Bien hermanos, Dios los bendiga en este día que Dios nos ha permitido vivir y como lo hemos venido haciendo desde el año pasado, los seguimos invitando a mantenernos en oración constante lo unos por los otros, por la necesidades de todos y sobre todo sigamos orando para que Dios en su misericordia, perdone los pecados de la humidad y detenga esta pandemia que no solo esta afectando en el ámbito de la salud, sino también en la economía de los países, así que oremos para que Dios cambie esta situación y pronto podamos volver a nuestras actividades cotidianas y sobre todo oremos para que podamos regresar a nuestros cultos dominicales y así podamos seguir invitando personas a la iglesia y compartir con otros el mensaje de salvación. Y bueno en esta ocasión el mensaje de la palabra de Dios lleva por Título. “3 claves para agradar a Dios” (Miqueas 6:1-8) Y vamos abrir nuestra biblia en el libro de Miqueas capítulo 6: 1-8 Miq 6:1 Oíd ahora lo que dice Jehová: Levántate, contiende contra los montes, y oigan los collados tu voz. Miq 6:2 Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel. Miq 6:3 Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. Miq 6:4 Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. Miq 6:5 Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová. Miq 6:6 ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? Miq 6:7 ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Miq 6:8 Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. Bueno, como podemos ver, este pasaje, es una porción del pequeño libro, escrito por el profeta Miqueas, el cual fue un profeta contemporáneo del profeta Isaías, solo que su profecía fue mayormente dirigida para el reino del sur, que es el reino de Judá. Y bueno lo que sucedía en aquel tiempo, es que tanto el reino de Israel como el Reino de Judá ya se habían desviado del camino del bien, y estaban cometiendo toda clase de maldades e injusticias que iban en contra de la ley y el amor a Dios. Pues sucedía que el reino de Judá se había entregado a la idolatría, además de que los terratenientes ricos, se aprovechaban de sus hermanos pobres y los oprimían, al grado de apropiarse de sus casas y heredades. Pero lo peor de todo, es que hasta los líderes religiosos se habían desviado de la justicia de la ley, pues los sacerdotes estaban enseñando por precio, es decir que cobraban por enseñar la ley, mientras que los profetas, profetizaban mentira, anunciando abundancia y paz, cuando en realidad, por toda esta maldad que estaban haciendo, se aproximaba cautiverio y destrucción. Y esto es algo que me suena muy familiar, porque dentro del Cristianismo de hoy en día, muchos líderes religiosos que se hacen llamar apóstoles y profetas, están haciendo lo mismo que hacían los sacerdotes y profetas de aquel tiempo, pues ahora estos falsos siervos de Dios, están codiciando riquezas y obteniendo ganancias deshonestas al exprimir los bolsillos de los creyentes, mientras que profetizan paz y prosperidad a las personas, en lugar de prevenirlos de la Ira de Dios, que siempre viene sobre los hacedores de maldad. Con lo cual vemos que el cristianismo actual, está cometiendo los mismo errores, con los cuales el reino de Judá había hecho enojar a Dios, y que eran , hacer sacrificios a Dios mientras seguían haciendo lo malo, así que si nosotros, nos decimos cristianos, pero seguimos practicando el pecado y haciendo maldad, tarde o temprano vendrá sobre nuestra vida, el castigo de Dios, tal y como ocurrió con el reino de Judá, que más tarde fue entregado al cautiverio y a la desolación. Por eso en el versículo 2 de este capítulo 6, de Miqueas, vemos que Dios, estaba en pleito y contienda contra el reino de Judá, y les estaba recordando todas las cosas buenas que había hecho por ellos desde el principio, para ver si de alguna manera reaccionaban de toda la maldad que estaban haciendo. Así que por medio del profeta Miqueas, Dios les estaba haciendo un llamado al arrepentimiento, lo cual tiene que ver con un cambio en la manera de vivir y de actuar. Y aunque este llamado fue dirigido hacia el reino de Judá, también es aplicable para nosotros, para que aprendamos que es lo que Dios quiere hagamos. Por eso el profeta Miqueas, hace aquí, una serie preguntas, cuyas respuestas nos enseñan cómo podemos, realmente agradar a Dios. Y bueno las preguntas que el profeta hizo, tenían que ver con las ofrendas y sacrificios de la ley ceremonial, dentro de la cual, se habían ordenado, holocaustos, sacrificios de animales