Subido por Benjamín

09-10-Clase-Cristianismo-y-Mitraismo

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CURSO DE FORMACIÓN EN
Alexis López Tapia
Director
Canal de Radio y Televisión Santiago de Chile
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CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA
GEOGRAFÍA SAGRADA
Ramo :
Profesor:
Introducción a la Geografía Sagrada
Alexis López Tapia
Mitra fue un dios asociado al Sol, de origen Persa,
que fue adoptado en el imperio Romano.
La precesión de los equinoccios fue descubierta
por Hiparco de Nicea, como ya hemos dicho al
principio, hacia el año 125 a.C.
Este equinoccio constituía una referencia fija que
servía para medir las posiciones de las estrellas
supuestamente pegadas o fijas en una bóveda
celeste de cristal.
¿Qué ser sobrenatural podía mover todo el firmamento de
estrellas? Sin duda, tenía que ser un dios poderosísimo.
Este poder fue atribuido a Mitra, lo que originó alrededor de él toda
una religión monoteísta de carácter “científico” y elitista. Mitra fue
declarado dios protector de Roma hacia el 62 a.C. De hecho,
compitió con el cristianismo hasta el siglo IV.
Originalmente, Mitra era un dios solar de Persia, cuya adoración se
difundió más tarde en la India y el Imperio romano.
Según el escritor belga Franz Cumont, en su estudio publicado a
comienzos del siglo XX,1 el origen del mitraísmo se encuentra en la
antigua Persia (en el actual Irán).
El origen de esta divinidad indoirania puede remontarse hasta el II
milenio a. C.: su nombre es mencionado por primera vez en un
tratado entre los hititas y los mitani, escrito hacia el 1400 a. C.2
En la misma época, en la India, se estaba escribiendo el Rig-Veda,
que dio origen a la religión védica, mil años anterior al hinduismo.
Mitra es también uno de los dioses mencionados en el Rig-veda.
En la religión védica (mil años anterior al hinduismo) Mitra es uno
de los Aditias, los hijos de la diosa Aditi. Según algunas fuentes,
sus hermanos pueden ser siete u ocho, aunque otras referencias
llegan a decir que hasta treinta y uno. Aditya indica su clasificación
de dioses solares y/o del cielo. Según el Rig-veda, Aditi es una
deidad femenina, madre de todos los dioses, esposa de Kashiapa e
hija de Daksa, un dios progenitor del universo.
Se dice que ella lo contiene todo, y se le podría considerar como
«naturaleza» o «diosa primigenia creadora».
En el Rig-veda, Mitra es un dios secundario del sol, siendo mucho
más conocido Suria, que sí queda bien definido como el Dios Sol en
todas las escrituras en las que se le menciona.
El Mitra védico nunca va solo, sino en compañía de su hermano
gemelo Varuna, según el Rig-veda, y los dos están incluidos entre
los dioses hermanos Aditias.
Mitra está relacionado con los juramentos, las promesas, los
contratos, la honestidad, la amistad y los encuentros, así como
considerado como el suave sol del alba. No suele tener tanto
protagonismo como su conflictivo hermano, y por ello suele pasar
más desapercibido. A veces se le confunde con Agní, aunque este
es dios del fuego, y bastante más belicoso. También en el Rig-veda
se menciona su papel de dios lunar (puesto que más tarde se
atribuirá al dios Chandra, y a veces al dios Shivá.
Mitra, como su madre Aditi y el resto de los Adityas, pueden ser
reminiscencias de tiempos muy anteriores al establecimiento del
vedismo (religión anterior al hinduismo).
Durante el Imperio romano, el culto a Mitra se desarrolló como una
religión mistérica, y se organizaba en sociedades secretas,
exclusivamente masculinas, de carácter esotérico e iniciático.
Gozó de especial popularidad en ambientes militares. Obligaba a la
honestidad, pureza y coraje entre sus adeptos.
Las excavaciones iniciadas en 1857 bajo la iglesia de San
Clemente de Letrán (en Roma) mostraron que estaba construida
sobre una iglesia paleocristiana del siglo IV, y esta a su vez sobre
un templo dedicado al dios Mitra. Por los hallazgos arqueológicos
se sabe que es una religión de origen persa, adoptada por los
romanos en el año 62 a. C., que compitió con el cristianismo hasta
el siglo IV. Se conservan algunas pinturas e inscripciones, así como
descripciones de esta religión por parte de sus oponentes, entre
los que hay neoplatónicos y cristianos.
Los primeros pensadores cristianos fueron judíos helenizantes que
vivían en un mundo pagano, por eso sus primeras teorías tienen
una base teórica judía teñida de rituales propios del paganismo.
Alfred Loisy considera que el cristianismo es más o menos una
adaptación de los elementos esenciales de los misterios paganos
al monoteísmo judío de esos siglos.
Relieve de Heidelberg-Neuenheim, siglo II.
