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Práctica sobre la distribución funcional de la renta española Alberto Leal, Carlos Guldrís, Miguel Ocarranza, Santiago Gómez y Sergio Cambeiro

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Práctica sobre la distribución funcional de la renta
Definición
La distribución funcional muestra la proporción de la renta que recibe cada uno de los
factores que intervienen en el proceso de producción: trabajo por cuenta ajena, capital
y capacidad empresarial y la mezcla de todos esos factores.
El análisis de la distribución de la renta implica el examen no solo del reparto final o
renta disponible por los individuos o familias, sino también la que inicialmente se
percibe por la aportación que se hace a la actividad productiva, bien sea de trabajo o
capital.
Contempla los ingresos desde la perspectiva de su origen vinculado a la creación de valor
añadido, es decir, la renta derivada de la remuneración de los factores productivos,
trabajo y capital, por su aportación a la producción.
Reparto de la renta entre los factores productivos
En el proceso de producción se adaptan los recursos disponibles para poder satisfacer
las necesidades de la población y en ellas se generan rentas, las cuales remuneran el
trabajo y el capital. El producto final es el resultado de la aportación de ambos factores.
Habitualmente quienes aportan trabajo y capital no son siempre los mismos, ya que hay
agentes que aportan trabajo y reciben un salario a cambio, los asalariados; y otros que
únicamente aportan capital, y perciben un beneficio.
Existen dos factores productivos: Capital y trabajo, y 3 categorías de receptores de
rentas: trabajadores por cuenta ajena, trabajadores por cuenta propia y los que
contribuyen únicamente con su capital.
La creación y reparto de la renta asociada a los productos es un proceso continuo en el
que el valor añadido se distribuye según se va generando. Las empresas deben reservar
una parte del valor añadido para el mantenimiento y futura renovación de su capital fijo,
denominado consumo de capital fijo. Ésta diferencia el valor añadido o producto interior
en términos brutos cuando está incluido o netos cuando se ha deducido.
En las sociedades contemporáneas la renta salarial constituye el principal coste de
producción de las empresas y una parte sustancial en los ingresos de las familias.
Las empresas tienen tasas salariales diferentes y la distribución de los ingresos es muy
desigual.
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Desde la década de 1990 hasta la crisis del 2008 se produce un crecimiento en el PIB, en
este periodo la participación de los salarios aumenta en el PIB debido a que se
incrementa la tasa de salarización y también el salario respecto al PIB por ocupado.
La crisis hizo caer la tasa de salarización y el PIB por ocupado, contrastando con la
evolución de Europa. La participación de las rentas salariales en el PIB se mantiene
debido a que el aumento de la tasa de salarización compensa el descenso del salario
respecto al PIB por ocupado.
No se dispone de estimaciones sobre los cambios en la participación de las rentas
salariales en el PIB en 2020, afectado por la crisis tras la pandemia. Puede que se haya
frenado su descenso ya que la salarización ha sufrido poca variación.
Tras la crisis de 2008-2013 se confirma el fin de la tendencia ascendente en lo relativo a
sueldos y salarios, la recuperación de 2015 no modifica esta tendencia, destaca el
porcentaje dedicado a la amortización de capital.
Distribución de la renta según la principal fuente de ingresos del hogar
La mayoría de la población tiene como principal frente a ingresos la remuneración por
el trabajo que realiza por cuenta ajena, es decir, los salarios. Esta representa cerca de
60 por 100 del total de los ingresos del hogar. Le siguen las pensiones, que suponen algo
más de la cuarta parte, y el trabajo por cuenta propia, con una contribución cercada del
10 por 100.
El peso de las prestaciones por desempleo y otras prestaciones sociales se ha ido
reduciendo hasta quedar por debajo del 4 por 100, a pesar del leve repunte en la etapa
más reciente. Los ingresos asociados a las rentas de la propiedad y de la capital, aunque
con ligeras fluctuaciones en los años, apenas rebasaban el 1 por 100 del total.
Comparación con la Zona Euro
En España la participación de los salarios en la renta es inferior a la Zona euro, lo que se
debe sobre todo a que los costes laborales por cada 100 euros producidos son menores
aquí,́ como consecuencia a su vez de un salario medio por trabajador también inferior,
compensado solo parcialmente por el efecto de una productividad también más baja en
España.
Las diferencias no se deben a la tasa de asalarización, ya que esta en la UEM ha sido
inferior a la española desde 2005. Además, se ha mantenido prácticamente sin
variaciones en todo el periodo, de modo que la evolución de las variables corregidas del
efecto de la tasa de asalarización es casi idéntica a la evolución sin corregir dicho efecto.
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