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MANUAL DE
ANESTESIA
OFTALMOLÓGICA
Autor:
GALLEGO MARTINEZ, MARÍA LUISA
Coautores:
GALLEGO GALLEGO, MARÍA
GARCÍA MAYOL, MARÍA JOSÉ
RODRIGUEZ ORTUÑO, ANA
GÓNGORA RODRÍGUEZ, RAQUEL AGUSTINA
Bubok Publishing S.L., 2017
1ª edición
© MANUAL DE ANESTESIA OFTALMOLÓGICA
© GALLEGO MARTINEZ, MARÍA LUISA
© GALLEGO GALLEGO, MARÍA
© GARCÍA MAYOL, MARÍA JOSÉ
© RODRIGUEZ ORTUÑO, ANA
© GÓNGORA RODRÍGUEZ, RAQUEL AGUSTINA
ISBN formato papel: 978-84-685-0377-6
ISBN formato digital: 978-84-685-0378-3
Impreso en España / Printed in Spain
Editado por Bubok Publishing S.L
A mi hija María
INDICE
TEMA 1. PRINCIPIOS GENERALES
TEMA 2. FISIOLOGÍA OCULAR
TEMA 3. INDICACIONES DE LAS DIFERENTES MODALIDADES ANESTÉSICAS
TEMA 4. ANESTESIA GENERAL
TEMA 5. ANESTESIA REGIONAL
TEMA 6. SEDACIÓN
TEMA 7. EFECTOS SISTÉMICOS DE LOS FARMACOS OFTALMOLÓGICOS
TEMA 8. CIRUGÍA DE CATARATAS
TEMA 9. CIRUGÍA DE RETINA
TEMA 10. CIRUGÍA DE ESTRABISMO
TEMA 11. REPARACIÓN DEL GLOBO OCULAR ROTO O LACERADO
TEMA 12. LESIONES OCULARES RELACIONADAS CON LA ANESTESIA
TEMA 1. PRINCIPIOS GENERALES
La cirugía oftalmológica posee problemas específicos como son la
regulación de la presión intraocular, el control de la expansión de
gas intraocular, la prevención del reflejo oculocardíaco y el manejo
de sus consecuencias, el efecto sistémico de los fármacos utilizados
en oftalmología y
la utilización de sedación baja-moderada de
forma frecuente.
El conocimiento a fondo de los posibles puntos críticos además del
pleno dominio de la anestesia general, regional, local y las técnicas
de sedación tendrá unos resultados muy favorables en el
postoperatorio del paciente y resultado final de la intervención.
Los pacientes para cirugía oftalmológica en su mayoría se sitúan en
los extremos de edad, siendo la principal indicación de los niños la
cirugía del estrabismo y en los ancianos la cirugía de cataratas.
Muchas intervenciones se realizan de forma ambulatoria y bajo
anestesia local por ejemplo la cirugía de cataratas.
De manera intrínseca la cirugía ocular presenta lateralidad, el
oftalmólogo debe marcar el lado correcto para la cirugía y esto se
debe corroborar en el antequirófano. Generalmente tras la
inducción anestésica el ojo que no requiere cirugía se tapa
manteniendo la protección ocular del mismo.
La cirugía oftálmica suele requerir la acinesia (inmovilidad) y una
anestesia profunda del ojo ya que las complicaciones secundarias al
movimiento del ojo pueden dar lugar a ceguera. Muchos
oftalmólogos realizan ellos mismos el procedimiento anestésico vía
tópica o mediante bloqueos regionales.
Otro factor a tener en cuenta desde el punto de vista anestésico es
el acceso a la vía aérea. En este tipo de cirugías está limitado por el
abordaje quirúrgico y la posición del paciente. Debe tomarse
precaución especial ya que la cara del paciente generalmente está
cubierta por lo que el control de la respiración se realiza mediante
visión directa y se debe proporcionar una mascarilla con mezcla de
aire-oxígeno a un flujo de al menos 10l/min para aportar oxígeno y
evitar la acumulación de CO2 bajo los paños que rodean la cara.
Otra opción es el suministro de oxígeno mediante cánulas nasales
con líneas de toma de muestras para monitorización del CO2 nasal.
La monitorización habitual de estos pacientes incluye el control
electrocardiográfico, la pulsioximetría y la presión arterial. La
monitorización de la profundidad anestésica mediante BIS o
Entropía es útil especialmente en pacientes ancianos sometidos a
procedimientos largos y relativamente poco dolorosos, en quienes
bajas dosis de anestésicos pueden ser adecuadas para prevenir el
movimiento y el despertar intraoperatorio.
TEMA 2. FISIOLOGÍA OCULAR
La visión es un proceso a través del cual los impulsos eléctricos
generados a nivel de los fotorreceptores (neuronas de la retina
neurosensorial), son transmitidos a las áreas cerebrales para ser
interpretados y elevados al plano consiente. El aparato de la visión
es el sentido que nos comunica con el mundo exterior. Para
entender la fisiología ocular, es esencial conocer aspectos generales
en torno al ojo en sí, el cual, junto a otras estructuras que lo
rodean, conforma una unidad compleja y coordinada.
El ojo se asemeja a una cámara fotográfica (desde el punto de vista
óptico). El mismo posee un sistema de lentes, la pupila (una
apertura variable) y una retina que vendría a ser la película. El
sistema de lentes enfoca una imagen invertida y del revés en la
retina, sin embargo se obtiene una imagen correcta gracias al
cerebro.
El ojo está relleno de líquido intraocular, que mantiene una presión
suficiente en el globo ocular para que siga estando dilatado. Este
líquido puede dividirse en dos tipos: humor acuoso, que se
encuentra delante del cristalino y humor vítreo, que está entre la
cara posterior del cristalino y la retina. El humor acuoso circula
libremente y se está formando y reabsorbiendo constantemente. El
balance entre su formación y reabsorción regula el volumen y
presión total del líquido intraocular.
2.1 Dinámica de la presión intraocular
La presión intraocular (PIO) normal media es de unos 15 mm Hg, con
un intervalo desde 12 hasta 20 mm Hg. Permite mantener la forma y
las propiedades ópticas del ojo. Ésta permanece constante en un
ojo sano. Su nivel queda determinado por la resistencia a la salida
del humor acuoso desde la cámara anterior hacia el conducto de
Schlemm. La resistencia al flujo viene determinada por la malla
trabecular por la que ha de filtrarse el líquido en dicho trayecto. La
velocidad de flujo del líquido hacia el conducto aumenta
notablemente cuando la presión asciende. A los 15 mm Hg que
existen aproximadamente en condiciones normales, la cantidad de
líquido que abandona el ojo a través del conducto de Schlemm suele
suponer un promedio de 2,5 mcrl/min, y equivale a su entrada por
el cuerpo ciliar.
Hay procesos que pueden producir aumento de la presión
intraocular, por ejemplo, el glaucoma. En el glaucoma la presión
anormalmente alta depende de la mayor resistencia ofrecida contra
la salida de líquido a través de los espacios trabeculares hacia el
conducto de Schlemm situado en la unión iridocorneal. En una
inflamación aguda del ojo, los leucocitos y los residuos titulares
pueden bloquear estos espacios. Tras una hemorragia ocular o una
infección intraocular, hay
también posibilidades de que se
acumulen residuos en los espacios trabeculares y se ocasione
elevación rápida de la presión intraocular. En los procesos crónicos,
sobre todo en las personas más mayores, la oclusión fibrosa de los
espacios trabeculares parece la causa más probable del incremento
de la presión intraocular.
