1 CHARLIE DEL CID CUMMINGS Pensamiento crítico para la Felicidad 2019 2 Save Me from My self (Sálveneme de mí mismo) Brian "Head" Welch ¿Qué es el amor? -Tú sólo te quieres a ti mismo. Tú no amas a nadie-. Esas palabras me dolieron mucho. Puede que sea verdad. No sé amar; pero quiero aprender o morir en el intento. Un día, un amigo escuchó de un confesor: -Tú estás enamorado del amor. Te enamoras de amores imposibles.¿Cómo podemos saber si de verdad amamos? Para no andar por las ramas, caigamos de una vez en San Pablo: El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra 3 de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. ( 1 Corintios 13, 5-7) Esto es para santos… Muy elevado. Es la lectura que muchas parejas escogen para el día de su boda. ¿Quién puede amar así? Se aprende a amar. Yo creo, con Aristóteles y Santo Tomás de Aquino que nacemos tabula rasa –mente en blanco-. Vamos aprendiendo. A diferencia de ellos, Platón creía que nuestro disco duro ya venía con información. Nuestra alma preexistía en el mundo de las ideas y allá aprendía las formas perfectas. Cuando llegaba a este mundo, con el propósito de salir de aquí –mundo imperfecto– para volver al perfecto, el cerebro traía ideas innatas. En ese lo apoyaron muchos filósofos, entre ellos, Descartes y Malebranche. Este debate duró casi 25 siglos. Hoy, gracias a la psicología profunda y otras ciencias, se dice que nacemos con las capacidades de aprender, con instintos, propensiones –a la nicotina, por ejemplo, si mamá fuma durante el embarazo-. Pero todo ello tiene que ser activado por las experiencias diarias. Nacemos con la capacidad de aprender a amar y recibir amor. Esos son de los atributos que provienen de haber sido hechos a imagen y semejanza de Dios, quien es amor. Pero tenemos que aprender a amar y a recibir amor. Si no recibimos amor, no vamos a poder aprender a amar. Casi como que podemos aprender a manejar bicicleta. Nuestro cuerpo tiene las aptitudes para aprender la destreza del ciclismo, tal vez no a la manera de Miguel Induráin, pero lo suficiente para dar un paseo. Aprendemos por experiencia. Nuestra inteligencia –capacidad de aprender, me decía un estudiante de manera brillante– requiere de estímulos para empezar a desarrollarse. Tenemos el hardware, pero requerimos unos estímulos para que nuestro cerebro se mueva a aprender. ¿Cómo aprendemos a amar? Mamá, papa, los abuelos, los hermanos, los tíos… son el primer núcleo que nos da amor. Muchos niños están naciendo de familias no tradicionales,; es decir, donde falta alguno de los progenitores, sobre todo el padre se ausenta. Algunas madres lo suplen con éxito; un abuelo, una abuela pueden suplir, pero algo falta a ese niño. 4 Algo falta y debe ser reemplazado. Algo tiene que llenar ese vacío, esa carencia. Cosas, posesiones, sexo, licor, drogas, juegos, etc. Un ser incompleto y limitado El hombre es un hermoso proyecto de realización. Nos realizamos en comunidad y con los demás. Un bebé no puede subsistir sin ayuda de alguien. Desde que somos concebidos, dependemos de los demás. Y eso dura toda la vida. Los ermitaños y anacoretas son excepciones a la regla. La vida se un conjunto de relaciones de amor que nos hacen ser personas y no cosas. Pero el tema del amor lo retomaremos más adelante. Quiero hablarte de dos elementos que son signo de la limitación humana: el sufrimiento y la muerte. Estos son fundamentales para entender al ser humano y plantear la necesidad de ética. El sufrimiento es uno de los misterios de la vida humana, pues en nuestra naturaleza está como inscrito un código o un microchip que dice: "Quiero ser feliz". El dolor y el sufrimiento se nos hacen contrarios a nuestro proyecto de vida . Y es verdad. La Biblia nos dice que en El Paraíso el hombre no sufría, lo tenía todo (no había que hacer cartas de Navidad para recibir regalos). ¿De dónde viene el mal, el dolor, el sufrimiento? La explicación a este misterio la han dado miles de hombres: doctos, cultos, sin educación, ricos y pobres... Es un misterio. Las antiguas filosofías tuvieron que acercarse al misterio del dolor y del mal. Una respuesta fue la del dualismo, que veía en el mundo dos divinidades, dos fuerzas: una del bien y otra del mal, que en constante pugna explicaban el contraste y la presencia de situaciones adversas al querer del ser humano. Ahí podríamos ubicar el Zoroastrismo, el Taoísmo, el Maniqueísmo, y otros cultos más. La respuesta de los epicúreos es muy curiosa. Ellos creían que el mal se podía eliminar si se combatía la superstición y se invertían muchos fondos a la ciencia 5 y la investigación. Esta idea también fue defendida por los filósofos de la Ilustración (siglo XVIII al XIX), quienes creían que la razón y la ciencia harían progresar la humanidad hasta eliminar los males y el sufrimiento. Pero el mal sigue ahí. Hay males naturales, como catástrofes, fenómenos climáticos o sísmicos, pero hay otros que causa el propio hombre. San Agustín (no sé si ya lo