En este universo la búsqueda por descubrir sus misterios es ilimitada. Cuanto más sabemos, más nos damos cuenta de que no sabemos y que nos falta muchísimo por saber. Hay innumerables formas y medios para investigar y adquirir conocimiento. Entre ellos, hay disciplinas de ciencias objetivas, experimentalmente verificables, sobre las cuales el hombre naturalmente quiere saber más y más. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? sigue preguntándose y preguntando. Es esta curiosidad natural lo que ha llevado al hombre a adquirir tanta información del mundo material y a construir un imponente edificio tecnológico de civilización y cultura. El ingenio humano, ayudado por la ciencia experimental y el pensamiento, continúa empujando hacia los límites de lo desconocido. Sin embargo, la masa de la humanidad, incluyendo a las élites, sabe muy poco sobre su propio ser real. Casi nunca pensamos en conocer la realidad de nuestra propia existencia. Si permanecemos ignorantes acerca de nuestra propia identidad real, el curso de la vida permanece incierto, temeroso y confuso. Debido a la ignorancia del propio yo real, el hombre es incapaz de pensar o actuar con sabiduría y rectitud. Sólo hay una vía para la verdadera felicidad y paz en la vida y esa es el Conocimiento de Sí mismo. El presente escrito es un humilde intento de "Exploración del Ser". Las palabras o la lógica no pueden explicar completamente el enigma de "¿Quién soy yo?" La única manera de conocer la verdadera identidad de uno es, explorar los dominios de la conciencia interior. Se ha hecho un esfuerzo en este texto por guiar al buscador a indagar la realidad del Ser a través de disciplinas específicas de meditación y contemplación. Se espera que sea útil para los buscadores genuinos del Espíritu. La Realidad Absoluta es una y es Consciencia Pura. Sin embargo, los caminos para la realización pueden ser infinitos. Después de todo, todos los caminos conducen a la Realidad, que es omnipresente, al igual que todos los ríos finalmente terminan en la vasta extensión del océano. Los diferentes caminos son necesarios para atender a los diferentes gustos, temperamentos e inclinaciones de los diferentes buscadores. Pueden meditar en un Dios con forma y atributos como el Maestro Jesús, el Señor Shiva, el Señor Visnú, el Señor Rama o el Señor Krishna, etc., otro sobre un Dios sin forma, pero todo benigno y compasivo y con todos los atributos deseables, otro sobre el Yo Absoluto indiferenciado o Atman. Una persona elige el camino adecuado a su naturaleza y temperamento y la elección depende también del camino ya trasegado en sus nacimientos pasados. Para él, el camino elegido que depende de su anterior condicionamiento y temperamento es el adecuado a su constitución espiritual. En un momento en que las religiones con sus elaborados rituales han perdido su atractivo y credenciales para muchas personas, cuando muchos se han vuelto alérgicos a la palabra Dios y se han desilusionado, decepcionado y desmotivado con los diversos hombres de Dios surge este texto, ya que es el momento de abandonar toda búsqueda externa y dirigirnos hacia el único lugar en donde pueden ser encontradas las respuestas que estamos buscando; hacia nuestro reino interior. En todos estos caminos, en última instancia, es el Ser que se busca a Sí Mismo, y no hay nada más simple que buscar el propio Ser y nada más cierto que la Gracia del Ser, gracia que seguramente te llevara al éxito en la búsqueda del Sí mismo. Lo que se necesita es una fe inquebrantable y devoción incondicional sin fisuras a la Meta, infinita paciencia, un anhelo volcánico insaciable por la Realidad y una infatigable persistencia y diligencia. Cualquiera que sea el camino que uno elija, la Gracia Divina juega un papel importante. Cuando un buscador se siente desesperado, frustrado o se siente abatido en ausencia de signos visibles de progreso en su espiritualidad, entonces desesperadamente ora a Dios pidiendo ayuda, este curso surge en respuesta a esas oraciones. Si a alguien se le hiciera la pregunta “¿Qué es lo que buscas en esta vida? ¿Qué quieres?”, Las respuestas inmediatas pueden variar ampliamente como: quiero un montón de dinero y ser millonario, quiero tener una gran casa, quiero un automóvil, si prestamos atención a todas estas diversas respuestas y las analizamos, vamos a encontrar que todo el mundo está buscando la felicidad, alguien a través del dinero, alguien a través de un auto, etc. Sin duda, los medios adoptados por cada uno para lograr este fin pueden diferir, pero todas las investigaciones tienen la expectativa de una felicidad final - una felicidad interminable que dure para siempre. La triste verdad, sin embargo, es que la felicidad absoluta que buscamos a través del dinero, las posesiones, los familiares, etc. Continúa eludiendo nuestra comprensión, mientras que las miserias y las enfermedades inesperadas impiden nuestros pasos. Muchos acontecimientos en este mundo, repetidos nacimientos, muertes, vejez y problemas familiares - causan dolores y sufrimientos. Y esta la muerte, la muerte nos confronta a todos, es quizás el más grande de los dolores. El nacimiento causa tristeza, la vejez causa dolor, la esposa y la familia causan tristeza, estas penas se repiten, y al final de nuestra vida está el mayor dolor, es decir, la muerte. La paz que caracteriza la verdadera felicidad es el objetivo consciente o inconsciente de todos los esfuerzos humanos. Todas las escrituras y todos los santos que han sido capaces de alcanzar el estado más elevado de felicidad y liberación de todas las miserias en esta vida han confirmado que unánimemente la Autorrealización, es decir, conocer nuestra verdadera naturaleza es la única forma de lograrlo. "No hay otro camino para la salvación" En la vida, encontramos felicidad ocasional que gotea en corrientes débiles las cuales se gastan en ver series de televisión o programas de variedades, en buscar dinero desmesuradamente, en degustar algunos deliciosos platos, ver partidos de futbol, asistir a conciertos de música o actuaciones de danza, jugar juegos de computadora, etc. Es totalmente claro que tal felicidad es momentánea y no dura. En segundo lugar, a menudo, tal felicidad cuando es llevada a los extremos da lugar a dolores. ¿Dónde está entonces este Supermercado para encontrar la felicidad sin cambio? ¿Quién la vende o la suministra? Nadie que la haya buscado en la amplia extensión de este mundo externo ha logrado encontrarla. Obviamente, el único lugar probable que queda es "dentro" de nosotros. El hecho de que ningún objeto o posesión en el mundo es capaz de darnos la felicidad trascendental también se prueba por la observación de que, en el sueño profundo, donde un hombre está desprovisto de todas las posesiones, incluyendo su propio sentido corporal, es muy feliz. La conclusión es que la felicidad es inherente al hombre y no es causada por causas externas. Uno debe buscar y realizar su Yo con el fin de descubrir el Supermercado de "la felicidad eterna" y " en la cual no hay tristeza". Los objetos que nos gustan causan una felicidad limitada y los objetos que no nos gustan causan infelicidad o tristeza. Sólo es debido a la ignorancia de lo que somos, que no experimentamos la Bienaventuranza que es nuestra verdadera naturaleza y herencia. Así que conocernos es la solución y este coaching espiritual es una poderosa herramienta. EL PROPÓSITO DE LA VIDA HUMANA ¿Te has dado cuenta de qué precioso regalo y verdadero poder divino es este nacimiento humano? ¿No sientes que la vida está destinada al cumplimiento de un propósito muy sublime? Verdaderamente estás destinado al logro de una meta elevada: la perfección divina, la paz y la felicidad perennes. Sabes muy bien en tu interior, que la vida no es simplemente el acto de respirar, digerir, eliminar, pensar, sentir, saber, querer, etc. La vida no está destinada a comer, ver, dormir y morir miserablemente al final. Realmente vives tu vida cuando te esfuerzas por trabajar y conducir la mente a la realización espiritual y al servicio de la humanidad. Todas las posesiones y placeres materiales no constituyen realmente la vida. Esta no es la menta del hombre real que ha sido "hecho a imagen de Dios". La vida únicamente sensual es, después de todo, solo la vida de un animal. Egoísmo, deseo y sensualidad: todo esto