Estigma L a identidad deteriorada La Erving G offm an Goffinan Erving Amorrortu editores Madrid B u en o s A íres - M adrid Aires Buenos Obras de Erving Goffman Goffinan en esta biblioteca Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales La presentación de la persona en la vida cotidiana Biblloteca Biblioteca de sociología Stigma. Notes on 011 the Management MaTlll{!ement of Spoiled ldentity, Identity, Erving Goffman © Prentiee-Hall, Prentice-Hall, Inc., 1963 C Primera edición en inglés, 1963; segunda edición, 1968 Primera edición en castellano, 1970; tercera reimpresión, 1986; cuarta reimpresión, 1989; quinta reimpresión, 1993; sexta reimpresión, 1995; séptima reimpresión, 1998; octava reimpresión, 2001; novena reimprereimpre­ sión, 2003; décima reimpresión, 2006 Guinsberg Traducción, Leonor La reproducción total o parcial de este líbro modifilibro en forma idéntica o modifi­ cada por cualquier medio mecánico, electrónico o informático, incluyen. incluyen­ do fotocopia, grabación, digitalización o cualquier sistema de almacenaalmacena­ miento y recuperación de información, no au\orizada autorizada por los editorl!4-, editores, derechas reservados. viola derechos © Todos Tbdos los derechos de la edicioo. edición en castellano reservados por Amorrortu editores SA, S.A., Paraguay 1225, r T pisopiso - C1057AAS Buenos Aires www.amorrortueditores.com Amorrortu editores editares España S.L., CISan C/San Andrés., Andrés; 28 26 - 28004 Madrid Quéda h~CJ el dep'.gi.1.6 Queda hecho depósito que pttriéM previene la J..y ley il• n" 11.723 Industria argentina. Made in Argentina ISBN-10: 950-518-016-0 ISBN-13: 978-950-518-016-5 Goffman, Erving Estigma: Estigma : la ldentidad identidad deteriorada.-!" deteriorada.-1* ed. 10" 10* reimp.- Buenos Aires A ires;; Amorrortu, 2006. 176 p p.. ; 20x12 cm.- (Bíblíoteca (Biblioteca de sociología) Traducción de: de; Leonor Guinsberg ISBN 950-518-016-0 l. 1, Procesos Sociales. l. I. Leonor Guinsberg, trad. II. Título Titulo CDD303 CDD 303 Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, propro. vincia de Buenos Aires, en mayo de 2006. vinciade 2006, Tirada de esta edición: 2.000 ejemplar81!1. 2,000 ejemplares. Prólogo Hace ya más de una década que la literatura de psicología psicologfa social se ocupa intensamente del estigma, vale decir, de la situación del individuo inbabifü:ado inhabilitado para una plena aceptaacepta­ 1 ción social, Con el tiempo se agregaron provechosos estusocial,1 estu­ dios clínicos,~ dioicos,2 cuyos alcances y aplicación abarcaron ab arc an » categocatego­ rías siempre nuevas de personas.3 personas.8 4 Mi es revisar algunos trabajos M i propósito en este ensayo ensayo4 sobre el estigma, en especial espedal de índole popular, para ver set su utilidad pata para la sociología. sodología. Debemos emem­ cuál puede ser prender la tarea de deslindar d el material vinculado con el estigma de otros hechos cercanos a él, mostrar cómo se puede describir este material de un wi modo económico, denden­ clarificar el vínculo tro de un tínico único esquema conceptual, y clarifkar vmculo existente entre d el estigma y el problema de la desviaci6n. desviación. Esta tarea me permitirá formular y utilizar una serie espe1 Entre los más importantes se cucnWl cuentan sod6lop sociólogos como E. Lemert; p1kólogos como K. Lewin, F. Heider, T. Dembo, R. Barkcr psicólogos Baifcer y B. isabH ity-A PsyWrigbt. Véase especialmente B. Wright, Physicd Ph,sksl D Disllbilit1-A Ps-,chology Approach (Nueva York: Harper & te Row-, Row, 1960), que me ha facilitado numerosos párnúos pan citar y referencias merenci8S de gran utipárrafos para uti­ ==~ lidad. 2 Por ejemplo, F. Macgregor y mlsb., colab., Fildal P arid lk/ormitin Deformitíes anti and PlllStic Plástic Surgery, Springfield, Springfíeld, Illinois: Clwles Charles C. Thomas, Thornas, 19'3. 1933. }3 Por ejemplo, C. Orbach, M. Bard y A. Sutherland, De, Sutketiand, «Feus «Fears and De­ fensivo Adaptations to the Loss of Anal Sphincter Control», en Psy;fo5J:i:t:r~~~t~~ choandyticd Review, ~~,.,,1, X U V , 1957, págs. 121-175. Control•, en Ps,, 4 Una primera versión resumida se publicó en The Patient and the ~~~:i~:,~t~lvr:. !m~¿: Mental H ospital de M. ~.=:-..,~ir.w~ Greenblart, D. Levinson ;' yR R..P:fm' Williams, Nue­ va York: Free Press of Glenooe, 1957, págs. 507-510. Una versión va~:: !ree~ 6o~Gr~!!7•~;;!1..~~ ~ posterior se presentó en la Madver Lecture pronundada en la = ~.\-=. Southern Sociological Sodological Society, Sodety, Louisville, Kentucky, el U 13 de abril de ~thern 1962. Para el ~ presente trabajo co1abor6 colaboró el d c.enter Center for the tbe Study of Lase and Sodety (Centro pata d Estudio d d Derechc y la Sociedad) Universidad de California, Berkdey, con un subsidio > 1 Presidenta ~:1~!1!~~:1 Committee on Juvemie Comminee Juvenife Ddioquency. Delinqoency. 7 cia1 tial de conceptos: aquellos que tienen que ver con la «in«in­ formación socialll', social», la información que el individuo tram-trans­ mite directamente sobre sí mismo. 8 Bstimada Estimada Señorita Corazones Solitarios: Tengo dieciséis años y estoy desorientada; le agradecería agradecerla que me aconsejara. Cuando pequeña estaba. a.costumbrada estaba acostumbrada a que los chicos que vivían en la cuadra se burlaran de mi y no era tan terrible, pero gustarla tener amigos peto ahora abora me gustaría con quienes salir los s,bados sábados a la noche como las dem&s demás chicas, pero ningún muchacho me va a invitar, porque aun­ aunque bailo muy _bi~, bien, tengo una linda figura y mi padre me compra lindos vestidos, nací sin nariz. Me M e siento y me observo todo el día y lloro. Tengo un gran agujero en medio de la cara que asusta a la gente y tambren también a mí; por eso no puedo culpar a los muchachos de que no quieran invitarme a salir con ellos. M Mii madre me quiete quiere pero se pone a llorar de5consoladamcnte desconsoladamente cuando me mira. ¿Qué hice yo para merecer esta terrible desgracia? Aunque hubiera hecho algo malo, nada malo hice antes de cumplir un año, y sin embargo na.d n ad asf. así. Le L e pregunté a mi papá; papi; me dijo que no sabía, pero peto que tal vez algo hice en el otro mundo antes de nacer, o quizá me castigaron por sus ppc-e­ cados. Eso E so no lo puedo creer porque él es un hombre muy bueno. tDebo ¿Debo suicidarme? m:.; La saluda atentamente Desesperada Tomado de Mist M iss Lonelyhearts, Loaelybearts, de Nathanacl Nathaoad West, págs. 14-15. a,. Co­ pigs. 14-lS. pyright © 1962 por New Directions. Ditections. Reimpreso oon con au1X>mld6n autorización de Ñcw New Directions, Directíons, editores, editores. 9 l. 1. Estigma Estigma ee identidad identidad social social Los griegos, que aparentemente sabían mucho de medios visuales, crearon el t~rmino término esligma estigm a para referirse a signos corporales con los cu.ali:s cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien los presentaba. Los L o s signos consistían en cortes o quemaduras en el cuerpo. cuerpo, y advertían que el portador era un esclavo, un criminal o un traidor ~ a persona corrupta, ritualmente deshonra— una deshonra* da, a quien debía debia evitarse, especialmente en lugares públipúbli­ cos-. cos— . Más M ás tarde, durante el cristianismo, se agregaron al hada término dos significados metafóricos: el primero lu d a alualu­ grada div.im:, divina, que tomaban sión a signos corporales de la gracia el segundo, .referenreferen­ la forma de brotes eruptivos en la piel; d cia m~dica médica indirecta de esta alusión religiosa, a los signos corporales de perturbación perturbaci6n física. En la actualidad, la pala­ palabra es ampliamente utilizada con un sentido bastante pate­ parecido a d o al original, pero con ella se designa preferentemente al mal en sí mismo y no -aa sus manifestadones manifestaciones corporales. Además, los tipos de males que despicnan prCOCtlpación despiertan preocupación han cambiado. Los estudiosos, sin embargo, no se han eses­ forzado demasiado por describir las condiciones estructuraestructura­ les previas del estigma, ni tampoco por proporcionar una defínidón del concepto en sr. sí. Parece necesario, por consiconsi­ definición su­ guiente, tratar de delinear en primer término algunos su• puestos y definiciones muy generales. Concepciones preliminares La L a sociedad sodedad establece los medios para categotizar categorizar a las personas y el complemento de atributos que se perciben como corrientes y naturales en los miembros de cada una 11 de esas cate;orlas. categorías. El merlio me^ío social soci:\l establece las categorías encontrar, El intercambio de personas que en él se pueden encontrar. trasocial rutinario en medios preestablecidos nos permite tra­ tar con «otros• «otros» previstos sin necesidad de dedicarles una atención o reflexión especial. Por consiguiente, es probable que al encontramos frente a un extraño las primeras apa• apa­ riendas riencias nos permitan prever en qué categorfa categoría se halla y social,i, «identidad su decir, es cuáles son sus atributos, social» -para — para utilizar un ténnino término más adecuado que d de «status social», ya que en él se incluyen atributos personales, como «ocu«honestidad», y atributos estructurales, como la «ocu­ la «honestidad-., pación»— . pación»--, Apoyándonos en estas anticipaciones, las transformamos en preexpectativas normativas, en demandas rigurosamente pre­ sentadas. Por lo general, no somos conscientes de haber formulado esas surge un demandas ni tampoco de su contenido hasta que sur¡e interrogante de indole índole práctica: ¿serán satisfechas de ae alal­ gún modo? Es E s entonces probablemente cuando advertimos su­ que hemos estado concibiendo sin cesar determinados supuestos sobre el individuo que tenemos ante nosotros. Por denolas podría deno­ las demandas que formulamos se las lo tanto, a les esenminar con mayor propiedad demandas enunciadas .cen «en esen­ condeberla con­ cia», y el cadcter carácter que :atribuimos atribuimos al individuo debería ttsiderarse como una im.putaci6n imputación hecha con una mirada re­ escnciu, -una trospectiva en potencia — una caracterización «en esencia», troapectiva virtual— . La categoría y los atributos una identidad social virtual-. Je pertenecen, se que, de hecho, según puede demostrarse, le denominarán su identidad social real. red. de­ Mientras el extraño está presente ante nosotros puede devudve diferente mostrar ser dueño de un atributo que lo vuelve categorfa de personas a dentro de la categoría de los demás ((dentro a la que él tiene acceso) y lo convierte en alguien menos apetecible mal— en casos extremos, en una persona casi enteramente mal­ ~n vada, peligrosa o débil-. débil— . De ese modo, dejamos de verlo reducido aa un ser como una persona total y corriente para reducirlo inficionado y menospreciado. Un atributo de esa naturaleza es un estigma, en especial cuando él produce en los demás, a tammodo de efecto, un descrédito amplio; a veces recibe tam­ constitubién el nombre de defecto, falla o desventaja. Esto constitu­ virtual social ye una discrepancia especial entre la identidad 12 y la real. Es E s necesario señalar que existen otras discrepandiscrepan­ cias entre estos dos tipos de identidades socíales; sociales; por ejemejem­ plo, la que nos mueve a reclasificar a un individuo ubicado previamente en una categoría sociahnente socialmente prevista, para coco­ locarlo en otr& otra categorf& categoría diferente aunque igualmente prepre­ vista, o bien la que nos mueve a mejorar nuestra estimación del individuQ. individuo. Debe advertirse también que no todos Jos los discusión, sino únicamen­ únicamenatributos indeseables son tema de disrusi6n, te aquellos que son incongruentes con nuestro estereotipo acerca de cómo debe ser determinada especie de individuos. El E l término estigma seri será utilizado, pues, para hacer referenreferen­ cia a un atributo profundamente desacreditador; pero lo que en realidad se necesita es un lenguaje de relaciones, no de atributos. Un atributo que estigmatiza a un tipo de posee• posee* dor puede confirmar la normalidad de otro y. y, por consiconsi­ guiente, no es ni honroso ni ignominioso en sí mismo. En Estados Unidos, por ejemplo, hay empleos donde las perso­ persodisimu­ nas sin preparación universitaria se ven obligadas a disimular esta carencia, mientras en otros países los pocos indiviindivi­ la poseen deben mantenerla en secreto, por miemie­ duos que Ja do a que se los señale como fracasados o marginales. AnaiAná­ logamente, a un muchacho de dase clase media no le produce nin¡?Ún ningún remordimiento que fo lo vean camino a una biblioteca pública; sin· sin' embargo, un criminal profesional escribe Jo lo siguiente: Recuerdo que en el pasado y en más de una ocasión, por ejemplo, al dirigirme a una biblioteca pública cercana al lugar donde vivía, miraba por encima del hombro un par de veces antes de entrar, solo para tener la seguridad de 1 que ninguno de mis conocidos anduviera por allí y me viese. viese.1 Del mismo modo, un individuo que desea pelear por su patria puede ocultar un defecto físico, por temor a que su p"retendido status físico se vea desacreditado; úempo pretendido tiempo desdes­ pués, el mismo individuo, amargado y con deseos de evaeva­ dirse del ejército, puede lograr que lo admitan en el hospital militar, donde el descubrimiento de que no posee en reali­ reali1 T. Parko:-r His ContJictio,,s, Parker yj R. AUmon, Alimón, The CoUNRI Couragf oJ of Hit Convictions, LonLon­ dres: Hutchinson & Co., 1962, pág. 109. 13 dad úna oprobio.311 una enfermedad aguda puede hundirlo en el oprobio.2 Un estigma es, pues, realmente, una clase especial de relarela­ ci6n ción entre atributo y estereotipo. Sin embargo, propongo modificar este concepto, en parte pute porque existen importan­ importantes atributos que resultan desacreditadores en casi toda nuestra sociedad. El sin6nimos ocultan una doble pers­ pen· £1 término estigma y sus sinónimos pectiva: el indi~iduo individuo estigmatizado. estigmatizado, ¿supone que su calidad de diferente ya es conocida o resulta evidente en el acto, oo que, por el contrario, esta no es conocida por quienes lo rodean ni inmediatamente perceptible para ellos? Eri d priEn el pri­ mer caso estamos frente a la situación del desacreditado, en el segundo frente a la del desacred Jesacreditabk. difeitare. Esta es una dife­ rencia importante, aunque es probable que un individuo estigmatizado en particular haya experimentado ambas si­ situaciones. Comenzaré con la situación del desacreditado para continuar con la del desacreditable, siemdesacreditare, pero sin establecer siem­ pre una separaci6n separación entre ambos. Se pueden mencionar tres tipos de estigmas, notoriamente diferentes. En primer lugar, las abominaciones del cuerpo -las físicas-.. Luego, los defectos —las distintas deformidades físicas— del carácter del individuo que se perciben como falte falta de voluntad, pasiones tiránicas o antinaturales, creencias rígirígi­ das y falsas, deshonestidad. Todos ellos se infieren de cono­ conocidos informes sobre, por ejemplo, perturbaciones mentales, reclusiones, adicciones a las drogas, alcoholismo, homosexua­ homosexua• lidad, desempleo, intentos de suicidio y conductas políticas extremistas. Por último, existen los estigmas tribales de la raza, la nación y la religi6n, religión, susceptibles de ser transmitidos por herencia y contaminar por igual a todos los miembros de 8 familia.* Sin embargo, en todos estos diversos ejemplos una familia. de estigma, incluyendo aquellos que tenían en cuenta los 2 En relación con esto v~1e de M. Mdtzer, Meltzer, «Countervíase el d artkulo_ artfculo.de manipulstíon thruugh Malingeting», en el libro editado por A. Bid=~~l~tíjf. ~t~:11 e~/of lih:,,,;:~f%aJ:, ~;!i~ Zitnmer, ~!l Then~~:ui Manipularon Human Behavior, Nueva derman y H. ~~::~, York: John Wiley Wíley &: 4c Sons, 1961, págs. 277-304. J3 En la historia moderna, especialmente en Gran füetaña, Bretaña, el status de clase pe. dase baja funcionaba romo como un importante estigma tribal: los pe­ cados de los padres, o al menos su ambiente, eran pagados por d el ni­ ni• i'io social ño si sí este crecía inadecuadamente por encima de su condición sodal clase es, naturalmente, un tema inicial. ¡nidal. El manejo del es!Ígma estigma de dase novda inslesa. inglesa. central en la novela 14 griegos, se encuentran los mismos rasgos sociol6gkos: sociológicos: un individuo que podía haber sido fácilmente aceptado en un intercambio social corriente posee un rasgo que puede unim­ ponerse por la fuerza a nuestra atención atendón y que nos lleva a alejarnos alejamos de él cuando lo encontramos, anu1ando anulando el Dairutdo llamado que nos hacen sus restantes atn"butos. atributos. Posee un estigma, habíamos previsto. Daré una indeseable diferencia que no habiamos el nombre de nonnale~ norm ales a todos aquellos que no se apartan negativamente de las expectativas particulares que están en discusión. Son San bien conocidas conoddas las actitudes que nosotros, los normanorma­ les, adoptamos hada hacia una persona que posee un estigma, y las medidas que tomamos respecto de ella, ya que son precisamente dsamente estas respuestas las que la benevolente acción acdón social intenta suavizar y mejorar. Creemos, por de6nid6n, definidón, desde luego, que la -persona que tiene un estigma no es totalmente humana. Valiéndonos de este supuesto practicapractica­ mos diversos tipos de discri.minaci6n, discriminación, mediante la cual rere­ ducimos en la práctica, aunque a menudo sin pensarlo, sus posibilidades de vida. Construimos una teoría del estigma, una ideología para explicar su inferioridad y dar cuenta del peligro que representa reJ?rcsenta esa persona, petsona, racionalizando a.a veces una animosidad que se basa en otras diferencias, como, por 4 ejemplo, la de clase social. social."4 5 En nuestro discurso cotidiano utilizamos como fuente de metáforas e imágenes términos específicamente referidos al estigma, tales como inválido, bastardo y t11rado, tarado, sin acordamos, por lo general, de su significado real.® teal.'1 Basúdonos Basándonos en el defecto original, tenten­ demos a atribuirle un elevado número de imperfecciones imperfecciones®4 y, al a! mismo tiempo, algunos atributos deseables, pero no deseados por el interesado, a menudo de índole sobrenatu• sobrenatu­ 4 D. Riesman, «Some Observations Observadora Conceming Marginality», en Pbílon, segundo trimestre, 1951, pá11, Philon, pág. 122. 5 En un artículo de próxima aparici6n, aparición, T. J. J . Scheff presenta el 0190 caso con relacioo. relación a los enfermos ml',r1tales. mentales. 6 v&se E. Henrich y L. Kricgd, ó Con referencia al ciego, véase Kriegel, cds. eds. EJtperiments in Survioal, Experiments Sttrvw d, Nueva York: Association for the Aid of Crippled Cfúldren Asociación p~r• Children ((Asociación pira la Ayuda de los Niños Invllli• Inváli­ dos), 1961, H11oe a Cold 19ól, p'8s. págs. 152 y 186: 186; y H. ChevijlDY, Chevigny, My Eyes Have Coid Nose, New Haven, CoM,: Conn.: Yate Yíle University Univernty Press, en i:ústica, rústica, 1962. pág. 201. 15 ral, como, por ejemplo, el pettepci6n d «sexto sentido», o la percepción de la naturaleza interior d~ cosas: 1 de las cosas:7 vacilan en tocar o guiar a los ciegos, mientras que Algunos vac:ilan otros generalizan la deficiencia advertida como incapacidad total, gritándoles a los ciegos como si fueran sordos o in­ intentando ayudarlos a incorporarse como si fueran inválidos. núQuienes se enfrentan con ciegos pueden tener un gran nú­ mero de creencias aferradas al estereotipo. Pueden pensar, por ejemplo, que están sujetos a un tipo cipo único de discerni­ discernimiento, suponiendo que el individuo ciego utiliza canales especiales de información, inaccesibles a Tos los dcmis. demás.889 Además, podemos percibir su respuesta defensiva a esta situaci6n consi• situación como una expresi6n expresión directa de su defecto, y consi­ derat derar entonces que tanto el defecto como la respuesta son el justo castigo de algo que é!, é), sus padres o su tribu ban han hecho, y que justifica, JlOr por lo tanto, la manera como lo tratamos.' tratamos.® Dejemos ahora al individuo normal y ocupémonos de la fa per­ persona con respecto a la cual este resulta normal. Por lo ge­ general, parece cierto que los miembros de una categoría soso­ cial opini6n que, se­ sed a ! sustentan sólidamente un modelo de opinión gún su parecer y el de otros sujetos, no les es directamente aplic&ble. negocios puede exigir una aplicable. Ast, Así, un hombre de negodos conducta femenina de las mujeres o una conducta ascética los monjes y no eoncebirse concebirse a sí de Jos si mismo como alguien que debe llevar a cabo cualquiera de estos dos estilos de conduc­ conducsúnta. La diferencia está entre llevar a cabo una norma, y sim­ plemente sustentarla. El problema del estigma no surge aquí solo donde existe una expectativa difundida de que sino tan soto quienes pertenecen a una categoría dada deben no solo apoyar una norma particular sino también llevarla a cabo. También es posible que un individuo no consiga vivir de 7 Con las palabras de una mujer ciega: «Me llamaron para avalar un perfume, piesumiblemcnte oJfa. presumiblemente porque siendo ciega mi sentido del d ía ­ to (con N. Lobsen2), F11nte en era sul)fflti&Criminatiw.. stmerdiscrinúnattva». Véase T. Keitlen Keiden (coa Lobsenz), Farewell pfg. 10. well to Fear, rta r, Nueva Yock: York: Avon. Avon, 1962, pég. 8 A. G. Gowman, Ameriam Socid Social Structmre, Str11Ctllre, Gorman, T« Tbe Wa War Blilld Biind in American Nncva the Blind, 19.57, ~- 198. Nueva York: American Foundati.on Foundation for tbe 1957, pág. 9 Para ejemplos, véase Macgregor o¡,. cií., cit., ¡,arsim. Matgregor y colab., op. patsim . 16 acuerdo con lo qae que dectlvamente efectivamente exigimos de él, y a pc!W" pesar de ello d io permanezca relativamente indiferente a su fracaso; alienación, protegido por creencias propias aislado por su alienaci6n, sobre su identidad. identidad, siente siénte que es un ser humano perfectamente mllduro maduro y normal, y que, por d el contrario, nosotros no somos del d d todo humanos. Lleva un estigma. estigma, pero no parece .impresionado posioiliimpresionado ni compungido por ello. d io . Esta posibili­ dad es celebrada en relatos ejemplares sobre los tnenonitas, menonitas, los gitanos, los picaros pícaros desvergonzados y los judíos muy ortodoxos. Con todo, actualmente en Estados Unidos los códigos de honor separados parecen encontrarse en decadencia. El E l inin­ dwiduo dividuo estigmatizado tiende a sostener las mismas creencreen­ fun­ cias sobre la identidad que nosotros; este es un hecho fun. damental. La L a sensación de ser una «persona normal•, normal», un ser humano como cualquier otro, un individuo que, por ron· con­ siguiente, merece una oportunidad justa para iniciarse en alguna actividad, puede ser uno de sus más profundos sensen­ 10 (En realidad, cualquiera timientos acerca de su identidad. (E n identidad.10 sea su manera de expresarlos, redamos se basan, no en expresarlas, sus reclamos lo que él piensa q1.1e que se merece todo el mundo, sino solamensolamen­ te aqudlos aquellos que pertenecen a una selecta categoría social, dentro de la cual, sin duda, él encaja; por ejemplo, toda profesi6n, etc.) C.On persona de su misma edad, sezo, sexo, profesión, Con todo, es posible que perciba, por lo general con bastante corrección, que cualesquiera que sean las declaraciones de los otros, estos no lo «aceptan» realmente ni están dispuestos él en «igualdad de condíci~ condicio­ a establecer un contacto con 61 11 Además, las pautas que ha incorporado de la sacie• nes11-. nes».11 socie­ «ser humano normal» origen en 10 La nodón noción de «2t normal• puede tener su ori¡en el enfoque médico de la humanidad o en la tendencia de las ozp• orga­ n.izaciones nizaciones blltO(:ritiCJIB burocráticas de ~ll gran esc:ala, escala, tales como el estado nacionado- nal, a traw tratar a todos los miembros, en denos aspectos, a,mo como iguales. Cualquiera que sea su oriptl, origen, parece suministrar la imq:incrfa imaginería Malea básica •a travá través de la cual los legos crean aen,eralm.ente generalmente una concepción de sí mismos. Es interesante señalar que parece haber surgido una con­ ~en~=~ vención en la literatura popular &eJ'i!~o:tfco de tipo biográfico en la que una persona dudosa prodama como proclama su derecho a la normalidad dtando tomo prueba el hecho de tener una aposa esposa e hijos y, curiosamente, dec1.decla­ rando que ha pasado con ellos Acción de dios los dfas dias de Navidad y de Acdón Gracias. 11 Parker y Allcrton, Allerton, op. cp. dt,, d t„ págs. pigs. 110.111, 110-111, presentan la opini611 opinión de un criminal sobre este rechazo. fa t::O:tei!,:J:: 17 ~ =: dad más amplia lo habilitan para mantenerse íntimamente alerta frente a lo que los demás consideran como su defecto, hecho que lo lleva de modo inevitable, aunque solo sea eses­ porádicamente, a aceptar que, qué, por cierto, 'está muy lejos de ser como en realidad debería. La vergüenza se convierte en una posibilidad central, que se origfua origina cuando el individuo percibe uno de sus atributos como una posesión impura de la que f~lmente puede imaginarse exento. fácilmente Es E s probable que la presencia inmediata de los normales re• re­ fuerce esta disociaci6n disociación entre las autodemandas y el yo, pero, de hecho, el individuo tambiin también puede llegar q_3 odiarse y denigrarse a sí mismo cuando está solo frente a un espejo: espejo; Cuando por fin me levanté ( ..• . . . )) y aprend( aprendí a caminar nuc• nue­ hacia dirigí hada vamente, tomé un día un espejo de mano y me dirigf un espejo más grande para observarme; fui solo. No N o queque­ verría que nadie ( .••. . . )) se enterara de cómo me sentía al ver­ me por primera vez. Pero no hubo ningún ruido, ningún alboroto; al contemplarme, no grité de rabia. Me sentía simplemente paralizado. Yo podit1 ser esa persona zclk.. Y o no podía refle­ jada en el espejo. En mi interior me senda sentía una persona saludable, corriente y afortunada; ¡oh. ¡oh, no como la del espt· espe­ hacia el espejo, eran mis jo! Pero cuando volví mi rostro bada propios ojos los que me miraban ardientes de vergüenza ( .•.. . . )) como no lloré ni emití el menor sonido, me resultó imposible hablar de esto con alguien, alguien; a partir de entonces la Ja confusión y el pánico provocados por mi descubrimiento quedaron encerrados en mí, e iba a tener que enfrentarlos 12 solo durante mucho tiempo. tiempo.1 13 2 Una y otra vez olvidé lo que había visto en el espejo. Aque, Aque­ llo no podía penetrar dentro de mi mente y convertirse en Yo parte integral de mi persona. Y o me senúa sentía como si eso no tuviera nada que ver conmigo; era tan solo un disfraz. Pero no era el tipo de disfrat disfraz que se pone una persona y con el cual intenta confundir a los demé voluntariamente y demás respecto de su identidad. Como en los cuentos de hadas, me habían puesto el disfraz sin mi aprobación ni mi conociconoci­ miento, y era yo mismo quien resultaba confundido respecto 12 K. B. Hath•way, Lodtsmilb, Hathaway, Th,T b t l.ittk U ltle Loekm itb. Nueva York: Caward· CowardMcCaM, pq. 41, en Wrigbt, op, .• p4¡, McCann, 194), 1943, pág. op. cit c it, pife. 1'7. IV . 18 de mi mí propia identidad. Me miraba en el espejo y me sobxesobre­ cogía de horror hon or al no ieconocerme. reconocerme. En el d lugar donde me encontraba. encontraba, con ese persistente júbilo romántico que había ·en mi, como si fuera una persona favorecida en mí, favorecida: por la suerte para quien todo era posible, veía extraño, una figura vele a un enraño, pequeña, lastimosa, deforme y un rostro que se llenaba de dolor y sonrojaba de vergüenza cuando clavaba la Ja vista en S. ¿1. Era E ra solo un disfraz, pero lo llevaría puesto etenwnente. eternamente. Allí estaba, alli allí estaba, era verdadero. Cada uno de estos encuentros era como un golpe e.o en la cabeza. Siempre me efe.. de­ jaba aturdido, mudo e insensible, hasta que lenta y tet• ter­ cemente camente volvía a in\l'adirme invadirme mi persistente y robusta iluilu­ sión de bieneswbienestar y bella.e belleza personal; olvidaba la irrelevante 18 realidad y estaba desprovisto y '9Ulnerable vulnerable otra vez. vez.1* Podemos ya señalar el rasgo central que caracteriza la situa• situa­ ci6n lo ción vital del individuo estigmatizado. Está referido a lo que a menudo, aunque vagamente, se denomina «acepta«acepta­ ción». Las petsonas personas que tienen trato con él ¿1 no logran brin­ brindarle el iespeto respeto y la consideración que los aspectos no concon­ taminados de su identidad social habían habían. hecho prever y que él ¿I habla previsto recibir; se hace eco del rechazo reaiazo cuando descubre que algunos de sus atributos lo justifica. tDe ¿D e qué modo la persona estigmatb::ada estigmatizada responde a esta situaci6n? situación? En ciertos casos, le será posible intentar cottegu corregir directamente lo que eonsidera considera el fundarncnto fundamento objetivo de su deficiencia; es el caso de la persona físicamente deformada que se somete a 1a la cirugía plástica, del ciego que qoc recurre al dd analfabeto que .intenta tratamiento ocuJar. ocular, del intenta una educación educaci6n reparadora, del homosexual que ingresa en psicoterapia. psiooterapia. {Cuando dicha reparación es posible, a menudo el resulta­ resultado consiste, no en la adquisición de un status plenamente normal, sino en la transformación del yo: alguien que tenía D ifrM., Ibltl.• ~ pagS- -46-47. 4647. Pan F U * tratamien1111 tratamientos penles generales de los sentimiensentimien­ de autoaversión, véase K. Levin, Rcsolving Socid Cottflicis, par­ :'tetos1W. II I. ~~:~· Nueva York: Haiper ~.~::t·1.~~•J:: & Row, 1948; A. Kardíocr y L. Oveaey, Ps,cbosociJ StuJy ley, Tbt The Mai Mark o/ of Opprt1sion: Oppression: A Ptychosocid Study of tbt the Amm• Ameri­ CM Ntgyo, Nuev1 can Negro, Nueva York: W. V/. W. Norton & C.Ompany, Cnmpany, 19.5'1: 1951; y E. H. Erikson, Cbildhood Cbiidbood _,,¡ and Sodtf1, Socícty, Nueva York: W. W. Nortoa. Norton & Compu.y, Company, 1950 {lt1/"'"" (Infancia y s«kud, sociedad, Buenos .A.imi: Aires: Plidós, Paidós, 2a. ed., ed.. 1966). 19 un defecto partícula» panicolal' se convierte en alguien que cuenta CD en su habet haber con el partid record de haber corregido un defecto partí* a ila r .) Aquí debe mencionarse la tendencia a la «victimiza• «victim ó», cular.} ci6ni., ción», resultante del peligro que para la persona estigtnatf. estigtnati* zacla r:qanos de servidores fraudulentos que zada significa caer en manos le venden los medios pata p ata corregir la elocuci6n, elocución, aclarar el color de la piel, estirar el cuerpo, devolver la juventud ((como como el caso del tratamiento a base de yema de huevo fertilizado)• fertilizado), curar mediante la fe y obtener aplomo en la conversaci6n. conversación. Ya Y a sea que se trate de una técnica práctica o de un fraude, la pesquisa, a menudo secreta, que da por resultado, revela hasta qué extremos están dispuestas a llelle­ gar las personas estigmatizadas y, por consiguiente, lo dolodolo­ roso de la situaci6n situación que las conduce a tales extremos. Se puede citar un ejemplo: La señorita Peck pioPeek [una asistente social de Nueva York, pío* nera □era en los trabajos referentes a personas con dificultádes dificultades auditivas] decía que en los primeros tiempos los curanderos y charlatanes que querían enriquecerse r'i,idamcnte rápidamente veían eo en la Liga [[para para los dtttos duros de ofdo] oído] un fructífero campo de promoción ele de cascos .ma&nétlcos, magnéticos, milagromilagro­ caza, ideal pata la promoci6n sas máquinas vibratorias, tímpanos tfmpanos artificiales, sopladores, masajeadores, aceites mágicos, bálsamos y otros inhaladores, niasajcadorcs, curalotodos garantizados a prueba de incendios, positivos y permanentes para sorderas incurables. Los anuncios de tales farsas (hasta alrededor de la década de 1920, en que la Asocieci6n Asociación M~ca Médica Norteamericana puso en marcha una campaña de investigación) acosaban desde las ~ s de los peri6dicos, periódicos, incluso de publicaciones prestigiosas, a quiequie­ nes tenían dificultades de audici6n.u audición.14* E l individuo estigmatizado puede también intentar corregir El condición en forma indirecta, dedicando un enorme es• es­ su condici6n fuerzo personal al ai manejo de áreas de actividad que por razones físicas' o incidentales se consideran, por lo comón, común, tazones físicas inaccesibles para quien posea su defecto. Esto aparece ejernejem­ plificado en el lisiado que aprende o re-aprende a nadar, aa ~:,~: pt1t.dv!:P~b:::1it ~:i:cn!;:kh~c,;!::?.nT:: 14 F. W sifidd, Keep U stenini, Nueva York: The Viking Press, 1977, pág. 76. Véase también H. von Hentíg, The Criminal and hit Vietim, New Havm, Haven, Coon.: Comí.: Yale University Pres5, Press, 1948, pq. pág. 101. Victim, 20 cabalgar, a jugar al tenis teDis o a pilotear un avión, o en el ciego que se convierte en un experto esperto esquiador o escalador 16 E l aprendizaje distorsionado se puede aso­ de montañas. montañas.15 El asociar, desde luego, con la ejecución distorsionada de lo que se aprende: aprende; tal el caso de un individuo confioado confinado a una si. si­ na lla de ruedas que se las ingenia para bailar con una mucha. mucha­ cha en un salón recurriendo a cierto tipo de mímica de la 16 Por danza.16 Pe» último, la persona que presenta una diferencia danza. boc:homosa puede romper con lo que se denomina realidad bochornosa e intentar obstinadalllente obstinadamente emplear una interpretaci6n interpretación no convencional acerca del carácter de su identidad social. Es E s probable que el individuo estigmatmdo estigmatizado utilice su eses­ secundarios», como una tigma para obtener «beneficios secundatios., excusa excasa por la falta de éxito que padece a causa de otras razones: Durante muchos años la cicatriz, el labio leporino o la nariz deforme fueron considerados como una desventaja, y su importmcia importancia en la adaptaci6n adaptación social y emocional aban:a abarca in• in­ E s el «gancho» en el aial cual el d paciente conscientemente todo. Es insatisfaccio­ ha colgado todas las inadecuaciones, todas las insatisfaccio. nes, todas las demoras y todos los deberes desagradables de la vida social, y del cual ha terminado por depender ud• uti­ !izándolo lizándolo no solo como un medio razonable para evadirse: evadirse de la competencia sino como una forma fotma de protegerse de la responsabilidad social. Cuando la cirugía elimina este factor, el paciente pierde la protección emocional más o menos aceptable que le ofre. ofre­ da, cía, y no tarda en descubrir, con sorpresa y desaliento, que la k vida no es solo un suave navegar, indu!lo incluso para aquellos «corrientes», sin mácula. N o está prepara­ que tienen caras «attrientes•, No prepara· situación sin la ayuda de una «des• «des­ do para enfrentar esta situaci6n ventaja», y puede rccurrit recurrir a la k protección ventaja•, protecci6n de kws pautas de coaducta conducta menos sencillas, aunque similares, propias de la neurastenia, la k histeria de conversi6n, conversión, la k hipocondría o los ncwasteoia, estados agudos de ansiedad. lT ansiedad.17 1, págs. 117-129 y capítulo 14, p4gs. 17 ICeitlen, Keitlen, op. di., eit., ~ftUlo capítulo t2, 12, ptfgs. págs. 137-149. Véase Víase tambi.m también Cltevi¡ny, Chevigny, op. di., « f ., P'aspágs. 85-86. 8586. 137•149. 16 Henrich pfg. 49. Hentich y Kriqel, Kriegsl, op. cit., p£g. 17 W. Y. Baker y L. H. Smith, «Facial Disfi¡utemcnt Disíigutement and Personality», en Journal tbe American edical Assoctaíion, C X II, 1939, Iit,>, Jor1r,rlll of the Aw.erka,r M Medical Altociation, CXII, 21 También puede pensar que las desgracias desgradas que ha sufrido son una secreta bendición, especialmente por aquello tan difundido de que d el sufrimiento deja enseñanzas sobre la vida y las personas: Pero ahora, lejos ya de la experiencia del hospital, puedo evaluar lo que aprendí [[escribe escribe una madre postrada perma­ pennaPorque no era solamente nentemente por la poliomielitis]. Poique sufrir: también era aprender por medio del sufrimiento. Sé ~ que mi conocimiento de la gente aumentó y se profundizó, que quienes me rodean pueden contar para sus problemas con toda mi mente, mi corazón y mi atención. Ero Eso no hu­ hubiera podido aprenderlo corriendo en una cancha de tenis.1® tenis.18 Análogamente, puede llegar a una nueva evaluación de las limitaciones de los normales, tal como lo sugiere un escle­ escler6tico rótico múltiple: Tanto las mentes como los cuerpos sanos pueden sufrir su&ir de invalidez. El ~normal» E l hecho de que la gente «norm al» pueda momo­ verse, ver y oír no significa que realmente vean y oigan. cosass que deterioran su so Pueden estar muy ciegos ante las «isa felicidad, muy sordos ante el pedido de afecto de los de­ demás; cuando pienso p e n só en ellos d io s no ine me siento ni más inválido miis; ni más incapacitado. Tal vez pueda, pueda. en cierta medida, abrir­ abrirles los ojos a las bellezas que nos rodean: un cálido apretón de manos, una voz ansiosa de consuelo, una brisa primave­ primaveral, una m6sica, Esta música, un saludo amistoso. E sta gente me importa, 19 y me agrada sentir que puedo hacer algo por d ellos. io s.19 Y un escritor ciego: Y Eso E so llevaría inmediawnente inmediatamente a la idea de que existe una gran cantidad de acontecimientos que pueden reducir del placer de vivir de modo mucho más efectivo que 1a la ceguera; adoptar esta manera de pensar puede ser enteramente sana. Desde este punto de vista podemos percibir, por ejemplo, ponto p,íg colab., op. cit., dt., pág. r,'3. '7 el ejemplo eje¡pplo píí?.• .303. 303. Macgregor Macgregot y oolab., 37 y sip., sigs., dan d de un bomb:-e pan nariz toja. roja. homb.-e que usaba de mwetil1a muletilla su gran 18 Henridi di., pág. pig. 19. Henridb y Kriegel, op. cit., 19 lbítl., m i ., pig. pág. ,,. 35. 22 que una deficiencia como la incapacidad de aceptar el amor atnor humano, que, de hecho, disminuye el placer de vivir casi al punto de hacerlo desaparecer, es una tragedia mucho más grave que la ceguera. Pero, por lo get1eral, general, quien padece de un mal así ni siquiera lo advierte, y no puede, en consecuen­ consecuencia, sentir compasión por si sí mismo.• mismo.20 Y un invilido: inválido: A muA medida que la vida continuaba, aprendí que existen mu­ chísimos tipos diferentes de desventajas, no solo físicas, y chfsimos empecé a darme cuenta de que las palabras de la niña inváli­ inváli• da del párrafo anterior [palabras de amargura] también popo­ drían haber sido dichas por jóvenes j6venes mujeres que nunca necesitaron muletas, mujeres que se sienten inferiores y diferentes por su fealdad, su incapacidad para tener hijos, su impotencia para relacionarse con la gente y muchos otros 21 motivos. motivos.21 Las estigmatiL as reacciones de las personas normales y de las estigmati­ zadas que hasta aquí hemos considerado son aquellas que pueden aparecer durante periodos períodos de tiempo prolongados y cuando no existe entre ellas un contacto corriente.22 corriente.22 Este Este libro, probleJibro, sin embargo, se interesa específicamente por el proble­ m ixtos», o sea en los momentos en ma de los «contactos mixtos», que estigmatizados y normales se hallan en una misma «si­ «si. tuación social», vale decir, cuando existe una presencia físi­ tuad.6n físic;a conca inmediata de ambos, ya sea en el transcurso de una con­ venación reuni6n inversación o en la simple copresencia copresenda de una reunión in­ formal. La misma previsi6n naturalmen• previsión de tales contactos puede, naturalmen­ te, llevar a normales y estigmatizados a organizar su vida de modo tal de evitarlos. Es probable que esto tenga conseconse, cuencias él cuenrias mucho mayores para el estigmatizado, por ser él quien, por lo general, debe realizar el mayor esfuerzo de adaptadón: adaptaci6n: 20 Chev.ígny, Chevigny, op. cit., pág. píg. 1.54. 154. 21 F. Carling, And Yet We Are Hu,nan, Chatto & Windus, Hu>>ian, Londres: Chatio 1962, págs. pígs. 23-24. 22 Para una resefut Naturt of Prejudice, Preiudice, reseña véase G. G, W. Allport, Allpcrt, The Hature Nueva York: Anchor Books, 1958 dtl prejuicio, p,,;11icfo, Bue­ Buc1938 (Lo {La ,ut,naleu naturaleza del oos nos Aires, Aíres, Eudeba, 1962.) 2.3 a i desfiguración [la amputación de la porción dis­ Antes de sn distal de su nariz] la señora Dover, Dovcr, que vivía vivfa con una de sus dos hijas asadas, casadas, era una mujer independiente, cálida y amistosa, a quien le gustaba viajar, salir de compras y visitar a sus numerosos familiares. Su desfiguración, sin embargo, provocó una definida alteración de su modo de vida. D Duu­ rante los dos o tres primeros años rara vez salía sal(a de la casa de su hija, y prefería permanecer en su habitación o sentarse -dijo-;; no en el patio trasero. «Estaba desconsolada —dijo— quedaban horizontes en mi vida».23 vida».23 Carente de la saludable realimentación (feed-back) ( feed-back) del in­ intercambio social cotidiano con los demás, la persona que se aísla puede volverse desconfiada, depresiva, hostil, ansiosa y aturdida. Podemos citar la interpretación de Sullivan: Werioridad significa que uno no Tener conciencia de la inferioridad puede dejar de formularse conscientemente cierto sentimien• sentimien­ to crónico del peor tipo de inseguridad, y eso trae como con• consecuencia ansiedad y, tal vez, algo aún más grave, si con­ $.ideramos sideramos que los celos son realmente más graves que la ansiedad. El temor a que los demás puedan faltarle el res­ respeto a una persona por algo que esta exhibe significa que se sentirá siempre insegura en su contacto con otra gente; y esta inseguridad proviene no de fuentes misteriosas y en sucwe con la mayor parte cierta medida desconocidas, como sucede de nuestra ansiedad, sino de algo que ese individuo sabe que defi­ no puede arreglar. Ahora bien, esto representa una defi. ciencia casi fatal en el sistema del yo, ya que este no .no puede ocultar ni excluir una formulación definida: «Soy inferior. Por lo tanto, la gente me tendrá aversión y yo no me sen• sen­ tité tiré seguro con ellos».u d io s» .24 frente a Cuando normales y estigmatizados se encuentran fíente en-frente, especialmente cuando tratan de mantener un en­ cuentro para dialogar juntos, tiene lugar lugar una de las escenas primordiales de la sociología. en muchos casos, son sociología, pues, mi 23 Macgrcgor pégs.. 9Vi2. Macgregor y rolal,., colab., op. ap. cit., págs. 9102. G inicat Stll4ies Studies itt 24 Tomado de Oinicllf in Piycbiatr Plycbi.try, H H.. S. Peny, Perry, M. L. L Gawcl y M. Gibbon, eds eds., Gawel .• Nueva York: Yorlc: W. W.T. Norton & CompaQxnpa. ny, 19,6, 1936, p~. p ig . 14,. 143. º'· 24 estos los momentos en que ambas partes deberán enfrentar directamente dilectamente las causas y los efectos del estigma. El E l individuo estigmatizado puede descubrir que se siente inseguro acerca del modo en que nosotros, los normales, recibirlo.t66 Podemos citar un ejemvamos a identificarlo y a recibirlo® ejem­ plo de un estudioso de la incapacidad física: Para la persona estigmatizada, la inseguridad relativa al status, sumada a la inseguridad laboral, prevalece sobre una gran variedad de interacciones sociales. Hasta que el concon­ tacto no ha sido realizado, el ciego, el enfermo, el sordo, el tullido no pueden estar nunca seguros sisí la actitud de la persona que acaban de conocer será de rechazo o de aceptaacepta­ ción. ción, Esta es exactamente la posición del adolescente, del negro de piel clara, de Is la segunda generación de inmigraninmigran­ tes, de la persona con movilidad social y de la mujer que 28 ingresa a un trabajo predominantemente masculino. masculino.2® ingres11 La incertidumbre del estigmatizado surge no solo porque irnora ignora en qué categoría será ubicado, sino también, si la ubicación lo favorece, porque sabe que en su fuero interno definido en función de su estigma: los demás pueden definirlo Y siempre siento lo mismo con la gente honrada: aunque aean sean buenos y agradables comn.igo, conmigo, en el fondo ven en mf mí nada más que a un criminal. Ya Y a es demasiado tarde para cambiar, pero aún siento profundamente que esa es la tínica única forma que tienen de aproximarse, y que son totalmente 27 incapaces de aceptarme de otra manera. manera.2 27 625 De D e este modo, aparece en el estigmatizado la sensación de «realmente» de él. no saber qué es lo que los demás piensan «realmente• cSI. rocí, t:::r.8it11:..1~t~34~:.h,~~Di:::ty;;:i.!0;;:D: 25 En «The Social Psycholagy of Physical Disability*, en Journal of Socid Issues, IV, 1946, pág. 34, R. Barker sugiere que las personas estigmatizadas '!viven. pskoldgicaii,, enm:o• «viven en una frontera social y psicológica», enfren­ tando de continuo situaciones nuevas. Víase Véase también Macgregor M.cgregor y colab., op. cit., pág. 87, donde se señala que quienes están más gro­ seramente deformados necesitan saber con menos ambigüedad cómo van a ser recibidos en la inRnCdón interacción que que quienes quienes padccai padecen una defordefor­ mación menos visible. 26 Baker, Barker, op. rit., cit., pág. 13. 33. Zl .• pág. pig. 111. 27 Parkcr Parker y Allcrton, AUerton, op. di cit., 87:se,.ei-ooii~~'-'J:; :!:;::· ~~ch :Ju~ : , 1 25 mistos el dutante los contactos mixtos Además, es probable que durante debienezhibicióni.,28 debien­ individuo estigmatizado «ett exhibición*,4® estigmatiado se sienta «en do llevar entonces su autoconciencia y su control sobre la impresión que produce hasta extremos y áreas de conducconduc­ im.presi6n ta que supone que los demás no alcanzan. Puede también percibir que se ha debilitado el habitual cotiesquema que permite interpretar los acontecimientos coti­ a,odianos. Siente que sus logros menos importantes son con­ atraonlinarias siderados como signos de sus admirables y extraordinarias aptitudes. Un criminal profesional nos da un ejemplo: Me sorprende realmente que usted lea libros como esos; no espeluzleJa historias espeluz­ puedo creerlo. Pensaba más bien que lela nantes, libros baratos con tapas sensacionalistas, sensaaonalistas, cosas por Claud el au d Cockbum, Y resulta que está leyendo a G d estilo. ¡¡Y Hugh Klare, Simone de Beauvoir y L am en te Durrell! Lawrence mfnimo que esto fuera una obsermis mínimo obser­ El no pensaba en lo más vación insultante; en realidad, creo que consideraba que Y esa había sido honesto al decirme cuán equivocado estaba. Y c:ondesccndcncla que usted recibe es exactamente la dase clase de condescendencia «¡~ de la gente honrada cuando es un criminal. «¡Q u é notable! exactamente: igual — dicen— . En algunos aspectos usted es exactamente -dicen-. ano*. N o estoy bromeando; esto me da ganas No humano». a un ser hum 29 estrangularlos.2® de estrangularlos. Una persona dega suministra otro ejemplo: ciega sumirustra des---caminar Los que antes eran sus actos más corrientes — caminar des­ pla. preocupadamente por la calle, poner los guisantes en el d pla­ to, encender un cigarrillodgarrillo— son ahora inusitados. El E l ciego excqw onal. Si lleva a cabo se convierte en una persona excepcional. asom• estos actos con tacto y seguridad despierta el mismo asom­ sombrero.• bro que un mago que extrae conejos de su sombrero.*® A l mismo tiempo, siente que un C:esliz ¿esliz sin importancia o Al una impropiedad accidental acddental pueden set interpretados como28930 28 Este tipo oonriencia de sf si mismo mi&1110 es analizado por tipo especial de conciencia tbe Dra$. Messinger Theater. Some Notes on the Mcssinger y colab. en «Life as Theater: S. S000111el'7, XXV, maturgic Rcality», en 'XXV, 1962, cu Soriometry, Sodal lkalitp, maturgíc Approach to Social págs. • 98-110. • 29 Parket AUerton, op. op cit., ¡,fa. pfg. 111. Parker y J\llcrton, Ñ- 140. Chevigny, op. cil., cit., pág. 30 Chevign.y, 26 opresión directa de su estigmatizada calidad de individuo c;r:presión diferente. Los que fueron cnfermoa ¿ fe rró o s mentales temen a 'Veve­ envueltos en una acalorada discusión con ia la espoespo­ ces verse envueltoa •sa o el empleador por temor a que estos interpreten c:rroerró­ aesmente neamente cualquier signo de emoción. Los deficientes menmen­ tales se enfrentan con u.aa una situación parecida: Sucede también que si una persona de bajo nivel intelectual se mete en algún aprieto, la dificultad se atribuye. atribuye, más o ... mientras menos automáticamente, a un «defecto 1nenta1 mental», «inteligencia normal» encuentra que si una persona de «inteli8eflcia normal .. se CIIC'.JeDtn. sinto­ en una dificultad parecida el hecho no se considera sin~ mátic:o particular.81 mático de nada en particular.21 Una lll.uchacba muchacha con una pierna amputada, al recordar su experiencia en los deportes, nos brinda otros ejemplos: Cada vez que me caía cafa se me acercaba una multitud de mumu­ jeres que cloqueaban y se lamentaban como un m.ont6n montón de gallinas desoladas. Era muy generoso de su parte, y aa kla distancia les agradezco sus cuidados, pero en esos momenmomen­ in­ tos me sentía agraviada y sumamente molesta por su intervención, tervención. Daban por sentado que ninguno de los riesgos habituales propios del patinar -un — un palo, una piedra— piedra-- se habían interpuesto entre las ruedas de mi patín. La L a conc:lu. conclu­ si6n sión era inevitable: yo me tenía que caer porque tta era una pobre e impotente inválida.&2 inválida.22 Ni uno solo de ellos gritó con rabia «¡La « ;L a tiró ese peligroso potro salvaje!» ---<OSa — cosa que, Dios lo perdone, había hecho en realidad-. Era como si los viejos días del patinaje sobre realidad— . ruedas me hicieran una horrible visita fantasmagórica. Toda la buena bueoa gente se lamentaba a coro: «¡Esa pobrecita se «¡E sa pobrccita cayó!» 11 22321 31 L. A, Dezter, «A Social Sedal Thcory Tlieory of Meatal Mental Dcficienc,», Defidency», en Aart>Ame­ ric.:111 Joumal o/ Mentdl Defici,ncy, rican Journal of Mental Defidency, LXII, L X II, u1¡s, 1938, ¡,q:. píg. 921. 923. Pan Para ouo otro estudio de los defkientes deficientes mentales en tanto personas ~ estigmatizadas e&tudio oonstÜ~tse consúltese S. E. Perry, Peny, «Some Theoretical Problems Problema of Mental Defidency and Their Action Implintions•, Implications», .:n en Psycbiatry, X V II, Deficieney Psycbi111ry, XVII, 1934, pqs. pfgs. 4'-73. 45-73. 1954, J2 Limb, 32 Baker, Out on a a Um b, Nueva York: McGraw-Hill McGraw-Hffl Boot Book ComCorapany, 1in p,ig. 22. sin fecha, pág. 33 Ib Ibid., id., pq. pág. 73. 27 Cuando fijamos nuestra atención {(por Cuaado por lo general nuestra vista) en el la persona estigmatizada — --oiando, d defecto de la cuando, en suma, no se trata de una persona desacreditaba desacredite.ble sino dc:saaeditada-, pttdesacreditada— , es posible que esta sienta que el estar pre­ sente entre los normales la expone, sentc apone, sin resguardo alguno, •a ver lnvadida invadida su intimidad,H intimidad,5* situación vivida con mayor agu­ deza, quizá, cuando los niños le davan clavan simplemente la mimi­ .rada." rada.84 Esta desagradable sensación de sentirse expuesto puede agravarse con las conversaciones que los extraños cxtraííos se sienten autorizados a entablar con él, y a través tra'Vés de las cua­ cua• les expresan lo que él juzga una curiosidad curiosmd morbosa sobre au ne<:'C!Sita Pi su condici6n, condición, o le o&ecen ofrecen una ayuda que no necesita ni desea.• cienas f6rmulas desea.8” Podemos agregar que existen ciertas fórmulas cláclá­ sicas para entablar estos tipos de conversación: «M cMii estima­ estima• ¿cómo consiguió su audífono?»; da niña, lCÓmo audífono?