mencioné, pero vivió en el siglo IV d.C.) fue uno de los primeros en dar una explicación en clave cristiana (antes había sido maniqueo, pero se desilusionó de Mani). Agustín dice que el mal físico es permitido por Dios en vista a bienes mayores futuros, y por ende hay que mirarlo con ojos de fe, pues a la larga las recompensas serán mayores. El mal moral, el pecado, ése sí que es mal de verdad, y si no nos arrepentimos antes de morir, no podremos hacerlo después. Es decir, tiene remedio: acercarnos a la misericordia de Dios y obtener de él ayuda oportuna. Si no lo hacemos, iremos a la muerte segunda: el infierno (algunos dicen que no existe, pero esto es tema para otro ensayo). El mal y el sufrimiento son el “agridulce de la vida” diría el padre Carlos. Nos acompañan. El hombre ha introducido mucho de ese mal por su egoísmo, pues la avaricia hace que no haya una justa distribución de las riquezas, de las tierras, de la educación. Una manera de corregirlo es, como he dicho antes, la solidaridad. El mal y el dolor nos golpean y hasta provoca reclamarle a Dios como hizo el justo Job. Este personaje encarna al justo que sufre sin tener culpa. Los hebreos creían que el sufrimiento y el dolor era el pago por el pecado de los padres o de los antepasados. Job viene a decirnos que no es así. Hay ocasiones en que a los malos les va de maravilla y los buenos no levantan cabeza. ¡Qué misterio! Jesús es el punto culminante de esto: El bueno condenado en lugar de los malos (tú y yo deberíamos haber estado en esa Cruz). Ahí se esclarece el misterio de dolor: Dios mismo ha querido asumir nuestro dolor para darle un valor redentor . El dolor aceptado con amor, puede convertirse en méritos para esta vida y para la otra. ¿Cómo? Es una gracia. Mira más allá. Durante la Segunda 6 Guerra Mundial, los judíos sufrieron el Holocausto. Cerca de seis millones de ellos murieron en manos de los nazis y sus secuaces: cámaras de gas, incineradores, trabajos forzados, campos de concentración. Un día uno de ellos veía el espectáculo del ahorcamiento de un niño. En el clímax de lo incomprensible dijo en su interior: ¿Dios dónde estás? Al rato sintió en su interior algo que le decía: "Ahí estoy colgado". Casi como decir: "Yo también sufro con el dolor de la humanidad". Cristo Jesús viene a mostrarnos el verdadero rostro de Dios: no hay sufrimiento del hombre que Dios no sienta. Él está de nuestra parte, y aunque a veces pareciera impotente, como pensaban los epicúreos, Él tendrá la última palabra. Ya lo demostró al resucitar a su Hijo cuando todo parecía acabar en derrota, muerte, dolor. Dicen que los poetas y los místicos son quienes mejor expresan esas cosas que son inefables, inexpresables. Hace unos años compuse una canción que trataba de explicar el misterio del dolor. Léela con el corazón: Compañero inesperado llegas sin invitación me provoca rechazarte ¡oh misterio del dolor! Vas tocando a nuestras puertas no ves raza, ni color, pobres, ricos, todos sufren tú no haces distinción. En la Cruz, Tú lo asumiste su sentido se cambió, no es castigo que nos mandas puede hacerse redención. Te entrego mi sufrimiento, Señor, lo uno a tu Pasión, quiero sentir la fuerza de tu Resurrección Le la verdad ha sido una pasión inmemorial del hombre. Es curioso que Eva, en la primera mentira de la historia, dijera “«La serpiente me engañó y he 7 comido.» O sea que el problema de decir la verdad o buscarla es algo más viejo que Matusalén, diría mi papá. Como te decía, para los modernos, el problema de la verdad, giraba en torno a los métodos para hallarla, no tanto sobre la esencia de la verdad. De eso se había preocupado nuestro viejo amigo Aristóteles y un admirador suyo, que lo estudió casi 800 años después de muerto el Estagirita, llamado Tomás de Aquino. Para algunos una de las inteligencias más notables que ha caminado por este mundo desde que el Homo se hizo sapiens. Según Aristóteles, la verdad es la concordancia entre lo que hay en mi mente y la realidad; también dijo que verdad era decir que es cierto lo que es verdadero y falso lo que es mentira. Parece un trabalenguas pero tiene mucho de verdad. Cuando tu mente esta en concordancia con la realidad, estás en la verdad; por el contrario, si te evades y renuncias a tener los pies sobre la tierra ( ojo cuidado con los astronautas) y rechazas vivir en la realidad, estás en la mentira. En la otra esquina, la mentira es decir que lo verdadero es falso y que lo falso es verdadero. Cuántas mentiras se dicen por intereses económicos, por placer, por diversas excusas. Hay que estar atentos sino vamos a acabar recibiendo “borriguero por iguana” o “gatoski por liebreski” como diría mi amigo Gorbachev. Lo fregado de esto es cuando la mentira se institucionaliza, y los seres humanos no analizamos lo que se nos presenta; todo lo tragamos sin eructar, diría mi papá. Un gran predicador de la Palabra de Dios decía: “ellos tienen las mentiras y las predican como si fueran verdades; nosotros tenemos la verdad y las predicamos como si fuera mentira.” 