Subido por Etienne Degreéf

Goffman E 2006 1963 Estigma

Anuncio
Estigma
L a identidad deteriorada
La
Erving G
offm an
Goffinan
Erving
Amorrortu editores
Madrid
B
u en o s A
íres - M
adrid
Aires
Buenos
Obras de Erving Goffman
Goffinan en esta biblioteca
Internados. Ensayos sobre la situación social
de los enfermos mentales
La presentación de la persona en la vida cotidiana
Biblloteca
Biblioteca de sociología
Stigma. Notes on
011 the Management
MaTlll{!ement of Spoiled ldentity,
Identity, Erving Goffman
© Prentiee-Hall,
Prentice-Hall, Inc., 1963
C
Primera edición en inglés, 1963; segunda edición, 1968
Primera edición en castellano, 1970; tercera reimpresión, 1986; cuarta
reimpresión, 1989; quinta reimpresión, 1993; sexta reimpresión, 1995;
séptima reimpresión, 1998; octava reimpresión, 2001; novena reimprereimpre­
sión, 2003; décima reimpresión, 2006
Guinsberg
Traducción, Leonor
La reproducción total o parcial de este líbro
modifilibro en forma idéntica o modifi­
cada por cualquier medio mecánico, electrónico o informático, incluyen.
incluyen­
do fotocopia, grabación, digitalización o cualquier sistema de almacenaalmacena­
miento y recuperación de información, no au\orizada
autorizada por los editorl!4-,
editores,
derechas reservados.
viola derechos
© Todos
Tbdos los derechos de la edicioo.
edición en castellano reservados por
Amorrortu editores SA,
S.A., Paraguay 1225, r
T pisopiso - C1057AAS Buenos Aires
www.amorrortueditores.com
Amorrortu editores
editares España S.L., CISan
C/San Andrés.,
Andrés; 28
26 - 28004 Madrid
Quéda
h~CJ el dep'.gi.1.6
Queda hecho
depósito que pttriéM
previene la J..y
ley il•
n" 11.723
Industria argentina. Made in Argentina
ISBN-10: 950-518-016-0
ISBN-13: 978-950-518-016-5
Goffman, Erving
Estigma:
Estigma : la ldentidad
identidad deteriorada.-!"
deteriorada.-1* ed. 10"
10* reimp.- Buenos
Aires
A ires;; Amorrortu, 2006.
176 p
p.. ; 20x12 cm.- (Bíblíoteca
(Biblioteca de sociología)
Traducción de:
de; Leonor Guinsberg
ISBN 950-518-016-0
l.
1, Procesos Sociales. l.
I. Leonor Guinsberg, trad. II. Título
Titulo
CDD303
CDD 303
Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, propro.
vincia
de Buenos Aires, en mayo de 2006.
vinciade
2006,
Tirada de esta edición: 2.000
ejemplar81!1.
2,000 ejemplares.
Prólogo
Hace ya más de una década que la literatura de psicología
psicologfa
social se ocupa intensamente del estigma, vale decir, de la
situación del individuo inbabifü:ado
inhabilitado para una plena aceptaacepta­
1
ción social,
Con el tiempo se agregaron provechosos estusocial,1
estu­
dios clínicos,~
dioicos,2 cuyos alcances y aplicación abarcaron
ab arc an » categocatego­
rías siempre nuevas de personas.3
personas.8
4
Mi
es revisar algunos trabajos
M i propósito en este ensayo
ensayo4
sobre el estigma, en especial
espedal de índole popular, para ver
set su utilidad pata
para la sociología.
sodología. Debemos emem­
cuál puede ser
prender la tarea de deslindar d
el material vinculado con el
estigma de otros hechos cercanos a él, mostrar cómo se
puede describir este material de un
wi modo económico, denden­
clarificar el vínculo
tro de un tínico
único esquema conceptual, y clarifkar
vmculo
existente entre d
el estigma y el problema de la desviaci6n.
desviación.
Esta tarea me permitirá formular y utilizar una serie espe1 Entre los más importantes se cucnWl
cuentan sod6lop
sociólogos como E. Lemert;
p1kólogos como K. Lewin, F. Heider, T. Dembo, R. Barkcr
psicólogos
Baifcer y B.
isabH ity-A PsyWrigbt. Véase especialmente B. Wright, Physicd
Ph,sksl D
Disllbilit1-A
Ps-,chology Approach (Nueva York: Harper &
te Row-,
Row, 1960), que me ha
facilitado numerosos párnúos
pan citar y referencias
merenci8S de gran utipárrafos para
uti­
==~
lidad.
2 Por ejemplo, F. Macgregor y mlsb.,
colab., Fildal
P arid lk/ormitin
Deformitíes anti
and PlllStic
Plástic
Surgery, Springfield,
Springfíeld, Illinois: Clwles
Charles C. Thomas,
Thornas, 19'3.
1933.
}3 Por ejemplo, C. Orbach, M. Bard y A. Sutherland,
De,
Sutketiand, «Feus
«Fears and De­
fensivo Adaptations to the Loss of Anal Sphincter Control», en Psy;fo5J:i:t:r~~~t~~
choandyticd Review, ~~,.,,1,
X U V , 1957, págs. 121-175. Control•, en Ps,,
4 Una primera versión resumida se publicó en The Patient and the
~~~:i~:,~t~lvr:.
!m~¿:
Mental
H ospital de M. ~.=:-..,~ir.w~
Greenblart, D. Levinson ;'
yR
R..P:fm'
Williams,
Nue­
va York: Free Press of Glenooe, 1957, págs. 507-510. Una versión
va~:: !ree~ 6o~Gr~!!7•~;;!1..~~ ~
posterior se presentó en la Madver Lecture pronundada en la
= ~.\-=.
Southern Sociological
Sodological Society,
Sodety, Louisville, Kentucky, el U
13 de abril de
~thern
1962. Para el
~ presente trabajo co1abor6
colaboró el
d c.enter
Center for the
tbe Study of
Lase and Sodety (Centro pata d Estudio d d Derechc y la Sociedad)
Universidad de California, Berkdey, con un subsidio > 1 Presidenta
~:1~!1!~~:1
Committee on Juvemie
Comminee
Juvenife Ddioquency.
Delinqoency.
7
cia1
tial de conceptos: aquellos que tienen que ver con la «in«in­
formación socialll',
social», la información que el individuo tram-trans­
mite directamente sobre sí mismo.
8
Bstimada
Estimada Señorita Corazones Solitarios:
Tengo dieciséis años y estoy desorientada; le agradecería
agradecerla
que me aconsejara. Cuando pequeña estaba.
a.costumbrada
estaba acostumbrada
a que los chicos que vivían en la cuadra se burlaran de mi
y no era tan terrible, pero
gustarla tener amigos
peto ahora
abora me gustaría
con quienes salir los s,bados
sábados a la noche como las dem&s
demás
chicas, pero ningún muchacho me va a invitar, porque aun­
aunque bailo muy _bi~,
bien, tengo una linda figura y mi padre me
compra lindos vestidos, nací sin nariz.
Me
M e siento y me observo todo el día y lloro. Tengo un gran
agujero en medio de la cara que asusta a la gente y tambren
también
a mí; por eso no puedo culpar a los muchachos de que no
quieran invitarme a salir con ellos. M
Mii madre me quiete
quiere
pero se pone a llorar de5consoladamcnte
desconsoladamente cuando me mira.
¿Qué hice yo para merecer esta terrible desgracia? Aunque
hubiera hecho algo malo, nada malo hice antes de cumplir
un año, y sin embargo na.d
n ad asf.
así. Le
L e pregunté a mi papá;
papi;
me dijo que no sabía, pero
peto que tal vez algo hice en el otro
mundo antes de nacer, o quizá me castigaron por sus ppc-e­
cados. Eso
E so no lo puedo creer porque él es un hombre muy
bueno. tDebo
¿Debo suicidarme?
m:.;
La saluda atentamente
Desesperada
Tomado de Mist
M iss Lonelyhearts,
Loaelybearts, de Nathanacl
Nathaoad West, págs.
14-15. a,.
Co­
pigs. 14-lS.
pyright © 1962 por New Directions.
Ditections. Reimpreso oon
con au1X>mld6n
autorización
de Ñcw
New Directions,
Directíons, editores,
editores.
9
l.
1. Estigma
Estigma ee identidad
identidad social
social
Los griegos, que aparentemente sabían mucho de medios
visuales, crearon el t~rmino
término esligma
estigm a para referirse a signos
corporales con los cu.ali:s
cuales se intentaba exhibir algo malo y
poco habitual en el status moral de quien los presentaba.
Los
L o s signos consistían en cortes o quemaduras en el cuerpo.
cuerpo,
y advertían que el portador era un esclavo, un criminal o
un traidor ~
a persona corrupta, ritualmente deshonra— una
deshonra*
da, a quien debía
debia evitarse, especialmente en lugares públipúbli­
cos-.
cos— . Más
M ás tarde, durante el cristianismo, se agregaron al
hada
término dos significados metafóricos: el primero lu
d a alualu­
grada div.im:,
divina, que tomaban
sión a signos corporales de la gracia
el segundo, .referenreferen­
la forma de brotes eruptivos en la piel; d
cia m~dica
médica indirecta de esta alusión religiosa, a los signos
corporales de perturbación
perturbaci6n física. En la actualidad, la pala­
palabra es ampliamente utilizada con un sentido bastante pate­
parecido
a d o al original, pero con ella se designa preferentemente
al mal en sí mismo y no -aa sus manifestadones
manifestaciones corporales.
Además, los tipos de males que despicnan
prCOCtlpación
despiertan preocupación
han cambiado. Los estudiosos, sin embargo, no se han eses­
forzado demasiado por describir las condiciones estructuraestructura­
les previas del estigma, ni tampoco por proporcionar una
defínidón del concepto en sr.
sí. Parece necesario, por consiconsi­
definición
su­
guiente, tratar de delinear en primer término algunos su•
puestos y definiciones muy generales.
Concepciones preliminares
La
L a sociedad
sodedad establece los medios para categotizar
categorizar a las
personas y el complemento de atributos que se perciben
como corrientes y naturales en los miembros de cada una
11
de esas cate;orlas.
categorías. El merlio
me^ío social
soci:\l establece las categorías
encontrar, El intercambio
de personas que en él se pueden encontrar.
trasocial rutinario en medios preestablecidos nos permite tra­
tar con «otros•
«otros» previstos sin necesidad de dedicarles una
atención o reflexión especial. Por consiguiente, es probable
que al encontramos frente a un extraño las primeras apa•
apa­
riendas
riencias nos permitan prever en qué categorfa
categoría se halla y
social,i,
«identidad
su
decir,
es
cuáles son sus atributos,
social»
-para
— para utilizar un ténnino
término más adecuado que d de «status
social», ya que en él se incluyen atributos personales, como
«ocu«honestidad», y atributos estructurales, como la «ocu­
la «honestidad-.,
pación»— .
pación»--,
Apoyándonos en estas anticipaciones, las transformamos en
preexpectativas normativas, en demandas rigurosamente pre­
sentadas.
Por lo general, no somos conscientes de haber formulado esas
surge un
demandas ni tampoco de su contenido hasta que sur¡e
interrogante de indole
índole práctica: ¿serán satisfechas de
ae alal­
gún modo? Es
E s entonces probablemente cuando advertimos
su­
que hemos estado concibiendo sin cesar determinados supuestos sobre el individuo que tenemos ante nosotros. Por
denolas podría deno­
las demandas que formulamos se las
lo tanto, a les
esenminar con mayor propiedad demandas enunciadas .cen
«en esen­
condeberla con­
cia», y el cadcter
carácter que :atribuimos
atribuimos al individuo debería
ttsiderarse como una im.putaci6n
imputación hecha con una mirada re­
escnciu,
-una
trospectiva en potencia —
una caracterización «en esencia»,
troapectiva
virtual— . La categoría y los atributos
una identidad social virtual-.
Je pertenecen, se
que, de hecho, según puede demostrarse, le
denominarán su identidad social real.
red.
de­
Mientras el extraño está presente ante nosotros puede devudve diferente
mostrar ser dueño de un atributo que lo vuelve
categorfa de personas a
dentro de la categoría
de los demás ((dentro
a la que
él tiene acceso) y lo convierte en alguien menos apetecible
mal— en casos extremos, en una persona casi enteramente mal­
~n
vada, peligrosa o débil-.
débil— . De ese modo, dejamos de verlo
reducido aa un ser
como una persona total y corriente para reducirlo
inficionado y menospreciado. Un atributo de esa naturaleza
es un estigma, en especial cuando él produce en los demás, a
tammodo de efecto, un descrédito amplio; a veces recibe tam­
constitubién el nombre de defecto, falla o desventaja. Esto constitu­
virtual
social
ye una discrepancia especial entre la identidad
12
y la real. Es
E s necesario señalar que existen otras discrepandiscrepan­
cias entre estos dos tipos de identidades socíales;
sociales; por ejemejem­
plo, la que nos mueve a reclasificar a un individuo ubicado
previamente en una categoría sociahnente
socialmente prevista, para coco­
locarlo en otr&
otra categorf&
categoría diferente aunque igualmente prepre­
vista, o bien la que nos mueve a mejorar nuestra estimación
del individuQ.
individuo. Debe advertirse también que no todos Jos
los
discusión, sino únicamen­
únicamenatributos indeseables son tema de disrusi6n,
te aquellos que son incongruentes con nuestro estereotipo
acerca de cómo debe ser determinada especie de individuos.
El
E l término estigma seri
será utilizado, pues, para hacer referenreferen­
cia a un atributo profundamente desacreditador; pero lo que
en realidad se necesita es un lenguaje de relaciones, no de
atributos. Un atributo que estigmatiza a un tipo de posee•
posee*
dor puede confirmar la normalidad de otro y.
y, por consiconsi­
guiente, no es ni honroso ni ignominioso en sí mismo. En
Estados Unidos, por ejemplo, hay empleos donde las perso­
persodisimu­
nas sin preparación universitaria se ven obligadas a disimular esta carencia, mientras en otros países los pocos indiviindivi­
la poseen deben mantenerla en secreto, por miemie­
duos que Ja
do a que se los señale como fracasados o marginales. AnaiAná­
logamente, a un muchacho de dase
clase media no le produce
nin¡?Ún
ningún remordimiento que fo
lo vean camino a una biblioteca
pública; sin·
sin' embargo, un criminal profesional escribe Jo
lo
siguiente:
Recuerdo que en el pasado y en más de una ocasión, por
ejemplo, al dirigirme a una biblioteca pública cercana al
lugar donde vivía, miraba por encima del hombro un par
de veces antes de entrar, solo para tener la seguridad de
1
que ninguno de mis conocidos anduviera por allí y me viese.
viese.1
Del mismo modo, un individuo que desea pelear por su
patria puede ocultar un defecto físico, por temor a que su
p"retendido status físico se vea desacreditado; úempo
pretendido
tiempo desdes­
pués, el mismo individuo, amargado y con deseos de evaeva­
dirse del ejército, puede lograr que lo admitan en el hospital
militar, donde el descubrimiento de que no posee en reali­
reali1 T. Parko:-r
His ContJictio,,s,
Parker yj R. AUmon,
Alimón, The CoUNRI
Couragf oJ
of Hit
Convictions, LonLon­
dres: Hutchinson & Co., 1962, pág. 109.
13
dad úna
oprobio.311
una enfermedad aguda puede hundirlo en el oprobio.2
Un estigma es, pues, realmente, una clase especial de relarela­
ci6n
ción entre atributo y estereotipo. Sin embargo, propongo
modificar este concepto, en parte
pute porque existen importan­
importantes atributos que resultan desacreditadores en casi toda
nuestra sociedad.
El
sin6nimos ocultan una doble pers­
pen·
£1 término estigma y sus sinónimos
pectiva: el indi~iduo
individuo estigmatizado.
estigmatizado, ¿supone que su calidad
de diferente ya es conocida o resulta evidente en el acto, oo
que, por el contrario, esta no es conocida por quienes lo
rodean ni inmediatamente perceptible para ellos? Eri
d priEn el
pri­
mer caso estamos frente a la situación del desacreditado, en
el segundo frente a la del desacred
Jesacreditabk.
difeitare. Esta es una dife­
rencia importante, aunque es probable que un individuo
estigmatizado en particular haya experimentado ambas si­
situaciones. Comenzaré con la situación del desacreditado para
continuar con la del desacreditable,
siemdesacreditare, pero sin establecer siem­
pre una separaci6n
separación entre ambos.
Se pueden mencionar tres tipos de estigmas, notoriamente
diferentes. En primer lugar, las abominaciones del cuerpo
-las
físicas-.. Luego, los defectos
—las distintas deformidades físicas—
del carácter del individuo que se perciben como falte
falta de
voluntad, pasiones tiránicas o antinaturales, creencias rígirígi­
das y falsas, deshonestidad. Todos ellos se infieren de cono­
conocidos informes sobre, por ejemplo, perturbaciones mentales,
reclusiones, adicciones a las drogas, alcoholismo, homosexua­
homosexua•
lidad, desempleo, intentos de suicidio y conductas políticas
extremistas. Por último, existen los estigmas tribales de la
raza, la nación y la religi6n,
religión, susceptibles de ser transmitidos
por herencia y contaminar por igual a todos los miembros de
8
familia.* Sin embargo, en todos estos diversos ejemplos
una familia.
de estigma, incluyendo aquellos que tenían en cuenta los
2 En relación con esto v~1e
de M. Mdtzer,
Meltzer, «Countervíase el
d artkulo_
artfculo.de
manipulstíon thruugh Malingeting», en el libro editado por A. Bid=~~l~tíjf.
~t~:11 e~/of lih:,,,;:~f%aJ:,
~;!i~
Zitnmer, ~!l
Then~~:ui
Manipularon
Human Behavior, Nueva
derman y H. ~~::~,
York: John Wiley
Wíley &:
4c Sons, 1961, págs. 277-304.
J3 En la historia moderna, especialmente en Gran füetaña,
Bretaña, el status
de clase
pe.
dase baja funcionaba romo
como un importante estigma tribal: los pe­
cados de los padres, o al menos su ambiente, eran pagados por d
el ni­
ni•
i'io
social
ño si
sí este crecía inadecuadamente por encima de su condición sodal
clase es, naturalmente, un tema
inicial.
¡nidal. El manejo del es!Ígma
estigma de dase
novda inslesa.
inglesa.
central en la novela
14
griegos, se encuentran los mismos rasgos sociol6gkos:
sociológicos: un
individuo que podía haber sido fácilmente aceptado en un
intercambio social corriente posee un rasgo que puede unim­
ponerse por la fuerza a nuestra atención
atendón y que nos lleva a
alejarnos
alejamos de él cuando lo encontramos, anu1ando
anulando el Dairutdo
llamado
que nos hacen sus restantes atn"butos.
atributos. Posee un estigma,
habíamos previsto. Daré
una indeseable diferencia que no habiamos
el nombre de nonnale~
norm ales a todos aquellos que no se apartan
negativamente de las expectativas particulares que están en
discusión.
Son
San bien conocidas
conoddas las actitudes que nosotros, los normanorma­
les, adoptamos hada
hacia una persona que posee un estigma, y
las medidas que tomamos respecto de ella, ya que son precisamente
dsamente estas respuestas las que la benevolente acción
acdón
social intenta suavizar y mejorar. Creemos, por de6nid6n,
definidón,
desde luego, que la -persona que tiene un estigma no es
totalmente humana. Valiéndonos de este supuesto practicapractica­
mos diversos tipos de discri.minaci6n,
discriminación, mediante la cual rere­
ducimos en la práctica, aunque a menudo sin pensarlo, sus
posibilidades de vida. Construimos una teoría del estigma,
una ideología para explicar su inferioridad y dar cuenta del
peligro que representa
reJ?rcsenta esa persona,
petsona, racionalizando a.a veces
una animosidad que se basa en otras diferencias, como, por
4
ejemplo, la de clase social.
social."4
5 En nuestro discurso cotidiano
utilizamos como fuente de metáforas e imágenes términos
específicamente referidos al estigma, tales como inválido,
bastardo y t11rado,
tarado, sin acordamos, por lo general, de su
significado real.®
teal.'1 Basúdonos
Basándonos en el defecto original, tenten­
demos a atribuirle un elevado número de imperfecciones
imperfecciones®4
y, al
a! mismo tiempo, algunos atributos deseables, pero no
deseados por el interesado, a menudo de índole sobrenatu•
sobrenatu­
4 D. Riesman, «Some Observations
Observadora Conceming Marginality», en
Pbílon, segundo trimestre, 1951, pá11,
Philon,
pág. 122.
5 En un artículo de próxima aparici6n,
aparición, T. J.
J . Scheff presenta el 0190
caso
con relacioo.
relación a los enfermos ml',r1tales.
mentales.
6
v&se E. Henrich y L. Kricgd,
ó Con referencia al ciego, véase
Kriegel, cds.
eds.
EJtperiments in Survioal,
Experiments
Sttrvw d, Nueva York: Association for the Aid of
Crippled Cfúldren
Asociación p~r•
Children ((Asociación
pira la Ayuda de los Niños Invllli•
Inváli­
dos), 1961,
H11oe a Cold
19ól, p'8s.
págs. 152 y 186:
186; y H. ChevijlDY,
Chevigny, My Eyes Have
Coid
Nose, New Haven, CoM,:
Conn.: Yate
Yíle University
Univernty Press, en i:ústica,
rústica, 1962.
pág. 201.
15
ral, como, por ejemplo, el
pettepci6n
d «sexto sentido», o la percepción
de la naturaleza interior d~
cosas: 1
de las cosas:7
vacilan en tocar o guiar a los ciegos, mientras que
Algunos vac:ilan
otros generalizan la deficiencia advertida como incapacidad
total, gritándoles a los ciegos como si fueran sordos o in­
intentando ayudarlos a incorporarse como si fueran inválidos.
núQuienes se enfrentan con ciegos pueden tener un gran nú­
mero de creencias aferradas al estereotipo. Pueden pensar,
por ejemplo, que están sujetos a un tipo
cipo único de discerni­
discernimiento, suponiendo que el individuo ciego utiliza canales
especiales de información, inaccesibles a Tos
los dcmis.
demás.889
Además, podemos percibir su respuesta defensiva a esta
situaci6n
consi•
situación como una expresi6n
expresión directa de su defecto, y consi­
derat
derar entonces que tanto el defecto como la respuesta son
el justo castigo de algo que é!,
é), sus padres o su tribu ban
han
hecho, y que justifica, JlOr
por lo tanto, la manera como lo
tratamos.'
tratamos.®
Dejemos ahora al individuo normal y ocupémonos de la
fa per­
persona con respecto a la cual este resulta normal. Por lo ge­
general, parece cierto que los miembros de una categoría soso­
cial
opini6n que, se­
sed a ! sustentan sólidamente un modelo de opinión
gún su parecer y el de otros sujetos, no les es directamente
aplic&ble.
negocios puede exigir una
aplicable. Ast,
Así, un hombre de negodos
conducta femenina de las mujeres o una conducta ascética
los monjes y no eoncebirse
concebirse a sí
de Jos
si mismo como alguien que
debe llevar a cabo cualquiera de estos dos estilos de conduc­
conducsúnta. La diferencia está entre llevar a cabo una norma, y sim­
plemente sustentarla. El problema del estigma no surge aquí
solo donde existe una expectativa difundida de que
sino tan soto
quienes pertenecen a una categoría dada deben no solo
apoyar una norma particular sino también llevarla a cabo.
También es posible que un individuo no consiga vivir de
7 Con las palabras de una mujer ciega: «Me llamaron para avalar un
perfume, piesumiblemcnte
oJfa.
presumiblemente porque siendo ciega mi sentido del d
ía ­
to
(con N. Lobsen2),
F11nte en
era sul)fflti&Criminatiw..
stmerdiscrinúnattva». Véase T. Keitlen
Keiden (coa
Lobsenz), Farewell
pfg. 10.
well to Fear,
rta r, Nueva Yock:
York: Avon.
Avon, 1962, pég.
8 A. G. Gowman,
Ameriam Socid
Social Structmre,
Str11Ctllre,
Gorman, T«
Tbe Wa
War Blilld
Biind in American
Nncva
the Blind, 19.57,
~- 198.
Nueva York: American Foundati.on
Foundation for tbe
1957, pág.
9 Para ejemplos, véase Macgregor
o¡,. cií.,
cit., ¡,arsim.
Matgregor y colab., op.
patsim .
16
acuerdo con lo qae
que dectlvamente
efectivamente exigimos de él, y a pc!W"
pesar
de ello
d io permanezca relativamente indiferente a su fracaso;
alienación, protegido por creencias propias
aislado por su alienaci6n,
sobre su identidad.
identidad, siente
siénte que es un ser humano perfectamente mllduro
maduro y normal, y que, por d
el contrario, nosotros
no somos del
d d todo humanos. Lleva un estigma.
estigma, pero no
parece .impresionado
posioiliimpresionado ni compungido por ello.
d io . Esta posibili­
dad es celebrada en relatos ejemplares sobre los tnenonitas,
menonitas,
los gitanos, los picaros
pícaros desvergonzados y los judíos muy
ortodoxos.
Con todo, actualmente en Estados Unidos los códigos de
honor separados parecen encontrarse en decadencia. El
E l inin­
dwiduo
dividuo estigmatizado tiende a sostener las mismas creencreen­
fun­
cias sobre la identidad que nosotros; este es un hecho fun.
damental. La
L a sensación de ser una «persona normal•,
normal», un
ser humano como cualquier otro, un individuo que, por ron·
con­
siguiente, merece una oportunidad justa para iniciarse en
alguna actividad, puede ser uno de sus más profundos sensen­
10 (En realidad, cualquiera
timientos acerca de su identidad.
(E n
identidad.10
sea su manera de expresarlos,
redamos se basan, no en
expresarlas, sus reclamos
lo que él piensa q1.1e
que se merece todo el mundo, sino solamensolamen­
te aqudlos
aquellos que pertenecen a una selecta categoría social,
dentro de la cual, sin duda, él encaja; por ejemplo, toda
profesi6n, etc.) C.On
persona de su misma edad, sezo,
sexo, profesión,
Con
todo, es posible que perciba, por lo general con bastante
corrección, que cualesquiera que sean las declaraciones de
los otros, estos no lo «aceptan» realmente ni están dispuestos
él en «igualdad de condíci~
condicio­
a establecer un contacto con 61
11 Además, las pautas que ha incorporado de la sacie•
nes11-.
nes».11
socie­
«ser humano normal»
origen en
10 La nodón
noción de «2t
normal• puede tener su ori¡en
el enfoque médico de la humanidad o en la tendencia de las ozp•
orga­
n.izaciones
nizaciones blltO(:ritiCJIB
burocráticas de ~ll
gran esc:ala,
escala, tales como el estado nacionado-
nal, a traw
tratar a todos los miembros, en denos aspectos, a,mo
como iguales.
Cualquiera que sea su oriptl,
origen, parece suministrar la imq:incrfa
imaginería Malea
básica
•a travá
través de la cual los legos crean aen,eralm.ente
generalmente una concepción de
sí mismos. Es interesante señalar que parece haber surgido una con­
~en~=~
vención
en la literatura popular &eJ'i!~o:tfco
de tipo biográfico en la que una
persona dudosa prodama
como
proclama su derecho a la normalidad dtando tomo
prueba el hecho de tener una aposa
esposa e hijos y, curiosamente, dec1.decla­
rando que ha pasado con ellos
Acción de
dios los dfas
dias de Navidad y de Acdón
Gracias.
11 Parker y Allcrton,
Allerton, op.
cp. dt,,
d t„ págs.
pigs. 110.111,
110-111, presentan la opini611
opinión
de un criminal sobre este rechazo.
fa t::O:tei!,:J::
17
~
=:
dad más amplia lo habilitan para mantenerse íntimamente
alerta frente a lo que los demás consideran como su defecto,
hecho que lo lleva de modo inevitable, aunque solo sea eses­
porádicamente, a aceptar que,
qué, por cierto, 'está muy lejos de
ser como en realidad debería. La vergüenza se convierte en
una posibilidad central, que se origfua
origina cuando el individuo
percibe uno de sus atributos como una posesión impura de
la que f~lmente
puede
imaginarse
exento.
fácilmente
Es
E s probable que la presencia inmediata de los normales re•
re­
fuerce esta disociaci6n
disociación entre las autodemandas y el yo, pero,
de hecho, el individuo tambiin
también puede llegar q_3 odiarse y
denigrarse a sí mismo cuando está solo frente a un espejo:
espejo;
Cuando por fin me levanté ( ..•
. . . )) y aprend(
aprendí a caminar nuc•
nue­
hacia
dirigí hada
vamente, tomé un día un espejo de mano y me dirigf
un espejo más grande para observarme; fui solo. No
N o queque­
verría que nadie ( .••.
. . )) se enterara de cómo me sentía al ver­
me por primera vez. Pero no hubo ningún ruido, ningún
alboroto; al contemplarme, no grité de rabia. Me sentía
simplemente paralizado. Yo
podit1 ser esa persona zclk..
Y o no podía
refle­
jada en el espejo. En mi interior me senda
sentía una persona
saludable, corriente y afortunada; ¡oh.
¡oh, no como la del espt·
espe­
hacia el espejo, eran mis
jo! Pero cuando volví mi rostro bada
propios ojos los que me miraban ardientes de vergüenza
( .•..
. . )) como no lloré ni emití el menor sonido, me resultó
imposible hablar de esto con alguien,
alguien; a partir de entonces
la
Ja confusión y el pánico provocados por mi descubrimiento
quedaron encerrados en mí, e iba a tener que enfrentarlos
12
solo durante mucho tiempo.
tiempo.1
13
2
Una y otra vez olvidé lo que había visto en el espejo. Aque,
Aque­
llo no podía penetrar dentro de mi mente y convertirse en
Yo
parte integral de mi persona. Y
o me senúa
sentía como si eso no
tuviera nada que ver conmigo; era tan solo un disfraz.
Pero no era el tipo de disfrat
disfraz que se pone una persona
y con el cual intenta confundir a los demé
voluntariamente y
demás
respecto de su identidad. Como en los cuentos de hadas,
me habían puesto el disfraz sin mi aprobación ni mi conociconoci­
miento, y era yo mismo quien resultaba confundido respecto
12 K. B. Hath•way,
Lodtsmilb,
Hathaway, Th,T b t l.ittk
U ltle Loekm
itb. Nueva York: Caward·
CowardMcCaM,
pq. 41, en Wrigbt, op,
.• p4¡,
McCann, 194),
1943, pág.
op. cit
c it,
pife. 1'7.
IV .
18
de mi
mí propia identidad. Me miraba en el espejo y me sobxesobre­
cogía de horror
hon or al no ieconocerme.
reconocerme. En el
d lugar donde me
encontraba.
encontraba, con ese persistente júbilo romántico que había
·en
mi, como si fuera una persona favorecida
en mí,
favorecida: por la suerte
para quien todo era posible, veía
extraño, una figura
vele a un enraño,
pequeña, lastimosa, deforme y un rostro que se llenaba de
dolor y sonrojaba de vergüenza cuando clavaba la
Ja vista en
S.
¿1. Era
E ra solo un disfraz, pero lo llevaría puesto etenwnente.
eternamente.
Allí estaba, alli
allí estaba, era verdadero. Cada uno de estos
encuentros era como un golpe e.o
en la cabeza. Siempre me efe..
de­
jaba aturdido, mudo e insensible, hasta que lenta y tet•
ter­
cemente
camente volvía a in\l'adirme
invadirme mi persistente y robusta iluilu­
sión de bieneswbienestar y bella.e
belleza personal; olvidaba la irrelevante
18
realidad y estaba desprovisto y '9Ulnerable
vulnerable otra vez.
vez.1*
Podemos ya señalar el rasgo central que caracteriza la situa•
situa­
ci6n
lo
ción vital del individuo estigmatizado. Está referido a lo
que a menudo, aunque vagamente, se denomina «acepta«acepta­
ción». Las petsonas
personas que tienen trato con él
¿1 no logran brin­
brindarle el iespeto
respeto y la consideración que los aspectos no concon­
taminados de su identidad social habían
habían. hecho prever y que
él
¿I habla previsto recibir; se hace eco del rechazo
reaiazo cuando
descubre que algunos de sus atributos lo justifica.
tDe
¿D e qué modo la persona estigmatb::ada
estigmatizada responde a esta
situaci6n?
situación? En ciertos casos, le será posible intentar cottegu
corregir
directamente lo que eonsidera
considera el fundarncnto
fundamento objetivo de su
deficiencia; es el caso de la persona físicamente deformada
que se somete a 1a
la cirugía plástica, del ciego que
qoc recurre al
dd analfabeto que .intenta
tratamiento ocuJar.
ocular, del
intenta una educación
educaci6n
reparadora, del homosexual que ingresa en psicoterapia.
psiooterapia.
{Cuando dicha reparación es posible, a menudo el resulta­
resultado consiste, no en la adquisición de un status plenamente
normal, sino en la transformación del yo: alguien que tenía
D ifrM.,
Ibltl.• ~
pagS- -46-47.
4647. Pan
F U * tratamien1111
tratamientos penles
generales de los sentimiensentimien­
de autoaversión, véase K. Levin, Rcsolving Socid Cottflicis, par­
:'tetos1W.
II I. ~~:~·
Nueva York: Haiper ~.~::t·1.~~•J::
& Row, 1948; A. Kardíocr y L. Oveaey,
Ps,cbosociJ StuJy
ley, Tbt
The Mai
Mark o/
of Opprt1sion:
Oppression: A Ptychosocid
Study of tbt
the Amm•
Ameri­
CM
Ntgyo, Nuev1
can Negro,
Nueva York: W. V/.
W. Norton & C.Ompany,
Cnmpany, 19.5'1:
1951; y E. H.
Erikson, Cbildhood
Cbiidbood _,,¡
and Sodtf1,
Socícty, Nueva York: W. W. Nortoa.
Norton &
Compu.y,
Company, 1950 {lt1/"'""
(Infancia y s«kud,
sociedad, Buenos .A.imi:
Aires: Plidós,
Paidós, 2a. ed.,
ed..
1966).
19
un defecto partícula»
panicolal' se convierte en alguien que cuenta CD
en
su habet
haber con el
partid record de haber corregido un defecto partí*
a ila r .) Aquí debe mencionarse la tendencia a la «victimiza•
«victim ó»,
cular.}
ci6ni.,
ción», resultante del peligro que para la persona estigtnatf.
estigtnati*
zacla
r:qanos de servidores fraudulentos que
zada significa caer en manos
le venden los medios pata
p ata corregir la elocuci6n,
elocución, aclarar el
color de la piel, estirar el cuerpo, devolver la juventud
((como
como el caso del tratamiento a base de yema de huevo
fertilizado)•
fertilizado), curar mediante la fe y obtener aplomo en la
conversaci6n.
conversación. Ya
Y a sea que se trate de una técnica práctica
o de un fraude, la pesquisa, a menudo secreta, que da por
resultado, revela hasta qué extremos están dispuestas a llelle­
gar las personas estigmatizadas y, por consiguiente, lo dolodolo­
roso de la situaci6n
situación que las conduce a tales extremos. Se
puede citar un ejemplo:
La señorita Peck
pioPeek [una asistente social de Nueva York, pío*
nera
□era en los trabajos referentes a personas con dificultádes
dificultades
auditivas] decía que en los primeros tiempos los curanderos
y charlatanes que querían enriquecerse r'i,idamcnte
rápidamente veían eo
en
la Liga [[para
para los dtttos
duros de ofdo]
oído] un fructífero campo de
promoción ele
de cascos .ma&nétlcos,
magnéticos, milagromilagro­
caza, ideal pata la promoci6n
sas máquinas vibratorias, tímpanos
tfmpanos artificiales, sopladores,
masajeadores, aceites mágicos, bálsamos y otros
inhaladores, niasajcadorcs,
curalotodos garantizados a prueba de incendios, positivos
y permanentes para sorderas incurables. Los anuncios de
tales farsas (hasta alrededor de la década de 1920, en que
la Asocieci6n
Asociación M~ca
Médica Norteamericana puso en marcha una
campaña de investigación) acosaban desde las ~ s de
los peri6dicos,
periódicos, incluso de publicaciones prestigiosas, a quiequie­
nes tenían dificultades de audici6n.u
audición.14*
E l individuo estigmatizado puede también intentar corregir
El
condición en forma indirecta, dedicando un enorme es•
es­
su condici6n
fuerzo personal al
ai manejo de áreas de actividad que por
razones
físicas' o incidentales se consideran, por lo comón,
común,
tazones físicas
inaccesibles para quien posea su defecto. Esto aparece ejernejem­
plificado en el lisiado que aprende o re-aprende a nadar, aa
~:,~: pt1t.dv!:P~b:::1it ~:i:cn!;:kh~c,;!::?.nT::
14 F. W sifidd, Keep U stenini, Nueva York: The Viking Press,
1977, pág. 76. Véase también H. von Hentíg, The Criminal and hit
Vietim, New Havm,
Haven, Coon.:
Comí.: Yale University Pres5,
Press, 1948, pq.
pág. 101.
Victim,
20
cabalgar, a jugar al tenis
teDis o a pilotear un avión, o en el
ciego que se convierte en un experto
esperto esquiador o escalador
16 E l aprendizaje distorsionado se puede aso­
de montañas.
montañas.15
El
asociar, desde luego, con la ejecución distorsionada de lo que
se aprende:
aprende; tal el caso de un individuo confioado
confinado a una si.
si­
na
lla de ruedas que se las ingenia para bailar con una mucha.
mucha­
cha en un salón recurriendo a cierto tipo de mímica de la
16 Por
danza.16
Pe» último, la persona que presenta una diferencia
danza.
boc:homosa puede romper con lo que se denomina realidad
bochornosa
e intentar obstinadalllente
obstinadamente emplear una interpretaci6n
interpretación no
convencional acerca del carácter de su identidad social.
Es
E s probable que el individuo estigmatmdo
estigmatizado utilice su eses­
secundarios», como una
tigma para obtener «beneficios secundatios.,
excusa
excasa por la falta de éxito que padece a causa de otras
razones:
Durante muchos años la cicatriz, el labio leporino o la nariz
deforme fueron considerados como una desventaja, y su
importmcia
importancia en la adaptaci6n
adaptación social y emocional aban:a
abarca in•
in­
E s el «gancho» en el aial
cual el
d paciente
conscientemente todo. Es
insatisfaccio­
ha colgado todas las inadecuaciones, todas las insatisfaccio.
nes, todas las demoras y todos los deberes desagradables
de la vida social, y del cual ha terminado por depender ud•
uti­
!izándolo
lizándolo no solo como un medio razonable para evadirse:
evadirse
de la competencia sino como una forma
fotma de protegerse de
la responsabilidad social.
Cuando la cirugía elimina este factor, el paciente pierde
la protección emocional más o menos aceptable que le ofre.
ofre­
da,
cía, y no tarda en descubrir, con sorpresa y desaliento, que
la
k vida no es solo un suave navegar, indu!lo
incluso para aquellos
«corrientes», sin mácula. N
o está prepara­
que tienen caras «attrientes•,
No
prepara·
situación sin la ayuda de una «des•
«des­
do para enfrentar esta situaci6n
ventaja», y puede rccurrit
recurrir a la
k protección
ventaja•,
protecci6n de kws pautas de
coaducta
conducta menos sencillas, aunque similares, propias de la
neurastenia, la
k histeria de conversi6n,
conversión, la
k hipocondría o los
ncwasteoia,
estados agudos de ansiedad.
lT
ansiedad.17
1,
págs. 117-129 y capítulo 14, p4gs.
17 ICeitlen,
Keitlen, op. di.,
eit., ~ftUlo
capítulo t2,
12, ptfgs.
págs.
137-149. Véase
Víase tambi.m
también Cltevi¡ny,
Chevigny, op. di.,
« f ., P'aspágs. 85-86.
8586.
137•149.
16 Henrich
pfg. 49.
Hentich y Kriqel,
Kriegsl, op. cit., p£g.
17 W. Y. Baker y L. H. Smith, «Facial Disfi¡utemcnt
Disíigutement and Personality», en Journal
tbe American
edical Assoctaíion,
C X II, 1939,
Iit,>,
Jor1r,rlll of the
Aw.erka,r M
Medical
Altociation, CXII,
21
También puede pensar que las desgracias
desgradas que ha sufrido
son una secreta bendición, especialmente por aquello tan
difundido de que d
el sufrimiento deja enseñanzas sobre la
vida y las personas:
Pero ahora, lejos ya de la experiencia del hospital, puedo
evaluar lo que aprendí [[escribe
escribe una madre postrada perma­
pennaPorque no era solamente
nentemente por la poliomielitis]. Poique
sufrir: también era aprender por medio del sufrimiento. Sé
~
que mi conocimiento de la gente aumentó y se profundizó,
que quienes me rodean pueden contar para sus problemas
con toda mi mente, mi corazón y mi atención. Ero
Eso no hu­
hubiera podido aprenderlo corriendo en una cancha de tenis.1®
tenis.18
Análogamente, puede llegar a una nueva evaluación de las
limitaciones de los normales, tal como lo sugiere un escle­
escler6tico
rótico múltiple:
Tanto las mentes como los cuerpos sanos pueden sufrir
su&ir de
invalidez. El
~normal»
E l hecho de que la gente «norm
al» pueda momo­
verse, ver y oír no significa que realmente vean y oigan.
cosass que deterioran su
so
Pueden estar muy ciegos ante las «isa
felicidad, muy sordos ante el pedido de afecto de los de­
demás; cuando pienso
p e n só en ellos
d io s no ine
me siento ni más inválido
miis;
ni más incapacitado. Tal vez pueda,
pueda. en cierta medida, abrir­
abrirles los ojos a las bellezas que nos rodean: un cálido apretón
de manos, una voz ansiosa de consuelo, una brisa primave­
primaveral, una m6sica,
Esta
música, un saludo amistoso. E
sta gente me importa,
19
y me agrada sentir que puedo hacer algo por d
ellos.
io s.19
Y un escritor ciego:
Y
Eso
E so llevaría inmediawnente
inmediatamente a la idea de que existe una
gran cantidad de acontecimientos que pueden reducir del
placer de vivir de modo mucho más efectivo que 1a
la ceguera;
adoptar esta manera de pensar puede ser enteramente sana.
Desde este punto
de
vista
podemos
percibir,
por
ejemplo,
ponto
p,íg
colab., op. cit.,
dt., pág.
r,'3. '7
el ejemplo
eje¡pplo
píí?.• .303.
303. Macgregor
Macgregot y oolab.,
37 y sip.,
sigs., dan d
de un bomb:-e
pan nariz toja.
roja.
homb.-e que usaba de mwetil1a
muletilla su gran
18 Henridi
di., pág.
pig. 19.
Henridb y Kriegel, op. cit.,
19 lbítl.,
m i ., pig.
pág. ,,.
35.
22
que una deficiencia como la incapacidad de aceptar el amor
atnor
humano, que, de hecho, disminuye el placer de vivir casi al
punto de hacerlo desaparecer, es una tragedia mucho más
grave que la ceguera. Pero, por lo get1eral,
general, quien padece de
un mal así ni siquiera lo advierte, y no puede, en consecuen­
consecuencia, sentir compasión por si
sí mismo.•
mismo.20
Y un invilido:
inválido:
A
muA medida que la vida continuaba, aprendí que existen mu­
chísimos tipos diferentes de desventajas, no solo físicas, y
chfsimos
empecé a darme cuenta de que las palabras de la niña inváli­
inváli•
da del párrafo anterior [palabras de amargura] también popo­
drían haber sido dichas por jóvenes
j6venes mujeres que nunca
necesitaron muletas, mujeres que se sienten inferiores y
diferentes por su fealdad, su incapacidad para tener hijos,
su impotencia para relacionarse con la gente y muchos otros
21
motivos.
motivos.21
Las
estigmatiL as reacciones de las personas normales y de las estigmati­
zadas que hasta aquí hemos considerado son aquellas que
pueden aparecer durante periodos
períodos de tiempo prolongados y
cuando no existe entre ellas un contacto corriente.22
corriente.22 Este
Este
libro,
probleJibro, sin embargo, se interesa específicamente por el proble­
m ixtos», o sea en los momentos en
ma de los «contactos mixtos»,
que estigmatizados y normales se hallan en una misma «si­
«si.
tuación social», vale decir, cuando existe una presencia físi­
tuad.6n
físic;a
conca inmediata de ambos, ya sea en el transcurso de una con­
venación
reuni6n inversación o en la simple copresencia
copresenda de una reunión
in­
formal.
La misma previsi6n
naturalmen•
previsión de tales contactos puede, naturalmen­
te, llevar a normales y estigmatizados a organizar su vida
de modo tal de evitarlos. Es probable que esto tenga conseconse,
cuencias
él
cuenrias mucho mayores para el estigmatizado, por ser él
quien, por lo general, debe realizar el mayor esfuerzo de
adaptadón:
adaptaci6n:
20 Chev.ígny,
Chevigny, op. cit., pág.
píg. 1.54.
154.
21 F. Carling, And Yet We Are Hu,nan,
Chatto & Windus,
Hu>>ian, Londres: Chatio
1962, págs.
pígs. 23-24.
22 Para una resefut
Naturt of Prejudice,
Preiudice,
reseña véase G.
G, W. Allport,
Allpcrt, The Hature
Nueva York: Anchor Books, 1958
dtl prejuicio,
p,,;11icfo, Bue­
Buc1938 (Lo
{La ,ut,naleu
naturaleza del
oos
nos Aires,
Aíres, Eudeba, 1962.)
2.3
a i desfiguración [la amputación de la porción dis­
Antes de sn
distal de su nariz] la señora Dover,
Dovcr, que vivía
vivfa con una de sus
dos hijas asadas,
casadas, era una mujer independiente, cálida y
amistosa, a quien le gustaba viajar, salir de compras y visitar
a sus numerosos familiares. Su desfiguración, sin embargo,
provocó una definida alteración de su modo de vida. D
Duu­
rante los dos o tres primeros años rara vez salía
sal(a de la casa
de su hija, y prefería permanecer en su habitación o sentarse
-dijo-;; no
en el patio trasero. «Estaba desconsolada —dijo—
quedaban horizontes en mi vida».23
vida».23
Carente de la saludable realimentación (feed-back)
( feed-back) del in­
intercambio social cotidiano con los demás, la persona que se
aísla puede volverse desconfiada, depresiva, hostil, ansiosa
y aturdida. Podemos citar la interpretación de Sullivan:
Werioridad significa que uno no
Tener conciencia de la inferioridad
puede dejar de formularse conscientemente cierto sentimien•
sentimien­
to crónico del peor tipo de inseguridad, y eso trae como
con•
consecuencia ansiedad y, tal vez, algo aún más grave, si con­
$.ideramos
sideramos que los celos son realmente más graves que la
ansiedad. El temor a que los demás puedan faltarle el res­
respeto a una persona por algo que esta exhibe significa que se
sentirá siempre insegura en su contacto con otra gente; y
esta inseguridad proviene no de fuentes misteriosas y en
sucwe con la mayor parte
cierta medida desconocidas, como sucede
de nuestra ansiedad, sino de algo que ese individuo sabe que
defi­
no puede arreglar. Ahora bien, esto representa una defi.
ciencia casi fatal en el sistema del yo, ya que este no
.no puede
ocultar ni excluir una formulación definida: «Soy inferior.
Por lo tanto, la gente me tendrá aversión y yo no me sen•
sen­
tité
tiré seguro con ellos».u
d io s» .24
frente a
Cuando normales y estigmatizados se encuentran fíente
en-frente, especialmente cuando tratan de mantener un en­
cuentro para dialogar juntos, tiene lugar
lugar una de las escenas
primordiales de la sociología.
en muchos casos, son
sociología, pues, mi
23 Macgrcgor
pégs.. 9Vi2.
Macgregor y rolal,.,
colab., op.
ap. cit., págs.
9102.
G inicat Stll4ies
Studies itt
24 Tomado de Oinicllf
in Piycbiatr
Plycbi.try, H
H.. S. Peny,
Perry, M. L.
L
Gawcl y M. Gibbon, eds
eds.,
Gawel
.• Nueva York:
Yorlc: W. W.T. Norton & CompaQxnpa.
ny, 19,6,
1936, p~.
p ig . 14,.
143.
º'·
24
estos los momentos en que ambas partes deberán enfrentar
directamente
dilectamente las causas y los efectos del estigma.
El
E l individuo estigmatizado puede descubrir que se siente
inseguro acerca del modo en que nosotros, los normales,
recibirlo.t66 Podemos citar un ejemvamos a identificarlo y a recibirlo®
ejem­
plo de un estudioso de la incapacidad física:
Para la persona estigmatizada, la inseguridad relativa al
status, sumada a la inseguridad laboral, prevalece sobre una
gran variedad de interacciones sociales. Hasta que el concon­
tacto no ha sido realizado, el ciego, el enfermo, el sordo, el
tullido no pueden estar nunca seguros sisí la actitud de la
persona que acaban de conocer será de rechazo o de aceptaacepta­
ción.
ción, Esta es exactamente la posición del adolescente, del
negro de piel clara, de Is
la segunda generación de inmigraninmigran­
tes, de la persona con movilidad social y de la mujer que
28
ingresa a un trabajo predominantemente masculino.
masculino.2®
ingres11
La incertidumbre del estigmatizado surge no solo porque
irnora
ignora en qué categoría será ubicado, sino también, si la
ubicación lo favorece, porque sabe que en su fuero interno
definido en función de su estigma:
los demás pueden definirlo
Y siempre siento lo mismo con la gente honrada: aunque
aean
sean buenos y agradables comn.igo,
conmigo, en el fondo ven en mf
mí
nada más que a un criminal. Ya
Y a es demasiado tarde para
cambiar, pero aún siento profundamente que esa es la tínica
única
forma que tienen de aproximarse, y que son totalmente
27
incapaces de aceptarme de otra manera.
manera.2
27
625
De
D e este modo, aparece en el estigmatizado la sensación de
«realmente» de él.
no saber qué es lo que los demás piensan «realmente•
cSI.
rocí, t:::r.8it11:..1~t~34~:.h,~~Di:::ty;;:i.!0;;:D:
25 En «The Social Psycholagy of Physical Disability*, en Journal of
Socid Issues, IV, 1946, pág. 34, R. Barker sugiere que las personas
estigmatizadas '!viven.
pskoldgicaii,, enm:o•
«viven en una frontera social y psicológica»,
enfren­
tando de continuo situaciones nuevas. Víase
Véase también Macgregor
M.cgregor y
colab., op. cit., pág. 87, donde se señala que quienes están más gro­
seramente deformados necesitan saber con menos ambigüedad cómo
van a ser recibidos en la inRnCdón
interacción que
que quienes
quienes padccai
padecen una defordefor­
mación menos visible.
26 Baker,
Barker, op. rit.,
cit., pág. 13.
33.
Zl
.• pág.
pig. 111.
27 Parkcr
Parker y Allcrton,
AUerton, op. di
cit.,
87:se,.ei-ooii~~'-'J:;
:!:;::· ~~ch
:Ju~ : , 1
25
mistos el
dutante los contactos mixtos
Además, es probable que durante
debienezhibicióni.,28 debien­
individuo estigmatizado
«ett exhibición*,4®
estigmatiado se sienta «en
do llevar entonces su autoconciencia y su control sobre la
impresión que produce hasta extremos y áreas de conducconduc­
im.presi6n
ta que supone que los demás no alcanzan.
Puede también percibir que se ha debilitado el habitual
cotiesquema que permite interpretar los acontecimientos coti­
a,odianos. Siente que sus logros menos importantes son con­
atraonlinarias
siderados como signos de sus admirables y extraordinarias
aptitudes. Un criminal profesional nos da un ejemplo:
Me sorprende realmente que usted lea libros como esos; no
espeluzleJa historias espeluz­
puedo creerlo. Pensaba más bien que lela
nantes, libros baratos con tapas sensacionalistas,
sensaaonalistas, cosas por
Claud
el
au d Cockbum,
Y resulta que está leyendo a G
d estilo. ¡¡Y
Hugh Klare, Simone de Beauvoir y L
am en te Durrell!
Lawrence
mfnimo que esto fuera una obsermis mínimo
obser­
El no pensaba en lo más
vación insultante; en realidad, creo que consideraba que
Y esa
había sido honesto al decirme cuán equivocado estaba. Y
c:ondesccndcncla que usted recibe
es exactamente la dase
clase de condescendencia
«¡~
de la gente honrada cuando es un criminal. «¡Q
u é notable!
exactamente: igual
—
dicen— . En algunos aspectos usted es exactamente
-dicen-.
ano*. N
o estoy bromeando; esto me da ganas
No
humano».
a un ser hum
29
estrangularlos.2®
de estrangularlos.
Una persona dega
suministra otro ejemplo:
ciega sumirustra
des---caminar
Los que antes eran sus actos más corrientes —
caminar des­
pla.
preocupadamente por la calle, poner los guisantes en el
d pla­
to, encender un cigarrillodgarrillo— son ahora inusitados. El
E l ciego
excqw onal. Si lleva a cabo
se convierte en una persona excepcional.
asom•
estos actos con tacto y seguridad despierta el mismo asom­
sombrero.•
bro que un mago que extrae conejos de su sombrero.*®
A l mismo tiempo, siente que un C:esliz
¿esliz sin importancia o
Al
una impropiedad accidental
acddental pueden set interpretados como28930
28 Este tipo
oonriencia de sf
si mismo
mi&1110 es analizado por
tipo especial de conciencia
tbe Dra$. Messinger
Theater. Some Notes on the
Mcssinger y colab. en «Life as Theater:
S.
S000111el'7, XXV,
maturgic
Rcality», en
'XXV, 1962,
cu Soriometry,
Sodal lkalitp,
maturgíc Approach to Social
págs.
• 98-110.
•
29 Parket
AUerton, op.
op cit., ¡,fa.
pfg. 111.
Parker y J\llcrton,
Ñ- 140.
Chevigny, op. cil.,
cit., pág.
30 Chevign.y,
26
opresión directa de su estigmatizada calidad de individuo
c;r:presión
diferente. Los que fueron cnfermoa
¿ fe rró o s mentales temen a 'Veve­
envueltos en una acalorada discusión con ia
la espoespo­
ces verse envueltoa
•sa o el empleador por temor a que estos interpreten c:rroerró­
aesmente
neamente cualquier signo de emoción. Los deficientes menmen­
tales se enfrentan con u.aa
una situación parecida:
Sucede también que si una persona de bajo nivel intelectual
se mete en algún aprieto, la dificultad se atribuye.
atribuye, más o
... mientras
menos automáticamente, a un «defecto 1nenta1
mental»,
«inteligencia normal»
encuentra
que si una persona de «inteli8eflcia
normal .. se CIIC'.JeDtn.
sinto­
en una dificultad parecida el hecho no se considera sin~
mátic:o
particular.81
mático de nada en particular.21
Una lll.uchacba
muchacha con una pierna amputada, al recordar su
experiencia en los deportes, nos brinda otros ejemplos:
Cada vez que me caía
cafa se me acercaba una multitud de mumu­
jeres que cloqueaban y se lamentaban como un m.ont6n
montón de
gallinas desoladas. Era muy generoso de su parte, y aa kla
distancia les agradezco sus cuidados, pero en esos momenmomen­
in­
tos me sentía agraviada y sumamente molesta por su intervención,
tervención. Daban por sentado que ninguno de los riesgos
habituales propios del patinar -un
— un palo, una piedra—
piedra-- se
habían interpuesto entre las ruedas de mi patín. La
L a conc:lu.
conclu­
si6n
sión era inevitable: yo me tenía que caer porque tta
era una
pobre e impotente inválida.&2
inválida.22
Ni uno solo de ellos gritó con rabia «¡La
« ;L a tiró ese peligroso
potro salvaje!» ---<OSa
— cosa que, Dios lo perdone, había hecho en
realidad-.
Era
como
si
los
viejos
días
del patinaje sobre
realidad— .
ruedas me hicieran una horrible visita fantasmagórica. Toda
la buena
bueoa gente se lamentaba a coro: «¡Esa
pobrecita se
«¡E sa pobrccita
cayó!» 11
22321
31 L. A, Dezter, «A Social
Sedal Thcory
Tlieory of Meatal
Mental Dcficienc,»,
Defidency», en Aart>Ame­
ric.:111
Joumal o/
Mentdl Defici,ncy,
rican Journal
of Mental
Defidency, LXII,
L X II, u1¡s,
1938, ¡,q:.
píg. 921.
923. Pan
Para ouo
otro
estudio de los defkientes
deficientes mentales en tanto personas ~
estigmatizadas
e&tudio
oonstÜ~tse
consúltese S. E. Perry,
Peny, «Some Theoretical Problems
Problema of Mental
Defidency and Their Action Implintions•,
Implications», .:n
en Psycbiatry,
X V II,
Deficieney
Psycbi111ry, XVII,
1934, pqs.
pfgs. 4'-73.
45-73.
1954,
J2
Limb,
32 Baker, Out on a
a Um
b, Nueva York: McGraw-Hill
McGraw-Hffl Boot
Book ComCorapany, 1in
p,ig. 22.
sin fecha, pág.
33 Ib
Ibid.,
id., pq.
pág. 73.