Bajorrelieve romano del siglo II o III de la escena principal de la tauroctonía, expuesto en el Louvre. En
las esquinas superiores están Helios con el cuervo y Selene.
Tauroctonía de Mitra del siglo II,
ahora en el Museo Británico, Londres.
Paranatelontas: constelaciones y astros que aparecen en el horizonte al mismo tiempo. Se utilizaba
para saber la hora en la noche. Eudoxo, discípulo de Platón, elaboró una lista de ellas. Arriba: El
significado simbólico astronómico de la Tauroctonía (muerte del Toro) por Mitra.
Karl Bernhard Stark, en 1879, descubrió que todos los elementos
de la tauroctonía, excepto el mismo Mitra, tienen evidentes
correlaciones astrales.
Las constelaciones de Tauro (toro) y Scorpius (escorpión) se
encuentran en puntos opuestos del zodíaco, y entre ellas en una
estrecha banda está una sección del cielo en la que se encuentran
las constelaciones caninas (Canis Major, Canis Minor o Lupus), la
serpiente (Hydra, pero no Serpens o Draco), los gemelos (Géminis),
el cuervo (Corvus), la copa (Crater), el león (Leo), y la estrella de la
"espiga" (Spica, Alpha Virginis, de la Constelación de Virgo) tal y
como aparecían en el cielo los veranos de finales del primer siglo.
La interpretación más obvia se refiere a la precesión de los
equinoccios. En esta interpretación, la muerte del toro simboliza el
fin de la Era de Tauro y el comienzo de la Era de Aries, mostrando
algunos paralelismos con otras religiones antiguas.
Este reconocimiento no es nuevo: desde los tiempos de Celso
(siglo II, autor de El discurso verdadero" y conocido sobre todo a
través de la obra de Orígenes Contra Celso), los misterios de Mitra
se relacionan con las estrellas fijas y los planetas.
Templo de Mitra en Ostia
Altar de Mitra bajo la Basílica de San Clemente, en Roma
Reconstrucción de un Mitraeum
Mitra y Cronos: arriba, Mitra y el Sol. Al medio,
Kronos mitráico leontocéfalo (tiempo infinito), en
Roma y en Florencia. Derecha, representación del
Culto al Cronos Mitráico por los Invicti Solis
Cultores Mithræ.
Alón (Grecia) o Zervan (Persia), un dios del tiempo, se representa
en el mundo gnóstico y hermético, en papiros mágicos y joyas. Es
un Dios directamente relacionado con Mitra, cuyas imágenes se
adoraban en los templos de Mitra.
De acuerdo con las enseñanzas ortodoxas de Zaratustra, Zervan
es una criatura de Ahura-Mazda, el dios del bien. Según una
segunda teoría, sin embargo, había originalmente dos arquetipos,
el del bien y del mal. Una secta separada sasánida consideraba a
Zervan Akarana, “el tiempo infinito”, como la causa y la fuente de
todas las cosas. Ahura-Mazda y Ahriman habrían surgido de
Zervan y estaban sujetos a él. Los seguidores de este culto se
llama Zervanistas. Después de haber sufrido todo tipo de
influencias extranjeras, Zervan fue admitido en el panteón de Mitra
y la figura con cabeza de león, no es otro que Zervan que fue
identificados en los textos griegos con Cronos (el Tiempo), y en el
mundo romano, con Saturno. A veces, esta extraña criatura lleva
una llave en cada mano, en directa relación con Jano, Ianus, el
Dios de las Puertas.
Las siete vueltas de la serpiente alrededor del cuerpo recuerdan,
tal vez, la fuerza que las esferas planetarias oponen a la ascensión
del alma hacia la inmortalidad, en tanto que si la serpiente es
interpretada como un símbolo de la tierra se podría pensar que es
una forma alejandrina de esa misma tierra (Semele). En medio de
las bobinas de la serpiente, que a menudo se los vientos, de
manera significativa, siete veces la vuelta al dios, a veces se
ven los signos del zodíaco. No obstante, la relación de la
serpiente con la inmortalidad y la eternidad, como hemos visto, se
remonta al Paleolítico, y simplemente es re-significada una y otra
vez de acuerdo al contexto cultural dominante.
La serpiente como representa-ción de esta creencia, de esta
esperanza, sería reproducida en las estelas funerarias, en las
pin-turas de las tumbas, ya como espíritu, ya como genio o daimon.
Esta familiaridad de los romanos con las serpientes no se
manifiesta solamente en las pinturas funerarias y estelas, pues a
menudo tenían serpientes no venenosas como mascotas en sus
casas y en las termas. Sus ideas pues de este animal, no era la del
genio del mal, transmitida por la tradición semita, sino la de que la
serpiente era inofensiva y beneficiosa.
