Subido por María ale Zavala

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SUCESOS MÁS IMPORTANTES
José Antonio Fernández Bravo nació en Pozuelo de Alarcón, un pueblo de la comunidad de Madrid, tiene doctorado en Ciencias de
la Educación, que le permitió ser profesor universitario en el 2001. Desde niño ha sido una persona inquieta, observadora, le ha
gustado mucho escribir, lleva 35 años siendo docente.
Antonio decía que cuando él fuera maestro, buscaría una manera de poder comunicarse con sus alumnos y una manera que el niño
entendiera el mensaje, cuando llegó el momento de empezar su labor como docente, toda su familia estaba en contra de esto, ya
que había otras cosas mejores, era algo que le gustaba mucho, dado que su primer curso fue, primero de Educación General Básica
lo que ahora es primaria.
Recibió premios europeos sobre creatividad, didáctica y ha publicado más de 120 libros de los cuales el primero fue “los números
en color” con George Cuisenaire, publicada en 1989, durante su experiencia, ha creído que los maestros enseñan lo que saben y no
lo que son, por eso lo primordial que se debe aprender es “ser” para poder enseñar.
Él había tenido muchos maestros, que por cierto les guardaba un gran aprecio y cariño, de ellos aprendió que cosas evitar y que cosas que no
le gustaban para evitarlas.
En especial tenía una maestra que se llamaba Conchita que le ayudaba a ser un mejor maestro, le enseñaba con sus consejos y reflexiones, lo
inducia a tener un reto profesional que todos sus niños tenían que aprender y que a todos les tenía que aportar sus conocimientos sin excepción
a ninguno.
En el año 1990 dio su primer curso en Ciudad escolar, en la carretera de colmenar, el cual era de 24 horas, su maestra Conchita asistió para
poder escucharlo; él admiraba la grandeza de persona, sobre todo que estaba ahí sentada escuchando a un principiante, le enseñó muchas
cosas, sobre todo a valerse por el mismo, adquirir sus propios aprendizajes a través de sus capacidades y conocimientos, donde vivió momentos
especiales donde está junto al niño, su mayor regalo ha sido donde los niños le preguntan si les seguirá dando clases, donde se ha sentido
pequeño, porque los niños eso le hacían sentir, verse como ellos debido a su experiencia como maestro dio a conocer que su misión es dar con
mucho amor y mucho respeto el espíritu del aprendizaje. Todos los maestros han sido grandes, así lo pudo expresar, le tiene un gran
reconocimiento a todos aquellos maestros que hacen sentir, percibir y pensar, de sus otros maestros, podría decir que, no conocía ningún
maestro que tuviera malas intenciones, y todos trataban de aportar lo mejor.
Para él lo que debemos hacer primero es preguntarnos cómo se aprende para saber cómo se enseña. Lo que ha aprendido de los
niños es a ser maestro, fueron los niños los que le enseñaron a enseñar.
Muchas veces pensó que el niño no razonaba porque desconocía la causa por la cual se expresaba, si las respuestas que obtenía no
coincidían con las que esperaba no significa que el niño no razone sino que simplemente hay discrepancias entre lo que nosotros
deseamos y lo que obtenemos, eso es lo que él ha aprendido de los niños, aprendió a enseñar desde el cerebro del que aprende
con esas posibles respuestas, aprendió a adaptar su mirada a una mirada infantil, los niños le enseñaron todo, a que no existe
método de enseñanza superior a la capacidad de aprendizaje de la mente humana.
Para el su principal objetivo con los niños era provocar sonrisas, que aprendan a escuchar, despertar la curiosidad y creatividades,
creer en sí mismos, que sean los creadores de algo y sean consciente de ello, que participen con el mundo, dialoguen con el universo
utilizando la claridad, el empeño, el trabajo y el amor.
La frase que lo definía era: “yo no quiero ser mejor que nadie, solo quiero cada día ser mejor que yo”.
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