De forma similar la presión intraocular aumenta si el volumen
sanguíneo dentro del globo ocular está incrementado. Un aumento
en la presión venosa aumentará la presión intraocular al disminuir el
drenaje acuoso e incrementar el volumen sanguíneo coroideo.
Los cambios extremos en la presión arterial y la ventilación pueden
también afectar a la presión intraocular. Cualquier acción como la
laringoscopia, la intubación, la obstrucción de la vía aérea, la tos o
la posición de Trendelenburg pueden afectar también la presión
intraocular.
Variable
Efecto en PIO
P r e s i ó n V e n o s a Incrementada
↑↑↑
Central
Disminuida
↓↓↓
Incrementada
↑
Disminuida
↓
Incrementada
↑↑
Presión Arterial
PaCO2
(hipoventilación)
D i s m i n u i d a ↓↓
(hiperventilación)
PaO2
Incrementada
0
Disminuida
↑
Tabla 1. Efectos de variables cardiacas y respiratorias en la PIO
La disminución del tamaño del globo ocular sin un cambio
proporcional de su volumen incrementará la presión intraocular. La
presión ocular compresiva secundaria a una mascarilla fuertemente
ajustada, la posición en prono inapropiada o una hemorragia
retrobulbar pueden conducir a un marcado incremento de la presión
intraocular.
Las variaciones temporales de la presión intraocular son
normalmente bien toleradas en ojos normales. Sin embargo, en
situaciones de hipotensión o arterioesclerosis de la arteria
retiniana, episodios transitorios de incremento en la presión
intraocular junto con presión arterial oftálmica baja pueden
conducir a una situación de baja perfusión retiniana y causar
isquemia retiniana.
2.2 Manejo del “Ojo abierto”
Un ojo abierto por rotura del globo ante una perforación traumática
o bien por una incisión quirúrgica presenta una PIO igual a la
atmosférica. Cualquier factor que incremente la presión en el sitio
de exposición del ojo abierto aumenta el riesgo asociado de drenaje
acuoso o expulsión del contenido del globo ocular. Pocas veces es
necesario operar de urgencia una lesión traumática en un ojo. Sin
embargo, un paciente puede tener otras lesiones que requieran una
intervención inaplazable con su riesgo asociado de estómago lleno y
aspiración. El manejo anestésico del “ojo abierto” requiere
anestesia general con intubación traqueal.
Se debe realizar una
inducción suave y de secuencia rápida con dosis plenas de rocuronio
(1,2mg/kg i.v.) para alcanzar máxima relajación muscular. se puede
mantener cierto grado de elevación de la cabeza durante la
inducción y se de debe evitar ejercer presión sobre el ojo con la
mascarilla facial. Una adecuada profundidad anestésica evitará
arcadas, tos y esfuerzos por parte del paciente durante la
intubación que pueden conducir a una perdida del contenido ocular.
Es importante resaltar que se debe evitar el uso de succinilcolina y
ketamina en este tipo de pacientes ya que ambos formatos
producen un incremento en la presión ocular con sus efectos
adversos consiguientes.
2.3 Fármacos anestésicos y su efecto en la presión
intraocular
La mayoría de las drogas en anestesia producen descenso de la
presión intraocular o no tienen efecto. Los anestésicos inhalatorios
producen descenso de la presión intraocular proporcional al grado
de profundidad anestésica. Este descenso tiene múltiples causas: la
relajación de los músculos extraoculares disminuyen la tensión de la
pared, una bajada de la presión arterial reduce el volumen coroidal
y la constricción pupilas facilita la salida del liquido humoral. Los
fármacos intravenosos anestésicos, a excepción de la ketamina que
no produce relajación de la musculatura extraocular y aumenta la
presión arterial, también producen disminución de la presión
intraocular.
Administrados de manera tópica los fármacos anticolinérgicos
producen midriasis que pueden precipitar o empeorar el glaucoma
de ángulo estrecho. Administrados de forma sistémica la atropina o
el glicopirrolato para premedicación no están asociados a
incremento de la tensión ocular incluso en pacientes con glaucoma.
La succinilcolina incrementa la presión intraocular en 5-10 mm Hg a
los 10 minutos tras su administración debido a la contracción
prolongada de la musculatura extrínseca ocular. Sin embargo, en
estudios de cientos de pacientes con perforaciones oculares ningún
paciente experimentó extrusión del contenido ocular tras la
administración de succinilcolina. A diferencia de otros músculos
esqueléticos los músculos extraoculares presentan miocitos con
muchas uniones neuromusculares, y la despolarización repetida de
estas células por la succinilcolina causa contracción prolongada. El
incremento resultante de la presión intraocular puede tener
diversos efectos: causar una medición errónea de la PIO en la
exploraciones bajo anestesia en pacientes con glaucoma
conduciendo potencialmente a una cirugía innecesaria. Finalmente
la contracción prolongada de los músculos extraoculares puede
producir una alteraciónn en el test de ducción forzada, una
maniobra utilizada en la cirugía de estabismo para evaluar la causa
del disbalance muscular extraocular y determinar el tipo de
corrección quirúrgica. Los bloqueantes neuromusculares no
despolarizantes no incrementan la presión intraocular.
Fármaco
Efecto en PIO
A n e s t é s i c o s Agentes volátiles
↓↓
Inhalatorios
Óxido nitroso
↓
Propofol
↓↓
A n e s t é s i c o s Benzodiacepinas
↓↓
Intravenosos
Ketamina
↑
Opioides
↓
R e l e j a n t e s Succinilcolina
↑
Musculares
0/↓
No despolarizantes
Tabla 2. Efectos farmacológicos en la PIO
2.4 Reflejo oculocardíaco
El reflejo oculocardíaco (ROC) es una respuesta refleja
trigéminovagal a través de la vía aferente, trigéminal (V1) y la vía
eferente, vagal. Se manifiesta como arritmias cardiacas e
hipotensión y puede desencadenarse por el dolor, la presión o la
manipulación por ejemplo con la tracción del globo ocular, de los
músculos extraoculares o la realización del bloqueo retrobulbar.
La bradicardia es la manifestación más común pero son posibles
otras arritmias como el bloqueo auriculoventricular, ectopía
ventricular o la asistolia, por ello siempre se debe monitorizar el
ritmo electrocardiográfico de forma continua durante la cirugía
oftalmológica. En pacientes despiertos, el ROC puede acompañarse
de nauseas.
El reflejo oculocardiaco se manifiesta con más frecuencia en
pacientes pediátricos sometidos a la cirugía de estatismo, aunque
puede también desencadenarse en otros grupos de edad durante
gran variedad de procedimientos oftalmológicos, incluyendo la
cirugía de cataratas, cirugía vitreorretiniana y la enucleación.