Precisamente, la noche del 24 al 25 de diciembre se celebraba el
nacimiento de Mitra, justo en la noche en la que tenía lugar el
solsticio de invierno. Mitra, como el propio Sol, muere durante los
tres días del solsticio (en los que el Sol “no se mueve”, renace, y
empieza a levantarse de nuevo.
Con el cambio a la nueva religión en auge, en esa noche mágica
pasaría a celebrarse el nacimiento del nuevo dios, Jesucristo. La
primera Navidad se celebra con el papa Liberio en el 353 d.C..
Pero a principios del siglo III, el solsticio de invierno ocurría el 21
de diciembre (debido a la precesión), aunque se seguía celebrando
el 24 de Diciembre; y el equinoc- cio de primavera ocurría el 21 de
Marzo, y se celebraba el 24 de Marzo. En el concilio de Nicea, año
325 d.C., se olvidan esos 3 días y se declara fecha fija para el
equinoccio de prima- vera el 21 de Marzo, y para el solsticio de
invierno el 21 de Diciembre, olvidándose de este modo el sentido
astronómico que tuvo la Navidad en su origen.
En el siglo VI, Dionisio el Exiguo prepara una cronología de la
iglesia para el papa Juan I, fijándose el año 0, nacimiento de
Jesús, el 25 de diciembre del año 753 a.u.c. El uso de esta
cronología se extendería por Carlomagno a toda la cristiandad
occidental hacia el año 800 d.C.
Arriba: Ganímedes con Mitra. La Mitra o Gorro frigio, procede de
Frigia, Anatolia (Asia Menor) y adquirió durante la independencia
Norteamericana y la Revolución francesa el simbolismo de
representar a la república debido a que los asesinos del emperador
romano Julio Cesar lo portaban.
Atis con un gorro frigio. Thymiaterion de
terracota de Tarso, siglo I o II a. C., Louvre.
El jefe de la "Iglesia Católica", el "Papa", lleva como símbolo de su
primacía, una Mitra con forma de pez con la boca abierta.
El origen de la Mitra es en mucho anterior al cristianismo.
En Babilonia, el sumo sacerdote del culto a Semíramis, llevaba
una Mitra como símbolo del "dios Dagon", el dios pez. Cuando el
ejército macedonio - persa ocupó Babilonia, se produjo la huida
del sumo sacerdote y algunos adeptos a la ciudad de Pérgamo, y
desde allí a Italia, integrándose a los ritos Etruscos.
El culto pasó al Imperio Romano, y Julio Cesar, tras ser iniciado
en los misterio, unificó el poder religioso y político en una misma
persona. Desde entonces los emperadores romanos usaron la
Mitra como símbolo del sumo sacerdocio de la religión pagana,
llamándose "Pontificex Maximus“ (Constructor de Puentes).
Constantino, en el edicto de Milán del año 313 D.C., legalizó la
religión cristiana y, posteriormente, la instituye como religión
oficial del Imperio. A partir de él, que los "Papas y obispos" llevan
el título de "Sumos Pontífices" y la Mitra, como símbolo de su
primacía religiosa.
Las excavaciones hechas en Nínive han eliminado toda posibilidad
de duda. La mitra del Papa es totalmente diferente a la mitra de
Aarón y de los sumos sacerdotes judíos, pues era un turbante.
El sincretismo de la religión mitraica, a partir de sus tres vertientes (Persa
– Indú – Romana), queda resumido simbólicamente en la noción del
Tiempo, Kronos (“el que nada respeta”), una notable abstracción simbólica
de la precesión de los equinoccios.
El Kronos griego se asimiló al Saturno romano, representado como un
anciano con larga y espesa barba blanca, con una hoz en la mano. Es el
emblema del tiempo y lo simboliza como algo muy antiguo, que todo lo
destruye y acaba. La Saturnalia era un festival en honor a Saturno que se
celebraba el 25 de diciembre. Fue creado por Jano, el dios de dos cabezas,
que había recogido a Saturno cuando fue derrocado por su hijo Júpiter,
con el objeto de conmemorar el reinado de Saturno que fue la edad de oro.
Mitra fue el sucesor de Saturno en el panteón romano, cuya resurrección,
como hemos visto, se realizaba la noche del 24 al 25 de Diciembre
(Navidad). Ese día, Mitra renacía de la roca (la Tierra, Gea) como Dios de
la Luz.
Mitra nació cerca de un manantial sagrado, bajo un árbol sagrado, de una
roca (la petra generatrix; Mitra es llamado de petra natus o petrogenitus).
Esto enlaza con las tradiciones armenias de la cueva de Meher (Mitra).
En el momento de su nacimiento llevaba el gorro frigio, una antorcha y un
cuchillo. Fue adorado por pastores poco después de su nacimiento. Bebió
agua del manantial sagrado. Con su cuchillo, cortó el fruto del árbol
sagrado, y con las hojas de ese árbol confeccionó su ropa.
