Subido por Lia Dominguez

Antropología de la Religion. Dominguez

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Antropología de la religión y espiritualidad indígena
Domínguez, Lía1
Resumen
Se intenta realizar una aproximación hacia algunas perspectivas antropológicas sobre la religión
para llegar, en la parte final, a reflexiones sobre lo que dos entrevistados, miembros de comunidades
comechingonas de Las Palmas y San Marcos Sierras, expresan en cuanto a relaciones de interdependencia
entre el ser humano y los otros componentes de la naturaleza, regidos por principios de integridad como un
“todo”.
Primera parte: Aproximación temporal y conceptual
Para comenzar, parece importante formularnos las siguientes preguntas: ¿Por qué
interesa a la Antropología el estudio de la Religión? Y ¿Qué es la religión para la
Antropología?
Puede decirse que el interés de la religión es concurrente con los demás intereses
de la Antropología desde tiempos muy tempranos. Encontramos definiciones dadas por
los primeros autores, como la de E.B. Tylor a fines del s. XIX como “creencia en seres
espirituales”, que influye en la perspectiva culturalista de los estudios norteamericanos
posteriores, y la de E. Durkheim ([1912] 1982: 42) como “un sistema solidario de
creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas, es decir separadas, prohibidas,
creencias y prácticas que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos
aquellos que se adhieren a ellas”, que influye significativamente sobre el la perspectiva
sociológica del pensamiento europeo.
Por el contrario, Max Weber expresa ([1922] 2002: 328) que “es imposible ofrecer
una definición de lo que ‘es’ la religión al comienzo de una investigación como la que
emprendemos…” y, consecuente con esa idea, se abstiene de formularla, pese a que en
“Economía y Sociedad” y luego en “Sociología de la Religión” ([1918] 1999), describe
detalladamente las relaciones de la religión de diversos tipos de comunidades con sus
componentes internos y con factores externos.
1
Trabajo de acreditación del Seminario de Antropología de la Religión: teorías, enfoques, debates; Maestría
en Antropología, FFyH, Universidad Nacional de Córdoba. Profesores Dr. César Ceriani Cernadas
(CONICET – FLACSO y Dra. Mariana Espinosa (CONICET-IDACOR)
1
Vemos que, desde el principio, no es éste un tema apacible; Cantón Delgado dice
al respecto que (2001: 13-14) “Mientras el estatus de la economía, la política o el
parentesco permanece más o menos estable, la religión se hace formar parte de los
sistemas simbólicos, del universo de las representaciones, del campo de las ideologías, y
hasta se la hace derivar de ese tótem conceptual que es lo sagrado.”
Marc Augé por su parte (1993: 57-58) concluye, ante la pregunta ¿en qué creen
efectivamente los hombres que creen?, que aunque el hombre es irreductiblemente un ser
social, “toda religión se presenta en la literalidad de sus textos o en el detalle de sus
rituales como orientada al individuo.”
Entonces, ¿cómo deberíamos estudiar la religión? De acuerdo a un concepto de
cultura como “comportamiento aprendido y compartido por los miembros de un
determinado grupo humano” Cantón Delgado (2001, 15) sostiene que una aproximación
científica al tema se fundamenta en 4 antiguas convicciones: 1) la universalidad (todas
las culturas y todas las religiones); 2) el empirismo (se asienta sobre la investigación de
campo, donde pueden verse las funciones en su propio contexto cultural); 3) la
comparación (sistemática y entre fenómenos religiosos equiparables, permitiría la
generalización) y 4) la objetividad y el relativismo (no es pertinente analizar la verdad o
falsedad de las creencias, sino la razón de ser de su existencia, implicaciones, significados
y efectos).