27
Cuando fijamos nuestra atención {(por
Cuaado
por lo general nuestra
vista) en el
la persona estigmatizada —
--oiando,
d defecto de la
cuando,
en suma, no se trata de una persona desacreditaba
desacredite.ble sino
dc:saaeditada-,
pttdesacreditada— , es posible que esta sienta que el estar pre­
sente entre los normales la expone,
sentc
apone, sin resguardo alguno, •a
ver lnvadida
invadida su intimidad,H
intimidad,5* situación vivida con mayor agu­
deza, quizá, cuando los niños le davan
clavan simplemente la mimi­
.rada."
rada.84 Esta desagradable sensación de sentirse expuesto
puede agravarse con las conversaciones que los extraños
cxtraííos se
sienten autorizados a entablar con él, y a través
tra'Vés de las cua­
cua•
les expresan lo que él juzga una curiosidad
curiosmd morbosa sobre
au
ne<:'C!Sita Pi
su condici6n,
condición, o le o&ecen
ofrecen una ayuda que no necesita
ni
desea.•
cienas f6rmulas
desea.8” Podemos agregar que existen ciertas
fórmulas cláclá­
sicas para entablar estos tipos de conversación: «M
cMii estima­
estima•
¿cómo consiguió su audífono?»;
da niña, lCÓmo
audífono?•; «Un tío
do abuelo
abudo
mío tenía un audffoa.o,
audífono, por eso creo que conozco bien su
problema»; «Yo
«Y o siempre he dicho que los audífonos son
aceL:ntes
«Dígame,
lCÓmo se las arre­
arreexcelentes y solfcitos
solícitos amigos»;
am igos»; «Dígam
e, ¿cómo
gla para bañarse con el audífono?». Lo que se infiere de
estos preimbulos
preámbulos es que un individuo estigmatizado es una
la cual los extraños pueden abordar
persona a 1a.
abordat aa voluntad
con tal de que sean sensibles a situaciones de esta clase.
Sabiendo Jo
p,nicipar de una
lo que es po.sible
posible que enfrente al participar
situación social mixta, el individuo estigmatizado puede resres­
ponder anticipadameot~
Esanticipadamente con un retraimiento defensivo. E
s­
to puede ser ejemplificado con las palabras de un albañil
de 43 años, tomadas de un antiguo estudio sobre kJa desodeso­
cupación alemana durante la Depresión:
aau-
p
Qué difícil y humillante es pertenecer a la categoría de los
desocupados. Cuando salgo, bajo los ojos porque me siento
caJle me parece que no pue­
pueinferior. Cuando camino por la calle
do ser comparado con un ciudadano corriente, que todo el
mundo me seiíala
el dedo. Instintivamente evito encon­
enconseñala con d
trarme con la gente. Los antiguos conocidos y amigos de 34*6
34 Este tema e,ti
está bien tt,tado
tratado en R. K. White, B. A. Wrigbt
Wtsght y
Bembo, «Smdies
«Studies in Adjustment
T. Dembo,
Acliustm.ent to Visible injuries:
Jnjurics: Evaluation
Ewluation
of.
.., en Journal
/owr,iol of Abnormal
A.bnormal and Social
Socüd
of Curiosity
Curios! ty by the Injmcd
Injured»,
Psycholog,,
pqs. 13-28.
Piychology, XLIII,
X L III, 1~48,
1948, págs.
,,
Kri~geJ, op. cit.,
e#., pág.
p-Jg. 184.
33 Para ejemplos
ejemplo» vme
víase Henrich y Kriegel,
36 Ve-r
Problcm o£
o! Sympathy»,
Sympathy•, págs.
p4111, 233-237.
2}3·237.
Ver Wf'.ight,
wfight, op. cit., •The
«The Problem
28
tiempos mejores han dejado de ser cordiales conmigo. Cuan­
Cuan-
do nos encontramos, me saludan con indiferencia. Y
Yaa no
me o.frecen
«No
ofrecen W1
un cigarrillo y sus ojos parecen decir: «N
o te lo
mereces, porque no trabajasit.
trabajas»”81
Una niña tullida ofrece un análisis ilustrativo:
. . )) comencé a caminar sola por las calles de
Cuando ( .••.
nuestro pueblo (,
junto
( . ., .,)) advertí que toda vez que pasaba jumo
a un grupo de dos o tres chicos, estos me gritaban {( ..•.
. . )) A
veces, incluso, llegaban a perseguirme con gritos y burlas. No
podía soportarlo pero tampoco sabía cómo enfrentar la si­
situación (,
( . .... ))
Durante algún tiempo estos encuentros callejeros me llena.llena­
ron de un terror
tenor frio
frío frente a todos los niños que no co­
oonocfa
nocía (.,.)
(...)
Un dfa,
día, advertí de pronto que había llegado a tener tanta
conciencia de mí misma y tanto miedo de todos los niños
extraños que, a1
al igual que los animales, estos sabían que
yo estaba asustada, y hasta los más sua'7es
disposuaves y afables se dispo­
nían automáticamente a burlarse de tni
mi retraimiento y mi
88
temor.”
temor.
En lugar de retraerse defensivamente, el individuo estigma­
estigmatizado puede intentar establecer contactos mixtos
matos mediante
baladronadas agresivas, peto esto puede provocar en los
demás una serie de respuestas impertinentes. Se puede
puede agre­
agregar que el individuo estigmatizado vacila a veces entre el
teuaimiento
ponienretraimiento y la bravata, saltando de uno a otra, y ponien­
así de manifiesto una modalidad fundamental.
fundamental, en la cual
do as1
la interaccilln
interacción cara a cara puede volverse muy violenta.
estigmatizados —
al
Considero entonces que los individuos cstigmatúados
-al
menos aquellos cvisiblementca,
te«visiblemente» estigmatizados-estigmatizados— deben te­
ner razones especiales para 11entir
sentir que las situaciones sociasocia­
~s
les mixtas tienden a una intencción
interacción inconttolablemente
incontrolablemente an-378
Zawadski y P. Luarsfcld
Lazarsfeld, «The Psychological Constqucnce*
37 S. Zawadskl
úmsequenm oí
of
Unemploymenb,
Jour~d of Socl.J
Psycholov, VI, 1935,_p,g.
Unetnployinent», en }ourt?d
Socid Piychology,
1935/jííg. 239.
38 H■thawey,
Richudson,
Social
Hathaway, op. cit., pilgs.
págs. 1''-1'7,
133-137, en S. Richard
son, «The Soda!
~~
~eri~
tado ante la ~:6nde°l
Convención de la =lnin~~J;:
Asociación Sociológica Americana,
ce­
Psychological Consequences oí Handicappino», trabajo inédito presen­
lebrada en Washington en 1962, págs. 7-8.
29
siosa. De ser así, habrá entonces que sospechar que también
tambiéri
para nosotros, los normales, estas resultan molestas. SentiSenti­
remos que el individuo estigmatizado es demasiado agresivo
agresiv(I
o demasiado tímido, y, en cualquiera de los dos casos, dema­
demasiado propenso a leer en nuestras acciones significados que
sentit
no intentábamos darles. Por nuestra parte, podemos sentii
que si manifestamos un interés sensible y directo por su con­
condición, nos estamos extralimitando, y que, sin embargo, si olol­
vidamos verdaderamente su defecto podemos llegar a tenei
con él exigencias imposibles o despreciar, sin pensarlo, a sus
SU5
compañeros de sufrimiento. Sentimos que el individuo es­
estigmatizado percibe cada fuente potencial de malestar oriori,
ginada
fo
gínada en la interacción, que sabe que también nosotros le
percibimos e incluso que sabemos que él lo sabe. Ya
Y a están
estál'l
dadas, pues, las condiciones para el eterno retorno de la con­
considetad6n
ensideración mutua, que la psicología social de Mead nos en­
seña cómo iniciar pero no cómo terminar.
Dado lo que el individuo estigmatizado y nosotros, los nor­
nor•
males, introducimos en las situaciones sociales mixtas, resulresul­
ta fácil comprender que no todo marche sobre ruedas. Es
probable que intentemos continuar como si en .rea)idad
~
realidad ese
individuo correspondiera por entero a una de las clases de
personas que nos son naturalmente accesibles en la situa­
situa•
ción, ya sea que eso signifique tratarlo
trlltarlo como a alguien mejor
mejoi
como
de lo que creemos que es o com
o a alguien peor de lo que
pensamos que es. Si ninguna de estas conductas es posible,
entonces podemos tratar de .actuar como si fuera una «no«no,
persona», y no existiera como individuo digno de una aten­
aten•
ción ritual. Ese individuo, a su vez, probablemente conti­
conti•
núe con estas estrategias, al menos al principio.
Por consiguiente, la atención
atcnci6n $e
se aleja en forma furtiva de
sus blancos obligatorios, y aparece la conciencia del yo y-,
«la conciencia del otro», expresada en 1a
la patología de Li
la
1111
interacción.
As(
interacción.38
Así se la describe en el caso de los físicamente
disminuidos:
Sea que se reaccione abiertamente y sin tacto ante la des­
desventaja como tal o, lo que es más común, que no se la39
39 Para
«Alienatioa from
Pata un enfoque general, véase E. Goffm.m,
Goffman, «Alienatioo
Intctactlon»,
Rel,tiom, X
X,, 19n,
pilgs. 47-60.
Jntetaction», en Rum,n
Human Rstetions,
1957, págs-
'º
mencione en fom:ia
forma explicita,
explícita, la condici6n
condición básica de intensifiintensifi­
car y acotar 1a
la conciencia que de ella se tiene hace que la
interacción se articule demasiado exclusivamente en función
de ella. Esco,
Esto, tal como lo describen mis informantes, 1'a
Va
por lo general acompañado por uno o más de los habituales
sÚltomas
síntomas propios de la incomodidad y la falta de soltura:
las referencias
referen~as cautelosas, las palabras corrientes
comentes de la vida
cotidiana repentinamente convertidas en tabú, la mirada que
se clava en otra parte, la ligereza artificial, la locuacidad
compulsiva, la solemnidad torpe:'•
torpe.4®
'Es
E s probable que en las situaciones sociales en las que intervieintervie­
ne un individuo cuyo estigma conocemos o percibimos, emem­
pleemos categorizaciones inadecuadas, y que tanto nosotros
como él nos sintamos molestos. Existen, por supuesto, fre.
fre­
cuentes cambios significativos a partir de esta situación
inicial. Y,
Y , como la persona estigmatizada tiene más oportuoportu­
nidades gue
que nosotros de enfrentarse con estas situaciones,
es probable
probáble que las maneje con mayor pericia.
El igual y el sabio
Se sugirió al comienzo que podía existir una discrepancia
entre la identidad virtual y la real de un individuo. Cuando
es conocida o manifiesta, esta discrepancia daña su identiidenti­
dad social; lo aísla de la sociedad y de sí mismo, de modo
que pasa por ser una persona desacreditada frente a un
mundo que no lo acepta. En ciertos casos, como en el del inin­
dividuo que nació sin nariz, puede descubrir a lo largo de
su vida que es el único de su especie, y que todo el mundo
está en contra de él. Casi siempre, sin embargo, advertid
advertirá
que existe gente sensible dispuesta a adoptar su punto de
vista en el mundo y a compartir c"n
con él el sentimiento de
que es humano y «esencialmente» normal, a pesar de las
apariencias y de sus propias dudas. Hay que considerar, en
este último caso, dos categorías.40
40 F. Dsvis,
Davis, «Deviance Disavowal:
DisavowaI: TI1e
Tlie Manag=ent
Management of Stralned
Strained In,40
teraction by the Vllibly
Problem.s, IX, 1961,
teractían
Visibly Hanclicam,ed.t,
Handicagped», en Social Problema,
pág.
123. Véase
también Wbite,
White, Wriaht
wright 'Jy Dembo,_op.
Dembo, op. cit.,
cii., P'sspíg*. 26-27
26-27..
pág, 12,.
V6ase u.mbi6n
.H
El
E l primer grupo de personas benévolas es, por supuesto, el
que comparte su estigma. Conocedoras por experiencia pro*
propia. de lo que se siente al poseer ese estigma en particular,
pia
algunas de esas personas pueden enseñarle las mañas del
oficio y ofrecerle un circulo
refugiarcírculo de lamentos en eI
el cual refugiar­
se en busca del apoyo moral o del placer de sentirse en su
elemento, a sus anchas, aceptado como alguien que es
realmente igual a
a cualquier otra persona normal. St
Se puede
citar
a ta r un ejemplo extraido
extraído de un estuclio
estudio sobre analfabetos:
La existencia de un sistema de valores distinto vigente entre
estas personas se pone de manifiesto en el carácter comunicomuni­
de la conducta de los analfabetos cuando actúan entre
tario d.e
sí,
sí. No solo dejan de ser entonces individuos inexpresivos y
confundidos ((como
corno frecuentemente ocurre en la sociedad
global), para convertirse en personas expresivas e inteligen,
intdigen*
tes dentro de su propio grupo, sino que, además, se expresan
a sí mismos en términos institucionales. Comparten un universo de
’ respuestas; dan
lan forma y reconocen símbolos de prestigio y de deshonra; evalúan las situaciones relevantes en
y en su propio idioma, y en
función de sus propias normas
nowas '/
m.scara del ajuste
sus interrelaciones
interrelariones mutuas renuncian a la máscara
1
circunstancias.*1
exigido por las drcunsrancias!
Otro ejemplo de quienes tienen dificultades en la audición:
Recuerdo qué tranquilizador era en la escoda
escuela Nitchie esrar
estar
con gente que admitía Ja
la existencia de dcficienciü
deficiencias audidauditi­
vas. Ahora quiero conocer gente que acepte la existencia
di:
de audífonos. ¡Cuánto me gustaría poder ajustar el control
del volumen de mi transmisor sin tener que preocuparme
porque alguien me est,
está mirando! Poder dejar de pensar
durante un rato si se ve el cordón detrás de mi cuello.
Qué lujo seda
sería decirle a alguien, a los gritos, «¡Santo Dios,
mi batería está descargada!»."
descargada!».4*
Entre sus iguales, del individuo estigmatizado puede utilizar
su desventaja como base para organizar su vida, pero para41
41 H. Fret'DWl
Amcrica», en
Freeman y G. Kuenbsum,
Kisenbaum, «The
«Thi Illirrnre
Illitrrate i.o
¡o America»,
Soci,l Forcea,
Porces, XXXIV, 19:56,
pág . .374.
Social
1956, pág.
374.
42 Warfield,
Warficld, op. c:it.,
pía. 60.
cil., pág.
;2
lograrlo deberá resignarse a vivir en un mundo incompleto.
¿I podrá exponer en toda su plenitud el triste relato
En él
que da cuenta de la posesión
posesjón dd
del estigma. Las explicaciones
la
que dan los deficientes mentales acerca de su ingreso a i.
institución correspondiente proporcionan un ejemplo:
1 ) Me enredé
enredó con una pandilla. Una noche estábamos roro­
1}
bando en una estaci6n
estación de servicio y la policía me agarró. Yo
oo
2 ) Mire, yo no debería estar
no pertenezco a este lugar. 2)
aquí. Soy epiléptico, no tengo nada que ver con esta gente.
)3)) Mis padres me odian y me encerraron aquí. 4)
4 ) Dicen
que estoy loco. N
No
o estoy loco, pero aunque lo estuviera
mi lugar no está aqu1,
aquí, con estos infradotados.'ª
infrudotados.11
Poi:
Por otra parte, puede descubrir que los relatos de sus com•
com­
tlldo lo que implipañeros de infortunio lo aburren, y que todo
impli­
que centrarse en la descripción de atrocid::.des,
atrocidades, en la supe•
supe­
riorids.d
rioridad del grupo, en historias de embusteros, en síntesis,
«problem a», es uno de los mayores casti¡os
castigos por tener
en el «problema»,
un estigma,
estigma. Por detrás de esta focalización del problema
hay, por cierto, una perspectiva no demasiado diferente de
la de los normales, por cuanto está especializada en un
sector:
Todos parecemos propensos a identificar a las personas cucu­
yas características nos resulta.o.
resultan importantes o consideramos
de importancia general. Si se le pregunta a alguien quién
era Franklin D.
D, Roosevelt, responderá probablemente que
fue el trigésimo segundo presidente de Estados Unidos, y
cier­
no un hombre atacado por la poliomielitis, aunque, por cier•
to, muchos mencionarán su enfermedad como una informainforma­
ción suplementaria, juzgando interesante el hecho
hedió de que se
las hubiera arreglado para abrirse camino hasta la Casa BlanBlan­
ca a pesar de su desventaja. El
E l inválido.
inválido, sin embargo, pensapensa•43
Edgertoa y G. Sabagh, «Fro.m
«From Mortification
Mortifica tion to AggrandizcAggrandize43 R. Edgcnon
ment: Ch1ngíng
Changing Sclf,C:Oncepts
Self-Concepts in the Carccrs
Caree» of the Mentally
Mentaliy Re,
Rewde<D,
XXV,, 1962, píg.
pág. 268. Para comcntuios
tarded», en Psychir11ry,
Psychiatry, XXV
«mentarlos adiadi­
cionales sob~
rdatos tristes véase E. Goffman, •The
sobre relatos
«The Moral Catter
Career
oi
plgs. UJ-134
of the Mental Paticntio,
Patient», en Ps,cbi.Jry,
Psycbsatry, XXII,
X X II, 19'9,
1959, pégs.
133134
(«La canera
carrera IIIDW
moral dd
d d paciente
pácteme mental~,
mental», en
Intentados. Ensayos
(el.a
m lntatl44os.
Ensqos
sobre la
¡a siJ11.ción
situación socilll
socid de los
lo s ~wros
enfermos 11U11talrs,
mentales, Buenos Aires,
Amorrortu
Amonortu cditottS,
editores, 1970, págs. HJ-172).
133-172).
ll
Rooseveh
dd señor Roosevelt
rá probablemente en la poliomielitis del
nombre!·"
apenas oiga mencionar su nombre.**
En el estudio sociológico de las personas estigmatizadas, el
interés se cenera,
centra, por lo general, en el tipo de vida colecticolecti­
va, cuando esta existe, que llevan aquellos que pertenecen
en­
a una categoría particular. EEas evidente que en ellos se encuentra un catálogo bastante completo de tipos de forma•
forma­
de•
ciones y funciones grupales. Hay personas que poseen de­
aparentefectos del lenguaje cuya peculiaridad desalienta aparente­
grupal.48
formaci6n grupal.4
746545 En el límite
mente cualquier intento de formación
del deseo de unirse están los que fueron enfermos mentales
-solo
— solo un número relativamente escaso de ellos está, por lo
general, dispuesto a apoyar a los clubes de salud mental, aa
míem•
pesar de los rótulos inocuos que permiten que sus miem­
ts Existen
comwi-.,4e
bros se agrupen bajo una envoltura común—
también clubes de ayuda mutua para los divorciados, los
4' los que pa­
paimpedidos,47
viejos, los obesos, los físicamente impedidos,
re•
decieron una ileostomia
ileostomía o una colostomla.n
colostomla.48 Hay clubes re­
subvencioaado1
adictos
ex
y
alcohólicos
subvencionado:
sidenciales para ex alcoh6licos
Existe11
por contribuciones voluntarias de diverso grado. Existen
ASIÓ
asociaciones nacionales, tal como la AA (Alcohólicos Anó­
comnimos ), que proveen a111 sus miembros de una doctrina com­
nimos),
asocia•
A menudo, estas asociapleta y hasta de un modo de vida. A
IJÚS. 1~19.
44 Carling,
Cading, op. cil.,
cii., págs.
18-19.
Lemert, Social
McGraw-Hitl Bool
Boofi
Yodrc: MtGraw-HiU
Pt11bolo1.7, Nueva York;
Soci4Í Palhalogy,
45 E. Lemat,
Coo:q>aQy,
Company, 19jl,
1951, ¡,.g.
pág. 1.51.
151.
Wechsw:. •The
«The E.xpatíen1
Expatiem
46 Un examen general lo proporciona H. Wechskr,
Organización: A Survey», en Journal o/
of Sodill
Socid lnues,
Isutes, XVI, 19'')
1969
Organintion:
págs. 47-.5}.
47-55. Algunos de los rótulos s00:
son: Rccupcnd6n
Recuperación lnc.,
Inc., Búsqoe
Búsque
Club 101,
103, Fundacida
Fundación úsa
Casa de la
Q ub de la
Confraterne
Ja c.on&atetni
Fucncc. <Jub
Ja Fuente,
da, Oub
dicoo
Paraa dei estudio de uno de dichai
C-enuo. ftu
del Centro,
Francisco. Oub
Q ub dd
dad San Francñu,,
~':ev;s: &1:fJm;
~=
~~=
clubes véase D. Landy y S. Singer, «The Social Organización an<
Culture of a Club for Fonner Mental Patients»,
en Human Relations
~ts~
«Sodal Reha
X IV , 1961, •
págs.
31-41. Véase también M. B. Palmer, «Soda!
. 3141.
XIV,
XLII,
Hygient, X
Mental
Paúents•, en M
entd Hygiene,
L II, 19.58
1958
bilitation for Mental Patients»,
páp.
págs. 24-28.
páp. 1.58--1,9.
47 Véase Barker, op. cit., págs.
158-159.
desca1ít1 no tenerla
une ileostomía ( ....
. . )1 desearía
48 D. R. White, «Yo tengo una
Pero he aprendido a aceptarla y a llevar una vida normal y
1 plena»
en American Journal of Nursing, LX I, 1961, págs. 52: «En este mo
díecisél
ilcmtomizados y colostomizados en diedséi
mentó existen clubes de ileostomizados
mento
estados yy en el distri:o
distrito de Columbia,
C.Olumbia, asf como también en Australia
Cenawá,
Canadá, lnglatcna
Inglaterra y Africa del Sur.
Sur*..
;:'~!,;~:¡::,.~¡ :tN:1:,,:. ili.S:~t•p; ;;n:t C:~cr;:~
.'4
áones
dones son la culminación de años de esfuenos
esfuerzos llevados aa
a.bo
cabo por personas y grupos situados en diversas posiciones,
y constituyen objetos de estudio ejemplares en tanto movi­
movi9 Existen redes de ayuda mutua formadas
mientos socia1es!
sociales.49
por ex presidiarios de un mismo reformatorio o de una
misma cárcel, tal como la sociedad tádta
tácita de evadidos del
establecimiento penal francés de la Guayana Francesa, que
50
se supone existe en América del Sur;
orSur;50
existen también or­
ganizaciones más tradicionales: redes de individuos que se
conocen ({oo que están indirectamente relacionados), a las
cuales parecen pertenecer algunos criminales y homosexua­
homosexuales. Hay también medios urbanos que poseen un núcleo de
instituciones auxiliares
territoauxilíales que proporcionan una base territo­
rial a prostitutas, drogadictos, homosexuales, alcohólicos
akoh6licos y
otros grupos ignominiosos. Estos establecimientos son, se­
según los casos, compartidos por diferentes clases de pros­
pros•
existen comunidades resi­
criptos. Por último, en la ciudad e,dsten
residenciales cabalmente desarrolladas --étnicas,
te•
— étnicas, raciales o re­
ligiosas— que cuentan con una elevada concentración de per­
llgiosaspersonas tribalmcnte
tribalmente estigmatizadas ((aa diferencia de muchas
otras formaciones grupales existentes entre los estigmatiza­
estigm11tb:ad o s), en las cuales la unidad básica de organización es la
dos),
familia, no el individuo.
Aquí existe, por supuesto, una confusión conceptual muy
común. El
E l término «categoría» es perfectamente abstracto
y puede ser aplicado a cualquier conjunto, en este caso a
personas que poseen un estigma particular. Gran parte de
los que se incluyen dentro de una determinada categoría de
estigma bien pueden referirse a la totalidad de los miem­
miembros con el t~rmino
tsl como
término «gropo»
«grupo» o un equivalente, tal
«nosotros•
«nosotros» o «nuestra gente». Del mismo modo, quienes
49 Warfield,
Warfieid, op. di,.
rít., en las pá¡¡s.
págs. 135-136 deSCt"ibe
describe una ce1ebracl6n
celebración
llevada a cabo en del año 1950 en Nueva York por el movimiento de
ele
las
cw.l estaban presentes
Us personas con dificultades auditivas, en la cual
las 1ucesivu
sucesivas generaciones de dirigentes asi
todas In
uf como también
tambidn los
reptesentanres
ori¡¡i.nalmente sepa­
separepresentantes de cada una de las or11ani.z11ciones
organizaciones originalmente
radas. De este modo se pudo obtener una recapitulación completa de
la historia del movimiBtto.
la historia Inter­
intermovimiento. Para romcnwím
comentarios sobre Ea
nacional del mismo, véase K. W. Hodpm,
Dea/
o,r4 their
lheir
Hodgson, Tbt
The D
eaf and
Problems, Nueva York: Philosophical Library, 19,4,
3'2.
1954, pág. 352.
comunicado por F. Poli, Gffllkfllffl
Gmtlemen Co,,vicu,
Convicts, Londres:
50 Dato romunic:ado
Rupen
Ruprn Hart-0,vis,
Hart-Dsvis, 1960.
35
están afuera de la categoría pueden designar
de!iignar a los que están
dentro de ella
d ía en términos grupales. Sin embargo, es muy
común en esos casos que el conjunto de todos los miembros
no constituya un único grupo en el sentido estricto, ya que
no poseen ni una capacidad para la acción colectiva ni una
pauta estable y totalizadora de interacción mutua. Lo
L o que
sí sabemos es que los integrantes de una categoría particu­
particular de estigma tienden a reunirse en pequeños grupos so­
sociales, cuyos miembros derivan de la misma categoría;
categ0rfa; es­
estos grupos están, a su vez, sujetos a organizaciones que los
engloban e11
en mayor o menor medida. También se observa
que cuando un miembro de una determinada categoría en­
entra en contacto con otro, ambos pueden estar dispuestos a
modificar su trato mutu0
aeer que tanto el uno como
CODlO
mutuo por creer
el otro penenecen
«grupo,., Además, en tanto
pertenecen al mismo «grupo».
miembro de una categoría, un individuo puede tener una
mayor probabilidad de entrar en contacto con cualquier otro
miembro e, .incluso,
incluso, como resultado de ello, de establecer
una relación con él.
puede funcionar
De esto se desprende que una categoría puwe
funcioll3r
para favorecer entre sus miembros el establecimiento de
de re­
relaciones y formaciones grupales, lo cual no significa, sin
embargo, que la totalidad de sus integrantes constituya un
srupo
grupo -sutileza
— sutileza conceptual que, en lo !iucesivo,
sucesivo, no siemsiem­
pre observaremos en este ensayo—
ensayo--..
Sea que Jas
forlas personas que poseen un estigma particular for­
men o no la base de reclutamiento para una comunidad que
probaestá ecológicamente consolidada de cierto modo, es proba­
ble que subvencionen agentes y agendas
agencias que las represen­
representen. ((EEss interesante señalar
seftalar que no tenemos una palabra
para designar con exactitud a los componentes, adherentes,
partidarios, entusiastas, subordinados o defensores de di­
dichos representantes.)
Los miembros de una categoría pueden disponer, por
ejemplo, de una oficina o de una antecámara desde la cual
promueven sus casos ante el gobierno o ame
ante la prensa; la
diferencia la establece el individuo
indlviduo que ponen al frente de
la misma: una persona igual a ellos, un «nativo» que está
--como
e! caso de
realmente al tanto de las cosas —
como ocurre en el
los
judíos-,, o bien
¡os sordos, los ciegos, los akobólicos
alcohólicos y los judíos—
alguien que pertenece al otro bando, como hacen los ex
36
111
presidiarios o los deficientes mentales.
mentales®
1 (Los
{Los grupos de
acción que están al servicio de una misma categoría de per­
personas estigmatizadas pueden a veces discrepar ligeramente
entre sí;
si; esta discrepancia refleja a menudo la diferencia
que existe entre una dirección •a cargo de nativos y otra en
manos de normales.) Una labor caractertstic11
característica de estos rere­
presentantes es la de convencer al público para que aplique
un rotulo
rótulo social más flexible a la categoría en cuesti6n:
cuestión:
Obrando de acuerdo con esta creencia, Ja
la plana mayor de
la Ll&a
Liga [Liga
[L iga Neoyorquina para Personas con Dificultades
de Audición] convino en utilizar únicamente expresiones
tales como persona con dificultades de audición, con audiaudi­
ción disminuida o con pérdida de la audición, y en elimfoar
eliminar
la palabra sordo de sus conversaciones, de su correspondencorresponden­
escritos, d~
de sus enselianzas
enseñanzas y de sus discursos en
cia y otros escritos;_
procedÍIDÍento dio resultado. Nueva York, en
público. El procedimiento
general, empezó gradualmente a utilizar el nuevo vocabulavocabula­
11
camino.®
2
rio. Una apreciación objetiva se iba abriendo camino.1
Otra de sus tareas habituales es la de aparecer como «ora«ora­
estigmatiza­
dores» ante diversas audiencias de normales y estigmatiza.
dos; presentan el caso en nombre de los estigmatizados y,
aiando
cuando son ellos mismos nativos de ese grupo, se ofrecen
como moddo
modelo vfvido
vivido de una realización plenamente normal;
son h6roes
héroes de la adaptación, merecedores de recompensas
públicas por haber demostrado que un individuo de esa
especie puede ser una buena persona.
Muchas veces, quienes tienen un estigma particular patroci­
patrocinan algún tipo de publicación que expresa sentimientos
compartidos, consolidando y estabilizando en el lector la
sensación de la existencia real de «su11vincu«su » grupo y de su vincu­
¿1. En estas publicaciones se formula la ideologfa
ideología
lación con él.
— sus quejas, sus aspiraciones, su polfdpolíti­
de los miembros -sus
ca-.
ca— . Se publican los nombres de los amigos y enemigos
que d
el «grupo•
«grupo» conoce y se adjunta la información que concon­
editan512
firma la bondad o la maldad de estas personas. Se ec:litan
11
51 Por ~Jo.
ejemplo, en Chmgny,
Chevigny, o¡,.
op. ciJ.,
cit., capfrulo
capítulo .S,
S, se pn!Senta
presenta la
situación ttfcrente
referente •a los ciegos.
situa:ión
52 Warfield,
W■rlield, op. cit., pág.
pig. 78.
asimihistorias que reseñan los triunfos de los héroes de la asimi­
aceptalación que lograron _penetrar
penetrar en nuevas áreas con la acepta­
laci6n
cí6n
ción de los normales. Se publican antiguos y modernos
puedeo
cuentos de horror que relatan hasta qué extremos pueden
llegar los abus-:is
abusos cometidos por los normales. Bajo la forma
de biografías y autobiografías se publican historias de moral
obejemplar, que ilustran el código de conducta que debe ob­
servar un estigmatizado. La publicación funciona también
dicomo un tribunal donde se presentan ciertas opiniones di­
situaJa situa­
vergentes sobre la manera más adecuada de manejar 1a
individuo
del
defecto
el
Si
estigmatizada.
ción de la persona estigmatil!:ada.
publicita y
requiere equipos especiales, es aquí donde se los publlcita
analiza. Los lectores de estas publicaciones constituyen un
mercado para libros y folletos que siguen una línea similar.
Es
E s importante subrayar que, al menos en Estados Unidos,
pai:ticupor muy pequeña y maltrecha que sea una categoría particu­
lar de estigmatizados, el punto de vista de sus miembros
pú,
gozará probablemente de algún tipo de representación pú­
blica. Se puede decir entonces que, por incultos que sean,
los norteamericanos estigmatizados tienden aa vivir en un
refeliterariamente; si no leen los libros refe­
mundo definido literariamente¡
situarentes a las personas que se encuentran en su misma situa­
]een revistas y van al cine; y, en caso
ción, por lo menos leen
de no poder hacerlo, escuchan, entonces, a los miembros del
grupo, voceros del problema, pertenecientes a su localidad.
Así, Ia
la mayoría de los estigmatizados tiene acceso a una
versión intelectualmente elaborada de sus puntos de vista.
Es necesario aquí una explicación acerca de aquellos que
actúan como representantes de una categoría de estigmatizaestigmatiza­
dos. Se trata de personas estigmatizadas que tienen, para
empezar, mayores oportunidades de expresar su parecer, son
miis relacionadas que el
poce más conocidas o están más
un pocc
resto de sus compañeros de infortunio y que, al cabo de
«movimiento,. les absorbe el
un tiempo, descubren que el «movimiento*
día entero y que se han convertido en profesionales. Una
culmipersona con dificultades en la audición ejemplifica la culmi­
nación de este proceso:
proceso;
En 1942 estaba casi todos los días en la Liga. Los lunes
ttabajaba
con la unidad de Ja Cruz Roja Los martes trabajaba
cosía ron
en la oficina escribiendo a máquina, llevando el archivo y
38
manejando el conmutador en caso necesario. Los miércoles
por la tarde ayudaba al médico en la clínica de la Liga para
Ja
le prevención de la sordera, que funcionaba en e! Hospital
de Ojos
O jos y Oídos
O ídos de Manhattan, en una tarea que me
rae agraagra­
daba particularmente; se trataba de confeccionar las hist0histo­
rias de los niños que a causa de resfríos, otitis, infecciones y
— cuyos efectos posteriores eran popo­
enfermedades infantiles ---<:UJOS
tencialmente perjudiciales para la audición-audición— obtenían el
beneficio de los nuevos conocimientos, de las drogas de
reciente aparición y de las modernas técnicas otol6gicas,
otológicas, toto­
do lo cual probablemente
probablemente·Jes
les permitiría crecer sin aJgodones
algodones
en los oídos. Los jueves por la tarde asistía a las clases para
adultos, donde se les
Ies enseñaba a ;interpretar
interpretar el movimiento
de los labios, y después to.ma1>anios
tomábamos juntos el té y jugába­
jugábamos a las cartas. Los viernes me ocupaba del Boletfn.
Boletín. Los
dbados
sábados preparaba cocoa y sandwiches de ensalada de huehue­
vos. Una vez por mes concurría a la reunión de Damas AuAu­
xiliares, un grupo de voluntarias organizado en 1921 por
la señora Wendell
Wendeü Phillips y otras esposas de otólogos,
Jg
so­
interesadas en recaudar fondos, aumentar el número de socios y representar a la Liga socialmente. Para los chicos de
seis años organizaba la fiesta de Todos los Santos y ayudaba
a servir la cena del día de Acción de Gracias de los vetera•
vetera­
nos. Para Navidad redactaba el pedido de contribuciones,
ayudaba a escribir la dirección en los sobres y a pegar las
estampillas. Colgaba las
laá cortinas nuevas y arreglaba la me~a
mesa
de ping-pong; acompañaba a los jóvenes al baile de San
Valendn
Valentín y me encargaba de un puesto de venta en la
58
Feria de Pascua.
Pascua.63
Se podría agregar que cuando una persona con un estigma
particular alcanza una posición
posici6n ocupacional, política o finanfinan­
ciera elevada -su
— su importancia depende del grupo estigmaestigma­
tizado en cuestióncuestión— es posible que se le confíe una nueva
carrera: 1a
la de representar a su categoría. Advierte que es
demasiado importante como para evitar que sus pares lo
presenten como ejemplo de todos ellos. ((L
La
a debilidad de
.53
.53 Wadleld,
Warfield, op. cit.,
cii-, págs. 73,74;
73-74; véase también el capítulo 9, págs.
129-1'8,
129-158, donde apa~
aparece una especie de confesión telativa
relativa a
» la vida
profesional. La \•ida
vida de un profesional amputsdo
amputado esrá
está descripta en H.
Russell,
Hands, Nueva York: Crcative
Russel!, Victory in My Hctnds,
Creative Age Press, 1949.
39
un estigma puede entonces ser medida por la
ia forma en que
un miembro de esta categoría, por más impottante
importante que sea.
sea,
consiga evitar estas presiones.),.
presiones.)..
Sobre este tipo de profesionalización se suelen formular dos
observaciones. En primer lugar, convertir su estigma en una
profesión; los líderes nativos están obligados a tratar con
representantes de otHs
otras categorías, descubriendo de ese momo­
do que rompen con d
el circulo
círculo cerrado de sus iguales. En
lugar de apoyarse en sus muletas, las utilizan para jugar al
golf, y dejan de ser, en términos de participación social, rere­
64
presentativos de las personas que representan.
representan.64
En segundo lugar, aqudlos
profesional.mente
aquellos que presentan profesionalmente
el punto de vista de su categoría pueden introducir ciertas
parcialidades sistemáticas en su exposición, por d
el simple
motivo de que están demasiado implicados en el problema
como para escribir sobre él. Aunque cualquier categoría
particular de estigma puede tener profesionales que adopten
líneas diferentes _e,
e, incluso, subvencionar publicaciones que
abogan por programas distfatos,
distintos, existe un tácito acuerdo
uniforme de que la situación del individuo que posee ese
estigma peculiar es digna de atención. Sea que se ocupe se•
se­
riamente del estigma o que le reste importancia, un escritor
deberá definirlo como algo sobre lo cual vale la pena escri•
escri­
bir. Este acuerdo mínimo, aun cuando no haya otros, ayuda
a consolidar la creencia en el estigtna
estigma como base para el autoconocimiento. En
E n este caso, una vez más, los represenrepresen­
tantes no son representativos, pues es dificil
difícil que la reprerepre­
sentación pueda provenir de quienes no prestan atención a
su estigma o son tdativameote
relativamente analfabetos.
Noo pretendo sugerir con esto que los profesionales son
N
del tínico
único recurso que tienen los estigmatizados para lograr
que se advierta públicamente su situación vital; existen
otros. Cada vez que alguien ron
con un estigma particular alal­
otrOS.
canza notoriedad, ya sea porque infringe una ley, gana un
premio o llega a ser del primero de su categoría, es posible
que el hecho
hedió llegue a formar parte de la chismografía de54
'4
lideres pueden ser reclutados entre los
54 Desde el comienzo, esos líderes
miembros de la categoría que aspiran a dejar de vivir como sus pares
y que son relativamente capaces de hacerlo, dando lugar a lo que
Lewin (op. cit., págs. 19.5-196)
195-196) denomina «liderazgo desde la pepe­
riferia».
40
una comunidad local¡
local; estos acontecimientos pueden, incluso,
ser noticia en los medíos
medios de comunicaci6n
comunicación de la sociedad
más amplia. Sea como fuere, aquellos que comparten el esac­
tigma de la persona célebre se vuelven repentinamente acin­
cesibles para los normales que los rodean en forma más inson objeto de una ligera transferencia de crédito
mediata y sori
situación los lleva fácilmenfácilmen­
o descrédito. De este modo, su situaci6n
te a vivir en un mundo donde se publicita como héroes y
villanos a los que pertenecen a su misma i=ategoria,
categoría, ya que
las personas que los rodean, tanto normales como estigmaestigma­
tizadas, son quienes subrayan las relaciones que mantienen
con ese mundo, trayéndoles
ttayéndoles la noticia de que alguno de sus
pares lo está pasando bien o mal.
He considerado un conjunto de individuos de quienes la
persona estigmatizada puede esperar cierto
derto apoyo: aquellos
que comparten su estigma, en virtud de lo cual son definidefini­
sí mismos ~mo
como sus iguales. El
E l segundo
dos y se definen a .st
— tomando en préstamo
término que·
q u e' algbna
algüna
grupo es -tomando
pttstamo un ténnúio
vez fuera utilizado por los homosexuales-homosexuales— el de los «sa«sa­
bios».,
bios», es decir, personas normales cuya situación
sítuadón e,pecial
especial
las lleva
llera a estar íntimamente informadas acerca de la vida
secreta de los individuos estJgmatizados
estigmatizados y a simpatizar con
ellos, y que gozan, al mismo tiempo, de cierto
derto gtado
grado de
aceptaci6n
aceptación y de cortés pertenencia
pertenenda al clan.
dan . Las personas sa.
sa­
bias son los hombres marginales ante quienes d
el individuo
que tiene un defecto no necesita avergonzarse ni ejetter
ejercer
un autocontrol, porque sabe que a pesar de su imperfección
imperfecdón
será considerado como UJ1ll
una persona corriente.
com ente. Se puede cici­
1eri
d d mundo de las prostitutas:
tar un ejemplo tomado del
Aunque se barle
borle despectivamente de la respetabilidad.
respetabilidad, la
prostituta, en especial la call-girl,
coü-girl, es sumamente sensible en
la sociedad bien educada y busca refugiarse, en sus horas
h'brcs,
libres, en compañfa
compañía de artistas, escritores, actores y seudointdectaales
Intelectuales bohemios. Allí se la acepta como una personapersona­
m u curiosidad.•
curiosidad.11*
lidad marginada y no como una
Antes de adoptar el
d punto de vista de quienes tienen un
estigma particular, la persona notmal
normal que se convcrtiri
convertirá en5
,,
55 J.
J . Stearn,
Steam,
Libru,,
Sisters of tbe
the Night, Nueva York: Popular Libran,
1961, pifg.
pág. 181.
41
sabia deberá pasar primero por una experiencia persona]
personal
testimo1
arrepentimiento, de la cual existen numerosos testimoi
literarios.°'
literarios.9®Y después que el simpatizante normal se por
disposición de los estigmatizados, a menudo debe aguai
agua1
a que estos legalicen su condición de miembro aceptado,
aceptado.
persona no solo debe ofrecerse; tiene, también, que
aceptada. A
A veces, por supuesto, la iniciativa para dar el
timo paso parece tomarla el normal; lo siguiente es un ej
plo
p ío de esto.
No
permftame relatar
No K
sé si podré o no hacerlo, pero permítame
gr'\1:r.
incidente. En una oportunidad fui admitido en un grupc
muchachos negros de aproximadamente mi misma edad,
eda •
quienes solía ir a pescar. Cuando comencé
comen~ a salir con el
en mi presencia utilizaban con cuidado el término «negi
«nqi
Gradualmente, a medida que nuestras excursiones se
~e ha<
hac
más frecuentes, empezaron a bromear
brornear entre ellos en mi
mi!¡
senda, y a llamarse unos a otros «m
«motndo».*
El
verdac
otad o».* E l
«motudo»
cua
cambio residía en el empleo de la palabra «m
otado» cua
bromeaban, palabra que anteriormente no podían mencic
siquiera.
cJc los machac
mochac
Un día, mientras estábamos nadando, uno de
empujó con fingida violencia y entonces le dije: «~
me empuj6
tratan los motudos».
«Bastardo». me contestó con una g~
m otados». «Bastardo»,
sonrisa. A partir de ese momento todos podíamos usa:
palabra «motudol'>,
«m otado», pero las viejas categorías habían ec
biado totalmente. Jam
Jamás
se1
ás olvidaré, mientras viva, 1a
la se:
ci6rt
despu~ de hi
h~
ción que experimenté en el estómago después
11
utilizado la palabra «m
«motudo»
alguna. ,1
-r7
otado» sin restricción alguna.8
56
,6
Villain•, en Advertisements
Adve,tisements for
56 N.
N . Mailer,
Mailet, «The Homosexual Villain»,
sel/,
pá,l¡s. 200-205, presenta
self, Nueva York: Signet Books, 1960, pags.
modelo de co1Úesi6n
ciclo
intoletancla, e
confesión detallando el d
d o básico de intolerancia,
rienda esc:lare0edora
II
esclarecedora y, finalmente, retractación del ¡,rejuido
prejuido a ti
de la aceptación ¡,úlilica.
introduo::i6n de A
Ai
pública. Véase también la introducción
Wilson a Carllng, op. c i t para una historia confesional de la te
confesional de la re,
nidón de ~u~.:tt';'J':wÜ:O~storia
los inválidos según Wilson.
** El
nigur, que, aa diferenda
difercocia de negro,
n~gro, tieot
ti~
E l autor emplea aquf
aquí mgger,
caráctcr
insultantt. (N. del E.)
carácter despreciativo ee insultante.
E .)
57 Ray Bérdwhistell
Birdwhistdl mi
ScWfner, ed., G,oap
Group Processet,
'7
en B. Sduffoer,
Procases, Trai
Tl'al
tions of the Second ((1955)
1955) Gonference,
Confercnce, Nueva York:
Yorle: Josiah 11í
==
de
Jr. Foondation,
Foundation,
42
1956, pq.
pág. 171.
171-
cuy•11. sabiduria
Un tipo de persona sabia es agudla
aquella ctiya.
sabiduría proviene
de sus actividades en un establecimiento, que satisface tanto
coparticular co­
estigma
un
tienen
1u
las necesidades de quienes
mo las medidas que la sociedad adopta respecto de estas
personas. Por
F o t ejemplo, las enfermeras y los terapeutas puepue­
den ser sabios: pueden llegar a tener más conocimientos
sobre una determinada clase de equipo de prótesis que el
pata minimizar su depaciente que debe aprender a usarlo para
de­
esciente
formación. Los atentos empleados de las tienda.a
tiendas que venden
form.aci6n.
son
lo
menudo. sabios; taaibién
también
manjares delicados son, a menudo,
homolos correctos cantineros
cantinetos de los bares frecuentados por homo­
118
Ell
sexuales y las mucamas de las prostitutas de Mayfair.
Mayfair.5®
E
agente de policía, debido a
a su trato constante con criminacrimina­
lo sugieren las
les, se puede convertir en sabio, tal como ío
palabras de un profesional: «
« .•..
. . en realidad, dejando a
a un
lado a los -otros criminales,
crimínales, los policías son los únicos que
lo aceptan a usted tal como es».H
es».6®
Un segundo tipo de persona sabia es aquella que se relaciorelacio­
na con un individuo estigmatizado a través de la estructura
social;
sodal; esta relaci6n
relación hace que en algunos aspectos el resto
de la sociedad más amplia considere IIa ambos como una
la esposa fiel del enfermo menmen­
sola persona. Por lo tanto, Ia
tal, la hija del ex presidiario, el padre del inválido, el amigo
verdugo,4® están obligados a comcom­
del ciego, la familia del verdugo,•
partir parte del descrédito de la persona estigmatizada con
rclaci6n. Una respuesta a este destino es
la cual los une una relación.
abrazarlo
Abrazarlo y vivir dentro del mundo del familiar o amigo
eb e agregarse que las personas que de este
Debe
estigmatizado. B
vez,
modo adquieren un grado de estigma pueden, a su vez.
estar relacionadas con otras que contraen algo de la enferenfer­
est.ar
problemas que enfrentan las
medad en forma indirecta. Los probletnas
intensi­
personas estigmatizadas se expanden en oleadas de intensiVeamos aquí un ejemplo:
dad decreciente. VQllllOS
Landets:
Estimada Ann .Landen:
niña de 12 años a quien se excluye de toda activi-58960
Soy una nüia
58 C. H
tmett of tbe
the Streets,
and
Loncb:s: Sccker ancl
Streels, Lood.es:
cd., Won,e,,
H.. Rolph, ed-,
'8
Watbutg, 195.5,
» 5 5 , págs.
~79.
pfgs. 78-79.
Wuburg.
ISO.
s,ig, 150.
59 Parker
cU., pág.
Alletton, op. di.,
Puker y Aüetton,
'9
Relucían? Hoñgman,
Hangman, LondftS:
Londres: Jolm
John Loo&
Long, Ltd..
ltd.•
60 J. Atholl, Tbe Reh«tam
1956, p4g.
p íg. 61.
1'-'6,
dad 50cial
social porque mi padre es un ex presidiario. Trato de
simpática con todo el mundo, pero es inútil.
ser amable y simpítica
M is compañeras de la escuela me han dicho que sus madres
Mis
no quieren
quieten que se junten conmigo poique
dañaría su
porque eso dañarfa
reputación. A
fam a, y.
y,
.reputaci6n.
A mi padre los diarios le hicieron mala fama,
a pesar de que ha cumplido su condena, eso nadie lo olvidará.
¿Q ué puedo hacer?
Hacer? Me siento muy triste porque a nadie
c!:Qué
le gusta esmr
estar sola todo el tiempo. Mi
M i madre trata de que la
acompañe en sus salidas pero yo quiero
quieto estar con chicos de
aoompañe
mi edad. Por favor, déme algún consejo.
mí
Una proscripta.*1
proscripla.11
En general, la tendencia
tendeada del estigma a difundirse desde el
individuo estigtnatimdo
hacia
estigmatizado h
ada sus .relaciones
relaciones mú
más cercanas
teladones tienden a evitarse º•
o, en
explica por qué dichas relaciones
caso de existir, a no perdurar.
Las
L as personas que tienen un estigma aceptado suministran
«normalización* ,* 8 mostrando hasta dónde
un modelo de «nonnalizaci6ni.,•
Individuo
pueden llegar los normales cuando tratan a un individuo
estigmatizado como si no lo fueta,
Laa normali7.aci6n
fuera. ((L
normalización es
«notmifícatión», o sea, el esfuerzo que realiza
distinta de la «normificación•,
el individuo estigmatizado pata
para presentarse a sí mismo como
una persona corriente,
com ente, aunque no oculte necesariamente su
defecto.) Por otra parte, puede aparecer un culto al estigestig­
matizado cuando la respuesta estigm6fila
estigmófila del sabio contracontra­
ataca la respuesta f6bica
fóbica del normal. La
L a persona que tiene
un estigma aceptado puede, en realidad, colocar tanto al
estigmatizado como al normal en una situaci6n
situación incómoda:
al estar siempre dispuestos a cargar un peso que no es
«realmente suyo» pueden arrostrar a los demás con una
excesiva moralidad; al tratar el estigma como una entidad
exc-esi-va
neutral que debe ser considerada de un modo directo y sin
cumplidos, exponen a sí mismos y a los estigmatizados a
una interpretación err6nea,
errónea, ya que los normales pueden vivi­
68
vir esa conducta como agresiva.
83621
agresiva.®
61 herkeley
Berkeley Daily Gazette, 12 de abril de 1961.
G, Schwartz, «Perspectiva
«Perspectives en DeviaoceDeviance—62 La idea proviene de C. G.
Wives’
Definítions of Their Husbands'
Husbands’ Mental Illness•,
Illness», en Pl"JchiaPsychiaWives' Definitions
try, XX, 1957, págs. 275-291.
,
A „
63 Para un ejemplo rdativo
relativo a los ciegos véase A. Gowman,
Gowman; «Blind«filma-
44
La relación entre el estigmatizado y su aliado puede ser
difícil.
düíci.1. LLaa persona que tiene un defecto puede sentir que
anretorno al estado an­
en cualquier momento es posible un retomo
terior, especialmente cuando las defensas disminuyen y la
aumenta. Lo muestran las palabras de una prospros­
dependencia aumenta,
tituta:
Bueno, yo quería ver qué pasaba si me adelantaba a los
acontecimientos,
acontecimientos. Le
L e expliqué a él que si estábamos casados
y teníamos una pelea me podía abandonar. Me contestó que
84
no, pero los hombres son así.
así.®*
Por otra parte, el individuo con un estigma aceptado puede
tídescubrir que debe soportar muchas de las privaciones tí­
picas del grupo que lo admite y que, aun asi,
así, no puede gozar
de la exaltación de sí mismo, que es la defensa corriente
tratamiento. Además, de una rnanera
manera muy
frente a dicho trattmicnto,
semejante a lo que le ocurre al estigmatizado con respecto
a él, le resulta dudoso que en último análisis su grupo de
9118
admisión lo «acepte»
«acepte* realmente.
realmente.®
admisi6n
La carrera moral
Las personas que tienen un estigma particular tienden a
pasar por las mismas experiencias de aprendizaje relativas
cona su condición y por las mismas modificaciones en la con­
a
cepción del yo -una
— una «carrera moral» similar que es, a la
cepci6n
vez, causa y efecto dt:l
del compromiso con una secuencia sese­
~.
personales— . ((LLa
a historia natural de
mejante de ajustes personales-.
una categoría de personas estigmatizadas debe distinguirse
claramente de la historia natural del estigma mismo -la
— Ia
datamente
historia de los orígenes, difusión y decadencia de la capaciProhl,ms, IV, 1956,
ness and the Role of the C.Ompanion,.,
Companion», en Social
Socid Problems,
neu
pógs. 68-75.
pqs.
Steam, op. cit.,
«/., pág. 99.
64 Sceam,
~ por
cuidadosa.lDCllte explorado
65 FJ
El número de posibilidades fue cuidadosamente
6,
tile Intellectual»,
Brosfard, cd.,
ed., Tln
The
Intellectual•, en Brml'ad,
Gentile
Btossard, «Plaint of a Gen
C. Brossard,
Scette
Yon, Nueva York, Holt, Rinehart & '\l-inston,
Winston, 195,,
1955,
Scene Befare Yo",
p(gs,
págs, 87-91.
87-91,
4.5
dad de un atributo para servir como estigma en una soti
soci
dad particular-,
ejemplo. el divorcio en la sociecL
particular— ; por ejemplo,
socied;
norteamericana de clase media alta.) Una fase de este pt
pr
ceso de socializaci6n
socialización es aquella en la cual la persona esti
mamada
i.na>rporar el punto de vista de los nc
DC1
matizada aprende a incorporar
males, adquiriendo así
uí las creencias relativas a la identid¡
identid
propias del resto de la sociedad mayor, y una idea genei
gcnet
de lo que significa poseer
~ un estigma particular. Otra fa
es aquella en la cual aprende que posee un estigma partic
partlc
Jar
detalle- las consecuencias de poseed
poseer!
lar y -esta
— esta vez en detalle—
La
iníclalcs i1
L a smcronización
sincronización e interjuego de estas dos fases iniciales
la carrera moral crean pautas importantes, estableciendo
base del desarrollo ulterior y proporcionando un medio fi
ra distinguir entre las carreras morales accesibles a los esti
matizados. Se pueden mencionar cuatro de dichas pauti
matitados.
paut1
Una de las pautas involucra a los que poseen un estigi
estJ&I
innato y son socializados dentro de su desventajosa sitt
site
ci6n
cstí
ción al mismo tiempo que aprenden e incorporan los esti
dares
fracasan.•6 Por ejemplo, un huérfa:
h~ai
dates ante los cuales fracasan*
aprende que los nifíos
niños tienen, natural y normalmente, JJ
dres y, a la vez, también lo
dtts
Jo que significa no tenerlos. Di
D
pués de haber pasado los primeros dieciséis
diec:iRis años de
vida en Ia
momen
la institución, aún puede sentir, en un momee
posterior, que el,
naNralmente, sabe cómo
c6mo ser un pac
pad
él, naturalmente,
para su hilo.
níjoUna segunda pauta deriva de la capacidad de una familia,
en .tnenor
constiNine
menor grado de una comunidad local, de constituirse
cápsula de su joven miembro. Un niño con
c;on un estigma cc
ce
pto
die
génito puede ser cuidadosamente protegido dentro de díc
cápsula mediant~
infonnad6n. N
No
mediante el control de la información.
o se p,
p
m.ite
mite su entrada en el círculo encantado de definiciones q
lo disminuyan, mientras que otras concepciones sostenic
sosteni~
por la sociedad mayor tienen un acceso
acce::io flkil:
fácil: son aqueE
aquel!
que llevan a que el niño encapsulado se vea a sí
s( mismo coi
cot
un ser humano corriente,
comente, enteramente calificado, con u
identidad normal en función de aspectos tan básicos cor
cot
la edad y el sexo.
El
Ja vida del individuo protegido, cus
cu,6
E l momento a-ftico
critico en la
un examen de esta ¡-uta
pauta véue
víase A. 'R.
R. Lindl!SDli.th
Luidesmith :,
y A.
66 Para wi
Stnus■,
e . rev., Nueva York: Holt, Rúiehart
Rinchart
Strauss, Soti4l
Social Psychology_,
Psycboloey, ed.
Winston, 19'6,
1956, p,gs.
págs. !8o.t8.3.
! 80-183.
46
do c.1
variael drcu!o
círculo familiar ya no puede seguir cobijándolo, varia*
y el tipo de
estigma, pero, en cada uno de estos casos, su aparición dará
lugar a una experiencia moral. De este modo, a menudo se
señala el ingreso a la escuela como la ocasión para el apren­
apren-
r'
tá según la clase social, d
el lugar de residencia
dizaje del estigma, experiencia que muchas veces se produce
muy precipitadamente el primer día de dase
clase y que se ma­
manifiesta mediante insultos, burlas, ostracismo y peleas.*7
peleas.•1 E
Ess
interesante advertir que, cuanto mayores son las «desventa­
«desventajas»
jaS11, del niño, mayores son las probabilidades de que sea
enviado a una escuela especial para personas de su misma
dase, y de que se enfrente abruptamente con los conceptos
clase,
que el público en general tiene de él. Le
L e dirán que dentro
de su «propio•
«propio» mundo se sentiri
sentirá mejor; aprenderá asf que
lo que consideraba como su mundo no es tal y que, en
cambio, lo realmente suyo es ese universo más
má11 pequeño.
Debe añadirse que, cuando el estigmatizado desde la infan­
infancia logra conservar algunas ilusiones a lo largo de los prime­
primeros años escolares, •la
comiemo de
'la búsqueda de trabajo o d comienzo
las relaciones de pareja lo enfrentalÍn,
el
enfrentarán, a menudo, con d
momento de la verdad. En algunos casos entrañará
entrafiacl tan solo
la creciente probabilidad de una revelaci6n
revelación incidental.
Creo que la primera aprehensión verdadera de mi situadóo
situaci6o
y d primer dolor profundo que ello me causó
caus6 se produjo
de manera enteramente casual durante un día
dfa de playa con
del grupo al que pertenecía
adolescencla.
perteneda en mi temprana adolescencia.
Estaba acostada en la arena, y creo que los otros pensaban
que dormía. Uno de los muchachos dijo: «D
«Domén.ica
om inica me
gusta mucho, pero jamás saldría con una chica dciega».
ega». No
CODO'Zco
rechazo. 88
conozco ningún prejuicio
prejuirio que produzca tanto rechazo.88
En otros casos, implica algo parecido
ez.
pareado a una sistemática ex-
posición
,paposidón al peligro, tal como lo sugiere una víctima de .pa­
rálisis cerebral:67*
67 Un ejemplo tomado de la experiencia de 1.1Da
pci:sona dega
ciega puede
una persona
encontrarse en R. Criddle, Lovt ir
Yor,·: W.
is Not Blind, Nueva Yon*:
w . W.
Norcon
un11 persona
Norton & Company, 195,,
1953, paíg,
pág. 21; la apcriencia
experiencia de una
enana esal
M,m':r St#ture,
Stpture, Nueva
está descripta en H. Viscardi (h.), A Man’s
págs. 13-14.
York: The John Day Company, 1952, ~68
60 Henrích
Henrich yy Kriq¡el,
Kriegel, op. cit.,
d i., pfa:.
pág. 186.