Encontró al toro primordial cuando pastaba en las montañas. Lo agarró por
los cuernos y lo montó, pero, en su galope salvaje, la bestia lo hizo
desmontar. Sin embargo, Mitra siguió aferrado a sus cuernos, y el toro lo
arrastró durante mucho tiempo, hasta que el animal quedó exhausto. El
dios lo agarró entonces por sus patas traseras, y lo cargó sobre sus
hombros.
Lo llevó, vivo, soportando muchos padecimientos, hasta su cueva. Este
viaje de Mitra con el toro sobre sus hombros se denomina transitus.
Cuando Mitra llegó a la cueva, un cuervo enviado por el Sol le avisó que
debía realizar el sacrificio, y el dios, sujetando al toro, le clavó el cuchillo
en el flanco. De la columna vertebral del toro salió trigo, y vino de su
sangre. Su semen, recogido y purificado por la luna, produjo animales
útiles para el hombre. Llegaron entonces el perro, que se alimentó del
grano, el escorpión, que aferró los testículos del toro con sus pinzas, y la
serpiente.
la imagen del Tauróctonos es la representación de Mitra como un dios tan
poderoso (el Tiempo) que es capaz de transformar el orden mismo del
Universo.
El toro es el símbolo de la constelación de Tauro. En los comienzos de la
astrología, en Mesopotamia, entre el 4000 y el 2000 a. C., el Sol estaba en
Tauro durante el equinoccio de primavera.
Debido a la precesión de los equinoccios el Sol está en el equinoccio de
primavera en una constelación diferente cada 2.160 años,
aproximadamente, por lo que pasó a estar en Aries hacia el año 2000 a. C.,
marcando el final de la era astrológica de Tauro.
El sacrificio del toro por Mitra simbolizaría este cambio, causado, según
los creyentes, por la omnipotencia de su dios.
Esto estaría en consonancia con los animales que figuran en las imágenes
de Mitra Tauróctonos: el perro, la serpiente, el cuervo, el escorpión, el
león, la copa y el toro se interpretan como las constelaciones de Canis
Minor, Hydra, Corvus, Escorpio, Leo, Acuario y Tauro, todas ellas en el
ecuador celeste durante la era de Tauro. Esto explica también la profusión
de imágenes zodiacales en la iconografía mitraica.
Como hemos visto, la precesión de los equinoccios fue supuestamente
descubierta y estudiada por el astrónomo Hiparco de Nicea en el siglo II a.
C., pero ese conocimiento llegó posteriormente a Roma, donde coincidió
con el inicio del culto a Mitra.
Como veremos a continuación, esas nociones astrológicas y paganas se
proyectaron en el Cristianismo primitivo, y sistemáticamente intentaron
ser eliminadas, o -al menos- veladas en los sucesivos concilios… sin
embargo existe extraordinaria evidencia de que algunos “iniciados” las
preservaron.
CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA
GEOGRAFÍA SAGRADA
Ramo :
Profesor:
Introducción a la Geografía Sagrada
Alexis López Tapia
El Dios Jano, en latín, Ianus, era
en Roma el dios de las puertas,
de los inicios y de los finales, del
pasado y del futuro.
“Aquel que custodia el Universo”,
“protege las puertas celestes”,
“el primero de los 12 dioses”, y
“Eje del anillo (annus) del
tiempo”: el año solar.
En su honor se celebraban las
dos fiestas solsticiales, las dos
llaves del año, y le fue
consagrado el primer mes del
calendario Juliano, que pasó del
latín Ianuarius, a Janeiro, Janero
y finalmente, al castellano Enero.
El “sendero de Jano”
hacia el Finis Terrae,
el Callis Ianus, es el
antecedente del actual
Camino de Santiago de
Compostela.
Este camino romano,
anterior al de origen
medioeval y cristiano,
recibía el nombre de
“Camino de Iago”, una
vulgarización de
“Camino de Iano”,
“Ianus”.
Otro elemento simbólico
que une al Dios Jano con
Santiago, se encuentra
presente en el Arco de
Jano, construido el Siglo
IV d.C., en Roma, cuyas
medias cúpulas tienen
forma de Venera, el
símbolo de Venus y de los
peregrinos de Compostela.
CATEDRAL DE SANTIAGO DE
COMPOSTELA
ATRÁS SE APRECIA EL “PICO SACRO”
La leyenda sostiene que cuando San Jacobo “El Mayor”, fue
decapitado en Jerusalén, el año 44 d.C., sus discípulos, San
Atanasio, 1er epíscopo de Zaragoza, mártir; y San Teodoro,
2° epíscopo de Zaragoza, mártir, recogieron el cuerpo y la
cabeza del apóstol y lo trasladaron en una nave, partiendo
de puerto de Jaffa (Jope), en Palestina, hacia Occidente.
La nave llegó a Bouzas, en la actual Vigo,
Pontevedra, Galicia, España.
