LAS LUCES DE SEPTIEMBRE Capítulo 1. El cielo sobre París En 1936, Armand Sauvelle falleció en el hospital de Saint George, en la capital francesa. Su mujer Simone y sus dos hijos, Irene y Dorian estaban presentes. El hombre murió después de seis meses de sufrimiento de una enfermedad que él mismo nunca fue capaz de nombrar. Armand se llevó consigo su magia y risa contagiosa pero dejó muchas deudas que su familia no pudo afrontar. Tuvieron que cambiar toda su vida. Su mujer, Simone tuvo que volver a trabajar y sus hijos también. Dejaron de vestir prendas caras y a ir a colegios buenos. Un antiguo amigo de Armand, Henri Leconte les ofreció instalarse en un apartamento a cambio de que el hijo pequeño lo ayudara como chico de los recados. Más tarde, a Simone le ofrecieron un empleo en un pueblo de Bahía Azul como ama de llaves de una residencia. Así, en junio de 1937, la familia Sauvelle se iba rumbo a la costa de Normandía. Capítulo 2. Geografía y anatomía La Casa del Cabo, nombre de la casa donde residía la familia Sauvelle, estaba situada en un acantilado. Era hecha de madera blanca y tenía una terraza. Estaba rodeada de bosque, y entre éste se podía ver la casa de Lazarus Jann, el hombre por el que trabajaba Simone. Dorian había descubierto una nueva afición: dibujar mapas. Se iba a un santuario que se encontraba entre los acantilados. El pueblo donde vivían tenía un pequeño muelle de pescadores. Al este había la Playa del Inglés con sus arenas blancas. Lazarus Jann los había invitado a cenar en su residencia, Cravenmoore. Irene, en su habitación, intentaba buscar un atuendo adecuado para la cita pero se dio cuenta de que todos sus vestidos le iban pequeños. Su madre le ofreció uno suyo. Al llegar a la mansión de Cravenmoore, Dorian encontró un pájaro en el suelo. Cuando lo examinó vio que era de madera. Después la puerta de la casa se abrió y apareció Lazarus Jann. La casa estaba repleta de autómatas y máquinas. La familia Sauvelle estaba impresionada. Lazarus supo ganarse la confianza de los chicos haciendo bromas y contando historias. También les contó que su mujer padecía una enfermedad incurable y no podía moverse de la cama. El trabajo de Simone consistía en supervisar todo el trabajo en la casa, recoger la correspondencia, hablar con los proveedores, etc. Lazarus les proporcionaba una casa y se comprometía a pagar la escolarización de los niños. También tenían un sueldo mensual. Capítulo 3. Bahía Azul Irene se despertó y oyó una voz que no le era familiar. Trató de imaginar cómo sería esa persona sólo escuchando cómo hablaba con su madre. Era una cosa que solía hacer cuando era pequeña: cerrar los ojos e intentar imaginar a la persona que hablaba. Esta vez sólo falló en el color de pelo. Era Hannah, la doncella de Lazarus. Desayunaron las tres juntas y Hannah les resumió un poco su vida. Su padre era pescador y su madre panadera. Con ellos vivía su primo Ismael, que se quedó huérfano. Su primo le enseñaba a leer y a multiplicar ya que no iba a la escuela. Al terminar, Hannah se ofreció para enseñarle el pueblo a Irene. Bahía Azul era muy diferente de París. Todo el mundo conocía a todo el mundo y las noticias corrían rápidamente. La familia Sauvelle fue encontrando su sitio en el pueblo. Simone tenía lugar entre las damas de Bahía Azul, Dorian hizo algunos amigos y se divertía con ellos. Se enamoró de Greta Garbo, una mujer de treinta años. Irene pasaba mucho rato con Hannah, que estaba obsesionada en encontrarle novio a Irene, a lo que ella siempre decía que se lo pensaría. Un día, Hannah se llevó a Irene a pasear por la Playa del Inglés. Estuvieron hablando y le contó que recibía este nombre porque ahí había vivido durante muchos años un pintor inglés cargado de deudas. Cuando murió, tres años atrás, lo enterraron ahí, donde había pasado tantos días. Entonces apareció Ismael con su velero. Se pasaba el día navegando. Ahí es donde Ismael e Irene se conocieron. Irene se dio cuenta de que Ismael tenía una cicatriz a lo largo de su pierna derecha. Ismael se ofreció para llevarla a casa en su velero, llamado Kyaneos. Irene aceptó. Durante el viaje, el chico le contó una leyenda del pueblo. Se dice