•; «Un tío do abuelo abudo mío tenía un audffoa.o, audífono, por eso creo que conozco bien su problema»; «Yo «Y o siempre he dicho que los audífonos son aceL:ntes «Dígame, lCÓmo se las arre­ arreexcelentes y solfcitos solícitos amigos»; am igos»; «Dígam e, ¿cómo gla para bañarse con el audífono?». Lo que se infiere de estos preimbulos preámbulos es que un individuo estigmatizado es una la cual los extraños pueden abordar persona a 1a. abordat aa voluntad con tal de que sean sensibles a situaciones de esta clase. Sabiendo Jo p,nicipar de una lo que es po.sible posible que enfrente al participar situación social mixta, el individuo estigmatizado puede resres­ ponder anticipadameot~ Esanticipadamente con un retraimiento defensivo. E s­ to puede ser ejemplificado con las palabras de un albañil de 43 años, tomadas de un antiguo estudio sobre kJa desodeso­ cupación alemana durante la Depresión: aau- p Qué difícil y humillante es pertenecer a la categoría de los desocupados. Cuando salgo, bajo los ojos porque me siento caJle me parece que no pue­ pueinferior. Cuando camino por la calle do ser comparado con un ciudadano corriente, que todo el mundo me seiíala el dedo. Instintivamente evito encon­ enconseñala con d trarme con la gente. Los antiguos conocidos y amigos de 34*6 34 Este tema e,ti está bien tt,tado tratado en R. K. White, B. A. Wrigbt Wtsght y Bembo, «Smdies «Studies in Adjustment T. Dembo, Acliustm.ent to Visible injuries: Jnjurics: Evaluation Ewluation of. .., en Journal /owr,iol of Abnormal A.bnormal and Social Socüd of Curiosity Curios! ty by the Injmcd Injured», Psycholog,, pqs. 13-28. Piychology, XLIII, X L III, 1~48, 1948, págs. ,, Kri~geJ, op. cit., e#., pág. p-Jg. 184. 33 Para ejemplos ejemplo» vme víase Henrich y Kriegel, 36 Ve-r Problcm o£ o! Sympathy», Sympathy•, págs. p4111, 233-237. 2}3·237. Ver Wf'.ight, wfight, op. cit., •The «The Problem 28 tiempos mejores han dejado de ser cordiales conmigo. Cuan­ Cuan- do nos encontramos, me saludan con indiferencia. Y Yaa no me o.frecen «No ofrecen W1 un cigarrillo y sus ojos parecen decir: «N o te lo mereces, porque no trabajasit. trabajas»”81 Una niña tullida ofrece un análisis ilustrativo: . . )) comencé a caminar sola por las calles de Cuando ( .••. nuestro pueblo (, junto ( . ., .,)) advertí que toda vez que pasaba jumo a un grupo de dos o tres chicos, estos me gritaban {( ..•. . . )) A veces, incluso, llegaban a perseguirme con gritos y burlas. No podía soportarlo pero tampoco sabía cómo enfrentar la si­ situación (, ( . .... )) Durante algún tiempo estos encuentros callejeros me llena.llena­ ron de un terror tenor frio frío frente a todos los niños que no co­ oonocfa nocía (.,.) (...) Un dfa, día, advertí de pronto que había llegado a tener tanta conciencia de mí misma y tanto miedo de todos los niños extraños que, a1 al igual que los animales, estos sabían que yo estaba asustada, y hasta los más sua'7es disposuaves y afables se dispo­ nían automáticamente a burlarse de tni mi retraimiento y mi 88 temor.” temor. En lugar de retraerse defensivamente, el individuo estigma­ estigmatizado puede intentar establecer contactos mixtos matos mediante baladronadas agresivas, peto esto puede provocar en los demás una serie de respuestas impertinentes. Se puede puede agre­ agregar que el individuo estigmatizado vacila a veces entre el teuaimiento ponienretraimiento y la bravata, saltando de uno a otra, y ponien­ así de manifiesto una modalidad fundamental. fundamental, en la cual do as1 la interaccilln interacción cara a cara puede volverse muy violenta. estigmatizados — al Considero entonces que los individuos cstigmatúados -al menos aquellos cvisiblementca, te«visiblemente» estigmatizados-estigmatizados— deben te­ ner razones especiales para 11entir sentir que las situaciones sociasocia­ ~s les mixtas tienden a una intencción interacción inconttolablemente incontrolablemente an-378 Zawadski y P. Luarsfcld Lazarsfeld, «The Psychological Constqucnce* 37 S. Zawadskl úmsequenm oí of Unemploymenb, Jour~d of Socl.J Psycholov, VI, 1935,_p,g. Unetnployinent», en }ourt?d Socid Piychology, 1935/jííg. 239. 38 H■thawey, Richudson, Social Hathaway, op. cit., pilgs. págs. 1''-1'7, 133-137, en S. Richard son, «The Soda! ~~ ~eri~ tado ante la ~:6nde°l Convención de la =lnin~~J;: Asociación Sociológica Americana, ce­ Psychological Consequences oí Handicappino», trabajo inédito presen­ lebrada en Washington en 1962, págs. 7-8. 29 siosa. De ser así, habrá entonces que sospechar que también tambiéri para nosotros, los normales, estas resultan molestas. SentiSenti­ remos que el individuo estigmatizado es demasiado agresivo agresiv(I o demasiado tímido, y, en cualquiera de los dos casos, dema­ demasiado propenso a leer en nuestras acciones significados que sentit no intentábamos darles. Por nuestra parte, podemos sentii que si manifestamos un interés sensible y directo por su con­ condición, nos estamos extralimitando, y que, sin embargo, si olol­ vidamos verdaderamente su defecto podemos llegar a tenei con él exigencias imposibles o despreciar, sin pensarlo, a sus SU5 compañeros de sufrimiento. Sentimos que el individuo es­ estigmatizado percibe cada fuente potencial de malestar oriori, ginada fo gínada en la interacción, que sabe que también nosotros le percibimos e incluso que sabemos que él lo sabe. Ya Y a están estál'l dadas, pues, las condiciones para el eterno retorno de la con­ considetad6n ensideración mutua, que la psicología social de Mead nos en­ seña cómo iniciar pero no cómo terminar. Dado lo que el individuo estigmatizado y nosotros, los nor­ nor• males, introducimos en las situaciones sociales mixtas, resulresul­ ta fácil comprender que no todo marche sobre ruedas. Es probable que intentemos continuar como si en .rea)idad ~ realidad ese individuo correspondiera por entero a una de las clases de personas que nos son naturalmente accesibles en la situa­ situa• ción, ya sea que eso signifique tratarlo trlltarlo como a alguien mejor mejoi como de lo que creemos que es o com o a alguien peor de lo que pensamos que es. Si ninguna de estas conductas es posible, entonces podemos tratar de .actuar como si fuera una «no«no, persona», y no existiera como individuo digno de una aten­ aten• ción ritual. Ese individuo, a su vez, probablemente conti­ conti• núe con estas estrategias, al menos al principio. Por consiguiente, la atención atcnci6n $e se aleja en forma furtiva de sus blancos obligatorios, y aparece la conciencia del yo y-, «la conciencia del otro», expresada en 1a la patología de Li la 1111 interacción. As( interacción.38 Así se la describe en el caso de los físicamente disminuidos: Sea que se reaccione abiertamente y sin tacto ante la des­ desventaja como tal o, lo que es más común, que no se la39 39 Para «Alienatioa from Pata un enfoque general, véase E. Goffm.m, Goffman, «Alienatioo Intctactlon», Rel,tiom, X X,, 19n, pilgs. 47-60. Jntetaction», en Rum,n Human Rstetions, 1957, págs- 'º mencione en fom:ia forma explicita, explícita, la condici6n condición básica de intensifiintensifi­ car y acotar 1a la conciencia que de ella se tiene hace que la interacción se articule demasiado exclusivamente en función de ella. Esco, Esto, tal como lo describen mis informantes, 1'a Va por lo general acompañado por uno o más de los habituales sÚltomas síntomas propios de la incomodidad y la falta de soltura: las referencias referen~as cautelosas, las palabras corrientes comentes de la vida cotidiana repentinamente convertidas en tabú, la mirada que se clava en otra parte, la ligereza artificial, la locuacidad compulsiva, la solemnidad torpe:'• torpe.4® 'Es E s probable que en las situaciones sociales en las que intervieintervie­ ne un individuo cuyo estigma conocemos o percibimos, emem­ pleemos categorizaciones inadecuadas, y que tanto nosotros como él nos sintamos molestos. Existen, por supuesto, fre. fre­ cuentes cambios significativos a partir de esta situación inicial. Y, Y , como la persona estigmatizada tiene más oportuoportu­ nidades gue que nosotros de enfrentarse con estas situaciones, es probable probáble que las maneje con mayor pericia. El igual y el sabio Se sugirió al comienzo que podía existir una discrepancia entre la identidad virtual y la real de un individuo. Cuando es conocida o manifiesta, esta discrepancia daña su identiidenti­ dad social; lo aísla de la sociedad y de sí mismo, de modo que pasa por ser una persona desacreditada frente a un mundo que no lo acepta. En ciertos casos, como en el del inin­ dividuo que nació sin nariz, puede descubrir a lo largo de su vida que es el único de su especie, y que todo el mundo está en contra de él. Casi siempre, sin embargo, advertid advertirá que existe gente sensible dispuesta a adoptar su punto de vista en el mundo y a compartir c"n con él el sentimiento de que es humano y «esencialmente» normal, a pesar de las apariencias y de sus propias dudas. Hay que considerar, en este último caso, dos categorías.40 40 F. Dsvis, Davis, «Deviance Disavowal: DisavowaI: TI1e Tlie Manag=ent Management of Stralned Strained In,40 teraction by the Vllibly Problem.s, IX, 1961, teractían Visibly Hanclicam,ed.t, Handicagped», en Social Problema, pág. 123. Véase también Wbite, White, Wriaht wright 'Jy Dembo,_op. Dembo, op. cit., cii., P'sspíg*. 26-27 26-27.. pág, 12,. V6ase u.mbi6n .H El E l primer grupo de personas benévolas es, por supuesto, el que comparte su estigma. Conocedoras por experiencia pro* propia. de lo que se siente al poseer ese estigma en particular, pia algunas de esas personas pueden enseñarle las mañas del oficio y ofrecerle un circulo refugiarcírculo de lamentos en eI el cual refugiar­ se en busca del apoyo moral o del placer de sentirse en su elemento, a sus anchas, aceptado como alguien que es realmente igual a a cualquier otra persona normal. St Se puede citar a ta r un ejemplo extraido extraído de un estuclio estudio sobre analfabetos: La existencia de un sistema de valores distinto vigente entre estas personas se pone de manifiesto en el carácter comunicomuni­ de la conducta de los analfabetos cuando actúan entre tario d.e sí, sí. No solo dejan de ser entonces individuos inexpresivos y confundidos ((como corno frecuentemente ocurre en la sociedad global), para convertirse en personas expresivas e inteligen, intdigen* tes dentro de su propio grupo, sino que, además, se expresan a sí mismos en términos institucionales. Comparten un universo de ’ respuestas; dan lan forma y reconocen símbolos de prestigio y de deshonra; evalúan las situaciones relevantes en y en su propio idioma, y en función de sus propias normas nowas '/ m.scara del ajuste sus interrelaciones interrelariones mutuas renuncian a la máscara 1 circunstancias.*1 exigido por las drcunsrancias! Otro ejemplo de quienes tienen dificultades en la audición: Recuerdo qué tranquilizador era en la escoda escuela Nitchie esrar estar con gente que admitía Ja la existencia de dcficienciü deficiencias audidauditi­ vas. Ahora quiero conocer gente que acepte la existencia di: de audífonos. ¡Cuánto me gustaría poder ajustar el control del volumen de mi transmisor sin tener que preocuparme porque alguien me est, está mirando! Poder dejar de pensar durante un rato si se ve el cordón detrás de mi cuello. Qué lujo seda sería decirle a alguien, a los gritos, «¡Santo Dios, mi batería está descargada!»." descargada!».4* Entre sus iguales, del individuo estigmatizado puede utilizar su desventaja como base para organizar su vida, pero para41 41 H. Fret'DWl Amcrica», en Freeman y G. Kuenbsum, Kisenbaum, «The «Thi Illirrnre Illitrrate i.o ¡o America», Soci,l Forcea, Porces, XXXIV, 19:56, pág . .374. Social 1956, pág. 374. 42 Warfield, Warficld, op. c:it., pía. 60. cil., pág. ;2 lograrlo deberá resignarse a vivir en un mundo incompleto. ¿I podrá exponer en toda su plenitud el triste relato En él que da cuenta de la posesión posesjón dd del estigma. Las explicaciones la que dan los deficientes mentales acerca de su ingreso a i. institución correspondiente proporcionan un ejemplo: 1 ) Me enredé enredó con una pandilla. Una noche estábamos roro­ 1} bando en una estaci6n estación de servicio y la policía me agarró. Yo oo 2 ) Mire, yo no debería estar no pertenezco a este lugar. 2) aquí. Soy epiléptico, no tengo nada que ver con esta gente. )3)) Mis padres me odian y me encerraron aquí. 4) 4 ) Dicen que estoy loco. N No o estoy loco, pero aunque lo estuviera mi lugar no está aqu1, aquí, con estos infradotados.'ª infrudotados.11 Poi: Por otra parte, puede descubrir que los relatos de sus com• com­ tlldo lo que implipañeros de infortunio lo aburren, y que todo impli­ que centrarse en la descripción de atrocid::.des, atrocidades, en la supe• supe­ riorids.d rioridad del grupo, en historias de embusteros, en síntesis, «problem a», es uno de los mayores casti¡os castigos por tener en el «problema», un estigma, estigma. Por detrás de esta focalización del problema hay, por cierto, una perspectiva no demasiado diferente de la de los normales, por cuanto está especializada en un sector: Todos parecemos propensos a identificar a las personas cucu­ yas características nos resulta.o. resultan importantes o consideramos de importancia general. Si se le pregunta a alguien quién era Franklin D. D, Roosevelt, responderá probablemente que fue el trigésimo segundo presidente de Estados Unidos, y cier­ no un hombre atacado por la poliomielitis, aunque, por cier• to, muchos mencionarán su enfermedad como una informainforma­ ción suplementaria, juzgando interesante el hecho hedió de que se las hubiera arreglado para abrirse camino hasta la Casa BlanBlan­ ca a pesar de su desventaja. El E l inválido. inválido, sin embargo, pensapensa•43 Edgertoa y G. Sabagh, «Fro.m «From Mortification Mortifica tion to AggrandizcAggrandize43 R. Edgcnon ment: Ch1ngíng Changing Sclf,C:Oncepts Self-Concepts in the Carccrs Caree» of the Mentally Mentaliy Re, Rewde<D, XXV,, 1962, píg. pág. 268. Para comcntuios tarded», en Psychir11ry, Psychiatry, XXV «mentarlos adiadi­ cionales sob~ rdatos tristes véase E. Goffman, •The sobre relatos «The Moral Catter Career oi plgs. UJ-134 of the Mental Paticntio, Patient», en Ps,cbi.Jry, Psycbsatry, XXII, X X II, 19'9, 1959, pégs. 133134 («La canera carrera IIIDW moral dd d d paciente pácteme mental~, mental», en Intentados. Ensayos (el.a m lntatl44os. Ensqos sobre la ¡a siJ11.ción situación socilll socid de los lo s ~wros enfermos 11U11talrs, mentales, Buenos Aires, Amorrortu Amonortu cditottS, editores, 1970, págs. HJ-172). 133-172). ll Rooseveh dd señor Roosevelt rá probablemente en la poliomielitis del nombre!·" apenas oiga mencionar su nombre.** En el estudio sociológico de las personas estigmatizadas, el interés se cenera, centra, por lo general, en el tipo de vida colecticolecti­ va, cuando esta existe, que llevan aquellos que pertenecen en­ a una categoría particular. EEas evidente que en ellos se encuentra un catálogo bastante completo de tipos de forma• forma­ de• ciones y funciones grupales. Hay personas que poseen de­ aparentefectos del lenguaje cuya peculiaridad desalienta aparente­ grupal.48 formaci6n grupal.4 746545 En el límite mente cualquier intento de formación del deseo de unirse están los que fueron enfermos mentales -solo — solo un número relativamente escaso de ellos está, por lo general, dispuesto a apoyar a los clubes de salud mental, aa míem• pesar de los rótulos inocuos que permiten que sus miem­ ts Existen comwi-.,4e bros se agrupen bajo una envoltura común— también clubes de ayuda mutua para los divorciados, los 4' los que pa­ paimpedidos,47 viejos, los obesos, los físicamente impedidos, re• decieron una ileostomia ileostomía o una colostomla.n colostomla.48 Hay clubes re­ subvencioaado1 adictos ex y alcohólicos subvencionado: sidenciales para ex alcoh6licos Existe11 por contribuciones voluntarias de diverso grado. Existen ASIÓ asociaciones nacionales, tal como la AA (Alcohólicos Anó­ comnimos ), que proveen a111 sus miembros de una doctrina com­ nimos), asocia• A menudo, estas asociapleta y hasta de un modo de vida. A IJÚS. 1~19. 44 Carling, Cading, op. cil., cii., págs. 18-19. Lemert, Social McGraw-Hitl Bool Boofi Yodrc: MtGraw-HiU Pt11bolo1.7, Nueva York; Soci4Í Palhalogy, 45 E. Lemat, Coo:q>aQy, Company, 19jl, 1951, ¡,.g. pág. 1.51. 151. Wechsw:. •The «The E.xpatíen1 Expatiem 46 Un examen general lo proporciona H. Wechskr, Organización: A Survey», en Journal o/ of Sodill Socid lnues, Isutes, XVI, 19'') 1969 Organintion: págs. 47-.5}. 47-55. Algunos de los rótulos s00: son: Rccupcnd6n Recuperación lnc., Inc., Búsqoe Búsque Club 101, 103, Fundacida Fundación úsa Casa de la Q ub de la Confraterne Ja c.on&atetni Fucncc. <Jub Ja Fuente, da, Oub dicoo Paraa dei estudio de uno de dichai C-enuo. ftu del Centro, Francisco. Oub Q ub dd dad San Francñu,, ~':ev;s: &1:fJm; ~= ~~= clubes véase D. Landy y S. Singer, «The Social Organización an< Culture of a Club for Fonner Mental Patients», en Human Relations ~ts~ «Sodal Reha X IV , 1961, • págs. 31-41. Véase también M. B. Palmer, «Soda! . 3141. XIV, XLII, Hygient, X Mental Paúents•, en M entd Hygiene, L II, 19.58 1958 bilitation for Mental Patients», páp. págs. 24-28. páp. 1.58--1,9. 47 Véase Barker, op. cit., págs. 158-159. desca1ít1 no tenerla une ileostomía ( .... . . )1 desearía 48 D. R. White, «Yo tengo una Pero he aprendido a aceptarla y a llevar una vida normal y 1 plena» en American Journal of Nursing, LX I, 1961, págs. 52: «En este mo díecisél ilcmtomizados y colostomizados en diedséi mentó existen clubes de ileostomizados mento estados yy en el distri:o distrito de Columbia, C.Olumbia, asf como también en Australia Cenawá, Canadá, lnglatcna Inglaterra y Africa del Sur. Sur*.. ;:'~!,;~:¡::,.~¡ :tN:1:,,:. ili.S:~t•p; ;;n:t C:~cr;:~ .'4 áones dones son la culminación de años de esfuenos esfuerzos llevados aa a.bo cabo por personas y grupos situados en diversas posiciones, y constituyen objetos de estudio ejemplares en tanto movi­ movi9 Existen redes de ayuda mutua formadas mientos socia1es! sociales.49 por ex presidiarios de un mismo reformatorio o de una misma cárcel, tal como la sociedad tádta tácita de evadidos del establecimiento penal francés de la Guayana Francesa, que 50 se supone existe en América del Sur; orSur;50 existen también or­ ganizaciones más tradicionales: redes de individuos que se conocen ({oo que están indirectamente relacionados), a las cuales parecen pertenecer algunos criminales y homosexua­ homosexuales. Hay también medios urbanos que poseen un núcleo de instituciones auxiliares territoauxilíales que proporcionan una base territo­ rial a prostitutas, drogadictos, homosexuales, alcohólicos akoh6licos y otros grupos ignominiosos. Estos establecimientos son, se­ según los casos, compartidos por diferentes clases de pros­ pros• existen comunidades resi­ criptos. Por último, en la ciudad e,dsten residenciales cabalmente desarrolladas --étnicas, te• — étnicas, raciales o re­ ligiosas— que cuentan con una elevada concentración de per­ llgiosaspersonas tribalmcnte tribalmente estigmatizadas ((aa diferencia de muchas otras formaciones grupales existentes entre los estigmatiza­ estigm11tb:ad o s), en las cuales la unidad básica de organización es la dos), familia, no el individuo. Aquí existe, por supuesto, una confusión conceptual muy común. El E l término «categoría» es perfectamente abstracto y puede ser aplicado a cualquier conjunto, en este caso a personas que poseen un estigma particular. Gran parte de los que se incluyen dentro de una determinada categoría de estigma bien pueden referirse a la totalidad de los miem­ miembros con el t~rmino tsl como término «gropo» «grupo» o un equivalente, tal «nosotros• «nosotros» o «nuestra gente». Del mismo modo, quienes 49 Warfield, Warfieid, op. di,. rít., en las pá¡¡s. págs. 135-136 deSCt"ibe describe una ce1ebracl6n celebración llevada a cabo en del año 1950 en Nueva York por el movimiento de ele las cw.l estaban presentes Us personas con dificultades auditivas, en la cual las 1ucesivu sucesivas generaciones de dirigentes asi todas In uf como también tambidn los reptesentanres ori¡¡i.nalmente sepa­ separepresentantes de cada una de las or11ani.z11ciones organizaciones originalmente radas. De este modo se pudo obtener una recapitulación completa de la historia del movimiBtto. la historia Inter­ intermovimiento. Para romcnwím comentarios sobre Ea nacional del mismo, véase K. W. Hodpm, Dea/ o,r4 their lheir Hodgson, Tbt The D eaf and Problems, Nueva York: Philosophical Library, 19,4, 3'2. 1954, pág. 352. comunicado por F. Poli, Gffllkfllffl Gmtlemen Co,,vicu, Convicts, Londres: 50 Dato romunic:ado Rupen Ruprn Hart-0,vis, Hart-Dsvis, 1960. 35 están afuera de la categoría pueden designar de!iignar a los que están dentro de ella d ía en términos grupales. Sin embargo, es muy común en esos casos que el conjunto de todos los miembros no constituya un único grupo en el sentido estricto, ya que no poseen ni una capacidad para la acción colectiva ni una pauta estable y totalizadora de interacción mutua. Lo L o que sí sabemos es que los integrantes de una categoría particu­ particular de estigma tienden a reunirse en pequeños grupos so­ sociales, cuyos miembros derivan de la misma categoría; categ0rfa; es­ estos grupos están, a su vez, sujetos a organizaciones que los engloban e11 en mayor o menor medida. También se observa que cuando un miembro de una determinada categoría en­ entra en contacto con otro, ambos pueden estar dispuestos a modificar su trato mutu0 aeer que tanto el uno como CODlO mutuo por creer el otro penenecen «grupo,., Además, en tanto pertenecen al mismo «grupo». miembro de una categoría, un individuo puede tener una mayor probabilidad de entrar en contacto con cualquier otro miembro e, .incluso, incluso, como resultado de ello, de establecer una relación con él. puede funcionar De esto se desprende que una categoría puwe funcioll3r para favorecer entre sus miembros el establecimiento de de re­ relaciones y formaciones grupales, lo cual no significa, sin embargo, que la totalidad de sus integrantes constituya un srupo grupo -sutileza — sutileza conceptual que, en lo !iucesivo, sucesivo, no siemsiem­ pre observaremos en este ensayo— ensayo--.. Sea que Jas forlas personas que poseen un estigma particular for­ men o no la base de reclutamiento para una comunidad que probaestá ecológicamente consolidada de cierto modo, es proba­ ble que subvencionen agentes y agendas agencias que las represen­ representen. ((EEss interesante señalar seftalar que no tenemos una palabra para designar con exactitud a los componentes, adherentes, partidarios, entusiastas, subordinados o defensores de di­ dichos representantes.) Los miembros de una categoría pueden disponer, por ejemplo, de una oficina o de una antecámara desde la cual promueven sus casos ante el gobierno o ame ante la prensa; la diferencia la establece el individuo indlviduo que ponen al frente de la misma: una persona igual a ellos, un «nativo» que está --como e! caso de realmente al tanto de las cosas — como ocurre en el los judíos-,, o bien ¡os sordos, los ciegos, los akobólicos alcohólicos y los judíos— alguien que pertenece al otro bando, como hacen los ex 36 111 presidiarios o los deficientes mentales. mentales® 1 (Los {Los grupos de acción que están al servicio de una misma categoría de per­ personas estigmatizadas pueden a veces discrepar ligeramente entre sí; si; esta discrepancia refleja a menudo la diferencia que existe entre una dirección •a cargo de nativos y otra en manos de normales.) Una labor caractertstic11 característica de estos rere­ presentantes es la de convencer al público para que aplique un rotulo rótulo social más flexible a la categoría en cuesti6n: cuestión: Obrando de acuerdo con esta creencia, Ja la plana mayor de la Ll&a Liga [Liga [L iga Neoyorquina para Personas con Dificultades de Audición] convino en utilizar únicamente expresiones tales como persona con dificultades de audición, con audiaudi­ ción disminuida o con pérdida de la audición, y en elimfoar eliminar la palabra sordo de sus conversaciones, de su correspondencorresponden­ escritos, d~ de sus enselianzas enseñanzas y de sus discursos en cia y otros escritos;_ procedÍIDÍento dio resultado. Nueva York, en público. El procedimiento general, empezó gradualmente a utilizar el nuevo vocabulavocabula­ 11 camino.® 2 rio. Una apreciación objetiva se iba abriendo camino.1 Otra de sus tareas habituales es la de aparecer como «ora«ora­ estigmatiza­ dores» ante diversas audiencias de normales y estigmatiza. dos; presentan el caso en nombre de los estigmatizados y, aiando cuando son ellos mismos nativos de ese grupo, se ofrecen como moddo modelo vfvido vivido de una realización plenamente normal; son h6roes héroes de la adaptación, merecedores de recompensas públicas por haber demostrado que un individuo de esa especie puede ser una buena persona. Muchas veces, quienes tienen un estigma particular patroci­ patrocinan algún tipo de publicación que expresa sentimientos compartidos, consolidando y estabilizando en el lector la sensación de la existencia real de «su11vincu«su » grupo y de su vincu­ ¿1. En estas publicaciones se formula la ideologfa ideología lación con él. — sus quejas, sus aspiraciones, su polfdpolíti­ de los miembros -sus ca-. ca— . Se publican los nombres de los amigos y enemigos que d el «grupo• «grupo» conoce y se adjunta la información que concon­ editan512 firma la bondad o la maldad de estas personas. Se ec:litan 11 51 Por ~Jo. ejemplo, en Chmgny, Chevigny, o¡,. op. ciJ., cit., capfrulo capítulo .S, S, se pn!Senta presenta la situación ttfcrente referente •a los ciegos. situa:ión 52 Warfield, W■rlield, op. cit., pág. pig. 78. asimihistorias que reseñan los triunfos de los héroes de la asimi­ aceptalación que lograron _penetrar penetrar en nuevas áreas con la acepta­ laci6n cí6n ción de los normales. Se publican antiguos y modernos puedeo cuentos de horror que relatan hasta qué extremos pueden llegar los abus-:is abusos cometidos por los normales. Bajo la forma de biografías y autobiografías se publican historias de moral obejemplar, que ilustran el código de conducta que debe ob­ servar un estigmatizado. La publicación funciona también dicomo un tribunal donde se presentan ciertas opiniones di­ situaJa situa­ vergentes sobre la manera más adecuada de manejar 1a individuo del defecto el Si estigmatizada. ción de la persona estigmatil!:ada. publicita y requiere equipos especiales, es aquí donde se los publlcita analiza. Los lectores de estas publicaciones constituyen un mercado para libros y folletos que siguen una línea similar. Es E s importante subrayar que, al menos en Estados Unidos, pai:ticupor muy pequeña y maltrecha que sea una categoría particu­ lar de estigmatizados, el punto de vista de sus miembros pú, gozará probablemente de algún tipo de representación pú­ blica. Se puede decir entonces que, por incultos que sean, los norteamericanos estigmatizados tienden aa vivir en un refeliterariamente; si no leen los libros refe­ mundo definido literariamente¡ situarentes a las personas que se encuentran en su misma situa­ ]een revistas y van al cine; y, en caso ción, por lo menos leen de no poder hacerlo, escuchan, entonces, a los miembros del grupo, voceros del problema, pertenecientes a su localidad. Así, Ia la mayoría de los estigmatizados tiene acceso a una versión intelectualmente elaborada de sus puntos de vista. Es necesario aquí una explicación acerca de aquellos que actúan como representantes de una categoría de estigmatizaestigmatiza­ dos. Se trata de personas estigmatizadas que tienen, para empezar, mayores oportunidades de expresar su parecer, son miis relacionadas que el poce más conocidas o están más un pocc resto de sus compañeros de infortunio y que, al cabo de «movimiento,. les absorbe el un tiempo, descubren que el «movimiento* día entero y que se han convertido en profesionales. Una culmipersona con dificultades en la audición ejemplifica la culmi­ nación de este proceso: proceso; En 1942 estaba casi todos los días en la Liga. Los lunes ttabajaba con la unidad de Ja Cruz Roja Los martes trabajaba cosía ron en la oficina escribiendo a máquina, llevando el archivo y 38 manejando el conmutador en caso necesario. Los miércoles por la tarde ayudaba al médico en la clínica de la Liga para Ja le prevención de la sordera, que funcionaba en e! Hospital de Ojos O jos y Oídos O ídos de Manhattan, en una tarea que me rae agraagra­ daba particularmente; se trataba de confeccionar las hist0histo­ rias de los niños que a causa de resfríos, otitis, infecciones y — cuyos efectos posteriores eran popo­ enfermedades infantiles ---<:UJOS tencialmente perjudiciales para la audición-audición— obtenían el beneficio de los nuevos conocimientos, de las drogas de reciente aparición y de las modernas técnicas otol6gicas, otológicas, toto­ do lo cual probablemente probablemente·Jes les permitiría crecer sin aJgodones algodones en los oídos. Los jueves por la tarde asistía a las clases para adultos, donde se les Ies enseñaba a ;interpretar interpretar el movimiento de los labios, y después to.ma1>anios tomábamos juntos el té y jugába­ jugábamos a las cartas. Los viernes me ocupaba del Boletfn. Boletín. Los dbados sábados preparaba cocoa y sandwiches de ensalada de huehue­ vos. Una vez por mes concurría a la reunión de Damas AuAu­ xiliares, un grupo de voluntarias organizado en 1921 por la señora Wendell Wendeü Phillips y otras esposas de otólogos, Jg so­ interesadas en recaudar fondos, aumentar el número de socios y representar a la Liga socialmente. Para los chicos de seis años organizaba la fiesta de Todos los Santos y ayudaba a servir la cena del día de Acción de Gracias de los vetera• vetera­ nos. Para Navidad redactaba el pedido de contribuciones, ayudaba a escribir la dirección en los sobres y a pegar las estampillas. Colgaba las laá cortinas nuevas y arreglaba la me~a mesa de ping-pong; acompañaba a los jóvenes al baile de San Valendn Valentín y me encargaba de un puesto de venta en la 58 Feria de Pascua. Pascua.63 Se podría agregar que cuando una persona con un estigma particular alcanza una posición posici6n ocupacional, política o finanfinan­ ciera elevada -su — su importancia depende del grupo estigmaestigma­ tizado en cuestióncuestión— es posible que se le confíe una nueva carrera: 1a la de representar a su categoría. Advierte que es demasiado importante como para evitar que sus pares lo presenten como ejemplo de todos ellos. ((L La a debilidad de .53 .53 Wadleld, Warfield, op. cit., cii-, págs. 73,74; 73-74; véase también el capítulo 9, págs. 129-1'8, 129-158, donde apa~ aparece una especie de confesión telativa relativa a » la vida profesional. La \•ida vida de un profesional amputsdo amputado esrá está descripta en H. Russell, Hands, Nueva York: Crcative Russel!, Victory in My Hctnds, Creative Age Press, 1949. 39 un estigma puede entonces ser medida por la ia forma en que un miembro de esta categoría, por más impottante importante que sea. sea, consiga evitar estas presiones.),. presiones.).. Sobre este tipo de profesionalización se suelen formular dos observaciones. En primer lugar, convertir su estigma en una profesión; los líderes nativos están obligados a tratar con representantes de otHs otras categorías, descubriendo de ese momo­ do que rompen con d el circulo círculo cerrado de sus iguales. En lugar de apoyarse en sus muletas, las utilizan para jugar al golf, y dejan de ser, en términos de participación social, rere­ 64 presentativos de las personas que representan. representan.64 En segundo lugar, aqudlos profesional.mente aquellos que presentan profesionalmente el punto de vista de su categoría pueden introducir ciertas parcialidades sistemáticas en su exposición, por d el simple motivo de que están demasiado implicados en el problema como para escribir sobre él. Aunque cualquier categoría particular de estigma puede tener profesionales que adopten líneas diferentes _e, e, incluso, subvencionar publicaciones que abogan por programas distfatos, distintos, existe un tácito acuerdo uniforme de que la situación del individuo que posee ese estigma peculiar es digna de atención. Sea que se ocupe se• se­ riamente del estigma o que le reste importancia, un escritor deberá definirlo como algo sobre lo cual vale la pena escri• escri­ bir. Este acuerdo mínimo, aun cuando no haya otros, ayuda a consolidar la creencia en el estigtna estigma como base para el autoconocimiento. En E n este caso, una vez más, los represenrepresen­ tantes no son representativos, pues es dificil difícil que la reprerepre­ sentación pueda provenir de quienes no prestan atención a su estigma o son tdativameote relativamente analfabetos. Noo pretendo sugerir con esto que los profesionales son N del tínico único recurso que tienen los estigmatizados para lograr que se advierta públicamente su situación vital; existen otros. Cada vez que alguien ron con un estigma particular alal­ otrOS. canza notoriedad, ya sea porque infringe una ley, gana un premio o llega a ser del primero de su categoría, es posible que el hecho hedió llegue a formar parte de la chismografía de54 '4 lideres pueden ser reclutados entre los 54 Desde el comienzo, esos líderes miembros de la categoría que aspiran a dejar de vivir como sus pares y que son relativamente capaces de hacerlo, dando lugar a lo que Lewin (op. cit., págs. 19.5-196) 195-196) denomina «liderazgo desde la pepe­ riferia». 40 una comunidad local¡ local; estos acontecimientos pueden, incluso, ser noticia en los medíos medios de comunicaci6n comunicación de la sociedad más amplia. Sea como fuere, aquellos que comparten el esac­ tigma de la persona célebre se vuelven repentinamente acin­ cesibles para los normales que los rodean en forma más inson objeto de una ligera transferencia de crédito mediata y sori situación los lleva fácilmenfácilmen­ o descrédito. De este modo, su situaci6n te a vivir en un mundo donde se publicita como héroes y villanos a los que pertenecen a su misma i=ategoria, categoría, ya que las personas que los rodean, tanto normales como estigmaestigma­ tizadas, son quienes subrayan las relaciones que mantienen con ese mundo, trayéndoles ttayéndoles la noticia de que alguno de sus pares lo está pasando bien o mal. He considerado un conjunto de individuos de quienes la persona estigmatizada puede esperar cierto derto apoyo: aquellos que comparten su estigma, en virtud de lo cual son definidefini­ sí mismos ~mo como sus iguales. El E l segundo dos y se definen a .st — tomando en préstamo término que· q u e' algbna algüna grupo es -tomando pttstamo un ténnúio vez fuera utilizado por los homosexuales-homosexuales— el de los «sa«sa­ bios»., bios», es decir, personas normales cuya situación sítuadón e,pecial especial las lleva llera a estar íntimamente informadas acerca de la vida secreta de los individuos estJgmatizados estigmatizados y a simpatizar con ellos, y que gozan, al mismo tiempo, de cierto derto gtado grado de aceptaci6n aceptación y de cortés pertenencia pertenenda al clan. dan . Las personas sa. sa­ bias son los hombres marginales ante quienes d el individuo que tiene un defecto no necesita avergonzarse ni ejetter ejercer un autocontrol, porque sabe que a pesar de su imperfección imperfecdón será considerado como UJ1ll una persona corriente. com ente. Se puede cici­ 1eri d d mundo de las prostitutas: tar un ejemplo tomado del Aunque se barle borle despectivamente de la respetabilidad. respetabilidad, la prostituta, en especial la call-girl, coü-girl, es sumamente sensible en la sociedad bien educada y busca refugiarse, en sus horas h'brcs, libres, en compañfa compañía de artistas, escritores, actores y seudointdectaales Intelectuales bohemios. Allí se la acepta como una personapersona­ m u curiosidad.• curiosidad.11* lidad marginada y no como una Antes de adoptar el d punto de vista de quienes tienen un estigma particular, la persona notmal normal que se convcrtiri convertirá en5 ,, 55 J. J . Stearn, Steam, Libru,, Sisters of tbe the Night, Nueva York: Popular Libran, 1961, pifg. pág. 181. 41 sabia deberá pasar primero por una experiencia persona] personal testimo1 arrepentimiento, de la cual existen numerosos testimoi literarios.°' literarios.9®Y después que el simpatizante normal se por disposición de los estigmatizados, a menudo debe aguai agua1 a que estos legalicen su condición de miembro aceptado, aceptado. persona no solo debe ofrecerse; tiene, también, que aceptada. A A veces, por supuesto, la iniciativa para dar el timo paso parece tomarla el normal; lo siguiente es un ej plo p ío de esto. No permftame relatar No K sé si podré o no hacerlo, pero permítame gr'\1:r. incidente. En una oportunidad fui admitido en un grupc muchachos negros de aproximadamente mi misma edad, eda • quienes solía ir a pescar. Cuando comencé comen~ a salir con el en mi presencia utilizaban con cuidado el término «negi «nqi Gradualmente, a medida que nuestras excursiones se ~e ha< hac más frecuentes, empezaron a bromear brornear entre ellos en mi mi!¡ senda, y a llamarse unos a otros «m «motndo».* El verdac otad o».* E l «motudo» cua cambio residía en el empleo de la palabra «m otado» cua bromeaban, palabra que anteriormente no podían mencic siquiera. cJc los machac mochac Un día, mientras estábamos nadando, uno de empujó con fingida violencia y entonces le dije: «~ me empuj6 tratan los motudos». «Bastardo». me contestó con una g~ m otados». «Bastardo», sonrisa. A partir de ese momento todos podíamos usa: palabra «motudol'>, «m otado», pero las viejas categorías habían ec biado totalmente. Jam Jamás se1 ás olvidaré, mientras viva, 1a la se: ci6rt despu~ de hi h~ ción que experimenté en el estómago después 11 utilizado la palabra «m «motudo» alguna. ,1 -r7 otado» sin restricción alguna.8 56 ,6 Villain•, en Advertisements Adve,tisements for 56 N. N . Mailer, Mailet, «The Homosexual Villain», sel/, pá,l¡s. 200-205, presenta self, Nueva York: Signet Books, 1960, pags. modelo de co1Úesi6n ciclo intoletancla, e confesión detallando el d d o básico de intolerancia, rienda esc:lare0edora II esclarecedora y, finalmente, retractación del ¡,rejuido prejuido a ti de la aceptación ¡,úlilica. introduo::i6n de A Ai pública. Véase también la introducción Wilson a Carllng, op. c i t para una historia confesional de la te confesional de la re, nidón de ~u~.:tt';'J':wÜ:O~storia los inválidos según Wilson. ** El nigur, que, aa diferenda difercocia de negro, n~gro, tieot ti~ E l autor emplea aquf aquí mgger, caráctcr insultantt. (N. del E.) carácter despreciativo ee insultante. E .) 57 Ray Bérdwhistell Birdwhistdl mi ScWfner, ed., G,oap Group Processet, '7 en B. Sduffoer, Procases, Trai Tl'al tions of the Second ((1955) 1955) Gonference, Confercnce, Nueva York: Yorle: Josiah 11í == de Jr. Foondation, Foundation, 42 1956, pq. pág. 171. 171- cuy•11. sabiduria Un tipo de persona sabia es agudla aquella ctiya. sabiduría proviene de sus actividades en un establecimiento, que satisface tanto coparticular co­ estigma un tienen 1u las necesidades de quienes mo las medidas que la sociedad adopta respecto de estas personas. Por F o t ejemplo, las enfermeras y los terapeutas puepue­ den ser sabios: pueden llegar a tener más conocimientos sobre una determinada clase de equipo de prótesis que el pata minimizar su depaciente que debe aprender a usarlo para de­ esciente formación. Los atentos empleados de las tienda.a tiendas que venden form.aci6n. son lo menudo. sabios; taaibién también manjares delicados son, a menudo, homolos correctos cantineros cantinetos de los bares frecuentados por homo­ 118 Ell sexuales y las mucamas de las prostitutas de Mayfair. Mayfair.5® E agente de policía, debido a a su trato constante con criminacrimina­ lo sugieren las les, se puede convertir en sabio, tal como ío palabras de un profesional: « « .•.. . . en realidad, dejando a a un lado a los -otros criminales, crimínales, los policías son los únicos que lo aceptan a usted tal como es».H es».6® Un segundo tipo de persona sabia es aquella que se relaciorelacio­ na con un individuo estigmatizado a través de la estructura social; sodal; esta relaci6n relación hace que en algunos aspectos el resto de la sociedad más amplia considere IIa ambos como una la esposa fiel del enfermo menmen­ sola persona. Por lo tanto, Ia tal, la hija del ex presidiario, el padre del inválido, el amigo verdugo,4® están obligados a comcom­ del ciego, la familia del verdugo,• partir parte del descrédito de la persona estigmatizada con rclaci6n. Una respuesta a este destino es la cual los une una relación. abrazarlo Abrazarlo y vivir dentro del mundo del familiar o amigo eb e agregarse que las personas que de este Debe estigmatizado. B vez, modo adquieren un grado de estigma pueden, a su vez. estar relacionadas con otras que contraen algo de la enferenfer­ est.ar problemas que enfrentan las medad en forma indirecta. Los probletnas intensi­ personas estigmatizadas se expanden en oleadas de intensiVeamos aquí un ejemplo: dad decreciente. VQllllOS Landets: Estimada Ann .Landen: niña de 12 años a quien se excluye de toda activi-58960 Soy una nüia 58 C. H tmett of tbe the Streets, and Loncb:s: Sccker ancl Streels, Lood.es: cd., Won,e,, H.. Rolph, ed-, '8 Watbutg, 195.5, » 5 5 , págs. ~79. pfgs. 78-79. Wuburg. ISO. s,ig, 150. 59 Parker cU., pág. Alletton, op. di., Puker y Aüetton, '9 Relucían? Hoñgman, Hangman, LondftS: Londres: Jolm John Loo& Long, Ltd.. ltd.• 60 J. Atholl, Tbe Reh«tam 1956, p4g. p íg. 61. 1'-'6, dad 50cial social porque mi padre es un ex presidiario. Trato de simpática con todo el mundo, pero es inútil. ser amable y simpítica M is compañeras de la escuela me han dicho que sus madres Mis no quieren quieten que se junten conmigo poique dañaría su porque eso dañarfa reputación. A fam a, y. y, .reputaci6n. A mi padre los diarios le hicieron mala fama, a pesar de que ha cumplido su condena, eso nadie lo olvidará. ¿Q ué puedo hacer? Hacer? Me siento muy triste porque a nadie c!:Qué le gusta esmr estar sola todo el tiempo. Mi M i madre trata de que la acompañe en sus salidas pero yo quiero quieto estar con chicos de aoompañe mi edad. Por favor, déme algún consejo. mí Una proscripta.*1 proscripla.11 En general, la tendencia tendeada del estigma a difundirse desde el individuo estigtnatimdo hacia estigmatizado h ada sus .relaciones relaciones mú más cercanas teladones tienden a evitarse º• o, en explica por qué dichas relaciones caso de existir, a no perdurar. Las L as personas que tienen un estigma aceptado suministran «normalización* ,* 8 mostrando hasta dónde un modelo de «nonnalizaci6ni.,• Individuo pueden llegar los normales cuando tratan a un individuo estigmatizado como si no lo fueta, Laa normali7.aci6n fuera. ((L normalización es «notmifícatión», o sea, el esfuerzo que realiza distinta de la «normificación•, el individuo estigmatizado pata para presentarse a sí mismo como una persona corriente, com ente, aunque no oculte necesariamente su defecto.) Por otra parte, puede aparecer un culto al estigestig­ matizado cuando la respuesta estigm6fila estigmófila del sabio contracontra­ ataca la respuesta f6bica fóbica del normal. La L a persona que tiene un estigma aceptado puede, en realidad, colocar tanto al estigmatizado como al normal en una situaci6n situación incómoda: al estar siempre dispuestos a cargar un peso que no es «realmente suyo» pueden arrostrar a los demás con una excesiva moralidad; al tratar el estigma como una entidad exc-esi-va neutral que debe ser considerada de un modo directo y sin cumplidos, exponen a sí mismos y a los estigmatizados a una interpretación err6nea, errónea, ya que los normales pueden vivi­ 68 vir esa conducta como agresiva. 83621 agresiva.® 61 herkeley Berkeley Daily Gazette, 12 de abril de 1961. G, Schwartz, «Perspectiva «Perspectives en DeviaoceDeviance—62 La idea proviene de C. G. Wives’ Definítions of Their Husbands' Husbands’ Mental Illness•, Illness», en Pl"JchiaPsychiaWives' Definitions try, XX, 1957, págs. 275-291. , A „ 63 Para un ejemplo rdativo relativo a los ciegos véase A. Gowman, Gowman; «Blind«filma- 44 La relación entre el estigmatizado y su aliado puede ser difícil. düíci.1. LLaa persona que tiene un defecto puede sentir que anretorno al estado an­ en cualquier momento es posible un retomo terior, especialmente cuando las defensas disminuyen y la aumenta. Lo muestran las palabras de una prospros­ dependencia aumenta, tituta: Bueno, yo quería ver qué pasaba si me adelantaba a los acontecimientos, acontecimientos. Le L e expliqué a él que si estábamos casados y teníamos una pelea me podía abandonar. Me contestó que 84 no, pero los hombres son así. así.®* Por otra parte, el individuo con un estigma aceptado puede tídescubrir que debe soportar muchas de las privaciones tí­ picas del grupo que lo admite y que, aun asi, así, no puede gozar de la exaltación de sí mismo, que es la defensa corriente tratamiento. Además, de una rnanera manera muy frente a dicho trattmicnto, semejante a lo que le ocurre al estigmatizado con respecto a él, le resulta dudoso que en último análisis su grupo de 9118 admisión lo «acepte» «acepte* realmente. realmente.® admisi6n La carrera moral Las personas que tienen un estigma particular tienden a pasar por las mismas experiencias de aprendizaje relativas cona su condición y por las mismas modificaciones en la con­ a cepción del yo -una — una «carrera moral» similar que es, a la cepci6n vez, causa y efecto dt:l del compromiso con una secuencia sese­ ~. personales— . ((LLa a historia natural de mejante de ajustes personales-. una categoría de personas estigmatizadas debe distinguirse claramente de la historia natural del estigma mismo -la — Ia datamente historia de los orígenes, difusión y decadencia de la capaciProhl,ms, IV, 1956, ness and the Role of the C.Ompanion,., Companion», en Social Socid Problems, neu pógs. 68-75. pqs. Steam, op. cit., «/., pág. 99. 64 Sceam, ~ por cuidadosa.lDCllte explorado 65 FJ El número de posibilidades fue cuidadosamente 6, tile Intellectual», Brosfard, cd., ed., Tln The Intellectual•, en Brml'ad, Gentile Btossard, «Plaint of a Gen C. Brossard, Scette Yon, Nueva York, Holt, Rinehart & '\l-inston, Winston, 195,, 1955, Scene Befare Yo", p(gs, págs, 87-91. 87-91, 4.5 dad de un atributo para servir como estigma en una soti soci dad particular-, ejemplo. el divorcio en la sociecL particular— ; por ejemplo, socied; norteamericana de clase media alta.) Una fase de este pt pr ceso de socializaci6n socialización es aquella en la cual la persona esti mamada i.na>rporar el punto de vista de los nc DC1 matizada aprende a incorporar males, adquiriendo así uí las creencias relativas a la identid¡ identid propias del resto de la sociedad mayor, y una idea genei gcnet de lo que significa poseer ~ un estigma particular. Otra fa es aquella en la cual aprende que posee un estigma partic partlc Jar detalle- las consecuencias de poseed poseer! lar y -esta — esta vez en detalle— La iníclalcs i1 L a smcronización sincronización e interjuego de estas dos fases iniciales la carrera moral crean pautas importantes, estableciendo base del desarrollo ulterior y proporcionando un medio fi ra distinguir entre las carreras morales accesibles a los esti matizados. Se pueden mencionar cuatro de dichas pauti matitados. paut1 Una de las pautas involucra a los que poseen un estigi estJ&I innato y son socializados dentro de su desventajosa sitt site ci6n cstí ción al mismo tiempo que aprenden e incorporan los esti dares fracasan.•6 Por ejemplo, un huérfa: h~ai dates ante los cuales fracasan* aprende que los nifíos niños tienen, natural y normalmente, JJ dres y, a la vez, también lo dtts Jo que significa no tenerlos. Di D pués de haber pasado los primeros dieciséis diec:iRis años de vida en Ia momen la institución, aún puede sentir, en un momee posterior, que el, naNralmente, sabe cómo c6mo ser un pac pad él, naturalmente, para su hilo. níjoUna segunda pauta deriva de la capacidad de una familia, en .tnenor constiNine menor grado de una comunidad local, de constituirse cápsula de su joven miembro. Un niño con c;on un estigma cc ce pto die génito puede ser cuidadosamente protegido dentro de díc cápsula mediant~ infonnad6n. N No mediante el control de la información. o se p, p m.ite mite su entrada en el círculo encantado de definiciones q lo disminuyan, mientras que otras concepciones sostenic sosteni~ por la sociedad mayor tienen un acceso acce::io flkil: fácil: son aqueE aquel! que llevan a que el niño encapsulado se vea a sí s( mismo coi cot un ser humano corriente, comente, enteramente calificado, con u identidad normal en función de aspectos tan básicos cor cot la edad y el sexo. El Ja vida del individuo protegido, cus cu,6 E l momento a-ftico critico en la un examen de esta ¡-uta pauta véue víase A. 'R. R. Lindl!SDli.th Luidesmith :, y A. 66 Para wi Stnus■, e . rev., Nueva York: Holt, Rúiehart Rinchart Strauss, Soti4l Social Psychology_, Psycboloey, ed. Winston, 19'6, 1956, p,gs. págs. !8o.t8.3. ! 80-183. 46 do c.1 variael drcu!o círculo familiar ya no puede seguir cobijándolo, varia* y el tipo de estigma, pero, en cada uno de estos casos, su aparición dará lugar a una experiencia moral. De este modo, a menudo se señala el ingreso a la escuela como la ocasión para el apren­ apren- r' tá según la clase social, d el lugar de residencia dizaje del estigma, experiencia que muchas veces se produce muy precipitadamente el primer día de dase clase y que se ma­ manifiesta mediante insultos, burlas, ostracismo y peleas.*7 peleas.•1 E Ess interesante advertir que, cuanto mayores son las «desventa­ «desventajas» jaS11, del niño, mayores son las probabilidades de que sea enviado a una escuela especial para personas de su misma dase, y de que se enfrente abruptamente con los conceptos clase, que el público en general tiene de él. Le L e dirán que dentro de su «propio• «propio» mundo se sentiri sentirá mejor; aprenderá asf que lo que consideraba como su mundo no es tal y que, en cambio, lo realmente suyo es ese universo más má11 pequeño. Debe añadirse que, cuando el estigmatizado desde la infan­ infancia logra conservar algunas ilusiones a lo largo de los prime­ primeros años escolares, •la comiemo de 'la búsqueda de trabajo o d comienzo las relaciones de pareja lo enfrentalÍn, el enfrentarán, a menudo, con d momento de la verdad. En algunos casos entrañará entrafiacl tan solo la creciente probabilidad de una revelaci6n revelación incidental. Creo que la primera aprehensión verdadera de mi situadóo situaci6o y d primer dolor profundo que ello me causó caus6 se produjo de manera enteramente casual durante un día dfa de playa con del grupo al que pertenecía adolescencla. perteneda en mi temprana adolescencia. Estaba acostada en la arena, y creo que los otros pensaban que dormía. Uno de los muchachos dijo: «D «Domén.ica om inica me gusta mucho, pero jamás saldría con una chica dciega». ega». No CODO'Zco rechazo. 88 conozco ningún prejuicio prejuirio que produzca tanto rechazo.88 En otros casos, implica algo parecido ez. pareado a una sistemática ex- posición ,paposidón al peligro, tal como lo sugiere una víctima de .pa­ rálisis cerebral:67* 67 Un ejemplo tomado de la experiencia de 1.1Da pci:sona dega ciega puede una persona encontrarse en R. Criddle, Lovt ir Yor,·: W. is Not Blind, Nueva Yon*: w . W. Norcon un11 persona Norton & Company, 195,, 1953, paíg, pág. 21; la apcriencia experiencia de una enana esal M,m':r St#ture, Stpture, Nueva está descripta en H. Viscardi (h.), A Man’s págs. 13-14. York: The John Day Company, 1952, ~68 60 Henrích Henrich yy Kriq¡el, Kriegel, op. cit., d i., pfa:. pág. 186. 47 Salvo una excepción extremadamente extremadamentie dolorosa, mientras tuve bajo eJ el cuidado protector de 1a la vida familiar y de . programas de la escuela superior, y viví sin poner en práct mis derechos de ciudadano adulto, las fuenas fuerzas de la socied fueron cordiales y benévolas. Fue después de haber cond do la escuda ele comercio, y de hal escuela superior y la escuela de realizado innumerables esfuerzos como trabajador volun rio en programas comunitarios, cuando me sumergí en · prejuicios y supersticiones medievales mediewles del mundo de negocios. Buscar trabajo era como pararse ante un pelot de fusilamiento. A A los patrones les disgustaba que tuvi1 tuvii el descaro de solicitar un empleo.