Allí, el príncipe Lobecio Privano, hijo de la Reina Lupa y de
Lobo Lobecio, Señor del Castro Lupario,
celebraba sus bodas con Caya Valeria,
hija de Caya Lobia y de Puctonio Marcelo,
señor del Castillo de Formíneo.
Durante las justas de la boda, Lobecio
Privano cayó al mar y se hundió por el
peso de la armadura.
El príncipe se habría ahogado, de no ser por
la intervención milagrosa del difunto apóstol,
que lo hizo flotar junto a su nave, ileso, pero
completamente cubierto de veneras.
Seguidamente, la nave entró por la ría de Noela, y se detuvo
en la Ira Flavia, donde actualmente se encuentra la Basílica
de San Jacobo. Los discípulos desembarcaron y depositaron
el cadáver en una roca, que se fundió milagrosamente
formando un sarcófago lapídeo. San Atanasio y San Teodoro
dejaron el cuerpo allí, y partieron en busca de un sitio
adecuado para una sepultura definitiva.
La acrópolis de Ira Flavia, llamada también Castro Lupario y
actualmente Padrón (Coruña, Galicia), pertenecía a la Reina
Lupa, a quien los discípulos pidieron un lugar para sepultar
al maestro. Pero la reina los envió a hablar con Regulus,
sumo sacerdote del Ara Solis (el templo del Sol), en Dugium,
Cabo Nerio, actualmente Duio, Fisterra, en la Coruña.
Cuadro de la Leyenda de la Reina Lupa (Museo de
En cuanto partieron, la Reina Lupa ordenó llevar el cuerpo
del apóstol a su presencia, pero cuando los soldados fueron
a tomar el cadáver del sarcófago lapídeo, el cuerpo se elevó
hasta la cima del Pico Sacro. Los discípulos fueron
arrestados, pero lograron escapar siendo perseguidos hasta
el río Támara (Tambre), cuyo puente se derrumbó a su paso.
San Teodoro y San Atanasio se dirigieron nuevamente
donde la Reina Lupa, pidiendo una carreta y una pareja de
bueyes para trasladar los restos del maestro a una
sepultura, pero la dama los envió en busca de bueyes al
Monte Ilianus, (Monte de Ianus, Jano), donde vivía una
Dragón al que vencieron usando el Signo de la Cruz, con el
cual también amansaron a los Toros salvajes que
encontraron en las laderas del monte.
La Reina Lupa, maravillada, se convirtió al cristianismo, fue
bautizada allí mismo, y ofreció su palacio como mausoleo
para San Jacobo. Pero los discípulos prefirieron que fuera la
divina providencia que eligiera el lugar.
Rechazando el ofrecimiento de la Reina Lupa, los discípulos
recogieron el cadáver de San Jacobo en el Pico Sacro, y
permitieron que los Toros tiraran de la carreta sin guía
terrenal. Las bestias anduvieron hasta un lugar donde
escarbaron, y brotó agua, formándose la Fuente del Franco
(junto a la posterior capilla de San Jacobo “El Mayor, Calle
del Franco, Santiago de Compostela). De allí prosiguieron
hasta un campo denominado Arcis Marmoricis, en el Bosque
de Liberdunum (Libredón), propiedad de la Reina Lupa, que
donó el lugar para sepelio del Apóstol, sobre cuyo sepulcro
se edificó después la iglesia de San Jacobo, alrededor de la
cual se creo la urbe de Santiago de Compostella.
La tradición sostiene que la Reina Lupa era Claudia Lupa,
hija de Cayo Julio César y Cornelia Cinna, y cuando su padre
volvió a Roma, la dejó en Galicia, donde se desposó con
Lobo Lobecio, señor del Castro Lupario, a quien el
Emperador Augusto hizo Régulo. El hijo de ese matrimonio
fue el príncipe Lobecio Privano, cuyo nombre se castellanizó
en el apellido López (hijo del lobo).
Pese a su aparente fantasía, esta leyenda está basada en
hechos, pues el apóstol recibió sepultura en el Panteón
Familiar de las damas Atia Moeta y Viria Moeta, sobre la que
se erigió la Basílica de San Jacobo, como ha quedado
demostrado por excavaciones arqueológicas.
Aunque la Reina Lupa no es la hija de Julio César, no es una
mera invención, sino un error de transcripción, ya que se la
confunde con la sobrina de Julio César, Atia, quien con su
esposo Lucius Pinarius Scarpus, se estableció en Galicia
después de la famosa batalla de Accio (Actium, 31 a.C.).
Lucius viajó acompañado por su madre, llamada Atia Moetia
en Galia, con el título céltico ibérico Moeta “princesa”.
Así, con el transcurso de los siglos, los nombres del esposo
y del hijo de Atia, ambos Lucio Pinario, se transformaron en
Lobecio Lupario y Lobecio Privano, respectivamente. Lucio
Pinario era el Sumo Sacerdote del Ara Solis, cuyos
descendientes mantuvieron el culto solar del Dios Hércules.
