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Memorias de Traducción - ¿es tan fiero el león como lo pintan--

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Memorias de traducción: ¿es tan fiero el león como lo
pintan?
por Héctor D. Calabia
Si hemos de guiarnos por el reciente juego de palabras de Trados, “twenty years of
good memories”, las memorias de traducción ya llevan más de dos décadas en el mercado. No
obstante, para la mayoría de los traductores (y algunas agencias) es sólo en los últimos cinco o
seis años que han empezado a sentir la presión para incorporarlas como herramientas
permanentes de trabajo. Estos veinte años han hecho que quienes integran el grueso de los
traductores técnicos estén ya «convertidos» a una de estas herramientas. Quienes todavía
están fuera, y se preguntan si deberían usarlas, son —diría yo— tres clases de traductores:
- Los traductores literarios o «no técnicos», quienes consideran que estos programas no les
ayudarían.
- Los traductores de cualquier tipo que no tienen tiempo o ganas de probar, y que pueden
seguir trabajando porque sus clientes todavía no les exigen usar este tipo de herramientas.
- Los traductores primerizos, que están entrando al mercado, para quienes la pregunta principal
es «cuál» herramienta usar, porque ya están convencidos de que —de un modo u otro—
deberán usarlas.
Es a estas categorías a quienes se dirige este artículo, ya que son quienes necesitan
orientación para decidirse sobre qué usar, y a partir de cuándo.
En primer lugar, llamemos a las cosas por su nombre. Si bien «memorias de traducción» es
una denominación cómoda, es limitada y equívoca. Los programas a los que nos referimos son
más bien «sistemas de traducción asistida por ordenador» (TAO). La diferencia es importante,
porque las memorias son una parte, pero estos sistemas ofrecen mucho más, lo que bien
puede interesar a todo tipo de traductores. Tampoco se trata de «sistemas de traducción
automática», que intentan reemplazar al traductor, pero cuya calidad en la mayoría de los
casos deja mucho que desear.
El problema para decidirse por estos programas es que muchos traductores saben que su
trabajo no es lo suficientemente repetitivo como para aprovechar las memorias generadas.
Quien traduce novelas, o artículos periodísticos, rara vez se encontrará con una frase igual a
otra, salvo en algunos pocos párrafos fijos, como la declaración de derechos de autor. ¿Para
qué le sirven entonces los programas de TAO?
La segmentación
En un hilo de discusión reciente sobre este asunto en la lista de ASETRAD, los colegas
recordaban algunas de las ventajas de estos sistemas. En primer lugar, la segmentación: todos
estos programas dividen el texto original en segmentos, que —en general— coinciden con las
oraciones del texto, y los van presentando uno a uno al traductor. Esto, por sí solo, ya brinda
una gran ventaja: es casi imposible dejarse algo sin traducir, u omitir partes del texto original,
porque el sistema ayuda, paso a paso, a que esto no suceda. La segmentación también ayuda
a la concentración, ya que el segmento en que se está trabajando suele aparecer destacado en
el texto, lo que hace mucho menos probable que uno «se pierda».
La segmentación favorece también a la primera corrección, ya que el texto de origen está allí, a
la vista o listo para aparecer, en cuanto surge un problema con el texto traducido.
La búsqueda contextual
Otra ventaja es la llamada «búsqueda contextual». Aunque la oración que tenemos para
traducir no se parezca lo suficientemente a ninguna otra, igualmente podemos recurrir a la
«concordancia»: ¿Cómo habíamos traducido antes la expresión «real ale» en un texto sobre
gastronomía? ¿Cómo le llamábamos a los «World Bog Snorkelling Championships» en un texto
sobre turismo? ¿Cómo traducíamos «benchmark» en un texto financiero? ¿Y en uno de
ingeniería? Sea cual sea la duda, la respuesta está siempre allí, al alcance de los dedos.
¿Y no se puede lograr lo mismo con una búsqueda por el documento? Sí, pero no del todo: en
primer lugar, la búsqueda tradicional «desubica», es decir, lo hace desplazarse a uno a otras
secciones del documento y, si uno olvida tomar ciertas precauciones, puede resultar difícil
volver al lugar de donde uno partió. En una búsqueda contextual, uno no se mueve del lugar en
que está. Además, si la memoria está bien organizada, pueden aparecer resultados de otros
documentos, a veces muy anteriores, en que uno utilizó la misma expresión. No es fácil buscar
manualmente en documentos de meses o años atrás: una memoria de traducción puede
hacerlo sin problemas.
(Hay también otro tipo de herramientas informáticas para esto, los «indexadores», como
DtSearch, y los llamados bitextos, que permiten «alinear» con facilidad originales antiguos y
sus traducciones para presentarlos al traductor cuando éste los solicita. No «hacen» las
traducciones, pero son una excelente fuente de referencia. Los dos más conocidos son
MultiTrans​ y​ ​LogiTerm​.)
La curva de aprendizaje
Un elemento que desalienta a muchos posibles usuarios es la dificultad de aprender a usar
estos sistemas. Yo diría que, una vez entendido el concepto, la llamada «curva de aprendizaje»
es mínima. Unas pocas horas trabajando solo, y quizás media hora cuando se tiene un guía
(que es lo mejor en estos casos). Lo importante es entender el «concepto», la «filosofía de
trabajo» de cada herramienta. Por desgracia, los manuales --que han sido escritos por
programadores-- no suelen ayudar mucho en estos casos. Lo mejor es preguntar a un colega,
aunque sea por teléfono, cómo se hace.
