosas valoradas por personas y grupos, como el dinero y la educación. El sistema
político asigna estos valores a través de mecanismos. Lo que hace entonces es resolver
conflictos mediante esta asignación autoritaria. No todos los conflictos llegan al sistema
político, a veces se solucionan de forma autónoma, y entran instituciones no políticas.
Estos conflictos llevan son llevados sistema político, estos toman decisiones mediante los
mecanismos y asignan valores autoritariamente a la sociedad. Si esos conflictos se resuelven, el
sistema va a recibir legitimidad, si no es así, va a recibir perturbaciones que afecten su
legitimidad. Si funciona bien y cumplen con estos conflictos orgánicamente, va a haber
homeostasis.
La vida política forma un sistema abierto. Por su misma naturaleza de sistema social separado
de otros sistemas sociales, debe considerarse expuesto a influencias procedentes de los demás
sistemas a los que está incorporado.
El hecho de que algunos sistemas sobrevivan, cualesquiera sean los golpes recibidos de sus
ambientes, advierte que necesitan poseer capacidad de responder a las perturbaciones y, de
adaptarse a las circunstancias en que se hallan. Entonces, los sistemas políticos pueden ser
adaptables, y no necesitan reaccionar de modo pasivo a las influencias de sus ambientes.
Una de las propiedades esenciales de la organización interna de un sistema político (compartida
con todos los demás sistemas sociales) es su capacidad variable para responder a las
circunstancias en que funciona.
Los sistemas políticos poseen gran cantidad de mecanismos mediante los cuales pueden tratar
de enfrentarse con sus ambientes. Gracias a ellos son capaces de regular su propia conducta y
transformar su estructura interna. Pocos sistemas, aparte de los sociales, gozan de esta
posibilidad.
Hay sistemas que desaparecen y otros que persisten. El sistema político no permanece estable,
pero si su fin. Cambia ciertos rasgos, pero su fin permanece estable. La persistencia de los
sistemas está en la función. Persisten porque cambian, cuando comienzan a perder legitimidad
cambian para poder persistir en el tiempo.
Los sistemas políticos no están indefensos de las tensiones y perturbaciones de ambiente. Las
tensiones son demandas de la sociedad para la asignación autoritaria de valores, estas pueden
ser internas o externas. Son circunstancias que ponen a prueba el sistema para subsistir porque
amenazan las funciones. El sistema político se encuentra acorralado por arriba y abajo donde
constantemente se demanda intervención.
EL ANÁLISIS DEL EQUILIBRIO Y SUS DEFICIENCIAS
Uno de los defectos de la forma de indagación en la investigación política -el análisis del
equilibrio- es que depende de esas capacidades variables de los sistemas para hacer frente a
influencias ambientales. Un análisis que conciba a un sistema político tratando de mantener un
estado de equilibrio tiene que tener en cuenta la presencia de influencias ambientales, ya que
son éstas las que alejan de su estabilidad a las relaciones de poder del sistema.
Existen dificultades que se oponen al eficaz equilibrio para el análisis de la vida política. Entre
ellas hay dos relevantes. 1) Los miembros de un sistema tienen solo una meta básica al tratar
de hacer frente a un cambio o perturbaciones: restablecer el antiguo punto de equilibrio o
encaminarse a otro nuevo; búsqueda de estabilidad. 2) Poca o ninguna atención se presta a los
problemas relacionados con el camino que sigue el sistema en esos desplazamientos.
Perturbaciones son actividades de cambios que es esperable que desplacen al sistema, pero no
amenazan esa función.
Es característica de todos los sistemas su capacidad de adoptar una serie de acciones positivas
para desviar o absorber cualquier fuerza de desplazamiento del equilibrio. No es obligatorio
que un sistema reaccione ante una perturbación en torno a un punto de equilibrio anterior o
pasando a otro nuevo. Puede hacerle frente tratando de modificar su ambiente, de modo que
los intercambios con él ya no provoquen tensión; puede tratar de aislarse contra cualquier otra
influencia del ambiente.
CONCEPTOS MÍNIMOS PARA UN ANÁLISIS SISTÉMICO
Podemos definir un sistema como cualquier conjunto de variables, independientemente del
grado de relación existente entre ellas. Puede denominarse sistema político a aquellas
interacciones por medio de las cuales se asignan autoritariamente valores en una sociedad;
esto es lo que lo distingue de otros sistemas de su medio. El ambiente puede dividirse en dos
partes: la intrasocial y la extrasocial. La primera son aquellos sistemas que pertenecen a la
misma sociedad que el sistema político pero que no son sistemas políticos. Los sistemas
intrasociales comprenden actitudes e ideas como la economía, la cultura, la estructura social;
son segmentos funcionales de la sociedad. La segunda parte del ambiente, la extrasocial,
comprende todos los sistemas que están fuera de la sociedad dada. Son componentes de una
sociedad internacional. Estas dos clases de sistemas ajenos al sistema político, comprenden su
ambiente total. Las influencias que con ellos se originan son una posible fuente de tensión.
Las perturbaciones son aquellas influencias del ambiente total de un sistema que actúan sobre
éste y lo modifican. No todas las perturbaciones crean tensión: hay algunas favorables a la
persistencia del sistema y otras neutrales en esa materia. En muchos casos, es previsible que
contribuyan a aumentar la tensión.
¿Cuándo podemos decir que existe tensión? Todos los sistemas políticos se caracterizan, de que
para describirlos como persistentes, tenemos que atribuirles el cumplimiento exitoso de dos
funciones: 1) asignar valores para una sociedad, la capacidad de tomar decisiones relativas a la
sociedad y 2) lograr que la mayoría de sus miembros acepten estas asignaciones como
autoritarias. Estas son independientes, se puede tener una y no la otra. Una persona puede
tomar decisiones por su cargo, y la sociedad puede aceptarlas o no. Estas dos propiedades
distinguen a los sistemas políticos de otras clases de sistemas sociales. Sin su presencia no
podríamos decir que una sociedad tiene vida política. Ninguna sociedad podría existir sin alguna
clase de sistema político.
Estas variables esenciales nos permiten establecer cómo causan tensión en un sistema las
perturbaciones que actúan sobre él. Se produce tensión cuando existe peligro de que dichas
variables sean impulsadas más allá de su margen crítico. Esto significa que algo puede estar
ocurriendo en el ambiente: una crisis económica provoca una desorganización y gran
descontento. Si las autoridades se muestran incapaces de tomar decisiones, o las decisiones
que adoptan no son aceptadas regularmente como obligatorias, ya no resulta posible la
asignación autoritaria de valores, y la sociedad se hunde por carecer de un sistema de conducta
que le permita desempeñar una de sus funciones vitales. Por lo tanto, entendemos que una
tensión es un cambio en el ambiente que amenaza la asignación autoritaria de valores por
parte del sistema político.
Toda tensión es una perturbación pero no toda perturbación necesariamente es una tensión.
Todo sistema tiene capacidad de hacer frente a la tensión ejercida sobre sus variables
esenciales, aunque no siempre lo logra: puede desmoronarse por no adoptar las medidas
apropiadas para manejarla. Lo primordial es su capacidad de responder a la tensión. La
respuesta adoptada servirá para evaluar la probabilidad de que el sistema sea capaz de alejar el
peligro.
VARIABLES DE ENLACE ENTRE SISTEMAS
Si los sistemas no estuvieran acoplados de algún modo, todos los aspectos de la conducta en
una sociedad, serían independientes entre sí, situación improbable. Este acoplamiento sugiere
un modo de averiguar los complejos intercambios a fin de reducir su diversidad a proporciones
manipulables. «Outputs del primer sistema», y, en consecuencia, «inputs del segundo sistema»,
son los efectos que se trasmiten a través de los límites de un sistema hacia algún otro. Una
transacción o intercambio entre sistemas será considerado como un enlace que adopta la
forma de relación input-output.
DEMANDAS Y APOYOS COMO INDICADORES DE INPUTS
Gracias a los inputs es posible ver el efecto de acontecimientos y circunstancias ambientales, en
vinculación con la persistencia de un sistema político. Sin él es difícil delinear el modo en que la
conducta de los diversos sectores de la sociedad afecta lo que ocurre en la esfera política.
La medida en que puedan emplearse como variables sintéticas dependerá de cómo los
definamos. Podemos concebirlos en su sentido más amplio, comprendiendo todo
acontecimiento externo al sistema que lo altere de una u otra manera. Pero, si lo empleáramos
con esa amplitud, nunca agotaríamos la lista de inputs actuantes.
La tarea se simplifica si nos limitamos a ciertas clases de inputs. Ello nos exime de tratar por
separado las consecuencias de cada tipo de suceso ambiental. Las influencias ambientales más
destacadas se centran en dos inputs: demandas y apoyo. A través de ellos se resume e influye
en la vida política una amplia serie de actividades. Es en las vacilaciones de los inputs de
demandas y apoyo donde encontramos los efectos de los sistemas ambientales que se
transmiten al sistema político.
OUTPUTS Y RETROALIMENTACIÓN
Output nos ayuda a organizar las consecuencias, no de las acciones del ambiente, sino de la
conducta de los miembros del sistema. Lo que más nos preocupa es el funcionamiento del
sistema político. Para comprender los fenómenos políticos no necesitaríamos ocuparnos de las
consecuencias que de ellos y en ellos tienen las acciones políticas en los sistemas ambientales.
Pero las actividades de los miembros del sistema pueden tener importancia por las acciones o
circunstancias subsiguientes. En esa medida, no cabe menospreciar las acciones que fluyen
desde un sistema hacia su ambiente. Además de influir en los sucesos de la sociedad más
amplia de la que forma parte el sistema, los outputs ayudan a determinar cada tanda sucesiva
de outputs que penetran en el sistema político.
Existe un circuito de retroalimentación (feedback loop) cuya identificación contribuye a explicar
los procesos mediante los cuales el sistema puede hacer frente a la tensión. Gracias a él, se
aprovecha lo sucedido buscando modificar en consecuencia la conducta futura. La
retroalimentación implica que el sistema funciona bien y las demandas son resultas con salidas
y decisiones del sistema.
Si han de tomarse decisiones para satisfacer demandas o crear las condiciones que las
satisfagan, es preciso retroalimentar, por lo menos a estas autoridades, con información
relativa a los efectos de cada tanda de outputs. De lo contrario las autoridades tendrían que
actuar a ciegas. Es de vital importancia explorar la forma en que operan los procesos de
retroalimentación. Cualquier cosa que contribuya a diferir o cortar el flujo de información que
llega a las autoridades, redunda en detrimento de su capacidad para adoptar medidas
tendentes a mantener el apoyo en un nivel que garantice la persistencia del sistema.
El circuito de retroalimentación se divide en varias partes. 1) Consta de la elaboración de
outputs por parte de las autoridades, 2) de una respuesta de los miembros de la sociedad a
estos outputs, 3) de la comunicación a las autoridades de la información relativa a esta
reacción, y 4) de las posibles resoluciones posteriores de las autoridades. De esta manera, una
nueva tanda de outputs, respuesta, retroalimentación de información y reacción de las
autoridades se pone en movimiento y forma la trama íntegra de actividades. Lo que ocurra en
esta retroalimentación tiene profunda influencia sobre la capacidad del sistema para enfrentar
la tensión y persistir.
UN MODELO DE FLUJO DEL SISTEMA POLÍTICO
La teoría debe averiguar cómo logra persistir un sistema cualquiera el tiempo suficiente para
seguir tomando decisiones de esta índole, y cómo actúa frente a la tensión a que puede estar
expuesto en cualquier momento. Es importante hacer constar que los outputs de los procesos
de conversión retroalimentan el sistema y, de esta forma, conforman su conducta posterior. Es
este rasgo, junto con la capacidad del sistema de emprender acciones constructivas, lo que
permite que intente adaptarse a una posible tensión o hacerle frente.
El análisis sistémico de la vida política se apoya en la idea de que los sistemas están insertos en
un ambiente y sujetos a posibles influencias ambientales, que amenazan con llevar sus
variables esenciales más allá de su margen crítico. Ello lleva a suponer que el sistema, para
persistir, debe ser capaz de reaccionar con medidas que atenúen la tensión. Las acciones
emprendidas por las autoridades son particularmente críticas en este aspecto; para que puedan
llevarlas a cabo, necesitan obtener información sobre lo que ocurre, a fin de reaccionar en la
medida que lo deseen o se vean obligados a ello. Contando con información, estarán en
condiciones de mantener un nivel mínimo de apoyo para el sistema.
SISTEMA POLÍTICO Y PARAPOLÍTICO
Hay una diferencia entre sistemas políticos y parapolíticos, si bien al igual que asignan valores
autoritariamente, hay una diferencia en esta asignación, se encargan de problemas relativos de
la asignación autoritaria dentro de grupos reducidos, y tienen competencias más limitados para
reducir las diferencia, por ejemplo, las escuelas, familia, sindicatos.
Esa autoridad se basa en roles acotados, por ejemplo, en el caso familiar no puede trascender a
otros grupos, tiene autoridad limitada. El sistema político asigna valores generales, ejercería no
solo para esa familia sino para todas dentro de ese territorio. Además, el sistema político tiene
instituciones validadas para respaldar esa fuerza.
KARL SCHMITT
El concepto de Estado supone el de lo político. El Estado es el status político de un pueblo
organizado en el interior de unas fronteras territoriales. Al preguntarse que es la política, casi
siempre se equipara lo político con lo estatal, o al Estado. El Estado se muestra como algo
político, entonces se torna un círculo vicioso.
El Estado no va a ser un formalismo jurídico, o sea solo un conjunto de instituciones que dictan
normas en un determinador territorio, sino que tiene más que ver con el concepto de status,
situación. Entiende al Estado como una situación vivencial, anterior a la creación de normas, del
aparato jurídico institucional que típicamente entendemos como Estado. Ese status vivencial es
lo que une a los pueblos y permite hablar de un Estado unificado.
Schmitt busca romper un concepto vicioso entre política y Estado. Se pregunta si primero fue lo
político o el Estado, y él dice que primero que lo político. Si entendemos el Estado como
aparato institucional, primero hay que vernos como sociedad, conjunto de individuos que
comparten algo, y luego creamos este aparato que regule la convivencia.
La mayor virtud del concepto de política de Schmitt estaría entonces en generar una definición
de política sin referirla a ningún espacio institucional; como el Estado.
El autor se pregunta si hay un concepto de lo político, que diferencie lo político de otros
ámbitos. Este autor se identifica con un pensamiento conservador. Los aportes de este autor
los podemos encontrar en la idea de soberanía y decisionismo. Lo jurídico estaba sujeto a lo
político, y lo político esta antes que lo jurídico. Lo jurídico se basa en lo político y sus decisiones,
depende de lo político para subsistir.
Schmitt plantea una concepción de lo político flexible y móvil, no lo fija en un lugar sino busca
encontrar su esencia. No fija lo político en la económico, estado, etc. Busca que es lo que los
distingue de otros conceptos. Sostiene que lo político no puede ser confundido con lo estatal. El
concepto de Estado presupone el de político por ende lo político es parte y anterior al Estado.
Lo político tiene sus propios criterios, y estos operan de manera peculiar en relación con los
diversos dominios independientes del pensar y hacer humanos, sobre todo en referencia a lo
moral, estético y económico. Lo político debe hallarse en una serie de distinciones propias,
autónomas y que se imponga por si misma como criterios imple de lo político. El objetivo de
Schmitt es realizar una definición de lo político, generando categorías específicas de este
ámbito.
Al igual que el marxismo lo político se liga al conflicto, lo ve como un conflicto. Es un conflicto
más particular y radical que el marxismo en el sentido que es más intenso. Para Schmitt lo que
distingue lo político de otros ámbitos es que la política es esencialmente conflicto. Un conflicto
entre dos concepciones. Así como existen ámbitos económicos, lo que distingue la política es la
relación amigo y enemigo, relación que señala un conflicto que distingue de otros conflictos por
su grado de intensidad de una unión o separación, de asociación o disociación.
Según Schmitt, existe un concepto de lo político en la política representada en los partidos
políticos, ya que en ese tipo existe un conflicto intenso.
Estos conceptos se deben tomar en su sentido concreto y existencial, no como metáforas o
símbolos. Es una distinción autónoma, en el sentido que no se funda en una o varias de otras
distinciones ni se la puede reconducir a ellas. Este criterio se puede aplicar en la teoría y la
práctica, sin necesidad de aplicar simultáneamente otras distinciones morales, estéticas,
económicas, etc.
La idea de amigo y enemigo tiene una influencia de la visión existencial. El enemigo no necesita
ser moralmente malo, ni estéticamente feo; el enemigo es el hostil, es un otro que es diferente
a mí, pero es más que esto, por el mero hecho de existir amenaza mi propia existencia. La
separación no es espacial, el enemigo puede ser une enemigo, sino es relacionado con un modo
de vida, a un vivir existencial y lo que altera mi modo de vida. Esta noción de enemigo refiere a
una alteridad vivencial radical frente a un otro.
Un conflicto extremo solo puede ser resuelto por los implicados, solo ellos pueden decidir si la
presencia del extraño representa el conflicto actual, y en consecuencia si hay que rechazarlo o
combatirlo para preservar la propia forma esencial de vida.
Enemigo no es cualquier competidor o adversario, sino es un conjunto de hombres que se
opone combativamente a otro conjunto similar. Solo es enemigo el enemigo público, hace
referencia a un conjunto de personas, un pueblo entero. Schmitt entiende la política como un
conflicto de existencias diferentes.
Todos los conceptos, ideas, poseen un sentido polémico, se formulan con vistas a un
antagonismo concreto, vinculados a una situación concreta cuya consecuencia es una
agrupación según amigos y enemigos, que se manifiesta en guerra, y se convierten en vacías
cuando pierda vigencia la situación.
En la manera usual de expresarse en el marco de las polémicas, el termino político aparece
como equivalente a propio de la política de partidos; la falta de objetividad de toda decisión
política, defecto que es reflejo de la distinción entre amigo y enemigo inherente a toda
conducta política.
Se debe dar una posibilidad efectiva de lucha, para que se hable de política, pero cuando se da
un conflicto de la política interior, ya no se refiere a la guerra entre dos unidades populares
organizadas (Estados o Imperios), sino a la guerra civil.
Guerra es una lucha armada entre unidas políticas organizadas, y guerra civil es una lucha
armada en el seno de una unidad organizada (por eso se vuelve problemática). Lucha se debe
tomar en sentido originario. Los conceptos amigo, enemigo y lucha adquieren su sentido real
por el hecho de que están y se mantienen en conexión con la posibilidad real de matar
físicamente.
La guerra procede de la enemistad, es su realización extrema, esta es una negación de un ser
distinto. Entonces, la existencia política es una guerra sangrienta, cada acción política es una
acción militar de lucha, como si cada pueblo está constantemente enfrentado respecto de los
demás. En la guerra los adversarios suelen enfrentarse como tales, se aparecen por un
uniforme modo de distinción entre amigo y enemigo, de modo que el problema político no lo
tenga que resolver un soldado en acción.
Sin embargo, la guerra no es un modo o contenido de la política, pero constituye el
presupuesto que está dado como posibilidad real, que determina la acción y el pensamiento de
humanos y origina una conducta específicamente política.
Solo la lucha real se hace consecuencia de la agrupación política según amigos y enemigos. Un
mundo sin posibilidad de lucha, un mundo pacífico, seria ajeno a la distinción de amigo y
enemigo, y en consecuencia carente de política. El fenómeno de lo político solo se deja
aprehender por referencia a la posibilidad de agrupación según amigos y enemigos, con
independencia de las consecuencias que puedan derivarse de ello para la valoración religiosa,
moral, estética, o económica de lo político.
La guerra como medio político revela la posibilidad de distinción entre amigo y enemigo, y solo
por esta razón tiene sentido mientras esa distinción tiene lugar en la humanidad. Schmitt
considera que esta es la forma de justificar la guerra. Pero, si una guerra se lleva a cabo por
motivos puramente religiosos, morales, jurídicos, seria un contra sentido. Todo antagonismo de
cualquier clase se transforma en oposición política en cuanto gana suficiente fuerza para
agrupar de modo efectivo a los hombres en amigos y enemigos.
La agrupación de amigos y enemigos es tan fuerte que en el momento en que una oposición no
política produce esta agrupación, pasan a segundo plano los anteriores criterios, puramente
económicos, religiosos, etc., queda sometida a las consecuencias nuevas de la situación
convertida en política.
En política siempre toda agrupación que se orienta por referencia al caso decisivo. Debe ser
soberana en el sentido que posea la competencia para decidir en el caso decisivo. La unidad
política es por su esencia la que marca la pauta en el caso decisivo, cuando existe, es la unidad
suprema.
El pluralismo jurídico dice que el Estado se transforma en una asociación en competencia con
otras, viene a ser una sociedad junto a y entre otras, que se desenvuelven dentro o fuera del
Estado. Schmitt rechaza esto y dice que no hay ninguna sociedad o asociación política, lo que
hay es solo una unidad política. La posibilidad real de agruparse como amigos y enemigos basta
para crear una unidad que marca la pauta, unidad diferente con carácter decisivo.
El Estado, en su condición de unidad política, tiene la posibilidad real de determinar por propia
decisión quien es el enemigo y combatirlo (ius belli). Este también tiene la posibilidad de
declarar la guerra, y en consecuencia de disponer de la vida de las personas. El ius belli implica
la capacidad de disposición: requerir los miembros del propio pueblo la disponibilidad para
matar y ser muertos, y la de matar personas del lado del enemigo.
Sin embargo, un Estado normal busca producir dentro del Estado procurar la paz, seguridad y
orden, así crear una situación normal para que las normas jurídicas tengan vigencia en general,
ya que ninguna norma puede tener vigencia en una situación extraña por referencia a ella. Esa
necesidad de pacificación dentro del Estado, hace que este sea capaz de identificar por si
mismo también al enemigo interior. Esta seria la señal de guerra civil, según el grado de
declaración del enemigo del Estado. Esto sería la disolución del Estado como unidad política
organizada.
Mientras un pueblo exista en la esfera de lo político tendrá que decidir por miso quien es su
enemigo y amigo, esa es la esencia de su existencia política. Si no tiene capacidad o voluntad de
tomar esta decisión, deja de existir políticamente. Si se deja decir por un extraño quien es el
enemigo y contra quien debe o no combatir, no es un pueblo políticamente libre, sino esta
sometido a otro sistema político.
El sentido de la guerra no esta en que se la haga por ideales, sino que se haga contra un
enemigo real. No existen guerras de la humanidad como tal, la humanidad no es un concepto
político y no le corresponde unidad política ni posee status político. La humanidad es una
construcción social ideal que comprende a todos los seres humanos de la tierra; es una
despolitización porque refiere a una categoría universal, donde no hay ligar para el conflicto, en
medida que todos los individuos somos seres humanos.
Lo político para Schmitt entonces es un enfrentamiento radical entre un amigo y un enemigo,
entre dos formas de vida tan diferentes que la mera existencia de una amenaza a la otra, por lo
que son incapaces de convivir.
La política no es hacer la guerra. En la guerra no hay política, los solados no hacen política,
simplemente cumplen órdenes. Lo político entonces está en la decisión de hacer la guerra.
Cuando un Estado se lo declara al otro, le está declarando que es un enemigo. No es el hacer
guerra en sí, sino declarar al otro como un enemigo.
La guerra es una consecuencia de esa decisión, donde la mayor parte de las veces no forman
parte los que están batallando.
ELITISTAS
Autores elitistas son neomaquiavelistas porque comparte entre sí, una visión de la política que
comenzó con Maquiavelo. Esta idea que la política no está en todos lados, es una actividad que
tiene un centro de poder, y ese centro de poder está en el Estado, pero particularmente en la
figura que representa el Estado, el príncipe. Los elitistas dicen que, si queremos saber qué es la
política, darle efectividad, no hay que mirar en cualquier lado, sino focalizar en el punto en el
que se concentra el poder, y para ellos se concentra en la elite.
A partir de esto surgen distintas visiones.
PARETO
Pareto es un autor que tiene una visión particular acerca de lo político. Su visión responde al
pensamiento filosófico basado en la tradición liberal, en donde va a reconocer al individuo
como la soberana identidad en la sociedad. El centro de su teoría está en el individuo. La
sociedad para Pareto es un conjunto de individuos, no hay nada más allá de estos, no hay visión
comunitaria de la sociedad.
El individualismo metodológico es la idea de que el centro de la teoría se basa en el individuo,
no en ideas que trasciendan a esa entidad individual. Estos individuos lo que hacen en sociedad
es interactuar y competir por bienes, puestos de trabajo, bienestar, posiciones de poder.
Pareto concibe la historia como «cementerio de aristocracias».
Pareto analizará la democracia representativa, por ser la más frecuente en las sociedades
occidentales, aunque se referirá a ella simplemente como democracia. Respecto a esta cree,
por un lado, que se enfrenta al Gobierno de una élite que persigue sus propios intereses,
aunque trata de convencer al pueblo para hacerlos coincidir con los suyos, mediante todo tipo
de ideologías, y por otro, reconoce el peligro que entraña el desgobierno, aunque no es tirano y
no usa indiscriminadamente de la fuerza. Sin embargo, advierte que la democracia
representativa no existe, ya que la soberanía del pueblo acaba al depositar su voto en la urna.
Pareto cree que la democracia basada en el equilibrio de poderes y en el pluralismo político
sigue siendo un modelo válido a falta de otro mejor.
Concibe la historia como el mismo fenómeno permanente: una minoría arrebata el poder a la
mayoría que domina y se erige en minoría dominante. Como los bienes son escasos, se da un
proceso donde hay individuos que logran llegar a posiciones de poder, unos que logran tener
mayor bienestar que otros, y otros que logran sobresalir sobre los demás. Se genera un proceso
de desigualdades, es un proceso que está en la naturaleza del hombre, la competencia por
sobresalir. Lo que sucede es que los individuos más aptos, que se desempeñan mejor en la
sociedad, sobresalen y alcanzan posiciones de poder, bienestar económico mayor que otros y
conformar una elite.
A una clase con individuos que son los mejores en ciertas actividades, se asignaría el nombre de
elite. Siempre hay individuos que sobresalen, que tienen más talentos y por lo tanto son mayor
reconocidos, y hay una restitución económica por las actividades que desempeñan. Los
individuos que llegan a la elite son muy pocos, y por eso son destacados.
En la política también se forma una elite, individuos que sobresalen, porque son mejores,
tienen mayor ambición. El problema de la actividad política es que suceden cosas que no
suceden en otros ámbitos, que hacen que la elite sea particular. Hay individuos con talentos,
pero por sus recursos no logran sobresalir, y quedan a un costado, por fuera de esa elite.
La actitud fundamental que debe tener una elite política es la habilidad para mantenerse en el
poder. Mientras estos individuos se mantengan en el poder van a conformar esa elite.
Entonces, lo que hace Pareto en base a esta teoría es una visión de la historia diferente,
momentos de la historia. La historia es una historia de minorías de poder, estas elites. Por lo
tanto, en toda sociedad podemos distinguir una elite gobernante, o sea que tiene el poder
político, de una no gobernante, que puede tener poder, pero no tiene poder político.
Si un pueblo tiene un buen desarrollo, es en gran medida gracias a las elites que tienen las
riendas de poder en esa sociedad. Acá se ve el individualismo metodológico, lo importante es el
individualismo, no lo colectivo.
Las élites no son permanentes: declinan, degeneran y mueren, unas veces con lentitud y otras
con rapidez. Disminuyen en cantidad y calidad, dejando lugar para la incorporación de nuevos
elementos de otros estratos, poniendo en movimiento la «circulación de las élites». Gracias a
sus aptitudes y que los individuos sobresalen, van formando parte de las elites, pero el
problema es que, particularmente en la elite política comienzan a surgir obstáculos para que los
mejores, con más aptitudes, lleguen a la elite política. Estos obstáculos surgen porque la propia
elite los coloca, pero ya no eligiendo a los más aptos con mayor capacidad sino colocando a los
conocidos, amigos y familiares.
Lo que sucede muchas veces es que la elite política en momentos de la historia no está
conformada por los más aptos y mejores en la sociedad, sino por individuos que llegaron de
forma independiente de sus aptitudes. Va a llegar un momento en el que va a existir mayor
cantidad de personas con aptitudes y aspiraciones de llegar a la elite política, que están fuera,
que las que están dentro de ella. Ahí para Pareto comienzan los cambios sociales, la formación
de partidos políticos, golpes de estado, etc. Ese proceso se pude expresar en diversos cambios
políticos, lo que sucede es un cambio de elite.
Cuando esto suceden estos cambios de elite, hay personas que van a querer entrar en esta, y lo
van a conseguir, mediante revoluciones etc. Estos que ingresan van a ser los más aptos, pero
luego van a seguir con las prácticas de las anteriores elites, hacer entrar a amigos, etc., y esta
elite va a caer. Así se vuelve un círculo vicioso.
Pareto explica los cambios históricos en base a esta teoría de la circulación de las elites. Su
visión de la historia como alternancia indefinida de los poderes de las élites está marcada por la
oscilación entre dos tipos en la Jefatura del Gobierno: los zorros y los leones. Lo ideal en las
sociedades es tener un equilibrio entre estas dos personas. Los leones son los que toman el
poder y no dudan en ejercer la fuerza, pero no saben gestionar las circunstancias. Los zorros
son los que no ejercen poder, pero son buenos gestionando los asuntos. La debilidad de los
leones consiste en su empecinamiento y por eso caen, para saber cuándo reprimir y cuando no.
La debilidad de los zorros es que le dedican más tiempo a mantenerse en el poder que a
responder las necesidades de los ciudadanos.
La naturaleza humana no cambia, se pueden localizar en cualquier momento hombres con
capacidad para mandar y hombres que quieren ser dominados. Las claves del equilibrio social,
de la estabilidad de la clase política, se encuentran en la estructura psicológica permanente de
la naturaleza humana. La historia nos enseña, que cualquier esfuerzo por cambiar la situación
social es una pérdida de tiempo. La historia se desarrollaba de forma caótica, y la razón y el
progreso eran simples ilusiones.
En los pueblos civilizados modernos hay tendencia a usar una forma de gobierno en la que el
poder de hacer leyes corresponde en gran parte a una asamblea elegida, por una parte, al
menos de los ciudadanos. El Estado de Derecho es un mito porque carece de entidad.
Critica al régimen parlamentario representativo y afirma que la soberanía pertenece al pueblo.
Sin embargo, la soberanía está en manos de una minoría que acude a los principios
democráticos sólo para dar una apariencia legítima a sus actuaciones. Para mantenerse en el
poder, las élites modernas utilizan la persuasión ideológica más que la fuerza, aparece una de
las dimensiones del «otorgamiento del poder» al pueblo: esta es una derivación sobre la cual es
más eficaz la creación de consenso.
La democracia no es posible porque siempre hay una élite gobernante: todo régimen social es
siempre aristocrático. La idea de una humanidad común, implícita en el concepto de igualdad
de todos los hombres, es incompatible con su clasificación en órdenes superiores e inferiores.
Igualmente, las élites democráticas son las menos peligrosas porque respetan la libertad de los
individuos.
Las teorías elitistas conciben que se alcanza el interés general cuando la política del Gobierno
concuerda con la opinión de la élite.
Pareto ofrezca su propia clasificación de los tipos de gobierno:
1) Gobiernos que usan principalmente la fuerza material y la de los sentimientos religiosos
u otros similares:
Predominan los residuos de la clase II (persistencia de los agregados/leones) sobre los de clase I
(instinto de las combinaciones/zorros) y, por tanto, expertos en mantener el orden, la
estabilidad y la tradición. Sin embargo, no estimulan la iniciativa económica bien porque huyen
de las novedades, o porque obstaculizan el ascenso de los que tienen nuevas ideas al respecto.
Su enriquecimiento será precario y caerán en manos de una turba armada.
2) Gobiernos que usan principalmente la inteligencia y la astucia apelando a los
sentimientos:
Se trata de Gobiernos teocráticos, como los de los antiguos reyes de Grecia, hoy desaparecidos
en Occidente, por lo que Pareto no procede a su examen.
3) Gobiernos que usan principalmente del arte y la astucia, apelando a los intereses:
Es un Gobierno de «especuladores», donde prevalece la clase I de residuos y la circulación de
las clases selectas es rápida, pero está determinada por la capacidad de producir innovaciones
económicas de los aspirantes. Pueden degenerar en Gobiernos astutos, pero débiles,
derribados por la violencia interna o externa.
La historia está marcada por oscilaciones periódicas en las que la clase gobernante va de la
coerción a la astucia; sin embargo, una confianza excesiva en la fuerza o en el ingenio no da
buen resultado a la larga.
Las decisiones políticas se toman de acuerdo con los sentimientos de una colectividad
particular. La fuerza centrípeta que potenciaba la concentración del poder hacia el centro, se
encuentra enfrentada con una fuerza centrífuga muy ponderosa. El poder central, como está
sometido a tal fuerza, se disgrega lentamente, y la soberanía pierde poco a poco su atributo
más importante: la eficacia. Como el poder tiene horror al vacío, los particulares y grupos que
ocupaban papeles secundarios, intentan del modo más natural conquistar las plazas vacantes.
En la mayor parte de los casos se conforman con ejercer un poder de hecho, real y efectivo,
aunque todavía jurídicamente inexistente. De estas transformaciones surgirá una nueva élite
que barrerá a la antigua y se apropiará de los resortes del poder.
Aunque la élite cambie de derivación o de teoría, la realidad es la misma. Ante la imposibilidad
efectiva de la democracia directa, Pareto reitera la importancia de las instituciones
democráticas como foro de opinión, pluralismo político y garantía básica de libertad.
ELITISMO Y DEMOCRACIA
La filosofía política moderna comenzó por una reacción frente a una forma de elitismo: el
elitismo del status y el privilegio hereditarios. Ni Maquiavelo ni Hobbes pueden considerarse
demócratas, pero ambos criticaron la aristocracia hereditaria. Mientras la democracia se rige
porque todos pueden decidir, la tecnocracia pretende que los llamados a decidir sean los
especialistas.
La consecuencia política de la visión pesimista y no igualitaria de la naturaleza humana es una
aceptación de la necesidad de un gobierno autoritario o, de un liderazgo autoritario ejercido
por una élite, en general sin la participación o el control de la masa.
El dominio de una élite es inevitable: se trata de tener la mejor de las élites posibles: la antigua
aristocracia liberal. ¿Cuál sería entonces el régimen político preferido por Pareto? Este sería el
régimen de «garantía o defensa jurídica» por Gaetano Mosca. El principio de la protección
jurídica es un criterio para comprender las formas de gobierno buenas de las malas, al examinar
los «mecanismos sociales que regulan la disciplina del sentido moral», refiere al freno
espontáneo o provocado de los sentimientos egoístas, ninguna sociedad puede sobrevivir sin
preocuparse de formar, alimentar y conservar el sentido moral.
No todas las formas de organización política consiguen instituir una eficaz protección jurídica.
Las formas mejores o menos malas son las que la defensa jurídica alcanza con mayor
aproximación el fin, que consiste en proteger al grupo social de los efectos destructivos de los
comportamientos extraviados. El mejor sistema de protección jurídica es el que se funda sobre
la presencia efectiva del mayor número de fuerzas sociales contrapuestas. En él se ha
conseguido la defensa de las libertades individuales gracias a un perfecto equilibrio político y
social. Puede alcanzarse mientras se logre llevar al poder a una élite compuesta por individuos
que no defiendan los intereses particulares de un grupo social concreto, sino que piensen en
términos del bien común y que establezcan un gobierno basado en el respeto a la ley.
Pareto creía que la iniciativa individual era el mecanismo económico más favorable para
aumentar la riqueza. Se muestra liberal en economía, aunque aceptaba las intervenciones del
Estado para agilizar el funcionamiento del mercado. En el plano político, su pensamiento se
caracteriza por un régimen de carácter autoritario, pero moderado en su conducta, donde los
gobernantes pueden adoptar decisiones, pero no pretenden resolverlo todo ni imponer a los
