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HORA SANTA POR LAS VÍCTIMAS

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HORA SANTA POR LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA
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Hermanos: En estos momentos de oración ante Jesús Eucaristía te imploramos a ti Jesús
que ampares al mundo y sus habitantes, que alejes el fuerte oleaje de la violencia que
causa destrucción y muerte. Dador de vida te imploramos por todos nuestros hermanos
que han muerto, víctimas de los brutales ataques de la violencia, concédeles la
recompensa y la alegría de una vida de plenitud en el Reino Celestial. La sangre de
todos los que han sido asesinados clama a ti y a una voz piden por el mundo que vive en
la incertidumbre y es sacudido fuertemente por la angustia y desgracia. Amado Padre
escucha compasivo esta oración que se eleva hacia ti y ten piedad de todos nuestros
hermanos difuntos.
Canto. Cantemos al amor de los amores
Cantemos al Amor de los amores,
cantemos al Señor.
Dios está aquí; venid adoradores,
adoremos a Cristo Redentor.
GLORIA A CRISTO JESÚS;
CIELOS Y TIERRA, BENDECID AL SEÑOR;
HONOR Y GLORIA A TI, REY DE LA GLORIA,
AMOR POR SIEMPRE A TI, DIOS DEL AMOR.
Por nuestro amor oculto en el sagrario
su gloria y esplendor;
para nuestro bien se queda en el santuario
esperando al justo y pecador.
Guía. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Oración: Padre Santo, Dios de bondad te pedimos por todos los hombres que han sido
privados de la vida a causa de la violencia, el odio, el egoísmo y rivalidades, dales la
felicidad, la luz y la paz, que ellos habiendo pasado por la muerte, participen con los
santos de la luz eterna, que sus almas no sufran más, dígnate Señor, resucitarlos con los
santos el día de la resurrección. Perdónales sus pecados, para que alcancen junto a ti la
vida inmortal en el Reino eterno. Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Guía: Ahora hagamos nuestra la oración que el Papa Francisco ha elevado a Dios por
las víctimas de la violencia.
Lector 1: Dios altísimo, Señor del tiempo y de la historia, tú has creado el mundo por
amor y no dejas nunca de derramar tus bendiciones sobre tus criaturas. Tú, más allá del
océano del sufrimiento y de la muerte, más allá de las tentaciones de la violencia, de la
injusticia y de la ganancia inicua, acompañas a tus hijos y a tus hijas con tierno amor de
Padre.
Lector 2: Pero nosotros hombres, desagradecidos de tus dones y absortos en nuestras
preocupaciones y ambiciones demasiado terrenas, a menudo hemos olvidado tus
designios de paz y de armonía.
Lector 3: Nos hemos cerrado en nosotros mismos y en nuestros intereses particulares,
e indiferentes a Ti y a los demás, hemos atrancado las puertas a la paz. Así se repitió lo
que el profeta Jonás oyó decir de Nínive: la maldad de los hombres subió hasta el cielo
(cf. Jon 1,2).
Lector 4: No elevamos al cielo manos limpias (cf. 1 Tm 2,8), sino que desde la tierra
subió una vez más el grito de sangre inocente (cf. Gn 4,10). Los habitantes de Nínive, en
el relato de Jonás, escucharon la voz de tu profeta y encontraron salvación en la
conversión. También nosotros, Señor, mientras te confiamos a las numerosas víctimas
del odio del hombre contra el hombre, invocamos tu perdón y suplicamos la gracia de la
conversión:
Lector 5: Enséñanos a comprender que Tú nos has confiado tu designio de amor, de paz
y de reconciliación para que lo llevemos a cabo en el tiempo, en el breve desarrollo de
nuestra vida terrena. Haznos comprender que sólo poniéndolo en práctica sin demoras
esta ciudad y este país se podrán reconstruir, y se lograría sanar los corazones
destrozados de dolor. Ayúdanos a no emplear el tiempo al servicio de nuestros intereses
egoístas, personales o de grupo, sino al servicio de tu designio de amor.
Lector 6: Y cuando nos desviemos del camino, haz que podamos escuchar las voces de
los verdaderos hombres de Dios y recapacitar durante un tiempo, para que la destrucción
y la muerte no nos arruinen de nuevo. Te confiamos a aquellos cuya vida terrena se ha
visto abreviada por la mano violenta de sus hermanos, y te suplicamos también por los
que han lastimado a sus hermanos y a sus hermanas; que se arrepientan, alcanzados
por la fuerza de tu misericordia.