Ese poco tiempo obviamente no cubre todas las posibilidades de cada programa. ​Trados,
Wordfast​, ​Déjà Vu​, ​SDLX​, tienen mucho más para ofrecer que lo que puede aprenderse en
unas horas. Pero estas pocas horas son más que suficientes para usarlos eficazmente, al
menos a un nivel básico.
Otras ventajas
Estas «otras ventajas» pueden ser muy importantes para algunos traductores, pero las
enumeramos solamente porque lleva un tiempo descubrirlas a quienes recién se inician con las
herramientas.
- Manejo de tipos de archivo: los programas de TAO intentan simplificarle la vida al traductor y
permitirle usar una sola interfaz para numerosos tipos de archivo. Muchos admiten archivos de
Excel, PowerPoint, FrameMaker, Quark Xpress, Access o en formato HTML o XML sin ningún
problema. Déjà Vu, en particular, admite hasta 28 tipos diferentes de archivos, y los presenta a
todos en una misma interfaz.
- Reemplazos/modificaciones globales. En mayor o menor medida, todos los programas
permiten «propagar» cambios a los archivos traducidos y «recuerdan» estos cambios para
traducciones futuras.
- Facilidad de corrección. Puede corregirse con el texto original a la vista, u ocultándolo
temporalmente. Las correcciones pueden incorporarse a la memoria, sea inmediatamente o al
final del proceso.
- Uso y generación de glosarios. Este es un punto muy fuerte de la traducción asistida por
ordenador. Los glosarios son «activos», es decir, pueden consultarse como un diccionario
electrónico, con mucha rapidez. Todos los programas sugieren o directamente insertan
(Wordfast y, muy especialmente, Déjà Vu) las palabras de los glosarios en el punto conveniente
de las traducciones en realización.
- Coherencia en el vocabulario. La generación y uso de glosarios y memorias permite una
mucho mayor coherencia en el vocabulario utilizado en una traducción, especialmente cuando
intervienen varios traductores.
- Gran capacidad de memoria. La mayoría de los programas pueden utilizar y gestionar
memorias que exceden el gigabyte.
Desventajas
Por más que me esfuerzo en encontrar desventajas, este capítulo será breve. Los principales
problemas que encuentro con estos sistemas están más bien en su uso y abuso, más que en
los sistemas en sí mismos.
Cuando Trados comenzó a distribuirse, hace algo más de dos décadas, hizo un buen trabajo
de márketing entre las grandes empresas y las grandes agencias de traducción, señalándoles
que ya no tendrían que gastar tiempo y dinero en traducir porciones de texto repetidas. Esto
tiene mucho sentido cuando se producen manuales en los que hay que cambiar solamente
algunos detalles por cada año o modelo, o cuando hay que traducir mil veces «Press “OK” to
continue».
Ya no tiene tanto sentido cuando las memorias de traducción se convierten en ídolos intocables
a los que cada traductor ha de rendir pleitesía. Es decir, las memorias de traducción contienen
errores, malas versiones y son --en casi todos los casos-- mejorables y, en algunos pocos
casos, totalmente desechables. El error está en considerarlas «palabra santa» que no puede
cambiarse sólo porque «la memoria ha sido aprobada». En la mayoría de los casos, la
aprobación es general, pero no puede referirse a cada uno de los elementos particulares que la
componen. Tampoco puede servir para todos los contextos. A veces un segmento en memoria
está muy bien para un contexto determinado, pero es absolutamente inútil para otro. De
manera que las memorias deben siempre considerarse herramientas mejorables, jamás
«biblias» inmodificables.
Otro problema, que puede estar o no vinculado al anterior, es la segmentación. Si bien ésta
representa una gran ayuda, y da una gran seguridad a la hora de no dejar de traducir porciones
del texto, si se la sigue mecánicamente, pueden obtenerse párrafos correctos, pero demasiado
esquemáticos, poco naturales. Lo ideal es, una vez terminada la primera fase de la traducción,
«limpiarla» y repasarla ya sin prestar atención a la segmentación. Si es necesario, se debe
combinar, suprimir o modificar el orden de las oraciones, para que el todo suene bien en el
idioma de destino. De esta forma, la «memoria» generada puede quedar ligeramente
desactualizada con respecto a la versión final de la traducción, pero ésta resulta mucho más
ágil, con mejor estilo, y más creíble. Creo que esta ventaja supera a las desventajas.
En el caso de los sistemas TAO que ofrecen traducción automática de palabras y frases
«subsegmentales», como el ensamblado de Déjà Vu, este peligro se multiplica. La traducción,
si no se está atento, puede resultar demasiado literal o rígida y en algunos casos pueden
ofrecerse soluciones inadecuadas al contexto, que el traductor, por prisa, descuido o
acostumbramiento, acepta sin más. Esto no quita, por supuesto, que —bien utilizado— el
ensamblado es una herramienta extraordinaria, que ayuda notablemente, en especial en textos
muy técnicos, aunque los segmentos mismos no estén repetidos.
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