47
Salvo una excepción extremadamente
extremadamentie dolorosa, mientras
tuve bajo eJ
el cuidado protector de 1a
la vida familiar y de .
programas de la escuela superior, y viví sin poner en práct
mis derechos de ciudadano adulto, las fuenas
fuerzas de la socied
fueron cordiales y benévolas. Fue después de haber cond
do la escuda
ele comercio, y de hal
escuela superior y la escuela de
realizado innumerables esfuerzos como trabajador volun
rio en programas comunitarios, cuando me sumergí en ·
prejuicios y supersticiones medievales
mediewles del mundo de
negocios. Buscar trabajo era como pararse ante un pelot
de fusilamiento. A
A los patrones les disgustaba que tuvi1
tuvii
el descaro de solicitar un empleo.•
empleo.8*
Los que en un momento tardío
tardio de la
la vida son víctimas
victimas
un estigma, o advierten que han sido siempre personas ,i
— el primer caso no implica una reorgani
sacreditables --el
rión radical de la visión de su pasado; el segundo sl-,
sí— , eje
ci6n
plifican una tettera
tercera pauta de socialización. Son indivídt
plifiom
n on
que han realizado un concienzudo aprendizaje de lo
lo non
y lo estigmatizado mucho tiempo antes de tener que oc,
siderarse
Ess prol
sideiarse a sí mismos como personas deficientes. E
prd
ble que tengan un problema especial en re-identificarse
re-identifkarse ao
sigo mismos, y una especial facilidad para la autocensu:
la colostomia,
colostomía, cada vez
Antes de 1s.
v~ que percibía un olor en
ómnibus o en el
d subterráneo me solía sentir sumamei
sulll81Det
molesto. Pensaba que la gente era
en. horrible, que no se 1
naba o que debería ir al baño antes de viajar. Acostumbra
ñaba
Acostumbr,
in¡edan eran los causantes
pensar que los alimentos que ingerían
sus olores. Me sentía terriblemente fastidiado; para mí el
ei
inmundas, sucias. Por supuesto, en la prim*
personas irunundas,
prim«
oportunidad que se me presentaba cambiaba de asiento;
asiento,
en caso de no poder hacerlo mostraba la repugnancia q
sentía. Por
la gente joven siet
P or eso creo, naturalmente, que la.
olotes lo mismo que yo sentía antes con los <e
con mis olores
más.™
más.'°
Aun cuando indudablemente hay muchos individuos qg
descubren recién en su vida adulta que pertenecen a 6970 ·
lb ld „ pág.
pSg. 156.
69 Ibld.,
Orbach y oolab.,
« la b ., op. cil.,
cit., pág.
165.
70 Orbadi
pig. 16.5.
48
grupo tribal de estigmatizados o que sus padres poseen un
ppo
defecto moral contagioso, del caso mú
más habitual es el de los
impedimentos físicos que «irrumpen» tardíamente en la vida:
Pero, de pronto, me despené
desperté una mañana y descubrí que
no podía mantenerme de pie. Tenía polio; la poliomielitis
poliomiditis
era simplemente eso. Me sentía como un niño muy pequeño
a quien se arroja a un enorme pozo negro; de lo único que
él sin
estaba seguro era de que no iba a poder sa1iz
salir de ¿1
ayuda. Aparentemente, la educación,
enseeducadón, las clases y las ense­
6anzas
ñanzas de mis padres, que recibí durante veinticuatro años,
no hicieron
mis-hideron de mf
mí una persona capaz de ayudarse a s{
sí mis­
ma. Yo
-normal,
Y o era un ser como cualquier otro —
normal, peleador,
alegre, lleno de proyectos-,
alproyectos— , y, de golpe, pasó algo. Pasó al­
go, y me convertí en un extraño. Un extraño, más ante mí
m1
mismo que ante los demás. Ni
suefios me
mecoN i siquiera mis sueños
conocían.
nodan. No
N o sabfan
sabían lo que podían dejarme hacer —y
y cuando
soñaba que iba a bailes o a fiestas había, sin cesar, una ex­
exttaña
traña condición o lim.itad6n,
limitación, siempre la misma, de la cual
no se hablaba ni se la mencionaba-.
mencionaba— . Tuve de pronto el
enorme conflicto mental y emocional
emodonal de una mujer que
lleva una doble vida. Era algo irreal que me llenaba de con­
confusidn,
atenci6n.n
fusión, pero no podía dejar de prestarle atención.”
inclicados para infor­
infotEn estos casos, los médicos son los mifs
más indicados
ma.r
situación futura.
mar en particular al enfermo sobre su situadón
Una cuarta parte está representada por aquellas personas
sodalizadas inicialmente
inidalmente en una comunidad alienada, ya sea
socializadas
dentro o fuera de los límites geográficos de la sodedad
sociedad nor­
normal, que deben luego aprender una segunda manera de ser:
aqueUa
aquella que quienes las rodean sienten como la única real
y v'1ida.
válida.
Debemos agregar que cuando un individuo adquiere tardía­
tardíamente un yo nuevo, estigmatizado, las dificultades que expe­
experimenta para entablar nuevas relaciones pueden extender­
extenderse en forma lenta a sus vínculos anteriores. Aquellos con
los que se vincu.la
vincula después de adquirir el estigma pueden
verlo simplemente como una persona que tiene,
tieQe. un de-71
71 N. Linduska, M-¡
Pelle¡rini and Cudahy,
My Polio
Palto Past,
Pan, Chicago: Peliegrini
1947, pág. 177.
49
fecto; quienes lo conocen
COOOt'ffl desde antes están ligados a v
t
ooncepci6n
COI
concepción de lo que fue alguna vez, y pueden, por
pe» coi
guíente, sentirse incapaces de brindarle, sea un trato na
tu)
guicnte,
natuJ
aceptación familiar:
sea una total aceptaci6n
Mi tarea [[com
como
o un escritor ciego que entrevista a futu
clientes de su producción literaria] consistía en hacer ,«
los hombres a quienes
qüienes iba a ver se sintieran a sus and
-lo
habitual-.. Curiosamente,
— lo opuesto a la situaci6n
situación habitual—
resultaba más fácil hacerlo con hombres que no había
nocido antes. Eso
cx1
E so se debía, tal vez, a que con los ex)
ños no había una cantidad de recuerdos que ocultar antes
iios
pasar a los negocios; no se producía, entonces, la dolar
dolor
comparación con el presente.18
presente.12
anc
Prescindiendo de la pauta general ilustrada por 1a
can
la can
moral del individuo estigmatizado, es especialmente inti
int1
santc
apret
sante abordar la fase de experiencia durante la cual aprei
que es portador de un estigma, porque es probable 1<
en ese momento establezca una nueva relación
relaci6n con otros
tigmatízados.
tigmatizados.
En algunos casos, el
el único contacto que el individuo títi
con sus pares es fugaz, pero lo suficientemente significat
significa!
como para mostrarle que existen otros
orros iguales a él:
Cuando Tommy llegó por primera
primcta vez a la clínica había
otros dos muchachltos,
muchachitos, aa cada uno de los cuales le falt
congénitamente una oreja. AI
Al verlos, Tommy llevó
llev6 en :
ma lenta la mano derecha hacia su propia oreja defectu
y, con los ojos muy abiertos, dirigiéndose a su padre le d
d
«Hay
mfa».73
«H ay otro chico
cbico con una oreja igual a la mía».78
En el caso de un individuo cuya desventaja física data
poco tiempo atrás~
infortunio. más
atrás, sus compañeros de infortunio,
pertos que él en áel manejo del defecto, suelen hacerle ·■
serie especial de visitas para darle la bienvenida al clul
du1
instruirlo sobre la manera de arreglárselas física y psíc
psí<
camente:723
72 Chevigny,
cit., pig.
pág. 136.
Cbevigny, op. cit,,
336.
73 Macgrc:got
Macgregot y colab.,
coíab., op. cit., págs. 19-20.
so
En realidad, la primera vez que tomé conciencia de la
a:istencia
existencia de mecatúsmos
mecanismos de adaptación fue al comparar a
dos compañeros míos, pacientes también del Hospital de
Ojos y Oídos. Tenían por costumbre visitarme cuando yo
estaba en la cama.
cama, y llegué a conocerlos bastante bien. HaHa­
d a siete años que los dos eran ciegos. Tenían aproximadaaproximada­
da
mente la misma edad -un
— un poco más de treinta añosaños— y
ambos habían estudiado en la universidad.”
universidad.'"
En los múltiples casos en que la estigmatización dd
del indiviindivi­
a una institución de vigilancia,
duo se asocia con su ingreso a
ya sea una cárcel, un sanatorio o un asilo para huérfanos,
gran parte de lo que aprende acerca de su estigma le será
transmitido a lo largo de esttechos
estrechos y prolongados contactos
con aquellos que se encuentran en el .proceso
proceso de transfortransfor­
marse en sus compañeros de infortunio.
Como ya se sugirió, cuando el individuo comprende por
primera vez aa quiénes debe ahora aceptar como sus iguales
suele sentir, cuando menos, cierta ambivalencia: esos otros
no solo son portadores manifiestos de un estigma, distintos,
por consiguiente, de la persona normal que él cree ser, sino
que también pueden tener otros atributos con los que le
romo
resulta difícil asociar su caso. Lo
L o que puede terminar como
una masonería, bien puede empe7.ar
empezar con un ademm
ademán de rere­
chazo. Una muchacha ciega desde hace poco tiempo, al dejar
el hospital realiza directamente una visita a la Casa de la
Luz:
perro lazarillo fueron cortéscortás­
Mis preguntas relativas a un peno
mente dejadas de lado. Otro trabajador, que no era ciego,
se encargó de mostrarme d
el lugar.
higar. Visitamos la biblioteca
d u b donde se reunían los
Braille, las aulas, los salones del club
miembros ciegos de los grupos de música y teatro; la sala
recreación donde durante las fiestas los ciegos bailaban
de m:reación
cotí las ciegas;
riegas; el restaurante donde todos se reunían para
con
c:omer;
juntos;
comer; las canchas de bolos donde jugaban jum
os; el inmeninmen­
so taller en el cual ganaban un sueldo para mantenerse.
mantenerse, haha­
esteri­
ciendo trapos de piso y escobas, tejiendo alfombras }'y esteri~
Dando
A medida que pasábamos de una habitación a 74
llando sillas. A
74 a-igny,
Cbevigny, OJ>.
op. cit.,
cit„ p6a.
pág. ,,.
35.
51
otra podía ofr
oír el ruido
mido de los pies que se arrastraban,
arras traban,.la
.la
voces acalladas, el golpeteo de los bastones. Aquí estaba ec
mundo seguro y segregado de los que no veían:
vdan: un mund
completamente diferente -me
— me afirmaba la asistente socialso d aldel que yo acababa de dejar
d e ja r..
••..
Esperaban que yo integrara este mundo. Que abandonai
abandonar
mi profesión
profesi6n y me ganara la vida haciendo trapos de pise
piS<
La Casa de la Luz se iba a sentir muy feliz de enseñarm
a hacer ese trabajo. Estaba destinada a pasar el resto d
¿
mi vida haciendo trapos de piso con otros ciegos, comiend
con otros ciegos y bailando con otros ciegos. A
A medida qu
esta imagen cs:ecla
crecía en mi mente, el miedo me producla
producía nii.,
nát
seas. Jamú
Jam ás me había encontrado con una segregación ta
destructiva.,.
destructiva.7*
Ja ambivalencia que crea en el individuo la pertenei
pertene1
Dada la
da a su categoría estigmalizada,
cía
estigmatizada, es lógico que apan:za
aparezca
oscilaciones en el apoyo, en las identificaciones y en la pa
ticipaci6n que tiene entre sus pares. Existen «ciclos de si
tídpación
aí
liaci6n•
líadón» mediante los cuales
oíales llega a aceptar las opornm
oportue
dades especiales para una participación endogrupal, o .rech
redi
11 S.
zarlas después de beberlas
haberlas aceptado prcviaroente.
previamente.7*
Si
creencias sobre la naturaleza de su grupo de pertenencia
pertenenria
la naturaleza de los normales sufrirán oscilaciones corre
pondientes. Por ejemplo, la adolescencia (yy el grupo de p
res de la escuela secundaria) puede traer una marcada d
clinación de la identificación con el grupo de pertenencia
un notorio aumento de la identificación con los norm
les.17
Ies,7
57677 Las fases posteriores de la carrera moral del individt
inclividt
7!i
dt., págs.
75 Keitlen,
Keiden, op. cit.,
til., p4fS,
píes. 37-38. Linduska, op. eii.,
159-lé
p,gs. 159-lE
describe las primeras vicisitudes de la identificació11
idcntificaddn oon
con los
ios otr
li&.iado1
lisiado) de un paciente poliomielítíco
J. W. John1<1
John se
poliomidlúoo hospitalizado. J,
Tbe
AMtobiography of d'1
Ex.Coloured Man, ed. rcv,,
The Auiohiography
an Ex-Coloured
rev., Nueva Yor
Yol
Hill
Hfll and Wang, American Cenrury
Century Series, 1960, pqw.
págs. 22-2),
22-23, ofre
el relato novelesco de una reidentifkación
reidentificación racial,
racial.
76 Se puede hallar un enunciado general en do1
dos articulas
artículos de B.
E.
Hughes, «Social Chan¡¡e
Change and Status Pro,est»,
Protest», en Pbylon,
Phylo», primer t
mcstre,
~ Points•,
mestre, 1949, págs. 58-65, y cCyclcs
«Oyeles and T
Turning
Points», en M,
Af<
41'd
and Theír
Their Wo,k,
Work, NueYll
Nueva York, Free Press of Glencoe, 19'8.
1958.
77 M. Yerrow, «Personaüty Development and Minority Group Ma
!fp!'::'M:fklr:;ª~t
Jetas, Nueva ~:r~:~"P~:Ulf
York: Free P ee» of ~¡:
Gte
bership», en M. Sklare, The 1}:,~~~=~
coe, 1960, pqs.
págs. 468-470.
a>e,
52
habrán de encontrarse en estos cambios de participación y
c:recncia.
creencia.
Las relaciones del individuo estigmatizado con la comunidad
perteinformal y con las organizaciones formales a las que perte­
nece por su estigma son, pues, decisivas. Estas relaciones
señalarán, por ejemplo, una gran distancia entre aquellos
cuya diferencia apenas los provee de un nuevo «nosotros»
«nosotros».
y aquellos que, como los miembros de un grupo minorita­
minorita•
rio, se encuentran formando parte de una comunidad bien
tradición establecida: una comunidad
organizada con una ttadici6n
reclamos de lealtad e ingresos, defi­
defique formula apreciables redamos
niendo al miembro como a alguien que debe enorgullecerse
de su enfermedad y no buscar una mejoría. En cualquier
caso, trátese o no de un grupo estigmatizado establecido,
es en gran parte con relación a este grupo de pertenencia
que es posible examinar la historia natural y la carrera
moral del individuo.
Al revisar su propia carrera moral, el individuo estigma­
estigmaextizado puede escoger y elaborar retrospectivamente las ex­
periencias que le permiten explicar el origen de las creencreen­
cias y de las pmcticas
prácticas que ahora tiene con respecto a sus
iguales y a los normales. Un acontecimiento vital puede, así,
tener un doble significado en ]a
la carrera moral, primero
como causa objetiva inmediata de una crisis verdadera, y
luego ((esto
esto es más fácil de demostrar) como medio para
estee:q,licarr una posición corrientemente adoptada. Para este
dltimo
último propósito a menudo se elige
d ige la experiencia del indiindi­
viduo recientemente estigmatizado que comprende que los
miembros veteranos del grupo se parecen bastante a los
seres humanos corrientes:
com entes:
[Habla
jovm que se estaba dando a una vida
[H abla una muchacha.
muchacha joven
por primera vez con su
inmoral y que debía encontrarse pot
madama.] Cuando di vuelta la esquina de la calle Cuatro
mis fuerzas volvieron a traicionarme; estaba a punto de
batirme en retirada, cuando salió Mamie de un restaurante
de enfrente y me saJud6
Ell portero,
ponero, que
saludó afectuosamente. E
vino a abrirnos al ofr
oír nuestro llamado, dijo que la señorita
enLaura estaba en su cuarto, y nos indicó el camino. Me en­
contré ante una mujer bien parecida y de mediana edad
que nada tenía que ver con la horrible criatura que había
imaginado. Me
M e dio la bienvenida con voz suave y educada.
Todo en ella hablaba con tanta elocuencia de sus potencia­
potencialidades para la maternidad que instintivamente busqué a
los niños que hubieran debido estar prendidos
prendídos de sus
polleras.u
polleras.™
Otro
homoserual refiriéndose
O tro ejemplo lo proporciona un homosexual
a su cambio:
Me encontré con un hombre que bahía
había sido compañero mío
en la escuela ( ..•.
. . )) Era, desde luego, homosexual, y dio
por supuesto que yo también lo era. M
Mee sentía sorprendido
y bastante impresionado. N
Noo coincidía en lo más mínimo
con la idea popular que se tiene de un homosexual; era un
individuo bien plantado, viril y pulcramente vestido. Esto
Esto
era algo nuevo para mí. Aunque estaba perfectamente pre­
preparado para admitir la existencia del amor entre hombres,
siempre ~end
sentí una ligera repugnancia por los homosexuales
manifiestos que había conocido, aa causa de su vanidad, sus
maneras afectadas y su cháchara interminable. Comprendí
entonces que ellos constituían solo una pequeña parte del
del
mundo de los homosexuales, si bien la más notoria ( .•.•
. . )) .,.
™
Un lisiado suministra una afirmación
afümaci6n semejante:
Si yo tuviera que elegir el conjunto de experiencias que me
convencieran finalmente de la importancia de este proble­
proble,
ma ((el
el de la imagen de sí mismo) y de que debía librar
mis propias batallas de identificación, haría referencia a los
acontecimientos que me llevaron a comprender profunda­
profundamente que a los lisiados se los puede identificar con otras
características que no coinciden con su desventaja física.
Me di cuenta que los lisiados podían ser, al igual que el
resto de la gente, bien parecidos, encantadores, perversos,
amorosos, estúpidos y brillantes, y descubrí que podía odiar­
odiarlos o amarlos a pesar de su deficiencia.7
deficiencia.so
80
978
78 M11tldeitu,
Aatobiogr11ph,, Nueva Vori::
York; Pyramid Books, 1961,
Híaddeine, An Autobiography,
págs.
36-57.
•
- '6-37.
79 P. Wildeb1ood,
L4w, Nueva York:
Yock: Julián
Julian Messner,
Wildeblood, Agt1il'llt
Againtt the
tbe Lato,
19.59,
1959, págs. 2}-24.
23-24.
80 Carling, op. cíJ.,
cit., pág. 21.
54
Se puede agregat
agregar que al reflexionar sobre el momento en
que descubre que los que poseen su estigma son seres hubumanos co.tno
como los demás, d
el estigmatizado puede llegar a to­
tolerar que los amigos que tenia
tenía anteS
antes del estigma consiconsi­
deren inhumanos a los que para ese entonces él aprendió
a
Así
a ver como personas tan cabales como él mismo. A
sí es
c::6mo
cómo una joven, al repasar su experiencia en un circo, adad­
vierte, en primer lugar, que aprendió que sus compañeros
de trabajo no son monstruos y, en segundo lugar, que los
amigos que tenía antes de ingresar al circo temían que
viajara en un ómnibus junto con otros miembros de la
81
compañía.
compañía.81
Otro momento crítico -retrospectiva,
— retrospectiva, si no originalmente
consideradoconsiderado— es la experiencia de aislamiento e inhabiliinhabili­
tación, que coincide a menudo con un período
periodo de hospitahospita­
lización, que se revela posteriormente como d
el momento en
.lizacl6n,
que el individuo tenía la posibilidad de pensar en su propro­
blema, de aprender acerca de sí mismo, de adaptarse a su
situación y de llegar a una nueva comprensión de lo que
es importante y me.rece
merece buscarse en la vida.
Hay que agregar que no solo las experiencias personales
son las únicas en ser consideradas retrospectivamente
como momentos decisivos, sino que también pueden utili­
utilizarse en este sentido algunas de segunda mano. Por ejemejem­
plo, la lectura de la literatura relacionada con el grupo
puede proporcionar por sf
sí misma una experiencia sentida
como reorganizadora:
No pienso que sea demasiado presuntuoso decir que La
cabaña del tlo
tío Tom muestra un panorama perfecto y verí•
verí­
dico de la esclavitud¡
esclavitud; como quiera que sea, me abrió los
ojos sobre qué y quién era yo y cómo me veían
ve(an en mi país;
me dio, de hecho;
hecho, una orientación.in
orientación.82
Qausen, lí Love
tbe Season’s
Over, Nueva
81 C. Oausen,
Lóvt You Hottey
Honey Bui
BuJ tht
Set1Jo11's Ov,r,
York: Holt, Rinehart & Winston, 1961, pág. 217.
82 Johnson,
Jobnson, op. cit,,
cit., pág.
p'@, 42. La novela de .Tohn1on,
ouas de
Johnson, como
con» otra»
m
su clase,
dase, ejemplifica cabalmente la creación de un mito al organizar
en forma literaria muchas de las cruciales experiencia,
experiencias morales y de
las c:risís
crisis Ia las que están sujetos, retrospectivamente, los que perteperte­
tiecen
necen a una categoría de estigmatizados.
,,
2. Control de la información e
identidad personal
El desacreditado y el desacreditaba
desacreditable
E s posible que nosotros, los normales, conozcamos la con­
Es
contradicción existente entte
entre la identidad social real y la virtual
de un individuo antes de entrar en contacto con él, o que
este hecho se ponga de manifiesto en el momento en que
indicha persona se presenta ante nosotros. Se trata de un in­
dividuo desacreditado, y de él, fundamentalmente, rae
me he
ocupado hasta ahora. Tal como se sugirió, es prohable
probable que
no reconozcamos abiertamente aquello que lo desacredi­
desacredita, y mientras se lleva a cabo este trabajo de cuidadosa
indiferencia la situación puede volvetse
volverse tensa, incierta y
ambigua para todos los participantes y, en especial, para el
estigmatizado.
Una posibilidad fundamental en la vida de la persona es­
estigmatizada es la colaboración que presta a los normales al
actuar como si su diferencia manifiesta careciera de impor­
importancia y no fuera motivo de una atención especial. Sin em­
embargo, la segunda posibilidad importante en la vida de una
persona estigmatizada aparece cuando su diferencia no se
conocirevela de modo inmediato, y no se tiene de ella un conoci­
miento previo ((oo,, por lo menos, él no sabe que los demás
la conocen), es decir, cuando no se trata en realidad de una
persona desacreditada, sino desacreditaba.
desacreditable. E
Ell problema no
consiste en manejar la tensión que se genera durante los
informaci6n
contactos sociales, sino más bien en manejar la información
que se posee acerca de su deficiencia. Exhibirla u ocultarla;
expresarla o guardar silencio; revelarla o disimularla; mentir
o decir la verdad; y, en cada caso, ante quién, cómo, dónde
y cuándo. Por ejemplo, mientras el enfermo mental está
internado, o cuando se encuentra con los miembros adultos
de su propia familia, se lo
lo trata con mucho tacto, como si
estuviera cuerdo, cuando en realidad se sabe que hay ciertas
dudas al respecto, aun cuando él pueda no tener ninguna;
56
oO bien se lo trata como a un insano, cuando él
¿1 sabe que eso
no es justo. Pero para
pata el ex enfermo mental el problema
puede ser bastante diferente: no se trata de hacer &ente
frente
a
a un prejuicio dirigido contra su persona, sino, por el concon­
trario, a la aceptación inconsciente de individuos llenos de
prejuicios contra las personas de la misma clase
d ase a la que
revdar pertenecer. Dondequiera que vaya, su concon­
él puede revelar
ducta confirmará
confirmaré falsamente a los demás que están en comcom­
pañía de lo que redaman
reclaman -una
— una persona mentalmente sana-,
sana— ,
pero que, según pueden descubrir, no consiguieron. En forma
peto
aeliherada
deliberada o no, el ex enfermo mental oculta información
sobre su identidad social real, recibiendo y aceptando un
trato basado en suposiciones falsas respecto de su persona.
El manejo de la información
informadón oculta que desacredita al yo,
pal:tbra, el «encubrimiento», es el
en una palabra,
d segundo problema
general que me interesa enfocar en estas notas. También
existe, por supuesto, el ocultamiento de hechos positivos
-encubrimiento
—encubrimiento inverso-,
inverso— , problema que no viene al
caso aquí.1
aquí.1
La
L a información
in fo r m a c ió n social
En el
eí estudio dd
d d estigma, la información más relevante
rdevante
tiene determinadas propiedades. Es
E s información acerca de
un individuo.
Individuo. Está·referida·
Está- referida- a -sus
sus caractedstkas
características más o meme­
nos permanentes, contrapuestas a los sentimientos, estados
de ánimo e intenciones que el individuo puede tener en un
1 Para
Pata un ejemplo de encubrimiento inverso véase «H. E,
E. R. Gules»,
Cales»,
«Ghost-Writer
«Gfaost-Writer and Failure)!<,
Failure», en P. Toynbee, ed., Underdogs-,
Underdogs, LonLon­
dres:
dres; We.idenfe!d
Weidenfeid and Nicolson, 1961, cap. 2, páp.
págs. )0-}9.
30-19. Hay mumu­
~
°!:r1~::~:~u~~~.
ª1J:sª :~ch! ?:ncl~td~a ~~SJ~r:i:
estab~
chos otros ejemplos. Conocí a una médica que evitaba emplear sím­
bolos exteriores de su status, tales como la licencia de conductor; su
profesi6n estaba consignada W'IÍCIUnente
profesión
únicamente en la c6du1a
cédula de identidad
que llevaba en la cartera. Cuando :1e
se encontraba frente IIa un accidente
babia recibido auxilio médico o
callejero en el cual la víctima ya había
cuando 1
la ayuda ya era inútil, optaba, después de observar al herido
a cierta distancia desde el círculo de personas que la rodeaban, por
seguir tranquilamente su camino sin dar a conocer su condici6n.
condición. En
estas situaciones era lo que podría
PO<hfa llamarse una «penonificadorai..
«personificado»».
(V~
(Véase la nota 12 de!
del capítu!o
capítulo J.)
3.)
~:a &:i!~iay~e:~ ielú:f~e,t•~=•;;:::: ::eºte~~ta!~r=
''
2
momento particular.
La
particular.3
L a infotmaci6n,
información, al igual que el sig
.-')ae
ttansmiti
que la transmite, es reflexiva y corporizada: es transmití
pot la misma persona a la cual se refiere, y ello ocum
por
ocurre
través de la ezprcsi6n
expresión corporal, en presencia de aqudlos
aquellos q
informad
reciben la expresión. Denominaré «social»
4Csocial» a la informaci
que reúne todas estas propiedades. Algunos signos porta,
porta*
res de iDfQrmad'Ín
información social
sodal pueden ser accesíbles
accesibles en fori
fon
frecuente y tegular,
rutinariamett
regular, y buscados y recibidos rutinariamen
redbir el nombre de «sfmbolosit.
«sím bolos».
estos signos pueden recibir
La
L a información social transmitida por cualquier s[mbolo
símbolo p
ticular puede confirrnarnos
confirmarnos simplernente
simplemente lo que otros sigr
sigi
nos dicen del individuo, completando la imagen que tei
mos de él de manera redundante y segura. Ejemplos de e:
e¡
son los distintivos en la solapa que atestiguan la per
pet
nenda
nencia a un club social y, en determinados contextos,
alianza que lleva un hombre en su mano. Sin embargo,
información social transmitida pot
por un símbolo puede co
tituir un redamo
reclamo especial de prestigio, honor o posici
de clase deseada -reclamo
— reclamo que en caso de buscar otra for
de presentación no encontraría un consentimiento autor
tico— . Un signo de tales características recibe popul
tico-.
mente el nombre de «símbolo de status•,
status», aunque el térmi
«símbolo de prestigio»
prestigio-. sería más exacto, ya que es prt
pN:
rihle emplear la primera denominación cuando el teÍerei
rible
refere
es una determinada posición social bien organizada. ]
sim bo
símbolos de prestigio pueden contraponerse a los símbo
J e estigma.
estigm a, es decir, a aquellos signos especialmente d
el
tle
tivos para llamar la atención sobre una degradante ino
Ino
grucncia
gruencia de la identidad, y capaces de quebrar lo que
otro modo sería una imagen totalmente coherente, dis1
dis:
nuyendo
valorizaci6n del individuo.
nuyenáo de tal suerte nuestra valorización
individuo,
Seguí
cabeza rapada de las colaboracionistas durante la Segu1
Guerra Mundial es un ejemplo; también lo son ciertos2
2 La diferencia entre la informaci6n
rtlativa Ia los estados de m
información relativa
<n¡
:oo~ac.~:r-:=. H=cli~,,:,
G.;,,~~:;:tc
MS·
y otros tipos de información es estudiada por G . Stone, «Appean
and the Self». en A. Rose, Human Behatnor and Social Frotes
Boston: Houghton Mifflin,
Vi:ax también
wnbim
Mifftin, l'J62,
1962, págs. 86-118. Véase
Goffman, The
Tbe Prnmt•tio11
Presentado» of Sdf
Self in Ew,yd,y
Everyday lJJ~.
Life, Nueva Ye
Doublcday &:
pm~
Doubleday
& e.o.,
Co., Anchor Boolts,
Books, 19S9,
1959, 1)9.
pfes. 2~21.
24-25. (ú,
(L a prese,
cián d~
de 14
la ~
persona
en ltl
ta oülll
vida ctJlilli4M,
cotidiana, Buenos Aires:
ci6tl
- m
AíM: Amorre
Amom:
editores, 1971.)
58
h:ismo3 frccuc:ntcs,
Ictismos
frecuentes, en virtud de los cuales una persona que
pretende imitar los modales y la vestimenta de la clase
dase me­
media emplea o pronuncia
ptonuncia mal
ma1 una palabra repetidas veces.
Además de los símbolos de prestigio y de estigma se puede
hallar otra posibilidad, es decir, un signo que tiende —
bailar
real
-real
ilusoriamente- a quebrar una imagen, de otro modo co­
o ilusoriamente—
coherente, pero en este caso en una dirección positiva deseada
por el actor, y que no busca tanto formular un nuevo re­
reclamo como suscitar
susdtar profundas dudas sobre la validez de la
imagen virtual. Me referiré aquí a los desiáentificadores.
desidentificadores.
Un ejemplo es el «correcto inglés
inglés»o de un educado negro
sur¡
norteño que visita el su
r;88 otro, es el turbante y los bigotes
usados por algunos negros de d
ase baja urbana.4
clase
urbana.• Un es­
estudio sobre los analfabetos
ana]fabetos nos brinda otro ejemplo más:
Por consiguiente, cuando las metas tienen una oñentaci6n
orientación
pronunciada o imperativa, y existe una gran probabilidad
como analfabeto constituya un obs­
de que el ser definido romo
obstáculo para el logro de tales fines, es posible que el analanal­
fabeto intente hacerse «pasar» por una persona que sabe
leer y escribir ( .••
. . . )) En
E n el grupo estudiado, la popularidad
de los JenteS
Im tcs con gruesos ammoncs
armazones de carey
catey (los llamados
p11ede ser considerada romo
«anteojos bebop»)
bebap» ) puede
como un intento
de emular el estereotipo del hombre de negocios, del pro­
profesor, del joven intelectual, y especialmente del músico de
jm de elevado stani.s.~
jazz
status.®
Un especialista neoyorkino de las artes de la vagancia nos
trae todavía otro ejemplo:
Para poder leer un libro después de las
)as siete y media de
la tarde en el Grand Central o en la Penn Station, una
persona
na tiene qae
que llevar lentes con annazón
armazón de carey o, de
n
lo contrario,
ntrario, aparcntu
aparentar ser excepcioaalmente
excepcionalmente prospera.
próspera. De
tio sertíoasf,
expone
ser seasí,
se expone
la vigilen.
Por parte,
otra parte,
a quea laque
vigilen.
Por otra
los los
peri6dicos no parecen llamar la atención nunca,
lectores de periódicos
Flcming, «My Most Humiliatmg
JJ G. JJ.. Fleming,
Crow Experience»,
Humiliating Jim
Jim Ctow
Expcrience:., en
Negro D!ges-1,
Digest, junio de 19.54,
1974, págs.
67-68.
'"'SS· 67..(,g,
Wolfe, «Ecstaric in Blackfacc*,
Biackl1a!•, en Motlem
4 B. Woife,
Módem &,.,iew,
Remeto, XII,
1950,
IIl, 19,0,
PÚ;.204.
pág. 204.
J5 Preeman
Freetnany yKasenbaum,
Kasenbauro,op.op.cit.,
cit.,pág.
píg.)72,
372,
y hasta el vagabundo más desaliñado se puede sentar
sentat en el
Grand Central toda Ja
la noche sin que lo molesten si se
6
queda leyendo un diario.
diario.6
Nótese
ios símbosímbo­
N6tese que al examinar los símbolos de prestigio, los
los de estigma y los deaidentificadores,
desidentificadores, hemos considerado
los signos que transmiten rutinariamente información social.
Es
E s necesario diferenciar estos símbolos de los signos fugafuga­
ces que no han sido institucionalizados corno
como canales
candes de inin­
formación. Cuando dichos signos son demandas de pres­
prestigio se los puede denominar «puntos»; en caso de que desdes­
acrediten reclamos tácitos, se los puede llamar «errores»..
«errores».
Algunos signos portadores de información social, cuya prepre­
sencia se debe, ante todo, a otras razones, cumplen solo
superficialmente una funci6n
función informativa. Hay símbolos de
estigma ilustrativos: las marcas en la muñeca, que revelan |
un intento de suicidio; el brazo picado de viruela de los ¡
drogadictos;
dtogadictos; las
fas manos esposadas de los
ios presidiarios en ttbttrán- /
sito;
1 o bien el hecho de que las mujeres aparezcan en
sito;7
público con los ojos amoratados, tal como lo sugiere un
escritor que se ocupa de la prostitución:
Fuera de aquí [la clrcel
cárcel en la que se encuentra actualactual­
mente] me he visto en apuros. ¡Bueno!, usted sabe cómo
son las cosas: la policía
polida ve a una chica con
ron un ojo en comcom­
pota y se imagina que anda en algo turbio, que quizá se
dio a la mala.
mala vi,la.
vida. El
E l paso siguiente consiste en seguirle la
pista, y entonces, ¡zas!, terminan por reventarla.8
revcntarla.8
Otros
O tros signos, como en el caso de las insignias militares, son
ideados pot
por el hombre con el
e! único propósito de transmitir
información social. Debe agregarse que el significado subsub­
informaci6n
yacente de un signo se puede reducir a lo largo del tiempo
transformándose, finalmente, en un mero vestigio, aun
cuando la función
fundón infonnath,a
informativa de la actividad permanezca
6 E. L:>ve,
Love, Su
b u io y s A
re ffor
o t Sleeping,
Sle e p in g , Nueva York;
Harcourt, Brace
Subways
Are
York: Haroourt,
&
tí World, 1957, pág. 28.
7 A. Heckstdl-Smith,
Months, Londres: Allan
HeckstaH-Stnitb, Eighteen
Etgbteen ¡Aontbs,
Alian Wingate,
pág. 43.
1954, pág.
8 T. Rubín, ín
In the
Li/t, Nueva York: The Maanillan
tbe Ufe,
MacmiÜan Company,
Gompany,
1961, pág. 69.
60
constante o aumente en itnpottancia.
importancia. Además, un signo que
parece estar presente por t87,00CS
razones ajenas a la
ia ínfurmaci6n
información
puede ser, a veces, fabricado con premeditación tan solo a
causa de su función informativa, como en el caso de las cici­
catrices de un duelo, cuidadosamente planeadas e infligidas.
Los signos que transmiten información social varían según
sean o no congénitos y, en caso de que no lo sean, según
que, una vez empleados, se conviertan o no en una parte
permanente de la persona,
persona. (El
(E l color de la piel es congénito;
la marca de una quemadura o una mutilación son permaperma­
presinentes pero no congénitas;
congónitas; la cabeza rapada de un presi­
diario no es ni congénita ni permanente.)
permanente,) Más
M ás importante
aún es señalar que los signos no permanentes empleados
solo pata
para transmitir una información social pueden o no uti­
utiafirma­
lizarse contra la voluntad del informante; en caso afirmativo, tienden a ser símbolos de estigma,
estigma.®9 Más adelante será
necesario considerar los símbolos de estigma empleados
voluntariamente.
Es posible que haya signos cuyo significado varfe
varíe de un
a otro, ya que se desjgna
designa una misma categoría con
grupo a
diferente caracterización. Por ejemplo, los parches usados
en los hombros, que los oficiales de la prisión
Erisi6n exigen a los
prisioneros con tendencia a escaparse, 0 pueden llegar a910
escrita» a ralz
raíz de su viaje en 1842, Dickens
9 En sus American Notes, escritH
transcribe en el capítulo
1 dedicado a la esclavitud algunas citas prove­
se daba a conocer la
nómina de los ctclavos
esdavos perdidos y encontrados. Las filiadone1
filiaciones con•
con­
tenidas en estos anuncios
anuncias suministran una gran cantidad de signos
identificadores.
ídentificadores. En primer lugar, hay rasgos telativamente
relativamente fijos en d
el
CUBpO
propotcionar en forma concomí•
cuerpo que en el conte;:to
contexto pueden proporcionar
concomi­
tante una ide.otlficación
identificación parcial o total: la edad, el sexo y las
tanle
k s cicatri•
cicatri­
a:s
bericlas de bala o de cuchillo, de accidentes y de
ces (resultantes ele
de heridas
aotes).
azotes). También se da el nombre reconocido por el interesado, aunaun­
que por lo general solo aparece del nombre de pila. Por último se
1 de estigma, en especial las iniciales gra­
ritan con frecuencia
1 símbolos
badas a fuego y la falta de orejas. Estos signos comunican k identidad
90daI
•oda! del escla•o
esdavo pero, a diferencia de los grillos de hierro alrededor
del cuello o de la pierna, informan también sobre algo 111'8
más limitativo
que eso, es decir, su pertenencia
pertener.cia a un amo. Por consiguiente, cuando
aptthendtan
aprehendían a Wl
un negro tenían dos prob!emss:
problemas: primero, si er•
era o no
1Jll
un esclavo
esdavo fugitlvo,
fugitivo, y segundo, en caso de serlo,
sa lo , quién era su dueño.
Véase G:
G . Dendrickson
Dendrkkson y F. Thomas, Tbe
The TNltb
Truth Aboul
Dartmoor,
10 Váse
Abo#t Dtmmoor,
Londres: V1ctor
Nomaah, &,,g
/(I
Victor Gollana,
Golkncz, 1954, pág. 51,
55, y F. Norman,
Battg to
Ri¡bls, Londres: Secker and Warburg, 1958, pág. 12,.
Xigbís,
125. El uso de este
~:n:~ ~~:'! ci!S:::Vt
=~~
nientes deen;i:fc:'
periódicos ~~:f:sca:
locales en ia~
las cuales
r
=~i.:;u;ii!
61
:J{:1; :C;!:.~~:111;~scs:1ni:, i;"fcC¡~
tener para los guardias un significado, por lo general negativo, y ser para el portador una señal de orgullo frente
unia sus compañeros de presidio. Para algunos oficiales el uni­
ser usado en
forme puede ser motivo de orgullo, digno de set
re­
toda ocasión; para otros, los fines de semana pueden representar el momento de poner en práctica sus preferencias
y llevar ropas de civil, haciéndose pasar por ciudadanos
con­
corrientes. Análogamente, mientras algunos muchachos conobligaci6n de usar la gorra
siderarán como un privilegio la obligación
Igual que para
ciudad, al igual
la escuela cuando están en la dudad,
de 1a
algunos soldados lo será la obligación de llevar un uniforme
sencuando están de licencia, habrá, sin embargo, quienes sen­
social que con ello transmiten es
informadón sodal
tirán que la informaci6n
conun recurso que se les impone con el fin de asegurar el con­
servicio o fuera
la -disciplina
disciplina cuando están fuera de servido
trol y Ia
11
Calixrx, en Cali­
escuela,11
Así también, durante el siglo xix,
de la escuela,
fornia 1a
la falta de trenza en un chino significaba para los
occidentales uc.
un cieno
cierto grado de aculturación, y para los
indi­
chinos una duda acerca de la respetabilidad de ese individuo, específicamente referida a su posible estadía en la
cárcel, donde del corte de la trenza era obligatorio; durante
un tiempo, pues, la falta de trenza fue algo sumamente
12
resistido.
resistido.1®
social varían,
infunnaci6n sodal
Los signos que transmiten una informadón
capiconfiabilidad. Los vasos capi­
en cuanto a su contabilidad.
desde luego, en
lares dilatados en las mejillas y en la
nariz,
llamados
a veces
la
Theor,
Tbe T
Kogoo, The
po1" E. Kogon,
beory
tipo de símbolo está bien presentado por
Publíshing Corp., s. f.,
and Practíce
Practice of Hdl,
H ell, Nueva York: Beddey
Betkley Pubiishing
i-,
,mtl
págs. 41-42, donde el autoc
autor especifica las marcas
utiliz1idas en los
mareas utilizadas
jdentificar, de manera dis6nta,
concentración para identificar,
distinta, a los
campos de (X)nceDtraaón
uiminalC$, a
IDtPOre!i, a los criminales,
políticos, •a los delincuentes menores,
prisioneros polltkos,
inútiles•, a los
«dementos inúdfcs»,
les gitanos, a
los Testigos de Jehová, a los «elementos
l'IPP, a los extranjeros (según
«profanadores de la raza»,
los judíos, a los •profanadores
csclaVO$ de
el :nm:ado
mercado de esclavos
la nación), a los débiles mentales, etc. En él
mm:aba a los esclavos según su nacionalidad;
Roma, muchas veces se marcaba
'RoUndcr the Early Ro­
Slavcs Under
«The Nationality of Slaves
véase M. Gordon, «Toe
Fínle,, ed., Slavery ;,,
mán F.mpire>,
Empáte», en M. I. Finley,
m Gasnul
Classicid AntiqllÍl1,
Aittiquiiy,
man
plg. 171.
Cambridge: Heffer, 1%0,
196Q, pág.
Geor¡e
Speech, Londres: Gemge
111111 Speecb,
AppetWlll'K~ and
Persondiiy, Appeerance
11 T. H. Pear, Pmoll4Úl7,
'8.
Alien and Unwin, 19.57,
1957, pág. 58.
.A1Ien
lcbho: Caxton
Caldwell, Idaho:
Drut,
tmd Goltl
McLeod, Pigtflih
Pigtoils aitd
C oid D
xst, CaldweU,
12 A. Mcleod,
Printers, 1947, pág. 28. A veces, el uso de la trenza tenia un signifi­
cado histórko-religioso; véase ébid., pág- 204. rrcnu ~ un si&nifi-
~t. ~.de:Z:.
!l.~~~;~
62
ñas venosos»,
cree,
venososi➔, con más propiedad de lo que se cree.
4Cltigmas
puedenn ser tomados, y efectivamente lo son, como indicaNo
o obstante, los abstemios
dores de excesos alcohólicos. N
razo..
también
lmnbién pueden exhibir el mismo símbolo por otras razo­
nes fisjoJógicas,
fisiológicas, dando así lugar
tugar a sospechas injustificadas
aes
enfrentar,
que, de todos modos, deberán enfrentar.
inforDebemos presentar un último punto referente a la infor­
mación
maci6n social, emparentado con el carácter informativo que
tiene el relacionarse «con» alguien en nuestra sociedad.
Estar «con» alguna persona significa llegar en su compañía
para una coyuntura social, caminar con ella por la calle, par­
a
ticipar de su fiesta en un restaurante, etc. El problema es
idenque en determinadas circunstancias se puede utilizar la iden­
tidad social de las personas que están con el individuo como
sufuente de información
la identidad social de ese su­
informaci6n sobre Ia
jeto en particular, basándose en el supuesto de que él es
E l caso extremo es, tal vez, la situasitua­
lo que los otros son. EI
ción en los círculos criminales:
crimínales: una persona con orden de
arresto puede contaminar legalmente a todos aquellos que
sean vistos en su compañía, exponiéndolos a ser detenidos
como sospechosos. D
Dee una persona sobre la cual pende una
eníetorden de arresto se dice que tiene «viruela», y aa su enfer­
13 Sea como
medad
«contagiosa» .13
meciad criminal se la considera «contagiosu.
hiere, un análisis del modo en que las personas manejan la
fuere,
mistnas deberá tener
información que transmiten sobre sí mismas
en cuenta la forma en que enfrentan la eventualidad de ser
ottas en particular.
«0001> otras
vistas «con»
La visibilidad
origiTradicionalmente, la cuestión del encubrimiento ha origi­
parnado el problema de la «visibilidad» de un estigma par­
copara
ticular,
co­
ticuJar, es decir, en qué medida ese estigma sirve
municar que el individuo lo posee. Por ejemplo, tanto los
ex enfermos mentales como los padres solteros que esperan
fácilmt:nte visible;
un
uo hijo comparten una falla que no es fácilmente
Poc:ket Books,
Nueva. York: Pocket
Co,,, Nueva
13 Véase D. Maurer, The Big Con,
1949, pág. 298.
6)
los ciegos ilustran el caso contrario. La visibilidad conscons­
tituye, naturalmente, un factor decisivo. Lo que dicen acerca
de la identidad social de un individuo aquellos que lo ro­
rodean, cu
eu todo momento de su diario vivir, tiene para él
enorme importancia. Una presentación en público hecha por
pot
la fuena
fuerza tendrá escasas consecuencias en lo referente a
a concon­
tactos particulares, pero en cada contacto se producirán alal­
gunas consecuencias que, tomadas en conjunto, pueden set
enormes. Además, cuando el individuo decide llevar a cabo
un plan de acción relativo al estigma que posee, debc:ra
deberá
tomar como punto de partida la información que habitualmente se transmite acerca de él. Así, todo cambio en la ma­
maen que siempre y en todo lugar debe presentarse tenten­
nera en.
drá, por estas razones,
ra7.0nes, consecuencias fatales; esto fue, popo
siblemente, lo que originó entre los griegos la noción &:
ck
estigma.
Tal vez el término visibilidad sea el menos descaminado
ya que merced a nuestro sentido de la vista es que ron
con mama
yor frecuencia percibimos el estigma ajeno. En realidad, seru
serfe
más exacto hablar de «pen:eptihilidad»,
«perceptibilidad», que es un ~rminc
términc
más general; y con mayor precisión aún, de «evidcnciabi
«evtdenciabi
lidad». Después de todo, el tartamudeo es un defecto suma
mente «visible», pero impacta al oído, no aa los ojos. Su
Sit
embargo, antes de utilizar el concepto de visibilidad sin ex,
co
rrer riesgos, incluso en esta versión corregida, tenemos qm
qu<
diferenciarlo de otras tres nociones con las que a menud<
menudc
se lo confunde.
En primer lugar, hay que distinguir Ja
la visibilidad de un es
tigma de su «conocimicato•.
posee
«conocimiento». Cuando un ·individuo poseí
un estigma muy visible, el simple contacto con los demá:
demá
dará a conocer dicho estigma. Pero el conocimiento que lo:
demás tienen de él dependerá de otro factor además de
a saber, de que conozcan o ne
ni
de la visibilidad corriente: a
previamente al estigmatizado, conocimiento que puede ba
sarse en rumores o en un contacto anterior durante el cua
su estigma era visible.
un1
En segundo lugar, la visibilidad debe distinguirse de uní
de los elementos que le sirven de base; me refiero a St
si
imposición por la fuerza,
fuerza. Cuando un estigma es inmediata
mente perceptible sigue en pie el problema de determina
hasta
basta qué punto interfiere con el fluir de la interacción. Po.
Po
64
ejemplo, nadie que participe de una reunión de negocios
inadver­
sentado en una silla de ruedas pasará, por cierto, inadvertido; sin embargo, alrededor de la mesa de conferencias su
cam­
defecto puede ser relativamente fácil de ignorar. En cam•
desventaja
bio, un participante con dificultades en el habla ((desventaja
mucho menor, en numerosos aspectos, que la anterior), didi­
ffcilmente
fícilmente podrá abrir la boca sin destruir la indiferencia
que puede haber suscitado su defecto, y toda vez que lo
haga
baga producirá un malestar en 1os
los demás. Los propios meme­
canismos de los encuentros verbales welven
vuelven a dirigir conscons­
tantemente )a
la atención hacia
baria el defecto, en una continua
demanda de mensajes claros y rápidos
ripidos que quedan siempre
sin satisfacer. Se puede agregar que el mismo defecto puede
tener diferentes expresiones, es decir, que la fuerza con la
que cada una de ellas se impone tiene distinto grado de inin­
tensidad. Por ejemplo, una persona ciega
riega con un bastón
blanco ofrece una prueba absolutamente visible de su cece­
guera; pero una vez percibido, este símbolo de estigma
puede, aa veces, ignorarse junto con lo que significa. Pero
la imposibilidad que tiene el ciego de dirigir su rosttO
hacia
rostro hada
los ojos de sus copartlclpes
copartícipes es un hecho que, repetidamente,
viola la etiqueta establecida para la comunicad6n
comunicación y, adeade­
más, desorílani1.a
desorganiza los mecanismos realimentadores de la inin­
teracción verbal.
terncción
1a visibilidad de un
En tercer lugar, es necesario separar la
estigma ((asi
as! como también la fuerza con la que se impone)
de ciertas posibilidades de lo que podría
podrla denominarse su
«foco de pcrcepd6n•.
N01otros, los normales, elaboramos
percepción». Nosotros,
concepciones, fundamentadas o no en forma objetiva, referefe­
ridas a la esfera de la
k 1c:dvi.dad
actividad vital, debido a.a las cuales
un estigma particular descalifica primariamente a un indiindi­
viduo. La fealdad, por ejemplo, tiene su efecto primero y
principal en situaciones sociales, amenazando el placer que,
de lo contrario, podrflmos
podríamos sentir en campañfa
campañía de quien
posee ese atributo. Percibirnos,
Percibimos, sin embargo, que esta carac•
carac­
terfstica
terística no debe tener ningún efecto sobre su idoneidad
para realizar tareas solitarias, aunque, claro está, estableestable­
cemos esta discriminación en perjuicio de dicho individuo
aimplcmente
produ~ mirarlo.
simplemente por los sentimientos que nos produce
La fealdad, pues, es un estigma que se centra en situa·
situa­
dones
ciones sociales. Hay otros estigmas, tales como el ser dia-
bélico,"
bético,H que parecen no tener ningún efecto inicial sobre
las calificaciones del individuo para la interacción cara a
discrúnioar en asuntos
cara; nos llevan, en primer lugar, a discriminar
inter­
tales como la asignación de empleos, e influyen en la interso d a! inmediata solo porque, por ejemplo.
ejemplo, el indiindi­
acción social
se­
viduo estigmatizado pudo haber intentado mantener en secreto su condición y se siente inseguro de su habilidad para
hacerlo, o porque los que estm
están presentes conocen su situa.
sitúabacedo,
ción y realizan penosos esfuenos
esfuerzos para no mencionarla. MuMu­
ci6n
si­
chos otros estigmas se hallan entre estos dos extremos si•
pera"be como teniendo
tuados respecto del foco, y se los percibe
un amplio efecto inicial en numerosas áreas
ateas vitales difedife­
rentes. Por ejemplo, no solo se considera molesta la comu.
comu­
parilisis
nicación
nicaci6n cara a cara con una persona que sufre de parálisis
la sensación de
cerebral, sino que también puede causar la
que es dudosa la efectividad de su acción en tareas solitarias.
AI hablar de la visibilidad
viabilidad hay que distinguirla, entonces,
Al
de otros problemas: el conocimiento del atributo, la fuerza
percepción. Esto deja
con la que se impone y su foco de percepci6n.
-sin .considerar el supuesto tácito de que, de un modo
aún .sin
u otro, el público en general.
general estará comprometido en lo que
como Jo veremos
vetemos miis
más adelante, también Jos
los
observa. Pero, romo
especialistas en revelar identidades pueden estar implicados
y su entrenamiento les permitirá
pennitirl descubrir de inmediato algo
invisible para los legos. Un médico que se encuentra en la
apagacalle con un hombre que presenta manchas de un rojo apaga­
c6mea y dientes mellados, esti
do en la córnea
está frente
fíente a alguien que
exhibe manifiestamente dos de los signos de Hutchinson, y
que probablemente sufra de slfilis.
sífilis. Sin embargo, otros obob­
degos, no verán nada malo en el
servadores, médicamente ciegos,
individuo. Por consiguiente, y en términos generales, antes
la
de hablar del grado de visibilidad hay que especificar l•
audienria.14
capacidad descodificadora de la audiencia.
Topnbee,
Dlabctlcit, en Toynbee,
«Unemploycd Diabética,
Pensioner•, «Uneraployed
14 -.A
«A Reluctant Pensionen»,
op,
op. di.,
cil., cap. 9, pigs.
pígs. 132-146.
1
'
j
:
1
i
1
1
f. La identidad personal
Para
P an poder considerar sistemáticamente la situación de l•
la
persona desacreditable
redesacreditare y su problema de ocultamiento y re­
ftlaci6n
velación tuvimos que examinar, en primer término.
término, el caca­
rácter de la información social y de la visibilidad. Antes de
rétcr
proseguir será necesario considerar extensamente otro facfac­
tor más: la identificación¡
identificación; en sentido criminol6gico,
criminológico, no
mr
psicológico.
Hasta ahora, el análisis de la interacd611
interacción social entre el eses­
damatizado
tigmatizado y el normal no exigió que quienes están impliimpli­
Cados
cados en el contacto mixto se conozcan «personalmente»
trltcs
antes del comieru:o
comienzo de la interacción. Esto parece razonable.
El
E l manejo del estigma es un vástago
vastago de algo básico en Ja
la
IOcicdad:
sociedad: la estereotipia o el «recorte» de nuestras expecexpec­
tativas normativas referentes a la conducta y al carácter; la
estereotipia está clásicamente reservada para los parroquiaparroquia­
nos, los orientales y los automovilistas, es decir, para aqueaque­
am­
llas personas que caen dentro de categorías sumamente ampllss y que pueden ser extrafias
plias
extrañas para no10tros.
nosotros.
con­
Existe una noción popular
poi,ular según la cual, si bien los contados
utrlfios están particularmente
particwanr_c.1te sutactos impersonales entre extraños
su­
jetos a respuestas estcreotfpicas,
estereotípicas, a medida
media» que las personas
se relacionan en forma mú
más íntima ese acercamiento catecate­
górico va retroadiendo,
retrocediendo, y gradualmente la simpatfa,
simpatía, la romcom­
a6rico
praw6n y la evaluaci6n
prensión
evaluación realista de las cualidades personales
ocupan su lugar.u
lugar.1® Mientras que un defecto como Ja
la des6desfi­
guración
facía!, puede alejar a un extraño,
extrafio, es probable que
pración facial~
no ocurra lo mismo con los íntimos. El
El ~
área de manejo
m ando
de un estigma puede entonces considerarse como algo que
pertenece fundamentalmente a la vida póblica,
pública, al contacto
entre extraíios
extraños o simples conocidos, al mremo
extremo de un concon­
tinuo cnyo
cuyo polo opuesto es la intimidad.
E s indudable que la idea de un continuo de tales cataetecaracte­
:Es
rísticas tiene cierta
tierra validez. Se ha demostrado, por ejemplo,
dsticas
que adcmú
además de las técnicas que utilizan para manejar a
a uex­
tJafios,
traños, los ffsicamente
físicamente impedidos pueden desarrollar técnicas
especiales para eliminar Ja
la distancia y el cauteJoso
cauteloso trato
1,
1? Una presel!ttci6n
presentación tradicional de este tema puede enronttane
encontrarse en
N. S. ShaJer,
Shaler, The Neighbor,
Neighbo,, Boston: Houghton Mifflin, 1904.
67
inkial
redl:it; pueden ini
in1
inicial que son
soto susceptibles de recibí*;
gar a un plano más «personal» donde, de hecho,
hecho,•i
que padecen dejará de set un factor decisivo —
--a:
a:
16
ceso que Fred Davis llama «abrirse camino»—
camino>--..1®
los que poseen un estigma corporal informan
intorman qu
de dertos
límites, las personas normales con las qg
ciertos limites,
un trato frecuente llegarán, con el tiempo, a sen
rechazo por la incapacidad, de modo que es posib'
posib:
la formación de algo parecido a una rutina diaria ,i
Iizaci6n.
el ejemplo de la vida coi
co1
Iización. Se puede citar d
una persona ciega:
Actualmente hay peluquerías donde se me recil
misma tranquilidad de antaño, y hoteles, restauran
restaura11
fidos
provoca1
ficíos públicos en los que puedo entrar sin provocai
ción de que algo está por suceder; ahora, algunos
res de ómruhus
buenos df
dt
ómnibus me dan simplemente los buenas
subo con mi perro, y algunos mozos que conozco
con su tradicional indiferencia. Naturalmente, hace
tiempo que el círculo inmediato de mi familia dej
dei
ocuparse innecesariamente por mí, y lo mismo oc
mis amigos más
mtfs íntimos. H
llasta
ab
asta ese punto he al
grieta en la educación
educaci6n del mundo.11
mundo.17
Es
categorfas enteras de estigmatiza<
E s probable que categorías
una protección semejante: los comercios que se e
algunas veces en las cercanías de hospitales mental
convertirse en sitios en los que se toleran amplia
conductas psicóticas; el vecindario
vecindark, que rodea aa alg
alii
pitales
pata tratar con
pítales desarrolla una capacidad para
a las personas facialmente desfiguradas que son so
injertos cutáneos;
rutáneos; los habitantes de
dc un pueblo
una escuela de adiestramiento para ciegos aprende
aprendei
var con mirada aprobatoria a ios
los estudiantes que
el arnés atado
arado a un instructor mientras le dirigen
de estímulo que suelen emplearse con los perr
A pesar de esta prueba relativa a las creencias1678
Daña, op. cit., págs.