gobernados lo que deben pensar y creer.
Pretende reducir al mínimo el dominio inevitable del hombre sobre el hombre. A su juicio, lo
mejor sería dejar actuar a los mecanismos del mercado en un Estado lo bastante fuerte para
imponer respeto a las libertades.
MICHELS
Michels a diferencia de Mosca va a estudiar la formación de partidos políticos. Lo que hace es
estudiar al partido social demócrata más grande del mundo en ese momento, el alemán. Se
pregunta acerca de las posibilidades de funcionamiento democrático de masas de los partidos
políticos. Si un partido puede funcionar democráticamente. Debemos aclarar que este partido
por supuesto no es la excepción en la tendencia oligárquica.
Este plantea la ley sociológica fundamental, la organización es lo que da origen a la dominación
de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados
sobre los delegantes. Quien dice organización dice oligarquía.
No se concibe la democracia sin organización. la organización es el único medio para llevar
adelante una voluntad colectiva. La organización es el arma de los débiles en su lucha contra los
fuertes. Las probabilidades de triunfo dependerán del grado en que la lucha sea conducida
sobre una base de solidaridad entre las personas cuyos intereses son idénticos.
El principio de organización es condición esencial para la lucha política de las masas. Sin
embargo, este principio de organización, políticamente necesario, trae con sigo otro peligro:
salimos de las llamas para caer en las brasas. La organización es el manantial desde donde
parten las corrientes conservadoras que riegan la llanura de la democracia.
El ideal de la democracia consiste en el gobierno propio de las masas, de acuerdo con las
decisiones de asambleas populares; aunque este sistema limita el principio de delegación, no
logra brindar garantía alguna contra la constitución de una oligarquía.
La plebe está siempre expuesta a la sugestión, y es fácilmente influida por la elocuencia de los
grandes oradores populares. Es más fácil dominar una gran multitud que una audiencia
pequeña. La adhesión de la multitud es tumultuosa e incondicional. Las reuniones públicas
enormes, adoptan resoluciones por unanimidad; si estas mismas asambleas, se las divide en
pequeñas secciones serán más cautas en sus aprobaciones.
Un número tan grande de personas pertenecientes a una organización unitaria, no puede
realizar ninguna tarea práctica con el sistema del debate directo. Hay, sin embargo, otras
razones de carácter técnico y administrativo que hacen imposible el gobierno propio y directo
de grandes grupos.
En el partido democrático moderno es imposible que la colectividad emprenda la solución
directa de todas las controversias que puedan surgir. De allí nace la necesidad de delegación, de
un sistema donde haya delegados que representen a la masa y lleven a la práctica su voluntad.
La división social de trabajo entre lideres y masas imposibilita el gobierno democrático.
El poder de determinación pasa a ser considerado como uno de los atributos específicos del
liderazgo, y las masas lo pierden mientras se concentra solo en las manos de los líderes. Los
líderes, que al principio eran solo órganos ejecutivos de la voluntad colectiva, se emancipan
pronto de la masa y se hacen independientes de su control.
La organización implica la tendencia a la oligarquía. En toda organización, se manifiesta la
tendencia aristocrática. El mecanismo de la organización, induce algunos cambios importantes
en la masa organizada, e invierte la posición respectiva de los conductores y los conducidos.
Como consecuencia de la organización, todos los partidos o gremios profesionales llegan a
dividirse en una minoría de directivos y una mayoría de dirigidos. La democracia no puede
existir hasta que se ha alcanzado una etapa superior de vida social, mejor desarrollada.
Sí pasamos de la esfera de la democracia a la del partido, podremos observar que, a medida
que se desarrolla la democracia, aparece un efecto lateral: con el avance de la organización, la
democracia tiende a declinar.
En los diversos partidos y organizaciones de los diferentes países, el grado de desarrollo de la
organización es lo que determina, la influencia de los líderes. Donde la organización es más
fuerte, es menor el grado de aplicación de la democracia. Toda representación partidaria
representa un poder oligárquico fundado sobre una base democrática.
Toda organización sólidamente construida, favorece la diferenciación de órganos y funciones.
Cuanto más extenso y ramificado es el aparato oficial de la organización, mayor es el número
de sus miembros y más rico su tesoro, pero menos eficiente el control ejercido por la masa y
más reemplazado por el poder de las comisiones.
Los actos de los dirigentes están expuestos a la crítica de la masa. El dirigente es un empleado
comprometido a cumplir las instrucciones que recibe. Debe atender las ordenes de la masa, de
la cual es el órgano ejecutivo. Pero en la realidad, a medida que la organización aumenta, esta
dependencia se hace ficticia. Los miembros deben abandonar la idea de que supervisan la
administración total, y están obligados a dejar esas tareas en manos de personas, designadas
para ese fin: en manos de funcionarios asalariados.
La masa debe contentarse con informes breves, y con la designación de algunas comisiones de
investigación. El jefe se acostumbra a resolver cuestiones importantes con su propia
responsabilidad, y a decidir diversos asuntos relativos a la vida del partido sin intentar consulta
alguna a la masa. El control democrático sufre de este modo una disminución progresiva, y se
ve reducido finalmente.
La democracia es solo una forma de organización, y cuando deja de ser posible armonizar la
democracia y la organización, es preferible abandonar aquella y no ésta. La organización es el
único medio de alcanzar los fines del socialismo como extracto del contenido revolucionario del
partido, y este contenido esencial nunca debe ser sacrificado por la forma. Una organización
fuerte, debe tener un liderazgo igualmente fuerte.
Rousseau es fundador de la crítica a la democracia; define al gobierno popular como el ejercicio
de la voluntad general, y plantea que ésta nunca puede serle sustraída, y el soberano, que no es
más que un concepto colectivo, solo puede ser representado por sí mismo. En consecuencia,
desde el instante en que un pueblo se entrega a representantes, deja de ser libre. Una masa
que transfiere su soberanía a las manos de unos pocos individuos, abdica de sus funciones
soberanas. La voluntad del pueblo no es transferible. Así el poder sigue así un ciclo: procede del
pueblo y termina levantándose por encima de este.
Quien tiene el cargo de delegado adquiere un derecho moral a ese cargo, y los delegados lo
conservan a menos que sean privados de éste en circunstancias extraordinarias. La costumbre
se hace un derecho. Quien ha desempeñado durante cierto tiempo el cargo de delegado,
considera que ese cargo es propiedad suya. Si se le niega la reelección amenaza con represalias.
El adversario está obligado a mostrar en respuesta una deferencia mayor, y esto sobre todo
cuando el líder es indispensable, o la masa lo considera como tal.
En todos los partidos políticos, donde surge un obstáculo, los líderes están prontos para ofrecer
su renuncia. Declaran que están cansados y hastiados del cargo, cuando en realidad su
intención es mostrar a los disidentes él carácter indispensable del propio líder.
La gran masa de electores constituye la extensa base; sobre ésta se superpone la masa menor
de miembros enrolados en el comité local del partido, viene el número mucho pequeño de los
miembros que asisten regularmente a las reuniones; luego viene el grupo de funcionarios del
partido; y por encima de todo, de los miembros que constituyen el comité ejecutivo. El poder
efectivo está aquí en razón inversa del número de quienes lo ejercen.
En la masa, y aun en la organizada, existe una necesidad de dirección y guía. Esta se acompaña
por un culto de los líderes, considerados héroes. Acostumbrada a ser dirigida, la masa necesita
una labor considerable de preparación para poder ser puesta en movimiento. A falta de esto, y
cuando los líderes, de manera imprevista, la masa no comprende, y no les presta atención. La
masa tiene imapasión por los oradores distinguidos, por los hombres de gran renombre, y si no
puede obtenerlos, insiste al menos en un diputado.
Los líderes de las posiciones más altas poseen muchos cargos honoríficos. Una de las
características de los partidos democráticos modernos es la acumulación de cargos. Esto da
honores al líder, le da poder sobre la masa lo hace cada vez más indispensable; pero supone
también un aumento de trabajo, y puede derribar a quienes no tengan una constitución fuerte.
Además de la indiferencia política de las masas y de su necesidad de guía, contribuye a la
supremacía del líder; es la gratitud que experimenta la multitud hacia quienes hablan o
escriben en su defensa. Los líderes adquieren fama como defensores y consejeros del pueblo.
Hay una lucha, entre un líder y otro; y la masa tiene que intervenir en esta lucha, y decidir entre
los adversarios. Al favorecer a un competidor manifiesta por fuerza «ingratitud» hacia el otro.
Por lo general este sentimiento de gratitud se manifiesta en la reelección continua de los
líderes que lo han merecido, con lo que el liderazgo por lo común se hace perpetuo.
La pregunta es por qué toda organización deviene en oligarquía, identifica dos causas:
psicológica y técnica. La psicológica afecta a las masas, y la masa necesita contar con lideres
porque son incapaces de gobernarse y organizarse a sí mismos. Con la institución de un
liderazgo comienza la transformación de lideres en una casta cerrada, estos individuos que
toman más poderes de otros y se vuelve inaccesible para los demás. Estos gobernantes más
que gobernar a sus electores se gobiernan a ellos mismo y priorizan sus intereses.
En los partidos social demócratas, el liderazgo supone una transformación ideológica, que es la
moderación y el abandono de la revolución como forma de acceso al poder. Buscan competir y
mantenerse en el poder a través de las elecciones. Esto surge de las ansias de poder que tienen
los lideres.
La causa técnica es que toda organización requiere especialización de funciones de técnicos y
expertos. Comienza a surgir un desbalance de organización técnica de masas. Los lideres
manejan más información que la masa, viven cotidianamente para la organización y comienza a
surgir un desequilibrio de información entre el poder y la masa, y utilizan esa información ahora
permanecer en el poder, mientras que la masa no puede lograr el conocimiento profundo que
tienen los lideres del funcionamiento de la organización política, y hace que ellos lideres se
vuelvan especialistas y la usen para permanecer en el poder.
MARX Y SU CONCEPCIÓN
Las elites en el mundo moderno constituyen clases. Las elites del mundo premoderno
constituían estamentos. Marx: los grupos sociales en los que se estructuraba la sociedad eran
los siervos, o sea los campesinos sometidos a la servidumbre para trabajar para el señor feudal;
y los señores feudales.
En principio la estructura social moderna es una estructura abierta, y las pre modernas es una
estructura cerrada donde no hay posibilidad de movilidad social. Se es feudal, o se forma parte
de la nobleza por heredación.
La clase se define en función de la relación que el individuo tiene con lo económico. Marx la
clase la define el ser o no propietario de los medios de producción. Weber la define según lo
que tengamos para ofrecer en el mercado, y eso no tiene por qué ver con el capital, los medios
de producción. La condición de una persona en el mundo moderno está condicionada por el
grado de escasez con lo que tiene para ofrecer en el mercado.
En nuestra sociedad nuestras diferenciaciones son de tipo de clase, no estamentarias, ya que
estas están abolidas. Estamento político profesional, alto empresariado, sujetos que ostentan
un grado de prestigio o reconocimiento público, son sectores de elite, ciertas veces entre estos
hay grados de competencia, puede suceder que un individuo pertenezca a más de un grupo de
estos al mismo tiempo.
Michels con esta teoría, critica al marxismo, dice que la transformación socialista de la sociedad
a través del proceso revolucionario, lejos de terminar con desigualdades, crea otro tipo de
desigualdad basado en la organización burocrática. Genera una casta de burocracia
oligarquizada que se diferencia de la masa y tiene privilegios que no tiene la masa.
MOSCA
LA CLASE POLÍTICA
PREDOMINIO DE UNA CLASE DIRIGENTE SOBRE TODA LA SOCIEDAD
Deitano Mosca al igual que Pareto afirma que en toda sociedad hay una minoría única que
detenta el poder frente a una mayoría. Un predominio de una clase dirigente sobre toda la
sociedad.
La diferencia de Pareto con Moca es la organización, la clase gobernante para Mosca es así
porque está organizada. El ejercicio del poder necesita una justificación acerca de quién y por
qué se da ese mandato. A pesar de que el poder esté en la organización, busca una justificación
del mandato. A esta justificación Mosca la llama una formula política, esta es el conjunto de
creencias aceptadas que le otorgan a la clase política una base de legitimidad, o sea una
justificación. Hace que ese poder de hecho, se transforme en un poder legitimo.
La clase dirigente es siempre la menos numerosa, realiza todas las funciones políticas,
monopoliza el poder y goza de ventajas. La sociedad y más numerosa, es dirigida y regulada por
la primera, y la provee de los medios materiales de subsistencia y las vitales para el organismo
político.
La teoría de la clase política entonces sostiene que una sociedad es su clase gobernante. La
historia es la historia de la clase gobernante. Esto es volver a Maquiavelo, el poder no existe
como ente colectivo, sino individuos que conviven entre sí. Existen dos tipos de individuos, y
para entender a la sociedad hay que estudiar a los que gobiernan, no los que están por fuera.
En cada organismo político hay siempre una persona cabeza de la jerarquía de toda clase
política que dirige el timón del Estado. Esta no tiene por que ser la que empuña legalmente el
poder supremo. Bajo ciertas circunstancias, puede haber en lugar de una, dos o tres que
desempeñan las funciones de suprema dirección.
A su vez, las presiones provenientes del descontento de las masas gobernadas, ejercen
influencia sobre la acción de la clase política. El hombre a la cabeza del Estado no podría
gobernar sin el apoyo de una clase numerosa que siga y respete sus órdenes.
Lo que puede constituir la verdadera superioridad de la clase política, es la importancia que su
constitución variable tiene al determinar el tipo político y el grado de civilización de los pueblos.
La teoría de la clase política sostiene dos cosas: una sociedad es la sociedad de su clase
gobernante. La historia es la historia de la clase gobernante. Quienes son responsables del bien
social en definitiva no es toda la sociedad, la historia no la hacen los pueblos, sino la clase
gobernante, aquellos que por estar organizados gobiernan la sociedad. Para estudiar la
sociedad hay que focalizar su estudio en la clase gobernante.
PREVALENCIA DE LA MINORÍA ORGANIZADA SOBRE LA MAYORÍA
Un solo individuo no puede mandar a una masa sin tener una minoría que lo sostenga, las
minorías gobiernan a las mayorías. La fuerza de la minoría es irresistible frente a cada individuo
de la mayoría, el cual este asilado ante la totalidad de la minoría organizada. Se puede decir que
esta organizada por ser minoría. Cuanto mas grande es una comunidad política, menor será la
proporción de la minoría gobernante respecto a la mayoría gobernada, y más difícil será para la
mayoría organizarse en reacción contra ella.
Los elitistas van en contraposición de la monarquía, sostienen que es imposible que nos
gobierne uno solo. El gobierno lo forma un conjunto de personas y estas son necesarias para
sostener esta clase gobernante. Por más que haya una monarquía, siempre va a haber más de
una persona con el poder. Frente a la democracia, a pesar de que se eligen, lo que hace es
autoelegirse, se eligen un conjunto de minorías organizadas y los electores no tienen una
realmente libertad de elegir a quien quieran. Si esto sucediera sería un caos e imposible elegir.
La democracia es una aristocracia más amplia.
Además, las minorías gobernantes se distinguen de la masa de los gobernados por ciertas
cualidades que les dan superioridad material, intelectual, y moral. Son herederos de los
individuos que poseyeron estas cualidades. Deben tener un atributo, verdadero o aparente,
que sea fuertemente apreciado y de mucho valor en la sociedad que viven.
Hay ambigüedad en el concepto de clase gobernante de Mosca. Esta ambigüedad muchas veces
lo acerca o aleja de Pareto. Una pregunta que se hace Mosca es qué condiciones se deben
hacer los individuos para permanecer en esa clase gobernante. Mosca habla de que los
individuos que forman parte de la clase gobernante expresan o representan lo que la llama
fuerzas sociales. Estas son actividades humanas que la sociedad valora. En las sociedades donde
estas actividades son valoradas, los individuos de poder van a provenir de esas actividades.
LAS FUERZAS POLÍTICAS Y EL VALOR MILITAR
En la sociedad primitiva, que está en el primer estado de su organización, el valor militar es la
cualidad que más fácil abre el acceso a la clase política dirigente. La guerra, que en las
sociedades civilizadas avanzadas es un estado excepcional, se considera normal en aquellas que
están en inicio de su desarrollo. Los individuos muestran las mejores aptitudes en la guerra, así
obtienen su supremacía sobre sus compañeros: los mas valientes se convierten jefes.
Normalmente el dominio de la clase guerrera sobre una multitud pacifica, se suele tribuir a una
superposición de razas, a la conquista que un pueblo belicoso hace de otro no belicoso.
LA RIQUEZA
La clase guerrera dominante adquiere casi en exclusividad la propiedad de la tierra, que en los
países no civilizados es la principal fuente de producción y riqueza. A medida que la civilización
progresa, el valor de las tierras aumenta.
Con el crecimiento de la población suele crecer la rentabilidad, porque se crean grandes centros
de consumo constituidos en capitales. Así, puede devenir una transformación social muy
importante. La cualidad mas característica de la clase dominante es la riqueza; los gobernantes
son los ricos, no los fuertes.
Como el poder político produce riqueza, la riqueza produce poder. En una sociedad madura, en
la cual la fuerza individual es tenida bajo freno por la de la colectividad si los poderosos son los
ricos; basta con ser rico para convertirse en poderoso.
En todos los países, otros medios de influencia, con conocimiento especializado, se adquieren
mas fácilmente por los ricos que los pobres. Los ricos tienen un camino mas corto que recorrer
que los pobres.
LAS CREENCIAS RELIGIOSAS Y LA CULTURA CIENTÍFICA
En las sociedades donde las creencias religiosas son muy fuertes y los ministerios del culto
forman una clase especial, se constituye una aristocracia sacerdotal, que obtiene casi siempre
una parte de la riqueza, y del poder político. Frecuentemente los sacerdotes poseen todo tipo
de conocimiento y representan una clase intelectual elevada. Las jerarquías sacerdotales
tienden a monopolizar el conocimiento y obstaculizan la difusión de los métodos y
procedimientos que hacen posible el aprendizaje.
Lo sagrado y la cultura científica se convierten en fuerzas políticas importantes solo en un
estado muy avanzado de civilización, y solo entonces se abre acceso a la clase gobernante para
aquellos que lo poseen.
A la fracción mas distinguida de la clase política, la práctica de regir el organismo militar de la
comunidad, hace nacer y desarrollar un verdadero arte de gobierno superior a todo lo que
sugiere la simple experiencia individual. Aquí se constituyen aristócratas de funcionarios. El
dominio del arte de gobernar que un individuo tiene es una cualidad difícil de comprobar, si la
persona no ha dado una demostración practica de poseerlo.
LA INFLUENCIA DE LA HERENCIA EN LA CLASE POLÍTICA
En ciertos países, existen castas hereditarias; la clase gobernante está restringida a un número
de familias, y el nacimiento es lo único que determina la entrada o exclusión a esa clase. Todas
las clases políticas tienden a convertirse en hereditarias, todas las fuerzas políticas poseen
como cualidad la tendencia a permanecer en un punto en el que se encuentran. El valor militar
y la riqueza, por tradición, se mantienen en familias. La práctica de los grandes cargos, los
hábitos y las aptitudes, se adquieren más fácil cuando desde pequeño se familiariza con ello.
Aunque los concursos sean “abiertos” a todos, la mayoría no tiene los recursos para una larga
preparación, y otros no tienen las relaciones y parentescos por los cuales un individuo se evita
los tropiezos, inevitables cuando se entra a un ambiente desconocido, sin apoyo alguno.
El principio democrático de elección de sufragio parecería estar en contradicción con esta
tendencia hacia la estabilidad de la clase política; pero los candidatos que tienen éxito en las
elecciones democráticas, casi siempre son de fuerzas políticas hereditarias.
Cuando vemos en un país establecerse una casta hereditaria que monopoliza el poder político,
el status de jure fue precedido por uno de facto. Antes de proclamar su derecho hereditario de
poder, las familias poderosas debieron tener fuertes sus manos al mando, debieron
monopolizar todas las fuerzas políticas de la época y del pueblo en el que se afirmaron, sino
esta pretensión hubiera generado protestas y luchas.
Las aristocracias hereditarias argumentan con orígenes sobrenaturales, o diferentes y
superiores a aquellos de las clases gobernadas. Todas las clases gobernantes tienden a justificar
su poder apoyándolo en un principio moral de orden general.
Las aristocracias han permanecido cerradas, y por lo tanto exclusivas. Los individuos que
pertenecen a las aristocracias deben sus cualidades especiales a la particular educación que han
recibido y desarrollado tendencias intelectuales y morales, y no tanto por la sangre.
Mosca también va a hablar de principios y tendencias. Las tendencias hacen referencia al origen
de los nuevos miembros de la clase gobernante. Los principios refieren a la forma de elección
de esos miembros de la clase gobernante. Mosca distingue dos tendencias: aristocrática y
democrática, La aristocrática hace referencia a cuando cambian los miembros de la clase
gobernante y los que los sustituyen son individuos que ya estaban vinculados a la clase
gobernante anterior. La tendencia democrática es cuando estos nuevos miembros tienen un
origen por fuera de la clase gobernante anterior.
Los dos principios que distingue son: autocrático y liberal. El principio autocrático la forma de
elección de la clase gobernante es que la propia clase el gobernante elige sus miembros. En el
principio liberal quienes eligen los miembros de la clase gobernante son de la clase no
gobernante. Los principios y tendencias son independientes en Mosca. Un principio se puede
cruzar con una tendencia.
Entre los factores que figuran en la jerarquización social, la superioridad intelectual es la que
menos tiene relación con la herencia. Los hijos de hombres con inteligencia frecuentemente
tienen mediocres talentos. Por esto, las aristocracias hereditarias nunca han defendido su
gobierno solo con su superioridad intelectual, sino de carácter y riqueza. La posición social la
tradición de familia, los hábitos de la clase en la cual vivimos, contribuyen al desarrollo de estas
cualidades.
PERIODOS DE ESTABILIDAD Y RENOVACIÓN DE LA CLASE POLÍTICA
Cuando se desajustan las fuerzas políticas, si las nuevas fuerzas nacen, si las antiguas pierden
importancia o se produce un cambio en su distribución, cambia también la manera como la
clase política esta formada. Las clases políticas decaen cuando no pueden ejercer la cualidad
por la cual arribaron al poder, o perdió su importancia en su ambiente.
WEBER
Hay dos visiones, política como conflicto y como orden. En la visión que pone énfasis en el
conflicto, la política desaparece cuando desaparecen las relaciones de poder. En un caso, la
noción de poder está conectada a la contraposición, y en el otro a la composición.
Al igual que los contractualistas, el poder siempre tiene que estar justificado. Solo la
justificación transforma una relación de mera fuerza en una relación jurídica; contrato social.
La distinción entre legitimidad y legalidad se borró y se asume que todo poder legal es legítimo.
La legitimidad se refiere al título del poder, la legalidad a su ejercicio. Cuando se exige que el
poder sea legitimo se pide que quien lo detenta tenga el derecho a tenerlo (no sea un
usurpador). Cuando se hace referencia a la legalidad del poder, se pide que quien lo detenta no
ejerza con base en el propio capricho, sino de conformidad con reglas establecida (no sea un
tirano).
La dominación es la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado,
para mandatos específicos, o para toda clase de mandatos. Es la probabilidad de ejercer
"poder" o "influjo" sobre otros hombres. En el caso concreto esta dominación ("autoridad"),
puede descansar en diversos motivos de sumisión: desde la habituación inconsciente hasta lo
que son consideraciones puramente racionales con arreglo a fines. Un determinado mínimo de
voluntad de obediencia, o sea de interés (externo o interno) en obedecer, es esencial en toda
relación auténtica de autoridad.
No toda dominación se sirve del medio económico, ni tiene toda dominación fines económicos.
Toda dominación sobre una pluralidad de hombres requiere (no absolutamente siempre) un
cuadro administrativo; o sea, la probabilidad en la que se puede confiar, de que se dará una
actividad, dirigida a la ejecución de sus ordenaciones generales y mandatos concretos, por
parte de un grupo de hombres cuya obediencia se espera. Este cuadro administrativo puede
estar ligado a la obediencia de su señor por la costumbre, de un modo afectivo, por intereses
materiales, o por motivos ideales (con arreglo a valores).
En lo cotidiano domina la costumbre y con ella intereses materiales, utilitarios, tanto en ésta
como en cualquiera otra relación. Pero, la costumbre y la situación de intereses, como los
motivos puramente afectivos y de valor (racionales con arreglo a valores), no pueden
representar los fundamentos en que la dominación confía. Se les añade otro factor: la creencia
en la legitimidad.
Ninguna dominación se contenta con tener como probabilidades de su persistencia motivos
puramente materiales, afectivos o racionales con arreglo a valores. Todas procuran fomentar la
creencia en su "legitimidad". Según sea la clase de legitimidad pretendida, es diferente el tipo
de la obediencia, como el del cuadro administrativo destinado a garantizarla, como el carácter
que toma el ejercicio de la dominación; y también sus efectos. Por eso, parece adecuado
distinguir las clases de dominación según sus pretensiones típicas de legitimidad.
1-La "legitimidad" de una dominación tiene una importancia que no es puramente "ideal”,
mantiene relaciones determinadas con la legitimidad de la "propiedad".
2-No toda "pretensión" convencional o jurídicamente garantizada debe llamarse "relación de
dominación".
3-La "legitimidad" de una dominación debe considerarse sólo como una probabilidad, la de ser
tratada prácticamente como tal y mantenida en una proporción importante.
4-"Obediencia" significa que la acción del que obedece actúa como si el mandato se hubiera
convertido, en máxima de su conducta; eso en méritos de la relación formal de obediencia, sin
tener en cuenta la propia opinión sobre el valor o desvalor del mandato como tal.
5-El ámbito de la influencia autoritaria de las relaciones sociales y de los fenómenos culturales
es mucho mayor de lo que a primera vista parece.
6-Que el dirigente y el cuadro administrativo de una asociación aparezcan según la forma como
"servidores" de los dominados, no demuestra el carácter de "dominación”.
La dominación, o sea la probabilidad de hallar obediencia a un mandato determinado, puede
fundarse en diversos motivos:
-Puede depender directamente de una constelación de intereses, o sea de consideraciones
utilitarias de ventajas e inconvenientes por parte del que obedece.
-Puede depender de la "costumbre ".
-De la ciega habituación a un comportamiento antiguo.
-Puede fundarse, por fin, en el puro afecto, en la mera inclinación personal del súbdito.
Sin embargo, la dominación que sólo se fundara ellos sería relativamente inestable. En las
relaciones entre dominantes y dominados, la dominación suele apoyarse en motivos jurídicos,
en motivos de su "legitimidad", de tal manera que el rompimiento de esa creencia en la
legitimidad suele, acarrear graves consecuencias. En forma totalmente pura, los "motivos de
legitimidad" de la dominación son tres:
1.
Dominación legal en virtud de estatuto:
Su tipo más puro es la dominación burocrática. Sin embargo, ninguna dominación es
exclusivamente burocrática, ya que ninguna es ejercida únicamente por funcionarios
contratados. Su idea básica es: que cualquier derecho puede crearse y modificarse por medio
de un estatuto sancionado correctamente en a la forma. La asociación dominante es elegida, y
ella y todas sus partes son servicios. Un servicio heterónomo y heterocéfalo suele designarse
como autoridad. El equipo administrativo consta de funcionarios nombrados por el señor, y los
subordinados son miembros de la asociación ("ciudadanos"). Se obedece, no a la persona en
virtud de su derecho, sino a la regla estatuida, la cual establece a quién y en qué medida se
debe obedecer. El tipo del funcionario es de formación profesional, cuyas condiciones de
servicio se basan en un contrato, con un sueldo fijo, según el rango del cargo y derecho de
ascenso conforme a reglas fijas. Su administración es en virtud del deber objetivo del cargo;
debe disponer sin la menor influencia de motivos personales y sentimentales de ninguna clase,
libre de arbitrariedad y capricho. El deber de obediencia está graduado en una jerarquía de
cargos, con subordinación de los inferiores a los superiores.
Dentro de este forman parte la estructura moderna del Estado y el municipio, la relación de
dominio en una empresa capitalista privada, de cualquier tipo que disponga de un equipo
numeroso y jerárquicamente articulado.
2.
Dominación tradicional en virtud de creencia en la santidad de los ordenamientos y los
poderes señoriales existentes desde siempre:
Su tipo más puro es el del dominio patriarcal. La asociación de dominio es comunización; el tipo
del que ordena es el "señor'‘, y los que obedecen son "súbditos". El cuerpo administrativo lo
forman los "servidores". Se obedece a la persona en virtud de su dignidad propia, santificada
por la tradición: por fidelidad. En principio se considera imposible crear nuevo derecho frente a
las normas de la tradición.
Pueden observarse dos formas características distintas:
-La estructura puramente patriarcal de la administración: los servidores se reclutan en
dependencia personal del señor, ya sea en forma puramente patrimonial (esclavos, siervos), o
extra patrimonial (plebeyos)." Su administración es totalmente heterónoma y heterocéfala: no
existe derecho alguno del administrador sobre su cargo, y tampoco existen selección ni honor
profesionales del funcionario; los medios materiales de la administración se aplican en nombre
y por cuenta del señor. no existe garantía alguna contra su arbitrariedad.
-La estructura de clase: los servidores no lo son personalmente del señor, sino que son
personas independientes, de posición social superior; están investidos con sus cargos por
privilegio del señor, o poseen en virtud de un negocio jurídico (compra, pignoración o arriendo)
un derecho propio al cargo, del que no se les puede despojar sin más, de modo que su
administración, limitada, es autocéfala y autónoma, ejerciéndose por cuenta propia y no por
cuenta del señor: dominación gremial. El poder señorial se halla, repartido entre el señor y el
cuerpo administrativo con título de propiedad y privilegiado, y esta división de poderes por
clases caracteriza en alto grado el tipo de la administración.
3.
Dominación carismática:
En virtud de devoción afectiva al señor y a sus dotes sobrenaturales (carisma) y, en particular:
facultades mágicas, revelaciones o heroísmo, poder intelectual u oratorio. Sus tipos más puros
son el dominio del profeta, del héroe guerrero y del gran demagogo. El tipo del que manda es el
caudillo. El tipo del que obedece es el “apóstol”. Se obedece exclusivamente al caudillo
personalmente a causa de sus cualidades excepcionales, y no en virtud de su posición estatuida .
Mientras su carisma subsiste, su posición también. En cambio, cuando es "abandonado" por su
dios, o cuando decaen su fuerza heroica o la fe de los que creen en su calidad de caudillo, su
dominio también caduca. El cuerpo administrativo es escogido según carisma y devoción
personal, y no por calificación profesional (como el funcionario), de su clase (como el cuerpo
administrativo de clase), o de su dependencia doméstica o en alguna otra forma personal
(como es el cuerpo administrativo patriarcal).
La diferencia entre un caudillo elegido y un funcionario elegido es, el funcionario se comportará
en todo como mandatario de su señor de los electores, y el caudillo, como responsable
exclusivamente ante sí mismo, o sea, mientras aspire con éxito a la confianza de aquéllos,
actuará según su propio arbitrio (democracia de caudillo) y no, como el funcionario, conforme a
la voluntad, expresada o supuesta (en un "mandato imperativo"), de los electores.
CONCEPTOS
Weber identifica dos tipos de dominación:
-Dominación mediante constelación de intereses (situación de monopolio): dominio
monopolizador del mercado. Esta muchas veces se puede revertir, quien a veces es dominado
se puede convertir en dominador. El rol de dominador y dominado no está fijo.
-Dominación por autoridad (poder de mandato y deber de obediencia): ejercido por el padre de
familia, por el funcionario o por el príncipe. Siempre el rol de dominado y dominador no
cambia, está fijo. La dominación sucede por legitimidad. Hay tres tipos:
Tipos de legitimidad:
Racional: que descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los
derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad (autoridad
legal). Tiene que ver con los cargos. Es impersonal y racional.
Tradicional: que descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron
desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la
autoridad (autoridad tradicional). Es irracional y personal.
Carismático: que descansa en la entrega extra cotidiana a la santidad, heroísmo o ejemplaridad
de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas (autoridad carismática). Es
irracional. Muere con la persona. Es la más inestable.
FOUCALUT EL SUJETO Y EL PODER
Su objetivo ha consistido en crear una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser
humano en nuestra cultura. Se ha ocupado de tres modos de objetivación que transforman a
los seres humanos en sujetos.
-Primero están los modos de investigación que tratan de otorgarse a sí mismos el estatus de
ciencia; por ejemplo, la objetivación del sujeto hablante en la filología y la lingüística. O, la
objetivación del sujeto productivo, que trabaja, en el análisis de la riqueza y de la economía. O,
la objetivación del mero hecho de estar vivo en la historia natural o en la biología.
-Luego la objetivación del sujeto las "prácticas divisorias". El sujeto se encuentra dividido en su
interior o dividido de los otros. Este proceso lo objetiva. Algunos ejemplos son el loco y el
cuerdo, el enfermo y el sano, los criminales y los "buenos muchachos".
-Finalmente, su trabajo actual, es estudiar el modo en que un ser humano se convierte a sí
mismo en sujeto. Por ejemplo, el dominio de la sexualidad -el modo como los hombres
aprendieron a reconocerse a sí mismos como sujetos de "sexualidad".
Así, el tema general de su investigación no es el poder sino el sujeto. Mientras que el sujeto
humano está inmerso en relaciones de producción y de significación, también se encuentra
inmerso en relaciones de poder muy complejas.
Era necesario, extender las dimensiones de una definición del poder para utilizar esta definición
en el estudio de la objetivación del sujeto.; ¿Necesitamos una teoría del poder? Una teoría
supone una objetivación previa, no se le puede tomar como base de un trabajo analítico. Este
trabajo analítico no puede llevarse a cabo sin una conceptualización progresiva. Y esta
conceptualización implica un pensamiento crítico.
Lo primero que debe revisarse son las "necesidades conceptuales". Necesitamos conocer las
condiciones históricas que motivan nuestra conceptualización. Necesitamos una conciencia
histórica de nuestra circunstancia actual.
Lo segundo que debe revisar es el tipo de realidad de la que nos estamos ocupando.
El poder no es sólo una cuestión teórica, sino que forma parte de nuestra experiencia.
Necesitamos una nueva economía de las relaciones de poder. La relación entre la
racionalización y los excesos del poder político es evidente. Foucault sugiere una manera de
analizar los vínculos entre la racionalización y el poder. Podría ser prudente analizar este
proceso en diversos campos, cada uno en referencia a una experiencia fundamental: la locura.
la enfermedad, la muerte, el crimen, la sexualidad, etcétera. Debemos analizar racionalidades
específicas, en lugar del progreso de la racionalización en general.
Sugiere otra manera de avanzar hacia una nueva economía de las relaciones de poder. Este
nuevo modo de investigación consiste en tomar como punto de partida las formas de
resistencia contra los diferentes tipos de poder, en utilizar esta resistencia para que permita
poner en evidencia las relaciones de poder, ver dónde se inscriben. Descubrir sus puntos de
aplicación y los métodos que utilizan. En lugar de analizar el poder desde el punto de vista de su
racionalidad interna, se trata de analizar las relaciones de poder a través del enfrentamiento de
las estrategias.
Por ejemplo, para averiguar lo que significa cordura para nuestra sociedad, deberíamos
investigar lo que está sucediendo en el campo de la locura. Y, para comprender en qué
consisten las relaciones de poder, analizar las formas de resistencia y los intentos hechos para
disociar estas relaciones.
Características del poder:

