ANTOLOGÍA POÉTICA Te quiero Tus manos son mi caricia mis acordes cotidianos te quiero porque tus manos trabajan por la justicia si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro tu boca que es tuya y mía tu boca no se equivoca te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo porque sos pueblo te quiero y porque amor no es aureola ni cándida moraleja y porque somos pareja que sabe que no está sola te quiero en mi paraíso es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Mario Benedetti Táctica y estrategia Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible mi táctica es quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos mi estrategia es en cambio más profunda y más simple mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites. Mario Benedetti POEMA XX TRISTITIA PUEDO escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo Pablo Neruda Mi infancia que fue dulce, serena, triste y sola se deslizó en la paz de una aldea lejana, entre el manso rumor con que muere una ola y el tañer doloroso de una vieja campana. Dábame el mar la nota de su melancolía; el cielo, la serena quietud de su belleza, los besos de mi madre una dulce alegría y la muerte del sol una vaga tristeza. En la mañana azul, al despertar, sentía el canto de las olas como una melodía y luego el soplo denso, perfumado del mar. y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste; mi padre era callado y mi madre era triste y la alegría nadie me la supo enseñar... Abraham Valdelomar Te estoy perdiendo Te estoy perdiendo en cada voz que escuchas, en cada rostro que contemplas, en cada gesto tuyo, en cada lugar que recibe a tu cuerpo. Ser como la luz que te envuelve, por la que dejas un retazo de sombra. Ser como la noche que te obliga a un pensamiento, a un deseo, a un sueño. Ser una materia leve, una corriente extensa que te persiga siempre. No ser esto que soy y que te está perdiendo. Washington Delgado A UNA NARIZ Piedra Negra sobre piedra blanca Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un pez espada muy barbado. Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París ?y no me corro? tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. Érase un reloj de sol mal encarado, érase un alquitara pensativa, érase un elefante boca aariba, era Ovidio Nasón mas narizado. Jueves será, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los húmeros me he puesto a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo. Érase un espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, las doce tribus de narices era. César Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un palo y duro Érase un naricísimo infinito, muchísima nariz, nariz tan fiera, que en la cara de Anás fuera delito. también con una soga; son testigos los días jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos... Francisco de Quevedo Por fin tengo un amigo Por fin tengo un amigo, otro pequeño imbécil como yo, sonriente, que no lee los periódicos, que no está preocupado, que no tiene opinión formada sobre Europa. Nos paseamos juntos charlando tontamente, contándonos mentiras, repitiendo en voz alta los nombres de los barcos o inventando otros nuevos para las pobres nubes que lo están esperando. ¡Qué bonitas mañanas con aeroplanos blancos! ¡Qué bonitos los pinos, la hierbecilla mansa, la brisa siempre alegre, las parejas amigas, de la mano, volando! GABRIEL CELAYA Rima XCI Podrá nublarse el sol eternamente; podrá secarse en un instante el mar; podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor. Gustavo Adolfo Bécquer César Vallejo Canto coral a Túpac Amaru II Lo harán volar con dinamita. En masa, lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes le llenarán de pólvora la boca, lo volarán: ¡Y no podrán matarlo! Le pondrán de cabeza. Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos. Lo patearán a toda furia. Luego lo sangrarán.¡Y no podrán matarlo! Coronarán con sangre su cabeza; sus pómulos, con golpes. Y con clavos, sus costillas. Le harán morder el polvo. Lo golpearán: ¡Y no podrán matarlo! Le sacarán los sueños y los ojos. Querrán descuartizarlo grito a grito. Lo escupirán. Y a golpe de matanza lo clavarán: ¡y no podrán matarlo! Lo pondrán en el centro de la plaza, boca arriba, mirando al infinito. Le amarrarán los miembros. A la mala tirarán:¡Y no podrán matarlo! Querrán volarlo y no podrán volarlo. Querrán romperlo y no podrán romperlo. Querrán matarlo y no podrán matarlo. Querrán descuartizarlo, triturarlo, mancharlo, pisotearlo, desalmarlo. Querrán volarlo y no podrán volarlo. Querrán romperlo y no podrán romperlo. Querrán matarlo y no podrán matarlo. Al tercer día de los sufrimientos cuando se crea todo consumado, gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra, ha de volver.¡Y no podrán matarlo! Alejandro Romualdo El trigal El trigal se ha entregado a la muerte. Ya las hoces cortan las espigas. Cabecean los chopos hablando con el alma sutil de la brisa. El trigal sólo quiere silencio. Se cuajó con el sol, y suspira por el amplio elemento en que moran los ensueños despiertos. El día, ya maduro de luz y sonido, por los montes azules declina. ¿Qué misterioso pensamiento conmueve a las espigas? ¿Qué ritmo de tristeza soñadora los trigales agita...? ¡Parecen las espigas viejos pájaros que no pueden volar! Son cabecitas, que tienen el cerebro de oro puro y expresiones tranquilas. Todas piensan lo mismo, todas llevan un secreto profundo que meditan. Arrancan a la tierra su oro vivo y cual dulces abejas del sol, liban el rayo abrasador con que se visten para formar el alma de la harina. ¡Oh, qué alegre tristeza me causáis, dulcísimas espigas! Venís de las edades más profundas, cantasteis en la Biblia, y tocáis cuando os rozan los silencios un concierto de liras. Brotáis para alimento de los hombres. ¡Pero mirad las blancas margaritas y los lirios que nacen porque sí! ¡Momias de oro sobre las campiñas! La flor silvestre nace para el sueño y vosotras nacéis para la vida. Federico García Lorca ACERCA DE LA LIBERTAD Esta mañana han comprado un pájaro como se compra una fruta un ramo de flores. Dicen que Hokusai compraba pájaros para liberarlos. También Leonardo pero midiéndoles el impulso y el rumbo. Posiblemente en la infancia he pintado pájaros pero jamás les he hallado relación exacta con los aviones. Estoy tentado a liberar este pájaro a devolverle su derecho a morir sobre el viento. Me van a pedir razones Sentiré la obligación de hablar acerca de la libertad pero mi familia que es muy lógica dirá que afuera solo con el viento A ver qué hago. JOSÉ WATANABE, Álbum de familia “Decir, hacer” Octavio Paz A Roman Jakobson Entre lo que veo y digo, Entre lo que digo y callo, Entre lo que callo y sueño, Entre lo que sueño y olvido, La poesía. Se desliza entre el sí y el no: dice lo que callo, calla lo que digo, sueña lo que olvido. No es un decir: es un hacer. Es un hacer que es un decir. La poesía se dice y se oye: es real. Y apenas digo es real, se disipa. ¿Así es más real? Idea palpable, Palabra impalpable: la poesía va y viene entre lo que es y lo que no es. Teje reflejos y los desteje. La poesía siembra ojos en las páginas 1 5 10 15 20 25 30 siembra palabras en los ojos. 35 Los ojos hablan las palabras miran, las miradas piensan. Oír los pensamientos, 40 ver lo que decimos tocar el cuerpo de la idea. 45 Los ojos se cierran. Las palabras se abren.