Subido por nenasalas1990

LA MAESTRA TOMASA

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LA MAESTRA TOMASA
El primer día de clases, la maestra Tomasa se enfrentó a sus alumnos de 5º
grado, les dijo que ella trataba a todos los alumnos por igual y que ninguno era su
favorito.
Pedrito estaba sentado en la primera fila, un niño asocial, con una conducta
intolerable, siempre andaba sucio y despeinado.
El año anterior, lo había tenido como alumno en una clase complementaria y veía
a Pedrito como un niño muy antipático, por lo que le daba gusto marcar con una
"D" en lápiz rojo los trabajos que Pedrito le entregaba.
Era costumbre en la escuela que el maestro revisara la ficha acumulativa de cada
niño del archivo de la Dirección los primeros días de clase. La de Pedrito fue la
última que ella revisó.
Cuando comenzó a leer la historia de Pedrito, la maestra se encontró con varias
sorpresas:
Primer Grado: La Maestra había escrito: "Pedrito es un niño brillante y muy
amigable, siempre tiene una sonrisa en sus labios, trabaja a tiempo y tiene buenos
modales. Es un placer tenerlo en mi clase".
Segundo Grado: "Pedrito es un alumno ejemplar, muy popular con sus
compañeros, pero últimamente muestra tristeza porque su mamá padece una
enfermedad terminal".
Tercer Grado: "La muerte de su mamá ha sido muy difícil para él. Trata de hacerlo
lo mejor que puede, pero sin interés. Tampoco el papá demuestra interés en la
educación de Pedrito. Si no se toman medidas, esto va a afectar la vida de
Pedrito".
Cuarto Grado: "Pedrito no demuestra interés en la clase. Cada día se cohíbe más.
No tiene casi amistades y muchas veces duerme en clase".
Después de leer todo esto, la Maestra Tomasa sintió vergüenza por haber juzgado
a Pedrito sin saber las razones de su actitud. Peor se sintió cuando en la Navidad
todos sus alumnos le obsequiaron regalos envueltos en finos papeles, a excepción
de Pedrito, que lo envolvió en una bolsa de tienda. Abrió todos los regalos y
cuando abrió el de Pedrito todos los niños se rieron de su contenido: un frasco de
perfume usado y una pulsera que le faltaba alguna de sus piedras preciosas. La
maestra se puso inmediatamente la pulsera y se echó un poco de perfume, así los
niños dejaron de burlarse de Pedrito.
Ese día Pedrito se quedó después de la clase y le dijo a su maestra: "Hoy Usted
huele como mi mama". Tomasa, al quedarse sola lloró durante una hora. Ese día
tomó la decisión de cambiar; en vez de dar clases de lectura, escritura y
matemáticas, escogió enseñar a los niños.
La maestra Tomasa decidió ponerle más atención a Pedrito, notando que mientras
más lo "animaba". Pedrito ponía más atención e interés en lo que hacía. Al final
del año Pedrito estaba convertido en el niño brillante que había sido y era el
primero de su clase. La maestra, aunque había asegurado el primer día de clase
que "todos los niños serían tratados igual", sentía que Pedrito era su preferido.
Pasaron seis años y la maestra recibió una nota de Pedrito diciéndole que se
había graduado de bachiller y quedado en tercer lugar en la promoción. También
le decía que ella era la mejor maestra que él había tenido.
Cuatro años después, volvió a recibir noticias, le contaba que aunque se le estaba
haciendo muy difícil pues trabajaba para pagar sus estudios, pronto se graduaría
en la Universidad con honores y le recordaba que ella era la mejor maestra que
tuvo en su vida.
Pasaron cuatro años más y Pedrito le informó que se había graduado con honores
y le recordaba que ella era la mejor maestra que había tenido en su vida. La carta
estaba firmada con "Doctor Pedro Altamira".
En la primavera siguiente, la maestra Tomasa volvió a tener noticias, esta vez le
contaba que había conocido a una joven con la que se iba a casar y quería saber
si podía asistir a la boda y tomar el lugar de sus padres, ya que su padre también
había fallecido. La maestra Tomasa aceptó con mucha alegría y el día de la boda
se puso el brazalete y el perfume que Pedrito le había regalado.
Cuando se encontraron, se abrazaron muy fuerte y el doctor Altamira le dijo en el
oído muy bajito: "Maestra Tomasa, gracias por haber creído en mí. Gracias por
haberme hecho sentir que era importante y que yo podía hacer la diferencia". La
Maestra con lágrimas en los ojos le respondió: "Pedro tú estás equivocado, tú
fuiste el que me enseñó que yo podía hacer la diferencia. "¡Yo no sabía enseñar
hasta que te conocí!".
(El que tenga oídos que escuche)
(El que tenga ojos que vea).
"Tienes que aprender a sacarte piedras de la mochila, sino, llegarán a pesar tanto
que no podrás seguir caminando". Peter Pan....
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