Ceriani antepone una más a las anteriores: el holismo (al estudiar la religión, no
dejar de lado otros aspectos que constituyen el entramado social). Sostiene asimismo que
la relacionalidad y el trabajo de campo adquieren valor epistémico, a través de la coresidencia y la interacción cotidiana. En tal sentido, son especialmente interesantes las
observaciones de Evans-Pritchard sobre sus experiencias de campo ([1940] 1992: 27),
pues muestran que, en cada caso, puede ser necesario aplicar estrategias de aproximación
y estudio diferentes:
Por haber tenido que vivir en contacto tan estrecho con los nuer, llegué a conocerlos más
íntimamente que a los azande, sobre los cuales puedo escribir una descripción más
detallada. Los azande no me habrían permitido vivir como uno de ellos. Los nuer no me
habrían permitido que viviera de forma diferente. Entre los azande me vi obligado a vivir
fuera de la comunidad; entre los nuer me vi obligado a ser un miembro de ellos.
Las conceptualizaciones históricas del término “religión”, luego de los profundos
cambios sociales experimentados en el último siglo (secularización y pérdida del poder
2
de influencia de las religiones tradicionales, entre otros) responden parcialmente al
sentido que muchas personas y grupos le atribuyen hoy. Al respecto, Talal Asad menciona
que (1993: 27) la mayoría de los antropólogos han abandonado las ideas victorianas y
desafían la noción racionalista de que la religión es una forma primitiva de instituciones
que nosotros ahora consideramos como ley, política o ciencia2; sostiene por ello que la
religión no es un modo arcaico de pensar las cosas; por el contrario, es un espacio
distintivo de la práctica humana y creencias, que no pueden ser reducidas a otra cosa. Y
aunque la religión tiene una esencia autónoma que no debe ser confundida con la de la
ciencia, la política o el sentido común, debiéramos definir la religión (como cualquier
esencia) como un fenómeno transhistórico y transcultural. Argumenta entonces que las
formas y los efectos socialmente identificables de lo que se consideraba religión en la
iglesia medieval, eran muy diferentes de los que se consideran en la sociedad moderna y,
por lo tanto, no puede formularse una definición universal de religión, no solo porque sus
elementos constitutivos y sus relaciones son históricamente específicos, sino porque esa
definición es en sí misma el producto histórico de un proceso discursivo.
Otro autor que ha definido la religión es C. Geertz, quien dice que es ([1973] 2003:
89 y ss)
“un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos
estados anímicos y motivaciones en los hombres formulando concepciones de un orden
general de existencia y revistiendo estas concepciones con una aureola de efectividad tal
que los estados anímicos y motivaciones parezcan de un realismo único”.
Vemos que aquí la definición se basa en la idea de un “sistema de símbolos” que
operan promoviendo estados anímicos y predisposiciones a la acción -individual y
colectiva- bajo la percepción de efectividad sobre la realidad. Luego de fundamentar sus
componentes en trabajos de campo propios y ajenos, sostiene que el estudio antropológico
de la religión debe hacerse en dos etapas: 1) analizando “el sistema de significaciones
representadas en los símbolos, sistema que presenta la religión”; y 2), refiriendo “estos
sistemas a los procesos sociales y psicológicos”. Su propuesta es concordante con lo que
para él significa hacer un estudio antropológico, aunque Asad formula críticas a la
separación que Geertz sugiere entre religión y mundo cotidiano, en apariencia apartada
del poder y de los procesos socioeconómicos. Para Asad, cualquier forma de discurso
2
Interpretación propia del original en inglés.
3
religioso debe estar relacionada necesariamente con las condiciones sociales de su
producción (Asad, 1983, citado por Cantón Delgado en 2001: 19).
Revisando categorías
Las diferentes definiciones condicionan la atribución de categorías, tanto al
vocablo -en general- como a sus componentes y manifestaciones. En su exploración
antropológica, Ceriani (2013: 11), parte de considerar a la “religión” como una categoría
nativa de la cultura moderna y su propósito es comprender la manera en que es entendida
y utilizada diferencialmente por sujetos y grupos sociales. El carácter polisémico del
término y los usos y apropiaciones que se realizan en cada condición histórica y
entramado de poder, dan a esta categoría social sentidos que están insertos en tramas
mayores de significación, con relaciones sociales y valores que los transforman o
acomodan de acuerdo a diversas ‘estructuras de la coyuntura’ (Sahlins 1985, citado por
Ceriani 2003: 11).