• empleo.8* Los que en un momento tardío tardio de la la vida son víctimas victimas un estigma, o advierten que han sido siempre personas ,i — el primer caso no implica una reorgani sacreditables --el rión radical de la visión de su pasado; el segundo sl-, sí— , eje ci6n plifican una tettera tercera pauta de socialización. Son indivídt plifiom n on que han realizado un concienzudo aprendizaje de lo lo non y lo estigmatizado mucho tiempo antes de tener que oc, siderarse Ess prol sideiarse a sí mismos como personas deficientes. E prd ble que tengan un problema especial en re-identificarse re-identifkarse ao sigo mismos, y una especial facilidad para la autocensu: la colostomia, colostomía, cada vez Antes de 1s. v~ que percibía un olor en ómnibus o en el d subterráneo me solía sentir sumamei sulll81Det molesto. Pensaba que la gente era en. horrible, que no se 1 naba o que debería ir al baño antes de viajar. Acostumbra ñaba Acostumbr, in¡edan eran los causantes pensar que los alimentos que ingerían sus olores. Me sentía terriblemente fastidiado; para mí el ei inmundas, sucias. Por supuesto, en la prim* personas irunundas, prim« oportunidad que se me presentaba cambiaba de asiento; asiento, en caso de no poder hacerlo mostraba la repugnancia q sentía. Por la gente joven siet P or eso creo, naturalmente, que la. olotes lo mismo que yo sentía antes con los <e con mis olores más.™ más.'° Aun cuando indudablemente hay muchos individuos qg descubren recién en su vida adulta que pertenecen a 6970 · lb ld „ pág. pSg. 156. 69 Ibld., Orbach y oolab., « la b ., op. cil., cit., pág. 165. 70 Orbadi pig. 16.5. 48 grupo tribal de estigmatizados o que sus padres poseen un ppo defecto moral contagioso, del caso mú más habitual es el de los impedimentos físicos que «irrumpen» tardíamente en la vida: Pero, de pronto, me despené desperté una mañana y descubrí que no podía mantenerme de pie. Tenía polio; la poliomielitis poliomiditis era simplemente eso. Me sentía como un niño muy pequeño a quien se arroja a un enorme pozo negro; de lo único que él sin estaba seguro era de que no iba a poder sa1iz salir de ¿1 ayuda. Aparentemente, la educación, enseeducadón, las clases y las ense­ 6anzas ñanzas de mis padres, que recibí durante veinticuatro años, no hicieron mis-hideron de mf mí una persona capaz de ayudarse a s{ sí mis­ ma. Yo -normal, Y o era un ser como cualquier otro — normal, peleador, alegre, lleno de proyectos-, alproyectos— , y, de golpe, pasó algo. Pasó al­ go, y me convertí en un extraño. Un extraño, más ante mí m1 mismo que ante los demás. Ni suefios me mecoN i siquiera mis sueños conocían. nodan. No N o sabfan sabían lo que podían dejarme hacer —y y cuando soñaba que iba a bailes o a fiestas había, sin cesar, una ex­ exttaña traña condición o lim.itad6n, limitación, siempre la misma, de la cual no se hablaba ni se la mencionaba-. mencionaba— . Tuve de pronto el enorme conflicto mental y emocional emodonal de una mujer que lleva una doble vida. Era algo irreal que me llenaba de con­ confusidn, atenci6n.n fusión, pero no podía dejar de prestarle atención.” inclicados para infor­ infotEn estos casos, los médicos son los mifs más indicados ma.r situación futura. mar en particular al enfermo sobre su situadón Una cuarta parte está representada por aquellas personas sodalizadas inicialmente inidalmente en una comunidad alienada, ya sea socializadas dentro o fuera de los límites geográficos de la sodedad sociedad nor­ normal, que deben luego aprender una segunda manera de ser: aqueUa aquella que quienes las rodean sienten como la única real y v'1ida. válida. Debemos agregar que cuando un individuo adquiere tardía­ tardíamente un yo nuevo, estigmatizado, las dificultades que expe­ experimenta para entablar nuevas relaciones pueden extender­ extenderse en forma lenta a sus vínculos anteriores. Aquellos con los que se vincu.la vincula después de adquirir el estigma pueden verlo simplemente como una persona que tiene, tieQe. un de-71 71 N. Linduska, M-¡ Pelle¡rini and Cudahy, My Polio Palto Past, Pan, Chicago: Peliegrini 1947, pág. 177. 49 fecto; quienes lo conocen COOOt'ffl desde antes están ligados a v t ooncepci6n COI concepción de lo que fue alguna vez, y pueden, por pe» coi guíente, sentirse incapaces de brindarle, sea un trato na tu) guicnte, natuJ aceptación familiar: sea una total aceptaci6n Mi tarea [[com como o un escritor ciego que entrevista a futu clientes de su producción literaria] consistía en hacer ,« los hombres a quienes qüienes iba a ver se sintieran a sus and -lo habitual-.. Curiosamente, — lo opuesto a la situaci6n situación habitual— resultaba más fácil hacerlo con hombres que no había nocido antes. Eso cx1 E so se debía, tal vez, a que con los ex) ños no había una cantidad de recuerdos que ocultar antes iios pasar a los negocios; no se producía, entonces, la dolar dolor comparación con el presente.18 presente.12 anc Prescindiendo de la pauta general ilustrada por 1a can la can moral del individuo estigmatizado, es especialmente inti int1 santc apret sante abordar la fase de experiencia durante la cual aprei que es portador de un estigma, porque es probable 1< en ese momento establezca una nueva relación relaci6n con otros tigmatízados. tigmatizados. En algunos casos, el el único contacto que el individuo títi con sus pares es fugaz, pero lo suficientemente significat significa! como para mostrarle que existen otros orros iguales a él: Cuando Tommy llegó por primera primcta vez a la clínica había otros dos muchachltos, muchachitos, aa cada uno de los cuales le falt congénitamente una oreja. AI Al verlos, Tommy llevó llev6 en : ma lenta la mano derecha hacia su propia oreja defectu y, con los ojos muy abiertos, dirigiéndose a su padre le d d «Hay mfa».73 «H ay otro chico cbico con una oreja igual a la mía».78 En el caso de un individuo cuya desventaja física data poco tiempo atrás~ infortunio. más atrás, sus compañeros de infortunio, pertos que él en áel manejo del defecto, suelen hacerle ·■ serie especial de visitas para darle la bienvenida al clul du1 instruirlo sobre la manera de arreglárselas física y psíc psí< camente:723 72 Chevigny, cit., pig. pág. 136. Cbevigny, op. cit,, 336. 73 Macgrc:got Macgregot y colab., coíab., op. cit., págs. 19-20. so En realidad, la primera vez que tomé conciencia de la a:istencia existencia de mecatúsmos mecanismos de adaptación fue al comparar a dos compañeros míos, pacientes también del Hospital de Ojos y Oídos. Tenían por costumbre visitarme cuando yo estaba en la cama. cama, y llegué a conocerlos bastante bien. HaHa­ d a siete años que los dos eran ciegos. Tenían aproximadaaproximada­ da mente la misma edad -un — un poco más de treinta añosaños— y ambos habían estudiado en la universidad.” universidad.'" En los múltiples casos en que la estigmatización dd del indiviindivi­ a una institución de vigilancia, duo se asocia con su ingreso a ya sea una cárcel, un sanatorio o un asilo para huérfanos, gran parte de lo que aprende acerca de su estigma le será transmitido a lo largo de esttechos estrechos y prolongados contactos con aquellos que se encuentran en el .proceso proceso de transfortransfor­ marse en sus compañeros de infortunio. Como ya se sugirió, cuando el individuo comprende por primera vez aa quiénes debe ahora aceptar como sus iguales suele sentir, cuando menos, cierta ambivalencia: esos otros no solo son portadores manifiestos de un estigma, distintos, por consiguiente, de la persona normal que él cree ser, sino que también pueden tener otros atributos con los que le romo resulta difícil asociar su caso. Lo L o que puede terminar como una masonería, bien puede empe7.ar empezar con un ademm ademán de rere­ chazo. Una muchacha ciega desde hace poco tiempo, al dejar el hospital realiza directamente una visita a la Casa de la Luz: perro lazarillo fueron cortéscortás­ Mis preguntas relativas a un peno mente dejadas de lado. Otro trabajador, que no era ciego, se encargó de mostrarme d el lugar. higar. Visitamos la biblioteca d u b donde se reunían los Braille, las aulas, los salones del club miembros ciegos de los grupos de música y teatro; la sala recreación donde durante las fiestas los ciegos bailaban de m:reación cotí las ciegas; riegas; el restaurante donde todos se reunían para con c:omer; juntos; comer; las canchas de bolos donde jugaban jum os; el inmeninmen­ so taller en el cual ganaban un sueldo para mantenerse. mantenerse, haha­ esteri­ ciendo trapos de piso y escobas, tejiendo alfombras }'y esteri~ Dando A medida que pasábamos de una habitación a 74 llando sillas. A 74 a-igny, Cbevigny, OJ>. op. cit., cit„ p6a. pág. ,,. 35. 51 otra podía ofr oír el ruido mido de los pies que se arrastraban, arras traban,.la .la voces acalladas, el golpeteo de los bastones. Aquí estaba ec mundo seguro y segregado de los que no veían: vdan: un mund completamente diferente -me — me afirmaba la asistente socialso d aldel que yo acababa de dejar d e ja r.. ••.. Esperaban que yo integrara este mundo. Que abandonai abandonar mi profesión profesi6n y me ganara la vida haciendo trapos de pise piS< La Casa de la Luz se iba a sentir muy feliz de enseñarm a hacer ese trabajo. Estaba destinada a pasar el resto d ¿ mi vida haciendo trapos de piso con otros ciegos, comiend con otros ciegos y bailando con otros ciegos. A A medida qu esta imagen cs:ecla crecía en mi mente, el miedo me producla producía nii., nát seas. Jamú Jam ás me había encontrado con una segregación ta destructiva.,. destructiva.7* Ja ambivalencia que crea en el individuo la pertenei pertene1 Dada la da a su categoría estigmalizada, cía estigmatizada, es lógico que apan:za aparezca oscilaciones en el apoyo, en las identificaciones y en la pa ticipaci6n que tiene entre sus pares. Existen «ciclos de si tídpación aí liaci6n• líadón» mediante los cuales oíales llega a aceptar las opornm oportue dades especiales para una participación endogrupal, o .rech redi 11 S. zarlas después de beberlas haberlas aceptado prcviaroente. previamente.7* Si creencias sobre la naturaleza de su grupo de pertenencia pertenenria la naturaleza de los normales sufrirán oscilaciones corre pondientes. Por ejemplo, la adolescencia (yy el grupo de p res de la escuela secundaria) puede traer una marcada d clinación de la identificación con el grupo de pertenencia un notorio aumento de la identificación con los norm les.17 Ies,7 57677 Las fases posteriores de la carrera moral del individt inclividt 7!i dt., págs. 75 Keitlen, Keiden, op. cit., til., p4fS, píes. 37-38. Linduska, op. eii., 159-lé p,gs. 159-lE describe las primeras vicisitudes de la identificació11 idcntificaddn oon con los ios otr li&.iado1 lisiado) de un paciente poliomielítíco J. W. John1<1 John se poliomidlúoo hospitalizado. J, Tbe AMtobiography of d'1 Ex.Coloured Man, ed. rcv,, The Auiohiography an Ex-Coloured rev., Nueva Yor Yol Hill Hfll and Wang, American Cenrury Century Series, 1960, pqw. págs. 22-2), 22-23, ofre el relato novelesco de una reidentifkación reidentificación racial, racial. 76 Se puede hallar un enunciado general en do1 dos articulas artículos de B. E. Hughes, «Social Chan¡¡e Change and Status Pro,est», Protest», en Pbylon, Phylo», primer t mcstre, ~ Points•, mestre, 1949, págs. 58-65, y cCyclcs «Oyeles and T Turning Points», en M, Af< 41'd and Theír Their Wo,k, Work, NueYll Nueva York, Free Press of Glencoe, 19'8. 1958. 77 M. Yerrow, «Personaüty Development and Minority Group Ma !fp!'::'M:fklr:;ª~t Jetas, Nueva ~:r~:~"P~:Ulf York: Free P ee» of ~¡: Gte bership», en M. Sklare, The 1}:,~~~=~ coe, 1960, pqs. págs. 468-470. a>e, 52 habrán de encontrarse en estos cambios de participación y c:recncia. creencia. Las relaciones del individuo estigmatizado con la comunidad perteinformal y con las organizaciones formales a las que perte­ nece por su estigma son, pues, decisivas. Estas relaciones señalarán, por ejemplo, una gran distancia entre aquellos cuya diferencia apenas los provee de un nuevo «nosotros» «nosotros». y aquellos que, como los miembros de un grupo minorita­ minorita• rio, se encuentran formando parte de una comunidad bien tradición establecida: una comunidad organizada con una ttadici6n reclamos de lealtad e ingresos, defi­ defique formula apreciables redamos niendo al miembro como a alguien que debe enorgullecerse de su enfermedad y no buscar una mejoría. En cualquier caso, trátese o no de un grupo estigmatizado establecido, es en gran parte con relación a este grupo de pertenencia que es posible examinar la historia natural y la carrera moral del individuo. Al revisar su propia carrera moral, el individuo estigma­ estigmaextizado puede escoger y elaborar retrospectivamente las ex­ periencias que le permiten explicar el origen de las creencreen­ cias y de las pmcticas prácticas que ahora tiene con respecto a sus iguales y a los normales. Un acontecimiento vital puede, así, tener un doble significado en ]a la carrera moral, primero como causa objetiva inmediata de una crisis verdadera, y luego ((esto esto es más fácil de demostrar) como medio para estee:q,licarr una posición corrientemente adoptada. Para este dltimo último propósito a menudo se elige d ige la experiencia del indiindi­ viduo recientemente estigmatizado que comprende que los miembros veteranos del grupo se parecen bastante a los seres humanos corrientes: com entes: [Habla jovm que se estaba dando a una vida [H abla una muchacha. muchacha joven por primera vez con su inmoral y que debía encontrarse pot madama.] Cuando di vuelta la esquina de la calle Cuatro mis fuerzas volvieron a traicionarme; estaba a punto de batirme en retirada, cuando salió Mamie de un restaurante de enfrente y me saJud6 Ell portero, ponero, que saludó afectuosamente. E vino a abrirnos al ofr oír nuestro llamado, dijo que la señorita enLaura estaba en su cuarto, y nos indicó el camino. Me en­ contré ante una mujer bien parecida y de mediana edad que nada tenía que ver con la horrible criatura que había imaginado. Me M e dio la bienvenida con voz suave y educada. Todo en ella hablaba con tanta elocuencia de sus potencia­ potencialidades para la maternidad que instintivamente busqué a los niños que hubieran debido estar prendidos prendídos de sus polleras.u polleras.™ Otro homoserual refiriéndose O tro ejemplo lo proporciona un homosexual a su cambio: Me encontré con un hombre que bahía había sido compañero mío en la escuela ( ..•. . . )) Era, desde luego, homosexual, y dio por supuesto que yo también lo era. M Mee sentía sorprendido y bastante impresionado. N Noo coincidía en lo más mínimo con la idea popular que se tiene de un homosexual; era un individuo bien plantado, viril y pulcramente vestido. Esto Esto era algo nuevo para mí. Aunque estaba perfectamente pre­ preparado para admitir la existencia del amor entre hombres, siempre ~end sentí una ligera repugnancia por los homosexuales manifiestos que había conocido, aa causa de su vanidad, sus maneras afectadas y su cháchara interminable. Comprendí entonces que ellos constituían solo una pequeña parte del del mundo de los homosexuales, si bien la más notoria ( .•.• . . )) .,. ™ Un lisiado suministra una afirmación afümaci6n semejante: Si yo tuviera que elegir el conjunto de experiencias que me convencieran finalmente de la importancia de este proble­ proble, ma ((el el de la imagen de sí mismo) y de que debía librar mis propias batallas de identificación, haría referencia a los acontecimientos que me llevaron a comprender profunda­ profundamente que a los lisiados se los puede identificar con otras características que no coinciden con su desventaja física. Me di cuenta que los lisiados podían ser, al igual que el resto de la gente, bien parecidos, encantadores, perversos, amorosos, estúpidos y brillantes, y descubrí que podía odiar­ odiarlos o amarlos a pesar de su deficiencia.7 deficiencia.so 80 978 78 M11tldeitu, Aatobiogr11ph,, Nueva Vori:: York; Pyramid Books, 1961, Híaddeine, An Autobiography, págs. 36-57. • - '6-37. 79 P. Wildeb1ood, L4w, Nueva York: Yock: Julián Julian Messner, Wildeblood, Agt1il'llt Againtt the tbe Lato, 19.59, 1959, págs. 2}-24. 23-24. 80 Carling, op. cíJ., cit., pág. 21. 54 Se puede agregat agregar que al reflexionar sobre el momento en que descubre que los que poseen su estigma son seres hubumanos co.tno como los demás, d el estigmatizado puede llegar a to­ tolerar que los amigos que tenia tenía anteS antes del estigma consiconsi­ deren inhumanos a los que para ese entonces él aprendió a Así a ver como personas tan cabales como él mismo. A sí es c::6mo cómo una joven, al repasar su experiencia en un circo, adad­ vierte, en primer lugar, que aprendió que sus compañeros de trabajo no son monstruos y, en segundo lugar, que los amigos que tenía antes de ingresar al circo temían que viajara en un ómnibus junto con otros miembros de la 81 compañía. compañía.81 Otro momento crítico -retrospectiva, — retrospectiva, si no originalmente consideradoconsiderado— es la experiencia de aislamiento e inhabiliinhabili­ tación, que coincide a menudo con un período periodo de hospitahospita­ lización, que se revela posteriormente como d el momento en .lizacl6n, que el individuo tenía la posibilidad de pensar en su propro­ blema, de aprender acerca de sí mismo, de adaptarse a su situación y de llegar a una nueva comprensión de lo que es importante y me.rece merece buscarse en la vida. Hay que agregar que no solo las experiencias personales son las únicas en ser consideradas retrospectivamente como momentos decisivos, sino que también pueden utili­ utilizarse en este sentido algunas de segunda mano. Por ejemejem­ plo, la lectura de la literatura relacionada con el grupo puede proporcionar por sf sí misma una experiencia sentida como reorganizadora: No pienso que sea demasiado presuntuoso decir que La cabaña del tlo tío Tom muestra un panorama perfecto y verí• verí­ dico de la esclavitud¡ esclavitud; como quiera que sea, me abrió los ojos sobre qué y quién era yo y cómo me veían ve(an en mi país; me dio, de hecho; hecho, una orientación.in orientación.82 Qausen, lí Love tbe Season’s Over, Nueva 81 C. Oausen, Lóvt You Hottey Honey Bui BuJ tht Set1Jo11's Ov,r, York: Holt, Rinehart & Winston, 1961, pág. 217. 82 Johnson, Jobnson, op. cit,, cit., pág. p'@, 42. La novela de .Tohn1on, ouas de Johnson, como con» otra» m su clase, dase, ejemplifica cabalmente la creación de un mito al organizar en forma literaria muchas de las cruciales experiencia, experiencias morales y de las c:risís crisis Ia las que están sujetos, retrospectivamente, los que perteperte­ tiecen necen a una categoría de estigmatizados. ,, 2. Control de la información e identidad personal El desacreditado y el desacreditaba desacreditable E s posible que nosotros, los normales, conozcamos la con­ Es contradicción existente entte entre la identidad social real y la virtual de un individuo antes de entrar en contacto con él, o que este hecho se ponga de manifiesto en el momento en que indicha persona se presenta ante nosotros. Se trata de un in­ dividuo desacreditado, y de él, fundamentalmente, rae me he ocupado hasta ahora. Tal como se sugirió, es prohable probable que no reconozcamos abiertamente aquello que lo desacredi­ desacredita, y mientras se lleva a cabo este trabajo de cuidadosa indiferencia la situación puede volvetse volverse tensa, incierta y ambigua para todos los participantes y, en especial, para el estigmatizado. Una posibilidad fundamental en la vida de la persona es­ estigmatizada es la colaboración que presta a los normales al actuar como si su diferencia manifiesta careciera de impor­ importancia y no fuera motivo de una atención especial. Sin em­ embargo, la segunda posibilidad importante en la vida de una persona estigmatizada aparece cuando su diferencia no se conocirevela de modo inmediato, y no se tiene de ella un conoci­ miento previo ((oo,, por lo menos, él no sabe que los demás la conocen), es decir, cuando no se trata en realidad de una persona desacreditada, sino desacreditaba. desacreditable. E Ell problema no consiste en manejar la tensión que se genera durante los informaci6n contactos sociales, sino más bien en manejar la información que se posee acerca de su deficiencia. Exhibirla u ocultarla; expresarla o guardar silencio; revelarla o disimularla; mentir o decir la verdad; y, en cada caso, ante quién, cómo, dónde y cuándo. Por ejemplo, mientras el enfermo mental está internado, o cuando se encuentra con los miembros adultos de su propia familia, se lo lo trata con mucho tacto, como si estuviera cuerdo, cuando en realidad se sabe que hay ciertas dudas al respecto, aun cuando él pueda no tener ninguna; 56 oO bien se lo trata como a un insano, cuando él ¿1 sabe que eso no es justo. Pero para pata el ex enfermo mental el problema puede ser bastante diferente: no se trata de hacer &ente frente a a un prejuicio dirigido contra su persona, sino, por el concon­ trario, a la aceptación inconsciente de individuos llenos de prejuicios contra las personas de la misma clase d ase a la que revdar pertenecer. Dondequiera que vaya, su concon­ él puede revelar ducta confirmará confirmaré falsamente a los demás que están en comcom­ pañía de lo que redaman reclaman -una — una persona mentalmente sana-, sana— , pero que, según pueden descubrir, no consiguieron. En forma peto aeliherada deliberada o no, el ex enfermo mental oculta información sobre su identidad social real, recibiendo y aceptando un trato basado en suposiciones falsas respecto de su persona. El manejo de la información informadón oculta que desacredita al yo, pal:tbra, el «encubrimiento», es el en una palabra, d segundo problema general que me interesa enfocar en estas notas. También existe, por supuesto, el ocultamiento de hechos positivos -encubrimiento —encubrimiento inverso-, inverso— , problema que no viene al caso aquí.1 aquí.1 La L a información in fo r m a c ió n social En el eí estudio dd d d estigma, la información más relevante rdevante tiene determinadas propiedades. Es E s información acerca de un individuo. Individuo. Está·referida· Está- referida- a -sus sus caractedstkas características más o meme­ nos permanentes, contrapuestas a los sentimientos, estados de ánimo e intenciones que el individuo puede tener en un 1 Para Pata un ejemplo de encubrimiento inverso véase «H. E, E. R. Gules», Cales», «Ghost-Writer «Gfaost-Writer and Failure)!<, Failure», en P. Toynbee, ed., Underdogs-, Underdogs, LonLon­ dres: dres; We.idenfe!d Weidenfeid and Nicolson, 1961, cap. 2, páp. págs. )0-}9. 30-19. Hay mumu­ ~ °!:r1~::~:~u~~~. ª1J:sª :~ch! ?:ncl~td~a ~~SJ~r:i: estab~ chos otros ejemplos. Conocí a una médica que evitaba emplear sím­ bolos exteriores de su status, tales como la licencia de conductor; su profesi6n estaba consignada W'IÍCIUnente profesión únicamente en la c6du1a cédula de identidad que llevaba en la cartera. Cuando :1e se encontraba frente IIa un accidente babia recibido auxilio médico o callejero en el cual la víctima ya había cuando 1 la ayuda ya era inútil, optaba, después de observar al herido a cierta distancia desde el círculo de personas que la rodeaban, por seguir tranquilamente su camino sin dar a conocer su condici6n. condición. En estas situaciones era lo que podría PO<hfa llamarse una «penonificadorai.. «personificado»». (V~ (Véase la nota 12 de! del capítu!o capítulo J.) 3.) ~:a &:i!~iay~e:~ ielú:f~e,t•~=•;;:::: ::eºte~~ta!~r= '' 2 momento particular. La particular.3 L a infotmaci6n, información, al igual que el sig .-')ae ttansmiti que la transmite, es reflexiva y corporizada: es transmití pot la misma persona a la cual se refiere, y ello ocum por ocurre través de la ezprcsi6n expresión corporal, en presencia de aqudlos aquellos q informad reciben la expresión. Denominaré «social» 4Csocial» a la informaci que reúne todas estas propiedades. Algunos signos porta, porta* res de iDfQrmad'Ín información social sodal pueden ser accesíbles accesibles en fori fon frecuente y tegular, rutinariamett regular, y buscados y recibidos rutinariamen redbir el nombre de «sfmbolosit. «sím bolos». estos signos pueden recibir La L a información social transmitida por cualquier s[mbolo símbolo p ticular puede confirrnarnos confirmarnos simplernente simplemente lo que otros sigr sigi nos dicen del individuo, completando la imagen que tei mos de él de manera redundante y segura. Ejemplos de e: e¡ son los distintivos en la solapa que atestiguan la per pet nenda nencia a un club social y, en determinados contextos, alianza que lleva un hombre en su mano. Sin embargo, información social transmitida pot por un símbolo puede co tituir un redamo reclamo especial de prestigio, honor o posici de clase deseada -reclamo — reclamo que en caso de buscar otra for de presentación no encontraría un consentimiento autor tico— . Un signo de tales características recibe popul tico-. mente el nombre de «símbolo de status•, status», aunque el térmi «símbolo de prestigio» prestigio-. sería más exacto, ya que es prt pN: rihle emplear la primera denominación cuando el teÍerei rible refere es una determinada posición social bien organizada. ] sim bo símbolos de prestigio pueden contraponerse a los símbo J e estigma. estigm a, es decir, a aquellos signos especialmente d el tle tivos para llamar la atención sobre una degradante ino Ino grucncia gruencia de la identidad, y capaces de quebrar lo que otro modo sería una imagen totalmente coherente, dis1 dis: nuyendo valorizaci6n del individuo. nuyenáo de tal suerte nuestra valorización individuo, Seguí cabeza rapada de las colaboracionistas durante la Segu1 Guerra Mundial es un ejemplo; también lo son ciertos2 2 La diferencia entre la informaci6n rtlativa Ia los estados de m información relativa <n¡ :oo~ac.~:r-:=. H=cli~,,:, G.;,,~~:;:tc MS· y otros tipos de información es estudiada por G . Stone, «Appean and the Self». en A. Rose, Human Behatnor and Social Frotes Boston: Houghton Mifflin, Vi:ax también wnbim Mifftin, l'J62, 1962, págs. 86-118. Véase Goffman, The Tbe Prnmt•tio11 Presentado» of Sdf Self in Ew,yd,y Everyday lJJ~. Life, Nueva Ye Doublcday &: pm~ Doubleday & e.o., Co., Anchor Boolts, Books, 19S9, 1959, 1)9. pfes. 2~21. 24-25. (ú, (L a prese, cián d~ de 14 la ~ persona en ltl ta oülll vida ctJlilli4M, cotidiana, Buenos Aires: ci6tl - m AíM: Amorre Amom: editores, 1971.) 58 h:ismo3 frccuc:ntcs, Ictismos frecuentes, en virtud de los cuales una persona que pretende imitar los modales y la vestimenta de la clase dase me­ media emplea o pronuncia ptonuncia mal ma1 una palabra repetidas veces. Además de los símbolos de prestigio y de estigma se puede hallar otra posibilidad, es decir, un signo que tiende — bailar real -real ilusoriamente- a quebrar una imagen, de otro modo co­ o ilusoriamente— coherente, pero en este caso en una dirección positiva deseada por el actor, y que no busca tanto formular un nuevo re­ reclamo como suscitar susdtar profundas dudas sobre la validez de la imagen virtual. Me referiré aquí a los desiáentificadores. desidentificadores. Un ejemplo es el «correcto inglés inglés»o de un educado negro sur¡ norteño que visita el su r;88 otro, es el turbante y los bigotes usados por algunos negros de d ase baja urbana.4 clase urbana.• Un es­ estudio sobre los analfabetos ana]fabetos nos brinda otro ejemplo más: Por consiguiente, cuando las metas tienen una oñentaci6n orientación pronunciada o imperativa, y existe una gran probabilidad como analfabeto constituya un obs­ de que el ser definido romo obstáculo para el logro de tales fines, es posible que el analanal­ fabeto intente hacerse «pasar» por una persona que sabe leer y escribir ( .•• . . . )) En E n el grupo estudiado, la popularidad de los JenteS Im tcs con gruesos ammoncs armazones de carey catey (los llamados p11ede ser considerada romo «anteojos bebop») bebap» ) puede como un intento de emular el estereotipo del hombre de negocios, del pro­ profesor, del joven intelectual, y especialmente del músico de jm de elevado stani.s.~ jazz status.® Un especialista neoyorkino de las artes de la vagancia nos trae todavía otro ejemplo: Para poder leer un libro después de las )as siete y media de la tarde en el Grand Central o en la Penn Station, una persona na tiene qae que llevar lentes con annazón armazón de carey o, de n lo contrario, ntrario, aparcntu aparentar ser excepcioaalmente excepcionalmente prospera. próspera. De tio sertíoasf, expone ser seasí, se expone la vigilen. Por parte, otra parte, a quea laque vigilen. Por otra los los peri6dicos no parecen llamar la atención nunca, lectores de periódicos Flcming, «My Most Humiliatmg JJ G. JJ.. Fleming, Crow Experience», Humiliating Jim Jim Ctow Expcrience:., en Negro D!ges-1, Digest, junio de 19.54, 1974, págs. 67-68. '"'SS· 67..(,g, Wolfe, «Ecstaric in Blackfacc*, Biackl1a!•, en Motlem 4 B. Woife, Módem &,.,iew, Remeto, XII, 1950, IIl, 19,0, PÚ;.204. pág. 204. J5 Preeman Freetnany yKasenbaum, Kasenbauro,op.op.cit., cit.,pág. píg.)72, 372, y hasta el vagabundo más desaliñado se puede sentar sentat en el Grand Central toda Ja la noche sin que lo molesten si se 6 queda leyendo un diario. diario.6 Nótese ios símbosímbo­ N6tese que al examinar los símbolos de prestigio, los los de estigma y los deaidentificadores, desidentificadores, hemos considerado los signos que transmiten rutinariamente información social. Es E s necesario diferenciar estos símbolos de los signos fugafuga­ ces que no han sido institucionalizados corno como canales candes de inin­ formación. Cuando dichos signos son demandas de pres­ prestigio se los puede denominar «puntos»; en caso de que desdes­ acrediten reclamos tácitos, se los puede llamar «errores».. «errores». Algunos signos portadores de información social, cuya prepre­ sencia se debe, ante todo, a otras razones, cumplen solo superficialmente una funci6n función informativa. Hay símbolos de estigma ilustrativos: las marcas en la muñeca, que revelan | un intento de suicidio; el brazo picado de viruela de los ¡ drogadictos; dtogadictos; las fas manos esposadas de los ios presidiarios en ttbttrán- / sito; 1 o bien el hecho de que las mujeres aparezcan en sito;7 público con los ojos amoratados, tal como lo sugiere un escritor que se ocupa de la prostitución: Fuera de aquí [la clrcel cárcel en la que se encuentra actualactual­ mente] me he visto en apuros. ¡Bueno!, usted sabe cómo son las cosas: la policía polida ve a una chica con ron un ojo en comcom­ pota y se imagina que anda en algo turbio, que quizá se dio a la mala. mala vi,la. vida. El E l paso siguiente consiste en seguirle la pista, y entonces, ¡zas!, terminan por reventarla.8 revcntarla.8 Otros O tros signos, como en el caso de las insignias militares, son ideados pot por el hombre con el e! único propósito de transmitir información social. Debe agregarse que el significado subsub­ informaci6n yacente de un signo se puede reducir a lo largo del tiempo transformándose, finalmente, en un mero vestigio, aun cuando la función fundón infonnath,a informativa de la actividad permanezca 6 E. L:>ve, Love, Su b u io y s A re ffor o t Sleeping, Sle e p in g , Nueva York; Harcourt, Brace Subways Are York: Haroourt, & tí World, 1957, pág. 28. 7 A. Heckstdl-Smith, Months, Londres: Allan HeckstaH-Stnitb, Eighteen Etgbteen ¡Aontbs, Alian Wingate, pág. 43. 1954, pág. 8 T. Rubín, ín In the Li/t, Nueva York: The Maanillan tbe Ufe, MacmiÜan Company, Gompany, 1961, pág. 69. 60 constante o aumente en itnpottancia. importancia. Además, un signo que parece estar presente por t87,00CS razones ajenas a la ia ínfurmaci6n información puede ser, a veces, fabricado con premeditación tan solo a causa de su función informativa, como en el caso de las cici­ catrices de un duelo, cuidadosamente planeadas e infligidas. Los signos que transmiten información social varían según sean o no congénitos y, en caso de que no lo sean, según que, una vez empleados, se conviertan o no en una parte permanente de la persona, persona. (El (E l color de la piel es congénito; la marca de una quemadura o una mutilación son permaperma­ presinentes pero no congénitas; congónitas; la cabeza rapada de un presi­ diario no es ni congénita ni permanente.) permanente,) Más M ás importante aún es señalar que los signos no permanentes empleados solo pata para transmitir una información social pueden o no uti­ utiafirma­ lizarse contra la voluntad del informante; en caso afirmativo, tienden a ser símbolos de estigma, estigma.®9 Más adelante será necesario considerar los símbolos de estigma empleados voluntariamente. Es posible que haya signos cuyo significado varfe varíe de un a otro, ya que se desjgna designa una misma categoría con grupo a diferente caracterización. Por ejemplo, los parches usados en los hombros, que los oficiales de la prisión Erisi6n exigen a los prisioneros con tendencia a escaparse, 0 pueden llegar a910 escrita» a ralz raíz de su viaje en 1842, Dickens 9 En sus American Notes, escritH transcribe en el capítulo 1 dedicado a la esclavitud algunas citas prove­ se daba a conocer la nómina de los ctclavos esdavos perdidos y encontrados. Las filiadone1 filiaciones con• con­ tenidas en estos anuncios anuncias suministran una gran cantidad de signos identificadores. ídentificadores. En primer lugar, hay rasgos telativamente relativamente fijos en d el CUBpO propotcionar en forma concomí• cuerpo que en el conte;:to contexto pueden proporcionar concomi­ tante una ide.otlficación identificación parcial o total: la edad, el sexo y las tanle k s cicatri• cicatri­ a:s bericlas de bala o de cuchillo, de accidentes y de ces (resultantes ele de heridas aotes). azotes). También se da el nombre reconocido por el interesado, aunaun­ que por lo general solo aparece del nombre de pila. Por último se 1 de estigma, en especial las iniciales gra­ ritan con frecuencia 1 símbolos badas a fuego y la falta de orejas. Estos signos comunican k identidad 90daI •oda! del escla•o esdavo pero, a diferencia de los grillos de hierro alrededor del cuello o de la pierna, informan también sobre algo 111'8 más limitativo que eso, es decir, su pertenencia pertener.cia a un amo. Por consiguiente, cuando aptthendtan aprehendían a Wl un negro tenían dos prob!emss: problemas: primero, si er• era o no 1Jll un esclavo esdavo fugitlvo, fugitivo, y segundo, en caso de serlo, sa lo , quién era su dueño. Véase G: G . Dendrickson Dendrkkson y F. Thomas, Tbe The TNltb Truth Aboul Dartmoor, 10 Váse Abo#t Dtmmoor, Londres: V1ctor Nomaah, &,,g /(I Victor Gollana, Golkncz, 1954, pág. 51, 55, y F. Norman, Battg to Ri¡bls, Londres: Secker and Warburg, 1958, pág. 12,. Xigbís, 125. El uso de este ~:n:~ ~~:'! ci!S:::Vt =~~ nientes deen;i:fc:' periódicos ~~:f:sca: locales en ia~ las cuales r =~i.:;u;ii! 61 :J{:1; :C;!:.~~:111;~scs:1ni:, i;"fcC¡~ tener para los guardias un significado, por lo general negativo, y ser para el portador una señal de orgullo frente unia sus compañeros de presidio. Para algunos oficiales el uni­ ser usado en forme puede ser motivo de orgullo, digno de set re­ toda ocasión; para otros, los fines de semana pueden representar el momento de poner en práctica sus preferencias y llevar ropas de civil, haciéndose pasar por ciudadanos con­ corrientes. Análogamente, mientras algunos muchachos conobligaci6n de usar la gorra siderarán como un privilegio la obligación Igual que para ciudad, al igual la escuela cuando están en la dudad, de 1a algunos soldados lo será la obligación de llevar un uniforme sencuando están de licencia, habrá, sin embargo, quienes sen­ social que con ello transmiten es informadón sodal tirán que la informaci6n conun recurso que se les impone con el fin de asegurar el con­ servicio o fuera la -disciplina disciplina cuando están fuera de servido trol y Ia 11 Calixrx, en Cali­ escuela,11 Así también, durante el siglo xix, de la escuela, fornia 1a la falta de trenza en un chino significaba para los occidentales uc. un cieno cierto grado de aculturación, y para los indi­ chinos una duda acerca de la respetabilidad de ese individuo, específicamente referida a su posible estadía en la cárcel, donde del corte de la trenza era obligatorio; durante un tiempo, pues, la falta de trenza fue algo sumamente 12 resistido. resistido.1® social varían, infunnaci6n sodal Los signos que transmiten una informadón capiconfiabilidad. Los vasos capi­ en cuanto a su contabilidad. desde luego, en lares dilatados en las mejillas y en la nariz, llamados a veces la Theor, Tbe T Kogoo, The po1" E. Kogon, beory tipo de símbolo está bien presentado por Publíshing Corp., s. f., and Practíce Practice of Hdl, H ell, Nueva York: Beddey Betkley Pubiishing i-, ,mtl págs. 41-42, donde el autoc autor especifica las marcas utiliz1idas en los mareas utilizadas jdentificar, de manera dis6nta, concentración para identificar, distinta, a los campos de (X)nceDtraaón uiminalC$, a IDtPOre!i, a los criminales, políticos, •a los delincuentes menores, prisioneros polltkos, inútiles•, a los «dementos inúdfcs», les gitanos, a los Testigos de Jehová, a los «elementos l'IPP, a los extranjeros (según «profanadores de la raza», los judíos, a los •profanadores csclaVO$ de el :nm:ado mercado de esclavos la nación), a los débiles mentales, etc. En él mm:aba a los esclavos según su nacionalidad; Roma, muchas veces se marcaba 'RoUndcr the Early Ro­ Slavcs Under «The Nationality of Slaves véase M. Gordon, «Toe Fínle,, ed., Slavery ;,, mán F.mpire>, Empáte», en M. I. Finley, m Gasnul Classicid AntiqllÍl1, Aittiquiiy, man plg. 171. Cambridge: Heffer, 1%0, 196Q, pág. Geor¡e Speech, Londres: Gemge 111111 Speecb, AppetWlll'K~ and Persondiiy, Appeerance 11 T. H. Pear, Pmoll4Úl7, '8. Alien and Unwin, 19.57, 1957, pág. 58. .A1Ien lcbho: Caxton Caldwell, Idaho: Drut, tmd Goltl McLeod, Pigtflih Pigtoils aitd C oid D xst, CaldweU, 12 A. Mcleod, Printers, 1947, pág. 28. A veces, el uso de la trenza tenia un signifi­ cado histórko-religioso; véase ébid., pág- 204. rrcnu ~ un si&nifi- ~t. ~.de:Z:. !l.~~~;~ 62 ñas venosos», cree, venososi➔, con más propiedad de lo que se cree. 4Cltigmas puedenn ser tomados, y efectivamente lo son, como indicaNo o obstante, los abstemios dores de excesos alcohólicos. N razo.. también lmnbién pueden exhibir el mismo símbolo por otras razo­ nes fisjoJógicas, fisiológicas, dando así lugar tugar a sospechas injustificadas aes enfrentar, que, de todos modos, deberán enfrentar. inforDebemos presentar un último punto referente a la infor­ mación maci6n social, emparentado con el carácter informativo que tiene el relacionarse «con» alguien en nuestra sociedad. Estar «con» alguna persona significa llegar en su compañía para una coyuntura social, caminar con ella por la calle, par­ a ticipar de su fiesta en un restaurante, etc. El problema es idenque en determinadas circunstancias se puede utilizar la iden­ tidad social de las personas que están con el individuo como sufuente de información la identidad social de ese su­ informaci6n sobre Ia jeto en particular, basándose en el supuesto de que él es E l caso extremo es, tal vez, la situasitua­ lo que los otros son. EI ción en los círculos criminales: crimínales: una persona con orden de arresto puede contaminar legalmente a todos aquellos que sean vistos en su compañía, exponiéndolos a ser detenidos como sospechosos. D Dee una persona sobre la cual pende una eníetorden de arresto se dice que tiene «viruela», y aa su enfer­ 13 Sea como medad «contagiosa» .13 meciad criminal se la considera «contagiosu. hiere, un análisis del modo en que las personas manejan la fuere, mistnas deberá tener información que transmiten sobre sí mismas en cuenta la forma en que enfrentan la eventualidad de ser ottas en particular. «0001> otras vistas «con» La visibilidad origiTradicionalmente, la cuestión del encubrimiento ha origi­ parnado el problema de la «visibilidad» de un estigma par­ copara ticular, co­ ticuJar, es decir, en qué medida ese estigma sirve municar que el individuo lo posee. Por ejemplo, tanto los ex enfermos mentales como los padres solteros que esperan fácilmt:nte visible; un uo hijo comparten una falla que no es fácilmente Poc:ket Books, Nueva. York: Pocket Co,,, Nueva 13 Véase D. Maurer, The Big Con, 1949, pág. 298. 6) los ciegos ilustran el caso contrario. La visibilidad conscons­ tituye, naturalmente, un factor decisivo. Lo que dicen acerca de la identidad social de un individuo aquellos que lo ro­ rodean, cu eu todo momento de su diario vivir, tiene para él enorme importancia. Una presentación en público hecha por pot la fuena fuerza tendrá escasas consecuencias en lo referente a a concon­ tactos particulares, pero en cada contacto se producirán alal­ gunas consecuencias que, tomadas en conjunto, pueden set enormes. Además, cuando el individuo decide llevar a cabo un plan de acción relativo al estigma que posee, debc:ra deberá tomar como punto de partida la información que habitualmente se transmite acerca de él. Así, todo cambio en la ma­ maen que siempre y en todo lugar debe presentarse tenten­ nera en. drá, por estas razones, ra7.0nes, consecuencias fatales; esto fue, popo siblemente, lo que originó entre los griegos la noción &: ck estigma. Tal vez el término visibilidad sea el menos descaminado ya que merced a nuestro sentido de la vista es que ron con mama yor frecuencia percibimos el estigma ajeno. En realidad, seru serfe más exacto hablar de «pen:eptihilidad», «perceptibilidad», que es un ~rminc términc más general; y con mayor precisión aún, de «evidcnciabi «evtdenciabi lidad». Después de todo, el tartamudeo es un defecto suma mente «visible», pero impacta al oído, no aa los ojos. Su Sit embargo, antes de utilizar el concepto de visibilidad sin ex, co rrer riesgos, incluso en esta versión corregida, tenemos qm qu< diferenciarlo de otras tres nociones con las que a menud< menudc se lo confunde. En primer lugar, hay que distinguir Ja la visibilidad de un es tigma de su «conocimicato•. posee «conocimiento». Cuando un ·individuo poseí un estigma muy visible, el simple contacto con los demá: demá dará a conocer dicho estigma. Pero el conocimiento que lo: demás tienen de él dependerá de otro factor además de a saber, de que conozcan o ne ni de la visibilidad corriente: a previamente al estigmatizado, conocimiento que puede ba sarse en rumores o en un contacto anterior durante el cua su estigma era visible. un1 En segundo lugar, la visibilidad debe distinguirse de uní de los elementos que le sirven de base; me refiero a St si imposición por la fuerza, fuerza. Cuando un estigma es inmediata mente perceptible sigue en pie el problema de determina hasta basta qué punto interfiere con el fluir de la interacción. Po. Po 64 ejemplo, nadie que participe de una reunión de negocios inadver­ sentado en una silla de ruedas pasará, por cierto, inadvertido; sin embargo, alrededor de la mesa de conferencias su cam­ defecto puede ser relativamente fácil de ignorar. En cam• desventaja bio, un participante con dificultades en el habla ((desventaja mucho menor, en numerosos aspectos, que la anterior), didi­ ffcilmente fícilmente podrá abrir la boca sin destruir la indiferencia que puede haber suscitado su defecto, y toda vez que lo haga baga producirá un malestar en 1os los demás. Los propios meme­ canismos de los encuentros verbales welven vuelven a dirigir conscons­ tantemente )a la atención hacia baria el defecto, en una continua demanda de mensajes claros y rápidos ripidos que quedan siempre sin satisfacer. Se puede agregar que el mismo defecto puede tener diferentes expresiones, es decir, que la fuerza con la que cada una de ellas se impone tiene distinto grado de inin­ tensidad. Por ejemplo, una persona ciega riega con un bastón blanco ofrece una prueba absolutamente visible de su cece­ guera; pero una vez percibido, este símbolo de estigma puede, aa veces, ignorarse junto con lo que significa. Pero la imposibilidad que tiene el ciego de dirigir su rosttO hacia rostro hada los ojos de sus copartlclpes copartícipes es un hecho que, repetidamente, viola la etiqueta establecida para la comunicad6n comunicación y, adeade­ más, desorílani1.a desorganiza los mecanismos realimentadores de la inin­ teracción verbal. terncción 1a visibilidad de un En tercer lugar, es necesario separar la estigma ((asi as! como también la fuerza con la que se impone) de ciertas posibilidades de lo que podría podrla denominarse su «foco de pcrcepd6n•. N01otros, los normales, elaboramos percepción». Nosotros, concepciones, fundamentadas o no en forma objetiva, referefe­ ridas a la esfera de la k 1c:dvi.dad actividad vital, debido a.a las cuales un estigma particular descalifica primariamente a un indiindi­ viduo. La fealdad, por ejemplo, tiene su efecto primero y principal en situaciones sociales, amenazando el placer que, de lo contrario, podrflmos podríamos sentir en campañfa campañía de quien posee ese atributo. Percibirnos, Percibimos, sin embargo, que esta carac• carac­ terfstica terística no debe tener ningún efecto sobre su idoneidad para realizar tareas solitarias, aunque, claro está, estableestable­ cemos esta discriminación en perjuicio de dicho individuo aimplcmente produ~ mirarlo. simplemente por los sentimientos que nos produce La fealdad, pues, es un estigma que se centra en situa· situa­ dones ciones sociales. Hay otros estigmas, tales como el ser dia- bélico," bético,H que parecen no tener ningún efecto inicial sobre las calificaciones del individuo para la interacción cara a discrúnioar en asuntos cara; nos llevan, en primer lugar, a discriminar inter­ tales como la asignación de empleos, e influyen en la interso d a! inmediata solo porque, por ejemplo. ejemplo, el indiindi­ acción social se­ viduo estigmatizado pudo haber intentado mantener en secreto su condición y se siente inseguro de su habilidad para hacerlo, o porque los que estm están presentes conocen su situa. sitúabacedo, ción y realizan penosos esfuenos esfuerzos para no mencionarla. MuMu­ ci6n si­ chos otros estigmas se hallan entre estos dos extremos si• pera"be como teniendo tuados respecto del foco, y se los percibe un amplio efecto inicial en numerosas áreas ateas vitales difedife­ rentes. Por ejemplo, no solo se considera molesta la comu. comu­ parilisis nicación nicaci6n cara a cara con una persona que sufre de parálisis la sensación de cerebral, sino que también puede causar la que es dudosa la efectividad de su acción en tareas solitarias. AI hablar de la visibilidad viabilidad hay que distinguirla, entonces, Al de otros problemas: el conocimiento del atributo, la fuerza percepción. Esto deja con la que se impone y su foco de percepci6n. -sin .considerar el supuesto tácito de que, de un modo aún .sin u otro, el público en general. general estará comprometido en lo que como Jo veremos vetemos miis más adelante, también Jos los observa. Pero, romo especialistas en revelar identidades pueden estar implicados y su entrenamiento les permitirá pennitirl descubrir de inmediato algo invisible para los legos. Un médico que se encuentra en la apagacalle con un hombre que presenta manchas de un rojo apaga­ c6mea y dientes mellados, esti do en la córnea está frente fíente a alguien que exhibe manifiestamente dos de los signos de Hutchinson, y que probablemente sufra de slfilis. sífilis. Sin embargo, otros obob­ degos, no verán nada malo en el servadores, médicamente ciegos, individuo. Por consiguiente, y en términos generales, antes la de hablar del grado de visibilidad hay que especificar l• audienria.14 capacidad descodificadora de la audiencia. Topnbee, Dlabctlcit, en Toynbee, «Unemploycd Diabética, Pensioner•, «Uneraployed 14 -.A «A Reluctant Pensionen», op, op. di., cil., cap. 9, pigs. pígs. 132-146. 1 ' j : 1 i 1 1 f. La identidad personal Para P an poder considerar sistemáticamente la situación de l• la persona desacreditable redesacreditare y su problema de ocultamiento y re­ ftlaci6n velación tuvimos que examinar, en primer término. término, el caca­ rácter de la información social y de la visibilidad. Antes de rétcr proseguir será necesario considerar extensamente otro facfac­ tor más: la identificación¡ identificación; en sentido criminol6gico, criminológico, no mr psicológico. Hasta ahora, el análisis de la interacd611 interacción social entre el eses­ damatizado tigmatizado y el normal no exigió que quienes están impliimpli­ Cados cados en el contacto mixto se conozcan «personalmente» trltcs antes del comieru:o comienzo de la interacción. Esto parece razonable. El E l manejo del estigma es un vástago vastago de algo básico en Ja la IOcicdad: sociedad: la estereotipia o el «recorte» de nuestras expecexpec­ tativas normativas referentes a la conducta y al carácter; la estereotipia está clásicamente reservada para los parroquiaparroquia­ nos, los orientales y los automovilistas, es decir, para aqueaque­ am­ llas personas que caen dentro de categorías sumamente ampllss y que pueden ser extrafias plias extrañas para no10tros. nosotros. con­ Existe una noción popular poi,ular según la cual, si bien los contados utrlfios están particularmente particwanr_c.1te sutactos impersonales entre extraños su­ jetos a respuestas estcreotfpicas, estereotípicas, a medida media» que las personas se relacionan en forma mú más íntima ese acercamiento catecate­ górico va retroadiendo, retrocediendo, y gradualmente la simpatfa, simpatía, la romcom­ a6rico praw6n y la evaluaci6n prensión evaluación realista de las cualidades personales ocupan su lugar.u lugar.1® Mientras que un defecto como Ja la des6desfi­ guración facía!, puede alejar a un extraño, extrafio, es probable que pración facial~ no ocurra lo mismo con los íntimos. El El ~ área de manejo m ando de un estigma puede entonces considerarse como algo que pertenece fundamentalmente a la vida póblica, pública, al contacto entre extraíios extraños o simples conocidos, al mremo extremo de un concon­ tinuo cnyo cuyo polo opuesto es la intimidad. E s indudable que la idea de un continuo de tales cataetecaracte­ :Es rísticas tiene cierta tierra validez. Se ha demostrado, por ejemplo, dsticas que adcmú además de las técnicas que utilizan para manejar a a uex­ tJafios, traños, los ffsicamente físicamente impedidos pueden desarrollar técnicas especiales para eliminar Ja la distancia y el cauteJoso cauteloso trato 1, 1? Una presel!ttci6n presentación tradicional de este tema puede enronttane encontrarse en N. S. ShaJer, Shaler, The Neighbor, Neighbo,, Boston: Houghton Mifflin, 1904. 67 inkial redl:it; pueden ini in1 inicial que son soto susceptibles de recibí*; gar a un plano más «personal» donde, de hecho, hecho,•i que padecen dejará de set un factor decisivo — --a: a: 16 ceso que Fred Davis llama «abrirse camino»— camino>--..1® los que poseen un estigma corporal informan intorman qu de dertos límites, las personas normales con las qg ciertos limites, un trato frecuente llegarán, con el tiempo, a sen rechazo por la incapacidad, de modo que es posib' posib: la formación de algo parecido a una rutina diaria ,i Iizaci6n. el ejemplo de la vida coi co1 Iización. Se puede citar d una persona ciega: Actualmente hay peluquerías donde se me recil misma tranquilidad de antaño, y hoteles, restauran restaura11 fidos provoca1 ficíos públicos en los que puedo entrar sin provocai ción de que algo está por suceder; ahora, algunos res de ómruhus buenos df dt ómnibus me dan simplemente los buenas subo con mi perro, y algunos mozos que conozco con su tradicional indiferencia. Naturalmente, hace tiempo que el círculo inmediato de mi familia dej dei ocuparse innecesariamente por mí, y lo mismo oc mis amigos más mtfs íntimos. H llasta ab asta ese punto he al grieta en la educación educaci6n del mundo.11 mundo.17 Es categorfas enteras de estigmatiza< E s probable que categorías una protección semejante: los comercios que se e algunas veces en las cercanías de hospitales mental convertirse en sitios en los que se toleran amplia conductas psicóticas; el vecindario vecindark, que rodea aa alg alii pitales pata tratar con pítales desarrolla una capacidad para a las personas facialmente desfiguradas que son so injertos cutáneos; rutáneos; los habitantes de dc un pueblo una escuela de adiestramiento para ciegos aprende aprendei var con mirada aprobatoria a ios los estudiantes que el arnés atado arado a un instructor mientras le dirigen de estímulo que suelen emplearse con los perr A pesar de esta prueba relativa a las creencias1678 Daña, op. cit., págs. 127-128. 16 Davis, P'gs. 1Z7-128. 17 Oievigoy, 7'-76. Chevigny, op. cit., págs. 75-76. 18 Keiden, op, di., 8.5. Kdden, op. cit., pág. 85. 