Educación del carácter, núcleo de la personalidad.

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Educación del carácter, núcleo de la personalidad.
El artículo “Educación del carácter, núcleo de la personalidad” nos habla de la
importancia de la autodisciplina como esencia de la autonomía personal y
objetivo de la educación. Desde este punto de vista, excluir la formación del
carácter de la escuela supondría no comprender en absoluto las obligaciones
que tenemos como docentes y ver la escuela como mera instrucción, pero la
escuela es más que eso.
A la hora de tratar la formación del carácter, como explica el texto, se han de
tener en cuenta dos conceptos: disciplina y autoridad. Estos dos conceptos se
suelen malinterpretar debido a razones históricas.
La disciplina, según José Antonio Marina, se entiende en dos niveles: exterior
e íntimo. La exterior se referiría a la imposición y el cumplimiento de normas en
una colectividad, es decir, vendría a referirse al sistema de normas que toda
sociedad necesita. Así, se entiende que la disciplina en un centro educativo es
necesaria, porque toda sociedad necesita normas. No debemos ver la
disciplina como algo negativo o como un castigo, que es como la gente lo
interpreta a veces. La disciplina es un requisito fundamental en todas las
sociedades cultas. De hecho, disciplina proviene del verbo latino "discere" que
significa enseñar.
La disciplina interior sería más compleja, se referiría a la autodisciplina o, dicho
de otra manera, el modo en que un cada uno guía su comportamiento.
El concepto de disciplina, a mi parecer, es un concepto clave ya que nos lleva a
la autonomía personal y nos enseña el sentido de la responsabilidad; por lo
tanto, hemos de enseñar a todo alumno la valía de ser disciplinado.
El autor del texto menciona ejemplos como que el súbdito estaría sometido a la
disciplina externa y el ciudadano a la interior. Nuestro objetivo en las escuelas
ha de ser crear ciudadanos competentes y no súbditos, por lo que debemos
hacer que nuestros alumnos se sometan a una disciplina interior y, así,
habremos cumplido nuestro objetivo. Hemos de tener presente que la
autodisciplina forma parte del aprendizaje de la libertad y es una parte esencial
de la educación. El autor explica como todos nacemos absolutamente
dependientes de nuestros padres y de nuestros impulsos y, poco a poco,
vamos adquiriendo mayor o menor suficiencia Si conseguimos que nuestros
alumnos se sometan a la disciplina interior, favoreceremos su camino hacia la
autonomía, que es objetivo primordial de la educación.
Para José Antonio Marina la fórmula de la educación sería la siguiente:
Educación = instrucción + educación del carácter.
Este texto me ha parecido especialmente interesante porque aclara una serie
de términos muy importantes, como carácter y personalidad, y cuyo significado
etimológico se ha ido perdiendo o no se tiene muy claro. Por ejemplo el de
"Carácter" que se refería al conjunto de hábitos buenos o malos que
configuraban la personalidad: los buenos se llamaban virtudes y los malos,
vicios. Ahora, en nuestra cultura, no entenderíamos así el carácter.
En el mundo griego, del que proviene la palabra, los hábitos se consideraban
necesarios: unos eran intelectuales y otros morales. Desde esta definición, la
capacidad de inventar, el pensamiento crítico y la capacidad de razonar serían
hábitos. Los hábitos morales son los que permiten un comportamiento
excelente: la tenacidad, la conciencia moral, la facultad de deliberar y de elegir,
el razonamiento moral, la valentía etc. EI conjunto de estos hábitos forma el
carácter.
En cuanto a la personalidad se asume que existen tres niveles: la recibida
(determinada
genéticamente:
sexo,
habilidades
intelectuales
básicas,
temperamento…), la aprendida (que se configura a través de la experiencia y la
educación) y la elegida (el proyecto de vida que cada uno hace desde su
carácter y su circunstancia).
Si no somos libres, nuestra personalidad y nuestro carácter se confundirían.
Pero todos tenemos suficiente libertad como para intentar cambiar nuestro
carácter, si en algún momento nos encontramos con problemas u obstáculos.
Pero tratar de incluir este ultimo nivel de la personalidad en la escuela sería, tal
vez, pedir demasiado. La escuela se detendría en la formación del carácter,
bien entendido.