y los diezmos de los productos de la tierra, como en este caso, era el aceite que se obtenía de los olivos. Así que, lo que el profeta estaba preguntando aquí, es; estas cosas? ¿si realmente, Dios se agradaba de Y por eso, dice; en los versículos del 6 al 7. Miq 6:6 ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? Miq 6:7 ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Bien, así vemos que el profeta Miqueas estaba preguntando sí estas ordenanzas de la ley realmente agradan a Dios. Y bueno, la respuesta a estas preguntas, es que, los holocaustos, las ofrendas y los sacrificios externos, en realidad no agradan a Dios y no sirven de nada, sí no hay un cambio verdadero en el corazón de la persona. Y es que sucedía que el reino de Judá, hacia estos sacrificios y ofrendas ceremoniales de la ley, para supuestamente honrar a Dios y cumplir con la ley, pero el problema, es que, al mismo tiempo, ellos servían a otros dioses y oprimían a sus paisanos pobres, con lo cual, estas acciones sacrifícales y externas, de nada les valían ante Dios, p0rque sus acciones interiores estaban inclinadas a hacer el mal y no había en ellos un arrepentimiento de dejar de hacer lo malo. Así que las respuestas a estas preguntas, son: que Dios no quiere que le ofrezcamos millares de carneros en sacrificio, ni diez mil arroyos de aceite para poder agradarle, porque el creo los cielos y la tierra y todos los animales y seres que existen son suyos, de manera, que no hay nada material que nosotros lo podamos ofrecer a Dios para agradarle, porque todo lo que existe es creación suya, y Dios; al tener el poder de crear, no necesita nada de nadie. Miren lo que dice el Salmo 50 versículos del 7 al 15 Sal 50:7 Oye, pueblo mío, y hablaré; Escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy Dios, el Dios tuyo. Sal 50:8 No te reprenderé por tus sacrificios, Ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí. Sal 50:9 No tomaré de tu casa becerros, Ni machos cabríos de tus apriscos. Sal 50:10 Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados. Sal 50:11 Conozco a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Sal 50:12 Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud. Sal 50:13 ¿He de comer yo carne de toros, O de beber sangre de machos cabríos? Sal 50:14 Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al Altísimo; Sal 50:15 E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás. Bien, así vemos, que en realidad no hay nada material que nosotros le podamos ofrecer a Dios, porque Dios es un Ser Espiritual e inmaterial, y al ser un ser espiritual significa que él no tiene hambre, no tiene sed, no se cansa, nunca duerme y no necesita nada de nosotros porque todo es suyo. Así que el ofrecer millares de carneros en sacrificio o millares de arroyos de a aceite para agradar a Dios, no sirve de nada, sino guardamos sus mandamientos y si no dejamos de hacer lo malo. Y también vemos, que Dios no quiere que matemos a nuestros hijos entregándolos en sacrificio para perdonar nuestros pecados, tal como lo hacían las naciones idolatras, sino que lo que en realidad quiere Dios de nosotros es; un arrepentimiento sincero, lo cual quiere decir; hacer un cambio en nuestro interior que nos lleve a guardar los mandamientos de Dios y hacer lo que es bueno. Por eso en el en versículo 7, el profeta Miqueas inspirado por el Espíritu Santo, nos da tres claves fundamentales para poder agradar a Dios y así cambiar nuestra manera de vivir. La primera clave es: Hacer justicia La segunda es: Amar misericordia Y la tercera es: humillarse ante Dios. Y bueno vemos que el primer paso o la primera clave que Miqueas menciona aquí, es que para poder agradar a Dios: debemos hacer justicia. Pero, para poder llevar a cabo este punto. Primero es necesario saber, que significa la palabra justicia en la biblia, ya que el sentido de justicia en la biblia, es muy diferente al que se le suele dar en el ambiente secular. Y es que, en lenguaje secular del mundo, la palabra justicia, hace referencia a; dar legalmente a cada persona lo que se merece según sus acciones, sean buenas o sean malas. Por ejemplo, en el caso de alguien que ha sufrido un robo o un fraude, hacerle justicia a esa persona, seria encontrar al ladrón y hacerle restituir lo robado, además de que el infractor debe pagar un castigo por su delito, según la ley. Eso es lo que entendemos por justicia en el ambiente secular, pero en la biblia la palabra justicia tiene dos significados muy diferentes a lo