Práctica sobre la distribución funcional de la renta Definición La distribución funcional muestra la proporción de la renta que recibe cada uno de los factores que intervienen en el proceso de producción: trabajo por cuenta ajena, capital y capacidad empresarial y la mezcla de todos esos factores. El análisis de la distribución de la renta implica el examen no solo del reparto final o renta disponible por los individuos o familias, sino también la que inicialmente se percibe por la aportación que se hace a la actividad productiva, bien sea de trabajo o capital. Contempla los ingresos desde la perspectiva de su origen vinculado a la creación de valor añadido, es decir, la renta derivada de la remuneración de los factores productivos, trabajo y capital, por su aportación a la producción. Reparto de la renta entre los factores productivos En el proceso de producción se adaptan los recursos disponibles para poder satisfacer las necesidades de la población y en ellas se generan rentas, las cuales remuneran el trabajo y el capital. El producto final es el resultado de la aportación de ambos factores. Habitualmente quienes aportan trabajo y capital no son siempre los mismos, ya que hay agentes que aportan trabajo y reciben un salario a cambio, los asalariados; y otros que únicamente aportan capital, y perciben un beneficio. Existen dos factores productivos: Capital y trabajo, y 3 categorías de receptores de rentas: trabajadores por cuenta ajena, trabajadores por cuenta propia y los que contribuyen únicamente con su capital. La creación y reparto de la renta asociada a los productos es un proceso continuo en el que el valor añadido se distribuye según se va generando. Las empresas deben reservar una parte del valor añadido para el mantenimiento y futura renovación de su capital fijo, denominado consumo de capital fijo. Ésta diferencia el valor añadido o producto interior en términos brutos cuando está incluido o netos cuando se ha deducido. En las sociedades contemporáneas la renta salarial constituye el principal coste de producción de las empresas y una parte sustancial en los ingresos de las familias. Las empresas tienen tasas salariales diferentes y la distribución de los ingresos es muy desigual. 1 Desde la década de 1990 hasta la crisis del 2008 se produce un crecimiento en el PIB, en este periodo la participación de los salarios aumenta en el PIB debido a que se incrementa la tasa de salarización y también el salario respecto al PIB por ocupado. La crisis hizo caer la tasa de salarización y el PIB por ocupado, contrastando con la evolución de Europa. La participación de las rentas salariales en el PIB se mantiene debido a que el aumento de la tasa de salarización compensa el descenso del salario respecto al PIB por ocupado. No se dispone de estimaciones sobre los cambios en la participación de las rentas salariales en el PIB en 2020, afectado por la crisis tras la pandemia. Puede que se haya frenado su descenso ya que la salarización ha sufrido poca variación. Tras la crisis de 2008-2013 se confirma el fin de la tendencia ascendente en lo relativo a sueldos y salarios, la recuperación de 2015 no modifica esta tendencia, destaca el porcentaje dedicado a la amortización de capital. Distribución de la renta según la principal fuente de ingresos del hogar La mayoría de la población tiene como principal frente a ingresos la remuneración por el trabajo que realiza por cuenta ajena, es decir, los salarios. Esta representa cerca de 60 por 100 del total de los ingresos del hogar. Le siguen las pensiones, que suponen algo más de la cuarta parte, y el trabajo por cuenta propia, con una contribución cercada del 10 por 100. El peso de las prestaciones por desempleo y otras prestaciones sociales se ha ido reduciendo hasta quedar por debajo del 4 por 100, a pesar del leve repunte en la etapa más reciente. Los ingresos asociados a las rentas de la propiedad y de la capital, aunque con ligeras fluctuaciones en los años, apenas rebasaban el 1 por 100 del total. Comparación con la Zona Euro En España la participación de los salarios en la renta es inferior a la Zona euro, lo que se debe sobre todo a que los costes laborales por cada 100 euros producidos son menores aquí,́ como consecuencia a su vez de un salario medio por trabajador también inferior, compensado solo parcialmente por el efecto de una productividad también más baja en España. Las diferencias no se deben a la tasa de asalarización, ya que esta en la UEM ha sido inferior a la española desde 2005. Además, se ha mantenido prácticamente sin variaciones en todo el periodo, de modo que la evolución de las variables corregidas del efecto de la tasa de asalarización es casi idéntica a la evolución sin corregir dicho efecto. 2