Wakamatsu y el cine erótico pinku-eiga de Japón

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Wakamatsu y el cine erótico pinku-eiga
de Japón
10-may-2011 Juan Antonio Cantos Bautista
Reivindicación y valoración de uno de los estilos más peculiares de hacer cine de todos los tiempos,
a través de la obra del prolífico Koji Wakamatsu
Koji Wakamatsu (1936) es un cineasta japonés muy conocido en su país desde hace décadas, y desde
1967 en Occidente, tras ser premiado en el Festival de Cannes, por su chocante película Violated
Angels("Ángeles violados"), con la que la crítica occidental reconocía por primera vez el trabajo de
un auténtico poeta erótico visual.
Nace un genio del cine erótico
Nacido en 1936, estudió Agronomía durante su juventud, para después convertirse en miembro de
una banda yakuza de Shinjuku (Tokio). Sus relaciones con la mafia le permitieron trabajar en los
Cincuenta como ayudante de dirección en la televisión japonesa, donde surgió su pasión por el cine,
especialmente por el rodaje de películas eróticas de serie B.
En este ambiente consiguió sus primeros contactos con las productoras. En 1963, dirigió su primer
filme, Sweet Trap, sorprendente éxito de taquilla que le permitiría dirigir veinte cintas más hasta
1965, a un ritmo frenético.
Pero Wakamatsu pronto se vio condenado a ser un proscrito, perseguido frecuentemente por la
censura en muchos países extranjeros, como China y EEUU, aunque no en Japón, donde, aunque
criticado a menudo por su carácter escandaloso, no ha tenido nunca problemas serios para proyectar
sus cintas.
¿Qué mostraba en sus filmes para recibir tamaño trato, mientras gran parte del público le adoraba?
Bueno, en primer lugar se trataba de pinku eiga, un género que aborda, desde sus nacimiento en
1962 -con la película Nikutai No Ichiba ("Mercado de carne") del pionero Satoru Kobayashihistorias de jóvenes rebeldes con muchas drogas, tono erótico explícito (aunque sin mostrar
genitales), obscenos devaneos sadomasoquistas y fetichistas, metraje breve, actores amateurs y bajo
presupuesto.
Sin embargo, Wakamatsu impregnaba sus cintas de sus reflexiones personales sobre la realidad
política de su país, entre modosos desnudos y temáticas violentas. Algo incómodo para muchos
políticos, ciertos sectores privilegiados, y para los críticos cinematográficos más mainstream.
Renovación del pinku-eiga
La llegada de Wakamatsu al pinku eiga significaría para el género un toque sumamente personal,
renovador, un soplo de aire fresco al asociar por primera vez lo erótico a lo político.
Sus primeras películas durante los años Sesenta lo muestran ya como un creador
revolucionario: Dulce trampa, Mujeres salvajes, Estrategia erótica,... En 1965, ante su increíble
éxito, pudo fundar su propia productora, filmando Secrets Behind The Wall que fue seleccionada por
el Festival de Berlín -entre grandes escándalos-, historia de un joven voyeur inmerso en una sociedad
incapaz de darle un futuro, crítica de la sociedad japonesa contemporánea.
Un año después ruedaTaiji ga Mitsuryo Suru Toki (The Embryo Hunts In Secret), en la cual un
hombre secuestra, tortura y abusa sexualmente de una mujer, que finalmente logra escaparse y
asesinar a su captor.
Por entonces, Wakamatsu empezó a sentirse atraído por la extrema izquierda japonesa. Con ello, su
erotismo sadomasoquista, lleno de guiños a la obra del Marqués Sade, se transformará plenamente
en mensaje político, como se aprecia en películas tan logradas como Violated Virgin o Ecstasis of
the Angels.
Entonces, pasó a coguionizar y trabajar como productor ejecutivo en el film de Nagisa Oshima El
imperio de los sentidos, tras cuyo sonoro éxito, se producirá un período largo de silencio, un vacío
creativo que se ha prolongado hasta fechas recientes.
El erotismo político rezuma por doquier en la producción de Koji Wakamatsu, y especialmente en
aquélla de los años 1960-1971, por ejemplo en United Red Army (1971), estrenada por primera vez
en Europa (Francia) en 2010.
En 2010 volvió a ser noticia mundial tras el estreno, ante el público galo, de su última
película Caterpillar ("Gusano", traducida en castellano como El soldado Dios), sobre un militar
japonés que vuelve a casa tras la Segunda Guerra Mundial, lleno de condecoraciones pero
brutalmente mutilado de brazos y piernas, obsesionado por las violaciones colectivas que él mismo
realizó durante la guerra, y totalmente privado de libertad por su esposa, con la que acaba
desarrollando curiosas relaciones sadomasoquistas.
Sexo y política
La relación sexo-política en el pinku-eiga de Wakamatsu es algo indefinible, un fenómeno que él
mismo reconoce no saber explicar bien. Es su forma de expresar ideas, a través de ambos elementos.
"El artista –asegura- tiene una idea y simplemente quiere expresarla, no explicarla, aunque el público
por supuesto tiene todo el derecho de hacer interpretaciones sobre su obra".
El cine de Koji Wakamatsu tiene como eje un vasto imaginario político de guerrilleros y militares
exaltados que contrastan con la frivolidad de chicas reprimidas sexualmente o humilladas, voyeurs,
la ridiculez de adolescentes acomplejados y mutilados, y diversos personajes de aspecto anodino
pero con lados siniestros que explotar.
Su estancia en Palestina en los Sesenta, interesado por la lucha guerrillera en la región, le dio la
inspiración para The Red Army: Declaration of World War (1971), que le granjearía la consideración
de peligroso en algunos países por “vínculos con el terrorismo”. Sin embargo, muchos críticos
vieron en Red Army, más bien, una crítica contra la mecánica de las guerrillas, tema recurrente a lo
largo de su carrera.
Secrets Behind the Wall (1957), elogiada en Berlín, fue considerada en Japón una “vergüenza
nacional”. Esta singular película arranca con una pareja fornicando bajo un cartel de Stalin, mientras
ella repite que “se muere” por una cicatriz de su amante, y luego pasa a centrarse en el verdadero
protagonista, un vecino voyeur.
La alabada Ecstasy of the Angels (1972) supone la anarquía sexual total sublimada en una guerrilla,
que roba explosivos de un cuartel norteamericano, y cuyos miembros acabarán desatando una
frenética euforia sexual, que les lleva a la muerte.
En Cycling Chronicles, que acaba con un adolescente alienado asesinando a su madre, llama la
atención la banda sonora, especialmente la voz del cantante Kazuki Tomokawa que aúlla y gime,
expresando lo que siente el joven.
Estas escenas dan buena cuenta del tipo de ideas de este polifacético director nipón de 75 años,
enamorado de su profesión y orgulloso de su trabajo, empeñado en mostrarnos los intentos fallidos
de subvertir el orden a través de la política a través de una original codificación sexo-violencia.
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