Doña Atia Moeta hizo labrar una lápida sepulcral en
memoria de doña Viria Moeta, nieta suya, fallecida a los 16
años de edad. Dicha lápida era una piedra de mármol de 887
mm de ancho, 683 mm de alto y 70 mm de espesor, que se
encuentra actualmente en Museo del Monasterio de San
Payo (Pelayo, Paio, Pelagius) de Antealtares.
Esta lápida fue encontrada en la cripta del Panteón de Atia,
bajo el altar de San Pelayo, durante las obras en la Basílica
de Santiago de Compostela entre 1587-1602. La lápida fue
removida porque “su inscripción pagana era indigna de un
altar cristiano”…
No queda duda de que el panteón donde fue sepultado San
Jacobo “El Mayor”, perteneció a una patricia romana,
llamada Atia, cuya nieta, llamada Viria, había sido enterrada
allí antes que su abuela.
Respecto de la obsesión de la leyenda con el nombre de
Lupa, Loba, Lobecio, Lupario, es obvio que se trata de
deformaciones del nombre latino de Lucius Pinarius, no
obstante, es evidente que doña Atia Balba Tertia = Atia
Moetia, o sea, la Reina Lupa, sobrina (en vez de hija), de
Julio César, no podía estar viva el año 44 d.C., cuando el
supuesto cadáver de San Jacobo fue sepultado en su
panteón. Sin embargo, la lápida anterior aclara la confusión:
El panteón pertenecía a la familia de la Reina Lupa, y esa
rama familiar llevó el apellido= cognomen “Lupus”, Lobo,
que aparece ya en el S. I, con Lucio Virio Lobo (Lucius
Uirius Lupus), Pro Petor en Germania Inferior, aunque la
información sobre la gente de Viria es escasa, y nada niega
que el apellido Lupus sea anterior.
Santa Lucía, “la portadora de la
luz”, se caracteriza por tener sus
ojos en un plato.
En la Constelación de Tauro, un
sistema de estrellas dobles con
una separación fácilmente
distinguible sin telescopio, Theta
Tauri 1 y Theta Tauri 2, son
llamadas los “Ojos de Santa
Lucía”.
El 13 de Diciembre, el Solsticio de
Verano en el calendario Juliano
(21 al 23 de Diciembre actuales),
estas dos estrellas se encuentran
justamente sobre en el cenit,
arriba de nuestras cabezas.
De allí que se la invoque diciendo: “Santa Lucía,
concédenos desde el cielo que nos envíe Dios sus
luces para ver siempre lo que debemos hacer, decir y
evitar…” Santa Lucía es entonces, la cristianización
de la Diosa Rhea o Cibeles, en su calidad de
portadora de la luz del Solsticio.
θ1 Tau
θ2 Tau
Santa Lucía –la joven virgen Lucía–,
es la forma cristianizada de la Diosa
Artemisa, hermana gemela del Dios
Apolo, el dios del Sol y la luz de la
verdad, e hija de Zeus y Leto, a la
que fue dedicada la ciudad de
Siracusa, colonia fundada por los
Griegos Dorios el año 700 a.C.,
donde posteriormente viviría y
moriría la santa cristiana.
A los tres años, Artemisa pidió a
Zeus seis deseos, entre estos:
“permanecer siempre virgen”, y ser
la Phaesporia o “dadora de Luz”,
iguales atributos que Lucía.
En su legendario primer viaje a España, a su llegada a
Cartagena, la antigua “Cartago Nova” fenicia, dedicada a
Cibeles, la leyenda dice que Santiago desembarcó en la
“Playa de Santa Lucía”, barrio de recreo de los nobles
romanos, donde luego se construyó una ermita a la Santa.
De este modo, Santiago y Santa Lucía están simbólica y
funcionalmente unidos desde sus propios orígenes.
Iglesia de Santiago
Apóstol en la Playa
de Santa Lucía,
Cartagena, España.
El crucero actual de la iglesia se corresponde con la nave
rectangular única de la antigua ermita. Su puerta es la de
mayor valor por estar en la posición que ocupaba la
primitiva, abriéndose solo para actos.
Puerta lateral de la Iglesia de
Santiago Apóstol en la Playa de
Santa Lucía, Cartagena, España.
Ex hoc loco orta fuit hispaniae lux
evangélica.
Inscripción del S. X u XI, en la Iglesia,
cuya traducción es la que aparece en
la imagen inferior.
Detalle del Blasón en la puerta de la
Iglesia, que se hizo a expensas de Don
Alejo Gutiérrez de Rubalcaba,
Intendente General de Marina en 1744,
tomando como núcleo la primitiva
Ermita de Santiago, de planta
rectangular y puerta mirando al mar,.
La actual torre cuadrada de tres
cuerpos con campanario y seis vanos
se construyo en 1818 junto a la
cabecera del templo.