La profilaxis rutinaria de este reflejo es controvertida. Los fármacos
anticolinérgicos ayudan
a prevenir el reflejo oculocardíaco. La
administración de atropina o glicopirrolato intravenoso como
premedicación se ha visto que es más efectiva que su
administración por vía intramuscular. Sin embargo, no debemos
olvidar que este tipo de fármacos se deben pautar con precaución
en aquellos pacientes diagnosticados o en riesgo de padecer
enfermedad coronaria ya que producen aumento de la frecuencia
cardíaca y pueden desencadenar isquemia miocárdica en pacientes
susceptibles. Se han descrito casos de taquicardia ventricular y
fibrilación ventricular
secundarias a la administración de
medicación anticolinérgica. El bloqueo retrobulbar o la anestesia
inhalatoria profunda pueden también prevenir el reflejo
oculocardíaco, aunque el bloqueo retrobulbar pueda
desencadenarlo por el mismo.
El ROC desaparece cuando finaliza el estímulo que lo provocó, por
lo que el primer paso para su tratamiento es la interrupción del
estímulo, traccionando o presionando, por parte del cirujano. Se
debe asegurar una adecuada ventilación y oxigenación del paciente
así como una profundidad anestésica adecuada. En algunos casos en
los que las arritmias persisten, puede ser necesario el uso de
atropina a 0.007 mg/kg i.v. en adultos y 20 mcg/kg i.v. en niños.
TEMA 3. INDICACIONES DE LAS DIFERENTES
MODALIDADES ANESTÉSICAS
Se debe siempre individualizar la técnica anestésica según el
paciente y el procedimiento quirúrgico al que va a ser sometido. En
ocasiones los pacientes rechazan la anestesia local por el miedo a
ser intervenidos estando despiertos, por el miedo al boqueo ocular o
por una mala experiencia previa.
La anestesia local en la cirugía ocular produce menos alteraciones
fisiológicas y se ha asociado a una reducción de la morbimortalidad
en estos pacientes. Además reduce las admisiones hospitalarias y el
coste quirúrgico, factores económicos relevantes en nuestros días.
Sin embargo hay situaciones en donde la anestesia general es
preferible; principalmente está indicada en niños y pacientes poco
cooperadores o con discapacidades o trastornos del movimiento que
se prevé que no van a mantener la posición quirúrgica durante el
procedimiento ya que incluso pequeños movimientos de la cabeza
pueden producir efectos devastadores durante la microcirugía.
También es aconsejable en cirugías de larga duración.
Aunque resulta imposible dar unas normas fijas que establezcan el
tipo de anestesia a utilizar dependiendo del procedimiento
ofalmológico, se recomienda seguir la siguiente pauta:
Anestesia tópica en casos seleccionados de cirugía de catarata y
glaucoma, extracción de cuerpos extraños corneales o
conjuntivales, tratamientos con láser, cirugía refractiva, cirugía de
la conjuntiva, anestesia previa a la tonometría y como ayuda a la
exploración de pacientes con importante fotofobia.
Anestesia
regional (retrobulbar, peribulbar) en cirugía de catarata, glaucoma,
vitrectomías de corta duración o en cirugía convencional del
desprendimiento de retina cuando se prevé una duración mayor a
dos horas de intervención.
La anestesia general estaría reservada para la mayor parte de las
intervenciones de cirugía orbitaria, traumatismos perforantes del
globo ocular, intervenciones vitreorretinianas en las que se prevea
tiempo quirúrgico largo y en cirugía pediátrica , principalmente en
estrabismo. Hay circunstancias particulares del enfermo que
desaconsejan la anestesia local como son la tos crónica, respiración
dificultosa en decúbito supino, parkinsonismo, enfermedad de
Alzheimer, retraso mental, pacientes psiquiátricos y pacientes poco
colaboradores.
La infiltración con anestesia local se reserva para la cirugía
palpebral y de las vías lagrimales (ectropión,entropión,
dacriocistorrinostomía, etc).
TEMA 4. ANESTESIA GENERAL
Evaluación preoperatoria
Los pacientes oftalmológicos son generalmente pacientes de edad
avanzada que asocian enfermedades concomitantes como diabetes e
hipertensión y requieren una optimización de las condiciones
médicas. En la anamnesis con el paciente hay que revisar las
hospitalizaciones y los procedimientos quirúrgicos previos. Las
alergias y sensibilidades farmacológicas se deben tener en cuenta y
la alergia al látex debe indicarse de forma específica. Se debe dejar
constancia de la medicación habitual del paciente.
Los factores que podrían influir en el control anestésico son la
demencia, dificultades con el lenguaje, hipoacusia, síndrome de las
piernas inquietas, apnea obstructiva del sueño, mareo, temblor y
claustrofobia. Durante la anamnesis se debe establecer una relación
médico paciente haciendo al paciente partícipe de cómo será la
técnica apestesica para el acto quirúrgico indicado.
En la exploración física se deben comprobar signos de
descompensación cardíaca o pulmonar grave. Se tiene que prestar
especial atención a aspectos que influyan en la posición del
paciente como artritis reumatoide, escoliosis grave o la presencia
de ortopnea.
Ningún análisis rutinario de cribado ha demostrado mejorar el
pronóstico. Los estudios de laboratorio dependerán de la anamnesis
y la exploración física del paciente.
Previa a la cirugía esta indicado realizar una evaluación
oftalmológica con evaluación de la agudeza visual de ambos ojos.
Los pacientes con mala visión en el ojo no operado se arriesgan a
una mayor pérdida funcional. Estos pacientes tienen un mayor nivel
de ansiedad. Se debe determinar la longitud axial del globo ocular.
Si no se dispone de ecografía, en los pacientes con miopía debe
asumirse una longitud axial mayor. Los antecedentes preoperatorios
de glaucoma, aumento de PIO y el incremento de la longitud axial
son factores de riesgo considerables. Dicho riesgo puede reducirse
con un control estricto de la frecuencia cardiaca y la presión
arterial intraoperatorias.
El control de la coagulación dependerá del tipo de intervención
programada. En pacientes en tratamiento con dicumarínicos se
acepta un INR <3 para la cirugía de catarata e INR<2 en
procedimientos en párpados. No es preciso interrumpir el
tratamiento con AINE o aspirina para la cirugía de catarata, sin
embargo se debe suspender al menos los 7 días previos a la cirugía
palpebral. En cuanto al uso de antiagregantes como el clopidogrel,
se debe discutir la decisión de suspenderlo con el cardiólogo,
evaluando el riesgo hemorrágico y trombótico, problemas
cardiovasculares y si lleva implantados stents coronarios
farmacoactivos o no.
Para realizar una adecuada profilaxis de la trombosis venosa
profunda se pueden usar dispositivos mecánicos como medias de
compresión o bomba venosa plantar. El uso de heparina está
contraindicado especialmente en cirugía de retina y oculoplástica.
Los pacientes diabéticos, siempre que sea posible es mejor realizar
la intervención con anestesia local. Si se precisase anestesia
general, estos pacientes serán programados a primera hora de la
mañana, con las mínimas alteraciones posibles de su rutina diaria.
Hay que evitar la hipoglucemia e hiperglucemia intensas. Se debe
tener en cuenta la posibilidad de que exista una neurópata
neurovegetativa, sobre todo al elevar al paciente desde el decúbito.