que un verano, durante el baile de máscaras, una mujer tomó un bote y se fue mar a dentro. Unos dicen que fue para huir de un crimen, otros que tenía una cita en el faro. Pero mientras cruzaba la bahía, hubo una tempestad y se ahogó. Su cuerpo nunca se encontró y días más tarde, su máscara apareció en la arena. Desde entonces la gente dice que durante los últimos días de verano se pueden ver luces en la isla del faro. Así, Irene le pregunta si se puede visitar el faro. Quedan para ir en una semana los dos solos. Capítulo 4. Secretos y sombras Poco después del paseo en barco desde Playa del Inglés a la casa del Cabo, todo el pueblo sabía que Ismael e Irene habían quedado el sábado. Bahía Azul era un pueblo que no podía tener secretos. Era una cosa prácticamente imposible. Ismael estaba con su tío. Le pidió el día libre para el sábado para poder irse con Irene al islote del faro. Su tío bromea sobre esto y le pregunta si le gusta la chica. Él se sonroja y acaba asintiendo. Simone solía entregar las facturas y las cartas a Lazarus a primera hora de la mañana. Las dejaba encima del escritorio de su estudio para así no interrumpirlo más tarde. Siempre era igual pero un día entró en el estudio y se encontró que todas las cartas escritas desde Berlín por Daniel Hoffmann estaban quemadas. Lazarus había intentado destruirlas. Pensó que no era asunto suyo y se marchó decidida a no volver a hacerlo. A medianoche, Hannah se despertó al oír continuamente un ruido que no le dejaba dormir. Tras ponerse un bata y unas zapatillas, tomó el camino hacia la habitación de donde procedía el ruido. Cruzó el pasillo, lleno de muñecos de madera que la atemorizaban. Lo había cruzado centenares de veces pero nunca de noche. Cuando llegó a la habitación, entró y cerró la puerta. Las cortinas estaban empapadas porque estaba lloviendo. Se apresuró a cerrar la ventana, que era la causante del ruido. Entonces se dio cuenta de que esa habitación era de niño. Había una cama con un escritorio al lado, libros y ropa pequeña. Pero se dio cuenta que no había ni un solo juguete. Examinando la habitación encontró recortes de papeles en las paredes. Se veía a una mujer y a un niño de no más de siete años. Titulares de noticias también se encontraban colgados. Había uno que decía: “Un niño de ocho años es hallado tras haber pasado siete días encerrado en un sótano, abandonado, en la oscuridad”. En ese momento, Hannah oyó una voz que pronunciaba su nombre. Encontró un frasco precioso que parecía perfume. Tras dudar unos instantes, lo acabó abriendo y una negrura salió de dentro. Pudo ver una sombra que la perseguía y corrió hasta el exterior de la casa. Se aventuró bosque adentro y corrió. En un momento, la sombra estaba encima suyo. Poco después sintió el aliento de la sombra sobre su rostro. Capítulo 5. Un castillo entre las brumas Éste era el día acordado entre Irene e Ismael para ir a navegar. Simone, nerviosa, no paraba de hacer preguntas a su hija sobre el muchacho. Le dio un beso en la mejilla y se fue con Ismael al vero. Ismael le mostraba partes de la bahía y no podía parar de mirarla. Mientras tanto, Simone se adentró en la biblioteca de Cravenmoore. Quedo impresionada con la cantidad de libros que contenía. Ahí también estaba Lazarus Jann, leyendo un libro titulado Doppelgänger. El fabricante de juguetes le ofreció un café. Irene e Ismael navegaron hacia el islote del faro. Amarraron el velero y bajaron a tierra. Ismael le dijo a Irene que le siguiera y entraron los dos en la casa del farero. Ahí ya no vivía nadie, estaban ellos solos. Ascendieron las escaleras que conducían al faro. Desde ahí se podía contemplar Bahía Azul. Salieron al exterior e Ismael le ofreció algo de lo que llevaba en la cesta que su tía había preparado para comer. Después de tomarse las tazas de café, Lazarus y Simone hablaban sobre recuerdos, libros y viajes. Parecía que se conocieran de toda la vida, o esa era la sensación que tenía Simone. Estaban conversando cuando Simone decidió hacerle una pregunta. Le preguntó por qué se dedicaba a hacer juguetes. Así es cómo Lazarus le contó la historia: cuando él era pequeño, era un niño solitario, vivía en el distrito