Guía: Meditemos ahora esta cita bíblica “Jesús les repondio: «Ha llegado la hora de que
sea glorificado el hijo del hombre. En verdad, en verdad les digo i el grano de trigo no cae
en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto, el que ama su vida, la
pierde; y el que odia su vida en este mundo la guardara para una vida eterna» (Jn 12,2325)
Guía: Para que la semilla muera y sea transformada tiene que ser en la prueba y en la
soledad, solo así brotara la verdadera vida, una vida en abundancia. Jesús nos enseña
que la muerte es un paso necesario y que de ninguna manera es algo absurdo, la muerte
de nuestros hermanos a causa de la violencia cruel que azota nuestras familias no ha
sido en vano, todo el sufrimiento que padecieron, la tortura, el dolor y la soledad serán
recompensados por Dios con una vida eterna.
Meditemos un momento en silencio.
Canto: Tú reinaras.
¡Tú reinarás! Este es el grito que ardiente exhala nuestra fe
!Tú reinarás, oh Rey bendito! Pues tú dijiste: "reinaré"
Reine Jesús por siempre, reine su corazón
En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación
¡Tú reinarás! Dulce esperanza, que al alma llena de placer
Habrá por fin paz y bonanza, felicidad habrá doquier
!Tú reinarás! Dichosa era, dichoso pueblo con tal Rey
Será tu Cruz nuestra bandera, tu amor será, ya, nuestra ley
!Tú reinarás! En este suelo, te prometemos nuestro amor
Oh buen Jesús, danos consuelo en este valle de dolor
Guía: SALMO DE LA ESPERANZA: Vamos a rezar ahora el Salmo 22, que expresa
nuestra confianza en la bondad y en el poder de Dios. Él, incluso en los momentos más
oscuros de nuestra existencia y aún después de la muerte, cuida de nosotros. Decimos
todos: Después de cada estrofa repetimos - El Señor es mi Pastor, nada me puede
faltar.
- El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar,
en verdes praderas el me hace recostar.
- El Señor es ml Pastor, nada me puede faltar
Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas,
me guía por el sendero recto por el honor de su nombre.
- El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo
porque tu vas conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan
- El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar,
Preparas ante mi una mesa, frente a mis enemigos
me unges con perfume la cabeza y mi copa rebosa
- El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar
Tu bondad y tu ternura me acompañan
todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor
por años sin término
- El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar
Guía: LETANÍA A LOS FIELES DIFUNTOS
Señor, ten piedad…..Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad…..Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad…..Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo escúchanos.
Dios, Padre del Cielo…….Ten piedad de todos los fieles difuntos.
Dios, Hijo, Redentor del mundo…..Ten piedad de todos los fieles difuntos.
Dios Espíritu Santo….. Ten piedad de todos los fieles difuntos.
Santa Trinidad, Un Solo Dios…..Ten piedad de todos los fieles difuntos.
Santa María Madre de Dios…….Rogad por los fieles difuntos.
San Miguel…… Ruega por los fieles difuntos.
Todos los Santos Ángeles y Arcángeles,
San Juan Bautista,
San José,
Ruega por los fieles difuntos.
Todos los Santos Patriarcas y Profetas,
Rogad por los fieles difuntos.
San Pedro y San Pablo,
Rogad por los fieles difuntos.
Todos los Santos Apóstoles y evangelistas,
San Vicente mártir
Todos los Santos Mártires
San Gregorio
San Ambrosio
San Agustín
San Jerónimo
San Nicolás
Todos los Santos y Santas de Dios
De todo mal…………..líbralos, Señor.
Del rigor de Tu justicia………..líbralos, Señor.
De la potestad del diablo,
Del gusano roedor de la conciencia
De la eterna tristeza
De las crueles llamas
Del frio intolerable
De la horrible oscuridad
Del llanto y aullido espantoso
Por tu encarnación y tu santo nacimiento
Por tu dulcísimo nombre
Por tu bautismo y santo ayuno
Por tu ejemplar humildad
Por tu pronta obediencia
Por tu infinito amor
Por la multitud de tus misericordias
Por tus angustias y molestias
Por tu sudor de sangre
Por tu flagelación y tu coronación de espinas
Por tu cruz y tu dolorosa Pasión
Por tu amarga muerte y tus santísimas llagas
Por tu santa resurrección
Por tu admirable ascensión
Por la venida del Espíritu Santo paráclito
En el día del Juicio
Nosotros que somos pecadores…… te rogamos, óyenos.
Tú que absolviste a María Magdalena, y escuchaste al Buen Ladrón
te rogamos, óyenos.
Tú que salvando salvas gratis…..te rogamos, óyenos.
