EL CANTAR DE MIO CID 1. Introducción El Cantar de Mio Cid es el principal cantar de gesta de la poesía épica castellana. El Cantar de Mio Cid se conserva en un manuscrito de la Biblioteca Nacional copiado en el siglo XIV. Recoge los últimos años de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar (1048-1099). Consta de un total de 3.730 versos y se desconoce el comienzo del poema, debido a que falta el primer folio del manuscrito. 2. Problemas de autoría y datación. Sobre su autoría y datación se han formulado varias hipótesis: 1ª hipótesis. Tras diversas refundiciones, el texto que se conoce en la actualidad se fecharía en torno a 1140 y sería obra de dos o más juglares. El realismo del texto sugiere una redacción primitiva no muy lejana a la época de la vida del Cid (segunda mitad del siglo XIX) 2ª hipótesis. Para otros autores, la unidad y elaboración de texto apunta hacia un único autor culto, probablemente un hombre de leyes o quizá un clérigo. Estos piensan que la fecha debería retrasarse a finales del siglo XII o principios del siglo XIII y se basan en que al final del manuscrito se dice que un tal Per Abbat lo escribió en 1207. Para la mayoría, este Per Abbat sería solo un copista, aunque algunos lo proponen como el verdadero autor. 3. Métrica. Los versos del Cantar de Mio Cid se agrupan en tiradas monorrimas y asonantes; las tiradas son de desigual extensión, desde 2 hasta 190 versos. Los versos son irregulares, esto es, sin medida fija, y están divididos en dos hemistiquios con fuerte cesura intermedia, po rlo que gráficamente suelen representarse con una separación entre ambos. Los hemistiquios más abundantes son los de 7, 8 y 6 sílabas. La irregularidad silábica afecta también a los propios hemistiquios del verso, que pueden ser isosilábicos o heterosilábicos, dándose combinacions de 7+7, 6+7, 7+8, 6+8, 8+8, etc… 4. Lengua y estilo. En cuanto a la lengua del poema, destaca su claridad, concreción y sobriedad expresivas, lo que es lógico si se piensa en los destinatarios del juglar, que determinan también otros rasgos, como las frecuentes invocaciones a los oyentes las expresiones exclamativas que presuponen la existencia de un auditorio, o el paso constante de la narración al discurso directo, que infunde al poema un cierto carácter dramático. El carácter oral de la épica explica también la extraordinaria libertad con que se emplean las formas verbales o el uso de las aposiciones y epítetos épicos, que sirven para magnificar a los héroes. En cuanto al léxico, son habituales los arcaismos, los tecnicismos (especialmente los jurídicos), los arabismos y ciertos dialectalismos aragoneses, que podrían indicar que el texto fue compuesto en un territorio fronterizo. 5. Estructura. El poema se ha dividido modernamente en tres partes o cantares, de progresiva novelización: 1) El cantar del destierro. 2) Cantar de las bodas. 3) Cantar de la afrenta de Corpes. La estructura interna está marcada por el doble proceso de pérdida (destierro) y recuperación del honor del Cid (bodas de sus hijas con los infantes de Carrión), nueva pérdida (afrenta de Corpes) y nueva recuperación del honor (anuncio de nuevas bodas con los hijos de los reyes de Navarra y Aragón) [Estructura de la W] 6. Contenido. En cuanto al análisis del contenido, deben tenerse en cuenta tres niveles o planos diferentes: 1) NIVEL POLÍTICO 2) NIVEL SOCIO-ECONÓMICO 3) NIVEL INDIVIDUAL A)Nivel político. Castilla frente a León, el Cid, caballero castellano, se enfrenta al rey, de origen leonés. Los enemigos del Cid son, en general, grandes nobles de procedencia también leonesa. El poema se encuadraría así en la bien conocida tradición castellana antileonesa y exaltaría al Cid y con él a Castilla. B) Nivel socio-económico. El Cantar expresa los ideales de equidad jurídica y movilidad social típicos del espíritu de frontera en el que quizás nació y del gusto tanto del juglar que lo cantara como el de sus oyentes. El poema refleja en el Cid el modo de vida belicosos, de supervivencia a través de incursiones bélicas, de aspiración de medro, de esas gentes, cuyas vivencias eran muy semejantes y también su desprecio o rencor hacia la alta nobleza. C) Nivel individual. El héroe, Rodrigo Díaz de Vivar, desterrado por el rey, se enfrenta con el gran problema de recuperar su honra perdida y ganarse el pan. En este sentido, el Cid actúa como un héroe épico arquetípico, cuyas características han de ser reconocidamente superiores y cuyas acciones han de elevarse muy por encima de lo habitual. Se produce, pues, un glorificación progresiva del héroe, pero esta mitificación del Cid no es sino el correlato de la mitificación de Castilla y de los valores antinobiliarios de las gentes de frontera. Y, por ello, la exaltación del Cid se corresponde con la ridiculización y degradación de los encumbrados nobles, representados por los cobardes y mezquinos infantes de Carrión y los mestureros de la Corte.