de Les Gobelins, en París, junto con sus padres y sus tres hermanos. Apenas tenía amigos, sus únicos amigos eran los libros. Más tarde conoció a un niño de su misma escalera, Jean Neville. Vivía sólo con su madre. Quedó embarazada de mellizos pero al dar a luz, uno de ellos nació muerto. Así, estuvo toda la vida echándole las culpas a Jean de la muerte de su hermano. No le compró ningún juguete porque creía que no lo merecía. Una noche, se despertó en sueños. Soñaba que una sombra lo perseguía. Su madre fue a ver que le pasaba y se lo contó. Lo encerró en el sótano para que pensara sobre el tema. Esa era entonces su excusa para todo: si no obedecía, la sombra lo vendría a buscar. Cuando Lazarus se enteró de todo esto, gastó sus ahorros en un juguete. En un momento en que su madre había salido a comprar, fue a su casa y se lo entregó como un regalo. Más tarde se enteró que el juguete no había durado más de un día, la madre de Jean lo había quemado. Lo encerró en el sótano otra vez y se fue. Por otras causas, fue detenida y hasta al cabo de una semana no volvió a casa. Cuando lo hizo, su hijo ya no estaba y nadie supo nada más de él. Así, Lazarus decidió que ningún niño volvería a quedarse sin juguetes. Isamel e Irene aún estaban en el faro. Ismael abrazó a Irene. Sus labios se acercaron y finalmente se besaron. Permanecieron un tiempo abrazados. Más tarde, Ismael le confesó que le gustaría escribir seriales de misterio para la radio. Los dos descendieron del faro e Ismael la llevó a un cofre que había en la casa del farero. Extrajo un diario. Era el diario de la mujer que había desaparecido esa noche del baile de máscaras. Volvieron a casa e Irene prometió cuidar del diario. Capítulo 6. El diario de Alma Maltisse Irene empezó a leer el diario. Tras ir leyendo página a página, pensaba que conocía aquella mujer. Creía que nunca antes había sabido tantas cosas de una persona. Sentía pena por todo lo sucedido en aquella mujer. Cuando acabó de leerlo, vio el velero de Ismael y se fue corriendo. Navegaron hasta la laguna. Ahí, Irene se quitó el vestido y se tiró al agua. Ismael, aunque tardó más, hizo lo mismo. Fueron nadando hasta la Cueva de los Murciélagos. Irene abrió los ojos debajo del agua y pudo ver toda la fauna marina que había: peces de colores, cangrejos, etc. Luego besó a Ismael. Hannah no aparecía y llevaba horas sin dar noticias. Simone recibió una llamada del comisario jefe de la gendarmería de Bahía Azul. Dorian había acabado todos los recados que su madre le había encargado. Con la casa vacía, decidió ir a dar una vuelta por el bosque de Cravenmoore. De pronto vio que en el bosque había huellas. Las examinó y siguió andando. Entonces se acercó al tronco de un árbol que estaba totalmente abierto, como una especie de herida. El chico salió corriendo. Ismael e Irene estaban en la cueva. Se tumbaron encima de una roca que sobresalía en el medio. Ismael le contó que eso era como su santuario, donde estaba tranquilo y lejos de todo. No tardaron en irse ya que cuando sube la marea la cueva se llena de agua. El camino de vuelta lo pasaron en silencio. Llegaron a casa de los Sauvelle y se despidieron sin saber cuándo volverían a verse. Al llegar a casa, Irene notó que algo iba mal. Fue hasta su madre y vio que había llorado. Entonces fue cuando Simone le dijo que Hannah había muerto. Capítulo 7. Un camino de sombras Después de saber la noticia de la muerte de Hannah, Irene cogió su bicicleta para ir a casa de los tíos de Ismael. Al llegar, no se atrevió a llamar al timbre pero de pronto el doctor Giraud salió de la casa. Le dijo que Ismael se había ido con el velero y que no estaba. Ella palideció pero el doctor le dijo que era un buen marinero y que volvería. Irene sintió deseos de coger una barca e irse detrás de Ismael pero no podía hacer nada. Volvió a casa. La cena fue breve y todos se fueron pronto a la cama. Dorian, que no estaba durmiendo, se acercó a la ventana y pudo ver unas luces. Entonces salió de casa dirección al bosque. Mientras tanto, Irene no podía conciliar el sueño. Decidió leer el diario de Alma Maltisse. Dorian se adentró en el bosque. Se guiaba por las luces y quería saber