Omnipresencia: está en todas partes, no engloba todo, sino que viene de todas partes.

No se adquiere o convierte, se ejerce a partir de puntos y en el juego de relaciones
móviles no igualitarias.

Las relaciones de poder no están en posición de exterioridad respecto de otros tipos de
relacionamientos, sino que son inherentes (inmanentes).

El poder viene de abajo, no hay en el principio de las relaciones de poder una oposición
entre dominadores y dominados. Las relaciones de fuerza se forman y actúan en los
aparatos de producción.

Las relaciones de poder son intencionales y no subjetivas.

Donde hay poder hay resistencia, y esta nunca está en posición de exterioridad respecto
al poder.
Como punto de partida, tomemos una serie de oposiciones que se desarrollaron los últimos
años: la oposición al poder de los hombres sobre las mujeres, de los padres sobre los hijos, de la
psiquiatría sobre los enfermos mentales. No basta decir que se trata de luchas contra la
autoridad; debernos tratar de definir con más precisión qué tienen en común:
1. Son luchas "transversales"; no se limitan a un solo país, a una forma de gobierno política
o económica particular.
2. El objetivo de estas luchas son los efectos del poder como tales. Por ejemplo, no se
critica la profesión médica por ser una empresa lucrativa, sino porque ejerce un poder
incontrolado sobre los cuerpos, la salud de los individuos, su vida y su muerte.
3. Son luchas "inmediatas". La gente critica instancias de poder más cercanas a ella. No
buscan al "enemigo principal", sino al enemigo inmediato. Tampoco esperan solucionar
su problema en el futuro (revoluciones, fin de la lucha de clases).
4. Cuestionan el estatus del individuo: sostienen el derecho a ser diferentes y subrayan lo
que hace a los individuos individuales. Por otro lado, atacan lo que puede aislar al
individuo, hacerlo romper sus lazos con los otros, dividir la vida comunitaria. Estas
luchas no están a favor o en contra del "individuo", están contra el "gobierno de la
individualización".
5. Se oponen a los efectos del poder vinculados con el saber, la competencia y la
calificación: luchan contra los privilegios del saber. Se cuestiona el nodo como circula y
funciona el saber, sus relaciones con el poder; el régimen del poder.
6. Estas luchas actuales se mueven en torno a la cuestión: ¿quiénes somos? Son un
rechazo de estas abstracciones, de la violencia estatal económica e ideológica que
ignora quiénes somos individualmente, y también un rechazo de una inquisición
científica o administrativa a que determina quién es uno.
El objetivo principal de estas luchas no es tanto atacar tal institución de poder, élite, o clase,
sino más bien a una forma de poder. Esta forma de poder se ejerce sobre la vida cotidiana
inmediata que clasifica los individuos en categorías, los designa por su propia individualidad, los
ata a su propia identidad, les impone una ley de verdad. Transforma a los individuos en sujetos.
Hay dos significados de la palabra sujeto: sometido a otro a través del control y la dependencia;
y sujeto atado a su propia identidad por la conciencia o el conocimiento de sí mismo. Ambos
significados sugieren una forma de poder que somete.
Hay tres tipos de luchas:
1. Las que se oponen a las formas de dominación (étnica, social y religiosa)
2. Las que denuncian formas de explotación que separan a los individuos de lo que
producen
3. Las que combaten aquello que ata al individuo a sí mismo y de este modo lo somete a
otros (luchas contra la sujeción, contra formas de subjetividad y de sumisión).
En la sociedad feudal prevaleció la primera forma. En el siglo XIX la lucha contra la explotación
alcanza el primer plano. Hoy en día, la lucha contra las formas de sujeción se vuelve cada vez
más importante. Todo tipo de sujeción consiste en fenómenos derivados, que son
consecuencias de otros procesos económico-sociales: las fuerzas de producción, la lucha de
clases y las estructuras ideológicas que determinan la forma de la subjetividad.
No pueden estudiarse los mecanismos de sujeción independientemente de sus relaciones con
los mecanismos de explotación y dominación. Estos mecanismos mantienen relaciones
complejas y circulares con otras formas.
La razón por la cual este tipo de lucha tiende a prevalecer en nuestra sociedad se debe a que
desde el siglo xv, se desarrolló de manera continua una nueva forma de poder político. Esta
nueva estructura política es el Estado. Pero casi todo el tiempo, se percibe al Estado como un
tipo de poder político que ignora a los individuos, buscando sólo los intereses de la comunidad
o, de una clase o de un grupo de ciudadanos. El poder del Estado (y ésta es una de las razones
de su fuerza) es una forma de poder individualizadora y totalizadora.
Ello se debe a que el Estado moderno occidental integró, en una nueva forma política, una vieja
técnica de poder que nació en las instituciones cristianas. A esta técnica de poder la llamamos
el poder pastoral. El cristianismo propuso y extendió nuevas relaciones de poder a todo el
mundo antiguo. Postula que ciertos individuos, en virtud de su calidad religiosa, pueden servir a
otros no como príncipes, profetas, benefactores o educadores, sino como pastores.

Su objetivo es asegurar la salvación individual en el otro mundo.

No es solo una forma de poder que ordena; también debe estar preparado a sacrificarse
por la vida y salvación del rebaño. En ello se distingue del poder soberano, el cual exige
el sacrificio de sus súbditos para salvar el trono.

No sólo se preocupa por toda Ia comunidad, sino por cada individuo particular.

Esta forma de poder no puede ejercerse sin conocer el pensamiento interior de la gente,
sin explorar sus almas. Implica el conocimiento de la conciencia y la habilidad de guiarla.
Esta forma de poder se orienta hacia la salvación (en oposición al poder político). Es oblativa
(en oposición al principio de soberanía); es individualizante (en oposición al poder jurídico); es
coextensivo y continuo con la vida; se vincula con una producción de verdad del propio
individuo. Esto pertenece a la historia; el pastorado, si bien no ha desaparecido, ha perdido la
parte de su eficacia. Hay dos aspectos del poder pastoral: la institucionalización eclesiástica,
que ha perdido su vitalidad desde el siglo SVIII, y la función de esta institucionalización, que se
ha extendido y multiplicado fuera de la institución eclesiástica.
Alrededor del siglo xviii tuvo lugar un fenómeno importante: una nueva distribución, una nueva
organización de este tipo de poder individualizante. El "Estado moderno" debe considerarse
como una entidad que se desarrolló por encima de los individuos ignorando lo que son, sino
que, por el contrario, es una estructura en la que pueden integrarse los individuos, con una
condición: que esta individualidad adquiera una nueva forma y se vea sometida a un conjunto
de mecanismos específicos.
El Estado puede verse como una matriz de individualización, o como una nueva forma de poder
pastoral.
1. Ya no se trata de guiar a la gente a su salvación en el otro mundo, sino de asegurarla en
este mundo. La palabra salvación adquiere varios sentidos: salud, bienestar, seguridad.
Metas "mundanas" reemplaza a las metas religiosas del pastorado tradicional.
2. Aumentaron los funcionarios del poder pastoral. Algunas veces se ejercía esta forma de
poder por medio del aparato de Estado o, por una institución pública como la policía. A
veces ejercían el poder empresas privadas. Pero las antiguas instituciones, por ejemplo,
la familia, también se movilizaron en esta época para asumir funciones pastorales.
3. La multiplicación de las metas y de los agentes del poder pastoral concentraron el
desarrollo del conocimiento del hombre en torno a dos papeles: globalizador y
cuantitativo, relacionado con la población: el otro, analítico, relacionado con el
individuo.
Ello implica que el poder de tipo pastoral, vinculado durante siglos con una institución religiosa
particular, de pronto se extendió a todo el cuerpo social; encontró apoyo en múltiples
instituciones. Y, en lugar de un poder pastoral y de un poder político, más o menos rivales, se
desarrolló una "táctica" individualizadora, característica de una serie de poderes: el de la
familia, la medicina, la psiquiatría, la educación y los empresarios.
El objetivo principal en estos días no es descubrir lo que somos, sino rechazar lo que somos.
Tenemos que construir lo que podríamos ser para librarnos de este tipo de "doble atadura"
política, que consiste en la individualización y totalización de las estructuras del poder
moderno. El problema político, ético, social de nuestros días no consiste en tratar de liberar al
individuo del Estado, y de las instituciones del Estado, sino liberarnos del Estado y del tipo de
individualización vinculada con él. Debemos fomentar nuevas formas de subjetividad mediante
el rechazo del tipo de individualidad que se nos ha impuesto durante varios siglos.
¿Cómo se ejerce el poder?
Plantearse el "cómo" del poder, los limitaría a describir sus efectos, sin relacionarlos a causas ni
a una naturaleza. Esto haría de este poder una sustancia misteriosa. Al proceder así, parecen
sospechar la presencia de una especie de desesperanza.
Le otorga cierta posición privilegiada a la cuestión del "cómo", no porque desee eliminar las
preguntas sobre el "qué" y el "por qué", sino trata de presentar estas cuestiones de distinta
manera; saber si es legítimo imaginar un poder que unifica en sí mismo un qué, por qué y
cómo. Empezar el análisis por el "cómo" es sugerir que el poder como tal no existe. Es
sospechar que se está dejando escapar una configuración compleja de realidades.
Con respecto a este poder, es necesario distinguir el que se ejerce sobre las cosas y proporciona
la capacidad de modificarías, consumirlas o destruirlas, un poder que surge de aptitudes
inscritas en el cuerpo o que se transmite mediante instrumentos externos. Se trata de una
cuestión de "capacidad". Por otra parte, lo que caracteriza el poder que estamos analizando es
que pone en juego relaciones entre individuos o entre grupos. Si hablamos de estructuras o de
mecanismos de poder, es sólo en la medida en que suponemos que ciertas personas ejercen
poder sobre otras.
El término "poder" designa relaciones entre "parejas". También es necesario distinguir las
relaciones de poder de las relaciones de comunicación que transmiten una información por
medio de un lenguaje o cualquier otro medio simbólico. La comunicación es una manera de
actuar sobre los otros.
Pero las relaciones de poder poseen una naturaleza específica, pasen o no pasen a través de
sistemas de comunicación. No debe confundirse las relaciones de poder, las relaciones de
comunicación y las capacidades objetivas. Ello no quiere decir que se trate de tres dominios
separados. Se trata de tres tipos de relaciones que se apoyan recíprocamente y se utilizan
mutuamente como instrumentos. La aplicación de las capacidades objetivas implica relaciones
de comunicación, también está vinculada a relaciones de poder. Las relaciones de
comunicación implican actividades terminadas y, en virtud de la modificación del campo de
información entre parejas, producen efectos de poder. En cuanto a las relaciones de poder, se
ejercen mediante la producción y el intercambio de signos; difícilmente se Ies disocia de las
actividades terminadas, ya sean las que permiten ejercer el poder, o las que recurren a
relaciones de poder con el fin de desarrollar su potencial.
La coordinación entre estos tres tipos de relaciones no es ni uniforme ni constante. En una
sociedad dada, no hay un tipo general de equilibrio entre las actividades terminadas, los
sistemas de comunicación y las relaciones de poder. Hay diversas formas, lugares, ocasiones o
circunstancias en las que estas interrelaciones se establecen según un modelo especifico.
Hay "bloques" en los que el ajuste de habilidades, las redes de comunicación y las relaciones de
poder constituyen sistemas regulados y concertados. Por ejemplo, una institución educativa:
los reglamentos que regulan la vida interna, las distintas actividades que se organizan, las
diversas personas que viven o se encuentran ahí, cada una con su propia función, todo esto
constituye un bloque de capacidad-comunicación-poder. Estos bloques, en los que la puesta en
práctica de capacidades técnicas, el juego de comunicaciones y las relaciones de poder, se
ajustan entre sí según fórmulas pensadas, disciplinas. Las disciplinas muestran cómo pueden
articularse los sistemas de finalidad objetiva, los de comunicación y los de poder. Exhiben
diferentes modelos de articulación, dándoles privilegio algunas veces a las relaciones de poder
y de obediencia, a veces a actividades terminadas (disciplinas de hospitales o talleres), a veces a
relaciones de comunicación (disciplinas de aprendizaje), y a veces a una saturación de los tres
tipos de relaciones (disciplina militar).
Abordar el tema del poder por medio de un análisis del "cómo", es, por lo tanto, introducir
varios cambios en relación con el supuesto de un poder fundamental. Es plantearse como
objeto de análisis relaciones de poder y no un poder; relaciones de poder que son distintas de
las capacidades objetivas y de las relaciones de comunicación.
¿En qué consiste la especificidad de las relaciones de poder?
El ejercicio del poder no es simplemente una relación entre "parejas", individuales o colectivas;
se trata de un modo de acción de algunos sobre algunos otros. Lo que, es decir, que no existe el
poder, que existiría universalmente, en forma masiva o difusa, concentrado o distribuido. Sólo
existe el poder que ejercen "unos" sobre "otros'. El poder no es una especie de consentimiento.
En sí mismo no es renuncia a una libertad, transferencia de derechos, poder de todos (no
impide que el consentimiento pueda ser una condición para Ia existencia o mantenimiento de
la relación de poder); la relación de poder puede ser el efecto de un consentimiento, pero no es
por naturaleza la manifestación de un consenso.
Lo que define una relación de poder es que es un modo de acción que no actúa de manera
directa e inmediata sobre los otros, sino que actúa sobre sus acciones: una acción sobre la
acción. Una relación de violencia actúa sobre un cuerpo o cosas: fuerza, somete, destruye:
cierra la puerta a toda posibilidad. Su polo opuesto sólo puede ser la pasividad. En cambio, una
relación de poder se articula sobre dos elementos, indispensables para ser una relación de
poder: que "el otro" sea totalmente reconocido y que se le mantenga hasta el final como un
sujeto de acción y que se abra, frente a la relación de poder todo un campo de respuestas,
reacciones, efectos y posibles invenciones. La puesta en juego de relaciones de poder no es más
exclusiva del uso de la violencia que de la adquisición del consenso; sin duda, el ejercicio del
poder no puede prescindir del uno o de la otra, y con frecuencia de ambos a la vez. Pero, a
pesar de que el consenso y la violencia son los instrumentos o los resultados, no constituyen el
principio o la naturaleza básica del poder.
El ejercicio del poder es un conjunto de acciones sobre acciones posibles; opera sobre el campo
de posibilidad o se inscribe en el comportamiento de los sujetos actuantes: incita, induce,
seduce, facilita o dificulta; amplía o limita, vuelve más o menos probable; siempre es una
manera de actuar sobre un sujeto actuante o sobre sujetos actuantes, en tanto que actúan o
son susceptibles de actuar.
El ejercicio del poder consiste en "conducir conductas" y en arreglar probabilidades. El poder es
menos una confrontación entre dos adversarios o la vinculación de uno con otro, que una
cuestión de gobierno. "Gobierno" no se refería únicamente a las estructuras políticas o a la
gestión de los Estados; más bien designaba el modo de dirigir la conducta de individuos o
grupos: el gobierno de las comunidades, de las familias, de los enfermos. No sólo cubría las
formas instituidas y legítimas de sujeción económica o política, sino también modos de acción
pensados, destinados a actuar cobre las posibilidades de acción de otros individuos. Gobernar,
en este sentido, es estructurar el posible campo de acción de los otros. El modo de relación del
poder no debería buscarse del lado de la violencia o de la lucha, ni del lado del contrato o de la
vinculación voluntaria, sino del lado del modo de acción singular, que es el gobierno.
Cuando se define el ejercicio del poder como un modo de acción sobre las acciones de los
otros, se incluye la libertad. El poder se ejerce únicamente sobre "sujetos libres" y sólo en la
medida en que son "libres". Sujetos individuales o colectivos, enfrentados con un campo de
posibilidades, donde pueden tener lugar diversas conductas, diversas reacciones y diversos
comportamientos. El poder produce conductas como si fueran autónomas.
Donde las determinaciones están saturadas, no hay relación de poder; la esclavitud no es una
relación de poder cuando el hombre está encadenado (se trata de una relación física de
coacción), sino cuando puede desplazarse y en última instancia escapar. La relación de poder y
la libertad no pueden separarse.
¿Como debe analizarse la relación de poder?
Puede analizarse en instituciones bien determinadas. Sin embargo, el análisis de las relaciones
de poder en espacios institucionales cerrados presenta inconvenientes. Una parte de los
mecanismos que pone en práctica una institución, está destinado a asegurar su propia
conservación, y conlleva el riesgo de descifrar funciones esencialmente reproductivas, en las
relaciones de poder "interinstitucionales". Segundo, al analizar las relaciones de poder a partir
de las instituciones, se expone a buscar la explicación y el origen de éstas en aquéllas, a
explicar, el poder por el poder. Finalmente, en la medida en que las instituciones actúan
poniendo en juego dos elementos, reglas y un aparato, se corre el riesgo de darle a uno o a otro
un privilegio exagerado en la relación de poder y, por lo tanto, de ver en estas últimas
únicamente modulaciones de la ley y de la coerción.
Vivir en una sociedad es vivir de modo tal que es posible que unos actúen sobre la acción de los
otros. Una sociedad "sin relaciones de poder" sólo puede ser una abstracción.
Las relaciones de poder, y del "agonismo" entre las relaciones de poder y la intransitividad de
libertad, es una tarea política incesante; y ésta es la tarea política inherente a toda existencia
social. El análisis de las relaciones de poder exige el establecimiento de cierto número de
puntos:
1. El sistema de diferenciaciones que permiten actuar sobre la acción de otros: toda
relación de poder pone en marcha diferenciaciones que son al mismo tiempo sus
condiciones y sus efectos.
2. El tipo de objetivos perseguidos por aquellos que actúan sobre la acción de los otros:
mantener privilegios, acumular ganancias, hacer funcionar la autoridad estatutaria,
ejercer una función o un oficio.
3. Las modalidades instrumentales: se ejerza el poder por la amenaza de las armas, por los
efectos de la palabra, por mecanismos complejos de control, por sistemas de vigilancia,
etcétera.
4. Las formas de institucionalización: éstas pueden mezclar disposiciones tradicionales,
estructuras jurídicas; pueden formar sistemas muy complejos dotados de múltiples
aparatos, como en el caso del Estado que tiene como función constituir la instancia de
control global, el principio de regulación y, la distribución de todas las relaciones de
poder en un conjunto social dado.
5. Los grados de racionalización: la puesta en juego de relaciones de poder como acción en
un campo de posibilidades puede ser elaborada en función de la eficacia de los
instrumentos y de la certeza del resultado o también en función del costo eventual. El
ejercicio del poder no es un hecho bruto, un dato institucional, ni es una estructura que
se mantiene o se rompe: se elabora, se organiza, se provee de procedimientos que se
ajustan más o menos a la situación.
Las relaciones de poder están arraigadas en el tejido social. Ello no quiere decir, que existe un
principio primario de poder que domina la sociedad hasta en su más mínimo detalle; pero,
tomando como punto de partida la posibilidad de la acción sobre la acción de los otros, las
múltiples formas de disparidad individual, de instrumentaciones dadas sobre nosotros y a los
otros, de institucionalización más o menos sectorial o global, definen distintas formas de poder.
El Estado en las sociedades contemporáneas no es sólo una de las formas de ejercicio del
poder, sino que de cierta manera todas las otras formas de relación de poder se refieren a él.
Pero no es porque cada uno se derive de él. Es más bien porque se ha producido una
estatización continua de las relaciones de poder.
Relaciones de poder y relaciones estratégicas:
La palabra estrategia se utiliza: primero, para designar la elección de los medios empleados
para conseguir un fin; la racionalidad empleada para alcanzar un objetivo. Segundo, para
designar la manera en que un compañero en un juego dado, actúa en función de lo que él
piensa que debería ser la acción de los otros; la manera en que se trata de tener ventaja sobre
otro. Tercero, para designar los procedimientos utilizados en un enfrentamiento con el fin de
privar al adversario de sus medios de combate y de obligarlo a renunciar a la lucha; se trata,
entonces, de los medios destinados a obtener la victoria. La estrategia se define entonces por la
elección de las soluciones "ganadoras".
Puede llamarse "estrategia de poder" al conjunto de medios establecidos para hacer funcionar
o para mantener un dispositivo de poder. También puede hablarse de estrategia propia de las
relaciones de poder en la medida en que éstas constituyen modos de acción sobre la posible
acción de los otros. Los mecanismos puestos en práctica en las relaciones de poder pueden,
entonces. descifrarse en términos de "estrategias". No hay una relación de poder sin
resistencia, sin escapatoria o huida. Toda relación de poder implica una estrategia de lucha.
Toda estrategia de enfrentamiento sueña con convertirse en una relación de poder, y toda
relación de poder se inclina a convertirse en una estrategia victoriosa. Entre una relación de
poder y una estrategia de lucha, hay un llamamiento recíproco.
Es la interferencia de las dos lecturas lo que hace aparecer esos fenómenos de "dominación"
que presenta la historia de las sociedades humanas. Lo que convierte en fenómeno central en
la historia de las sociedades al hecho de la dominación de un grupo, y al hecho de las
resistencias o revueltas a las que se enfrenta, bajo una forma global y masiva, a escala de todo
el cuerpo social, es el enganche de las relaciones de poder con relaciones estratégicas, y sus
efectos de incitación recíproca.
STEVEN LUKES
Con las recientes olas de inmigración hacía Europa, las fallidas intervenciones humanitarias
llevadas a cabo por países occidentales o las personas desplazadas internamente debido a
catástrofes naturales, el poder recobra un sentido biológico. Así, de acuerdo con la herencia
foucaultiana, Mark Duffield se plantea que la gobernación mundial es una forma de biopoder.
Giorgio Agamben se propone completar el paradigma foucaultiano, y, restaurar la soberanía
como una forma originaria de biopoder. Para él, la soberanía, más que emerger de un contrato
social reside en el poder para decidir la excepción; es decir, en el poder para fijar dentro del
lenguaje la frontera entre quién y qué es excluido o incluido como vida válida.
Estas definiciones de poder que destacan en la teoría de las relaciones internacionales en
Europa, se topan con la visión de poder como proceso de dominación presentada por Lukes.
Robert Dahl decía: “A tiene poder sobre B cuando consigue que B haga algo que de otra forma
no haría”. Esta definición, aclara Lukes, es la de poder como dominación. Con esta afirmación
presenta esta nueva edición como una crítica al concepto foucaultiano de poder. Esta es la
primera dimensión del poder. El método de Dahl consiste en determinar con respecto a cada
decisión qué participantes propusieron alternativas que, fueron adoptadas, vetaron alternativas
propuestas por otros, o propusieron alternativas que fueron rechazadas. Estas acciones
después son clasificadas como éxitos o derrotas individuales. Los participantes con la mayor
proporción de éxitos sobre el total de estos fueron considerados como los más influyentes.
Critica la definición de poder propuesta Michel Foucault, que resalta el lado positivo y
productivo del poder basándose en la idea de que si el poder no se ejerce por coerción es
porque el sujeto sometido al poder consiente el ejercicio del mismo. A pesar de esta crítica,
Lukes sí concede la posibilidad de la coexistencia del poder consentido y el no consentido,
subrayando que todo poder convive con cierta resistencia a la vez que encuentra cierto
consentimiento.
El porqué de la vigencia de la visión tridimensional se explica para Lukes por oposición a las
otras dos visiones de poder.
La visión unidimensional del poder, centrada en el estudio del comportamiento, en la toma de
decisiones, en los asuntos claves sobre los que se toman decisiones, en el conflicto observable y
en los intereses definidos como “preferencias demostradas a través de la participación
política”, ofrece un paradigma claro, aunque al mismo tiempo perpetúa los perjuicios del
sistema político estudiado y no contempla las formas en las que la agenda política es
controlada.
Por su parte, la visión bidimensional de poder incluye el análisis de los perjuicios y de las formas
de control de la agenda, pero lo hace sin tener en cuenta una perspectiva sociológica en la que
encuadrar ni los procesos de decisión y las decisiones no tomadas por los poderosos ni los
distintos modos de conflictos latentes. Un examen satisfactorio del poder bidimensional implica
un examen tanto de la adopción de decisiones como de las no decisiones. Hay una crítica hacia
el individualismo metodológico. En la medida en que una persona o un grupo-consciente o
inconscientemente- crea o refuerza barreras al aireamiento de los conflictos políticos esa
persona o grupo tiene poder.
Centra su atención en su propuesta de poder tridimensional, que sí que considera los procesos
de no-toma de decisión, los conflictos latentes y abiertos, el control de la agenda política y los
intereses subjetivos, y que permitirá un análisis a la vez normativo, teórico y empírico. Hace
hincapié en el poder como dominación, en cómo los poderosos aseguran la obediencia de los
que dominan y en concreto, cómo hacen para que esta obediencia sea voluntaria, a pesar de
que coexista con la resistencia.
Lukes recoge la definición de Weber de dominación como la probabilidad de que una orden con
un contenido concreto sea obedecida por un determinado grupo de personas y, así, la
existencia de dominación se concreta en la presencia real de una persona dando órdenes a
otras de forma satisfactoria. Así, hablar de poder como dominación significa, para Lukes,
estudiar la imposición de límites significativos sobre los sometidos a ese poder, ya sea sobre sus
intereses, deseos y propósitos, ya sea sobre su posibilidad de perseguirlos, o incluso sobre la
formulación de dichos deseos, intereses y propósitos.
Para Lukes el concepto de poder es radical en el momento en que se le considera una
capacidad diferenciada de su ejercicio o de su forma de ejercerla. Sin embargo, el debate sobre
el poder que interesa a Lukes es el que se centra en el poder como potestas, como dominación
sobre los demás, y la pregunta central que le preocupa es cómo es el poder como dominación
y, en particular, cómo son los resultados indicados y los mecanismos que los producen, para
poder estudiarlo empíricamente, teorizar sobre él y entenderlo.
Tres críticas a esta forma de concebir el poder (Lukes 1974):
1. Su crítica al behaviorismo sigue estando demasiado apegada al behaviorismo, al estudio
del comportamiento efectivo, abiertas, cuyas decisiones concretas en situaciones de
conflicto son consideradas paradigmáticas (individualismo metodológico). Pueden
existir decisiones no conscientemente elegidas.
2. Asocia al poder con el conflicto efectivo, observable. No presta atención a que el poder
actúa también formando preferencias para evitar los conflictos.
3. El poder de adopción de no decisiones existe solamente donde existen protestas que no
entran al proceso político. Pero si estas protestan no existen se asume que no existe un
consenso genuino en el sistema político.
FORERO HIDALGO
Hablar de cómo se desarrolló el proceso de formación de los Estados modernos remite a
preguntarse por las ideas modernas acompañaron asuntos de centralización nacional e
institucionalización del poder político.
A principios del siglo xix, los esquemas del pensamiento nacionalista ya habían sido expuestos
por autores, quienes centraron su obra en la idea de nación como el elemento adhesivo de
determinados pueblos o etnias, conjuntamente con su territorio. Para ellos, era necesario un
mantenimiento de la relación “nación-tierra”, y este era, el papel del Estado.
Bajo la influencia de la Revolución Francesa, Europa fue testigo de la aparición de la idea
moderna de Estado-nación, la idea de que los pueblos son soberanos y poseen destinos
históricos que deben ser concretados a través de la conjunción de elementos fundamentales:
una tierra que permita el crecimiento del pueblo y un Estado centralizado que provea la
seguridad necesaria para alcanzar las metas, y, la idea de nación, de una pertenencia común de
un mismo origen y un mismo conjunto de prácticas culturales (lenguaje, religión, etc.) , que
crean una unidad articulada por los otros dos factores.
Esta noción de Estado-nación de corte alemán, marcó y consolidó los desarrollos de la teoría
política en el siglo xix, en particular la concepción de pensadores como Weber, quien propuso
entender el Estado como una institución política de actividad permanente que concentra de
forma legítima el monopolio del poder de la coacción para el mantenimiento del orden vigente.
Uno de los métodos utilizados por las ciencias sociales, en especial por la sociología, la ciencia
política y la historia, es el método comparativo, que ha resultado útil para el estudio de los
procesos de formación del Estado-nación, encontrando regularidades y patrones más
generales.
Sin embargo, autoras sostienen que no existe un único método. Uno de los métodos que
sugieren es la comparación de análisis macrosocial, según el cual, a partir de un “n” pequeño,
trata de explicar grandes transformaciones y establecer mecanismos causales.
Algunos modelos explicativos desde la perspectiva comparada de la formación de los Estadosnación modernos: Los modelos de Moore y de Tilly:
Existen enfoques tradicionales sobre la formación del Estado que incluyen análisis estatistas,
geopolíticos, del modo de producción y del sistema mundial, los cuales van desde el
determinismo económico hasta la plena autonomía de la política, y desde posturas internalistas
hasta las que otorgan el peso fundamental al sistema internacional.
Estos enfoques han sido cuestionados y criticados ya que han resultado insatisfactorios en su
explicación. Han pasado por alto la viabilidad de tipos diferentes de Estado en las diversas
etapas de la historia europea porque han localizado la explicación de la variación entre Estados
en características individuales.
Moore y Tilly, asumieron la necesidad de reconocer diferentes vías de cambio seguidas por los
Estados en su proceso de transición a Estados nacionales industriales modernos.
Existe entre estos autores una confluencia en la clásica definición de lo que es un Estado
propuesta por Weber, quien lo considera como una comunidad humana que exitosamente se
arroga el legítimo monopolio de la fuerza física o violencia dentro de un territorio dado. Este
concepto implica la consideración de que, sin la existencia del uso de la fuerza, el concepto de
Estado no existiría, al no existir Estado que administre la violencia emergería la anarquía.
Las características que se distinguirían como constituyentes de un Estado bajo esta perspectiva
tienen que ver con:
-penetración del territorio bajo un sistema legal
-capacidad para hacer la guerra
-capacidad para extraer tributos de la población
-una economía suficientemente dinámica
-un esfuerzo por establecer tanto un aparato educativo centralizado como un sistema
religioso.
Entendido así, el Estado es una relación de hombres dominando hombres, y si existe Estado es
porque los dominados obedecen la autoridad que se reconoce como tal, basada en el uso
legítimo de la violencia.
Moore y su modelo relacional de clase social:
Moore establece su modelo de clase social, donde pretende explicar los diferentes papeles
políticos de las clases superiores terratenientes y el campesinado en la transformación de las
sociedades agrarias en sociedades industriales modernas. Trata de descubrir condiciones
históricas bajo las que esos grupos se convirtieron en fuerzas importantes para la emergencia
de las versiones parlamentarias occidentales de la democracia y de las dictaduras.
Esto permitiría explicar el papel que jugaron las clases altas rurales y los campesinos en las
revoluciones burguesas que condujeron a la democracia capitalista; las revoluciones burguesas
abortadas que condujeron al fascismo, y las revoluciones campesinas que condujeron al
comunismo.
Se pueden distinguir tres vías en el tránsito del mundo preindustrial al moderno:
1.
Revoluciones burguesas: ciertos cambios violentos tuvieron lugar en las sociedades
inglesa, francesa y norteamericana, en su evolución hacia democracias industriales modernas.
El avance capitalista destruyó la sociedad rural, porque se inició en un nuevo país, como en
Estados Unidos, sin auténtico campesinado. Esta vía condujo a la combinación de capitalismo y
democracia occidental.
2.
La segunda vía fue también capitalista, pero culminó durante el siglo xx en el fascismo
desarrollado en Alemania y Japón. Representa un tipo de “revolución desde arriba”, donde el
impulso burgués fue mucho más débil. Sectores de la débil clase comercial e industrial contaron
con elementos contrarios reclutados sobre todo en el campo, para imponer cambios políticos y
económicos indispensables para la construcción de una sociedad industrial moderna. El
desarrollo industrial fue rápido, pero el resultado de esta vía, tras un breve e inestable periodo
de democracia, fue el fascismo.
3.
La tercera vía fue el camino seguido por Rusia y China que llevó al comunismo. Las
burocracias agrarias de esos países sirvieron para privar los impuestos comerciales e
industriales en mayor medida que en los casos anteriores. Los resultados, se dieron en dos
sentidos: las clases urbanas fueron demasiado débiles para constituir una alianza que asumiera
la forma de modernización y, al faltar los pasos hacia la modernización, el campesinado
continuó siendo ingente. En segundo lugar, el campesinado, sujeto a nuevas y presiones al
introducirse el mundo moderno, suministró la mayor multitud de fuerza revolucionaria
destructiva que echó abajo el antiguo orden e impulsó a aquellos países a la era moderna bajo
regímenes comunistas.
Charles Tilly y la relación coerción-capital:
Tilly reconoce diferentes vías de cambio seguidas por los Estados europeos durante distintas
épocas en función de la acumulación y concentración de la coerción, del capital, o de su
combinación, pero también al situar la organización de la coerción y la preparación de la guerra
en el centro de su análisis. Las relaciones entre los Estados —a través de la guerra y su
preparación— afectaron la totalidad del proceso de formación del Estado.
Las estrategias usadas por los gobernantes para extraer recursos en función de preparar y
desarrollar la guerra variaron en las regiones intensivas en coerción y en capital, por tanto, las
formas organizativas de los Estados siguieron trayectorias diferentes en estas partes de Europa.
La creciente escalada bélica y la organización del sistema europeo de Estados a través de la
interacción comercial, militar y diplomática dio superioridad bélica a aquellos Estados que
podían desplegar ejércitos permanentes.
El papel que jugó el capital y la coerción, así como la interacción entre ciudades y Estados, fue
importante. Todos los Estados siguieron una dirección hacia una mayor concentración de
coerción y capitales explicada, por un lado, por la competencia permanente y agresiva entre
Estados por el comercio y los territorios, por otro lado, por los procesos mediante los cuales los
Estados adquirieron y asignaron los medios para llevar a cabo sus principales actividades.
La guerra y su preparación empeñaban a los gobernantes en la labor de extraer los medios
entre los que poseían los recursos esenciales y que se resistían a entregarlos sin fuertes
presiones o compensaciones, constituyendo la extracción y la lucha por los medios bélicos las
estructuras organizativas centrales de los Estados.
Tilly sostiene que las trayectorias de cambio de los Estados se diferenciaron y produjeron tipos
muy diversos de Estados. Se identifican tres tipos de trayectorias hacia la creación del Estado: 1.
1.
Vía intensiva en coerción: zonas de pocas ciudades y predominio agrícola, donde la
alianza de clases era dada por terratenientes armados y príncipes guerreros, otorgando
concesiones a la nobleza, restricción para la burguesía y explotación al campesinado.
2.
Vía intensiva en capital: zonas de múltiples ciudades y predominio comercial, el
intercambio y una producción orientada al mercado, estructuras de Estado efectivas y sin
burocracias grandes, con modos eficaces para pagar los costos de guerra y con instituciones
representativas de la burguesía en el Estado mismo.
3.
Vía de coerción capitalizada: zonas que establecieron una concentración de coerción y
capital equilibradas, aliando a comerciantes y terratenientes.
Aplicaciones de los modelos para América Latina:
Estudiosos han puesto de relieve la importancia de la guerra en la formación del Estado para el
caso de América Latina. Se analiza que la guerra interestatal ha sido poco frecuente y, cuando
ha ocurrido, es de carácter limitado.
Centeno, intenta hacer una aplicación de los postulados sobre la formación del Estado en
América Latina y sus transformaciones al preguntarse sobre las relaciones recíprocas entre la
guerra y el Estado-nación en América Latina. Una distinción que hace Centeno respecto al tipo
de guerras desarrolladas en Europa, es la distinción entre guerras totales y limitadas, en
América Latina, la mayoría de las ocasiones el enemigo de guerra provenía desde adentro. Este
es un punto crucial en la aplicación y confrontación del modelo, el tipo de guerra que se da en
América Latina.
Centeno sostiene que “América Latina ha sido relativamente pacífica, porque no formó
sofisticadas instituciones políticas, capaces de gestionar guerras”. Las explicaciones de Centeno
sobre la debilidad de los Estados en América Latina están referidas a la falta de capacidad
estatal para luchar las guerras; una geografía física que impedían el desarrollo de una autoridad
centralizada; divisiones étnicas y sentimientos racistas; priorización de mercados externos y,
por tanto, una dependencia con la potencia hegemónica regional.
Pero, si las guerras en América Latina fueron irrelevantes porque los Estados fueron débiles o
inexistentes, después que los Estados crecieron más fuertes, deberían haber comenzado
guerras más del “tipo europeo”. De este modo, o su explicación es incorrecta, o la descripción
empírica del siglo xix como relativamente pacífica no aplica para el caso de América Latina.
López-Alves usa una metodología comparativa (de tipo macro-analítica), que tiene en cuenta
dos tipos de situaciones: sociedades que compartían características económicas, culturales y
sociales, pero no engendraron instituciones ni regímenes similares, y sociedades que no tenían
mucho en común, pero engendraron Estados y regímenes similares.
Latinoamérica se ubicaría en la categoría de “coerción capitalizada”, en la que los formadores
del Estado utilizan tanto la coerción como el capital para centralizar el poder. Dos lecciones
saca el autor del contraste entre las experiencias de Europa y América Latina, por un lado, el
conflicto resulta inherente a la formación del Estado. Por otro lado, la ubicación geográfica del
esfuerzo bélico marca una diferencia en la formación del Estado.
López-Alves sostiene que fue el tipo de guerra, más que su frecuencia, lo que delineó la
formación de cada Estado. También sugiere que el tipo de guerra, más que la cantidad de
guerras experimentadas durante la construcción nacional, modeló la organización política.
El estudio de Rueschemeyer y Stephens sostiene que, la clase burguesa no es la clase
democrática por excelencia, ya que cumple un papel limitado. Quien asume este papel es la
clase trabajadora, en quien, para el caso de América Latina, ha recaído el proceso de
democratización. Los autores sostienen que la estructura del Estado depende de la relación
entre las clases, mediada por los partidos políticos.
Conclusiones:
Las explicaciones centradas únicamente en patrones de urbanización-modernización, en modos
de producción y relaciones de producción resultan ser limitadas.
El modelo interpretativo de formación del Estado de los países europeos considera: 1) la
importancia de la guerra, “la guerra hizo al Estado” y “el Estado hizo la guerra”, como lo dijera
Tilly; 2) en el proceso de obtención de recursos para la guerra, el Estado generó los beneficios y
derechos del ciudadano, 3) el Estado gradualmente logró el monopolio de la violencia.
Las investigaciones han confirmado la tesis de que la estructuración de las formas de Estado
estuvo afectada fundamentalmente por la organización de la coerción, en particular por la
guerra y su preparación.
Se ha motivado la elaboración de modelos interpretativos advirtiendo: a) las guerras de
Independencia en este subcontinente se desarrollaron de manera distinta que las guerras en
Europa y generaron consecuencias diversas; b) se han dado interrelaciones particulares entre
Estado, fuerzas armadas y sociedad civil; c) hay que considerar el impacto de los rivales
externos y el de los internos, entre otros. Esto permite superar la creencia que estimaba
únicamente que el proceso de formación estatal en América Latina estaba definido por la
tensión entre los caudillos regionales que se aliaban con los pobladores bajo su control para
oponerse a un poder central.
Puede afirmarse que la construcción del Estado nacional no fue pacífica en Latinoamérica en el
siglo xix. La guerra contribuyó a dividir países en secciones geográficas y a identificar pueblos,
ciudades y regiones con subculturas políticas específicas. Para algunos de los autores
analizados, el proceso de formación del Estado tanto en Europa como en Latinoamérica tiene
en común la importancia de la guerra y la coerción, y que diferentes tipos de guerra conforman
diferentes tipos de Estado.
WEBER SEMANA 5
Weber trabaja con conceptos típico ideales: representaciones que simplifican conscientemente
la realidad para realizar evaluaciones de los fenómenos sociales.
El estado racional como asociación de dominio institucional con el monopolio del poder
legítimo:
Desde el punto de vista de sociológico, una asociación "política", el "Estado", no se pueden
definir por el contenido de lo que hacen. No existe tarea alguna que una asociación política no
haya tomado, ni tampoco hay ninguna que haya sido siempre exclusivamente propia de
asociaciones políticas, o Estados, o que fueron históricamente precursoras del Estado moderno.
Sociológicamente el Estado moderno sólo puede definirse en última instancia a partir de un
medio específico que le es propio: el de la coacción física. Todo Estado se basa en la fuerza. Si
sólo subsistieran construcciones sociales que ignoraran la coacción como medio, el concepto de
Estado hubiera desaparecido; entonces se hubiera producido una "anarquía". La coacción no es
el medio normal o único del Estado, pero sí su medio específico.
El Estado es aquella comunidad humana que en el interior de un determinado territorio
reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física legítima. Lo específico de la
actualidad es que a las demás asociaciones o personas individuales sólo se les concede el
derecho de la coacción física en la medida en que el Estado lo permite. Este se considera como
fuente única del "derecho" de coacción. El monopolio y la coacción física, el territorio son
conceptos claves
Decimos que una institución tiene el monopolio cuando es la única capaz de ejercer esa
coacción. El Estado determina si un acto es legítimo o no. El Estado puede ejercer coacción
legitima solo en su estado, no en territorio extranjero, tiene límites.
El estado puede reclamar este ejercicio legítimo, pero no por eso siempre la puede ejercer, por
eso el concepto de reclamar para si con éxito, como por ejemplo en ciertas zonas de poco
acceso, o en lugares donde el estado pierde ese monopolio frente a otras organizaciones como
los narcos. Si el Estado no puede ejercer el monopolio esas zonas se convierten en zonas donde
no rige la ley escrita. Aquí el Estado de derecho pierde sentido. Sin la coacción física legitima
en un territorio no hay Estado de derecho. A estas zonas donde no hay presencia del Estado,
se les llamó zonas marrones.
La "política" sería la aspiración a la participación en el poder, o a la influencia sobre la
distribución del poder, entre Estados o, en el interior de un Estado. Cuando se dice que una
cuestión es "política”, o de una decisión que tiene carácter "político", se entiende que los
intereses de la distribución o conservación del poder son determinantes de la respuesta a
aquella cuestión, o determinan la esfera de actuación del funcionario en cuestión. El que hace
política aspira a poder, ya sea como medio al servicio de otros fines ideales o egoístas, o poder
"por el poder mismo" (para gozar del sentimiento de prestigio que confiere).
El Estado es una relación de dominio de hombres sobre hombres basada en la coacción
legítima. Para que perdure es necesario que los hombres dominados se sometan a la autoridad
de los que dominan. Cuando y por qué lo hagan, sólo puede comprenderse cuando se conocen
los motivos internos de justificación y los medios externos en los que la dominación se apoya.
Motivos de justificación interior, motivos de legitimidad de una dominación:
1.
Autoridad del "pasado", de la costumbre consagrada por una validez inmemorial y por la
actitud habitual de su observancia: dominación "tradicional''.
2.
La autoridad del don de gracia personal extraordinario (carisma), la devoción personal y
la confianza personal en revelaciones, heroísmo y otras cualidades de caudillaje del individuo:
dominación "carismática", como la ejercen el profeta o el príncipe guerrero escogido, el gran
demagogo y jefe político de un partido.
3.
La dominación en virtud de "legalidad", en virtud de la creencia en la validez de un
estatuto legal y de la "competencia" objetiva fundada en reglas racionalmente creadas, es
decir: disposición de obediencia en el cumplimiento de deberes conforme a estatuto; ésta es la
dominación tal como la ejercen el moderno "servidor del Estado".
Condicionan el sometimiento motivos poderosos de miedo y esperanza: temor de la venganza,
o esperanza de una recompensa en el otro mundo o en éste, al lado de otros intereses. Sin
embargo, por motivos de "legitimidad" de dicho sometimiento, nos encontramos con esos tres
tipos "puros". Los tipos puros se encuentran raramente en la realidad.
Esos políticos de "profesión", no son las solas figuras decisivas en la lucha política por el poder.
Decisiva es, la clase de los medios auxiliares de que disponen. Todo dominio que requiere una
administración continua, necesita la actitud de obediencia en la actuación humana con
respecto a aquellos los portadores del poder legítimo y, la disposición de elementos materiales
necesarios para el empleo físico de la coacción: el cuerpo administrativo personal y los medios
materiales de administración.
El cuerpo administrativo, se encuentra ligado a la obediencia frente al detentador del poder
sobre todo por medios que apelan directamente al interés personal: retribución material y
honor social.
Para el mantenimiento de todo dominio por la fuerza se necesitan determinados elementos
materiales externos:
Los ordenamientos estatales se pueden clasificar en dos grupos:
1. Según si las personas que constituyen el cuerpo de obediencia al soberano poseen en
propiedad los medios de administración, como dinero, edificios, automóviles, etc.
2. El cuerpo administrativo esté "separado" de los medios de administración, como
actualmente, que el empleado y el proletario estén "separados", en la empresa
capitalista, de los medios materiales de producción.
La asociación política en que los medios materiales de la administración se encuentran total o
parcialmente en el poder propio del cuerpo administrativo se articula "en clases". En la
asociación "en clases" el señor gobierna con la ayuda de una "aristocracia" autónoma, o sea
que comparte el poder con ella. En la segunda, se apoya en siervos domésticos o en plebeyos, o
sea en capas desposeídas, carentes de honor social propio; que le están materialmente ligadas
por completo y no disponen de poder propio. Corresponden a este tipo las formas de
dominación ordenamiento estatal burocrático. Este último, en su formación más racional
caracteriza también al Estado moderno.
Procesos en la formación del Estado moderno:

Expropiación de los titulares privado del poder administrativo (paralelismo con el
desarrollo capitalista).

Concentración de poder en la cumbre

Separación del cuadro administrativo y los medios materiales y económicos de la
administración.
En la Edad media, cada feudo era una unidad política en sí misma, esta tenía una yuxtaposición
de limites difusos entre estos titulares del poder administrativo. En el proceso al Estado
moderno se comienza a eliminar esos feudos y el poder se empieza a concentrar en una única
institución llamada Estado. El desarrollo de éste se inicia a partir del momento en que se
empieza a expropiar por parte del príncipe a aquellos portadores de poder administrativo que
figuran a su lado: aquellos poseedores en propiedad de medios de administración, de guerra,
de finanzas y de bienes políticamente utilizables de toda clase.
El proceso de Estado se da por este fenómeno de expropiación que va en paralelo con el
desarrollo del capitalismo, que tiene que ver con los medios de producción y el desarrollo de
los individuos. Este se da con la eliminación del trabajo artesanal y el surgimiento del
proletariado, personas que no tiene medios para producir un bien y comienzan a ganar su
sustento vendiendo el único bien que pueden que es su fuerza de trabajo.
En el "Estado" actual, y esto constituye un rasgo esencial del concepto, la "separación" del
cuerpo administrativo o sea de los funcionarios y los trabajadores administrativos, de los
medios materiales de administración, se ha llevado a cabo por completo.
El Estado moderno es una asociación de dominio de tipo institucional, que en el interior de un
territorio ha tratado con éxito de monopolizar la coacción física legítima como instrumento de
dominio, y reúne a dicho objeto los medios materiales de explotación en manos de sus
directores, pero habiendo expropiado para ello a todos los funcionarios de clase autónomos,
que anteriormente disponían de aquéllos por derecho propio, y colocándose a sí mismo, en
lugar de ellos, en la cima suprema.
La empresa estatal de dominio como administración. Dirección política y burocracia:
El último proceso que termina de delinear los contornos del estado moderno es la separación
del cuadro administrativo y los medios materiales y económicos de la administración del
Estado. Esta es la creación de la burocracia. Quienes recaudaban el estado muchas veces lo
hacían para su propio beneficio, eran dueños de los cargos que ejercían, pero comienza un
proceso de separación del cargo y estos medios materiales. El Estado comienza a crear sus
propios medios administrativos separados de los individuos que forman parte de él. Los medios
no son de las personas que forman, sino de la propia institución.
Estos tres procesos van en paralelo al desarrollo de la economía capitalista, con el proceso de
expropiación de los medios de producción, la eliminación del trabajo artesanal y la creación del
proletariado.
En el Estado moderno, el verdadero dominio, se encuentra en manos de la burocracia, tanto
militar como civil. Lo mismo que el progreso hacia el capitalismo a partir de la Edad Media
constituye la modernización de la economía, así constituye también el progreso hacia el
funcionario burocrático, basado en el empleo, en sueldo, pensión y ascenso, en la preparación
profesional y la división del trabajo, y en la subordinación y la superioridad jerárquica.
Desde el punto de vista de la sociología, el Estado moderno es una "empresa" con el mismo
título que una fábrica: en esto consiste su rasgo histórico específico. Se halla asimismo
condicionada de modo homogéneo, en ambas, la relación de poder en el interior de la
empresa. Así como la independencia relativa del artesano, del campesino con tierra propia, del
noble y del vasallo se fundaba en que eran propietarios ellos mismos de los utensilios, así
descansa también la dependencia jerárquica del obrero, del empleado de escritorio, del
empleado técnico y del funcionario estatal y el soldado, en el hecho de que los utensilios,
existencias y medios pecuniarios indispensables para la empresa y su existencia económica
están concentrados bajo la facultad de disposición del empresario, en un caso, y del soberano
político en el otro.
Ese fundamento económico decisivo, o sea la "separación" del trabajador de los medios
materiales del trabajo (de los medios de producción en la economía, de los medios bélicos en el
ejército, de los medios materiales administrativos en la administración pública, etc) es común,
como tal fundamento decisivo, tanto a la empresa político-militar estatal moderna como a la
economía capitalista privada. La disposición de dichos medios está en manos de aquel poder al
que el aparato de la burocracia (jueces, funcionarios, oficiales, capataces, empleados,
suboficiales, etc.) obedece; aquel aparato característico de todas aquellas formaciones y cuya
existencia y función están ligadas, a aquella "concentración de los medios materiales de
explotación" o, lo que, es más, cuya forma constituye. Significa hoy, burocratización creciente.
El "progreso" hacia lo burocrático, hacia el Estado que juzga y administra conforme a un
derecho estatuido y a reglamentos concebidos racionalmente, está en la conexión más íntima
con el desarrollo capitalista moderno. La empresa capitalista moderna necesita para su
existencia una administración cuyo funcionamiento pueda calcularse racionalmente, por
normas fijas generales con exactitud.
Weber analiza dos procesos simúlatenos en occidente:
-Surgimiento de políticos profesionales
-Surgimiento de la burocracia.
En el curso del proceso político de expropiación surgieron las primeras categorías de "políticos
profesionales", individuos que no se proponían ser señores ellos mismos, sino que entraban al
servicio de señores políticos. Sólo en Occidente encontramos esta clase de políticos
profesionales al servicio también de otros poderes, al lado del servicio del príncipe. En el
pasado dichos políticos se desarrollaron también en la lucha del príncipe contra los estamentos,
al servicio del primero. "Estamentos" son los poseedores por derecho propio de medios
militares, o medios materiales importantes para la administración, o poderes de dominio
personales. Parte de ellos estaban lejos de dedicar su vida al servicio de la política.
Aprovechaban su poder para la obtención de beneficios, y actuaban al servicio de la asociación
política, cuando el señor o sus compañeros de estamento se lo pedían especialmente.
Contra los estamentos, el príncipe se apoyaba en capas políticamente utilizables de carácter no
estamental: 1) Los clérigos estaban al margen de la agitación de los intereses políticos y
económicos, y no caían en la tentación, como ocurría con los feudatarios; estaban "separados"
de los medios de explotación de la administración del príncipe por sus propias cualidades de
estamento. 2) literatos de formación humanista. 3) nobleza cortesana; una vez que los
príncipes hubieron logrado despojar a la nobleza de su poder político estamental, la atrajeron a
la corte y utilizaron en el servicio político y diplomático. 4) formación inglesa, patriciado que
abarcaba al pequeño comerciante y rentista urbano y se designaba como "gentry'': capa que el
príncipe utilizó originariamente contra los barones, poniéndola en posesión de los cargos del
"self-govemment", pero de la que se fue luego haciendo cada vez más dependiente. Esa capa se
mantuvo en posesión de todos los cargos de la administración local, ejerciéndolos
gratuitamente en interés de su propio poder social. 5) Una quinta capa fue peculiar del
Occidente, y fue de importancia decisiva a la estructura política del mismo: la de los juristas de
formación universitaria.
El llevar un asunto con eficacia en beneficio de los interesados es el cometido del abogado de
profesión. En ello, éste es superior a cualquier "funcionario". Puede llevar con éxito,
técnicamente "bien", una causa apoyada en argumentos lógicamente inconsistentes, o sea,
"mala". En cambio, el funcionario en calidad de político convierte, mediante una conducción
técnicamente "mala", una causa "buena" bajo todos los aspectos en una causa "mala". La
política actual tiene lugar de modo predominante en público y por los medios de la palabra
hablada o escrita. El apreciar los efectos de la misma cae en la esfera de las tareas propias del
abogado, y no en la del funcionario profesional que no es un elocuente ni debe serlo, y si, pese
a todo, se esfuerza por serlo, suele convertirse por lo regular en un mal demagogo.
Dos tipos de políticos:
-Vivir de la política: hacen de la política su actividad principal y sus fuentes de ingresos.
Son políticos profesionales.
-Vivir para la política: no tienen en la política su ingreso principal y viven de su ingreso
privado. Ha de poseer bienes de fortuna o una posición privada que le rinda ingresos
suficientes. Debe ser además económicamente "sustituible", en el sentido de que sus
ingresos no dependan del hecho de que haya de poner constantemente todo su trabajo
y su atención personales, o en todo caso de modo muy preponderante, al servicio de sus
ingresos.
Esta oposición no es exclusiva. Por lo regular, ambas cosas van juntas. La distinción se refiere a
un aspecto económico. Los políticos profesionales por mucho tiempo no existieron. El problema
para Weber es que en donde solo exista en donde vivan para la política, y al haber una política
elitista, solo los privilegiados se van a poder dedicar a la política como un hobby. Por eso en el
occidente comenzaron a surgir personas donde se les paga un sueldo para dedicarse a esta.
Esto fue de la mano de una democratización de la política, ya no solo los de dinero pueden
hacer política sino surgen políticos de otras clases sociales porque la actividad comenzó a ser
remunerada.
El político profesional que vive "de" la política obtiene ingresos de derechos y tasas por
determinadas actividades, o recibe una cantidad fija en especie o en dinero o ambas a la vez.
Puede adoptar el carácter de un "empresario" que considera sus costos como una inversión de
capital de la que saca provecho mediante el empleo de su influencia. O puede percibir un
sueldo fijo, como un secretario de partido, un ministro o un funcionario político.
Frente a esto se sitúa el desarrollo del funcionarismo moderno en trabajadores intelectuales
calificados profesionalmente por medio de un entrenamiento especializado, con un honor
altamente desarrollado en interés de la integridad, sin el cual afectaría sobre nosotros el peligro
de una corrupción o mediocridad vulgar, que amenazaría al propio tiempo el funcionamiento
técnico del aparato estatal.
Simultáneamente con el ascenso del funcionarismo de formación profesional tuvo lugar el
desarrollo del "jefe político". Hasta ahí había habido siempre personalidades individuales como
consejeros o, como guías de los príncipes. Pero la organización de las autoridades había seguido
otros caminos. Se habían formado autoridades administrativas supremas colegiadas. Dichos
cuerpos se reunían bajo la presidencia del príncipe, que formulaba la decisión. Por medio de
ese sistema que daba lugar a informes, contrainformes y votos motivados de la mayoría y la
minoría, y rodeándose además de personas de su confianza -el "gabinete"- por cuya mediación
pronunciaba sus decisiones sobre los acuerdos del consejo de Estado, el príncipe, cada vez
quedaba más relegado, trataba de sustraerse al peso creciente de la formación profesional de
los funcionarios y de conservar la dirección suprema en sus manos. La situación sólo cambió
frente a los Parlamentos y a las aspiraciones al poder de los jefes de los partidos.
Condiciones diversas condujeron con todo al mismo resultado externo. Los intereses del
príncipe se hallaban enlazados con los del funcionarismo contra el Parlamento y sus ambiciones
de poder. Los funcionarios tenían interés en que los puestos directivos, los ministerios, se
proporcionaran de sus filas, convirtiéndose en oportunidad de ascenso para ellos mismos. Y el
monarca estaba interesado en poder nombrar los ministros, también de entre las filas de los
funcionarios que le eran devotos. Por lo tanto, ambas partes tenían interés en que la dirección
política se enfrentara al Parlamento, que el sistema colegiado se reemplazara por un jefe de
gabinete unitario.
La dominación específicamente moderna es al racional legal que aparece con el Estado
moderno y su cuadro administrativo. La burocracia se compone de individuos libres que se
incorporan a la administración pública mediante un contrato y en el ejercicio de su profesión
están sujetos a normas y obligaciones del cargo que ocupan. El burócrata debe hace todo lo
que le diga el político, y su límite es la ley. El burócrata no hace política, trabaja para el político
en función de los intereses del que ocupe ese puesto.
La burocracia es la forma moderna de organización del mundo. Las instituciones tienden a crear
burocracias y organizarse en base a estas. Esta elimino formas de dominación no racionales.
El verdadero funcionario no ha de hacer política, sino que ha de "administrar" y, ante todo, de
modo imparcial; en la medida en que no estén afectados los intereses vitales del orden
dominante. El funcionario ha de ejercer su cargo sine ira et studio, "sin cólera ni prejuicio". No
hace lo que el político.
El partidarismo, la lucha y la pasión -ira et studium- constituyen el elemento del político. El
honor del funcionario está en su capacidad para, cuando pese a sus representaciones el
superior jerárquico persiste en una orden que a aquél le parece errónea, ejecutarla bajo la
responsabilidad del mandante con la misma exactitud que si correspondiera a su propia
convicción. Sin esta disciplina, todo el aparato se vendría abajo.
Debe reprimir su voluntad, sus pensamientos, someter la suya a la de otros. A diferencia del
político, por malas decisiones a este no se lo puede destituir, porque no es el responsable de la
decisión.
El honor del jefe político, está, en cambio, en asumir la responsabilidad de lo que hace,
responsabilidad que no puede ni debe declinar o descargar en otros.
La burocracia no es la única forma moderna de organización. Pero el futuro es de la
burocratización. La burocracia se caracteriza frente a otros vehículos históricos del orden de
vida racional moderno por su inevitabilidad mayor: por la especialización y la preparación
profesionales racionales.
El funcionario moderno tiene cada día mayor preparación profesional y especialización en
concordancia con la técnica racional de la vida moderna. Allí donde el funcionario profesional
preparado llega a dominar, su poder es inquebrantable, porque toda la organización del
abastecimiento vital se halla cortada por el modelo de sus servicios.
Puede concebirse una eliminación cada vez más extensa del capitalismo privado. Suponiendo
que se lograra esto alguna vez, ello no significaría una ruptura de la estructura del moderno
trabajo industrial, sino que, por el contrario, ahora se burocratizaría también la dirección de las
empresas confiadas a una forma de "economía colectiva". Una vez eliminado el capitalismo
privado, la burocracia estatal dominaría ella sola. Las burocracias privada y pública, que ahora
trabajan una al lado de la otra y, manteniéndose, hasta cierto punto mutuamente en jaque, se
fundirían en una jerarquía única.
El tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. La totalidad del cuadro administrativo se compone, en el tipo más
puro, de funcionarios individuales.
Características de la burocracia:

Los individuos son personas libres (no están sujetos a otras personas), se deben solo a
los deberes objetivos de su cargo.

Esta organizada en una jerarquía de cargos rigurosa. La dominación burocrática se
ofrece en forma más pura donde rige con mayor fuerza el principio del nombramiento
de los funcionarios. Una jerarquía de funcionarios electivos no existe con igual sentido
que una jerarquía de funcionarios nombrados; la disciplina no puede nunca
naturalmente alcanzar idéntica severidad donde el funcionario subordinado depende en
igual forma que el superior de una elección.

