Inmortalidad Del Alma En Las Religiones Judía y Cristiana PARTE I. RAZONES HISTORICAS HERENCIA ANTIGUA Tanto judíos como cristianos, en su mayoría, creen en la inmortalidad del alma, pero ¿qué base histórica y bíblica existe para tal creencia?. Consideremos para comenzar, el siguiente comentario que aparece en la Jewish Encyclopaedia (Enciclopedia Judía): “La creencia de que el alma continua su existencia después de la disolución del cuerpo –después de la muerte- es un asunto de especulación filosófica o teórica más que de fe, y no está en ninguna parte así enseñado en las Santas Escrituras” , tomado del artículo “Inmortalidad del Alma” vol. VI, p.564 –énfasis nuestro a lo largo del presente escrito-. El mismo artículo anterior continua: “La creencia en la inmortalidad del alma llegó a los judíos por el contacto con el pensamiento Griego, y principalmente a través de la filosofía de Platón (428-347 AC), su principal exponente, quien fue conducido a esto por medio de los misterios Órficos [culto místico de la antigua Grecia] y Eleusinos [rituales sagrados de festivales sagrados en la antigua Grecia], en los cuales se entremezclaban los puntos de vista babilonios y egipcios “ (p.566). Como se puede inferir del artículo de esta reconocida enciclopedia, para los judíos, la doctrina de la inmortalidad del alma vino de filósofos griegos, quienes habían aprendido tal enseñanza de los misterios paganos de Babilonia y Egipto. Recordemos que Israel estuvo bajo la influencia griega por casi 300 años. Los griegos prohibieron el Judaísmo y obligaron a apostatar a los judíos. A pesar de la reacción independentista de los Macabeos, la influencia griega en el pensamiento judío no fue deleznable. Herodoto (484-425 AC), el famoso historiador griego del siglo 5 a.c., admitió que: “Los egipcios fueron también los primeros en aseverar que el alma del hombre es inmortal...... Esta opinión, en diferentes periodos de tiempo, ha sido tomada por los griegos como suya”. El primer filósofo conocido en ir a Egipto y consultar a los egipcios sobre este tema fue Sócrates (470-399 AC),. Después de su regreso a Grecia, se encargó de impartir la enseñanza de la inmortalidad del alma a Platón (428-347 AC), su más famoso discípulo, quien a su vez fue maestro de Aristóteles (384-322 AC). Compárese a continuación, lo que ha enseñado y enseña actualmente muchas iglesias con lo expresado por Platón en su obra Fedón: “El alma, cuyo atributo inseparable es la vida, nunca admitirá lo opuesto a la vida; la muerte. Así que se muestra que el alma ha de ser inmortal, y ya que es inmortal es por lo tanto indestructible ...¿Creemos que exista una cosa tal como la muerte?. Y ¿no es esto más que la separación del alma y el cuerpo?. Estar muerto es el logro de esta separación, cuando el alma existe en si mismo ...” ¿No nos suena esto un poco familiar con lo que escuchamos en muchas iglesias modernas? Virgilio (70-19 AC) el poeta popularizó esta doctrina a lo largo y ancho del mundo romano de la época, pero ¿cómo fue que esta enseñanza se convirtió en doctrina fundamental de la vasta mayoría que profesa el cristianismo? ENSEÑANZA “CRISTIANA” La introducción de esta superstición dentro de las iglesias fue un proceso gradual, como tantas otras, que tomó siglos en arraigarse. Los primeros “padres de la iglesia” discreparon con respecto a este punto. Por el año 160 d.c., Justino Martir (100165 DC), el filósofo samaritano convertido al cristianismo escribió: “Pero nuestro Jesús Cristo, siendo crucificado y muerto, y habiendo ascendido al cielo, reinó, y por esas cosas que fueron publicadas por los apóstoles, hay alegría ofrecida a aquellos que esperan la inmortalidad prometida por El” (Ante-Nicene Fathers, vol 1, p.176. Como se ve muchos de estos hombres sabían que no poseían inmortalidad natural dentro de ellos mismos. Orígenes (185-254 DC), un maestro del