que normalmente entendemos por justicia. El primer significado de justicia en la biblia, hace referencia a la ley de Dios, púes en el antiguo testamento hacer justicia significaba, guardar los mandamientos de la ley de Dios y hacer lo recto en todos los asuntos de la vida. Así que, de acuerdo a ley del antiguo testamento, una persona justa , era aquella que vivía rectamente y que guardaba absolutamente todos los mandamientos de la ley de Dios, de manera que, si la persona cumplía a la perfección toda la ley, esa persona se hacía digna por si misma de heredar la vida eterna en el reino de Dios. Pues la ley decía, que todo aquel cumpliera todos los mandamientos y decretos prescritos, entonces tendría derecho a la vida. Y esto lo vamos a ver en; Ezequiel capítulo 20, versículos 10 y 11. Eze 20:10 Los saqué de la tierra de Egipto, y los trajes al desierto, Eze 20:11 y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá. Bien, así vemos, que solo aquellos que cumplieran la justicia de guardar todos los mandamientos, serían los que obtendrían la vida después de esta vida. El problema con esta justicia, es que, en el antiguo testamento, absolutamente nadie, pudo cumplir la ley en su totalidad, pues es imposible para los seres humanos guardar sin fallar los más de 600 y pico mandamientos de la ley ceremonial, además de los 10 mandamientos principales que son los 10 mandamientos de la ley moral. Así que aunque muchos sinceramente se esforzaban en tratar de guardar todos los mandamientos, al final se daban cuenta de que no lo podían hacer a la perfección y esto los llevaba a tener una frustración interior por su incapacidad de ser totalmente rectos y también fue por eso que Dios ordeno sacrificios y ofrendas por el pecado, con los cuales el pueblo de Israel tenía que acercarse a Dios pidiendo perdón por sus pecados, los cuales eran trasladados a las victimas del sacrificio y así era como los pecados del pueblo eran expiados o cubiertos por medio de aquellos sacrificios ceremoniales en donde se ofrecían animales y ofrendas para recibir el perdón de Dios. Y aquí es en donde entra el segundo significado que nos da la biblia respecto a la palabra justicia, el cual hace referencia, a que la justicia según la biblia, es una declaración de inocencia que viene de parte de Dios, y que tiene que ver, con que Dios por su misericordia, declara a una persona como justificada del pecado, es decir que la declara como como limpia de pecado o inocente de toda culpa, a pesar de sus muchos pecados. Y es que cuando los creyentes sinceros del antiguo testamento, se daban cuenta de, que por sí mismos, no podían cumplir absolutamente toda la ley, en su desesperación, esto los llevaba a recurrir a la misericordia de Dios, teniendo fe, en que la bondad de Dios les perdonaría sus pecados por medio de los sacrificios y ofrendas que le ofrecían según la ley. Y así era como los creyentes, al sentirse culpables por no poder ser completamente rectos, clamaban a Dios pidiendo su perdón y el los escuchaba y los justificaba por medio de la esperanza que habían puesto en el. Así que los verdaderos justos ante Dios eran aquellos que clamaban a Dios por sus pecados y confiaban en su misericordia , para ser salvos, así que entendían que la salvación y el perdón de los pecados no era por sí mismos, sino por la misericordia de Dios, el cual los justificaba y los declara sin pecado delante de él. Y por eso el profeta Habacuc, resumió todo el evangelio de la gracia de Dios, en unas cuantas palabras, la cuales vamos en ver en: Habacuc 2:4 Hab 2:4 He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá. Bien, así vemos que estas palabras de Habacuc estaban haciendo referencia a la justicia que viene de parte de Dios, y que nos seria otorgada, por medio del sacrificio que haría nuestro Señor Jesucristo en la Cruz ,el cual vino a ser el cumplimiento del verdadero sacrificio que quitaría los pecados de los hombres y que sería el cumplimiento de todas las sombras de la ley, es decir que los sacrificios ordenados en la ley eran tan solo la representación del verdadero Sacrificio que el Señor Jesús haría, y quien, por la misericordia de Dios, cumplió toda la ley y se ofreció por nuestros pecados, tomando nuestro lugar, de manera que el castigo que nos correspondía a todos nosotros, por nuestras maldades recayó sobre él. Por eso el profeta Isaías hablando de ese sacrificio que el haría, dijo las siguientes palabras que vamos a ver en Isaías 53: 4 y 5. Isa 