Ceriani toma tres palabras claves: religión, estado nacional y modernidad; sugiere
que de esos términos surge la secularización (idea de Estado nacional, 1860-1880), donde
la modernidad cumple la función de narrativa y la secularización la de ideologíanarrativa-discurso. La clave es cómo la religión ayudó a construir una narrativa a fines de
la Edad Media.
Al respecto, sostiene (2003: 12) que el proceso “de individuación y formación de
Estados nacionales, creó nuevas categorías de clasificación del mundo social”, donde la
religión pasó a ser una categoría más junto al derecho, la política, la economía, el arte y
la ciencia, propias de la modernidad. Por ello expresa que la transformación cultural
generada por el surgimiento de los modernos Estados nacionales creó en la sociedad la
percepción de que hay “un conjunto diferenciado e interrelacionado de dominios”, donde
la religión como categoría es “indisociable de la ideología moderna”, pero siendo una
categoría cosmológica de la sociedad occidental, está expuesta al riesgo de
refuncionalización de las categorías según sus contenidos empíricos, las expectativas y
las posibles prácticas (Sahlins 1988, citado en 2013: 12)
El entramado de dominios propio de los Estados nacionales nos conecta con la
idea de ‘secularidad’. Al respecto, Giumbelli (2014: 210) refiere a Wendy Brown, para
quien la categoría ‘secular’ “se transformó en referencia común para prácticas e
4
instituciones occidentales posteriores a la Reforma, que formalmente separan la creencia
(o la no creencia) religiosa privada de la vida pública”3.
Interesado por las relaciones entre la religión y el Estado, cita a Fenella Cannel
quien expresa: “No estoy convencida de que existe algo como una sociedad
absolutamente secular, ni que pueda haber algo como una mentalidad perfectamente
secular”. También destaca que para Bowen (2010, p. 680-681, citado en 2014:212) no
hay acuerdo sobre el uso de vocablos tales como ‘secularismo’, ‘secular’, ‘secularidades’,
‘secularización’ y sugiere distinguir entre dos discusiones: a) sobre procesos históricos
que caracterizan la era moderna y b) el problema de gobernanza que existe en tiempos y
lugares muy distintos.
Giumbelli entiende que (2014: 213), en cualquier caso, “la noción de
secularización levanta un debate sobre la importancia de la religión en la sociedad y
pueden considerarse muchas dimensiones y variables, creencias, prácticas, instituciones,
espacios públicos, con posibilidades, ellos mismos, de múltiples desdoblamientos”. Por
ello, la discusión que estima importante se relaciona con el lugar que le cabe a la religión
en la sociedad y el papel que juegan los diferentes agentes en sus procesos.
Steil y Toniol (2013) analizan los cambios operados en el concepto de religión
como mediador universal, estableciendo relaciones entre los cuestionamientos de los
propios religiosos sobre la clasificación de sus prácticas y las problematizaciones
producidas por los cientistas sociales. En el estudio referido, los autores observan
(2013:139) que mientras algunos académicos insisten en utilizar la idea de religión, parte
de los ‘religiosos’ propone otras categorías, como la de espiritualidad, filosofía de vida o
experiencia.
Los autores citados mencionan el ejemplo de los Peregrinos de Santiago de
Compostela en Brasil (Steil e Carneiro, 2011, citado en 2013: 138), quienes niegan la
existencia de motivaciones religiosas para justificar su interés en la peregrinación y, al
mismo tiempo, resaltan el aspecto espiritual de la práctica. Advierten asimismo que la
crisis del concepto de religión está asociada a la crisis del concepto de secularización, en
tanto ambas pertenecen al mismo contexto epistemológico: la formación de los Estados
nacionales. Podría pensarse en la emergencia de un contexto pos-religioso (una vez que
la religión ya no responde a las transformaciones de la fe) y como pos-secular (cuando se
3
Interpretación propia del original en portugués. Idem para los textos siguientes.