68 r tcetta •cerca del estigma y la familiaridad, es necesario señalar que la familiaridad no siempre reduce del menosprecio.1* menosprecio." Por e¡emplo, ejemplo, las personas normales que viven cerca de oolonias colonias constituidas por grupos tribalmente estigmatizados a menumenu­ do se las arreglan, con bastante habilidad, para mantener sus prejuicios. Sin embargo, es más importante observar aquí que las diversas consecuencias de un ordenamiento completo de los supuestos virtuales referidos a un indiviindivi­ duo están claramente presentes en nuestro trato con quiequie­ nes mantuvimos una relación relad6n duradera, fntima íntima y exclusiva. referirse a una mujer en tanto es espo· espo­ En nuestra sociedad, referine sa de alguien es colocarla en una categoría que no tiene JDás más que un miembro; sin embargo, hay toda una categoría iJ& im­ plicada de la cual ella es simplemente un miembro. Hay rasgos originales, imbricados históricamente, que tiñen Jas las mhgenes márgenes de nuestra relación con esta persona; a pesar de ello, existe en el centro un ordenamiento completo de las t:zpectatlvas expectativas socialmente estandarizadas que tenemos respec'■ to tb de su conducta y su naturaleza como modelo de la catecate­ : goría «esposa»: por p o r ejemplo, e je m p lo , que cuidará del hogar, bogar, que ;' agasajará a nnuestros u e s tr o s amigos a m ig o s y que dará d a r á a luz hijos. Será una buena oo mala esposa relación e s p o s a con re la c ió n a a las la s expectativas estanestan­ darizadas que los otros maridos de nuestro grupo tienen respecto de d e sus esposas. (Es (E s indudable que resulta escanescan­ daloso hablar del matrimonio como una relaci6n particularelación particula­ rizada.) Por consiguiente, sea que interactuemos con exex­ traños o con amigos fntimos, íntimos, descubriremos. descubriremos- que las huellas de la sociedad quedan claramente impresas en estos contaccontac­ tos, poniéndonos, aun en este c:aso, caso, en el lugar que nos corresponde. Hallaremos, sin duda, el caso de personas que, por no estar obligadas a compartir un estigma o a pasar largo tiempo prodigando cuidados y un trato cauteloso, encuentran que es más fácil aceptarlo, a diferencia de aquellas que deben tener un contacto permanente con el estigmatizado. Cuando dejamos de considerar a las pcrr.onas personas desacreditadas C'.uando para rdlexionar reflexionar sobre las desacreditablcs, desacreditabas, encontramos mu-19 pera 1, 19 Una prueba de tle que los niños niños normales de un campamento de vava­ caciones no aceptan, con el tiempo, nw más fácilmente a -sus compañeros QICÍoae$ ffticunente tilicamente incapacilados incapacitados aparece en Richardson, op. cit., ~pág. 7. chas d ías mú más pruebas de que tanto u n to los que tienen una rclaci6n relación fotima Intima oon con d el individuo como los extraños se apartaún apartarán de él a causa de su estigma. Enuc precisatncnte Entre otras cosas, es precisamente a sus allegados a quienes el individuo puede querer ocultar con m'5 más celo algo vergonzoso; la situación situadón de los homosexuales sirve de ejemplo: Si bien es habitual que un homosexual declare que su desdes­ viación no es una enfermedad, llama la atención que, cuando decide consultar con alguien, elige casi siempre a un mémé­ dico. Pero, con toda seguridad, no se trata del médico que atiende aa su familia. Ls La mayoría de los pacientes pedentes desean ardientemente ocultar a su familia su condición de bOinohomo­ sexuales. Aun aquel cuya condocta conducta en público es abiertaabierta­ mente homosexual evita con cuidado provocar sospechas dentro de su árculo círculo familiar.• familiar.1* Por otra parte, cuando en una familia uno de los padres puede compartir un penoso secreto relativo al otro, se concon­ mn pesidera que los niños de la casa no solo son receptáculos pe­ ligrosos de la información, sino también que enterarlos del secreto puede afectar su tierna naturaleza. m E l caso de padres hospitalizados por enfermedades mentales es un ejemplo: Cuando tienen tien e n que q u e comunicar a los nifíos niños pequeños la enen­ fermedad padre, fe r m e d a d del del p a d r e , casi c a s i todas las madres suelen adoptar adoptat una conducta c o n d u c ta encubridora. e n c u b rid o r a . O O bien b ie n le dicen al niño que su padre está e s tá en e n un u n hospital h o sp ita l (sin ( s i n mayores explicaciones), o porque padece un doJor que está allí a llí p orq u e p a d e c e una dolencia d o le n c ia física ((un dolor de muelas, uunn pproblema piernas, r o b le m a en las la s p ie r n a s , molestias estomacales o o 21 dolor d o lo r de cabeza). c a b e z a ).2 021 [La mujer unn enfermo [L a m u je r de de u e n fe rm o mentalJ m e n ta l] «Viv!a «Vivía ppresa r e s a del d e l terror -un pensando — un genuino g e n u in o terrorte rro r— p e n s a n d o que q u e cualquiera c u a lq u ie r a podla p o d ía concon­ tarle verdad ta rle la v erd ad a a Jim J i m (eell hijo) ... . . . »,, 22 22 io A Minority, Londres: Longmans, Green & Com, 20 G, G. Westwood, A Com­ eaay, 1 1960, píg. 40. 21 M. R. Yarrow, J. A. Clausen y P. R. Robbin1, Robbins, «Tbe «The Soda! Sodal Mean• MeanOÍ Mental Illncss,,-, Illness», en Journal of Soci,JJ. Socid h111ts, hsues, XI X I 19SS, 193?, pqs. pigs. ing of Jotwnlll oJ 40-41. :Este Este attkulo artículo ,;uministra suministra un ótil útil y c:-opioso copioso material sobre el nianeio manejo del estigma. FiM. i~Y~~;1. Cl■usen 22 Ib Ibltl,, ld „ pág. píg. 34. 70 p ~e puede agregar que ciertos estigmas son tan fáciles de i¿cuitar que cuentan muy poco en la relación del individuo ·,ic:ultar 6mu » extraños o simples conocidos, en tanto que su efecto se hace sentir principalmente entre los más allegados; buenos ejemplos de esto son la frigidez, la impotencia y la esteriliesterili­ ejanplos explicar que el alcohoüsmo alcoholismo no parece Asf, al tratar de explíear dad. Así, aer ter un factor que descalifica a un hombre para contraer matrimonio, b1lltrimonio, un estudioso sugiere lo siguiente: También Tambi~n es posible que las circunstancias del noviazgo o las pautas sobre la bebida disminuyan hasta tal punto la visibilidad del alcoholismo que este no sea un factor que msis íntima pese en la selección de la pareja. La interacción más manique se da en el d matrimonio puede entonces poner de mani­ fa fiesto el problema de una manera inconfundible para la alcohólko.23 esposa del alcohólico.2* Por otra parte, los íntimos pueden llegar a desempeñar un papel especial en el manejo de las situaciones sociales de la , persona desacreditare, allí donde su desacrcclitable, de modo que aun all[ j estigma no influye en la aceptación que le prodigan, si sí lo hace en las obligaciones que tienen con esa persona. re­ Por consiguiente, en lugar de pensar en un continuo de rclaciones ubicariamos en un extremo un tratamiento w:lones donde ubicaríamos categórico y encubridor, y en d el otro un tratamiento ttatamiento franco catcg6rico ~ más conveniente pensar y adaptado a las circunstancias, será contaetos en una variedad de estructuras mi en las cuales los contactos se producen y se estabilizan — las calles y sus extraños, las -las vmndario, el (elaciones supcrficiales, superficiales, el d lugar de trabajo, el vecindario, tclaciones ámbito doméstico— , y ver que en mi cada caso suden suelen aparecer úabito domtico-, discrepancias caracterfstícas características entre la identidad virtual y la tambíál identidad social real, y que se realizan esfuerzos, también tcalizan csfuetzos, característicos, situaci6n. carac:tcrfstiro, para manejar la situación. estigY del e manejo l ~ del estig­ Y., sin embargo, en todo el problema d conozcamos o no personalmente hec:ho de que con07.Camlls ma influye el hecho al individuo estigmatizado. Para tratar de describir con precisión en qu6 qué consiste esa influencia es indispensable23 23 Lemert, «The Ocunence Ocurrence md and Sequmce Sequence of o í Evmts Events in tbe the Ad2J E. Lemcrt, Stllllin justmeat ite to o/ Studies Jo,mul o) Q1111r1m,, Journal m Quarterly Aleoholima, en to Alcoholúm», Families of Fam j,.sstmair oí pq. 683. XXI, on I, 1960, pág. o,, Alcohol, XX 71 formular claramente el concepto de identidad, identidad personal E s sabido que, dentro de los círculos sociales pequeños y Es y,> larga data, cada uno de los miembros llega a ser oonocii conocic por los demás como una persona «única». E Ell término t~rmino «úi «ú1 co» está sometido a presiones provenientes de los cientí cient( cos cm eos sociales noveles, que desearían darle un contenido ero cional y creativo que no le hiciera correr el riesgo de s demolido, al menos por los sociólogos; no obstante, el ti tc mino en sf alRUnas ideas de importancia. sí entraña algunas «urúcidad» es la de ui u1 Una idea implicada en la noción de «unicidad» «marca «matea positiva» o «soporte de la identidad», como p ejemplo la imagen fotográfica que tienen los demás de 1i individuo, o el conocimiento de su ubicación espedal especial de tro de una determinada red de parentesco. Un caso com( com¡ rativo A&ica ocddenti occident: tativo de interés es el de los tuareg del Africa entre quienes los hombres se cubren la cara dejando solo i, pequeño resquicio para poder ver; aquí, evidentemente, soporte de la identificaci6n si1 identificación personal no es el rostro, sil el aspecto corporal y el estilo físico.48 fisico."H Solo una persona a ~ez la imagen que estoy examina vez puede encajar dentro de la do, y aquella que llenó llen6 los requisitos en el pasado es la m ma que los llena en el presente ptcsente y los llenara llenará en el futm futut Hay que advertir que ítems ftems tales como las impresiones 1i gitales, gítales, que son los recursos más efectivos para diferenci a los individuos mediante la identificación, son tambii tambi1 ftems cua1es esos mismos individuos si s1 ítems en función fundón de los cuales esencialmente similares.245 24 Una distinción entre identidad personal e identidad de tol rol ce ramente Sommer, H. Osmond yy L. Pi rím ente presentada presentada aparece en R. Sotnmer, cyr, «Probiems Recognitíon and Identity», Identityi., en International Joi «Ptoblems of Recognition nal of Pa,apsychology, p§gs. 99-119, donde se plantea Parapsychology, II, 1960, págs. ~rr:, th:SP,~s:t::J::r~¡ Selr~tB~d~º'ü;e,vi;~ed~~t~ problema de cómo se establece o refuta una u otra. Véase tatnbi Goffman, The Presentation of Self in Everyday U fe, op. eit., pi 60. También utilizan Ia pet"SOnal C. Rolph, Per Ptr!: la idea de identidad personal na/ Míchael Joseph, nd ldentity, Identity, Londres: Michael Toseph, 1957 y E. Schachtel, Scbachtel. •C «( Alienated Concept:S Piycl. Concepta of Identity», en American Journal of Psycl anolyim , XXI, X X I, 1961, págs. 120-121, bajo el rótulo analyisis. rotulo de «identidad le,a] o jurf<Eca jurídica se corresponde ín papel•. papel». El roricepto concepto de identidad legal fn mamente pcrs.>nal salvo ((como como me ha informa, mámente con el de identidad personal informal Harvey Srls) (XJIDO la adopción, ado.,ción, que permití permit Sacfcs) en ciertas situaciones, como cambiar la identidad legal de un individuo. Agradezco •a Robert Murphy Murpfay estos datos contenidos en tm 25 ~ un 1i dculo Distance and the Veit.. tfeulo no publicado: «On Social Distince Veil». 72 t lX. a segunda se g u n d a idea id e a implicada im p lic a d a en la noción n o c ió n de d e unid.dad u n ic id a d es e s que, que, d particul.::res s i bien b ie n la l a mayoría m a y o ría de d e los lo s hechos h ech os p a r tic u la r e s relativos r e la tiv o s a un individuo pueden in d iv id u o también ta m b ié n p u e d e n aplicarse a p lic a rse a otros, o tr o s , advertimos a d v e r tim o s que que ea persona mundo en ninguna n in g u n a otra o tr a p e r so n a en el el m u n d o se s e encuentran, e n c u e n tra n , com• co m ­ b in a d o s, la to ta lid a d de d e los lo s hechos h e c h o s que q u e se dan d a n en aquella a q u e lla binados, totalidad que un más q u e conocemos c o n o c e m o s íntimamente; ín tim a m e n te ; este e s te es es u n recurso re cu rso m á s que que permite A vvep e rm ite distinguirla d is tin g u irla positivamente p o s itiv a m e n te de d e cualquier c u a lq u ie r otra. o tr a . A e­ ces, nombre c e s, este e s t e complejo c o m p le jo de d e información in fo r m a c ió n está e s tá ligado lig a d o con c o n el el n o m b re de persona, un policial; d e la p e r s o n a , c:omo c o m o en e n el e l caso c a s o de de u n historial h is to r ia l p o lic ia l; otras, o tra s, con c o n el e l cuerpo, c u e r p o , c:omo c o m o cuando c u a n d o llegamos lle g a m o s a conocer c o n o c e r la la pauta p a u ta de d e conducta c o n d u c ta de d e alguien a lg u ie n cuya c u y a cara c a r a conocemos c o n o c e m o s pero p e ro cuyo nombre muchas cu yo n o m b re i¡i;noramos; ig n o r a m o s ; m u c h as veces, v e c e s, la información in fo r m a c ió n está e s tá ligada y con lig a d a con c o n ambas a m b a s cosas, c o s a s , con c o n el e l nombre n o m b re y c o n el cuerpo. c u e rp o . · Según una un Según u n a tercera te rcera idea, id e a , lo lo que q u e distingue d is tin g u e a u n individuo in d iv id u o de de todos un ij to d o s los lo s demás d e m á s es e s la esencia e se n c ia de d e su su ser, se r , u n aspecto a sp e c to general gen eral y ' central persona hace ce n tra l de d e su p e r so n a que q u e lo h a c e enteramente e n te ram e n te diferente d ife r e n te -y — y n o solo so lo ~n en cuanto c u a n to a su identificaciónid e n tific a c ió n — de d e quienes q u ie n e s m á s se se •. no más !f le aseme¡an. a se m e ja n . t Entiendo por identidad personal solamente las dos primeprime, fr ras ideas: )as las marcas m a rc a s positivas p o s itiv a s o soportes de d e la identidad, y historia j la combinación única ú n ic a de d e los lo s ítems íte m s de d e la h is to r ia vital, adhef. rida al al individuo por medio de esos soportes de su identÍ• identi.■· dad. La L a identidad personal se relaciona, entonces, con el · 111puesto supuesto de que el individuo puede diferenciarse de todos los demás, y que alrededor de este medio de diferenciaci6n diferenciación entrelazan, como en los copos de azúcar, los '¡ se adhieren y enttelllZall, hechos sociales de una única historia continua, que se con• con­ vcrtirá vertirá luego en la melosa sustancia a la cual pueden adheadhe­ rirse aún otros hechos biográficos. resolta difícil biogclficos. Lo que resulta apreciar es que la l a identidad personal puede desempeñar, y estan­ de hecho desempeña, un rol estructurado, rutinario y estandarizado en la organización social, precisamente a causa de su unicidad. Si se toma como punto de referencia no un gnipo grupo pequeño, sino una extensa organizad6n organización impersonal, como por ejemejem­ slno plo el gobierno de un estado, se puede observar claramente cómo funciona el proceso de la identificaci6n identificación personal. En la tctualidad actualidad ya es una costwnbre costumbre organizativa estandarizaestandariza­ da registrar en forma oficial los elementos que sirven para identificar positivamente a cada una de las personas, es dede­ dr, cir, que se utiliza un conjunto de marcas que diferencian a ,., sugú quien las posee de todas las demás. Como ya se sugu sí, bastante estandarizada elección de la marca está, en s!, escritur1 butos biológicos inmodificables, tales como la escritun ftems que se apariencia atestiguada fotográficamente; Items tran en forma permanente, como, por ejemplo, la parti partí lo¡ nacimiento, el nombre y el número de cédula. En lo: mos tiempos, el uso del análisis de las computadoras 1¡ util.w.r las cuaU experiraentalmente al utilizar cual] tió progresar experimentalmente del lenguaje y de la escritura como soportes de la iden condue explotando, de ese modo, un aspecto de la conduc especialisi expresividad secundaria, a la manera de los especialis1 U «autentificación» de cuadros. Más aún, en Estados U. el Acta de Seguridad Social de 193, 1937 garantiza práctic te a todos los empleados un número de registro úni cual se puede agregar una historia laboral completa, 1i quema de identificación que ya lleva producidas co rabies penalidades entre nuestras clases criminales. I rables dos modos, una vez que se cuenta con un soporte identidad se le puede añadir el material accesible; di d manera, se va creando un historial que, por lo general contenido y archivado en hojas de papel manila. Se s1 identificacián personal (< que el estado fomentará la identificaci6n lee re ro ciudadanos, así como el perfeccionamiento de los destinados a que las personas autorizadas tengan un ii más rápido a la historia de un individuo determinado; 111'5 s< esta incluya la mayor cantidad posible de hechos S( recib relativos a ese individuo, como, por ejemplo, los redb pago de dividendos. Existe un interés popular bastante grande por los esfi que realizan las personas acosadas para adquirir una i «distinta», o para desembarazarse de la q dad personal «distintai., pertenecía originalmente; tales, por ejemplo, los in· in de de marcar con cicatrices la yema de los dedos o de m las partidas de nacimiento. En los casos corrientes se por lo general, de cambiar el nombre propio, pues de los soportes de la identidad parece ser el que se ee: con mayor frecuencia y, al mismo tiempo, el que en mis fácil de alterar, LLaa vía autorizada y de: modo es el más desde el punto de vista legal para cambiar de nombre empleo de un acta documentada, que queda archivada legajo público. De esta manera, se mantiene una cor 74 28 diversidad.36 E s el caso. caso, dad única a pesar de la aparente clivenidad. Es por ejemplo, de la mujer que cambia de apellido al casarse. En el mundo del espectáculo es habitual que un actor camcam­ bie su nombre, pero p a o también aquí es posible tener acceso al tegístro registro donde está consignado su nombre verdadero, que como ocurre en el incluso puede ser ampliamente conocido, CODlO caso de autores que utilizan un seudónimo. Entre las pros­ prosdtutas, titutas, los criminales y los revolucionarios, el cambio de nombre no es registrado oficialmente, ya que no se trata órde­ de segregaciones «legítimas». Otro caso es el de las órdenes de religiosos católicos. Siempre que una ocupación llelle­ ve implícito un cambio de nombre, registrado o no, pode­ podemos estar seguros de que existe una importante fractura entre el individuo y su mundo anterior. Es necesario señalar que algunos cambios de nombre, tales como los empleados por los desertores del servicio militar y los huéspedes de los moteles, se orientan espedficamente específicamente hacia los aspectos legales de la identificación personal, mienhada mien­ tras que otros tipos de cambio, tales como los que se realireali­ zan por razones étnicas, se orientan hacia el problema de la identidad personal. Hartman señala que cierto tipo de arar­ tistas se caracteriza por encontrarse en ambas situaciones: cari con la misma La corista corriente cambia de nombre casi frecuencia c¡ue populaque de peinado para estar a tono ron con la popula­ ridad teatral vigente, las supersticiones del mundo del eses­ pect~culo o, a veces, para evitar el pago de impuestos. pectáculo im puestos*277 Debo agregar que los criminales profesionales emplean dos •' tipos especiales de nombres falsos: los alias, uti1i7.ados utilizados solo transitoriamente -aunque — aunque en muchos casos vuelven a recurecu­ rrir a eJlos ellos para evitar la identificación identificadón personal-. personal— , y los «apodos», o sea, los sobrenombres que les asigna la comu• comu­ «apodos•, nielad nidad criminal y conservan toda la vida, que son para uso exdusivo de los miembros de la comunidad o de los «sabios». a:clusivo En consecuencia, un nombre es un medio muy habitual, pero oo no demasiado seguro, de determinar la identidad. Cuando267 26 V~ Itlentity, op. cit., Véase Rolph, Penonsl Personal Identíty, d t., ~ paga. 14-16. A Psychologicd Jo,,,-Psychologkal Study•, Study», en ]our of Psycbology, X X X II, 1951, pág. 53. •m í o/ Prycholoa, XXXII, -r, 27 A. Hattman, Hartman, «Cr.imirull «Criminal Aliases: Aliases; un tribunal de justicia se encuentra fíente frente a una persc que, por muchos motivos, disfraza su identidad, es 16g Ióg que busque otras mateas marcas positivas. Se puede citar el ejemj ejem¡ ingll!s: inglés: ( ...• . . )) en los tribunales de justicia, la identidad personal prueba no por la referencia a los nombres, ni siquíera siquiera 1 | el testimonio directo, sino «presuntivamente» «presuntive.mente» por la <e dencia caractcr[stícas p ciencia de semejanzas y diferencias en las características 289 sonales. sonales,28 2 Tenernos considei:ar ahora la cuestión de Tenemos que volver a considerar inforroaci6n información social. Los signos corporizados a los que >i hemos referido anteriormente, ya sean de prestigio o de tigma, pertenecen a la identidad social. E Ess evidente ce la documentación todo esto debe distinguirse de 1a documentacidn que individuos llevan consigo con el objeto de establecer te1 identidad personal. Estos documentos han llegado a tei un uso muy difundido en Gran Bretaña y en Estados Unid tanto en el caso de nativos como en el de extranjeros, extranjeros. consideran necesarias las tarjetas de empadronamiento empadronamient<J en los cuales fígui figm permisos psra para manejar automóviles ((en las impresiones digitales, 1a la firma y, muchas veces, una tografía) _21l Junto con estos elementos de identificación, ídentificaci6n, tografía).20 Ueve.r documentos que consignen su e< e< individuo puede llevar ((en en el .caso caso de jóvenes que deseen frecuentar lugares juego o locales donde se sirven bebidas alcohólicas), il licencia para emplearse en actividades activídades protegidas o pelij pe~ sas, un permiso para estar fuera fuer-a del cuartel, etcétera. 1iJ chas veces, a esta información se le afíaden añaden retratos fa liares, pruebas de haber cumplido el servido servicio militar, ee cluso Ultii d u so copias fotostáticas de certificados escolares. Ultú mente tatnbién también apareció un documento que informa so so el estado de salud del portador; las autoridades abogan ¡| su utilización general: 28 Rolph, Pl!t'sonol ldentity, op. cií., ciJ., pág. 18. Personal Idenlity, 29 En Gran Bretafia, Bretaña, actualmente, excepto los extranjeros y los 1i ductores de autorn6viles, automóviles, los ciudadanos no están obligados aa 1!1 U< documentos de identidad; asimismo, en determinadas determinada$ circunstarx clrcunstanc pueden negarse a revelar su identidad a los policías. polidas. Véase il U págs. 12·13. 12-13. 76 Ministerio erio de Salud Pública está considerando la. la utilizade tarjetas arjetas de identidad médica. Se recomienda a la ladón llevarla siempre consigo. la tarjeta se consignaráh datos tales como vacunaciones, po sanguíneo del portador y enfermedades que, como ~ emofilia, deben ser tenidas en cuenta en caso de acci;idente. ¡eta se consignarán datos tales como vacunaciones, !,(Jno de los objetivos es facilitary un tratamiento que, rápido en iguíneo del portador enfermedades como '1111a emergencia, y evitar los pdigros de inyectar las ac perlia, deben ser tenidas en cuenta en casoa de á­ ldente. ltonas vacunas a las cuales pueden ser alérgicas.30 B ;4Jno de los objetivos es facilitar un tratamiento rápido en Á.demás, cada vezy parece ser peligros mayor eldenúmero de aestableciAdemás, estableci­ ‘«n a emergencia, evitar los inyectar las per­ cdentos que exigen suspueden empleados lleven a la mientos donas vacunas a las que cuales ser alérgicas.30 13 vista la ,tarjeta (tarjeta de identificación laboral con una fotografía o, en •siso ■ jaso contrario, que fa la tengan siempre a mano, mano. 'Estos diversos recursos de identificación se caracteri2an, caracterizan, $stos como es natural, por evitar cualquier inocente equivocaci6n equivocación ,o •o ambigüedad, transformando lo que sería simplemente una ,utilización .utilización dudosa de sfmbolos símbolos de infonnación información social en falfal­ .aificadones sificaciones evidentes o posesiones ilegales; por consíguienconsiguien­ .te, te, el término documento de identidad seda sería más exacto que ,lftnbolo Compárese, por ejemplo, la relativa ■ símbolo de identidad. ((Compárese, ¡indefinición de los fundamentos fundamentas para señalar la identidad :ittdefinición -del judío por medio de su aspecto, sus gestos y su voz).n voz).11 ,Incidentalmente, los hechos sociales Incidentalmente, esta docmnentaci6n documentación y Tos ligados aa ella se presentan aa menudo solo en situaciones especiales, y ante quienes están panicularmente particularmente autorizados pata controlar una identidad, a diferencia de los símbolos para i:le de prestigio y de estigma, que están al alcance del público .en en general. Puesto que a menudo la información sobre la identidad personal puede ser estrictamente documentada, es posil,le posible recurrir a ella pata para protcgetse protegerse contra centra falsificaciones potenpoten­ rcaurir ciales cíales de la identidad social social. Así, se puede exigir que el perper­ sonal del ejército lleve Heve documentos documentes de identidad que concon­ validen su unifot'Dle potencialmente falsos. La uniforme y su insignia, potenriahnente tarjeta de identificación personal del estudiante garantiza 30 Aparecido en The $(lft San Frllll&isco Francisco Cbranide Chroitide el 14 de abril abtil de 1963 atribuido IIa TIM The 'l<,114()11 London Tirm-r. Times. y •tnouido 31 L. Sawz Sarita y R. Tom11$$0n, Tomasson, cThe «The Identifiabllity Identifiability of oí Jewp, Jewsa, en AmeAme­ rican Journal of Sodolog-,, Sociology, LXIV, LXJV, págs. 468-47'. 468-475. riam Joum,,l o/ 77 al bibliotecario que este tiene el derecho de tomar en prés­ préstamo libros de la biblioteca y de entrar en los salones de lectura, así como su licencia de conductor atestigua que tiene la edad legal para consumir bebidas alcohólicas en establecimientos comerciales. Asimismo, las tarjetas de crécré­ dito cenifican certifican superficialmente la identidad personal, lo que permite decidir en qué caso se debe otorgar o rechazar un pedido de crédito, pero atestiguan además que el individuo pertenece a una categoría social que garantiza el otorgaotorga­ miento de dicho crédito. Un hombre demuestra que es el doctor Hiram Smith para probar que es médico, pero quizá rara vez dé pruebas de que es médico para demostrar que es Hiram Smith. Análogamente, individuos excluidos de dede­ terminados hoteles por su origen étnico pueden haber sido étnicamente identificados por sus nombres, de manera que aquí también se explota un ítem de la biografía personal por razones categóricas. Por 1o lo tanto, en general, la biografía vinculada con la iden• iden­ tidad documentada establece limitaciones deflnidas definidas en la forma que un individuo elige para presentarse; esta circunscircuns­ tancia puede ser ejemplificada por la situación de algunos ex enfermos mentales ingleses a quienes no se admite como aspirantes a tareas ordinarias en la Bolsa de Trahajo Trabajo porque sus tarjetas de Seguridad Nacional úenen tienen espacios sin sese­ 82 llar. llar.® 2 Puede agregarse que el d acto mismo de ocultar Ja la identidad personal tiene implicancias con respecto a Ja la caca­ tegoría social: los anteojos para sol que emplean las persoperso­ nas famosas para ocultar su identidad personal revelan probablemente, o así lo hicieron durante un tiempo, una categorización social de alguien que desea pasar inadvertido, y que, de otro modo, sería reconocido. Una vez percibida la diferencia entre shnbolos símbolos sociales y po­ documentos de identidad podemos pasar a examinar la posición especial de los enunciados orales, que atestiguan, no solo expresiva sino también lingüisticamente, lingüísticamente, la identidad social y personal. Cuando un individuo carece de la docudocu­ J)uementación suficiente para obtener un puesto que desea, pue­ Je de intentar reemplazarla por alegatos orales. Los grupos y32 32 E. Milla, Mental ¡U Illnesr: Ea.rt London, Lo11do11, Milis, Living witb wiib Mental ñéis: A Study in iti East Londres: Routledge & Kegan Paul Ltd., 1962, pág. 112. 78 )118 | u sociedades se diferencian, desde luego, por el monto de .ln:fonnad6n Información sobre la identidad que consideran necesario en atuaciones (¡ituadones sociales aproximadamente equivalentes. Por eso, '11D: «o escritor hindd hindú señala: En nuestra sociedad, un hombre es lo que su designación Indica, indica, razón por la cual somos muy puntillosos al otorgár- ; 1efa. ida. En Delhi he visto que, en algunas reuniones, ciertas ·‘ personas agregan ellas mismas su título cuando el encargado de presentarlas omíte omite hacerlo. Un día, en la casa de un diplomático extranjero en Delhi, me presentaron a un hom­ hombre joven sin sín mencionar su posición oficial. De inmediato me saludó y agregó: «Del X., Y «D el Ministerio X Y usted, ¿a qué DeDe­ partamento pertenece?)>. pertenece?». Cuando le respondí respondi que a ninguno tí pareció sorprenderse tanto del hecho de que hubiera sido Ii In.vitado Invitado a esa reunión como de que no tuviera ningún dtí­ tulo. 83 tulo.83 lLa biografía | L a b io g r a f ía l :* Ya sea que el desarrollo de la biografía vital de un individuo . viva en la mente de sus allegados o en los archivos de !.< personal de una organizaci6n, organización, o que lleve personalmente la oocumentaci6n documentación sobre su identidad personal o la guarde en sobres, ese individuo es una entidad alrededor de la cual aohres, que lo está esperando listo Usto para ser llenado. Se convierte indefecti. indefecti­ 8 blcmente en objeto de una biografía.3 biograffa.34 blemente 3' Mientras los dendficos científicos socia.les sociales utilizaron la biografía, espc-espe­ áalmente cialmente bajo la forma de una historia del recorrido vital, ac prest6 escasa atención a las propiedades generales de ese se prestó concepto, excepto para advertir que las biografías están ~uestas, expuestas, en gran medida, a una construcción retrospectiretrospecti­ va. El E l rol social, en tanto concepto y elemento formal de la es posible estructurar una historia: hay un cuaderno 33 C. Ch11udhuri, Parrage to England, Engl11nd, Londres: Macmillan & ComChaudhuri, A Pasiage Pany, 1959, pág. 92. 34 Agradezco a ~;~old Harotd Garfinkel el haberme señalado el término cbiograffa» «biografía» tal romo como se urima utiliza en este libro, libro. J:'-~;J:;Já~. organización social, ha sido objeto de profundos profundoi. exámenes, pero la biografía no corrió cotri6 la :misma misma suette. suerte. E l primer punto a considerar acerca de las biografías es la El costumbre de dar por supuesto que el individuo puede tener realmente solo una, hecho garantizado por las leyes de la física antes que por las llls de la sociedad. Se entiende que todo lo que un individuo ha hecho y puede, en realidad, hacer es incluible dentro de su biografía, como lo ejempli­ ejemplifican los temas relativos a Jekyll yy Hyde, aun cuando tenga­ tengamos que contratar a un especialista en biografías, a un de­ detective privado, para completar los hechos que ignoramos o conectar los que nos resultan novedosos. Por muy cana­ canalla que sea un hombre, por muy falsa, clandestina, dandestina, disociada y gobernada por pasiones, caprichos y contramarchas que sea su existencia, los hechos verdaderos de su actividad no pueden ser contradictorios ni inconexos inronexos entre sí. Hay que advertir que esta unicidad totalizadora de la línea vital está en marcado -contraste contraste con la multiplicidad de yoes que se descubren en el individuo cuando se lo observa desde la perspectiva del rol social, donde -si — si maneja adecuadamente puede sustentar con la segregación de la audiencia y del rol— rol-puede difetentes, y, hasta cierto punto, bastante habilidad yoes diferentes, pretender que ya no es más algo que ha sido. Una vez presentados estos supuestos sobre la naturaleza de la identidad personal surge un factor que será sen{ de interés para este informe: el grado de «conexión informativa». D:ados Dados los hechos sociales sodales importantes de la vida de un indiindi­ viduo -la exequias-,, — la clase de hechos que se reseña en sus exequias— ¿cuál es el grado de proximidad o de alejamiento que existe entre dos hechos cualesquiera, medible por la Ja frecoenda frecaencia con la ~ual ellos conocual aquellos que conocen uno de d ios pueden cono­ cer también el otro? E En n términos más generales, dado el cuerpo de hechos sociales indivisodales importantes relativos a un indivi­ duo, ¿en qué medida quienes conocen algunos de ellos conocen muchos? machos? Las tergiversaciones sociales sodales deben ser distinguidas de las tergiversaciones personales: un comerciante de clase media alta que se aleja un .fin fin de semana de su lugar d . trabajo, vestido con ropas «d «de ello e baja categoría», y elige para dio un lugar de veraneo barato, se presenta falsamente a sf sí mismo en sentido social; cuando se inscnoe inscribe en un motel 80 f. ; ,on COQ el nombre de Smith lo hace en sentidó senddó individ.1,1al, individual. AdeAde­ m ás, sea que se comprometa la identidad social o la perso­ '111.ás. peno- a,l, nal, se puede distinguir la representación que tiene por obob­ jeto probar que uno es lo que no es, de la que tiene por objeto demostrar que uno no es lo que es. En general, como se sdialó señaló anteriormente, las normas rere­ lativas a la identidad social pertenecen a lss las clases dases de tcpet· reper­ .torio torio de rol o perfiles que, según creemos, puede sustentar cualquier individuo; se trata de la «personalidad social», 35 ,como «orno solfa solía decir Lloyd Warncr. Warner.36 No esperamos espetamos que un estafador sea una mujer ni un especialista en lenguas clásiclási­ as, hecho de que cas, pero no nos sorprende ni nos molesta el becho :aa ®ea un obrero italiano o un negro de clase d ase urbana. Las L as nor1.as ,<mas relativas a la identidad ppersonal erson é no pertenecen, sin em,batgo, ífeargo, a la esfera de combinaciones licitas lídtas de los atributos :dlOclales, Acodales, sino más bien al tipo de control de información ,que que el d individuo puede ej~rcer ejercer apropiadamente. Para el inin­ illividuo, dividuo, haber tenido lo que se denomina un pasado som1,río ') es un problema relativo a su identidad social; el d modo como 10 mátleja maneja la informaci6n informadón relacionada con ron ese pasado i una cuestión de identificaci6n identificación personal. La L a posesitSn posesión de pasado extraño ( no extralio en sf, por supuesto, sino i (no extraño sí, año para alguien que pertenece a la identidad social -traño sodal sen te del individuo) es una especie de incongruencia; resente iraa el poseedor, vivir hasta d fin de sus días junto a rsonas que ignoran su pasado y que carecen en ese senti¡ersonas ‘ _de toda informaci6n información directa es una incongruencia de dole ole muy distinta: la primera se vincula con nuestras proias: reglas relativas a la identidad social, la segund:t, segunda, con las e se refieren a la identidad personal. [ue personal, ¡.Aparentemente, arentemente, en la actualidad, en los círculos de clase ,media, día, cuanto más se desvía un individuo en una dirección pndeseable, deseable, y más se aleja de lo que se esperaba de él, tanto rznás ¡más está obligado a suministrar voluntariamente informainfotmaón sobre sí mismo, aun cuando el precio que debe pagar su sinceridad aumente en forma proporcional. proporcional, (Por (P or otra e, el ocultamiento de algo relativo a su persona que95 E E E , W. L. Warner, «The Society, the Individual, 95 Individual, BDd and His Mental rder, en American Journal ]oflrnJJl o/ Psychiatry, XCIV, XCTV, 1937, págs, págs. Bborder, of Psycbiatry, ,~ *8 -2279. 79. 11 maci6n. Los que no saben son aquellos para quienesmarión. quienes el in• in­ han dividuo es totalmente extraño, alguien de quien no Han · biogroffa personal. miciado una biografía iniciado El individuo conocido por otros puede o no sab!!r saber que lo conocen; los otros, a su vez, pueden estar enterados o no de que el individuo sabe o ignora que lo conocen. Además, aun cuando crea que los demás no saben nada de él, no puepue­ de nunca estar totalmente seguro de ello. Por otra parte, si sabe que los demás lo conocen deberá, al menos en cierta medida, conocerlos; pero, si ignora que lo conocen, puede o no conocerlos con relación a otros aspectos. Dejando a un lado cuánto es lo que se sabe o lo que se indiignora, todo esto tiene importancia, puesto que en un indi­ viduo el problema del manejo de su identidad personal y social variará considerablemente según el conocimiento o desconocimiento que de él tienen los presentes, y, en tal caso, según su propio conocimiento o desconocimiento de este hecho. Cuando el individuo se halla entre personas para quienes fundón de resulta totalmente extraño, significativo solo en función su identidad social inmediatamente aparente, la mayor eveneven­ tualidad que deberá enfrentar se relaciona con el hecho de identifica­ que esas personas comiencen o no a elaborar su identificapor lo menos, un recuerdo de haberlo visto ción personal ((por en el contexto actuando de una manera particular), o que se abstengan por completo de organizar y acumular lo que identificaci6n personal; esto saben de él alrededor de una identificación último es característico de la situación enteramente anóni• anóni­ ma. Hay que advertir que, aun cuando las calles de las grandes ciudades ofrecen situaciones anónimas para los que se comportan correctamente, este anonimato es biográfico; es difki.l difícil encontrar algo así como el anonimato completo aplicable a la identidad social. Se puede añadir que toda vez que un individuo ingresa a una organización o a una comunidad se produce un cambio notable en la estructura — en su distnooción distribución y del conocimiento que se tiene de él -en en su caráctercarácter— y, en consecuencia, un cambio en las eveneven­ tualidades del amtrol control de la información."° información.40 Por P o r ejemplo, todo 40 Para un estudio de nn caso en el oontrol control de la mfotmaci6n información sobre ffos. el :,u, yo, véase J. Henry, «The Structutc of a Psychiatric Hos­ c'The Formal Structurc Ptycbiatry, XVII, X V II, 1954, pigs. págs. 1.39-152, 139-152, esp. 149-150. pital», en Psychiatry. ex enfermo mental enfrentará el hecho de tener que saludar socialmente, fuera del hospital, a quienes conoci6 conoció durante su internación, dando pie a que un tercero 1e le pregunte: «¿Quién «¿Q uién era ese?•. ese?». Más importante aún es, quizás, enfrenenfren­ tar su desconocimiento de lo que los demás conocen de 61, él, o sea, encontrarse con personas que lo pueden identificar personalmente y que, sin que él lo sepa, estiin están enteradas de que él es «verdaderamente» un ex enfermo mental. Utilizaré el término reconocimiento cog,w$cititJO cognoscitivo para referirreferir­ me al acto petceptual perceptual de «ubicar» a un individuo, en tanto poseedor de una identidad social o personal particular. El sodales es la conocida funfun­ reconocimiento de identidades sociales d6n dón que, como porteros, cumplen mochos muchos servidores. Menos conocido resulta el hecho de que en ciertas dertas organizaciones función el reconocimiento de identidades personales es una fund6n formal. En los· los bancos, por ejemplo, se espera que los coco­ bradores adquieran esa clase de capacidad con respecto a los clientes. En los círculos criminales ingleses existe, apaapa­ rentemente, un individuo llamado «el hombre de la esquiesqui­ na», cuya tarea consiste en elegir un puesto en la calle pró­ prólrimo ximo a la entrada de un comercio ilegal, y que, por conocer la identidad personal de casi todas las personas que pasan, puede advertir la presencia de algún sospechoso.'"sospechoso.41 información bio­ Dentro del círculo de personas que poseen informaci6n biográfica sobre un individuo -aquellos — aquellos que saben cosas aceracer­ ca de élél— encontraremos un círculo más reducido, constituiconstitui­ do por quienes mantienen con él un vínculo «social», ya sea De­ superficial o íntimo, y que lo consideran o no su igual. Decimos que no solo tienen vagas «referencias», «referencias» del individuo, o que lo conocen «de oídas», sino que también lo conocen «petsonalmente». «personalmente». Tendrán el derecho y la obligaci6n obligación de intercambiar con él un apret6n apretón de manos, un saludo o una conversaci6n conversación cuando participen de una misma situad6n situación soso­ cial: esto es lo que constituye el reconocimiento socid. social. DesDes­ de luego, habrá había ocasiones en las que un individuo extenderá el reconocimiento social a alguien que no conoce personalpersonal­ mente o que, a la inversa, lo recibirá de él. De D e todos momo­ En J. Phdan, Phelan, Tbe The Un4erworld, Underworld, Londres: Londtet: Geotge G. G . Harrap & Cmipany, Company, 1953, cap. 16, págs. 11,-186, 175-186, se puede hallar una desciipdesclipción dán de las funciones del «hombre de la esquina•. esquina». ◄ 411 as dos, debe quedar claro que el reconocimiento cognoscitivo es simplemente un acto de percepción, percepci6n, mientras que el reco­ reconocimiento social es el papel asignado a un individuo en una ceremonia de comunicaci6n. comunicación. La persoo.al son necesaria­ necesariaL a relaci6n relación social o el conocimiento personal mente recíprocos, aunque, claro está, es posible que una de las dos personas --o momentánea— o incluso ambasambas— olvide momentánea­ mente que se conocen, así as{ como ser consciente de ese cono­ conocimiento pero haber olvidado, por un lapso, casi todo lo que se refiere a la identidad personal de la otra.42 otra.42 En eJ existenda propia el caso de un individuo que lleva una existencia de un ámbito rural, ya sea en un pueblo o en una ciudad, serán muy pocas las personas que tan solo lo conocen «de oídas»; es probable que aquellos que están enterados de su ocistencia conexistencia también lo conozcan personalmente. Por el con­ trario, con el ténnino «fama» término «fam a» nos referimos más bien a la posibilidad de que el d drculo círculo de personas que está enterado en especial de la existencia de un individuo determinado — -en si este está relacionado con un logro o una posesión po~sión suma­ sumamente deseablesproporciones, y que, al aJ deseables— alcance vastas propordones, mismo tiempo, sea mucho más m4s extenso que el círculo drculo de ~ los que lo conocen personalmente. El i. base has..: de su iden­ ideo· E l trato u ato concedido a un individuo sobre la tidad social se otorga frecuentemente a una persona famosa con más condescendencia e indulgencia a causa de su iden­ identidad personal. Al igual que el habitante de un pueblo chi­ cbi• co, comprará siempre en los lugares donde lo lo conocen. El simple hecho de que personas extrañas lo reconozcan cognoscognos. citivameote dtivamente en sitios públicos puede ser también un motivo de satisfacción, satisfaedón, tal como lo señala un joven actor: Cuando comenzedo a adquirir cierta noOtando mi nombre habfa había comenzado no­ toriedad, y yo pasaba por algún momento de depresión, depresi6n, me deda decía a mí mismo: «Bueno, creo que lo mejor sert será ir a dar una vuelta y que me rcconozcani•." reconozcan* .43 42 Más obsavacioaes las relaciones y tipos dpos de reconocimiento ttamodmic:nto observaciones sobre tas encontrar en E. Goffman, Behavior in Public se pueden c:ncontrar Behttvior;,, Pllhlic Places, Pl«n, Nue­ Nueva York: Free Ptess pqs. 112-123. Press of o í Glencoe, 1963, ap. cap. 7, págs. 43 Anthon, Ross, •The Pbycr-llb, en Tbe Anthony Pukins, Perkins, en L. Rosa, «The Player-III», The New Yerbee, ◄ 4 de noviembre de 1961, pág. Yorúr, plg. 88. 86 E Ess posible que esta clase de aplauso secundario y accidental explique por qué se busca la fama; también sugiere por qué, t:e la oculta. El una vez lograda, a menudo se E l problema no per• consiste únicamente en la molestia que significa el ser per* periodistas. cazadores de autógrafos y mirones, seguido por periodistas, hedió de que son cada vez más numerosos sino también en el hecho acontecimien­ los actos que se asimilan a la biografía como acontecimienatendón. Para una persona famosa, «retirarsei. «retirarse» tos dignos de atención. a un sitio donde pueda «ser ella misma» significa, quizás, el hallazgo de una comunidad que desconoce su biografía; alli, allí, su conducta, reflejada simplemente en su identidad socia1, sodal, puede no ser de interés para nadie. Inversamente, uno de los aspectos del estar «adentro~ «adentro» es actuar de una manera destinada a controlar las repercusiones de esa concon­ biograffa, pero haciéndolo en lo que son, por ducta en la biografía, general, áreas de la vida no creadoras de biografía. lo genera), conn1n habrá largos E n la vida cotidiana de una persona común En acontecimientos que no períodos en los cuales protagonizará acontecimieotos tienen interés para nadie, y que constituyen una ana parte téctéc­ nica, aunque no actíva, activa, de su biografía. Durante estos pcpe­ ríodos muertos, solo un accidente personal grave o el haha­ ríooos ber sido testigo de un crimen constituirán momentos digdig­ nos de figurar en las reseñas que el o los demás hagan de pasado, (Una «coartada» es, en realidad, un trozo de su pasado. biografía que, por lo general, de ninguna manera hubiera llegado aa ser parte de la biografía activa de una persona.) Por otro lado, las personas célebres, cuyas biografías han miem• sido extensamente documentadas, y especialmente los miem­ bros de la realeza, que en este sentido tienen un destino prefijado desde su nacimiento, descubrirán que a lo largo periodos de su vida se les ha permitido experimentar pocos perfodos bio­ muertos, es decir, inactivos, desde el punto de vista bio• gráfico. con• y útil con­ Al tiempo que consideramos la fama puede ser veniente reflexionar sobre la mala reputación o infamia que círculo de personas que tienen mal surge cuando hay un circulo concepto de un individuo sin conocerlo personalmente. La función evidente de la mala reputación es el control social, del cual hay que señalar dos posibilidades distintas. dd El control social formal es la primera. Existen funcionarios, distinta• y grupos de funcionarios, ocupados en estudiar distintas 87 clases de público, en busca de individuos identificables, identificares, cuyos mte.cedenres y reputación los convirtieron en sospechosos, e antecedentes incluso en «buscados» por la justicia. Durante un estudio en un hospital psiquiátrico, por ejemplo, conod a un pa­ paciente que estaba en libertad «bajo palabra», y entre cuyos antecedentes figuraba el de haber vejado a muchachas muy vez que entraba en algún cine del lugar, el jóvenes. Toda ver dueño lo detectaba y lo obligaba a retirarse. Tenía, en 9fn. sín­ tesis, una reputaci6n reputación demasiado mala como para ir a los cines de la localidad. Los rufianes muy conocidos tienen el puemismo problema, pero de mayor magnitud que el que pue­ den causarles los dueños de los cines. Es E s aquí donde se encuentran nuevos ejemplos de la ocupaocupa­ ci6n, ción, que consiste en hacer identificaciones personales. Los superintendentes de tiendas, por ejemplo, poseen a veces extensos informes sobre la apariencia de los rateros profe­ profesionales, junto con ese soporte de la identidad llamado modus m odus operandi. o p eran di. De hecho, la revelación de la identificaidentifica­ ción personal puede tener una oportunidad social propia, como en el caso de las inspecciones policiales. Al describir la me7.ela mezcla social de prisioneros y visitas de una cárcel lonlon­ dinense, Dickens suministra otro ejemplo, que se denomina «posando para el retrato», por el cual se obligaba a un nue­ nuevo presidiario a sentarse en una silla mientras !os los guardias se reunían y lo observaban para fijar en sus mentes la ima• ima­ gen del reo y poder después identificarlo."'' identificarlo.44 Los funcionarios cuya tarea consiste en controlar la posible presencia de personas de dudosa reputación pueden operar estableci­ entre el público en general, en lugar de hacerlo en establecimientos sociales particulares, como es el caso de los detec• detec­ cons­ tives policiales repartidos por toda la ciudad, pero sin cons• tituir, ellos mismos, parte parre de ese público. Esto nos lleva, por consiguiente, a considerar un segundo tipo de control social basado en la mala reputaci6n, vc:2 reputación, pero que tiene esta vez caractedsdcas características informales e incluye al público en general; de este modo, tanto el que tiene mala reputación como el que no, se encuentran en una situación bastante parecida. Es posible que del circulo círculo formado por quienes conocen a pero que no son conocidos por ~) un individuo ((pero él) incluya 44 Pickwiek Ptclcwíde Papen, Paper1, vol. val. III, cap. 2. 88 el público en general, y no solo a quienes se ocupan de hacer «buenal'> y «mala identificaciones. (De (D e hecho, los términos «buena» fam a» implican que la masa de los ciudadanos debe poseer fama» Es indudable que los medios de una imagen del individuo.) Hs funda• comunicación de masas desempeñan aquí un papel funda* mental haciendo posible que una persona «privada. «privada» se con• con* vierta en una figura «pública». indiviAhora bien, parecería que la imagen pública de un indivi­ duo, es decir, la imagen que tienen de él quienes no lo distinconocen personalmente, será, sin lugar a dudas, algo distin­ ta de la imagen que proyecta en sus contactos directos con personalmente, La imagen pública de quienes lo conocen personalmente. un individuo parecería estar constituida por una reducida selección de acontecimientos verdaderos que se inflan hasta utiadquirir una apariencia dramática y llamativa, y que se uti­ lizan entonces como descripción completa de su persona. estig• Puede aparecer, por consiguiente, un tipo especial de estigfavorables o desfavo• matizarión. desfavo­ matización. Las demandas virtuales ((favorables rables) creadas por esta imagen pública pueden empequeempeque­ ñecer i5.ccer y deteriorar la imagen que el individuo presenta en consu vida diaria ante las personas con quienes tiene un con­ es~ialmente cuando tacto habitual.. Esto parece ocurrir especialmente de el individuo deja de estar implicado en acontecimientos de trascendencia. y debe enfrentar, dondequiera que vaya, gran trascendencia, mis situación de ser recibido como alguien que ya no es más la situaci6n lo que en algún momento momenro fue; también suele ocurrir cuando fugaz. la notoriedad se alcanza alcama debido a un acontecimiento fugaz, identifiaccidental y atípico que expone al individuo a una identifi­ derecho que compense cación caci6n pública pero sin darle ningún deredio los atributos deseados.u deseados.45 Lo que se deduce de estos comentarios es que el famoso y el infame poseen más aspectos en común que los que cualcual­ mayordoquiera de ellos tienen con esos individuos que los mayordo­ mos o los periodistas especializados en chismografía llaman «don m.u1titud desea mostrar nadie•, ya que cuando una multitud cdon nadie», amor u odio por una persona puede producirse una des&icndo un se,uir siendo 45 U ley, csfuttzos de un individuo por seguir k)t, los esfuerzos Pam la 4j Para ciudadano privado llepdo •a formar rteuperar ese status ha llegado px recuperar prrndo o por eoconparte del problema de la intimidad. ttsaia útil se puede encon­ intimickd. Una reseña Alotre. & LLet Righl to Be trar am , Privacy: The Rigbt eí Alone^ Prir1«1: Tk Schwam, CJJ M. Emst y A. Sdiw tru en C.Ompany, 1962. Macmillan Company, Nueva York: The Macmillaii 89 organización semejante en sus acciones habituales. hsbltuales. (La falta de anonimato de esta contrasts contrasta con fa la que · se basa ~n en la identidad social, como en el caso en que un individuo con una deformidad física siente que lo observan constantemenconstantemen­ te.) Los verdugos infames y los actores famosos descubriedescubrie­ ron la conveniencia de subir a un tren en una estación no 48 prevista o de usar un disfraz; disfraz;48 hay individuos que para escapar de la atenci6n atención pública hostil pueden incluso llegar a artimañas que usaban al comienzo de su utilizar las mismas animañas aduiatoria. De todos momo­ historia para huir de la atención adulatoria. dos, las biografías biografw y autobiografías de personas famosas e información fácilmente accesible sobre infames suministran infwmación el manejo de la identidad personal. Por consiguiente, se puede considerar que un individuo es distribución de persones el punto central en una cfutribución personu que lo conocen «de oídas» o personalmente, y que poseen, en este sentido, un caudal de información algo diferente. Permfta• Permíta­ seme repetir que, aun cuando el diario trajinar ponga N• tutinariamcnte al individuo en contacto con personas que lo tinariaraente conocen de manera diferente, esas diferencias no serán, por lo general, incompatibles; en realidad, se estahlecm establecerá una suene biogntfica única. La suerte de estructura biográfica L a relación de un hombre con su jefe y con su hijo puede ser muy difctcnte, diferente, de modo que mientras dcsempefia puedesempeña su papel de padre no pue­ de desempeñar fácilmente su papel de empleado, pero si, caminando con su hijo, encuentra a su patrón, es posible que intercambien un saludo y una presentación sin que el e! hijo o el patrón reorganicen radícalmente radicalmente su identificación personal del hombre -a — a pesar de conocer ambos la existenexisten­ cia y el rol del otro-. otro— . La arraigada costumbre de la «pre«pre­ sentación de cortesíai. cortesía» supone, en realidad, que la persona con la cual tenemos una relación de rol tiene en fonna forma adeade­ cuada otros tipos de relaciones con otros tipos de gente. Doy por sentado, pues, que los contactos aparentemente apatentemente casuales de la vida cotidiana pueden, sin embargo, consti-46 46 Ver J. Atholi, AthoU, op. di., a i., cap. ,, 5, «Thc «The Public and the Press». Press*. Sobre los esfuerce» de personas famosas para evitar contactos véase J. ~!nrJ~~~G12~ho,pe~;9.9 p:.s~ot Bainbridge, G ario, Nueva .