Cada cargo tiene competencia claramente definidas

Su cargo está sujeto a un contrato sobre la base de libre elección.

Son elegidos sobre la base de su calificación técnica, en el caso más racional por medio
de ciertas pruebas o del diploma que certifica su calificación. El que los modernos
"ministros" y "presidentes" sean los únicos "funcionarios" que no requieren la
calificación profesional demuestra que son funcionarios sólo en sentido formal pero no
en sentido material.

Perciben un salario por sus funciones con sueldos fijos, derecho a pensión las más de las
veces; son revocables siempre a instancia del propio funcionario y en ciertas
circunstancias (particularmente en los establecimientos privados) pueden también ser
revocados por parte del que manda; su retribución está graduada primeramente en
relación con el rango jerárquico, luego según la responsabilidad del cargo y, en general,
según el principio del "decoro estamental”

Ejercen su función como única o principal ocupación

Tiene perspectiva de carrera administrativa, de ascensos y avances por años de
ejercicio, o por servicios o ambas cosas, según juicio de sus superiores

El funcionario no es propietario ni del cargo, ni de los medios de administración que
utiliza.

El funcionario este sujeto a la disciplina en el ejercicio del cargo y vigilancia
administrativa
El desarrollo de las formas "modernas" de asociaciones en toda clase de terrenos (estado,
iglesia, ejército, partido, explotación económica, asociación de interesados, fundaciones, etc)
coincide con el desarrollo e incremento creciente de la administración burocrática: su aparición
es, el germen del estado moderno occidental.
El saber profesional especializado, está condicionado por los caracteres de la técnica y
economía modernas de la producción de bienes, siendo completamente indiferente que tal
producción sea en la forma capitalista o en la socialista. Y lo mismo que los dominados sólo
pueden defenderse de una dominación burocrática existente mediante la creación de una
contraorganización propia, igualmente sometida a la burocratización, así también el aparato
burocrático mismo está ligado a la continuidad de su propio funcionamiento por intereses tanto
materiales como objetivos, es decir, ideales.
Sin ese aparato, en una sociedad que separa a los funcionarios, empleados y trabajadores de
los medios administrativos, y que requiere de modo indispensable la disciplina y la formación
profesional, cesaría toda posibilidad de existencia para todos con excepción de los que todavía
están en posesión de los medios de abastecimiento (campesinos). La burocracia continúa
funcionando para la revolución triunfante o el enemigo en ocupación.
La cuestión es ¿quién domina el aparato burocrático existente? La necesidad de una
administración más permanente, rigurosa y calculable, tal como la creó el capitalismo,
determina el carácter de la burocracia como médula de toda administración de masas. Sólo el
pequeño instituto (político, económico, etc.), podría prescindir de ella. De igual manera que el
capitalismo en su actual desarrollo fomenta la burocracia.
La administración burocrática significa: dominación gracias al saber; éste representa su carácter
racional fundamental y específico. Más allá de la situación de poder condicionada por el saber
de la especialidad, la burocracia tiene la tendencia a acrecentar aún más su poder por medio
del saber de servicio: conocimiento de hechos adquirido por las relaciones del servicio o
"depositado en el expediente". El concepto de "secreto profesional", no exclusivo, pero sí
específicamente burocrático procede de este impulso de poderío.
La dominación burocrática significa socialmente en general:
1. Tendencia a la nivelación en interés de una posibilidad universal de reclutamiento de los
más calificados profesionalmente.
2. Tendencia a la plutocratizacíón en interés de una formación profesional que haya
durado el mayor tiempo posible.
3. La dominación de la impersonalidad formalista: sine ira et studio, sin odio y sin pasión, o
sea sin "amor" y sin "entusiasmo", sometida tan sólo a la presión del deber estricto; "sin
acepción de personas", formalmente igual para todos, es decir, para todo interesado
que se encuentre en igual situación de hecho: así lleva el funcionario ideal su oficio.
El "espíritu" normal de la burocracia racional es:
1. Formalismo, exigido ante todo para garantizar las oportunidades personales de vida de
los interesados, cualquiera que sea su clase.
2. Inclinación de los burócratas a llevar a cabo sus tareas administrativa; de acuerdo con
criterios utilitarios materiales en servicio de los dominados. Este utilitarismo material
suele manifestarse revestido con la exigencia de los reglamentos.
Disfunciones de la burocracia:
Merton habla sobre esto, como la burocracia muchas veces se desvirtúa.
4. Interiorización de las normas y exagerado apego a los reglamentos
5. Exceso de formalismo y papeleo
6. Resistencia al cambio
7. Despersonalización de las relaciones
8. Jerarquización como base del proceso de decisión
9. Excesiva conformidad con rutinas y procedimientos
Las disfunciones de la burocracia dependerán también del rol que se la asigne al Estado, y este
no siempre es el mismo porque el estado ha cambiado sus funciones; y del tipo de intervención
que se requiera del mismo. Por ejemplo, los requerimientos del cuerpo administrativo no son lo
mimos en un estado liberal que en un estado de bienestar.
ESTADO LIBERAL Y ABSOLUTISTA
El Estado ha experimentado trasformaciones de importancia a lo largo de su existencia. En
dichas alteraciones han influido los cambios de su entorno económico, social y cultural. Entre
los rasgos que registran diferencias podemos señalar:
-
El vinculo entre el poder político y el individuo
-
El estatuto reconocido a este individuo
-
La creación del derecho
-
La organización de las funciones políticas estatales
-
La relación con el entorno económico y social
-
Las bases de su legitimación ideológica
La alteración de estos componentes comporta una sucesión de tipos de Estado. Entre los siglos
XVI y XIX se encuentran el estado absoluto y liberal.
El estado absoluto o el soberano sin límites:
La primera versión del Estado que se identifica es el absoluto. Se dibuja en las monarquías del
norte y oeste de Europa, donde el rey consolida su dominio supremo a costa de otros centros
de poder.
-La relación política básica es la que se establece entre el soberano (capacidad política ultima) y
el súbdito (presta sumisión total a cambio de la seguridad que el soberano le ofrece). Estado y
monarquía son una misma cosa, porque el soberano del estado como forma de organización
política se confunde con el dominio supremo de un único titular del poder: el rey.
-Cada individuo tiene un campo de actuación definido por los privilegios reales. Se trata de
concesiones que el monarca absoluto otorga a particulares, gremios, ciudades, etc.
-El derecho es expresión de a la voluntad del rey como soberano. Se señala la desvinculación
del imperativo general de otras fuentes (naturaleza, divinidad) que no sean las del propio poder
del soberano. El monopolio jurídico que el estado reclama frente a otras instancias es ejercido
directamente por el monarca.
-Todas las funciones políticas (militares, fiscales, judiciales) son asumidas por el monarca. La
concentración de poder en el soberano puede ser compatible con la delegación de estas
funciones a otras autoridades, pero estas ejercen su competencia como meros representantes
del monarca.
-El Estado absoluto se encarga de la económica y del trafico mercantil. Otorga monopolios,
patentes y privilegios para producir determinados bienes y comercializar con ellos. El soberano
regula precios y retribuciones en algunos sectores de la actividad productiva. Esto se conoce
como mercantilismo, el soberano político debe asegurar la riqueza colectiva, y por ende
intervenir en las relaciones económicas internas y externas de los particulares.
-No corresponde al estado velar por el bienestar material de la población. Es función de la
Iglesia, universidades, hospitales, etc., ejercer la beneficencia en pro de los desfavorecido. El
rey puede atender a necesidades de sus súbditos, pero como muestra de generosidad personal.
-El fundamento ideológico de este estado se encuentra en los autores que perciben las
transformaciones de los sistemas feudales y estamentales contribuyendo a la elaboración de
una primera teoría del estado como Maquiavelo o Hobbes. Tienen una definición teórica del
estado absoluto, centralizado y autónomo respecto de otros poderes.
-Todos los monarcas absolutos hicieron de la religión de Estado uno de sus más importantes
instrumentos legitimadores, se erigieron ellos mismo en jefes de su iglesia nacional, o
intervinieron en los asuntos de la Iglesia Católica en competencia con el Papado.
Durante un siglo, aprecia que este modelo se había afianzado definitivamente, pero la
Ilustración del S. XVIII encerraba ya una critica del absolutismo y la emergencia de un nuevo
modelo: el estado liberal.
El estado liberal: la aparición del ciudadano
Las revoluciones norteamericana y francesa del S. XVIII dieron forma al estado liberal.
-Ante el poder estatal aparece ahora la figura del ciudadano, como sujeto protegido, vigilante y
dispuesto a intervenir en la vida política.
-La posición de ese ciudadano no depende de su herencia ni privilegios. Lo que le protege de
una intervención desmesurada del poder es la existencia de unos derechos fundamentales, que
el propio poder debe respetar y defender: el derecho a la vida, integridad física, libertad de
conciencia y propiedad. El individuo se convierte en actor político reconocido.
-La producción de leyes sigue siendo el monopolio estatal. Ya no refleja la voluntad del monarca
soberano, aquí la ley es expresión de a voluntad general de los propios ciudadanos. La
racionalidad preside la deliberación ciudadana, y permite que todo el aparato legal se ordene
de forma sistemática, por escrito y con publicidad, en la constitución y códigos.
-El derecho también obliga y compromete al poder estatal, que no es limitado ni absoluto. El
Estado ahora es estado de derecho, hace el derecho, pero también se somete a este.
-Existe una garantía de limitación que es la separación de funciones estatales o división de
poderes. Las principales funciones ya no se concentran en unas manos, se atribuyen a
diferentes titulares con el finde que se compensen y equilibren. En su primera etapa el estado
liberal define una división de poderes ente el rey y un parlamento elegido.
-Este Estado rechaza como interferencia el activismo estatal y confía en la competencia libre y
espontanea del mercado para aumentar la riqueza disponible y distribuirla de la mejor manera
posible. El único papel reservado al estado liberal es el de actuar como un guardián o gendarme
que hace la ronde de vigilancia y debe intervenir cuando se ve amenazado el funcionamiento
del mercado.
-Esta visión ignora las desigualdades de hecho con que se accede al intercambio mercantil y las
consecuencias de este intercambio para una parte de la población.
La política de masas y la crisis del estado liberal:
El liberalismo concebía la comunidad como una asociación de propietarios. El Estado debía
garantizar el derecho de propiedad, y con ella la libertad de sus transacciones. Le correspondía
preservar con sus leyes el orden natural de las cosas, pero esta visión no se corresponda con la
realidad de las sociedades más desarrolladas:
-El desarrollo técnico y económico alternaba este panorama ideal. El mismo éxito del
capitalismo llevaba a la concentración de la propiedad y de la influencia económica. Con ello,
las desigualdades entre actores se agudizaban. Gracias a esto surgían movimientos de protesta
social. Las crisis cíclicas de la económica capitalista comportaban desempleo masivo, bajos
salarios y marginalización social.
-La afirmación igualitaria se hacía inadmisible para muchos que la actividad política estuviera
reservada a una minoría social. La reivindicación del derecho al sufragio y asociación política y
sindical forman parte de esta dinámica democratizadora.
-La separación equilibrada de poderes entre la monarquía y el parlamento entro en crisis. La
monarquía cedió el control de gobierno y quedó relegada a funciones simbólicas. El parlamento
era visto como una elite cerrada socioeconómica y perdía capacidad para obtener un consenso
social suficiente. El estado liberal debía ser corrupto y reprimir para controlar a los sectores
ciudadanos que no se conformaban con lo político y social.
La progresiva incapacidad del estado liberal para regular conflictos sociales fue denunciada
desde otras perspectivas corrientes demócratas que reclamaban el sufragio universal,
movimientos socialistas y libertarios que apostaban por la revolución social, etc. La política se
convertía gradualmente en una práctica abierta a la ciudadanía, en lugar de un ejercicio
reservado. La política de masas dio origen a las nuevas versiones del estado que sucedieron al
modelo liberal.
ESTADO LIBERAL Y DE BIENESTAR
EL CAPITALISMO DE LAISSEZ-FAIRE:
La forma de economía política con el menor grado de interferencia gubernamental ha recibido
la denominación de capitalismo de laissez-faire. Significa “dejar hacer”. De acuerdo con este
modelo de economía capitalista (economía basada en la propiedad privada), el Estado
proporciona un marco de libertades para que operen las empresas privadas.
En una economía de laissez-faire completamente pura, la empresa privada es verdaderamente
una empresa “libre”: el Estado interviene poco o nada en la actividad empresarial. Apenas
existen impuestos, protección social o médica, ni leyes que impongan el pago de un salario
mínimo a sus trabajadores, limiten sus horas de trabajo, establezcan sus vacaciones pagadas, la
edad mínima de entrada al mercado de trabajo o la máxima de salida del mismo.
El capitalismo de laissez-faire beneficia particularmente a los empresarios, les permite competir
libremente, sin trabas, con otras empresas. Pero, perjudica a los trabajadores, los deja sin
protección frente a las demandas de sus empleadores. Esta forma de capitalismo era la
predominante en Estados Unidos, y otros países industrializados en tiempos de Marx.
El capitalismo de laissez-faire puro es, la variedad de economía de mercado menos regulada.
Por economía de mercado se entiende un sistema económico en el que la oferta y la demanda
regulan y determinan la mayor parte de los precios. El gobierno no controla el sistema de
precios. Los precios de los bienes y los servicios los fija “el mercado”: se determinan en virtud
de las decisiones independientes de vendedores y compradores, que buscan obtener el máximo
de dinero en un mercado que se caracteriza por la competencia abierta entre empresas.
Uno de los primeros teóricos y defensores de este tipo de sistema económico fue Adam Smith.
Según Smith, la persecución del propio interés económico de cada individuo aumenta, la
riqueza de la sociedad en su conjunto. La ganancia personal incrementa el bien común. Las
iniciativas económicas de los individuos están motivadas por la búsqueda de estatus social y
riqueza material. Sin embargo, los empresarios privados, terminan por promover el bienestar
general. Smith afirmó que las interesadas decisiones económicas de los individuos conducían al
aumento del bienestar de la sociedad, como si una “mano invisible” les guiara hacia ese fin.
Recomendaba que no se pusiera freno al interés privado y que se eliminasen todos los
impedimentos estatales a la “libertad perfecta” en la vida económica. Argumentaba que la
economía de mercado que opera con libertad no conduce al caos. Al contrario, es un
mecanismo autónomo que regula la producción, los precios, los salarios e incluso la población.
En la época en la que escribía este autor, la economía de Gran Bretaña era una mezcla de
empresa privada y regulación y monopolios estatales. Gran Bretaña estaba influida por la
doctrina del mercantilismo, donde el Estado debería expandir su papel directo en la economía y
controlar el comercio exterior para maximizar la riqueza y el poder nacional. Smith rechazaba el
mercantilismo. A su juicio, la implicación del Estado en la economía había retardado el
crecimiento económico de Inglaterra.
No creía que los principales beneficiarios del sistema de libre mercado fueran los empresarios
constituidos en una pequeña elite, sino toda la población, ya que, en última instancia, la "mano
invisible” generaría mayor igualdad económica. Smith afirmaba que era deber del Estado
encargarse de las obras públicas poco rentables para los empresarios privados (como las
carreteras, los puentes y los canales), así como de la educación pública. Atribuía al Estado un
papel importante en la promoción de actividades culturales que impidieran que la población se
"deformara” espiritual e intelectualmente.
David Ricardo afirmaba que los empresarios privados no tenían más elección que "exprimir” a
sus trabajadores para producir todo lo que pudieran, a cambio de salarios más bajos posibles.
Sino los capitalistas no podían amasar los fondos que necesitaban para invertir más y expandir
sus negocios.
Thomas Malthus mantenía que, mientras la población crecía en progresión geométrica (2, 4, 6,
8...), la provisión de alimentos lo hacía en progresión aritmética (1, 2, 3, 4...). Sugería no alentar
la reproducción de la población a través de elevados salarios, mantener bajos sueldos para
evitar la creación de familias muy numerosas.
Los darwinistas sociales afirmaban que la humanidad evolucionaba de acuerdo con la ley de "la
supervivencia del más apto”. La sociedad en su conjunto podía avanzar sólo si se fomentaba y
recompensaba el logro económico individual. Ya que las características innatas o heredadas
tienen mayor influencia que la educación, al Estado no le incumbe ayudar a los pobres ni
tampoco educarlos.
La economía estadounidense había reflejado desde sus orígenes los principios del capitalismo
del laissez-faire. A finales del siglo XIX se acumularon fortunas, cuando los magnates del
ferrocarril, el petróleo y el acero, pudieron realizar sus negocios libremente, sin regulaciones
gubernamentales que restringieran sus márgenes de actuación. No existió prácticamente
ningún impuesto federal hasta que se ratificó en 1913 la decimosexta enmienda a la
Constitución. La teoría económica del laissez-faire perdería su atractivo para economistas y
políticos estadounidenses con la llegada del New Deal de Franklin D, Roosevelt tras la crisis de
1929 y la Gran Depresión. En Europa, los mayores adversarios de la economía del laissez-faire
eran los socialistas, que, promovían la abolición del capitalismo. El movimiento socialista se
moderó con el tiempo en Europa occidental; tras la Segunda Guerra Mundial, los partidos
democráticos empezaron a apoyar el Estado del bienestar, propio de la economía mixta. Sin
embargo, el socialismo que se aplicó en Rusia, introdujo el sistema económico de planificación
central.
LA ECONOMÍA DE PLANIFICACIÓN CENTRAL:
Una vez ganada la guerra civil, los comunistas rusos consolidaron su poder. Tras un breve
período en el que la empresa privada estuvo permitida, a finales de la década de 1920 se
impuso la nacionalización de todos los sectores de la economía. Con raras excepciones (como
pequeñas explotaciones agrícolas familiares), todas las fábricas y granjas pasaron a estar
controladas por agencias estatales. Fue así surgiendo una burocracia planificadora para
organizar la producción de todos los bienes manufacturados y la provisión de todos los
servicios.
La agricultura se “colectivizó" y se sometió a supervisión burocrática. Los precios fueron fijados
por las autoridades planificadoras, cuyos decretos remplazaron las leyes económicas de la
oferta y la demanda. Los gobiernos diseñaban planes anuales que obligaban a las fábricas y
granjas a cumplir cuotas de producción oficiales, especificadas en términos de cantidades de
bienes (pares de zapatos, toneladas de cereales, unidades de tornillos, etc.). Los planes
quinquenales establecían objetivos de producción a largo plazo.
El rasgo distintivo de este tipo de sistema es la fusión del Estado y la economía. El Estado es
“propietario" de la economía. Son las autoridades públicas, no los individuos ni las empresas
privadas, quienes determinan qué y cuánto debe producirse, cómo deben distribuirse los
bienes y a qué precio.
Los comunistas concebían el mercado como un mecanismo caótico, con multitud de individuos
y empresas privadas adoptando decisiones en interés propio. El mercado conducía a la
inflación, el desempleo y la desigualdad. En cambio, una economía planificada podía evitar esos
problemas. El crecimiento bajo una economía de planificación central podía ser mayor y más
rápido que bajo una economía capitalista, y la distribución más justa. Pero, una economía
planificada facilita a la elite política el control sobre la población. En efecto, este sistema priva a
los individuos o grupos de toda oportunidad de independencia frente al Estado.
La producción industrial de la Unión Soviética aumentó en la década de 1930 con el sistema de
planificación y, en pocos años, pasó de ser un país agrícola atrasado a un industrial. Sin
embargo, la producción agrícola tuvo dificultades debido a el proceso de colectivización en las
zonas rurales, que obligó a los propietarios de tierras a ceder al Estado sus campos, cosechas y
animales. Y sufrió más reveses durante la Segunda Guerra Mundial; cuando la Alemania nazi
invadió la Unión Soviética, tuvieron como resultado la destrucción de ciudades soviéticas y la
devastación de la economía agrícola. La economía soviética se recuperó gradualmente después
de la guerra y, los dirigentes comunistas empezaron a proponerse el objetivo de adelantar a la
economía estadounidense en diez años. Lejos de alcanzar ese monumental objetivo, la
economía soviética se quedó cada vez más a la zaga de sus competidores con economías
mixtas. Entre 1978 y 1985 la economía soviética tuvo un crecimiento cero. Mientras Estados
Unidos, Japón y Europa occidental apuntaron al desarrollo de la tecnología, la lenta burocracia
de la planificación central soviética no pudo competir con las técnicas de producción de las
empresas privadas que concurrían en los mercados globales.
En 1992, Rusia, constituida ya en un país independiente, empezó a moverse hacia una
economía mixta con la introducción de empresas privadas y mecanismos de mercado para
determinar los precios. El sistema de economía central planificada pertenece ya al pasado.
En Europa del Este y central se han producido desarrollos similares desde la caída del
comunismo y la instauración de la democracia en la última década del siglo XX. La experiencia
china ha puesto en cuestión la hipótesis según la cual el proceso de privatización económica
promueve la democratización. De acuerdo con esta tesis, el proceso de liberalización
económica implica un desafío a los gobiernos comunistas y promueve la democracia.
Una hipótesis alternativa sugiere que el proceso de privatización en economías según el sistema
de planificación central puede minar el apoyo a la democracia. Si las transformaciones
económicas producen niveles inaceptables de inflación, desempleo, desigualdad o corrupción,
es plausible que grandes segmentos de población, se opongan al cambio económico y,
simultáneamente, al cambio político.
LA ECONOMÍA MIXTA:
El sistema económico más adoptado en el mundo actualmente es la economía mixta, que
combina la existencia de empresas privadas y la implicación del Estado en los asuntos
económicos. Las diferencias de los países con economías mixtas se manifiestan en la dimensión
de la intervención estatal (en la magnitud del gasto público), y en las formas que ésta adquiere.
En algunos casos, la implicación económica del Estado es indirecta; el Estado permite que la
empresa privada y los mecanismos de mercado sean los protagonistas de la economía nacional,
pero influye en el comportamiento privado para lograr objetivos económicos y sociales
nacionales. Por otor lado, el gobierno puede adoptar medidas de política fiscal, subiendo o
bajando los impuestos para poner en marcha programas públicos o promover la demanda
interna o el ahorro.
Una de las formas más utilizadas de intervención estatal indirecta en la economía consiste en
un conjunto de mecanismos políticos denominado keynesianismo. Keynes sostenía que la
mejor manera de estimular el crecimiento económico durante una depresión consiste en
incrementar el gasto total de la economía (es decir, la demanda agregada de bienes y servicios).
Además de emplear formas indirectas de intervención económica, los gobiernos pueden
implicarse en formas de actividad más directas en las economías mixtas. En algunos países, el
Estado es propietario único, o accionista junto con otros inversores, de grandes empresas
estratégicas (como eléctricas o las de extracción de recursos naturales). Las empresas que
posee el Estado en las economías mixtas se denominan "empresas públicas" o "de participación
pública". La diferencia principal entre las empresas públicas y las privadas es que, en las
primeras, el Estado contrata a los directivos y trabajadores, y los beneficios que obtiene forman
parte de los ingresos público. Sus defensores las consideran una manera eficaz de combatir el
desempleo y financiar los gastos presupuestarios. En cambio, los que se oponen a las empresas
públicas afirman que son menos eficientes y competitivas que las privadas, menos
transparentes y, más vulnerables a la corrupción. Estos argumentos en contra de las empresas
públicas han impulsado a defender su privatización, a convertir las empresas propiedad del
Estado en empresas de propiedad privada (el proceso contrario por el que las empresas
privadas se convierten en propiedad del Estado se denomina nacionalización).
Otro tipo de intervención directa del Estado en la economía mixta consiste en la coordinación
burocrática de la economía. En las economías en las que se da esta coordinación, el Estado
desempeña un papel constante y directo en la ordenación de las actividades de las empresas
privadas, justificando su intervención en virtud del interés nacional.
Entonces, la intervención directa e indirecta de los Estados en las economías mixtas puede
articularse a través de muchas vías, entre ellas, la política monetaria o fiscal, las empresas
públicas o los mecanismos de coordinación burocrática. Pero el arreglo institucional con el que
más se identifica en nuestros días a las economías mixtas es el Estado del bienestar.
Los Estados del bienestar: apuntes sobre sus orígenes filosóficos y políticos:
El Estado del bienestar es un modelo de economía política en la que el Estado asume la
responsabilidad del bienestar general de su población, especialmente de los individuos más
vulnerables, destinando parte del gasto a la sanidad, educación, vivienda, pensiones, seguro de
desempleo y otros programas sociales. El concepto “Estado del bienestar" empezó a utilizarse
en Reino Unido en las décadas de 1930 y 1940. Aunque los Estados del bienestar se han
desarrollado en el siglo XX.
Cuando se expandió el capitalismo de laissez-faire y, con él, aumentó la clase trabajadora, se
comenzaron a plantear diversas preguntas sobre cómo sostener el crecimiento económico
evitando generar enormes bolsas de pobreza entre la clase trabajadora.
Fue la conservadora elite dirigente de la Alemania decimonónica la que introdujo algunos de los
principales programas de bienestar social de Europa. En la década de 1880, el gobierno
autoritario lanzó el primer programa público de salud y accidentes laborales del mundo
industrializado, y el primer programa público de pensiones.
El desarrollo de los Estados del bienestar en la posguerra:
El apogeo de los Estados del bienestar tuvo lugar en las tres décadas siguientes a la Segunda
Guerra Mundial. En 1945, el Partido Laborista de Reino Unido ganó la mayoría en la Cámara de
los Comunes. El nuevo ejecutivo tomó medidas sociales y nacionalizó varias empresas privadas.
El mayor logro de la legislación laborista estribó en la puesta en marcha del Servicio Nacional de
Salud, que garantizaba a los ciudadanos británicos protección médica, sin entorpecer la oferta
de protección privada para quienes quisieran pagarla.
La mayoría de los demás países industrialmente avanzados también extendieron sus programas
de bienestar social después de la Segunda Guerra Mundial sobre la base de compromisos
respaldados por las instituciones del Estado, entre los representantes de los trabajadores, los
agricultores y los empresarios. Entre 1960 y 1975 se produjo una rápida expansión de los
Estados del bienestar. Cuando las democracias económicamente avanzadas iniciaron el camino
del posindustrialismo en la década de 1960, sus gobiernos se embarcaron a promover el
bienestar de la población y el crecimiento de la economía. Muchos utilizaron políticas de gasto
keynesianas para mantener elevadas tasas de crecimiento y empleo.
La riqueza nacional aumentó y, al mismo tiempo, la cantidad de dinero disponible para
programas de bienestar social. El "Estado del bienestar keynesiano” se convirtió en el modelo
dominante en los Estados democráticos del mundo económicamente avanzado.
Los Estados del bienestar son diversos. El grado de distinción entre estos estados de bienestar
da por cuanto protegen a esa ciudadanía. La tipología de los Estados del bienestar más
influyente es la que formuló el científico social Gosta Esping-Andersen. Propuso un esquema de
clasificación que no atendía sólo a criterios de magnitud del gasto social y cobertura de
beneficiarios, sino que también tenía en cuenta otras dos dimensiones: a) hasta qué punto los
Estados "desmercantilizan” a los ciudadanos, es decir, los liberan o independizan de las fuerzas
del mercado, y b) en qué medida estratifican las sociedades, estableciendo diferencias entre
grupos sociales y promoviendo la igualdad social.
En cualquier sociedad hay tres instituciones importantes para otorgar bienestar: el estado, el
mercado y la familia. Hay estados que protegen más que otros. En términos de suficiencia y
tiempo, de cuánto me rinde lo que el estado me brinda. Por ejemplo, el seguro de desempleo,
cuan equivalente es de lo que yo ganaba antes, y por cuanto tiempo me lo brindan. Cuanto
mayor sean los beneficios que brinda el estado de protección, mayor es la desmercantilización
que logre. Cuanto los ciudadanos vivan sin depender del mercado. Los nórdicos fueron los que
más lograron esta desmercantilización del mundo; tienen muchos impuestos y salarios muy
altos. Todos pagan impuestos y todos se benefician de los servicios públicos que estos
impuestos financian.
También podemos calificar a los Estados en base de la desfamiliarización, en base a cuanto no
dependen de la familia para su propio bienestar.
A partir de la consideración de estos criterios, Esping-Andersen distinguió tres tipos ideales de
regímenes de bienestar:

Modelo socialdemócrata: corresponde a un Estado comprometido con el pleno empleo
y que ofrece prestaciones sociales universales (a todos los ciudadanos, simplemente por
el hecho de serlo) y generosas. Propio de países escandinavos.

Modelo conservador-corporatista: proporciona prestaciones cuya naturaleza dependen
de la ocupación profesional del beneficiario. Propio de Alemania, Francia y Austria.