5
desnaturaliza el espacio público como un área en la que los agentes e instituciones actúan
y se relacionan).
Para Steil y Toniol (2003: 140) la crisis en el campo religioso puede ser
interpretada en dos sentidos: a) el referente al propio concepto de religión que se ha vuelto
inadecuado para designar un habitus expresado por medio de espiritualidades, filosofías
de vida y experiencias de lo sagrado de un determinado régimen de creencias y b) el
referido a la crisis de las instituciones religiosas tradicionales que van perdiendo su
hegemonía como mediadoras de la experiencia de lo sagrado y como responsables de la
reproducción de las creencias. Otro conjunto de críticas es el que denominan pos-colonial
(2003:141) donde se muestra la inadecuación de esta categoría para comprender prácticas
culturales o grupos sociales diferentes a los que forjaron el concepto. Talal Asad (1993:
203, citado en 2003: 141) sugiere que la clasificación de determinada práctica ‘religiosa’
es un acto al servicio de ciertas configuraciones de poder. O es un concepto forjado en un
contexto de exploración de las colonias del sur por las metrópolis del norte (2003:142).
Los rasgos de la modernidad y sus efectos sobre el campo religioso generan
percepciones un tanto desalentadoras acerca de su porvenir. Para Cantón Delgado (2001:
204), las teorías de la secularización (a veces diversas y contradictorias entre sí) fueron
presentadas en los albores del siglo XX como explicaciones con validez universal que
vaticinaron la desaparición de las religiones, ya sea por la incidencia de la superstición
sobre el pensamiento humano, o por ser un obstáculo para el progreso, o por la pérdida
de la centralidad social de su manifestación histórica e institucional más importante: la
Iglesia. Expresa que sin embargo puede decirse que la secularización de las sociedades
occidentales ha motivado la pluralidad religiosa actual y sus manifestaciones son tan
visibles como en el pasado.
¿Cómo se explica eso? La autora mencionada afirma que si bien el proceso de
secularización “se ha entendido comúnmente como equivalente a la decadencia y
posterior desaparición de las creencias y prácticas religiosas” (2003: 205), las
predicciones que anunciaban el ocaso de las religiones se debieron, en parte, a la
persistente confusión entre religión e iglesia. Sin embargo, si la iglesia como institución
ha perdido importancia, no es debido a que las religiones están extinguiéndose, sino que
están siendo afectadas por una intensa metamorfosis (2003: 207). Mientras están en
retirada “las estructuras de poder ritualizadas y burocratizadas”, prosperan nuevas formas
religiosas personales y comunitarias. Cultos minoritarios organizados al margen de la
6
ortodoxia, pueden representar una competencia creciente en el mercado de las religiones
(Hoover, 1998: 33, citado en 2003: 208). Pero los renacimientos comunitarios no
contradicen el predominio del moderno individualismo; por el contrario, las comunidades
religiosas ofrecen la posibilidad de experiencias individuales y los medios para
construirlas.
Cantón Delgado sostiene que (2003:210) cuando Weber hace referencia al
“desencantamiento del mundo” (expresión que fue utilizada por la sociología para ilustrar
el triunfo de la razón instrumental),
“no apuntaba tanto a la desacralización como a la laicización de nuestras sociedades, a la
racionalización; y no se refería tanto a la religión en general como a los efectos del
protestantismo ascético, que tendía a vetar lo numinoso, a romper amarras con el misterio
y el milagro (Nelson, 1987: 2, citado en 2003: 210). En palabras de Estruch (1994: 274,
citado en 2003: 210) “El desencanto del mundo es desalienación marxiana y liberación
freudiana; pero es asimismo el camino que conduce a la jaula de hierro de la racionalización
total”.
Por ello para la autora mencionada “las religiones, como previó Durkheim, lejos
de desaparecer, se reactualizan, revitalizan y multiplican” (Durkheim, 1992: 397-398,
citado en 2003: 231). En América Latina se está socavando desde hace décadas la
hegemonía católica por el avance de comunidades protestantes que se adaptaron a las
dinámicas locales (2003: 209).