¡~~ York: I:>efi~:9JI,it~ Dell, 1961, en :=:s especial págs. 2051 206. Sobre U"II una téaiica técnica en boga -el —el U$O uso de pelucas p:>r por estrellas de dce dne que tienen su J,ropio propio cabellocabello— véase L. Licber, Lieber, «Hollywood's «Hollywood’s Golng Wig Waclcy, Wacky, en Thls Tbis Wc•ek, W?ek, 18 de felmro febrero de 1962. 90 tuit tuir una especie de estructura, que limita al individuo a una sola biografía a a pesar de la multiplicidad de yoes permitidos soJa por la segregación de 1111diencía audiencia y rol. El encubrimiento Es E s evidente que si todos ignoran la existencia de un .r.:1aI mal estigmatizante, incluyendo al individuo que lo posee, como en el caso de una lepra no diagnosticada o de ataques de pelít mal no reconocidos, el sociólogo no se interesará por pelit S, ¿ 1, excepto en tanto recurso de control para el aprendjzaje aprendizaje de las consecuencias ~primarias» «prim arias» 41 4784u objetivas del estigtna. estigma. Cuando el estigma es sutilmente invisible y conoddo conocido solo lo posee, la cual mantiene el secreto ante porr la persona que Jo losi demás, el hecho presenta un interés secundario para el estudio deldel encubrimiento. El Egrado en en queque se se dandan estas dosdos estudio encubrimiento. l grado estas dos posibilidades es, desde luego, difícil de determinu. determinar. Análogamente. Análogamente, si sí todas tedas y cada una de las personas con las que el individuo tiene contacto tuvieran siempre una per­ percepción inmediata del estigma, es evidente que su estudio presentaría también un atractivo limitado, aunque revis­ revistiera cierto interés analizar los problemas relativos al gta• gra­ do de aislamiento que puede permitirse un individuo —y y sociedad— , a la conducta aun así funcionar libremente en sociedad-, discreta y cautelosa, y su fracaso, y al autodesprecio, autodespredo. Es E s evidente, sin embargo, que estos dos extremos ---el — el coco­ .nocimiento jgno.ran.cia torales nocimiento o la ignorancia totales del estigmaestigma— no abarabar­ can un gran número de casos. En E n primer Jugat, lugar, existen es. es­ t:igmas prostituci6n, el robo, la tigmas importantes, tales como la prostitución, homosexualidad, la mendicidad y la adicci6n adk dón a las drogas, homosexualidacl, que el individuo debe ocultar cuidadosamente ante deterdeter­ d ase de personas -la — la policía— for­ minada clase polida-,, y exponer en forma sistemática ante otras: otras; clientes, cómplices, enlaces, comcom­ pradores de objetos robados." As{, cualquiera que sea el rol robados.4* Así, que los vagabundos adopten en presencia de Ja la policía, a me- E 1, >¡.•tientes, el sentido inttoducido introducido por Leme:rt, Lemeit, Socid cit., 47 En el. Social Patbology, Piithology, op. di., pág. 75 y siguientes. pq-, 48 Ver T. Hirshi, «The Profesional Prostituto», en Berkeley Jour­ nal of Sodology, VII, 1962, pjg. 36. :, !isociolo~~~vñ~lt!;:º;f. Prostitute.., en Berkeley Jow91 nudo deben revelar su condición a las tas amas de casa, con el fin de obtener una comida gratis; gracias a dio ello serán recoreco­ nocidos aun por los transeúntes, ya que se lea les sirve en las puutas traseras Jo puertas lo que ellos. ellos, con gran perspicacia, llaman exhibición» .48 «comidas de ezbibición•.u En segundo lugar, aun en el caso de que un individuo pupu­ diera mantener en secreto un estigma no manifiesto desdes­ cubrirá que las relaciones intimas íntimas con los demú, demás, ratificadas en nuestra sociedad por 1a la confesión mutua de defectos inin­ visibles, lo llevan a confesar su situación a los más allega. allega­ visibles. dos o a sentirse culpable si no lo hace. De D e todos modos, casi todos los asuntos sumamente secretos son conocidos por alguien y pueden, por lo tanto, arrojar sombras sobre el individuo. Análogamente, hay muchos casos en los ios que el estigma ten• ten­ dría que percibirse con claridad en todo momento, y no es eso precisamente lo que owrre; ocurre; si hacemos un examen haha­ llamos que, en ciertas ocasiones, el individuo tendrá que optar por ocultar información decisiva sobre su persona. Por ejemplo, mientras a un muchacho rengo puede parecerle que se presenta siempre como tal, los extraños pueden suponer al principio que ha ba sufrido un accidente que lo temporariamente; 30 una persona ciega que sube a incapacitó temporariamente;80 un taxi oscuro puede descubrir que, por un momento, el 11 o un re• conductor le ha atribuido la capacidad de ver, ver,81 re­ cién llegado a un bar con poca iluminación puede tomar por vidente a un dego ciego que está allí y usa anteojos osruros;G:1 oscuros;88 un amputado cuyas manos fueron fueron reemplazadas por garfios, que está viendo una película, puede dar lugar a que la mujer sexualmente jornalmente audaz sentada a su lado grite aterrori• aterrori­ 113 zada por lo que su mano encontr6 De igual encontró de repente. repente.83 manera, los negros de piel muy oscura que nunca han pa­ pasado inadvertidos públicamente pueden encontrarse, sin4950123 «The Jargon of thc the Underworld», otes, V 49 E. Kanc, •lñc: Underworld•, en Diciect Dllll«t N Not~s, 1927, pág. 445. 50 F. Davis, «Polio in the Family: A Study Snidy in Crisis and Funily Family Process•, Process», tesis del Doctorado en Filosof[p, Filosofía, Universidad de Chicago, 1958, piig. pág. 2.36. 236. 1918, 51 Davis, eDeviance «Deviance Disavowal•, Dísavowal», en op. cit., pág. 124. 52 S. Rillfflan, Rigman, Second Sight, Nue11a Nueva York: David McKaJI, McKay, 1959, plig. pág. 101. 53 Russell, op. cit., pág. 124. 92 t' embargo, con que por carta o por teléfono proyectan una ana i.Jnaien imagen del yo sujeta a un descrédito posterior. Dadas estas diversas posibilidades entre los extremos de un secreto o de una informaci6n parecerla que los información completos, parecería problemas de quienes hacen un csfucno esfuerzo organizado y concon­ junto por pasar inadvettidos inadvertidos son los mismos que una gran cantidad de personas enfrentan en uno u otro momento. Ya gratifi­ que el hecho de ser considerado normal trae grandes sratili• caciones, casi todas las personas que tienen algo que encu• encu­ cationes, brir intentarán hacerlo en alguna ocasi6n. ocasión. Además, el eses­ tigma del individuo puede estar relacionado con cuestiones preque no es conveniente divulgar ante extraños. Un ex pre­ sidiario, por ejemplo, solo puede revelar ampliamente su estigma jactándose en forma indebida ante simples conocono­ cidos, comunicándoles hechos personales que van más a!U allá de lo que la relad6o relación realmente justifica. El conflicto entre la sinceridad y el decoro se resolverá, muchas veces, ,* en favor del último. Por fin, c:uando cuando el estigma se relarela­ . óona ciona con partes del cuerpo que aun los normales deben í ocultar en público, el encubrimiento, deseado o no, es ine¡ vitable. Una mujer que sufri6 sufrió una mastectomia mastectomía o un del lincuente sexual noruego a quien se le impuso la pena de castración, están obligados a presentarse falsamente eo en casi todas las situaciones, callando sus secretos no coovenc.ionaconvenciona­ tocias les porque los demás ocultan Jos los convencionales. Una vez logrado el encubrimiento, puede ser motivo de un descrédito aquello que en el individuo se vuelve manifiesto, incluso para quienes lo identifican socialmente sorialmente a partir tan solo de lo que es perceptible para cualquier extraño que participa de la situación social. (Surge as{ así una varjcdad variedad de lo que se denomina «un incidente embarazoso ... ) Sin embar• embarazoso».) embar­ go, esta clase dase de amenaza a la identidad social virtual no es, ¡o, por cierto, la única. úníca. Dejando a un lado el hecho hedió de que las acciones habituales de un individuo pueden desacff.ditar desacreditar sus accionr:s pretensiones habituales, una eventualidad básica del encuencu­ consiste en ser descubierto por aquellos que pue­ brimiento coDSiste pueden identificarlo personalmente, y que incluyen entre sus antecedentes biográficos hccbos hechos no manifiestos, .incompaincompa­ 111ttcedentes cor. sus pretensiones actuales. Es E s entonces cuando, tibles con inddentalmente, la identificación personal se relaciona de incidentalmente, modo estrecho con la identidad sociaJ. social. Este es, por supuesto, d vil el fundamento de las diversas val dades de chantaje. Tenemos la «intriga», que consiste en cll nejar con astucia un acontecimiento actual para usarlo, pe después, como base del chantaje. ((LLa a intriga debe dist guirse p1 guirsc de la «celada», arte practicado por los detectives pi obligar a los criminales a revelar sus prácticas delictivas :! elh, su identidad criminal.) Hay un «p biruales bituales y, con elfo, chantaje», en el cual se obliga a la víctima victima a continuar U.D. la amenaza, por pa un determinado curso de acción bajo ]a del chantajista, de que cualquier cambio lo llevará aa re lar los hechos, con lo cual el cambio se vuelve welve imposil impo!il I. Thomas cita el caso real de un policía W, l. policla que obligi una prostituta a permanecer en su lucrativo oficio, desat desac rutando ditando sistemáticamente sus intentos de obtener un emp como muchacha de buena reputación.*4 reputación.U Existe el «chant de autoronservación», el ce autoconservación», uú tal vez d el más importante, en el el chantajista intenta o logra efectivamente eludir el p d p; tcnc de una sanción merecida, porque obligarlo a ello teñe como resultado el descrédito delCl'édito del acreedor. La «presunción de inocencia hasta que se demuestre culpabilidad» brinda una protección mucho menor aa la 1i dre soltera que al padre no casado. La culpa de 1a la madn tnadn evidencia por su perfil protuberante, hecho difícil de o< o tar. El padre no exhibe signos exteriores, exteriotts, y su rol accest accesc debe ser probado. Peto Pero para proporcionar propmrionar una prueba tal naturaleza, cuando el estado no asume la iniciativa establecer la paternidad, la madre soltera debe revelar identidad y su desliz sexual ante una audiencia numen numer◄ Su resistencia a hacerlo lleva a que su cómplice mascul mantenga fácilmente su anonimato y su pretendida inca inoc da, cia, si así lo desea.º desea.** Por último, tenemos el d chantaje clásico o «puro», «puco:,¡., en el (< el chantajista obtiene los pagos con la amenaza de rev, rev hechos referidos al pasado o al presente del individuo,54 ,4 & Company, 1 54 Tht The U11ad;111ted Unadjuiled Girl, Giri, Boston: Little, Brown tí págs. 144-145, 55 E. Clark, Unr,11mied TJnmarried Mothen, Nueva York: Free Press of C coe, 1961, ¡:.¡. pág. 4. 94 ac• desacreditarían por completo la identidad que sustenta actualmente. Se puede señalar que todo chantaje puro incluye llamarnos de «autoconservación», pues la variedad que llamamos afortu• además de obtener lo que se propuso, el chantajista afortu­ dd castigo impuesto a su actividad. nado también se libra del puede sí en chantaje el sociológico, Desde un punto de vista sociol6gico, no ser muy importante;u importante;®* más importante es considerar las aquedases clases de relaciones que puede tener un individuo con aque­ precisa• llos que, si así lo desean, podrían chantajearlo. EEss precisa­ mente aquí donde observamos que una persona que intenta ~quí inforpasar inadvertida lleva una doble vida, y que la ilación infor­ mativa de la biografía deja lugar para diferentes modos de doble vida. Cuando el acontecimiento que lo desacredita se produjo en fuea• el pasado, lo que más preocupa al individuo no son las fuen­ tes originales de pruebas e información, sino las personas que pueden retransmitir lo que ya recogieron. Cuando el hecho que desacredita es parte de la vida actual, entonces prc<:averse contra algo más que la información tendrá que precaverse transmitida; tendrá que cuidarse de no ser atrapado con las manos en la masa, ta! tal como es señalado, en su relato, por una prostituta: Ja situa~ Era posible exponerse sin peligro de arresto, pero la situa­ embaramsa. «Cuando voy ción ci6n no dejaba de ser igualmente embarazosa. aa una fiesta siempre echo una ojeada por la habitación top6 — decía la muchacha— muchacha-.. Nunca se sabe. Una vez me topó --decía dos prostitutas, yy ni con dos de mis primos. Estaban con dos que deseando enterada, por di Me siquiera me saludaron. M e mí. estuvieran demasiado ocupados como para reparar en mf. ron tropezanne con baria en caso de tropezarme qué haría Siempre me pregunto qu~ Jugares,.!7756 mi padre, ya que acostumbra rondar por esos lugares*.®7 90!'• . sor­ ocuka ~ 56 1* abundancia de cosas avergonzada, COSIS que la gente oculta S6 Dada 11 prende que el chantaje pleno no sea más frecuente. Como la san­ ción legal es, por supuesto, severa, el sistema no tiene muchos com­ ~ la sanción es t1n petidores; tan petídores; sin embargo, hay que explicar por qué M fflérgico castigo que se severa. v « lo excepcional del acto y el enérgico aevera. Tal vez ~ disgusto que sentimos por el k impone sean, ambos, expresiones dil impane seaa, le volunud, trabajo que nos obliga obll&a aI enfrentar a• los otros, contra su voluntad, conociPl)r.¡ue ese conoci­ con clesactecfüan enormemente, y porque loe desacreditan am hechos que tos lntf'l'CSCS, ejerce: luego presión contra sus intereses. miento ejerce págs, 96-97. cit., págs. Nl¡bt, 57 itien of igbt, op. eit., o/ the Ñ Stearn, SSi1IH1 '!17 Steam, ':j .:Sanam:-~~ C.: =1=g~u:.,c1Pll~::¿:s:!~eve°!,expliw sanción resulta desacreditable en el pasado o en el Si hay algo que ttsulta presente del individuo, la precariedad de su posición parece paiece variar directamente con la cantidad de personas que están en el secreto; cuanto más numerosos sean los que conocen ese lado oscuro, tanto más traicionera resultará su situación. De D e ahí que para un cobrador de banco sea más seguro, ciertamente, pasar el rato con una amiga de su mujer que ir a las carreras carteras de caballos. Ya comparúdo por muchos o por Y a sea que el secreto esté compartido pocos, hay allí una doble vida simple, que abarca a quienes piensan que conocen íntegramente al hombre y a quienes «realmente» lo conocen. Esta posibilidad debe contraponer­ contraponerse a la situación del individuo que lleva una doble vida doble, moviéndose en dos dirulos, males círculos, cada uno de los cuales su propia biogra­ biogradesconoce la existencia del otro y posee su fía del individuo. Un hombre complicado en nn un amorío, conocido quizá por un reducido número de personas, que pueden incluso estar vinculadas con la pareja ilícita, lleva una doble vida simple. Sin embargo, si la pareja empieza a hacerse de amigos que ignoran que, en realidad, ellos no Ell son una pareja, comienza a surgir una doble vida doble. E peligro del primer tipo de doble vida es el chantaje o la revclaci6n el segundo, tal vez del mayor peli­ pelirevelación malidosa; maliciosa; en d gro sea la revelación accidental, ya que ninguno de los que conocen a la pareja sabrá mantener un secreto que ignoran como tal. Hasta H asta aquí consideré una existencia sin discontinuidades, amenazada por el d conocimiento que otros tienen del pasado o de puntos oscuros del presente de un individuo. Ahora trataremos otra perspectiva de la doble vida. Cuando un individuo abandona una comunidad después de residir en ella varios años, deja tras de sí una identificación identificaci6n personal, petsonal, muchas veces junto con una acabada biografía que incluye supuestos referidos a cómo «terminará sus dfas». días». En su comunidad actual, el individuo también dará lugar a que los demás compongan una biografía, un retrato potencialmente completo, que incluye una versión de la clase de persona que fue en otro tiempo y del medio del cual en• proviene. Es E s evidente que pueden aparecer discrepancias en­ tre estas dos series de conocimientos, ya que se desarrolla algo así como una doble biografía compuesta comr.uesta por quienes lo 96 conocieron y quienes lo acaban de conocer, cada uno de los cuales piensa conocer al hombre en su totalidad. A menudo, el individuo salva esta discontinuidad biográfica suministrando una información exacta y adecuada sobre su pasado a lo!! los que componen su mundo actual, y actualizando, pesado actualizando. por medio de noticias y chismes referentes a su persona, las biografías que de il paél tienen los que pertenecen a su pa­ sado. La L a superación de esta discontinuidad se simplifica cuando el individuo se ha convertido en alguien alguíen que no desacredita su vida anterior, y cuando su pasado no desacre­ desacredita demasiado su vida actual, situación que, por supuesto, se da en la mayoria mayoría de los casos. En síntesis, en su biografía habrá discontinuidades que no serán desacreditadoras. Ahora bien, mientras los estudiosos han prestado suficiente atención a los efectos que Wl un pasado censurable produce en el él presente de un individuo, no se han ocupado en igual medida de los efectos que un presente censurable origina adecuadaen los primeros biógrafos. No se ha apreciado adecuada­ mente la importancia que tiene para un individuo que aque­ aquellos con quienes ya no vive conserven un buen recuerdo de él, aun cuando este hecho encaja sutilmente en lo que se denomina «teoría del grupo de referencia». El caso clásico es el de la prostituta que, a pesar de su adaptación al medio él. urbano y a a los contactos que rutinariamente tiene en él, teme «toparse» con un hombre de su pueblo pueble, natal, quien, desde luego, estará en condiciones de percibir sus actuales atributos sociales y de transmitirlos aa su regreso al hogar.5 hogar.58 *6A F.o En este caso, el secreto de la prostituta es coextenso con su cradio ... «radio de acclcSo acción». '8 Dcll, 1961, pq,. 56 Véase, p,r por ejemplo, Street-Wllllter, Street-W alker, Nueva York: Dell, págs. 194-196. Aunque o:iste novdesca, e existe ,gran gran cantidad de literatura novelesca, incluso historias de casos sobre las prostitutas, prostitutas, es tnuv escaso el induso es!eescaso d material tt:fctcnte . pot por ejemplo, • , C. Mtcteferente .. a las los aigo\Q$. gigotós. (Pu-o {P a o ~ véase, Mac* Inoes, Mr. • Library, M r. Lotn Love tmd an¿ Justic~, Justice, Londres: Tbe The New English 1962, y J. Murtagh y S. Harris, C.St ueva York: Cast 11" tk r Pirst First SIOtltl, Stotse, Nueva Pocbt que. quizá, qum, no Pocket Boob, Bodes, 19.58, 1958, cap&. caps. 8 y 9.) Es de Iameutar, lamentar, ya que, ocupación .masculina masculina sobre la cval cual sus miembros haya otra ocupaci6n IDi.embros sean san tan esquivos. La rutina diaria del gigoló glorió debe estar plagada esqunos. pbgada de evasivas encubridoras aún no historiadas. Ademú, Además, es smnamente sumamente diflcil difldl y mcubridons cd¡e giaol6 en qué erige mucha cautela poder decirle con frmqu=a franqueza al gigoló consiste su «upación. ocupación. He aquí una buena oportnnidad, oportunidad, entonces. entonces, amsiatE' situación tanto del desacreditado pan reunir material sobre la sjtuad6n daacreditado como c. del dmacreditablc. desacreditare. ,-, Esta relación sentimental con quienes ya no mantenemos Wl un contacto efecti-vo efectivo impone uno de los castigos merecidos por adoptar una ocupación inmoral, ilustrado por Park al observar que son los holgazanes, y no los banqueros, quiequie­ nes se niegan a que se publique su retrato en el periddico, periódico, pudor que se explica por el miedo a ser reconocido por alguien dd del lugar natal. En la literatura existen algunas indicaciones referet1.tes referentes a un ciclo cido natural de encubrimiento.r, encubrimiento.™11 El E l delo ciclo puede c:omemar comenzar con un encubrimiento inconsciente, que el interesado puede no descubrir jam jamás; ás; de allí se pasa a a un encubrimiento inin­ voluntario, que d el sujeto advierte, con sorpresa, en la mitadmitad del proceso: pr_oceso· luego, al encubrimiento «en broma»; al encuencu­ brimiento durante momentos no rutinarios de la vida social, tales como las vacaciones y los villjcs; vidjes; al encubrimiento en vida cotidiana, como en el circunstancias rutinarias de 1a la vida trabajo o en instituciones públicas; por último, la «desapari«desapari­ ción» --encubrimiento úeas — encubrimiento completo que a.barca abarca todas las áreas de vida.; vida; el secreto es conocido únicamente por la persona que lo oculta-. oculta— . Se puede sefialar señalar que, cuando se procura un encubrimiento relativamente total, d el individuo Oiganiza, organiza, a veces en forma consciente, su propio rite de passage: va a otra ciudad, dudad, se refugia en una habitación durante algunos días, con ropas y afeites seleccionados previamente, y después, como una. una alas.™ En mariposa, emerge para probar sus flamantes alas.'° cualquiera de las fases puede producirse, desde luego, una ruptura del cido ciclo y una vuelta al redil. Si bien es cierto derto que aún no podemos hablar de dicho ciclo ddo con toda seguridad y, si es necesario, sugerir 4ue que ciertos dertos atriatri­ butos desacreditables desacreditabas impiden el desarrollo de sus fases fifi­ nales, al menos se pueden buscar diversos puntos de estaesta­ bilidad en la penetración penetradón del encubrimiento; es posible obob­ servar, por cierto, que el grado de encubrimiento puede5960 59 Véase H. Cayton y S. Dntke, Name•, en Drake, «A Rose by Any Other Ñame», Black M etrópolis, Londres: Jonathan Cape, 1946, págs. 159171. Agradezco a Gary Marx los datos provenientes de articulo inédito. 60 Para el negro que se hace plisar por blanco, véase R. Lee, I passed jor /ar White, poned W btte, Nueva York: David McKay, 19.5.5, 1955, pqs. págs. 89• 8992; pata para el blanco que se hace pasar por negro, J. H. Griffin, BltJC!t Black Uke Bosr'ln: Hought~n Like Me, Boston: Houghtqn Mifflin, 1%0, 1960, págs, 6-1). 6-13. f;~~':°G:;•M~'t:da{:;~~~ J:~un .=io'¡;JZ!: 60 Para nepo que se hace pasa blanco, véase R. Lee, I 98 variar de momentáneo e involuntario hasta el tipo clásico de encubrimiento total y deliberado. M,s M ás atrás se señalaron dos fases en el procao proceso de aprenapren­ clizaje dizaje de la persona estigmatizada: conocer el punto de vista de los normales y saber que, según esto, está descalidescali­ ficado. E Ess probable que la fase siguiente consista en aprenapren­ der a enfrentar d el modo en que los demás tratan a la clase dase de persona que él puede demostrar ser. Perú Per6 ahora me interesa una fase todavía posterior: aprender a encubrirse. Cuando una diferencia es relativamente imperceptible, el d individuo debe aprender que, en realidad, puede confiar en el secreto. El E l punto de vista de sus observadores tiene que ser registrado cuidadosamente, pero no sustentado con una ansiedad mayor que la de los mismos observadores. Si Sí bien es cierto que empieza con la sensaci6n sensación de que los dem.b demás conocen todo lo relativo a su persona, elabora, a menudo, una apreciación realista de que no es así. Por ejemplo, ciertos informes sefialan señalan que los fumadores de marihuana aprenden lentamente que, en presencia de quienes los conocono­ cen bien, pueden actuar bajo los efectos de la la droga sin que los demtls demás adviertan nada raro, aprendizaje que apaapa­ rentemente ayuda a transformar en adicto a un fumador ocasional.ti ocasional.41 Del mismo modo. modo, existen informes sobre mumu­ chachas que, apenas pierden su virginidad, se examinan frente al espejo para descubrir señales exteriores de su es-es­ tigma, y solo se convencen lentamente de que su apariencia actual no se diferencia de la que tenían antes.• antes.** Se puede citar un ejemplo paralelo de un hombre después de su pripri­ mera experiencia homosexual manifiesta: «¿Le « ¿ L e trajo (su [su primera experiencia homosexual] algún tras­ trastorno posteriormente?», le pregunté. pttgUDté. «¡Oh, «¡O h , no! Lo L o único que me preocupaba es que alguien se enterara. Senda Sentía miedo de lo que pudieran decir mi madre y mi padre al verme. Pero actuaron como de costumbre y empecé a sentirme confiado y seguro nuevamente.• u 6123 nuevam ente.»** 61 H. Becker, «Marihuana Use and Social Control•, Control», en Soci61 Social Pro. Pro blems, bktrts, III, 19.55, 1955, pág. 40. 62 H. M. M, Hughes, ed., The Fantastic Lodge, .Boston: Boston: Houghton Mifflin, 1961, pág. pq. 40. 63 Stearn, Steam, t}ie The Sixtb Sixth Mlln, Metí, op. cit., pág. pig. 1,0. 130. 99 Se puede indicar que, debido a la identidad social, el ind,i. indi' viduo que tiene una diferencia secreta se encontrará, dudu­ diaria y sc:manal, semanal, en tres clases posibles de rante la rutina dí.aria lugares. Habrá algunos prohibidos o inaccesibles, en los que el tipo de persona al que pertenece el individuo no puede entrar, y en los cuales la exposición significa expulsión, eventualidad con frecuencia tan desagradable para ambas partes que se establece a veces una cooperación tácita para evitarla: el intruso lleva un ligero disfraz y el que tiene derecho a estar presente lo acepta, aunque ambos estén en• en­ tetados terados de la intromisión. Hay lugares donde esta clase de personas, una vez identificadas como tales, son tratadas corcor­ tés y a veces penosamente, como si no estuvieran descali• descali­ ficadas para la aceptación ·rutinaria, cuando, de hecho, en aceptación'rutinaria, cierta medida lo están. Finalmente, hay lugares de retito retiro cien.a donde tales personas pueden exponerse y no necesitan oculocul­ tar su estigma ni preocuparse mayormente por restarle -importancia. ■ importancia. En ciertos casos, esa libertad proviene del hecho de que se encuentra en la compañ(a compañía de quienes tienen un estigma igual o parecido. Se dice, por ejemplo, que los carnavales suminiettan suministran a los cmpleado11 empleados ffsicamcntc físicamente disminuidos un mundo en el cual su estigma apenas constituye un proble­ problema.64 ma.61 En otros casos, el ei lugar de retiro puede ser el resulresul­ tado involwiwio involuntario de haber agrupado de manera maneta adminisadminis­ trativa a los individuos, contra sus deseos y sobre la base de un estigma compartido. Sea que el indMduo individuo .ingrese ingrese vovo­ luntaria o involuntariamente al lupr lugar de retiro, es posible es­ que ese sitio le proporcione una atmósfera con sabor especial. AI1f Allí se sentirá c6modo cómodo .entre sus compañeros, y desdes­ cubrirá que personas conocidas, a quienes no consideraba realidad lo son. Sin embarso, embargo, tal como lo sus iguales, en .realidad sedala señala la cita siguiente, oorreral correrá el riesgo de ser ficilmente fácilmente desacreditado si penetra en dicho lugat lugar una persona nornor­ mal que ha conocido en otra parte. El E l tribunal, considerándolo deficiente mental, envió al hoshos­ pital (para [para retardados mentales) mentales] a un muchacho de 17 años64 Viseará! {h.), (h.), A the Lontly Nigbt, 64 H. Viscardi A Laugkter Laughler ín In tlH Night, Nueva York: Paul S. Eriksson, Eríksson, Inc., 1961, píg. pig. )09. 309. 100 de origen mexicano-norteamericano. mexican~norteamericano. El E l rechazó violentamei:te inerte esta definici6n, definición, sosteniendo que era injusta y que deseaba ir a un centro más «respetable» de delincuentes juveniles. Un domingo a la mañana, pocos días despu~s después de su llegada al hospital, fue llevado a la iglesia junto con au otr0s otros pacientes. Por una circunstancia desgraciada, su novia hermaestaba de villita visita en el .hospital con una amiga cuyo herma­ n~ no menor estaba internado alli, allí, y caminaba en direa:i6n dirección a presen-a ~él. Cuando la vio, ella aún no había advertido su presen­ cia, y el muchacho dt'SCÓ deseó que no lo hiciera. Dio D io media vuelta y se alejó corriendo a toda velocidad, hasta que los empleados le dieron alcance pensando que había enloque• enloque­ interrogátselo sobre su conducta, explicó que su cido. Al interrogárselo novia no sabía que estaba «en ese lugar para imb&iles» imbéciles» y que no podía soportar la humillación de que lo viera como paciente del hospital.• hospital.*® La ronda de una prostituta constituye para ella una ameame­ naza semejante: ¡I «Al «AI visitar las caJiejuelas callejuelas de Hyde Park experimentt experimenté este aspecto de esta situación social [afirma una investigadora i soc:ial]. social]. Las veredas desiertas y la intención aparente de las , mujeres que por a.11{ allí caminaban no solo eran sufídentes suficientes para anunciar mi propósito al público, sino que me obligaron . tanlbién también a darme cuenta de que esa zona estaba reservada a las prostitutas; era un lugar delimitado para ellas y que prestaba su estilo a cualquiera que decidiera entrar ailf allí (.,.)»66 i...)* " 6 j Esta división del mundo del individuo en lugares prohibi­ prohibi• dos, «corteses» y de retiro establece el precio que se pagn paga por la revelaci6n revelación o por el ocultamiento, y el significado de que el estigma sea conocido o oo, no, cualesquiera que sean las estrategias elegidas para informar. La l a identidad personal y la social dividen espacialmente el mundo del individuo. Hay sitios donde este es conocido personalmente, algunas de los presentes o por eJ el63* personahnente, ya sea por algunos 6, pdg. 267. 63 Edgerton y Sabagh, op. til., cit., píg. 66 Rolph, Women 1Wornen. o/ o} tht tbe Strttts, Stretts, op. rit., cit., pi!gs pígs.. .56-57. 56-37. 101 individuo encargado del área drea {mozos, (mozos, maltre, 111"11,~, ttbem tabcmen en etc.) etc.);; tanto unos como otros aseguran que su presencia e del Jugar demosuada más tarde. En segundo sc,undo té t6 lugar puede ser demostrada mino, hay siúos sitios donde el estigmatizado no corre peligr «toparse» con alguien que lo conozca personalmente, de doparse» ~ceptuando — exceptuando las contingencias especiales que enfrenta los que tienen fama, buena o mala, a quienes muchos c< e< nocen «de oídas», pero no personalmente— personalmente-- puede percn; permi necer nadi1 necet en el anonimato, sin llamar la atención de nadi< Hasta qué punto resulta perturbador pernrrbador para su identidad peí pei sonal encontrarse en un lugar donde, por casualidad, se 1I conoce personalmente es un problema que varía, desde y¡ y; según las circunstancias y la persona «con» la que interactúi interactw Dado que el mundo espacial del individuo se divide e regiones diferentes, de acuerdo con las contingencias con» cont1 nidas «idas en ellas, para el manejo de la identidad social y 1 personal considetaremos cons1 consideraremos algunos de los problemas y consi cuendas ~sta consideración coincjdii cuencias del encubrimiento. Esta coincidí] en parte con la sabidurfa admonitoric sabiduría popular; los relatos admonitork sobre las contingencias del encubrimiento son parte de 1 moraleja dirigida a mantener a la gente en su lugar. Aquel que se encubre tiene necesidades no previstas qu qi¡ lo obligan a a swninistrar suministrar una información que lo h desact1 desata dita; tal el caso de la esposa de un enfermo mental qu qii trata de cobrar el seguro por desempleo de su .marido, marido, o <i de un homosexual «casado* «casado» que intenta asegurar su ras; casi y debe explicar su peculiar elección de beneficiario.07 benéficiario.07 Tan Tao hién hundei. cada vez más, es decir, que 1s bién siente que «se hunde» ve obligado eviti ohligado a elaborar una mentira tras otra para evits una revelación dada.es dada.08 Sus técnicas adaptativas pueden, e1 su vez, herir los sentimientos ajenos y originar malos ei tendidos." realiza para ocultar algunas iii1 tendidos ,** El E l esfuerzo que tealiza capacidades puede llevarlo a poner de manifiesto otras u116789 a dar la. k impresión de hacerlo: descuido, en el caso de ur 67 Señalado por Bvclyn una conversación. converud6n. Evelyn Hooker en Tina 68 Con respecto al ocultamiento de la internación de la esposa t, wi Yanow, Ciausen Clausc:n y Robbins, op. eii ci1 un hospital psiqui1hrico psiquiátrico véase Yartow, ~g. pág. 42. 69 Sobre la torpeza y la insolenci11 insolencia involuntarias del sordo véa1 véa; = Nueva ~:: York: L:t&:í~s::::: Social Science Research Gouncíí, =ª1Ñf't,!':::! fiuliedn N f 55, corr ~ R. G . Barker y colab., Adjustment to Pbyskoi Handicap and IU»es gido, 1953, págs. 193-194. 102 perso,ia casi ciega que finge ver, cuando tropieza con un persona banquillo o derrama. derrama la bebida sobre su camisa; distracción, terquedad, torpeza o frialdad, cuando una persona con difí• difi­ cultades auditivas deja de responder a una observacicSn observación emiemi­ tida por alguien que ignora su deficiencia¡ defteienda; somnolencia, «ausencia» momentúea momentánea cuando un maestro percibe como «ausencia. mal en un alumno;'º alumno; 70 ebriedad, un ataque epiléptico de petit µtiJ mlll co en el caso de un hombre afectado de paúlisis parálisis ffl'Cbral cerebral que descubre que su manera de andar se interpreta siempre cmSerró­ neamcnte.71 neamente.7127Además, d individuo qne que se encubre tiene una gtan receptividad pan. para captar lo que los demás piensan ceo «en gran realidad» de los que son como él, sea que ignoren que están realidad• en contacto con alguien asf, as!, o que inicien la relaci6n relación sin saberlo y luego cambien en forma violenta de rumbo. tumbo. El El problema de no saber basta qué punto se difundió la inin­ formación se presenta toda vez que el patrón o el maestro esdn peto los otros están rigurosamente al tanto mnto de su estigma. estigma, pero no. Como ya se indic6, indicó, las personas que conocen su secreto Jy que no tienen buenas razones .para para guardar silencio pueden someterlo a diferentes (Eferentes clases de cbant:ajes. chantajes. También puede sufrir ta la experiencia clúia clásica y fundamental de tener que exponenc exponerse durante la interacción cara cata a a cara y ser traicionado por los presentes, diversas circunsrandas circunstancias impersonales o la debilidad misma que trata de ocultar. La situación del tartamudo es un ejemplo: Nosotros, los tartamudos, hablamos solo cuando es neceNosotras, nece­ sario. Muchas veces ocultamos tan bien nuestro defecto que los íntimos se sorprenden cuando, en un momento de descuido, la lengua se nos enreda en una palabra y hablamos bruscamente, gritamos, gesticulamos y nos atoramos hasta que, por fin, el espasmo culmina y abrimos los ojos para 12 desastre.71 observar el desastre. El epiléptico sujeto a accesos de grand mal proporciona un caso todavía más extremo: cuando recobra la conciencia, com70 S. Livin&ston, Epüeptic UvingsKm, LJ11ing Living with m th Epile pite Sdzrnes, Seizures, Springfield: CharChar­ les C. Thomas, 1963, pág. 32. Henrich y Kriegcl, Kriegel, op. cit., píg. véase también i:,q. píg. 157. 71 Hcnrich pág. 101; ~ 72 C. van Riper, Do You Stutter?, Slu íler?, Nueva York: Harpcr Harper & Row, 1939, ~g. pág. 601, en Von Hentig, op. cit., pq. píg. 100. 10) prueba que ha estado tirado en la vía pública, con inconti• inconti­ nencia, gemidos y sacudidas convulsivas -un — un descrédito para la cordura, que se ve mitigado solo levemente por su Debo falta de conciencia durante parte del episodio-.'' episodio— agregar que cada grupo de estigmatizados parece contar con su propia batería baterfa de relatos admonitorios relativos a a situasitúaciones dones embaruosas, embarazosas, y que la mayor parte de los miembros puede suministrar ejemplos de sus propias experiencias. Por P or último, la persona que se encubre adviene advierte que puede ser forzada a declarar públicamente su secreto ante quienes acaban de conocerlo y están por enfrentada enfrentarla con su men• men­ tira. Esta posibilidad puede estar, incluso, instituida forfor­ malmente, como en las audiencias de un pleito por salud mental y en la siguiente: Doreen, una chica de Mayfait, Mayfaír, señala que las presentaciones ante Ja. la corte son «la peor parte de todo [pot [p o r ejemplo, la prostituci6nJ. Cuando se pasa esa puerta, todo el mundo prostitución]. está esperando y observa. Jamú Jam ás levanto la cabeza ni miro para los costados. En seguida, ellos dicen esas horribles pa­ pa• labras: "Trat'1dose “ Tratándose de una vulgar prostituta prostituta...... . , y una se siente muy mal, ignorando todo el tiempo quién la está observando desde la parte de atrás de la corte. Digo D igo "cul“ cul­ pable" pable” y salgo lo más rápidamente poS11>le».,.' posible».” La presencia de compañeros de infortunio ((oo del «sabio-.) «sab io») introduce una serie especial espedal de contingencias contingentas relativas al enen­ cubrimiento, ya que las mismas ticnicas técnicas utilizadas para didi­ simular los estigmas pueden revelar la verdad a alguien fa. fa­ miliarizado con las mañas del oficio; y, como lo supone el estigmatizado, basta una sola persona ((oo su círculo más allegado) para ser reconocido como tal: «¿Por «¿P o r qué no prueba con un guiropráctico?it. quiropráctíco?», me preguntó [una mujer a quien conod conocí acddentalmentc]. accidentalmente], mientras masmas­ ticaba su chuleta, sin advertir que estaba a punto de arruiarrut-734 = Livingston, op. cil., til., pqs. pifes. 30 J y siguientes. 73 Livingston. 74 Ro!pli, Rolph, WomM Women of 1/n toe -Streea, Streets, op. cit., p¡g. pág. 24. Pan Para un planteo general véase H. H . G.rfinkd, Garfinkd, cC.ooditions «Conditkms of Sua:asful Successfut Dearadation Degradation Ceremonia*, o f Socialoa, Sodology, LXI, LXT, 19'6, 1936, ~ pifes. ~ • en Ameriten Atnmc• Jottm /ownuld of 420 420-424. 104 nar mi mundo. «El « E l doctor Fletchcr me dijo que está cucu­ rando de la sordera a uno de sus pacientes». Mi corazón, aterrorizado, dio un ¡o1pe golpe contta contra mis costillas. ¿Qué ¿Q ué me querla quería decir? «Mi «M i padre es sordo -agres:6--. — agregó— . Puedo distinguir a una persona sorda en cualquier parte. parte, Bsa Esa voz tan suave que usted tiene. Y Y esa costumbre de dejar arrastrar sus frases írases 11 sin terminarlas. Mi padre siempre lo hace:.. hace».™ Estas eventualidades contribuyen aa explicar la ya mencio­ mencionada ambivalencia que puede sentir el individuo cuando debe enfrentarse con los que son como él. Según lo señala Wright, (, ( . ... . )) una persona que desea ocultar su incapacidad adveradver­ tid, tirá en otra los rasgos revdadores reveladores de una deficiencia. AdeAde­ inás, más, es probable que se sienta agraviada p.:,r por esos rasgos que denuncian la existencia de la incapacidad, pues no solo desea ocultar su defecto, sino que los demás también oculocul­ dificul­ ten los suyos. Es por eso que la persona que tiene dificultades para oir, oír, y hace todo lo posible para disimularlo, se siente fastidiada ante la anciana que ahueca la mano detrás de la oreja. La ostentación de la incapacidad es vivida como amenaza porque moviliza la culpa de haber desdeñado su propia pertenencia al grupo, as( así como tambibl también la posibi• posibi­ lidad de su propio deserunascaramY..ato. desenmascaramknro. Puede preferir desdes­ cubrir subrepticiamente el secreto de la otra persona, y manman­ tener un acuerdo de caballeros en el sentido de que ambos desempeñarán sus roles fingidos, antes que el otro desafíe 141 su simulaci6n simulación confiándole su propio secrcto. secreto.™ E l control de Ja la información sobre la identidad tiene un El valor especial en las relaciones. Para vincularse, las perper­ tiempo, y cuanto sonas necesitan estar juntas durante un tieq,o. mayor sea el tiempo que un individuo pasa con otra perper­ 10na, sona, mayores serán las oportunidades de la segunda de adad­ quirir la información que desacredita al primero. Por otra parre, señaló, toda relaci6n relación obliga a las personas 756 parte, como ya se seiial6, 7' 75 F. Wmield, Waifield, Cot1011 C o tia* i,s i * M1 My Eu.s, Ears, Nueva Yorlc, York, The Viking Press, Press. 1"'8, 1948, pág. 44, m en Wright, op. cit., d i., pi¡. pág. 215. 76 Wright, op. cit., d i., pág. 41. 10.5 im.pliaadas ~ adecuada cantidad de hechos implicadas a intercambiar una fntimos íntimos sobre st sí mismos como prueba de confiama confianza y de compromiso mutuos. Las relaciones más allegadas al indiindi­ oompromisc viduo, anteriores al ocultamiento de algo por parte de este, viduo. vuelven mmprometidas, comprometidas, automiticamente automáticamente carentes de inin­ se vud:ven formación compartida. Es E s probable que las relaciones más lormaci6n recientes, o «posterion=s ]a per«posteriores al estigma•. estigm a», ]leven lleven a cr.ie que la per­ sona desacreditable desacreditare sienta como algo honroso el haberles ocultado los hechos. Y, basta las rela­ rcia. Y , en ciertos casos, hasta clones ciones más fugaces pueden constituir un peligro, ya que la charla intrascendente, adecuada entre exttafios extraños que bari han iniciado una conversación, puede tocar secretos fmc:asos, fracasos, como en el caso dé la esposa de un hombre impottnte impotente que debe responder preguntas relativas al número de hijos y, en caso de no tenerlos, por qué_,.., qué.77 El E l fenómeno del encubrimiento plantea siempre el problenu problema del estado psíquico del que se encubre. En primer lugar, se $< supone que al llevar una vida que se puede dettumbAt derrumbar et er cualquier momento, debe pagar, necesariamente, un precie e n o rm e nivd nivel de ansiedad. Las L as pa psicológico elevado: un enorme labras de la esposa de un enfermo mental servidn servirán d( d< ejemplo: de bicr ( ., ... . )) suponga que cuando George salga todo marche biei ocurre decírselo en ]a la cara. Sería el desasm desasto y "a alguien se le ocurra totAJ. kn'Or.1897 total. Vivo en el tenor.78 Pienso que un estudio profundo de las personas que se en cubren mostraría que esa ansiedad DO no está presente siem pre y que, en ese caso, nuestras concepciones tradicionale tradicional^ sobre 1a la naturaleza humana pueden ser altamente engaliosas engañosas En segundo lugar, se supone a menudo, y con pruebas d, d ello, que aquel ciue que encubre su identidad es solicitado po dos adhesiones. Se siente algo ajeno a su nuevo «grupo» ya que posiblemente no puede identificarse en forma tota ron con las actitudes que ellos tienen hacia los que son com con» él.78 Y es probable despredabl él." probab1e que se sienta desleal y despreciabl esm 77 «Vera V1uglwl», pig. 126. Vaughan», en To,nbee, Toypber, op. di., a t„ píg. 78 Yanow, Yatiow, 0ausen Gausen y Robbins. Robbins, op. di., d t., pq. píg. 34. 79 Riesmm, pi,. Uf. Riesman, op. di., cit., pág. 114. 106 cuando no puede .responder responder a las observaciones «ofensivas» «ofensivas~ hechas por los miembros de la categoría categoria a la que ingresa contra los de la categoría perteneda, en especial categorfa a la que pertenecía, ~ cuando él mismo piensa Cite es peligroso no adherirse a esa piensa. que peISOOas desacteditable5: sugieren las personas desaciedirabies1. Ast lo sugictcn difamación. Así Cuando se burlaban de los homosexuales tenia tenla que reírme con los demás, y cuando la charla giraba alrededor de las En mujeres debía inventar mis propias conquistas. E n esos momentos me odiaba a m míí mismo, pero, aparentemente, no podía podla hacer otra cosa. Toda mi vida se convirtió en una mentira.'° mentira.*0 refeamigos] El tono de voz que a veces usaban [los am igos] para refe­ rirse sentía que los estremeda, porque senda laa solteronas me estremecía, rine a las engañaba: tenía el status aparente de mujer casada, pero mi estado verdadero era aquel que la gente casada miraba con desdén. También me sentía, en cierta manera, poco honesta con mis amigas solteras, que no hablaban de estos asuntos pero me miraban con envidia y curiosidad por haber tenido una experiencia, que, eo en realidad, no me había resultado placentera.8 081 placentera. 81 « da por supuesto, y es aparentCJnente aparentemente coco­ En tercer lugar, se prestan atenci6n rrecto, que Ta atención a la persona que se encubre prestará social que otros abordan sin un aspectos de la situación sodal nordlculo especial. Aquello que para los nor­ cuidado o un cálculo males son actos rutinarios puede convertirse en problemas 82 de manejo para los desacreditares.82 desacreditables. No siempre es posible manejar estos problemas con la experiencia anterior, pues welen todo momento aparecen nuevas eventualidades, que vuel­ ven inadecuados los recursos de oc:ultamiento ocultamiento previos. La persona que tiene un defecto oculto debe, pues, estar atenta a la situación social examinando todas las posibilidades, razón por la cual es posible que se sienta ajena al mundo más simple en el que ~ parecen vivir aquellos que la rodean. mis ho& que p a n ellos es el fondo, para S él es la forma. Un hom­ para Lo que: bre joven próximo a la ceguera proporciona un ejemplo: 80 Wildcbtood, Wildeblood, op. ccil., it.,p•íg·. >2. )2. pila. 1.22. op. cil., 81 «Vera Vaughan», en 1oinbee, Toynbee, op, á t pág. 122. «Vcm Vaughmit, 82 Aquí, nuevamente, estoy estoy en Huold Garfinkd. IXll1 Harold co deuda con Aqui, nuev,mmte, 107 Me ingenié para que Mary no advirtiera advirtieta IIli mi enfermedad durante dos docenas de refrescos y tres películas. Usaba cuanta treta había aprendido. Todas las mañanas prestaba una atención especial al color de su vestido, y luego man­ mantenía mis ojos, mis oídos y mi sexto sentido alertas ante cualquiera que pudiera ser Mary. N No o corría ningún riesgo. Si no estaba seguro, saludaba con familiaridad famiHaridad a toda per­ persona que se acercaba, acercaba. Probablemente pensaban que estaba loco, pero no me importaba. Siempre la tomaba de la mano cuando íbamos o volvíamos del cine por la noche, y ella me BWaba tenía que tantear el miiaba sin saberlo; de ese modo, no tenia 88 borde de la acera y los escalones, escalones.8* Un muchacho con una «constricción» «constria:ióni. que le impide orinar en presencia de otros, deseando mantener su diferencia en secreto, descubre que tiene que planificar y ser prudente en a1go absoalgo que los demás muchachos llevan .aa cabo con abso­ luta naturalidad: íngres~ en el internado, sur­ surCuando a la edad de diez años ingresé recurgieron nuevas dificultades y tuve que buscar nuevos recur­ sos para enftentarlas. enfrentarlas. En términos generales, no era cuestión de O[inar ümsideraba orinar cuando deseaba, sino cuando podía. Consideraba necesario ocultar al resto de los muchachos mi incapacidad, pues lo peor que puede pasarle a un chico en la escuela es tener alguna clase «diferencia,.¡ por eso, iba con ellos dase de «diferencia»; a los baños de la escuela, aunque nada ocurría salvo el au­ aumento de mi envidia ante la libertad de mis compañeros para actuar con naturalidad e incluso desafiarse unos a otros para pata ver qui~ quién llegaba más alto en la pared. (Me (M e hubiera gustado competir con ellos, pero si alguno me desafiaba yo siempre «acababa de terminar».) Utilizaba diversas estraconsisúa en pedir permiso durante tagemas. Una de ellas consistía la clase perdase cuando los baños estaban desiertos. Otra era per­ manecer despierto durante la noche y usar el recipiente que estaba debajo de la cama cuando el resto de los ocupantes del dormitorio dormían, m"nos, cuando estaba oscuro donnían, o, al menos, y no podían verme.a. verme,*4483 8) 83 Criddle, Cridóle, op. cp. cil., cit.t pq. pág. 79. «N. O. Goe•, Goe», en Toynbee, op. cit., cü., pág. ~- 150. 84 •N. 108 Análogamente, nos enteramos entecamos de la constante cautela de los tartamudos: mini• Tenemos muchas tretas ingeniosas para disimular o mini­ mizar nuestros defectos. Nos mantenemos alertas frente aa las palabras y los sonidos «Jonás>, «Jo ñ as», asf así llamados porque son funestos, y envidiamos la facilidad de la ballena para pata exex­ pulsarlos. Cuando podemos, esquivamos las palabras «Jonás,., n ás», sustituyéndolas por palabras inocuas o modificando 1presutadamente contiapresuradamente nuestro pensamiento, hasta que la conti­ nuidad de nuestro discurso se vuelve más intrincada intrincada que un plato de tallarines. 81 tallarines.8* Y Y de la esposa de un enfermo mental: Así, Muchas veces del encubrimiento es dificil difícil de manejar. A sí, para evitar que los vecinos sepan en qué ~ hospital está su marido ((les les dijo que estaba internado intemado por ciertos sfnromas síntomas de cáncer), la señora G debe correr hacia su departamento para retirar la correspondencia antes de que ellos se 1a la recojan, 4;omo descomo acostumbran hacer. Tuvo que dejar de des­ ayunar en el bar con las mujeres de los departamentos ve­ vecinos para evitar sus preguntas. Antes de dejar entrar vi­ visitas en su casa, debe esconde1 esconder ,::ualquier cualquier material que ideniden­ tifique al hospital, et~tera." etcétera.** Y de un homosexual: La tensión que me provocaba engañar a mi familia y a mis amigos se volvió a menudo intolerable. EEra ra necesario que controlara todas mis palabras y todos mis gestos, por temor 81 a a ttaicionarme. traicionarme.8 87 685 Los colostomizados practican un control semejante: Jamás Jam ás voy a un cine del vecindario. En caso de ir elijo bualguno grande, como el Radio City, donde hay muchas bu­ 85 86 87 Ripcr, ciJ., pág. pi¡. 100. Riper, op. cit., pág. pág- 60, en Von Hcnri¡, Heotig, op. cit., Yarrow, Cal.l!Cn Clausen y Robbins, op, op. di., cit., pág. 42. Wildeblood, op. dt., cit., pig. pág. 32. 109 Jas del final, pata correr al baño si tacas, y puedo escoger las es tengo gases. gases."8 Cuando viajo en 6mnibus ómnibus selecciono mi asiento por si acaso. puerta.89098 Me siento al final o cerca de la puerta.88 Todo esto puede requerir requetir una especial regulación del tiemtiem­ po. Así, existe la costumbre de «vivir atados a una cuerda» ~ — el síndrome de Cenicienta-, Cenicienta— , por la cual la persona desacrcditable acreditable permanece cerca del sitio donde puede retocar su disfraz, o dejar de usarlo momentáneamente; se aleja de ese «taller de reparaciones» reparaciones»- solo lo suficiente como para poder regresar sin perder el control de la informací6n información referefe­ rida a su persona: Puesto que la irrigación constituye la defensa primaria contra una pérdida del control, y al mismo tiempo una actividad reparadora de gran significado emocional, con frefre­ cuencia los pacientes colostomizados programan viajes y contactos sociales en función del tiempo y eficacia de la irrigación. Por lo general, los viajes se limitan a la distancia que puede recorrerse en el intervalo comprendido entre las irrigaciones que se practican practícan en el hogar, y los contactos sociales a los períodos comprendidos entre las itrigaciooes irrigaciones que permiten la máxima protección proteeción contra la pérdida del control o los gases. Por consiguiente, se considera que los pacientes viven «atados a una cuerda», cuya extensión es 00 solo la del de! intervalo de tiempo entre las irrigaciones. irrigaciones.80 Tenemos que considerar un último problema. Como ya se señaló, un niño con un estigma puede encubrirse de un modo especial. Los padres, conociendo la condición estigtnática acep­ má tica de su hijo, pueden encapsularlo dentro de la aceptación doméstica y mantenerlo en la ignorancia de aquello aven­ en lo que indefectiblemente se convertirá. Cuando se aven• tura fuera de los límites del hogar, lo hace, por lo tanto, como alguien que se encubre de modo inconsciente, al meme­ nos hasta donde su estigma no es inmediatamente detecdeteetable. En ese momento sus padres enfrentan un conflicto 88 Orbach y colab., coiab., op. cit., pág. 164. 