53:4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Isa 53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Así vemos, que, por medio de su muerte en la cruz, el Señor Jesús trajo la justicia a los hombres, pues al cargar en su cuerpo todos los pecados del mundo y al recibir el castigo que nos correspondía, el justifico o dejo sin culpa de pecado a todos los que creen en El. Por la tanto, cuando en verdad ponemos nuestra fe en Jesucristo y lo reconocemos como nuestro único y suficiente Salvador, en ese momento somos declarados, delante de Dios, como justos, es decir, que; Dios nos declara como inocentes y sin culpa pecado, no por nosotros mismos, sino porque el Señor Jesús cumplió nuestra sentencia, y a partir de ese momento, Dios, ya no, nos ve a nosotros, ni a nuestros pecados, sino que ahora, ve la Sangre de su Hijo, que fue derramada para perdón de nuestros pecados. Y así es, como todo aquel que cree en Dios y en su hijo Jesucristo es justificado gratuitamente por medio de la Fe. Miren lo que dice Romanos 5: 1 al 10 Rom 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; Rom 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Rom 5:3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; Rom 5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; Rom 5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Rom 5:6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Rom 5:7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Rom 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Rom 5:9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Rom 5:10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Bien, así vemos que la justificación y la salvación del alma, son otorgadas a los creyentes solamente por medio de la Fe en el Señor Jesucristo y no por ningún mérito propio, o por las buenas obras que hayamos hecho. Y respecto a esto, hace algunos años, estaba yo platicando con un cliente del cibercafé, y dentro de la plática yo le estaba tratando de explicar el plan de salvación y le decía; como el Padre Eterno había enviado a su hijo para salvarnos de nuestros pecados. Y es que, como muchos, este Señor pensaba que podía llegar al cielo con sus méritos propios y con sus buenas obras, es decir que él creía que podía ser salvo, portándose bien, ayudando a los demás y en general siendo una buena persona. Pero yo le explique que en realidad todos los seres humanos somos pecadores indignos, que merecemos ir al infierno y que, aunque todo eso, que me estaba diciendo, estaba bien hacerlo, sin embargo, ninguna de esas obras nos puede salvar. Porque para poder salvos, por las obras o por las ordenanzas de la ley, es necesario cumplir todos los mandamientos de Dios sin fallar y le mostré el pasaje de Santiago 2:10 donde dice que el que falla en un punto de la ley, se hace culpable de todos. Y le seguí explicando, que por este motivo ningún ser humano ha podido guardar la ley en su totalidad, pues la Ley del antiguo testamento exigía una obediencia absoluta, de manera que, si una persona no guardaba todo lo establecido en ella, esa persona estaba pérdida, Así que, esta es la condición en la que estamos todos los seres humanos, le dije: Estamos perdidos por nuestros pecados, y por eso, es que todos necesitamos de un salvador. Y de hecho el nombre Jesús le dije; significa “el Salvador” porque el Señor Jesús vino al mundo a morir en la cruz, para salvarnos de nuestros pecados. Y cuando yo le dije esto, este cliente se sorprendió mucho, y me dijo que en realidad nunca se había puesto a pensar, en porque que había sido necesario que Jesucristo muriera por nosotros. Y es que, si los seres humanos pudiéramos salvarnos por nosotros mismos, no habría sido necesario que Dios nos enviara a un redentor. Así que, es muy importante entender que nadie puede justificarse a sí mismo o salvarse por sí mismo, por medio de sus buenas obras o por tratar de cumplir las obras de la ley, sino que la salvación, nos es otorgada gratuitamente solamente por medio de la fe en Jesucristo quien es nuestro Salvador. Y esto lo vamos a ver en Romanos capítulo 3: versículos del 19 al 28 Rom 3:19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; Rom 3:20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Rom 3:21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; Rom 3:22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, Rom 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, Rom 3:24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, Rom 