MONICIÓN ANTES DE LA ESCENIFICACIÓN Lleva cuatro meses en el seminario de las Hijas de la Caridad. Oye que alguien la llama por su nombre; es un ángel, quizá el Ángel de la Guarda. La espera, va vestido de blanco, le dice que se dé prisa, que la espera la Señora. El niño resplandece de blancura; su resplandor ilumina el pasillo y el corredor. La puerta de la capilla es de madera sólida, pero el niño la abre con simple tocarla con la yema de sus dedos. Todo es extraño, impropio, desconcertante. Se sale definitivamente de la realidad normal del momento que viven las Hermanas; duermen. ESCENA "Por fin, a las once y media de la noche, oí que me llamaban por mi nombre: ¡Sor Labouré! ¡Sor Labouré!. Al despertar, miré hacia el lado desde donde venía la voz, que era hacia el corredor. Abrí la cortina. Vi a un niño vestido de blanco, de unos 4 ó 5 años, que me decía: Levántate enseguida y ven a la capilla; ¡Te está esperando la Santísima Virgen! El niño me invita a seguirle al tiempo que me muestra el camino hacia la capilla de la Comunidad". MONITOR Catalina no le responde nada de momento, pero piensa para sí misma: Me van a oir, pensando en las otras Hermanas. El niño le responde: Estate tranquila, que son las once y media; todo el mundo duerme bien; ven, te aguardo. ESCENA “Sin otro pensamiento, me levanté de la cama y me vestí apresuradamente. Me dirigí hacia donde estaba el niño, que se había quedado de pie, sin apartarse más allá de la cabecera de mi cama. Me siguió o, mejor dicho, le seguí yo a él, siempre a mi izquierda, dirigiendo rayos de claridad por todos los sitios por donde pasaba. Las luces se encendían por donde pasábamos y aquello me extrañaba mucho. Pero todavía me sorprendí más cuando entramos en la capilla: la puerta se abrió apenas la tocó el niño con la punta del dedo. Creía que estaba soñando" "Pero mi sorpresa fue todavía mayor cuando vi todas las velas y los hachones encendidos, lo cual me recordaba la Misa de medianoche. Sin embargo, no veía a la Santísima Virgen. El niño me condujo hasta el presbiterio, al lado del sillón del padre Director: Y allí me puse de rodillas. El niño se quedó de pie todo el tiempo. Como iba pasando el tiempo, miré a ver si las celadoras pasaban acaso por la tribuna. Por fin, llegó la hora y el niño me dijo: "Ya viene la Virgen. ¡Ahí está! ". "Oí una especie de ruido..., como el roce de un vestido de seda, que venía de la tribuna, del lado del cuadro de san José, y venía a colocarse sobre las gradas del altar, por el lado del Evangelio, en un sillón parecido al de Santa Ana. Sin embargo, no era Santa Ana la que estaba en el sillón, sino solamente la Virgen María... No era la misma figura de Santa Ana... Dudaba de si sería la Santísima Virgen. Pero el niño que estaba allí me dijo: " ¡Esta es la Santísima Virgen!". En aquel momento me sería imposible decir lo que sentí, lo que ocurría dentro de mí. Me pareció que no veía a la Santísima Virgen" "Fue entonces cuando me habló el niño, pero no como un niño, sino como un hombre, con voz alta y con palabras fuertes. Entonces, mirando a la Virgen, di como un salto hacia ella, de rodillas sobre las gradas del altar, con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. Así pasaron unos momentos, los más dulces de mi vida. Me sería imposible decir lo que sentí. Ella me dijo cómo tenía que portarme con mi director y algunos otras cosas que no debo decir; la forma de portarme en medio de las penas" MONITOR Sor Catalina está de rodillas en la grada del presbiterio cerca del altar. Se levanta de un salto, se acerca al sillón y vuelve a arrodillarse muy cerca de la misteriosa aparición, tan cerca que apoya sus manos sobre las rodillas de la Señora. El niño sigue allí de pie. El niño, ¿es un ángel? ¿Es el Ángel de la Guarda? El niño le llama en la oscuridad, le da un mensaje, la espera, le insiste, le da prisa, la guía hacia la capilla, le abre la puerta, la conduce hasta el presbiterio, le dice que