“Vengan, convivamos con nuestros pequeños”. Federico Froebel y el movimiento alemán del jardín de niños. Barbara Beatty El jardín de niños de Federico Froebel triunfó por dos razones fundamentales: se percibió que era un complemento más que un sustituto de la educación familiar y fue visto como un nuevo ambiente apropiado para los pequeños, no como una escuela. El frobelianismo fue una reconstrucción romántica de las maneras tradicionalmente aceptadas de educar a los niños, no un intento por separar a los niños de sus familias y obligarlos a recibir instrucción académica. Pero a la vez el jardín de niños fue una fuerza que impulsó la modernización en la familia y en la educación, que legitimó la educación extra familiar y los nuevos métodos pedagógicos y que modificó las relaciones entre los niños, las mujeres, las familias, las escuelas y el Estado. Froebel elaboró nuevos métodos y materiales educativos especialmente ideados para los más pequeños. Su amplio programa de juegos y actividades manuales ofreció una guía a las maestras sobre lo que se podía hacer con los niños en vez de enseñarles a leer, escribir o contar. Froebel utilizó el juego como un rnedio de enseñanza y creó juegos y canciones diseñadas para inculcar actitudes de cooperación y autocontrol voluntario. Las seguidoras de Froebel hicieron del jardín de niños uno de los primeros y más populares movimientos modernos de mujeres. Como Pestalozzi, Frobel basaba su modelo de maestra en la madre campesina y extraía muchos de sus métodos educativos de las prácticas populares de educación infantil. Pero las maestras del jardín de niños eran mujeres de carne y hueso, no modelos femeninos idealizados, y la enseñanza y la causa del jardín de niños ofrecieron a las mujeres una nueva ocupación fuera del hogar. Froebel también insistía en educar a las mujeres para que fueran mejores educadoras de los niños dentro del hogar y se concentraba en los intereses comunes de mujeres y niños, mitigando así los temores por la separación de los pequeños de sus madres. Tras catorce años en Keilhau. Froebel se mudó a Suiza. Donde comenzó a preocuparse de que los niños carecían de una preparación adecuada para la escuela y por la falta de conocimiento de las madres sobre cómo cuidar y educar a sus hijos. En 1836 regresó a Blankenburg, cerca de Keilhau y en 1837 abrió su primer jardín de niños. A su invención la denominó "Anstalt fur Kleinkinderpf1ege" (institución para cuidar a los pequeños.) La nueva institución llamó la atención y empezaron a llegar maestros para estudiar con Froebel, quien eventualmente abrió otros dos jardines de niños en Franckfort. Pero Froebel no estaba satisfecho con el nombre de su nueva creación, Continuando con la historia. un día mientras caminaba de Steiger Pass a Blankenburg, no cesaba de repetir: "¡si tan sólo pudiera encontrar un buen nombre para mi nueva criatura!". Posteriormente, según uno de los socios de Froebel,"de repente se quedó inmóvil como si se hubiera paralizado en el lugar y de sus ojos asomó una maravillosa, casi refulgente brillantez. Luego gritó hacia las montañas y el eco de su voz se escuchó a los cuatro vientos, ¡Eureko! ¡Lo tengo! ¡KINDER-GARTEN será el nombre de la nueva institución!". El nombre kíndergarten -jardín de niños- era la perfecta metáfora romántica para describir la nueva institución educativa para los pequeños que ayudó a lograr la aceptación y apoyo a las ideas froebelianas. "Corno en un jardín. Con el favor de Dios y bajo los cuidados de un hábil e inteligente jardinero -escribió Froebel dirigiéndose a las mujeres en 1840-, las plantas en crecimiento se cultivan conforme a las leyes de la Naturaleza, de la misma manera en nuestro jardín de niños, nuestro kindergarten, lo hará la más noble de todas las criaturas en crecimiento: los hombres (es decir los niños. gérmenes y retoños de la humanidad) serán cultivados de acuerdo a las leyes de su propio ser. de Dios y de la Naturaleza". En el fondo de la filosofía educativa de Froebel estaba su concepción de unidad, la cual -a su parecer- los niños vivían a través del juego. Para los niños. el juego es "la más pura y espiritual de las actividades humanas de esta etapa. y. a la vez, típica de la vida humana e:l su conjunto -de la vida natural oculta, interior, del hombre y todas las cosas". Froebel pensaba, sobre todo, que las madres deberían ser enseñadas a "cultivar", "cuidar", "proteger" y "salvar" el juego porque los "juegos de la infancia" son "las hojas