que se ocultaba ahí. Escuchó unos pasos de algo o de alguien y se escondió en unas plantas. Intentaba no respirar. Cuando creía que se ahogaba, el personaje de los pasos dejó un farol en el suelo y abrió la planta para ver qué había. El hombre era Lazarus. Dorian pudo respirar tranquilo. Se fueron los dos a un cobijo al lado de la fábrica de juguetes. Sirvieron tazas de chocolate y el niño le explicó todo lo sucedido a Lazarus. El fabricante de juguetes estaba trabajando en un nuevo artilugio. Se trataba de un autómata en forma de ángel, que quiso mostrar a Dorian pero que a éste le dio miedo. Lazarus le contó que Doppelgänger era un término alemán que significaba que una sombra, por algún motivo, había perdido a su dueño. Así, le cuenta una historia sobre un relojero, Blöcklin, de la ciudad de Berlín. Se dedicaba sólo a hacer relojes, no tenía ni familia ni amigos. Un día recibió la visita de un extraño señor llamado Andreas Corelli. El tal señor quería que fabricase un reloj con las agujas en sentido contrario ya que padecía una enfermedad que lo estaba llevando a la muerte. Así podría contar las horas los minutos y los segundos que le quedaban de vida. Tardó dos semanas en realizar el trabajo, luego se lo entregó. Al día siguiente, había envejecido muchísimo, y al siguiente parecía un hombre de setenta años. Sin saber que hacer, se fue por la calle y en un bar se le sentó al lado un hombre misterioso de unos veinte años. Era Andreas Corelli. Le pidió por favor que le devolviera su juventud, que estaba dispuesto a lo que fuera. Corelli le pidió su sombra y él aceptó. Cuando llegó a casa, encontró su gato colgando por el cuello de un cable. En la pared estaba escrito Nilkcolb, su nombre al revés. Oyó una voz y cuando se giró vio a su propio reflejo. Era su sombra quien lo seguía. Los días siguientes, hubo una serie de crímenes. Testigos aseguraban que era el relojero quien los cometía. Lo encerraron en la prisión y los crímenes seguían teniendo lugar. Todo esto duró exactamente veinticinco días. Entonces la sobra del relojero fue encerrada con él. Al día siguiente, el relojero estaba muerto. Más tarde, Andreas Corelli se ofreció a pagarlos gastos del entierro. El caso de los crímenes sigue abierto. Dorian quedó impresionado con la historia. Lazarus le dijo que no era de verdad. Le entregó una caja de madera. Dentro había un ángel como el que había visto pero mucho más pequeño. Lo acompañó a casa y se despidieron. Mientras Dorian dormía, el ángel abrió las alas, ladeó la cabeza y alzó un brazo. Capítulo 8. Incógnito El entierro de Hannah tuvo lugar en el pequeño cementerio a lo alto de la colina de Bahía Azul. La ceremonia final era sólo para la familia. Lazarus se ofreció a llevar a Simone y a sus hijos a casa. Entonces Irene vio a Ismael, cerca del acantilado del cementerio, mirando el mar. Su madre le dio permiso para ir. Mientras, Simone y Dorian se iban a casa. Irene encontró a Ismael sentado encima de una roca, mirando al océano. De vuelta al pueblo, el muchacho se puso a contarle todo lo que había hecho desde el conocimiento de la muerte de su prima. Ismael, al enterarse la noticia, cogió su velero y se fue al islote del faro. Ahí pensó que lo que debía hacer era averiguar el responsable del desastre y hacerlo pagar por ello. Entonces se fue al laboratorio forense del doctor Giraud para coger todos los archivos pertinentes a Hannah. Después de analizarlos, vio que según el dictamen oficial fue un paro cardíaco pero que el doctor Giraud, en su opinión, creyó que Hannah vio algo en el bosque que le provocó un ataque de pánico. Cree que la única manera de saber de qué huía Hannah, que esa noche la pasó en Cravenmoore, es ir esa misma noche al bosque. Irene estaba leyendo el diario de Alma cuando Ismael dio un leve golpe en la ventana. La chica se puso la chaqueta y bajó. Se adentraron en el bosque hasta llegar cerca de la mansión de Cravenmoore. Lazarus se disponía a salir de la casa y los chicos se escondieron en el interior de un tronco. Estaba lleno de murciélagos e Irene estaba a punto de gritar pero Ismael le tapó la boca. Esperaron a que Lazarus Jann se fuera adentrando en el bosque y luego