Formando parte de la estructura
exterior hay una lápida romana,
desenterrada durante las
excavaciones arqueológicas del lugar,
con la inscripción latina
«CLODIA-C-F-MACARIA. SALVE»
(«Claudia Macaria, hija de Cayo, te
saluda»), probablemente originaria de
una necrópolis situada en época
romana en esta zona de la ciudad.
PUESTA DEL SOL DURANTE
EL SOLSTICIO DE INVIERNO
(DICIEMBRE) VISTA DESDE
LA IGLESIA DE SANTIAGO
APOSTOL EN CARTAGENA
Líneas de Salida y Puesta del Sol
durante los Solsticios vistos desde la
Iglesia de Santiago Apóstol en
Cartagena, España (Vista Superior)
Copia de “La Última Cena”, realizada por Raffaello Morghen (Nápoles 1758, Florencia 1833).
En 1495, Herzog Ludovico Sforza encargó a Leonardo da
Vinci la decoración del refectorio (comedor de los monjes)
del monasterio dominicano de Santa Maria delle Grazie
(Milán) con un mural de la última cena.
Debía ser una referencia de la relación entre la comida
terrena de los monjes y la eucaristía, la comida divinoespiritual. Así empezó Leonardo su pintura «La última
cena», obra que no acabó hasta 1498.
Ante la magnitud de la tarea, para la que Leonardo quería
tomarse su tiempo, desestimó el procedimiento del fresco y
decidió realizar el mural empleando pigmento oleoso. Esta
técnica es muy poco resistente y pocos años después de su
finalización empezó a deteriorarse. Cuarenta años después
más de la mitad del mural se había malogrado y para
conservar la obra de arte, se realizaron varias copias, más o
menos fieles al original, tanto en vida de Leonardo como
después de su muerte.
Al mirar la obra, lo primero que vemos es la figura de Cristo.
Es el centro, la figura luminosa del cuadro («Soy la luz del
mundo»). Todas las líneas de la perspectiva confluyen en su
frente, lo que transmite al observador la impresión de estar
directamente ante Cristo. En un estado de sublime
tranquilidad interna y de conocimiento ofrece con su gesto
el pan y el vino a los comensales: «Tomad y comed, éste es
mi cuerpo».
Los cuatro grupos de apóstoles a su derecha y su izquierda
están en un claro estado de agitación. Mateo lo explica en
su evangelio (26, 17-22): “Se había hecho de noche y se
sentó a la mesa con sus doce discípulos. Y mientras comían
dijo: «Uno de vosotros me entregará». Todos entristecieron
y uno tras otro empezaron a preguntarle: ¿Soy yo Señor?”
Ésta es precisamente la escena representada por Leonardo.
Cada apóstol reacciona a su manera. Sus gestos y su
postura reflejan sus reacciones emocionales individuales a
las palabras de Cristo.
La reproducción de Morghen que presentamos al inicio, se
realizó en el año 1800, más de 300 años después de la
finalización del original, en una época en que, a la luz del
racionalismo y la ilustración, el antiguo saber de la
«oscura» Edad Media había perdido su validez.
Original Restaurado (actual) de “La Última Cena”..
Mateo
Judas Tadeo
Simón Zelote
Todas las identificaciones provienen de un manuscrito autógrafo de Leonardo hallado durante el siglo XIX.
Tomás
Santiago “El Mayor”
Felipe
Bartolomé- Santiago el Menor - Andrés - Judas - Pedro - Juan – Cristo – Tomás – Santiago el Mayor - Felipe - Mateo - Tadeo - Simón
A la derecha, en la cabeza de la mesa está Simón. Leonardo representa su
cabeza calva y huesuda, una forma de cabeza intensamente marcada como
símbolo de Aries. En cambio Morghen la representa cubierta de cabello y
sin ninguna referencia clara a Aries.
A su lado, la figura rechoncha de Tadeo. Inequívocamente aquí está
representado el cuello de Tauro. Su mano derecha refleja la forma del signo
de Tauro. Esto también se ve en la copia pero el cuello se representa más
delgado. La expresión de su cara es demasiado «fogosa» para un Tauro.
Junto a él, gesticulando con los brazos está Mateo que se relaciona
rápidamente con Géminis. La cabeza y los brazos están orientados hacia
direcciones opuestas, la típica discrepancia entre pensamiento y actuación
característica de Géminis. En su postura agitada actúa como intermediario
entre el primer y el segundo grupo de tres.
Bartolomé- Santiago el Menor - Andrés - Judas - Pedro - Juan – Cristo – Tomás – Santiago el Mayor - Felipe - Mateo - Tadeo - Simón
En una actitud tierna y como de preocupación hacia Cristo, Felipe dobla las manos
sobre su pecho, un gesto que recuerda a los cuencos del símbolo de Cáncer. Un «aro
de luz» alrededor de su cuello forma el símbolo de la Luna, el regente de Cáncer. En la
reproducción de Morghen la expresión maternal protectora tiene mucha menos
fuerza.