127-128.
16 Davis,
P'gs. 1Z7-128.
17 Oievigoy,
7'-76.
Chevigny, op. cit., págs. 75-76.
18 Keiden,
op, di.,
8.5.
Kdden, op.
cit., pág. 85.
68
r
tcetta
•cerca del estigma y la familiaridad, es necesario señalar que
la familiaridad no siempre reduce del menosprecio.1*
menosprecio." Por
e¡emplo,
ejemplo, las personas normales que viven cerca de oolonias
colonias
constituidas por grupos tribalmente estigmatizados a menumenu­
do se las arreglan, con bastante habilidad, para mantener
sus prejuicios. Sin embargo, es más importante observar
aquí que las diversas consecuencias de un ordenamiento
completo de los supuestos virtuales referidos a un indiviindivi­
duo están claramente presentes en nuestro trato con quiequie­
nes mantuvimos una relación
relad6n duradera, fntima
íntima y exclusiva.
referirse a una mujer en tanto es espo·
espo­
En nuestra sociedad, referine
sa de alguien es colocarla en una categoría que no tiene JDás
más
que un miembro; sin embargo, hay toda una categoría iJ&
im­
plicada de la cual ella es simplemente un miembro. Hay
rasgos originales, imbricados históricamente, que tiñen Jas
las
mhgenes
márgenes de nuestra relación con esta persona; a pesar de
ello, existe en el centro un ordenamiento completo de las
t:zpectatlvas
expectativas socialmente estandarizadas que tenemos respec'■ to
tb de su conducta y su naturaleza como modelo de la catecate­
: goría «esposa»: por
p o r ejemplo,
e je m p lo , que cuidará del hogar,
bogar, que
;' agasajará a nnuestros
u e s tr o s amigos
a m ig o s y que dará
d a r á a luz hijos. Será una
buena oo mala esposa
relación
e s p o s a con re
la c ió n a
a las
la s expectativas estanestan­
darizadas que los otros maridos de nuestro grupo tienen
respecto de
d e sus esposas. (Es
(E s indudable que resulta escanescan­
daloso hablar del matrimonio como una relaci6n
particularelación particula­
rizada.) Por consiguiente, sea que interactuemos con exex­
traños o con amigos fntimos,
íntimos, descubriremos.
descubriremos- que las huellas
de la sociedad quedan claramente impresas en estos contaccontac­
tos, poniéndonos, aun en este c:aso,
caso, en el lugar que nos
corresponde.
Hallaremos, sin duda, el caso de personas que, por no estar
obligadas a compartir un estigma o a pasar largo tiempo
prodigando cuidados y un trato cauteloso, encuentran que
es más fácil aceptarlo, a diferencia de aquellas que deben
tener un contacto permanente con el estigmatizado.
Cuando dejamos de considerar a las pcrr.onas
personas desacreditadas
C'.uando
para rdlexionar
reflexionar sobre las desacreditablcs,
desacreditabas, encontramos mu-19
pera
1,
19 Una prueba de
tle que los niños
niños normales de un campamento de vava­
caciones no aceptan, con el tiempo, nw
más fácilmente a -sus compañeros
QICÍoae$
ffticunente
tilicamente incapacilados
incapacitados aparece en Richardson, op. cit., ~pág. 7.
chas
d ías mú
más pruebas de que tanto
u n to los que tienen una rclaci6n
relación
fotima
Intima oon
con d
el individuo como los extraños se apartaún
apartarán de
él a causa de su estigma. Enuc
precisatncnte
Entre otras cosas, es precisamente
a sus allegados a quienes el individuo puede querer ocultar
con m'5
más celo algo vergonzoso; la situación
situadón de los homosexuales sirve de ejemplo:
Si bien es habitual que un homosexual declare que su desdes­
viación no es una enfermedad, llama la atención que, cuando
decide consultar con alguien, elige casi siempre a un mémé­
dico. Pero, con toda seguridad, no se trata del médico que
atiende aa su familia. Ls
La mayoría de los pacientes
pedentes desean
ardientemente ocultar a su familia su condición de bOinohomo­
sexuales. Aun aquel cuya condocta
conducta en público es abiertaabierta­
mente homosexual evita con cuidado provocar sospechas
dentro de su árculo
círculo familiar.•
familiar.1*
Por otra parte, cuando en una familia uno de los padres
puede compartir un penoso secreto relativo al otro, se concon­
mn
pesidera que los niños de la casa no solo son receptáculos pe­
ligrosos de la información, sino también que enterarlos del
secreto puede afectar su tierna naturaleza. m
E l caso de padres
hospitalizados por enfermedades mentales es un ejemplo:
Cuando tienen
tien e n que
q u e comunicar a los nifíos
niños pequeños la enen­
fermedad
padre,
fe r m e d a d del
del p
a d r e , casi
c a s i todas las madres suelen adoptar
adoptat
una conducta
c o n d u c ta encubridora.
e n c u b rid o r a . O
O bien
b ie n le dicen al niño que su
padre está
e s tá en
e n un
u n hospital
h o sp ita l (sin
( s i n mayores explicaciones), o
porque
padece
un doJor
que está allí
a llí p
orq u e p
a d e c e una dolencia
d o le n c ia física ((un
dolor de
muelas, uunn pproblema
piernas,
r o b le m a en las
la s p
ie r n a s , molestias estomacales o
o
21
dolor
d o lo r de cabeza).
c a b e z a ).2
021
[La
mujer
unn enfermo
[L a m
u je r de
de u
e n fe rm o mentalJ
m e n ta l] «Viv!a
«Vivía ppresa
r e s a del
d e l terror
-un
pensando
— un genuino
g e n u in o terrorte rro r— p
e n s a n d o que
q u e cualquiera
c u a lq u ie r a podla
p o d ía concon­
tarle
verdad
ta
rle la v
erd ad a
a Jim
J i m (eell
hijo) ...
. . . »,, 22
22
io
A Minority, Londres: Longmans, Green & Com,
20 G,
G. Westwood, A
Com­
eaay, 1
1960, píg. 40.
21 M. R. Yarrow, J. A. Clausen y P. R. Robbin1,
Robbins, «Tbe
«The Soda!
Sodal Mean•
MeanOÍ Mental Illncss,,-,
Illness», en Journal
of Soci,JJ.
Socid h111ts,
hsues, XI
X I 19SS,
193?, pqs.
pigs.
ing of
Jotwnlll oJ
40-41. :Este
Este attkulo
artículo ,;uministra
suministra un ótil
útil y c:-opioso
copioso material sobre el
nianeio
manejo del estigma.
FiM. i~Y~~;1. Cl■usen
22 Ib
Ibltl,,
ld „ pág.
píg. 34.
70
p
~e puede agregar que ciertos estigmas son tan fáciles de
i¿cuitar que cuentan muy poco en la relación del individuo
·,ic:ultar
6mu
» extraños o simples conocidos, en tanto que su efecto se
hace sentir principalmente entre los más allegados; buenos
ejemplos de esto son la frigidez, la impotencia y la esteriliesterili­
ejanplos
explicar que el alcohoüsmo
alcoholismo no parece
Asf, al tratar de explíear
dad. Así,
aer
ter un factor que descalifica a un hombre para contraer
matrimonio,
b1lltrimonio, un estudioso sugiere lo siguiente:
También
Tambi~n es posible que las circunstancias del noviazgo o
las pautas sobre la bebida disminuyan hasta tal punto la
visibilidad del alcoholismo que este no sea un factor que
msis íntima
pese en la selección de la pareja. La interacción más
manique se da en el
d matrimonio puede entonces poner de mani­
fa
fiesto el problema de una manera inconfundible para la
alcohólko.23
esposa del alcohólico.2*
Por otra parte, los íntimos pueden llegar a desempeñar un
papel especial en el manejo de las situaciones sociales de la
, persona desacreditare,
allí donde su
desacrcclitable, de modo que aun all[
j estigma no influye en la aceptación que le prodigan, si
sí lo
hace en las obligaciones que tienen con esa persona.
re­
Por consiguiente, en lugar de pensar en un continuo de rclaciones
ubicariamos en un extremo un tratamiento
w:lones donde ubicaríamos
categórico y encubridor, y en d
el otro un tratamiento
ttatamiento franco
catcg6rico
~ más conveniente pensar
y adaptado a las circunstancias, será
contaetos
en una variedad de estructuras mi
en las cuales los contactos
se producen y se estabilizan —
las calles y sus extraños, las
-las
vmndario, el
(elaciones supcrficiales,
superficiales, el
d lugar de trabajo, el vecindario,
tclaciones
ámbito
doméstico— , y ver que en
mi cada caso suden
suelen aparecer
úabito domtico-,
discrepancias caracterfstícas
características entre la identidad virtual y la
tambíál
identidad social real, y que se realizan
esfuerzos, también
tcalizan csfuetzos,
característicos,
situaci6n.
carac:tcrfstiro, para manejar la situación.
estigY
del e
manejo
l ~ del estig­
Y., sin embargo, en todo el problema d
conozcamos o no personalmente
hec:ho de que con07.Camlls
ma influye el hecho
al individuo estigmatizado. Para tratar de describir con
precisión en qu6
qué consiste esa influencia es indispensable23
23
Lemert, «The Ocunence
Ocurrence md
and Sequmce
Sequence of
o í Evmts
Events in tbe
the Ad2J E. Lemcrt,
Stllllin
justmeat
ite to
o/ Studies
Jo,mul o)
Q1111r1m,, Journal
m Quarterly
Aleoholima, en
to Alcoholúm»,
Families
of Fam
j,.sstmair oí
pq. 683.
XXI,
on
I, 1960, pág.
o,, Alcohol, XX
71
formular claramente el concepto de identidad,
identidad personal
E s sabido que, dentro de los círculos sociales pequeños y
Es
y,>
larga data, cada uno de los miembros llega a ser oonocii
conocic
por los demás como una persona «única». E
Ell término
t~rmino «úi
«ú1
co» está sometido a presiones provenientes de los cientí
cient(
cos
cm
eos sociales noveles, que desearían darle un contenido ero
cional y creativo que no le hiciera correr el riesgo de s
demolido, al menos por los sociólogos; no obstante, el ti
tc
mino en sf
alRUnas ideas de importancia.
sí entraña algunas
«urúcidad» es la de ui
u1
Una idea implicada en la noción de «unicidad»
«marca
«matea positiva» o «soporte de la identidad», como p
ejemplo la imagen fotográfica que tienen los demás de 1i
individuo, o el conocimiento de su ubicación espedal
especial de
tro de una determinada red de parentesco. Un caso com(
com¡
rativo
A&ica ocddenti
occident:
tativo de interés es el de los tuareg del Africa
entre quienes los hombres se cubren la cara dejando solo i,
pequeño resquicio para poder ver; aquí, evidentemente,
soporte de la identificaci6n
si1
identificación personal no es el rostro, sil
el aspecto corporal y el estilo físico.48
fisico."H Solo una persona a
~ez
la imagen que estoy examina
vez puede encajar dentro de la
do, y aquella que llenó
llen6 los requisitos en el pasado es la m
ma que los llena en el presente
ptcsente y los llenara
llenará en el futm
futut
Hay que advertir que ítems
ftems tales como las impresiones 1i
gitales,
gítales, que son los recursos más efectivos para diferenci
a los individuos mediante la identificación, son tambii
tambi1
ftems
cua1es esos mismos individuos si
s1
ítems en función
fundón de los cuales
esencialmente similares.245
24 Una distinción entre identidad personal e identidad de tol
rol ce
ramente
Sommer, H. Osmond yy L. Pi
rím ente presentada
presentada aparece en R. Sotnmer,
cyr, «Probiems
Recognitíon and Identity»,
Identityi., en International Joi
«Ptoblems of Recognition
nal of Pa,apsychology,
p§gs. 99-119, donde se plantea
Parapsychology, II, 1960, págs.
~rr:, th:SP,~s:t::J::r~¡ Selr~tB~d~º'ü;e,vi;~ed~~t~
problema de cómo se establece o refuta una u otra. Véase tatnbi
Goffman, The Presentation of Self in Everyday U fe, op. eit., pi
60. También utilizan Ia
pet"SOnal C. Rolph, Per
Ptr!:
la idea de identidad personal
na/
Míchael Joseph,
nd ldentity,
Identity, Londres: Michael
Toseph, 1957 y E. Schachtel,
Scbachtel. •C
«(
Alienated Concept:S
Piycl.
Concepta of Identity», en American Journal of Psycl
anolyim , XXI,
X X I, 1961, págs. 120-121, bajo el rótulo
analyisis.
rotulo de «identidad
le,a] o jurf<Eca
jurídica se corresponde ín
papel•.
papel». El roricepto
concepto de identidad legal
fn
mamente
pcrs.>nal salvo ((como
como me ha informa,
mámente con el de identidad personal
informal
Harvey Srls)
(XJIDO la adopción,
ado.,ción, que permití
permit
Sacfcs) en ciertas situaciones, como
cambiar la identidad legal de un individuo.
Agradezco •a Robert Murphy
Murpfay estos datos contenidos en tm
25 ~
un 1i
dculo
Distance and the Veit..
tfeulo no publicado: «On Social Distince
Veil».
72
t
lX.
a segunda
se g u n d a idea
id e a implicada
im p lic a d a en la noción
n o c ió n de
d e unid.dad
u n ic id a d es
e s que,
que,
d
particul.::res
s i bien
b ie n la
l a mayoría
m a y o ría de
d e los
lo s hechos
h ech os p
a r tic u la r e s relativos
r e la tiv o s a un
individuo
pueden
in d iv id u o también
ta m b ié n p
u e d e n aplicarse
a p lic a rse a otros,
o tr o s , advertimos
a d v e r tim o s que
que
ea
persona
mundo
en ninguna
n in g u n a otra
o tr a p
e r so n a en el
el m
u n d o se
s e encuentran,
e n c u e n tra n , com•
co m ­
b
in a d o s, la to
ta lid a d de
d e los
lo s hechos
h e c h o s que
q u e se dan
d a n en aquella
a q u e lla
binados,
totalidad
que
un
más
q u e conocemos
c o n o c e m o s íntimamente;
ín tim a m e n te ; este
e s te es
es u
n recurso
re cu rso m
á s que
que
permite
A vvep
e rm ite distinguirla
d is tin g u irla positivamente
p o s itiv a m e n te de
d e cualquier
c u a lq u ie r otra.
o tr a . A
e­
ces,
nombre
c e s, este
e s t e complejo
c o m p le jo de
d e información
in fo r m a c ió n está
e s tá ligado
lig a d o con
c o n el
el n
o m b re
de
persona,
un
policial;
d e la p
e r s o n a , c:omo
c o m o en
e n el
e l caso
c a s o de
de u
n historial
h is to r ia l p
o lic ia l;
otras,
o tra s, con
c o n el
e l cuerpo,
c u e r p o , c:omo
c o m o cuando
c u a n d o llegamos
lle g a m o s a conocer
c o n o c e r la
la
pauta
p
a u ta de
d e conducta
c o n d u c ta de
d e alguien
a lg u ie n cuya
c u y a cara
c a r a conocemos
c o n o c e m o s pero
p e ro
cuyo
nombre
muchas
cu yo n
o m b re i¡i;noramos;
ig n o r a m o s ; m
u c h as veces,
v e c e s, la información
in fo r m a c ió n está
e s tá
ligada
y con
lig a d a con
c o n ambas
a m b a s cosas,
c o s a s , con
c o n el
e l nombre
n o m b re y
c o n el cuerpo.
c u e rp o .
· Según
una
un
Según u
n a tercera
te rcera idea,
id e a , lo
lo que
q u e distingue
d is tin g u e a u
n individuo
in d iv id u o de
de
todos
un
ij to
d o s los
lo s demás
d e m á s es
e s la esencia
e se n c ia de
d e su
su ser,
se r , u
n aspecto
a sp e c to general
gen eral y
' central
persona
hace
ce n tra l de
d e su p
e r so n a que
q u e lo h
a c e enteramente
e n te ram e n te diferente
d ife r e n te -y
— y
n o solo
so lo ~n
en cuanto
c u a n to a su identificaciónid e n tific a c ió n — de
d e quienes
q u ie n e s m
á s se
se
•. no
más
!f le aseme¡an.
a se m e ja n .
t Entiendo por identidad personal solamente las dos primeprime,
fr ras ideas: )as
las marcas
m a rc a s positivas
p o s itiv a s o soportes de
d e la identidad, y
historia
j la combinación única
ú n ic a de
d e los
lo s ítems
íte m s de
d e la h
is to r ia vital, adhef. rida al
al individuo por medio de esos soportes de su ident͕
identi.■· dad. La
L a identidad personal se relaciona, entonces, con el
· 111puesto
supuesto de que el individuo puede diferenciarse de todos
los demás, y que alrededor de este medio de diferenciaci6n
diferenciación
entrelazan, como en los copos de azúcar, los
'¡ se adhieren y enttelllZall,
hechos sociales de una única historia continua, que se con•
con­
vcrtirá
vertirá luego en la melosa sustancia a la cual pueden adheadhe­
rirse aún otros hechos biográficos.
resolta difícil
biogclficos. Lo que resulta
apreciar es que la
l a identidad personal puede desempeñar, y
estan­
de hecho desempeña, un rol estructurado, rutinario y estandarizado en la organización social, precisamente a causa de
su unicidad.
Si se toma como punto de referencia no un gnipo
grupo pequeño,
sino una extensa organizad6n
organización impersonal, como por ejemejem­
slno
plo el gobierno de un estado, se puede observar claramente
cómo funciona el proceso de la identificaci6n
identificación personal. En
la tctualidad
actualidad ya es una costwnbre
costumbre organizativa estandarizaestandariza­
da registrar en forma oficial los elementos que sirven para
identificar positivamente a cada una de las personas, es dede­
dr,
cir, que se utiliza un conjunto de marcas que diferencian a
,.,
sugú
quien las posee de todas las demás. Como ya se sugu
sí, bastante estandarizada
elección de la marca está, en s!,
escritur1
butos biológicos inmodificables, tales como la escritun
ftems que se
apariencia atestiguada fotográficamente; Items
tran en forma permanente, como, por ejemplo, la parti
partí
lo¡
nacimiento, el nombre y el número de cédula. En lo:
mos tiempos, el uso del análisis de las computadoras 1¡
util.w.r las cuaU
experiraentalmente al utilizar
cual]
tió progresar experimentalmente
del lenguaje y de la escritura como soportes de la iden
condue
explotando, de ese modo, un aspecto de la conduc
especialisi
expresividad secundaria, a la manera de los especialis1
U
«autentificación» de cuadros. Más aún, en Estados U.
el Acta de Seguridad Social de 193,
1937 garantiza práctic
te a todos los empleados un número de registro úni
cual se puede agregar una historia laboral completa, 1i
quema de identificación que ya lleva producidas co
rabies penalidades entre nuestras clases criminales. I
rables
dos modos, una vez que se cuenta con un soporte
identidad se le puede añadir el material accesible; di
d
manera, se va creando un historial que, por lo general
contenido y archivado en hojas de papel manila. Se s1
identificacián personal (<
que el estado fomentará la identificaci6n
lee re
ro
ciudadanos, así como el perfeccionamiento de los
destinados a que las personas autorizadas tengan un ii
más rápido a la historia de un individuo determinado;
111'5
s<
esta incluya la mayor cantidad posible de hechos S(
recib
relativos a ese individuo, como, por ejemplo, los redb
pago de dividendos.
Existe un interés popular bastante grande por los esfi
que realizan las personas acosadas para adquirir una i
«distinta», o para desembarazarse de la q
dad personal «distintai.,
pertenecía originalmente; tales, por ejemplo, los in·
in
de
de marcar con cicatrices la yema de los dedos o de m
las partidas de nacimiento. En los casos corrientes se
por lo general, de cambiar el nombre propio, pues de
los soportes de la identidad parece ser el que se ee:
con mayor frecuencia y, al mismo tiempo, el que en
mis fácil de alterar, LLaa vía autorizada y de:
modo es el más
desde el punto de vista legal para cambiar de nombre
empleo de un acta documentada, que queda archivada
legajo público. De esta manera, se mantiene una cor
74
28
diversidad.36
E s el caso.
caso,
dad única a pesar de la aparente clivenidad.
Es
por ejemplo, de la mujer que cambia de apellido al casarse.
En el mundo del espectáculo es habitual que un actor camcam­
bie su nombre, pero
p a o también aquí es posible tener acceso
al tegístro
registro donde está consignado su nombre verdadero, que
como ocurre en el
incluso puede ser ampliamente conocido, CODlO
caso de autores que utilizan un seudónimo. Entre las pros­
prosdtutas,
titutas, los criminales y los revolucionarios, el cambio de
nombre no es registrado oficialmente, ya que no se trata
órde­
de segregaciones «legítimas». Otro caso es el de las órdenes de religiosos católicos. Siempre que una ocupación llelle­
ve implícito un cambio de nombre, registrado o no, pode­
podemos estar seguros de que existe una importante fractura
entre el individuo y su mundo anterior.
Es necesario señalar que algunos cambios de nombre, tales
como los empleados por los desertores del servicio militar y
los huéspedes de los moteles, se orientan espedficamente
específicamente
hacia los aspectos legales de la identificación personal, mienhada
mien­
tras que otros tipos de cambio, tales como los que se realireali­
zan por razones étnicas, se orientan hacia el problema de la
identidad personal. Hartman señala que cierto tipo de arar­
tistas se caracteriza por encontrarse en ambas situaciones:
cari con la misma
La corista corriente cambia de nombre casi
frecuencia c¡ue
populaque de peinado para estar a tono ron
con la popula­
ridad teatral vigente, las supersticiones del mundo del eses­
pect~culo o, a veces, para evitar el pago de impuestos.
pectáculo
im puestos*277
Debo agregar que los criminales profesionales emplean dos
•' tipos especiales de nombres falsos: los alias, uti1i7.ados
utilizados solo
transitoriamente -aunque
— aunque en muchos casos vuelven a recurecu­
rrir a eJlos
ellos para evitar la identificación
identificadón personal-.
personal— , y los
«apodos», o sea, los sobrenombres que les asigna la comu•
comu­
«apodos•,
nielad
nidad criminal y conservan toda la vida, que son para uso
exdusivo de los miembros de la comunidad o de los «sabios».
a:clusivo
En consecuencia, un nombre es un medio muy habitual, pero
oo
no demasiado seguro, de determinar la identidad. Cuando267
26 V~
Itlentity, op. cit.,
Véase Rolph, Penonsl
Personal Identíty,
d t., ~
paga. 14-16.
A Psychologicd
Jo,,,-Psychologkal Study•,
Study», en ]our
of Psycbology,
X X X II, 1951, pág. 53.
•m í o/
Prycholoa, XXXII,
-r,
27 A. Hattman,
Hartman, «Cr.imirull
«Criminal Aliases:
Aliases;
un tribunal de justicia se encuentra fíente
frente a una persc
que, por muchos motivos, disfraza su identidad, es 16g
Ióg
que busque otras mateas
marcas positivas. Se puede citar el ejemj
ejem¡
ingll!s:
inglés:
( ...•
. . )) en los tribunales de justicia, la identidad personal
prueba no por la referencia a los nombres, ni siquíera
siquiera 1
|
el testimonio directo, sino «presuntivamente»
«presuntive.mente» por la <e
dencia
caractcr[stícas p
ciencia de semejanzas y diferencias en las características
289
sonales.
sonales,28
2
Tenernos
considei:ar ahora la cuestión de
Tenemos que volver a considerar
inforroaci6n
información social. Los signos corporizados a los que >i
hemos referido anteriormente, ya sean de prestigio o de
tigma, pertenecen a la identidad social. E
Ess evidente ce
la documentación
todo esto debe distinguirse de 1a
documentacidn que
individuos llevan consigo con el objeto de establecer
te1
identidad personal. Estos documentos han llegado a tei
un uso muy difundido en Gran Bretaña y en Estados Unid
tanto en el caso de nativos como en el de extranjeros,
extranjeros.
consideran necesarias las tarjetas de empadronamiento
empadronamient<J
en los cuales fígui
figm
permisos psra
para manejar automóviles ((en
las impresiones digitales, 1a
la firma y, muchas veces, una
tografía)
_21l Junto con estos elementos de identificación,
ídentificaci6n,
tografía).20
Ueve.r documentos que consignen su e<
e<
individuo puede llevar
((en
en el .caso
caso de jóvenes que deseen frecuentar lugares
juego o locales donde se sirven bebidas alcohólicas), il
licencia para emplearse en actividades
activídades protegidas o pelij
pe~
sas, un permiso para estar fuera
fuer-a del cuartel, etcétera. 1iJ
chas veces, a esta información se le afíaden
añaden retratos fa
liares, pruebas de haber cumplido el servido
servicio militar, ee
cluso
Ultii
d u so copias fotostáticas de certificados escolares. Ultú
mente tatnbién
también apareció un documento que informa so
so
el estado de salud del portador; las autoridades abogan ¡|
su utilización general:
28 Rolph, Pl!t'sonol
ldentity, op. cií.,
ciJ., pág. 18.
Personal Idenlity,
29 En Gran Bretafia,
Bretaña, actualmente, excepto los extranjeros y los 1i
ductores de autorn6viles,
automóviles, los ciudadanos no están obligados aa 1!1
U<
documentos de identidad; asimismo, en determinadas
determinada$ circunstarx
clrcunstanc
pueden negarse a revelar su identidad a los policías.
polidas. Véase il
U
págs. 12·13.
12-13.
76
Ministerio
erio de Salud Pública está considerando la.
la utilizade tarjetas
arjetas de identidad médica. Se recomienda a la
ladón llevarla siempre consigo.
la tarjeta se consignaráh datos tales como vacunaciones,
po sanguíneo del portador y enfermedades que, como
~ emofilia, deben ser tenidas en cuenta en caso de acci;idente. ¡eta se consignarán datos tales como vacunaciones,
!,(Jno de los
objetivos
es facilitary un
tratamiento que,
rápido
en
iguíneo
del portador
enfermedades
como
'1111a emergencia,
y evitar
los pdigros
de inyectar
las ac
perlia, deben
ser tenidas
en cuenta
en casoa de
á­
ldente.
ltonas vacunas a las cuales pueden ser alérgicas.30
B
;4Jno de los objetivos es facilitar un tratamiento rápido en
Á.demás,
cada vezy parece
ser peligros
mayor eldenúmero
de aestableciAdemás,
estableci­
‘«n
a emergencia,
evitar los
inyectar
las per­
cdentos
que exigen
suspueden
empleados
lleven a la
mientos
donas vacunas
a las que
cuales
ser alérgicas.30
13 vista la
,tarjeta
(tarjeta de identificación laboral con una fotografía o, en
•siso
■ jaso contrario, que fa
la tengan siempre a mano,
mano.
'Estos diversos recursos de identificación se caracteri2an,
caracterizan,
$stos
como es natural, por evitar cualquier inocente equivocaci6n
equivocación
,o
•o ambigüedad, transformando lo que sería simplemente una
,utilización
.utilización dudosa de sfmbolos
símbolos de infonnación
información social en falfal­
.aificadones
sificaciones evidentes o posesiones ilegales; por consíguienconsiguien­
.te,
te, el término documento de identidad seda
sería más exacto que
,lftnbolo
Compárese, por ejemplo, la relativa
■ símbolo de identidad. ((Compárese,
¡indefinición de los fundamentos
fundamentas para señalar la identidad
:ittdefinición
-del judío por medio de su aspecto, sus gestos y su voz).n
voz).11
,Incidentalmente,
los hechos sociales
Incidentalmente, esta docmnentaci6n
documentación y Tos
ligados aa ella se presentan aa menudo solo en situaciones
especiales, y ante quienes están panicularmente
particularmente autorizados
pata controlar una identidad, a diferencia de los símbolos
para
i:le
de prestigio y de estigma, que están al alcance del público
.en
en general.
Puesto que a menudo la información sobre la identidad
personal puede ser estrictamente documentada, es posil,le
posible
recurrir a ella pata
para protcgetse
protegerse contra
centra falsificaciones potenpoten­
rcaurir
ciales
cíales de la identidad social
social. Así, se puede exigir que el perper­
sonal del ejército lleve
Heve documentos
documentes de identidad que concon­
validen su unifot'Dle
potencialmente falsos. La
uniforme y su insignia, potenriahnente
tarjeta de identificación personal del estudiante garantiza
30 Aparecido en The $(lft
San Frllll&isco
Francisco Cbranide
Chroitide el 14 de abril
abtil de 1963
atribuido IIa TIM
The 'l<,114()11
London Tirm-r.
Times.
y •tnouido
31 L. Sawz
Sarita y R. Tom11$$0n,
Tomasson, cThe
«The Identifiabllity
Identifiability of
oí Jewp,
Jewsa, en AmeAme­
rican Journal
of Sodolog-,,
Sociology, LXIV,
LXJV, págs. 468-47'.
468-475.
riam
Joum,,l o/
77
al bibliotecario que este tiene el derecho de tomar en prés­
préstamo libros de la biblioteca y de entrar en los salones de
lectura, así como su licencia de conductor atestigua que
tiene la edad legal para consumir bebidas alcohólicas en
establecimientos comerciales. Asimismo, las tarjetas de crécré­
dito cenifican
certifican superficialmente la identidad personal, lo que
permite decidir en qué caso se debe otorgar o rechazar un
pedido de crédito, pero atestiguan además que el individuo
pertenece a una categoría social que garantiza el otorgaotorga­
miento de dicho crédito. Un hombre demuestra que es el
doctor Hiram Smith para probar que es médico, pero quizá
rara vez dé pruebas de que es médico para demostrar que es
Hiram Smith. Análogamente, individuos excluidos de dede­
terminados hoteles por su origen étnico pueden haber sido
étnicamente identificados por sus nombres, de manera que
aquí también se explota un ítem de la biografía personal
por razones categóricas.
Por 1o
lo tanto, en general, la biografía vinculada con la iden•
iden­
tidad documentada establece limitaciones deflnidas
definidas en la
forma que un individuo elige para presentarse; esta circunscircuns­
tancia puede ser ejemplificada por la situación de algunos
ex enfermos mentales ingleses a quienes no se admite como
aspirantes a tareas ordinarias en la Bolsa de Trahajo
Trabajo porque
sus tarjetas de Seguridad Nacional úenen
tienen espacios sin sese­
82
llar.
llar.®
2 Puede agregarse que el
d acto mismo de ocultar Ja
la
identidad personal tiene implicancias con respecto a Ja
la caca­
tegoría social: los anteojos para sol que emplean las persoperso­
nas famosas para ocultar su identidad personal revelan
probablemente, o así lo hicieron durante un tiempo, una
categorización social de alguien que desea pasar inadvertido,
y que, de otro modo, sería reconocido.
Una vez percibida la diferencia entre shnbolos
símbolos sociales y
po­
documentos de identidad podemos pasar a examinar la posición especial de los enunciados orales, que atestiguan, no
solo expresiva sino también lingüisticamente,
lingüísticamente, la identidad
social y personal. Cuando un individuo carece de la docudocu­
J)uementación suficiente para obtener un puesto que desea, pue­
Je
de intentar reemplazarla por alegatos orales. Los grupos y32
32 E. Milla,
Mental ¡U
Illnesr:
Ea.rt London,
Lo11do11,
Milis, Living witb
wiib Mental
ñéis: A Study in
iti East
Londres: Routledge & Kegan Paul Ltd., 1962, pág. 112.
78
)118
| u sociedades se diferencian, desde luego, por el monto de
.ln:fonnad6n
Información sobre la identidad que consideran necesario en
atuaciones
(¡ituadones sociales aproximadamente equivalentes. Por eso,
'11D:
«o escritor hindd
hindú señala:
En nuestra sociedad, un hombre es lo que su designación
Indica,
indica, razón por la cual somos muy puntillosos al otorgár-
; 1efa.
ida. En Delhi he visto que, en algunas reuniones, ciertas
·‘ personas agregan ellas mismas su título cuando el encargado
de presentarlas omíte
omite hacerlo. Un día, en la casa de un
diplomático extranjero en Delhi, me presentaron a un hom­
hombre joven sin
sín mencionar su posición oficial. De inmediato
me saludó y agregó: «Del
X., Y
«D el Ministerio X
Y usted, ¿a qué DeDe­
partamento pertenece?)>.
pertenece?». Cuando le respondí
respondi que a ninguno
tí pareció sorprenderse tanto del hecho de que hubiera sido
Ii In.vitado
Invitado a esa reunión como de que no tuviera ningún dtí­
tulo.
83
tulo.83
lLa biografía
| L a b io g r a f ía
l
:* Ya sea que el desarrollo de la biografía vital de un individuo
. viva en la mente de sus allegados o en los archivos de
!.< personal de una organizaci6n,
organización, o que lleve personalmente la
oocumentaci6n
documentación sobre su identidad personal o la guarde en
sobres, ese individuo es una entidad alrededor de la cual
aohres,
que lo
está esperando listo
Usto para ser llenado. Se convierte indefecti.
indefecti­
8
blcmente en objeto de una biografía.3
biograffa.34
blemente
3'
Mientras los dendficos
científicos socia.les
sociales utilizaron la biografía, espc-espe­
áalmente
cialmente bajo la forma de una historia del recorrido vital,
ac
prest6 escasa atención a las propiedades generales de ese
se prestó
concepto, excepto para advertir que las biografías están
~uestas,
expuestas, en gran medida, a una construcción retrospectiretrospecti­
va. El
E l rol social, en tanto concepto y elemento formal de la
es posible estructurar una historia: hay un cuaderno
33 C. Ch11udhuri,
Parrage to England,
Engl11nd, Londres: Macmillan & ComChaudhuri, A Pasiage
Pany, 1959, pág. 92.
34 Agradezco a ~;~old
Harotd Garfinkel el haberme señalado el término
cbiograffa»
«biografía» tal romo
como se urima
utiliza en este libro,
libro.
J:'-~;J:;Já~.
organización social, ha sido objeto de profundos
profundoi. exámenes,
pero la biografía no corrió
cotri6 la :misma
misma suette.
suerte.
E l primer punto a considerar acerca de las biografías es la
El
costumbre de dar por supuesto que el individuo puede
tener realmente solo una, hecho garantizado por las leyes
de la física antes que por las
llls de la sociedad. Se entiende que
todo lo que un individuo ha hecho y puede, en realidad,
hacer es incluible dentro de su biografía, como lo ejempli­
ejemplifican los temas relativos a Jekyll yy Hyde, aun cuando tenga­
tengamos que contratar a un especialista en biografías, a un de­
detective privado, para completar los hechos que ignoramos
o conectar los que nos resultan novedosos. Por muy cana­
canalla que sea un hombre, por muy falsa, clandestina,
dandestina, disociada
y gobernada por pasiones, caprichos y contramarchas que
sea su existencia, los hechos verdaderos de su actividad no
pueden ser contradictorios ni inconexos
inronexos entre sí. Hay que
advertir que esta unicidad totalizadora de la línea vital está
en marcado -contraste
contraste con la multiplicidad de yoes que se
descubren en el individuo cuando se lo observa desde la
perspectiva del rol social, donde -si
— si maneja adecuadamente
puede sustentar con
la segregación de la audiencia y del rol—
rol-puede
difetentes, y, hasta cierto punto,
bastante habilidad yoes diferentes,
pretender que ya no es más algo que ha sido.
Una vez presentados estos supuestos sobre la naturaleza de
la identidad personal surge un factor que será
sen{ de interés
para este informe: el grado de «conexión informativa».
D:ados
Dados los hechos sociales
sodales importantes de la vida de un indiindi­
viduo -la
exequias-,,
— la clase de hechos que se reseña en sus exequias—
¿cuál es el grado de proximidad o de alejamiento que existe
entre dos hechos cualesquiera, medible por la
Ja frecoenda
frecaencia
con la ~ual
ellos
conocual aquellos que conocen uno de d
ios pueden cono­
cer también el otro? E
En
n términos más generales, dado el
cuerpo de hechos sociales
indivisodales importantes relativos a un indivi­
duo, ¿en qué medida quienes conocen algunos de ellos
conocen muchos?
machos?
Las tergiversaciones sociales
sodales deben ser distinguidas de las
tergiversaciones personales: un comerciante de clase media
alta que se aleja un .fin
fin de semana de su lugar d . trabajo,
vestido con ropas «d
«de
ello
e baja categoría», y elige para dio
un lugar de veraneo barato, se presenta falsamente a sf
sí
mismo en sentido social; cuando se inscnoe
inscribe en un motel
80
f.
; ,on
COQ el nombre de Smith lo hace en sentidó
senddó individ.1,1al,
individual. AdeAde­
m ás, sea que se comprometa la identidad social o la perso­
'111.ás.
peno-
a,l,
nal, se puede distinguir la representación que tiene por obob­
jeto probar que uno es lo que no es, de la que tiene por
objeto demostrar que uno no es lo que es.
En general, como se sdialó
señaló anteriormente, las normas rere­
lativas a la identidad social pertenecen a lss
las clases
dases de tcpet·
reper­
.torio
torio de rol o perfiles que, según creemos, puede sustentar
cualquier individuo; se trata de la «personalidad social»,
35
,como
«orno solfa
solía decir Lloyd Warncr.
Warner.36
No esperamos
espetamos que un
estafador sea una mujer ni un especialista en lenguas clásiclási­
as,
hecho de que
cas, pero no nos sorprende ni nos molesta el becho
:aa
®ea un obrero italiano o un negro de clase
d ase urbana. Las
L as nor1.as
,<mas relativas a la identidad ppersonal
erson é no pertenecen, sin em,batgo,
ífeargo, a la esfera de combinaciones licitas
lídtas de los atributos
:dlOclales,
Acodales, sino más bien al tipo de control de información
,que
que el
d individuo puede ej~rcer
ejercer apropiadamente. Para el inin­
illividuo,
dividuo, haber tenido lo que se denomina un pasado som1,río
') es un problema relativo a su identidad social; el
d modo
como
10 mátleja
maneja la informaci6n
informadón relacionada con
ron ese pasado
i una cuestión de identificaci6n
identificación personal. La
L a posesitSn
posesión de
pasado
extraño
(
no
extralio
en
sf,
por
supuesto, sino
i
(no extraño
sí,
año para alguien que pertenece a la identidad social
-traño
sodal
sen te del individuo) es una especie de incongruencia;
resente
iraa el poseedor, vivir hasta d fin de sus días junto a
rsonas que ignoran su pasado y que carecen en ese senti¡ersonas
‘ _de toda informaci6n
información directa es una incongruencia de
dole
ole muy distinta: la primera se vincula con nuestras proias: reglas relativas a la identidad social, la segund:t,
segunda, con las
e se refieren a la identidad personal.
[ue
personal,
¡.Aparentemente,
arentemente, en la actualidad, en los círculos de clase
,media,
día, cuanto más se desvía un individuo en una dirección
pndeseable,
deseable, y más se aleja de lo que se esperaba de él, tanto
rznás
¡más está obligado a suministrar voluntariamente informainfotmaón sobre sí mismo, aun cuando el precio que debe pagar
su sinceridad aumente en forma proporcional.
proporcional, (Por
(P or otra
e, el ocultamiento de algo relativo a su persona que95
E
E
E
, W. L. Warner, «The Society, the Individual,
95
Individual, BDd
and His Mental
rder, en American Journal
]oflrnJJl o/
Psychiatry, XCIV,
XCTV, 1937, págs,
págs.
Bborder,
of Psycbiatry,
,~
*8 -2279.
79.
11
maci6n. Los que no saben son aquellos para quienesmarión.
quienes el in•
in­
han
dividuo es totalmente extraño, alguien de quien no Han
·
biogroffa personal.
miciado una biografía
iniciado
El individuo conocido por otros puede o no sab!!r
saber que lo
conocen; los otros, a su vez, pueden estar enterados o no
de que el individuo sabe o ignora que lo conocen. Además,
aun cuando crea que los demás no saben nada de él, no puepue­
de nunca estar totalmente seguro de ello. Por otra parte, si
sabe que los demás lo conocen deberá, al menos en cierta
medida, conocerlos; pero, si ignora que lo conocen, puede
o no conocerlos con relación a otros aspectos.
Dejando a un lado cuánto es lo que se sabe o lo que se
indiignora, todo esto tiene importancia, puesto que en un indi­
viduo el problema del manejo de su identidad personal y
social variará considerablemente según el conocimiento o
desconocimiento que de él tienen los presentes, y, en tal
caso, según su propio conocimiento o desconocimiento de
este hecho.
Cuando el individuo se halla entre personas para quienes
fundón de
resulta totalmente extraño, significativo solo en función
su identidad social inmediatamente aparente, la mayor eveneven­
tualidad que deberá enfrentar se relaciona con el hecho de
identifica­
que esas personas comiencen o no a elaborar su identificapor lo menos, un recuerdo de haberlo visto
ción personal ((por
en el contexto actuando de una manera particular), o que
se abstengan por completo de organizar y acumular lo que
identificaci6n personal; esto
saben de él alrededor de una identificación
último es característico de la situación enteramente anóni•
anóni­
ma. Hay que advertir que, aun cuando las calles de las
grandes ciudades ofrecen situaciones anónimas para los que
se comportan correctamente, este anonimato es biográfico;
es difki.l
difícil encontrar algo así como el anonimato completo
aplicable a la identidad social. Se puede añadir que toda
vez que un individuo ingresa a una organización o a una
comunidad se produce un cambio notable en la estructura
— en su distnooción
distribución y
del conocimiento que se tiene de él -en
en su caráctercarácter— y, en consecuencia, un cambio en las eveneven­
tualidades del amtrol
control de la información."°
información.40 Por
P o r ejemplo, todo
40 Para un estudio de nn caso en el oontrol
control de la mfotmaci6n
información sobre
ffos.
el :,u,
yo, véase J. Henry, «The
Structutc of a Psychiatric Hos­
c'The Formal Structurc
Ptycbiatry, XVII,
X V II, 1954, pigs.
págs. 1.39-152,
139-152, esp. 149-150.
pital», en Psychiatry.
ex enfermo mental enfrentará el hecho de tener que saludar
socialmente, fuera del hospital, a quienes conoci6
conoció durante
su internación, dando pie a que un tercero 1e
le pregunte:
«¿Quién
«¿Q uién era ese?•.
ese?». Más importante aún es, quizás, enfrenenfren­
tar su desconocimiento de lo que los demás conocen de 61,
él,
o sea, encontrarse con personas que lo pueden identificar
personalmente y que, sin que él lo sepa, estiin
están enteradas
de que él es «verdaderamente» un ex enfermo mental.
Utilizaré el término reconocimiento cog,w$cititJO
cognoscitivo para referirreferir­
me al acto petceptual
perceptual de «ubicar» a un individuo, en tanto
poseedor de una identidad social o personal particular. El
sodales es la conocida funfun­
reconocimiento de identidades sociales
d6n
dón que, como porteros, cumplen mochos
muchos servidores. Menos
conocido resulta el hecho de que en ciertas
dertas organizaciones
función
el reconocimiento de identidades personales es una fund6n
formal. En los·
los bancos, por ejemplo, se espera que los coco­
bradores adquieran esa clase de capacidad con respecto a
los clientes. En los círculos criminales ingleses existe, apaapa­
rentemente, un individuo llamado «el hombre de la esquiesqui­
na», cuya tarea consiste en elegir un puesto en la calle pró­
prólrimo
ximo a la entrada de un comercio ilegal, y que, por conocer
la identidad personal de casi todas las personas que pasan,
puede advertir la presencia de algún sospechoso.'"sospechoso.41
información bio­
Dentro del círculo de personas que poseen informaci6n
biográfica sobre un individuo -aquellos
— aquellos que saben cosas aceracer­
ca de élél— encontraremos un círculo más reducido, constituiconstitui­
do por quienes mantienen con él un vínculo «social», ya sea
De­
superficial o íntimo, y que lo consideran o no su igual. Decimos que no solo tienen vagas «referencias»,
«referencias» del individuo,
o que lo conocen «de oídas», sino que también lo conocen
«petsonalmente».
«personalmente». Tendrán el derecho y la obligaci6n
obligación de
intercambiar con él un apret6n
apretón de manos, un saludo o una
conversaci6n
conversación cuando participen de una misma situad6n
situación soso­
cial: esto es lo que constituye el reconocimiento socid.
social. DesDes­
de luego, habrá
había ocasiones en las que un individuo extenderá
el reconocimiento social a alguien que no conoce personalpersonal­
mente o que, a la inversa, lo recibirá de él. De
D e todos momo­
En J. Phdan,
Phelan, Tbe
The Un4erworld,
Underworld, Londres:
Londtet: Geotge G.
G . Harrap &
Cmipany,
Company, 1953, cap. 16, págs. 11,-186,
175-186, se puede hallar una desciipdesclipción
dán de las funciones del «hombre de la esquina•.
esquina».
◄
411
as
dos, debe quedar claro que el reconocimiento cognoscitivo es
simplemente un acto de percepción,
percepci6n, mientras que el reco­
reconocimiento social es el papel asignado a un individuo en
una ceremonia de comunicaci6n.
comunicación.
La
persoo.al son necesaria­
necesariaL a relaci6n
relación social o el conocimiento personal
mente recíprocos, aunque, claro está, es posible que una de
las dos personas --o
momentánea— o incluso ambasambas— olvide momentánea­
mente que se conocen, así
as{ como ser consciente de ese cono­
conocimiento pero haber olvidado, por un lapso, casi todo lo que
se refiere a la identidad personal de la otra.42
otra.42
En eJ
existenda propia
el caso de un individuo que lleva una existencia
de un ámbito rural, ya sea en un pueblo o en una ciudad,
serán muy pocas las personas que tan solo lo conocen «de
oídas»; es probable que aquellos que están enterados de su
ocistencia
conexistencia también lo conozcan personalmente. Por el con­
trario, con el ténnino
«fama»
término «fam
a» nos referimos más bien a la
posibilidad de que el
d drculo
círculo de personas que está enterado
en especial
de la existencia de un individuo determinado —
-en
si este está relacionado con un logro o una posesión
po~sión suma­
sumamente deseablesproporciones, y que, al
aJ
deseables— alcance vastas propordones,
mismo tiempo, sea mucho más
m4s extenso que el círculo
drculo de
~
los que lo conocen personalmente.
El
i. base
has..: de su iden­
ideo·
E l trato
u ato concedido a un individuo sobre la
tidad social se otorga frecuentemente a una persona famosa
con más condescendencia e indulgencia a causa de su iden­
identidad personal. Al igual que el habitante de un pueblo chi­
cbi•
co, comprará siempre en los lugares donde lo
lo conocen. El
simple hecho de que personas extrañas lo reconozcan cognoscognos.
citivameote
dtivamente en sitios públicos puede ser también un motivo
de satisfacción,
satisfaedón, tal como lo señala un joven actor:
Cuando
comenzedo a adquirir cierta noOtando mi nombre habfa
había comenzado
no­
toriedad, y yo pasaba por algún momento de depresión,
depresi6n, me
deda
decía a mí mismo: «Bueno, creo que lo mejor sert
será ir a dar
una vuelta y que me rcconozcani•."
reconozcan* .43
42 Más obsavacioaes
las relaciones y tipos
dpos de reconocimiento
ttamodmic:nto
observaciones sobre tas
encontrar en E. Goffman, Behavior
in Public
se pueden c:ncontrar
Behttvior;,,
Pllhlic Places,
Pl«n, Nue­
Nueva York: Free Ptess
pqs. 112-123.
Press of
o í Glencoe, 1963, ap.
cap. 7, págs.
43 Anthon,
Ross, •The
Pbycr-llb, en Tbe
Anthony Pukins,
Perkins, en L. Rosa,
«The Player-III»,
The New
Yerbee, ◄
4 de noviembre de 1961, pág.
Yorúr,
plg. 88.
86
E
Ess posible que esta clase de aplauso secundario y accidental
explique por qué se busca la fama; también sugiere por qué,
t:e la oculta. El
una vez lograda, a menudo se
E l problema no
per•
consiste únicamente en la molestia que significa el ser per*
periodistas. cazadores de autógrafos y mirones,
seguido por periodistas,
hedió de que son cada vez más numerosos
sino también en el hecho
acontecimien­
los actos que se asimilan a la biografía como acontecimienatendón. Para una persona famosa, «retirarsei.
«retirarse»
tos dignos de atención.
a un sitio donde pueda «ser ella misma» significa, quizás,
el hallazgo de una comunidad que desconoce su biografía;
alli,
allí, su conducta, reflejada simplemente en su identidad
socia1,
sodal, puede no ser de interés para nadie. Inversamente,
uno de los aspectos del estar «adentro~
«adentro» es actuar de una
manera destinada a controlar las repercusiones de esa concon­
biograffa, pero haciéndolo en lo que son, por
ducta en la biografía,
general, áreas de la vida no creadoras de biografía.
lo genera),
conn1n habrá largos
E
n la vida cotidiana de una persona común
En
acontecimientos que no
períodos en los cuales protagonizará acontecimieotos
tienen interés para nadie, y que constituyen una
ana parte téctéc­
nica, aunque no actíva,
activa, de su biografía. Durante estos pcpe­
ríodos muertos, solo un accidente personal grave o el haha­
ríooos
ber sido testigo de un crimen constituirán momentos digdig­
nos de figurar en las reseñas que el o los demás hagan de
pasado, (Una «coartada» es, en realidad, un trozo de
su pasado.
biografía que, por lo general, de ninguna manera hubiera
llegado aa ser parte de la biografía activa de una persona.)
Por otro lado, las personas célebres, cuyas biografías han
miem•
sido extensamente documentadas, y especialmente los miem­
bros de la realeza, que en este sentido tienen un destino
prefijado desde su nacimiento, descubrirán que a lo largo
periodos
de su vida se les ha permitido experimentar pocos perfodos
bio­
muertos, es decir, inactivos, desde el punto de vista bio•
gráfico.
con•
y
útil
con­
Al tiempo que consideramos la fama puede ser
veniente reflexionar sobre la mala reputación o infamia que
círculo de personas que tienen mal
surge cuando hay un circulo
concepto de un individuo sin conocerlo personalmente. La
función evidente de la mala reputación es el control social,
del cual hay que señalar dos posibilidades distintas.
dd
El control social formal es la primera. Existen funcionarios,
distinta•
y grupos de funcionarios, ocupados en estudiar distintas
87
clases de público, en busca de individuos identificables,
identificares, cuyos
mte.cedenres y reputación los convirtieron en sospechosos, e
antecedentes
incluso en «buscados» por la justicia. Durante un estudio
en un hospital psiquiátrico, por ejemplo, conod a un pa­
paciente que estaba en libertad «bajo palabra», y entre cuyos
antecedentes figuraba el de haber vejado a muchachas muy
vez que entraba en algún cine del lugar, el
jóvenes. Toda ver
dueño lo detectaba y lo obligaba a retirarse. Tenía, en 9fn.
sín­
tesis, una reputaci6n
reputación demasiado mala como para ir a los
cines de la localidad. Los rufianes muy conocidos tienen el
puemismo problema, pero de mayor magnitud que el que pue­
den causarles los dueños de los cines.
Es
E s aquí donde se encuentran nuevos ejemplos de la ocupaocupa­
ci6n,
ción, que consiste en hacer identificaciones personales. Los
superintendentes de tiendas, por ejemplo, poseen a veces
extensos informes sobre la apariencia de los rateros profe­
profesionales, junto con ese soporte de la identidad llamado
modus
m odus operandi.
o p eran di. De hecho, la revelación de la identificaidentifica­
ción personal puede tener una oportunidad social propia,
como en el caso de las inspecciones policiales. Al describir
la me7.ela
mezcla social de prisioneros y visitas de una cárcel lonlon­
dinense, Dickens suministra otro ejemplo, que se denomina
«posando para el retrato», por el cual se obligaba a un nue­
nuevo presidiario a sentarse en una silla mientras !os
los guardias
se reunían y lo observaban para fijar en sus mentes la ima•
ima­
gen del reo y poder después identificarlo."''
identificarlo.44
Los funcionarios cuya tarea consiste en controlar la posible
presencia de personas de dudosa reputación pueden operar
estableci­
entre el público en general, en lugar de hacerlo en establecimientos sociales particulares, como es el caso de los detec•
detec­
cons­
tives policiales repartidos por toda la ciudad, pero sin cons•
tituir, ellos mismos, parte
parre de ese público. Esto nos lleva,
por consiguiente, a considerar un segundo tipo de control
social basado en la mala reputaci6n,
vc:2
reputación, pero que tiene esta vez
caractedsdcas
características informales e incluye al público en general;
de este modo, tanto el que tiene mala reputación como el
que no, se encuentran en una situación bastante parecida.
Es posible que del circulo
círculo formado por quienes conocen a
pero que no son conocidos por ~)
un individuo ((pero
él) incluya
44 Pickwiek
Ptclcwíde Papen,
Paper1, vol.
val. III, cap. 2.
88
el público en general, y no solo a quienes se ocupan de hacer
«buenal'> y «mala
identificaciones. (De
(D e hecho, los términos «buena»
fam
a» implican que la masa de los ciudadanos debe poseer
fama»
Es indudable que los medios de
una imagen del individuo.) Hs
funda•
comunicación de masas desempeñan aquí un papel funda*
mental haciendo posible que una persona «privada.
«privada» se con•
con*
vierta en una figura «pública».
indiviAhora bien, parecería que la imagen pública de un indivi­
duo, es decir, la imagen que tienen de él quienes no lo
distinconocen personalmente, será, sin lugar a dudas, algo distin­
ta de la imagen que proyecta en sus contactos directos con
personalmente, La imagen pública de
quienes lo conocen personalmente.
un individuo parecería estar constituida por una reducida
selección de acontecimientos verdaderos que se inflan hasta
utiadquirir una apariencia dramática y llamativa, y que se uti­
lizan entonces como descripción completa de su persona.
estig•
Puede aparecer, por consiguiente, un tipo especial de estigfavorables o desfavo•
matizarión.
desfavo­
matización. Las demandas virtuales ((favorables
rables) creadas por esta imagen pública pueden empequeempeque­
ñecer
i5.ccer y deteriorar la imagen que el individuo presenta en
consu vida diaria ante las personas con quienes tiene un con­
es~ialmente cuando
tacto habitual.. Esto parece ocurrir especialmente
de
el individuo deja de estar implicado en acontecimientos de
trascendencia. y debe enfrentar, dondequiera que vaya,
gran trascendencia,
mis
situación de ser recibido como alguien que ya no es más
la situaci6n
lo que en algún momento
momenro fue; también suele ocurrir cuando
fugaz.
la notoriedad se alcanza
alcama debido a un acontecimiento fugaz,
identifiaccidental y atípico que expone al individuo a una identifi­
derecho que compense
cación
caci6n pública pero sin darle ningún deredio
los atributos deseados.u
deseados.45
Lo que se deduce de estos comentarios es que el famoso y
el infame poseen más aspectos en común que los que cualcual­
mayordoquiera de ellos tienen con esos individuos que los mayordo­
mos o los periodistas especializados en chismografía llaman
«don
m.u1titud desea mostrar
nadie•, ya que cuando una multitud
cdon nadie»,
amor u odio por una persona puede producirse una des&icndo un
se,uir siendo
45
U ley,
csfuttzos de un individuo por seguir
k)t, los esfuerzos
Pam la
4j Para
ciudadano privado
llepdo •a formar
rteuperar ese status ha llegado
px recuperar
prrndo o por
eoconparte del problema de la intimidad.
ttsaia útil se puede encon­
intimickd. Una reseña
Alotre.
& LLet
Righl to Be
trar
am , Privacy:
The Rigbt
eí Alone^
Prir1«1: Tk
Schwam,
CJJ M. Emst y A. Sdiw
tru en
C.Ompany, 1962.
Macmillan Company,
Nueva York: The Macmillaii
89
organización semejante en sus acciones habituales.
hsbltuales. (La falta
de anonimato de esta contrasts
contrasta con fa
la que · se basa ~n
en la
identidad social, como en el caso en que un individuo con
una deformidad física siente que lo observan constantemenconstantemen­
te.) Los verdugos infames y los actores famosos descubriedescubrie­
ron la conveniencia de subir a un tren en una estación no
48
prevista o de usar un disfraz;
disfraz;48 hay individuos que para
escapar de la atenci6n
atención pública hostil pueden incluso llegar a
artimañas que usaban al comienzo de su
utilizar las mismas animañas
aduiatoria. De todos momo­
historia para huir de la atención adulatoria.
dos, las biografías
biografw y autobiografías de personas famosas e
información fácilmente accesible sobre
infames suministran infwmación
el manejo de la identidad personal.
Por consiguiente, se puede considerar que un individuo es
distribución de persones
el punto central en una cfutribución
personu que lo
conocen «de oídas» o personalmente, y que poseen, en este
sentido, un caudal de información algo diferente. Permfta•
Permíta­
seme repetir que, aun cuando el diario trajinar ponga N•
tutinariamcnte
al
individuo
en
contacto
con
personas
que lo
tinariaraente
conocen de manera diferente, esas diferencias no serán, por
lo general, incompatibles; en realidad, se estahlecm
establecerá una
suene
biogntfica única. La
suerte de estructura biográfica
L a relación de un
hombre con su jefe y con su hijo puede ser muy difctcnte,
diferente,
de modo que mientras dcsempefia
puedesempeña su papel de padre no pue­
de desempeñar fácilmente su papel de empleado, pero si,
caminando con su hijo, encuentra a su patrón, es posible
que intercambien un saludo y una presentación sin que el
e!
hijo o el patrón reorganicen radícalmente
radicalmente su identificación
personal del hombre -a
— a pesar de conocer ambos la existenexisten­
cia y el rol del otro-.
otro— . La arraigada costumbre de la «pre«pre­
sentación de cortesíai.
cortesía» supone, en realidad, que la persona
con la cual tenemos una relación de rol tiene en fonna
forma adeade­
cuada otros tipos de relaciones con otros tipos de gente.