corrieron hasta la parte trasera de la casa, donde había la fábrica de juguetes. Ismael pudo abrir la puerta y los dos entraron. No había nada de luz. Entonces Ismael sacó una cerilla y la encendió. Entonces se quedaron boquiabiertos porque había una figura de Simone colgando. Aún no estaba terminada. Quisieron irse de ahí inmediatamente y alcanzaron la puerta que conducía dentro de la mansión. Una sombra entró dentro del cuerpo de metal que Lazarus había mostrado a Dorian la noche anterior. La figura del ángel cobró vida y se dispuso a perseguir a Irene e Ismael. Capítulo 9. La noche transfigurada Durante la noche, Lazarus va a la casa del cabo a visitar a Simone. La invita a ser su pareja en el baile de las máscaras que se celebra en el pueblo. Ella acepta, encantada. Después se ponen a hablar de Ismael, el chico que le gusta a Irene. Mientras tanto, Dorian desde su habitación los escuchaba. Sentía celos. Fue a la ventana a mirar pero sintió que eso que hacía no estaba bien. Su habitación estaba oscura y sintió miedo. Quiso encender la luz de su mesilla de noche pero no se encendía, hizo el intento pero se apagó. Pensó que se había fundido. Entonces pudo ver una sombra. Se movía por toda la habitación. Repetía “vete de aquí”. De pronto vio como la sombra se metía dentro del pomo de la puerta. Sólo entonces se encendió la luz. Más tarde vio cómo su madre y Lazarus se despedían, él le daba un beso en la mejilla y se adentraba en el bosque. Por mucho que lo intentó, no pudo ver la sombra de Lazarus. Entre todo esto, Ismael e Irene seguían en la casa de Lazarus. Entraron y pudieron llegar a la segunda planta, donde según Ismael, se encontraba la habitación de Hannah. Cuando llegaron arriba, decidieron separase para, así, poder examinar la planta más rápidamente. Irene sentía miedo. Se encontró enfrente una puerta. No quería entrar porque creía que no debía estar ahí pero algo le decía que entrara. Entró. Una vez dentro, vio una gran pintura de una mujer muy blanca y preciosa. En un escritorio había un libro negro abierto, lleno de polvo. Lo limpió y rápidamente pudo reconocer la escritura. Le pareció que era de Alma Maltisse. Más al fondo, al otro extremo del velo que separaba la habitación, había un lecho. Se acercó. Separo el velo. En la cama había una mujer estirada que levantaba la mano. En ese momento, un aire frío pasaba por ahí. Se giró y en la puerta había una gran sombra. La puerta se abrió de golpe y unas uñas se asomaban. Irene gritó. Ismael, desde el otro lado de la casa, escuchó el grito de Irene. Corrió hacia ella. Lo volvió a oír. Cuando llegó a la habitación dónde se encontraba Irene, vio el ángel plata con los ojos rojos. Irene estaba muy asustada. Ismael cogió un trozo de madera y lo usó para luchar con la bestia. El animal lo hizo pedazos. Después usó sus cerillas para quemarle la capa. Estaba ardiendo pero se la quitó. El chico ordenó a Irene que se fuese corriendo pero la chica no le hizo caso. Se enfrentó a él. El animal se iba acercando y no les dejaba salir. Tuvieron que salir por la ventana y ahí cayeron hasta el lago del jardín. El animal cayó con ellos. Después se adentraron en el bosque. Aún les seguía. Encontraron la segunda entrada a la cueva de los Murciélagos y se tiraron. La bestia explotó pero la sombra seguía dentro. Los chicos se encontraban dentro del mar y la marea subía. La sombra se fue, riendo. Capítulo 10. Atrapados Ismael e Irene seguían en la cueva. El nivel del agua estaba subiendo y no había nada que pudieran hacer. Se pusieron a hablar sobre el tema de Alma Maltisse. Dorian no podía dormir. Para combatir el insomnio, fue a la cocina a comer algo. Bajo sin hacer ruido para no despertar a su madre. En la cocina, cogió unos bombones suizos que su madre guardaba. De pronto, alguien llamó a la puerta. Dorian se asustó y preguntó quién era. No obtuvo respuesta. Volvieron a llamar. Luego llamaron por la ventana de la cocina. Era la sombra. Dorian la tenía a diez centímetros. Entró. Dorian tenía miedo. La sombra reía y decía que le llevara con su madre. Se convirtió en el rostro de su padre. La sombra iba dirección a la habitación de Simone y Dorian corrió detrás