Aguilar rivera “Tres momento liberales” Plantea un debate de la historia mexicana: que afirmaba que el último tercio del siglo xix del Porfiriato, buena parte de la historiografía la entendía como conservadora. Aguilar rivera entiende que todo el siglo xix fue liberal, aunque con matices. Este largo siglo xix en México tiene distintos momentos; debate con las escuelas esencialistas que definen lo que es y lo q no es liberalismo, una serie de características que definen y excluyen lo que es liberalismo de lo q no. Monarquía, republica, liberalismo, son modelos q se crean en Europa, en américa tienen su adaptación. ¿Cuál va a ser el primer elemento que analiza? El lenguaje político, es un estudio de los lenguajes políticos, se vale de las constituciones, los periódicos, los discursos. Pero los cambios que ocurren en el liberalismo mexicano se ven cristalizados en las constituciones. ¿Cuáles son estos momentos? La era de Constant 1820-1860 El principio cardinal de Constant era la defensa de la libertad individual contra las invasiones de la autoridad arbitraria, en esta época se buscaba un punto medio entre el terror revolucionario y la reacción monárquica. Es decir, las ausencias más conspicuas en este periodo son las de democracia radical y el pensamiento reaccionario continental. Es la doctrina constitucionalista, con el objetivo de encauzar el fenómeno del poder y construir un orden político, sobre todo, que permite que las elites políticas puedan seguir gobernando. Las elites mexicanas tienen una gran preocupación; dotarse de una constitución, federal y republicana, busca generar un sistema electoral que permita participar a los mejores elementos de la sociedad, una democracia que permita seleccionar una república aristocrática, es decir, seleccionar a los mejores dentro del sistema de división de poderes republicano. El gran desafío es construir un orden político que contenga a las regiones, siempre pensando que las regiones no se separen del conjunto – por eso el énfasis en la federación-. Buscar que las regiones tengan suficiente autonomía para evitar la secesión. La base es la redacción de una constitución, en este punto la constitución que estudia es la de 1824. Esta etapa esta permeada por Alamán y Mora. El liberalismo va a defender el individuo y la propiedad privada. Alamán y Mora, coinciden que para construir el Estado, no hay que disolver las corporaciones eclesiásticas y militares: estas imparten su propia justicia y poseen sus propios fueros, es decir, son juzgados por sus propias justicias, en efecto, un rasgo importante en este periodo, es que buscaba crear un Estado políticamente fuerte y un régimen político sin trabas, en cambio, no abrazo la tolerancia religiosa ni la separación de la Iglesia y el Estado; la igualdad jurídica no disolvía a las corporaciones eclesiásticas, militares e indígenas, este rasgo es característico además de todo el mundo hispánico. Esto no se disuelve en la década de 1830, porque el objetivo que tienen las elites políticas es evitar el gran temor: evitar las guerras civiles, especialmente de los sectores subalternos. Tanto Alamán como Mora no se diferenciaban ideológicamente: ambos habían leído a Burke y a Constant, habían abrevado en la Ilustración, el reformismo borbónico, y los liberalismos franceses, inglés y norteamericano, la diferencia entre estas dos facciones residían en la rapidez con que se debían realizar las reformas liberales. Dos aspectos influenciaron en este liberalismo temprano: el quiebre institucional y el inicio del combate a los fueros y privilegios establecidos. Pero esto no significo una desnaturalización del liberalismo, en lo que hace al constitucionalismo, si bien termino con la creencia ingenua del poder mágico de las constituciones para reformar una sociedad, no produjo alternativas antiliberales. Alamán va a dirigir una crítica sobre el principio de división de poderes instalado en México, ya que este era una combinación de la constitución yanqui y las corrientes del liberalismo francés y gaditano; el espíritu de la constitución española se transfundió en nuestra constitución federal bajo la forma de la constitución de los Estados Unidos, el problema de origen estaba en la versión franco-hispana de la división de