Modelo liberal: administra prestaciones más selectivas, destinadas fundamentalmente a
procurar una red de seguridad que evite la pobreza. Propio de países anglosajones.
Común a estos tres modelos es que los programas estatales de bienestar social han beneficiado
a los sectores más desfavorecidos, a la clase trabajadora, y a la clase media. En los Estados del
modelo socialdemócrata y del modelo conservador corporatista, ciudadanos con distintos
niveles de renta se han beneficiado del aumento de las oportunidades educativas, del seguro
de salud, de las pensiones de jubilación y de otros programas financiados por el Estado. En
estos Estados del bienestar, todos los partidos respaldan el sistema de protección social,
aunque disientan sobre el grado o la forma de financiación pública de las prestaciones sociales.
Reconocen que este tipo de prestaciones gozan de amplio apoyo social y que su suerte
electoral depende, en medida, de su capacidad para proporcionar beneficios sociales a
segmentos clave de la población.
Las fronteras entre estos modelos se han ido difuminando a medida que aumentaba la presión
financiera (derivada en medida del envejecimiento de la población, y el crecimiento del gasto
en pensiones, sanidad y asistencia a las personas dependientes), forzando a los Estados del
bienestar a introducir reformas en sus programas sociales.
LA CRISIS DE LOS ESTADOS DEL BIENESTAR:
Hacia mediados de la década de 1970 empezaron a surgir dudas sobre la sostenibilidad de los
Estados del bienestar. En 1973, los principales países exportadores de petróleo impusieron una
subida repentina del crudo, cuadriplicando su precio. Irrumpió entonces una crisis que
desembocó en el fenómeno nuevo denominado “estanflación”, una forma de estancamiento
económico y elevada inflación.
Ya no funcionaban los preceptos keynesianos para el ajuste de la economía nacional que hasta
la década anterior habían tenido éxitos. Los déficits presupuestarios de muchas democracias
industriales avanzadas, que habían “engordado” debido a la expansión de los programas
públicos de bienestar social, amenazaban con descontrolarse. Grandes segmentos de la
población pedían un aumento de las pensiones públicas, prestaciones por desempleo y otras
ayudas públicas para afrontar el encarecimiento del coste de la vida. Pero las haciendas
públicas hallaban dificultades para satisfacer estas demandas porque la disminución de la
actividad económica implicaba menores ingresos fiscales y requería compensaciones para la
cobertura de gastos públicos, entre ellos, los subsidios de paro, destinados a los principales
agraviados de la crisis económica.
Para muchos expertos, el Estado del bienestar y, en general, la intervención pública en la
economía parecía haber tocado techo. En la mayoría de las democracias, el gasto en bienestar
social sigue suscitando un amplio apoyo popular.
ALGUNOS ARGUMENTOS CRÍTICOS SOBRE LOS ESTADOS DEL BIENESTAR:
Los más críticos con la expansión de los Estados del bienestar sostienen que las sociedades
democráticas actuales formulan a sus gobiernos demandas de prestaciones sociales tan
costosas, que empujan los déficits públicos imposibilitando su estricto control. A su vez, estos
déficits sofocan el crecimiento económico al generar unos tipos de interés altos o una elevada
inflación. De acuerdo con este argumento, las modernas democracias del bienestar son
contradictorias: impiden el crecimiento de la riqueza nacional necesario para satisfacer las
crecientes demandas de servicios públicos. Al mismo tiempo, la ciudadanía democrática
presiona tanto a los representantes electos para que provean mejores instituciones de
enseñanza, más protección sanitaria, más ayuda a los pobres, etc., que los políticos no
consiguen salir elegidos, a menos que hagan promesas falsas. Una vez elegidos, descubren que
no pueden proveer los servicios que han prometido, debido a las limitaciones presupuestarias u
otras condiciones económicas adversas sobre las que apenas tienen control inmediato.
Los Estados del bienestar producen, un círculo vicioso. A los gobernantes les interesa utilizar los
poderes que les da su cargo para orientar la política económica en direcciones que maximicen
sus oportunidades de reelección. Las ofertas electorales realizadas por los líderes durante la
campaña rara vez se pueden cumplir en su totalidad; y las promesas incumplidas suelen
generar descontento entre los votantes. La política social democrática acaba generando engaño
por parte de los partidos políticos y los líderes, y una "mentalidad de tener derecho a todo” por
parte de los votantes.
Si se reduce el tamaño de los Estados del bienestar, los electores generarán menos expectativas
respecto al alcance de sus prestaciones, los políticos no se verán empujados a formular ofertas
de servicios públicos de difícil financiación y no incumplirán promesas. La solución pasa por
desarrollar un mayor pluralismo de bienestar; conseguir que el Estado comparta con otros
agentes, como las empresas privadas y las familias, la responsabilidad de provisión de servicios
de bienestar.
Científicos sociales y líderes políticos alegan que el Estado del bienestar democrático, a pesar
de todos sus defectos e insuficiencias, es el sistema más estable y solidario de economía política
que ha tenido la humanidad. Combina las libertades de la empresa privada con la seguridad de
una red de garantías sociales que ha conseguido reducir la pobreza y la miseria, mientras ha
proporcionado oportunidades educativas y servicios comunitarios. El Estado del bienestar
democrático constituye un modelo que muchos países se esfuerzan por emular.
AUTORITARISMO
El término autoritarismo se convirtió en un concepto fundamental de la política comparada
desde que fue connotado por Juan Linz para caracterizar al franquismo y diferenciarlo de
distintas experiencias políticas europeas y soviéticas: estalinismo, fascismo, nazismo.
Hasta América Latina dicho concepto se afirma por el interés de estudiar las formas sorpresivas
de acceso al poder político (golpes de Estado), y las opresivas del ejercicio del poder político
(Estado o régimen burocrático autoritario, dictaduras, nuevos autoritarismos).
El autoritarismo se asocia a las diferentes formas nacionales del ejercicio opresivo del poder
político. De modo que, por el clima generado por la guerra fría y desde finales de los años
setenta en América Latina, autoritarismo y dictadura fueron empleados indistintamente.
El concepto autoritarismo retorna acompañado por diversos adjetivos calificativos
(competitivo, electoral), o territorialmente especificativos (subnacional, global).
Diversos trabajos desde fines de los noventa, señalan que el autoritarismo no surge
necesariamente de un golpe de Estado, ni requiere de la acción militar o de la presencia de las
fuerzas armadas. Emergen conceptos que señalan la no contradicción entre una forma política
autoritaria y la competencia en elecciones abiertas a intervalos regulares de tiempo.
Estos otros autoritarismos ya no se parecen a los del pasado porque se presentan como formas
políticas mixtas que perviven dentro de la democracia, la cohabitan, conviven con métodos
democráticos, con instituciones democrático-liberales, o con democracias iliberales.
A partir de las investigaciones de Juan Linz, el autoritarismo es considerado un régimen político,
un conjunto de reglas formales y/o informales con las cuales se determina la elección de los
gobernantes y el acceso al gobierno. Permite analizar cómo ocurre el cambio político.
Caracterización de un concepto político fundamental:
Autoritarismo es una voz contemporánea que señala una forma opresiva y/o represiva del
ejercicio del poder político sin recurrir a los conceptos sincrónicamente disponibles
(totalitarismo, fascismo). Tampoco acude a categorías que caracterizan un tipo de personalidad
hacia la forma del ejercicio del poder político, como las clásicas figuras de tiranía y tirano,
dictadura y dictador, despotismo y déspota. Con este término, régimen político autoritario, se
intenta construir una tipología que se desprende de la persona o personalidad extra cotidiana
del gobernante y de un enfoque estatal.
Se esfuerza por encontrar una dimensión analítica distintiva: el régimen político. Estas
distinciones buscaban desarmar un problema persistente para analizar el cambio político como
un continuum entre el totalitarismo y la democracia.
Aunque Linz consideraba que autoritarismo y totalitarismo eran formas autocráticas del
ejercicio del poder político, las distinguía. En el totalitarismo se borra la diferenciación entre
Estado y sociedad (civil); algo de esta separación pervive en el autoritarismo. El pluralismo
limitado de los regímenes autoritarios en el que sobreviven la propiedad privada y la autonomía
moral es heterogéneo respecto del monismo de los sistemas totalitarios en donde la ambición
del líder es central. El pluralismo es fundamental para diferenciar entre sí las formas opresivas
del ejercicio del poder político, y a estas de la democracia.
Donde el régimen desmoviliza a las masas, limitando, controlando represivamente, y
persiguiendo hasta destruir instituciones y grupos específicos, el totalitarismo moviliza a las
masas y, al mismo tiempo, penetra y destruye las instituciones y grupos sociales y políticos
preexistentes creando otros nuevos que no nacen de la sociedad.
Viajes conceptuales hacia América Latina:
Autoritarismo burocrático.
La creación del concepto burocrático-autoritario, proviene de O’Donnell, nombra el proceso
político represivo inaugurado en Argentina con el golpe de Estado de 1966. Poco después, se
afianza la preocupación por las distintas formas de dominación autoritaria en Europa
meridional y América Latina.
O’Donnell niega una hipótesis de la teorización de la modernización y el desarrollo político. Esta
consideraba que, en los países del tercer mundo, el desarrollo económico, seguido por procesos
de activa modernización social, conduciría al triunfo del capitalismo y a la estabilidad
democrática. Sin embargo, la Argentina de 1966 y el Brasil de 1964 demostraban que, en el
contexto sudamericano, los procesos de activa modernización se correspondían con la
emergencia de regímenes burocráticos-autoritarios, y no con la democracia política.
Linz define régimen político como el conjunto de pautas que determinan formas y canales de
acceso a los principales cargos de gobierno, la característica de actores admitidos o excluidos, y
los recursos y estrategias que se puedan emplear para ganar tal acceso.
De esta forma, el autoritarismo-burocrático es un régimen político represivo que limita el
pluralismo político, anula la expresión de la soberanía popular, persigue y elimina a la oposición
política, restringe las formas de participación y expresión en el espacio público sin suprimir la
autonomía individual. Como forma política, pone en crisis a la democracia política entendida
como una aplicación entre derechos civiles y derechos políticos.
La dominación autoritaria:
La democracia política comienza a usarse como su concepto contrario, como una definición
normativa del reverso autoritario, y el lugar al cual deberían transitar los procesos políticos:
desde el autoritarismo a la democracia.
El resultado de este proceso es la producción de una teoría política para pensar el cambio
político que produce una teoría innovadora para considerar los procesos de cambio político que
preguntan sobre las posibilidades o dificultades para recorrer un camino desde el autoritarismo
a la democracia política.
El concepto de transición ofrece una manera de asociar el cambio a un proceso gradual y
paulatino. Esta teorización sobre el cambio político da nombre a los puntos de partida:
dominación autoritaria, y de llegada: democracia política.
Aflora una nueva reflexión sobre las formas políticas que no son plenamente democráticas ni
autoritarias. O’Donnell avanza desde los residuos autoritarios dentro de la democracia liberal,
hasta la crítica de los procesos de transición que habían planteado una desembocadura en las
democracias liberales o representativas.
O’Donnell dice que los estados en América latina son esquizofrénicos porque mezclan funcional
y territorialmente características democráticas y autoritarias.
Ni nuevos, ni viejos: otros autoritarismos:
¿Las elecciones agotan la democracia?: autoritarismos electorales y/o competitivos.
Hay regímenes políticos nacionales en donde la realización de elecciones y la presencia de
partidos políticos que compiten por el voto del pueblo no pueden identificarse con la
democracia. Las elecciones pueden ser fraudulentas o manipuladas en un proceso
aparentemente competitivo.
La decadencia de los autoritarismos ha legado unos regímenes políticos que no son
democráticos, ni autoritarios. Son formas políticas híbridas que combinan ambos elementos.
Estos regímenes tampoco suelen garantizar los derechos individuales y/o las libertades civiles,
por lo que serían parcialmente libres.
De la calificación de hibridez surgieron términos: semi o pseudo democracia, iliberal,
parcialmente libre, semiautoritarismo, autoritarismo electoral, autoritarismo competitivo, etc.
Estos describen a partir de los atributos que poseen o carecen las democracias que no se
agotan en las elecciones y que son iliberales, o los autoritarismos que, sin ser cerrados, poseen
algún rastro de la decisión soberana del pueblo.
Sobre los regímenes políticos competitivos mixtos, pero que se inclinan hacia la democracia.
Dimensiones: 1) arena electoral, permite la competencia y la sucesión presidencial y/o el
recambio de élites. Se diseña una cadena de la elección democrática que debe cumplirse para
que exista una democracia electoral y no un autoritarismo electoral. 2) arena parlamentaria, el
Parlamento es un lugar donde se expresa la pluralidad de voces representativas del pueblo y es
espacio para la audibilidad de las minorías. Las dos dimensiones son de más fácil acceso para la
observación. 3) Poder Judicial, su independencia y relación con el gobierno son cruciales para la
existencia de regímenes competitivos que se inclinan hacia la democracia. 4) complicada para la
observación analítica son los medios de comunicación de masas, el papel que juegan y el lugar
que tienen en relación al gobierno y al Estado.
Diamond menciona que los regímenes electorales autoritarios carecen de una arena de
competencia abierta, libre y justa, como para que el partido gobernante ceda el poder de
manera voluntaria si ya no cuenta con el favoritismo de la mayoría del electorado. Durante las
elecciones, una victoria de la oposición no es imposible, pero debe haber observadores
internacionales que imposibiliten o deslegitimen manipulaciones y fraudes electorales. Para
determinar si hay un régimen electoral autoritario, es fundamental observar la dinámica entre
gobierno y oposición.
Andreas Schedler considera que las elecciones son una condición necesaria pero no suficiente
para la democracia. Aunque no las agoten, en las democracias las votaciones son necesarias. En
la democracia electoral las elecciones libres, justas y competitivas permiten que los partidos
políticos pierdan o ganen elecciones. Mientras que los autoritarismos electorales celebran
elecciones periódicamente para dar una apariencia de legitimidad, y toleran algún pluralismo y
competencia multipartidista, pero quebrantan normas democráticas.
Para que exista una democracia electoral, Andreas Schedler elabora una cadena de la elección
democrática. Aunque, según este autor, ni en las democracias avanzadas se cumple
perfectamente, permite observar las variaciones que pueden ocurrir dentro de un régimen
político (qué premisa normativa se esté incumpliendo, o qué norma democrática se esté
violando y con cuál estrategia).
Estos conceptos no alcanzan a decir el persistente problema de la violación de derechos
humanos y de las garantías constitucionales. Schedler es el único que menciona la importancia
de la ciudadanía en los procesos de variación de regímenes políticos, no tanto por el cambiante
lazo contemporáneo que une a gobernados y gobernantes, sino porque los considera árbitros
decisivos, al igual que a los militares o a la comunidad internacional.
El autoritarismo es aquello que pervive y convive con la democracia por lo que reaparece la
asociación de ambos conceptos.
Democratización nacional heterogénea:
Otros trabajos constatan que en aquellos regímenes políticos nacionales que produjeron una
transición desde los gobiernos autoritarios, la democratización no ha sido territorialmente
homogénea. Tanto el autoritarismo como la democracia son conceptos territoriales,
configuraciones históricas dentro de un Estado-nación.
Instituciones estatales que no logran monopolizar la violencia física legitima en todo el
territorio y presentan practicas contra la ciudadanía que violan sus derechos básicos como
civiles y sociales.
Surgen las denominadas zonas:
Zonas azules: alta presencia del estado tanto en lo funcional como territorial, existe la
burocracia presencia estatal en el territorio y un estado de derecho.
Zonas verdes si bien existe el estado, existe una presencia funcional mucho menor, es
difícil el contacto del contacto directo con el estado por parte de la ciudadanía.
Zonas marrones: el estado no existe ni funcional ni territorialmente, no hay legalidad del
estado.
Esta situación se da en América latina post transición a la democracia.
Es importante tener ciudadanía efectiva y que se cumplan los derechos de los ciudadanos. Esto
plantea un espacio de igualdad de las personas en sociedad independientemente del nivel de
ingreso, raza, edad, etc. La ciudadanía es igualadora de derechos. El problema es que, si el
estado no puede respaldar los derechos de ciudadanía, en vez de generar este espacio de
igualdad, reproduce las desigualdades sociales que se producen en el mercado y otros ámbitos.
Al existir un estado débil donde conviven prácticas democráticas y autoritarias, surge
reproducción de desigualdades y la ciudadanía en vez de surgir un espacio de igualdad refuerza
la desigualdad social.
Muchas veces el Estado además de no proteger, violenta a la ciudadanía. Estas prácticas
autoritarias conviven con elecciones limpias, donde el estado violenta continuamente
derechos. Lo que propone O’Donnell es complejizar la transición a la democracia en América
latina y como se resuelven algunos problemas como el tener elecciones, pero no se resuelven
otros.
Datos encuestados de América Latina:
La elite en América latina tiene una preferencia por la democracia, y eso es bueno, ya que la
democracia sobrevive en medida que las elites visualicen la democracia como la única forma de
acceso al poder las elecciones.
A su vez, ay desconfianza acerca de la democracia por parte de la ciudadanía, y eso es grave ya
que la ciudadanía que son quienes votan, son importantes. La ciudadanía está poco satisfecha,
y es un problema ya que demuestra que la democracia no logra resolver los problemas de las
personas. Si la democracia no es capaz de resolverlos, el ciudadano pierde confianza en esa
institución.
Hay una baja confianza de la ciudadanía y las elites en los partidos políticos, que es el principal
canal de acceso a las posiciones de gobierno en una democracia. Al ser democracias
representativas, necesitamos organizaciones que son los partidos políticos para elegir cargos de
gobierno.
POLIARQUÍA, DEMOCRATIZACIÓN Y OPOSICIÓN PÚBLICA
El desarrollo de un sistema político que facilite la oposición, la rivalidad y la competencia entre
el gobierno y sus antagonistas es una faceta importante del proceso democrático. Los procesos
de democratización y de desarrollo de la oposición no son idénticos.
La democracia es un ideal de gobierno y puede entenderse como un sistema político que se
caracteriza por su continua actitud para responder a las preferencias de los ciudadanos, sin
establecer diferencias políticas entre ellos- Dahl.
Para que un gobierno responda durante un período de tiempo dado a las preferencias de sus
ciudadanos sin distinciones políticas, todos ellos deben tener igualdad de oportunidades para:
1.
Formular sus preferencias. (libertad de asociación, de expresión, de voto, para que los
lideres políticos compiten en busca de apoyo, diversidad de fuentes de información)
2.
Manifestar públicamente dichas preferencias entre sus partidarios y ante el gobierno,
individual y colectivamente (elegibilidad para la cosa pública, derecho a los lideres políticos a
competir en busca de apoyo, elecciones libres e imparciales).
3.
Recibir por parte del gobierno igualdad de trato; es decir, éste no debe hacer
discriminación alguna por causa del contenido o del origen de tales preferencias (instituciones
que garanticen que la política del gobierno depende de los votos y demás formas de expresar
preferencias).
Estas condiciones son fundamentales a la existencia de la democracia, y para que se den entre
el gran número de habitantes de que constan la mayoría de los Estados-naciones actuales, las
instituciones sociales de estos países deben garantizar, estas condiciones. Una escala que
refleje estas condiciones nos permitirá comparar los distintos regímenes de acuerdo con la
amplitud con que facilitan la oposición, el debate público o la lucha política.
Los regímenes varían también según el número de personas facultadas para participar, en un
plano de mayor o menor igualdad, en el control y discusión de la política del gobierno: tener
voz en un sistema de debate público. Una escala que expresara el derecho a participar en el
debate público nos permitiría comparar los diferentes regímenes de acuerdo con su capacidad
de representación. El régimen será tanto más representativo cuanto mayor sea el número de
ciudadanos que gocen de este derecho.
La democracia no existe en la realidad porque es un ideal, se le da muchas exigencias que no se
pueden dar en la realidad. Como no existe un régimen real que pueda expresar idealmente el
ideal democrático, Dahl propone definir la democracia mediante dos dimensiones: debate
público y participación. Las poliarquías son regímenes relativamente democráticos o, son
sistemas sustancialmente liberalizados y popularizados, es decir, muy representativos y
abiertos al debate público.
Puede existir una variable sin que exista la otra, son independientes las unas de las otras. Suiza
tiene uno de los sistemas de debate público más desarrollados del mundo y, sin embargo, en
Suiza todavía están excluidas las mujeres, es decir, la mitad de la población, del derecho a voto.
Por contraste, en la U.R.S.S., que no tiene prácticamente sistema de debate público, el sufragio
es universal. En un país donde haya sufragio universal pero el gobierno sea represivo, la
oposición tendrá muchas menos oportunidades que en otro con sufragio restringido y gobierno
más tolerante. El desarrollo de un sistema de debate público no equivale, necesariamente, a la
plena democratización.
En un país donde no existe ninguna de las dos variables, se le llama hegemonía cerrada. En
donde tienen mucha participación, pero poco debate, se llama hegemonía representativa,
puede decirse que camina hacia una mayor popularización. Donde hay mucho debate, pero
poca participación, oligarquía competitiva.
Al no haber en la realidad ningún régimen de dimensión totalmente democratizado, llama
poliarquía a los sistemas que tienen el máximo de ambas variables. Se consideran las
poliarquías regímenes relativamente (pero no completamente) democráticos; sistemas
sustancialmente liberalizados y popularizados, muy representativos, y abiertos al debate
público. Hoy en día existen poliarquías, Uruguay podría ser una de ellas.
El espacio que ocupa el centro de la figura no equivale a una ausencia de regímenes; la gran
mayoría de los sistemas actuales quedan dentro de esta zona central. Muchos cambios
importantes en los regímenes implican entrar o salir de esta zona central, según que dichos
regímenes sean más o menos representativos y aumenten o reduzcan las oportunidades de
debate público. Sobre los sistemas que quedan dentro del espacio central, se habla de
«próximo» o «casi»: en un régimen «próximo» al hegemónico hay más oportunidades para el
debate público que en un régimen de hegemonía total; un régimen «casi» poliárquico puede
ser bastante representativo, pero presentar, en cambio, restricciones más severas para el
debate público que la poliarquía total.
La democratización comprende transformaciones históricas bien definidas. 1) Una de ellas es el
tránsito de hegemonías y oligarquías competitivas a regímenes casi poliárquicos. 2) El segundo
es la modificación de las cuasi poliarquías en poliarquías plenas. 3) El tercero es la plena
democratización de las poliarquías. Este proceso histórico puede fecharse en la época de rápido
desarrollo del estado de prosperidad democrática tras la Gran Depresión.
Cuando los regímenes hegemónicos y las oligarquías competitivas evolucionan hacia la
poliarquía aumentan las oportunidades de participación y de debate auténticos, y, por
consiguiente, el número de individuos, grupos e intereses cuyas preferencias hay que
considerar al ejercer el poder político.
Vista desde la perspectiva de los que detentan el poder, una transformación de este tipo
implica nuevas posibilidades de conflicto, y consecuentemente sus portavoces (o ellos mismos)
pueden ser sustituidos por nuevos individuos, grupos e intereses. En cuanto a la oposición, su
problema es una réplica del problema que afecta a los gobernantes. Toda transformación que
ofrezca a los opositores al gobierno mayores oportunidades para traducir sus metas en actos
políticos respaldados por el Estado, implica la posibilidad de conflicto con los individuos o
intereses a los que deponen en tal gobierno.
Cuanto más grande sea el conflicto entre el gobierno y la oposición, mayores serán las
posibilidades de que uno niegue al otro la participación efectiva en el ejercicio del poder
político. Cuanto más fuerte sea el conflicto entre un gobierno y sus opuestos, más alto será el
precio que cada uno tendrá que pagar para tolerar al otro. Puesto que la oposición debe ganar
el control del Estado para poder suprimir a los gobernantes.
La poliarquía puede surgir de varias formas, cambiando el alcance de las variables. Para que
exista, debe existir un equilibrio entre el costo de tolerar a la oposición y el de reprimirla. La
democracia surge cuando el costo de represión es más alto que el de tolerar a la oposición. A
medida que aumenta el costo de reprimir a la oposición, aumenta la probabilidad de un
régimen competitivo, de que surja la democracia o se mantenga. Cuando el precio de tolerar es
muy alto, el gobierno va a tener incentivos para eliminar la oposición, y disminuye la
probabilidad de un régimen competitivo.
Axioma 1: La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición aumenta en la medida que
disminuye el precio de dicha tolerancia. No obstante, el gobierno ha de considerar, la cuantía
de los riesgos de suprimir la oposición, porque si la tolerancia puede ser cara, la supresión
puede serlo más, y aún podría decirse que insensata a todas luces.
Axioma 2: La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición crece en la medida en que
aumenta el precio de suprimirla.
Axioma 3: En la medida en que el precio de la supresión exceda al precio de la tolerancia,
mayores son las oportunidades de que se dé un régimen competitivo. Cuanto más bajo es el
precio de la tolerancia más seguridades tiene el gobierno. Cuanto más alto el precio de la
supresión mayores son las seguridades de la oposición.
DEMOCRACIA
La democracia es el conjunto de instituciones políticas, que no tiene nada que ver del origen
griego. La visión de la democracia fue cambiando a lo largo de la historia. Esta no siempre gozó
de buena fama: para Aristóteles es una deformación de la república. En la concepción clásica la
democracia era entendida como el gobierno de los pobres ya que es el gobierno de la mayoría,
y la mayoría son los pobres. Aristóteles prefería la república.
La democracia está asociada al gobierno de la mayoría sobre una minoría. La democracia griega
era un régimen donde gobernaban los ciudadanos mediante un gobierno directo, no era
representativa. La representativa llega como una solución frente a las incapacidades continuar
con democracia directa, pero con la necesidad de mantener la democracia.
La democracia antigua era directa, la moderna representativa. La participación total no es un
requisito indispensable de la democracia. El gobierno representativo permite el surgimiento de
la sociedad civil. Los griegos no distinguían entre titularidad y ejercicio del poder (idea de
soberanía popular).
Hoy en día tenemos regímenes totalmente distintos a la idea de los griegos como democracia.
Democracia antigua y moderna:
El principio de mayoría era desconocido por los griegos. Este principio violaba el espíritu de
unión de la bella totalidad griega. Hasta Locke el principio sostenido por la doctrina era el de
unanimidad, Locke era mayoritario. Las técnicas electorales se iniciaron en la edad media en las
órdenes religiosas. Nuestra democracia coloca al individuo la unidad política básica y no a la
sociedad o la comunidad.
Hoy en día nuestros derechos como ciudadano son individuales. La idea de comunidad en las
instituciones políticas modernas está perdida. La modernidad toma como centro al individuo, es
un conjunto de individuos que conviven y la sociedad se conforma por la suma de esas
individualidades.
La doctrina clásica según Schumpeter:
A partir del S XVIII La democracia se asocia a la idea de bien común y voluntad general. Si la idea
de la voluntad general es la suma de lo que quieren los individuos no existe, y si es algo más, se
preguntan que es.
La democracia se vuelve un método institucional de arribar a decisiones políticas que reflejan la
voluntad general al otorgar poder de decisión al pueblo sobre asuntos mediante la elección de
individuos que se reúnen para llevar a cabo su voluntad. Schumpeter critica esta definición
tradicional.
Si la democracia es una forma de gobierno que refleja la voluntad general podemos preguntar:
¿Existe algo así como la voluntad general o el bien común? ¿Podemos identificarlo? La
respuesta de Schumpeter es que no podemos y que debemos revisar esta definición de
democracia.
Schumpeter: “método democrático es aquel sistema institucional, para llegar a las decisiones
políticas, en el que los individuos adquieren el poder de decidir por medio de una lucha de
competencia por el voto del pueblo.” En esta definición no hay idea de voluntad general.
Según Schumpeter, la democracia se convierte en un método para elegir individuos que
gobiernan, pero no habla del contenido de las decisiones que deben tener. En cambio, según la
definición tradicional, la democracia es un método para llegar a decisiones que reflejen la
voluntad general, se les da un contenido normativo.
Schumpeter da una definición de democracia como un procedimiento de selección de lideres.
La democracia no tiene un contenido normativo sustantivo como voluntad general o el bien
común, es simplemente una forma de elección de gobierno basada en la competencia por el
voto.
Beneficio: ofrece una definición mínima que permite distinguir a las democracias de las no
democracias. Esto era importante en el marco de la guerra fría: democracias liberales vs
democracias populares.
Democracia, competencia y capacidad de respuesta al electorado:
Sartori señala que podemos definir democracia como el mecanismo que genera una poliarquía
abierta cuya competición en el mercado electoral atribuye poder al pueblo al imponer la
respuesta de los elegidos frente a los electores.
La lucha competitiva produce receptividad entre electores y elegidos. La definición
procedimental para Sartori tiene consecuencias acerca de las decisiones que se toman porque
los gobernantes quieren mantenerse en el poder y tienen que tomar decisiones que tengan en
cuenta las demandas de quienes los eligieron. Esa receptividad se produce por motivos egoístas
de los representantes, en medida que ellos se quieren mantener en el poder, deben tener en
cuentas esas demandas, no porque les interesan, sino que necesitan representarlas para
mantenerse allí. Con el argumento de Sartori podemos conciliar la tradición clásica con la
moderna. La clásica nos habla de bien común y voluntad general, y la moderna sobre un
método. Sartori dice que es un método, pero tiene consecuencias en donde deben atender a la
voluntad general.
Democracia como posibilidad de destitución del gobierno:
La democracia es un régimen donde los partidos pierden elecciones. Hay dos formas de
gobierno: las que es posible deshacerse del gobierno sin derramamiento de sangre, y las que no
es posible. La primera forma es democracia y la segunda dictadura o tiranía. Lo decisivo es la
destituibilidad del gobierno. La democracia es alternancia- Popper.
DEMOCRACIA DELEGATIVA: O’Donnell
Describe una “nueva especie”, un tipo dentro de las democracias existentes sobre el cual aún
no se ha teorizado. Los académicos que han estudiado las transiciones y consolidaciones
democráticas han señalado que, dado que no todos estos procesos culminan en el mismo
resultado, se necesita una tipología de las democracias.
Sin embargo, los factores más decisivos en la generación de diversas clases de democracia no se
relacionan con las características del régimen autoritario ni con el proceso de transición. Más
bien, en varios factores históricos de larga data, como en la gravedad de los problemas
socioeconómicos que heredan los gobiernos democráticos recién instalados. Su argumento es:
Muchas democracias latinoamericanas a pesar de cumplir con los rasgos generales de la
poliarquía se diferencian de las democracias de los países desarrollados.
Algunas democracias instaladas recientemente constituyen democracias en el sentido de que
cumplen con los criterios de Robert Dahl para la definición de poliarquía. Sin embargo, estas
democracias no son democracias representativas; presentan características de democracias
delegativas. Estas no son democracias consolidadas, es decir, institucionalizadas (no han
logrado institucionalizar el funcionamiento de las instituciones políticas democráticas básicas:
Parlamento, Partidos, Poder Judicial, Administración burocrática, Controles a los Poderes
Públicos, etc), pero pueden ser duraderas. No hay peligro de reversión autoritaria. La profunda
crisis social y económica que estos gobiernos heredaron de sus predecesores autoritarios
refuerza prácticas acerca del ejercicio adecuado de la autoridad política, que conducen hacia la
democracia delegativa, no a la representativa.

La instalación de un gobierno elegido democráticamente abre camino a una “segunda
transición” más extensa y compleja que la transición inicial desde el gobierno
autoritario.

Esta segunda transición se desarrolla entre un gobierno elegido democráticamente y un
régimen democrático institucionalizado y consolidado.

Las nuevas democracias pueden retroceder a un gobierno autoritario, o se pueden
atascar en una situación de ineficacia e incertidumbre. Esta situación podría mantenerse
sin que surjan posibilidades para las formas institucionalizadas de democracia.

El elemento fundamental para el éxito de la segunda transición es la construcción de un
conjunto de instituciones que se conviertan en puntos de decisión importantes dentro
del flujo del poder político.

Para que se produzca tal exitoso desenlace, las políticas gubernamentales y las
estrategias políticas de diversos agentes deben incorporar el reconocimiento de un
interés compartido en la construcción de las instituciones democráticas. Los casos
exitosos han mostrado una coalición decisiva de líderes políticos con un respaldo. A su
vez, estas instituciones han facilitado el manejo de los problemas sociales y económicos
heredados del régimen autoritario.