suyo. La sobra entró en la habitación. Simone estaba inconsciente y la sombra la cogió, se la llevaba. Dorian quiso recuperar a su madre pero no pudo hacer nada. La sombra se fue, dirección al bosque, riendo y con su madre en brazos. Los chicos, Irene e Ismael ya no tenían punto de apoyo en sus pies. Ismael sostenía a Irene, que empezaba a estar inconsciente a causa del frío. Ismael le prometió que saldría de ahí, solo debía esperar… Lazarus Jann regresó a Cravenmoore y subió a ver a su mujer, Alexandra. Tenía un mal presentimiento. Cuando vio las marcas de lucha y todo roto se desesperó. Fue corriendo al lecho y le pidió perdón a su mujer. Notó una presencia pero era demasiado tarde. Recibió un golpe en la nuca y quedó inconsciente. Sólo pudo ver que era Christian, el autómata de la puerta. Lo arrastraba por el pasillo. Después, perdió el sentido. El alba llegaba y Ismael aún se mantenía despierto. Sujetaba a Irene. La marea bajó y pudieron estirarse. Estaban vivos. Capítulo 11. El rostro bajo la máscara Irene e Ismael se despertaron en la playa. Irene tenía los labios secos y le dolía todo el cuerpo. Ismael se despertó un poco más tarde. La única manera de salir de ahí era trepando por los acantilados hasta llegar al bosque. Simone despertó en una habitación de niño. Pero, según ella, una habitación no habitada por ningún niño. Empezó a recordar cosas de la noche anterior. Se preguntó y se lamentó dónde estarían Dorian e Irene. Si ella estaba secuestrada, probablemente ellos también. Examinó la habitación. Había recortes de periódicos y de fotos. En las fotos salía un niño de unos siete u ocho años. También salían noticias sobre Lazarus Jann y su mujer Alexandra, sobre su enlace. El niño aparecía con una noticia que decía que había estado encerrado en un sótano diez días. Pero cuando Simone examinó al niño, vio los ojos de Lazarus. Entonces Simone se dio cuenta de que no estaba sola en la habitación. Irene e Ismael llegaron a la cima de los acantilados sobre las cuatro de la tarde. Nadie se quejó pero la dificultad fue tremenda. Tenían todos los brazos y piernas llenas de heridas. Una vez arriba, tomaron el camino hacia el bosque. Simone descubrió que el hombre que estaba en la habitación con ella era Lazarus. Se quedó sin palabras. Quería a sus hijos. Él le decía que todavía no podía salir, debía escuchar una historia antes. Simone le dijo que escucharía su historia si luego la dejaba salir. Aceptó. La historia que Lazarus contó era sobre su vida. Nació en el distrito de Les Gobelins, en París. Su madre dio a luz en casa con la ayuda de una vecina, Nicole. Después de nacer tardó unos minutos en llorar y su madre se pensó que había nacido muerto. Pero no, estaba vivo. La madre lo interpretó como un milagro y lo bautizó como Lazarus. Su madre padecía una enfermedad y estaba muy mal. La vecina le decía que tenía que ir a jugar con los otros niños pero no quería. La única esperanza que había en ese barrio era que viniera Daniel Hoffmann, un fabricante de juguetes que recorría las calles de París disfrazado y repartiendo juguetes. Su madre iba perdiendo capacidades mentales, por lo tanto Lazarus creció solo. Deseaba que Hoffmann viniera a su casa y rezaba cada noche. Entonces empezó a construir juguetes con lo que encontraba. Su favorito era Gabriel, un ángel que lo protegía de la oscuridad y de los peligros. Cuando su madre encontró todos sus juguetes, se lo llevó al sótano y le contó que alguien le había hablado en sueños y que los juguetes eran una invención de Lucifer y que con ellos intentaba condenar el alma de todos los niños. La madre dijo que tenían que quemar todos los juguetes porque si no, la sombra de su alma vendría a por él. Entonces la enfermedad de su madre empeoró y lo empezó a encerrar en el sótano, dónde decía que la sombra no lo podía encontrar. Un día, lo dejo ahí encerrado siete días pero ahí ocurrió su segundo milagro: Daniel Hoffmann apareció. Lo sabía todo de él y le dijo que él sería el heredero de todo esto, sólo tenía que darle su corazón. Entonces con un frasco le quitó la sombra y le dijo que muy pronto sus problemas se solucionarían. Más tarde, la policía lo sacó de ahí. Su