3:25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, Rom 3:26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. Rom 3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Rom 3:28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. Entonces con este pasaje vemos, claramente que la justificación y el perdón de nuestros pecados, nos son otorgados gratuitamente por medio de la Fe en el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Ahora, otra cosa que le explicaba a este cliente, es, que, aunque las buenas obras y las buenas acciones no nos salvan por sí mismas, sin embargo, las buenas obras muestran la Fe que hemos puesto en el Señor Jesucristo. Y es que los cristianos no hacemos buenas obras para ganarnos la salvación o para que los demás nos reconozcan como buenos, sino que los cristianos hacemos buenas obras porque estamos agradecidos de que Dios nos salvó. Así que, como dice el Pastor Kevin Win: Un perro no ladra para ser un perro, sino que un perro ladra porque es un perro. Y así de igual manera, los cristianos nos hacemos buenas obras, para poder ser salvos, sino que los cristianos hacemos buenos obras porque hemos sido salvados, y las buenas obras son una consecuencia del amor que Dios ha puesto en nosotros y que ahora queremos compartir con los demás, porque también para esto fuimos llamados. Miren lo que dice Efesios capítulo 2 versículos del 4 al 10 Efe 2:4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, Efe 2:5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), Efe 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, Efe 2:7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Efe 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; Efe 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. Efe 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Bien, así vemos que la salvación y la justificación son un regalo que Dios nos da, por medio de la Fe, y no por nuestras obras, sin embargo, cuando en verdad hemos en creído en Cristo y lo hemos reconocido como nuestro salvador, en ese momento, nace en nosotros un nuevo amor y un profundo agradecimiento a Dios, que como consecuencia nos lleva a hacer buenas obras para con los demás. Por lo tanto: hacer Justicia, significa poner nuestra Fe en el Señor Jesucristo para recibir la salvación y la justificación de Dios, lo cual, cada día nos hace ser mejores personas, para hacer lo que es bueno y lo que le agrada a Dios. Y esto no lleva a la siguiente Clave que el profeta Miqueas menciono para poder agradar a Dios. Que es: Amar misericordia, o como dicen otras traducciones, Amar con misericordia. Y bueno, como les decía hace unos momentos, cuando nosotros ponemos nuestra Fe en el Señor Jesucristo, esto produce un cambio interior en nosotros, en donde, nos nace un nuevo amor para con Dios pero también para con el prójimo. Y es que, al comprender el amor y la misericordia que Dios ha mostrado para con nosotros al salvarnos, estos nos lleva, a que también nosotros seamos misericordiosos, con los demás. Ahora bien, para poder poner en práctica la misericordia, primero es necesario saber lo que significa esta palabra. Y bueno encontramos que la palabra misericordia, en hebreo es la palabra “Jesed” y en griego es la palabra “heleos” y en ambos idiomas significa: Tener compasión hacia los demás, o también significa: sentir la miseria y la desdicha de los demás. Así que cuando nosotros en verdad sentimos el dolor y el sufrimiento de los demás y nos ponemos en su situación, esto automáticamente nos lleva a querer hacer algo por ellos. Ahora, en la biblia hay dos formas fundamentales de practicar la misericordia. Y la primera forma, es dar de lo que tenemos a aquellos que lo necesitan. Y este dar, implica ayudar económicamente y moralmente a los pobres y necesitados, cuando podemos y cuando está en nuestras manos hacerlo. Por otro lado “dar” también implica; dar ayuda, de cualquier especie, a alguien que tenga un problema o una necesidad, pues como nos lo dice el significado de la palabra misericordia: Ser misericordioso es sentir el dolor de los demás, lo cual nos lleva a querer ayudarlos. Así que ser misericordiosos Es dar ayuda, dinero o alimentos, a los necesitados. Es consolar a los aflijos, Es orar por los enfermos o por las necesidades de los demás. Y por supuesto, ser misericordioso también implica: predicar el evangelio a los perdidos, pues queremos, que, así como Dios nos salvó y nos rescató de nuestros pecados, así también las personas que no conocen a Dios, sean salvas y