El rechazo de Esaú (15807)

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El rechazo de Esaú.
Leamos otra vez, en los versículos 2934, lo que sucedió con Esaú.
29 Y guisó Jacob un potaje; y volviendo
Esaú del campo, cansado,
30 dijo a Jacob: Te ruego que me des a
comer de ese guiso rojo, pues estoy
muy cansado. Por tanto fue llamado su
nombre Edom.
31 Y Jacob respondió: Véndeme en este
día tu primogenitura.
32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me
voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá
la primogenitura?
33 Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y
él le juró, y vendió a Jacob su
primogenitura.
34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y del
guisado de las lentejas; y él comió y
bebió, y se levantó y se fue. Así
menospreció Esaú la primogenitura.
Para entender lo que pasa aquí,
debemos de saber lo que es la
primogenitura. En el mundo cultural de
esos días, el primer hijo de la familia
recibía ciertas ventajas simplemente en
virtud de ser el primero en nacer. Por un
lado, había ventajas económicas. A él
se le daba una porción más grande de la
herencia que dejaba su padre.
Por el otro lado, había ventajas
espirituales.
El primer hijo recibía bendición
espiritual de su padre, y además la
promesa a Abraham pasaría al
primogénito.
Sin embargo, vemos que Esaú no valoró
estos privilegios y Jacob, muy astuto,
se aprovechó de la oportunidad para
exigirle a su hermano el derecho de la
primogenitura.
De ninguna manera podemos
recomendar lo que hizo Jacob. Él se
aprovechó de su hermano en un
momento de debilidad. Es interesante
que más adelante, Jacob sufra de lo
mismo. Su tío también se aprovecha de
él. Así que, no crean que Jacob se salió
completamente con la suya.
Sin embargo, aquí queremos enfocar la
mala decisión de Esaú. Esaú prefirió
satisfacer un deseo físico en ese mismo
momento, y lo deseó más de lo que
valoraba la bendición de la
primogenitura.
Decidió hacer un trato muy
inconveniente para él - sacrificar sus
derechos por una satisfacción
momentánea.
Y me pregunto: ¿cuántas veces
podremos hacer nosotros lo mismo que
Esaú? En vez de apreciar las
bendiciones que Dios nos ofrece, en vez
de valorar la familia, la iglesia, el
perdón, y tantas otras bendiciones que
Dios libremente nos da, lo cambiamos
todo por alguna cosita que el mundo
pone ante nosotros.
Olemos el olor del deseo, y decimos,
Voy a morir si no tengo eso. Pero
¿sabes qué? ¡No es cierto! Esaú no se
hubiera muerto si Jacob le hubiera
negado el guiso, y nosotros no nos
moriremos si le decimos que no a esa
cosa.
¿A qué tipo de cosa me refiero? Hay
tantos ejemplos que se podrían dar.
Quizás preferimos esa rica sensación
de guardar rencor, y entonces nos
alejamos de algún hermano - y quizás
de la iglesia - porque preferimos el
resentimiento al perdón.
O quizás tenemos amigos o actividades
que nos alejan de la iglesia - y poco a
poco dejamos de asistir, nos vamos
olvidando de Dios, y cambiamos una
vida de devoción a Dios por algunas
actividades de diversión.
Quizás nos llama la atención el dinero, y
decidimos que tenemos que trabajar en
vez de buscar las cosas de Dios, en vez
de pasar tiempo con nuestra familia, en
vez de ayudar a otros. Cambiamos la
bendición de Dios por algo que no vale
la pena.
En conclusión: De muchas maneras,
verás que Satanás intenta distraerte,
invitándote a cambiar la bendición de
conocer a Dios por un plato de sopa. No
creas esas mentiras. No te dejes llevar
por el olor. No desprecies la bendición;
valora lo que Dios te ha dado.
DIOS TE BENDIGA.
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