madre había muerto y su custodia pasaba a una parienta lejana. Vivió feliz. Al cumplir los dieciocho años, recibió una carta que decía que tenía una casa a su nombre, Cravenmoore en la costa de Normandía. Tardó varios años en ir a vivir ahí. Todo estaba yendo como se esperaba hasta que conoció a Alexandra. Se casó con ella y por lo tanto rompió la promesa. El día de la boda, cogió el frasco con su sombra y la tiró por un acantilado. Ismael e Irene llegaron a la Casa del Cabo. No había nadie y todo estaba destrozado. Buscaron por todas partes a Dorian y a Simone pero ni rastro. Irene lloraba. De pronto oyeron unos golpes. Venían del sótano. Era Dorian. Con ayuda de los dos lo sacaron de donde estaba metido. Estaba asustado. Irene le preguntó dónde estaba su madre y le dijo que la sombra se la había llevado. Irene le ordenó que fuera al pueblo, a la gendarmería y dijera que su madre había tenido un accidente en Cravenmoore y que estaba herida y que, sobre todo, no mencionara la sombra. Capítulo 12. Doppelgänger Simone seguía en Cravenmoore. La máscara siguió contando su vida. Le contó que con Alexandra era muy feliz. En los regalos de bodas, Alexandra encontró un paquete para ella con una nota que decía que lo abriera cuando hicieran un año de casados. Era un frasco según el paquete con el perfume de Lazarus. El regalo era de Daniel Hoffmann. Cuando llegó el día, lo abrió. Toda su vida se convirtió en una pesadilla. Entonces Lazarus empezó a recibir correspondencia de Hoffmann desde Berlín. Una vez le envió un libro llamado Doppelgänger, que era un libro sobre sombras. Entonces se dio cuenta que en la casa había una sombra. Los ataques eran constantes. Rompía la ropa de Alexandra, le tiraba cosas…Era el alma de Daniel y en Alexandra se hacía más fuerte. Entonces Lazarus cerró la fábrica de juguetes y quiso volver a construir a Gabriel, el ángel que los protegería. Pero no lo obedecía, obedecía a la sombra. Lo que hacía la sombra era coger la energía de Lazarus. Entonces se trasladó a vivir al islote del faro. Pero la noche del baile de máscaras, Alexandra fue a por él. Cuando estaba cruzando la bahía, la sombra cayó sobre ella y la arrastró a las profundidades. Al día siguiente, la sombra se refugió en el bote de cristal y no la volvió a ver en veinte años. Simone se levantó de la silla, no podía escuchar más. Lazarus le dijo que desde que habían llegado Simone y sus hijos, no pudo evitar fijarse en Simone. Cuando llegaron, la sombra despertó. Encontró a un inocente que la abrió, Hannah. Lazarus se acercaba a Simone y ella le decía que se apartase. Entonces Lazarus le dijo que sus hijos habían muerto. Ella, en un arrebato de rabia e ira, cogió la vela y le quemó la máscara. Se rompió en pedazos. No había nada detrás. Sólo una masa negra. Entonces oyó la voz de la sombra. La sombra, con sus garras, la atrapó y se la llevó arrastrando hasta la oscuridad. Ismael e Irene andaban por el bosque en dirección a Cravenmoore. Decidieron entrar los dos y permanecer unidos. Mientras, Dorian, llegó a la gendarmería. Tocó la puerta y esperó a que le abriesen. Pidió agua, ya que no se aguantaba casi de pie. Después le contó al comisario lo que su hermana le había dicho. El hombre le dijo que estaba solo y no podía dejar el puesto, a lo que el niño le pidió que llamara a alguien. Lazarus Jann se despertó y notó el dolor en la nuca. Recordó el rostro de Christian. El autómata le había golpeado y lo había arrastrado hasta aquella habitación sin utilizar en Cravenmoore. Luego, mirando por la ventana vio que dos personas cruzaban el jardín en dirección a la puerta principal. Irene e Ismael entraron en la casa. A los pocos segundos, la puerta se cerró a sus espaldas. Apareció Christian, el mayordomo autómata con un cuchillo en la mano. Irene gritó que no hiciera nada. El muñeco se paró y dejó caer el cuchillo. Entonces se adentraron e Ismael cogió el cuchillo. Se oyó el nombre de Irene. Aparecía una figura al fondo con los brazos abiertos. Irene se pensaba que era Simone pero sólo era la figura que habían visto aquel día ellos dos. Empezaron a correr y la autómata lo hacía detrás de ellos. Entraron en la biblioteca y bloquearon