“NUESTRA SOCIEDAD QUIERE SER INMORTAL Dr. Jacinto Bàtiz NUESTRA SOCIEDAD QUIERE SER INMORTAL Hace unos días, leía en una revista profesional un artículo que se titulaba “Entre la muerte inevitable y la búsqueda de la inmortalidad” que me hizo reflexionar bastante sobre el empeño que estamos teniendo en considerar la muerte como una etapa de la vida que podemos evitar y nuestra insistencia en la búsqueda de la inmortalidad. Pues bien, de estas reflexiones que me provocó la lectura detenida de este artículo les quiero hacer partícipes. Cada día nos impresiona más el posible alcance que la moderna tecnología tiene sobre la salud de las personas, sobre la prevención y cura de sus enfermedades, sobre la prolongación del periodo de bienestar de nuestros mayores y la correspondiente reducción de la fase precaria del proceso de envejecimiento y sobre la prolongación progresiva de la duración de la vida. Algunos, con gran osadía, se atreven incluso a anunciar la posibilidad de alcanzar la inmortalidad, pretensión que constituye el reto más expresivo de la arrogancia de los conocimientos humanos frente a los principios biológicos que continúan presidiendo las leyes de la naturaleza y de la vida. Aunque no debemos ignorar que el ser humano conoce cada vez mejor la biología hasta el punto de ser capaz de manipular la vida genéticamente. Por otra parte, la sociedad vive de espalda a la muerte, juzga la muerte como un fracaso y procura postergarla cada vez más, asumiendo como un triunfo la cultura de los trasplantes y la sustitución de tejidos y órganos por nuevos tejidos o por prótesis artificiales. Esta sociedad llega a creer que la tecnología puede solucionar todos sus problemas de salud y, cuando se habla de demorar o evitar la muerte, ya no le parece una utopía más o menos absurda e inalcanzable. En entonces cuando nos tenemos que preguntar ¿dónde estamos?, ¿hacia dónde vamos? Porque, mientras vivimos ocupados por las necesidades de la práctica diaria, en ciertas mentes se está gestando una nueva concepción médica de la vida y de la muerte. Todos los progresos de la moderna tecnología generan una sociedad que se resiste cada vez más, a aceptar la muerte, pretendiendo ignorar que ésta se produce inevitablemente en ausencia de enfermedad y de accidente, y que cualquier vida humana, por muy afortunada que sea genéticamente, es excepcional que sobrepase la utópica barrera de los 110 años. No obstante se están haciendo grandes esfuerzos para conocer los mecanismos que regulan la duración de la vida, para prolongar al máximo el periodo de buena salud, para retrasar en lo posible el periodo de envejecimiento. Con todo y con ser innato en el ser humano el deseo de conservar la vida y la resistencia a aceptar la muerte, hoy por hoy continúa siendo obvio e incuestionable que la vitalidad de las especies y su continuidad necesitan la existencia de la muerte. El hecho es que la muerte continúa siendo inevitable y que el ejercicio de la medicina debe, por tanto, contemplar como objetivo básico 1 “NUESTRA SOCIEDAD QUIERE SER INMORTAL Dr. Jacinto Bàtiz no solo el mantenimiento de la vida, sino también todos los requerimientos humanos y científicos ciertamente complejos que necesitan las personas que se hallan en el periodo que precede a la muerte o se están muriendo. Pero es necesario que tengamos en cuenta que esta lucha a ultranza que propone la medicina técnica puede conducir a una situación en la cual cada vez se pregunte menos al paciente cómo y dónde quiere morir y que se le niegue así el protagonismo de su propia muerte. Es triste pensar que, al adquirir el ser humano más poder sobre las leyes que gobiernan la vida, puede caer a la vez en un proceso de progresiva deshumanización, especialmente manifiesto cuando llega a interferir en el derecho elemental que tiene toda persona a una muerte natural, digna y tranquila. Mientras continúa esta vertiginosa y apasionante carrera que el ser humano ha emprendido durante muchos y muchos años de ejercicio de la medicina deberá seguir asistiendo las enfermedades y discapacidades que están ahora afligiendo a la humanidad. Si bien y paralelamente asistiremos también a sucesivas victorias que ayudarán sin duda a reducir y comprimir cada vez más la duración del periodo de la enfermedad. Es lógico que con gran lentitud vaya prolongándose la duración de la vida, aunque las leyes de la naturaleza son lo suficientemente sabias para contemplar como necesaria la renovación más pronto o más tarde, pero inexorablemente, de todas las especies que habitan nuestro maravilloso planeta. Aunque piensen que no tiene nada que ver con el título que les he propuesto para este artículo desearía llamar la atención sobre algo que no nos debiera dejar tranquilos después de haber observado que con nuestra técnica deseamos vencer la muerte, es decir, conseguir la inmortalidad. Es un hecho vergonzoso para la condición humana, que todos estos avances tan espectaculares, vinculados claramente al poder económico, puedan determinar un progresivo distanciamiento y la marginación de los países que están incluidos en el Tercer Mundo. Porque si bien se habla de globalización, es una realidad flagrante que los numerosos recursos económicos que se destinan a todas estas inversiones, no son, ni de lejos, de alcance universal. Para ello tengamos en cuenta los siguientes datos extraídos de un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS): Mientras la esperanza de vida con buena salud es de 72,8 años para los españoles y de 74,5 años para los japoneses -que ocupan el primer lugar de la lista-, en Sierra Leona es tan solo de 25,9 años, y que hay aún 13 estados entre los 191 miembros de la OMS donde es menor de 35 años; 32 donde es inferior a 40 años, y 51 con una esperanza de vida menor de 50 años, similar a la que se registraba en EEUU hace ya un siglo. Tal vez esto nos haga pensar algo más: la inversión en la investigación y en el desarrollo de la salud continúa centrada en los problemas de salud de sólo el 10% de todos los ciudadanos del mundo, los cuales forman parte de la población más rica, y únicamente un 10% de los recursos económicos globales está destinado al 90% restante de la población mundial. 2 “NUESTRA SOCIEDAD QUIERE SER INMORTAL Dr. Jacinto Bàtiz Y mientras somos capaces de prolongar artificialmente la vida negando la muerte y buscando la inmortalidad, no somos capaces de evitar que otros, con menos suerte por destino geográfico en el Planeta y condición económica incluso en nuestra propia ciudad, padezcan enfermedades ya olvidadas para nuestra moderna tecnología. Nuestra sociedad actual es capaz de resolver grandes retos de “unos pocos” empleando grandes recursos económicos, pero es incapaz de resolver los retos sanitarios comunes de “otros muchos” porque los recursos económicos son limitados. Tal vez seamos una sociedad osada por querer ser inmortales, pero de lo que sí estoy seguro es que somos una sociedad injusta desde el punto de vista sanitario. Dr. Jacinto Bátiz Jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS (Santurtzi-Bizkaia) 3