poderes; no distinguía debidamente los poderes, no estableció un equilibrio conveniente entre ellos, traslado la autoridad al congreso y debilitó al ejecutivo Evitar la disgregación territorial. Que no surgen nuevos estados nacionales del vientre de los últimos virreinatos. Esto último no se logró. La única excepción es Brasil. Otro temor era la recolonización. En estas décadas se da un ascenso de los poderes ejecutivos (1830) en detraimiento de los legislativos, en base a la conducción caudillista, vemos un cambio hacia los poderes más centralizados. En 1833 hay una reforma, ya que las regiones y las corporaciones comienzan a tener predominancia sobre el pretendido Estado nacional. El disenso extemporáneo (1850-1880) La característica central de este liberalismo es la asincronia. Tanto en la crítica conservadora como en la propuesta liberal hay un desfase con lo que ocurría en Europa y Estados Unidos. La construcción del Estado en Hispanoamérica tiene una asimetría esencial con Europa y Estados unidos: los constitucionalistas en el continente americano no se veían como teóricos del gobierno representativo, sino como emuladores y publicistas. Su trabajo era establecer gobiernos representativos en diversos contextos nacionales. El desastre de la guerra produjo un extraordinario fenómeno ideológico: se dirimió un debate nacional extemporáneo no sobre la conveniencia de que México hubiera adoptado el sistema representativo, sino sobre la pertinencia misma de esa forma de gobierno. El debate teórico que no había tenido lugar durante la fundación del país ocurrió a la mitad del siglo, cuando nadie cuestionaba el gobierno representativo en Europa: este vino de la mano de los conservadores, un enemigo (para los liberales) que no se contentaba con dudar sobre la aplicabilidad de la representación, sino que se atrevía a poner en tela de juicio sus fundamentos teóricos mismos. Este singular desarrollo teórico ocurrió en el contexto del debate sobre el monarquismo entre 1848-1849, y tomo la forma de un intercambio editorial entre los diarios El Universal, Siglo XIX y Monitor Republicano. Los editores de El Universal criticaron las ideas de soberanía popular, la ciudadanía moderna, la noción de derechos individuales y el contractualismo como origen de la autoridad política. Si el liberalismo de los años 1820 y 1830 era de talante más bien conservador y aristocrático, entre 1855 y 1870 fue más bien militante y radical. Del fin de la ocupación norteamericana hasta el comienzo de la guerra de Reforma, los liberales estuvieron divididos en “moderados” y “puros”. Esta etapa es, por excelencia, el periodo “liberal” en México, los puros fueron influidos por la revolución de 1848 en Francia. Tres acontecimientos marcaron el periodo: la dictadura de Santa Anna, apoyada por el partido conservador, la reforma anticlerical y la constitución de 1857, y la intervención francesa que llevo un príncipe al trono de México. Finalmente, la republica fue restaurada y el partido conservador desapareció de la escena política. En la lucha contra los invasores extranjeros y sus aliados conservadores, el liberalismo finalmente se fusionó de manera inseparable con el patriotismo mexicano; así se nacionalizó. Tiene unas características muy diferentes. El elemento a estudiar es la constitución de 1857, el punto de partida es la derrota contra los estados unidos, la pérdida de grandes extensiones y particularmente California: un estado que tiene yacimientos de oro. La fiebre del oro explotada por EE.UU. Esto explica el desarrollo del capitalismo en EE.UU y lo dinamiza, a su vez también a las áreas del pacifico. Este segundo momento tiene como referente a Benito Juárez: liberal puro. La gran característica que encuentra es la radicalización del liberalismo mexicano: es el momento en donde va a intentar llevar los cambios más profundos de la sociedad mexicana, en términos de la concepción liberal: bajo las leyes anticorporativas: disuelve la lógica corporativa del ejército y de la iglesia. La ley de desamortización: que obliga a vender y colocar en el mercado a las propiedades concentradas durante la época colonial, del sector eclesiástico y de las comunidades indígenas ¿Quiénes prestaban dinero? Los bancos y las corporaciones eclesiásticas. El