La regulación de lo religioso y sus alcances
En nuestro país, el panorama es más complejo, pues el art. 2 de nuestra
Constitución Nacional declara “el sostenimiento del culto Católico Apostólico y Romano
por parte del gobierno federal”, otorga el carácter de “persona jurídica pública” a esta
institución. Ceriani (2013: 14) menciona que aunque la norma constitucional reconoce la
“libertad de culto” desde la original Constitución, la regulación jurídica impuesta obliga
a los cultos no católicos a inscribirse en el Registro Nacional de Cultos No Católicos y a
someterse a inspecciones y control gubernamental, dando lugar a una situación en la que
“el Estado-nación y la Iglesia Católica se ubican como competidores exclusivos de las
‘grandes ligas’ (…) y los ‘otros cultos’ juegan en las ‘ligas menores’, subordinados a la
otra y buscando legitimar su posición…”
7
No obstante, los estudios realizados ponen en evidencia que, de acuerdo al punto
de vista de los entrevistados, el mapa de creencias de nuestro país ha experimentado
transformaciones significativas entre 2008 y 2019 (CONICET, 2019): en todas las
regiones del país el catolicismo ha disminuido su representación porcentual (promedios
nacionales: del 76,5 al 62,9 %4), mientras han incrementado los “sin religión” (p.n.: del
11,3 al 18,9 %) y los “evangélicos” (p.n.: del 9,0 al 15,3 %). En este gráfico pueden verse
los resultados según región:
Fuente: https://twitter.com/ceil_conicet/status/1196827224592330753/photo/1
En este contexto, Ceriani expresa (2013: 16) que algunos de los grupos sociales
afectados consideran que la clasificación como “Religión” no concuerda con sus modos
de pensamiento y de acción, ya sea porque la consideran reduccionista (sus tradiciones
son más vastas que la categoría, caso de los hindúes, judíos, budistas, cristianos e
islámicos) o porque entienden que el término religión se constituye como voluntad de
poder y esa categorización es no sólo errada sino claramente ofensiva (caso de la Sociedad
Teosófica, los neo-gnósticos o la Orden Rosacruz, que ilustran con las oposiciones
4
Sería interesante saber si la existencia de un Papa argentino jugó a favor o en contra de esos datos.
8
filosofía-conocimiento-evolución-igualdad-autonomía
vs.
religión-irracionalidad-
oscurantismo-dominación-segregación). Para este autor los partícipes de los grupos
mencionados consideran que “la categoría ‘espiritualidad’ tiene connotaciones positivas
que intentan superar a la ‘religión’ en sus limitaciones normativas. Este vocablo suele
referirse a (Ceriani 2013:19)
“una dimensión individual, subjetiva y experiencial, que se sitúa, de acuerdo a las
definiciones de los propios sujetos, más allá de los dogmas de las ‘religiones’. De este
modo, la espiritualidad se asocia a la agencia individual, el misticismo y aquello que los
fenomenólogos de la religión denominan ‘la experiencia de lo sagrado’. En términos de los
actores involucrados estas nociones refieren de manera especial al sentimiento de
“conexión con el todo” a través de las prácticas de meditación, respiración y relajación.
Asimismo, la categoría ‘espiritualidad’ adquiere para ellos un rango de universalidad y
esencialismo más vasto que el de ‘religión’, que se asocia a aspectos institucionales,
culturales e históricos.”
En la actualidad, existe una organización denominada Parlamento Argentino de
las Religiones (PAR) que procura “explorar el carácter dinámico de la categoría ‘religión’
en el contexto nacional (…) y legitimar e institucionalizar un subcampo heterodoxo en
dicho contexto, formado por un heterogéneo conjunto de miembros asociados” (Ceriani,
2013: 20). Probablemente también procuren estar en sintonía -o al menos no en
discordancia- “con moralidades, tradiciones y estándares políticos” de nuestra sociedad.
(Snow 1979, Frigerio 1999, citado en 2013: 23).