8 Hoy ocurre como en tiempo de los sofistas (unos tíos del siglo V antes de Cristo) para quienes lo importante no era la verdad, pues era inalcanzable, sino convencer a la gente de que lo que ellos decían era la verdad. Algo así como lo que hacen muchos políticos, mentalistas, brujos: la demagogia. Algunos publicistas, especialistas en marketing, comunicadores sociales, cineastas, constructores de sueños nos venden la idea de que necesitamos esto o aquello. Nos presentan la última maravilla del mundo y todos quedamos creyendo. ¿Qué podemos hacer para no caer en las redes de tanto engañador? Incluso los medios de Comunicación social: la radio, la tele, los periódicos a veces nos engañan. Hoy el sentido crítico es más importante que nunca. Pero ¿quién nos forma en un sano criterio? Como dirían en el Chapulín Colorado: “¿Y ahora quién podrá defendernos?” La verdad es una señora con la que todos han bailado. Hay quienes dicen que ella se hace la importante y es inalcanzable, como los escépticos. Otros, los dogmáticos dicen que ella es la encontradiza y se le halla sin problemas. Otro bando se ha preocupado por afirmar que no hay verdades absolutas; algo así como "todo es según el color del cristal con que se mira". Estos amigos relativistas afirman que algo puede ser verdadero para un grupo, una cultura, pero no forzosamente para todos. ¡Cuán sumidos en el relativismo estamos todos nosotros¡ Algunos han defendido que la verdad depende de la utilidad, o sea, algo es verdadero si da resultados eficientes y no pocas veces materiales. Una corriente que ha tomado mucha fuerza hoy es aquella que manifiesta que la verdad es un consenso; el consenso de la mayoría. Eso es un ideal, pero no es la verdad: la mayoría podrían equivocarse (piensa en lo que hicieron con Cristo). A los políticos les fascina este campo; se la pasan consensuando, y no pocas veces aprueban leyes que son inmorales. 9 La verdad es la verdad, la aceptes o no. Tú y yo estamos llamados a ser buscadores de la verdad ( a lo mejor Indiana Jones se nos une). No podemos claudicar; descansar sí, pero no abandonar la lucha. Y cuando la encuentres, diría San Agustín, no llegaste a la meta; al contrario tienes que profundizar en ella, y sobre todo enseñarla a otros. Sobre la verdad, parodiando a Juan Pablo II, pesa una hipoteca social, tienes que compartirla y ser un servidor de ella. (Un diácono de la verdad) Algún filósofo ha dicho que “el absoluto mata la búsqueda”. Un romántico llamado Lessing afirmaba que entre la verdad y el placer de la búsqueda él prefería el último. Sin duda que pone el énfasis en el sujeto que busca y no en la verdad como tal, y la tarea se convierte en orgullo y presunción. Santa Teresa decía “humildad es andar en verdad”. ¿De qué presumes? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Si hasta la razón y la inteligencia son un don de Dios; de que le sirve al hombre ganar el conocimiento si pierde su alma, podríamos decir. San Jerónimo, ese gran intelectual del siglo IV a.C. quien tradujo la Biblia del hebreo y griego al latín, decía que la ciencia, en ocasiones, puede llevar a la soberbia. Hay una verdad única y a ella se llega desde diversas perspectivas, pero esa verdad está en la realidad, nosotros no la inventamos, sólo la conocemos. Ya decía San Agustín “nosotros conocemos las cosas porque son, pero ellas son porque Tú las conoces.” Hay una verdad indivisible en el universo y nos acercamos a ellas desde variadas ópticas. Dios la puso en el universo al crearlo, y las cosas son verdaderas en la medida en que cumplen con el plan que Dios les ha encomendado. ¿Y la verdad de las cosas creadas por el hombre? Claro que sí. Esa verdad depende del hombre, pero el hombre no crea de la nada, sólo transforma lo que ha recibido en administración. ¿Estás decidido a ser un buscador, defensor y propagador de la verdad? Hoy más que nunca, ella cuenta contigo, pues en el clima tolerante en que 10 vivimos, una simple opinión pasa como verdad; o lo que es peor la mentira se presenta como verdad. Como diría Jesús: “lobos con piel de oveja”. Quisiera sugerirte un hermoso texto atribuido a Salomón, de quien se dice que era extremadamente sabio: “Oh Dios de mis padres y Señor de misericordia, que hiciste todas las cosas por medio de tu palabra, y con tu sabiduría formaste al hombre, para que fuese señor de las criaturas que tú hiciste, a fin de que gobernase la redondez de la tierra con equidad y justicia, y ejerciese el juicio con rectitud de corazón; dame aquella sabiduría que asiste a tu trono, y no quieras excluirme del número de tus hijos” (Sabiduría 9,1-4) Sentir antes que pensar La ética es la rama de la Filosofía que tiene que ver con el hacer. ¿Qué tengo que hacer con mi vida? ¿Debo hacer algo o no hacer nada? ¿Por qué tengo que trabajar? ¿Qué tengo que hacer para ser feliz? ¿Qué es lo mejor? Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha buscado diversos caminos éticos casi todos asumen que el hombre busca la felicidad, lo que puede variar son los caminos. Sócrates decía que la felicidad era el autodominio. Platón decía que la contemplación del bien luego de salir de este mundo. Los epicúreos y todo el utilitarismo, que campea en nuestros días, afirma que hay que aumentar el placer y quitar l dolor. Para los estoicos la vía es aceptar el destino como nos llega. Para Santo Tomás es buscar el bien de acuerdo a los fines propios de la naturaleza humana inscritos en nuestro interior por Dios. Según Kant la clave 11 es tratar a los demás como fin en sí mismo y no como medios. Para el marxismo es luchar por erradicar las clases sociales y buscar la igualdad para todos. En el caso del liberalismo y neoliberalismo es obtener una calidad de vida óptima. Últimamente para las éticas de la comunicación la llave es la búsqueda de un consenso... Ojo a veces la mayoría no tiene la razón... Los postmodernos creen que sentir es lo más importante. Por eso vemos un montón de deportes extremos que nos llevan a experimentar nuevas sensaciones, pues ya estamos aburridos de todo. Me contaba un amigo que en una discoteca de la ciudad algo lo maravilló. En un momento de la noche, en las pantallas de video empezaron a proyectar imágenes de la película Twister (Huracán o Tornado), La proyección iba acompañada de efectos especiales. En ciertos puntos del salón había jóvenes con unos tanques de aire de 100 libras y dejaban escapar sobre el público una fortísima ráfaga de viento. ¡Qué sensación tan especial! me dijo. Y luego una tanda de música Trance. Empiezo a entender los deportes extremos. Nuestros jóvenes han experimentado de todo, muchas veces antes de tiempo. Se entiende que tengan que inventar situaciones extremas que los saquen del hastío y vacío en que estamos. Se tiran de un puente o de una grúa telescópica, y quien sabe cuántas cosas más. Creo que por ahí también va la música electrónica: Ritmos sin letras. Mover el cuerpo sin mover el cerebro: sentir y no pensar. ¿Cuál es el camino para ser feliz? Como filósofo cristiano sería incongruente que no te dijera que busques a Dios. Sin Dios no puede haber respeto por la dignidad del otro. Ya lo ha dicho alguien que la muerte de Dios, de la que se ufanaron algunos filósofos del siglo XIX y XX, se ha convertido en la muerte del hombre. Somos criaturas en manos del Creador; Él te ha dado todo, ha puesto todo bajo tus pies, pero sin El no podemos hacer el bien; no podemos edificar una sociedad humana que camine hacia la eternidad. Ponte en camino hoy. 12 Querido joven te escribo a ti que eres la esperanza. Tal vez los mayores no hemos sido los mejores testigos de Cristo en el mundo, pero no puedes quedarte en el pasado. Hoy es posible cambiar las cosas, la situación que te rodea. Es muy probable que no puedas cambiar el universo, pero si tú cambias todo habrá cambiado. Se puede. Se puede. Te lo repito se puede. No te rindas. No dejes que apaguen tus sueños. Termino con una cita de San Juan en su primera carta: Os escribo a vosotros, hijos míos, porque se os han perdonado los pecados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito a vosotros, hijos míos, porque conocéis al Padre, Os he escrito, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al Maligno. ( I Juan 2, 12-14) ¿Qué es la felicidad? Hace unos años en Harvard, tal vez la universidad más famosa del mundo, se están dando unos cursos para enseñar a ser feliz. Se matriculan unos 1400 estudiantes por semestre en las clases de psicología positiva, que son dictadas por un importante gurú para quien la felicidad no es un accidente, sino una ciencia. Leyendo el resumen de recomendaciones que se dan a lo largo del curso la lista es interesante: Practica algún ejercicio; desayuna; agradece a la vida todo lo bueno que tienes; sé asertivo; gasta tu dinero en experiencias no en cosas; enfrenta tus retos; pega recuerdos bonitos, frases y fotos de tus seres queridos por todos lados; siempre saluda y sé amable con otras personas; usa zapatos que te queden cómodos; cuida tu postura; come saludable, arréglate y siéntete atractivo(a). ¿Qué necesitas para ser feliz? ¿Cuándo somos felices? Aristóteles decía que la felicidad es alcanzar los fines propios de cada especie. Alcanzar las metas que 13 como seres humanos son parte de nuestra naturaleza. Como tal, afirmó que el ser humano es feliz cuando vive racionalmente; yo añadiría cuando es dueño de sus pasiones e instintos y no deja que los rasgos animales triunfen sobre la razón. En este mundo postmoderno en el que es más importante sentir que pensar, pareciera que los instintos de cualquier índole van ganándole la batalla a la razón. Estos días tuve que montar buses porque mi carro estaba dañado. El presupuesto no me daba para taxis, así que decidí pasear en metrobús y diablos rojos en vías de extinción. En uno de los trayectos tuve que sentarme casi en la parte de atrás. Tuve que escuchar la