Sociedad y delincuencia • Las personas se inclinan casi siempre a realizar actos delincuenciales cuando se convencen de que el orden existente no les garantiza la satisfacción de sus necesidades, ya sea porque no recibieron de la sociedad la preparación e instrucción necesaria y a tiempo para incorporarse a los medios de producción o porque la sociedad no tiene capacidad para asimilar a esas personas en sus engranajes económicos. • El delincuente llega al convencimiento, consciente o inconscientemente, de que las leyes y reglas que rigen la sociedad no le convienen, y hasta puede intuir que fueron creadas para perjudicarle. En las sociedades que se caracterizan por el consumismo es donde la delincuencia alcanza los índices mayores, en razón de que las personas son estimuladas constantemente a considerar como necesidad lo que realmente no lo es. Y para satisfacerlas recurren a todos los medios a su alcance, sin importar que sean lícitos o ilícitos. La delincuencia es, pues, un problema social que sólo podrá erradicarse cuando la sociedad sea transformada y adecuada a un grado tal que todos sus miembros tengan, real y verdaderamente, las mismas oportunidades de desarrollo, y que los minusválidos, físicos o intelectuales, gocen de una protección adecuada a sus necesidades. Respetemos la ley La sociedad no se desarrolla sino a partir del momento en que cada uno de sus miembros se convierte en un celoso guardián de la legalidad, en un fiel cumplidor de los preceptos morales. Y que lo haga consciente de que con ello garantiza el bienestar propio, en razón de que él no será nunca nada que los demás no le permitan ser. El Estado que incumpla esta alta misión de respetar la ley, ya sea por ignorancia de sus representantes o por desidia de la clase dominante, lejos de caminar hacia su fortalecimiento, camina a pasos agigantados hacia su desmoronamiento Respetemos la ley, y nos resguardará a todos. Ley y autoridades La primera autoridad de la nación, que está representada por el Presidente de la República, es responsable de que todas las demás autoridades cumplan cabalmente con el mandato de la ley. Las autoridades deben cumplir sus funciones con apego irrestricto a la ley. Ellas son elegidas para que respeten y hagan respetar la ley. Jamás para que la interpreten y la apliquen de manera antojadiza, ni para que la violen descaradamente. Para que haya orden social y paz ciudadana, las autoridades deben limitar sus hechos, y ceñirlos a aquellos actos que la ley lo autoriza o manda. No más.