es ignorancia; es un engaño profundo. ¿Pueden las comodidades materiales elevar las almas? ¿Puede la gran prosperidad física solo conferirte consuelo, coraje, paz, alegría, inmortalidad y perfección eterna en el espíritu? Ciertamente no. Piensa profundamente. Discrimina. Te darás cuenta de la verdad sobre esta vida transitoria llena de dolor en la tierra. En el torbellino vertiginoso de placeres sensuales fugaces y deseos incesantemente hirvientes, no olvides el verdadero propósito de la vida y su verdadero objetivo. No hay mayor error que pensar, sentir, confundir lo irreal con lo real, lo transitorio con lo permanente y olvidar el deber más importante de la vida. ¿Qué mayor locura, qué mayor tragedia hay que cuando un hombre no logra alcanzar la meta de la vida? Estás indefenso cuando eres un bebé, estás indefenso cuando la enfermedad te alcanza y cuando estás gravemente enfermo y estás indefenso cuando calamidades poderosas como incendios, inundaciones, terremotos, ciclones, etc., golpean a la humanidad, estás indefenso también cuando te vuelves viejo y senil. ¿Por qué entonces eres tan orgulloso y excéntrico? Levántate por encima de este engaño y alcanza tu objetivo a través de la discriminación y el desapego, el análisis y la investigación de tu verdadera naturaleza espiritual. Investiga "Quién soy yo" e intenta realizar tu ser natural esencial. Entonces solo, trascenderás tu cuerpo y mente y te darás cuenta del Ser. Entonces solo, serás realmente libre y siempre feliz. ¿Quién soy? ¿Por qué nací? ¿A dónde voy? ¿Qué debo saber? ¿Que se supone que haga? Anhelamos conocer las respuestas a cualquiera de estas preguntas, y por respeto a nosotros mismos y a la vida que se nos ha dado, debemos hacer esta investigación fundamental sobre la naturaleza de la vida. Reprimir esa voz inquisitiva en nosotros mismos, una voz que a menudo nos causa molestias o dolor, es conformarse con algo menos de lo que la vida puede llegar a ser. ¿Cuáles son las posibilidades? ¿Y dónde está la persona que ha encontrado respuestas, que ha vivido una vida de verdadera satisfacción? ¿Quién está allí para mostrarnos el camino? Tales guías existen ahora como desde siempre. La humanidad nunca ha estado sin ellos. Aparecen en varios momentos y lugares, vestidos con diversas culturas y tradiciones, a menudo no reconocidos en ese momento. Entran en nuestras vidas cuando estamos listos para conocer la verdad sobre nosotros mismos, cuando estamos listos para descubrir nuestra propia realidad interna. Para quien quiere conocer la Verdad, el reconocimiento de la guía no es difícil. Tal ser está imbuido de la fuerza de su logro, una fuerza que el buscador siente inmediatamente como una iluminación del corazón y la mente. Se irradia inconfundiblemente como amor. Esta fuerza benigna que emana de la guía, o Maestro, revela dentro de las circunstancias de nuestra vida diaria un camino que conduce al despertar interno. Hoy se dice que el mundo está progresando cada vez más, pero ¿De qué manera es que ha progresado? El asesinato, el robo, la lucha y la destrucción están en aumento en todas partes. En todo el mundo hay odio entre las naciones, hostilidad entre los partidos políticos, envidia y egoísmo entre las personas y enemistad entre las razas y las clases sociales. La gente habla de innovación y reforma, pero en nombre de estas cosas solo han logrado destruir el medio ambiente, destruir la vida familiar y aumentar la codicia y la hostilidad. En un mundo así, solo necesitamos una cosa, y esa es la verdadera comprensión de la humanidad. Sin embargo, eso es exactamente lo que nos falta. ¿Por qué se comporta un ser humano como lo hace? ¿Por qué crea barreras entre él y los demás? ¿Por qué vive con enemistad y competencia en lugar de un sentimiento de hermandad? Él hace estas cosas porque carece de una verdadera comprensión de sí mismo. Él no conoce la grandeza que yace dentro de su corazón. Se imagina que es falso, ordinario y débil y que simplemente pasará por este mundo y morirá. Sin embargo, si mirara dentro de sí mismo, se daría cuenta de que contiene la divinidad del mundo entero. Todos somos porciones de este universo de Conciencia. No