El ayuno preoperatorio es de 6 horas antes de la cirugía para sólidos
y 2 horas para líquidos claros. Habitualmente los pacientes pueden
comer y beber inmediatamente tras la intervención. En los
pacientes diabéticos sólo se omite la dosis matinal de insulina y si el
tratamiento habitual es con hipoglucemiantes orales, se
suspenderán el día de la intervención.
Se mantiene el tratamiento farmacológico de estos pacientes, sobre
todo el tratamiento antihipertensivo, broncodilatadores y
corticoides. Los pacientes que toman un tratamiento crónico con
esteroides no suelen requerir una “dosis de estrés” de esteroides
para la cirugía oftalmológica. Hay que administrar la dosis habitual
de esteroides el día de la cirugía. La aparición inesperada de
hipotensión, fatiga y náuseas puede indicar que un paciente
requiere esteroides adicionales. Se debe prestar especial atención
al tratamiento oftalmológico pautado, los colirios y otros fármacos
oftalmológicos pueden tener efectos sistémicos.
Premedicación
Los pacientes que van a ser operados de cirugía ocular pueden ser
muy aprensivos, particularmente si van a ser sometidos a múltiples
procedimientos o si existe la posibilidad de ceguera permanente.
Sin embargo, la premeditación debe administrarse con precaución y
sólo tras una evaluación cuidadosa del estado médico del paciente.
Inducción
La elección de la técnica de inducción para la cirugía ocular en la
mayoría de ocasiones depende más del estado clínico del paciente
que de la patología ocular o el procedimiento al que va a ser
sometido. La perforación del globo ocular sería la excepción, ya que
en estos pacientes es fundamental el control exhaustivo de la
presión intraocular con una inducción suave. Se debe conseguir un
nivel alto de profundidad anestésica y parálisis muscular profunda
que evite movimientos involuntarios del paciente como la tos. La
respuesta de la PIO a la laringoscopia y la intubación endotraqueal
puede moderarse con el uso previo de lidocaina intravenosa (1,5mg/
kg) o un opioide, por ejemplo remifentanilo o alfafentanilo. Los
relejantes musculares no despolarizantes o despolarizantes pueden
ser utilizados. A pesar de la preocupación teórica respecto a la
succinilcolina, ésta no ha demostrado aumentar la pérdida vítrea en
perforaciones oculares. Muchos de los pacientes con perforación
ocular requieren inducción de secuencia rápida por el riesgo de
aspiración al tener el estómago lleno.
La mascarilla laríngea (ML) es el dispositivo ideal para la mayoría de
procedimientos oftalmológicos, ya que la inserción y retirada de un
tubo traqueal causa más estimulación cardiovascular que una ML.
Sin embargo, el uso de mascarilla laringea se asocia con mínimo
aumento de la presión intraocular. Complicaciones como el
laringoespasmo, el broncoespasmo y la tos son menos frecuentes
con ella. El principal inconveniente para el uso de este tipo de
dispositivos es el difícil acceso a la vía aérea en la cirugía ocular,
por lo tanto debe estar bien colocada y estable antes del inicio de
la intervención.
La intubación traqueal se requiere principalmente en cirugías
largas, pacientes obesos, niños que van a ser intervenidos de
operaciones de duración media-larga, cirugía lagrimal con posible
sangrado nasal, que requiere protección de la vía aérea, fallo en el
uso de la ML y pacientes con baja compliancia torácica con
presiones de inspiración altas. En la cirugía ocular se emplean
principalmente tubos flexometálicos o el tubo endotraqueal
preformado oral RAE (Ring-Adair-Elwyn).
Mantenimiento
El mantenimiento de la cirugía ocular requiere un estrecho
seguimiento de la pulsioximetría y la capnografía. La posibilidad de
arritmias secundarias al reflejo oculocardiaco hace que sea
fundamental la monitorización de forma constante de l
electrocardiograma y asegurar que el tono del pulso es audible en
este tipo de cirugías. Es importante tener en cuenta que la posición
del oftalmólogo durante la cirugía cerca de la vía aérea incrementa
el riesgo de acodamiento del tubo endotraqueal, la desconexión del
circuito respiratorio y la extubación accidental del paciente.
Una de las principales ventajas de la anestesia general frente a la
local es que permite controlar el valor de la presión intraocular,
principalmente mediante el nivel de presión arterial y el grado de
ventilación del paciente. Existe una relación entre el nivel de
presión parcial de CO2 en sangre y la cifra de tensión ocular, de
forma que cuando la primera aumenta, la segunda lo hace de
manera proporcional. Es por ello que se puede conseguir disminuir
el tono del ojo mediante una hipocapnia moderada (26-30 mm Hg)
con la hiperventilación del paciente. La hipotensión arterial durante
el proceso anestésico produce una reducción de la tensión ocular.
Sin embargo, para que la presión intraocular presente un descenso
significativo se requiere presión arterial sistólica inferior a 90 mm
Hg.
En general, los tranquilizantes, opioides y los anestésicos reducen la
PIO ya que todos producen depresión del sistema nervioso central
(SNC), cierta relajación muscular, mejoran el flujo de salida del
humor acuoso, reducen su producción y disminuyen la presión
venosa y arterial. Hay fármacos como la succinilcolina o la ketamina
que pueden aumentar la PIO al igual que el estímulo de la
laringoscopia y la intubación endotraqueal.
El dolor y el estrés provocado por una cirugía ocular son
considerablemente menores que
los de una cirugía abdominal o
intratorácica. Un nivel anestésico ligero podría ser satisfactorio si
las consecuencias del movimiento del paciente no fueran
potencialmente devastadoras. La falta de estimulaci ón
cardiovascular inherente a la cirugía oftálmica combinado con la
necesidad de una adecuada profundidad anestésica puede producir
hipotensión, sobre todo en pacientes ancianos. Puede ser prevenido
con una adecuada hidratación y en ocasiones administrando
pequeñas dosis de fenilefrina o efedrina.
El mantenimiento de la anestesia general se realiza con anestesia
inhalatoria, anestesia balanceada con opioides o bien con fármacos
intravenosos, con relejantes musculares o sin ellos. Cuando se
realiza anestesia total intravenosa, algunos pacientes no mantienen
la posición neutra de la mirada y tienden a mirar hacia arriba o
tienen estrabismo divergente, a pesar de una correcta profundidad
anestésica. En estos casos, pequeñas dosis de relejantes musculares
no despolarizantes como rocuronio de 10 a 20 mg i.v corrigen la
posición de la mirada y permiten que la cirugía prosiga.
La estimulación vagal en cirugía ocular, principalmente en
estrabismo produce emesis postoperatoria. Las maniobras de
valsalva que acompañan al vómito incrementan la presión venosa
central y resulta perjudicial para el resultado quirúrgico además de
que aumenta el riesgo de broncoaspiración del paciente. La
administración intraoperatoria de 5-HT3- antagonista como
ondasetron 4 mg i.v. disminuye la incidencia de vómitos y nauseas
postoperatorias (NVPO). El uso de dexametasona 8-10 mg i.v. debe
considerarse en pacientes con factores de riesgo asociados a NVPO.
Educción y postoperatorio
Para disminuir el riesgo de dehiscencia de la lesión postoperatoria
es muy importante una educción anestésica suave. La extubación
del paciente con moderado nivel de profundidad anestésica
minimiza el estímulo endotraqueal del tubo y por ende la tos y las
arcadas. Cuando se alcanza el final de la cirugía, se revierte la
relajación muscular y retorna la respiración espontánea.