89 Ibid. Ibíd. coiab., op. cit., pág. 1.59. 159. 90 Orbach y colab., 110 Wsico básico relativo al manejo de la información, y recurren a veces a los médicos en busca de estrategias.ti estrategias.*1 Si el niño ttcibe recibe información al llegar a la edad escolar, es probable que no se encuentre aún, desde el punto de vista psico­ psicológico, en condiciones de soportar la revelaci6n, aderevelación, y que, ade­ más, exponga en forma indiscreta ese hecho ante quienes no necesitan conocerlo. Por otra parte, si se lo mantiene durante demasiado tiempo en la ignorancia, no estará pre­ pre°'f'OOe parado para lo que pueda sucederle, y, además, se expone a recibir la información de extraños, a quienes no les im­ importa disponer del tiempo y las providencias necesarias para presentar los hechos berilos de una manera constructiva y esperanzada. Las técnicas de control de la información Se ha señalado que la identidad social de un individuo di­ divide v id e su mundo de personas y de lugares, y que, aunque de modo diferente, también lo hace su identidad personal. Son m odo estos estue s t o s los lo s marcos m a r c o s de referencia que deben aplicarse al estu­ diar pard ia r la l a rutina ru tin a diaria d ia r ia de d e una u n a persona p e r so n a estigmatizada, en par­ ticular dee tr trabajo, dee rresitic u la r mientras m ie n tra s va v a o viene v ie n e de d e su su lugar lu g a r d a b a jo , d e si­ dencia, de consumo, de recreación. La rutina diaria d e n c ia , d e c o n s u m o , d e re c re a c ió n . L a ru tin a d ia r ia eess aaquí quí individuo un u n concepto c o n c e p to clave, c la v e , porque p o r q u e es e s ella e lla la que q u e vvincula in c u la al in d iv id u o c o n sus s u s diversas d iv e r s a s situaciones situ a c io n e s sociales. so c ia le s . Y s tu d ia m o s la u­ con Y eestudiamos la rrutina tin a diaria d ia r ia teniendo te n ie n d o presente p r e se n te una u n a perspectiva p e r sp e c tiv a eespecial: s p e c ia l: ssii eell individuo buscamos el cic ciclo in d iv id u o es e s una u n a persona p e r so n a desacreditada d e sa c r e d ita d a b u s c a m o s el lo habitual la aaceph a b itu a l de d e restricciones r e stric c io n e s gue q u e enfrenta e n fre n ta rrespecto e sp e c to aa la cep­ que tación ta c ió n social; s o c ia l; si s i es e s desacreditable, d e sa c r e d ita b le , las la s ccontingencias o n tin g e n c ias q ue arrostra mismo. Por a r r o s tr a para p a r a manejar m a n e ja r la información in fo r m a c ió n ssobre o b r e ssíí m ism o , P or e je m p lo , un u n individuo in d iv id u o con c o n una u n a deformidad d e fo r m id a d fa c ia l eesperará, s p e ra rá , ejemplo, facial ta l como c o m o se sefi.aló, se ñ a ló , dejar d e ja r de d e ser se r poco p o c o aa ppoco oco u n a ssorpresa o rp resa tal una estremecedora e s tre m e c e d o ra para p a r a los lo s que q u e viven v iv e n en e n su su vvecindad, e c in d a d , y oobtener b te n e r e n ella e lla una u n a pequeña p e q u e ñ a medida m e d id a de d e aceptación; a c e p ta c ió n ; aall m ism o tie m­ mismo tiemen po, dee su deforp o , las la s prendas p r e n d a s usadas u s a d a s para p a r a disimular d is im u la r pparte arte d su d e fo r- 91 91 Para fa infatr• la interpretación de un médico acerca de la epilepsia infan­ ti] til como problema en el oor.cfol cor.crol de la información véase Levingston, «Should Epilepsy Be Puhlicized, Publicized, en op. cit., págs. 201-210. 111 midad tendrán menos efecto allí que en otros sitios de la ciudad dudad donde no se lo conoce y, por lo tanto, tam o, no se lo trata tan bien. Podemos considerar ahora algunas de las técnicas corrientes que el individuo que posee un defecto secreto emplea para manejar la información decisiva sobre s1 si mismo. Una estrategia consiste, obviamente, en ocultar o borrar signos que han llegado a ser símbolos de estigma. El E l camcam­ 92 Los drogadictos bio de nombre es un ejemplo conocido. conocido.83 proporcionan otro: [Acer1:a [Acerca de una campaña conw contra las drogas llevada a cabo en Nueva Orleans.J polic1as comenzaron a detener a Orleans.] Los policías examinar sus brazos en busca los adictos en la calle, y a exan:unar de marcas de aguja. Si las encoDtraban, encontraban, obligaban al adicto a firmar una declaración admitiendo su coDdición, condición, a fin de que pudiera imputárselo bajo la «ley de drogadictos». Se les prometía promeúa una sentencia en suspenso si se confcsaball confesaban culcul­ pables, y ponían en funcionamiento fundón amiento la nueva ley. Los adicadic­ tos escudriñaban sus cuerpos--buscando cuerpos-buscando venas donde pinchar fuera del área dd del brazo. Si la ley no hallaba señales en un hombre, por lo general lo dejaban en libertad. Si las descubrían, lo rcterúan retenían durante setenta y dos horas, y tratra­ 13 taban de que firmara una dcclaraci6n. declaración.83 Debe advertirse que, como el equipo físico empleado para mitigar el deterioro «primario» «prim ario» de ciertas desventajas se conviene en un símbolo de estigma, existirá uo un deseo de prescindir de él. Un ejemplo es el individuo con "7isi6n visión dede­ ficiente que evita usar anteojos bifocales bifoc:ales porque eso 'puede puede ser un sfntoma síntoma de vejez. Pero, desde ya, esta estrategia puede interferir con medidas c.ompensatorias. compensatorias. Por oonsi• consi­ guiente, la confección de equipos correctores directores invisibles ten­ guiente. drá una doble función. Los que tienen dificultades en la audición dan el ejemplo siguiente sobre la utilización de d ase de equipos:923 esta dase ten• 92 Véase L. Broom, H. P. Beem Beent y V. Harris, «Cluiractcristks «Characteristics of oí for Cbange Cftange of oí Neme», Re1.107 Petitioners forNamo, en American Amuican Sociológica! Sodolo,;clll kX X, 19''• 1955, págs. 33-39. view, XX, pqs. 33-.39. 93 W. Lee, Lec, Jm Junkie, k ie, Nueva York: Ace Books, 1953, pág. 91. 112 tenía dificultades auditivas] úa Mary [una parienta que tenia La da variarelativo a los primeros audífonos, varia­ conocía todo lo i:elativo Posefa láminas que ciones innumerables de la trompetilla. Poseía inte­ mostraban cómo dichos receptores se fabricaban en el intebastones; se disimudisimu­ rior de sombreros, peinetas, bandejas, bastones¡ laban en sillones, floreros de mesa, y hasta en las barbas de 94 los hombres, hombres.84 unión invisible», Un ejemplo más común son los «lentes de uni6n bifocales sin «línea clivisoriai., divisoria». ~'11ltamiento de los simbolos £1 acuitamiento símbolos del estigma aparece, a El veces, junto con un proceso conexo: el uso de desidentifi·1/'eces, James costumbres de Jam es Berry, cadores, tal como lo ilustran las costwnbres primer verdugo profesional de lnglatem: Inglaterra: realN o es seguro que la violencia contra Berry haya sido real­ No mente planeada, pero la acogida que se le tributaba en las ¿1, siempre que podía, evitaba por todos calles era tal que él, entre­ los medios ser reconocido, Según lo relatado en una entrevista, en muchas oportunidades, cuando viajaba a Irlanda, ocultaba la soga y las cuerdas entre sus ropas, para que el oai.ltaba delatara su oficio casi tanto como la pequeña maletín no ddatara valija negra del médico sensación de aislaaisla­ victoriano. Su seosaci6n midico Victoriano. valiia miento y desprecio tal vez expliquen el hecho e.xtraonliextraordi­ pequefío hijo lo acompañaron nario de que su mujer y su pequeño a a Irlanda para una ejecución, porque -según — según explicó-explicó— así conseguía ocultar su identidad, pues -seg,in — según suponía as( correctamente— nadie iba a imaginar que un hombre hombro que correctamentemuchachito de diez años podía llevaba de la mano a un muchadúro dirigía a colgar a uo un asesino.• asesino.8® ser el verdugo que se ditigfa Encontramos aquí lo que los libros de espionaje denominan una «pantalla», y que otro tipo de literatura describe como hombre y ona una el favor conyugal que se realiza cuando un hombtc mujer homosexuales reprimen sus inclinaciones y se casan inujer el uno con la otra. Cuando el estigma se instala en el individuo durante su permanencia en una instítuci6n, institución, y cuando esta conserva una desacreditadora sobre 6 él durm2te durante un cierto pe-94 influencia des.aeditadora 94 Waifield, Listening, op. di., cit., pág. pág- 41. Kup UsJening, Warfield, Keep ,, 9? Atholl, op. ciJ., cit., ¡.p. pfe$. 88-89. 1U ríodo nodo posterior a su egreso. egreso, se puede esperar la aparición encubrimiento. Por P or ejemplo, en un de un ciclo especial de CDOJbrimiento. hospital psiquiátrico "*® se observó que los parientes pacientes que reingresaban a la comunidad a menudo planeaban un cierto grado de encubrimiento. Los parientes pacientes obligados a dar cuen• cuen­ ta de su situación al encargado de la rchabilitaci6n, rehabilitación, al trabajador del servicio social o a las agencias de trabajo, analizaban con frecueó frecuencia entre sus compañeros las contincontin­ gencias que enfrentaban y la esuategia estrategia clásica para aborabor­ darlas. Tratándose del primer trabajo, el ingreso oficial exigía que el empleador, y quizá también el jefe de per­ per· sonal, conocieran el estigma, pero siempre podía podfa evitarse que trascendiera a los niveles inferiores de la organización y a los compañeros de labor. Tal como se señaló, esto puede implicar un cierta cierto monto de inseguridad. inseguridad, ya que nunca se sabe con precisión prcdsi6n quiénes «están enterados» enterados* y quiénes no, y cuánto tlcmpo tiempo puede durar la ignorancia de estos últimos. Los parientes pacientes opinaban que después de per­ pct· manecer en esta clase dase de empleo durante seis meses, tiemtiem­ po necesario para ahorrar algún dinero y liberarse de las agencias del hospital, lo abandonarfan abandonarían y, con d el antecedente conseguirían un trabajo en de esos seis meses de labor, conse,uman otro lugar cualquiera, con 1a la confianza, esta segunda vez, de poder ocultar a todos su permanencia en un hospital 117 para enfermos mentales. mentales.® 7 Otra estrategia consiste en presentar los signos de su dede­ fecto estigmatizante corno como signos de otro atributo cuyo sigsig­ nificado como estigma sea menor. Los retardados mentales, por ejemplo, parecen tratar a veces de hacerse pasar por enfermos mentales, ya que este último es el menos grave de 98 Del mismo modo, los dos males sociales. sociales.*® un sordo puede configurar intencionalmente intenrionalmente su conducta para dar a los9678 96 Véase el estudio del autor sobre el St. Elizabeths Hospital, WashWash­ Asylt1111.r, Nueva York; ington, D,C,, D.C., parte del cual figura en Asylums, York: DouEnsqos sobre l• blcday &: & C.O., Co., Anchor Books, 1961. (lntmwdos. (Internados. Ensayos la .rituild6n situación social de lar los enf,:,n,01 enfermos mentales, Buenos Alza: Aires: Amorrottu Amorrorru editores, 1970.) 97 Para datos sobre la frecuencia con que los ex pacientes emplean un ciclo de encubrimiento tal véase M. Lindcr~ y D. Landy, «PostDi,chargc Ncms of PIJ· Discharge Expericoo: Experience 1111d and Vocational Rchabiliution Rehabilitaron Needs Fsydumic Hygje11e, p'R, 39. dúatric Paricnrs-, Patients*, co en Me11t"1 M enté H ypene, XLII, X L II, 1958, pág. 98 Edacrton pq. 268. Edgcrton y Stbagh, Sabagh, op. cit., pág. : ~id~ :co:i,:t:J~~~;~onM~uLi~~ Jf.l~dy~m_i¡?: Vocational 114 otros la impresión de ser una uoa persona soñadora, distraída, inin­ diferente, que se aburre fácilmente, o incluso alguien que se siente deprimido, o que ronca, y que, por lo tanto; tanto, no puede responder a preguntas formuladas en voz baja, puesto que está, evidentemente, dormida. Estos rasgos de carácter dan cuenta de la falta de audición sin que sea necesario 99 imputarlos a lit la sordera. sordera.98 Una estrategia ampliamente utilizada por la persona dcsdesacreditable es la de manejar los riesgos dividiendo al mundo en dos partes: un grupo grande, al que no le cuenta nada, y otro pequeño, al que fe le cuenta todo, y en cuya ayuda confía; escoge para exhibir su máscara precisamente a a aqueaque­ llos que, por lo general, constituyen el mayor peligro, Si se trata de amigos íntimos que ya tenía en el momento de adquirir d relaci6n al día. el estigma, puede «poner la relación día» de inmediato, por medio de una sencilla. sencilla. charla confidencial; puede ser después despreciado, pero conservarli repuconservará la repu­ tación de alguien que se relaciona de un modo honorable. Es E s interesante señalar que, muchas veces, los médicos rere­ comiendan esta modali<lad modalidad en el manejo de la infotmad6n, información, en especial cuando les toca ser los primeros en informar al individuo acerca de su estigma. Por eso, si sí descubren un caso de lepra tal vez sugieran que el nuevo secreto se manman­ tensa tenga entre los profesionales, d el paciente y sus familiares 100 más cercanos; quizli propongan esta discm:i6o para asecercanos;9 100 9 quizá discreción ase­ gurarse la cooperación continua por parte del paciente. TraTra­ reci­ tándose de relaciones posteriores al estigma que no recibieron a su debido tiempo la informaci6n información correspondiente. correspondiente, el individuo puede montar una escena confesional con tanto alboroto emocional corno romo la (a deslealtad de su silencio anteante­ rior lo requiera, y apelar luego a la piedad del otro como alguien que se expone « p o n e ante los demfs demás desde dos ángulos: el de su diferencia y el de su falta de honradez y fiabilidad. Existen admirables registros de estas conmovedoras esa:esce­ nas,101 y es necesario comprender el enonnc nas,101 enorme caudal de olCatión in My E an , Ofl. op. cil., cíe., pq.1. págs. 21, 29-lO, 29-10, en Wright. Wright, 99 Warfield, Cotton M1 E«n, cii„ ~ pág$. Lemert, en Social Socid Pathologj, op. cil., d i., pág. 95, op. di., . 23-24. Lcmctt, P111~0&1, ot,. pfg. 9.S, pm~rciooa un enfoque general bajo d título «!Oles proporciona «toles falsifiaados•. falsificados». 100 B. Rouechd, EI,t1en Bine Blff lhn, NUCYa Roueché, «A Londy Lonely Rotd•, Road», en Eleven lie n , Nueva York: Berldey pig. 122. Berkley Publishing Corp., 19,3, 1953, pág. 101 Paa Para una elCl!lla escena entre una prostituta embarazada y el hombre u, vido y perdón que pueden poner de manifiesto. N No o hay duda que uno de los factores que intervienen en el áito éxito de estas confesiones es la tendencia de quien se encubre a sondear al otro para asegurarse de antemano que la re­ revelaci6n relaci6n. velación no producid produciré una .ruptura ruptura completa de la relación. Nótese que el individuo estigmatizado está casi predesti­ predestinado a estas escenas; con frecuencia, las relaciones nuevas se desalientan con facilidad antes de consolidarse, convir­ convirtiendo la honestidad inmediata en algo necesariamente cos­ costoso y, por consiguiente, a menudo evitado. Como ya se señaló, una persona que puede chantajear puede también, con frecuencia, ayudar al individuo censurable a mantener su secreto; además, es posible que tenga muchos motivos para hacerlo. Por tal razón, ra7.Ón, los administradores de establecimientos de diversión contratan a menudo a policías policfes privados que protegen a los maridos que, a veces, se dede­ moran o juegan en esos lugares. También los gigolós son algunas veces igualmente cuidadosos: Los hombres [gigolós] alquilaban habitaciones en hoteles respetables, en el primer piso encima del salón de entrada, para que sus dientes clientes pudieran usar las escaleras sin ser vistos pot por los ascensoristas ni por los encargados de la 182 recepción. recepción.1®* También lo son sus colegas: mucha. Cuando sus dientes clientes son personas importantes, las mucha­ chas no dan sus señas fácilmente; tampoco los nombran 108 cuando conversan entre sí. sí.1M De manera análoga, nos enteramos del rol de un peluquero que atendía a muchachas de un prostíbulo de «primera ca­ ca• tegoría»: tegorfn: no enterado de la s.ituad6n casa~ con e!la ella véase vl!ase Thomas, Thoma.~, situación que desea casarse op. c/1., d i,, pág. pag. 134; para una escena novelada entre uur.. l , negro que se encubre y la muchacha blanca que quiere por esposa véase Johnson, op. cit., d t„ págs. 204-205. m~~G;;~:::i. ~tt~cNJtái,tN~~-p~~/t 102 Steam, Ststers 0of the Ni'ght, op. d i., pág. 13. Ballantine 103 H. Greenwald, The Culi Giri, Nueva York; Bailan tiñe Books, 19,8, 1958, pág. 24. llti :Era, Era, verdaderamente, más que un artista¡ artista; era un amigo sin• sin* cero de cada una de las muchachas de la casa, y «Chulie• «Charlíe» escuchaba confidencias que rara vez se contaban a otros, y pro* aconsejaba con mucho sentido común. Además, en su propio domicilio de la avenida Michigan recibía la corrcsponpió correspon­ dencia de muchachas que ocultaban su profesión a la famifami­ deocia en­ lia y a los amigos, y su casa era el lugar donde podían en• contrarse con parientes que llegaban inesperadamente a Cltlcago.104 Chicago.10470165 Otros ejemplos provienen de matrimonios en los cuales uno de los miembros pertenece a una categoría estigmatizada, y el otro trata de cubrir las apariencias. Se sugiere, por ejemejem­ plo, que el cónyuge de un alcoholista lo ayude a ocultar su defecto. La esposa de un colostomizado lo ayudará a vcri• veri­ 101 ficar que no huele mal, y puede además mal,10® ( .••. . . )) apostar!SC apostarse en la casa para interceptar cualquier llamallama­ do telefónico o timbre en la puerta, para que la irrigación pueda continuar ininterrumpidamente ( ...• °' . . ) 110® El marido de una mujer que solo aparentaba oír en forma normal la ayudaba de la siguiente manera: El era un hombre sumamente delicado, y desde el mo­ momento en que nos enamoramos supo instintivamente cómo ayudarme a completar mis espacios en blanco y a comcom­ pensar mis errores. Tenia Tenía una voz clara y sonora. Daba la impresión de que nunca la elevaba, pero yo siempre ora oía lo que decia; pareda que era asf. decía; al menos, me parecía así. Cuando eses­ tábamos ta'bamos con otra gente observaba para ver cómo me las bailaba en dificultades, él, sin entreentre­ arreglaba; si yo me hallaba meterse, me daba pistas para que saliera a flote en la lDeterse, 101 conversación. conversación.1” Hay que agregar que los íntimos no solo ayudan a la perso­ persoDa na desacreditable en su simulación, sino que también pueden 104 Madeleine, op. eit., píg. 7 rn1 . 71.~. 105 t::::~n;·c!fub.:¡~/:fi Orbach y colab., op. cit., píg. 163. 106 Ibid., pág. 133. rn~107 {;~¡e~·if e!!· Ustem J,istening, Warfield, Keep ng, op. dt., eit., P,8, p íg. 21. 117 llevar a cabo esta función fundón más allá de lo que el beneficiario sospecha; pueden, de hedió, hecho, funcionar como un círculo drculo pro­ promás tector, permitiéndole pensar que se lo acqpta acepta mucho Ids como persona normal de lo que en realidad ocurre. Por con­ consiguiente, estarán más atentos a la diferencia y a los proble­ problemas relacionados con ella que el propio individuo. En este caso, sin duda, la noción de que el manejo del estigma ata­ atañe exclusivamente al individuo estigmatizado y a los ex­ extraños es inadecuada. No N o deja de ser interesante que a menudo quienes comparten un estigma particular confíen, para encubrirse, en la ayuda muñía, poniendo otra vez de manifiesto el hecho de que son muma, más peligrosos a menudo los que pueden suministrar la mayor ayuda. Por ejemplo, cuando un homosexual aborda a otro, la acción se puede desarrollar de tal modo que los normales no perciben que está ocurriendo algo fuera de lo común: Si observamos con detenimiento y sabemos qué observar en un bar de homosexuales, podremos advertir que aparen­ aparentemente algunos individuos se comunican entre sí sin inter­ inter• cambiar palabras, sino tan solo miradas, pero no el tipo de mirada fugaz que con frecuencia se da entre los hombres.108 hombres.1118 Una cooperación similar se puede encontrar en los círculos de personas estigmatizadas donde cada uno conoce al otro personalmente. Por ejemplo, los ex enfermos mentales, que se conocen entre sí por haber estado en una misma institu­ institu• ción, pueden mantener en el exterior un control cauteloso dón, de este hecho. En ciertos casos, como cuando uno de los individuos está en compañía de normales, ambos pueden «ignorarsei., cono• «ignorarse», y uno pasa por alto al otro como si no se cono­ cietao. discieran. En caso de que intercambien un saludo lo hacen dis­ cretamente; no se explícita explicita el contexto del conocimiento inicial, y el individuo que se encuentra en la situación más 108 E. Hooker, Hoofcer, •Thc «The Homoseirual Homosexual Communilfll', Community», tohejo trabajo inédito leido leído en el Decimocuarto Congreso Internacional lnternacioml de Psicología PsiooJogia Aplicada, Gopcnhagen, 14 de agosto de 1961, pig. píg. 8. La estructura ose en­ Copmbagen, estructur,, de ese encneotro l'CCOJlOciJDientQ cognos­ a:,gnos. cuentro de miradas es compleja, y entraña un teconodioiento citivo mutuo de Ja socill (pero no DO personal); ))fnllDAI); también umhién la identidad social contrato tádto. implica una intención sexual seitual y, a veces, vca!S, un amttam tiicito. 118 .ddicada delicada tiene el derecho detecho de dirigir el reconocimiento y el intercambio social posterior al encuentro. Por supuesto, los ex enfermos mentales no son los únicos que se encuentran en esta situación: La prostituta profesional posee un código que regula sus relaciones con los clientes. Por ejemplo, es habitual en ella no dar nunca muestras de reconocer a un cliente diente cuando se encuentra con él en público, salvo que este la salude 108 primero. primero.1® * Cuando este tipo de discreción discredón no se produce cabe esperar, a veces, que el individuo desacreditado lleve a cabo una acd6n Reiss en su ar­ aracción disciplinada activa, como lo ilustra Reíss infortículo sobre los provocadores juveniles, citando a un infor­ mante. Iba caminando por la calle con mi novia, novfa, cuando aparece ese maricón con quien yo habfa ve2; me había estado antes una vea; llama con un silbido y me dice: «Hola, «H ola, tesoro» ( .•.. . . )) Me mupuse furioso ( .... . . )) y volví al lugar donde estaban los mu­ chachos; lo arrinconamos y le pegamos hasta que se le fue­ fueparon las ganas de volver ( .... . . )) no voy a aguantar nada pa­ 110 recido a un maricón. maricón.1 110 90 Se puede esperar, pues, que aquellos que se encubren emem­ pleen, voluntaria y estratégicamente, diversos tipos de disdis­ tanda; en este caso el desacreditable desacreditare utilizará poco .rn4s más o tancia; tnenos menos los mismos recursos que el desacreditado, aunque por razones ligeramente diferentes. Al rechazar o evitar propues­ propuestas de intimidad, el individuo puede librarse de la Ja consiguien­ consiguien• información. Al mantener distantes te obligación de divulgar información_ a sos relaciones se asegura de no tener que pasar demasiado tiempo con ellas, ya que, como se seiiel6 iús señaló antes, cuanto más tiempo se pasa junto a otra persona, mayores son las proba­ probabilidades de que ocurran hechos no previstos que revelen secretos. Se pueden citar ejemplos del trabajo realizado por las esposas dede enfermos mentales para manejar el estigma: Greenwald, op. cit., pq. pág. 24. 109 Gttienwald, A. J. Rciss Reíss (h.), (b .), «The Social lntegl'atÍOD Infegration of Queers and Peers», 110 A Peen•, Social Problenu, Problems, IX, IX , 1961, pq. pág. 118. en Soci4Z 119 Pero he cortado la comunicación con todos nuestros otros amigos [después de citar a cinco que estaban «enterados»]. «enteradosi.]. No N o les informé que dejaba el departamento, y desconecté el teléfono sin decírselo a nadie para que, de ese modo, no supieran cómo ponerse en contacto conmigo.111 oonmigo.111 No me hice demasiado amiga de nadie en la oficina porque no quiero que la gente sepa dónde d6nde está mi marido. Pienso que, de lo contrario, empezarian empezarían a hacerme preguntas, y yo voy a ponerme a hablar, y creo que cuanta menos gente 23 Jo e, mejor.11 mejor.112 1 sepa sobre Joe, Si el .individuo individuo mantiene man tiene una distancia física, también puede coartar en otros la tendencia a elaborar su identificación personal. Si reside en una población móvil, m6vil, puede limitar él. Si del monto de experiencia continua que otros ouos tienen de 6. región aislada de otra que frecuenta regu­ reside en una iqi.6n fttcuenta con regularidad, puede introducir una desconexión desconexi6n en su biografía: biografia: intencional, como au n ó en d el caso de una muchacha soltera que está embarazada y viaja a otro estado para tener la criatura, o en el de los homosexuales de un pueblo chico cbko que se diri­ dirigen a Nueva York, Los Paris para desarrollar L os Angeles o París una actividad relativamente an6nima; ~ anónima; o no intencional, co­ mo en d el caso del enfermo mental que descubre agradecido que su lugar de internación se encuentra lejos de la ciudad y, en consecuencia, bastante aislado de sus contactos habi­ habituales. Sí permanece en su casa sin contestar el teléfono ni el timbre, el individuo desacreditaba desacred.it11ble puede desembarazarse de la mayoría de los contactos en virtud de los lo5 cuales su desgracia puede ser incluida como parte de la biografía que 118 otros poseen de él. él.n s Debemos considerar ahora una última óltima posibilidad, aquella que permite al individuo renunciar renundu aa todas las demás: pue­ puede descubrirse voluntariamente, y transformar así, as{, de ma­ manera radical, su situad6n situación de individuo que debe manejar in.formación información en individuo que debe manejar situaciones soso­ ciales desacreditable en persona desadales difíciles¡ difíciles; de persona desacreditare 111 Yarrow, Oauscn cit., píg. pág. 36. Qausen y Robbins, op. tít., 112 Ibíd. Ib iá. relativa al oculiamicnto ocultara!ento de un embarazo ilegítimo 113 Un ejemplo relativo aparece ffl di., pígs. pigs. S) t· siguie1:11es. en H. M. Hughes, op. eit., 53 y siguientes. 120 enditada. secretamente estigmatizada creditada. Cuando una persona secreta1t1ente t. suministra información sobre s( sf misma, está en condiciones adapta• de participar en cualquiera de los procedimientos de adapta­ ción ya citados, al alcance de los estigmatizados que son conocidos como tales, circunstancia que explica en parte su política de autorrevelaci6n. autonevelación. voluntariaUn método para descubrirse consiste en usar voluntaria­ te• mente un símbolo de estigma, un signo muy visible que re­ vela su mal dondequiera que vaya. Existen, por ejemplo, personas duras de oído que usan auxiliares auditivos sin has• püa;IM pila; 1H individuos parcialmente ciegos que llevan un bas­ tón desam able; judíos que exhiben la estrella de t6n blanco desarmable; David en una cadena. Debe advertirse que algunos de estos Caballesímbolos sfmbolos de estigma, tal como un distintivo de los Caballe­ ros de Colón, que indica que el portador es católico, no son presentados francamente como reveladores de un estigma, per• sino que su finalidad consiste más bien en declarar la per­ signi­ tenencia a organizaciones que no pretenden tener tal signisí mismas. Debe notarse también que este recurso ficado en sf puede ser utilizado por programas militantes de toda índole, por cuanto el individuo que lleva un símbolo asegura su separación fa sociedad de los normales. La manera en la separacltSn de la sf que una secta de judíos de Nueva York se presenta a sí misma proporciona un ejemplo: Obzebitene Yidden, «L d ía *, incluye a los 11alla­ Judía•, <rLaa Guardia Ju Ob~ehitent mados judíos judtos ortodoxos, quienes no solo observan el Shulban ArtJch hasta el más mínimo detalle, sino que son los hdn Arucb más mis minuciosos y concienzudos en sus ceremonias. Cumplen todos los mandamientos y preceptos prescriptos con el mama­ mayor celo. Son personas a quienes se puede identificar ma­ tranifiestamente como judíos. Llevan barbas y vestimentas tra­ dicionales con el único propósito de que se los identifique externamente como judíos: barbas para que «la imagen de Dios se refleje en sus rostros», rostros,., ropajes tradicionales para pecado».n■ «abstenerse de cualquier pecado» .111514 •abstenerse Illness, a,rd Iltness, H•,rtlicap and 114 Pby$ict1l Handicap lo Pkystcal Ad;111tmeflt to oolab., Adftutment tl ◄ Barker y colab., óp. ciJ., cit., píg. 241. pág. 241. Co,,,111r111il-y of Williamsburg, 115 S. Poli. The H asidic Commumty W iltiamshurg, Nueva York: H111idic 2S-26. Fice Icoroe, Inc., lnc., 1962, págs. 25-26. Glcoaie, Pree Press of G º'·u, 121 Los símbolos de estigma se caracterizan por estar expuestos continuamente a la percepción. percepción, Para revelar su estigma, el individuo puede también utilizar ciertos recursos menos l:Í• rí­ ¡idos: -deslices ingidos: tales, ¡..or por ejemplo, las pruebas fugaces — deslices in­ tencionales, por así decirlo— decirlo--,, como cuando, a manera de informac:i6n información sobre el estigma, comete voluntariamente una torpeza en presencia de recién llegados.116 llegados.116 También se uti­ uti• liza la «etiqueta de la revelación», fórmula mediante la cual el individuo admite su propia falla como una cuestión de hecho, basándose en el supuesto de que los presentes están por encima de tales preocupaciones, y evitándoles, al mismo misrno tiempo, caer en la trampa de mostrar que no lo están. Por eí «buen» judío o el «buen» eso, el «buen)) enferma enfermo mental esperan «el momento oportuno)) oportuno» en una conversación con extraños, y dicen con tranquilidad: «Bueno, el ser judio judío me ha hecho sentir que, que. . .,»» o «Por haber tenido una experiencia directa como enfermo mental, yo ppuedo u e d o,. .. . . »)) Señalamos más arriba que aprender a encubrirse constituye la persona estigmati­ una de las fases de la socialización socializaci6n de !a estigmatizada y un momento decisivo de su carrera moral. Quieto Quíero ahora señalar que .el el individuo estigmatizado puede llegar a encubrimiento. a sentir que debería dehería estar por encima del encubrimiento, que si se acepta y respeta a sí mismo no sentirá necesidad de ocultar su defecto. Después de haber aprendido laborio­ laboriosamente a ocultar. olviocultar, el individuo puede entonces desear olvi­ dar todo lo aprendido. E &s en este punto donde la .revelación revelación voluntaria encaja dentro de la carrera moral como signo de una de sus fases. Debemos agregar que en las autobiografías de individuos estigmatizados esta fase de la carrera moral se describe por lo general como el ol momento último, maduro y de mayor adaptación: un estado de gracia que que intentaré más adelante. considerar nuís El E l enmascaramiento e n m a scaram ie n to Se ha establecido un marcado distingo entre la situación del desacreditado que debe manejar tensión y la del desactedidesacredi116 Bigman, op. cp. cit., dt„ pág. 143. 143, 122 table que debe manejar información. No N o obstante, el estigestig­ matizado emplea una técnica de adaptación que exige que del estudioso tome en cuenta estas dos posibilidades. En ella está implícita la diferencia entre visibilidad y obstrucción. D e hecno, De hecho, las personas que están dispuestas a admitir la en muchos posesión de un estigma ((en mucbos casos porque su exisexis­ tencia es conocida o inmediatamente perceptible) pueden, no obstante, hacer un gran esfuetzo esfuerzo para que el estigma no se destaque demasiado. El objetivo del individuo es reducir la tensión, es decir, por una parte, evitar que el estigma sea, para él mismo y para los demás, objeto de un estudio disidisi­ mulado, y, por otra, mantener una participación espontánea en del contexto oficial de la interacción. Sin embargo, los medios empleados para esta tarea son bastante similares a del encubrimiento, y en algunos casos llegatt llegan a ser idénidén­ los dd ticos, ya que aquello mediante lo cual se oculta un estigma a personas que lo desconocen puede también facilitar las cosas frente a quienes lo conocen. Es muchaE s así como una mucha­ cha que camina mejor con su pata de palo emplea muletas o un miembro ingenioso, pero manifiestamente artificial, 117 Daremos a cuando está en compañía de otras personas. personas.117 este proceso el nombre de enmascaramiento (covering). Muchos de los que excepcionalmente intentan encubrirse ttatan tratan por lo general de enmascararse. e! individuo Uno de los tipos de enmascaramiento hace que el se preocupe por los estereotipos que se asocian incidentalmente con su estigma. Así, A sí, los ciegos, riegos, que presentan a veces 11na una desfiguraci6n desfiguración facial en Ia la región de los ojos, se distindistin­ guen ente sí en función de esta circunstancia. Los anteojos oscuros, usados con frecuencia para ofrecer voluntariamente una prueba de ceguel'a, ceguera, pueden, al mismo tiempo, servir caso para enmascarar la existencia de una desfiguración ((caso pata este en el que se revela la falta de visi6n visión ocultando una deformidad poco placentera a la vista) v ísta):: Los ciegos, en verdad, proclaman suficientemente su condicondi­ ción sin la necesidad de otros agregados. Creo que nada awnenta tanto la tragedia de un ciego como la sensaci6n aumenta sensación de 117 Baker, op. cit., pág. 193. 12, que en la batalla por recuperar la vista no solo ha perdíd perdid la batalla, sino también su apariencia saludable,11 saludable,11880219 apara Análogamente, puesto que la ceguera puede llevar a apare:i torpeza, puede realizarse un esfuerzo especial para :ti r tar torpeza. aprender la propiedad motora y lograr «naturalidad, grac y habilidad en todos aquellos movimientos que el mwxl mund 11 de los videntes considera como cnormales». • «norm ales».11* Una clase de enmascaramiento relacionado con el antera aquelli implica un esfuerzo por restringir la exhibición de aquellc defectos que más se identifican con el estigma. Por ejemp1 ejempl una persona casi ciega que sabe que los presentes conoct conocí su mal puede, sin embargo, dudar e.n en leer o no, porque e < caso de hacerlo tendrá que acercar el libro a unos poc< pace centímetros de sus ojos, yy tal vez sienta que eso expre' expre 1 ceguera.1 con demasiada evidencia las cualidades de su ceguera. Hay que advertir que este tipo de enmascaramiento es t aspecto importante de las técnicas «asimilativas» emplead por los miembros de grupos étnico~ étnicos minoritarios¡ minoritarios; la inte cíón, ción, más allá de recursos tales como cambiar el nombre tai la forma de la nariz, no es únicamente encubrirse, sino tar bién controlar la manera en que un atributo conocido p bien los demás se convierte por la fuerza en centro de atenci6 atendó ya que esta obstrucción aumenta la dificultad para manten una actitud de .desenvuelta desenvuelta indiferencia respecto del estigm La 41 L a expresión más interesante del enmascaramiento es, qi zá, la que se asocia con la organización de situaciones soci les. Como ya se señaló, todo lo que qué interfiere Interfiere en for11 forr directa con la etiqueta y los mecanismos de la comunícacic comunicacú obstruye constantemente la interacción y resulta difícil co obsttuye cederle una genuina indiferencia. De ahí que los individu que poseen un estigma, especialmente aquellos c¡ue tien1 que tiem una desventaja física, necesitarán informarse ace1.ca acerca de interacción para conocer las lineas líneas sob estructura de la interacci6n las cuales deberán reorganizar su conducta si desean miJ mil mizar la intromisión de su estigma. Así, de sus esfuerzos puede obtener información relativa a rasgos de la interi inten Chevigny. op. di., cit., págs. 40-41. 118 Chevigny, 119 lbld., pág. Ibid., p % 123. 120 Criddle, Cridóle, op, op. cit., pág. 47. 124 clón don que, de otro modo, se consideran demasiado obvios como para ser tomados en cuenta. P o r ejemplo, e je m p lo , los lo s que q u e timen tie n e n dificultades d ific u lta d e s auditivas a u d itiv a s aprenden a p re n d e n Por •a hablar h a b la r hasta b a s ta lograr lo g r a r el e l to,10 to n o que q u e los lo s oyentes o y e n te s consideran c o n s id e ra n adecu ado p a ra la situación, s itu a c ió n , y también ta m b ié n a enfrentar e n fr e n ta r con c o n rapir a p i­ adecuado para dez propias d e z aquellas a q u e lla s circunstancias c ir c u n s ta n d a s p r o p ia s de d e la interacción in te r a c c ió n que que rrequieren, e q u ie re n , ante an te todo, to d o , una u n a buena b u e n a audición a u d ic ió n si s i se desean d e se an manm an ­ urbanidad: tener te n e r las la s reglas re g la s de d e la u r b a n id a d : Prances F ra n c é s imaginaba im a g in a b a elaboradas e la b o r a d a s técnicas té c n ic a s para p a r a hacer h a c e r frente fr e n te a los lo s «silencios « s ile n c io s de d e la cena», c e n a » , a los lo s intervalos in te r v a lo s de d e los lo s conciertos, c o n r ie r to s , partidos proteger p a r tid o s de d e fútbol, f ú t b o l, bailes, b a ile s , etc., e t c ., con c o n el e l fin f in de de p r o t e g e r su su sese­ creto. cre to . Pero P e ro solo s o lo servían se rv ía n para p a r a volverla v o lv e r la más m á s insegura in se g u r a y, y , a la la vez, v e z , más m á s cautdosa, c a u te lo s a , y nuevamente n u e v a m e n te más m á s insegura. in se g u r a . Por P o r lo lo tanto, ta n to , Frances F r a n c é s se sabía s a b ía al dedillo d e d illo que q u e en e n una u n a cena ce n a debía: d e b ía : 1) 1 ) sentarse se n ta r s e al lado la d o de d e alguien a lg u ie n que q u e tuviera tu v ie r a una u n a voz v o z fuerte; f u e r te ; 2) 2 ) atragantarse, a tr a g a n ta r s e , toser to s e r y tener te n e r accesos a c c e s o s de d e hipo h ip o si s i se s e le for~ fo r ­ m u la b a n p r e g u n ta s directas; d ir e c ta s ; 3) 3 ) acaparar a c a p a r a r la conversación, c o n v e r sa c ió n , mulaban preguntas había p e d irle a a alguien a lg u ie n que q u e relatara r e la ta r a una u n a historia h is to r ia que q u e ya ya h a b ía pedirle 121 escuchado, e s c u c h a d o , hacct h a c e r pteguntas p r e g u n ta s cuyas c u y a s respuestas r e s p u e s ta s ya y a conocía. c o n o c ía .121 12 En forma fo r m a análoga, el ciego c ie g o aprende a p re n d e a a veces v e c e s a mirar m ir a r direcd ir e c ­ tamente ta m e n te a su su interlocutor in te r lo c u to r -aun — aun cuando su forma de mirar confirme su su falta fa lta de d e visión-, v is ió n — , ya que as{ así evita tener que fijar la la vista v í s t a en el espacio espado o inclinar la cabeza o, de lo concon­ trario, vioJar violar sin saberlo d el código relativo a las señales dede «tendón mediante el cual se organiza la ínteracci6n interacción verbal.12* atención verbal.12t- Warfield, Cotton in m My E art, op. cit., pq. pág. 36, 121 Condensado de Warfidd, Bt1rs, «n Wrigbt, Wright, op. dt., cit., pág. en pig. 49. 122 Clicvigny, Chcvigny, op. cit., ¡,á¡. pág. 51. 125 3. Alineación Alineación grupal grupal ee identidad identidad del yo En este ensayo se ha procurado establecer una distinción tre la identidad social y la personal. Ambos tipos de ide, id a dad pueden comprenderse mejor si, tomándolas en for foi ai; conjunta, las comparamos con lo ¡o que Erikson y otros at «identi« res denominan «identidad del yo» ( ego identity), «identú experimentadora» (felt identity), es decir, el sentido s jetivo de su propia situación, continuidad y carácter que individuo alcanza como resultado de las diversas experi 12 d a s sociales por las que attaviesa. atraviesa.1 cias forman parte, ante todo, La identidad social y personal {orman las expectativas y definiciones que tienen otras perso respecto del individuo cuya identidad se cuestiona. En deíini, caso de la identidad personal, estas expectativas y definí nes pueden surgir aun antes de que el individuo nazca continuar después de su muerte, es decir que existen, tonces, en momentos en que el individuo carece totalme identld de sensaciones y, por supuesto, de sensaciones de identid Por otra parte, la identidad del yo es, en primer lugar, 1i cuestión subjetiva, reflexiva, que necesariamente debe experimentada por el individuo cuya identidad se discu utiliz<!. un alias, se (c De este modo, cuando un criminal utiliza «autoidentld&d.io (self identity) sería adecuado aa, 1 El término «autoidentidad» identii pero su extensión, el término «autoidentlficaci6m, (self identf tlrmino «autoidentíficación» más, o sea referir.e a algo mas, tioit), habitual.mente para referirse tion), se utiliza habitualmente rnecfü hecho de que el individuo establezca su identidad personal medii documentaci6n documentación o testamento. 2 La triple tipología de la identidad empleada en este ensayo ,i signifia con», que tiene dos significs sin especificar la frase «identificarse conio, alg1 habituales: habitua1es: participar sustitutivamente en la situación de algi cuya condición capta nuestra simpatía; incorporar aspectos de <◄ identifü para formar nuestra propia identidad. La frase «estar idemifk psicoló¡icos, pero, además, 1i con» coni. puede tener estos significados psicológicos, supuato carácter ritse personas^ cuyo supuesto rirse a la categoría social de pcr!iOnas parte de nuestra n~tra propia identidad social. atribuimos como pane 126 prende de su identidad personal; cuando conserva las ini¡ni­ ciales dales originales o cualquier otro aspecto de su nombre origiorigi­ nal, está, al mismo tiempo, dando libre curso a un sentisenti­ 3 míento Es miento de identidad personal. personal.3 E s evidente que el individuo construye una imagen de sí a partir de los mismos elemenelemen­ tos con los que los demás construyen al princi -,io la identiprincipio identi­ ficación personal y social de 1..'quel, peto se pt;rmite cquel, pero permite imporimpor­ tantes libertades .respecto respecto de lo qm.• que elabora.' elabora.4 El E l concepto de identidad social so aal nos permitió considerar la estígmatización; estígmatizadón-, el concepto de identidad personal, el ra•,el pa*>el del control de la información infonnadón en el manejo del estigma. La idea de la identidad del yo nos permite considerar qué siente el individuo con relación al estigma y a su manejo, y nos lleva a prestar una atención especial a 1a la información que recibe con respecto a estas cuestiones. La L a ambivalencia am b iv ale n c ia Dado que en nuestra sociedad del individuo estigmatizado adad­ quiere estándares de identidad que aplica a sí mismo, a pesar de no poder adaptarse a ellos, es ínevitable inevitable que sienta cierta c im a ambivalencia respecto de su yo. Algunas expresiones de esta ambivalencia ya fueron descriptas desetiptas con relación a las osciJ.a.. oscila­ ciones de la identificaci6n identificación y al tipo de asociaci6o asociación que d el individuo establece con los otros estigmatizados. Se pueden citar otras expresiones. EI E l individuo estigmatizado presenta una tendencia a estta• estra­ tifkar tificar a sus «p,resi. «pares» según el grado en que sus estigmas se aque­ manifiestan y se imponen. Puede entonces adoptar con aquellos cuyo estigma es más visible que el suyo las mismas actitudes que los normales asumen con él. Así, los que tie­ tienen dificultades auditivas no se consideran sordos en modo defectuo­ alguno, y, análogamente, los que tienen una visión defectuosa están muy lejos de considerarse ciegos.t ciegos.5 Es E s en sus relatelaciones ya sean asociaáones dones ((ya asociadones o separaciones) con sus com3 Hutmm, . 54-55. Harttnan, op. át., cit., • págs. una tendencia bien conocida a calificar d 4 Existe, por ejemplo, U."la prestigio k de la propia ocupaci6n ocupación más alto de lo que lo hacen qaicDcs quienes desempcftan desempeñan otro trabajo. ,5 Por ejemplo, v,ase véase Criddle, op. cit-, ctt., piSgs. págs. 44-47. 127 las oscila­ pañeros más notoriamente estigmatizados donde la,, oscilaciones en la identificación del individuo se advierten con más agudeza. Este tipo de estratificación autoengaüosa autoengañosa se vincula con el problema de las alianzas sociales, o sea, si la elección de amigos, novios y esposos se produce dentro de su propio líneu. Una muchacha dega ciega grupo o «del otro lado de la línea». expresa el problema: En otro tiempo -algunos atrás- pensaba que pre­ pre— algunos -años años atrás— fería salir con un hombre que veía y no con un ciego. vez en cuando tengo d tas y poco aa poco mis sen­ Pero de vci citas sentimientos han ido cambiando. Valoro la comprensión comprensi6n del rie­ ciego por el ciego, riego, y ahora podría respetar a un ciego por sus propias cualidades y agradecerle la comprensión que me brinda.• brinda.4 Algunos de mis amigos son riegos ciegos y otros ottos no. no, De D e algún modo me parece que esto tiene que ser así; no puedo en­ entender que se regulen las relaciones humanas por una vía vfa o por otra. o tra 1/ Es probable que cuanto mayor sea la alianza del individuo ténoicon los Jos normales, más se considerará a sí mismo en térmi­ nos no estigmáticos. estígmáticos, aunque hay contextos en que parece ocurrir lo contrario, contrario. jguales, el indi­ indiMantenga o no una estrecha alianza con sus iguales, estigmatizada puede revelar una ambivalencia de la viduo estigmatizado identidad cuando ve de cerca a los suyos comportarse de tnanera extramanera estereotipada, poner de manifiesto en forma extra­ impuvagante o lastimosa los atributos negativos que se le impu­ tan. Estas escenas pueden repugnarlo, repugnarlo. ya que, después de todo, apoya las normar. normas del resto de 1a la sociedad, pero su identificación social y psicológica con estos transgresores lo mantiene unido a lo que rechaza, transformando la repul­ repul· sión en vergüenza, y luego la vergüenza en algo de lo cual se siente avergonzado. En síntesis: no puede ni aceptar a abandonarlo/ (L su grupo ni abandonarlo.ª (Laa frase «preocupado por la fa endogrupal» se utiliza para describir los esfuerpurificación endogrupal• 6 Henrkh cU., pág. pá¡, 187. Henrich y Kriegel, op. cit,, 7 !bid., Ibíd., pág. pág, 188. J.-P. Sartre, Anti-Semile 8 Véase J-P. Antí-Semlle and ]ew, Jew, Nueva York; Grove Grave 128 7.0S zos de las personas estigmatizadas, destinados no solo a «normificar» «norm ificar* &u su propia conducta sino también a corregir la de los otros miembros del grupo.) 119 Esta ambivalencia papa­ del rece alcanzar su expresión más aguda en el proceso dd «&cercamiento»-, «acercamiento», es decir, cuando el individuo se aproxima a a un ejemplar indeseable de su propia clase mientras se halla 1 «coni. º «con » un normal. normal.19 N Noo es raro ,que que esta ambivalencia de la identidad adquiera una expresión organizada en los .materiales materiales escritos, habla. habla­ dos, actuad.os actuados o presentados de cualquier otra manera por los representantes del grupo. Así, A sí, en el humor de los estigestig­ matizados -publicado — publicado y teatralizadoteatralizado— se puede hallar bailar una clase d ase especial de ironía. Las caricaturas, las bromas y los relatos tradicionales exhiben exbiben burlonamente la debilidad de un miembro estereotípico de la categoría, aun cuando este héroe a medias demuestre, cándidamente, ser más listo que 11 Las presentaciones forel nonnal normal de imponente status. status.11 for­ males de los ios representantes del grupo pueden mostrar una ambivalencia similar, que revela una similar alienaci6n alienación del yo. Las L a s presentaciones p resen tacio n es profesionales p ro fesio n ales Se ha señalado que el individuo estigmatizado se define a sí mismo como igual a cualquier otro ser humano, mienmien­ tras que, al mismo tiempo, es definido por él mismo y por quienes lo rodean como un individuo marginal. Dada esta autocontradicción básica del individuo estigmatizado, resulresul­ ta comprensible que realice grandes esfuerzos para enconencon­ trar una solución a su conflicto o, por lo menos, una docPress, 1960, p~s. págs. 102 y siguíentes. siguientes. ( &flexioner Reflexiones sobre la cuestió" cuestión ~!s, 1ud111, judía, Bueno• Buenas Ai~s: Aítes¡ Sur, Ja. 3a. ed., 1964.) 9 M. Seeman, «The Intellectual Inselleetual and the Language of Minorities•, Mínorities», en Joumdl o/ American Journal of Sociology, LXIV, 1958, pág. 29. 10 Un interesante episodio ~ en el cual un joven casi ciego conoce a una muchacha ciega en un puesto de una feria de caridad, y obtiene fe'lp,uestas respuestas mixtllll, mixtas, es dtado citado por Criddle, op. cit., p,gs. págs, 71-74. 11 V~ase, Víase, por ejemplo, J. Burma, «Humor as a Tcchnique Technique in Race C>nflict•, Conflict», en .AIHerican American Socíologica1 Sociological Review, XI, X I, 1946, págs, págs. 710-715. 129 trina que otorgue un sentido coherente a su situación. Ei la socie<lad sociedad contemporánea, esto significa que el individu, ¡ndividu< no solo intentará personalmente forjar un c6digo código tal, m sin que, como ya lo señalamos, los profesionales lo ayudará.ti ayudarás muchas veces con el pretexto de hacerle contar 1a bistori la histori de su vida o cómo manejó una situación dificil. difícil. L os códigos que se presentan a los individuos estigmatw estigmatizt Los dos, tanto explícita como implícitamente, tienden a cuhti cubrí pauta determinadas cuestiones corrientes. Se les sugieren las pauu deseables de la revelación y el ocultamiento. ( Por ejempk ocultamientn. (P or en el caso de ex enfermos mentales se les recomienda, veces, ocultar su estigma a simples conocidos, pero sentirs lo suficientemente seguros de su salud mental y convenc anti dos de la naturaleza médica, no moral, de sus fracasos ant• riores, co.mo como para l'C'lelárselos revelárselos a la esposa, a los amigos m1 mi O tras cuestiones corrientes sor íntimos y al empleador.) Otras las fórmulas para manejar situaciones difkilcs; difíciles; el apoyo Qll qt debería prestar a sus i,uales; iguales; el tipo de fratcrnización fraternización Q1J qt deberá mantener con los nonnales; normales; cuáles son los prejo preju cios contra sus iguales que tiene que atacar abiertamente, cuáles ignorar; hasta qu~ qué punto debe presentarse como w ui persona tan nol'!Dal normal como cualquier otra, y hasta dóru: done aceptar un tratamiento ligeramente diferente; cuáles son l<1< hechos relacionados con sus iguales de los que debe enorg· enorg llecerse¡ llecerse; cómo debe «enfrentarse» con su propio estigm Aunque los códigos o las líneas presentadas a aqueUos aquellos qt qi tienen un estigma particular pueden diferir entre si, sí, existe existí ciertos argumentos que, pese a sc>.t ser contradictorios, goza por lo general, de gran consenso. La persona esrigmttiza( estigmstizac es casi siempre puesta en guardia contra un intento e< encubrirse completamente. (Después de todo, salvo para confesor anónimo, an6nimo, resulta arduo defender esta posición púb camente en la prensa.) Asimismo, por lo general se le a víerte vierte que no debe aceptar, como si le cuadraran plenamen, plenament baria él, él. ] las actitudes negativas que los demás tienen hacia «minstrclización»,1 probable que se lo prevenga contra la «tninsttclizaci6n11> 12 ElElténnino términoproviene provienededeA.A.Broyard, Broyaid,«Portrait «Portraitofoíthethelnauthen Inautbe Negro•, en Commentary, Negro», Commentory, X, 1950, págs, pigs, '9·60. 59-60. Existe un esfuer esfuet consciente por representar plenamente el papel, denominado, a veo consdenre vec• «pcrsonificaci6M. «personificación». Sobre los negros que penonlfican personifican a los negi véase Wolfc, Wolfe, op. &il., d i., páB, pág. 20.3. 