Hay que situar a la batalla de las ideas en el escenario central del

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Hay que situar a la batalla de las ideas en el escenario central del accionar de las izquierdas.
Las condiciones de posibilidad para la convergencia de las izquierdas (las políticas y las
sociales) pasan por reconstruir un lenguaje propio y un campo de perspectivas ideológicas que
estén en las antípodas del neoliberalismo . El neoliberalismo ha sido el programa político de las
clases dominantes en las últimas décadas, una belle époque para el capitalismo en un
contexto, paradójicamente, de crisis estructural de las tasas de ganancia. Merced a un
programa exitoso, en lo intelectual y en lo económico, el neoliberalismo ha agrupado en su
seno las propuestas económicas de las grandes burguesías, pero también las herramientas
militares (globalización armada), ideológicas (There is no alternative, fin de la historia) y
políticas (la ficción de la democracia formal, electoralista, bajo el control de poderes
taxidermistas).
En el plano de la intervención social, sindical y política las izquierdas deben impugnar el
carácter abstracto del estado de derecho realmente existente y recuperar la pedagogía de
visibilizar la política como campo, no del consenso, sino de gestión de los conflictos y las
inequidades inherentes a una sociedad divida en clases con intereses contrapuestos.
En el estado español sufrimos bajo un doble armazón político. El primero derivado de la salida
política del franquismo bajo las condiciones de una renuncia y una derrota de los proyectos
estratégicos de las izquierdas. El segundo deviene de la integración en la Unión Europea que
ha configurado un espacio de legitimación y sujeción funcional a los intereses de las élites del
dinero, en detrimento de las necesidades de las grandes mayorías y de los principios de
soberanía de los pueblos.
La viabilidad estratégica de la unidad y el éxito de las izquierdas está en este diagnóstico y en
un programa que apunte a quebrar ambos armazones políticos y generar procesos
constituyentes bajo lógicas progresistas y contrahegemónicas.
Hay abandonar el respeto hacia el “europeísmo” de los poderosos y denunciar frontalmente la
arquitectura neoliberal de la UE, la subalternidad de un Parlamento inútil, la centralidad de sus
órganos no democráticos, como la Comisión, la independencia del Banco Central y el euro. Hay
que derruir una construcción europeísta hecha bajo una lógica de edificación bizantina e
ininteligible y de cuya vocación social queda tan poco como de su funcionamiento
democrático, una Unión política cuyo cometido principal es ya tan sólo presionar a los sistemas
nacionales para que adopten medidas de ajuste que aseguren el pago de las deudas públicas.
Por otra parte, la Unión Europea no ha contrarrestado y equilibrado la hegemonía de Estados
Unidos y de la OTAN, sino que las ha reforzado. Como decía Perry Anderson, “por paradójico
que parezca, cuando Europa estaba menos unida era en muchos sentidos más independiente”.
En lo concerniente al terreno “nacional”, igualmente es necesario un proceso constituyente
que desarme y deconstruya a España en tanto configuración política heredera del fascismo y
completamente funcional a los intereses de la clase capitalista. El rearme estratégico y la
articulación posible de las izquierdas social y política están en enarbolar esta perspectiva
programática radical.
En la propuesta constituyente las izquierdas encarnan una visión profunda y
contrahegemónica de la democracia y la propia organicidad y articulación de sus
organizaciones han de prefigurar y anticipar el espacio democrático radical por el que se lucha.
Pero además, las izquierdas han de ser portadoras de un programa que cuestione las lógicas
económicas del neoliberalismo y las bases estructurales de su hegemonía política y cultural.
El ejercicio efectivo del derecho de autodeterminación, como principio democrático universal,
ha de prevalecer en la transfiguración profunda de los términos en que los distintos pueblos y
naciones del actual estado español desean vincularse y establecer relaciones. En todo caso,
siempre bajo la forma política republicana y de democracia participativa.
Hay que recuperar el control político de la economía, regular las esferas económicas y
financieras y la herramienta crediticia en forma de banca pública, asumir el no pago de
ninguna deuda ilegítima y definir una fiscalidad progresiva contra los privilegiados.
Hay que revolucionar el modelo productivo, someterlo y reconfigurarlo bajo la crítica de la
ecología política.
Hay que reconfigurar los espacios del mercado y su articulación con la esfera de lo público. Los
sectores estratégicos de la vida social, la educación, la salud, los servicios sociales, los entornos
urbanos y naturales, el crédito, la energía, el transporte han de estar dominados por una lógica
pública, nunca bajo el interés privado.
Hay que derrotar la ficción de la libertad de información actualmente existente que vive como
proclama democrática abstracta, reduciendo el campo mediático a un mero espacio
organizado de delincuencia propagandística en manos de unos pocos grupos económicos
poderosos. Esa alianza tóxica es mortífera para las bases morales de una sociedad democrática
y para la visibilidad y hegemonía de cualquier pensamiento emancipatorio
Una cuestión central para el mapa cognitivo de ese espacio de articulación de las izquierdas es
el reconocimiento de la perspectiva plurinacional, eso ha de evitar redundancias orgánicas y
mejorar las sinergias y las consiliencias de culturas políticas nacionales. Otro aspecto de base
es la adecuada caracterización del PSOE. En el PSOE, como en el resto de la socialdemocracia
europea ha prevalecido y lo seguirá haciendo un gen recesivo que lo ha desplazado clara y
contundentemente al campo político del programa neoliberal y del régimen español salido de
la llamada Transición. El PSOE en estas últimas décadas nunca dejó de deleitarse en el almíbar
del pensamiento único y de considerar a una parte importante de las organizaciones sociales y
políticas de la izquierda como su propio Cinturón de Kuiper. Todo proceso de rearme y
construcción política de un campo orgánico y estratégico de la izquierda emancipatoria pasa
por este otro proceso de “desilusión” respecto del PSOE.
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