Tú que tienes las llaves de la muerte y del Infierno.
Para que te dignes librar de las penas del Infierno a nuestros parientes, amigos y
bienhechores.
Para que te dignes librar de la condenación eterna a todos los fieles difuntos.
Para que te dignes apiadarte de aquellos que no tienen en la tierra quien los recuerde.
Para que a todos ellos te dignes perdonarlos.
Para que los agregues al coro de los Apóstoles.
Para que aparezca para ellos tu Rostro benigno, manso y dulcísimo Jesús.
Rey de tremenda majestad.
Hijo de Dios, fuente de piedad.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo…..dales el descanso.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo…..dales el descanso.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo…...dales el descanso.
Oremos: Oh Dios, Creador y Redentor de todos los hombres, concede a nuestros
hermanos difuntos la remisión de todos sus pecados, a fin de que obtengan por los
méritos de Nuestro Señor Jesucristo y de Santa María siempre Virgen el perdón que
siempre han deseado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Dales, Señor el descanso eterno.
Y brille para ellos la luz perpetua.
Descansen en paz. Amén
Guía: Que el Señor abra las puertas del triunfo a nuestros hermanos que han terminado
en el duro combate de su vida mortal, entren como vencedores en la puerta de los justos
y entonen cantos de victoria por los siglos de los siglos. Amén.
En el cielo y en la tierra sea para siempre alabado/ el corazón amoroso de Jesús
Sacramentado
Canto: altísimo Señor.
Altísimo Señor, que supiste juntar
a un tiempo en el altar,
ser cordero y pastor
Quisiera con fervor, amar y recibir
a quien por mí quiso morir.
1. Cordero divinal por nuestro sumo bien,
inmolado en Salén, en tu puro raudal
de gracias celestial, lava mi corazón,
que el fiel te rinde adoración.
2. Suavísimo maná, que sabe a dulce miel,
ven y del mundo vil nada me gustará.
Ven y se trocará del destierro cruel
con tu dulzura la amarga hiel.
Guía: La oración tiene una fuerza especial cuando se hace en forma comunitaria, todos
juntos como Pueblo de Dios, como familia bien unida, elevemos nuestras voces al Padre
celestial por nuestros hermanos víctimas de la violencia. Padre de Bondad, escúchanos.
Lector 1: Jesús vida nuestra, te rogamos por los heridos: los niños, los jóvenes, las
mujeres y los hombres, personas inocentes que han sido agredidos y lastimados por la
violencia, sana su cuerpo y el corazón con el bálsamo precioso de tu amor. Oremos
Lector 2: Jesús alegría de los que sufren, descanso de los agobiados, vida de los que
mueren, te rogamos por los que han sido asesinados, víctimas de la violencia, dales el
descanso y el premio de la vida eterna. Oremos
Lector 3: Por nuestros hermanos víctimas de la violencia, que sufren el látigo del odio y
agonizan en la soledad, para que el Señor los reanimes en la fe y les muestre su amor
en medio de sus sufrimientos. Oremos.
Lector 4: Por todos los perseguidos y que mueren de manera violenta, para que alcancen
la felicidad y la paz que en esta vida no pudieron encontrar. Oremos.
Guía: En un momento de silencio oremos a Dios por nuestros hermanos víctimas de la
violencia, por los están desaparecidos, por los que en estos momentos son torturados y
privados de la libertad y que sufren una larga agonía, por los que son asesinados para
que el Señor los reciba en la patria celestial.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Canto: caminare en presencia del Señor
Caminaré en presencia del Señor.
Caminaré en presencia del Señor.
Amo al Señor porque escucha
Mi voz suplicante
Porque inclina su oído hacia mí
El día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte
Me alcanzaron los lazos del abismo
Caí en tristeza y angustia
Invoqué el nombre del Señor
Señor, salva mi vida.
Alma mía recobra tu alma
Que el Señor fue bueno contigo
Arranco mi alma de la muerte
Mis ojos de las lágrimas
Mis pies de la caída
Oración final: Padre santo, Dios eterno y todo poderoso, te pedimos por los fallecidos
por esta ola de violencia, a quienes llamaste de este mundo. Dales la felicidad, la luz y la
paz. Que ellos habiendo pasado por la muerte, participen de la presencia de tus santos
en la luz eterna, como le prometiste a Abraham y a su descendencia. Que su alma nada
sufra, y te dignes resucitarlos juntos a tus santos en el día de la resurrección y la
recompensa. Perdónales sus pecados, para que alcancen junto a ti la vida inmortal en el
Reino eterno. Por Jesucristo, tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
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