En contraste, los casos de democracia delegativa no han alcanzado un progreso
institucional ni una considerable eficacia gubernamental para abordar sus respectivas
crisis sociales y económicas.
Acerca de las Instituciones:
Las instituciones son patrones de interacción regulados, conocidos y comúnmente aceptados,
no necesariamente aprobados mediante normas, por los agentes sociales que esperan
continuar interactuando bajo las reglas y normas plasmadas en esos patrones. En ocasiones las
instituciones se convierten en organizaciones formales; se materializan en edificios, sellos,
rituales y personas que desempeñan roles que las autorizan a “hablar por” la organización.
Las instituciones democráticas son instituciones políticas. Poseen una relación reconocible y
directa con los principales aspectos de la política: la toma de decisiones que son obligatorias
dentro de un territorio determinado, los canales de acceso a los roles de toma de decisiones, y
la configuración de los intereses e identidades que reclaman dicho acceso.
Características de una configuración institucional funcional:
1.
Las instituciones incorporan tanto como excluyen. Determinan qué agentes se aceptan
como participantes válidos en los procesos de toma de decisiones e implementación. Estos
criterios son selectivos: se adecúan y favorecen a algunos agentes. El alcance de una institución
corresponde al grado en que incorpora y excluye al conjunto de agentes potencialmente
pertinentes.
2.
Las instituciones determinan la probable distribución de resultados. Procesan sólo
determinados actores y recursos, y lo hacen de acuerdo con ciertas reglas. Por ejemplo, las
instituciones democráticas excluyen el uso de la amenaza o la fuerza y los resultados que éstas
generarían. Las instituciones de representación de intereses son más apropiadas para procesar
la intensidad de las preferencias.
3.
Las instituciones tienden a agregar el nivel de acción y organización de los agentes que
interactúan con ellas y a estabilizar esta agregación. Las reglas establecidas por las instituciones
influyen sobre las decisiones estratégicas de los agentes de acuerdo con el nivel de agregación
que sea más eficaz para ellas en términos de la probabilidad de resultados favorables. En
consecuencia, esas personas prefieren interactuar con relativamente pocos agentes y temas a
la vez.
4.
Las instituciones inducen modelos de representación. Las instituciones favorecen la
transformación de las voces potenciales de sus electores en varias que puedan afirmar que
hablan como sus representantes. Por una parte, la representación implica el derecho
reconocido de hablar en nombre de otros relevantes y, por otra, la capacidad de producir el
acuerdo de esos otros con lo que el representante decide.
5.
Las instituciones estabilizan a los agentes/representantes y sus expectativas. Los líderes
y representantes de las instituciones esperan comportamientos de un conjunto de actores con
los que esperan encontrarse nuevamente en la próxima ronda de interacciones. Una
institución, que probablemente se ha transformado en una organización formal, es fuerte. La
institución está en un equilibrio; a nadie le interesa cambiarla, salvo de manera incremental y
consensual.
6.
Las instituciones extienden los horizontes de tiempo de los actores. La estabilización de
los agentes y de las expectativas incluye una dimensión temporal; se espera que las
interacciones institucionalizadas continúen en el futuro entre el mismo conjunto de agentes,
que dicho conjunto cambie en forma lenta y más bien predecible.
La institucionalización conlleva grandes costos; no sólo la exclusión, sino también la
burocratización y el tedio. Una democracia no institucionalizada se caracteriza por el alcance
restringido, la debilidad y la baja intensidad de las instituciones políticas existentes. El lugar de
las instituciones que funcionan adecuadamente lo ocupan otras prácticas no formalizadas, pero
fuertemente operativas: el clientelismo, el patrimonialismo y la corrupción.
Caracterizando la Democracia Delegativa:
Las democracias delegativas se basan en la premisa de quien sea que gane una elección
presidencial tendrá el derecho a gobernar como considere apropiado, restringido sólo por las
relaciones de poder existentes y por un período en funciones limitado constitucionalmente.
El presidente es considerado como la encarnación de un país, principal custodio e intérprete de
los intereses. Las políticas de su gobierno no necesitan guardar ninguna semejanza con las
promesas de su campaña. Generalmente, en las DDs los candidatos presidenciales ganadores se
sitúan a sí mismos sobre los partidos políticos y sobre los intereses organizados.
Otras instituciones —por ejemplo, los tribunales de justicia y el poder legislativo— constituyen
estorbos. La rendición de cuentas a dichas instituciones aparece como un obstáculo a la plena
autoridad delegada al presidente. La democracia delegativa no es ajena a la tradición
democrática. Es más democrática, pero menos liberal que la democracia representativa.
La DD es fuertemente mayoritaria. Consiste en constituir mediante elecciones limpias una
mayoría que faculta a alguien para convertirse, durante un determinado número de años, en la
encarnación y el intérprete de los altos intereses de la nación. A menudo, las DD utilizan
recursos como la segunda vuelta electoral si en la primera vuelta no se produce una clara
mayoría. La DD es muy individualista, pero de un modo hobbesiano: se espera que los votantes
elijan, independientemente de sus identidades y afiliaciones, al individuo más apropiado para
hacerse responsable del destino del país. Los candidatos compiten por la posibilidad de
gobernar prácticamente sin ninguna restricción salvo las que imponen las propias relaciones de
poder no institucionalizadas. Después de la elección, los votantes (quienes delegan) deben
convertirse en una audiencia pasiva, pero que aclame lo que el presidente haga.
El individualismo al constituir el poder ejecutivo se combina con el organicismo del Leviatán. La
nación y su expresión política “auténtica”, el líder y su “movimiento”, se presentan como
organismos vivos. El líder debe sanar a la nación mediante la unión de sus fragmentos dispersos
en un todo armonioso.
La resistencia, sea del congreso, los partidos políticos, los grupos de interés, o las multitudes en
las calles, se debe ignorar. Se consuma el mito de la delegación: el presidente se aísla de la
mayoría de las instituciones políticas e intereses organizados, y asume en forma exclusiva la
responsabilidad por los éxitos y fracasos de “sus” políticas.
La representación y la delegación no son polos opuestos. La representación trae consigo la
rendición de cuentas. Los representantes son considerados responsables de sus acciones por
aquellos sobre quienes afirman tener el derecho a representar.
Tipos de accountability:
En las democracias institucionalizadas, la rendición de cuentas funciona de manera vertical, de
modo que los funcionarios elegidos sean responsables frente al electorado, y también en forma
horizontal; a través de una red de poderes relativamente autónomos; instituciones que pueden
cuestionar, y castigar, las formas incorrectas de liberar de responsabilidades a un funcionario
determinado.
La representación y la rendición de cuentas llevan en sí la dimensión republicana de la
democracia; la existencia y la observancia de una distinción entre los intereses públicos y
privados de quienes ocupan cargos públicos. La rendición de cuentas vertical, junto con la
libertad para formar partidos y para intentar influir sobre la opinión pública, existe tanto en las
democracias representativas como en las delegativas. Pero la rendición de cuentas horizontal,
es característica de la democracia representativa, no existe en las democracias delegativas.
Además, debido a que las instituciones que hacen efectiva la rendición de cuentas horizontal
son vistas por los presidentes delegativos como trabas a su “misión”, estos llevan a cabo
esfuerzos por obstaculizar el desarrollo de dichas instituciones.
La fuerza, a la manera de una norma, de ciertos códigos de conducta determina el
comportamiento de los agentes pertinentes en las democracias representativas mucho más
que en las delegativas.
Accountability societal: mecanismo de control vertical, no electoral, de las autoridades políticas
basado en las acciones de un espectro de asociaciones y movimientos ciudadanos, así como en
acciones mediáticas. Las acciones de estos actores tienen por objeto monitorear el
comportamiento de los funcionarios públicos, exponer y denunciar actos ilegales de los
mismos, y activar la operación de agencias horizontales de control (Smulovitz y Peruzzotti). Esta
puede canalizarse por vías institucionales como no institucionales y a diferencia de la electoral
no tiene calendarios fijos.
PARTIDOS POLÍTICOS MALAMUD
Los partidos políticos poseen hoy una característica significativa: su universalidad. Ninguna
democracia occidental es concebible sin ellos. Esto no implica que todos los partidos tengan la
misma naturaleza ni que cumplan estrictamente las mismas funciones.
Los partidos aparecen como la consecuencia de la masificación de las sociedades y la expansión
territorial de los estados, cuyas dinámicas van a dar lugar a un nuevo fenómeno: el de la
representación política.
Burke: un partido es un grupo de hombres unidos para fomentar, mediante sus esfuerzos
conjuntos, el interés nacional, basándose en principio determinado en el que sus miembros
están de acuerdo. Los partidos políticos iban en contra del interés nacional, es difícil que un
partido fomente el interesado todos, sino que fomentan los intereses de una parte de la
sociedad. Un partido que dice representar toda la sociedad va a ver a otro partido como una
facción, como un conjunto de interés que va en contra del interés nacional.
Weber: son formas de socialización que, descansando en un reclutamiento formalmente libre,
tiene como fin proporcionar poder a sus dirigentes dentro de una asociación y otorgar por ese
medio a sus miembros activos probabilidades ideales o materiales.
La institución de la representación, establece la frontera histórica y teórica entre la democracia
antigua o directa y la moderna o representativa. La condición histórica del surgimiento de los
partidos fue el incremento de la participación política.
Un análisis sobre el origen de los partidos debería contemplar que cada caso particular
responde a distintos factores, sean institucionales, históricos o estructurales; pero una
ponderación global que busque generalizar las regularidades detectadas aún no se ha logrado.
Las descripciones evolutivas que se realizan generalmente acerca del surgimiento de los
partidos toman como paradigma al proceso británico. En todos los casos, compartieron la mala
fama de ser percibidos inicialmente como agrupaciones facciosas que actuaban en desmedro
del bien común persiguiendo sus intereses egoístas.
Por mucho tiempo fueron vistos de esa forma porque para que existan partidos políticos debe
haber un consenso básico de la sociedad por la forma de resolver los conflictos, y eso era difícil
que sucediera.
El disenso partidario (la existencia de varios partidos) solo puede surgir sobre una base de
consenso, de una base de unanimidad sobre la forma en la que se van resolver los conflictos
entre partidos, una unidad procedimental.
Los partidos políticos en el tiempo sobreviven en la medida que estos actores partidarios
forman un acuerdo sobre el que hacer con la forma que van a resolver los conflictos. La forma
que van a resolver los conflictos va a ser por la competencia del voto. Si no hay consenso sobre
la competencia del voto, pueden surgir graves problemas.
A principios del S.XX comienza a surgir cierto consenso acerca de las reglas el juego. Los
partidos pueden tener visiones diferentes de la sociedad e intereses diferentes, pero deben
estar de acuerdo en la forma de llegar al poder, y esa forma es compitiendo por el voto de la
ciudadanía. Los partidos saben que en la poliarquía un día gana uno y al otro otro, la poliarquía
es alternancia, y esa alternancia debe ser lo menos conflictiva posible.
Los partidos entonces surgen cuando surge ese consenso. Cuantos más partidos en el sistema,
más difícil es de tener la mayoría.
Los primeros partidos en el mundo se forman por los intereses de los legisladores en el
parlamento en el marco de la monarquía. Ese parlamento quiere adquirir más poder, entonces
forma una organización fuera del parlamento para obtener más votos.
Puede tomarse como acta de nacimiento formal de los partidos a la Reform Act (reforma
electoral) dada en Inglaterra en 1832, lo que implica considerar a todas las asociaciones
políticas sectoriales anteriores a esa fecha como antecesores de los partidos modernos.
Los partidos en su acepción moderna empiezan a contar sus años desde principios del siglo XIX.
Sartori distingue tres orígenes de los partidos. Dice que generalmente surgen por crisis:

Crisis de legitimidad: formación de partidos que comienzan a buscar apoyo popular
frente a la monarquía. Son los primeros que aparecen en el mundo, legisladores que en
el marco de la monarquía comienzan a converger intereses y para tener poder sobre la
monarquía comienzan a buscar apoyo e interés popular. Son partidos que tienen escasa
organización fuera del parlamento, son de elite.

Crisis de participación: partidos socialistas y laboristas. Nuevos grupos que buscan
influencia en el gobierno. Buscan el voto de la clase trabajadora en contra de los
partidos de elite. Luego de tomar el poder por la monarquía por las elites, va a
comenzar una crisis de participación de los partidos, ellos representan bien a las elites,
pero no a las clases trabajadoras. Tienen una organización muy fuerte por fuera del
parlamento.

Crisis de integración: el problema de integridad territorial, más el proceso por el cual
comunidades étnicas llegan a acomodarse unas a otras ha dado surgimiento a partidos
políticos. Por trazados de límites de países quedan dentro de un mismo territorio
diferentes etnias que tienen que aprender a convivir entre ellas. Eso da surgimiento a
partidos políticos para respetarse mutuamente.
Los partidos cumplen con una función de expresiva, elaboran una retórica para la traducción de
los contrastes de la estructura social y cultural de las exigencias y presiones para la acción o la
no acción. (Lipset y Rokkan) Identifican un conjunto de clivajes en Europa que dan origen a los
partidos políticos.
Después de la consolidación de los estados nacionales en Europa, surgen cuatro líneas de
división critica:
1. Cultura sometida vs cultura dominante
2. Iglesia vs secularización
3. Terratenientes vs empresarios industriales
4. Patronos vs obreros
Estos clivajes dan origen a partidos políticos. Las primeras dos líneas de conflicto son producto
de la revolución nacional mientras que las segundas son consecuencia de la revolución
industrial.
La naturaleza:
Hay diversos criterios para clasificar a los partidos. Las tipologías están determinadas por
preocupaciones sociales, las inquietudes ideológicas y el marco teórico de cada autor.
Puede construirse una tipología triple de los partidos en función de los siguientes ejes: 1) su
base social, 2) su orientación ideológica y 3) su estructura organizativa.
1.La taxonomía más habitual para clasificar a los partidos, de acuerdo con su base social, divide
en obreros y burgueses, aunque es necesario agregar la categoría de partido populista para los
casos que abarcan una amplia masa multiclasista. Los primeros caracterizan sobre todo a los
países desarrollados (de Europa occidental o de raíces culturales anglosajonas), el último
predomina en las naciones en vías de desarrollo. En ciertos estados, la heterogeneidad social
puede llevar a la formación de partidos campesinos, o representativos de minorías étnicas,
lingüísticas o religiosas. Tal diversidad, para estos autores, corrobora que lo que define a un
partido es su sociología.
Es fundamental el análisis de los clivajes sociales (división social políticamente relevante; no
implica cualquier fractura dentro de una sociedad, sino aquélla que impacta sobre el sistema
político a través de la organización).
2.Quienes sostienen que el elemento distintivo de cada partido es su orientación ideológica,
afirman que los objetivos de la organización, y no su composición social, son lo que determinan
su accionar. La principal tipología se construye en torno al par derecha-izquierda.
Las fuerzas de izquierda tienden a cambiar el estado de cosas de la sociedad, preferentemente
en favor de los sectores más bajos de la población; las de derecha pretenden mantener la
situación social dentro de los límites estructurales en que se encuentra; y por otro, la izquierda
propone una mayor intervención del estado en la economía y las políticas sociales; la derecha
suele sostener la conveniencia de la no ingerencia estatal.
Una base obrera se asocia con una ideología más combativa y transformadora; en tanto, los
partidos de composición burguesa o de clases medias tienden a tener menos elementos
revolucionarios.
3.Una tercera perspectiva desplaza el foco tanto de la base social como de la orientación
ideológica, para centrarse en lo que distingue a los partidos modernos de cualquier otro grupo
organizado que históricamente haya cumplido funciones similares, a la vez que los acerca al
aparato burocrático dentro del cual funcionan: el estado. Los partidos, al ser concebidos en
cuanto organizaciones, se suponen movidos por fines propios que trascienden los objetivos que
les dieron origen, al tiempo que también superan y transforman los intereses de los individuos
que los integran.
El grado en que un partido establece estrategias de adaptación o de predominio sobre la
realidad exterior depende de la fortaleza de su institucionalización.
Los tipos:
La clasificación más extendida de los partidos, es la que los distingue entre partidos de
representación individual y partidos de representación de masas. Los dos tipos de partido son
característicos de épocas consecutivas, separadas entre sí por el proceso político que condujo a
la adopción del sufragio universal.
Tipos de partidos:
1. Partido de cuadros o de notables. Surgen de la crisis de legitimidad.
2. Partido de masas. Surgen de la crisis de participación.
3. Partido catch-all o de todo el mundo. Son los partidos que tenemos hoy, comienzan
siendo de masas, pero buscan el voto de toda la ciudadanía. Para esto se moderan
ideológicamente. Comienzan a ofrecer a la ciudadanía un programa de gobierno más
difuso. Los partidos de masa tenían el problema de que difícilmente llegaban al
gobierno solo con el voto de la clase trabajadora, así amplían su ámbito adquiriendo
otras clases. Para esto hacen cambios en la organización; hacen cambios de programas
más amplios que permiten más representación y comienzan a buscar el voto de toda la
ciudadanía. Los partidos de izquierda son una representación de este tipo de partidos.
Transforman su ideología para lograr llegar al gobierno. Aquí también surge la idea de
propaganda electoral, hay que vender la marca del partido como un producto comercial.
Comienzan las estrategias de marketing asociadas al mercado. Los partidos comienzan a
venderse en el mercado como un producto a cambio del voto.
Definición, organización y funciones:
Sartori, brinda una definición de los partidos que limita su validez a las naciones occidentales
posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Sartori sostiene que "un partido es cualquier grupo
político identificado con una etiqueta oficial que presenta a las elecciones, y puede sacar en
elecciones (libres o no), candidatos a cargos públicos".
Siguiendo la metodología weberiana para la definición del estado y de los mismos partidos,
hace hincapié en el medio específico de la asociación, que la distingue de todas las demás: en
este caso, la lucha por el poder a través de las elecciones.
Quedan desterrados del término "partidos", los grupos políticos autoritarios o totalitarios que,
habiéndose adueñado del poder del estado, proscriben a los demás partidos y anulan las
elecciones, sin volver a convocarlas durante su gestión. También se descarta a los pequeños
partidos que, presentándose en elecciones, no obtienen en ningún momento los cargos
públicos por los que compiten: a ello se hace referencia con el concepto candidaturas viables.
La definición de Sartori conserva dos principios de la conceptualización de Schmitt sobre la
política: el componente agonal o de lucha (amigo-enemigo, expresado más pacíficamente
mediante las elecciones) y el componente de lo público (público- privado, expuesto en la
ambición de candidatearse ante la comunidad para aspirar a cargos públicos).
Schumpeter y Downs aplican una metáfora del funcionamiento del mercado económico,
concibiendo a la democracia (o sistema competitivo de caudillos o partidos) como un mercado
político en el cual los líderes partidarios cumplen el rol del empresario, que dentro de una firma
(el partido) desarrolla la tarea de producir, promover e intercambiar una serie de bienes o
servicios (decisiones y políticas públicas, o cargos y prebendas) por un recurso de poder que
hace las veces de dinero: el voto.
-Schumpeter: un partido es un grupo cuyos miembros se proponen actuar en la lucha
competitiva por el poder político.
-Downs: un partido político es un equipo de personas que tratan de controlar el aparato de
gobierno mediante el poder conseguido en elecciones constitucionalmente correctas.
La función propia de los partidos es la de fungir como actores de intermediación entre la
sociedad y el estado.
Las funciones de los partidos pueden definirse de acuerdo al carácter ascendente o
descendente de la corriente de interacción. Las funciones cumplidas abarcan desde el
reclutamiento de las elites y personal político (los líderes se forman dentro de las estructuras
partidarias o son cooptados por ellas); hasta la toma de decisiones y la formación de políticas
públicas (a través de la formulación de programas y su implementación desde los ámbitos de
autoridad).
La actividad que realizan los partidos puede ser resumida en los conceptos de representación
(de la sociedad en el estado) y gobierno (sobre la sociedad por el estado). Si predomina la
primera, se estará en presencia de una nación más pluralista y con mayor autonomía de sus
grupos de interés o de identidad, poliarquías. Si es a la inversa, responderá a una pauta de
menor autonomía societal, mayor control de los gobernantes sobre los gobernados.
Las características que pueden presentar los partidos, y que los diferencian entre sí más allá de
sus funciones comunes:
a) competencia, o indispensabilidad para cumplir una función
b) relaciones con el entorno, incluye la capacidad para establecer alianzas y conflictos con
otras organizaciones
c) comunicación, el control ejercido sobre los canales de información
d) reglas formales, facultad de interpretación para aplicar u omitir los estatutos
e) financiación, o control del flujo de dinero
f) reclutamiento, que implica la definición de los requisitos de admisión, carrera y
permanencia.
La composición de la coalición dominante y su configuración (su cohesión, estabilidad y poder)
dependerán de la medida en que sus miembros logren adueñarse de los recursos de control
sobre las áreas de incertidumbre, garantizando el éxito o la supervivencia de la organización.
Sistemas de partido:
Los partidos, no actúan solos en un medio aislado, sino que están en interacción permanente
con las otras "partes" (partidos) del ambiente. En este sentido, se diferencian de la burocracia y
las demás instituciones estatales porque, a título individual, carecen de monopolio alguno de
representación o función. Esta característica excluye el caso de los partidos únicos.
Cada partido compite en un espacio más o menos abierto, de acuerdo al marco general del
régimen político, por la obtención del voto popular que le otorgue mayor capacidad de influir
en la toma de decisiones públicas. Su accionar está condicionado por las restricciones jurídicas,
el ordenamiento social y las pautas culturales, y por la presencia, fortaleza y estrategias de los
demás partidos.
El sistema de partidos, se define como una estructura de cooperación y competencia entre
partidos.
Las propiedades de un sistema de partidos se desarrollan históricamente, y pueden cambiar a
lo largo del tiempo. Algunas de las más relevantes son la volatilidad (cambio agregado de votos
entre elecciones), la polarización (distancia ideológica entre los partidos, por ejemplo, en
términos de izquierda y derecha), el número efectivo de partidos (de acuerdo a sus bancas
parlamentarias), la desproporcionalidad electoral (diferencia entre número de votos y número
de bancas), y la cantidad de dimensiones temáticas (define la estructura de clivaje del sistema).
PARTIDOS Y SISTEMAS DE PARTIDOS: SARTORI
Sartori busca clasificar sistemas de partidos. En los partidos como comunidades individuales, y
la interacción de partidos, estos son los sistemas de partido. La distinción entre sistemas
unipartidistas, bipartidistas y multipartidistas es insuficiente. Los primeros serían propios de los
países totalitarios, los segundos como característicos de las democracias estables, los últimos,
manifiestan el grado de fragmentación política existente en las democracias más inestables.
Sartori cree que importan cuántos son los partidos, indican una característica importante del
sistema político: la medida en que el poder político esta fragmentado o no, disperso o
concentrado.
Con saber cuántos partidos existen, estamos alerta al numero de posibles corrientes de
interacción que intervienen. Estas posibles corrientes ocurren a múltiples niveles: electoral,
parlamentario y gubernamental Cuanto mayor sea el número de partidos que tienen voz,
mayor será la complejidad y complicación del sistema.
Sartori cree que deberíamos darle otra oportunidad a este criterio. El numero de partidos es un
elemento visible que refleja las condiciones del mundo real de la política. El numero de votos
que cada partido obtiene en las elecciones es la mejor y más segura base de datos.
El problema es: ¿Qué partidos importan? No podemos contar los partidos solo por las
apariencias, ni por el orden decreciente de sus fuerzas. Es cierto que el cuantos son tiene que
ver con el que fuerza tienen. Persiste la cuestión de cuanta fuerza hace que un partido sea
importante y cuanta debilidad hace que un partido no tenga importancia.
A falta de la mejor solución, se trata de establecer un umbral por debajo del cual no se hace
caso de un partido. Esta no es la solución, si se establece el umbral al nivel del 5 por 100, lleva a
omisiones graves. Cuanto mas se rebaja el umbral, mas son las posibilidades de incluir partidos
sin importancia.
La importancia de un partido esta en la función de la posición que ocupa en la dimensión
izquierda-derecha. Un partido que se ubica en torno al nivel del 10 por 100 puede contar
mucho menos que un partido que obtiene un nivel del 3 por 100.
Se debe establecer un criterio de no importancia respecto de los partidos menores. Sin
embargo, la grandeza o pequeñez de un partido se inciden por su fuerza.
La fuerza de un partido es su fuerza electoral. Los votos se traducen en escaños (banco que
ocupa un político en una de las cámaras parlamentarias), y eso nos lleva a la fuerza del partido
parlamentario. Muchas veces basta, en los sistemas bicamerales, con remitirse a los escaños en
la Cámara Baja, siempre que en la otra Cámara las mayorías nos sean diferentes. La fuerza del
partido parlamentario se indica por su porcentaje de escaños en la Cámara Baja.
Lo siguiente consiste en cambiar el foco al partido como instrumento de gobierno. Cuanto mas
sean los partidos, mas debemos preguntarnos acerca del potencial de gobierno, o las
posibilidades de coalición de cada partido. Lo que pesa en la balanza del multipartidismo es la
medida en que se pueda necesitar a un partido para las mayorías gubernamentales. Un partido
puede ser pequeño y sin embargo tener grandes posibilidades en las negociaciones para
montar una coalición. O, un partido puede ser fuerte y carecer de capacidad para negociar una
coalición.
La cuestión es la de si se puede realizar un cálculo de las posibilidades de coalición de cada
partido en base a exclusivamente su fuerza. La respuesta es no. En este caso lo que nos interesa
son las condiciones viables, las ideológicamente consonantes y permisibles.
Por lo tanto, la norma para decidir en una situación multipartidista cuando se debe o no contar
a un partido es:
•
Norma 1:
Se puede no tener en cuenta por no ser importante a un partido pequeño siempre que a lo
largo de cierto periodo de tiempo siga siendo superfluo, en el sentido de que no es necesario ni
se lo utiliza para ninguna mayoría de coalición viable. A la inversa, debe tenerse en cuenta a un
partido, por pequeño que sea, si se halla en posición de determinar a lo largo de un periodo de
tiempo, como mínimo una de las posibles mayorías gubernamentales.
Esta norma solo es aplicable a los partidos orientados hacia el gobierno, y que son
ideológicamente aceptables para los demás miembros de la coalición. Ello puede excluir a
partidos grandes de la oposición permanente. Por lo tanto, el criterio de no importancia
necesita un complemento residual.
Las coaliciones son viables, por ende, los partidos que tienen posibilidades de coalición,
coinciden en la práctica con los partidos que han participado en gobiernos de coalición o han
dado a los gobiernos el apoyo que necesitan para llegar o permanecer en el poder.
•
Norma 2:
Un partido cuenta como importante siempre que su existencia afecte la táctica de la
competencia entre partidos y cuando altera la dirección de la competencia de los partidos
orientados hacia el gobierno. Capacidad de chantaje que tiene un partido hacia la oposición,
como un partido por más pequeño que sea pude cambiar la forma en que se compite en un
sistema. Se basa en la capacidad de intimidación.
La dirección de la competencia no es fácil de evaluar. En la practica la idea del partido del
chantaje guarda relación sobre todo con la idea del partido antisistema. Como el partido del
chantaje suele coincididir con uno antisistema, es posible continuar con la evaluación en el
terreno parlamentario. Las posibilidades del chantaje del partido electoral hallan su equivalente
en las posibilidades del veto.
En resumen, podemos dejar de contar a los partidos que no tienen:
1) Posibilidades de coalición
2) Posibilidades de chantaje
La pregunta es: ¿permite el criterio numérico ordenar también clases nuevas? Como norma
general, la existencia de pocos partidos indica poca fragmentación, mientras que muchos
partidos indican gran fragmentación. Al contar los partidos también podemos hallar su fuerza.
Lo que necesitamos para ordenar es contar la distribución en que un partido cuenta mas que
todos los demás partidos juntos; la clase de los sistemas de partido predominante.
Un sistema de partido predominante puede ser resultado de un exceso de fragmentación de
todos los demás partidos. Un sistema de partidos esta fragmentado cuando tiene muchos
partidos, ninguno de los cuales se acerca al punto de la mayoría absoluta.
Una clasificación es una ordenación basada en clases mutuamente excluyentes que se
establecen conforme al criterio elegido para esa clasificación. Una tipología es una ordenación
resultada de más de un criterio.
Sartori dice que hay un problema con el criterio numérico, que es muy simple, hay que tomar
en cuenta también otros criterios. Va a complejizar este criterio. Donde hay un solo partido,
Sartori va a ver tres.
Criterio numérico- sociológico:
1. De partido único: es autoritario; no hay competencia; es unipolar y unipartidista.
2. De partido hegemónico: es autoritario; no hay competencia; es unipolar y unipartidista.
3. De partido predominante: es democrático; hay competencia; es bipolar y unipartidista.
4. Bipartidista: es democrático; hay competencia y es bipolar.
5. De pluralismo limitado (moderado): forma de competencia en el centro, centrípeta. Los
partidos compiten por votantes de centro. Se basa en base a la escala de derecha e
izquierda. Es multipartidista, bipolar y hay competencia.
6. De pluralismo extremo (polarizado): Se compite polarización ideológica en el sistema de
partidos, centrifuga. Se basa en la escala de derecha e izquierda. Es multipartidista,
multipolar y hay competencia.
7. De atomización: Hay partidos políticos en todos los sectores. Se dividen pequeñas
porciones del electorado. Es multipolar; hay competencia y es multipartidista.
Sartori combina la dimensión cuantitativa (numérica) con una cualitativa (ideológica). Para este
fin definió un formato héptuple, subdividiendo las categorías de Duverger.
En primer lugar, desglosa en tres categorías el bloque unipartidista. En el caso del
unipartidismo, el poder político lo monopoliza un solo partido, y no permite la existencia de
otro. Se puede establecer como monopolio.
Un partido hegemónico permite la existencia de otros partidos solo como subordinados, no se
puede desafiar la hegemonía del partido en el poder. Estos partidos secundarios periféricos
cuentan menos. Se los identifica con una forma de contar primero al partido hegemónico y a los
partidos subordinados por separado. Se puede establecer como jerarquía o monopolio
relajado.
El sistema de partido dominante, es una configuración del poder en la que gobierna uno solo,
sin estar sujeto a la alternación, siempre que continue obteniendo electoralmente una mayoría
absoluta. Se puede establecer como concentración unimodal, o sea prevalencia sin alternación.
Aquí se mantiene. Los sistemas bipartidistas tienen una configuración del poder transparente:
dos pardos que compiten por una mayoría absoluta que está al alcance de cualquiera de ellos.
Se le llama concentración equilibrada o bipolar.
En segundo lugar, desglosa el bloque multipartidista, conforme a que los sistemas de más de
dos partidos prueban la pobreza de las normas para contar.
La configuración del multipartidismo se puede detallar: 1) es probable que ningún partido se
acerque o mantenga a una mayoría absoluta, 2) la fuerza o la debilidad de los partidos se puede
clasificar conforme a su indispensabilidad para las coaliciones, 3) su capacidad potencial de
intimidación (chantaje).
La ultima categoría, la atomización, entra en la clasificación para indicar que ya no se necesita
una cuenta precisa, no importa el número de partidos. Los sistemas atomizados de partidos se
pueden definir como la situación en que ninguna empresa tiene un efecto apreciable en
ninguna otra empresa.
La distinción de tres a cinco partidos, o sea el pluralismo limitado tienen operaciones diferentes
a las que existen entre seis y ocho partidos, o sea el pluralismo extremo.
La fragmentación puede ser resultado de una multiplicidad de factores. La fragmentación del
sistema de partidos puede reflejar una situación de segmentación o de polarización, de
distancia ideológica. Aquí pasamos de la clasificación a la tipología, y aplicar el criterio número
utilizando la ideología como criterio.
El concepto de distancia ideológica (ámbito general del espectro ideológico de cualquier
comunidad política dada) interviene en los sistemas de mas de un partido, mientras que la idea
de la intensidad ideológica (temperatura o afecto de un contexto ideológico dada) es
indispensable para las comunidades unipartidistas.
El objeto de la clasificación modificada es resolver el problema que deja intacto la clasificación
numérica: como acabar con la segmentación. La solución se halla en verificar las comunidades
políticas segmentadas en contraste con la variable ideología. Si están fragmentadas, pero no
polarizadas se atribuirán al pluralismo moderado. Si están fragmentadas y polarizadas,
pertenecen al pluralismo polarizado.
Cuando se clasifican los sistemas de partidos conforme al criterio numérico se clasifican
conforme a su formato: cuantos contiene. El formato interesa en la medida en que afecta a la
mecánica: como funciona el sistema.
Una cualidad del nuevo ordenamiento reside en que permite determinar la presencia o
ausencia de competencia, hecho que el modelo anterior no describía fielmente. Ello habilita a
evaluar la mecánica de los casos competitivos, que puede desarrollarse en forma bipolar,
moderada o centrípeta (equilibrando el sistema político) o, por el contrario, de modo
multipolar, polarizado y centrífugo (en el que los partidos antisistema acumulan votos y
radicalizan la lucha electoral y parlamentaria, hasta provocar el colapso del régimen).
LEGISLACION ELECTORAL Y SISTEMAS DE PARTIDOS: EL CASO
URUGUAYO
GONZÁLEZ
Discute como afecta el sistema electoral al de partidos. El sistema electoral es la forma que se
cuentan los votos en un país.
Las estructuras políticas incluyen:

rasgos constitucionales (en el sentido político, por ejemplo, si el sistema es federal)