Según la teoría de la personalidad en tres niveles, los niños nacen con
temperamentos diferentes (unos, vulnerables, otros resistentes, unos sociables
y otros no). Tenemos que tener en cuenta que, por mucho que ese teoría fuera
cierta, a partir de ese temperamento, podemos ayudarlos a adquirir rasgos
diferentes gracias a un proyecto educativo acertado. Para que así, modulen
esas características. Por ejemplo, en el texto se habla de la Universidad de
Padres on-line que ayuda a que el niño adquiera cinco grandes recursos:
- Una idea del mundo veraz, rica en valores, amplia y abierta, es decir, que
ofrezca posibilidades:
- Un Pensamiento riguroso, creativo; crítico y capaz de resolver problemas.
- Estímulo emocional alegre, optimista, activo y resistente.
- Voluntad Iibre, responsable y recta.
- Talento para la comunicaci6n y la convivencia.
Me parece una buena idea, porque con eso estamos fomentando desde su
primer entorno, la familia, la seguridad en sí mismo y la confianza.
A mi parecer uno de los mayores problemas con que se encuentran los
profesores hoy en día es que piensa que esa formación del carácter se da en
las familias. Estoy de acuerdo con que el carácter se deba formar en la familia,
pero también debe hacerse en la escuela.
Hay gente que sigue viendo la escuela como mera transmisora de
conocimientos, por eso se formó la polémica en España con motivo de la
implantación de una asignatura llamada “Educación para la Ciudadanía”.
En EEUU se presentó el documento "La educación moral en la vida del
colegio", que explicaba la relación de las características de una persona
madura, que la escuela debía fomentar (respetar la dignidad humana, cuidar
del bienestar de los demás, integrar los intereses individuales y las
responsabilidades sociales, demostrar honestidad…). Tal vez el enfoque de
EEUU tampoco sea el adecuado al entenderse la educación de carácter como
educación moral. Hemos de tratar objetivos que vayan más allá de la
educación puramente
moral,
como
la formación de hábitos
básicos
intelectuales, hemos de desarrollar la inteligencia y el pensamiento de nuestros
alumnos; pero también su capacidad
emocional).
Para
ello,
tenemos
creativa y afectiva (la educación
que
fomentar
el
razonamiento,
la
argumentación y la capacidad para resolver problemas
Asimismo, en la escuela hemos de despertar la motivación para que nuestros
alumnos aprendan. Sin embargo, con la motivación no es suficiente, también
han de aprender el concepto de voluntad. Nuestros alumnos han de saber que
hay cosas que hacemos porque queremos y otras porque es nuestra
obligación, es decir, que adquieran la disciplina interior que mencionaba arriba.
Así, atenderán también a las cosas que no les interesen directamente o no les
motiven tanto porque también esas son importantes.
El aprendizaje de la responsabilidad es otro de temas que se debería tratar
para la educación del carácter. Esto, ha de darse en: la educación del respeto y
la educación de la responsabilidad. La responsabilidad, a mi juicio, ha de
trabajarse
desde
niños,
mandándole
pequeñas
responsabilidades.
Ayudándoles a reflexionar sobre la diferencia entre acciones voluntarias y
acciones casuales, sobre la necesidad de prever las consecuencias, la
importancia de que cada uno (padre, hijo, profesor, alumno..) cumpla las
obligaciones a su cargo.
Todo esto han de aprenderlo ya en primaria con cuentos o narraciones y, así,
les educaremos, también, para soportar la frustración. El no saber tratar la
frustración es un grave problema en nuestra sociedad y es el origen de las
depresiones y las manifestaciones de violencia. Si desde pequeño al niño se le
enseña que puede obtener todo lo que quiera, cuando esto no suceda, se
deprimirá o se enfadará. Exactamente lo mismo les sucede a muchos alumnos
que ya han dejado de ser niños y es porque no han adquirido ese concepto.
En conclusión, hemos de fomentar que nuestros alumnos resuelvan problemas,
mantengan la independencia con respecto al grupo; pero que también sean
capaces de vincularse sin miedo. Hemos de enseñarles a aceptar sus
limitaciones y aprovechar sus cualidades trabajando tareas que desarrollen sus
capacidades intelectuales, creativas y afectivas. En definitiva, hemos de educar
no sólo en conocimientos, sino también en carácter.
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