objetivo es modernizar la sociedad, de sus estructuras, sociales, políticas y económicas. Entendían que era la única manera de que México lograra sobrevivir como nación unificada. Obliga a las corporaciones eclesiásticas e indígenas a entregar sus tierras al mercado, se entendía que esas extensiones comunales, caía en manos muertas, bajo niveles bajos de crecimiento; la creencia q había era que el crecimiento económico llevaba necesariamente al dinamismo social. La creencia del siglo XIX entiende que la extensión comunal territorial no era tan productivas. La idea era desarrollar un mercado de tierras, de capitales y de mano de obra, donde todo pueda ser comprado o alquilado. Esta constitución se da en la presidencia de Benito Juárez. Esto conlleva a una ampliación de la base electoral, al ascenso de la escuela pública, bajo la idea que para el individuo pueda operar en un sistema republicano y democrático, el individuo debe saber leer y escribir. Ejes de la modernidad: crear un mercado de tierras, enseñar al individuo, enmarcarlo bajo un nuevo concepto jurídico, la prensa como difusor de ideas, toda una pedagogía cívica y democrática que apueste a crear ciudadanos, acabar con las guerras civiles, abandonar las viejas prácticas caudillistas donde se diriman los conflictos políticos y transformar estos conflictos, situarlos en un entorno institucional. Modernizar las sociedades, implicaba una visión de las elites que intentaba copiar los ejemplos de EE.UU. las guerras civiles llevarían a la disolución de los estados. Este modelo del liberalismo radicalizado desencadena una profunda guerra civil que va a durar 10 años. Los sectores conservadores (monarquistas, sostienen la monarquía como opción de poder) facilitan la entrada de Maximiliano de Austria derrotado por el bando de Benito Juárez, el cual es fusilado. Esto va a generar el aislamiento de México del concierto europeo: tanto de los capitalistas, los nobles y los emigrantes. Benito Juárez muere en el 72, suplantado por Tejada, en el 76, comenzará a producirse levantamiento militares. Porfirio Diaz asume en 1880. El tercer momento: de la metamorfosis al ocaso del liberalismo 1876-1900 El liberalismo, a partir del segundo momento, triunfa en México, pero al tiempo que logró conquistas algunas de sus metas más anheladas, se perdió, o transformó, en una doctrina política y social distinta: el positivismo. La política “científica” del positivismo implicaba la convicción de que los métodos científicos podían ser aplicados a la solución de los problemas nacionales. La política fue vista como una ciencia experimental, basada en hechos observables y los gobernantes ya no deberían ser guiados por abstracciones. La sociedad debía ser administrada, más que gobernada por sus representantes electos. [En comparación con la primera mitad del siglo que siguió a las independencias, los años que siguieron a 1870 fueron de consenso político. Las doctrinas liberales basadas en el individuo autónomo cedieron ante teorías que concebían al individuo como una parte integral del organismo social, condicionado por el tiempo y lugar y siempre cambiante, como la sociedad misma se transformaba. Hale, en Aguilar Rivera]. Todo aquel que tenga aspiraciones políticas debía ser liberal, los del Porfiriato se dividieron en dos subespecies; los liberales “puros” que propugnaban el respeto a la constitución de 1857 y a las Leyes de Reforma, a estos se oponían los liberales “conservadores” influidos por el positivismo y por las repúblicas conservadoras de Francia y España en 1870; en consecuencia oponían orden a la libertad y veían con mayor simpatía al régimen de Porfirio Díaz. El giro conservador se debe a dos causas: La fusión de las ideas liberales con las teorías sociales inspiradas por el positivismo En este sentido, es posible que el divorcio entre el liberalismo y la democracia del periodo fuera la consecuencia no intencionada de las instituciones creadas por las elites liberales en respuesta a los problemas de fragmentación territorial y conflictos faccionales surgidos después de la independencia El orden conservador propugnado por Maximiliano I, fue barrido por el liberalismo, sin embargo su victoria no impidió el resurgimiento de otra vertiente del liberalismo