Relaciones con algunas manifestaciones de la espiritualidad indígena
Hemos visto en párrafos anteriores que la idea de espiritualidad no está siempre
asociada a una religión o culto constituido. Quienes adhieren o simpatizan con esas ideas
manifiestan que no adscriben a religión alguna o, si lo hacen, la opción por la
espiritualidad no está ligada necesariamente a su religión.
En un artículo de difusión general, de carácter laico (Benetti, 2019: 1), se habla
de “experiencias espirituales”, (no necesariamente religiosas)
“…que consisten en una búsqueda en lo profundo de uno mismo, de una manera de vivir
en armonía consigo mismo y con los otros, con la naturaleza y con el cosmos.
Ya no se quiere imaginar a Dios, porque imaginándolo, siempre se lo traiciona. Mejor es
moldearnos en la unidad interior y en el amor, en el asombro y en la búsqueda. Y en ese
sentimiento profundo de ser y estar, de crecer e integrarse a la energía del Universo, energía
9
que también a nosotros nos dio y nos da vida, en ese sentimiento descubrimos lo más
profundo que hay en nosotros”.
Con relación a la religiosidad de los pueblos indígenas en la Argentina, Ceriani
(1918: 1) expresa que las tramas de poder y las prácticas rituales que definen su
especificidad se insertan en la historia del cambio sociocultural de los grupos originarios
de toda Latinoamérica, donde las disputas interétnicas precoloniales y luego los
imperativos de conversión cristiana tuvieron una gran importancia.
Señala además que (1918: 2) en las últimas décadas, las narrativas globales sobre
el ‘multiculturalismo’ y la ‘interculturalidad’, enunciadas por ONGs de ‘desarrollo’ o
‘fortalecimiento comunitario’ y sumadas a nuevas políticas de gestión estatal de la
etnicidad incidieron sobre el reconocimiento del valor de la cultura autóctona. En este
campo etno-burocrático y cultural, se observan expresiones religiosas enraizadas o
“entreveradas en los chamanismos, catolicismos, evangelismos, teologías de
emancipación y espiritualidades ancestrales”.
Por afinidad con la búsqueda de información sobre el legado cultural de las
comunidades comechingonas de Córdoba, nos detendremos especialmente en algunos
rasgos de la espiritualidad que se hallan presentes en las comunidades indígenas del sur
de América y, discursivamente también, entre los Comuneros de nuestra provincia.5
Los pueblos originarios del territorio argentino sufrieron, a la llegada de los
españoles, una política de sometimiento y desvalorización cultural que incluyó casi todos
los aspectos que la componen: cultivos, cría de animales, lengua, habilidades manuales y
religiosidad, pasaron por los ‘mecanismos de censura’ de gobernantes y encomenderos y
obligaron a sus portadores a esconder, silenciar y, en muchos casos, abandonar sus
prácticas ancestrales. En el campo religioso, dice Ceriani (2018: 4-5) que “reapropiaron
contenidos del catolicismo y el evangelismo desde sus marcos cosmovisionales,
organización social y prácticas rituales”. En algunos casos, la afinidad cosmológica entre
la obtención de un poder contractual con una potencia superior resultaba similar al vínculo
pentecostal con el Espíritu Santo y eso facilitó ‘conversiones’ y recibir dones de poder,
de sanación y de bienestar socio-individual. En otros, generó un sincretismo religioso con
“relaciones e interdependencias que vinculan a los hombres, la comunidad y la
naturaleza.”
Aún no puedo hablar de ‘espiritualidad vivida’ porque mi trabajo de campo es incipiente. La expresión
‘comuneros’ es utilizada por ellos mismos para referirse a miembros de su comunidad.