Doy por sentado, pues, que los contactos aparentemente
apatentemente
casuales de la vida cotidiana pueden, sin embargo, consti-46
46 Ver J. Atholi,
AthoU, op. di.,
a i., cap. ,,
5, «Thc
«The Public and the Press».
Press*. Sobre
los esfuerce» de personas famosas para evitar contactos véase J.
~!nrJ~~~G12~ho,pe~;9.9
p:.s~ot
Bainbridge, G ario, Nueva .¡~~
York: I:>efi~:9JI,it~
Dell, 1961, en :=:s
especial págs.
2051
206. Sobre U"II
una téaiica
técnica en boga -el
—el U$O
uso de pelucas p:>r
por estrellas de
dce
dne que tienen su J,ropio
propio cabellocabello— véase L. Licber,
Lieber, «Hollywood's
«Hollywood’s
Golng Wig Waclcy,
Wacky, en Thls
Tbis Wc•ek,
W?ek, 18 de felmro
febrero de 1962.
90
tuit
tuir una especie de estructura, que limita al individuo a una
sola biografía a
a pesar de la multiplicidad de yoes permitidos
soJa
por la segregación de 1111diencía
audiencia y rol.
El encubrimiento
Es
E s evidente que si todos ignoran la existencia de un .r.:1aI
mal
estigmatizante, incluyendo al individuo que lo posee, como
en el caso de una lepra no diagnosticada o de ataques de
pelít mal no reconocidos, el sociólogo no se interesará por
pelit
S,
¿ 1, excepto en tanto recurso de control para el aprendjzaje
aprendizaje
de las consecuencias ~primarias»
«prim arias» 41
4784u objetivas del estigtna.
estigma.
Cuando el estigma es sutilmente invisible y conoddo
conocido solo
lo posee, la cual mantiene el secreto ante
porr la persona que Jo
losi demás, el hecho presenta un interés secundario para el
estudio
deldel
encubrimiento.
El Egrado
en en
queque
se se
dandan
estas
dosdos
estudio
encubrimiento.
l grado
estas
dos posibilidades es, desde luego, difícil de determinu.
determinar.
Análogamente.
Análogamente, si
sí todas
tedas y cada una de las personas con las
que el individuo tiene contacto tuvieran siempre una per­
percepción inmediata del estigma, es evidente que su estudio
presentaría también un atractivo limitado, aunque revis­
revistiera cierto interés analizar los problemas relativos al gta•
gra­
do de aislamiento que puede permitirse un individuo —y
y
sociedad— , a la conducta
aun así funcionar libremente en sociedad-,
discreta y cautelosa, y su fracaso, y al autodesprecio,
autodespredo.
Es
E s evidente, sin embargo, que estos dos extremos ---el
— el coco­
.nocimiento
jgno.ran.cia torales
nocimiento o la ignorancia
totales del estigmaestigma— no abarabar­
can un gran número de casos. En
E n primer Jugat,
lugar, existen es.
es­
t:igmas
prostituci6n, el robo, la
tigmas importantes, tales como la prostitución,
homosexualidad, la mendicidad y la adicci6n
adk dón a las drogas,
homosexualidacl,
que el individuo debe ocultar cuidadosamente ante deterdeter­
d ase de personas -la
— la policía—
for­
minada clase
polida-,, y exponer en forma sistemática ante otras:
otras; clientes, cómplices, enlaces, comcom­
pradores de objetos robados."
As{, cualquiera que sea el rol
robados.4* Así,
que los vagabundos adopten en presencia de Ja
la policía, a me-
E
1, >¡.•tientes,
el sentido inttoducido
introducido por Leme:rt,
Lemeit, Socid
cit.,
47 En el.
Social Patbology,
Piithology, op. di.,
pág. 75 y siguientes.
pq-,
48 Ver T. Hirshi, «The Profesional Prostituto», en Berkeley Jour­
nal of Sodology, VII, 1962, pjg. 36.
:, !isociolo~~~vñ~lt!;:º;f. Prostitute.., en Berkeley Jow91
nudo deben revelar su condición a las
tas amas de casa, con el
fin de obtener una comida gratis; gracias a dio
ello serán recoreco­
nocidos aun por los transeúntes, ya que se lea
les sirve en las
puutas traseras Jo
puertas
lo que ellos.
ellos, con gran perspicacia, llaman
exhibición» .48
«comidas de ezbibición•.u
En segundo lugar, aun en el caso de que un individuo pupu­
diera mantener en secreto un estigma no manifiesto desdes­
cubrirá que las relaciones intimas
íntimas con los demú,
demás, ratificadas
en nuestra sociedad por 1a
la confesión mutua de defectos inin­
visibles, lo llevan a confesar su situación a los más allega.
allega­
visibles.
dos o a sentirse culpable si no lo hace. De
D e todos modos,
casi todos los asuntos sumamente secretos son conocidos por
alguien y pueden, por lo tanto, arrojar sombras sobre el
individuo.
Análogamente, hay muchos casos en los
ios que el estigma ten•
ten­
dría que percibirse con claridad en todo momento, y no es
eso precisamente lo que owrre;
ocurre; si hacemos un examen haha­
llamos que, en ciertas ocasiones, el individuo tendrá que
optar por ocultar información decisiva sobre su persona.
Por ejemplo, mientras a un muchacho rengo puede parecerle que se presenta siempre como tal, los extraños pueden
suponer al principio que ha
ba sufrido un accidente que lo
temporariamente; 30 una persona ciega que sube a
incapacitó temporariamente;80
un taxi oscuro puede descubrir que, por un momento, el
11 o un re•
conductor le ha atribuido la capacidad de ver,
ver,81
re­
cién llegado a un bar con poca iluminación puede tomar por
vidente a un dego
ciego que está allí y usa anteojos osruros;G:1
oscuros;88
un amputado cuyas manos fueron
fueron reemplazadas por garfios,
que está viendo una película, puede dar lugar a que la
mujer sexualmente
jornalmente audaz sentada a su lado grite aterrori•
aterrori­
113
zada por lo que su mano encontr6
De igual
encontró de repente.
repente.83
manera, los negros de piel muy oscura que nunca han pa­
pasado inadvertidos públicamente pueden encontrarse, sin4950123
«The Jargon of thc
the Underworld»,
otes, V
49 E. Kanc, •lñc:
Underworld•, en Diciect
Dllll«t N
Not~s,
1927, pág. 445.
50 F. Davis, «Polio in the Family: A Study
Snidy in Crisis and Funily
Family
Process•,
Process», tesis del Doctorado en Filosof[p,
Filosofía, Universidad de Chicago,
1958, piig.
pág. 2.36.
236.
1918,
51 Davis, eDeviance
«Deviance Disavowal•,
Dísavowal», en op. cit., pág. 124.
52 S. Rillfflan,
Rigman, Second Sight, Nue11a
Nueva York: David McKaJI,
McKay, 1959,
plig.
pág. 101.
53 Russell, op. cit., pág. 124.
92
t' embargo, con que por carta o por teléfono proyectan una
ana
i.Jnaien
imagen del yo sujeta a un descrédito posterior.
Dadas estas diversas posibilidades entre los extremos de un
secreto o de una informaci6n
parecerla que los
información completos, parecería
problemas de quienes hacen un csfucno
esfuerzo organizado y concon­
junto por pasar inadvettidos
inadvertidos son los mismos que una gran
cantidad de personas enfrentan en uno u otro momento. Ya
gratifi­
que el hecho de ser considerado normal trae grandes sratili•
caciones, casi todas las personas que tienen algo que encu•
encu­
cationes,
brir intentarán hacerlo en alguna ocasi6n.
ocasión. Además, el eses­
tigma del individuo puede estar relacionado con cuestiones
preque no es conveniente divulgar ante extraños. Un ex pre­
sidiario, por ejemplo, solo puede revelar ampliamente su
estigma jactándose en forma indebida ante simples conocono­
cidos, comunicándoles hechos personales que van más a!U
allá
de lo que la relad6o
relación realmente justifica. El conflicto
entre la sinceridad y el decoro se resolverá, muchas veces,
,* en favor del último. Por fin, c:uando
cuando el estigma se relarela­
. óona
ciona con partes del cuerpo que aun los normales deben
í ocultar en público, el encubrimiento, deseado o no, es ine¡ vitable. Una mujer que sufri6
sufrió una mastectomia
mastectomía o un del lincuente sexual noruego a quien se le impuso la pena de
castración, están obligados a presentarse falsamente eo
en casi
todas las situaciones, callando sus secretos no coovenc.ionaconvenciona­
tocias
les porque los demás ocultan Jos
los convencionales.
Una vez logrado el encubrimiento, puede ser motivo de un
descrédito aquello que en el individuo se vuelve manifiesto,
incluso para quienes lo identifican socialmente
sorialmente a partir tan
solo de lo que es perceptible para cualquier extraño que
participa de la situación social. (Surge as{
así una varjcdad
variedad de
lo que se denomina «un incidente embarazoso
... ) Sin embar•
embarazoso».)
embar­
go, esta clase
dase de amenaza a la identidad social virtual no es,
¡o,
por cierto, la única.
úníca. Dejando a un lado el hecho
hedió de que las
acciones habituales de un individuo pueden desacff.ditar
desacreditar sus
accionr:s
pretensiones habituales, una eventualidad básica del encuencu­
consiste en ser descubierto por aquellos que pue­
brimiento coDSiste
pueden identificarlo personalmente, y que incluyen entre sus
antecedentes biográficos hccbos
hechos no manifiestos, .incompaincompa­
111ttcedentes
cor. sus pretensiones actuales. Es
E s entonces cuando,
tibles con
inddentalmente, la identificación personal se relaciona de
incidentalmente,
modo estrecho con la identidad sociaJ.
social.
Este es, por supuesto, d
vil
el fundamento de las diversas val
dades de chantaje. Tenemos la «intriga», que consiste en cll
nejar con astucia un acontecimiento actual para usarlo, pe
después, como base del chantaje. ((LLa
a intriga debe dist
guirse
p1
guirsc de la «celada», arte practicado por los detectives pi
obligar a los criminales a revelar sus prácticas delictivas :!
elh, su identidad criminal.) Hay un «p
biruales
bituales y, con elfo,
chantaje», en el cual se obliga a la víctima
victima a continuar
U.D.
la amenaza, por pa
un determinado curso de acción bajo ]a
del chantajista, de que cualquier cambio lo llevará aa re
lar los hechos, con lo cual el cambio se vuelve
welve imposil
impo!il
I. Thomas cita el caso real de un policía
W, l.
policla que obligi
una prostituta a permanecer en su lucrativo oficio, desat
desac
rutando
ditando sistemáticamente sus intentos de obtener un emp
como muchacha de buena reputación.*4
reputación.U Existe el «chant
de autoronservación»,
el ce
autoconservación», uú
tal vez d
el más importante, en el
el chantajista intenta o logra efectivamente eludir el
p
d p;
tcnc
de una sanción merecida, porque obligarlo a ello teñe
como resultado el descrédito
delCl'édito del acreedor.
La «presunción de inocencia hasta que se demuestre
culpabilidad» brinda una protección mucho menor aa la 1i
dre soltera que al padre no casado. La culpa de 1a
la madn
tnadn
evidencia por su perfil protuberante, hecho difícil de o<
o
tar. El padre no exhibe signos exteriores,
exteriotts, y su rol accest
accesc
debe ser probado. Peto
Pero para proporcionar
propmrionar una prueba
tal naturaleza, cuando el estado no asume la iniciativa
establecer la paternidad, la madre soltera debe revelar
identidad y su desliz sexual ante una audiencia numen
numer◄
Su resistencia a hacerlo lleva a que su cómplice mascul
mantenga fácilmente su anonimato y su pretendida inca
inoc
da,
cia, si así lo desea.º
desea.**
Por último, tenemos el
d chantaje clásico o «puro»,
«puco:,¡., en el (<
el chantajista obtiene los pagos con la amenaza de rev,
rev
hechos referidos al pasado o al presente del individuo,54
,4
& Company, 1
54 Tht
The U11ad;111ted
Unadjuiled Girl,
Giri, Boston: Little, Brown tí
págs. 144-145,
55 E. Clark, Unr,11mied
TJnmarried Mothen, Nueva York: Free Press of C
coe, 1961, ¡:.¡.
pág. 4.
94
ac•
desacreditarían por completo la identidad que sustenta actualmente. Se puede señalar que todo chantaje puro incluye
llamarnos de «autoconservación», pues
la variedad que llamamos
afortu•
además de obtener lo que se propuso, el chantajista afortu­
dd castigo impuesto a su actividad.
nado también se libra del
puede
sí
en
chantaje
el
sociológico,
Desde un punto de vista sociol6gico,
no ser muy importante;u
importante;®* más importante es considerar las
aquedases
clases de relaciones que puede tener un individuo con aque­
precisa•
llos que, si así lo desean, podrían chantajearlo. EEss precisa­
mente aquí
donde
observamos
que
una
persona
que
intenta
~quí
inforpasar inadvertida lleva una doble vida, y que la ilación infor­
mativa de la biografía deja lugar para diferentes modos de
doble vida.
Cuando el acontecimiento que lo desacredita se produjo en
fuea•
el pasado, lo que más preocupa al individuo no son las fuen­
tes originales de pruebas e información, sino las personas
que pueden retransmitir lo que ya recogieron. Cuando el
hecho que desacredita es parte de la vida actual, entonces
prc<:averse contra algo más que la información
tendrá que precaverse
transmitida; tendrá que cuidarse de no ser atrapado con las
manos en la masa, ta!
tal como es señalado, en su relato, por
una prostituta:
Ja situa~
Era posible exponerse sin peligro de arresto, pero la
situa­
embaramsa. «Cuando voy
ción
ci6n no dejaba de ser igualmente embarazosa.
aa una fiesta siempre echo una ojeada por la habitación
top6
—
decía la muchacha—
muchacha-.. Nunca se sabe. Una vez me topó
--decía
dos prostitutas, yy ni
con dos de mis primos. Estaban con dos
que
deseando
enterada,
por
di
Me
siquiera me saludaron. M e
mí.
estuvieran demasiado ocupados como para reparar en mf.
ron
tropezanne con
baria en caso de tropezarme
qué haría
Siempre me pregunto qu~
Jugares,.!7756
mi padre, ya que acostumbra rondar por esos lugares*.®7
90!'•
. sor­
ocuka ~
56
1* abundancia de cosas
avergonzada,
COSIS que la gente oculta
S6 Dada 11
prende que el chantaje pleno no sea más frecuente. Como la san­
ción legal es, por supuesto, severa, el sistema no tiene muchos com­
~ la sanción es t1n
petidores;
tan
petídores; sin embargo, hay que explicar por qué
M
fflérgico castigo que se
severa.
v « lo excepcional del acto y el enérgico
aevera. Tal vez
~ disgusto que sentimos por el
k impone
sean, ambos, expresiones dil
impane seaa,
le
volunud,
trabajo que nos obliga
obll&a aI enfrentar a• los otros, contra su voluntad,
conociPl)r.¡ue ese conoci­
con
clesactecfüan enormemente, y porque
loe desacreditan
am hechos que tos
lntf'l'CSCS,
ejerce: luego presión contra sus intereses.
miento ejerce
págs, 96-97.
cit., págs.
Nl¡bt,
57
itien of
igbt, op. eit.,
o/ the Ñ
Stearn, SSi1IH1
'!17 Steam,
':j .:Sanam:-~~ C.:
=1=g~u:.,c1Pll~::¿:s:!~eve°!,expliw
sanción
resulta desacreditable en el pasado o en el
Si hay algo que ttsulta
presente del individuo, la precariedad de su posición parece
paiece
variar directamente con la cantidad de personas que están
en el secreto; cuanto más numerosos sean los que conocen
ese lado oscuro, tanto más traicionera resultará su situación.
De
D e ahí que para un cobrador de banco sea más seguro,
ciertamente, pasar el rato con una amiga de su mujer que
ir a las carreras
carteras de caballos.
Ya
comparúdo por muchos o por
Y a sea que el secreto esté compartido
pocos, hay allí una doble vida simple, que abarca a quienes
piensan que conocen íntegramente al hombre y a quienes
«realmente» lo conocen. Esta posibilidad debe contraponer­
contraponerse a la situación del individuo que lleva una doble vida
doble, moviéndose en dos dirulos,
males
círculos, cada uno de los cuales
su propia biogra­
biogradesconoce la existencia del otro y posee su
fía del individuo. Un hombre complicado en nn
un amorío,
conocido quizá por un reducido número de personas, que
pueden incluso estar vinculadas con la pareja ilícita, lleva
una doble vida simple. Sin embargo, si la pareja empieza a
hacerse de amigos que ignoran que, en realidad, ellos no
Ell
son una pareja, comienza a surgir una doble vida doble. E
peligro del primer tipo de doble vida es el chantaje o la
revclaci6n
el segundo, tal vez del mayor peli­
pelirevelación malidosa;
maliciosa; en d
gro sea la revelación accidental, ya que ninguno de los que
conocen a la pareja sabrá mantener un secreto que ignoran
como tal.
Hasta
H asta aquí consideré una existencia sin discontinuidades,
amenazada por el
d conocimiento que otros tienen del pasado
o de puntos oscuros del presente de un individuo. Ahora
trataremos otra perspectiva de la doble vida.
Cuando un individuo abandona una comunidad después de
residir en ella varios años, deja tras de sí una identificación
identificaci6n
personal,
petsonal, muchas veces junto con una acabada biografía
que incluye supuestos referidos a cómo «terminará sus
dfas».
días». En su comunidad actual, el individuo también dará
lugar a que los demás compongan una biografía, un retrato
potencialmente completo, que incluye una versión de la clase
de persona que fue en otro tiempo y del medio del cual
en•
proviene. Es
E s evidente que pueden aparecer discrepancias en­
tre estas dos series de conocimientos, ya que se desarrolla
algo así como una doble biografía compuesta
comr.uesta por quienes lo
96
conocieron y quienes lo acaban de conocer, cada uno de los
cuales piensa conocer al hombre en su totalidad.
A menudo, el individuo salva esta discontinuidad biográfica
suministrando una información exacta y adecuada sobre su
pasado a lo!!
los que componen su mundo actual, y actualizando,
pesado
actualizando.
por medio de noticias y chismes referentes a su persona,
las biografías que de il
paél tienen los que pertenecen a su pa­
sado. La
L a superación de esta discontinuidad se simplifica
cuando el individuo se ha convertido en alguien
alguíen que no
desacredita su vida anterior, y cuando su pasado no desacre­
desacredita demasiado su vida actual, situación que, por supuesto,
se da en la mayoria
mayoría de los casos. En síntesis, en su biografía
habrá discontinuidades que no serán desacreditadoras.
Ahora bien, mientras los estudiosos han prestado suficiente
atención a los efectos que Wl
un pasado censurable produce en
el
él presente de un individuo, no se han ocupado en igual
medida de los efectos que un presente censurable origina
adecuadaen los primeros biógrafos. No se ha apreciado adecuada­
mente la importancia que tiene para un individuo que aque­
aquellos con quienes ya no vive conserven un buen recuerdo de
él, aun cuando este hecho encaja sutilmente en lo que se
denomina «teoría del grupo de referencia». El caso clásico es
el de la prostituta que, a pesar de su adaptación al medio
él.
urbano y a
a los contactos que rutinariamente tiene en él,
teme «toparse» con un hombre de su pueblo
pueble, natal, quien,
desde luego, estará en condiciones de percibir sus actuales
atributos sociales y de transmitirlos aa su regreso al hogar.5
hogar.58
*6A
F.o
En este caso, el secreto de la prostituta es coextenso con su
cradio
...
«radio de acclcSo
acción».
'8
Dcll, 1961, pq,.
56 Véase, p,r
por ejemplo, Street-Wllllter,
Street-W alker, Nueva York: Dell,
págs.
194-196. Aunque o:iste
novdesca, e
existe ,gran
gran cantidad de literatura novelesca,
incluso historias de casos sobre las prostitutas,
prostitutas, es
tnuv escaso el
induso
es!eescaso
d
material tt:fctcnte
. pot
por ejemplo,
•
, C. Mtcteferente ..
a las
los aigo\Q$.
gigotós. (Pu-o
{P a o ~
véase,
Mac*
Inoes, Mr.
• Library,
M r. Lotn
Love tmd
an¿ Justic~,
Justice, Londres: Tbe
The New English
1962, y J. Murtagh y S. Harris, C.St
ueva York:
Cast 11"
tk r Pirst
First SIOtltl,
Stotse, Nueva
Pocbt
que. quizá,
qum, no
Pocket Boob,
Bodes, 19.58,
1958, cap&.
caps. 8 y 9.) Es de Iameutar,
lamentar, ya que,
ocupación .masculina
masculina sobre la cval
cual sus miembros
haya otra ocupaci6n
IDi.embros sean
san tan
esquivos. La rutina diaria del gigoló
glorió debe estar plagada
esqunos.
pbgada de evasivas
encubridoras aún no historiadas. Ademú,
Además, es smnamente
sumamente diflcil
difldl y
mcubridons
cd¡e
giaol6 en qué
erige mucha cautela poder decirle con frmqu=a
franqueza al gigoló
consiste su «upación.
ocupación. He aquí una buena oportnnidad,
oportunidad, entonces.
entonces,
amsiatE'
situación tanto del desacreditado
pan reunir material sobre la sjtuad6n
daacreditado como
c.
del dmacreditablc.
desacreditare.
,-,
Esta relación sentimental con quienes ya no mantenemos
Wl
un contacto efecti-vo
efectivo impone uno de los castigos merecidos
por adoptar una ocupación inmoral, ilustrado por Park al
observar que son los holgazanes, y no los banqueros, quiequie­
nes se niegan a que se publique su retrato en el periddico,
periódico,
pudor que se explica por el miedo a ser reconocido por
alguien dd
del lugar natal.
En la literatura existen algunas indicaciones referet1.tes
referentes a un
ciclo
cido natural de encubrimiento.r,
encubrimiento.™11 El
E l delo
ciclo puede c:omemar
comenzar
con un encubrimiento inconsciente, que el interesado puede
no descubrir jam
jamás;
ás; de allí se pasa a
a un encubrimiento inin­
voluntario, que d
el sujeto advierte, con sorpresa, en la mitadmitad
del proceso:
pr_oceso· luego, al encubrimiento «en broma»; al encuencu­
brimiento durante momentos no rutinarios de la vida social,
tales como las vacaciones y los villjcs;
vidjes; al encubrimiento en
vida cotidiana, como en el
circunstancias rutinarias de 1a
la vida
trabajo o en instituciones públicas; por último, la «desapari«desapari­
ción» --encubrimiento
úeas
— encubrimiento completo que a.barca
abarca todas las áreas
de vida.;
vida; el secreto es conocido únicamente por la persona
que lo oculta-.
oculta— .
Se puede sefialar
señalar que, cuando se procura un encubrimiento
relativamente total, d
el individuo Oiganiza,
organiza, a veces en forma
consciente, su propio rite de passage: va a otra ciudad,
dudad, se
refugia en una habitación durante algunos días, con ropas
y afeites seleccionados previamente, y después, como una.
una
alas.™ En
mariposa, emerge para probar sus flamantes alas.'°
cualquiera de las fases puede producirse, desde luego, una
ruptura del cido
ciclo y una vuelta al redil.
Si bien es cierto
derto que aún no podemos hablar de dicho ciclo
ddo
con toda seguridad y, si es necesario, sugerir 4ue
que ciertos
dertos atriatri­
butos desacreditables
desacreditabas impiden el desarrollo de sus fases fifi­
nales, al menos se pueden buscar diversos puntos de estaesta­
bilidad en la penetración
penetradón del encubrimiento; es posible obob­
servar, por cierto, que el grado de encubrimiento puede5960
59 Véase H. Cayton y S. Dntke,
Name•, en
Drake, «A Rose by Any Other Ñame»,
Black M etrópolis, Londres: Jonathan Cape, 1946, págs. 159171.
Agradezco a Gary Marx los datos provenientes de
articulo inédito.
60 Para el negro que se hace plisar por blanco, véase R. Lee, I
passed jor
/ar White,
poned
W btte, Nueva York: David McKay, 19.5.5,
1955, pqs.
págs. 89•
8992; pata
para el blanco que se hace pasar por negro, J. H. Griffin, BltJC!t
Black
Uke
Bosr'ln: Hought~n
Like Me, Boston:
Houghtqn Mifflin, 1%0,
1960, págs, 6-1).
6-13.
f;~~':°G:;•M~'t:da{:;~~~
J:~un .=io'¡;JZ!:
60 Para
nepo que se hace pasa
blanco, véase R. Lee, I
98
variar de momentáneo e involuntario hasta el tipo clásico
de encubrimiento total y deliberado.
M,s
M ás atrás se señalaron dos fases en el procao
proceso de aprenapren­
clizaje
dizaje de la persona estigmatizada: conocer el punto de
vista de los normales y saber que, según esto, está descalidescali­
ficado. E
Ess probable que la fase siguiente consista en aprenapren­
der a enfrentar d
el modo en que los demás tratan a la clase
dase
de persona que él puede demostrar ser. Perú
Per6 ahora me
interesa una fase todavía posterior: aprender a encubrirse.
Cuando una diferencia es relativamente imperceptible, el
d
individuo debe aprender que, en realidad, puede confiar en
el secreto. El
E l punto de vista de sus observadores tiene que
ser registrado cuidadosamente, pero no sustentado con una
ansiedad mayor que la de los mismos observadores. Si
Sí bien
es cierto que empieza con la sensaci6n
sensación de que los dem.b
demás
conocen todo lo relativo a su persona, elabora, a menudo,
una apreciación realista de que no es así. Por ejemplo,
ciertos informes sefialan
señalan que los fumadores de marihuana
aprenden lentamente que, en presencia de quienes los conocono­
cen bien, pueden actuar bajo los efectos de la
la droga sin
que los demtls
demás adviertan nada raro, aprendizaje que apaapa­
rentemente ayuda a transformar en adicto a un fumador
ocasional.ti
ocasional.41 Del mismo modo.
modo, existen informes sobre mumu­
chachas que, apenas pierden su virginidad, se examinan
frente al espejo para descubrir señales exteriores de su es-es­
tigma, y solo se convencen lentamente de que su apariencia
actual no se diferencia de la que tenían antes.•
antes.** Se puede
citar un ejemplo paralelo de un hombre después de su pripri­
mera experiencia homosexual manifiesta:
«¿Le
« ¿ L e trajo (su
[su primera experiencia homosexual] algún tras­
trastorno posteriormente?», le pregunté.
pttgUDté.
«¡Oh,
«¡O h , no! Lo
L o único que me preocupaba es que alguien se
enterara. Senda
Sentía miedo de lo que pudieran decir mi madre
y mi padre al verme. Pero actuaron como de costumbre y
empecé a sentirme confiado y seguro nuevamente.•
u 6123
nuevam ente.»**
61 H. Becker, «Marihuana Use and Social Control•,
Control», en Soci61
Social Pro.
Pro
blems,
bktrts, III, 19.55,
1955, pág. 40.
62 H. M.
M, Hughes, ed., The Fantastic Lodge, .Boston:
Boston: Houghton Mifflin, 1961, pág.
pq. 40.
63 Stearn,
Steam, t}ie
The Sixtb
Sixth Mlln,
Metí, op. cit., pág.
pig. 1,0.
130.
99
Se puede indicar que, debido a la identidad social, el ind,i.
indi'
viduo que tiene una diferencia secreta se encontrará, dudu­
diaria y sc:manal,
semanal, en tres clases posibles de
rante la rutina dí.aria
lugares. Habrá algunos prohibidos o inaccesibles, en los que
el tipo de persona al que pertenece el individuo no puede
entrar, y en los cuales la exposición significa expulsión,
eventualidad con frecuencia tan desagradable para ambas
partes que se establece a veces una cooperación tácita para
evitarla: el intruso lleva un ligero disfraz y el que tiene
derecho a estar presente lo acepta, aunque ambos estén en•
en­
tetados
terados de la intromisión. Hay lugares donde esta clase de
personas, una vez identificadas como tales, son tratadas corcor­
tés y a veces penosamente, como si no estuvieran descali•
descali­
ficadas para la aceptación
·rutinaria, cuando, de hecho, en
aceptación'rutinaria,
cierta medida lo están. Finalmente, hay lugares de retito
retiro
cien.a
donde tales personas pueden exponerse y no necesitan oculocul­
tar su estigma ni preocuparse mayormente por restarle
-importancia.
■ importancia.
En ciertos casos, esa libertad proviene del hecho de que
se encuentra en la compañ(a
compañía de quienes tienen un estigma
igual o parecido. Se dice, por ejemplo, que los carnavales
suminiettan
suministran a los cmpleado11
empleados ffsicamcntc
físicamente disminuidos un
mundo en el cual su estigma apenas constituye un proble­
problema.64
ma.61 En otros casos, el
ei lugar de retiro puede ser el resulresul­
tado involwiwio
involuntario de haber agrupado de manera
maneta adminisadminis­
trativa a los individuos, contra sus deseos y sobre la base
de un estigma compartido. Sea que el indMduo
individuo .ingrese
ingrese vovo­
luntaria o involuntariamente al lupr
lugar de retiro, es posible
es­
que ese sitio le proporcione una atmósfera con sabor especial. AI1f
Allí se sentirá c6modo
cómodo .entre sus compañeros, y desdes­
cubrirá que personas conocidas, a quienes no consideraba
realidad lo son. Sin embarso,
embargo, tal como lo
sus iguales, en .realidad
sedala
señala la cita siguiente, oorreral
correrá el riesgo de ser ficilmente
fácilmente
desacreditado si penetra en dicho lugat
lugar una persona nornor­
mal que ha conocido en otra parte.
El
E l tribunal, considerándolo deficiente mental, envió al hoshos­
pital (para
[para retardados mentales)
mentales] a un muchacho de 17 años64
Viseará! {h.),
(h.), A
the Lontly Nigbt,
64 H. Viscardi
A Laugkter
Laughler ín
In tlH
Night, Nueva York:
Paul S. Eriksson,
Eríksson, Inc., 1961, píg.
pig. )09.
309.
100
de origen mexicano-norteamericano.
mexican~norteamericano. El
E l rechazó violentamei:te
inerte esta definici6n,
definición, sosteniendo que era injusta y que
deseaba ir a un centro más «respetable» de delincuentes
juveniles. Un domingo a la mañana, pocos días despu~s
después de
su llegada al hospital, fue llevado a la iglesia junto con
au
otr0s
otros pacientes. Por una circunstancia desgraciada, su novia
hermaestaba de villita
visita en el .hospital con una amiga cuyo herma­
n~
no menor estaba internado alli,
allí, y caminaba en direa:i6n
dirección
a
presen-a ~él. Cuando la vio, ella aún no había advertido su presen­
cia, y el muchacho dt'SCÓ
deseó que no lo hiciera. Dio
D io media
vuelta y se alejó corriendo a toda velocidad, hasta que los
empleados le dieron alcance pensando que había enloque•
enloque­
interrogátselo sobre su conducta, explicó que su
cido. Al interrogárselo
novia no sabía que estaba «en ese lugar para imb&iles»
imbéciles» y
que no podía soportar la humillación de que lo viera como
paciente del hospital.•
hospital.*®
La ronda de una prostituta constituye para ella una ameame­
naza semejante:
¡I
«Al
«AI visitar las caJiejuelas
callejuelas de Hyde Park experimentt
experimenté este
aspecto de esta situación social [afirma una investigadora
i soc:ial].
social]. Las veredas desiertas y la intención aparente de las
, mujeres que por a.11{
allí caminaban no solo eran sufídentes
suficientes para
anunciar mi propósito al público, sino que me obligaron
. tanlbién
también a darme cuenta de que esa zona estaba reservada
a las prostitutas; era un lugar delimitado para ellas y
que prestaba su estilo a cualquiera que decidiera entrar
ailf
allí (.,.)»66
i...)* " 6
j
Esta división del mundo del individuo en lugares prohibi­
prohibi•
dos, «corteses» y de retiro establece el precio que se pagn
paga
por la revelaci6n
revelación o por el ocultamiento, y el significado de
que el estigma sea conocido o oo,
no, cualesquiera que sean las
estrategias elegidas para informar.
La
l a identidad personal y la social dividen espacialmente el
mundo del individuo. Hay sitios donde este es conocido
personalmente,
algunas de los presentes o por eJ
el63*
personahnente, ya sea por algunos
6,
pdg. 267.
63 Edgerton y Sabagh, op. til.,
cit., píg.
66 Rolph, Women
1Wornen. o/
o} tht
tbe Strttts,
Stretts, op. rit.,
cit., pi!gs
pígs.. .56-57.
56-37.
101
individuo encargado del área
drea {mozos,
(mozos, maltre,
111"11,~, ttbem
tabcmen
en
etc.)
etc.);; tanto unos como otros aseguran que su presencia e
del Jugar
demosuada más tarde. En segundo
sc,undo té
t6
lugar puede ser demostrada
mino, hay siúos
sitios donde el estigmatizado no corre peligr
«toparse» con alguien que lo conozca personalmente,
de doparse»
~ceptuando
— exceptuando las contingencias especiales que enfrenta
los que tienen fama, buena o mala, a quienes muchos c<
e<
nocen «de oídas», pero no personalmente—
personalmente-- puede percn;
permi
necer
nadi1
necet en el anonimato, sin llamar la atención de nadi<
Hasta qué punto resulta perturbador
pernrrbador para su identidad peí
pei
sonal encontrarse en un lugar donde, por casualidad, se 1I
conoce personalmente es un problema que varía, desde y¡
y;
según las circunstancias y la persona «con» la que interactúi
interactw
Dado que el mundo espacial del individuo se divide e
regiones diferentes, de acuerdo con las contingencias con»
cont1
nidas
«idas en ellas, para el manejo de la identidad social y 1
personal considetaremos
cons1
consideraremos algunos de los problemas y consi
cuendas
~sta consideración coincjdii
cuencias del encubrimiento. Esta
coincidí]
en parte con la sabidurfa
admonitoric
sabiduría popular; los relatos admonitork
sobre las contingencias del encubrimiento son parte de 1
moraleja dirigida a mantener a la gente en su lugar.
Aquel que se encubre tiene necesidades no previstas qu
qi¡
lo obligan a
a swninistrar
suministrar una información que lo
h desact1
desata
dita; tal el caso de la esposa de un enfermo mental qu
qii
trata de cobrar el seguro por desempleo de su .marido,
marido, o <i
de un homosexual «casado*
«casado» que intenta asegurar su ras;
casi
y debe explicar su peculiar elección de beneficiario.07
benéficiario.07 Tan
Tao
hién
hundei. cada vez más, es decir, que 1s
bién siente que «se hunde»
ve obligado
eviti
ohligado a elaborar una mentira tras otra para evits
una revelación dada.es
dada.08 Sus técnicas adaptativas pueden,
e1
su vez, herir los sentimientos ajenos y originar malos ei
tendidos."
realiza para ocultar algunas iii1
tendidos ,** El
E l esfuerzo que tealiza
capacidades puede llevarlo a poner de manifiesto otras
u116789
a dar la.
k impresión de hacerlo: descuido, en el caso de ur
67 Señalado por Bvclyn
una conversación.
converud6n.
Evelyn Hooker en Tina
68 Con respecto al ocultamiento de la internación de la esposa t,
wi
Yanow, Ciausen
Clausc:n y Robbins, op. eii
ci1
un hospital psiqui1hrico
psiquiátrico véase Yartow,
~g.
pág. 42.
69 Sobre la torpeza y la insolenci11
insolencia involuntarias del sordo véa1
véa;
=
Nueva ~::
York: L:t&:í~s:::::
Social Science Research Gouncíí, =ª1Ñf't,!':::!
fiuliedn N f 55, corr
~
R. G . Barker y colab., Adjustment to Pbyskoi Handicap and IU»es
gido, 1953, págs. 193-194.
102
perso,ia casi ciega que finge ver, cuando tropieza con un
persona
banquillo o derrama.
derrama la bebida sobre su camisa; distracción,
terquedad, torpeza o frialdad, cuando una persona con difí•
difi­
cultades auditivas deja de responder a una observacicSn
observación emiemi­
tida por alguien que ignora su deficiencia¡
defteienda; somnolencia,
«ausencia» momentúea
momentánea
cuando un maestro percibe como «ausencia.
mal en un alumno;'º
alumno; 70 ebriedad,
un ataque epiléptico de petit
µtiJ mlll
co
en el caso de un hombre afectado de paúlisis
parálisis ffl'Cbral
cerebral que
descubre que su manera de andar se interpreta siempre cmSerró­
neamcnte.71
neamente.7127Además, d individuo qne
que se encubre tiene una
gtan receptividad pan.
para captar lo que los demás piensan ceo
«en
gran
realidad» de los que son como él, sea que ignoren que están
realidad•
en contacto con alguien asf,
as!, o que inicien la relaci6n
relación sin
saberlo y luego cambien en forma violenta de rumbo.
tumbo. El
El
problema de no saber basta qué punto se difundió la inin­
formación se presenta toda vez que el patrón o el maestro
esdn
peto los otros
están rigurosamente al tanto
mnto de su estigma.
estigma, pero
no. Como ya se indic6,
indicó, las personas que conocen su secreto
Jy que no tienen buenas razones .para
para guardar silencio pueden
someterlo a diferentes
(Eferentes clases de cbant:ajes.
chantajes.
También puede sufrir ta
la experiencia clúia
clásica y fundamental
de tener que exponenc
exponerse durante la interacción cara
cata a
a cara
y ser traicionado por los presentes, diversas circunsrandas
circunstancias
impersonales o la debilidad misma que trata de ocultar. La
situación del tartamudo es un ejemplo:
Nosotros, los tartamudos, hablamos solo cuando es neceNosotras,
nece­
sario. Muchas veces ocultamos tan bien nuestro defecto
que los íntimos se sorprenden cuando, en un momento de
descuido, la lengua se nos enreda en una palabra y hablamos
bruscamente, gritamos, gesticulamos y nos atoramos hasta
que, por fin, el espasmo culmina y abrimos los ojos para
12
desastre.71
observar el desastre.
El epiléptico sujeto a accesos de grand mal proporciona un
caso todavía más extremo: cuando recobra la conciencia, com70 S. Livin&ston,
Epüeptic
UvingsKm, LJ11ing
Living with
m th Epile
pite Sdzrnes,
Seizures, Springfield: CharChar­
les C. Thomas, 1963, pág. 32.
Henrich y Kriegcl,
Kriegel, op. cit., píg.
véase también i:,q.
píg. 157.
71 Hcnrich
pág. 101; ~
72 C. van Riper, Do You Stutter?,
Slu íler?, Nueva York: Harpcr
Harper & Row,
1939, ~g.
pág. 601, en Von Hentig, op. cit., pq.
píg. 100.
10)
prueba que ha estado tirado en la vía pública, con inconti•
inconti­
nencia, gemidos y sacudidas convulsivas -un
— un descrédito
para la cordura, que se ve mitigado solo levemente por su
Debo
falta de conciencia durante parte del episodio-.''
episodio—
agregar que cada grupo de estigmatizados parece contar con
su propia batería
baterfa de relatos admonitorios relativos a
a situasitúaciones
dones embaruosas,
embarazosas, y que la mayor parte de los miembros
puede suministrar ejemplos de sus propias experiencias.
Por
P or último, la persona que se encubre adviene
advierte que puede
ser forzada a declarar públicamente su secreto ante quienes
acaban de conocerlo y están por enfrentada
enfrentarla con su men•
men­
tira. Esta posibilidad puede estar, incluso, instituida forfor­
malmente, como en las audiencias de un pleito por salud
mental y en la siguiente:
Doreen, una chica de Mayfait,
Mayfaír, señala que las presentaciones
ante Ja.
la corte son «la peor parte de todo [pot
[p o r ejemplo, la
prostituci6nJ. Cuando se pasa esa puerta, todo el mundo
prostitución].
está esperando y observa. Jamú
Jam ás levanto la cabeza ni miro
para los costados. En seguida, ellos dicen esas horribles pa­
pa•
labras: "Trat'1dose
“ Tratándose de una vulgar prostituta
prostituta......
. , y una se
siente muy mal, ignorando todo el tiempo quién la está
observando desde la parte de atrás de la corte. Digo
D igo "cul“ cul­
pable"
pable” y salgo lo más rápidamente poS11>le».,.'
posible».”
La presencia de compañeros de infortunio ((oo del «sabio-.)
«sab io»)
introduce una serie especial
espedal de contingencias
contingentas relativas al enen­
cubrimiento, ya que las mismas ticnicas
técnicas utilizadas para didi­
simular los estigmas pueden revelar la verdad a alguien fa.
fa­
miliarizado con las mañas del oficio; y, como lo supone el
estigmatizado, basta una sola persona ((oo su círculo más
allegado) para ser reconocido como tal:
«¿Por
«¿P o r qué no prueba con un guiropráctico?it.
quiropráctíco?», me preguntó
[una mujer a quien conod
conocí acddentalmentc].
accidentalmente], mientras masmas­
ticaba su chuleta, sin advertir que estaba a punto de arruiarrut-734
=
Livingston, op. cil.,
til., pqs.
pifes. 30 J
y siguientes.
73 Livingston.
74 Ro!pli,
Rolph, WomM
Women of 1/n
toe -Streea,
Streets, op. cit., p¡g.
pág. 24. Pan
Para un planteo
general véase H.
H . G.rfinkd,
Garfinkd, cC.ooditions
«Conditkms of Sua:asful
Successfut Dearadation
Degradation
Ceremonia*,
o f Socialoa,
Sodology, LXI,
LXT, 19'6,
1936, ~
pifes.
~ • en Ameriten
Atnmc• Jottm
/ownuld of
420
420-424.
104
nar mi mundo. «El
« E l doctor Fletchcr me dijo que está cucu­
rando de la sordera a uno de sus pacientes».
Mi corazón, aterrorizado, dio un ¡o1pe
golpe contta
contra mis costillas.
¿Qué
¿Q ué me querla
quería decir?
«Mi
«M i padre es sordo -agres:6--.
— agregó— . Puedo distinguir a una
persona sorda en cualquier parte.
parte, Bsa
Esa voz tan suave que
usted tiene. Y
Y esa costumbre de dejar arrastrar sus frases
írases
11
sin terminarlas. Mi padre siempre lo hace:..
hace».™
Estas eventualidades contribuyen aa explicar la ya mencio­
mencionada ambivalencia que puede sentir el individuo cuando
debe enfrentarse con los que son como él. Según lo señala
Wright,
(,
( . ...
. )) una persona que desea ocultar su incapacidad adveradver­
tid,
tirá en otra los rasgos revdadores
reveladores de una deficiencia. AdeAde­
inás,
más, es probable que se sienta agraviada p.:,r
por esos rasgos
que denuncian la existencia de la incapacidad, pues no solo
desea ocultar su defecto, sino que los demás también oculocul­
dificul­
ten los suyos. Es por eso que la persona que tiene dificultades para oir,
oír, y hace todo lo posible para disimularlo, se
siente fastidiada ante la anciana que ahueca la mano detrás
de la oreja. La ostentación de la incapacidad es vivida como
amenaza porque moviliza la culpa de haber desdeñado su
propia pertenencia al grupo, as(
así como tambibl
también la posibi•
posibi­
lidad de su propio deserunascaramY..ato.
desenmascaramknro. Puede preferir desdes­
cubrir subrepticiamente el secreto de la otra persona, y manman­
tener un acuerdo de caballeros en el sentido de que ambos
desempeñarán sus roles fingidos, antes que el otro desafíe
141
su simulaci6n
simulación confiándole su propio secrcto.
secreto.™
E l control de Ja
la información sobre la identidad tiene un
El
valor especial en las relaciones. Para vincularse, las perper­
tiempo, y cuanto
sonas necesitan estar juntas durante un tieq,o.
mayor sea el tiempo que un individuo pasa con otra perper­
10na,
sona, mayores serán las oportunidades de la segunda de adad­
quirir la información que desacredita al primero. Por otra
parre,
señaló, toda relaci6n
relación obliga a las personas 756
parte, como ya se seiial6,
7'
75 F. Wmield,
Waifield, Cot1011
C o tia* i,s
i * M1
My Eu.s,
Ears, Nueva Yorlc,
York, The Viking Press,
Press.
1"'8,
1948, pág. 44, m
en Wright, op. cit.,
d i., pi¡.
pág. 215.
76 Wright, op. cit.,
d i., pág. 41.
10.5
im.pliaadas
~ adecuada cantidad de hechos
implicadas a intercambiar una
fntimos
íntimos sobre st
sí mismos como prueba de confiama
confianza y de
compromiso mutuos. Las relaciones más allegadas al indiindi­
oompromisc
viduo, anteriores al ocultamiento de algo por parte de este,
viduo.
vuelven mmprometidas,
comprometidas, automiticamente
automáticamente carentes de inin­
se vud:ven
formación compartida. Es
E s probable que las relaciones más
lormaci6n
recientes, o «posterion=s
]a per«posteriores al estigma•.
estigm a», ]leven
lleven a cr.ie
que la
per­
sona desacreditable
desacreditare sienta como algo honroso el haberles
ocultado los hechos. Y,
basta las rela­
rcia.
Y , en ciertos casos, hasta
clones
ciones más fugaces pueden constituir un peligro, ya que la
charla intrascendente, adecuada entre exttafios
extraños que bari
han
iniciado una conversación, puede tocar secretos fmc:asos,
fracasos,
como en el caso dé la esposa de un hombre impottnte
impotente que
debe responder preguntas relativas al número de hijos y,
en caso de no tenerlos, por qué_,..,
qué.77
El
E l fenómeno del encubrimiento plantea siempre el problenu
problema
del estado psíquico del que se encubre. En primer lugar, se
$<
supone que al llevar una vida que se puede dettumbAt
derrumbar et
er
cualquier momento, debe pagar, necesariamente, un precie
e n o rm e nivd
nivel de ansiedad. Las
L as pa
psicológico elevado: un enorme
labras de la esposa de un enfermo mental servidn
servirán d(
d<
ejemplo:
de
bicr
( ., ...
. )) suponga que cuando George salga todo marche biei
ocurre decírselo en ]a
la cara. Sería el desasm
desasto
y "a alguien se le ocurra
totAJ.
kn'Or.1897
total. Vivo en el tenor.78
Pienso que un estudio profundo de las personas que se en
cubren mostraría que esa ansiedad DO
no está presente siem
pre y que, en ese caso, nuestras concepciones tradicionale
tradicional^
sobre 1a
la naturaleza humana pueden ser altamente engaliosas
engañosas
En segundo lugar, se supone a menudo, y con pruebas d,
d
ello, que aquel ciue
que encubre su identidad es solicitado po
dos adhesiones. Se siente algo ajeno a su nuevo «grupo»
ya que posiblemente no puede identificarse en forma tota
ron
con las actitudes que ellos tienen hacia los que son com
con»
él.78 Y es probable
despredabl
él."
probab1e que se sienta desleal y despreciabl
esm
77 «Vera V1uglwl»,
pig. 126.
Vaughan», en To,nbee,
Toypber, op. di.,
a t„ píg.
78 Yanow,
Yatiow, 0ausen
Gausen y Robbins.
Robbins, op. di.,
d t., pq.
píg. 34.
79 Riesmm,
pi,. Uf.
Riesman, op. di.,
cit., pág.
114.
106
cuando no puede .responder
responder a las observaciones «ofensivas»
«ofensivas~
hechas por los miembros de la categoría
categoria a la que ingresa
contra los de la categoría
perteneda, en especial
categorfa a la que pertenecía,
~
cuando él mismo piensa
Cite es peligroso no adherirse a esa
piensa. que
peISOOas desacteditable5:
sugieren las personas
desaciedirabies1.
Ast lo sugictcn
difamación. Así
Cuando se burlaban de los homosexuales tenia
tenla que reírme
con los demás, y cuando la charla giraba alrededor de las
En
mujeres debía inventar mis propias conquistas. E
n esos
momentos me odiaba a m
míí mismo, pero, aparentemente, no
podía
podla hacer otra cosa. Toda mi vida se convirtió en una
mentira.'°
mentira.*0
refeamigos]
El tono de voz que a veces usaban [los am
igos] para refe­
rirse
sentía que los
estremeda, porque senda
laa solteronas me estremecía,
rine a las
engañaba: tenía el status aparente de mujer casada, pero mi
estado verdadero era aquel que la gente casada miraba con
desdén. También me sentía, en cierta manera, poco honesta
con mis amigas solteras, que no hablaban de estos asuntos
pero me miraban con envidia y curiosidad por haber tenido
una experiencia, que, eo
en realidad, no me había resultado
placentera.8
081
placentera. 81
« da por supuesto, y es aparentCJnente
aparentemente coco­
En tercer lugar, se
prestan atenci6n
rrecto, que Ta
atención a
la persona que se encubre prestará
social que otros abordan sin un
aspectos de la situación sodal
nordlculo especial. Aquello que para los nor­
cuidado o un cálculo
males son actos rutinarios puede convertirse en problemas
82
de manejo para los desacreditares.82
desacreditables. No siempre es posible
manejar estos problemas con la experiencia anterior, pues
welen todo momento aparecen nuevas eventualidades, que vuel­
ven inadecuados los recursos de oc:ultamiento
ocultamiento previos. La
persona que tiene un defecto oculto debe, pues, estar atenta
a la situación social examinando todas las posibilidades,
razón por la cual es posible que se sienta ajena al mundo
más simple en el que ~
parecen vivir aquellos que la rodean.
mis
ho&
que p
a n ellos es el fondo, para S
él es la forma. Un hom­
para
Lo que:
bre joven próximo a la ceguera proporciona un ejemplo:
80 Wildcbtood,
Wildeblood, op. ccil.,
it.,p•íg·. >2.
)2.
pila. 1.22.
op. cil.,
81 «Vera
Vaughan», en 1oinbee,
Toynbee, op,
á t pág.
122.
«Vcm Vaughmit,
82 Aquí,
nuevamente, estoy
estoy en
Huold Garfinkd.
IXll1 Harold
co deuda con
Aqui, nuev,mmte,
107
Me ingenié para que Mary no advirtiera
advirtieta IIli
mi enfermedad
durante dos docenas de refrescos y tres películas. Usaba
cuanta treta había aprendido. Todas las mañanas prestaba
una atención especial al color de su vestido, y luego man­
mantenía mis ojos, mis oídos y mi sexto sentido alertas ante
cualquiera que pudiera ser Mary. N
No
o corría ningún riesgo.
Si no estaba seguro, saludaba con familiaridad
famiHaridad a toda per­
persona que se acercaba,
acercaba. Probablemente pensaban que estaba
loco, pero no me importaba. Siempre la tomaba de la mano
cuando íbamos o volvíamos del cine por la noche, y ella me
BWaba
tenía que tantear el
miiaba sin saberlo; de ese modo, no tenia
88
borde de la acera y los escalones,
escalones.8*
Un muchacho con una «constricción»
«constria:ióni. que le impide orinar
en presencia de otros, deseando mantener su diferencia en
secreto, descubre que tiene que planificar y ser prudente
en a1go
absoalgo que los demás muchachos llevan .aa cabo con abso­
luta naturalidad:
íngres~ en el internado, sur­
surCuando a la edad de diez años ingresé
recurgieron nuevas dificultades y tuve que buscar nuevos recur­
sos para enftentarlas.
enfrentarlas. En términos generales, no era cuestión
de O[inar
ümsideraba
orinar cuando deseaba, sino cuando podía. Consideraba
necesario ocultar al resto de los muchachos mi incapacidad,
pues lo peor que puede pasarle a un chico en la escuela
es tener alguna clase
«diferencia,.¡ por eso, iba con ellos
dase de «diferencia»;
a los baños de la escuela, aunque nada ocurría salvo el au­
aumento de mi envidia ante la libertad de mis compañeros
para actuar con naturalidad e incluso desafiarse unos a otros
para
pata ver qui~
quién llegaba más alto en la pared. (Me
(M e hubiera
gustado competir con ellos, pero si alguno me desafiaba yo
siempre «acababa de terminar».) Utilizaba diversas estraconsisúa en pedir permiso durante
tagemas. Una de ellas consistía
la clase
perdase cuando los baños estaban desiertos. Otra era per­
manecer despierto durante la noche y usar el recipiente que
estaba debajo de la cama cuando el resto de los ocupantes
del dormitorio dormían,
m"nos, cuando estaba oscuro
donnían, o, al menos,
y no podían verme.a.
verme,*4483
8)
83 Criddle,
Cridóle, op.
cp. cil.,
cit.t pq.
pág. 79.
«N. O. Goe•,
Goe», en Toynbee, op. cit.,
cü., pág.
~- 150.
84 •N.
108
Análogamente, nos enteramos
entecamos de la constante cautela de los
tartamudos:
mini•
Tenemos muchas tretas ingeniosas para disimular o mini­
mizar nuestros defectos. Nos mantenemos alertas frente aa
las palabras y los sonidos «Jonás>,
«Jo ñ as», asf
así llamados porque son
funestos, y envidiamos la facilidad de la ballena para
pata exex­
pulsarlos. Cuando podemos, esquivamos las palabras «Jonás,.,
n ás», sustituyéndolas por palabras inocuas o modificando
1presutadamente
contiapresuradamente nuestro pensamiento, hasta que la conti­
nuidad de nuestro discurso se vuelve más intrincada
intrincada que
un plato de tallarines.
81
tallarines.8*
Y
Y de la esposa de un enfermo mental:
Así,
Muchas veces del encubrimiento es dificil
difícil de manejar. A
sí,
para evitar que los vecinos sepan en qué
~ hospital está su
marido ((les
les dijo que estaba internado
intemado por ciertos sfnromas
síntomas
de cáncer), la señora G debe correr hacia su departamento
para retirar la correspondencia antes de que ellos se 1a
la
recojan, 4;omo
descomo acostumbran hacer. Tuvo que dejar de des­
ayunar en el bar con las mujeres de los departamentos ve­
vecinos para evitar sus preguntas. Antes de dejar entrar vi­
visitas en su casa, debe esconde1
esconder ,::ualquier
cualquier material que ideniden­
tifique al hospital, et~tera."
etcétera.**
Y de un homosexual:
La tensión que me provocaba engañar a mi familia y a mis
amigos se volvió a menudo intolerable. EEra
ra necesario que
controlara todas mis palabras y todos mis gestos, por temor
81
a
a ttaicionarme.
traicionarme.8
87
685
Los colostomizados practican un control semejante:
Jamás
Jam ás voy a un cine del vecindario. En caso de ir elijo
bualguno grande, como el Radio City, donde hay muchas bu­
85
86
87
Ripcr,
ciJ., pág.
pi¡. 100.
Riper, op. cit., pág.
pág- 60, en Von Hcnri¡,
Heotig, op. cit.,
Yarrow, Cal.l!Cn
Clausen y Robbins, op,
op. di.,
cit., pág. 42.
Wildeblood, op. dt.,
cit., pig.
pág. 32.
109
Jas del final, pata correr al baño si
tacas, y puedo escoger las
es
tengo gases.
gases."8
Cuando viajo en 6mnibus
ómnibus selecciono mi asiento por si acaso.
puerta.89098
Me siento al final o cerca de la puerta.88
Todo esto puede requerir
requetir una especial regulación del tiemtiem­
po. Así, existe la costumbre de «vivir atados a una cuerda»
~
— el síndrome de Cenicienta-,
Cenicienta— , por la cual la persona desacrcditable
acreditable permanece cerca del sitio donde puede retocar
su disfraz, o dejar de usarlo momentáneamente; se aleja de
ese «taller de reparaciones»
reparaciones»- solo lo suficiente como para
poder regresar sin perder el control de la informací6n
información referefe­
rida a su persona:
Puesto que la irrigación constituye la defensa primaria
contra una pérdida del control, y al mismo tiempo una
actividad reparadora de gran significado emocional, con frefre­
cuencia los pacientes colostomizados programan viajes y
contactos sociales en función del tiempo y eficacia de la
irrigación. Por lo general, los viajes se limitan a la distancia
que puede recorrerse en el intervalo comprendido entre las
irrigaciones que se practican
practícan en el hogar, y los contactos
sociales a los períodos comprendidos entre las itrigaciooes
irrigaciones
que permiten la máxima protección
proteeción contra la pérdida del
control o los gases. Por consiguiente, se considera que los
pacientes viven «atados a una cuerda», cuya extensión es
00
solo la del
de! intervalo de tiempo entre las irrigaciones.
irrigaciones.80
Tenemos que considerar un último problema. Como ya se
señaló, un niño con un estigma puede encubrirse de un
modo especial. Los padres, conociendo la condición estigtnática
acep­
má
tica de su hijo, pueden encapsularlo dentro de la aceptación doméstica y mantenerlo en la ignorancia de aquello
aven­
en lo que indefectiblemente se convertirá. Cuando se aven•
tura fuera de los límites del hogar, lo hace, por lo tanto,
como alguien que se encubre de modo inconsciente, al meme­
nos hasta donde su estigma no es inmediatamente detecdeteetable. En ese momento sus padres enfrentan un conflicto
88 Orbach y colab.,
coiab., op. cit., pág. 164.
89 Ibid.
Ibíd.
coiab., op. cit., pág. 1.59.
159.
90 Orbach y colab.,
110
Wsico
básico relativo al manejo de la información, y recurren a
veces a los médicos en busca de estrategias.ti
estrategias.*1 Si el niño
ttcibe
recibe información al llegar a la edad escolar, es probable
que no se encuentre aún, desde el punto de vista psico­
psicológico, en condiciones de soportar la revelaci6n,
aderevelación, y que, ade­
más, exponga en forma indiscreta ese hecho ante quienes
no necesitan conocerlo. Por otra parte, si se lo mantiene
durante demasiado tiempo en la ignorancia, no estará pre­
pre°'f'OOe
parado para lo que pueda sucederle, y, además, se expone
a recibir la información de extraños, a quienes no les im­
importa disponer del tiempo y las providencias necesarias
para presentar los hechos
berilos de una manera constructiva y
esperanzada.