somos diferentes unos de otros, y no somos diferentes de Dios. Dentro del corazón humano habita una refulgencia reluciente cuyo brillo supera incluso al del sol. Esta Conciencia interior es la misma que crea y anima todo el universo. Pero no somos conscientes de esto. Aunque hemos venido de esta Conciencia, hemos extraviado la comprensión sobre nosotros mismos. ¿Cómo cambiamos? Cada uno de nosotros se ha convertido en una cosa u otra, según nuestro propio entendimiento. Nos creemos hombres o mujeres, ricos o pobres. Creemos que somos maestros, soldados, psiquiatras. Creemos que somos jóvenes o viejos, gordos o delgados, felices o miserables. Creemos que somos estadounidenses o indios, rusos o árabes, hindúes o cristianos, musulmanes o judíos. Pero en realidad, la Verdad dentro de nosotros es una. Todos venimos de la misma semilla, y esa semilla es Dios. Simplemente estamos jugando diferentes roles. Si pudiéramos penetrar por debajo de estos roles en nuestra propia divinidad, todos sabríamos que somos Dios. Un ser humano tiene la libertad de convertirse en cualquier cosa. Por su propio poder puede hacer que su vida sea sublime o miserable. Por su propio poder puede alcanzar los cielos o descender a las profundidades. De hecho, el poder de un ser humano es tan grande que incluso puede transformarse en Dios. Dios yace escondido en el corazón de cada ser humano, y todos tenemos el poder de darnos cuenta de eso. ¿Pero qué hace una persona? En lugar de tratar de conocer la grandeza dentro de sí mismo, pasa su vida comiendo y bebiendo, luchando con otros y persiguiendo los placeres de los sentidos. Tiene dos o tres hijos, cuida a su familia y cree que ha cumplido el propósito de su vida. Pero incluso los animales hacen estas cosas. Cada criatura en el mundo come y bebe. Cada criatura en el mundo tiene una vida familiar. Un animal entra en la jungla, hace su trabajo y regresa para disfrutar de su compañero animal y su descendencia. Del mismo modo, un ser humano entra al mundo, atiende a sus negocios, regresa y disfruta de su familia. Así como la progenie de los seres humanos continúa aumentando, el número de perros, burros, elefantes, camellos, caballos y pájaros también continúa creciendo. Es por eso por lo que una gran mujer santa, dijo: "Si no alcanzas tu propio Ser, si no experimentas la felicidad suprema, ¿de qué sirve vivir? ¿No viven también los perros y los cerdos? ¿No viven también los árboles? ¿No existen también rocas en este mundo? ¿Qué es, entonces, lo que hace que un ser humano sea único? Solo un ser humano tiene la capacidad de conocer la Conciencia divina que vibra dentro de él. Solo un ser humano tiene la capacidad de experimentar su identidad con Dios. Es por eso por lo que debemos usar esta vida humana para descubrir quiénes somos. Las escrituras indias dicen que solo quien contempla las preguntas, ¿Quién soy? ¿Por qué nací? ¿Quién me creo y que se supone que debo hacer? Es verdaderamente humano. Si una persona no conoce su propio Ser, si su comprensión de sí mismo está restringida al conocimiento de su carne, entonces no puede ser llamado un verdadero ser humano. El gran santo Kabir dijo: "Si no has visto tu propio Ser, si no has perforado los nudos de tu corazón y limpiado la suciedad de tu mente, ¿qué importa realmente si eres un ser humano?" Deberíamos entender el valor del nacimiento humano. Consideramos que la vida humana es muy barata, ya que es muy fácil para nosotros tener hijos, e incluso después de haber obtenido este cuerpo, la mayoría de nosotros pasamos nuestras vidas satisfaciendo nuestros sentidos. Pero el cuerpo humano no tiene precio. Los sabios han dicho que el nacimiento humano es muy raro. Solo después de pasar por miles de formas de vida obtenemos este cuerpo. El gran Maestro Sundardas escribió: "Has alcanzado este cuerpo humano por la gracia de Dios. No puedes alcanzarlo una y otra vez. ¡Oh olvidadizo, recuerda! Este cuerpo humano es una joya invaluable. No lo tires". Descubrirás el valor de este cuerpo cuando veas tu propio Ser interno. El cuerpo humano es un templo dentro del cual Dios habita en la forma del Ser. Sin embargo, para saber esto, debes volverte