5
10
Siguiendo las reflexiones de Ceriani (2013: 5), las relaciones “deben mantener un
estado de orden y equilibrio; un cosmos, que es a la vez social, moral y ecológico” donde
“la relación sagrada con el universo y la naturaleza se presenta como extensiva de los
principios morales que rigen los comportamientos entre los individuos y grupos”. Allí,
los seres tutelares (la “madre tierra” -pachamama-, el rayo, los antiguos) reclaman su
atención y reconocimiento de igual modo que parientes y afines, dando lugar a la lucha
organizada contra empresas extractivistas, daño ambiental y control de las fuentes de
agua. En este contexto, tanto la militancia pan-indígena por derechos territoriales y
culturales como las terapias y filosofías alternativas de los grupos Nueva Era, reivindican
la primacía de la “espiritualidad ancestral” / “espiritualidad indígena” y el poder de los
sanadores, chamanes o brujos “tradicionales.
Luego de estas referencias parece interesante cotejar algunas prescripciones dadas
en encuentros y cursos específicos para indígenas, con las explicaciones y argumentos
dados por dos miembros de diferentes comunidades indígenas entrevistados, sobre la
espiritualidad indígena.
Veamos cuatro párrafos contenidos en el cuadernillo del curso (Fondo Indígena,
2008):
“Para los pueblos indígenas, la espiritualidad es energía, esencia y acción; el espíritu está
dentro de la materia. El espíritu es la esencia que da vida a la materia (los seres humanos,
los animales, las plantas y los minerales) y aquí la relación intrínseca con el cosmos, donde
se conjugan las fuerzas energéticas de los seres que habitamos esta tierra (sentimientos,
pensamientos, acciones, etc.).
La visión cósmica de la vida es estar conectado con el entorno, dado que todo lo que hay
en el entorno tiene vida, por lo que adquiere un valor sagrado: encontramos tierra, cerros,
planicies, cuevas, plantas, animales, piedras, agua, aire, luna, sol, estrellas. La
espiritualidad nace de esta visión y concepción en la que todos los seres que hay en la
MADRE NATURALEZA tienen vida y se interrelacionan. La espiritualidad está ligada al
sentido comunitario, donde los seres se interrelacionan y se complementan en su existencia.
El propósito fundamental de la espiritualidad es la búsqueda del equilibrio y la armonía con
nosotros mismos y con los demás (cosmos), la pérdida de estos dos importantes principios
ha provocado grandes catástrofes a escala local, regional y mundial.
La espiritualidad indígena tiene varias manifestaciones y medios para lograr el equilibrio,
entre ellas: el fuego sagrado, las ceremonias, lugares sagrados, cerros, montañas, ríos,
lagos, cantos, ofrendas.”
11
Fragmentos de entrevistas a Mariela Tulián, joven Curaca de la comunidad
“Tulián6” de San Marcos Sierras y activa luchadora por los derechos de su pueblo:
“Nuestro territorio es un ser vivo; es el cuerpo de un ser vivo con partes diferenciadas y
conectadas entre sí por canales energéticos. Estos canales energéticos pueden ser de
circulación de aire, de viento, pueden ser ríos subterráneos, ríos superficiales, y el canal de
circulación de energía es esencial para el equilibrio de todo el territorio y de todos los que
vivimos en él. Nosotros no somos dueños del territorio y esto tiene que comprenderse,
nosotros somos sus hijos y tenemos una relación de hijos a madre”.
“Desde nuestra forma de ver, el territorio es un ser vivo, es un ser espiritual, completo,
donde nosotros somos una parte a veces mínima. Para nosotros los curacas, las personas
que hablamos en nombre del territorio, el derecho de nuestra madre tierra está por encima
del derecho de las personas.”
En esta época nos toca volver a dar una batalla en defensa del territorio, una batalla más
allá del recurso del territorio y de la propiedad comunitaria; también pasa por la defensa de
nuestro monte nativo que no solamente se circunscribe al área de San Marcos Sierras sino
a toda la provincia de Córdoba, porque el gobierno provincial se propone modificar la ley
que debería proteger el monte nativo…”
Fragmentos de una entrevista a Eric Rojas Gómez, de la comunidad “Las Palmas”,
nieto y discípulo de un reconocido artesano textil y sanador del valle de Traslasierras. En
2019 cursaba el último año de la Tecnicatura Superior en Cultura Aborigen.