Los pacientes no suelen presentar gran malestar tras la cirugía
ocular. Las cirugías más dolorosas son la enucleación y la reparación
del ojo perforado. El uso de fentanilo o cloruro mórfico proporciona
normalmente un nivel analgésico suficiente. Si tras el despertar
anestésico el paciente presenta signos de dolor severo se debe
descartar que la hipertensión intraocular, la abrasión corneal u otras
complicaciones quirúrgicas sean la causa de la inadecuada analgesia
postoperatoria.
TEMA 5. ANESTESIA REGIONAL
La anestesia regional oftálmica ha cambiado significativamente en
los últimos años. El uso de la facoemulsificación para la cirugía de
cataratas a través de mínimas incisiones corneales, las lentes
plegables y la anestesia tópica simplifican la cirugía de tal forma
que la mayoría de los casos se realizan en régimen ambulante.
Algunos bloqueos anestésicos son efectuados tanto por
anestesiólogos como por oftalmólogos.
Las opciones de la anestesia local en la cirugía ocular incluyen la
aplicación tópica de anestésicos o el bloqueo retrobulbar o más
comúnmente utilizado el bloqueo peribulbar o subtenoniano. Todas
estas técnicas se combinan frecuentemente con sedación
intravenosa del paciente. La anestesia local se prefiere en cirugía
ocular porque tiene menor repercusión fisiológica y se asocia menos
con NVPO. Sin embargo, las técnicas de bloqueo ocular se asocian a
complicaciones potenciales y pueden no producir una adecuada
analgesia y acinesia ocular. Por estas razones, un equipo apropiado y
personal cualificado es requerido para el manejo de las posibles
complicaciones de la anestesia local y garantizar la anestesia
general si fuera preciso.
El estudio de la anatomía orbitaria, del contenido y las estructuras
que la rodean permite al anestesiólogo realizar bloqueos oculares
de forma segura. La órbita tiene tres compartimientos principales;
el espacio periférico, el extraconal y el intraconal. El espacio
periférico es virtual, y se encuentra entre la periórbita y las
paredes orbitarias, contiene solo unos pocos elementos vasculares y
nerviosos que penetran el hueso para entrar o salir de la órbita. El
espacio intraconal es un compartimiento cónico limitado por los
cuatro músculos rectos, desde el anillo de Zinn en el ápex orbitario
hasta la cápsula de Tenon. Aunque existe una gran red de fascias
que conectan entre sí los músculos, y los unen a las paredes
orbitarias, no existe ningún septo intermuscular que separe los
compartimientos extra e intraconal, por ello la diferenciación entre
ambos es por conveniencia conceptual más que una realidad
anatómica. Los vasos y nervios se concentran en el ápex orbitario,
sobre todo a 30-45 mm del borde orbitario inferior. El ganglio ciliar
se encuentra a 10 mm del ápex entre el nervio óptico y el músculo
recto lateral; recibe una rama parasimpática del III par que inerva
al iris y al cuerpo ciliar y otra rama simpática del plexo de la
carótida interna. Los pares craneales III, IV y VI penetran en los
respectivos músculos extraoculares. Sin embargo, salvo la vena
oftálmica inferior, el ganglio ciliar y los nervios, la mayoría de las
estructuras se localizan en la mitad superior de la órbita. Es la
región inferior, lateral y posterior la de mayor interés para la
anestesia intraconal, ya que el anestésico local aquí situado
bloqueará la inervación sensorio-motriz incluso las señales visuales
vehiculizadas a través del nervio óptico. La inervación sensorial de
los párpados no se bloquea a este nivel ya que las ramas del
trigémino discurren por el espacio extraconal superior y por la
hendidura infraorbitaria.
El cono muscular extraocular conforma un límite incompleto que
permite dividir las técnicas oftálmicas en retrobulbar o por dentro
del cono muscular y peribulbar o por fuera del mismo. Esta división
es artificial, ya que existen múltiples comunicaciones entre ambos
compartimentos y el material inyectado difunde de un área a otra.
El bloqueo subtenoniano consiste en la inyección de anestésico local
por debajo de la superficie del globo ocular usando una cánula roma
con algo de anestésico local difundiendo al espacio retrobulbar.
La mezcla de anestésicos locales (AL) más utilizada consiste en
lidocaína al 2 % que presenta inicio de acción y penetración rápidos
y bupivacaína al 0,75 % con duración prolongada y analgesia
postoperatoria, en una relación a partes iguales (relación 1:1). La
ropivacaina puede ser utilizada en vez de la bupivacaina. La adición
de hialuronidasa (3 UI/ml) favorece la difusión del anestésico local;
agregar adrenalina (1:200,000 o 1:400,000) estimula la
vasoconstricción y se ha demostrado que reduce la hemorragia y
prolonga el tiempo anestésico. La cantidad total de adrenalina
inyectada es pequeña y no debería suponer un problema para los
pacientes cardiópatas.
Anestesia Retrobulbar
Consiste en la inyección de anestésico en el espacio retrobulbar.
Para ello se emplea una aguja de punta roma, de 25-27 G de unos 31
mm de longitud, que se inserta en la piel del párpado inferior,
próxima al suelo orbitario en la unión de los dos tercios internos con
el tercio externo. Inicialmente se dirige la aguja paralela al suelo de
la órbita, entre el globo y el anillo orbitario inferior, pero, una vez
pasado el ecuador del ojo, debe inclinarse y dirigirse hacia el centro
de la órbita. Cuando la aguja ha sido introducida en su totalidad, se
comprueba mediante aspiración que la punta no se encuentre
intravascular. La cantidad de solución anestésica a administrar suele
ser de 2-5 ml. En el momento de la punción, el enfermo debe dirigir
la vista al frente (posición primaria de la mirada) para evitar que la
aguja dañe el nervio óptico o algún vaso de gran calibre. Con esta
técnica, el anestésico se deposita en el cono muscular, con lo que se
obtiene parálisis de los músculos extrínsecos orbitarios, inmovilidad
del globo ocular y analgesia por proximidad del ganglio ciliar. En
ocasiones, el músculo oblicuo superior, localizado en la órbita
alejado del cono muscular, conserva su función, así como el músculo
orbicular de los párpados. Si se requiere la acinesia completa del
ojo, puede ser necesario complementar el bloqueo retrobulbar con
un bloqueo de las ramas del nervio facial, introduciendo una aguja a
un centímetro de profundidad aproximadamente, en la vecindad del
reborde orbitario superior, en la unión del tercio interno con los dos
tercios externos, inyectando una pequeña dosis de anestésico (1,5
ml). El tiempo de latencia del bloqueo es de menos de 5 minutos.
Un bloqueo retrobulbar exitoso se acompaña de anestesia, acinesia,
y abolición del reflejo oculocardiaco.
Las complicaciones asociadas a incluyen la hemorragia retrobulbar,
perforación del globo ocular, atrofia del nervio óptico, inyección
intravascular inadvertida de anestésico local con la consiguiente
intoxicación por anestésicos locales, reflejo oculocardiaco, bloqueo
del nervio trigémina, insuficiencia respiratoria y más raramente
edema agudo de pulmón neurogénico.