hacia adentro a través de la meditación. En su estado actual, solo tiene conciencia parcial. Conoces el mundo solo como aparece en el estado de vigilia. No sabes lo que hay más allá, aunque cada noche experimentes un mundo más allá de tu conciencia ordinaria. Cuando estás despierto, lo que sea que veas a tu alrededor es real para ti. Pero cuando te duermes y sueñas, el mundo despierto deja de existir y el mundo de los sueños se vuelve real. Es solo a través del nacimiento humano que se puede alcanzar la Experiencia suprema y el alma individual finalmente puede fusionarse con el Alma Suprema. Y ese es el propósito y la meta del nacimiento humano. La forma de vida humana se compara con un bote con el que se puede cruzar el océano de la existencia material. Por esto, las enseñanzas de las antiguas escrituras hindúes dicen que lograr la forma humana es una oportunidad muy rara y para nada fácil de alcanzar. Cada alma es potencialmente divina. El objetivo es manifestar esta divinidad interior controlando la naturaleza, externa e interna. El placer no es la meta del hombre, sino el conocimiento. El placer y la felicidad llegan a su fin. Es un error suponer que el placer es el objetivo. La causa de todas las miserias que tenemos en el mundo es que los hombres piensan tontamente que el placer es el ideal por el cual luchar. Después de un tiempo, el hombre descubre que en el no está la felicidad, sino conocimiento y que tanto el placer como el dolor son grandes maestros. Además, cualquiera que sea nuestra designación particular en este mundo: negro, blanco, estadounidense, ruso, palestino, israelí, joven, viejo, rico o pobre, la necesidad fundamental de todo ser vivo es amar y ser amado. Sin eso, nada puede realmente satisfacer el corazón. Los objetos pueden satisfacer los sentidos del cuerpo. Diversas gratificaciones emocionales pueden satisfacer la mente. Pero el corazón anhela, anhela amar y ser amado: es la naturaleza inherente del alma. Y el alma es parte de Dios. Hemos olvidado ese amor, así que tratamos de encontrar la experiencia del placer de muchas maneras en este mundo. Debido a que en realidad no satisface nuestra necesidad, hay tanta frustración que hace que los seres humanos actúen de maneras tan extrañas y a menudo peligrosas, para ellos mismos, para los demás y para el planeta. Todo está en la búsqueda del amor. El propósito de la vida es redirigir esa propensión al amor, del alma, hacia Dios. Cuando experimentamos el amor ilimitado de Dios y sentimos el amor ilimitado del alma por Dios, con esa experiencia viene la compasión y el amor por cada ser vivo. Eso es lo que todos buscan. Esa es la esencia de toda religión. Eso lleva al autoconocimiento, el autoconocimiento es autorrealización del ser. Y ese es el propósito más elevado de la vida. Entonces, de nuevo te pregunto, ¿Cuál es el propósito de la vida humana? Según los sabios de la India, el objetivo de la vida es eliminar todo sufrimiento y alcanzar la más alta alegría. Si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que todo lo que hacemos en la vida lo hacemos por estas dos cosas. ¿Qué queremos? Queremos la felicidad. Queremos éxtasis. Queremos amor, vigor y entusiasmo. Y de una forma u otra tratamos de obtener estas cosas. Por el bien de la felicidad nos enamoramos, nos casamos y criamos hijos. En aras de la felicidad, hacemos negocios, ganamos dinero, acumulamos posesiones y perseguimos diversos talentos, habilidades y entretenimientos. Incluso cuando engañamos y dañamos a otras personas, lo hacemos con la esperanza de que nos traiga felicidad. Pero si realmente nos examináramos a nosotros mismos, descubriríamos que la felicidad que buscamos solo se puede encontrar dentro de nosotros. ¿Por qué es tan difícil girar dentro? Queremos felicidad, sin embargo, practicamos continuamente cosas que nos llevan al dolor. Sembramos las semillas del sufrimiento y luego nos preguntamos cuándo florecerá el fruto de la felicidad. Así es como vivimos nuestras vidas. Hemos comprado nuestros problemas, y aunque los encontramos bastante calientes y amargos, tenemos que seguir comiéndolos porque hemos hecho la inversión. Seguimos buscando más