rasgos puramente políticos de la comunidad (por ejemplo, las características ideologías
de las elites).
Estos rasgos se convierten en estructuras políticas solo si ya han sido institucionalizados en el
sentido sociológico en el término.
Los sistemas políticos exhiben diferentes tipos de estructuras políticas. Consideramos las crisis
como no estructuradas.
Cuando las leyes son rasgos institucionales de las comunidades, no son necesaria o
automáticamente estructuras políticas, porque no siempre están institucionalizadas. Las leyes
requieren un tiempo para institucionalizarse, necesitan un proceso de aprendizaje. Tiene
sentido considerar los efectos de la legislación electoral sobre los sistemas de partidos solo
cuando la legislación electoral es una estructura política o parte de ella.
Las leyes referidas a los efectos de la legislación electoral sobre los sistemas de partidos son
tendenciales. Establecen el curso más probable de los acontecimientos en ciertas
circunstancias, no en el curso necesario.
Hay dos leyes tendenciales en relación al impacto de la legislación electoral. Estas son la Ley de
Katz y la Ley de Duverger. La idea de que la regla de mayoría simple favorece el bipartidismo.
Uruguay, a partir de 1918 ha sido una democracia durante 50 años, y nuevamente desde 1985.
Todos los componentes principales de su legislación electoral vigente han funcionado
regularmente desde principios de los ’40. Estas leyes pueden ser consideradas como una
estructura política.
El sistema de partidos durante el primer medio siglo de la democracia a uruguaya (1918-1968):
Los partidos Colorado y nacional tienen cerca de 150 años, tanto como el mismo país. En el
siglo pasado no eran partidos políticos en el sentido actual del término, pero eran
organizaciones políticas fuertes con apoyo masivo.
Los partidos tradicionales nacieron en los años posteriores a la Independencia, la Guerra
Grande fue decisiva en su desarrollo.
Los colorados se convirtieron en la versión uruguaya de los partidos liberales latinoamericanos,
y los blancos, en el partido conservador. Cada partido tenía apoyo de la mitad del país. Estos
rasgos fueron duraderos.
Los partidos han sido polis clasistas desde el comienzo. Clivaje social urbano-rural.
Blancos y Colorados ganaron entre ellos cerca del 90% de los votos hasta la mitad del ’60.
Varios partidos compartían el 10% restante. Esto definía un sistema bipartidista porque los
restantes partidos nunca entraban al poder en alianzas con el partido mayor. Después de la II
Guerra Mundial los blancos gobernaron desde 1959 hasta 1966, mientras los colorados lo
hicieron desde 1966 hasta el golpe de Estado de 1973.
En base a esta evidencia decimos que en la mayor parte del siglo XX el Uruguay se ha
caracterizado por un sistema de partidos bipartidista. Pero esta afirmación ha recibido dos
críticas:
Primer critica: El predominio en el gobierno del Partido Colorado nos permite hablar de un
sistema de partidos predominante. Bajo gobiernos democráticos Uruguay ha tenido un sistema
bipartidista la mayor parte del tiempo, pero los colorados lograron convertirse en partido
predominante durante cerca de un tercio de vida democrática del país.
Podemos discutir el predominio del Partido Colorado (González 1991). Para Sartori podemos
considerar predominante a un partido que obtenga tres mayorías absolutas consecutivas en la
cámara baja: i) Las reales garantías electorales no se establecieron hasta 1918. Por lo tanto,
desde este año debemos comenzar a discutir la hipótesis de predominio. ii) Desde 1918 hasta el
golpe de Estado de 1933 los colorados nunca obtuvieron “tres mayorías consecutivas” en la
cámara baja; iii) las cuatro elecciones siguientes fueron todas ganadas por los colorados, pero
en 1946 no obtuvieron una mayoría absoluta en la cámara baja. iv) Los blancos ganaron en
1958 y 1962. v) Los colorados ganaron de nuevo las dos elecciones generales siguientes que
precedieron al golpe de 1973 (en 1966 y 1971), aunque en la última obtuvieron poco más del
40% de la banca de la cámara baja.
Segunda critica: refiere a la estructura intenta de ambos partidos. A lo largo de este siglo los
partidos tradicionales han estado altamente fraccionados. La mayor parte del tiempo ambos
han sido flexibles coaliciones de fracciones. Como consecuencia, se dijo que este bipartidismo
disfrazaba mal un real sistema multipartidista.
Esto se puede discutir: 1) permanencia en el tiempo de los partidos tradicionales. ii) Los
partidos tradicionales son partidos catch-all por eso es esperable la amplitud ideológica que
presentan. iii) Desde 1918 las fracciones podían aparecer o desaparecer, podían incluso
abandonar su partido, pero una fracción de uno de los partidos tradicionales nunca se convirtió
en fracción del otro. iv) La visión que los uruguayos mismo tenían de sus dos partidos
mayoritarios también apoya la última idea. Ven a las fracciones como pertenecientes a cada
partido.
Durante el primer medio siglo de la democracia uruguaya hubo en el país dos partidos
mayoritarios, blancos y colorados, nacidos ambos a mediados del siglo XIX, estos compiten en
el marco de un formato bipartidista y definieron un sistema bipartidista durante la mayor parte
de ese periodo.
La legislación electoral como un marco estable:
La legislación electoral es una de las piezas fundamentales el marco institucional uruguayo:
1. Representación proporcional en la elección de ambas cámaras
2. Listas cerradas y bloqueadas
3. Doble voto simultaneo
4. Mayoría simple para decidir qué partido gana la presidencia
En 1934 se agregó otro factor:
5.
Todas las elecciones se realizan a la vez, cada cuatro años antes de 1966, y cada cinco
años desde entonces.
La representación proporcional ha estado en vigencia en la cámara baja desde 1918. Cada
Departamento debe elegir al menos dos presentantes. La mecánica de asignación de bancas en
ambas cámaras se basa en el sistema D’Hondt. Este sistema de RP ha sido siempre un sistema
de listas cerradas y bloqueadas. Una alteración de las listas entregadas por los partidos anula el
voto.
Método D’Hont:
•
Compiten 4 partidos por 10 bancas parlamentarias.
•
El método D’Hont asigna bancas de acuerdo al criterio del mayor resto.
•
Divide el número de votos totales de cada partido por el número de bancas disponibles.
•
Se asignan las bancas a aquellos partidos que presentan los restos mayores.
•
Los restos utilizados se van desechando.
El doble voto simultaneo (DVS), desde 1910, si permite opciones intrapartidarias, los votantes
no pueden alterar las listas, pero pueden elegir ente diversas listas de un mismo partido. El
DVS significa que los votantes votan al mismo tiempo por un partido y un conjunto de
candidatos dentro del partido.
El ganador de la carrera presidencial no es necesariamente el candidato más votado, sino el
candidato más votado del partido ganador. El votante debe elegir un partido y luego, dentro del
partido hay otras opciones. Este sistema electoral es una estructura antigua.
Los efectos de la legislación electoral sobre el sistema de partidos (1918-1968): el bipartidismo:
El sistema electoral puede determinar el nuero de partidos, su coherencia y estructura. La
legislación electoral contribuye a moldear los sistemas de partidos. El sistema electoral influye
sobre el sistema de partidos dice. Otorga incentivos a los partidos que participan del sistema.
•
Ley tendencial #1: las disposiciones electorales de mayoría simple facilitan un formato
bipartidista y, por el contrario, obstruyen el multipartidismo. Tiende a un sistema
dualista con alternativas de dos grandes partidos independientes. Los partidos tienen
incentivos para unirse y hacer una coalición contra el partido más grande.
•
Ley tendencial #2: la representación proporcional y el mayoritario de dos vueltas facilita
el multipartidismo y, contrariamente, difícilmente conduce al bipartidismo.
La atención se focaliza en la carrera presidencial, que es decidida por mayoría simple de votos,
por lo que el sistema electoral se aplica la ley tendencial #1 de Sartori-Duverger.
Como todas las elecciones ocurren simultáneamente, la representación proporcional a nivel de
la legislatura no tiene efecto sobre la competencia interpartidaria, porque la prohibición de
cortar boleta impuesta por el Doble Voto Simultaneo asegura que la regla de la mayoría de la
carrera mayor (la presidencia) domina la lógica electoral.
Un sistema de mayoría no produce por sí mismo un formato bipartidista, pero ayudara a
mantener uno ya existente. La estabilidad del bipartidismo uruguayo es resultado de la acción
combinada del marco institucional y de la legislación electoral.
Los tres rasgos principales de la legislación electoral uruguaya no jugaron el mismo rol. Uno de
ellos actuó positivamente; la regla de la mayoría simple en la carrera presidencial fue el
elemento activo que presionó hacia el formato bipartidista, mientras los otros dos (el DVS y la
simultaneidad de todas las elecciones) actuaron negativamente, o sea cancelando los efectos
eventuales de la RP sobre el sistema de partidos.
Identifica dos efectos: mecánico y psicológico:
El efecto mecánico es la penalización que realiza el sistema electoral a los partidos menores. Al
no tenerlos en cuenta, los penaliza bajo regla de mayoría simple.
El efecto psicológico son los incentivos que brinda el sistema a los votantes en un sistema de
mayoría simple. Es la anticipación que realizan los votantes del efecto mecánico del sistema
electoral. El votante comienza a razonar que esta desperdiciando su voto ya que el sistema
electoral mayoritario no lo tiene en cuenta. Voté a tal partido, y ese nunca llegó al gobierno
entonces cambio y adapto mis preferencias para que el sistema electoral me tome en cuenta.
En este caso voto a los que tengan mayores votos, y si todos piensan así los partidos más chicos
tenderán a desaparecer.
Los efectos de la legislación electoral sobre el sistema de parido (1918-1968): la
fraccionalización de los partidos:
Los partidos tradicionales ya estaban fraccionalizados cuando nació la democracia.
En las poliarquías, los partidos laxamente organizados, como los tradicionales uruguayos, están
modelados esencialmente por reglas y fuerzas extrapartidarias.
En Uruguay, la legislación electoral promovió la fraccionalización de los partidos. El DVS
convierte a Uruguay en un sistema electoral que permite el voto preferencial intrapartidario.
Esto es lo que llama Ley de Katz, los candidatos no pueden apoyarse exclusivamente en su
partido, deben desarrollar por lo menos una mínima base organizacional propia. El voto
preferencial está asociado con la desunión intrapartidaria. El DVS permite que diversos
candidatos compitan por los mismos puestos sin perder votos, ya que todos pertenecen al
mismo partido.
El estímulo provisto por el DVS es reforzado por la RP, que asegura que no es necesario
conseguir el primer premio para permanecer en carrera; un éxito electoral modesto es
suficiente para proveer puestos importantes para los lideres de cada fracción o subfracción, lo
que a su vez puede beneficiar indirectamente sus socios menores.
La fraccionalización aparece como resultado del DVS y de la RP. El DVS es el principio activo que
impulsa la fraccionalización y la RP es la condición facilitante, porque al ofrecer más premios
disminuye el costo esperado de la competencia.
Los últimos veinte años:
Los procesos de construcción de coaliciones entre los pequeños partidos de izquierda que
habían comenzado en 1962 llevaron al nacimiento del Frente Amplio en 1971.
En 1971 el Frente obtuvo el 18% de los votos a nivel nacional y supero a uno de los partidos
mayores en Montevideo. De acuerdo a las “reglas de conteo” de Sartori, el bipartidismo había
terminado.
El bipartidismo tradicional uruguayo vigente hasta fines de los años ’60 se había transformado
desde el año 1971 en un sistema de pluripartidismo moderado que hacia 1989 tenía cuatro
actores relevantes.
El número de partidos, la fragmentación creciente del sistema apunta en dirección contraria a
la de la ley tendencial de Duverger-Sartori y los cambios en la fraccionalización de los
principales partidos no se adecuan a lo esperado según la ley tendencial de Katz.
Conclusión:
La historia política uruguaya desde el nacimiento de la democracia puede ser dividida en dos
períodos diferentes. El primero cubrió medio siglo de cambios en el país, pese a lo cual la
evolución del sistema de partidos siguió estrictamente las expectativas de las reglas de
Duverger- Sartori y Katz.
El segundo período está divido en dos secciones por el régimen autoritario. Este período
exhibió estancamiento social y económico y muy alta polarización y conflicto políticos.
Importancia de dos prerrequisitos para una discusión empíricamente fundada de las “leyes
tendenciales”: 1) existencia de una política verdaderamente competitiva, sin democracia real
los procesos involucrados en estas reglas no pueden actuar. 2) el tiempo, para que las leyes
tendenciales funcionen se requiere un proceso de aprendizaje de los políticos y del electorado.
Pronóstico: de acuerdo a la regla Duverger-Sartori se debería esperar que la lógica política de
los acontecimientos impulse el retorno del bipartidismo; de acuerdo a la regla de Katz se
debería esperar una fraccionalización creciente de los partidos mayores.
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
LA ESTRUCTURA POLÍTICO JURÍDICO DEL ORDEN MODERNO
LAS PREMISAS SIMBÓLICAS
Desde su origen la historia de la cultura occidental es una crónica de sucesivas rupturas y
desgarramientos; primero fueron separadas las ideas de la materia, el alma del cuerpo, y hoy
hemos sido separados, de todos los elementos que han servido para la definición de la
identidad y los sentidos de pertenencia. Así para quedar libres de toda atadura, en combate con
nuestro propio cuerpo, sometidos al poder de nuestra propia razón.
A lo largo de este proceso reconocemos dos hitos fundamentales; 1) dio lugar a la idea de
voluntad y a nuestra ruptura del mundo natural, 2) separación del hombre de la comunidad.
Fuera de los márgenes de Occidente, antes de Platón, el hombre se concebía como parte de un
orden cósmico que lo trasciende y determina, y está en armonía con él. El hombre se vio sujeto
a las leyes que gobiernan el universo, teniendo miedo sobre los riesgos que podría acarrear
para él y su comunidad trasgredir esas leyes cósmicas. Ese sentido de paralización al orden
cósmico debe entendérselo como la necesidad de adecuar nuestras acciones a las fuerzas
inexorables, a la energía ciega del cosmos.
El apartamiento de las leyes que estructuran el orden cósmico no da lugar a un castigo definido
en base a un juicio de deber ser, los efectos negativos que esa “trasgresión” genera para los
hombres es la simple consecuencia de la acción de fuerzas inexorables que gobiernan por igual
a los hombres y a los dioses. Frente a esas fuerzas no vale apelar a justificación alguna a fin de
reclamar una exoneración de culpa tal como podría ocurrir en un tribunal penal.
Esa separación del orden de lo natural puso al hombre en tensión consigo y la naturaleza, tal
que puso en riesgo la supervivencia de la especie humana y de la vida en la tierra. Esta
separación entre el hombre y el orden cósmico fue para el hombre un desgarramiento interior;
llevó a que, nos separemos de nosotros mismos, porque qué somos sino parte del orden de lo
natural, una realidad biológica que nace, vive y muere. Esa ruptura del orden natural implicara
una de nosotros mismos.
Nuestro yo fue asociado hasta la confusión con la conciencia racional, y pasó a quedar reducido
a ella. Esta conciencia racional inscripta en el universo de las ideas adquirió las propiedades de
eternidad, inmutabilidad, perfección. Esa conciencia racional, entendida como una
manifestación de lo divino en el hombre, fue primero la esencia y luego el hombre en sí mismo,
el yo inmutable, un yo separado de la materialidad de la que emerge y produce. De allí que el
yo fuera puesto en combate consigo mismo, con el propio cuerpo del que emerge.
La separación entre la materia y las ideas, y el haberlas desanclado de las leyes que gobiernan
el cosmos, dio lugar a la atribución a la voluntad de una fuerza suprema, todo el edificio
cultural, político, social, económico y “ecológico” occidental, se ha construido en base a la
creencia de la supremacía de la voluntad y en el poder autónomo de la razón.
La voluntad y la razón, y el sentido lineal del tiempo le dieron forma a la noción moderna de
progreso, nociones que han organizado la vida y definido la forma del conflicto político en
Occidente en los últimos siglos.
Este poder atribuido a la voluntad y a la razón en el plano político y jurídico se ha expresado en
la idea del orden racional. De un orden construido sin atender a las fuerzas dadas del cosmos;
un orden configurado y estructurado en la razón y solo fundado en ella.
Con el contractualismo surgió la idea de que el orden político debe estar definido solo en
función de la razón humana, ello nos ha puesto en la estructuración de una organización
colectiva de la vida humana de espaldas a las leyes naturales de la vida, y a las demandas de
todas aquellas partes que no integran la conciencia racional.
El otro gran hito de efectos en el campo jurídico y político fue la separación del individuo de la
comunidad. El hombre es interdependiente, el ser humano ha sido parte de una especie que
vive en comunidad; el lenguaje, el pensamiento, los adquirimos en nuestras interacciones con
los otros, en procesos de intercambio. Nuestra sobrevivencia material, depende del esfuerzo
colectivo.
Pero a contrapelo de esta realidad, en Occidente ha surgido la idea de individuo, de un hombre
que debe valerse por sí mismo, responsable de todas sus acciones, y al que se le debe imputar
todos sus errores, pero también sus logros. Nos formamos en sociedad, estamos sometidos a
procesos que en esa sociedad se desarrollan; venimos al mundo en familia, que tiene acceso a
determinados recursos, forma parte de un segmento o clase de la sociedad, y nacemos en un
país que ocupa una determinada posición dentro de la estructura jerárquica de las naciones; de
allí resulta absurdo culpar o premiar a un solo individuo por una acción, un logro, un suceso.
LA SOCIEDAD Y LA ESTRUCTURA POLÍTICO JURÍDICO DE LA MODERNIDAD
El orden moderno se constituyó alrededor de una reconfiguración de los modos de entender y
concebir el hombre y la comunidad. El hombre pasó a ser entendido como un producto de sí
mismo, un sujeto racional y por ello libre, para el cual la sociedad no es más que pura
exterioridad, un mero campo de acción.
El individuo existe fuera de la sociedad y del cosmos, no está sujeto a su influencia, solo habita
el mundo. El individuo es un antecedente de lo social. La sociedad no es una realidad natural
sino un artefacto construido por los individuos. Este marco, tiene su expresión ius-filosófica. Los
contractualistas, Hobbes, Locke, separaron al individuo de la comunidad.
El espacio comunitario pasó a ser un instrumento puesto al servicio de la realización de los fines
individuales. La sociedad se constituye imaginariamente a los efectos de un mejor resguardo de
la libertad de cada individuo, el individuo le transfiere limitadas potestades a la comunidad, se
le trasfiere solo los poderes necesarios para arbitrar las medidas que garanticen ese mejor
resguardo de esos derechos. Se establece un ámbito de asuntos que queda reservado al
gobierno personal (universo de lo privado) y un conjunto de asuntos que interesan a la
comunidad toda (el terreno de lo público).
Esta separación de poderes, territorios y competencias constituye una forma nueva de libertad,
(la de los Modernos) diferente a la que se reconocía en la antigüedad clásica. La ruptura de
cuerpos que dispuso el contractualismo hizo concebible la libertad de gobernarse a sí mismo,
definiendo toda una esfera de asuntos que quedan fuera de las reglas de la mayoría.
MODERNIDAD POLÍTICA, DERECHO, Y SUBJETIVIDAD
El hombre como animal político es un ser socialmente producido. La sociedad lo antecede como
realidad y su ser se constituye en su seno mediante complejos procesos de interacción. La
sociedad está formada por relaciones estructuradas a partir de todo un conjunto de prácticas
que le dan forma a los distintos escenarios institucionales que la componen.
La Modernidad, el capitalismo, constituye un orden articulado en función de una escisión que
deslinda el territorio social en dos espacios; el universo de lo público, y lo privado. Las lógicas
en base a las que se articulan las interacciones humanas en cada uno de esos dos universos son
distintas, pero están relacionadas.
Existe una dualidad en el orden moderno que se manifiesta como tensión en el campo de la
subjetividad; por un lado, la sociedad demanda y produce un sujeto libre, un ser que se ve
como un producto de sus propias decisiones, y que se representa a la sociedad como un simple
territorio en el que operar, y por lo tanto como una realidad “puramente exterior”. La sociedad
así queda liberada de toda imputación.
La narrativa jurídica de la ciudadanía y libertad civil que articula las relaciones en el campo de lo
público, organiza la manera en que se representan las relaciones privadas. Las relaciones que
los hombres traban en el espacio privatizado, están determinadas por la relación de los sujetos
con respecto de las cosas y vertebradas en las lógicas de la necesidad, dependencia, y
subordinación. Ello no es percibido como tal por los sujetos, que ven esos vínculos como
devenidos de su voluntad, y es así como la verticalidad inherente a las relaciones que los
sujetos entablan en el campo productivo es presentada y formalizada como un acuerdo de
voluntades.
En lo narrativo la sociedad aspira darle forma a un sujeto libre, autónomo y responsable, pero
en la práctica busca disciplinar el cuerpo, amoldando al sujeto a las exigencias que la sociedad
impone. Lo que se busca es la constitución de un ser, que asuma, como responsabilidad
exclusiva de sí, sus desgracias, que acepte la apropiación individual de la riqueza socialmente
producida, constituyéndose en un sujeto productivo. Esta combinación de agentes
determinantes en el proceso de socialización, generan como resultado, un ser con objetivos
predeterminados, que el individuo incorpora como propios, tal que el sujeto ni siquiera se
cuestiona si esos objetivos, son en realidad los que quiere para sí mismo. La consecución de
esos objetivos se constituye en el fin y en el sentido principal de la existencia.
El querer es personal, la razón es, en última instancia, siempre social; de allí que la
individualidad resulte ilusoria. La sociedad actual constituye un orden de masas, en el que, en
multitudinaria soledad, casi todos los individuos hacen, actúan y piensan de la misma manera.
LA TIRANÍA DE LA RAZÓN
Este cúmulo de separaciones, le dio forma a una sociedad, funciona bajo el poder tiránico de la
razón. Paradojalmente los hombres hoy vivimos sometidos al poder de uno de nuestros
particulares atributos y nos esclavizamos a nosotros mismos. La razón técnico productiva les da
forma a los barrotes de nuestra cárcel.
Una vez que nos “separamos” de la naturaleza y quedamos en tensión con ésta y que nuestra
subjetividad quedó reducida a nuestra conciencia racional, cuya libertad dependía del dominio
que ejerciéramos sobre la naturaleza exterior y sobre nuestro propio cuerpo, los hombres nos
lanzamos a conquistar el mundo, a someter al cosmos bajo el poder de nuestra razón. El
dominio de la naturaleza, también se ha constituido en fuente de esclavitud para los hombres,
y lo que debiera ser medios para el desarrollo de la vida, se convierten en fines en sí mismo.
Hoy la vida se organiza en función de incrementar nuestras capacidades para producir, vivimos
en función de la producción y no producimos en función de nuestras necesidades. Ese estado
de productividad exige que direccionemos todas nuestras energías hacia afuera, al trabajo;
todo para cumplir las metas que siempre están referidas, en última instancia, a logros
materiales.
El auto sometimiento, la tiranía de la razón y el haber proclamado a los objetos de consumo
como fines en sí mismos, es manifestación evidente de la alienación del hombre occidental. A la
misma vez, hemos resquebrajado el sistema de deberes que les han dado forma a los
ancestrales vínculos de solidaridad humana, haciendo cada vez más penosos y agobiante el
cuidado del otro, ese cuidado del que dependimos nuestros primeros años de la vida y del que
dependamos en el ocaso de nuestras vidas.
EL IMPERIO DEL CONTRATO
Las relaciones entre los sujetos de publica autoridad y los ciudadanos comunes pasaron a
vertebrarse en el pacto social. El individuo quedó libre de toda atadura, pero también
desprovisto de la más mínima seguridad y estabilidad. El individuo está librado a su suerte; esa
liberación entraña paradojalmente la fuente de su “Universal dependencia” y fue una liberación
acompañada del despojo.
La desestructuración de todas las formas de propiedad comunal o colectiva, la apropiación
individual de los medios de producción posibilitada por la acción coactiva, y la fuerza del estado
le dieron forma al orden liberal en el que la mayoría debe someterse libremente por necesidad
y entregar su fuerza de trabajo, su tiempo, a cambio de un salario. “Esa libertad” es la de la
razón, y no aquella que garantiza la posibilidad efectiva de realizar nuestro querer.
EL SABER POLITOLÓGICO Y EL OFICIO JURÍDICO
El hombre es por naturaleza un animal político. Nacemos, nos desarrollamos y morimos en el
seno de una comunidad. La Política y lo político son el conjunto de operaciones, conflictos,
pactos y consensos mediante las que los seres humanos organizan la vida. La comunidad
humana sea tanto una realidad política como una entidad bilógica. La vida humana no es
concebible ni real fuera de la comunidad. La Política entonces es, entre otras cosas, el
mecanismo mediante el que los seres humanos organizamos nuestra propia existencia.
El Derecho hasta hace un tiempo no había sido concebido como algo separado de la Política, de
la Moral o de la Economía. La idea de lo jurídico como un fenómeno dividido de lo político es de
reciente. El Derecho como realidad y saber, fue dividido de la Política en el marco del mismo
proceso de transformaciones culturales que vino a definir la existencia de un ámbito de lo
público en contraposición del espacio de lo privado, y que le dio forma al concepto de individuo
como un ser que se produce a sí mismo y existe más allá de la comunidad que forma parte.
Esa separación entre Política y Derecho es artificiosa, el Derecho es una herramienta para
organizar la vida en común en función de ciertos preceptos del deber ser; en el Derecho se
sintetizan y se expresan de manera estática las dinámicas y las interacciones mediante las que
se produce y se genera el orden que organiza y estructura la vida en común. Es el resultado del
proceso de acuerdos, convenios, pactos, es la expresión, el resultado de todos esos procesos,
son preceptos del deber ser, pactan como debe organizarse y actuar la sociedad.
Ese conjunto de consignas de deber ser que constituyen el derecho es la resultancia del proceso
político. Es una acción que se desenvuelve en el plano de lo material y lo narrativo, aquí
aparece la ideología, el sentido común. Esas ideas de orden descansan sobre un basamento
moral, sobre un conjunto de nociones en torno a lo que es justo y a lo que es injusto.
El derecho y esos procesos políticos, se relacionan dado que el derecho puede ser una
herramienta para ordenar ámbitos sociales. Consecuentemente, los procesos políticos es la
forma que dará lugar al derecho, es decir, son los políticos los encargados de formar el derecho.
El Derecho es Política, y forma parte de lo político en tanto lo político es todo aquello que
refiere a la organización de la vida en común.
Al jurista no le corresponde solo la interpretación del derecho escrito, este debe analizar la
eficacia y utilidad de una norma jurídica para la resolución de un determinado problema social;
debe poder mirar al Derecho y la sociedad desde afuera, y eso solo puede efectuarse si cuenta
con conceptos, categorías y saberes que solo la Ciencia Política, la Sociología, la Filosofía
Política y la Antropología pueden aportar.
POLÍTICA Y CONSTRUCCIÓN DE SENTIDO
LOS DISCURSOS EN TORNO A LA POLÍTICA Y EL DISCURSO DE LOS POLÍTICOS
IDEOLOGÍA Y SENTIDO COMÚN
El hombre necesita darle sentido a las distintas opciones y a sus propias elecciones; el lenguaje
es la objetivación primaria de esas ansias. En los discursos de los políticos y respecto de la
política se puede apreciar esa necesidad. Cuando se analiza el entramado del discurso
relacionado con la política, se distinguen dos modulaciones: 1) la narrativa explicativa 2) los
discursos prescriptivos.
El contexto epistémico en el que están inscriptos cada una de estas formas del lenguaje define
marcos y planos de la lógica bien diferentes; la explicación pertenece al campo del ser, lo
prescriptivo integra el deber ser.
El campo del ser se corresponde con aquellas experiencias que remiten al territorio del
descubrimiento. El ámbito del deber ser se inscribe en el de la construcción. Las ciencias del ser
buscan develar el universo, las ciencias del deber ser pretenden rellenar ese agujero de
aparente libertad, esa zona de indeterminación que caracteriza al hombre, estableciendo
pautas, mandamientos y definiciones mediante las que ordenar el hacer.
La teoría política y la ideología son las dos formas esenciales del discurso en torno a la política.
La teoría es un relato explicativo, la ideología un discurso prescriptivo; la teoría es una
explicación, una interpretación de la realidad. La ideología, en cambio, es un discurso
construido para justificar un orden o proyecto político, es un relato elaborado con el objeto de
demostrar que una determinada propuesta política o una forma de organización social, es más
preferible y justa que otra.
En toda teoría política hay una concepción antropológica, una idea en torno a la naturaleza del
hombre, mientras éste es el sujeto de las relaciones políticas, toda explicación que se formule
en torno a la dinámica económica, a los procesos culturales y sociales, debe partir de una
determinada concepción acerca de la naturaleza del hombre. Desde el hombre vacío, las
distintas teorías en torno a la política dan cuenta de distintas maneras de concebir y entender
la naturaleza y el carácter del hombre.
La teoría como ejercicio explicativo y la ideología como praxis prescriptiva, aparecen
entremezcladas en el relato en torno a lo político. En la narrativa en torno a la política suele
ocurrir que se pase progresivamente de la descripción del ser a la definición del deber ser,
porque toda ideología, todo discurso prescriptivo, todo proyecto social y político pretende
demostrar, no sólo que es el más justo, sino que es realizable. Para demostrar que el proyecto
puede ser llevado a la práctica, la ideología recurre a la teoría.
En un sentido más cotidiano, el discurso habitual de los actores políticos también entrelaza
explicación y prescripción, descripción y justificación; el operador político construye realidad u
opta por una construcción de realidad que haga viable su propuesta política. La cuestión del ser
y del deber ser, se mezclan en el campo de la narrativa política.
Al momento de producir teoría entrarán en juego las preferencias valorativas del sujeto; pero
ello no es estorbo para distinguir a la ideología de la teoría. Diferenciación que se determina
por la intencionalidad del hablante. Describir o fundar, explicar o prescribir, y también por la
textura misma del discurso, cuando el eje narrativo es el mundo se trata de teoría, cuando el
eje discursivo sean los valores es ideología. Por ello, es posible afirmar que la mayor parte del
relato marxista es teoría, así como señalar que el discurso contractualista es ideología.
La ideología es un componente central de la estructura simbólica de la Modernidad. Con la
Modernidad surgió la noción de que el hombre debía ordenar su vida en común en base a
parámetros racionales de justicia. Debía construir racionalmente el orden.
En las etapas históricas que antecedieron al giro racionalista y antropocéntrico que delineó las
coordenadas que estructuran la civilización moderna y el orden capitalista, primó la idea de que
la sociedad debía adecuarse a un orden ya dado, y sujetarse a las fuerzas inexorables del
cosmos, de la naturaleza. Las ideologías son por ello, realidades recientes, su origen no puede
situarse más allá en el tiempo del que debe de ubicarse el nacimiento de la Modernidad. La
ideología es un cumulo articulado de preposiciones que definen y proclaman un cierto sentido
de lo justo y una idea del bien.
Las ideologías conforman el marco simbólico y cultural que organizan nuestras prácticas y
percepción de la realidad. Definen la manera en que nos pensamos y pensamos el mundo, y lo
hacen de múltiples formas, muchas veces sin que seamos conscientes de ello. Una vez
estructuradas y reproducidas, las ideologías instituyen formas y modos del pensar que se
trasmiten, que se reproducen y que nos producen y generan a la vez, condicionando nuestra
manera de ser, nuestras actitudes, nuestros juicios, nuestras opiniones.
Toda una generación de instrumentos de carácter simbólico se encarga de trasmitir y
reproducir ideología, y de que incorporemos de forma muchas veces no consciente, esa
estructura de prescripciones y valores que las conforman. A ese cumulo de prescripciones y
valores que conforma nuestra subjetividad y estructuran la manera en que nos pensamos y
pensamos, y de la que, la mayoría del tiempo no somos conscientes, se denomina sentido
común. Esa ideología inconsciente que organiza y pauta juicios, comportamientos y opiniones.
Esa ideología inconsciente se instala y opera como verdades obvias y evidentes que no parece
posible de cuestionamientos o problematización alguna. Estas verdades a la vez que son
socialmente producidas, son políticamente instituidas por actores y agentes que manejan los
dispositivos simbólicos más poderosos, entre los que se encuentran los medios de
comunicación, las industrias culturales y en última instancia todos los responsables de disminuir
el aburrimiento.
EL ORDEN, SUS AGENTES Y LOS DISCURSOS LEGITIMADORES
Los hombres existimos en una comunidad estructurada; y esa organización refleja un modo de
entender y vivir, expresa un sentido de la “realidad” y manifiesta un modo de ser, una manera
de estar en el mundo. A lo largo del tiempo los hombres hemos producido distintos órdenes de
dominación; le hemos dado forma a organizaciones colectivas de la vida, vertebradas en
vínculos irregulares de poder.
El orden moderno es uno de esos sistemas de dominación, poseen un carácter asimétrico,
como consecuencia de la desigual distribución de los instrumentos reales de poder. Los
recursos económicos, vínculos, y bienes simbólicos que posee la familia en la cual nacemos
determinan en medida nuestras posibilidades de acceso a los instrumentos de poder. Si bien las
recompensas y honores son accesibles para todos independientemente de las condiciones
sociales y económicas de origen, la herencia, condiciona las posibilidades de acceder a estos. La
elite política profesional, los grandes empresarios, la alta burocracia, los medios masivos de
comunicación, constituyen el elenco de agentes del poder.
Una manifestación del carácter asimétrico de las relaciones que articulan al orden moderno es
la manera en que se operan los procesos de producción de la política pública, el cumplimiento
obligatorio de reglas comunitarias. El gobierno es el único ente con la capacidad de establecer
dichas reglas. Pero, existe un elenco de actores sociales que tienen una influencia significativa
en el proceso de la definición de esas reglas. Esas reglas organizan la vida comunitaria mediante
la regulación de las conductas (derecho penal), o, a través de la asignación de valores como
consecuencia de la administración política de los bienes producidos (impuestos, servicios
públicos, etcétera).
Dichas reglas son el producto de procesos sociales, generadas por los conflictos, acuerdos y
negociaciones. El cúmulo de interacciones entre cada uno de estos actores y las relaciones que
cada uno de ellos tiene con la sociedad en su conjunto, y con la gente del común, le dan forma
al sistema político.
Una manera de conceptualizar el sistema es el esquema de oferta y demanda de política
pública. Los ciudadanos somos demandantes de política pública, los partidos oferentes, el
gobierno proveedor de la misma. El sistema se articula mediante una dinámica de demandarespuesta, aprobación – desaprobación.
Los partidos, el estamento político profesional en su conjunto, el discurso mediático, nos
plantean respuestas a los problemas que ellos nos dicen que tenemos. Problemas que
asumiremos como propios mientras tengan conexión con nuestros miedos, esperanzas,
aspiraciones. Así se instala en la sociedad una determinada demanda de política pública que
luego deberá ser respondida por el gobierno. De esta manera, los agentes del poder, la elite
empresarial, política, operan como los verdaderos productores de demanda de políticas; un
hacer que es exitoso cuando se engancha con el sentir del hombre común y se convierte, en
más o menos autoritaria para los poderes públicos.
Los grandes empresarios poseen una gran capacidad de poder que se deriva de las potestades
efectivas que despliegan en el mercado, pero también son titulares de un poder simbólico, la
sociedad escucha con atención lo que ellos tienen para decir, ya que son la encarnación del
éxito y del triunfo y ello les otorga a sus opiniones magnificencia. La capacidad económica les
otorga también la posibilidad de incidir en los procesos de producción y circulación de las ideas.
Los que controlan los medios de comunicación son titulares de una parte de poder en las
sociedades. El discurso que los medios elaboran en torno a la realidad, organiza modos de
pensar, intermedian entre el sujeto y el mundo, y en ello reside su poder. La manera en que
construyen realidad, lo que cuentan y cómo lo cuentan, influye en el proceso de construcción
de opinión.
Hay una gama reducida de sujetos investidos con una inmensa capacidad de poder, y otros
sometidos a ese poder. De allí que nuestras sociedades modernas sean ordenes de dominación.
Esa dominación se sustenta en el ejercicio de cargos, en la propiedad y en el prestigio, los que
son distribuidos de manera desigual por el mercado y la herencia.
Esa dominación se sostiene en dos pilares narrativos: la meritocracia y la soberanía popular. El
primero, legitima la desigualdad económica y de posiciones, y de estatus simbólico en las
diferencias de mérito. El segundo, sustenta la idea de que todo lo que hacen las autoridades, en
última instancia es el producto de la decisión ciudadana. La constatación de las extremas
desigualdades de origen y el carácter esencialmente vertical de nuestros procesos políticos e
institucionales, ponen en entredicho la razonabilidad de dichos discursos.
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