germinales de la vida posterior". El sistema educativo de Froebef se basaba en leyes supuestamente naturales: la ley de la unidad, la ley de la actividad propia, la ley de la conexión, y la ley de los opuestos, la cual, dicho llanamente, afirma que los seres humanos aprenden mejor cuando perciben las cosas en contexto con sus opuestos. Froebel pensaba que esta última leyera particularmente importante para la enseñanza. A pesar de la insistencia en la importancia de la teoría, los materiales y actividades que Froebel inventó entre 1835 y 1850 se convirtieron en el centro de su sistema educativo. El juego específico con estos obsequios y ocupaciones, como los llamaba, llevaría a los pequeños a experimentar simbólicamente la unidad del universo, la conexión entre los estados internos y externos, las relaciones entre las partes y el todo, y otros de sus principios educativos. Sus materiales y actividades también eran cuidadosamente seguidos según la ley de los opuestos para obtener el máximo potencial educativo de la enseñanza por contrastes. Los primeros seis obsequios involucraban formas sólidas; los obsequios números siete al 13 se basaban en formas planas y las 10 ocupaciones consistían en diversos tipos de actividades manuales. El primer regalo: seis pequeñas madejas de lana de diferentes colores, habría de ser el primer juguete de un infante o de un niño muy pequeño; manipulando estas afelpadas, teorizaba Froebel, el pequeño aprendería el concepto de unidad, experimentando simbólicamente la calidad de la redondez. El primer obsequio supuestamente también le enseñarla al pequeño a abstraer y analizar mediante la comparación de colores contrastantes y la distinción entre el color y la forma; ya sentir las propiedades esenciales de movilidad, movimiento, dirección y posición. Los obsequios números dos al seis eran: un cubo de madera, un cilindro y una pelotita, junto con un marco del que pendían; un cubo de madera de .dos pulgadas dividido en ocho cubos de una pulgada; un cubo de madera de dos pulgadas dividido en ocho paralelepípedos; un cubo de madera de tres pulgadas dividido en veintisiete cubos de una pulgada, tres de los cuales estaban divididos en mitades y tres en cuartas partes; y un cubo de madera de tres pulgadas dividido en veintisiete paralelepípedos sólidos, tres de los cuales estaban divididos en mitades para formar prismas y seis divididos en mitades para formar medios cubos cuadrados. Los obsequios números siete a diez consistían en cuadrados, triángulos isósceles, triángulos rectángulos isósceles, triángulos escalenos y triángulos obtusángulos, de variados tamaños y colores. Otros materiales del jardín de niños incluían tablillas de diversas longitudes. unidas o separadas; palos redondos y cuadrados de diferentes longitudes y colores, anillos de alambre. completos o en mitades, de diferentes diámetros; hilos de colores; y "puntos", semillas, conchas, frijoles o piedras con las que los pequeños habrían de construir cientos de figuras y formas precisas. Froebel también hacía juegos de dedos, dinámicas, canciones y poesía así como jardinería y actividades para estudiar la Naturaleza. Froebel concebía el juego de los niños como una actividad muy estructurada y era ambivalente respecto al valor del juego libre y espontáneo. Según Froebel, el juego "no era trivial" sino algo "muy serio". Proporcionaba "alegría, libertad, gozo, descanso interno y externo, paz con el mundo". El juego no dirigido era, según Froebel, una pérdida de tiempo. Froebel consideraba de capital importancia introducir a los niños citadinos a la vida rural y a la naturaleza. Para Froebel, quien siendo niño no disfrutó de una vida familiar feliz, la familia era la clave social y la unidad socializadora donde se formaban los principios básicos de los caracteres de los niños. Pensaba que el comportamiento de las madres era particularmente importante, y de ellas era la responsabilidad de crear en el hogar la atmósfera de amor y elevada moral de que dependía el exitoso desarrollo social de los niños. Las relaciones positivas también formaban parte de una buena vida familiar, tal como el juego de dedos "Hermanos y hermanas felices" simbolizaba. El gran valor del juego consistía en promover tanto el desarrollo social como el individual. Al jugar, los niños se encontraban ante la oportunidad de expresarse a sí mismos, pero también aprendían a cooperar. Para Froebel, la reciprocidad -tomar su turno- era la esencia de la armonía social.