gestada en su propia casa; la expresión de esta vertiente fue el diario La Libertad. Los derechos del hombre estaban supeditados a los derechos de la sociedad. Los positivistas críticos de la constitución del 57 pugnaban por reforzar el gobierno, esa obsesión por el reforzamiento corría pareja con la convicción frecuentemente expresada de que México, al igual que otras sociedades latinas, tenía una proclividad histórica haca la desorganización, la anarquía y la revolución. Esto lo llevaba a concluir a los positivistas que tanto Benito Juárez como Porfirio Díaz se habían vuelto dictadores obligados por las limitaciones irreales que la constitución de 1857 le imponía al presidente. Este periodo en Hispanoamérica está marcado por un desencuentro con la democracia liberal y con el liberalismo como una ideología del estado limitado. México debía ir más allá de la negativa política “metafísica” y revolucionaria del anterior periodo para formular un programa en consonancia con la nueva era; la reforma constitucional debía ir dirigida a fortalecer el gobierno, la base tanto del orden político como del progreso económico. Pedían (estos liberales conservadores) una reforma integral de la constitución del 57 que acerque el orden legal a la práctica política. Sin embargo, y a pesar de la hegemonía de estos últimos, la ideología del liberalismo se mantuvo como factor independiente durante el Porfiriato. El debate entre los nuevos liberales y los moderados, ocurre en 1893, dentro de los términos del constitucionalismo, cuando los “científicos” propusieron una reforma a la carta magna para lograr la inamovilidad de los jueces, a la que se opusieron los liberales doctrinarios defensores de la constitución del 57. Es necesario resaltar en este sentido, que el programa de los positivistas de 1878, consistía en reforzar el gobierno haciendo reformas a la constitución, no en descartar o subvertir a la constitución en nombre de la ciencia: un mandato presidencial más largo, derecho de veto de suspensión, sufragio restringido, conservación del senado, vicepresidencia autónoma y tenencia de sus cargos a perpetuidad para los jueces: estos cambios harían que la constitución se apegase a la realidad social y evitar suspenderla en momentos de crisis. Este fenómeno ideológico se trata de una recuperación anacrónica de los argumentos empleados por los fundadores del gobierno representativo, las ideas de estos nuevos liberales, son las ideas ortodoxas que se formularon a finales del siglo XVIII y principios del XIX cuando se inventó el gobierno representativo. Aquí Aguilar Rivera plantea que tal vez, lo que ocurrió fue una recuperación anacrónica de los principios representativos de gobierno y menos una transformación del liberalismo clásico en positivismo, ya que los argumentos de la primera corriente sobresalían sobre los de la segunda, dejándolos en segundo plano. Esto se clarifica en la restauración ideológica de traer el concepto de democracia utilizada por los federalistas; de esta manera Rabasa, uno de ellos, no necesitaba recurrir a Comte o Spencer para justificar su rechazo al sufragio universal, solo necesitaba echar un vistazo a, por ejemplo, Constant. Estos, pensaban, que debía haber una condición adicional a aquellas prescritas por la ley del nacimiento y la edad, esta condición, es el ocio indispensable para la adquisición de entendimiento y solidez en los juicios. Ocurre una reforma constitucional en el 84, esta va a posibilitar la elección indefinida de los presidentes y de los gobernadores: antes se permitía la circulación de las elites. Esto va a cambiar las reglas del juego político, posibilitando un mayor orden, perpetuando a las elites en el poder. El gobierno va a estar imbuido de positivismo: la ciencia a favor del Estado. Estos nuevos liberales harán una lectura sobre los viejos criticándolos por pretender que las leyes transformen la sociedad. Este positivismo al privilegiar el conjunto de la sociedad sobre el individuo dará un giro de 180 grados: es la sociedad la que debe transformar las leyes, son estas últimas las que deben adaptarse al marco social. Es una época de gran pragmatismo: se restringe la participación democrática que permite controlar el proceso electoral en todas sus etapas.