https://www.elsevier.es/es-revista-revista-espanola-medicina-legal-285-articuloviolencia-genero-tiempos-pandemia-confinamiento-S0377473220300250 http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1029-30192021000100123 http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2223-30322020000300011 https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/50893/TFG%20DEFINI TIVO.pdf?sequence=1 el aumento en la violencia de genero Como ya se ha mencionado, antes de la pandemia, ya se registraban muchos casos de violencia alrededor del mundo. Sin embargo, tras la pandemia se logró constatar que esta aumente en gran medida. El confinamiento ha logrado facilitar a los agresores logren controlar y manipular a sus víctimas, imponiendo un dictamen sobre los roles de genero que el agresor considera correctos. Lorente-Acosta (2020) nos indica: Confinar a las mujeres maltratadas en el lugar donde sufren la violencia y al lado de quien la ejerce tiene como consecuencia directa el incremento de la violencia y de la impunidad del agresor, como resultado del refuerzo de los elementos que la caracterizan: el componente estructural, que sitúa en la figura del hombre la referencia de las decisiones y la necesidad de mantener el orden impuesto bajo su criterio; el aislamiento, como consecuencia de la barrera material para salir de ella y comunicarse con libertad y el control directo que la violencia ejerce sobre la mujer. Por lo que este cambio abrupto en el que la vida de las personas paso al repetino aislamiento, ha traído graves consecuencias en la salud de las victimas, mostradas en la siguiente tabla: Tabla 1 Consecuencias de la violencia de género sobre la salud Consecuencias fatales Consecuencias en la salud física Consecuencias en salud sexual y reproductiva Muerte por homicidio, suicidio, etc. Lesiones diversas en determinadas partes del cuerpo (cabeza, cuello y extremidades): contusiones, traumatismos, heridas, quemaduras, que pueden producir discapacidad o deterioro funcional. Síntomas físicos inespecíficos o trastornos psicosomáticos (cefaleas, lumbalgias, dolor abdominal, palpitaciones, fatiga, dolor generalizado, molestias urinarias, colon irritable, etc.) Por relaciones sexuales forzadas: pérdida de deseo sexual, trastornos menstruales, enfermedades de transmisión sexual, incluidos VIH/sida, sangrado y fibrosis vaginal, dispareunia, dolor pelviano crónico, infección urinaria, embarazo no deseado, etc. Por maltrato durante el embarazo: hemorragia vaginal, amenaza de aborto, muerte fetal, parto prematuro, bajo peso al nacer, etc. Consecuncias en la salud psíquica Depresión, ansiedad, aflicción, baja autoestima, desvalorización; trastornos del sueño; trastorno por estrés postraumático; anestesia emocional, sensación de irrealidad, reacción emocional desmesurada, irritabilidad, temor; trastornos de la conducta alimentaria; ideas de suicidio, intento de suicidio; abuso de alcohol, drogas y psicofármacos Consecuencias en la salud social Aislamiento social. Pérdida de empleo. Absentismo laboral. Disminución del número de días de vida saludable Consecuencias en la salud de los hijos Riesgo de alteración de su desarrollo integral, sentimientos de amenaza, dificultades de aprendizaje y socialización, adopción de comportamientos de sumisión o violencia con sus compañeros; mayor frecuencia de enfermedades psicosomáticas. Con frecuencia son víctimas de maltrato por parte del padre; violencia transgeneracional con alta tolerancia a situaciones de violencia La violencia tambien puede afectar a otras personas dependientes de la mujer y que convivan con ella Nota. Datos tomados de Sans y Sellarés (2010) Violencia intrafamiliar Un aspecto que sociedades y organizaciones internacionales alertan como un fenómeno de gran magnitud es el de la violencia intrafamiliar y sus efectos en niños y adolescentes. Este fenómeno en tiempos de pandemia por la COVID-19 es una lamentable realidad que sufren día a día niñas, niños y adolescentes como partes integrantes de la familia, que se puede encontrar en situación de riesgo de sufrir abuso de distinto tipo especialmente cuando hay factores que lo propician. Gómez y Sánchez33) en una investigación sobre el tema concluyeron que en México, durante el primer cuatrimestre del 2020 comparado con el mismo periodo de tiempo del 2019, se registró un aumento de 10% de presuntos delitos de violencia familiar. El estrés psicosocial y el temor al contagio de los cuidadores, el confinamiento, el cierre de las instituciones educativas, la disminución de la capacidad adquisitiva, el consumo de alcohol y drogas han sido identificados como causas del riesgo de prácticas parentales negligentes, violencia doméstica y otras situaciones de maltrato físico y emocional hacia los niños y adolescentes en un contexto en el que estos no mantienen contacto social más allá de su entorno familiar, lo cual dificulta la detección e intervención por parte de figuras externas. Violencia en los niños El encierro que ha exigido la pandemia, provoco que los niños se encuentren como receptores de diferentes abusos físicos y psicológicos, siendo estos o testigos de estos. Estos actos de violencia pueden darse debido a que con el confinamiento las familias tienen mayor incidencia a presentar estrés y niveles de ansiedad intensos (INFOCOB, 2020; UNICEF, 2020). Debido al encierro muchos niños están en exposición tanto directa como pasiva al abuso, la agresión psicológica y/o física por parte de sus padres, esta exposición a edades muy tempranas puede dejar heridas permanentes en forma de deterioro en el desarrollo del cerebro y la esfera psicológica, habiendo incidencia más alta de presentar trastornos psicosomáticos y neuropsiquiátricos y llevar en el futuro al abuso de sustancias (Fauci, Lane y Redfield, 2020 citados por Ritwik, Mahua, Subhankar y Souvik, 2020). A traves de estas diferentes exposiciones debido a la negligencia que presentaron sus tutores, ya sean cuidadores o figuras paternas, habría una incidencia en el aspecto psicológico y de desarrollo, generando diferentes traumas o diferentes problemas de corto o largo plazo como ser el estrés, angustia, insomnio, comportamientos agresivos e incluso la naturalización de la violencia como su diario vivir o llevarlo a diferentes aspectos de su vida como el colegio.