Las técnicas de control de la información
Se ha señalado que la identidad social de un individuo di­
divide
v id e su mundo de personas y de lugares, y que, aunque de
modo
diferente,
también
lo
hace
su
identidad
personal.
Son
m odo
estos
estue s t o s los
lo s marcos
m a r c o s de referencia que deben aplicarse al estu­
diar
pard ia r la
l a rutina
ru tin a diaria
d ia r ia de
d e una
u n a persona
p e r so n a estigmatizada, en par­
ticular
dee tr
trabajo,
dee rresitic u la r mientras
m ie n tra s va
v a o viene
v ie n e de
d e su
su lugar
lu g a r d
a b a jo , d
e si­
dencia,
de
consumo,
de
recreación.
La
rutina
diaria
d e n c ia , d e c o n s u m o , d e re c re a c ió n . L a ru tin a d ia r ia eess aaquí
quí
individuo
un
u n concepto
c o n c e p to clave,
c la v e , porque
p o r q u e es
e s ella
e lla la que
q u e vvincula
in c u la al in
d iv id u o
c o n sus
s u s diversas
d iv e r s a s situaciones
situ a c io n e s sociales.
so c ia le s . Y
s tu d ia m o s la
u­
con
Y eestudiamos
la rrutina
tin a diaria
d ia r ia teniendo
te n ie n d o presente
p r e se n te una
u n a perspectiva
p e r sp e c tiv a eespecial:
s p e c ia l: ssii eell
individuo
buscamos
el cic
ciclo
in d iv id u o es
e s una
u n a persona
p e r so n a desacreditada
d e sa c r e d ita d a b
u s c a m o s el
lo
habitual
la aaceph a b itu a l de
d e restricciones
r e stric c io n e s gue
q u e enfrenta
e n fre n ta rrespecto
e sp e c to aa la
cep­
que
tación
ta c ió n social;
s o c ia l; si
s i es
e s desacreditable,
d e sa c r e d ita b le , las
la s ccontingencias
o n tin g e n c ias q
ue
arrostra
mismo.
Por
a r r o s tr a para
p a r a manejar
m a n e ja r la información
in fo r m a c ió n ssobre
o b r e ssíí m
ism o , P
or
e je m p lo , un
u n individuo
in d iv id u o con
c o n una
u n a deformidad
d e fo r m id a d fa
c ia l eesperará,
s p e ra rá ,
ejemplo,
facial
ta l como
c o m o se sefi.aló,
se ñ a ló , dejar
d e ja r de
d e ser
se r poco
p o c o aa ppoco
oco u
n a ssorpresa
o rp resa
tal
una
estremecedora
e s tre m e c e d o ra para
p a r a los
lo s que
q u e viven
v iv e n en
e n su
su vvecindad,
e c in d a d , y oobtener
b te n e r
e n ella
e lla una
u n a pequeña
p e q u e ñ a medida
m e d id a de
d e aceptación;
a c e p ta c ió n ; aall m
ism o tie
m­
mismo
tiemen
po,
dee su
deforp o , las
la s prendas
p r e n d a s usadas
u s a d a s para
p a r a disimular
d is im u la r pparte
arte d
su d
e fo r- 91
91 Para fa
infatr•
la interpretación de un médico acerca de la epilepsia infan­
ti]
til como problema en el oor.cfol
cor.crol de la información véase Levingston,
«Should Epilepsy Be Puhlicized,
Publicized, en op. cit., págs. 201-210.
111
midad tendrán menos efecto allí que en otros sitios de la
ciudad
dudad donde no se lo conoce y, por lo tanto,
tam o, no se lo
trata tan bien.
Podemos considerar ahora algunas de las técnicas corrientes
que el individuo que posee un defecto secreto emplea para
manejar la información decisiva sobre s1
si mismo.
Una estrategia consiste, obviamente, en ocultar o borrar
signos que han llegado a ser símbolos de estigma. El
E l camcam­
92
Los drogadictos
bio de nombre es un ejemplo conocido.
conocido.83
proporcionan otro:
[Acer1:a
[Acerca de una campaña conw
contra las drogas llevada a cabo
en Nueva Orleans.J
polic1as comenzaron a detener a
Orleans.] Los policías
examinar sus brazos en busca
los adictos en la calle, y a exan:unar
de marcas de aguja. Si las encoDtraban,
encontraban, obligaban al adicto
a firmar una declaración admitiendo su coDdición,
condición, a fin de
que pudiera imputárselo bajo la «ley de drogadictos». Se
les prometía
promeúa una sentencia en suspenso si se confcsaball
confesaban culcul­
pables, y ponían en funcionamiento
fundón amiento la nueva ley. Los adicadic­
tos escudriñaban sus cuerpos--buscando
cuerpos-buscando venas donde pinchar
fuera del área dd
del brazo. Si la ley no hallaba señales en
un hombre, por lo general lo dejaban en libertad. Si las
descubrían, lo rcterúan
retenían durante setenta y dos horas, y tratra­
13
taban de que firmara una dcclaraci6n.
declaración.83
Debe advertirse que, como el equipo físico empleado para
mitigar el deterioro «primario»
«prim ario» de ciertas desventajas se
conviene en un símbolo de estigma, existirá uo
un deseo de
prescindir de él. Un ejemplo es el individuo con "7isi6n
visión dede­
ficiente que evita usar anteojos bifocales
bifoc:ales porque eso 'puede
puede
ser un sfntoma
síntoma de vejez. Pero, desde ya, esta estrategia
puede interferir con medidas c.ompensatorias.
compensatorias. Por oonsi•
consi­
guiente, la confección de equipos correctores
directores invisibles ten­
guiente.
drá una doble función. Los que tienen dificultades en la
audición dan el ejemplo siguiente sobre la utilización de
d ase de equipos:923
esta dase
ten•
92 Véase L. Broom, H. P. Beem
Beent y V. Harris, «Cluiractcristks
«Characteristics of
oí
for Cbange
Cftange of
oí Neme»,
Re1.107 Petitioners forNamo, en American
Amuican Sociológica!
Sodolo,;clll kX X, 19''•
1955, págs.
33-39.
view, XX,
pqs. 33-.39.
93 W. Lee,
Lec, Jm
Junkie,
k ie, Nueva York: Ace Books, 1953, pág. 91.
112
tenía dificultades auditivas]
úa Mary [una parienta que tenia
La da
variarelativo a los primeros audífonos, varia­
conocía todo lo i:elativo
Posefa láminas que
ciones innumerables de la trompetilla. Poseía
inte­
mostraban cómo dichos receptores se fabricaban en el intebastones; se disimudisimu­
rior de sombreros, peinetas, bandejas, bastones¡
laban en sillones, floreros de mesa, y hasta en las barbas de
94
los hombres,
hombres.84
unión invisible»,
Un ejemplo más común son los «lentes de uni6n
bifocales sin «línea clivisoriai.,
divisoria».
~'11ltamiento de los simbolos
£1 acuitamiento
símbolos del estigma aparece, a
El
veces, junto con un proceso conexo: el uso de desidentifi·1/'eces,
James
costumbres de Jam
es Berry,
cadores, tal como lo ilustran las costwnbres
primer verdugo profesional de lnglatem:
Inglaterra:
realN
o es seguro que la violencia contra Berry haya sido real­
No
mente planeada, pero la acogida que se le tributaba en las
¿1, siempre que podía, evitaba por todos
calles era tal que él,
entre­
los medios ser reconocido, Según lo relatado en una entrevista, en muchas oportunidades, cuando viajaba a Irlanda,
ocultaba la soga y las cuerdas entre sus ropas, para que el
oai.ltaba
delatara su oficio casi tanto como la pequeña
maletín no ddatara
valija negra del médico
sensación de aislaaisla­
victoriano. Su seosaci6n
midico Victoriano.
valiia
miento y desprecio tal vez expliquen el hecho e.xtraonliextraordi­
pequefío hijo lo acompañaron
nario de que su mujer y su pequeño
a
a Irlanda para una ejecución, porque -según
— según explicó-explicó—
así conseguía ocultar su identidad, pues -seg,in
— según suponía
as(
correctamente— nadie iba a imaginar que un hombre
hombro que
correctamentemuchachito de diez años podía
llevaba de la mano a un muchadúro
dirigía a colgar a uo
un asesino.•
asesino.8®
ser el verdugo que se ditigfa
Encontramos aquí lo que los libros de espionaje denominan
una «pantalla», y que otro tipo de literatura describe como
hombre y ona
una
el favor conyugal que se realiza cuando un hombtc
mujer homosexuales reprimen sus inclinaciones y se casan
inujer
el uno con la otra.
Cuando el estigma se instala en el individuo durante su
permanencia en una instítuci6n,
institución, y cuando esta conserva una
desacreditadora sobre 6
él durm2te
durante un cierto pe-94
influencia des.aeditadora
94 Waifield,
Listening, op. di.,
cit., pág.
pág- 41.
Kup UsJening,
Warfield, Keep
,,
9? Atholl, op. ciJ.,
cit., ¡.p.
pfe$. 88-89.
1U
ríodo
nodo posterior a su egreso.
egreso, se puede esperar la aparición
encubrimiento. Por
P or ejemplo, en un
de un ciclo especial de CDOJbrimiento.
hospital psiquiátrico "*® se observó que los parientes
pacientes que
reingresaban a la comunidad a menudo planeaban un cierto
grado de encubrimiento. Los parientes
pacientes obligados a dar cuen•
cuen­
ta de su situación al encargado de la rchabilitaci6n,
rehabilitación, al
trabajador del servicio social o a las agencias de trabajo,
analizaban con frecueó
frecuencia entre sus compañeros las contincontin­
gencias que enfrentaban y la esuategia
estrategia clásica para aborabor­
darlas. Tratándose del primer trabajo, el ingreso oficial
exigía que el empleador, y quizá también el jefe de per­
per·
sonal, conocieran el estigma, pero siempre podía
podfa evitarse
que trascendiera a los niveles inferiores de la organización
y a los compañeros de labor. Tal como se señaló, esto
puede implicar un cierta
cierto monto de inseguridad.
inseguridad, ya que
nunca se sabe con precisión
prcdsi6n quiénes «están enterados»
enterados* y
quiénes no, y cuánto tlcmpo
tiempo puede durar la ignorancia de
estos últimos. Los parientes
pacientes opinaban que después de per­
pct·
manecer en esta clase
dase de empleo durante seis meses, tiemtiem­
po necesario para ahorrar algún dinero y liberarse de las
agencias del hospital, lo abandonarfan
abandonarían y, con d
el antecedente
conseguirían un trabajo en
de esos seis meses de labor, conse,uman
otro lugar cualquiera, con 1a
la confianza, esta segunda vez,
de poder ocultar a todos su permanencia en un hospital
117
para enfermos mentales.
mentales.®
7
Otra estrategia consiste en presentar los signos de su dede­
fecto estigmatizante corno
como signos de otro atributo cuyo sigsig­
nificado como estigma sea menor. Los retardados mentales,
por ejemplo, parecen tratar a veces de hacerse pasar por
enfermos mentales, ya que este último es el menos grave de
98 Del mismo modo,
los dos males sociales.
sociales.*®
un sordo puede
configurar intencionalmente
intenrionalmente su conducta para dar a los9678
96 Véase el estudio del autor sobre el St. Elizabeths Hospital, WashWash­
Asylt1111.r, Nueva York;
ington, D,C,,
D.C., parte del cual figura en Asylums,
York: DouEnsqos sobre l•
blcday &:
& C.O.,
Co., Anchor Books, 1961. (lntmwdos.
(Internados. Ensayos
la
.rituild6n
situación social de lar
los enf,:,n,01
enfermos mentales, Buenos Alza:
Aires: Amorrottu
Amorrorru
editores, 1970.)
97 Para datos sobre la frecuencia con que los ex pacientes emplean
un ciclo de encubrimiento tal véase M. Lindcr~
y D. Landy, «PostDi,chargc
Ncms of PIJ·
Discharge Expericoo:
Experience 1111d
and Vocational Rchabiliution
Rehabilitaron Needs
Fsydumic
Hygje11e,
p'R, 39.
dúatric Paricnrs-,
Patients*, co
en Me11t"1
M enté H
ypene, XLII,
X L II, 1958, pág.
98 Edacrton
pq. 268.
Edgcrton y Stbagh,
Sabagh, op. cit., pág.
: ~id~ :co:i,:t:J~~~;~onM~uLi~~ Jf.l~dy~m_i¡?:
Vocational
114
otros la impresión de ser una
uoa persona soñadora, distraída, inin­
diferente, que se aburre fácilmente, o incluso alguien que
se siente deprimido, o que ronca, y que, por lo tanto;
tanto, no
puede responder a preguntas formuladas en voz baja, puesto
que está, evidentemente, dormida. Estos rasgos de carácter
dan cuenta de la falta de audición sin que sea necesario
99
imputarlos a lit
la sordera.
sordera.98
Una estrategia ampliamente utilizada por la persona dcsdesacreditable es la de manejar los riesgos dividiendo al mundo
en dos partes: un grupo grande, al que no le cuenta nada,
y otro pequeño, al que fe
le cuenta todo, y en cuya ayuda
confía; escoge para exhibir su máscara precisamente a
a aqueaque­
llos que, por lo general, constituyen el mayor peligro, Si
se trata de amigos íntimos que ya tenía en el momento de
adquirir d
relaci6n al día.
el estigma, puede «poner la relación
día» de
inmediato, por medio de una sencilla.
sencilla. charla confidencial;
puede ser después despreciado, pero conservarli
repuconservará la repu­
tación de alguien que se relaciona de un modo honorable.
Es
E s interesante señalar que, muchas veces, los médicos rere­
comiendan esta modali<lad
modalidad en el manejo de la infotmad6n,
información,
en especial cuando les toca ser los primeros en informar al
individuo acerca de su estigma. Por eso, si
sí descubren un
caso de lepra tal vez sugieran que el nuevo secreto se manman­
tensa
tenga entre los profesionales, d
el paciente y sus familiares
100
más cercanos;
quizli
propongan
esta
discm:i6o
para
asecercanos;9
100
9 quizá
discreción
ase­
gurarse la cooperación continua por parte del paciente. TraTra­
reci­
tándose de relaciones posteriores al estigma que no recibieron a su debido tiempo la informaci6n
información correspondiente.
correspondiente,
el individuo puede montar una escena confesional con tanto
alboroto emocional corno
romo la
(a deslealtad de su silencio anteante­
rior lo requiera, y apelar luego a la piedad del otro como
alguien que se expone
« p o n e ante los demfs
demás desde dos ángulos:
el de su diferencia y el de su falta de honradez y fiabilidad.
Existen admirables registros de estas conmovedoras esa:esce­
nas,101 y es necesario comprender el enonnc
nas,101
enorme caudal de olCatión in My
E an , Ofl.
op. cil.,
cíe., pq.1.
págs. 21, 29-lO,
29-10, en Wright.
Wright,
99 Warfield, Cotton
M1 E«n,
cii„ ~
pág$.
Lemert, en Social
Socid Pathologj,
op. cil.,
d i., pág.
95,
op. di.,
. 23-24. Lcmctt,
P111~0&1, ot,.
pfg. 9.S,
pm~rciooa un enfoque general bajo d título «!Oles
proporciona
«toles falsifiaados•.
falsificados».
100 B. Rouechd,
EI,t1en Bine
Blff lhn,
NUCYa
Roueché, «A Londy
Lonely Rotd•,
Road», en Eleven
lie n , Nueva
York: Berldey
pig. 122.
Berkley Publishing Corp., 19,3,
1953, pág.
101 Paa
Para una elCl!lla
escena entre una prostituta embarazada y el hombre
u,
vido y perdón que pueden poner de manifiesto. N
No
o hay
duda que uno de los factores que intervienen en el áito
éxito
de estas confesiones es la tendencia de quien se encubre
a sondear al otro para asegurarse de antemano que la re­
revelaci6n
relaci6n.
velación no producid
produciré una .ruptura
ruptura completa de la relación.
Nótese que el individuo estigmatizado está casi predesti­
predestinado a estas escenas; con frecuencia, las relaciones nuevas
se desalientan con facilidad antes de consolidarse, convir­
convirtiendo la honestidad inmediata en algo necesariamente cos­
costoso y, por consiguiente, a menudo evitado.
Como ya se señaló, una persona que puede chantajear puede
también, con frecuencia, ayudar al individuo censurable a
mantener su secreto; además, es posible que tenga muchos
motivos para hacerlo. Por tal razón,
ra7.Ón, los administradores de
establecimientos de diversión contratan a menudo a policías
policfes
privados que protegen a los maridos que, a veces, se dede­
moran o juegan en esos lugares. También los gigolós son
algunas veces igualmente cuidadosos:
Los hombres [gigolós] alquilaban habitaciones en hoteles
respetables, en el primer piso encima del salón de entrada,
para que sus dientes
clientes pudieran usar las escaleras sin ser
vistos pot
por los ascensoristas ni por los encargados de la
182
recepción.
recepción.1®*
También lo son sus colegas:
mucha.
Cuando sus dientes
clientes son personas importantes, las mucha­
chas no dan sus señas fácilmente; tampoco los nombran
108
cuando conversan entre sí.
sí.1M
De manera análoga, nos enteramos del rol de un peluquero
que atendía a muchachas de un prostíbulo de «primera ca­
ca•
tegoría»:
tegorfn:
no enterado de la s.ituad6n
casa~ con e!la
ella véase
vl!ase Thomas,
Thoma.~,
situación que desea casarse
op. c/1.,
d i,, pág.
pag. 134; para una escena novelada entre uur..
l , negro que se
encubre y la muchacha blanca que quiere por esposa véase Johnson,
op. cit.,
d t„ págs. 204-205.
m~~G;;~:::i. ~tt~cNJtái,tN~~-p~~/t
102 Steam, Ststers 0of the Ni'ght, op. d i., pág. 13.
Ballantine
103 H. Greenwald, The Culi Giri, Nueva York; Bailan
tiñe Books,
19,8,
1958, pág. 24.
llti
:Era,
Era,
verdaderamente, más que un artista¡
artista; era un amigo sin•
sin*
cero de cada una de las muchachas de la casa, y «Chulie•
«Charlíe»
escuchaba confidencias que rara vez se contaban a otros, y
pro*
aconsejaba con mucho sentido común. Además, en su propio domicilio de la avenida Michigan recibía la corrcsponpió
correspon­
dencia de muchachas que ocultaban su profesión a la famifami­
deocia
en­
lia y a los amigos, y su casa era el lugar donde podían en•
contrarse con parientes que llegaban inesperadamente a
Cltlcago.104
Chicago.10470165
Otros ejemplos provienen de matrimonios en los cuales uno
de los miembros pertenece a una categoría estigmatizada, y
el otro trata de cubrir las apariencias. Se sugiere, por ejemejem­
plo, que el cónyuge de un alcoholista lo ayude a ocultar su
defecto. La esposa de un colostomizado lo ayudará a vcri•
veri­
101
ficar que no huele mal,
y puede además
mal,10®
( .••.
. . )) apostar!SC
apostarse en la casa para interceptar cualquier llamallama­
do telefónico o timbre en la puerta, para que la irrigación
pueda continuar ininterrumpidamente ( ...•
°'
. . ) 110®
El marido de una mujer que solo aparentaba oír en forma
normal la ayudaba de la siguiente manera:
El era un hombre sumamente delicado, y desde el mo­
momento en que nos enamoramos supo instintivamente cómo
ayudarme a completar mis espacios en blanco y a comcom­
pensar mis errores. Tenia
Tenía una voz clara y sonora. Daba la
impresión de que nunca la elevaba, pero yo siempre ora
oía
lo que decia;
pareda que era asf.
decía; al menos, me parecía
así. Cuando eses­
tábamos
ta'bamos con otra gente observaba para ver cómo me las
bailaba en dificultades, él, sin entreentre­
arreglaba; si yo me hallaba
meterse, me daba pistas para que saliera a flote en la
lDeterse,
101
conversación.
conversación.1”
Hay que agregar que los íntimos no solo ayudan a la perso­
persoDa
na desacreditable en su simulación, sino que también pueden
104 Madeleine, op. eit., píg. 7
rn1
. 71.~.
105 t::::~n;·c!fub.:¡~/:fi
Orbach y colab., op. cit.,
píg. 163.
106 Ibid., pág. 133.
rn~107 {;~¡e~·if
e!!· Ustem
J,istening,
Warfield, Keep
ng, op. dt.,
eit., P,8,
p íg. 21.
117
llevar a cabo esta función
fundón más allá de lo que el beneficiario
sospecha; pueden, de hedió,
hecho, funcionar como un círculo
drculo pro­
promás
tector, permitiéndole pensar que se lo acqpta
acepta mucho Ids
como persona normal de lo que en realidad ocurre. Por con­
consiguiente, estarán más atentos a la diferencia y a los proble­
problemas relacionados con ella que el propio individuo. En este
caso, sin duda, la noción de que el manejo del estigma ata­
atañe exclusivamente al individuo estigmatizado y a los ex­
extraños es inadecuada.
No
N o deja de ser interesante que a menudo quienes comparten
un estigma particular confíen, para encubrirse, en la ayuda
muñía, poniendo otra vez de manifiesto el hecho de que son
muma,
más peligrosos a menudo los que pueden suministrar la
mayor ayuda. Por ejemplo, cuando un homosexual aborda
a otro, la acción se puede desarrollar de tal modo que los
normales no perciben que está ocurriendo algo fuera de lo
común:
Si observamos con detenimiento y sabemos qué observar
en un bar de homosexuales, podremos advertir que aparen­
aparentemente algunos individuos se comunican entre sí sin inter­
inter•
cambiar palabras, sino tan solo miradas, pero no el tipo de
mirada fugaz que con frecuencia se da entre los hombres.108
hombres.1118
Una cooperación similar se puede encontrar en los círculos
de personas estigmatizadas donde cada uno conoce al otro
personalmente. Por ejemplo, los ex enfermos mentales, que
se conocen entre sí por haber estado en una misma institu­
institu•
ción, pueden mantener en el exterior un control cauteloso
dón,
de este hecho. En ciertos casos, como cuando uno de los
individuos está en compañía de normales, ambos pueden
«ignorarsei.,
cono•
«ignorarse», y uno pasa por alto al otro como si no se cono­
cietao.
discieran. En caso de que intercambien un saludo lo hacen dis­
cretamente; no se explícita
explicita el contexto del conocimiento
inicial, y el individuo que se encuentra en la situación más
108 E. Hooker,
Hoofcer, •Thc
«The Homoseirual
Homosexual Communilfll',
Community», tohejo
trabajo inédito leido
leído
en el Decimocuarto Congreso Internacional
lnternacioml de Psicología
PsiooJogia Aplicada,
Gopcnhagen, 14 de agosto de 1961, pig.
píg. 8. La estructura
ose en­
Copmbagen,
estructur,, de ese
encneotro
l'CCOJlOciJDientQ cognos­
a:,gnos.
cuentro de miradas es compleja, y entraña un teconodioiento
citivo mutuo de Ja
socill (pero no
DO personal);
))fnllDAI); también
umhién
la identidad social
contrato tádto.
implica una intención sexual
seitual y, a veces,
vca!S, un amttam
tiicito.
118
.ddicada
delicada tiene el derecho
detecho de dirigir el reconocimiento y el
intercambio social posterior al encuentro. Por supuesto, los
ex enfermos mentales no son los únicos que se encuentran
en esta situación:
La prostituta profesional posee un código que regula sus
relaciones con los clientes. Por ejemplo, es habitual en ella
no dar nunca muestras de reconocer a un cliente
diente cuando
se encuentra con él en público, salvo que este la salude
108
primero.
primero.1®
*
Cuando este tipo de discreción
discredón no se produce cabe esperar,
a veces, que el individuo desacreditado lleve a cabo una
acd6n
Reiss en su ar­
aracción disciplinada activa, como lo ilustra Reíss
infortículo sobre los provocadores juveniles, citando a un infor­
mante.
Iba caminando por la calle con mi novia,
novfa, cuando aparece
ese maricón con quien yo habfa
ve2; me
había estado antes una vea;
llama con un silbido y me dice: «Hola,
«H ola, tesoro» ( .•..
. . )) Me
mupuse furioso ( ....
. . )) y volví al lugar donde estaban los mu­
chachos; lo arrinconamos y le pegamos hasta que se le fue­
fueparon las ganas de volver ( ....
. . )) no voy a aguantar nada pa­
110
recido a un maricón.
maricón.1
110
90
Se puede esperar, pues, que aquellos que se encubren emem­
pleen, voluntaria y estratégicamente, diversos tipos de disdis­
tanda; en este caso el desacreditable
desacreditare utilizará poco .rn4s
más o
tancia;
tnenos
menos los mismos recursos que el desacreditado, aunque por
razones ligeramente diferentes. Al rechazar o evitar propues­
propuestas de intimidad, el individuo puede librarse de la
Ja consiguien­
consiguien•
información. Al mantener distantes
te obligación de divulgar información_
a sos relaciones se asegura de no tener que pasar demasiado
tiempo con ellas, ya que, como se seiiel6
iús
señaló antes, cuanto más
tiempo se pasa junto a otra persona, mayores son las proba­
probabilidades de que ocurran hechos no previstos que revelen
secretos. Se pueden citar ejemplos del trabajo realizado por
las esposas dede enfermos mentales para manejar el estigma:
Greenwald, op. cit., pq.
pág. 24.
109 Gttienwald,
A. J. Rciss
Reíss (h.),
(b .), «The Social lntegl'atÍOD
Infegration of Queers and Peers»,
110 A
Peen•,
Social Problenu,
Problems, IX,
IX , 1961, pq.
pág. 118.
en Soci4Z
119
Pero he cortado la comunicación con todos nuestros otros
amigos [después de citar a cinco que estaban «enterados»].
«enteradosi.].
No
N o les informé que dejaba el departamento, y desconecté el
teléfono sin decírselo a nadie para que, de ese modo, no
supieran cómo ponerse en contacto conmigo.111
oonmigo.111
No me hice demasiado amiga de nadie en la oficina porque
no quiero que la gente sepa dónde
d6nde está mi marido. Pienso
que, de lo contrario, empezarian
empezarían a hacerme preguntas, y yo
voy a ponerme a hablar, y creo que cuanta menos gente
23
Jo e, mejor.11
mejor.112
1
sepa sobre Joe,
Si el .individuo
individuo mantiene
man tiene una distancia física, también puede
coartar en otros la tendencia a elaborar su identificación
personal. Si reside en una población móvil,
m6vil, puede limitar
él. Si
del monto de experiencia continua que otros
ouos tienen de 6.
región aislada de otra que frecuenta
regu­
reside en una iqi.6n
fttcuenta con regularidad, puede introducir una desconexión
desconexi6n en su biografía:
biografia:
intencional, como
au n ó en d
el caso de una muchacha soltera que
está embarazada y viaja a otro estado para tener la criatura,
o en el de los homosexuales de un pueblo chico
cbko que se diri­
dirigen a Nueva York, Los
Paris para desarrollar
L os Angeles o París
una actividad relativamente an6nima;
~
anónima; o no intencional, co­
mo en d
el caso del enfermo mental que descubre agradecido
que su lugar de internación se encuentra lejos de la ciudad
y, en consecuencia, bastante aislado de sus contactos habi­
habituales. Sí permanece en su casa sin contestar el teléfono ni
el timbre, el individuo desacreditaba
desacred.it11ble puede desembarazarse
de la mayoría de los contactos en virtud de los
lo5 cuales su
desgracia puede ser incluida como parte de la biografía que
118
otros poseen de él.
él.n
s
Debemos considerar ahora una última
óltima posibilidad, aquella
que permite al individuo renunciar
renundu aa todas las demás: pue­
puede descubrirse voluntariamente, y transformar así,
as{, de ma­
manera radical, su situad6n
situación de individuo que debe manejar
in.formación
información en individuo que debe manejar situaciones soso­
ciales
desacreditable en persona desadales difíciles¡
difíciles; de persona desacreditare
111 Yarrow, Oauscn
cit., píg.
pág. 36.
Qausen y Robbins, op. tít.,
112 Ibíd.
Ib iá.
relativa al oculiamicnto
ocultara!ento de un embarazo ilegítimo
113 Un ejemplo relativo
aparece ffl
di., pígs.
pigs. S)
t· siguie1:11es.
en H. M. Hughes, op. eit.,
53 y
siguientes.
120
enditada.
secretamente estigmatizada
creditada. Cuando una persona secreta1t1ente
t. suministra información sobre s(
sf misma, está en condiciones
adapta•
de participar en cualquiera de los procedimientos de adapta­
ción ya citados, al alcance de los estigmatizados que son
conocidos como tales, circunstancia que explica en parte su
política de autorrevelaci6n.
autonevelación.
voluntariaUn método para descubrirse consiste en usar voluntaria­
te•
mente un símbolo de estigma, un signo muy visible que re­
vela su mal dondequiera que vaya. Existen, por ejemplo,
personas duras de oído que usan auxiliares auditivos sin
has•
püa;IM
pila; 1H individuos parcialmente ciegos que llevan un bas­
tón
desam able; judíos que exhiben la estrella de
t6n blanco desarmable;
David en una cadena. Debe advertirse que algunos de estos
Caballesímbolos
sfmbolos de estigma, tal como un distintivo de los Caballe­
ros de Colón, que indica que el portador es católico, no son
presentados francamente como reveladores de un estigma,
per•
sino que su finalidad consiste más bien en declarar la per­
signi­
tenencia a organizaciones que no pretenden tener tal signisí mismas. Debe notarse también que este recurso
ficado en sf
puede ser utilizado por programas militantes de toda índole,
por cuanto el individuo que lleva un símbolo asegura su
separación
fa sociedad de los normales. La manera en la
separacltSn de la
sf
que una secta de judíos de Nueva York se presenta a sí
misma proporciona un ejemplo:
Obzebitene Yidden, «L
d ía *, incluye a los 11alla­
Judía•,
<rLaa Guardia Ju
Ob~ehitent
mados judíos
judtos ortodoxos, quienes no solo observan el Shulban
ArtJch hasta el más mínimo detalle, sino que son los
hdn Arucb
más
mis minuciosos y concienzudos en sus ceremonias. Cumplen
todos los mandamientos y preceptos prescriptos con el mama­
mayor celo. Son personas a quienes se puede identificar ma­
tranifiestamente como judíos. Llevan barbas y vestimentas tra­
dicionales con el único propósito de que se los identifique
externamente como judíos: barbas para que «la imagen de
Dios se refleje en sus rostros»,
rostros,., ropajes tradicionales para
pecado».n■
«abstenerse de cualquier pecado»
.111514
•abstenerse
Illness,
a,rd Iltness,
H•,rtlicap and
114
Pby$ict1l Handicap
lo Pkystcal
Ad;111tmeflt to
oolab., Adftutment
tl ◄ Barker y colab.,
óp. ciJ.,
cit., píg.
241.
pág. 241.
Co,,,111r111il-y of Williamsburg,
115 S. Poli. The H
asidic Commumty
W iltiamshurg, Nueva York:
H111idic
2S-26.
Fice
Icoroe, Inc.,
lnc., 1962, págs. 25-26.
Glcoaie,
Pree Press of G
º'·u,
121
Los símbolos de estigma se caracterizan por estar expuestos
continuamente a la percepción.
percepción, Para revelar su estigma, el
individuo puede también utilizar ciertos recursos menos l:Í•
rí­
¡idos:
-deslices
ingidos: tales, ¡..or
por ejemplo, las pruebas fugaces —
deslices in­
tencionales, por así decirlo—
decirlo--,, como cuando, a manera de
informac:i6n
información sobre el estigma, comete voluntariamente una
torpeza en presencia de recién llegados.116
llegados.116 También se uti­
uti•
liza la «etiqueta de la revelación», fórmula mediante la cual
el individuo admite su propia falla como una cuestión de
hecho, basándose en el supuesto de que los presentes están
por encima de tales preocupaciones, y evitándoles, al mismo
misrno
tiempo, caer en la trampa de mostrar que no lo están. Por
eí «buen» judío o el «buen»
eso, el
«buen)) enferma
enfermo mental esperan
«el momento oportuno))
oportuno» en una conversación con extraños,
y dicen con tranquilidad: «Bueno, el ser judio
judío me ha hecho
sentir que,
que. . .,»» o «Por haber tenido una experiencia directa
como enfermo mental, yo ppuedo
u e d o,. ..
. . »))
Señalamos más arriba que aprender a encubrirse constituye
la persona estigmati­
una de las fases de la socialización
socializaci6n de !a
estigmatizada y un momento decisivo de su carrera moral. Quieto
Quíero
ahora señalar que .el
el individuo estigmatizado puede llegar
a
encubrimiento.
a sentir que debería
dehería estar por encima del encubrimiento,
que si se acepta y respeta a sí mismo no sentirá necesidad
de ocultar su defecto. Después de haber aprendido laborio­
laboriosamente a ocultar.
olviocultar, el individuo puede entonces desear olvi­
dar todo lo aprendido. E
&s en este punto donde la .revelación
revelación
voluntaria encaja dentro de la carrera moral como signo de
una de sus fases. Debemos agregar que en las autobiografías
de individuos estigmatizados esta fase de la carrera moral se
describe por lo general como el
ol momento último, maduro
y de mayor adaptación: un estado de gracia que
que intentaré
más adelante.
considerar nuís
El
E l enmascaramiento
e n m a scaram ie n to
Se ha establecido un marcado distingo entre la situación del
desacreditado que debe manejar tensión y la del desactedidesacredi116 Bigman, op.
cp. cit.,
dt„ pág. 143.
143,
122
table que debe manejar información. No
N o obstante, el estigestig­
matizado emplea una técnica de adaptación que exige que
del estudioso tome en cuenta estas dos posibilidades. En ella
está implícita la diferencia entre visibilidad y obstrucción.
D e hecno,
De
hecho, las personas que están dispuestas a admitir la
en muchos
posesión de un estigma ((en
mucbos casos porque su exisexis­
tencia es conocida o inmediatamente perceptible) pueden,
no obstante, hacer un gran esfuetzo
esfuerzo para que el estigma no
se destaque demasiado. El objetivo del individuo es reducir
la tensión, es decir, por una parte, evitar que el estigma sea,
para él mismo y para los demás, objeto de un estudio disidisi­
mulado, y, por otra, mantener una participación espontánea
en del contexto oficial de la interacción. Sin embargo, los
medios empleados para esta tarea son bastante similares a
del encubrimiento, y en algunos casos llegatt
llegan a ser idénidén­
los dd
ticos, ya que aquello mediante lo cual se oculta un estigma
a personas que lo desconocen puede también facilitar las
cosas frente a quienes lo conocen. Es
muchaE s así como una mucha­
cha que camina mejor con su pata de palo emplea muletas
o un miembro ingenioso, pero manifiestamente artificial,
117
Daremos a
cuando está en compañía de otras personas.
personas.117
este proceso el nombre de enmascaramiento (covering).
Muchos de los que excepcionalmente intentan encubrirse
ttatan
tratan por lo general de enmascararse.
e! individuo
Uno de los tipos de enmascaramiento hace que el
se preocupe por los estereotipos que se asocian incidentalmente con su estigma. Así,
A sí, los ciegos,
riegos, que presentan a veces
11na
una desfiguraci6n
desfiguración facial en Ia
la región de los ojos, se distindistin­
guen ente sí en función de esta circunstancia. Los anteojos
oscuros, usados con frecuencia para ofrecer voluntariamente
una prueba de ceguel'a,
ceguera, pueden, al mismo tiempo, servir
caso
para enmascarar la existencia de una desfiguración ((caso
pata
este en el que se revela la falta de visi6n
visión ocultando una
deformidad poco placentera a la vista)
v ísta)::
Los ciegos, en verdad, proclaman suficientemente su condicondi­
ción sin la necesidad de otros agregados. Creo que nada
awnenta
tanto
la
tragedia
de
un
ciego
como
la
sensaci6n
aumenta
sensación de
117 Baker, op. cit., pág. 193.
12,
que en la batalla por recuperar la vista no solo ha perdíd
perdid
la batalla, sino también su apariencia saludable,11
saludable,11880219
apara
Análogamente, puesto que la ceguera puede llevar a apare:i
torpeza, puede realizarse un esfuerzo especial para :ti
r
tar torpeza.
aprender la propiedad motora y lograr «naturalidad, grac
y habilidad en todos aquellos movimientos que el mwxl
mund
11
de los videntes considera como cnormales».
•
«norm ales».11*
Una clase de enmascaramiento relacionado con el antera
aquelli
implica un esfuerzo por restringir la exhibición de aquellc
defectos que más se identifican con el estigma. Por ejemp1
ejempl
una persona casi ciega que sabe que los presentes conoct
conocí
su mal puede, sin embargo, dudar e.n
en leer o no, porque e
<
caso de hacerlo tendrá que acercar el libro a unos poc<
pace
centímetros de sus ojos, yy tal vez sienta que eso expre'
expre
1
ceguera.1
con demasiada evidencia las cualidades de su ceguera.
Hay que advertir que este tipo de enmascaramiento es t
aspecto importante de las técnicas «asimilativas» emplead
por los miembros de grupos étnico~
étnicos minoritarios¡
minoritarios; la inte
cíón,
ción, más allá de recursos tales como cambiar el nombre
tai
la forma de la nariz, no es únicamente encubrirse, sino tar
bién controlar la manera en que un atributo conocido p
bien
los demás se convierte por la fuerza en centro de atenci6
atendó
ya que esta obstrucción aumenta la dificultad para manten
una actitud de .desenvuelta
desenvuelta indiferencia respecto del estigm
La
41
L a expresión más interesante del enmascaramiento es, qi
zá, la que se asocia con la organización de situaciones soci
les. Como ya se señaló, todo lo que
qué interfiere
Interfiere en for11
forr
directa con la etiqueta y los mecanismos de la comunícacic
comunicacú
obstruye constantemente la interacción y resulta difícil co
obsttuye
cederle una genuina indiferencia. De ahí que los individu
que poseen un estigma, especialmente aquellos c¡ue
tien1
que tiem
una desventaja física, necesitarán informarse ace1.ca
acerca de
interacción para conocer las lineas
líneas sob
estructura de la interacci6n
las cuales deberán reorganizar su conducta si desean miJ
mil
mizar la intromisión de su estigma. Así, de sus esfuerzos
puede obtener información relativa a rasgos de la interi
inten
Chevigny. op. di.,
cit., págs. 40-41.
118 Chevigny,
119 lbld.,
pág.
Ibid., p
% 123.
120 Criddle,
Cridóle, op,
op. cit., pág. 47.
124
clón
don que, de otro modo, se consideran demasiado obvios
como para ser tomados en cuenta.
P o r ejemplo,
e je m p lo , los
lo s que
q u e timen
tie n e n dificultades
d ific u lta d e s auditivas
a u d itiv a s aprenden
a p re n d e n
Por
•a hablar
h a b la r hasta
b a s ta lograr
lo g r a r el
e l to,10
to n o que
q u e los
lo s oyentes
o y e n te s consideran
c o n s id e ra n
adecu ado p
a ra la situación,
s itu a c ió n , y también
ta m b ié n a enfrentar
e n fr e n ta r con
c o n rapir a p i­
adecuado
para
dez
propias
d e z aquellas
a q u e lla s circunstancias
c ir c u n s ta n d a s p
r o p ia s de
d e la interacción
in te r a c c ió n que
que
rrequieren,
e q u ie re n , ante
an te todo,
to d o , una
u n a buena
b u e n a audición
a u d ic ió n si
s i se desean
d e se an manm an ­
urbanidad:
tener
te n e r las
la s reglas
re g la s de
d e la u
r b a n id a d :
Prances
F ra n c é s imaginaba
im a g in a b a elaboradas
e la b o r a d a s técnicas
té c n ic a s para
p a r a hacer
h a c e r frente
fr e n te a
los
lo s «silencios
« s ile n c io s de
d e la cena»,
c e n a » , a los
lo s intervalos
in te r v a lo s de
d e los
lo s conciertos,
c o n r ie r to s ,
partidos
proteger
p a r tid o s de
d e fútbol,
f ú t b o l, bailes,
b a ile s , etc.,
e t c ., con
c o n el
e l fin
f in de
de p
r o t e g e r su
su sese­
creto.
cre to . Pero
P e ro solo
s o lo servían
se rv ía n para
p a r a volverla
v o lv e r la más
m á s insegura
in se g u r a y,
y , a la
la
vez,
v e z , más
m á s cautdosa,
c a u te lo s a , y nuevamente
n u e v a m e n te más
m á s insegura.
in se g u r a . Por
P o r lo
lo
tanto,
ta n to , Frances
F r a n c é s se sabía
s a b ía al dedillo
d e d illo que
q u e en
e n una
u n a cena
ce n a debía:
d e b ía :
1)
1 ) sentarse
se n ta r s e al lado
la d o de
d e alguien
a lg u ie n que
q u e tuviera
tu v ie r a una
u n a voz
v o z fuerte;
f u e r te ;
2)
2 ) atragantarse,
a tr a g a n ta r s e , toser
to s e r y tener
te n e r accesos
a c c e s o s de
d e hipo
h ip o si
s i se
s e le for~
fo r ­
m u la b a n p
r e g u n ta s directas;
d ir e c ta s ; 3)
3 ) acaparar
a c a p a r a r la conversación,
c o n v e r sa c ió n ,
mulaban
preguntas
había
p
e d irle a
a alguien
a lg u ie n que
q u e relatara
r e la ta r a una
u n a historia
h is to r ia que
q u e ya
ya h
a b ía
pedirle
121
escuchado,
e s c u c h a d o , hacct
h a c e r pteguntas
p r e g u n ta s cuyas
c u y a s respuestas
r e s p u e s ta s ya
y a conocía.
c o n o c ía .121
12
En forma
fo r m a análoga, el ciego
c ie g o aprende
a p re n d e a
a veces
v e c e s a mirar
m ir a r direcd ir e c ­
tamente
ta m e n te a su
su interlocutor
in te r lo c u to r -aun
— aun cuando su forma de mirar
confirme su
su falta
fa lta de
d e visión-,
v is ió n — , ya que as{
así evita tener que
fijar la
la vista
v í s t a en el espacio
espado o inclinar la cabeza o, de lo concon­
trario, vioJar
violar sin saberlo d
el código relativo a las señales dede
«tendón mediante el cual se organiza la ínteracci6n
interacción verbal.12*
atención
verbal.12t-
Warfield, Cotton in
m My E
art, op. cit., pq.
pág. 36,
121 Condensado de Warfidd,
Bt1rs,
«n Wrigbt,
Wright, op. dt.,
cit., pág.
en
pig. 49.
122 Clicvigny,
Chcvigny, op. cit., ¡,á¡.
pág. 51.
125
3. Alineación
Alineación grupal
grupal ee identidad
identidad
del yo
En este ensayo se ha procurado establecer una distinción
tre la identidad social y la personal. Ambos tipos de ide,
id a
dad pueden comprenderse mejor si, tomándolas en for
foi
ai;
conjunta, las comparamos con lo
¡o que Erikson y otros at
«identi«
res denominan «identidad del yo» ( ego identity), «identú
experimentadora» (felt identity), es decir, el sentido s
jetivo de su propia situación, continuidad y carácter que
individuo alcanza como resultado de las diversas experi
12
d a s sociales por las que attaviesa.
atraviesa.1
cias
forman parte, ante todo,
La identidad social y personal {orman
las expectativas y definiciones que tienen otras perso
respecto del individuo cuya identidad se cuestiona. En
deíini,
caso de la identidad personal, estas expectativas y definí
nes pueden surgir aun antes de que el individuo nazca
continuar después de su muerte, es decir que existen,
tonces, en momentos en que el individuo carece totalme
identld
de sensaciones y, por supuesto, de sensaciones de identid
Por otra parte, la identidad del yo es, en primer lugar, 1i
cuestión subjetiva, reflexiva, que necesariamente debe
experimentada por el individuo cuya identidad se discu
utiliz<!. un alias, se (c
De este modo, cuando un criminal utiliza
«autoidentld&d.io (self identity) sería adecuado aa,
1 El término «autoidentidad»
identii
pero su extensión, el término
«autoidentlficaci6m, (self identf
tlrmino «autoidentíficación»
más, o sea
referir.e a algo mas,
tioit),
habitual.mente para referirse
tion), se utiliza habitualmente
rnecfü
hecho de que el individuo establezca su identidad personal medii
documentaci6n
documentación o testamento.
2 La triple tipología de la identidad empleada en este ensayo ,i
signifia
con», que tiene dos significs
sin especificar la frase «identificarse conio,
alg1
habituales:
habitua1es: participar sustitutivamente en la situación de algi
cuya condición capta nuestra simpatía; incorporar aspectos de <◄
identifü
para formar nuestra propia identidad. La frase «estar idemifk
psicoló¡icos, pero, además, 1i
con»
coni. puede tener estos significados psicológicos,
supuato carácter
ritse
personas^ cuyo supuesto
rirse a la categoría social de pcr!iOnas
parte de nuestra
n~tra propia identidad social.
atribuimos como pane
126
prende de su identidad personal; cuando conserva las ini¡ni­
ciales
dales originales o cualquier otro aspecto de su nombre origiorigi­
nal, está, al mismo tiempo, dando libre curso a un sentisenti­
3
míento
Es
miento de identidad personal.
personal.3
E s evidente que el individuo
construye una imagen de sí a partir de los mismos elemenelemen­
tos con los que los demás construyen al princi
-,io la identiprincipio
identi­
ficación personal y social de 1..'quel,
peto se pt;rmite
cquel, pero
permite imporimpor­
tantes libertades .respecto
respecto de lo qm.•
que elabora.'
elabora.4
El
E l concepto de identidad social
so aal nos permitió considerar la
estígmatización;
estígmatizadón-, el concepto de identidad personal, el ra•,el
pa*>el
del control de la información
infonnadón en el manejo del estigma. La
idea de la identidad del yo nos permite considerar qué
siente el individuo con relación al estigma y a su manejo, y
nos lleva a prestar una atención especial a 1a
la información
que recibe con respecto a estas cuestiones.
La
L a ambivalencia
am b iv ale n c ia
Dado que en nuestra sociedad del individuo estigmatizado adad­
quiere estándares de identidad que aplica a sí mismo, a pesar
de no poder adaptarse a ellos, es ínevitable
inevitable que sienta cierta
c im a
ambivalencia respecto de su yo. Algunas expresiones de esta
ambivalencia ya fueron descriptas
desetiptas con relación a las osciJ.a..
oscila­
ciones de la identificaci6n
identificación y al tipo de asociaci6o
asociación que d
el
individuo establece con los otros estigmatizados. Se pueden
citar otras expresiones.
EI
E l individuo estigmatizado presenta una tendencia a estta•
estra­
tifkar
tificar a sus «p,resi.
«pares» según el grado en que sus estigmas se
aque­
manifiestan y se imponen. Puede entonces adoptar con aquellos cuyo estigma es más visible que el suyo las mismas
actitudes que los normales asumen con él. Así, los que tie­
tienen dificultades auditivas no se consideran sordos en modo
defectuo­
alguno, y, análogamente, los que tienen una visión defectuosa están muy lejos de considerarse ciegos.t
ciegos.5 Es
E s en sus relatelaciones
ya sean asociaáones
dones ((ya
asociadones o separaciones) con sus com3 Hutmm,
. 54-55.
Harttnan, op. át.,
cit., •
págs.
una tendencia bien conocida a calificar d
4 Existe, por ejemplo, U."la
prestigio k
de la propia ocupaci6n
ocupación más alto de lo que lo hacen qaicDcs
quienes
desempcftan
desempeñan otro trabajo.
,5 Por ejemplo, v,ase
véase Criddle, op. cit-,
ctt., piSgs.
págs. 44-47.
127
las oscila­
pañeros más notoriamente estigmatizados donde la,,
oscilaciones en la identificación del individuo se advierten con
más agudeza.
Este tipo de estratificación autoengaüosa
autoengañosa se vincula con el
problema de las alianzas sociales, o sea, si la elección de
amigos, novios y esposos se produce dentro de su propio
líneu. Una muchacha dega
ciega
grupo o «del otro lado de la línea».
expresa el problema:
En otro tiempo -algunos
atrás- pensaba que pre­
pre— algunos -años
años atrás—
fería salir con un hombre que veía y no con un ciego.
vez en cuando tengo d
tas y poco aa poco mis sen­
Pero de vci
citas
sentimientos han ido cambiando. Valoro la comprensión
comprensi6n del rie­
ciego por el ciego,
riego, y ahora podría respetar a un ciego por sus
propias cualidades y agradecerle la comprensión que me
brinda.•
brinda.4
Algunos de mis amigos son riegos
ciegos y otros
ottos no.
no, De
D e algún
modo me parece que esto tiene que ser así; no puedo en­
entender que se regulen las relaciones humanas por una vía
vfa
o por otra.
o tra 1/
Es probable que cuanto mayor sea la alianza del individuo
ténoicon los
Jos normales, más se considerará a sí mismo en térmi­
nos no estigmáticos.
estígmáticos, aunque hay contextos en que parece
ocurrir lo contrario,
contrario.
jguales, el indi­
indiMantenga o no una estrecha alianza con sus iguales,
estigmatizada puede revelar una ambivalencia de la
viduo estigmatizado
identidad cuando ve de cerca a los suyos comportarse de
tnanera
extramanera estereotipada, poner de manifiesto en forma extra­
impuvagante o lastimosa los atributos negativos que se le impu­
tan. Estas escenas pueden repugnarlo,
repugnarlo. ya que, después de
todo, apoya las normar.
normas del resto de 1a
la sociedad, pero su
identificación social y psicológica con estos transgresores lo
mantiene unido a lo que rechaza, transformando la repul­
repul·
sión en vergüenza, y luego la vergüenza en algo de lo cual
se siente avergonzado. En síntesis: no puede ni aceptar a
abandonarlo/ (L
su grupo ni abandonarlo.ª
(Laa frase «preocupado por la
fa
endogrupal» se utiliza para describir los esfuerpurificación endogrupal•
6 Henrkh
cU., pág.
pá¡, 187.
Henrich y Kriegel, op. cit,,
7 !bid.,
Ibíd., pág.
pág, 188.
J.-P. Sartre, Anti-Semile
8 Véase J-P.
Antí-Semlle and ]ew,
Jew, Nueva York; Grove
Grave
128
7.0S
zos de las personas estigmatizadas, destinados no solo a
«normificar»
«norm ificar* &u
su propia conducta sino también a corregir la
de los otros miembros del grupo.) 119 Esta ambivalencia papa­
del
rece alcanzar su expresión más aguda en el proceso dd
«&cercamiento»-,
«acercamiento», es decir, cuando el individuo se aproxima a
a
un ejemplar indeseable de su propia clase mientras se halla
1
«coni.
º
«con » un normal.
normal.19
N
Noo es raro ,que
que esta ambivalencia de la identidad adquiera
una expresión organizada en los .materiales
materiales escritos, habla.
habla­
dos, actuad.os
actuados o presentados de cualquier otra manera por
los representantes del grupo. Así,
A sí, en el humor de los estigestig­
matizados -publicado
— publicado y teatralizadoteatralizado— se puede hallar
bailar una
clase
d ase especial de ironía. Las caricaturas, las bromas y los
relatos tradicionales exhiben
exbiben burlonamente la debilidad de
un miembro estereotípico de la categoría, aun cuando este
héroe a medias demuestre, cándidamente, ser más listo que
11 Las presentaciones forel nonnal
normal de imponente status.
status.11
for­
males de los
ios representantes del grupo pueden mostrar una
ambivalencia similar, que revela una similar alienaci6n
alienación
del yo.
Las
L a s presentaciones
p resen tacio n es profesionales
p ro fesio n ales
Se ha señalado que el individuo estigmatizado se define a
sí mismo como igual a cualquier otro ser humano, mienmien­
tras que, al mismo tiempo, es definido por él mismo y por
quienes lo rodean como un individuo marginal. Dada esta
autocontradicción básica del individuo estigmatizado, resulresul­
ta comprensible que realice grandes esfuerzos para enconencon­
trar una solución a su conflicto o, por lo menos, una docPress, 1960, p~s.
págs. 102 y siguíentes.
siguientes. ( &flexioner
Reflexiones sobre la cuestió"
cuestión
~!s,
1ud111,
judía, Bueno•
Buenas Ai~s:
Aítes¡ Sur, Ja.
3a. ed., 1964.)
9 M. Seeman, «The Intellectual
Inselleetual and the Language of Minorities•,
Mínorities», en
Joumdl o/
American Journal
of Sociology, LXIV, 1958, pág. 29.
10 Un interesante episodio ~
en el cual un joven casi ciego conoce a
una muchacha ciega en un puesto de una feria de caridad, y obtiene
fe'lp,uestas
respuestas mixtllll,
mixtas, es dtado
citado por Criddle, op. cit., p,gs.
págs, 71-74.
11 V~ase,
Víase, por ejemplo, J. Burma, «Humor as a Tcchnique
Technique in Race
C>nflict•,
Conflict», en .AIHerican
American Socíologica1
Sociological Review, XI,
X I, 1946, págs,
págs. 710-715.
129
trina que otorgue un sentido coherente a su situación. Ei
la socie<lad
sociedad contemporánea, esto significa que el individu,
¡ndividu<
no solo intentará personalmente forjar un c6digo
código tal, m
sin
que, como ya lo señalamos, los profesionales lo ayudará.ti
ayudarás
muchas veces con el pretexto de hacerle contar 1a
bistori
la histori
de su vida o cómo manejó una situación dificil.
difícil.
L os códigos que se presentan a los individuos estigmatw
estigmatizt
Los
dos, tanto explícita como implícitamente, tienden a cuhti
cubrí
pauta
determinadas cuestiones corrientes. Se les sugieren las pauu
deseables de la revelación y el ocultamiento.
(
Por
ejempk
ocultamientn. (P or
en el caso de ex enfermos mentales se les recomienda,
veces, ocultar su estigma a simples conocidos, pero sentirs
lo suficientemente seguros de su salud mental y convenc
anti
dos de la naturaleza médica, no moral, de sus fracasos ant•
riores, co.mo
como para l'C'lelárselos
revelárselos a la esposa, a los amigos m1
mi
O tras cuestiones corrientes sor
íntimos y al empleador.) Otras
las fórmulas para manejar situaciones difkilcs;
difíciles; el apoyo Qll
qt
debería prestar a sus i,uales;
iguales; el tipo de fratcrnización
fraternización Q1J
qt
deberá mantener con los nonnales;
normales; cuáles son los prejo
preju
cios contra sus iguales que tiene que atacar abiertamente,
cuáles ignorar; hasta qu~
qué punto debe presentarse como w
ui
persona tan nol'!Dal
normal como cualquier otra, y hasta dóru:
done
aceptar un tratamiento ligeramente diferente; cuáles son l<1<
hechos relacionados con sus iguales de los que debe enorg·
enorg
llecerse¡
llecerse; cómo debe «enfrentarse» con su propio estigm
Aunque los códigos o las líneas presentadas a aqueUos
aquellos qt
qi
tienen un estigma particular pueden diferir entre si,
sí, existe
existí
ciertos argumentos que, pese a sc>.t
ser contradictorios, goza
por lo general, de gran consenso. La persona esrigmttiza(
estigmstizac
es casi siempre puesta en guardia contra un intento e<
encubrirse completamente. (Después de todo, salvo para
confesor anónimo,
an6nimo, resulta arduo defender esta posición púb
camente en la prensa.) Asimismo, por lo general se le a
víerte
vierte que no debe aceptar, como si le cuadraran plenamen,
plenament
baria él,
él. ]
las actitudes negativas que los demás tienen hacia
«minstrclización»,1
probable que se lo prevenga contra la «tninsttclizaci6n11>
12 ElElténnino
términoproviene
provienededeA.A.Broyard,
Broyaid,«Portrait
«Portraitofoíthethelnauthen
Inautbe
Negro•, en Commentary,
Negro»,
Commentory, X, 1950, págs,
pigs, '9·60.
59-60. Existe un esfuer
esfuet
consciente por representar plenamente el papel, denominado, a veo
consdenre
vec•
«pcrsonificaci6M.
«personificación». Sobre los negros que penonlfican
personifican a los negi
véase Wolfc,
Wolfe, op. &il.,
d i., páB,
pág. 20.3.
203. [La
¡L a palabra «minstrclizaci6m,
«minstrelizadón» deri
130
,nediante
mediante lo cual hl
la persona estigmatizada quiere conquistar
el favor de los normales exhibiendo todo el repertorio de
de
cualidades negativas que se imputan a su clase, afianzando
as[
rid!culo:
asi una situación vital dentro de un rol ridículo:
Aprendí también que el inválido debe ser cauteloso, y no
actuar de un modo diferente del que la gente espera de él.
Ellos cuentan, sobre todo, con que el inválido sea un invá­
invá•
)ido
ellos--,,
lido -un
— un ser incapacitado, indefenso e inferior a ellos—
y si no satisface estas expectativas se volverán insegu­
insegu•
ros y suspicaces. Es
E s bastante extraño, pero el inválido
así como muchas
ti.ene
tiene que cumplir el papel de inválido, asi
mujeres deben ser lo que los hombres esperan que sean: tan
solo mujeres; y los negros tienen que actuar con frecuencia
como payasos frente a la raza blanca «superior»,
<(superior», para que
el hombre blanco no se sienta atemorizado por su hermano
negro.