“Las artesanías expresan nuestros pensamientos, expresan nuestra cosmovisión y nuestra
espiritualidad. Están también las plantas, que se usan medicinalmente. Allá nosotros no
curamos mucho con plantas; ahora está muy de moda pero nosotros no empezamos por ahí.
Nosotros allá lo primero que vemos es la medicina que está en cada uno de nosotros, en
cada ser. Entonces lo más poderoso que se usa es la oración y la palabra y como último
recurso usamos las plantas.”
“Para nosotros lo primero es la espiritualidad, si por ahí alguien en las sierras nos busca,
nosotros tratamos de comprender cuál es el tiempo de vida que debemos tener. ¿Queremos
alargar nuestra vida con remedios? Nos han metido desde afuera el pensamiento de que hay
que vivir mucho, para ser más conocido…eso es algo muy individualista. Para nosotros el
tiempo que debe vivir una persona debe vivirlo bien, no para sí mismo sino para el bienestar
de su gente”.
“A nosotros nos hicieron dos imposiciones de lenguaje: primero el quechua como lengua
de sirvientes, y después se nos sacó el quechua y se impuso la lengua castellana. Nos queda
6
El apellido Tulián indica el linaje: descendiente del cacique Francisco Tulián, quien recibió en 1806 la
devolución de tierras “encomendadas”, luego de un prolongado juicio de restitución por incumplimiento
de la encomienda. Entrevista (2014) en: https://www.youtube.com/watch?v=BUZ2wgGYSV8
12
la tonada, la forma de armar la oración, cosas que aparecen en el habla de un cordobés.
Quedan muchas palabras pero hemos perdido la lengua funcional. Pero lo que nunca han
podido sacar, y no van a poder sacar, es la espiritualidad, que es nuestra raíz, nuestra forma
de ser; eso está siempre presente.”
Vemos que hay una gran similitud en los contenidos, más allá de las diferencias
en el lenguaje, de entonación, de énfasis en el enunciado de sus respuestas. En el primer
caso, la lucha por la integridad de la naturaleza es notoria en todas sus actividades, y
también en sus discursos, pues lo considera parte de su propia naturaleza y “no podría
vivir si no lo hiciera”. En el segundo caso, resulta particularmente interesante la
cosmovisión del joven desde la perspectiva de un sanador, como su abuelo. Ambos
entrevistados manifiestan que rezan con frecuencia, pero no las oraciones repetitivas de
los católicos7. Hay aún muchas preguntas sin respuestas: si han sido bautizados, si
pertenecen a alguna organización religiosa, a quién le rezan, etc.
Conclusión
En este trabajo hemos tratado de seguir, aproximadamente, el devenir histórico de
la construcción de la religión como campo de estudio antropológico. Pese a haber leído a
todas las fuentes que se detallan al final, debo reconocer que quedan varios autores cuyas
obras no alcancé a analizar. Aun así, sobre los autores analizados, hubo muchas
observaciones que he debido sacar para reducir páginas. No obstante, espero dar
suficiente cuenta de la complejidad del campo religioso como tema de estudio y la enorme
cantidad de factores a tener en cuenta para una “descripción densa”.
Sobre el panorama de nuestro país, es evidente que el proceso de transformación
de las creencias y prácticas religiosas ha resultado adverso al catolicismo, pese a los
importantes recursos que invierte el Estado por mandato constitucional. Las iglesias
evangélicas deben sostenerse con el aporte de sus feligreses y, pese a ello, su valor
porcentual ha crecido significativamente. También es importante el conjunto de personas
que se han alejado de las prácticas religiosas. Sería bueno saber cuánto debe ese estado
de cosas a la modernidad, a la secularización, a la pérdida de credibilidad de los sacerdotes
y/o a la pérdida de confianza en los valores del espíritu.
7
Todavía no he comenzado el tiempo de inmersión en ambas comunidades y me faltan muchísimas
respuestas. Sobre el tema elegido, debo decidir por dónde haré el recorte para focalizar y profundizar. La
religiosidad y la espiritualidad parecen ser muy interesantes.
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Bibliografía
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Marzo 13 de 2020.
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