203. [La ¡L a palabra «minstrclizaci6m, «minstrelizadón» deri 130 ,nediante mediante lo cual hl la persona estigmatizada quiere conquistar el favor de los normales exhibiendo todo el repertorio de de cualidades negativas que se imputan a su clase, afianzando as[ rid!culo: asi una situación vital dentro de un rol ridículo: Aprendí también que el inválido debe ser cauteloso, y no actuar de un modo diferente del que la gente espera de él. Ellos cuentan, sobre todo, con que el inválido sea un invá­ invá• )ido ellos--,, lido -un — un ser incapacitado, indefenso e inferior a ellos— y si no satisface estas expectativas se volverán insegu­ insegu• ros y suspicaces. Es E s bastante extraño, pero el inválido así como muchas ti.ene tiene que cumplir el papel de inválido, asi mujeres deben ser lo que los hombres esperan que sean: tan solo mujeres; y los negros tienen que actuar con frecuencia como payasos frente a la raza blanca «superior», <(superior», para que el hombre blanco no se sienta atemorizado por su hermano negro. En cierta ocasión conocí a una enana que era, por cierto, E ra muy pequeña — media alrededor un ejemplo patético. Era -medía de un metro--, metro— , y sumamente educada. Ante la gente, sin embargo, se cuidaba bien de no ser otra cosa que la «enana», «enano, y desempeñaba el papel-de la. misma risa burlo­ burlopapel'de bufona con la na y los mis~.1os mismos movimientos rápidos y graciosos ottaetecaracte­ rfsticos Merísticos de los bufones de las cortes reales de la Edad Me­ dia. Solet Solo cuando se hallaba entre aD1igos amigos podía quitarse su gorro y sus cascabeles y atreverse a ser la mujer que en realidad era: inteligente, melancólica y sumamente retraída.18 retraída.18 Y , a la inversa, se lo previene, por lo fenera.l, general, «Mitra Y, contra la 1 se «normificad6n» «normificación» o «des-minstrellza.d6n»; «des-minstrelización»;1* lo impulsa a sentir aversi6n aversión por aquellos compafieros compañeros que, sin convertir de ]os imitalos minstrel m instrd shows, representaciones tet1ualc:s teatrales basadas en la imita­ ci6n nqros, y en las cuales cuale.<1 ción de las canelones canciones y bai1ea bailes de los csd4VOS esclavos negros, tiznaban de: de Jq10 negro fiu su rostro rom o y sus manos. Con los artistas tiznabMI Qm et el tiempo carácter cada vez m4s más burlesco, y aun las alismas mismas adquirieron un cadctcr reemplazadas por com­ melodías originales del folklore negro fueron tttmp}azadss <OIDposiciooes úl £E.)J posiciones conveocionales convencionales de los blantos. blancos. (N. del .) ] 13 Catlina, Carfing, op. cit., pigs. págs. 54-1,. 54-33. Levin, op. cit., pigs. págs. 192-193, 192493, uti1m. utiliza en este caso el término 14 Lcwin, témüno «chauvinismo negati-; negativa»; Broyard. Broyard, up. op. t:ÍI., cit., péj. cchauvinislDo pa,J. 62, usa el término tlErmint. «inversión de rol•. rol». Véase también J.-P. Sartre, op. cit., p ig. 102 y cinvc11ii6n ~- ~-«guíenles. 01 su estigma en un secreto, se enmascaran prudenteme las ap que. a pesar de Las tienen buen cuidado de mostrar que, d as, son muy sanos, muy generosos, muy sobrios, cias, flsi masculinos y capaces de realizar pesados trabajos físi reali7.ar tnasrolinos en síntesis, que son, pese a su re n esforzados deportes; eo agradabL dón , «desviados 41desviados caballerescos», personas tan agradabli ción, 11 mismos. d o nosotros mismos.1* mo c6digos de Debería ser evidente que estos defendidos códigos urn ducta brindan al individuo estigmatizado no solo un m taforma, una política e instrucciones sobre cómo tn los demás, sino recetas para lograr una actitud aprc consigo mismo. Fracasar en la adhesión al código sil! sig consi¡o uru estar descaminado, autoengañado; tener éxito, ser un; sona real y digna, dos cualidades espirituales que se 1 «autenticidad»-, llama binan para producir lo que se «autenticidad».1 demos mencionar aquí dos consecuencias de esta .de En primer lugar, que este consejo sobre la conducta ¡] nal vec:es al individuo estigmatizado •i naJ induce muchas veces vertirse en un crítico de la escena social, en un obser de las relaciones humanas. Puede ser llevado a abstra el ff conjunto de interacciones sociales casuales con el geJM examinar qué contienen en materia de temas gene Puede convercine convertirse en un individuo «consciente de la d ó n », mientras que los normales presentes están es¡ esj ción», neamente situación t nea.mente implicados dentro de ella, y la sítuaci6n constituye para ellos un repertorio de cuestiones de 1i p111 importancia, extensi6n de la conciencia por par importancia. Esta extensión las personas estigmatizadas se intensifica, como ya ss, especial sensibilidad frente a las contingi contíngi mos, por su capecial cit., p's,. judfos véase Sartre, op. di., págs. 9~ 91 re:fd:Cnle aI los judíos E11 lo referente 15 En incelcctutt!es, M. Seemaa, los negros, Broyard, i.; a !os los intelectuales, Seeman, o¡ Broy•rd, op. dcit.; Alli e.n An. Un-AmerkanH, en ocMa.king Un-Americans», a los japoneses, M. Grodzins, «Making págs . .570.582. Journal of 1955, págs. 570-582, Sodo/ogy, LX, 19.5.5, o/ Soríology, •uten ht literatura sobre la auten advertine que aunque la 16 Debe advertirse se ocupa de cómo debe comportarse el individuo, y es por guíente moralista, se presenta, sin embargo, a modo de un 1t moralisla, 1e guiente neutral y desapasionado, la autenticidad i desapadionado, pues se supone que fa literaa una orientación realista de la realidad; actualmente esta literan est~ ncuttal referente a este en verdad, la mejor fuente de análisis neutral l. D. 1I fflse I. critico véase blemas identidad. Para un comentario crítico blcmas de identidadlnauthentidty•, en Phylon, y D. T. Campbell, «Venenes «Varietics of Inauihentidty», 270.27.5. trime11re, 19.52, trimestre, 1952, págs. 270-275. 1.32 de la aceptación y de la revdaci6n, revelación, contingenciu contingencias que los loi 17 nonnales normales encaran con menos sensibilidad. sensibilidad.17 En segundo lUBar, lugar, los consejos al estigmatizado a n:ienudo menudo apuntan con bastante cRtJdidez candidez a la parte de su vida que sien• sien­ vergonzosa; se tocan sus heridas más oculocul­ te más privada y vergon.zosa; tas, y se lu las examina clínicamente según la moda literaria acac­ rual.18 tual.18 Se pueden presentar en forma novelada arduos debadeba­ tes sobre posiciones personales, acompañados de profundas crisis de conciencia. Se pueden empaquetar y dejar listas para set ser usadas fa&1tasía1 fantasías de humillación o de triunfo sobre los normales. En este caso, lo más privado y embarazoso es lo más colectivo, porque los sentimientos más profundos del individuo estigmatizado están hechos precisamente del mismis­ mo material que ciertos miembros de su categoría presen­ presentan en una versión escrita u oral redondeada en forma concon­ veniente. Y, Y , dado que lo que está al alcance del estigma• estigma­ tizado también lo está al nuestro, es difícil que esta clase de presentaciones pueda evitar que surja el problema de la e:rhibici6n exhibición y de la revelación involuntaria, aun cuando su efecto último sea probablemente útil para la situación de los estigmatiz.ados. Alienaciones endogrupales Aunque estas filosofías de d e vida, estas recetas, se presentan Aunq1,1e indivicomo si provinieran del punto de vista personal del indivi17 Esre Este es un u n solo un aspectO aspecto de la ttodcnáa tendencia geDfill( general de los indiviindivi­ enfrentar una smp1ia amplia ~ revisión y enapsulaencapsuladuos estigmatizados •a cn&eorar micmo mirnto de sus vidas .U( allí donde un nomud normal podda podría no hacerlo. De are este una persom. persona estigmati7.ada estigmatizada que logra 111lll una modo, se dice a veces que w:ia familia y un trabajo «ha hecho hedió algo de su vidP. vida». Amlogamcnte, Análogamente, cuancuan­ do a]guien alguien se casa c:on con una persona cstigmariuda estigmatizada se dice dke que «Dllll«mal­ gasta su vida». Todo esto se intensifica en ciertos iadividuos individuos cuando psra convierten en un ccaso• «caso» p ú a los trabaj.&,res trabajadores sociales u otros se mnvier~n para «gentes de bienestar social y cooservao conservan este st.itu:s suma de caso por el e! ll8Gites Jato testo de IUS sus vidas. Sobre la actitud de Wll una persona ciega en. en rclaá6n relación odo CSIO esto véase CllCV:i&n:,, Chevigny, op. cil., cit., pág. Cl>D pÍg. 100. 18 Los lÍltuQOS últimos libros de James Baldwin Baldwio propomcmm proporcionan en este este sensen­ tido un buen ma~ material ea en lo td1tivo relativo a los acp05. negros. El libro de GeChe­ vigny E fe.i Hgve Cold H ese es un buen ejemplo en lo que \'iaay My M-, Eyn HIW# aa 1-:0U Nose respecta Ia los ciqos. ciegos. mpectl 133 duo dúo estigmatizado, el análisis muestra que hay algo más que les informa. Ese algo más son los grupos, en el sentido seancjante general de individuos ubicados en una posición semejante esperar-,, pues aquello que — y esto es lo único que cabe esperar— -y podrfa ser, deriva del lugar que ocupa su el individuo es, o podría clase dentto dentro de la esttuctura estructura social. Uno de estos grupos es el agregado formado fotmado por los comcom­ pañeros de infortunio del individuo. Los voceros de este sostienen que el verdadero grupo del individuo, aquel grupo sosúenen este.19 Todos los otros naturalm ente, es este.1* al que pertenece t1aturtJ!mente, implf• grupos y categorías a los que también pertenece sob son implí­ cotno no verdaderos; el individuo no citamente considerados como indivi• Ell verdadero grupo del indivi­ ellos. E es, en realidad, uno de ellas. duo es, pues, el agregado de personas susceptibles de sufrir estigma¡ su las mismas carencias que él por tener un mismo estigma; «grupo» vercladero verdadero es, en realidad, la categoría que puede servir para su descr&lito. descrédito. E l carácter que estos voceros conceden al individuo es gege­ El nerado por la relación que este mantiene con sus iguales. auténtico; si se aleja, es Si se acerca a su grupo, es leal y autmtico; 20 Aqu1, seguramente, hay una data cobarde.30 Aquí, clara un tonto y un cobarde. fcn6meno examine el fenómeno cit., examíne Lew.in, op. eit., 19 De allí que, por ejemplo, Lewin, c:oolusión, aun autoinquina (self-hate) y no cause confusión, que denomina aucoinquina indivi· el indivi­ término quiera significar no la inquina que d cuando con ese térmiDo .tcsultado O>nSidera acomo ( que Lcwín si mismo (que Lewin considera m o un resultado duo siente hacia 11 ctW del ■l cual el grupo al autoinquina), sino la inquina por d frecuente de la ■utoinquina.), al individuo. estigma relega ■l el individuo También los sociólo¡os sociólogos profesionales advierten que d amblén loa 20 T Po.r ejemplo, Riesman, en ,rupo. Por estigmatizado debe ser leal a su grupo. tl'Une$1l'e, terttt' trimestre, PIY¡lon, tercer m Pbykm, Insight11-, en .cMarginality, «Marginality, Conformiry, Conformity, and Insight», págs. 2.'51-252, 251-252, al describi.r describir cómo puede seducir a un socl61o&o, sociólogo, 1953, pág.;. percump!ídos per­ o a un norteamericano, o a un profesor, d aceptar cumplidos sonales que son un insulto a sus grupos, agrega esta anécdota: aborecuerdo haberle dicho en una oportunidad una ¡dro­ opowmidad aa """ Yo mismo ,ecue,do Portias que ,1,,esiva como otras Porfías estruendo1a '/y agresiva gada que no no era tan tan estruendosa tomn-a esto como un cumplido y bahía conocido, 'Yy lamenté que tomara cole¡as femeninas del tribunal. consi'1tiera consintiera en en traicionar a sus coligar ellCOiltl'lltse en situaciones liue al encontrarse elata que Sociológicamente deberla debería ser dato Sociológicamecte reclatettdrá. que enfrentar diferentes reda­ sociales diferentes el individuo tendrá el verdadero. Otros acerca de cuál de sus numerosos grupos es d mos acere■ ~=as;&> ~j~~13!r.\r:• ~: :lie~it~ ~d\!ddi~qd: problemas son menos daros. ¿Par mié, por ejemplo, a individuos que ya han pagado un predo considerable por su estigma se les dice de menoa uno regla de que cuanto menos 11 regia no encubrirse: quizá, quitó, siguiendo la conse¡uu? Y si la denigración de quienes tiene menos debe tratar de conseguir? 134 ilustración de un tema sociológico básico: la naturaleza un individuo, tal como él mismo y nosotros se la impu mos, mos. es generada por la naturaleza de sus afiliaciones gg pales. Como es I01!11co suponer, los profesionales que adoptan ei. lógico punto de vista endogrupal pueden defender una línea m tante y chauvinista, hasta el punto de apoyar una ideolo, ideolo: mbtt poUtica en contactos mixt esta- política secesionista. Adoptando esta el individuo estigmatizado preconizará los supuestos valo: posH y contribuciones especiales de su clase. También es posif podrfa que ostente algunos atributos estereotípicos que podría enmascarar; de all1 allí que se encuentren judíos de cilmente enmascarar, segunda generación que mechen con agresividad su idio: judíos, y homosexuales militan acento y con expresiones públicos. que se hacen zurrar patrióticamente patri6ticamente en lugares públicos, individuo estigmatizado puede también cuestionar de t ñera nera abierta el desagrado semioculto con que los norma lo tratan, y esperar «encontrar en falta» al «sabio» que autodesignó como tal, es decir, continuar el examen de acciones y de las palabras de los otros hasta obtener alg signo fugaz de que sus demostraciones de aceptación s aparienda.21 tan solo una apariencia.21 ampliamei la militancia son amplíame! Los problemas asociados con la poHtico lÍltimo último es suprir suprír conocidos. Cuando el objetivo político pu individuo el estigma, el pu< la diferencia provocada por politi: descubrir que esos mismos esfuerzos son capaces de polítí: aúri más diferente de la vi su propia ·vida, volviéndola aúii normal nor.1:nal que se le negó inicialmente, aun cuando las gene dones posteriores de compañeros saquen buen provecho clones determinado estigma es injurioso en d el presente y lo sí tienen un detenninado que no lo Ss Ios estigmatizados, más que los qu~ en el futuro, ¿por qué los tienen que hacerse responsables de presentar y reforzar una post categorfa? Una de impartid imparcial y de mejorar la suerte de toda la categoría? más•, d respuestas reepuettls es, desde luego, que los estigmatizados «saben más», conocimíentc do así supuesto una interesante relación entre conocimientc as! por supuesta moralidad. Una respuesta más adecuada es tal vez que los estigi tizados consideran que aquellos que tienen un estig tiudos yY los normales amsideran dd tiempo y del espado espacio en 1i teúnen a lo largo del determinado se reúnen comunidad «imunidad única que debe ser sostenida por sus miembros. 21 Para Pararespuestas respuestascombativas combativasdedeciertos ciertospacientes pacientescon condeformida, deformidad tamb pi!¡, 84. Véase camb cít., pág. faciales véase Macgregor y colab., op. cii., Outuvlnlsm», en Commer. Jewish Chauvinism», C. Greenberg, «Self-Hatred and Jewísh 426-4.33. págs. 426-433. X,, 19,o, ry, X 1930, págs, ll5 esfuerzos al obtener una mayor aceptación. Además, esos csfuetzos Además. al llamar Uamar la atención sobre la situación de su propia clase, dase, ciertos aspectos una imagen pública de su dife­ consolida en cienos diferencia como algo real yy. de sus compañeros de infortunio como grupo real. Por otra parte, si busca un cierto tipo de separaci6n, desc:uhrirá que necesariamen­ necesariamenseparación, no de asimilación, descubrirá te presenta sus esfuerzos militantes utilizando utili7.ando el mismo len­ legguaje y estilo de sus enemigos. Más aún, los argumentos que presenta, la situación que examina, las estrategias que defiende son, en su totalidad, parte de un lenguaje de ex­ expresión y sentimiento que pertenece a toda la sociedad. Su Su desprecio por una sociedad que lo rechaza se comprende solo en función de la concepdón concepción que esa sociedad tiene de la dignidad, del orgullo y'/ de la independencia. En resu­ resumen, a menos que exista alguna cultura diferente en la rual cual refugiarse, cuanto más se separe estructuralmente de los normales, más se parecerá aa ellos en el aspecto cultural. Alienaciones e:r.ogrupales exogrupales «propio» del individuo El grupo «propioi. in&viduo puede entonces informar el código de conducta que los profesionales defienden en su nombre. También se pretende que la persona estigmatizada se considere desde el punto de vista de un segundi segundo agrupamiento: miento; los normales y la sociedad más amplia por ellos constituida. Deseo considerar con cierto detalle el d aalcance de este segundo punto de vista. El lenguaje de esta posición, posici6n, inspirada por los normales, no es tanto político, como en el caso anterior, como psiquiátrico, psiquilitrico, ya que las im4genes imágenes derivadas de la higiene mental sirven como fuente de retórica. Aquel que adhiere a la línea dede­ fendida es considerado como una persona madura que al­ alcanzó un adecuado ajuste personal; aquel que no la sigue siemes considerado como una persona deteriorada, rígida, siem­ pre• rccw:sos internos inadecuados. ¿Qué pre a la defensiva, con recursos implica esta defensa? Se recomienda al individuo que se considere un ser huma­ humano tan pleno como cualquier otro, alguien que, en el peor de los casos, es excluido de lo que, en último análisis, es »im&im- 136 No plemente un área de la vida social. N o es un tipo o una catecate­ goría, sino un ser humano: desgradados? ¿Ellos o elijo que los inválidos son desgraciados? ¿Quién dijo ustedes? ¿Sólo porque no pueden bailar? De todos modos, motnento. algún en momento. ¿O ¿O porque no puepue­ la música se detiene ca­ den jugar al tenis? Infinidad de veces hace demasiado ca¿O porque tiene que ayudarlos a subir y bajar las escaesca­ lor. ¿O preferida hacer otra cosa? La polio no es leras? ¿Usted preferiría triste; es simplemente un gran inconveniente; significa no habitapoder tener arranques de mal humor y correr a la habita­ L a palabra in"'1ido inválido ción y cerrar la puerta de un puntapié. La homble. ¡Especifica! ¡Margina! ¡Es ¡E s demasiado fntima! íntima! es horrible. ¡E s condescendiente! Me da ganas de vomitar como larva ¡Es capullo.22 que sale del capullo.*2 su mal no significa nada en sí mismo, no debe Puesto que Sil avergonzarse de él o de otros que lo poseen, ni tampoco me­ comprometerse tratando de ocultarlo. Por otra parte, .meautoentrenadiante un arduo trabajo y un ininterrumpido autoenttena• deberá satisfacer los estándares corrientes com entes lo mejor miento debeti que pueda, deteniéndose solo cuando surge el problema de normificaci6n; es decir, cuando sus esfuerzos pueden dar la normificación; la impresión de que está tratando de negar su diferencia. Dee más está decir que cada profesional traza de manera ((D muy distinta esta delgadfsima delgadísima línea, pero a causa de tal profeambigüedad más necesaria se vuelve la presentación profe­ prosional.) Y puesto que los normales también tienen sus pro­ amar­ blemas, el individuo estigmatizado no deberá sentir amarautoconmiseración. Debe cultivar una gura, resentimiento o autoconmiseraci6n. manera de ser alegre y espontánea. fórmula para mama­ Después de esto aparece lógicamente una fónnula individuo eses­ nejar a los normales. Las habilidades que el iodividuo mix­ tigmatizado adquiere para enfrentar situaciones sociales mixser usadas pura para ayudar a todos los que participan tas deben se¡ en ellas. normales no tienen, en realidad, Ir. la intención de dañar; Los nonnales cómo evitarlo. Por cuando lo hacen es porque no saben c6mo que ser ayudados con mucho tacto a2 consiguiente, tienen qut> 22 Linduska, op, op di,, « /,, págs, págs. 16416,. 164-165. 137 actuar de una manera más conveniente. Del mismo me no se deben contestar las observaciones despreciativas, a gantes y carentes de delicadeza. E Ell individuo estigmatiz estigmati.z puede no darse por enterado, o bien tratar de llevar a c pi una benévola reeducación del normal, mostrándole, pll por punto, con calma y suavidad, que, a pesar de las Ias :¡ tiencias, riendas, debajo del estigmatizado subyace un ser hu no cabal. (El in&,iduo deriva de la sociedad de mai ma1 (E l individuo tan completa, que esta puede confiar en que los me m~ aceptados como miembros normales, los menos recompa recompei dos por los placeres de un intercambio social fluido, pro] cionen contribució1 donen un enunciado, una clarificación y una comribució ser interior de cada hombre. Cuanto más se desvíe des11fe di d, norma el indhriduo individuo estigmatizado, más prodigiosamente berá expresar la posesión de un yo subjetivo estándat estándar pretende convencer a los otros de que lo posee, y mayi maye serán las exigencias para que les facilite un modelo di de que se supone que una persona corriente debe sentir pecto de él.) Cuando la persona estigmatizada descubre que los norm tienen dificultades para ignorar su defecto, tratará tratarí de 1s darlos, tanto a ellos como a la situación situaci6n social, medi¡ medi: tensión.n En esas esfuerzos conscientes para reducir la tensión.** cunstandas tratat cunstancias el estigmatizado puede, por ejemplo, tratar «romper el hielo» adoptando, para referirse explícltame explícitamc a su defecto, una actitud que demuestre que es capaz enfrentado enfrentarlo con soltura. Además de la naturalidad se :r, r mienda también cierta ligereza: dc:I cigarrillo. Nunca dejaba Entonces, estaba la broma del provocar risa. Toda vez que iba ali un restaurante, a un o a una fiesta, sacaba un atado de cigarrillos, cigarriUos, lo abría ibría ostentación, tomaba uno, lo encendía y me sentaba senteba a marlo tranquilamente. E Eso llamílha casi siempre la atenc so llamaba La gente clat>aha clavaba la mirada en mí, y casi podía oírlos de «¡Caramba! «¡Caram ba! ¡Qué maravilla lo que puede hacer con un de garfios!• garfios!» Cuando alguien me comentaba esa proeza, ay algo de lo que jamás jamis tengo que 1]23 sonreía y decía: «H ~Hay 23 Un intento de análisis análísis general sobre este tipo de tensión tensi6n 3 l rwucción GofftDan, «Fun «Fu11 in Games», Games~, en Encoun Encoun, reducción aparece en E. Gofftnan, Nue11a 48-.5.5. Nueva York: Bobbs-Merrill, 1961, esp. págs. 48-55. 138 ocuparme: de quemarme los dedos». Sé que es un poco fuerte, peto pero resulta infalible para romper el hielo ( .... . . ))-. 44 Una paciente algo sofisticada, cuya cara estaba llena de cicatrices a raíz de un tratamiento de belleza, sentfa sentía que resultaba eficaz entrar en una habitación llena de gente y «P or favor, disculpen este caso de decir graciosamente: «Por 211 lepra». lepra» .25 También se señala que el individuo estigmatizado que se encuentra en compañía mixta puede considerar útil referirse a su incapacidad y a su gtupo grupo con el lenguaje que emplea cuando está con los suyos, y d el que emplean los normales entre sí si para referirse a él, ofreciendo así asi a los normales que están presentes un status temporario de sabios. En otros momentos considerará apropiado ajustarse a la ..-eti«eti24 Russell, op. p,g. 167, en Wright, op. cit., pág. ln; op cit., píg. 177; véase píg. 151. también Russell, op. cit., ~Debe notarse que aquel gue que intenta romper el d hielo hido puede ser consiconsi­ derado como ¿guien que explora la situación por lo que puede ob­ ~~:10de00cl1i~, tener de ella, ~~:~~ul~sexfu~r:ek~1=~~l~~nn~~Í. tal como los han señalado los novelistas. I. Levtn, en Kirs Befare Befol'I! Dying (Nueva Yotk: A Kiss York: Sitnon Simón and Sdmster, Schuster, 1953. 1953, ¡,Ígs. págs. l178-179), 7fH 79), proporciona un ejemplo.: ejemplo; r::f:, °! -Oh, Kingship-; es u,i —Oh, sí -di/o —dijo Kingship—; un hombr, hombre pobre, sin duda. Se empeñó en en mencionarlo exactamente tres veces la otra noche. Y eu esa anéalota anécdota t,aida traída de de los cabellos acerca de esa muier mujer para la cual cose su madre. 1 —¿Qué hay de malo en que su madre cosa para otros? : que lo dtfo. ¿Sabes 11a —Nada, Marión, nada, Es ¡a i:dif::::;ra indiferencia : con 4uién quién me recuerda? Hay un un hombre en el club que tiene mlll mal Hila una pierna yy co/ea cojea un poco. Cuando jugamos al golf dice: «Ustedes, muchachos, sigan adelante. Esta vieja pala pata de palo 11a va a racanurlos». alcanzarlos». Entonces todo el mundo camina m,is más lentamente que n,mca, nunca, :I'y uno tuto se siente tramposo :si g41Sa. si le te gana. Y, al ser capaz de romper el hielo, puede demostrarse a sí mismo =f:::, t!ri!:, ':~da, eEs 4¡:e ::;ª1:':i't;. ¿Sabes que ejerce un notable control de la situación (Henrich y Kriegel, op. cit., pág. 145}: 145): Pienso que no es respottsabilidad responsabilidad de la rociedad sociedad cm,iprender comprender al d que par4lisis cerebrrJJ, padece parálisis cerebrd, sino más bien que es nuert,o nuestro deber toltra, tolerar a la so<:iedtJd sociedad 'Y, y, en nombre de la caballerosidad, perdonarla -,y dirJerdivertimos con sus locurar. locuras. Lo considero un honor dudoso, aunque estiesti­ tirnos mulante 'Yy entretenido. Ayudar a que la gente evidentt!mente perturevidentemente pertur­ bada o la gente genlt! rartJ slt!nla c6moda rara se denla cómoda 11.nles antes de tener l11. la oportunidad de complicar la situaci6n, pasituación, coloca al d que esttf está en en desuenlaia desventaja en un pa­ pel superior d de los agitadores, y colabora en la comedia humana. Pero esto es :lg!e algo que lleva largo tiempo aprender. comedia humana, 2.5 25 Macgregor Macgtegor y wlab., colab-, op. cit., pág. 85. J:.:11!:1º; 139 ~!! 1f:!:°i:::Ji ~i:::/;!º;;,;:d!~. queta ta de revelación» e introducir su defecto como de uaa una conversación seria, con la esperanza de red significado en en tanto tematema de interés reprimido; significado tanto de interés reprimido; r La C011IO L a sensación del lisiado de que, com o persona, 1l4 n comprende, combinada con el embarazo que la pea pen lisiada siente en su so presencia, determina una relack relaett rooda moda y tirante, que sirve, además, para separarlo aliviar esta tensión social yy lograr una mayor acepta lisiado estará dispuesto no solo a satisfacer la cu1 cui expresada de los no lisiados ( ..•• . . )) sino también a iJ ii mismo el rema )• tema de la lesión ( ..•. . . Ia® Se recomiendan también otros ouos medios para ayudar a males a tratar con delicadeza aa la persona estigm estígm tales como, en el caso de una desfiguración facial, ha hs pausa al comienzo de un encuentro con el fín fin de futuros participantes tengan una oportunidad de i, sus respuestas. Un hombre de de 37 años, cuya cara está brutalmente rada pero aue trae tiene a su cargo un comercio de biene señala: «Cuando debo entrevistar a un nuevo die clic las arreglo para estar parado a cierta distanda distancia ftet frei puerta, para que cuando cuandC" entre tenga más tiempo d< cL y acostumbrarse a mi aspecto antes de que empec empe: conversar». conversar».2 27 627 También se aconseja que el individuo estigmatizad como si los esfuerzos de los normales para fadlitarh como. facilitar!~ sas fueran efectivos y apredados. apreciados. Los ofrecimientt ofrecirnient< solicitados— de interés, ayuda y simpatía, muchas ve solicitadoscibidos por el estigmatizado como una intromisiói inttomisi6s desfachate2, deben ser, intimidad y una muestra de desfachatez, bargo, discretamente aceptados; aceptados: No obstante, la ayuda no es solo un problema pai pa1 llos inv1füdo quiere que st r, líos que la ia brindan. Si el inválido se r< 26 White, Wright y Dembo, op. cit., págs, p.ág,, 16-17. op. cit., cít., píg. pág. 8585. 27 Macgregor y colab., op, 140 hielo deberá admitir el valor de la ayuda y permitir que la gente se la otorgue. Muchas veces he visto desvanecerse el miedo y la perplejidad de los ojos de la gente al tender mi mano buscando ayuda, ayuda» y he sentido surgir la vida y el calor de las manos que se me tendían. N No o siempre somos conscons­ cientes de 1a la ayuda que podemos brindar al aceput aceptar un auau­ xilio, ni de que, de ese modo, damos un paso más hacia el 28 contacto.280392 contacto. Un escritor enfermo de poliomielitis aborda un tema sisi­ milar: Cuando mís mis vecinos vednos llaman a mi puerta un dfa día de nieve para preguntarme si necesito algo de la tienda, aun cuando esté preparado para el mal tiempo trato de pen$a1' pensar eo en algún rechazar un ofrecimiento gene.roso. generoso. Es E s más artículo antes de .rechazar para probar que so­ ~ amable aceptar la ayuda que rechazarla .para 29 mos independíentes. independientes.2® Y , análogamente, un amputado: Y, Muchos M u c h o s amputados a m p u ta d o s dan d an a los lo s demás d e m á s el gusto g u s t o de d e que q u e se se sientan bien sie n ta n b ie n aI al hacer h a c e r algo a lg o por p o r ellos. e llo s . Esto E s t o no n o incomoda in c o m o d a a la la gente como ocurriría si el lisia.do estuviera aún de pie.so g e n te c o m o o c u r riría s i e l lis ia d o e s tu v ie r a a ú n d e p ie .80 A ppesar para A e s a r de d e lo difícil d if íc il que q u e puede p u e d e ser se r p a r a el e l estigmatizado e s tig m a tiz a d o aceptar a c e p ta r discretamente d is c re ta m e n te los lo s torpes to rp e s esfuerzos e s fu e r z o s que q u e los lo s otros o tr o s realizan para re aliz an p a r a ayudarlo, a y u d a r lo , aún aú n se s e le exige e x ig e algo a lg o más. m á s. Se S e consic o n s i­ d e ra que, q u e , si sí re a lm e n te se encuentra e n c u e n tra cómodo c ó m o d o con c o n su su diferend ife re n ­ dera realmente cia, esa un e s a aceptación a c e p ta c ió n tendrá te n d rá u n efecto e fe c to inmediato in m e d ia to sobre s o b r e los lo s norn or­ males, m a le s , pues p u e s los lo s ayudará a y u d a r á a sentirse s e n tir se más m á s tranquilos tr a n q u ilo s en situacios itu a c io ­ nes n e s sociales so c ia le s compartidas. c o m p a r tid a s. En E n síntesis: s ín te s is : se s e le aconseja a c o n se ja que q u e se acepte persona a c e p te como c o m o una una p e r so n a normal n o rm al por p o r lo lo que q u e los lo s dem,s, d e m á s, y por pueden p o r ende e n d e tambi~n ta m b ié n él, é l, p u e d e n ganar, g a n a r , si s i así a s i lo hace, h a c e , en las la s interacciones cara a cara. in te r a c c io n e s c a ra ca ra . Por por P o r consiguiente, c o n s ig u ie n te , la línea lín e a inspirada in sp ir a d a p o r los lo s nonnales n o rm a le s obliga o b lig a la 28 Carling, op. cit., cii.t pigs. págs. 67-68. Henrich y Kriegel, op. á t., pág. 185, ro3029the ~~t' Jle~. ~~~n~~:i-~ ri!!oo, «Evaluation of G- Ladieu, E, Hanfmann y P~T. Dembo, of Hclp Help by by Jnjured•, Abno,mal and ,md Socíal Psychology, XLII, Injurió», en Journal o/ of Abnormd Social Psyckology, X LII, 1947, pie. pli¡. 182. 141 diversas maneras al estigmatizado a protegerlos de dr.renas deramnos deraremos ahora un aspecto importante de esta Jf que nos habfamos habíamos limitado a seffalar. señalar. Dado el hecho de que en muchas situaciones los tienen para con el estigmatizado la cortesía de defecto como si careciera de importancia, y te1 tei cuenta que el estigmatizado siente que a pesar de 1 ser normal como cualquier otro, se espera que cuando se permita engaliarse engañarse y creerse más acepl acepi que realmente cs. es. Intentam, Intentará, elltonces, entonces, participar te en áreas de contacto que los demás consideran das. Así, por ejemplo, un escritor ciego describe nación que produce en la peluquería de un hotel El £1 local se volvió silencioso y solemne a medid introdujeron en 6, unifonnado m él, y un empleado uniformado ra tualmente tuaimente para sentarme en la sille. silla. Intenté hace ma, la habitual de cortarse el pelo una vez cada aunque no lo necesitara. Fue un error. El E l silencio que yo no era un hombre que pudiera pudiera hacer br bt 1 cu,ndo cuando fueran ingeníosas.ª ingeniosas* 1 Ané'.logamente, Análogamente, en lo relativo al baile: algo escandalizada al escucharlo La gente parecía a]go t' pasado una tarde en un té danzante en el Savoy pod[an explicar por qué sentían eso, y al dedrl1 podían decir! intentaría había divertido enormemente y que intenta.da oporti experiencia en cuanto se presentara otra oporh cosas parecieron empeorar, empeorar. Era a1go algo que un cicg• ciegi . . )) La situación tenía el clúico clásico sabor •< hacer ( ...• 82 respeta como es debido un período duelo.83 periodo de duelo. Un inválido agrega otro ejemplo: representiti Pero, la gente no solo espera que uno represen sino también que se ubique en su lugar. Rec, lugar, Reci ejemplo, a un hombre en un restaurante al aiJ: aú 312 31 Qievigny, pág. 68. Chevígny, op. os. dt., « /., pig. 68. pig. 130. 32 lbíd., Ibíd., pág. 142 O slo. Era un lisiado y había dejado su silla de ruedas para Oslo. hasta una terraza donsubir una cscal~a escalera bastante empinada basta don­ pierde se encontraban las mesas. Como no podía usar sus pier­ nas se arrastraba con las rodillas, y cuando empezó a subir Jas escaleras en esta forma tan poco convencional, los momo­ las zos corrieron a su encuentro, no para ayudarlo, sino para informarle que en ese restaurante no podían servir a un hombre como él, porque la gente iba alU allí para divertirse y pre­ pasar un rato agradable y no para deprimirse con la pre• 88 sencia de inválidos. inválidos.88 senda £1 hecho de que el individuo estigmatizado tome con excesiva El condicio­ seriedad esa discreta aceptación indica que ella es condicional. Depende de los normales no dejarse presionar para comodibrindar más aceptación de la que pueden dar con comodi­ dad, o, ,en. en el peor de los casos, con incomodidad. Se espera da.d. estigmatizados actúen OOl1 con caballerosidad y que no que los cstigmatiudos lí­ fuercen las circunstancias; no deben poner a prueba los Jf. demuestra ni tomarla como mites de la aceptación que se les detnuestta supues­ base para demandas aún mayores. La tolerancia, por supuesto, es en general parte de un convenio. Exi­ La naturaleza de un «buen ajuste» es ahora evidente. Exiinconsge que el individuo estigmatizado se acepte, alegre e incons­ miscientemente, como igual a los normales, mientras que, al mis­ mo tiempo, se aleja por su voluntad de aquellas situaciones tendñan dificultad en fingir un en las cuales los normales tendrían tipo de aceptación similar. «buen ajustci. ajuste» son Como los que presentan la línea del cbuen los nor• nor­ quienes adoptan el punto de vista de la sociedad de )os cabría preguntarse qu~ qué significa para los normales el males, cabria hecho de que el estigmatizado siga esta línea. Significa que jamás tendriin tendrán que enfrentarse con la injusticia y el dolor de tener un estigma; significa que los normales no tendrán que admitir cuán limitadas son su discreción y su tolerancia, y significa que podrán permanecer relativamente incontamiincontami­ nados por un contacto íntimo con el estigmatizado, y no ver amenazadas sus creencias relativas a la identidad. Es precisamente de estos significados que, de hecho, derivan ajuste . las especificaciones de un buen ajuste. . .56. .3) 33 wling, Carling,op.op.cit., d t.,pág pág. 56. 143 Cuando una persona estigmatizada adopta la actitud de o11buen «buen ajuste» se dice, a menudo, que tiene un carácte fuerte o una profunda filosofía filosoffa de la vida, tal vez porque nc oc sotros, los normales, deseamos en el fondo encontrar la es CJ pllcación plicación de la energía y la buena voluntad necesarias par modo. Se pueden citar las palabras de un actuar de ese modo, persona ciega: cree que el deseo de progresa Tanta es la gente que no Cree surge de motivaciones bastante corrientes que, a modo d defensa, uno desarrolla casi automáticamente una racions raciom lizaci6n «filosofía• lización para explicar su conducta. Se crea una «filosofía* La gente insiste en que debemos tener una, y piensa qu estamos bromeando cuando le decimos que no. Entonces se haEe hace todo lo posible por complacerla, y a los extraño que en trenes, restaurantes o subterráneos subtenáneos desean sabe por qué uno sigue adelante se les da esa pequeña contribi ci6n. ción. Hay que tener un discernimiento poco habitual par excepcione! advertir que esa filosofia filosofía no es, salvo contadas excepciones noci6n que « una invención personal, sino un reflejo de la noción e mundo tiene de la ceguera.84 ceguera." La fórmula general es evidente. Pretendemos que el mod de actuar del indjviduo individuo estigmatizado nos diga que su carg no es opresiva ni que el hecho hec:ho de llevarla lo diferencia díferencia d rustanci nosotros; al mismo tiempo, debe mantenerse a una distanci tal que nos asegure que no tenemos ·dificultades confi.J dificultades en confii mar esta creencia. En otras palabras, se le recomienda qu ne corresponda naturalmente aceptándose a sí mismo y a nc sotros, actitud que no fuimos los primeros en brindarle. D aceptllciÓn fantasm fQntasma, este modo se consiente en una aceptación a, qu alidad fantasm normalid(ld Jantarm,t proporciona el fundamento de una norm Debe estar tan profundamente comprometido en esa actitu hacia el yo, definida como normal en nuestra sociedad, eU hasta tal punto debe formar parte de esa definición, que ell le permita representar ese yo de manera impecable ant espet una audiencia ansiosa, que lo observa de reojo a la espei ~~e~j,~~f; ~~·;tT~~1~~-~::· :iswa ! :,~.•:"~ 10 sugiere a contimiacíó 34 Chevigny, op. cit., píes. 14M42. El sutor que esta filosofía puede incluso ser exigida a personas degas de D: cimien10 '9til.n en condiciones condidonfl de aprendí aprend1 cimiento y que, por lo tanto, no están qud quá e5 es lo Jo que han compensado exitosamente. 144 de una nueva demosttaci6n. demostración. Puede incluso ser llevado a unúse con los normales al unirse ai sugerir a sos sus iguales que el des,. des­ contento que muchos de dios ellos sienten es motivado por de. de­ saíres saires imaginarios, lo cual, por supuesto, puede ser a veces cierto derto ya que las marcas de muchos ltmites limites sociales son tan tenues que permiten que todo el mundo actúe como si se los aceptara plenamente; esto sigmfica significa que puede ser reaJista realista orientarse hada hacia signos mínimos quizá no intencionales. L a ironía de estas recomendaciones no reside en el hecho hedió de La que se le pida al estigmatizado que sea paciente con los efe. de­ mis más -nada — nada menos que lo que se le impide ser-, ser— , sino que esta expropiación de su .respuesta respuesta sea lo mejor que pueda obob­ tener. Si, de hecho, desea vivir en la medida de lo posible «como cualquier otra persona», y ser set aceptado «por «p or lo que realmente es•, es», entonces, esta es la posición más sagaz, aunaun­ que se sustenta en una base falsa; porque en muchos casos el grado de aceptación aceptadón de los normales puede acrcccntane acrecentarse si el estigmatizado actúa con espontaneidad y naturalidad totales, como si la aceptad6n aceptadón condicional, cuyos limites límites se cu.ida cuida de no sobrepasar, fuera una aceptaci6n aceptadón plena. Pero, por supuesto, lo que para el individuo es un buen ajuste puede ser aún mejor para la sociedad. Debemos Dehemos agregar que 1a la confusión de los límites es un rasgo general de la or• or­ ganizaci6n ganización social; soda!; el mantenimiento de W1B una ac:eptaci6n aceptadón fanfan­ tasma es lo que, hasta cierto derto punto, se pretende que mumu­ chos acepten. Todo ajuste o consentimiento mutuo entre dos individuos puede verse fundamentalmente perturbado si sí una de las partes acepta en forma tota1 total la oferta de la otra; toda relaci6n reladón «positiva» se lleva a cabo bajo promesas de retribución retribudón y ayuda tales que la relación se dañada dañaría si estos créditos se cobraran. La política de la identidad Por consiguiente, tanto el endogrupo como el exogrupo pre­ presentan al individuo estigmatizado una identidad dc1 del yo, el primero con una fraseología principalmente prindpalmente política, el sese­ gundo, psiquidtrica. psiquiátrica. En ambos casos se sefiala señala que si el inin­ dividuo adopta una línea correcta ((que que dependerá de la persona que hable) podr.t acepw sus propias com conc podrá aceptar ser un hombre cabal; será sed un adulto digno y resp rcsp sí mismo. si Y , en verdad, habrá un ««sf sí mismo» íí Y. babn aceptado UD mismo.. ((Ji! este sf sí mismo es necesariamente un habitante ext voz del grupo que habla por y mediante él. Sin cmbarao, axno la sociologfa veca, embargo, como sociología sostiene a a veces, sotros hablamos desde el punto de vista de un 1¡ situación especial del estigmatizado reside en que qut parte la sociedad le dice que es un miembro del I!g amplio, lo cual significa que es un ser humano non oua, cierto punto es «diferente» y que otra, que hasta derto paratado difettncia. La diferencia dife.rencia en sf paralado negar esa diferencia. si d cierto, sociedad, pues por lo general una derto, de la sodedad, adquiere mucha importancia cuando es conceptúe adquiete conceptm forma colectiva por la sociedad como un todo. Est prenderá con mayor claridad en el caso de nuestro! nuestm más Jo sugiere un m ás recientemente ferientemente instituidos, como lo que pade<:e padece uno de ellos: Como resultado de una lesí6n lesión en el centro de a a cerebro nadcctebr,.l de tipo nací- con una parálisis cerebral No dasificac N o percibf perdbí esta sobrecogedora sóbrecogedora y compleja clasifica! que el término se popularizó y la sociedad insistí i!lsisti admitiera mi anormalidad así rotulada. EEra ra algo ¡ pertenecer a los Alcohólicos Anónimos. N No o es p honesto cnnsigo consigo mismo hasta que uno no se entera es y, Jo que le la sociedad pleru,a y , quiz4, quizá, considera lo sodedad piensa ser.”15 debería ser. Esto es aún más ddato ato en el caso de la epilepsia. :' tiempos de Hipócrates, Hip6crates, quienes descubrían descubtian que este mal tenían asegurado un yo definitivamente definitivament, tizado gracias a las definiciones vigentes en la socie sociE sigue formulando esas definiciones incluso incluso cuand> cuand• físico que implica la enfermedad puede ser insi y aunque muchos espedalistas especialistas utilizan actualmen mino para referirse refemse tan solo aa accesos que respor respon desorden médico no específico espedfico (y ( y menos aún35 u,. 35 Hcnrich ciJ., píg. pq:. 155, Henrich y Kriegel, op. ci¡., 146 39 .zante). Aquí, el punto en el cual la ciencia adica zante).36 médica debe retractarse es aquel donde la sociedad puede actuar con mayor dctenninacióo. determinación. De D e este modo, mientras que por un lado se le dice al eses­ tigmatizado que es un ser humano como cualquier otro, se le señala por otro que es imprudente encubrirse o abanaban­ donar «su• «su » grupo. En sfntesis, síntesis, se le indica al mismo tiempo que es igual a cualquier otro y que no lo es, aunque los vovo­ ceros no se han puesto totalmente de acuerdo para decidir c:umto cuinto puede pretender de: de cada uno de estos dos aspectos. Es Esta contradicción y esta burla son su suerte y su destino. Es estigma­ un constante desafío para los representantes de los estigmamados, tizados, quienes urgen a estos profesionales a presentar una política de identidad coherente que les permita ser lo susu­ ficientemente .nfpidos rápidos como para percibir los aspectos cin«in­ auténticos» de otros programas recomendados. recomendados, pero lobaslo bas­ auténticos• tante lentos como para ver que una solución catitbltica• «auténtica» puede no existir. El individuo estigmatizado se encuentra, por consiguiente, en la arena de discusiones y debates pormenorizados relarela­ tivos a lo que debe pensar de sí mismo, o sea, la identidad de su yo. A sus otros problemas debe agregar el de ser empujado simultáneamente en distintas direcciones por propro­ fesionales que le dicen qué debe hacer y sentir acerca de lo que es y deja de ser, y todo esto en su propio beneficio. beneficia. Escribir o pronunciar discursos abogando por cualquiera de estas «avenidH «avenidas de evasi6n» evasión» es en sf sí una solución intereintere­ sante pero por desgrada desgracia fuera del akance alcance de la mayoría, de quienes simplemente leen y escuchan. 36 Uv.ingstoo, pi¡. ,5 Jy sip., Livingston, op. cit., « /., pág. sigs., 291-304. 147 4. El yo y el otro Este ensayo se ocupa de la situaci6n situación de la persona e situaci6n en que se ene m .respuesta respuesta a la situación matizada y de su tía. Para Pata ubicar el marco de referencia resultante en el ,i tra. conceptual apropiado será conveniente considerar texto ooncq,tual ( de~ ángulos el concepto de divergencia (de: de distintos migulos 001 t io n ) * puente que vincula el estudio del estigma coi lion},* mundo social. del testo del anuido Divergencias y normas apli0 para. el análisis que aquí se apiles Podemos pensar que para sultaría más adecuado elegir deficiencias dramáticas y jJ soltaría parecerla que la mayor utilidai habituales. Sin embargo, parecería ex6tica es la de ser solo un medio para te una diferencia exótica identidad, por lo co conciencia de los supuestos de la Identidad, tan plenamente satisfechos que permiten escapar aa esa gt'I ciencialización, Podemos pensar también que los gr ciencializaci6n. minoritarios establecidos, como los negros y los judíos, porcionan los mejores sujetos para este tipo de aná Esto puede llevar con facilidad a un tratamiento desi¡ Socio16gicamente, Sociológicamente, el problema fundamental relativo a e< grupos es su lugar en la estructura social; las eventua la interacción ca des que enfrentan estas personas en la com1 cara son solo una parte del problema, y no pueden comj la historia, al derse totalmente sin una referencia a 1a arrollo político y a las estrategias habituales del grupo. po También es posible limitar el análisis a aquellos que pe un defecto que dificulta casi todas sus situaciones soci ** Véase la nota 1 del capitulo 5. 148 e s o s desafortunados a elaborar una gran parte llevando a estos sí mismos reactivamente, en función fundón de de la concepción de si esa situación.1 Este E ste informe sostiene un punto de vista didi­ ferente. Es E s probable que el más afortunado de los nornor­ taiga algún defecto pardalmente males tenga parcialmente oculto, y para todo pequeño defecto existe una ocasi6n pequeña ocasión social en la cual se desdes­ tacará notoriamente, creando una brecha vergonzosa entte entre la identidad social real y la virtual. Por lo tanto, los que llevan una existencia precaria, ya sea constante u ocasional, constituyen un continuo único, y su situación situadón vital puede analizarse con el mismo marco de referencia. (De (D e alú am que personas que no presentan más que una mínima diferencia diferenda comprenden la estructura de la situación en la que estm están ubicados los totalmente estigm1Uizados, estigmatizados, atribuyendo, a meme­ nudo, esta simpatía a la profundidad de su naturale1:a naturaleza hu• hu­ mana y no al isomorfismo de las situaciones humanas. Aquellos que padecen un estigma muy grave y visible deben aufrir, surtir, a su vez, el ultraje especial de saber que llevan «en el orillo» la marca de su situación, situadón, y que casi nadie será capaz de ver el meollo de sus dificultades.) Esto significa, entonces, que para comprendei: comprender nuestra diferencia no dede­ bemos mirar lo diferente, sino lo corriente. La L a cuesti6n cuestión de las normas sociales sodales es, por cierto, derto, fundamental, pero el inin­ terés debe centrarse menos en las divergencias poco habihabi­ com ente que en las divergencias tuales que se apartan de lo corriente corrientes que se apartan de lo habitual. Se puede dar por sentado que una de las condiciones condidones necenece­ sarias para la vida social sodal es que todos los participantes parddpantes comcom­ partan un conjunto único de expectativas normativas ((en en incorpo­ parte, las normas son sustentadas por haber sido incorporadas). Cuando se infringe una regla aparecen medidas restauradoras; agencias encargadas del control, o el mismo culpable, ponen punto final a la acción acdón perjudicial y rere­ paran el daño. Sin embargo, las normas de las que se ocupa este hóro libro se refle.ren refieren a la identidad o al ser, y pertenecen, por consiconsi­ guiente, a un género especial. El E l éxito o o el fracaso del manman­ gttlente, tenimiento de dichas normas tiene un efecto muy directo 1 Es ~ lo que Lemert, Socid píg. 75 yy sigs., ha ha ll• lla­ ~ ~~ ~h o lPathdogy, o a , , op. cit., pág. mado «desviación secundaria». 149 integridad psicológica dd del individuo. A sobre la íntegridad All mism tiempo, el mero deseo de obrar de acuerdo con la ñ norm ora --simple voluntad- no es suficiente, porque e — simple buena voluntad— muchos casos el individuo no tiene un control inmediat dd del nivel en que sustenta la norma. Es un problema qu atañe a la condición del individuo, no a su voluntad; es u problema de ajuste, no de sumisión. Solo si se introduce <◄ supuesto de que el indhdduo individuo debe conocer y mantener s pata su condición social, un equiv: lugar se puede hallar, para equiv; lente completo en la acción voluntaria. tales como 1 Además, mientras algunas de estas normas, tala visión y la capacidad para leer y escribir, pueden ser pe lo general mstentadas sustentadas con total adecuación por la mayorl mayor) de las personas en la sociedad, hay otras, tales como las r.n lacio.nadas Iadonadas con la prestancia flsica, física, que adoptan la form forir de ideaJes ideales y constituyen estándares ante los cuales asi casi tod el mundo fracasa en a i algún momento de la vida. lnclu1 Incluí donde se hallan implicadas normas ampliamente accesible su multiplicidad tiene por efecto descalificar a muchas pe Estadt sonas. Por ejemplo, según el consenso general, en Estad< Unidos, el único hombre que no tiene que avergonzarse c~ nada es un joven casado, padre de familia, Manco, blanco, urbaro urban1 norteño, heterosexual, protestante, que recibió cducaci~ educació superior, tiene un buen empleo, aspecto, peso y altura ad cuados y un reciente triunfo en los deportes. Todo non1 nort americano tiende a mirar al mundo desde esta perspecti~ perspectiv y esto constituye uno de los sentidos en el que puede h blarse de un sistema de valores comunes en Estados Un dos. Todo hombre que no consiga llenar cualquiera de est< este requisitos se considerará probablemente -por — por lo men< meni momentos— indigno, incompleto Incompleto e inferior; s% en algunos momentos-gunas veces se encubrirá y otras, tal vez, llegará a ser ap api logético y agresivo con relación a aspectos conocidos de mismo que sabe indeseables para los demás. Los valores (< firm identidad generales de una sociedad pueden no estar finn mente establecidos en ninguna parte en especial, y tero tent s1n sin embargo algún tipo de proyección sobre los encuentre encuerno que se producen continuamente durante el diario vivir, vivir. Por otra pane, parte, lo irnplicado implicado no son tan solo normas rel reí tivas a atributos de status algo estáticos. El problema r es simplemente la visibilidad, sino la intrusión; esto sigi, sign 150 que la imposibilidad de sustentar las numerosas D01"· nor­ menores, imponante importante en la etiqueta de la comunic:aci6n comunicación a cara, puede tener un efecto muy penetrante sobre la aceptabilidad del culpable en situaciones sociales.. sociales. Por lo k> tanto, no es muy provechoso tabular d el número de personas que sufren las dificultades humanas bosquejadas en este libro. Como lo sugirió Lemcrt Lemert en cierta oportuoportu­ nidad, el número sería seria tan elevado como uno quisiera;ª quisiera;2 3 y cuando se agregan los que poseen un estigma aceptado y quienes alguna vez o:perimentaron experimentaron la situación o están desdes­ fica mas cara tinados a experimentarla -aunque — aunque no sea más que el c:nen­ vejc:cimiento vejecimiento progresivo-, progresivo— , el problema ya no consiste en saber si una persona tiene experiencia con un estigma, porpor­ que de hecho la tiene, sino más bien cuántas ruántas son las varie­ vafie. dadcs dades de esa experiencia. Se puede decir, entonces, que las normas de la identidad moto divergencias como ajustes. Ya Y a se citaron engendran tanto dos soluciones generales para estas dificultades normativas. Una de ellas c:onsistía consistía en que una catcg0ria categoría de personas mstentara susténtala la norma, peto pero que se definiera y fuera definida por los detnú demás como la categoría no relevante para hacerse cargo de la norma y ponerla en práctica personalmente. La otra solución se dirigía al .individuo individuo que no puede manman­ tener una norma de identidad para separarse de ~ la k comucomu­ nidad que apoya la norma, o abstenerse de desarrollar un vinculo con la comunidad. Esta es, desde ya, una solución costosa tanto para la sociedad como para el individuo, aun cuando se prodmica produzca siempre en pequeñas cantidades. El proceso que aquf aquí se detalla constituye al mismo tiempo una tercera soluci6n solución de importancia para el problema de las normas no sustentadas. Por medio de estos procesos es posible que la base común de d e las normas se sustente mucho muebo más allá del círculo de aquellos que pueden hacerse cargo de ellas; este es, por supuesto, un enunciado relativo a la función social de d e estos procesos y no a a su causa o deseabideseabílldad. lidad. Están implicados el encubrimiento y el enmascaraenmascara­ miento, que suministran al estudioso una apllcaci6n aplicación espeespe­ cial de las artes del manejo de la impresión, artes básicas en 2 E. Lcmert, Lemert, «Some Aspects of a General Theory of Sodopathk Sociopathic Behavior•, Proceedings of the Pacilic Sadolo¡k,l Societ,, State havior», Cll en Procecdings tbe Pacific Sociologicd Society, Col.lqe XVI, Colifege of W•hington, Washington, XV I, 1948, píp. págs. 2'"24. 