reciban el perdón de sus pecados. Por eso Dios nos manda que seamos misericordiosos con las personas para que cuando ellas vean nuestras acciones de bondad, comprendan que si existe un Dios misericordioso que también se preocupa por sus necesidades. Miren lo que dice Lucas 6: versículos del 27 al 38 Luc 6:27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; Luc 6:28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Luc 6:29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. Luc 6:30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Luc 6:31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Luc 6:32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Luc 6:33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Luc 6:34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Luc 6:35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Luc 6:36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. Luc 6:37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Luc 6:38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Bien, entonces vemos, que cuando bendecimos a alguien que nos ha hecho mal, estamos siendo misericordiosos. Cuando oramos por alguien, sea, que nos agrade, o no, nos agrade esa persona, estamos siendo misericordiosos. Cuando préstamos y ayudamos, sin esperar recibir una ganancia extra por ello, estamos siendo misericordiosos. Y, por último, también respecto a este punto de amar misericordia, a continuación, veremos la segunda forma fundamental de mostrar misericordia hacia los demás: La cual es, perdonar las faltas y las ofensas, a los que nos han tratado mal, o han sido injustos con nosotros, ya que cuando perdonamos a alguien, en ese momento, le estamos mostrando una forma de amor. Y a esto es a lo que se estaba refiriendo nuestro Señor Jesucristo cuando dijo; que debíamos amar a nuestros enemigos, lo cual, no significa que tengamos que convivir con ellos o que pretendamos ser sus amigos, aunque ellos nos sigan dañando, sino que más bien el Señor se refería, a que los debemos perdonar y no buscar vengarnos de ellos, pues el simple hecho de perdonarlos, ya es un acto de amor y de misericordia que estamos teniendo para con ellos. Así que definitivamente, una las más grandes lecciones, que pude aprender un ser humano, en esta vida, Es aprender a perdonar, y por supuesto también aprender a pedir perdón. Porque cuando perdonamos a otros nos liberamos de los sentimientos dañinos, del odio y el resentimiento que producen amargura y enfermedades en nuestra vida. Mientras que, cuando pedimos perdón a aquellos que les hemos hecho un daño, les ayudamos, a que ellos puedan sanar de las heridas emocionales que les hemos causado. Así que, perdonar a los demás, no solo es una recomendación que nos ayuda a mejorar nuestra vida y a estar en paz dentro de nosotros mismos, sino que, además, perdonar; es un mandamiento de Dios, que debemos de cumplir con todos los que nos han ofendido. Pues, así como Dios nos ayuda y perdona nuestros pecados cuando clamamos a él, así también, ahora, El, espera que nosotros perdonemos a los demás sus ofensas. Así que no importa lo que te hayan hecho en el pasado: Perdona a tus padres, Perdona tu padrastro o a tu madrastra, Perdona a tus tíos y a tus hermanos, Perdona a tus hijos, Perdona a tus maestros o a tus compañeros. Y perdona a todos los que de alguna forma te hayan dañado, porque, así liberaras tu alma, de la prisión de la amargura y estarás imitando el amor de Dios. Y es que, si no eliminamos de nosotros el odio y el resintiendo que sentimos hacia los demás, estas raíces de amargura, poco a poco irán creciendo dentro de nosotros, hasta que se conviertan en fuertes enredaderas que aprisionaran nuestra alma y que impedirán que podamos recibir el Perdón de Dios. Miren lo que dice Marcos capítulo 11 versículos del 25 al 26. Mar 11:25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Mar 11:26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas. Entonces en base a este pasaje y con lo que hemos visto hasta aquí: Amar con Misericordia significa: dar ayuda a los necesitados y perdonar a los demás. Bueno, continuamos con nuestro estudio y pasamos a la tercer y ultima clave que nos da el profeta Miqueas, para para poder agradar a Dios, la cual es: Humillarnos ante Dios. Y bueno, esto significa que en cada aspecto de nuestra vida, debemos andar con humildad, es decir, no siendo soberbios y altivos, ni sintiéndonos superiores a los demás. Pero, sobre todo, humillarnos antes Dios, significa