En cierta ocasión conocí a una enana que era, por cierto,
E ra muy pequeña —
media alrededor
un ejemplo patético. Era
-medía
de un metro--,
metro— , y sumamente educada. Ante la gente, sin
embargo, se cuidaba bien de no ser otra cosa que la «enana»,
«enano,
y desempeñaba el papel-de
la. misma risa burlo­
burlopapel'de bufona con la
na y los mis~.1os
mismos movimientos rápidos y graciosos ottaetecaracte­
rfsticos
Merísticos de los bufones de las cortes reales de la Edad Me­
dia. Solet
Solo cuando se hallaba entre aD1igos
amigos podía quitarse su
gorro y sus cascabeles y atreverse a ser la mujer que en
realidad era: inteligente, melancólica y sumamente retraída.18
retraída.18
Y , a la inversa, se lo previene, por lo fenera.l,
general, «Mitra
Y,
contra la
1 se
«normificad6n»
«normificación» o «des-minstrellza.d6n»;
«des-minstrelización»;1*
lo impulsa a
sentir aversi6n
aversión por aquellos compafieros
compañeros que, sin convertir
de ]os
imitalos minstrel
m instrd shows, representaciones tet1ualc:s
teatrales basadas en la imita­
ci6n
nqros, y en las cuales
cuale.<1
ción de las canelones
canciones y bai1ea
bailes de los csd4VOS
esclavos negros,
tiznaban de:
de Jq10
negro fiu
su rostro
rom o y sus manos. Con
los artistas tiznabMI
Qm et
el tiempo
carácter cada vez m4s
más burlesco, y aun las alismas
mismas
adquirieron un cadctcr
reemplazadas por com­
melodías originales del folklore negro fueron tttmp}azadss
<OIDposiciooes
úl £E.)J
posiciones conveocionales
convencionales de los blantos.
blancos. (N. del
.) ]
13 Catlina,
Carfing, op. cit., pigs.
págs. 54-1,.
54-33.
Levin, op. cit., pigs.
págs. 192-193,
192493, uti1m.
utiliza en este caso el término
14 Lcwin,
témüno
«chauvinismo negati-;
negativa»; Broyard.
Broyard, up.
op. t:ÍI.,
cit., péj.
cchauvinislDo
pa,J. 62, usa el término
tlErmint.
«inversión de rol•.
rol». Véase también J.-P. Sartre, op. cit., p
ig. 102 y
cinvc11ii6n
~-
~-«guíenles.
01
su estigma en un secreto, se enmascaran prudenteme
las ap
que. a pesar de Las
tienen buen cuidado de mostrar que,
d
as, son muy sanos, muy generosos, muy sobrios,
cias,
flsi
masculinos
y
capaces
de
realizar
pesados
trabajos
físi
reali7.ar
tnasrolinos
en síntesis, que son, pese a su re
n
esforzados deportes; eo
agradabL
dón , «desviados
41desviados caballerescos», personas tan agradabli
ción,
11
mismos.
d
o nosotros mismos.1*
mo
c6digos de
Debería ser evidente que estos defendidos códigos
urn
ducta brindan al individuo estigmatizado no solo un
m
taforma, una política e instrucciones sobre cómo tn
los demás, sino recetas para lograr una actitud aprc
consigo mismo. Fracasar en la adhesión al código sil!
sig
consi¡o
uru
estar descaminado, autoengañado; tener éxito, ser un;
sona real y digna, dos cualidades espirituales que se
1
«autenticidad»-,
llama
binan para producir lo que se
«autenticidad».1
demos mencionar aquí dos consecuencias de esta .de
En primer lugar, que este consejo sobre la conducta ¡]
nal
vec:es al individuo estigmatizado •i
naJ induce muchas veces
vertirse en un crítico de la escena social, en un obser
de las relaciones humanas. Puede ser llevado a abstra
el ff
conjunto de interacciones sociales casuales con el
geJM
examinar qué contienen en materia de temas gene
Puede convercine
convertirse en un individuo «consciente de la
d ó n », mientras que los normales presentes están es¡
esj
ción»,
neamente
situación t
nea.mente implicados dentro de ella, y la sítuaci6n
constituye para ellos un repertorio de cuestiones de 1i
p111
importancia,
extensi6n de la conciencia por par
importancia. Esta extensión
las personas estigmatizadas se intensifica, como ya ss,
especial sensibilidad frente a las contingi
contíngi
mos, por su capecial
cit., p's,.
judfos véase Sartre, op. di.,
págs. 9~
91
re:fd:Cnle aI los judíos
E11 lo referente
15 En
incelcctutt!es, M. Seemaa,
los negros, Broyard,
i.; a !os
los intelectuales,
Seeman, o¡
Broy•rd, op. dcit.;
Alli
e.n An.
Un-AmerkanH, en
ocMa.king Un-Americans»,
a los japoneses, M. Grodzins, «Making
págs . .570.582.
Journal of
1955, págs.
570-582,
Sodo/ogy, LX, 19.5.5,
o/ Soríology,
•uten
ht literatura sobre la auten
advertine que aunque la
16 Debe advertirse
se ocupa de cómo debe comportarse el individuo, y es por
guíente moralista,
se presenta, sin embargo, a modo de un 1t
moralisla, 1e
guiente
neutral y desapasionado,
la autenticidad i
desapadionado, pues se supone que fa
literaa
una orientación realista de la realidad; actualmente esta literan
est~
ncuttal referente a este
en verdad, la mejor fuente de análisis neutral
l. D. 1I
fflse I.
critico véase
blemas
identidad. Para un comentario crítico
blcmas de identidadlnauthentidty•, en Phylon,
y D. T. Campbell, «Venenes
«Varietics of Inauihentidty»,
270.27.5.
trime11re, 19.52,
trimestre,
1952, págs. 270-275.
1.32
de la aceptación y de la revdaci6n,
revelación, contingenciu
contingencias que los
loi
17
nonnales
normales encaran con menos sensibilidad.
sensibilidad.17
En segundo lUBar,
lugar, los consejos al estigmatizado a n:ienudo
menudo
apuntan con bastante cRtJdidez
candidez a la parte de su vida que sien•
sien­
vergonzosa; se tocan sus heridas más oculocul­
te más privada y vergon.zosa;
tas, y se lu
las examina clínicamente según la moda literaria acac­
rual.18
tual.18 Se pueden presentar en forma novelada arduos debadeba­
tes sobre posiciones personales, acompañados de profundas
crisis de conciencia. Se pueden empaquetar y dejar listas para
set
ser usadas fa&1tasía1
fantasías de humillación o de triunfo sobre los
normales. En este caso, lo más privado y embarazoso es lo
más colectivo, porque los sentimientos más profundos del
individuo estigmatizado están hechos precisamente del mismis­
mo material que ciertos miembros de su categoría presen­
presentan en una versión escrita u oral redondeada en forma concon­
veniente. Y,
Y , dado que lo que está al alcance del estigma•
estigma­
tizado también lo está al nuestro, es difícil que esta clase
de presentaciones pueda evitar que surja el problema de la
e:rhibici6n
exhibición y de la revelación involuntaria, aun cuando su
efecto último sea probablemente útil para la situación de
los estigmatiz.ados.
Alienaciones endogrupales
Aunque estas filosofías de
d e vida, estas recetas, se presentan
Aunq1,1e
indivicomo si provinieran del punto de vista personal del indivi17 Esre
Este es un
u n solo un aspectO
aspecto de la ttodcnáa
tendencia geDfill(
general de los indiviindivi­
enfrentar una smp1ia
amplia ~
revisión y enapsulaencapsuladuos estigmatizados •a cn&eorar
micmo
mirnto de sus vidas .U(
allí donde un nomud
normal podda
podría no hacerlo. De are
este
una persom.
persona estigmati7.ada
estigmatizada que logra 111lll
una
modo, se dice a veces que w:ia
familia y un trabajo «ha hecho
hedió algo de su vidP.
vida». Amlogamcnte,
Análogamente, cuancuan­
do a]guien
alguien se casa c:on
con una persona cstigmariuda
estigmatizada se dice
dke que «Dllll«mal­
gasta su vida». Todo esto se intensifica en ciertos iadividuos
individuos cuando
psra
convierten en un ccaso•
«caso» p
ú a los trabaj.&,res
trabajadores sociales u otros
se mnvier~n
para
«gentes de bienestar social y cooservao
conservan este st.itu:s
suma de caso por el
e!
ll8Gites
Jato
testo de IUS
sus vidas. Sobre la actitud de Wll
una persona ciega en.
en rclaá6n
relación
odo CSIO
esto véase CllCV:i&n:,,
Chevigny, op. cil.,
cit., pág.
Cl>D
pÍg. 100.
18 Los lÍltuQOS
últimos libros de James Baldwin
Baldwio propomcmm
proporcionan en este
este sensen­
tido un buen ma~
material ea
en lo td1tivo
relativo a los acp05.
negros. El libro de GeChe­
vigny
E fe.i Hgve
Cold H
ese es un buen ejemplo en lo que
\'iaay My
M-, Eyn
HIW# aa 1-:0U
Nose
respecta Ia los ciqos.
ciegos.
mpectl
133
duo
dúo estigmatizado, el análisis muestra que hay algo más que
les informa. Ese algo más son los grupos, en el sentido
seancjante
general de individuos ubicados en una posición semejante
esperar-,, pues aquello que
— y esto es lo único que cabe esperar—
-y
podrfa ser, deriva del lugar que ocupa su
el individuo es, o podría
clase dentto
dentro de la esttuctura
estructura social.
Uno de estos grupos es el agregado formado
fotmado por los comcom­
pañeros de infortunio del individuo. Los voceros de este
sostienen que el verdadero grupo del individuo, aquel
grupo sosúenen
este.19 Todos los otros
naturalm ente, es este.1*
al que pertenece t1aturtJ!mente,
implf•
grupos y categorías a los que también pertenece sob
son implí­
cotno no verdaderos; el individuo no
citamente considerados como
indivi•
Ell verdadero grupo del indivi­
ellos. E
es, en realidad, uno de ellas.
duo es, pues, el agregado de personas susceptibles de sufrir
estigma¡ su
las mismas carencias que él por tener un mismo estigma;
«grupo» vercladero
verdadero es, en realidad, la categoría que puede
servir para su descr&lito.
descrédito.
E l carácter que estos voceros conceden al individuo es gege­
El
nerado por la relación que este mantiene con sus iguales.
auténtico; si se aleja, es
Si se acerca a su grupo, es leal y autmtico;
20
Aqu1, seguramente, hay una data
cobarde.30
Aquí,
clara
un tonto y un cobarde.
fcn6meno
examine el fenómeno
cit., examíne
Lew.in, op. eit.,
19 De allí que, por ejemplo, Lewin,
c:oolusión, aun
autoinquina (self-hate) y no cause confusión,
que denomina aucoinquina
indivi·
el indivi­
término quiera significar no la inquina que d
cuando con ese térmiDo
.tcsultado
O>nSidera acomo
( que Lcwín
si mismo (que
Lewin considera
m o un resultado
duo siente hacia 11
ctW del
■l cual
el grupo al
autoinquina), sino la inquina por d
frecuente de la ■utoinquina.),
al individuo.
estigma relega ■l
el individuo
También
los sociólo¡os
sociólogos profesionales advierten que d
amblén loa
20 T
Po.r ejemplo, Riesman, en
,rupo. Por
estigmatizado debe ser leal a su grupo.
tl'Une$1l'e,
terttt' trimestre,
PIY¡lon, tercer
m Pbykm,
Insight11-, en
.cMarginality,
«Marginality, Conformiry,
Conformity, and Insight»,
págs. 2.'51-252,
251-252, al describi.r
describir cómo puede seducir a un socl61o&o,
sociólogo,
1953, pág.;.
percump!ídos per­
o a un norteamericano, o a un profesor, d aceptar cumplidos
sonales que son un insulto a sus grupos, agrega esta anécdota:
aborecuerdo haberle dicho en una oportunidad
una ¡dro­
opowmidad aa """
Yo mismo ,ecue,do
Portias que
,1,,esiva como otras Porfías
estruendo1a '/y agresiva
gada que no
no era tan
tan estruendosa
tomn-a esto como un cumplido y
bahía conocido, 'Yy lamenté que tomara
cole¡as femeninas del tribunal.
consi'1tiera
consintiera en
en traicionar a sus coligar
ellCOiltl'lltse en situaciones
liue al encontrarse
elata que
Sociológicamente deberla
debería ser dato
Sociológicamecte
reclatettdrá. que enfrentar diferentes reda­
sociales diferentes el individuo tendrá
el verdadero. Otros
acerca de cuál de sus numerosos grupos es d
mos acere■
~=as;&> ~j~~13!r.\r:• ~: :lie~it~ ~d\!ddi~qd:
problemas son menos daros. ¿Par mié, por ejemplo, a individuos que
ya han pagado un predo considerable por su estigma se les dice de
menoa uno
regla de que cuanto menos
11 regia
no encubrirse: quizá,
quitó, siguiendo la
conse¡uu? Y si la denigración de quienes
tiene menos debe tratar de conseguir?
134
ilustración de un tema sociológico básico: la naturaleza
un individuo, tal como él mismo y nosotros se la impu
mos,
mos. es generada por la naturaleza de sus afiliaciones gg
pales.
Como es
I01!11co suponer, los profesionales que adoptan
ei. lógico
punto de vista endogrupal pueden defender una línea m
tante y chauvinista, hasta el punto de apoyar una ideolo,
ideolo:
mbtt
poUtica en contactos mixt
esta- política
secesionista. Adoptando esta
el individuo estigmatizado preconizará los supuestos valo:
posH
y contribuciones especiales de su clase. También es posif
podrfa
que ostente algunos atributos estereotípicos que podría
enmascarar; de all1
allí que se encuentren judíos de
cilmente enmascarar,
segunda generación que mechen con agresividad su idio:
judíos, y homosexuales militan
acento
y
con expresiones
públicos.
que se hacen zurrar patrióticamente
patri6ticamente en lugares públicos,
individuo estigmatizado puede también cuestionar de t
ñera
nera abierta el desagrado semioculto con que los norma
lo tratan, y esperar «encontrar en falta» al «sabio» que
autodesignó como tal, es decir, continuar el examen de
acciones y de las palabras de los otros hasta obtener alg
signo fugaz de que sus demostraciones de aceptación s
aparienda.21
tan solo una apariencia.21
ampliamei
la militancia son amplíame!
Los problemas asociados con la
poHtico lÍltimo
último es suprir
suprír
conocidos. Cuando el objetivo político
pu
individuo
el
estigma,
el
pu<
la diferencia provocada por
politi:
descubrir que esos mismos esfuerzos son capaces de polítí:
aúri más diferente de la vi
su propia ·vida, volviéndola aúii
normal
nor.1:nal que se le negó inicialmente, aun cuando las gene
dones
posteriores
de
compañeros
saquen buen provecho
clones
determinado estigma es injurioso en d
el presente y lo sí
tienen un detenninado
que no lo Ss
Ios estigmatizados, más que los qu~
en el futuro, ¿por qué los
tienen que hacerse responsables de presentar y reforzar una post
categorfa? Una de
impartid
imparcial y de mejorar la suerte de toda la categoría?
más•, d
respuestas
reepuettls es, desde luego, que los estigmatizados «saben más»,
conocimíentc
do así
supuesto una interesante relación entre conocimientc
as! por supuesta
moralidad. Una respuesta más adecuada es tal vez que los estigi
tizados
consideran que aquellos que tienen un estig
tiudos yY los normales amsideran
dd tiempo y del espado
espacio en 1i
teúnen a lo largo del
determinado se reúnen
comunidad
«imunidad única que debe ser sostenida por sus miembros.
21 Para
Pararespuestas
respuestascombativas
combativasdedeciertos
ciertospacientes
pacientescon
condeformida,
deformidad
tamb
pi!¡, 84. Véase camb
cít., pág.
faciales véase Macgregor y colab., op. cii.,
Outuvlnlsm», en Commer.
Jewish Chauvinism»,
C. Greenberg, «Self-Hatred and Jewísh
426-4.33.
págs. 426-433.
X,, 19,o,
ry, X
1930, págs,
ll5
esfuerzos al obtener una mayor aceptación. Además,
esos csfuetzos
Además.
al llamar
Uamar la atención sobre la situación de su propia clase,
dase,
ciertos aspectos una imagen pública de su dife­
consolida en cienos
diferencia como algo real yy. de sus compañeros de infortunio
como grupo real. Por otra parte, si busca un cierto tipo de
separaci6n,
desc:uhrirá que necesariamen­
necesariamenseparación, no de asimilación, descubrirá
te presenta sus esfuerzos militantes utilizando
utili7.ando el mismo len­
legguaje y estilo de sus enemigos. Más aún, los argumentos
que presenta, la situación que examina, las estrategias que
defiende son, en su totalidad, parte de un lenguaje de ex­
expresión y sentimiento que pertenece a toda la sociedad. Su
Su
desprecio por una sociedad que lo rechaza se comprende
solo en función de la concepdón
concepción que esa sociedad tiene de
la dignidad, del orgullo y'/ de la independencia. En resu­
resumen, a menos que exista alguna cultura diferente en la rual
cual
refugiarse, cuanto más se separe estructuralmente de los
normales, más se parecerá aa ellos en el aspecto cultural.
Alienaciones e:r.ogrupales
exogrupales
«propio» del individuo
El grupo «propioi.
in&viduo puede entonces informar
el código de conducta que los profesionales defienden en su
nombre. También se pretende que la persona estigmatizada
se considere desde el punto de vista de un segundi
segundo agrupamiento:
miento; los normales y la sociedad más amplia por ellos
constituida. Deseo considerar con cierto detalle el
d aalcance de
este segundo punto de vista.
El lenguaje de esta posición,
posici6n, inspirada por los normales, no
es tanto político, como en el caso anterior, como psiquiátrico,
psiquilitrico,
ya que las im4genes
imágenes derivadas de la higiene mental sirven
como fuente de retórica. Aquel que adhiere a la línea dede­
fendida es considerado como una persona madura que al­
alcanzó un adecuado ajuste personal; aquel que no la sigue
siemes considerado como una persona deteriorada, rígida, siem­
pre•
rccw:sos internos inadecuados. ¿Qué
pre a la defensiva, con recursos
implica esta defensa?
Se recomienda al individuo que se considere un ser huma­
humano tan pleno como cualquier otro, alguien que, en el peor
de los casos, es excluido de lo que, en último análisis, es »im&im-
136
No
plemente un área de la vida social. N
o es un tipo o una catecate­
goría, sino un ser humano:
desgradados? ¿Ellos o
elijo que los inválidos son desgraciados?
¿Quién dijo
ustedes? ¿Sólo porque no pueden bailar? De todos modos,
motnento.
algún
en
momento. ¿O
¿O porque no puepue­
la música se detiene
ca­
den jugar al tenis? Infinidad de veces hace demasiado ca¿O porque tiene que ayudarlos a subir y bajar las escaesca­
lor. ¿O
preferida hacer otra cosa? La polio no es
leras? ¿Usted preferiría
triste; es simplemente un gran inconveniente; significa no
habitapoder tener arranques de mal humor y correr a la habita­
L a palabra in"'1ido
inválido
ción y cerrar la puerta de un puntapié. La
homble. ¡Especifica! ¡Margina! ¡Es
¡E s demasiado fntima!
íntima!
es horrible.
¡E s condescendiente! Me da ganas de vomitar como larva
¡Es
capullo.22
que sale del capullo.*2
su mal no significa nada en sí mismo, no debe
Puesto que Sil
avergonzarse de él o de otros que lo poseen, ni tampoco
me­
comprometerse tratando de ocultarlo. Por otra parte, .meautoentrenadiante un arduo trabajo y un ininterrumpido autoenttena•
deberá satisfacer los estándares corrientes
com entes lo mejor
miento debeti
que pueda, deteniéndose solo cuando surge el problema de
normificaci6n; es decir, cuando sus esfuerzos pueden dar
la normificación;
la impresión de que está tratando de negar su diferencia.
Dee más está decir que cada profesional traza de manera
((D
muy distinta esta delgadfsima
delgadísima línea, pero a causa de tal
profeambigüedad más necesaria se vuelve la presentación profe­
prosional.) Y puesto que los normales también tienen sus pro­
amar­
blemas, el individuo estigmatizado no deberá sentir amarautoconmiseración. Debe cultivar una
gura, resentimiento o autoconmiseraci6n.
manera de ser alegre y espontánea.
fórmula para mama­
Después de esto aparece lógicamente una fónnula
individuo eses­
nejar a los normales. Las habilidades que el iodividuo
mix­
tigmatizado adquiere para enfrentar situaciones sociales mixser usadas pura
para ayudar a todos los que participan
tas deben se¡
en ellas.
normales no tienen, en realidad, Ir.
la intención de dañar;
Los nonnales
cómo evitarlo. Por
cuando lo hacen es porque no saben c6mo
que ser ayudados con mucho tacto a2
consiguiente, tienen qut>
22 Linduska, op,
op di,,
« /,, págs,
págs. 16416,.
164-165.
137
actuar de una manera más conveniente. Del mismo me
no se deben contestar las observaciones despreciativas, a
gantes y carentes de delicadeza. E
Ell individuo estigmatiz
estigmati.z
puede no darse por enterado, o bien tratar de llevar a c
pi
una benévola reeducación del normal, mostrándole, pll
por punto, con calma y suavidad, que, a pesar de las
Ias :¡
tiencias,
riendas, debajo del estigmatizado subyace un ser hu
no cabal. (El
in&,iduo deriva de la sociedad de mai
ma1
(E l individuo
tan completa, que esta puede confiar en que los me
m~
aceptados como miembros normales, los menos recompa
recompei
dos por los placeres de un intercambio social fluido, pro]
cionen
contribució1
donen un enunciado, una clarificación y una comribució
ser interior de cada hombre. Cuanto más se desvíe
des11fe di
d,
norma el indhriduo
individuo estigmatizado, más prodigiosamente
berá expresar la posesión de un yo subjetivo estándat
estándar
pretende convencer a los otros de que lo posee, y mayi
maye
serán las exigencias para que les facilite un modelo di
de
que se supone que una persona corriente debe sentir
pecto de él.)
Cuando la persona estigmatizada descubre que los norm
tienen dificultades para ignorar su defecto, tratará
tratarí de 1s
darlos, tanto a ellos como a la situación
situaci6n social, medi¡
medi:
tensión.n En esas
esfuerzos conscientes para reducir la tensión.**
cunstandas
tratat
cunstancias el estigmatizado puede, por ejemplo, tratar
«romper el hielo» adoptando, para referirse explícltame
explícitamc
a su defecto, una actitud que demuestre que es capaz
enfrentado
enfrentarlo con soltura. Además de la naturalidad se :r,
r
mienda también cierta ligereza:
dc:I cigarrillo. Nunca dejaba
Entonces, estaba la broma del
provocar risa. Toda vez que iba ali un restaurante, a un
o a una fiesta, sacaba un atado de cigarrillos,
cigarriUos, lo abría
ibría
ostentación, tomaba uno, lo encendía y me sentaba
senteba a
marlo tranquilamente. E
Eso
llamílha casi siempre la atenc
so llamaba
La gente clat>aha
clavaba la mirada en mí, y casi podía oírlos de
«¡Caramba!
«¡Caram ba! ¡Qué maravilla lo que puede hacer con un
de garfios!•
garfios!» Cuando alguien me comentaba esa proeza,
ay algo de lo que jamás
jamis tengo que 1]23
sonreía y decía: «H
~Hay
23 Un intento de análisis
análísis general sobre este tipo de tensión
tensi6n 3
l
rwucción
GofftDan, «Fun
«Fu11 in Games»,
Games~, en Encoun
Encoun,
reducción aparece en E. Gofftnan,
Nue11a
48-.5.5.
Nueva York: Bobbs-Merrill, 1961, esp. págs. 48-55.
138
ocuparme: de quemarme los dedos». Sé que es un poco
fuerte, peto
pero resulta infalible para romper el hielo ( ....
. . ))-.
44
Una paciente algo sofisticada, cuya cara estaba llena de
cicatrices a raíz de un tratamiento de belleza, sentfa
sentía que
resultaba eficaz entrar en una habitación llena de gente y
«P or favor, disculpen este caso de
decir graciosamente: «Por
211
lepra».
lepra» .25
También se señala que el individuo estigmatizado que se
encuentra en compañía mixta puede considerar útil referirse
a su incapacidad y a su gtupo
grupo con el lenguaje que emplea
cuando está con los suyos, y d
el que emplean los normales
entre sí
si para referirse a él, ofreciendo así
asi a los normales
que están presentes un status temporario de sabios. En
otros momentos considerará apropiado ajustarse a la ..-eti«eti24 Russell, op.
p,g. 167, en Wright, op. cit., pág. ln;
op cit., píg.
177; véase
píg. 151.
también Russell, op. cit., ~Debe notarse que aquel gue
que intenta romper el
d hielo
hido puede ser consiconsi­
derado como ¿guien que explora la situación por lo que puede ob­
~~:10de00cl1i~,
tener de ella, ~~:~~ul~sexfu~r:ek~1=~~l~~nn~~Í.
tal como los han señalado los novelistas. I. Levtn, en
Kirs Befare
Befol'I! Dying (Nueva Yotk:
A Kiss
York: Sitnon
Simón and Sdmster,
Schuster, 1953.
1953, ¡,Ígs.
págs.
l178-179),
7fH 79), proporciona un ejemplo.:
ejemplo;
r::f:, °!
-Oh,
Kingship-; es u,i
—Oh, sí -di/o
—dijo Kingship—;
un hombr,
hombre pobre, sin duda. Se empeñó
en
en mencionarlo exactamente tres veces la otra noche. Y eu
esa anéalota
anécdota
t,aida
traída de
de los cabellos acerca de esa muier
mujer para la cual cose su madre.
1
—¿Qué hay de malo en que su madre cosa para otros?
: que lo dtfo. ¿Sabes 11a
—Nada, Marión, nada, Es ¡a i:dif::::;ra
indiferencia :
con
4uién
quién me recuerda? Hay un
un hombre en el club que tiene mlll
mal Hila
una
pierna yy co/ea
cojea un poco. Cuando jugamos al golf dice: «Ustedes,
muchachos, sigan adelante. Esta vieja pala
pata de palo 11a
va a racanurlos».
alcanzarlos».
Entonces todo el mundo camina m,is
más lentamente que n,mca,
nunca, :I'y uno
tuto se
siente tramposo :si
g41Sa.
si le
te gana.
Y, al ser capaz de romper el hielo, puede demostrarse a sí mismo
=f:::, t!ri!:, ':~da, eEs 4¡:e
::;ª1:':i't;. ¿Sabes
que ejerce un notable control de la situación (Henrich y Kriegel,
op. cit., pág. 145}:
145):
Pienso que no es respottsabilidad
responsabilidad de la rociedad
sociedad cm,iprender
comprender al
d que
par4lisis cerebrrJJ,
padece parálisis
cerebrd, sino más bien que es nuert,o
nuestro deber toltra,
tolerar
a la so<:iedtJd
sociedad 'Y,
y, en nombre de la caballerosidad, perdonarla -,y dirJerdivertimos con sus locurar.
locuras. Lo considero un honor dudoso, aunque estiesti­
tirnos
mulante 'Yy entretenido. Ayudar a que la gente evidentt!mente
perturevidentemente pertur­
bada o la gente
genlt! rartJ
slt!nla c6moda
rara se denla
cómoda 11.nles
antes de tener l11.
la oportunidad
de complicar la situaci6n,
pasituación, coloca al
d que esttf
está en
en desuenlaia
desventaja en un pa­
pel superior d de los agitadores, y colabora en la comedia humana.
Pero esto es :lg!e
algo que lleva largo tiempo aprender. comedia humana,
2.5
25 Macgregor
Macgtegor y wlab.,
colab-, op. cit., pág. 85.
J:.:11!:1º;
139
~!! 1f:!:°i:::Ji ~i:::/;!º;;,;:d!~.
queta
ta de revelación» e introducir su defecto como
de uaa
una conversación seria, con la esperanza de red
significado
en en
tanto
tematema
de interés
reprimido;
significado
tanto
de interés
reprimido;
r
La
C011IO
L a sensación del lisiado de que, com
o persona, 1l4
n
comprende, combinada con el embarazo que la pea
pen
lisiada siente en su
so presencia, determina una relack
relaett
rooda
moda y tirante, que sirve, además, para separarlo
aliviar esta tensión social yy lograr una mayor acepta
lisiado estará dispuesto no solo a satisfacer la cu1
cui
expresada de los no lisiados ( ..••
. . )) sino también a iJ
ii
mismo el rema
)•
tema de la lesión ( ..•.
. . Ia®
Se recomiendan también otros
ouos medios para ayudar a
males a tratar con delicadeza aa la persona estigm
estígm
tales como, en el caso de una desfiguración facial, ha
hs
pausa al comienzo de un encuentro con el fín
fin de
futuros participantes tengan una oportunidad de i,
sus respuestas.
Un hombre de
de 37 años, cuya cara está brutalmente
rada pero aue
trae tiene a su cargo un comercio de biene
señala: «Cuando debo entrevistar a un nuevo die
clic
las arreglo para estar parado a cierta distanda
distancia ftet
frei
puerta, para que cuando
cuandC" entre tenga más tiempo d<
cL
y acostumbrarse a mi aspecto antes de que empec
empe:
conversar».
conversar».2
27
627
También se aconseja que el individuo estigmatizad
como si los esfuerzos de los normales para fadlitarh
como.
facilitar!~
sas fueran efectivos y apredados.
apreciados. Los ofrecimientt
ofrecirnient<
solicitados— de interés, ayuda y simpatía, muchas ve
solicitadoscibidos por el estigmatizado como una intromisiói
inttomisi6s
desfachate2, deben ser,
intimidad y una muestra de desfachatez,
bargo, discretamente aceptados;
aceptados:
No obstante, la ayuda no es solo un problema pai
pa1
llos
inv1füdo quiere que st
r,
líos que la
ia brindan. Si el inválido
se r<
26 White, Wright y Dembo, op. cit., págs,
p.ág,, 16-17.
op. cit.,
cít., píg.
pág. 8585.
27 Macgregor y colab., op,
140
hielo deberá admitir el valor de la ayuda y permitir que la
gente se la otorgue. Muchas veces he visto desvanecerse el
miedo y la perplejidad de los ojos de la gente al tender mi
mano buscando ayuda,
ayuda» y he sentido surgir la vida y el calor
de las manos que se me tendían. N
No
o siempre somos conscons­
cientes de 1a
la ayuda que podemos brindar al aceput
aceptar un auau­
xilio, ni de que, de ese modo, damos un paso más hacia el
28
contacto.280392
contacto.
Un escritor enfermo de poliomielitis aborda un tema sisi­
milar:
Cuando mís
mis vecinos
vednos llaman a mi puerta un dfa
día de nieve
para preguntarme si necesito algo de la tienda, aun cuando
esté preparado para el mal tiempo trato de pen$a1'
pensar eo
en algún
rechazar un ofrecimiento gene.roso.
generoso. Es
E s más
artículo antes de .rechazar
para probar que so­
~
amable aceptar la ayuda que rechazarla .para
29
mos independíentes.
independientes.2®
Y , análogamente, un amputado:
Y,
Muchos
M u c h o s amputados
a m p u ta d o s dan
d an a los
lo s demás
d e m á s el gusto
g u s t o de
d e que
q u e se
se
sientan
bien
sie n ta n b
ie n aI
al hacer
h a c e r algo
a lg o por
p o r ellos.
e llo s . Esto
E s t o no
n o incomoda
in c o m o d a a la
la
gente
como
ocurriría
si
el
lisia.do
estuviera
aún
de
pie.so
g e n te c o m o o c u r riría s i e l lis ia d o e s tu v ie r a a ú n d e p ie .80
A ppesar
para
A
e s a r de
d e lo difícil
d if íc il que
q u e puede
p u e d e ser
se r p
a r a el
e l estigmatizado
e s tig m a tiz a d o
aceptar
a c e p ta r discretamente
d is c re ta m e n te los
lo s torpes
to rp e s esfuerzos
e s fu e r z o s que
q u e los
lo s otros
o tr o s
realizan
para
re
aliz an p
a r a ayudarlo,
a y u d a r lo , aún
aú n se
s e le exige
e x ig e algo
a lg o más.
m á s. Se
S e consic o n s i­
d e ra que,
q u e , si
sí re
a lm e n te se encuentra
e n c u e n tra cómodo
c ó m o d o con
c o n su
su diferend ife re n ­
dera
realmente
cia, esa
un
e s a aceptación
a c e p ta c ió n tendrá
te n d rá u
n efecto
e fe c to inmediato
in m e d ia to sobre
s o b r e los
lo s norn or­
males,
m a le s , pues
p u e s los
lo s ayudará
a y u d a r á a sentirse
s e n tir se más
m á s tranquilos
tr a n q u ilo s en situacios itu a c io ­
nes
n e s sociales
so c ia le s compartidas.
c o m p a r tid a s. En
E n síntesis:
s ín te s is : se
s e le aconseja
a c o n se ja que
q u e se
acepte
persona
a c e p te como
c o m o una
una p
e r so n a normal
n o rm al por
p o r lo
lo que
q u e los
lo s dem,s,
d e m á s, y
por
pueden
p
o r ende
e n d e tambi~n
ta m b ié n él,
é l, p
u e d e n ganar,
g a n a r , si
s i así
a s i lo hace,
h a c e , en las
la s
interacciones
cara
a
cara.
in te r a c c io n e s c a ra
ca ra .
Por
por
P o r consiguiente,
c o n s ig u ie n te , la línea
lín e a inspirada
in sp ir a d a p
o r los
lo s nonnales
n o rm a le s obliga
o b lig a
la
28 Carling, op. cit.,
cii.t pigs.
págs. 67-68.
Henrich y Kriegel, op. á t., pág. 185,
ro3029the ~~t'
Jle~. ~~~n~~:i-~
ri!!oo,
«Evaluation of
G- Ladieu,
E, Hanfmann y P~T. Dembo,
of Hclp
Help by
by
Jnjured•,
Abno,mal and
,md Socíal
Psychology, XLII,
Injurió», en Journal o/
of Abnormd
Social Psyckology,
X LII,
1947, pie.
pli¡. 182.
141
diversas maneras
al estigmatizado a protegerlos de dr.renas
deramnos
deraremos ahora un aspecto importante de esta Jf
que nos habfamos
habíamos limitado a seffalar.
señalar.
Dado el hecho de que en muchas situaciones los
tienen para con el estigmatizado la cortesía de
defecto como si careciera de importancia, y te1
tei
cuenta que el estigmatizado siente que a pesar de 1
ser normal como cualquier otro, se espera que
cuando se permita engaliarse
engañarse y creerse más acepl
acepi
que realmente cs.
es. Intentam,
Intentará, elltonces,
entonces, participar
te en áreas de contacto que los demás consideran
das. Así, por ejemplo, un escritor ciego describe
nación que produce en la peluquería de un hotel
El
£1 local se volvió silencioso y solemne a medid
introdujeron en 6,
unifonnado m
él, y un empleado uniformado
ra
tualmente
tuaimente para sentarme en la sille.
silla. Intenté hace
ma, la habitual de cortarse el pelo una vez cada
aunque no lo necesitara. Fue un error. El
E l silencio
que yo no era un hombre que pudiera
pudiera hacer br
bt
1
cu,ndo
cuando fueran ingeníosas.ª
ingeniosas* 1
Ané'.logamente,
Análogamente, en lo relativo al baile:
algo escandalizada al escucharlo
La gente parecía a]go
t'
pasado una tarde en un té danzante en el Savoy
pod[an explicar por qué sentían eso, y al dedrl1
podían
decir!
intentaría
había divertido enormemente y que intenta.da
oporti
experiencia en cuanto se presentara otra oporh
cosas parecieron empeorar,
empeorar. Era a1go
algo que un cicg•
ciegi
. . )) La situación tenía el clúico
clásico sabor •<
hacer ( ...•
82
respeta como es debido un período
duelo.83
periodo de duelo.
Un inválido agrega otro ejemplo:
representiti
Pero, la gente no solo espera que uno represen
sino también que se ubique en su lugar.
Rec,
lugar, Reci
ejemplo, a un hombre en un restaurante al aiJ:
aú 312
31 Qievigny,
pág. 68.
Chevígny, op.
os. dt.,
« /., pig.
68.
pig. 130.
32 lbíd.,
Ibíd., pág.
142
O slo. Era un lisiado y había dejado su silla de ruedas para
Oslo.
hasta una terraza donsubir una cscal~a
escalera bastante empinada basta
don­
pierde se encontraban las mesas. Como no podía usar sus pier­
nas se arrastraba con las rodillas, y cuando empezó a subir
Jas escaleras en esta forma tan poco convencional, los momo­
las
zos corrieron a su encuentro, no para ayudarlo, sino para
informarle que en ese restaurante no podían servir a un
hombre como él, porque la gente iba alU
allí para divertirse y
pre­
pasar un rato agradable y no para deprimirse con la pre•
88
sencia de inválidos.
inválidos.88
senda
£1 hecho de que el individuo estigmatizado tome con excesiva
El
condicio­
seriedad esa discreta aceptación indica que ella es condicional. Depende de los normales no dejarse presionar para
comodibrindar más aceptación de la que pueden dar con comodi­
dad, o, ,en.
en el peor de los casos, con incomodidad. Se espera
da.d.
estigmatizados actúen OOl1
con caballerosidad y que no
que los cstigmatiudos
lí­
fuercen las circunstancias; no deben poner a prueba los Jf.
demuestra ni tomarla como
mites de la aceptación que se les detnuestta
supues­
base para demandas aún mayores. La tolerancia, por supuesto, es en general parte de un convenio.
Exi­
La naturaleza de un «buen ajuste» es ahora evidente. Exiinconsge que el individuo estigmatizado se acepte, alegre e incons­
miscientemente, como igual a los normales, mientras que, al mis­
mo tiempo, se aleja por su voluntad de aquellas situaciones
tendñan dificultad en fingir un
en las cuales los normales tendrían
tipo de aceptación similar.
«buen ajustci.
ajuste» son
Como los que presentan la línea del cbuen
los nor•
nor­
quienes adoptan el punto de vista de la sociedad de )os
cabría preguntarse qu~
qué significa para los normales el
males, cabria
hecho de que el estigmatizado siga esta línea. Significa que
jamás tendriin
tendrán que enfrentarse con la injusticia y el dolor
de tener un estigma; significa que los normales no tendrán
que admitir cuán limitadas son su discreción y su tolerancia,
y significa que podrán permanecer relativamente incontamiincontami­
nados por un contacto íntimo con el estigmatizado, y no
ver amenazadas sus creencias relativas a la identidad. Es
precisamente de estos significados que, de hecho, derivan
ajuste .
las especificaciones de un buen ajuste.
. .56.
.3)
33 wling,
Carling,op.op.cit.,
d t.,pág
pág.
56.
143
Cuando una persona estigmatizada adopta la actitud de
o11buen
«buen ajuste» se dice, a menudo, que tiene un carácte
fuerte o una profunda filosofía
filosoffa de la vida, tal vez porque nc
oc
sotros, los normales, deseamos en el fondo encontrar la es
CJ
pllcación
plicación de la energía y la buena voluntad necesarias par
modo. Se pueden citar las palabras de un
actuar de ese modo,
persona ciega:
cree que el deseo de progresa
Tanta es la gente que no Cree
surge de motivaciones bastante corrientes que, a modo d
defensa, uno desarrolla casi automáticamente una racions
raciom
lizaci6n
«filosofía•
lización para explicar su conducta. Se crea una «filosofía*
La gente insiste en que debemos tener una, y piensa qu
estamos bromeando cuando le decimos que no. Entonces
se haEe
hace todo lo posible por complacerla, y a los extraño
que en trenes, restaurantes o subterráneos
subtenáneos desean sabe
por qué uno sigue adelante se les da esa pequeña contribi
ci6n.
ción. Hay que tener un discernimiento poco habitual par
excepcione!
advertir que esa filosofia
filosofía no es, salvo contadas excepciones
noci6n que «
una invención personal, sino un reflejo de la noción
e
mundo tiene de la ceguera.84
ceguera."
La fórmula general es evidente. Pretendemos que el mod
de actuar del indjviduo
individuo estigmatizado nos diga que su carg
no es opresiva ni que el hecho
hec:ho de llevarla lo diferencia
díferencia d
rustanci
nosotros; al mismo tiempo, debe mantenerse a una distanci
tal que nos asegure que no tenemos ·dificultades
confi.J
dificultades en confii
mar esta creencia. En otras palabras, se le recomienda qu
ne
corresponda naturalmente aceptándose a sí mismo y a nc
sotros, actitud que no fuimos los primeros en brindarle. D
aceptllciÓn fantasm
fQntasma,
este modo se consiente en una aceptación
a, qu
alidad fantasm
normalid(ld
Jantarm,t
proporciona el fundamento de una norm
Debe estar tan profundamente comprometido en esa actitu
hacia el yo, definida como normal en nuestra sociedad,
eU
hasta tal punto debe formar parte de esa definición, que ell
le permita representar ese yo de manera impecable ant
espet
una audiencia ansiosa, que lo observa de reojo a la espei
~~e~j,~~f;
~~·;tT~~1~~-~::· :iswa ! :,~.•:"~
10 sugiere a contimiacíó
34 Chevigny, op. cit., píes. 14M42. El sutor
que esta filosofía puede incluso ser exigida a personas degas de D:
cimien10
'9til.n en condiciones
condidonfl de aprendí
aprend1
cimiento y que, por lo tanto, no están
qud
quá e5
es lo
Jo que han compensado exitosamente.
144
de una nueva demosttaci6n.
demostración. Puede incluso ser llevado a
unúse con los normales al
unirse
ai sugerir a sos
sus iguales que el des,.
des­
contento que muchos de dios
ellos sienten es motivado por de.
de­
saíres
saires imaginarios, lo cual, por supuesto, puede ser a veces
cierto
derto ya que las marcas de muchos ltmites
limites sociales son tan
tenues que permiten que todo el mundo actúe como si se los
aceptara plenamente; esto sigmfica
significa que puede ser reaJista
realista
orientarse hada
hacia signos mínimos quizá no intencionales.
L a ironía de estas recomendaciones no reside en el hecho
hedió de
La
que se le pida al estigmatizado que sea paciente con los efe.
de­
mis
más -nada
— nada menos que lo que se le impide ser-,
ser— , sino que
esta expropiación de su .respuesta
respuesta sea lo mejor que pueda obob­
tener. Si, de hecho, desea vivir en la medida de lo posible
«como cualquier otra persona», y ser
set aceptado «por
«p or lo que
realmente es•,
es», entonces, esta es la posición más sagaz, aunaun­
que se sustenta en una base falsa; porque en muchos casos
el grado de aceptación
aceptadón de los normales puede acrcccntane
acrecentarse
si el estigmatizado actúa con espontaneidad y naturalidad
totales, como si la aceptad6n
aceptadón condicional, cuyos limites
límites se
cu.ida
cuida de no sobrepasar, fuera una aceptaci6n
aceptadón plena. Pero,
por supuesto, lo que para el individuo es un buen ajuste
puede ser aún mejor para la sociedad. Debemos
Dehemos agregar que
1a
la confusión de los límites es un rasgo general de la or•
or­
ganizaci6n
ganización social;
soda!; el mantenimiento de W1B
una ac:eptaci6n
aceptadón fanfan­
tasma es lo que, hasta cierto
derto punto, se pretende que mumu­
chos acepten. Todo ajuste o consentimiento mutuo entre dos
individuos puede verse fundamentalmente perturbado si
sí una
de las partes acepta en forma tota1
total la oferta de la otra;
toda relaci6n
reladón «positiva» se lleva a cabo bajo promesas de
retribución
retribudón y ayuda tales que la relación se dañada
dañaría si estos
créditos se cobraran.
La política de la identidad
Por consiguiente, tanto el endogrupo como el exogrupo pre­
presentan al individuo estigmatizado una identidad dc1
del yo, el
primero con una fraseología principalmente
prindpalmente política, el sese­
gundo, psiquidtrica.
psiquiátrica. En ambos casos se sefiala
señala que si el inin­
dividuo adopta una línea correcta ((que
que dependerá de la
persona que hable) podr.t
acepw sus propias com
conc
podrá aceptar
ser un hombre cabal; será
sed un adulto digno y resp
rcsp
sí mismo.
si
Y , en verdad, habrá
un ««sf
sí mismo»
íí
Y.
babn aceptado UD
mismo.. ((Ji!
este sf
sí mismo es necesariamente un habitante ext
voz del grupo que habla por y mediante él.
Sin cmbarao,
axno la sociologfa
veca,
embargo, como
sociología sostiene a
a veces,
sotros hablamos desde el punto de vista de un 1¡
situación especial del estigmatizado reside en que
qut
parte la sociedad le dice que es un miembro del I!g
amplio, lo cual significa que es un ser humano non
oua,
cierto punto es «diferente» y que
otra, que hasta derto
paratado
difettncia. La diferencia
dife.rencia en sf
paralado negar esa diferencia.
si d
cierto,
sociedad, pues por lo general una
derto, de la sodedad,
adquiere mucha importancia cuando es conceptúe
adquiete
conceptm
forma colectiva por la sociedad como un todo. Est
prenderá con mayor claridad en el caso de nuestro!
nuestm
más
Jo sugiere un
m ás recientemente
ferientemente instituidos, como lo
que pade<:e
padece uno de ellos:
Como resultado de una lesí6n
lesión en el centro de a
a
cerebro nadcctebr,.l de tipo
nací- con una parálisis cerebral
No
dasificac
N o percibf
perdbí esta sobrecogedora
sóbrecogedora y compleja clasifica!
que el término se popularizó y la sociedad insistí
i!lsisti
admitiera mi anormalidad así rotulada. EEra
ra algo ¡
pertenecer a los Alcohólicos Anónimos. N
No
o es p
honesto cnnsigo
consigo mismo hasta que uno no se entera
es y,
Jo que le
la sociedad
pleru,a
y , quiz4,
quizá, considera lo
sodedad piensa
ser.”15
debería ser.
Esto es aún más ddato
ato en el caso de la epilepsia. :'
tiempos de Hipócrates,
Hip6crates, quienes descubrían
descubtian que
este mal tenían asegurado un yo definitivamente
definitivament,
tizado gracias a las definiciones vigentes en la socie
sociE
sigue formulando esas definiciones incluso
incluso cuand>
cuand•
físico que implica la enfermedad puede ser insi
y aunque muchos espedalistas
especialistas utilizan actualmen
mino para referirse
refemse tan solo aa accesos que respor
respon
desorden médico no específico
espedfico (y
( y menos aún35
u,.
35 Hcnrich
ciJ., píg.
pq:. 155,
Henrich y Kriegel, op. ci¡.,
146
39
.zante).
Aquí, el punto en el cual la ciencia adica
zante).36
médica debe
retractarse es aquel donde la sociedad puede actuar con
mayor dctenninacióo.
determinación.
De
D e este modo, mientras que por un lado se le dice al eses­
tigmatizado que es un ser humano como cualquier otro, se
le señala por otro que es imprudente encubrirse o abanaban­
donar «su•
«su » grupo. En sfntesis,
síntesis, se le indica al mismo tiempo
que es igual a cualquier otro y que no lo es, aunque los vovo­
ceros no se han puesto totalmente de acuerdo para decidir
c:umto
cuinto puede pretender de:
de cada uno de estos dos aspectos.
Es
Esta contradicción y esta burla son su suerte y su destino. Es
estigma­
un constante desafío para los representantes de los estigmamados,
tizados, quienes urgen a estos profesionales a presentar una
política de identidad coherente que les permita ser lo susu­
ficientemente .nfpidos
rápidos como para percibir los aspectos cin«in­
auténticos» de otros programas recomendados.
recomendados, pero lobaslo bas­
auténticos•
tante lentos como para ver que una solución catitbltica•
«auténtica»
puede no existir.
El individuo estigmatizado se encuentra, por consiguiente,
en la arena de discusiones y debates pormenorizados relarela­
tivos a lo que debe pensar de sí mismo, o sea, la identidad
de su yo. A sus otros problemas debe agregar el de ser
empujado simultáneamente en distintas direcciones por propro­
fesionales que le dicen qué debe hacer y sentir acerca de
lo que es y deja de ser, y todo esto en su propio beneficio.
beneficia.
Escribir o pronunciar discursos abogando por cualquiera de
estas «avenidH
«avenidas de evasi6n»
evasión» es en sf
sí una solución intereintere­
sante pero por desgrada
desgracia fuera del akance
alcance de la mayoría,
de quienes simplemente leen y escuchan.
36 Uv.ingstoo,
pi¡. ,5 Jy sip.,
Livingston, op. cit.,
« /., pág.
sigs., 291-304.
147
4. El yo y el otro
Este ensayo se ocupa de la situaci6n
situación de la persona e
situaci6n en que se ene
m .respuesta
respuesta a la situación
matizada y de su
tía. Para
Pata ubicar el marco de referencia resultante en el ,i
tra.
conceptual apropiado será conveniente considerar
texto ooncq,tual
( de~
ángulos el concepto de divergencia (de:
de distintos migulos
001
t io n ) * puente que vincula el estudio del estigma coi
lion},*
mundo social.
del testo del anuido
Divergencias y normas
apli0
para. el análisis que aquí se apiles
Podemos pensar que para
sultaría más adecuado elegir deficiencias dramáticas y jJ
soltaría
parecerla que la mayor utilidai
habituales. Sin embargo, parecería
ex6tica es la de ser solo un medio para te
una diferencia exótica
identidad, por lo co
conciencia de los supuestos de la Identidad,
tan plenamente satisfechos que permiten escapar aa esa
gt'I
ciencialización, Podemos pensar también que los gr
ciencializaci6n.
minoritarios establecidos, como los negros y los judíos,
porcionan los mejores sujetos para este tipo de aná
Esto puede llevar con facilidad a un tratamiento desi¡
Socio16gicamente,
Sociológicamente, el problema fundamental relativo a e<
grupos es su lugar en la estructura social; las eventua
la interacción ca
des que enfrentan estas personas en la
com1
cara son solo una parte del problema, y no pueden comj
la historia, al
derse totalmente sin una referencia a 1a
arrollo político y a las estrategias habituales del grupo.
po
También es posible limitar el análisis a aquellos que pe
un defecto que dificulta casi todas sus situaciones soci
**
Véase la nota 1 del capitulo 5.
148
e s o s desafortunados a elaborar una gran parte
llevando a estos
sí mismos reactivamente, en función
fundón de
de la concepción de si
esa situación.1 Este
E ste informe sostiene un punto de vista didi­
ferente. Es
E s probable que el más afortunado de los nornor­
taiga algún defecto pardalmente
males tenga
parcialmente oculto, y para todo
pequeño defecto existe una ocasi6n
pequeña
ocasión social en la cual se desdes­
tacará notoriamente, creando una brecha vergonzosa entte
entre
la identidad social real y la virtual. Por lo tanto, los que
llevan una existencia precaria, ya sea constante u ocasional,
constituyen un continuo único, y su situación
situadón vital puede
analizarse con el mismo marco de referencia. (De
(D e alú
am que
personas que no presentan más que una mínima diferencia
diferenda
comprenden la estructura de la situación en la que estm
están
ubicados los totalmente estigm1Uizados,
estigmatizados, atribuyendo, a meme­
nudo, esta simpatía a la profundidad de su naturale1:a
naturaleza hu•
hu­
mana y no al isomorfismo de las situaciones humanas.
Aquellos que padecen un estigma muy grave y visible deben
aufrir,
surtir, a su vez, el ultraje especial de saber que llevan «en
el orillo» la marca de su situación,
situadón, y que casi nadie será
capaz de ver el meollo de sus dificultades.) Esto significa,
entonces, que para comprendei:
comprender nuestra diferencia no dede­
bemos mirar lo diferente, sino lo corriente. La
L a cuesti6n
cuestión de
las normas sociales
sodales es, por cierto,
derto, fundamental, pero el inin­
terés debe centrarse menos en las divergencias poco habihabi­
com ente que en las divergencias
tuales que se apartan de lo corriente
corrientes que se apartan de lo habitual.
Se puede dar por sentado que una de las condiciones
condidones necenece­
sarias para la vida social
sodal es que todos los participantes
parddpantes comcom­
partan un conjunto único de expectativas normativas ((en
en
incorpo­
parte, las normas son sustentadas por haber sido incorporadas). Cuando se infringe una regla aparecen medidas
restauradoras; agencias encargadas del control, o el mismo
culpable, ponen punto final a la acción
acdón perjudicial y rere­
paran el daño.
Sin embargo, las normas de las que se ocupa este hóro
libro se
refle.ren
refieren a la identidad o al ser, y pertenecen, por consiconsi­
guiente, a un género especial. El
E l éxito o
o el fracaso del manman­
gttlente,
tenimiento de dichas normas tiene un efecto muy directo
1 Es ~
lo que
Lemert,
Socid
píg. 75 yy sigs., ha
ha ll•
lla­
~
~~
~h
o lPathdogy,
o a , , op. cit., pág.
mado «desviación secundaria».
149
integridad psicológica dd
del individuo. A
sobre la íntegridad
All mism
tiempo, el mero deseo de obrar de acuerdo con la ñ
norm
ora
--simple
voluntad- no es suficiente, porque e
— simple buena voluntad—
muchos casos el individuo no tiene un control inmediat
dd
del nivel en que sustenta la norma. Es un problema qu
atañe a la condición del individuo, no a su voluntad; es u
problema de ajuste, no de sumisión. Solo si se introduce <◄
supuesto de que el indhdduo
individuo debe conocer y mantener s
pata su condición social, un equiv:
lugar se puede hallar, para
equiv;
lente completo en la acción voluntaria.
tales como 1
Además, mientras algunas de estas normas, tala
visión y la capacidad para leer y escribir, pueden ser pe
lo general mstentadas
sustentadas con total adecuación por la mayorl
mayor)
de las personas en la sociedad, hay otras, tales como las r.n
lacio.nadas
Iadonadas con la prestancia flsica,
física, que adoptan la form
forir
de ideaJes
ideales y constituyen estándares ante los cuales asi
casi tod
el mundo fracasa en
a i algún momento de la vida. lnclu1
Incluí
donde se hallan implicadas normas ampliamente accesible
su multiplicidad tiene por efecto descalificar a muchas pe
Estadt
sonas. Por ejemplo, según el consenso general, en Estad<
Unidos, el único hombre que no tiene que avergonzarse c~
nada es un joven casado, padre de familia, Manco,
blanco, urbaro
urban1
norteño, heterosexual, protestante, que recibió cducaci~
educació
superior, tiene un buen empleo, aspecto, peso y altura ad
cuados y un reciente triunfo en los deportes. Todo non1
nort
americano tiende a mirar al mundo desde esta perspecti~
perspectiv
y esto constituye uno de los sentidos en el que puede h
blarse de un sistema de valores comunes en Estados Un
dos. Todo hombre que no consiga llenar cualquiera de est<
este
requisitos se considerará probablemente -por
— por lo men<
meni
momentos— indigno, incompleto
Incompleto e inferior; s%
en algunos momentos-gunas veces se encubrirá y otras, tal vez, llegará a ser ap
api
logético y agresivo con relación a aspectos conocidos de
mismo que sabe indeseables para los demás. Los valores (<
firm
identidad generales de una sociedad pueden no estar finn
mente establecidos en ninguna parte en especial, y tero
tent
s1n
sin embargo algún tipo de proyección sobre los encuentre
encuerno
que se producen continuamente durante el diario vivir,
vivir.
Por otra pane,
parte, lo irnplicado
implicado no son tan solo normas rel
reí
tivas a atributos de status algo estáticos. El problema r
es simplemente la visibilidad, sino la intrusión; esto sigi,
sign
150
que la imposibilidad de sustentar las numerosas D01"·
nor­
menores, imponante
importante en la etiqueta de la comunic:aci6n
comunicación
a cara, puede tener un efecto muy penetrante sobre la
aceptabilidad del culpable en situaciones sociales..
sociales.
Por lo
k> tanto, no es muy provechoso tabular d
el número de
personas que sufren las dificultades humanas bosquejadas
en este libro. Como lo sugirió Lemcrt
Lemert en cierta oportuoportu­
nidad, el número sería
seria tan elevado como uno quisiera;ª
quisiera;2
3
y cuando se agregan los que poseen un estigma aceptado y
quienes alguna vez o:perimentaron
experimentaron la situación o están desdes­
fica
mas
cara
tinados a experimentarla -aunque
— aunque no sea más que el c:nen­
vejc:cimiento
vejecimiento progresivo-,
progresivo— , el problema ya no consiste en
saber si una persona tiene experiencia con un estigma, porpor­
que de hecho la tiene, sino más bien cuántas
ruántas son las varie­
vafie.
dadcs
dades de esa experiencia.
Se puede decir, entonces, que las normas de la identidad
moto divergencias como ajustes. Ya
Y a se citaron
engendran tanto
dos soluciones generales para estas dificultades normativas.
Una de ellas c:onsistía
consistía en que una catcg0ria
categoría de personas
mstentara
susténtala la norma, peto
pero que se definiera y fuera definida
por los detnú
demás como la categoría no relevante para hacerse
cargo de la norma y ponerla en práctica personalmente. La
otra solución se dirigía al .individuo
individuo que no puede manman­
tener una norma de identidad para separarse de
~ la
k comucomu­
nidad que apoya la norma, o abstenerse de desarrollar un
vinculo con la comunidad. Esta es, desde ya, una solución
costosa tanto para la sociedad como para el individuo, aun
cuando se prodmica
produzca siempre en pequeñas cantidades.
El proceso que aquf
aquí se detalla constituye al mismo tiempo
una tercera soluci6n
solución de importancia para el problema de
las normas no sustentadas. Por medio de estos procesos es
posible que la base común de
d e las normas se sustente mucho
muebo
más allá del círculo de aquellos que pueden hacerse cargo
de ellas; este es, por supuesto, un enunciado relativo a la
función social de
d e estos procesos y no a
a su causa o deseabideseabílldad.
lidad. Están implicados el encubrimiento y el enmascaraenmascara­
miento, que suministran al estudioso una apllcaci6n
aplicación espeespe­
cial de las artes del manejo de la impresión, artes básicas en
2 E. Lcmert,
Lemert, «Some Aspects of a General Theory of Sodopathk
Sociopathic Behavior•,
Proceedings of the
Pacilic Sadolo¡k,l
Societ,, State
havior», Cll
en Procecdings
tbe Pacific
Sociologicd Society,
Col.lqe
XVI,
Colifege of W•hington,
Washington, XV
I, 1948, píp.
págs. 2'"24.