23-24. 151 ejerce un la Ib vida social, mediante las cuales el individuo ejeice re­ control estratégico sobre su propia imagen y los productos recogidos por los demás. También está implicada una forma cooperación tácita entre normales y estigmatizados: el de cooperaci6n que se desvía puede permitirse continuar ligado a la norma se­ porque los demás tienen buen cuidado en respetar su serestan imponancia creto, pasan por alto su a i revelación o testan importancia a las pruebas que descubren un secreto; estos otros, a su ai estigvez, pueden permitirse ampliar su cautela porque el estig­ matizado se abstendrii abstendrá voluntariamente de reclamar una conq11c los normales con­ aceptaci6n aceptación más allii allá de los límites que sideran cómodos. normal El E l desviado desv iad o n o rm a l Deberfa Debería pues, advertirse que el manejo del estigma es un rasgo general de la sociedad, un proceso que se produce rasdondequiera existan normas de identidad. Los mismos ras­ ttate de una diferencia muy implícitos sea que se trate gos están impllcitos estigmágrande, del tipo tradicionalmente definido como estigmaavergontico, o de una insignificante, de la cual la persona avergon­ roosizada se avergüenza de estarlo. Se puede sospechar, por consi­ sao guiente, que el rol del normal y el rol del estigmatizado son tda misma una de recortes partes del mismo complejo, td a panes orienestándar. Desde luego, los estudiosos que tienen una orien­ consecucncfa tación psiquiiittica psiquiátrica han señalado a menudo la consecuencia tad6n ti~ patológica de la autodcnigraci6n, autodenigración, señalando al mismo tiem­ po que el prejuicio contta contra un grupo estigmatizado puede constituir una forma de enfermedad. Sin embargo, no nos pautas de hemos ocupado de estos extremos, porque las pautss consideradas en este ensayo se comcom­ respuesta y adaptación c:onsjderadas prenden totalmente dentro del marco de referencia de la psicología normal. Se puede dar por sentado, en primer psicologfa lugar, que las personas que poseen estigmas diferentes se situación bastante similar y responden encuentran en una s.iruaci6n de una manera parecida. Un farmacéutico amable conversa farmacon todos sus clientes del vecindario; por ende, las farma­ buscias de barrio son evitadas por estigmatizados que bus­ -personas personas sumacan medicamentos de cualquier índole — 1'2 mente diversas, que companen comparten solo una necesidad: la controlar infotmacióo-. información— . En segundo lugar, se puede de coutrolar las dar por sentado que el normal y el estigmatizado tienen la mismas características c:aractcdsticas mentales y que esto es lo corriente esen nuestra sociedad; el que puede desempeñar uno de es­ desempe­ tos roles tiene entonces lo que se requiere para desempees otro, u estigma un de respecto hecho, ñar el otro, y, de experiencia para haha­ probable que haya adquirido cierta uperiencia Más importante aún es sefialar señalar que la noción nodón misma cerlo. Má vergonzosas supone una semejanza respecto de diferencias verg<>n%osa iden­ de creencias decisivas: aquellas relacionadas con la idencreen­ tidad. Aun cuando un individuo posea sentimientos y creencias bastante anormales, es probable que sus intereses y las estrategias empleadu empleadas para ocultar estas anormalidades a romo lo su¡iere los demás sean perfectamente normales, como sugiere la situación de los ex enfermos mentales: dificuludes_se .centra centra cq en el significado de un Una de las dificultadCLse «empleo apropiado». A veces los pacientes no pueden, pero par­ más a menudo no quieren, explicar por qué un trabajo particular es «inapropiado» o imposible para ellos. Un hombre maduro no podía decidirse a explicar que la oscuridad le fe producía tanto tenor terror que insistla insistía en compartir su dormi• dormi­ un tia, y que le resultaba imposible tener ou torio con una tía, empleo que implicara volver solo a su casa en las noches quepero si debía que­ de invierno. Intentaba vencer su miedo, peto caía en un estado de colapso flsico. físico. darse solo una noche, aúa En un caso así -y — y hay muchos otros-, otros— , los temores del ex ridículo, al desprecio yy•a la severidad le vuelven sl ridiculo, enfermo al redw:a o no conserva los difícil «pié rechaza dificil poder explicar por qué trabajos que se le ofrecen. Se lo puede entonces catalogar fácilmente como poco adicto al trabajo o no empleable, lo resultará financieramente desastroso.* desastroso* que resuJ.tará D e manera análoga, cuando una persona que ~vejece envejece des-des­ De el nombre de algunos de sus cubre que no puede recordar d amigos más cercanos, dejará de ir a los lugares de reunión así una donde es probable que los encuentre, ejemplificando asf molestia y un plan que implican capacidades humanas que nada tienen que ver con el envejecimiento. to,. eit., pi¡, J Mi&, y Mili*, op. cu., pág. 10$. Por consiguiente, si se denomina desviada a la persona e matizada, convendría llamarla desviada normdl, norm al, al m en la medida en que su situación se analice dentro del o: a de referencia que se presenta aquí. &iste w Existe una prueba directa de este yo-otro, de la ur estigmatmdo-normal. parecerla que aqu estigmatizado-normal. Por ejemplo, parecería cuyo estigma es de pronto dimJnado eliminado mediante una a ex operación quirúrgica pueden ser visros vistos ntpidamcnte rápidamente p como personas que alteraro alterare mismos y por los otros corno dirección a Jo lo aceptable,• aceptable,* as{ así como Sqtl aqu personalidad en diiecci6o en quieocs pro.oto aparece un defecto puede.o, quienes de (fe pronto pueden, m coi lativa latíva rapidez, ezpcrímentar experimentar un cambio camino en su persona aparente.• aparente.6 Estos cambios caminos percibidos parecen ser resu tesu del lugar que ocupa el individuo en una nueva nuera rdaci6n relación intera las contingencias de la aceptación propias de la inten cara a cara. cara, y con el consiguiente empleo de nuevas i< tegjas tegias de adaptaci6o. adaptación. Otras pruebas importantes provi de experimentos sociales sodales en los que los sujetos a s conscientemente un defecto ((en en fonna forma temporaria, po pe puesto), tal como una sordera parcial; en estoS estos cu. cas comprueba que tienen espontéeamente espontáneamente las mismas l'Cl m nes y rrecursos n es y e c u r s o s que los que estm están en realidad impedidos Hay H a y que mencionar m e n c io n ar también otro o tr o hecho. Dado que el de un status s t a tu s estigmatizado e s tig m a tiz a d o a a otro normal se s e produce sum.iblemcnte una su m ib le m e n te en u n a dirección d ire c c ió n deseada, es e s compre, co m p ra que una vez producido pueda ve2 p r o d u c id o el cambio c a m b io p u e d a ser s e r resistidc resistide cológicamente « iló g ic a m e n t e por el individuo. in d iv id u o . Pero P e r o es muy m u y difícil d ifíc il prender p r e n d e r c6mo c ó m o los individuos in d iv id u o s que q u e sufren su fre n una repentina re p e n tin a 1i formación fo rm a c ió n de d e su vida v id a -de — d e normal n o rm a l a a estigmatizadae s tig m a tiz a d a — pt pi sobrevivir s o b r e v iv ir psicológicamente p s ic o ló g ic a m e n te al a l cambio; c a m b io ; sin embargo, e m b a rg o , a menudo m e n u d o lo lo hacen. h a c e n . El hecho de que q u e se puedan n « ambos a m b o s tipos tip o s de transformaciones tr a n s fo rm a c io n e s -pero — pero en especial e s p e c ia l !i timatim a — sugiere su g ie r e que las capacidades c a p a c id a d e s estándares e s tá n d a r e s y el en! eni miento habilitan para manejar m ie n to corriente c o rrie n te nos h a b ilita n p a ra m a n e ja r las do do sibilidades, sib ílid a d e s. Y, Y , una u n a vez v e z aprendidas a p r e n d id a s estas posibilidad, p o sib ilid a d » resto, lamentablemente la m e n ta b le m e n te ,1 es fácil fácil. Aprender que se est~ est¿ 456 4 Macgregor y colab., op. cit., eit., págs. 126,129. 126-129. 5 !bid., pigs. 110-114. Ibíd., págs. Meyereon, •Experimental «Experimental Injury: An Approach to 6 L. MeyCl'50II, ro the mies /:,111,s, IV, m ía of Physkal Physical Disabilicy», Disability», en Jorm,111 Journal of Social htues, ~ - 69-71. Véuc págs. Véase tambi~n también Griffin, op. tit. 1'4 limite, o que no se está despu& después de haberlo estado, allá del lfmite. estado. no es, pues. pues, algo complicado; es simplemente simplemcote una nuera nueva ieubicaci6n muco de referencia, refetencia, .,7 reubicación dentro de un antiguo marco un asumir para pata sí s í lo que antes anees pensaba que rcsidfa residía en los estigmatízación repentina no demás. Lo doloroso de una estigmatizaci6n surge. surge, entonces, de la confusión del individuo respecto de tino del conocimiento exacto de su nueva su identidad, sino situación. Tomado, pues, a través del tiempo, el individuo es capaz de representar ambas partes del drama normal-desviado. nonnal-desviado. Sin ~mbargo, embargo, debe advertirse que, por más que esté encajado en un breve momento social, el individuo puede ser ca­ capaz de desempeñar ambas funciones, revelando una capa­ cap• cidad general no solo para llevar a cabo los dos toles, roles, sino también el aprendbaje ejeaprendizaje y 7 el dominio necesarios para eje­ cutar en forma corriente la conducta de rol requerida. Desde luego, esto se ve facilitado por el hecho de que los roles de estigmatizado y normal no son meramente complemen­ complementarios, sino que presentan ciertos d en o s paralelos y semejanzas notables. Los int&prctes conintérpretes de cada rol pueden evitar el con­ con el otro como medio para lograr d tacto c:on el ajuste; cada uno de ellos puede sentir con ramn totabnente razón que no es totalmente aceptado por el observada d otro, y que Sil su propia conducta es obsecrada demasiado de cerca. Puede permanecer con sus «pares» «pares~ simplemente para no tener que enfrentar el problema. Ade­ Además, tanto las asimetrias asimetrías o diferencias existentes entre los roles como la tarea común y decisiva de mantener la si­ situad6n tuación sociul social que estal está en marcha se mantienen a menudo dentro de tales límites. Debe existir una sensibilidad sufi­ su&dente ciente al rol del d d otro para que cuando una de las partes de la pareja normal-estigmatizado no emplee ciertas técnicas otra sepa cómo introducirse y asumir de adaptación, la otta el d rol. Por ejemplo, si la persona estigmatizada no consigue realáta, la normal puede presentar su defecto de manera realista, asumir esa tarea. Y cuando los normales intenten ayudar dificulcon tacto a la persona estigmatizada a resolver sus dificul­ tades, esta puede apretar I~ los dienres dientes y aceptar airosamente la ayuda sin tomar en cuenta la buea.a del buena voluntad d d esfuerzo. Las pruebas de este rol bicéfalo están est4n al alcance aJcance de todos. Por ejemplo, ya sea en broma o en serio, 1a la gente trata de encubrirse, y lo hace en ambas direcciones, dentro o fuera u, de la categoría estigmatizada. O Otra pruebas es el tra fuente de pinchas psicodrama. Esta enfermoi E sta «terapia> «terapia» da por sentado que los enfermo! mentales y otras personas que están más mú allá ~ del límitt límii. pneclen, rcpresenta.1 pueden, en el escenario, cambiar los papeles y representa! el rol de normal f~nte repre, frente a otro que en ese momento repte senta el de estigmatizado; y, de hecho, pueden realizar est; est, teatralizacíón sin demasiadas indicaciones teatralización índicaciones y con apreciable apreciabl, habilidad. Um, d,: que el indivi inclivi Una tercera fuente de pruebas de duo el dt de dúo puede desempeñar simultáneamente ambos :roles, roles, d normal y el de estigmatizado, proviene de las burlas er a privado. Cuando están reunidos, los normales nonnales «rem «remedan• ed a» a una clase de estigmatizados. Puesto en iguales circuns cimmstandas, el estigmatizado remeda tanto a los normales come come: a sí mismo. En son de chanza, representa escenas de degra degradación dadón con uno de sus pares, a cuyo cargo se encuentra el d d más cruel ctu d de los normales, mientras él interprete papel del mientra a interptttl momentáneamente el rol complementario, para pasar de improviso a una rebeldfa rebeldía vicaria. Como parte de este triste placer recurrirá al uso burlón de apelativos que aluden al generalmente tabúes ixta».T El Es estigma, genemlmente tab6es en la sodedad sociedad «m «mixta..' necesario repetir aquf estigma-a aquí que esta clase de burla del estigm tizado no demuestra tanto dcierto distancia habitual e tto tipo de distanda del el hecho fundad d individuo respecto de sí mismo como el funda mental de que, en primer lugar, una persona estigmatizad* ~tim es como cualquier otra que conoce el punto de vista qu< (111' los otros tienen de personas como ella, y que se diferends diferencia de estos por tener una razón ru.ón especial para resistir la detrae detrae:, d6n norma.les, dón provocada por el estigma en presencia de los normales y la facultad especial espedal de expresarla cuando están ausentes. Los representantes profesionales del grupo proporcionan un Wl caso especial superficial de un lenguaje y 1111 espedal del d d empleo superfidal ur lo: estilo autoabusivos. Cuando representan a su grupo ante 101 normales pueden encamar de un modo ejemplar los ideales idealei7 7 Por ejemplo, con respecto a los negros, véase Johnson, op. cit. pág. 92. Sobre el uso de «loco» por enfermos mentales véase, poi ejemplo, I. Belknap, Human Problems of a State Mentel Hospital, Nueva York: McGraw-Hill Book Company, 1956, pég. 196, y J. Kerkhoff, How Thim tbe Ved, Nueva York: Greenbog, 1952, pég 152. Da vis, «Devi anee Disavowal», en op. cit., págs. 130-131, propor ñoña ejemplos relativos a los impedidos físicos, señalando que II utilización de tales términos con ios normales es un signo de qoc estos son «sabios». 156 últimos, ya que, en parte, fueron eletJidos elegidos por SCf ser de estos IÜbDIOS, capaces de hacerlo. Sin embargo, cuando atienden cuestiocuestio­ pueden sentirse especialmente nes sociales entre sus pares pieden han olvidado el modo de obligados a demostrar que no haq obrar del grupo pupo o su propia ubicaci6n, ubicación, y, de esta manera, emplear en escena un clialecto, dialecto, gestos y expttSiones expresiones nativas que configuran una caricatura humorística de su identidad. ((LLaa audiencia puede entonces disociarse de lo que alÚl aún concon­ serva e identificarse con lo que todavfa todavía no es.) Sin emem­ bargo, estas representaciones tienen a menudo un aspecto pulido y cuidado; es evidente que algo fue puesto entte entre paréntesis y elevado a la categoría de arte. De D e todos modos, se encuentra por lo general en el mismo representante la capacidad de ser hasta cierto punto más cnorma1i. «norm al» que la mayoría de los miembros de su categoría que se orientan en esta direc:ci6n, dirección, mientras que, al mismo tiempo, puede bxuxmet el idioma nativo con más energía que aquellos de imponer tu categoría que se orientan en esta dirección. Y, Y , si un reteN presentante carece de esta aptitud para pare mmejar manejar dos cans, cares, se verá forzado a desarrollarla. ae E stig m a y realidad re alid ad Estigma Sostuvimos hasta aquí la necesidad de atribuir un papc1 papel fundamental a las discrepmcias discrepancias entre la identidad social real y la virtual. Pusimos el Wasis énfasis en el manejo de la tensión y de la información, es decir, en la manera en que el individuo estigmatizado puede presentar a los otros un yo descrédito. Pero Peto detenemos precario, sujeto al abuso y al descr6clito. aquf aquí crea una perspectiva parcial, que atribuye una realidad a6lida sólida a algo que es mucho más endeble que eso. El E l estigestig­ mati7.ado y el oonnal matizado normal son pme parte d el uno del otto; otro; si uno dede­ muestra ser vulnerable debe esperarse que el otro también lo sea. Poique bnputa.r identidades a individuos, desacrePorque al imputar ditables o no, el marco social más amplio y sus habitantes se comprometen en cierto modo a s{ sí mismos, por ser ellos quienes pasan por tontos. Todo esto ya ha quedado implfcito implícito en el enunciado de que, a veces, el encubrimiento se rcali7.a realiza porque se considera di- 1'7 vertido. La persona que se encubre en fon forr ocasional, a menudo relata el incidente a si si como prueba de la simpleza de los nórmale normale los argumentos relativos a la d de que todos 10$ d él racionalizaciones} ¿1 y los normales son meras racionalizaciones. de identificaci6n identificación producen la risa y el regoc encubre y de sus amigos. Del D el mismo modo corrientemente ocultan su identidad personal pueden sentir placer en tentar al diablo Ilev versación con normales confiados a un terre tette sin saberlo, s,qberJo, estos hacen el papel de tontos i11 clones ciones que la presencia del que se encubre <e completo. E En ca.sos, lo que aparece <, n dichos casos, es h la persona que tiene una diferencia, sino i y cada uno de los que se encuentran en la !¡ intentan mantener pautas convencionales de de• t Sin embargo, existen, e:z:isten, por supuesto, ejemplo cjcJnplc rectos de que lo amenazado es la situación, Los impedidos flsicos, expuc físicos, por ejemplo, expue muestras de simpatía y averiguaciones-por averiguaciones. por jJ ños, pueden, a veces, proteger su íntimidat intinúdac práctica una conducta no precisamente precisainente caut< cauu muchacha a quien le faltaba una pierna y era, e.ra, víctima de frecuentes interrogatorios intertogatorios por ps PII traños, inventó un juego que llamó «jamón responder aa una pregunta , que consistía consísrla en teSpOtlder cación cadón presentada en forma dramáticamente JDuchacha muchacha en la misma situación informa de similar: Las preguntas relativas a cómo habta pen:lidcl había perdido fastidiaban; por eso, inventó invent6 una respuesta jJ naba todo tipo de interrogatorio: inte!rogatorio: «¡Pcdf dinc «¡P ed í diñe pañía de préstamos y retienen mi pierna ccom oa pafiía También se citan respuestas breves que poi cucntro cuenteo no deseado: 8 Véase Goffnan, Goffman, Asylums, AzyJums, op. át., cit., pág. pq. 112. 9 Bakcr, dt'., págs. 92-94. Baker, op. «/., 10 Henrith 7 Kriegel, op. cit.r cit., pág. p6g. 50. 50, Henrich y «¡Mi pierna.> «jM i pobre niña! Veo que ha Ha perdido su pierna.» Y esa es la oportuDidad oportunidad para el d /<>U&hi: lonché: «¡Qu6 «¡Q u é descuido de 11 mi parte!» JDi parte! >..11 Además, existe el arte mucho mu<:ho menos corth cortés de engañar al otto, otro, mediante el cual, en d transcurso de situaciones sodales, miembros activos de grupos desventajados desventa]ados elaboran ciales, una historia sobre ellos mismos y sus sensaciones ante los normales que torpemente les profesan simpat!a, simpatía, hast.a hasta que la historia alcanza un punto en que resulta patente que se trata trota de una pura invención. Una mirada fcla fría puede, por supuesto, impedir de entrada un encuentro, como lo ejemplifican las memorias de un enano agresivo: Estaban los indiferentes, que miraban tni.raban como montañeses que bajan al pueblo para ver un espectáculo ai:nbulante. ambulante. Los 6sgooes, fisgones, de tipo furtivo, que se alejaban ruborizados si sí los pescaba mirando. Los compasivos, que chasqueaban la lenlen­ P.ª gua con tal fuerza que se los podía oír cuando ya estaban lejmi. lejos. Pero los peores de todos eran los charlatanes. charlatanes, cuyas observaciones podrían podrfan resumirse asi: así: «¿Cómo «¿C óm o está usted, pobre muchacho?>. muchacho?». Lo L o deáan decían con sus ojos, con sus gestos y oon con su tono de vaz. voz. Mi defensa c:Usica dásica era una mirada &fa. fría. Así, A si, anestesiado contra mi contrinca.nte, contrincante, pod{a podía lidiar con el d problema básico*, húico: 12 entrar mitrar y salir vivo del d d subterráneo. subterráneo.13 A partir de aquí no hay m'5 más A niños que un paso hasta basta los nifios invmdos inválidos que se las arreglan de vez eo en cuando para so.r• sor­ prender a alguien que los agrede, o las personas que <:Ottts cortés pe.ro pero claramente son excluidas de determinados ambientes, y que cortés y claramente penetran en esos ambientes con toda determinación.u determinaddn.1® 11 XI Baker, op. cit., piíg. pág. 97, en. en Wright, Wríght, op. cit.\ cit., .,,,. pág. 212. Víscardí, A Man's Man s Stat•re, Statare, pág. 70, eta en \Vrignt, Wright, op. til., cit., pág. 214. 12 Víscardi, Sobre técnicas similares empicadas por un hombre que tiene prfios garfios \'ásc véase RusscU. RusscU, op. di., d t„ pigs. pígs. 122-12}. 122123. 13 Un ezpcrirncnto experimento relativo •a estoa estos casos apua-c aparece en M. Kolm Kohn y 1' A. Williams (h.), (h .), «Situatimw «Situational Pattcmin8 Pittcraing in ¡n ~ Ititetgrcup R.clation..., Rdations», B.. ca .A,-riam American Sociolo1iul Socklogtcd Rnln, Reoiew, XXI, X X I, 19'6. 1936, pfp. págs. 164-174. La realidad social sustentada por el auembro miembro & d particular categoría de estigmatizados y el noi tiene, en sí, una historia. Cuando -por — por ejemplo del divorcio o la etnicidad etniridad irlandesairlandesa— un atril gran parte de su fuena fuerza como estigma, habrá un el que la definición previa de la situación sen ser* renovados ataques: primero, quwí, quizá, desde los ese esc trales, y posteriormente durante los contactos lugares públicos, hasta que deje de ejercer un ce ct sobre aquello a lo cual puccle presta.! puede fácilmente presta! como sobre lo que debe mantenerse en secreto samente sámente iporado. ignorado. A modo de conclusión, deseo repetir que el estiJ estij no tanto un conjunto de individuos concretos en dos grupos, los estigmatizados y los normale nórmale penetrante proceso social de dos roles en d el a dividuo -menos en divlduo participa en ambos rolc:s,roles, al al-menos textos y en algunas fases de la vida. El E l normal matb:ado matizado no son personas, sino, más bien, ¡:j Estas se generan en situaciones sociales durant duran! mixtos, en virtud de normas no verificadas qu mente juegan en el encuentro. Los atributos di un individuo en particular pueden convertido tendrá que repiescnw representar el papel de es reotipo; tencló casi todas las $ituaáones situaciones sociales sodales que le toe toe en cuí referirse a ~. ¿ 1, tal ClOD10 como lo he hecho hecho,1 será natural tdctirsc a estigmatizado cuya situación vital lo ubica en o: particulares atri los normales. Sin embargo, sus partiwlam naturaleza de los e t matizantes no determinan la natunleza normal y el di estigmatizado, sino simplemente L Y con que desempeña uno de ellos en especial. Y lo implicado Implicado son roles de intcracri6n, interacción, no indi a c to s, no resultañ resultará sorprendente que en muchos aeros, dase de estigma exluoa exhiba que tiene una cierta clase todos los prejuidos contra .es todoli prejuicios normales dirigidos rontra tienen otta otra clase dase de estigma. derto, que la. la interac interne Ahora bien, parece, patece, por dctto, cara, al menos en la sociedad norteamericana, 1¡ de tal modo que es particularmente propensa conflicto considerado en este ensayo. Parece t las discrcpandas discrepandas entre la identidad virtual y la 160 ducirán dudrán siempre, y siempre darin darán lugar a uo un necesario mama­ nejo de la tensión ((con ocjo con respecto al desacreditado) y de la información (con respecto al desacreditable). Y en los casos de estigmas muy visibles o inttusivos intrusivos -o — o transmisibles a lo largo de las descendencias descendendas familiares-, familiares— , las inestabilida• inestabilida­ des resultantes de la interacción· pueden tener un efecto suinteracdón'pueden su­ mamente penetrante sobre aquellos a quienes se les otorga el rol de estip.atizado. peráestigmatizado. Sin embargo, la indeseabllidad indeseabilidad perci­ bida de una pertenencia personal particular, particula,, y su capacidad para disparar estos procesos de normalidad y estigmatir.ación, radón, dt.tten tienen una historia propia, historia que es regular e intendonalmente modificada por la acción social. sodal. Y, Y , aun• aun­ que se puede argüir que los procesos del estigma parecen fundón social general -la — la de conseguuconseguir wia una tener una función pata la sociedad entre aquellos que no son ayudados ayuda para ella— y que en este nivel son probablemente resistenresisten­ por ella- tes al cambio, se verá que parecen estar implicadas fun. fun­ clones dones adicionales, adidonales, que varlan varían en forma sensible según d el tipo de estigma. la L a estismatizaci6n estigmatizadón de aquellos que prepre­ serltan sentan malos antecedentes morales puede funcionar clacla­ sodal fomaal; formal; la estigramente como un medio de control social matizacidn matizadón de aquellos que pertenecen a ciertos dertos grupos a. ra­ ciales, religiosos y ~trucos ¿tilicos funciona como un medio para dales, eliminar a estas minorías de las diversas vfas vías de la compecompe­ tencia; y la desvalorización desvalorizadón de los que tienen desfiguraciodesfiguradones ~ interpretar, tal vez, como una conses corporales se p puede con­ tribuci6n tribución a una nec:esma necesaria 1imitacro11 limitación de las elecáooes elecciones de pareja.u. pareja.14 Agradezco a David Matza esta última sugermci,. sugerencia. 14 Apad~ 161 5. Las divergencias y la desviación que Una vez que las dinámicas de una úna diferencia Vetgon7,0S8 vergonzosa son consideradas como un rasgo getieral general de la vida social, se puede continuar ínvestigqndo investigando la relación que vincula so su estudio con el de asuntos conexos asociados con el término «dcsviadón» «desviación» (deviance), ( deviance), palabra actualmente de moda. moda, que ha sido, en cierto modo, evitada hasta ahora en este ensayo, a pesar de lo conveniente del tótulo.l rótulo.1 A partir de la noción muy general de un grupo de indiviindivi­ duos que comparten ciertos valores y adhieren a un concon­ junto de normas sociales relativas a la conducta y a los atributos personales, petsonales, se puede dar el nombre de «diver• «diver­ gente» (deviator) ( deviator) a todo miembro individual que no adad­ hiere a las normas, y de «divergencia» ( deviation) deviation ) a su peculiarid.ad.* No peculiaridad.* N o pienso que todos los divergentes tengan tantos puntos en común como para justificar un análisis eses­ mtfs de lo que se parecen, en parte, por pecial; difieren en más el tamaño marcadamente disímil de los grupos en los que 1 Es notable que los que se ocupan de laa las ciencia ciencias sociales se hayan babiruadcnan Hcilmeota al-uso habituado tan fácilmente al uso cid. deL wmino término «demado• «desviado» (tÚf1i4111), (deviant), como si aquellos a quienes se les aplica mvieran tuvieran suficientes elementos en común como para poder hacer sobre ellos, en tanto totalidad, observaciones significativas. Así como bayellos~!es hay perturbaciones iatrogéDicas, nicas, ptoducto producto de la wea tarea que realizan los m&lioos médicos (que se ooacon­ vierten luego en nuevas fuentes de trabajo), existen categorías de viertcn ~ catqOdas personas creadas por los estudiosos de la socimad, sociedad, y luego. luego, eshlestu­ penonss diadss diadas por ellos. ** Se presenta en este punto 11118 una difícil cuesti6n cuestión terminol6gica. terminológica. Como se verá en el resto testo del cap!tul.o, capítulo, Goffmsn Goffman S1Jbsume subsume la pareja de términos der,i11nce deviance y deviant en la csteg0rfa categoría más amplia de tlevitztion deviation y devi4tor, deviator, respectivamente. Hemos ptderido preferido con1CtVar conservar para aqueaque­ llos la tr.ducci6n traducción corriente comente (desviac'.ón (desviación y desviado), tndudendo traduciendo los dos últimos por «divergencia"' «divergencia» y «divergente,.., «divergente». El devillttW deviator o diverdiver­ gente sería, pues, el individuo que no adhiere a las normas de un grupo, aun cuando ello no .implica necesariamente que el grupo lo rechace o margine. (N. del E.) = ~~caJ:!~ ~ 162 '°:U~ aparecen las divergencias. Sin embargo, podemos subdivi• gubdivi­ clir dir el área en porciones más pequeñas, algunas de las cuales vale la pena examinar. Se sabe que en ciertos pequeños grupos muy unidos la posición destacada y ratificada de uno !le de sus miembros se puede asociar con la facultad para diver¡ir divergir y, en consecuenconsecuen­ cia, para ser un divergente. La L a relación de dicho divergente con el grupo, y el concepto que los miembros tienen de él, son tales que impiden la reestructuración en virtud de la didi­ vergencia. ((Sin Sin embargo, cuando el grupo es grande, el miemmiem­ con­ bro eminente advertirá que sus componentes deben concordar por entero en todas las formas visibles.) El E l miembro definido como físicamente enfermo se halla, en cierto modo, en la misma situación; si maneja en forma fotma correcta su stasta­ tus de enfermo puede apartarse de los estándares de funfun­ cionamiento, sin que esto sea tomado como un reproche hacia hada ~ él o hacia su relación con el grupo. El E l miembro cmiemi­ t:icnte nente y el enfenno enfermo tienen entonces libertad para divergir, a causa, predsamente, de que por no llevar a una reidenti­ reidcntificación, sus divergencias divergendas pueden no ser tenidas en ettenta; cuenta; ficaci6n, su especial espedal situación demuestra que no son más que desdes­ au 2 viados, en el sentido habitual de este término.* término. En muchos grupos y comunidades muy cerradas hay ejemejem­ plos de un miembro que se desvía, ya sea en !os los hechos o en consecuen­ los atributos que posee, o en ambos, y que, en oonsecuenconvirtiéndose en cia, llega a representar un rol especial, convirti~dose un símbolo del grupo y en actor de determinadas funciofundo­ nes bufonescas, aunque se le niegue el respeto que se otorga a a otros miembros maduros. maduros.88 Por lo general, este individuo deja de practicar el juego de la distancia social, aproxirruinaproximán­ dose a los demás y permitiendo que estos se aproximen a él. Bs E s a menudo el él centro centra de atención atendón que congrega a los otros en un drculo círculo de participación en tomo de ~. él, aun cuando esto lo despoje en parte de su status de participante. Fundona como la mascota del grupo, aunque en algunos aspecaspec­ ciona tos estli está en condiciones condldones de ser un miembro normal. El E l idiota 2 La compleja relad.dn relación de un divergente con su grupo ha sido rere­ cientemente :recondderada reconsiderada por L. Coser, cSorne «$ome Functions Funcdons of Deviant Behavior and Norma Nonnarive Socio. tive Flexibility», Flaribüity», en American Journal of Sociofogy, LXVIII, LXV III, 1962, págs. logy, pitgs. 172-181. 3 Sobre estas 'fy ottas otras funciones fundones del desviado véase R. Dentler y 163 del pueblo, el borracho de la aldea y el payaso de son ejemplos tradicionales; el gordo fraternal es e< driamos esperar encontrar solo una persona con d racterísticas por grupo, puesto que no se necesita racterfsticas is ejemplos no harían sino aumentar el pe: p« una; m m,s comunidad. Se lo podría denominar desvillllo comunic:t-d. desviado en para t'e(:Otdat recordar que se desvía respecto de un grupo no simplemente de dé las normas, y que su intensa aUJ aui bivalente inclusión en el grupo lo distingue de otra clase divergente: el aislado grupal, que se halla ec mente en simaciones situaciones sociales sodales con el grupo pero qu ma parte de él. Cuando el desviado cndogtupal ¿1. ((Cuando eodogtupal e: e por extraños, el grupo puede acudir en su ayuda; e < aislado grupal es atacado, probablemente deba pele Hay que advertir que todos los tipos de divergci di verga considerados están establecidos estableados dentro de un dra día que se difunde amplia infotmación biogrifica a información biográfica ellos, d ios, una identificación personal completa. Se señaló que en los grupos más reducidos el des tragrupal se distingue de otros divergentes porqui porqw renda reacia de ellos. d ios, mantiene una relación oblicua cot coi moral sllstentada sustentada en general por los otros miem míen evidente que, si junto con el d del desviado endogru¡ endogru] mos considerar otros roles sociales, sería útil escoi e$co¡ Dos líos cuyos actores no siguen el d ritmo de la mor, mora triente, tríente, aun cuando no se los conozca como diver¡ diveq se tl'aslada traslada el «sistema de referencia» de los pequ, pequ pos de tipo familiar a otros que pueden sustentar u espccializaci6n especializactón de roles, dos de estos se welven vuelven t, Uno de estos roles moralmente mal alineados es e nistro o el del sacerdote, ya que el actor está obliga balizar la vida virtuosa y a vivirla más allá de Jo bolizar lo el d otro es el d del oficial de justicia, ya que para el infracciones visibles de los demás son su rutina dia día infrag;iones Además, al traslado del «sistema de referencia» referencia• comunidad local de relaciones cara a a cara al mu amplio de los centros metropolitanos {(yy sus áreas K. Ericbon, Eridcson, «1ñe «The Functions Funcñons of Deviance Deviarce in Groups•, Group»», en , bkm1, pqs. 9&-107. bUms, VII, 19,9, 1959, págs. 98-107. 4 Este Estetema temacsul estádesarrollado desarrolladoenenH.H.B«ker, Becker,011tsldtr1, Outsiders,N~N Free Press of Glcncoe, Glencoe, 1963, pqs. págs. 145-16). 145-163. 164 reunión y residencia) corresponde un va­ de reuni6n UD cambio en la vaóedad riedad y signi6cado significado de las divcrgendu. divergencias. Nos p~ N os interesa aquí una de dichas divergencias: la que pre­ sentan individuos que redman rechazan voluotaria voluntaria y abiertamente el lugar social que se les concede. concede, y qÜe que actúan de manera irregular y, en cierto modo, rebelde ante nuestras institucioinstitucio­ nes básicas:• básicas:* la familia, el sistema de clasificación escolar por edades. edades, la estereotipada divwcSn división de roles entre los sese­ xos, el legitimo /ull-time, manteai• legítimo empleo full-íim e, que implica el manteni­ gubemamiento de una identidad personal única ratificada gubernaE stos son mentalmente, y la segregación de clase y de raza. Estos posición a título los «desafiliados». Los que adoptan esta posicl6n individual y por su cuenta pueden denominarse czcéntricos excéntricos o «ratos"'«raros». Aquellos cuya actividad es colectiva y se centra dcntto dentro de ciertos edilicios edificios o lugares (y, a menudo, en una actividad especial) pueden llamarse cultistas. Los que se una subcomunidad o medio pueden denominarse reúnen en un• dewWos desviados sociales, y su vida colectiva, comunidad desviada.• desviada* Constituyen un tipo especial, pero solo un tipo, de diverdiver­ gentes. Si hablamos de un campo de indagación llamado «desvia«desvia­ ción,i,; ción», quienes presumiblemente constituyen su núcleo son aquí. IncluíIndul­ los desviados sociales, tal como los definimos aqut. temos en 8 él a prostitutas, drogadictos, delincuentes, crimicrimi­ remos nales, músicos de jazz, bohemios, gitanos, comparsas de carnaval, vagabundos, borrachos, gente de ciroo, arc o , jugadores empedernidos, vagabundos de las playas, homosexuales,' homosexuales,7 y al mendigo impenitente de la ciudad. dudad. Esta es la gente a567 t=~ !:'!l: := no~.:=!ie 5 Un aspecto general que me sugirió 6 Dorothy Smith. «comunidad desviada» no es enteramente satisfactorio porque xi se trata o na no de potque vuelve más complicados dos problemas: si una comunidad peculiar, peculiu, según los estúlcwa estándares estructmala estructurales &ti, deri­ v,dos vados de un amlisi& análisis del conjunto de I• las comunidades amicntc:s; comentes; y sí si los miembros de la comunidad so0. son o no desviado& desviados &Ociaks. sociales. Un puesto militar unisexual en un territorio despoblado es Ulla una oomu• comu­ nfdad nidad desviada en d el primer sentido, pezo peto no a.«aarilmenre necesariamente umi una eomunidad comunidad de desviados sociales. 7 FJ ~ o •homo~ El t término «homosexual» ae se utiliza, por lo gci,eral, general, para batahacer alusión a todo aqud pr,cticu lle'll'llales aquel que interviene en prácticas sexuales manifiesta manifiestas su mismo sso; soco; la práctica *e denomina •bomo«homo­ con un miembro de au prictlca ae sexualidad». Este uso parece basarse en un marco mareo de rdcrend1 referencia m~ mé­ 112Ualidad•. dico-legal, y proporciona una cateaorizadón demasiado amplia y he­ inditerogénea para ser usada aqut. Yo me refiero únicamente a yin~ Ei término :6 Mtn =· 16, ~ro:r°u~~-~quft~~{t!''J!:i:m:rellii. quien se considera comprometida en cierto tipo de incap colectivo del orden social. Se los percibe como incai: utilizar las oportunidades de progreso existentes er et sos caminos aprobados por la sociedad; muestran W1 un desacato a sus superiores, asi como carecen de Ellos Hilos representan fracasos en los esquemas motiva de la sociedad. estableado el núcleo de la desviaci6n desviación soci~ socii Una vez establecido mos pasar a los ejemplos periféricos: polfticos políticos extl exti asentados en la comunidad. comunidad, que no solo votan de divergente sino que pasan más tiempo con sus pares es políticamente viajeros. cuyo riemp politicamente necesario; ricos viajeros, tiemp ajusta a la semana de trabajo del ejecutivo y pasan deambulando de un lugar de veraneo a otro; exp1 expa con trabajo o sin 61, él, que generalmente vagan en las o del PX P X y del American Express;* E x p ress;* los apóstatas de 1 I laci6n lación itnica, étnica, educados al mismo tiempo en el mum muñe viduos que participan en una comunidad especial de ento­ en la que los miembros del mismo sexo son definidos objeto sexual más deseable, y la sociabilidad está energétkai ganimda alrededor de la búsqueda y conservación de estos Según esta concepción, existen cuatro variedades básicas homosexual: los tipos femenino jr masculino que se halla insdtudones de custodia; 7 los círculos de invertidos f y masculinos existentes en los centros urbanos. (Para esi caso véase E. Hooker, op. cit.) Hay que advertir que un puede pertenecer al mundo de invertidos sin intervenir, en prácticas homosexuales, así como también explotar al invei diantc la venta de favores sexuales, sin participar social ni « mente de la comunidad de invertidos. (En este último sentí Reiss, op. cit.) Si el tétmino homosexual se usa para aludir que participa de un tipo particular de acto sexual, en: término «homosorualita» («homosexitéite») será necesario signar al que participa en un tipo particular de comunidad [Hemos traducido gay por «invertido», aun cuando del se desprende que su sentido es más amplio, y prácticamei dudble a! castellano. Con su significado de «homosexual mino pertenece al dtmg norteamericano; dentro de U km corriente tuvo siempre la connotación de «persona de vi óosa» o «ligera de cascos». (N. del E .)] * PX a r Post Exchangc, servicio de aprovisionamiento m cargado de la distribución de víveres, topas, equipos, e< los soldados de los cuarteles o campamentos. American E: una de tas compañías que otorgan créditos de coosuiqo para compras en determinados negocios minoristas. (N. J d E.) 166 padres,• y sociedad-madre y en el de la sociedad de sus padres,* m~ decididamente alejados de las rutas convencionales de mo­ advilidad abierw ante ellos, que recubren la socialización ad­ vllidad abiertas muc:bos normales quirida en la escuela del estado con lo que muchos religioconsideran una grotesca indumentaria de ortodoxia religio­ sa; los solteros de la metrópoli o los casados que en lugar apacide consumir constituir una familia apoyan una vaga sociedad, apaci­ familiar, En ble y de corta vida pero refractaria al sistema familiar. ~ntri• casi todos estos casos, como también en el de los excéntri­ desafiliacos y en el de los cultistas, aparecen muestras de desafina­ tod.os ción, que dan lugar a una delgada linea trazable entre todos ellos y los desviados que se encuentran en el otro extremo, es ellot decir, los desafiliados apacibles; apacibles: los que practican un hobby y son tan devotos de su pasatiempo que solo conservan la cáscara de sus vínculos civiles, como en el caso de algunos fervorosos coleccionistas de estampillas, jugadores de tenis y fan,ticos fanáticos de los autos deportivos. Tal como se señaló, los desviados sociales sodales rechazan su lugar temporaria• con ostentadón; ostentación; estos gestos de rebeldía son temporaria­ mente tolerados siempre y cuando se circunscriban dentro All igual que los de los límites ecológicos de su comunidad. A coostituyen un gethos étnicos y raciales, estas comunidades constituyen puerto de autodefensa y un lugar donde el individuo individúo desdes­ linea en la que es viado puede adoptar abiertamente una línea por lo menos tan bueno como cualquier otra persona. Pero, además, ademlfs, los desviados sociales sienten muchas veces que no solo son iguales a los normales, sino mejores que ellos, y lo que su vida es mejor que la que llevarían si no fueran lo sodales suministran que son. Por otra parte, los desviados sociales modelos de existencia existenda a los normales rebeldes, obteniendo no solo simpatías sino también reclutas. {Es (E s evidente que también los cultistas culristas obtienen prosélitos, pero el centro de DO en los estilos acción, no interés reside en los programas de acdón, caCOl'IVertine en ca­ «sabios» también pueden convertirse de vida.) Los «sabios* ruta, maradas de ruta. podrla De¡ar llegar a a desemdesem­ En teoría, una comunidad desviada podría peñar, la sociedad en general, algunas de 1111 las mismas peftar, para 1a pata su fundones funciones que lleva aa cabo un desviado endogrupal para the parents. o/ tbe 1oaet'j of 1ociet1 y sockty ** Juego de palabras pare,Jt lociety pPlabras entre parent (N. <N. del E.) 167 grupo, pero, si bien esto puede ser te6ricamente teóricamente cieno, d en o , hasta ahora parece haberlo demostrado. El basta E l problema ei te en que la extensa úca área de la cual provienen los re n de una comunidad desviada no es tan claramente un sil si una entidad, con necesidades y funciones, fundones, como lo pequeño RfUpo grupo cara a cara. Hasta aquí se han considerado dos tipos de divetgcntc divergente endogrupales y los sociales. Debemos mencionar dos conexas de categorías sociales. sodales. En primer lugar, los 1 ) 8 individuos que tiene étnicos y raciales radales minoritarios: minoritarios:8 común ((yy a a menudo un historia y una cultura en comd.n nacional común) hereditaria.mente Slsi nadonal com ún),, que transmiten hereditariamente dad de miembros de un grupo, que están estén en condicioi condidoi exigir signos de lealtad de algunos de los miembros, se encuentran en una posición relativamente desve.r desver en 1a la sociedad. sodedad. En segundo lugar, aquellos miembros clase baja que en forma bastante perceptible llevan la de su status en su lenguaje, su apariencia aparlenda y sus mod1 modi que, respecto de las institucione1 p,1blicas de nuestra insdtudones públicas dad, resultan ser ciudadanos dudadanos de segunda claae. Es E s evidente que los desviados endogrupales, los des sociales, los miembros de grupos minoritarios y las pe funcionar en ciertas dertas ocasiones de clase baja pueden fuoc:iooar individuos estigmatizados, inseguros inseguios de la acogida q interacción cara a cara y profundamente espera en la ihteracci6n cados en las diversas respuestas a esta situación. situadón. F.st Est derto aunque mú más no sea por la sencilla raz6n razón de ◄< cierto mayoría de los adultos están obligados a mantener rt organizaciones públicas, tanto comen:iales comerciales co coi nes con organi%aciones viles, donde se supone que predomina un trato co oo unifórme basado en nada mú más restrictivo que la COll cor uniforme de ciudadano, pero peto dOPde donde no falta la oportunidad d valorizadones expresivas denigrantes fundadas en w ui tir valorizaciones virtual de clase d ase media. Esú. E stá claro, daro, sin embargo, que una conslderaci6n consideradón acabi acabí cualquiera de estas cuatro categorías no-s nos aparta de :! es necesario tomar en cuenta CJl en el análisis del estigm analítico reciente Glass, «1 8 Pata Pua un tratamiento andftico m:íeore víase viase R, R. GLw, Outsiders: The Position of oí Misorldes•, Miaotides», ea en NN New Lcfs Rtview, Ouuiders: Le/s &vkw, invierno de 1962, p,gs. págs. 5+45. )44,. 168 i existen comunidades des'lliadas desviadas cuyos miembros, ejemplo, ezisten se especialmente cuando se encuentran lejos de su medio, no ae preocupan en forma particular de su aceptación social sodal y que, difícil analizar haciendo referencia al por consiguiente, es dificil manejo del estigma; un tjcmplo ejemplo lo constituyen ciertos .ID.eme­ dios de las playas cálidas de América, donde se puede encontrar a esos jóvenes j6venes envejecidos que no están dispuestos aa «contaminarse» con el trabajo y dedican todo su tiempo a probar las diversas maneras de cabalgar sobre las olas. Tampoco debe olvidarse que además de las cuatro ategorfas categorías menciona.das mencionadas existen algunas de personas que poseen ciertas desventajas y que no por ello están estigmatizadas; tales, por ejemplo, el individuo casado con una ~rsona me7.quina persona mezquina y ego!sta, egoísta, o alguien que no goza de una posición acomodada y debe criar a cuatro hijos,* hijos.' o el que tiene un impedimento físico ((por deficiencia auditiva) que ffsi.c:o por ejemplo, una ligera <!eficiencia interfiere en su vida, aun cuando todos, incluido il ¿1 mismo, 10 ignoran que lo padece.9 padece.10 He sufi. H e sostenido que lu I personas estigmatizadas ' matizadas tienen sufidentes situaciones situadones vitales en común como para justificar cientes una clasfücación clasificación conjunta que posi.bllite posibilite el d amlisis análisis de hedió una extracción de los aquellas. De este modo, hemos hecho tradicionales campos de los problemas sociales, relasodales, las idaciones dones étnicas, la desorganización social, Ja la criminología, Je la patología social sodal y la desviaci6n, desviadón, extracci6n extracción de algo que todos características comunes ,e se ellos tienen en común. Estas caracterfsticas pueden organizar sobre la base de unos pocos supuestos .re. re­ lativos a 1a la naturaleza humana. Lo L o que permanece en cada uno de los campos tradicionales podría pc,drfa entonces reexami­ reaaminarse por lo que hubiera de reelmcnte realmente especial en 6, él, con daría coherencia colierenda analítica •a lo que por ahora es lo cual se darla Conodendo qué una unidad puramente histórica y fortuita. C-onociendo es lo que co:mparten comparten campos ules míes como las rdadones rdadon es rara­ ciales, el envejecimiento envejedmiento y la salud mental, podemos conticonti­ nuar viendo, de una manen maneta aoal{tica, analítica, en qui qué se diferencian. Quizás, en cada caso la alternativa consistm'. consistirá en conservar Qums, las viejas t(rcas áreas esenciales, pero al IDeDOS menos quedará claro que 9 To,nbee, Toynbee, op. cj>. cu., d t ., caps. capa. u 13 y 17. 10 Se puede encontrar enamttar un ua ejemplo qanp)o tu m Henrich Hemich y1 Kriegel, Kñqel, op. di.. di.. ~p i 178-180.)- 169 cada una de ellas es simplemente un área a la cual d aplicar diversas perspectivas, y que es probable que .rrollo rrollo de cualquiera de estas perspectivas analitica analítica rentes no provenga de quienes dttunsc:ribcn dirunscriben su intc inti elusivamente a una tínica clusivamente única ¿rea úea esencial. 170 Indice 77 Pi·ólogo P r ó lo g o 11 11 l. 1 . &tigma E s tig m a e e identidad i d e n t i d a d ssocial o c ia l 11 11 Concepciones C o n c e p c io n e s preliminares p r e lim in a r e s El E l igual ig u a l y el e l sabio s a b io La L a carrera c a rre r a moral m o ra l 31 31 45 45 56 56 56 56 57 57 63 63 67 67 79 79 83 83 91 111 122 122 2. 2 . Control C o n t r o l de d e la l a información in fo r m a c ió n e e iidentidad d e n tid a d personal p e rso n al El E l desacreditado d e s a c r e d ita d o y el e l desacreditable d e s a c r e d ita b le La L a informaci6n in fo r m a c ió n social so c ial La L a visibilidad v is ib ilid a d La L a identidad id e n tid a d personal p e rso n al biografía La La b io g r a f ía Los L o s otros o tr o s como c o m o biógrafos b ió g r a fo s El E l encubrimiento e n c u b rim ie n to Las L a s técnicas té c n ic a s de d e control c o n tr o l de d e la la inforrnad6n in fo r m a c ió n El E l enmascaramiento e n m a sc a ra m ie n to yo del e e iidentidad d e n tid a d d el y o 126 126 3. 3 . Alienación A l i e n a c i ó n grupal gru p al 127 127 129 129 133 133 136 136 145 145 La L a ambiYalencfa a m b iv a le n c ia Las L a s presentaciones p r e se n ta c io n e s profesionales p r o fe sio n a le s Alienaciones A lie n a c io n e s endogrupales e n d o g r u p a le s Alienaciones A lie n a c io n e s exogrupales e x o g r u p a le s polrtica La La p o lític a de d e la identidad id e n tid a d 171 148 4. El yo y el otro 148 152 152 157 157 DDivergencias iv e rg e n c ia s yy nnormas o rm as EEl l ddesviado e s v ia d o nnormal o rm al realidad EEstigma s tig m a yy re a lid a d 162 J ,5. LLas a s ddivergencias ive rg en cias yy lala ddesviación esv iación 172 Bibliot.eca Biblioteca de sociología 1/ícMle Abbote, Libertad y sociedad de masas Ificheie Abbate, Haywcrd R. Alker. Alker, El uso de la matemá.tica Hayward matemática en el análiaís análisis Político político Pierre Ansart, Allsart, El naciPliento Píeme nacimiento del anarquismo Pierre Ansart, Las 80Ciologías wntemporáneas Píeme sociologías contemporáneas Daoid B. Apter, Estudio de la modemización modernización Da11id E. Peter Bachrach, Critica de la teoría elitista de la democracia Brian M. &rry, Barry, Los sociólogos, loa los l!(onomistu economistas y la democracia Reinhard &ndi.r., Bendix. Estado nacional y ciudadanía Reinhard &ndiz, Bendix, Max Weber Oliver OUver Benson, El laboratorio de ciencia política httr Peter L. &rger, Berger, c,,mp., camp.. Marxismo y sociología. Pen;pectivas Perspectivas desde EuroEuro­ pa oriental Peter L Berger y Thomoa Thomae Luckmann, Peur L. LuckmaM, La construcción social de la realidad Bímbaum, L Laa crisis de la sociedad industrial Norman Bimbaum, Hubert Huberi M. Blalou, Btaloch, fnll'oducción Introducción a la inveatigación investigación social Justicia comoc:ompetenciaa. como competencias. Tres TVea ensayos de Luc Boltanshi, Boltanski, El Amor y la Juaticia sociología de la acción 7bm Bottomore y Rabert Robert Niíbtt, NiJJbet, comps .• Historia del ami.lisis 7boí Bottomorey rompe,. análisis sociol6gieo sociológico Severyn T. Bruyn, La perspectiva humana en sociología Waiter Bucktey, Buckl,y, La sociología aociolOIÍa y la t.eoria teoría moderna de los sistemas Do,i.ald T. Julion C, Stanley, Diseños Dormid T, Campbell y Julián Diseñas experimentales y cuaaiuperimentalee eiexperimentales en la lnvestl¡:ación investigación social Erri111t Nagel, Introducción a la lógica y al método Morris R. CoMn Cohén y Ernett científico, 2 vola. vols. Lew/4 Nuevoa aportes aporte■ a la teoría del conflicto social hernia A. Coser, Nuevos Míchtl vols. Míe Así Cnnier, Croríer, E! El fenómeno burocrático, 2 vola. Mit!hel Crwier, Michel Croeíer, La sociedad bloqueada Dav,d Easton, Esquema para el análisis político Daoid Bastón, David Easton, comp., Daoid Bastón, comp.. Enfoquee Enfoques sobre teoría política S. N. Bieenstadi, Ei.sen,stadt, Modernización. Moderniuu:i6n, Movimientos de protesta pl'Otl!Sta y cambio social Antholi.y EUiott, Elliott, Téoría Teorfa social y psicoanálisis p1icoanáiísis en transición. Sujeto y soAnthony so­ ciedad de Freud a Kristeva Mike Featherstone, consuma y posmodermsmo Mw Feothtrstom!, Cultura de consumo posmodemismo Ra:,mond Firth, Elementos de antropología social Raymond Jonatha11 Friedman, Identidad cultural y proceso global Jonathan FriA!drichs, Sociología de la sociología Robert W, W, Friedrichs, Joseph Gabel, Qabet. So,:iologia Sociología de la alienación