cristianismo antiguo, altamente considerado por la iglesia católica, y originario de Alejandría (Egipto), mezcló las especulaciones de Platón con ciertas partes de la Biblia, y llamó a su filosofía neo(nuevo)platonismo. He aquí lo que Orígenes escribió alrededor del año 200 DC.: “Las almas son inmortales, como Dios mismo es eterno e inmortal” (Anti-Nicene Fathers, vol IV. P.314, 402). Orígenes profesó abiertamente ser un platonista, por creer en la inmortalidad del alma. Otro maestro del cristianismo de finales del segundo siglo después de Cristo, Tertuliano (160-220 DC) del Norte de Africa, escribió: “Pues algunas cosas son conocidas, aún por la naturaleza: la inmortalidad del alma, por ejemplo, es sostenida por muchos .....por lo tanto, puedo usar la opinión de Platón, cuando declara: `Cada alma es inmortal`” (ibid, vol III, p.547). De manera pues, que las ideas personales de estos hombres influyentes ayudaron a moldear el pensamiento de todo el mundo cristiano profeso. Nótese que la mayoría de ellos eran conversos del paganismo, cuya educación y formación desde la infancia estaba impregnada del pensamiento greco-romano, y aún de prácticas esotéricas y místicas del culto babilónico, lo cual en muchos casos se trató de armonizar con el cristianismo legado por los apóstoles, distorsionando así el sentido original del verdadero evangelio. Sin embargo, algunos escritores y maestros cristianos de la época, condenaron el cambio de enseñanza de Cristo por la de Platón, como es el caso de Arnobio (284-305 DC) por la época del emperador Constantino (280-337 DC), quien amonestó dichas enseñanzas tal como sigue: “...aquellos que son extraviados por una opinión extravagante de ellos mismos, en el sentido de decir que sus almas son inmortales...quisieran deponer su arrogancia habitual, oh hombres, que llaman a Dios su Padre, y mantienen que sus almas son inmortales como lo es El?” (ibid, vol VI, p.440).. Arnobio sostenía que el alma humana no era inmortal por naturaleza, pero era capaz de vestirse de inmortalidad por medio de la gracia de Dios. Después de la época de Constantino, quien forzó al Imperio Romano a aceptar una fe “cristiana” universal, otro prominente maestro, teólogo y filósofo de extracción norafricana, Agustín (354-430 DC), “santificó” la doctrina de la inmortalidad del alma en su libro La Ciudad de Dios. Finalmente, después de otros escritores influenciados igualmente por la filosofía griega en referencia, surgió el maestro escolástico más grande de la iglesia católica, Tomás de Aquino (1225-1274 DC), llamado el Doctor Angélico y Príncipe de los Escolásticos, quien de forma definitiva estampó permanentemente la doctrina de la inmortalidad del alma en el mundo cristiano. Pero no sólo se convirtió esta doctrina en dogma religioso en el mundo medieval, sino que aquellos que osaron rechazarla eran considerados como herejes. FINALMENTE IMPUESTA POR LA FUERZA Justo antes de la Reforma Protestante, el Quinto Concilio de Letrán, Roma, en 1513 emitió el siguiente decreto: “Mientras que algunos se han atrevido a aseverar concerniente al alma racional, que ésta es mortal, nosotros con la aprobación de este sagrado concilio, condenamos y reprobamos todos aquellos que aseveren que el alma intelectual es mortal, viendo, de acuerdo al Papa Clemente V, que el alma es .....inmortal....y decretamos que todos los que se adhieran a tales falsas aseveraciones serán evitados y castigados como herejes “. Eso significaba que cualquiera que enseñara la verdad sería entregado a las autoridades civiles para ser castigado. ¡Y el castigo por lo general era severo! EL PUNTO DE VISTA PROTESTANTE INICIAL Durante la Reforma, algunos de los primeros protestantes trataron de descartar la doctrina de la inmortalidad del alma. Martín Lutero (1483-1546 DC) por su parte declaró que la Biblia no enseñaba la inmortalidad del alma (Defense, Proposition Nº 271). “Lutero sostuvo que el alma moría con el cuerpo, y que Dios en el futuro levantaría tanto el uno como el otro” (Historical View, p. 344). Sin embargo, en años posteriores cambio de opinión, probablemente forzado por lo impopular de la enseñanza de la inmortalidad condicional en las masas populares y por considerar de mayor urgencia la predicación de la justificación por la fe y no por obras. ¡Cuán diferentes fueron las primeras enseñanzas de Lutero al respecto con respecto a la doctrina protestante de hoy en día!. Estas son las propias de Lutero, expresadas en el año 1.522: “Es probable, en mi opinión, que, con pocas excepciones, en efecto los muertos duerman en la más completa insensibilidad hasta el día del juicio....Sobre que base o autoridad se puede decir que las almas de los muertos no pueden dormir ..... de la misma manera que los que están vivos pasan en un sueño profundo el intervalo existente entre el momento de acostarse a dormir en la noche hasta que se levantan en la mañana? (Tomado de La Vida de Lutero de Michelet, edición Bohn, p. 133). Estas enseñanzas iniciales de Lutero nunca han cesado de perturbar a los teólogos protestantes, quienes han readaptado las enseñanzas de las civilizaciones antiguas de Egipto y Grecia. William Tyndale (1492-1536 DC), el impresor del primer Nuevo Testamento en inglés, y otro de los reformadores, escribió lo siguiente: “Al poner las almas que partieron en el cielo, infierno, o purgatorio, usted destruye los argumentos utilizados por Cristo y Pablo para probar la resurrección .... Si el alma está en el cielo, díganme entonces, resurrección?” ¿que necesidad hay de la Ah, ésa es una pregunta muy buena. Los reformadores protestantes se encontraron con el hecho de que la gente no estaba dispuesta a cambiar su creencia al respecto. Gradualmente, los mismos reformadores fueron cediendo a la tradición popular – tradición que tiene sus raíces en la filosofía y especulación pagana. Por eso es que la mayoría de gente que va a las iglesias cristianas hoy, han abrazado sin preguntarse estas creencias no bíblicas. El apóstol Pablo (3-62 DC) escribió acerca de estas mismas especulaciones: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo” (Colosenses 2:8). La Biblia, como veremos más adelante, no es la fuente de la creencia ampliamente aceptada de la inmortalidad del alma. Aunque parezca sorprendente a muchos sinceros cristianos y estudiosos, la Biblia claramente enseña que la el hombre es mortal. PARTE II. RAZONES BIBLICAS LA CREACION DEL HOMBRE A fin de entender si el hombre tiene o no un alma inmortal, nada mejor que analizar el relato bíblico original [escrito en hebreo] de la creación del hombre. El relato del Génesis en referencia se ha traducido de varias maneras, por ejemplo en español se tiene entre otras: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un alma viviente” Génesis 2:7 [versión Reina-Valera 1960] Hay tres ideas básicas que se desprenden del relato bíblico: La parte física del hombre proviene de la tierra, implicando que todo elemento químico presente en el organismo humano debe existir en el planeta tierra, lo cual está demostrado plenamente. • Dios aportó algo adicional de su propia naturaleza, es decir, un soplo de vida, algo inherente solamente al creador. • La unión de la parte física del hombre con el ingrediente divino adicional resulta en un ser viviente, de la misma manera que un bombillo encendido resulta de la combinación del bombillo (virio, filamento y base metálica roscada) y de la electricidad. • Para mayor claridad analicemos las palabras utilizadas en el idioma original: el hebreo. “Ser viviente” se escribió en las Escrituras hebrea como “ néfesh jayyah”. Esta expresión aparece 7 veces en el Antiguo Testamento. Veamos un ejemplo: “Jehová dijo: Produzca la tierra seres vivientes (heb.néfesh jayyah) según