que cuando nos acerquemos a él, en oración, debemos reconocer que necesitamos absolutamente de su amor y de su misericordia, y que, sin su ayuda, no podemos hacer algo que en verdad traiga bendición a nuestra vida. En pocas palabras, humillarse ante Dios significa: Rendirse ante Dios reconociendo que necesitamos totalmente de él y que sin el no somos nada. Que es lo mismo que hacemos cuando nos postramos en tierra para adorarle, pues el humillarnos ante él, es parte de la verdadera adoración de la que Dios se agrada. Pero resulta que esta humillación que Dios nos pide, es completamente contraria a lo que algunos falsos maestros, están enseñando hoy en día. Y es que el problema, con muchos cristianos de, la actualidad, es que se dirigen hacia a Dios, con un espíritu altivo, es decir, que hacen sus oraciones exigiendo y demandado sus deseos, como si Dios, fuera una especie de genio de la lámpara maravillosa, que está listo para cumplir todas sus órdenes y todos sus deseos. “Decretando” Otros, en lugar de orar, andan decretando y declarando bienestar en todos los aspectos de su vida. Pero como podemos entender, esto es completamente anti bíblico, porque el decreto nos lleva a confiar en nuestra propia palabra y no el poder de Dios, así que, cuando alguien decreta, está siendo soberbio y altivo porque está confiando en sí mismo, y recordemos que la soberbia fue el pecado por el que cayo Satanás. “Actitudes que estorban” Así que, si nosotros nos acercamos a Dios, con este tipo pensamientos y con estas actitudes altivas, lo único que va a suceder, es que no vamos a recibir nada de él, pues la soberbia se encuentra en la lista de los pecados que más aborrece Dios. Y esto lo vamos en Proverbios capítulo 8: versículo 13 Pro 8:13 El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco. Entonces vemos que la soberbia, la arrogancia y la boca perversa, son aborrecidas por Dios. Así es que, si en verdad queremos agradar a Dios, definitivamente la soberbia y la altives, es algo que debemos eliminar de nuestra vida. Bueno, Ahora vamos a ver una parábola que nos muestra la forma incorrecta de presentarse ante Dios, en contra posición a la forma, en como si debemos acércanos a él. Y esta parábola la vamos a ver en: el evangelio de Lucas capítulo 18 versículos del 10 al 14. Luc 18:9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Luc 18:10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. Luc 18:11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; Luc 18:12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Luc 18:13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Luc 18:14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. “Con espíritu de humildad” Bien, así vemos, que para que Dios reciba nuestra oración, tenemos que acercarnos a él, con un espíritu de humildad, no decretando y exigiendo con autoridad, sino rogando y clamando por su ayuda. Y entonces al acércanos de forma humildemente, en verdad entraremos en la intimidad de Dios, y él se mostrará favorable con nuestras peticiones. Y esto lo vamos a ver en el Salmo 138 versículo 6: Sal 138:6 Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Más al altivo mira de lejos. Bueno otro pasaje que también nos habla de cómo Dios está cerca de los que se humillan, lo vemos en Isaías, 57 versículo 15. Isa 57:15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Entonces concluyendo con nuestro Estudio: Las 3 claves para agradar a Dios son: 1.- Hacer justicia que significa: que debemos poner nuestra fe en El Señor Jesucristo para poder recibir la justificación de Dios y el perdón de nuestros pecados, lo cual a su vez nos conducirá a querer hacer el bien y hacer mejores personas. 2.- Amar Misericordia: lo cual implica sentir el dolor de los demás ayudándolos en sus necesidades y perdonar las ofensas de los demás. Y numero 3.- Humillarse ante Dios, que quiere decir: Que debemos rendirnos ante Dios, reconociendo que necesitamos completamente de su ayuda y que sin el no somos nada. Así que, si nosotros ponemos en practica estas 3 acciones espirituales cada día de nuestra vida, no estaremos asegurando el favor y las bendiciones de Dios, pero sobre todo si nosotros ponemos Fe en el Sacrificio de nuestro Señor Jesucristo y lo reconocemos como el Salvador de nuestra vida, entonces él nos otorgará el regalo de la salvación y nos dará entrada a la vida terna en el reino de Dios. Démosle la gloria y la alabanza a nuestro Dios. Saludos a todos y que Dios los bendiga y los guarde.