diversión, más entretenimiento, más amigos, más amantes, más riqueza, más fama. ¿Pero alguna de estas cosas nos trae verdadera satisfacción? ¿Nuestros goces nos traen verdadera alegría, o nos traen solo sequedad y calor? ¿Qué estamos logrando realmente en nuestra búsqueda de satisfacción? Mira tu vida. Abre tus ojos. Mientras has perseguido el cumplimiento de tus deseos, el tiempo te ha devorado. Es la naturaleza del deseo expandirse. Cuanto más perseguimos nuestros deseos, más aumentan. No importa lo que tengamos en el mundo, siempre queremos más. Si tenemos un dólar, queremos diez dólares. Si tenemos diez dólares, queremos cien dólares. Si tenemos un Volkswagen, queremos un Mercedes. Si tomamos un trago, queremos otro. Hasta que nos volvamos hacia adentro y descubramos la satisfacción del Ser, no tendremos una satisfacción duradera, sin importar cuánto dinero obtengamos, sin importar cuántos amigos acumulemos, sin importar cuánto logremos en el mundo. Todas las alegrías del mundo exterior son temporales. Nunca pueden durar. De hecho, sin la alegría del Ser, nuestras alegrías mundanas son como una cadena de ceros sin una que las preceda para darles valor. Sin la alegría del Ser, nuestra riqueza es cero, nuestra belleza es cero y nuestros logros son cero. Solo cuando bebemos el néctar del Ser, todos nuestros ceros equivalen a algo. La felicidad está dentro de nosotros, y es nuestra, pero siempre estamos superponiendo nuestra alegría interior a algo externo y pensando que proviene de allí. Si examinas tus acciones muy sutilmente, encontrarás que incluso tu alegría mundana no proviene de los objetos de disfrute sino de tu interior. Dices: "Me siento muy bien cuando escucho música. Me divierte mucho jugar tenis". Pero en realidad, cuando haces estas cosas, es tu propia alegría interior lo que experimentas. En el Vedanta hay un proverbio: la alegría del mundo es como el hueso de un perro. Un perro encuentra un pedazo de hueso y comienza a masticarlo. Mientras mastica, pedazos de hueso se atascan en sus encías y la sangre comienza a fluir. El perro prueba la sangre y piensa: ¡Este hueso está delicioso! Cuanto más mastica el hueso, más le sangran las encías. Cuanto más prueba la sangre, más dulce se siente el hueso. Este es un ciclo interminable. Así como el perro no se da cuenta de que está probando su propia sangre, tu no te das cuenta de que la alegría que obtienes de este mundo proviene de tu interior. Piensa en la felicidad que encuentras en tu vida. ¿De dónde viene? Cuando has terminado de comer y tu estómago esté lleno, experimentarás un momento de satisfacción. Cuando te encuentras con un amigo después de mucho tiempo y lo abrazas, sientes alegría por una fracción de momento. Cuando un artista contempla su trabajo, experimenta unos segundos de paz. Lo que realmente sucede en esos momentos es que la mente se queda quieta y el centro de la felicidad interior se revela, como un relámpago. Sin embargo, la dicha que experimentas no es eterna, y es solo una sombra de la dicha interior. Para experimentar esta dicha directamente, debes volverte hacia adentro en la meditación y buscar la felicidad donde realmente habita. El problema es que no quieres mirar dentro. Tu cámara graba solo lo que está sucediendo en el mundo exterior; nunca se da vuelta y registra lo que está sucediendo adentro. Sin embargo, todas las noches experimentas los beneficios de volverte hacia adentro. Durante el día, acumulas tantas cosas, ves tantos amigos, trabajas tan duro y disfrutas de tantos placeres. Haces todas estas cosas por el bien de la felicidad, pero al final del día vuelves a casa y dices: "Me siento cansado". No importa lo que hagas durante el día, ya sea que ganes un millón de dólares, obtengas el título más alto o vayas a una fiesta fabulosa, cuando termine el día, te sientes agotado, y todo lo que quieres hacer es dormir. Cuando llega el momento de dormir, no tienes uso para ninguna de las posesiones que has trabajado tan duro para acumular durante el día. Ni siquiera quieres a las personas que amas. Todo lo que quieres es descansar. Entonces te retiras a una habitación oscura y te envuelves en una manta cálida. A la