su género .....” Gen.1:24 Como se ve, el alma viviente no fue puesta en el hombre, como algo externo a él, sino que el aliento o soplo de vida fue puesto en el hombre, y lo convirtió en un alma o ser viviente. Por otro lado, la palabra hebrea néfesh aparece 755 veces en el Antiguo Testamento en hebreo, y se la ha traducido de diferentes maneras de acuerdo al criterio del traductor. Las principales formas, por ejemplo en la versión Reina-Valera 1960 son: 362 veces como “alma”.Por ejemplo, en Génesis 12:13; Números 16:38; Salmo 6:3, Ezequiel 3:19 143 veces como “vida”. Por ejemplo, en Génesis 19:20; Job 27:8; Salmo 35:4; Ezequiel 14:14 68 veces como”persona”. Por ejemplo, en Génesis 12:5; Levítico 5:15; Números 19:13 12 veces como “ser(animal,cosa) viviente”. Pormejemplo, en Génesis 2:7; Levítico 11:46 12 veces como “muerte”, “muerto”, “cadáver”. ejemplo, Levítico 21:1; Números 5:2 Por 10 veces como “ánimo”. Por ejemplo, en 1 Crónicas 22:19; Proverbios 28:25 7 veces como “voluntad”. Por ejemplo, en Génesis 23:8; Jeremías 15:1 3 veces como “corazón”. Por ejemplo, en 2 Samuel 3:221; Proverbios 23:7 2 veces como “apetito”. Por ejemplo, en Proverbios 6:30 2 veces como “deseo”. Por ejemplo, en Eclesiastés 6:7 El vocablo hebreo nephesh se refiere más al ser humano como tal que a una parte constitutiva del mismo. Por lo tanto es más correcto decir que el hombre es un nephesh o alma, como declara la Biblia, en lugar de afirmar que tiene un nephesh, como sostienen muchos grupos religiosos. El equivalente griego en el Nuevo Testamento es psuje, el cual es tomado de la Septuaginta [traducción de las Escrituras del hebreo al griego, hecha en el tercer siglo antes de Cristo; versión ésta mayormente utilizada por la iglesia cristiana primitiva]. Este vocablo figura 102 veces en el Nuevo testamento en griego. En la versión Reina-Valera 1960 de la Biblia, psuje se tradujo, de acuerdo al contexto y a las creencias particulares del traductor, en las siguientes formas: 48 veces como “alma” 36 veces como “vida”. Por ejemplo: Mateo 6:25; Marcos 3:4; Juan 10:11; Hechos 15:26; 1 Juan 3:16 7 veces como “persona”. Por ejemplo: Hechos 2:43; 27:10; 1 Pedro 3:20 3 veces como “ánimo”. Por ejemplo: Hechos 14:2,22 3 veces como “ser viviente”. Por ejemplo: Apocalipsis 8:9; 16:3 2 veces como “corazón”. Efesios 6:6; Colosenses 3:23 Pero ......, cuando el hombre muere ¿ Qué sucede?. De acuerdo a la Biblia este trance se describe con cierta claridad en Eclesiastés 12:7 “Y el polvo vuelve a a la tierra, como era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio” El término espíritu mencionado en este pasaje, que en hebreo es “ruaj”, es el mismo término utilizado en el relato de la creación del hombre en Génesis 2:7, traducido como aliento de vida. El hombre, como ya se explicó, no tiene en sí mismo un alma inmortal, que lo capacite a seguir viviendo aparte de su cuerpo después de la muerte. Ese mismo espíritu que se encuentra en el hombre vivo, se menciona en pasajes tales como: Job 32:8; Zacarías 12:1; 1 Corintios 2:9-14. Este espíritu no es el hombre, sino la esencia espiritual, por así decirlo, que Dios puso en el hombre, y que unido al cerebro físico de hombre forman la mente humana. Este espíritu le imparte al cerebro del hombre sus capacidades únicas del intelecto y personalidad –la habilidad para pensar racionalmente y tomar decisiones libremente. Pero esa fusión espíritu-cerebro se transforma en una especie de “grabación espiritual” o “molde” de la persona entera, donde se preserva la memoria, el conocimiento, carácter y apariencia, y que a la hora de la muerte del hombre, regresa a Dios y es “archivada” hasta el tiempo de la resurrección cuando volverá a ser utilizada para formar el ser resucitado. Pero mientras tanto, no tiene conciencia de sí misma, por eso la Biblia dice en Eclesiastés 3:5 que “..los muertos nada saben..”.