A modo de contraste con Felipe, Santiago “el mayor” muestra sus brazos bien
abiertos. Toda la zona del pecho, esto es, el corazón está abierto hacia Cristo. La
abundante cabellera recuerda la melena de un león, Leo. En la copia de Morghen los
cabellos están más aplanados y caen menos abundantemente sobre los hombros.
Con su dedo índice levantado en actitud crítica, Tomás, el incrédulo, representa a
Virgo. De Tomás sólo se ve la cabeza que oculta su mirada en la distancia. Las zonas
corporales relacionadas con los signos que van de Virgo a Piscis están ocultos por la
mesa y el mantel, por eso, para estos signos se enfatizan otros símbolos.
Judas Iscariote
Simón Pedro
Juan
Todas las identificaciones provienen de un manuscrito autógrafo de Leonardo hallado durante el siglo XIX.
Bartolomé
Santiago el menor
Andrés
Bartolomé- Santiago el Menor - Andrés - Judas - Pedro - Juan – Cristo – Tomás – Santiago el Mayor - Felipe - Mateo - Tadeo - Simón
Con un gran contraste con el crítico Tomás, al otro lado de Cristo se encuentra Juan,
el discípulo preferido. En un tranquilo recogimiento, inclina su cabeza. En medio del
tumulto representa la armonía: nada puede sacar del equilibrio a Libra.
Judas es el único apóstol cuya cara está en la sombra, que se aparta de la luz. Uno de
los principales temas vitales de Escorpio es el sondeo de las oscuras profundidades
del inconsciente. También se relaciona con Escorpio con el causante de la muerte y
la transformación (aquí la futura resurrección). Escorpio es el punto de reposo de todo
el zodíaco, lo que indica interiorización.
Como una flecha disparada por un arco, Pedro pone su mano entre Judas y Juan con
los dedos extendidos hacia delante. Este gesto del signo de Sagitario se repite en la
daga que Pedro sostiene en la mano derecha sobre la mesa.
En la copia de Morghen, la actitud y la mano izquierda de pedro no muestran esta
tensión.
Bartolomé- Santiago el Menor - Andrés - Judas - Pedro - Juan – Cristo – Tomás – Santiago el Mayor - Felipe - Mateo - Tadeo - Simón
El último grupo de tres apóstoles empieza con Andrés que, asustado, muestra sus huesudas y viejas
manos, una clara referencia al esqueleto, asociado a Saturno, el regente de Capricornio. En estas
huesudas manos también puede verse una analogía con los cuernos de Capricornio. En este caso, la
cabeza casi calva representada por Leonardo también encaja más que la cabeza de la versión
«mejorada» de Morghen.
Acuario, la forma de ángel del zodíaco, está representado por el hermano (otras fuentes dicen que
primo) de Jesús, Santiago el menor. No es extraño que se reconozca una cierto parecido, incluso en
el color de sus ropas. En la mesa, ante él hay una pequeña jarra de agua. En un gesto de hermandad,
coloca su mano derecha en el hombro de Andrés y extiende la izquierda hacia Pedro (tal vez para
calmarlo, para que no se exceda). En la representación de Morghen, la significativa mano derecha
de Santiago el menor no se ve.
Vestido con ropas de color verde mar, como representante del signo de Piscis, Bartolomé se levanta
en el lado frontal izquierdo de la mesa y escucha sensible y abierto a su alrededor. La postura de su
cuerpo recuerda la forma de un pez. Debajo de la mesa se adivinan sus pies (que corresponden a
Piscis). No parece estar excitado, actúa de manera pasiva y dirige su mirada hacia la figura de Aries
de Simón en el otro extremo de la mesa, como esperando un impulso proveniente de este apóstol de
gestos vehementes. Así se cierra el círculo de los apóstoles.
Signo
Apóstol
Fecha
Estación H-N
Aries
:
Simón el Zelote
21/03 - 20/04
Primavera
Tauro
:
Judas Tadeo
21/04 - 21/05
Primavera
Géminis
:
Mateo
22/05 - 21/06
Primavera
Cáncer
:
San Felipe
22/06 - 22/07
Verano
Leo
:
Santiago el Mayor
23/07 - 22/08
Verano
Virgo
:
Tomás
23/08 - 22/09
Verano
Libra
:
Juan
23/09 - 22/10
Otoño
Escorpio
:
Judas
23/10 - 22/11
Otoño
Sagitario
:
Simón Pedro
23/11 - 21/12
Otoño
Capricornio
:
Andrés
22/12 - 20/01
Invierno
Acuario
:
Santiago el Menor
21/01 - 19/02
Invierno
Piscis
:
San Bartolomé
20/02 - 20/03
Invierno
Sol
:
Jesús
21-23/06 – 22-24/12
Solsticios
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