esencial en la explicación del comportamiento desviado en pro de un estatus socioeconómico propio dentro del grupo.16 Asimismo, desde la antropología Walter Miller (1920-2004) concluyó que las posibilidades de actuar de manera delictiva respondían al estilo de vida propio de la clase social más baja, como tradición cultural asumida de manera inconsciente (como los youth gangs); de esta manera, el sistema cultural influía directamente sobre el comportamiento de la clase social pobre, desde una tradición largamente establecida y distintiva, nacida a través del conflicto con la cultura de la clase media y orientada a violar deliberadamente las normas de las clases medias dominantes y accesibles17. Paralelamente, sociólogos norteamericanos como Richard Cloward (1926-2001) y Lloyd Ohlin (1918-2008) sostenían que la tensión o conducta desviada dependían tanto de la escasez de oportunidades lícitas de promoción social (reales y percibidas), como de la oferta de las oportunidades ilegítimas (Delinquency and Opportunity: A Theory of Delinquent Gangs), por medio de la estructura social vigente.18 Hernández de Frutos señala, al respecto, que la relación entre estratificación social y delito es básica en la sociología19, aunque hay que resaltar ciertos aspectos sobre la misma, 44 La Cuestión Social Año 21, n. 1 tal como apuntaron los siguientes autores, a través de estudios empíricos de diversa índole (autoinformes, escalas, encuestas). El sociólogo y criminólogo Travis Hirschi (1936) constató que aunque la clase social no influía directamente sobre la delincuencia, existían variables correlacionadas con la posición de clase que sí lo hacían, como el orgullo hacia los padres, la aceptación o el rechazo de éstos, la apariencia parental, la disposición parental, y la elección del currículo escolar (para explicar las causas de la delincuencia eran más importantes la vinculación con los padres, con el colegio y con los pares, las actividades convencionales que restringen el tiempo para actividades delictivas, y las creencias en actitudes conformistas, que la organización de las clases sociales). Tittle, Villemez y Smith destacaban la necesidad de analizar los predictores delictivos en los miembros de todas las clases, en función de la relación entre metas y medios, aspiraciones y circunstancias. Brownfield aportó, como concusión general, que el estatus socioeconómico presentaba “un efecto inverso en dos direcciones que incide sobre la reacción oficial de la policía ante la delincuencia juvenil, independientemente de la gravedad de la violación de la ley”, en relación a las variables socioeconómicas y las variables situacionales. Far-