ya llega la Señora, le habla con voz de hombre cuando duda, como para insinuarle "¿en qué estás pensando?". ESCENA "Hija mía, Dios quiere confiarte una misión. Tendrás muchas dificultades, pero las superarás todas pensando que lo haces por la gloria de Dios. Conocerás lo que es Dios. Te sentirás atormentada hasta que se lo hayas dicho a aquel que está encargado de dirigirte. Te contrariarán. Pero recibirás la gracia necesaria. Dilo todo con confianza y sencillez. Ten confianza. No temas. Verás algunas cosas. Da cuenta de ellas, es decir, de lo que veas y de lo que oigas. Serás inspirada en la oración. Da cuenta de ello." "Serán malos tiempo. Las desgracias vendrán a caer sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero se hundirá en desgracias de todas clases... Pero venid al pie de este altar. Aquí se derramarán gracias sobre todas las personas que las pidan, grandes y pequeños. Hija mía, me complazco en derramar gracias sobre la Comunidad en particular. La Amo mucho, afortunadamente." "Sin embargo tengo una pena. Hay muchos abusos contra las Reglas. No se observan las Reglas. Hay una gran relajación en las dos Comunidades. Díselo al que está encargado de vosotras, aunque no sea el superior: Le encargarán de forma especial de unas funciones en la Comunidad. Tiene que hacer todo lo posible para poner de nuevo en vigor la Regla. Dile de mi parte que cuide de las malas lecturas, de la pérdida de tiempo y de las visitas." "Cuando la Regla vuelva a estar en vigor, habrá una Comunidad que vendrá a unirse a la vuestra. No suele ser ordinario. Pero yo la quiero. Dile que se la reciba; Dios las bendecirá y gozarán de una gran paz. La Comunidad gozará de una gran paz. Se hará grande." A medida que la conversación avanza, los ojos de la Señora se llenan de lágrimas, y sus facciones transmiten una profunda sensación de dolor y pena: "Vendrán grandes desgracias. Será grande el peligro. Pero no temáis; di que no tienen nada que temer. La protección de Dios estará siempre sobre vosotras de una forma muy especial y san Vicente protegerá a la Comunidad". "Yo misma estaré con vosotros. Llegará un momento de grave peligro. Se creerá que todo está perdido. ¡Pero yo estaré entonces con vosotros!" "Tened confianza. Conoceréis mi visita y la protección de Dios y la de san Vicente sobre las dos Comunidades. ¡Tened confianza! No os desaniméis. Yo estaré con vosotros. Pero no pasará lo mismo con otras Comunidades. Habrá víctimas.". "Entre el clero de París también habrá víctimas; el señor Arzobispo morirá". "Hija mía, despreciarán la Cruz. La tirarán por el suelo. Correrá sangre. Abrirán de nuevo el costado de Nuestro Señor. Las calles se llenarán de sangre. El señor Arzobispo será despojado de sus vestiduras". "Hija mía, el mundo entero se llenará de tristeza”. MONITOR Aquí la Santísima Virgen ya no podía hablar y tenía la pena dibujada en su rostro. Anota Catalina: ESCENA "Estuve allí no sé cuánto tiempo. Todo lo que sé es que cuando ella se marchó, solo me di cuenta de que se apagaba algo, y finalmente solo hubo una sombra que se dirigía al lado de la tribuna, por el mismo camino por donde había llegado. Me levanté de las gradas del altar y vi al niño en el sitio en donde lo había dejado. Me dijo: "Se ha marchado". "Volvimos por el mismo camino, siempre iluminado por todas partes. -El niño iba siempre a mi izquierda. Creo que aquel niño era mi Ángel de la Guarda, que se había hecho visible para hacerme ver a la Santísima Virgen, porque yo le había rezado mucho que me obtuviera aquel favor. Iba vestido de blanco, llevando una cruz milagrosa consigo, es decir, que iba resplandeciente de luz: su edad de 4 a 5 años. Al regresar a mi cama eran las dos de la mañana. Oí sonar el reloj. No pude volver a dormir". Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en tu hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Ti para que mi corazón no se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.