El síndrome de la apnea postbloqueo retrobulbar es debido
probablemente a la inyección de anestésico local en la vaina del
nervio óptico, el cual difunde en el líquido cefalorraquídeo. Las
altas concentraciones de anestésicos locales en el sistema nervioso
central conducen a cambios en el estado mental que pueden incluir
la inconsciencia. En menos de 20 minutos puede producirse apnea
que se resuelve en menos de una hora. El tratamiento de este
síndrome es de soporte, con ventilación con presión positiva para
prevenir la hiposa, bradicardia y la insuficiencia cardiaca.
Los pacientes que reciben anestesia retrobulbar deben siempre
tener la ventilación monitorizada de forma constante.
Anestesia peribulbar
Se realizan dos inyecciones de anestésico en la cavidad orbitaria,
una en el área inferotemporal y otra en la nasal superior. Se emplea
una aguja más corta que en la anestesia retrobulbar (24 mm) y se
introduce más líquido, unos 5 ml en cada una de las dos regiones
citadas, ya que el anestésico tiene que difundir a través del cono
muscular. Esta técnica requiere mayor tiempo para la obtención de
la acinesia (10-15 minutos). Entre las ventajas de la realización de
esta técnica respecto al bloqueo retrobulbar cabe destacar que las
inyecciones son menos dolorosas, que disminuye el riesgo de
lesionar el nervio óptico o la arteria oftálmica o de introducir el
anestésico en las vainas meníngeas, por utilizarse agujas más
cortas. La difusión del anestésico hacia los párpados provoca la
parálisis del orbicular, por lo que no es necesario realizar el bloqueo
del facial.
Anestesia subtenoniano
La fascia de Tenon rodea el globo y los músculos extraoculares. La
inyección directa del anestésico local en el espacio subtenoniano se
disemina superficialmente alrededor de la esclera y en los músculos
extraoculares evitando muchas de las complicaciones de las
inyecciones peribulbares y retrobulbares. Tras aplicar anestesia
tópica en la conjuntiva superior, se diseca la conjuntiva de los
cuadrantes nasal-superior y temporal-superior y, a través de los
orificios creados, se pasa una cánula de irrigación roma de 25 mm y
19 G, y se inyectan 2 ml de anestésico en cada cuadrante. Se han
reportado complicaciones como perforación del globo ocular,
hemorragia, celulitis, pérdida de visión permanente y diseminación
del anestésico al líquido cefalorraquideo.
Complicaciones de los bloqueos regionales
Las complicaciones asociadas a estas técnicas, aunque infrecuentes,
suelen producirse en los primeros 15 minutos tras la inyección.
La hemorragia retrobulbar es la más frecuente, y potencialmente
grave, en los bloqueos retrobulbares. El principal factor de riesgo es
la fragilidad vascular en pacientes con diabetes o arterioesclerosis,
más que los trastornos de la coagulación. Debe sospecharse en caso
de proptosis ocular en los minutos posteriores a la inyección.
También se observa hinchazón palpebral e ingurgitación de los vasos
conjuntivales. Debe determinarse la PIO y comprobarse el flujo
sanguíneo retiniano. Si la PIO se eleva, se debe realizar una
cantotomía lateral para descomprimir la órbita; si la PIO no se
eleva, el procedimiento quirúrgico puede continuarse.
Puede producirse una anestesia subaracnoidea inadvertida con
anestesia del tronco del encéfalo por propagación del anestésico
local hacia el SNC a través de las vainas del nervio óptico durante
un abordaje retrobulbar profundo. El cuadro clínico puede incluir
amaurosis, parálisis de la mirada, disfagia, parada cardiaca,
escalofríos, apnea, taquicardia, hipertensión, pérdida de
consciencia y, como signo cardinal, dilatación de la pupila
contralateral. Requiere soporte ventilatorio mecánico, fluidoterapia
y apoyo circulatorio farmacológico.
El traumatismo directo del ojo es muy infrecuente y suele ocurrir en
caso de miopía importante, globos elongados, pacientes no
cooperadores, penetración profunda de la aguja en la órbita o
escasa experiencia del médico que realiza la técnica. La perforación
ocular se debe sospechar en caso de dolor a la inyección, súbita
pérdida de visión, hipotonía o hemorragia vítrea. Es aconsejable
haber realizado previamente un estudio ecográfico de los globos con
más de 26 mm de longitud axial, tener un adecuado conocimiento
de la anatomía ocular y realizar la punción con agujas no más largas
de 32 mm con el ojo en posición neutra.
Una inyección intraarterial inadvertida puede provocar convulsiones
incluso con volúmenes inyectados pequeños.
Anestesia tópica
En los últimos años se ha popularizado esta técnica debido al
perfeccionamiento de la cirugía oftalmológica. Por ejemplo, la
cirugía de cataratas actualmente se puede realizar con incisiones
menores y en menos de 15 minutos, lo que hace que el paciente
soporte toda la intervención con facilidad.
Las ventajas de la anestesia local tópica en la cirugía ocular son la
práctica ausencia de riesgo de hemorragia, de lesión del nervio
óptico y de perforación del globo ocular. Las limitaciones de este
método incluyen la falta de acinesia ocular, la posibilidad de tratar
sólo cataratas no complicadas y la necesidad de pacientes
cooperadores y comunicativos.
Suele requerirse escasa sedación o ninguna, sobre todo si el
paciente se ha seleccionado y preparado de forma adecuada. Se
utiliza tetracaína al 0,5 % y lidocaína al 5 %, aplicando 2 gotas de
tetracaína o lidocaína 3-4 veces cada 5 minutos justo antes de la
cirugía. Para mejorar la calidad de la anestesia tópica se están
desarrollando anestésicos locales específicos en forma de gel;
instilando gel de lidocaína al 3,5 %, en lugar de gotas oculares, se
aumenta la calidad de la analgesia en cámara anterior.
La anestesia tópica sin embargo no es apropiada para la cirugía de
cámara posterior por ejemplo la reparación del desprendimiento de
retina y funciona mejor en cirujanos con una técnica rápida y
precisa que no requiera acinesia del ojo.
TEMA 6. SEDACIÓN
La sedación consciente o ligera y los cuidados anestésicos
monitorizados son un factor importante en las intervenciones
quirúrgicas oftalmológicas con anestesia regional o tópica, ya que se
precisa una buena colaboración del paciente, que sólo puede
conseguirse si éste se encuentra relajado y sin ansiedad. Es
necesario que el paciente permanezca tranquilo, cooperador y
consciente. Un paciente excesivamente sedado puede dejar de
obedecer a las órdenes verbales, encontrarse desorientado y
realizar movimientos bruscos que podrían en peligro la intervención;
más aún, un exceso de sedación puede asociarse con
hipoventilación, hipercapnia y obstrucción de la vía aérea.