conversación de un hombre, supongo que con algunos tragos, que le decía, por teléfono, a su concubina o pareja, que él ya había matado y que no le importaba nada con la vida de aquélla. Le pedí a Dios que tuviera misericordia de ambos, porque tal vez era el próximo femicidio. Los instintos, no bien conducidos, nos llevan a la tumba antes de tiempo, o acaban con la vida de otros. ¿Antes que Harvard abriera su curso, cómo aprendía uno a ser feliz? En la familia. Nuestros padres y abuelo, con sus vidas y sus consejos, con sus regaños y nalgadas nos enseñaron qué hacer y qué evitar. Claro, si tenemos un país sin familias, la felicidad se traslada a consumir, tener, aparentar y quién sabe qué más. San Agustín, gran maestro en la búsqueda de la felicidad, decía “ama y haz lo que quieras.” Yo añadí, en una canción que compuse, “pero no llames amor cualquier pasión”. Tener amor y dar amor es lo que nos hace felices. El amor es algo muy serio, que el mundo actual ha prostituido. El amor es una decisión, no es un sentimiento. El amor implica sufrir, sacrificarse, pero como este mundo huye del sacrificio, apenas surgen dificultades se acaba el amor. El amor que perdona y pide perdón es uno de los niveles más altos de humanidad. El amor es vertical y horizontal. Debemos amar a Dios y dejarnos amar por él –vertical-. Sin Él, llamémoslo como queramos –ser supremo, energía cósmica- no tendremos no tendremos fuerzas para amar y perdonar. Debemos amar a los demás–horizontal-; si nuestra pareja e hijos son felices entonces es 14 que los hemos amado. Si hacemos felices a los que nos rodean, entonces, la felicidad se nos retornará. La Familia Entre las cosas que inventó Dios está la familia. A imagen suya nos creó. Dios es una familia, una comunidad de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre ama a su Hijo, desde toda la eternidad; el Hijo ama al Padre; y el amor entre ambos –entre quienes se aman, hay amor– se da un amor tan grande que es una Persona: el Espíritu Santo. No existen familias perfectas, ha dicho Papa Francisco en varias ocasiones, pero es el sitio en el que podemos ser felices. Allí aprendemos roles sociales, allí aprendemos a amar y a recibir amor. Allí podemos ser felices. Hoy se inventan modelos de familias, pero no era así al principio (Mateo 19, 8). La dureza de nuestro corazón, las malas decisiones, hacen que las familias se rompan. Nos hacen pensar que es imposible volver a encender el amor primero en nuestra relación de pareja. Los hijos son muy importantes para la familia, pero aunque parezca absurdo la relación de los cónyuges es prioritaria. Un sacerdote decía: nunca decimos mi ex hijo o mi ex hija. Pero se escucha con frecuencia mi exesposa o exesposo. ¿Por qué? Hemos descuidad el amor entre nosotros la pareja. El trabajo, las necesidades económicas, nuestro ego que no quiere humillarse… Tantas razones. Y por supuesto el engaño de creer que otras personas nos van a dar lo que se nos perdió en casa. El engaño es que el problema tal vez somos nosotros que no sabemos amar. Me gusta ir al supermercado. Hace años, un señor al que conocía, me contó el placer humano que significaba para él ir a uno de estos locales durante su estadía fuera del país y lejos de su familia. Cuando la nostalgia lo invadía, el súper le recordaba los lazos de la vida hogareña. Él había viajado por razones de estudio; ya era un hombre con tres hijos, pero su compañía de trabajo necesitaba que 15 tomara una especialización; hoy lo llaman diplomado. Lejos de casa, recordaba a los suyos con mucho amor. El susodicho local es una de las invenciones de la sociedad capitalista. Seguro que en los lares socialistas también existe; los defensores de Wall Street dirán que en el mundo liberal no hay el desabastecimiento que ocurre en los mercados izquierdosos. Los herederos de Marx saben repartir, pero no producir; a la larga la gente no produce nada para abastecer los mercados. De veras que ir al súper da una sensación de placer y libertad. Me hace sentir que soy un hombre que ha logrado satisfacer las necesidades de su familia. Ir al súper implica que trabajé muy duro o busqué los medios para comprar y eso da una sensación de orgullo que llena el corazón. ¡Qué sensación tan engorrosa cuando no tienes sino lo justo y necesario! Cuando estás en la fila para pagar, vas haciendo los cálculos de qué se va a quedar en el carrito. Si tus hijos van contigo, tienes que aprender a decirle “no”, a algunas de sus solicitudes. No se puede comprar todo. No hay plata para todo. Y más aún, debes aprender a sobrevivir con el llanto de los infantes que no entienden eso de presupuesto y gastos controlados. En estas épocas de lucha y búsqueda de estabilidad presupuestaria, me toca a mí hacer el súper. Yo decido qué se compra y qué no. Ir al súper es todo un ejercicio de aritmética. Hay que maximizar los recursos y buscar el mercado más económico, sin dejar de pensar en la sanidad e higiene. En eso de ser discípulos del