la puerta. De pronto, parecía que hubiera alguien ahí, los libros empezaron a caer. Las páginas del libro que había en el escritorio, Doppelgänger, empezaron a moverse de un lado para otro. Un manto negro empezó a extraer todas las palabras del libro y se iba esculpiendo un cuerpo. Un poco más tarde, había un ejército de sombras: niños, ancianos, adultos…Hacían gesto de ayuda. De pronto, la sombra las absorbió a todas. Corrieron hacia un pasillo que daba a la tercera planta. Llegaron a una puerta e Irene intentó abrirla. Mientras lo intentaba, la sombra se aproximó a Ismael. Dibujó su rostro y él lo intentó cortar con el cuchillo. La lengua que asomaba cayó encima de sus pies. Irene consiguió abrir la puerta y los dos entraron dejando atrás el trozo de sombra. La otra parte subía por el muslo de Ismael en forma de araña. Luego se puso encima de Irene e intentó subirse a su cuello. Ismael le puso la vela encima y se empezó a fundir. El fuego le asustaba. Ismael puso la vela en pie para ver dónde se encontraba. Era una sala de duchas. Luego oyeron ruido por las cañerías, y las llaves de paso se abrían lentamente. La sombra estaba ahí. Despacio, empezó a descender la sombra por los orificios. Se dibujó un rostro, Lazarus. Irene avanzó hacia él, más tranquila. Pero eso no era Lazarus, era la sombra. De pronto, dos largos brazos intentaron coger a los chicos, pero Irene los apartó. Justo en ese momento llegó Lazarus, gritando que se fuera de ahí. Luego les preguntó a los chicos que estaban haciendo ahí e Irene le dijo que venía a por su madre. Ismael le preguntó que qué era esa cosa y le dijo que era el mismo. Lazarus los llevó a una habitación. Les dijo que se marchasen a casa, que aquí no podían hacer nada. Entonces Irene tuvo idea de dónde podía estar su madre. Entro en la habitación dónde había el cuadro de Alma Maltisse. Había una butaca, y ahí estaba: Simone. Estaba viva. Trataron de levantarla. Desde la pared, la sombra extendió unos brazos con garras. Mientras, Dorian estaba de camino con el comisario, una ambulancia y el doctor Giraud. La sombra estaba atacando a los chicos. De pronto apareció Lazarus. La sombra dejó a los chicos y Lazarus ordenó que se llevaran a Simone con ellos. Estaban yéndose cuando Irene quiso mirar por la puerta. Lazarus se sentó en el lecho y vio cómo abrazaba a su mujer. Era el abrazo más real que había visto nunca. De pronto, la sombra venía por detrás. Irene avisó a Lazarus. Se giró. Cogió un revólver y se disparó. Ismael fue a socorrerlo y vio a Alma. Era una máquina. Cuando Alma murió, Lazarus cogió el cuerpo y construyó una máquina. Ismael e Irene se fueron arrastrando a Simone. Lazarus se levantó del lecho. La bala también estaba matando a la sombra. El fabricante dejó que se quemara la casa. Lazarus, caminando entre las llamas, sacó el bote donde había la sombra, la negrura entró y tiró el frasco al fuego. Mientras, Irene e Ismael se llevaban a Simone. Miraron atrás. Cravenmoore estaba en llamas. Capítulo 13. Las Luces de Septiembre No quedaba nada en Cravenmoore. Todo se lo había llevado el fuego. Todos los recuerdos de aquel niño, Lazarus. Lo último que Ismael vio, fue a Lazarus besando a su mujer en la frente. Ismael e Irene estaban de camino a ninguna parte cuando de recuperaban de aquella noche. Las luces de septiembre se habían ido con el alba. Ismael propuso irse a casa y la chica aceptó. Después de unos días, la historia que llevaban tiempo intentando descubrir, encajaría en todas sus piezas. Lazarus fue perseguido por la maldición desde su nacimiento hasta la muerte que él mismo provocó cuando vio que no había otra solución. Así podría reunirse con Alma. Ni Daniel Hoffmann podría jamás destruir los vínculos entre Lazarus Jann y Alma. En la última parte del libro, vemos la carta que Irene le envía a Ismael. Le cuenta como está todo ahora que ha pasado tantos años. Dorian se alistó y sirvió al frente de África, tiene una novia, Michelle. Simone ya no sale de casa pero es muy fuerte. Y ella no está casada, ha tenido algún novio pero nada importante. Tiene previsto ir la próxima semana a Normandía, y revivir aquellos momentos que pasaron juntos en Bahía Azul.