. DE NUESTRAS IDEAS COMPLEJAS DE SUBSTANCIA 1. Cómo se forman las ideas de substancias particulares Estando la mente provista de gran número de ideas simples adquiridas por los sentidos, tal como las halla en las cosas exteriores o por la reflexión sobre sus propias operaciones, se da cuenta también de que un determinado número de estas ideas simples van constantemente unidas; y como se presume que pertenecen a una sola cosa y como existen palabras adecuadas para aprehensiones comunes, se las une en un solo sujeto y se las llama por un solo nombre... No imaginamos cómo estas ideas simples puedan subsistir por sí mismas, nos acostumbramos a suponer algún substratum en donde subsisten y a éste lo llamamos sustancia. 2. Nuestra idea oscura de substancia en general. De manera que si alguien examina su propia noción de sustancia pura en general, encontrará que no posee más idea de ella que la de que es una suposición de no sabe qué soporte de cualidades que son capaces de producir ideas simples en nosotros, cualidades que se conocen con el nombre de accidentes. Si a alguien se le preguntara «cuál es el sujeto en donde el color o el peso están inherentes, sólo podría responderse «que las partes extensas y sólidas»... La idea que tenemos y designamos con el nombre general de sustancia no es más que el soporte supuesto o desconocido de unas cualidades que existen y que imaginarnos no pueden existir sine re substante, sin algo que las soporte, a lo que llamamos sustancia. 3. De las clases de sustancias Obtenida así una idea oscura y relativa de la sustancia en general, llegamos a formarnos ideas de clases particulares de sustancias, como la de hombre, caballo, oro, etc.; si alguien posee de estas sustancias una idea más clara que la de ciertas ideas simples que coexisten juntamente, apelo a la experiencia propia de cada uno. 4. No tenemos ninguna idea clara o distinta de la sustancia en general Cuando hablamos o pensamos de cualquier clase de sustancia corpórea, como un caballo, una piedra, etc., aunque la idea que tenemos de ellas no es sino la reunión de varias ideas de cualidades sensibles que acostumbramos a unir en la cosa llamada piedra o caballo, sin embargo, porque no podemos concebir cómo podrían subsistir solas, suponemos que existen en un sujeto común que las sostiene, y a este soporte le damos el nombre de sustancia aunque es cierto que no tenemos tampoco una idea ni clara ni distinta de lo que es ese soporte. 33. Nuestra idea compleja de Dios Porque si examinamos la idea que tenemos del Ser Supremo e incomprensible, veremos que la adquirimos de la misma manera, y que las ideas complejas que poseemos, tanto de Dios corno de los espíritus separados, están formadas por esas ideas simples que recibimos de la reflexión; por ejemplo, tras haber adquirido las ideas de existencia y de duración, a partir de lo que experimentamos en nosotros mismos; o de conocimiento y de potencia; de placer y felicidad y de aquellas diversas cualidades y potencias, las cuales es mejor tenerlas que carecer de ellas; o cuando queremos hacernos una idea, la más adecuada que podemos, sobre el Ser Supremo, ampliamos cada una de aquellas ideas con la idea de la infinitud, de manera que poniéndolas todas juntas forjamos nuestra idea compleja de Dios. Porque que la mente tenga un Poder semejante de ampliar algunas de sus ideas recibidas de la sensación y de la reflexión, ya ha sido suficientemente demostrado. 34. Nuestra idea compleja de Dios como Ser infinito Si advierto que conozco unas cuantas cosas, y que a algunas de ellas, o a todas, tal vez las conozco imperfectamente, me puedo forjar la idea de un ser que conozca dos veces ese número de cosas, por lo cual puedo doblarlo de nuevo y así todas las veces que pueda ampliar ese número, y de esta manera llegar a aumentar mi idea del conocimiento, al extender mi comprehensión a todas las cosas existentes o posibles lo mismo puedo hacer respecto a conocer esas cosas de un modo más perfecto; es decir, todas sus cualidades, sus potencias, sus causas, sus consecuencias y sus relaciones, etc., hasta que todo lo que está en ellas, o cuanto se puede relacionar con ellas, me resulte perfectamente conocido, y de esta manera forjarme la idea de un conocimiento infinito o ¡limitado. Lo mismo puede hacerse respecto a la potencia, hasta llegar a la infinita omnipotencia; y lo mismo sobre la duración de la existencia, su principio y fin, de manera que forjemos la idea de un Ser Eterno. Como los grados de extensión en los que adscribimos la existencia, la potencia, la sabiduría y todas las demás perfecciones (sobre las que podemos tener ideas), son ilimitados e infinitos para ese ser que llamamos Dios, forjamos la mejor idea acerca de él de que sean capaces nuestras mentes; todo lo cual hacemos, digo, ampliando aquellas ideas simples que tenemos a partir de las operaciones de nuestras mentes, es decir, mediante la reflexión; o por medio de nuestros sentidos, a partir de las cosas exteriores, hasta llegar a esa vasta extensión hasta la que puede extenderse la infinitud. 35. Dios en su propia presencia es incognoscible Porque es lo infinito, unido a nuestras ideas de la existencia, de la potencia, del conocimiento, etc., lo que forma esa idea compleja por la cual nos representamos lo mejor que podemos al Ser Supremo. Porque aunque en su propia esencia (que seguramente no conocemos, ya que ni siquiera conocemos la verdadera esencia de un guijarro, de una mosca o de nosotros mismos) Dios es simple y no está compuesto, sin embargo, creo que puedo afirmar que no tenemos ninguna otra idea que no sea la idea compleja de la existencia, el conocimiento, la potencia, la finalidad, etc., ideas que son infinitas y eternas. Las cuales son todas ideas distintas, y algunas de ellas, porque son relativas, son a su vez compuestas de otras: todas las cuales, según ya he demostrado, son originariamente adquiridas a partir de las sensaciones y la reflexión, y forman en su conjunto la idea o noción que tenemos de Dios. Tomado del Ensayo sobre el entendimiento humano. –John Locke-.