Maestro, conversar y mirar a la gente a los ojos es imperante. Lo más valioso son las personas; independientemente de lo que nos ocurra, de la procesión que llevemos por dentro, de los temores y angustias que nos ataquen; lo más importante son las personas y del trato que les demos dependerá nuestro paso a la vida eterna. Ya lo dice San Juan de la Cruz: Al atardecer de la vida, seremos juzgados por el amor. Por el amor que demos a los que se topen con nosotros; ricos o pobres, ateos o creyentes… Supongo que San Juan estaba pensando en la parábola del pobre Lázaro, el rico Epulón y en el juicio final: Tuve hambre y me diste de comer, estuve enfermo, pobre, necesitado… Mirar a la gente a los ojos y escucharla es un signo de que 16 nos interesan. Emanuel Levinas nos habla de la Mirada del otro que me exige atención. Esto de mostrar respeto por la gente es vital. La gente se da cuenta si les prestamos atención. Mis hijos y mi esposa se dan cuenta si de verdad me interesan. Una noche fui al supermercado. Tenía que comprar carne o algún derivado de proteína animal, diría mi endocrinóloga. No había mucha gente en el local. El carnicero se atrevió a intercambiar palabras conmigo. -¡Oiga yo no sé cómo hacen estos tipos!- me dijo mientras lanzaba una mirada hacia sus compañeros despachadores de carnes, aves o peces. -¿A qué se refiere? -me atreví a preguntarle -Yo no sé cómo haces estos tipos. Uno dice que tiene dos mujeres, el otro que tres. Y tienen para darle todo, a todas –dijo el hombre con perplejidad. Y luego añadió la joya de sabiduría que inspiró este ensayo-: -Yo sólo tengo una y no puedo hacerla feliz. ¿Cómo hacen ellos? Dicen que todas están felices. ¿A cuántas personas podemos hacer felices? ¿A cuántas familias puedo hacer felices? ¿Mis hijos son felices? ¿Mi cónyuge, mi compañera o compañero es feliz? Libertad, Amor, Ética Antes de volver al amor debo hablar de la libertad, pues un requisito para el amor es que sea libre. Si te obligan a amar, ya no es amor. La libertad se conquista. San Agustín diferenciaba en libre albedrío y libertad: el primero es la capacidad que tenemos los humanos de decidir nuestros fines, medios, acciones, pensamientos y omisiones; la segunda es la máxima felicidad que se encuentra cuando utilizamos bien el libre albedrío. Nuestra naturaleza humana está herida, pero no incapacitada. Lutero decía que no podíamos nada, que el pecado original había destruido nuestra voluntad y nuestra razón. Lo único que nos salvaba era la fe; nuestras acciones siempre iban a estar manchadas por la herencia pecaminosa que adquirimos de Adán y 17 Eva. Santo Tomás de Aquino afirmaba que estamos heridos, pero no incapacitados para ejercer bien nuestro libre albedrío. Si analizamos la vida humana, desde los primeros años, vemos como nuestros instintos nos llevan al egoísmo, -para algunos esta es la verdad de Thomas Hobbes, el hombre nace con la maldad, es un lobo para el otro hombre. Para los que creemos la Revelación Cristiana, es la herencia del pecado, la concupiscencia que está en nosotros. Los padres tenemos la tarea de ir educando a nuestros hijos en los valores de la solidaridad: el mal de los otros es mí mal y debo luchar por erradicar la maldad y el egoísmo del mundo. Tengo libertad, pero tengo una serie de instintos animales que debo domesticar. La ley de la selva está dentro de mí. La libertad es la capacidad de domesticar todos estos instintos, encauzarlos hacia el bien. Dios no se equivocó cuando nos dio libertad. La libertad es una herramienta preciosa para obtener méritos. Los animales y las plantas no obtienen méritos: sus acciones son instintivas, ya están reguladas. En cambio nosotros podemos decidir nuestro destino. Tú haces tu destino con la libertad que Dios te dio. Claro que hay circunstancias que podrían influir en nosotros: crecer en una barriada plagada de delincuencia, drogas, libertinaje. Pero incluso esas circunstancias difíciles se convierten en méritos, pues al vencerlas, recibo más méritos. Para los que creemos en Dios, todo concurre para bien de nuestra libertad (Romanos 8, 28); hasta nuestros cabellos están contados. Todo está en manos de Dios. Pero mi libertad es fundamental para redimir mi historia: sin ella Dios no puede hacer nada. Él necesita de mi libertad; no para utilizarme, sino para potenciarme y llevarme a alcanzar lo más alto: mi plena humanidad. Sartre afirmaba que si existía Dios, no podía haber libertad. Dios por lo tanto es el enemigo de la libertad humana, pues sus leyes siempre son prohibitivas. Sin duda que esto es un episodio más de la primera rebelión. El hombre quiere ser creador y no creatura. El hombre quiere decidir por sí, y no reconocer que cuando él llegó al Universo, hacer dos millones de años, ya la historia cósmica llevaba cerca de quince millones de años. Pero con todo, somos la única creatura que Dios ha querido en sí misma. Somos los únicos con capacidad de 18 amar. Santo Tomás de Aquino afirmaba que el hombre es un viador –statu via, perfectible. Dios nos hizo con la capacidad de perfeccionarnos. Somos naturaleza, pero también vocación y elección. Cada uno decide qué hacer con su libertad. Libre de... Libre para... La expresión, en el contexto contemporáneo, se atribuye a Víctor Frankl, psiquiatra y filósofo, quien sobrevivió el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Los dolores que padeció, perder a su esposa y familiares, lo llevaron a descubrir el sentido de la vida y a reflexionar sobre la libertad. ¿Qué sentido tiene la vida humana? ¿Se puede hallar sentido en medio de tanto dolor, inhumanidad y sufrimiento? La mayoría de nosotros afirmamos ser libres, estar libres. Sólo los presos, detenidos en cárceles, están sin libertad, decimos. Somos libres de elegir qué hacer y qué no hacer. Somos libres de comprar o ahorrar. Somos libres de ir al casino o tomarnos unos tragos. Se ha vuelto común que el alcohol es indispensable para nuestras veladas, fiestas o reuniones sociales: no puede faltar. ¿No será esto una esclavitud? ¿Quién sabe beber unas copas sin sobrepasarse? El mundo contemporáneo heredó de la Revolución Francesa el valor de la Libertad. La Democracia moderna es el máximo ejercicio de la libertad. El capitalismo defiende la libertad y sus componentes. So pretexto de liberalismo se nos esclaviza en el consumo de alcohol, en la pornografía, en la ludopatía, en el adulterio. El hombre necesita algo a lo que dedicar su libertad y su energía, entonces escoge alguno de estos. Un conocido que había entrado en el mundo de las drogas - lo hizo al dejar la escuela, pues la educación le parecía aburrida- me explicaba el mecanismo de dependencia. Su isla era visitada por barcos atuneros. Los jóvenes eran contratados para trabajar en el barco y dejaban la escuela. El anzuelo era empezar a ganar dinero rápido. En el día iban al barco, en la tarde se bajaban 19 para dormir en sus casas. Cuando les pagaban, invertían su dinero en sexo, drogas y alcohol. No tenían otras metas. Ahí empezaba la esclavitud. El ser humano necesita algo absoluto a lo que dedicar su libertad: vicios o virtudes. La clave es descubrir la mentira de los vicios y eso es un combate que implica morir a nosotros mismos. Aceptar los propios vicios es un proceso de muerte y de negación. Tienes que descubrir que estás esclavizado y que eso te está destruyendo. Luego deberás buscar ayuda profesional y espiritual. Sólo no podrás vencer esos gigantes. Sin Dios no se pueden dejar los vicios, porque ellos no son sólo algo humano, sino que son esclavitudes espirituales: pecado. Claro para quien no cree, eso no son vicios, son libertades y goces humanos. Recuerdo una estudiante que defendía a capa y espada el sexo prematrimonial y libre. Defendía el uso de anticonceptivos. Ella decía “yo no creo en Dios, ni en la religión. Para mí la vida es sólo aquí y ahora”. Cuando te liberes de los vicios, estarás listo para descubrir la “libertad para”. Serás libre para amar a tus seres queridos, a tus amigos, a tu trabajo, a tu iglesia, a Dios… Lo preocupante es que a veces nos gusta la esclavitud, pues tememos la libertad. Esto suena un poco absurdo. ¿Miedo a la libertad? Tal vez miedo a la esclavitud. La esclavitud es espantosa. Desde la Antigüedad ha sido un medio de crear imperios y de amasar fortunas a costa de otros. Los seres humanos, por el pecado original, nos hemos vuelto “lobos para los otros hombres”. Esta es la discusión de Hobbes y Rousseau. El primero afirmaba que el hombre nace malo por naturaleza, en cambio el segundo decía que el hombre nace bueno es la sociedad la que lo corrompe. Los cristianos creemos que Dios hizo el universo, el mundo, al hombre... y todo lo hizo bien. Perfectible y no perfecto. Es decir le dio todos los medios y leyes al universo para que marchara en verdad, bondad, justicia y amor. Quisiera resumir esto sobre la libertad, con una iluminación de un amigo español: Libertad-autonomía: puedo ir donde quiero. 20 Libertad-autodominio: puedo dominar mis instintos. Libertad-autodonación: puedo comprometer mi libertad con el amor y con valores elevados. El pecado introdujo un desorden que ha sometido nuestra libertad e incluso a la naturaleza como dice San Pablo “Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Pues quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza .también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Ya que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la plena filiación adoptiva, la redención de nuestro cuerpo.” (Romanos 8, 18-23) Derechos y Deberes La libertad es difícil, pues exige valentía y responsabilidad. De hecho cuando descubrimos que podemos hacer fracasar nuestra vida, a veces preferimos que otros manejen la nave de nuestra libertad. De esta manera podernos culpar a otros de nuestros errores. Viene a mi mente la historia del canario que pidió a los marineros de su barco que lo soltaran de su cautiverio. El cantor ya no quería vivir en la seguridad de su