23-24.
151
ejerce un
la
Ib vida social, mediante las cuales el individuo ejeice
re­
control estratégico sobre su propia imagen y los productos recogidos por los demás. También está implicada una forma
cooperación tácita entre normales y estigmatizados: el
de cooperaci6n
que se desvía puede permitirse continuar ligado a la norma
se­
porque los demás tienen buen cuidado en respetar su serestan imponancia
creto, pasan por alto su
a i revelación o testan
importancia
a las pruebas que descubren un secreto; estos otros, a su
ai
estigvez, pueden permitirse ampliar su cautela porque el estig­
matizado se abstendrii
abstendrá voluntariamente de reclamar una
conq11c los normales con­
aceptaci6n
aceptación más allii
allá de los límites que
sideran cómodos.
normal
El
E l desviado
desv iad o n
o rm a l
Deberfa
Debería pues, advertirse que el manejo del estigma es un
rasgo general de la sociedad, un proceso que se produce
rasdondequiera existan normas de identidad. Los mismos ras­
ttate de una diferencia muy
implícitos sea que se trate
gos están impllcitos
estigmágrande, del tipo tradicionalmente definido como estigmaavergontico, o de una insignificante, de la cual la persona avergon­
roosizada se avergüenza de estarlo. Se puede sospechar, por consi­
sao
guiente, que el rol del normal y el rol del estigmatizado son
tda
misma
una
de
recortes
partes del mismo complejo,
td
a
panes
orienestándar. Desde luego, los estudiosos que tienen una orien­
consecucncfa
tación psiquiiittica
psiquiátrica han señalado a menudo la consecuencia
tad6n
ti~
patológica de la autodcnigraci6n,
autodenigración, señalando al mismo tiem­
po que el prejuicio contta
contra un grupo estigmatizado puede
constituir una forma de enfermedad. Sin embargo, no nos
pautas de
hemos ocupado de estos extremos, porque las pautss
consideradas en este ensayo se comcom­
respuesta y adaptación c:onsjderadas
prenden totalmente dentro del marco de referencia de la
psicología normal. Se puede dar por sentado, en primer
psicologfa
lugar, que las personas que poseen estigmas diferentes se
situación bastante similar y responden
encuentran en una s.iruaci6n
de una manera parecida. Un farmacéutico amable conversa
farmacon todos sus clientes del vecindario; por ende, las farma­
buscias de barrio son evitadas por estigmatizados que bus­
-personas
personas sumacan medicamentos de cualquier índole —
1'2
mente diversas, que companen
comparten solo una necesidad: la
controlar infotmacióo-.
información— . En segundo lugar, se puede
de coutrolar
las
dar por sentado que el normal y el estigmatizado tienen la
mismas características
c:aractcdsticas mentales y que esto es lo corriente
esen nuestra sociedad; el que puede desempeñar uno de es­
desempe­
tos roles tiene entonces lo que se requiere para desempees
otro,
u
estigma
un
de
respecto
hecho,
ñar el otro, y, de
experiencia para haha­
probable que haya adquirido cierta uperiencia
Más importante aún es sefialar
señalar que la noción
nodón misma
cerlo. Má
vergonzosas supone una semejanza respecto
de diferencias verg<>n%osa
iden­
de creencias decisivas: aquellas relacionadas con la idencreen­
tidad. Aun cuando un individuo posea sentimientos y creencias bastante anormales, es probable que sus intereses y las
estrategias empleadu
empleadas para ocultar estas anormalidades a
romo lo su¡iere
los demás sean perfectamente normales, como
sugiere la
situación de los ex enfermos mentales:
dificuludes_se .centra
centra cq
en el significado de un
Una de las dificultadCLse
«empleo apropiado». A veces los pacientes no pueden, pero
par­
más a menudo no quieren, explicar por qué un trabajo particular es «inapropiado» o imposible para ellos. Un hombre
maduro no podía decidirse a explicar que la oscuridad le
fe
producía tanto tenor
terror que insistla
insistía en compartir su dormi•
dormi­
un
tia, y que le resultaba imposible tener ou
torio con una tía,
empleo que implicara volver solo a su casa en las noches
quepero si debía que­
de invierno. Intentaba vencer su miedo, peto
caía en un estado de colapso flsico.
físico.
darse solo una noche, aúa
En un caso así -y
— y hay muchos otros-,
otros— , los temores del ex
ridículo, al desprecio yy•a la severidad le vuelven
sl ridiculo,
enfermo al
redw:a o no conserva los
difícil
«pié rechaza
dificil poder explicar por qué
trabajos que se le ofrecen. Se lo puede entonces catalogar
fácilmente como poco adicto al trabajo o no empleable, lo
resultará financieramente desastroso.*
desastroso*
que resuJ.tará
D e manera análoga, cuando una persona que ~vejece
envejece des-des­
De
el nombre de algunos de sus
cubre que no puede recordar d
amigos más cercanos, dejará de ir a los lugares de reunión
así una
donde es probable que los encuentre, ejemplificando asf
molestia y un plan que implican capacidades humanas que
nada tienen que ver con el envejecimiento.
to,.
eit., pi¡,
J Mi&,
y
Mili*, op. cu.,
pág. 10$.
Por consiguiente, si se denomina desviada a la persona e
matizada, convendría llamarla desviada normdl,
norm al, al m
en la medida en que su situación se analice dentro del o:
a
de referencia que se presenta aquí.
&iste
w
Existe una prueba directa de este yo-otro, de la ur
estigmatmdo-normal.
parecerla que aqu
estigmatizado-normal. Por ejemplo, parecería
cuyo estigma es de pronto dimJnado
eliminado mediante una a
ex
operación quirúrgica pueden ser visros
vistos ntpidamcnte
rápidamente p
como personas que alteraro
alterare
mismos y por los otros corno
dirección a Jo
lo aceptable,•
aceptable,* as{
así como Sqtl
aqu
personalidad en diiecci6o
en quieocs
pro.oto aparece un defecto puede.o,
quienes de
(fe pronto
pueden, m
coi
lativa
latíva rapidez, ezpcrímentar
experimentar un cambio
camino en su persona
aparente.•
aparente.6 Estos cambios
caminos percibidos parecen ser resu
tesu
del lugar que ocupa el individuo en una nueva
nuera rdaci6n
relación
intera
las contingencias de la aceptación propias de la inten
cara a cara.
cara, y con el consiguiente empleo de nuevas i<
tegjas
tegias de adaptaci6o.
adaptación. Otras pruebas importantes provi
de experimentos sociales
sodales en los que los sujetos a s
conscientemente un defecto ((en
en fonna
forma temporaria, po
pe
puesto), tal como una sordera parcial; en estoS
estos cu.
cas
comprueba que tienen espontéeamente
espontáneamente las mismas l'Cl
m
nes
y rrecursos
n
es y
e c u r s o s que los que estm
están en realidad impedidos
Hay
H a y que mencionar
m e n c io n ar también otro
o tr o hecho. Dado que el
de un status
s t a tu s estigmatizado
e s tig m a tiz a d o a
a otro normal se
s e produce
sum.iblemcnte
una
su m ib le m e n te en u
n a dirección
d ire c c ió n deseada, es
e s compre,
co m p ra
que una vez
producido
pueda
ve2 p
r o d u c id o el cambio
c a m b io p
u e d a ser
s e r resistidc
resistide
cológicamente
« iló g ic a m e n t e por el individuo.
in d iv id u o . Pero
P e r o es muy
m u y difícil
d ifíc il
prender
p r e n d e r c6mo
c ó m o los individuos
in d iv id u o s que
q u e sufren
su fre n una repentina
re p e n tin a 1i
formación
fo rm a c ió n de
d e su vida
v id a -de
— d e normal
n o rm a l a
a estigmatizadae s tig m a tiz a d a — pt
pi
sobrevivir
s o b r e v iv ir psicológicamente
p s ic o ló g ic a m e n te al
a l cambio;
c a m b io ; sin embargo,
e m b a rg o ,
a menudo
m e n u d o lo
lo hacen.
h a c e n . El hecho de que
q u e se puedan n
«
ambos
a m b o s tipos
tip o s de transformaciones
tr a n s fo rm a c io n e s -pero
— pero en especial
e s p e c ia l !i
timatim a — sugiere
su g ie r e que las capacidades
c a p a c id a d e s estándares
e s tá n d a r e s y el en!
eni
miento
habilitan
para
manejar
m ie n to corriente
c o rrie n te nos h
a b ilita n p
a ra m
a n e ja r las do
do
sibilidades,
sib ílid a d e s. Y,
Y , una
u n a vez
v e z aprendidas
a p r e n d id a s estas posibilidad,
p o sib ilid a d »
resto, lamentablemente
la m e n ta b le m e n te ,1 es fácil
fácil. Aprender que se est~
est¿ 456
4 Macgregor y colab., op. cit.,
eit., págs. 126,129.
126-129.
5 !bid.,
pigs. 110-114.
Ibíd., págs.
Meyereon, •Experimental
«Experimental Injury: An Approach to
6 L. MeyCl'50II,
ro the
mies
/:,111,s, IV,
m ía of Physkal
Physical Disabilicy»,
Disability», en Jorm,111
Journal of Social htues,
~
- 69-71. Véuc
págs.
Véase tambi~n
también Griffin, op. tit.
1'4
limite, o que no se está despu&
después de haberlo estado,
allá del lfmite.
estado.
no es, pues.
pues, algo complicado; es simplemente
simplemcote una nuera
nueva
ieubicaci6n
muco de referencia,
refetencia, .,7
reubicación dentro de un antiguo marco
un asumir para
pata sí
s í lo que antes
anees pensaba que rcsidfa
residía en los
estigmatízación repentina no
demás. Lo doloroso de una estigmatizaci6n
surge.
surge, entonces, de la confusión del individuo respecto de
tino del conocimiento exacto de su nueva
su identidad, sino
situación.
Tomado, pues, a través del tiempo, el individuo es capaz
de representar ambas partes del drama normal-desviado.
nonnal-desviado. Sin
~mbargo,
embargo, debe advertirse que, por más que esté encajado
en un breve momento social, el individuo puede ser ca­
capaz de desempeñar ambas funciones, revelando una capa­
cap•
cidad general no solo para llevar a cabo los dos toles,
roles, sino
también el aprendbaje
ejeaprendizaje y
7 el dominio necesarios para eje­
cutar en forma corriente la conducta de rol requerida. Desde
luego, esto se ve facilitado por el hecho de que los roles
de estigmatizado y normal no son meramente complemen­
complementarios, sino que presentan ciertos
d en o s paralelos y semejanzas
notables. Los int&prctes
conintérpretes de cada rol pueden evitar el con­
con el otro como medio para lograr d
tacto c:on
el ajuste; cada
uno de ellos puede sentir con ramn
totabnente
razón que no es totalmente
aceptado por el
observada
d otro, y que Sil
su propia conducta es obsecrada
demasiado de cerca. Puede permanecer con sus «pares»
«pares~
simplemente para no tener que enfrentar el problema. Ade­
Además, tanto las asimetrias
asimetrías o diferencias existentes entre los
roles como la tarea común y decisiva de mantener la si­
situad6n
tuación sociul
social que estal
está en marcha se mantienen a menudo
dentro de tales límites. Debe existir una sensibilidad sufi­
su&dente
ciente al rol del
d d otro para que cuando una de las partes de
la pareja normal-estigmatizado no emplee ciertas técnicas
otra sepa cómo introducirse y asumir
de adaptación, la otta
el
d rol. Por ejemplo, si la persona estigmatizada no consigue
realáta, la normal puede
presentar su defecto de manera realista,
asumir esa tarea. Y cuando los normales intenten ayudar
dificulcon tacto a la persona estigmatizada a resolver sus dificul­
tades, esta puede apretar I~
los dienres
dientes y aceptar airosamente
la ayuda sin tomar en cuenta la buea.a
del
buena voluntad d
d esfuerzo.
Las pruebas de este rol bicéfalo están
est4n al alcance
aJcance de todos.
Por ejemplo, ya sea en broma o en serio, 1a
la gente trata de
encubrirse, y lo hace en ambas direcciones, dentro o fuera
u,
de la categoría estigmatizada. O
Otra
pruebas es el
tra fuente de pinchas
psicodrama. Esta
enfermoi
E sta «terapia>
«terapia» da por sentado que los enfermo!
mentales y otras personas que están más
mú allá
~ del límitt
límii.
pneclen,
rcpresenta.1
pueden, en el escenario, cambiar los papeles y representa!
el rol de normal f~nte
repre,
frente a otro que en ese momento repte
senta el de estigmatizado; y, de hecho, pueden realizar est;
est,
teatralizacíón sin demasiadas indicaciones
teatralización
índicaciones y con apreciable
apreciabl,
habilidad. Um,
d,: que el indivi
inclivi
Una tercera fuente de pruebas de
duo
el dt
de
dúo puede desempeñar simultáneamente ambos :roles,
roles, d
normal y el de estigmatizado, proviene de las burlas er
a
privado. Cuando están reunidos, los normales
nonnales «rem
«remedan•
ed a»
a una clase de estigmatizados. Puesto en iguales circuns
cimmstandas, el estigmatizado remeda tanto a los normales come
come:
a sí mismo. En son de chanza, representa escenas de degra
degradación
dadón con uno de sus pares, a cuyo cargo se encuentra el
d d más cruel
ctu d de los normales, mientras
él interprete
papel del
mientra a
interptttl
momentáneamente el rol complementario, para pasar de
improviso a una rebeldfa
rebeldía vicaria. Como parte de este triste
placer recurrirá al uso burlón de apelativos que aluden al
generalmente tabúes
ixta».T El
Es
estigma, genemlmente
tab6es en la sodedad
sociedad «m
«mixta..'
necesario repetir aquf
estigma-a
aquí que esta clase de burla del estigm
tizado no demuestra tanto dcierto
distancia habitual
e tto tipo de distanda
del
el hecho fundad d individuo respecto de sí mismo como el
funda
mental de que, en primer lugar, una persona estigmatizad*
~tim
es como cualquier otra que conoce el punto de vista qu<
(111'
los otros tienen de personas como ella, y que se diferends
diferencia
de estos por tener una razón
ru.ón especial para resistir la detrae
detrae:,
d6n
norma.les,
dón provocada por el estigma en presencia de los normales
y la facultad especial
espedal de expresarla cuando están ausentes.
Los representantes profesionales del grupo proporcionan un
Wl
caso especial
superficial de un lenguaje y 1111
espedal del
d d empleo superfidal
ur
lo:
estilo autoabusivos. Cuando representan a su grupo ante 101
normales pueden encamar de un modo ejemplar los ideales
idealei7
7 Por ejemplo, con respecto a los negros, véase Johnson, op. cit.
pág. 92. Sobre el uso de «loco» por enfermos mentales véase, poi
ejemplo, I. Belknap, Human Problems of a State Mentel Hospital,
Nueva York: McGraw-Hill Book Company, 1956, pég. 196, y J.
Kerkhoff, How Thim tbe Ved, Nueva York: Greenbog, 1952, pég
152. Da vis, «Devi anee Disavowal», en op. cit., págs. 130-131, propor
ñoña ejemplos relativos a los impedidos físicos, señalando que II
utilización de tales términos con ios normales es un signo de qoc
estos son «sabios».
156
últimos, ya que, en parte, fueron eletJidos
elegidos por SCf
ser
de estos IÜbDIOS,
capaces de hacerlo. Sin embargo, cuando atienden cuestiocuestio­
pueden sentirse especialmente
nes sociales entre sus pares pieden
han olvidado el modo de
obligados a demostrar que no haq
obrar del grupo
pupo o su propia ubicaci6n,
ubicación, y, de esta manera,
emplear en escena un clialecto,
dialecto, gestos y expttSiones
expresiones nativas
que configuran una caricatura humorística de su identidad.
((LLaa audiencia puede entonces disociarse de lo que alÚl
aún concon­
serva e identificarse con lo que todavfa
todavía no es.) Sin emem­
bargo, estas representaciones tienen a menudo un aspecto
pulido y cuidado; es evidente que algo fue puesto entte
entre
paréntesis y elevado a la categoría de arte. De
D e todos modos,
se encuentra por lo general en el mismo representante la
capacidad de ser hasta cierto punto más cnorma1i.
«norm al» que la
mayoría de los miembros de su categoría que se orientan
en esta direc:ci6n,
dirección, mientras que, al mismo tiempo, puede
bxuxmet el idioma nativo con más energía que aquellos de
imponer
tu categoría que se orientan en esta dirección. Y,
Y , si un reteN
presentante carece de esta aptitud para
pare mmejar
manejar dos cans,
cares,
se verá forzado a desarrollarla.
ae
E stig m a y realidad
re alid ad
Estigma
Sostuvimos hasta aquí la necesidad de atribuir un papc1
papel
fundamental a las discrepmcias
discrepancias entre la identidad social
real y la virtual. Pusimos el Wasis
énfasis en el manejo de la tensión y de la información, es decir, en la manera en que el
individuo estigmatizado puede presentar a los otros un yo
descrédito. Pero
Peto detenemos
precario, sujeto al abuso y al descr6clito.
aquf
aquí crea una perspectiva parcial, que atribuye una realidad
a6lida
sólida a algo que es mucho más endeble que eso. El
E l estigestig­
mati7.ado y el oonnal
matizado
normal son pme
parte d
el uno del otto;
otro; si uno dede­
muestra ser vulnerable debe esperarse que el otro también
lo sea. Poique
bnputa.r identidades a individuos, desacrePorque al imputar
ditables o no, el marco social más amplio y sus habitantes
se comprometen en cierto modo a s{
sí mismos, por ser ellos
quienes pasan por tontos.
Todo esto ya ha quedado implfcito
implícito en el enunciado de que,
a veces, el encubrimiento se rcali7.a
realiza porque se considera di-
1'7
vertido. La persona que se encubre en fon
forr
ocasional, a menudo relata el incidente a si
si
como prueba de la simpleza de los nórmale
normale
los argumentos relativos a la d
de que todos 10$
d
él
racionalizaciones}
¿1 y los normales son meras racionalizaciones.
de identificaci6n
identificación producen la risa y el regoc
encubre y de sus amigos. Del
D el mismo modo
corrientemente ocultan su identidad personal
pueden sentir placer en tentar al diablo Ilev
versación con normales confiados a un terre
tette
sin saberlo,
s,qberJo, estos hacen el papel de tontos i11
clones
ciones que la presencia del que se encubre <e
completo. E
En
ca.sos, lo que aparece <,
n dichos casos,
es h
la persona que tiene una diferencia, sino i
y cada uno de los que se encuentran en la !¡
intentan mantener pautas convencionales de
de• t
Sin embargo, existen,
e:z:isten, por supuesto, ejemplo
cjcJnplc
rectos de que lo amenazado es la situación,
Los impedidos flsicos,
expuc
físicos, por ejemplo, expue
muestras de simpatía y averiguaciones-por
averiguaciones. por jJ
ños, pueden, a veces, proteger su íntimidat
intinúdac
práctica una conducta no precisamente
precisainente caut<
cauu
muchacha a quien le faltaba una pierna y era,
e.ra,
víctima de frecuentes interrogatorios
intertogatorios por ps
PII
traños, inventó un juego que llamó «jamón
responder aa una pregunta ,
que consistía
consísrla en teSpOtlder
cación
cadón presentada en forma dramáticamente
JDuchacha
muchacha en la misma situación informa de
similar:
Las preguntas relativas a cómo habta
pen:lidcl
había perdido
fastidiaban; por eso, inventó
invent6 una respuesta jJ
naba todo tipo de interrogatorio:
inte!rogatorio: «¡Pcdf
dinc
«¡P ed í diñe
pañía de préstamos y retienen mi pierna ccom
oa
pafiía
También se citan respuestas breves que poi
cucntro
cuenteo no deseado:
8 Véase Goffnan,
Goffman, Asylums,
AzyJums, op. át.,
cit., pág.
pq. 112.
9 Bakcr,
dt'., págs. 92-94.
Baker, op. «/.,
10 Henrith
7 Kriegel, op. cit.r
cit., pág.
p6g. 50.
50,
Henrich y
«¡Mi
pierna.>
«jM i pobre niña! Veo que ha
Ha perdido su pierna.»
Y esa es la oportuDidad
oportunidad para el
d /<>U&hi:
lonché: «¡Qu6
«¡Q u é descuido de
11
mi parte!»
JDi
parte! >..11
Además, existe el arte mucho
mu<:ho menos corth
cortés de engañar al
otto,
otro, mediante el cual, en d transcurso de situaciones sodales, miembros activos de grupos desventajados
desventa]ados elaboran
ciales,
una historia sobre ellos mismos y sus sensaciones ante los
normales que torpemente les profesan simpat!a,
simpatía, hast.a
hasta que
la historia alcanza un punto en que resulta patente que se
trata
trota de una pura invención.
Una mirada fcla
fría puede, por supuesto, impedir de entrada
un encuentro, como lo ejemplifican las memorias de un
enano agresivo:
Estaban los indiferentes, que miraban
tni.raban como montañeses que
bajan al pueblo para ver un espectáculo ai:nbulante.
ambulante. Los
6sgooes,
fisgones, de tipo furtivo, que se alejaban ruborizados si
sí los
pescaba mirando. Los compasivos, que chasqueaban la lenlen­
P.ª
gua con tal fuerza que se los podía oír cuando ya estaban
lejmi.
lejos. Pero los peores de todos eran los charlatanes.
charlatanes, cuyas
observaciones podrían
podrfan resumirse asi:
así: «¿Cómo
«¿C óm o está usted,
pobre muchacho?>.
muchacho?». Lo
L o deáan
decían con sus ojos, con sus gestos
y oon
con su tono de vaz.
voz.
Mi defensa c:Usica
dásica era una mirada &fa.
fría. Así,
A si, anestesiado
contra mi contrinca.nte,
contrincante, pod{a
podía lidiar con el
d problema básico*,
húico:
12
entrar
mitrar y salir vivo del
d d subterráneo.
subterráneo.13
A partir de aquí no hay m'5
más
A
niños
que un paso hasta
basta los nifios
invmdos
inválidos que se las arreglan de vez eo
en cuando para so.r•
sor­
prender a alguien que los agrede, o las personas que <:Ottts
cortés
pe.ro
pero claramente son excluidas de determinados ambientes, y
que cortés y claramente penetran en esos ambientes con
toda determinación.u
determinaddn.1®
11
XI Baker, op. cit., piíg.
pág. 97, en.
en Wright,
Wríght, op. cit.\
cit., .,,,.
pág. 212.
Víscardí, A Man's
Man s Stat•re,
Statare, pág. 70, eta
en \Vrignt,
Wright, op. til.,
cit., pág. 214.
12 Víscardi,
Sobre técnicas similares empicadas por un hombre que tiene prfios
garfios
\'ásc
véase RusscU.
RusscU, op. di.,
d t„ pigs.
pígs. 122-12}.
122123.
13 Un ezpcrirncnto
experimento relativo •a estoa
estos casos apua-c
aparece en M. Kolm
Kohn y
1'
A. Williams (h.),
(h .), «Situatimw
«Situational Pattcmin8
Pittcraing in
¡n ~
Ititetgrcup R.clation...,
Rdations»,
B..
ca .A,-riam
American Sociolo1iul
Socklogtcd Rnln,
Reoiew, XXI,
X X I, 19'6.
1936, pfp.
págs. 164-174.
La realidad social sustentada por el auembro
miembro &
d
particular categoría de estigmatizados y el noi
tiene, en sí, una historia. Cuando -por
— por ejemplo
del divorcio o la etnicidad
etniridad irlandesairlandesa— un atril
gran parte de su fuena
fuerza como estigma, habrá un
el que la definición previa de la situación sen
ser*
renovados ataques: primero, quwí,
quizá, desde los ese
esc
trales, y posteriormente durante los contactos
lugares públicos, hasta que deje de ejercer un ce
ct
sobre aquello a lo cual puccle
presta.!
puede fácilmente presta!
como sobre lo que debe mantenerse en secreto
samente
sámente iporado.
ignorado.
A modo de conclusión, deseo repetir que el estiJ
estij
no tanto un conjunto de individuos concretos
en dos grupos, los estigmatizados y los normale
nórmale
penetrante proceso social de dos roles en d
el a
dividuo
-menos en
divlduo participa en ambos rolc:s,roles, al
al-menos
textos y en algunas fases de la vida. El
E l normal
matb:ado
matizado no son personas, sino, más bien, ¡:j
Estas se generan en situaciones sociales durant
duran!
mixtos, en virtud de normas no verificadas qu
mente juegan en el encuentro. Los atributos di
un individuo en particular pueden convertido
tendrá que repiescnw
representar el papel de es
reotipo; tencló
casi todas las $ituaáones
situaciones sociales
sodales que le toe
toe
en cuí
referirse a ~.
¿ 1, tal ClOD10
como lo he hecho
hecho,1
será natural tdctirsc
a
estigmatizado cuya situación vital lo ubica en o:
particulares atri
los normales. Sin embargo, sus partiwlam
naturaleza de los e
t
matizantes no determinan la natunleza
normal y el
di estigmatizado, sino simplemente L
Y
con que desempeña uno de ellos en especial. Y
lo implicado
Implicado son roles de intcracri6n,
interacción, no indi
a c to s, no resultañ
resultará sorprendente que en muchos
aeros,
dase de estigma exluoa
exhiba
que tiene una cierta clase
todos los prejuidos
contra .es
todoli
prejuicios normales dirigidos rontra
tienen otta
otra clase
dase de estigma.
derto, que la.
la interac
interne
Ahora bien, parece,
patece, por dctto,
cara, al menos en la sociedad norteamericana, 1¡
de tal modo que es particularmente propensa
conflicto considerado en este ensayo. Parece t
las discrcpandas
discrepandas entre la identidad virtual y la
160
ducirán
dudrán siempre, y siempre darin
darán lugar a uo
un necesario mama­
nejo de la tensión ((con
ocjo
con respecto al desacreditado) y de
la información (con respecto al desacreditable). Y en los
casos de estigmas muy visibles o inttusivos
intrusivos -o
— o transmisibles
a lo largo de las descendencias
descendendas familiares-,
familiares— , las inestabilida•
inestabilida­
des resultantes de la interacción·
pueden tener un efecto suinteracdón'pueden
su­
mamente penetrante sobre aquellos a quienes se les otorga el
rol de estip.atizado.
peráestigmatizado. Sin embargo, la indeseabllidad
indeseabilidad perci­
bida de una pertenencia personal particular,
particula,, y su capacidad
para disparar estos procesos de normalidad y estigmatir.ación,
radón, dt.tten
tienen una historia propia, historia que es regular
e intendonalmente modificada por la acción social.
sodal. Y,
Y , aun•
aun­
que se puede argüir que los procesos del estigma parecen
fundón social general -la
— la de conseguuconseguir wia
una
tener una función
pata la sociedad entre aquellos que no son ayudados
ayuda para
ella— y que en este nivel son probablemente resistenresisten­
por ella-
tes al cambio, se verá que parecen estar implicadas fun.
fun­
clones
dones adicionales,
adidonales, que varlan
varían en forma sensible según d
el
tipo de estigma. la
L a estismatizaci6n
estigmatizadón de aquellos que prepre­
serltan
sentan malos antecedentes morales puede funcionar clacla­
sodal fomaal;
formal; la estigramente como un medio de control social
matizacidn
matizadón de aquellos que pertenecen a ciertos
dertos grupos a.
ra­
ciales, religiosos y ~trucos
¿tilicos funciona como un medio para
dales,
eliminar a estas minorías de las diversas vfas
vías de la compecompe­
tencia; y la desvalorización
desvalorizadón de los que tienen desfiguraciodesfiguradones
~ interpretar, tal vez, como una conses corporales se p
puede
con­
tribuci6n
tribución a una nec:esma
necesaria 1imitacro11
limitación de las elecáooes
elecciones de
pareja.u.
pareja.14
Agradezco a David Matza esta última sugermci,.
sugerencia.
14 Apad~
161
5. Las divergencias y la desviación
que
Una vez que las dinámicas de una
úna diferencia Vetgon7,0S8
vergonzosa
son consideradas como un rasgo getieral
general de la vida social, se
puede continuar ínvestigqndo
investigando la relación que vincula so
su
estudio con el de asuntos conexos asociados con el término
«dcsviadón»
«desviación» (deviance),
( deviance), palabra actualmente de moda.
moda, que
ha sido, en cierto modo, evitada hasta ahora en este ensayo,
a pesar de lo conveniente del tótulo.l
rótulo.1
A partir de la noción muy general de un grupo de indiviindivi­
duos que comparten ciertos valores y adhieren a un concon­
junto de normas sociales relativas a la conducta y a los
atributos personales,
petsonales, se puede dar el nombre de «diver•
«diver­
gente» (deviator)
( deviator) a todo miembro individual que no adad­
hiere a las normas, y de «divergencia» ( deviation)
deviation ) a su
peculiarid.ad.*
No
peculiaridad.* N
o pienso que todos los divergentes tengan
tantos puntos en común como para justificar un análisis eses­
mtfs de lo que se parecen, en parte, por
pecial; difieren en más
el tamaño marcadamente disímil de los grupos en los que
1 Es notable que los que se ocupan de laa
las ciencia
ciencias sociales se hayan
babiruadcnan
Hcilmeota al-uso
habituado
tan fácilmente
al uso cid.
deL wmino
término «demado•
«desviado» (tÚf1i4111),
(deviant),
como si aquellos a quienes se les aplica mvieran
tuvieran suficientes elementos
en común como para poder hacer sobre ellos, en tanto totalidad,
observaciones significativas. Así como bayellos~!es
hay perturbaciones iatrogéDicas,
nicas, ptoducto
producto de la wea
tarea que realizan los m&lioos
médicos (que se ooacon­
vierten luego en nuevas fuentes de trabajo), existen
categorías de
viertcn
~ catqOdas
personas creadas por los estudiosos de la socimad,
sociedad, y luego.
luego, eshlestu­
penonss
diadss
diadas por ellos.
** Se presenta en este punto 11118
una difícil cuesti6n
cuestión terminol6gica.
terminológica. Como
se verá en el resto
testo del cap!tul.o,
capítulo, Goffmsn
Goffman S1Jbsume
subsume la pareja de
términos der,i11nce
deviance y deviant en la csteg0rfa
categoría más amplia de tlevitztion
deviation
y devi4tor,
deviator, respectivamente. Hemos ptderido
preferido con1CtVar
conservar para aqueaque­
llos la tr.ducci6n
traducción corriente
comente (desviac'.ón
(desviación y desviado), tndudendo
traduciendo los
dos últimos por «divergencia"'
«divergencia» y «divergente,..,
«divergente». El devillttW
deviator o diverdiver­
gente sería, pues, el individuo que no adhiere a las normas de un
grupo, aun cuando ello no .implica necesariamente que el grupo lo
rechace o margine. (N. del E.)
=
~~caJ:!~ ~
162
'°:U~
aparecen las divergencias. Sin embargo, podemos subdivi•
gubdivi­
clir
dir el área en porciones más pequeñas, algunas de las cuales
vale la pena examinar.
Se sabe que en ciertos pequeños grupos muy unidos la
posición destacada y ratificada de uno !le
de sus miembros se
puede asociar con la facultad para diver¡ir
divergir y, en consecuenconsecuen­
cia, para ser un divergente. La
L a relación de dicho divergente
con el grupo, y el concepto que los miembros tienen de él,
son tales que impiden la reestructuración en virtud de la didi­
vergencia. ((Sin
Sin embargo, cuando el grupo es grande, el miemmiem­
con­
bro eminente advertirá que sus componentes deben concordar por entero en todas las formas visibles.) El
E l miembro
definido como físicamente enfermo se halla, en cierto modo,
en la misma situación; si maneja en forma
fotma correcta su stasta­
tus de enfermo puede apartarse de los estándares de funfun­
cionamiento, sin que esto sea tomado como un reproche
hacia
hada ~
él o hacia su relación con el grupo. El
E l miembro cmiemi­
t:icnte
nente y el enfenno
enfermo tienen entonces libertad para divergir,
a causa, predsamente, de que por no llevar a una reidenti­
reidcntificación, sus divergencias
divergendas pueden no ser tenidas en ettenta;
cuenta;
ficaci6n,
su especial
espedal situación demuestra que no son más que desdes­
au
2
viados, en el sentido habitual de este término.*
término.
En muchos grupos y comunidades muy cerradas hay ejemejem­
plos de un miembro que se desvía, ya sea en !os
los hechos o en
consecuen­
los atributos que posee, o en ambos, y que, en oonsecuenconvirtiéndose en
cia, llega a representar un rol especial, convirti~dose
un símbolo del grupo y en actor de determinadas funciofundo­
nes bufonescas, aunque se le niegue el respeto que se otorga
a
a otros miembros maduros.
maduros.88 Por lo general, este individuo
deja de practicar el juego de la distancia social, aproxirruinaproximán­
dose a los demás y permitiendo que estos se aproximen a él.
Bs
E s a menudo el
él centro
centra de atención
atendón que congrega a los otros
en un drculo
círculo de participación en tomo de ~.
él, aun cuando
esto lo despoje en parte de su status de participante. Fundona como la mascota del grupo, aunque en algunos aspecaspec­
ciona
tos estli
está en condiciones
condldones de ser un miembro normal. El
E l idiota
2 La compleja relad.dn
relación de un divergente con su grupo ha sido rere­
cientemente :recondderada
reconsiderada por L. Coser, cSorne
«$ome Functions
Funcdons of Deviant
Behavior and Norma
Nonnarive
Socio.
tive Flexibility»,
Flaribüity», en American Journal of Sociofogy, LXVIII,
LXV III, 1962, págs.
logy,
pitgs. 172-181.
3 Sobre estas 'fy ottas
otras funciones
fundones del desviado véase R. Dentler y
163
del pueblo, el borracho de la aldea y el payaso de
son ejemplos tradicionales; el gordo fraternal es e<
driamos esperar encontrar solo una persona con d
racterísticas por grupo, puesto que no se necesita
racterfsticas
is ejemplos no harían sino aumentar el pe:
p«
una; m
m,s
comunidad. Se lo podría denominar desvillllo
comunic:t-d.
desviado en
para t'e(:Otdat
recordar que se desvía respecto de un grupo
no simplemente de
dé las normas, y que su intensa aUJ
aui
bivalente inclusión en el grupo lo distingue de otra
clase divergente: el aislado grupal, que se halla ec
mente en simaciones
situaciones sociales
sodales con el grupo pero qu
ma parte de él.
Cuando el desviado cndogtupal
¿1. ((Cuando
eodogtupal e:
e
por extraños, el grupo puede acudir en su ayuda; e
<
aislado grupal es atacado, probablemente deba pele
Hay que advertir que todos los tipos de divergci
di verga
considerados están establecidos
estableados dentro de un dra
día
que se difunde amplia infotmación
biogrifica a
información biográfica
ellos,
d ios, una identificación personal completa.
Se señaló que en los grupos más reducidos el des
tragrupal se distingue de otros divergentes porqui
porqw
renda
reacia de ellos.
d ios, mantiene una relación oblicua cot
coi
moral sllstentada
sustentada en general por los otros miem
míen
evidente que, si junto con el
d del desviado endogru¡
endogru]
mos considerar otros roles sociales, sería útil escoi
e$co¡
Dos
líos cuyos actores no siguen el
d ritmo de la mor,
mora
triente,
tríente, aun cuando no se los conozca como diver¡
diveq
se tl'aslada
traslada el «sistema de referencia» de los pequ,
pequ
pos de tipo familiar a otros que pueden sustentar u
espccializaci6n
especializactón de roles, dos de estos se welven
vuelven t,
Uno de estos roles moralmente mal alineados es e
nistro o el del sacerdote, ya que el actor está obliga
balizar la vida virtuosa y a vivirla más allá de Jo
bolizar
lo
el
d otro es el
d del oficial de justicia, ya que para el
infracciones visibles de los demás son su rutina dia
día
infrag;iones
Además, al traslado del «sistema de referencia»
referencia•
comunidad local de relaciones cara a
a cara al mu
amplio de los centros metropolitanos {(yy sus áreas
K. Ericbon,
Eridcson, «1ñe
«The Functions
Funcñons of Deviance
Deviarce in Groups•,
Group»», en ,
bkm1,
pqs. 9&-107.
bUms, VII, 19,9,
1959, págs.
98-107.
4 Este
Estetema
temacsul
estádesarrollado
desarrolladoenenH.H.B«ker,
Becker,011tsldtr1,
Outsiders,N~N
Free Press of Glcncoe,
Glencoe, 1963, pqs.
págs. 145-16).
145-163.
164
reunión y residencia) corresponde un
va­
de reuni6n
UD cambio en la vaóedad
riedad y signi6cado
significado de las divcrgendu.
divergencias.
Nos
p~
N os interesa aquí una de dichas divergencias: la que pre­
sentan individuos que redman
rechazan voluotaria
voluntaria y abiertamente
el lugar social que se les concede.
concede, y qÜe
que actúan de manera
irregular y, en cierto modo, rebelde ante nuestras institucioinstitucio­
nes básicas:•
básicas:* la familia, el sistema de clasificación escolar
por edades.
edades, la estereotipada divwcSn
división de roles entre los sese­
xos, el legitimo
/ull-time,
manteai•
legítimo empleo full-íim
e, que implica el manteni­
gubemamiento de una identidad personal única ratificada gubernaE stos son
mentalmente, y la segregación de clase y de raza. Estos
posición a título
los «desafiliados». Los que adoptan esta posicl6n
individual y por su cuenta pueden denominarse czcéntricos
excéntricos o
«ratos"'«raros». Aquellos cuya actividad es colectiva y se centra
dcntto
dentro de ciertos edilicios
edificios o lugares (y, a menudo, en una
actividad especial) pueden llamarse cultistas. Los que se
una subcomunidad o medio pueden denominarse
reúnen en un•
dewWos
desviados sociales, y su vida colectiva, comunidad desviada.•
desviada*
Constituyen un tipo especial, pero solo un tipo, de diverdiver­
gentes.
Si hablamos de un campo de indagación llamado «desvia«desvia­
ción,i,;
ción», quienes presumiblemente constituyen su núcleo son
aquí. IncluíIndul­
los desviados sociales, tal como los definimos aqut.
temos en 8
él a prostitutas, drogadictos, delincuentes, crimicrimi­
remos
nales, músicos de jazz, bohemios, gitanos, comparsas de
carnaval, vagabundos, borrachos, gente de ciroo,
arc o , jugadores
empedernidos, vagabundos de las playas, homosexuales,'
homosexuales,7 y
al mendigo impenitente de la ciudad.
dudad. Esta es la gente a567
t=~
!:'!l: := no~.:=!ie
5 Un aspecto general que me sugirió
6 Dorothy Smith.
«comunidad desviada» no es enteramente satisfactorio
porque
xi se trata o na
no de
potque vuelve más complicados dos problemas: si
una comunidad peculiar,
peculiu, según los estúlcwa
estándares estructmala
estructurales &ti,
deri­
v,dos
vados de un amlisi&
análisis del conjunto de I•
las comunidades amicntc:s;
comentes;
y sí
si los miembros de la comunidad so0.
son o no desviado&
desviados &Ociaks.
sociales. Un
puesto militar unisexual en un territorio despoblado es Ulla
una oomu•
comu­
nfdad
nidad desviada en d
el primer sentido, pezo
peto no a.«aarilmenre
necesariamente umi
una
eomunidad
comunidad de desviados sociales.
7 FJ
~ o •homo~
El t
término
«homosexual» ae
se utiliza, por lo gci,eral,
general, para batahacer
alusión a todo aqud
pr,cticu lle'll'llales
aquel que interviene en prácticas
sexuales manifiesta
manifiestas
su mismo sso;
soco; la práctica
*e denomina •bomo«homo­
con un miembro de au
prictlca ae
sexualidad». Este uso parece basarse en un marco
mareo de rdcrend1
referencia m~
mé­
112Ualidad•.
dico-legal, y proporciona una cateaorizadón demasiado amplia y he­
inditerogénea para ser usada aqut. Yo me refiero únicamente a yin~
Ei término
:6 Mtn
=·
16,
~ro:r°u~~-~quft~~{t!''J!:i:m:rellii.
quien se considera comprometida en cierto tipo de
incap
colectivo del orden social. Se los percibe como incai:
utilizar las oportunidades de progreso existentes er
et
sos caminos aprobados por la sociedad; muestran W1
un
desacato a sus superiores, asi como carecen de
Ellos
Hilos representan fracasos en los esquemas motiva
de la sociedad.
estableado el núcleo de la desviaci6n
desviación soci~
socii
Una vez establecido
mos pasar a los ejemplos periféricos: polfticos
políticos extl
exti
asentados en la comunidad.
comunidad, que no solo votan de
divergente sino que pasan más tiempo con sus pares
es políticamente
viajeros. cuyo riemp
politicamente necesario; ricos viajeros,
tiemp
ajusta a la semana de trabajo del ejecutivo y pasan
deambulando de un lugar de veraneo a otro; exp1
expa
con trabajo o sin 61,
él, que generalmente vagan en las o
del PX
P X y del American Express;*
E x p ress;* los apóstatas de 1
I
laci6n
lación itnica,
étnica, educados al mismo tiempo en el mum
muñe
viduos que participan en una comunidad especial de ento­
en la que los miembros del mismo sexo son definidos
objeto sexual más deseable, y la sociabilidad está energétkai
ganimda alrededor de la búsqueda y conservación de estos
Según esta concepción, existen cuatro variedades básicas
homosexual: los tipos femenino jr masculino que se halla
insdtudones de custodia; 7 los círculos de invertidos f
y masculinos existentes en los centros urbanos. (Para esi
caso véase E. Hooker, op. cit.) Hay que advertir que un
puede pertenecer al mundo de invertidos sin intervenir, en
prácticas homosexuales, así como también explotar al invei
diantc la venta de favores sexuales, sin participar social ni «
mente de la comunidad de invertidos. (En este último sentí
Reiss, op. cit.) Si el tétmino homosexual se usa para aludir
que participa de un tipo particular de acto sexual, en:
término «homosorualita» («homosexitéite») será necesario
signar al que participa en un tipo particular de comunidad
[Hemos traducido gay por «invertido», aun cuando del
se desprende que su sentido es más amplio, y prácticamei
dudble a! castellano. Con su significado de «homosexual
mino pertenece al dtmg norteamericano; dentro de U km
corriente tuvo siempre la connotación de «persona de vi
óosa» o «ligera de cascos». (N. del E .)]
* PX a r Post Exchangc, servicio de aprovisionamiento m
cargado de la distribución de víveres, topas, equipos, e<
los soldados de los cuarteles o campamentos. American E:
una de tas compañías que otorgan créditos de coosuiqo para
compras en determinados negocios minoristas. (N. J d E.)
166
padres,• y
sociedad-madre y en el de la sociedad de sus padres,*
m~
decididamente alejados de las rutas convencionales de mo­
advilidad
abierw ante ellos, que recubren la socialización ad­
vllidad abiertas
muc:bos normales
quirida en la escuela del estado con lo que muchos
religioconsideran una grotesca indumentaria de ortodoxia religio­
sa; los solteros de la metrópoli o los casados que en lugar
apacide consumir
constituir una familia apoyan una vaga sociedad, apaci­
familiar, En
ble y de corta vida pero refractaria al sistema familiar.
~ntri•
casi todos estos casos, como también en el de los excéntri­
desafiliacos y en el de los cultistas, aparecen muestras de desafina­
tod.os
ción, que dan lugar a una delgada linea trazable entre todos
ellos y los desviados que se encuentran en el otro extremo, es
ellot
decir, los desafiliados apacibles;
apacibles: los que practican un hobby
y son tan devotos de su pasatiempo que solo conservan la
cáscara de sus vínculos civiles, como en el caso de algunos
fervorosos coleccionistas de estampillas, jugadores de tenis
y fan,ticos
fanáticos de los autos deportivos.
Tal como se señaló, los desviados sociales
sodales rechazan su lugar
temporaria•
con ostentadón;
ostentación; estos gestos de rebeldía son temporaria­
mente tolerados siempre y cuando se circunscriban dentro
All igual que los
de los límites ecológicos de su comunidad. A
coostituyen un
gethos étnicos y raciales, estas comunidades constituyen
puerto de autodefensa y un lugar donde el individuo
individúo desdes­
linea en la que es
viado puede adoptar abiertamente una línea
por lo menos tan bueno como cualquier otra persona. Pero,
además,
ademlfs, los desviados sociales sienten muchas veces que no
solo son iguales a los normales, sino mejores que ellos, y
lo
que su vida es mejor que la que llevarían si no fueran lo
sodales suministran
que son. Por otra parte, los desviados sociales
modelos de existencia
existenda a los normales rebeldes, obteniendo
no solo simpatías sino también reclutas. {Es
(E s evidente que
también los cultistas
culristas obtienen prosélitos, pero el centro de
DO en los estilos
acción, no
interés reside en los programas de acdón,
caCOl'IVertine en ca­
«sabios» también pueden convertirse
de vida.) Los «sabios*
ruta,
maradas de ruta.
podrla De¡ar
llegar a
a desemdesem­
En teoría, una comunidad desviada podría
peñar,
la sociedad en general, algunas de 1111
las mismas
peftar, para 1a
pata su
fundones
funciones que lleva aa cabo un desviado endogrupal para
the parents.
o/ tbe
1oaet'j of
1ociet1 y sockty
** Juego de palabras
pare,Jt lociety
pPlabras entre parent
(N.
<N. del E.)
167
grupo, pero, si bien esto puede ser te6ricamente
teóricamente cieno,
d en o ,
hasta ahora parece haberlo demostrado. El
basta
E l problema ei
te en que la extensa úca
área de la cual provienen los re
n
de una comunidad desviada no es tan claramente un sil
si
una entidad, con necesidades y funciones,
fundones, como lo
pequeño RfUpo
grupo cara a cara.
Hasta aquí se han considerado dos tipos de divetgcntc
divergente
endogrupales y los sociales. Debemos mencionar dos
conexas de categorías sociales.
sodales. En primer lugar, los 1
)
8 individuos que tiene
étnicos y raciales
radales minoritarios:
minoritarios:8
común ((yy a
a menudo un
historia y una cultura en comd.n
nacional común)
hereditaria.mente Slsi
nadonal
com ún),, que transmiten hereditariamente
dad de miembros de un grupo, que están
estén en condicioi
condidoi
exigir signos de lealtad de algunos de los miembros,
se encuentran en una posición relativamente desve.r
desver
en 1a
la sociedad.
sodedad. En segundo lugar, aquellos miembros
clase baja que en forma bastante perceptible llevan la
de su status en su lenguaje, su apariencia
aparlenda y sus mod1
modi
que, respecto de las institucione1
p,1blicas de nuestra
insdtudones públicas
dad, resultan ser ciudadanos
dudadanos de segunda claae.
Es
E s evidente que los desviados endogrupales, los des
sociales, los miembros de grupos minoritarios y las pe
funcionar en ciertas
dertas ocasiones
de clase baja pueden fuoc:iooar
individuos estigmatizados, inseguros
inseguios de la acogida q
interacción cara a cara y profundamente
espera en la ihteracci6n
cados en las diversas respuestas a esta situación.
situadón. F.st
Est
derto aunque mú
más no sea por la sencilla raz6n
razón de ◄<
cierto
mayoría de los adultos están obligados a mantener rt
organizaciones públicas, tanto comen:iales
comerciales co
coi
nes con organi%aciones
viles, donde se supone que predomina un trato co
oo
unifórme basado en nada mú
más restrictivo que la COll
cor
uniforme
de ciudadano, pero
peto dOPde
donde no falta la oportunidad d
valorizadones expresivas denigrantes fundadas en w
ui
tir valorizaciones
virtual de clase
d ase media.
Esú.
E stá claro,
daro, sin embargo, que una conslderaci6n
consideradón acabi
acabí
cualquiera de estas cuatro categorías no-s
nos aparta de :!
es necesario tomar en cuenta CJl
en el análisis del estigm
analítico reciente
Glass, «1
8 Pata
Pua un tratamiento andftico
m:íeore víase
viase R,
R. GLw,
Outsiders: The Position of
oí Misorldes•,
Miaotides», ea
en NN
New Lcfs
Rtview,
Ouuiders:
Le/s &vkw,
invierno de 1962, p,gs.
págs. 5+45.
)44,.
168
i
existen comunidades des'lliadas
desviadas cuyos miembros,
ejemplo, ezisten
se
especialmente cuando se encuentran lejos de su medio, no ae
preocupan en forma particular de su aceptación social
sodal y que,
difícil analizar haciendo referencia al
por consiguiente, es dificil
manejo del estigma; un tjcmplo
ejemplo lo constituyen ciertos .ID.eme­
dios de las playas cálidas de América, donde se puede encontrar a esos jóvenes
j6venes envejecidos que no están dispuestos
aa «contaminarse» con el trabajo y dedican todo su tiempo
a probar las diversas maneras de cabalgar sobre las olas.
Tampoco debe olvidarse que además de las cuatro ategorfas
categorías
menciona.das
mencionadas existen algunas de personas que poseen ciertas
desventajas y que no por ello están estigmatizadas; tales,
por ejemplo, el individuo casado con una ~rsona
me7.quina
persona mezquina
y ego!sta,
egoísta, o alguien que no goza de una posición acomodada
y debe criar a cuatro hijos,*
hijos.' o el que tiene un impedimento
físico ((por
deficiencia auditiva) que
ffsi.c:o
por ejemplo, una ligera <!eficiencia
interfiere en su vida, aun cuando todos, incluido il
¿1 mismo,
10
ignoran que lo padece.9
padece.10
He
sufi.
H e sostenido que lu
I personas estigmatizadas
' matizadas tienen sufidentes situaciones
situadones vitales en común como para justificar
cientes
una clasfücación
clasificación conjunta que posi.bllite
posibilite el
d amlisis
análisis de
hedió una extracción de los
aquellas. De este modo, hemos hecho
tradicionales campos de los problemas sociales,
relasodales, las idaciones
dones étnicas, la desorganización social, Ja
la criminología, Je
la
patología social
sodal y la desviaci6n,
desviadón, extracci6n
extracción de algo que todos
características comunes ,e
se
ellos tienen en común. Estas caracterfsticas
pueden organizar sobre la base de unos pocos supuestos .re.
re­
lativos a 1a
la naturaleza humana. Lo
L o que permanece en cada
uno de los campos tradicionales podría
pc,drfa entonces reexami­
reaaminarse por lo que hubiera de reelmcnte
realmente especial en 6,
él, con
daría coherencia
colierenda analítica •a lo que por ahora es
lo cual se darla
Conodendo qué
una unidad puramente histórica y fortuita. C-onociendo
es lo que co:mparten
comparten campos ules
míes como las rdadones
rdadon es rara­
ciales, el envejecimiento
envejedmiento y la salud mental, podemos conticonti­
nuar viendo, de una manen
maneta aoal{tica,
analítica, en qui
qué se diferencian.
Quizás, en cada caso la alternativa consistm'.
consistirá en conservar
Qums,
las viejas t(rcas
áreas esenciales, pero al IDeDOS
menos quedará claro que
9 To,nbee,
Toynbee, op.
cj>. cu.,
d t ., caps.
capa. u
13 y 17.
10 Se puede encontrar
enamttar un
ua ejemplo
qanp)o tu
m Henrich
Hemich y1 Kriegel,
Kñqel, op. di..
di..
~p i 178-180.)-
169
cada una de ellas es simplemente un área a la cual d
aplicar diversas perspectivas, y que es probable que
.rrollo
rrollo de cualquiera de estas perspectivas analitica
analítica
rentes no provenga de quienes dttunsc:ribcn
dirunscriben su intc
inti
elusivamente a una tínica
clusivamente
única ¿rea
úea esencial.
170
Indice
77
Pi·ólogo
P r ó lo g o
11
11
l.
1 . &tigma
E s tig m a e
e identidad
i d e n t i d a d ssocial
o c ia l
11
11
Concepciones
C o n c e p c io n e s preliminares
p r e lim in a r e s
El
E l igual
ig u a l y el
e l sabio
s a b io
La
L a carrera
c a rre r a moral
m o ra l
31
31
45
45
56
56
56
56
57
57
63
63
67
67
79
79
83
83
91
111
122
122
2.
2 . Control
C o n t r o l de
d e la
l a información
in fo r m a c ió n e
e iidentidad
d e n tid a d
personal
p e rso n al
El
E l desacreditado
d e s a c r e d ita d o y el
e l desacreditable
d e s a c r e d ita b le
La
L a informaci6n
in fo r m a c ió n social
so c ial
La
L a visibilidad
v is ib ilid a d
La
L a identidad
id e n tid a d personal
p e rso n al
biografía
La
La b
io g r a f ía
Los
L o s otros
o tr o s como
c o m o biógrafos
b ió g r a fo s
El
E l encubrimiento
e n c u b rim ie n to
Las
L a s técnicas
té c n ic a s de
d e control
c o n tr o l de
d e la
la inforrnad6n
in fo r m a c ió n
El
E l enmascaramiento
e n m a sc a ra m ie n to
yo
del
e
e iidentidad
d e n tid a d d
el y
o
126
126
3.
3 . Alienación
A l i e n a c i ó n grupal
gru p al
127
127
129
129
133
133
136
136
145
145
La
L a ambiYalencfa
a m b iv a le n c ia
Las
L a s presentaciones
p r e se n ta c io n e s profesionales
p r o fe sio n a le s
Alienaciones
A lie n a c io n e s endogrupales
e n d o g r u p a le s
Alienaciones
A lie n a c io n e s exogrupales
e x o g r u p a le s
polrtica
La
La p
o lític a de
d e la identidad
id e n tid a d
171
148
4. El yo y el otro
148
152
152
157
157
DDivergencias
iv e rg e n c ia s yy nnormas
o rm as
EEl
l ddesviado
e s v ia d o nnormal
o rm al
realidad
EEstigma
s tig m a yy re
a lid a d
162
J ,5. LLas
a s ddivergencias
ive rg en cias yy lala ddesviación
esv iación
172
Bibliot.eca
Biblioteca de sociología
1/ícMle
Abbote, Libertad y sociedad de masas
Ificheie Abbate,
Haywcrd R. Alker.
Alker, El uso de la matemá.tica
Hayward
matemática en el análiaís
análisis Político
político
Pierre Ansart,
Allsart, El naciPliento
Píeme
nacimiento del anarquismo
Pierre Ansart, Las 80Ciologías
wntemporáneas
Píeme
sociologías contemporáneas
Daoid
B. Apter, Estudio de la modemización
modernización
Da11id E.
Peter Bachrach, Critica de la teoría elitista de la democracia
Brian M. &rry,
Barry, Los sociólogos, loa
los l!(onomistu
economistas y la democracia
Reinhard &ndi.r.,
Bendix. Estado nacional y ciudadanía
Reinhard &ndiz,
Bendix, Max Weber
Oliver
OUver Benson, El laboratorio de ciencia política
httr
Peter L. &rger,
Berger, c,,mp.,
camp.. Marxismo y sociología. Pen;pectivas
Perspectivas desde EuroEuro­
pa oriental
Peter
L Berger y Thomoa
Thomae Luckmann,
Peur L.
LuckmaM, La construcción social de la realidad
Bímbaum, L
Laa crisis de la sociedad industrial
Norman Bimbaum,
Hubert
Huberi M. Blalou,
Btaloch, fnll'oducción
Introducción a la inveatigación
investigación social
Justicia comoc:ompetenciaa.
como competencias. Tres
TVea ensayos de
Luc Boltanshi,
Boltanski, El Amor y la Juaticia
sociología de la acción
7bm
Bottomore y Rabert
Robert Niíbtt,
NiJJbet, comps
.• Historia del ami.lisis
7boí Bottomorey
rompe,.
análisis sociol6gieo
sociológico
Severyn T. Bruyn, La perspectiva humana en sociología
Waiter Bucktey,
Buckl,y, La sociología
aociolOIÍa y la t.eoria
teoría moderna de los sistemas
Do,i.ald T.
Julion C, Stanley, Diseños
Dormid
T, Campbell y Julián
Diseñas experimentales y cuaaiuperimentalee
eiexperimentales en la lnvestl¡:ación
investigación social
Erri111t Nagel, Introducción a la lógica y al método
Morris R. CoMn
Cohén y Ernett
científico, 2 vola.
vols.
Lew/4
Nuevoa aportes
aporte■ a la teoría del conflicto social
hernia A. Coser, Nuevos
Míchtl
vols.
Míe
Así Cnnier,
Croríer, E!
El fenómeno burocrático, 2 vola.
Mit!hel Crwier,
Michel
Croeíer, La sociedad bloqueada
Dav,d
Easton, Esquema para el análisis político
Daoid Bastón,
David
Easton, comp.,
Daoid Bastón,
comp.. Enfoquee
Enfoques sobre teoría política
S. N. Bieenstadi,
Ei.sen,stadt, Modernización.
Moderniuu:i6n, Movimientos de protesta
pl'Otl!Sta y cambio social
Antholi.y EUiott,
Elliott, Téoría
Teorfa social y psicoanálisis
p1icoanáiísis en transición. Sujeto y soAnthony
so­
ciedad de Freud a Kristeva
Mike Featherstone,
consuma y posmodermsmo
Mw
Feothtrstom!, Cultura de consumo
posmodemismo
Ra:,mond Firth, Elementos de antropología social
Raymond
Jonatha11 Friedman, Identidad cultural y proceso global
Jonathan
FriA!drichs, Sociología de la sociología
Robert W,
W, Friedrichs,
Joseph Gabel,
Qabet. So,:iologia
Sociología de la alienación
Descargar