Una pequeña dosis de midazolam (1-1,5 mg i.v.), 2 o 3 minutos
antes de la realización del bloqueo proporciona amnesia y evita la
sobresedación. Asimismo, se puede usar fentanilo (25-50 µg i.v.). El
propofol en pequeñas dosis intravenosas graduales (20 mg) también
puede emplearse para producir amnesia durante la realización del
bloqueo, aunque se presenta con mayor frecuencia algún
movimiento del paciente en respuesta al estímulo quirúrgico. El
remifentanilo en perfusión continua en dosis baja (0,05 µg/kg/min)
permite que el paciente permanezca tranquilo y cooperador, a la
vez que consciente y con menos tendencia al movimiento que con
propofol. A esta dosis no se presenta depresión respiratoria
clínicamente significativa ni aumento de la incidencia de náuseas y
vómitos postoperatorios, aunque se puede administrar profilaxis
antiemtica. La alteración de la farmacodinámica con la edad
requiere una reducción de las dosis en los ancianos. La combinación
de estos fármacos tiene acción sinérgica y puede aumentar el riesgo
de apnea.
TEMA 7. EFECTOS SISTÉMICOS DE LOS FÁRMACOS
OFTÁLMICOS
Los fármacos aplicados de forma tópica se absorben
sistemáticamente por vasos del saco conjuntival y mucosa ductal
nasolagrimal. Una gota (aproximadamente 1/20 ml) de fenilefrina al
10% contiene 5 mg de dicho fármaco. La dosis intravenosa de
fenilefrina usada en el tratamiento de la hipotensión aguda del
paciente adulto es de 0,005-0,1 mg. Los fármacos administrados de
forma tópica en la mucosa se absorben de forma sistémica en un
rango intermedio entre la absorción intravenosa y la subcutánea.
Pacientes en los extremos de la vida presentan particular riesgo de
efectos tóxicos de estas medicaciones tópicas y deberían recibir
como máximo una solución de fenilefrina al 2,5%. Las gotas de
adrenalina pueden causar hipertensión, taquicardia y arritmias
ventriculares que pueden ser potenciadas por el halotano. La
instilación de la adrenalina en la cámara anterior no se asocia con
toxicidad cardiovascular.
El timolol, un beta-antagonista no selectivo reduce la presión
intraocular reduciendo la producción de humor acuoso. El timolol
administrado de forma tópica, utilizado comúnmente en el
glaucoma suele producir disminución de la frecuencia cardiaca. En
casos raros se ha asociado con la bradicardia resistente a atropina,
hipotensión y broncoespasmo durante la anestesia general.
El ecotiofato es un inhibidor irreversible de la colinesterasa usado
en el tratamiento del glaucoma. Su administración tópica conlleva
la absorción sistémica y la consiguiente reducción en la actividad
plasmática de colinesterasa. Como la succinilcolina se metaboliza
por esta enzima, el ecotiofato prolongará su duración de acción. La
parálisis no excede normalmente los 20 o 30 minutos, sin embargo
se pueden producir episodios de apnea postoperatoria. La inhibición
de la colinesterasa dura de 3 a 7 semanas después de la suspensión
de dicho fármaco. Efectos secundarios muscarínicos como
bradicardia durante la inducción se pueden prevenir con el uso
intravenoso de anticolinérgicos.
Fármaco
Uso
Efecto sistémico
Betabloqueantes Tratamiento del Broncoespasmo,
(timolol)
glaucoma
bradicardia,
hipotensión
Fenilefrina
Dilatación de la Hipertensión
pupila
Acetazolamida
Diurético para el Hipopotasemia
glaucoma
Ecotiofato
Tratamiento del Inhibición de la
glaucoma
colinesterasa
plasmática —>
parálisis
prolongada por
succinilcolina
Manitol
D i u r é t i c o ↑lvolemia —>ICC
osmótico (↓PIO)
en pacientes con
mala función
ventricular
Tabla 3. Efectos sistémicos de los fármacos oftálmicos.
TEMA 8. CIRUGÍA DE CATARATA
La cirugía de cataratas se encuentra entre los procedimientos
quirúrgicos más frecuentes. Se define como una opacidad del
cristalino ocular. Su extracción se realiza bajo anestesia tópica o
con bloqueo regional (retrobulbar, peribulbar o subtenoniano).
Pocas veces requiere el uso de la anestesia general.
Los pacientes son ancianos con patologías asociadas como
hipertensión arterial, diabetes o EPOC.
Los abordajes para la realización de cataratas han evolucionado
como resultado en los avances en el instrumental y en las lentes
intraoculares artificiales (LIO). La cirugía de catarata se realiza
utilizando la técnica de extracción extracapsular y consiste en la
resección del cristalino dejando la cápsula posterior del cristalino
intacta, lo que proporciona una ubicación excelente para el
implante de la lente intraocular. La facoemulsificación consiste en
el uso de vibración ultrasónica para romper el cristalino con el uso
simultáneo de irrigación y aspiración de los fragmentos. Esta técnica
permite realizar incisiones muy pequeñas. La ventaja de la
facoemulsificación es que la totalidad del procedimiento puede
realizarse a través de una incisión corneal mucho menor
(normalmente 3mm de longitud). Con ambos abordajes, el material
de la lente cortical más periférico y más blando es extraído
mediante aspiración, dejando la bolsa capsular posterior intacta
para sostener la LIO.
No son necesarios análisis de rutina de laboratorio ni ECG, al menos
que esté indicado clínicamente por la historia o los hallazgos físicos.
No se estima pérdida sanguínea alguna. En pacientes con
tratamiento anticoagulante, el INR debe ser mantenido en límites
terapéuticos
(2-3) si la anestesia es tópica, peribulbar o
subtenoniana.
Si se requiere sedación, usar midazolam (0,5-1 mg i.v.) con fentanilo
(25-50 µg i.v.) o propofol (20 mg i.v.), justo antes de la realización
del bloqueo estaría indicado.
TEMA 9. CIRUGÍA DE RETINA
La cirugía de retina se realiza en una amplia variedad de
situaciones. La mayoría de los desprendimientos de retina son
producidos por uno o más agujeros causados en la retina por
tracción después de una separación vítrea. Con menor frecuencia el
desprendimiento está producido por otras formas de tracción
vitreorretinianas o por traumatismos que dan lugar a un ojo abierto.
Debe tenerse cuidado en evitar cualquier aumento en la PIO en un
ojo que puede estar abierto. La cirugía retiniana incluye varios
procedimientos aislados o combinados, incluido el pliegue escleral,
la vitrectomía, el intercambio de gas-líquido y la inyección de
sustitutos vítreos.
Los pliegues esclerales con apliques recubiertos de silicona son
suturados a la escalera para marcar la pared del ojo, aliviando por
tanto la tracción del vítreo y cerrando funcionalmente los agujeros
retinianos.
La vitrectomía es un procedimiento intraocular en el cual se
realizan tres aberturas de tamaño 19G a 25G en el interior de la
cavidad vítrea. Una de estas tres aperturas se utiliza para la
inyección de soluciones salinas balanceadas; el resto para sostener
una luz de fibra óptica y para la inserción de gran variedad de
instrumental manual y automático. Algunas veces se introduce una
burbuja de gas en la cavidad vítrea durante un pliegue escleral o
una vitrectomía, cuando el cirujano quiere un taponamiento interno
de los agujeros retinianos que no pueden cerrarse de forma
adecuada mediante un pliegue escleral aislado.