jaula, anhelaba surcar por el océano y gozar del placer de la libertad. El ave voló muy lejos y los primeros días era felicísima. El asunto fue que, después de una semana, en medio del mar, con lluvia unas veces y sol inclemente otras, no había donde descansar. El pajarito pensó, no tengo casi fuerzas; voy a morir. Creo que puedo llegar al barco en unos cuantos días. Allí tengo alimento y seguridad. Cuentan los 21 marinos que tan pronto llegó al buque, pidió que lo enjaularan nuevamente y botaran la llave. La libertad no es tan fácil nada. No es tan sencillo, porque estamos obligados a decidir. De alguna manera Sartre tenía razón cuando decía que estamos condenados a ser libres; no hay determinismo. Eres libre de hacer lo que creas conveniente. El pequeño detalle es que la máxima libertad se realiza cuando hacemos el bien. Parece contradictorio verdad. Seguro pensarás que no eres libre nada, si se te impone el bien. El mismo Sartre afirmaba que la existencia de Dios era contradictoria con la libertad del hombre, pues las reglas y normas divinas son enemigas de nuestra absoluta libertad. La conclusión lógica es una moral relativista y circunstancial. No hay espacio para una esencia humana, con fines ya establecidos a partir de una ley natural. Por eso, el francés afirmaba que la existencia, en el caso del hombre, precede a la esencia: cada hombre decide su esencia por su existencia. No hay reglas, normas, morales. Dios es casi como un enemigo que me prohíbe las cosas buenas de la vida. En este contexto se comprende la campaña mediática del ateo más famoso del tercer milenio. Richard Dawkins ha montado un slogan que reza: “Goza la vida. No te preocupes. Probablemente, Dios no existe”. Según esto, Dios es alguien que no le gusta que tú seas feliz. De tal forma que es mejor sacarlo del libreto. Algo así planteaba Nietzsche para quien es mejor creer que Dios ha muerto, que creer en un Dios que permite la maldad. Este mismo filósofo decía que el Cristianismo es antihumano, pues la mayoría de sus valores fundamentales son sinónimo de debilidad: humildad, mansedumbre, perdón, misericordia, buscar los últimos puestos, servir en lugar de ser servido... El borrar a Dios del mapa es un plan del Enemigo desde los tiempos del Edén. Es que el mal es más atractivo, la tentación siempre se presenta preciosa. El Creador nos dio una ley natural, que está inscrita en nuestro ADN y que nos invita a hacer el bien y evitar el mal. Claro ahí viene el pecado y la concupiscencia que se inclinan a lado oscuro de la fuerza diría Darth Vader. 22 Me gusta contar esto de la Ley Natural con un ejemplo, pues no es tan fácil de comprender. Todo fabricante -de lo que sea que fabrica- establece el modelo de su obra. Alguien que construye computadoras establece velocidad, capacidad; igual con los vehículos. Así es con el hombre; el Creador estableció una ley interior a nosotros mismos que nos dice el bien y el mal y que nos habla en eso que llamamos conciencia. Depende de nosotros ir desarrollando nuestro oído interno para que la conciencia nos pueda advertir. Lastimosamente la conciencia es a veces obnubilada, oscurecida por una sociedad que nos dice que no hay bien, ni mal: Todo es relativo. Es aquí donde vienen a jugar un papel fundamental los padres de familia y los educadores: formadores de conciencias rectas. Los medios de comunicación deben apoyar la formación del criterio, pero no pocas veces se convierten en propagadores de costumbres inmorales o amorales. Algún dueño de medio se defiende diciendo “nosotros presentamos lo que la sociedad desea ver y escuchar”. Afirman igualmente que el entretenimiento es distinto a lo educativo; el entretenimiento paga, pero a veces está lejos de la verdad. Seguro que te estarás preguntando y por qué Charlie está tan seguro de la verdad. Tenemos que definir si hay verdad. Esta discusión la lleva casi cuatro mil años, y a los hombres nos encanta rebelarnos de la verdad. Queremos ser los que establecen la verdad y no nos gusta reconocer que cuando llegamos al universo, ya existían unas leyes básica que descubrimos, no inventamos. La libertad es uno de la valores de la sociedad moderna. Y en no pocas ocasiones los hombres se han atrevido a ofrendar la vida con tal de obtener su libertad y sus derechos. ¿Y los derechos de Dios? ¿Dios tiene derechos por habernos creado? ¿Tenemos algún deber para con Dios? ¿Le debemos culto, amor, adoración? El decidió nuestro ADN. El decidió compartirnos la libertad de la que Él goza. Pero somos criaturas, Él es el Creador. La figura del ave, atada con un cordel de oro, es de San Juan de la Cruz. Dice el gran doctor de la Iglesia, que da lo mismo estar atados por cadenas y grilletes, que por un cordel de oro: igual estamos esclavizados. Hoy es 23 necesario que rompas cualquier atadura que te impide volar hacia el Señor, hacia tus metas y proyectos. El proceso durará toda la vida: he ahí nuestra santificación. Ir liberándonos para ser plenamente humanos.