Los oftalmólogos pueden utilizar gases expansores como el
hexafluroruro sulfúrico (SF6) o el perfluoropropano (C3F8), para el
taponamiento interno de los agujeros de la retina y si se utiliza
N2O, la burbuja inyectada se puede expandir rápidamente
produciendo un aumento dramático de la PIO. Esto puede perjudicar
el flujo sanguíneo retiniano. Si se utiliza N2O, debe suspenderse al
menos 15min antes de la inyección del gas. Si el paciente necesita
una segunda cirugía con anestesia general, después de una
inyección de gas previa, debe evitarse el N2O durante 5 días
después de la inyección del gas, 10 días después de la inyección del
SF6 y 15-30 días después de C3F8. Los relajantes musculares no
despolarizantes pueden ser útiles especialmente si se ha suspendido
el N2O.
Los sustitutos del humor vítreo son introducidos algunas veces en el
interior de la cavidad vítrea mediante una vitrectomía.
La crioterapia o el láser se utilizan frecuentemente para establecer
adherencias coriorretinianas alrededor de los agujeros retinianos. La
crioterapia se aplica a la escalera, el láser se aplica con un cable de
fibra óptica.
El desprendimiento simple frecuentemente puede repararse
mediante una retinopexia neumática, en la cual los orificios
retinianos se tratan mediante crioterapia y/o láser, y se inyecta un
gas expansor en el interior de la cavidad vítrea. La retinopexia
neumática se realiza como un procedimiento de cirugía
ambulatoria, con anestesia local o menos frecuentemente con
vigilancia anestesica monitorizada. Los otros procedimientos
discutidos normalmente se realizan con vigilancia anestésica
monitorizada, aunque puede emplearse anestesia general, de
acuerdo con las preferencias del cirujano y la condición sistémica
del paciente. Alguna cirujanos inyectan buvipacaína retrobulbar o
subconjuntival al final de un procedimiento realizado con anestesia
general para reducir el dolo postoperatorio.
La cirugía del desprendimiento de retina puede realizarse bajo
anestesia regional; sin embargo, si se espera que la cirugía dure más
de dos horas , puede ser preferible una anestesia general con
incubación orotraqueal.
TEMA 10. CIRUGÍA DE ESTRABISMO
La anestesia para la cirugía oftalmológica pediátrica debe
considerarse una especialidad en sí misma por sus particularidades.
Los niños pequeños pueden precisar que la exploración se realice
bajo anestesia. La ketamina intramuscular puede ser una buena
alternativa en ocasiones, sobro todo cuando el acceso intravenoso
sea problemático. Además ésta no reduce la PIO como si lo hacen
los barbitúricos y los anestésicos inhalatorios.
La cirugía oftalmológica más frecuente en niños es la de estrabismo.
Consiste en realizar un cambio de la posición de los músculos para
tratar el alineamiento incorrecto de los ojos.
Normalmente se realiza anestesia general con IOT. Está aumentado
el riesgo de ROC intraoperatorio. El dolor postoperatorio no suele
ser intenso (usar paracetamol, 20 mg/kg i.v.), pero sí son
considerables las náuseas y los vómitos (50-80 %). Está indicado
como profilaxis el ondansetrón (0,05-0,1 mg/kg [50-100 µg/kg i.v.])
y la dexametasona (200-300 mg/kg i.v.).
La succinilcolina puede causar un aumento del tono muscular, más
que parálisis, de los músculos extraoculares durante unos 20
minutos, lo cual puede alterar los resultados del test de ducción
forzada (para evaluar la tensión muscular). Se debería informar al
oftalmólogo de su uso.
El estrabismo es un trastorno frecuente y la mayoría de los niños no
tienen otros problemas. La incidencia de estrabismo es mayor en la
trisomía 21 (síndrome de Down), la parálisis cerebral y la
hidrocefalia. La hipertermia maligna y la distrofia miotónica se han
asociado al estrabismo.
Otras patologías que tienen mayor incidencia en oftalmología
pediátrica son las cataratas en niños con el síndrome de PierreRobin y fenilcetonuria. El glaucoma congénito también puede
asociarse al síndrome de Sturge-Weber y con crisis comiciales y
angiomas de laringe y de la boca.
La subluxación o luxación de cristalino la presentan principalmente
niños con síndrome de Marfan y la aniridia se asocia al tumor de
Wilma e hipertensión.
TEMA 11. REPARACION DEL GLOBO OCULAR ROTO
O LACERADO
Un globo ocular roto conlleva una herida en la capa corneal o
escleral del ojo y puede producirse por una explosión, un
traumatismo penetrante o perforante. El primer objetivo de la
reparación quirúrgica es reemplazar los contenidos intraoculares,
cerrar los defectos y extirpar cualquier cuerpo extraño.
Los pacientes con lesiones penetrantes en el ojo se presentan ante
el anestesiólogo con dos cuestiones especiales. De forma invariable
tienen el estomago lleno, presentando un riesgo para la
broncoaspiración y tienen riesgo de ceguera secundaria al aumento
de la PIO y pérdida de contenidos oculares, os cuáles pueden ser
resultado de toser, llorar y/o forcejear durante la inducción.
Los límites normales de PIO se encuentran entre 10 y 22 mmHg,
dependiendo del ritmo de formación y drenaje de humor acuoso,
del volumen sanguíneo coroideo, de la rigidez escleral, del tono de
los músculos extraoculares, así como de la presión extrínseca sobre
el ojo.
Las pruebas de laboratorio estarán indicadas según la historia clínica
y la exploración física. Los pacientes a menudo están muy ansiosos y
pueden beneficiarse de la administración de benzodiacepinas. Se
debe evitar la premeditación con narcóticos, que pueden aumentar
las náuseas y posibilidad de vómitos con el aumento de la PIO
consiguiente. La técnica anestésica indicada es la anestesia general,
con mantenimiento estándar, evitando la hipercapnia que
aumentaría la PIO. La relajación muscular es obligatoria hasta que
el ojo esté quirúrgicamente cerrado. La anestesia regional está
contraindicada en pacientes con el ojo abierto porque aumentan la
PIO,que puede acompañar a la inyección del anestésico local detrás
del ojo.
TEMA 12. LESIONES OCULARES RELACIONADAS
CON LA ANESTESIA
Los anestesiólogos deben tener cuidado con las posibles lesiones
oculares durante la anestesia y la cirugía. Si un paciente se
despierta de una anestesia general refiriendo alteraciones visuales,
se debe considerar una urgencia, debido a la posibilidad de una
oclusión de la arteria central de la retina. La hipotensión y la
anemia son factores que contribuyen a la pérdida de visión. Una
segunda complicación posible es la abrasión corneal (dolor ocular o
sensación de cuerpo extraño tras una anestesia general). La
anestesia general disminuye la producción de lágrimas. Unos
cuidados oculares adecuados, ocluyendo con cinta adhesiva los
párpados, con lubricante ocular o sin él, protege frente a esta
complicación.
BIBLIOGRAFÍA
•
Tratado de Fisiología médica. Guyton and Hall. 11ª Edición.
•
Anestesia de bolsillo. Richard A. Jaffe; Stanley I. Samuels.
•
Clinical Anesthesiology. Morgan and Mikhail´s. 5ª Edición.
•
Miller Anestesia. Ronal D. Miller. 7ª Edición.
•
Anestesiología y Reanimación. Félix Buisán Garrido.
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