mañana siguiente, si alguien te pregunta cómo te sientes, dices: "Estoy lleno de energía". Unas pocas horas de sueño te han refrescado por completo. No has comido nada, hecho cualquier cosa, comprado algo o disfrutado cualquier cosa, sin embargo, te sientes completamente rejuvenecido Esta es tu experiencia diaria. ¿Por qué las actividades que disfrutas tanto durante el día te cansan, mientras que unas pocas horas de sueño te hacen tan fuerte y enérgico? Tu propio sueño te enseña una y otra vez que la verdadera fuente de fuerza y energía está dentro de ti. Si durante el día pudieras entrar y meditar solo por un tiempo, podrías aprovechar esa fuente, y luego permanecerías en un estado de continuo entusiasmo y alegría. Dentro de todos hay una energía divina y consciente llamada Kundalini. A través de la meditación, esta energía interna se despierta y hace que se desarrolle un yoga espontáneo dentro de ti. La mayoría de la gente piensa que el yoga consiste en los movimientos físicos del hatha yoga, pero el verdadero significado del yoga es "unión", la unión con el Ser del que te has separado. Cuando se despierta la energía interna y comienza este yoga espontáneo, todo tu cuerpo se purificará desde adentro. Tu conciencia se volverá hacia adentro y podrás ver los mundos internos. Finalmente, a través de la meditación que tiene lugar después del despertar de la energía interna, reconocerás tu verdadera naturaleza, tu propio Ser interno. Llegarás a un centro que está más allá del placer y el dolor, un estado en el que no experimentarás nada más que felicidad. Ese es el estado del Ser. Cuando veas el Ser, cuando lo experimentes, serás completamente transformado. El mundo también se transformará para ti y lo verás de una manera completamente diferente. Hay un dicho: "Lo que es día para un cuervo es noche para un búho". Del mismo modo, el mundo que está lleno de tantas dificultades y complicaciones para una persona ignorante es el cielo para una persona que conoce el Ser. Dios está lleno de virtudes, belleza y muchas grandes habilidades, y las ha colocado dentro de todos nosotros. Pero no puedes verlas simplemente deleitándote en el mundo exterior. Tienes que abrir el ojo sutil para percibir el Principio interno. No tienes idea de la inmensidad que existe dentro de ti. Este cuerpo parece pequeño, pero es una imagen del universo entero. En este cuerpo hay un sol mil veces más brillante que el sol exterior y, sin embargo, en lugar de estar caliente, se está enfriando. Debido a esa luz interior, que reside en el sahasrara, el gran centro espiritual en la coronilla, tienes brillo en la cara y brillo en los ojos. En el corazón hay un centro de conocimiento, dentro del cual puedes ver el mundo entero. De hecho, hay tantas cosas dentro de ti que se podrían escribir volúmenes describiéndolos. Todas las maravillas que ves en el mundo exterior se pueden encontrar en un grado mucho mayor dentro. Todos los placeres que buscas se pueden descubrir en mayor medida en el interior. A lo largo de tu vida, intentas gratificar tus ojos con hermosas vistas, deleitar tus oídos con sonidos melodiosos; intentas complacer tu nariz con exquisitas fragancias, tu piel con un toque dulce y tu lengua con nuevos sabores. Por anhelo de escuchar música dulce, escuchas rock and roll, sinfonías u ópera. Pero cuando la energía interior despierte y suba al sahasrara, escucharás sonidos divinos que son tan dulces que no se pueden describir. A medida que los escuches, te volverás cada vez más feliz e incluso tus dolencias físicas se curarán. Cuando esta música resuene en los espacios interiores, un néctar divino goteará sobre la lengua. Siempre estás buscando sabrosa comida y bebida. Por el bien de los gustos deliciosos, comes muchos platos diferentes; En aras del sabor, bebes tantas bebidas. Pero cuando bebas ese néctar interno, lo encontrarás tan delicioso, tan completamente satisfactorio, que ningún sabor externo se comparará con él. Del mismo modo que disfrutas fragancias y deliciosos olores, aplicas perfume a tu cuerpo para oler dulce, pero a medida que avanza la edad, tu propio cuerpo comienza a apestar. Sin embargo, cuando profundizas en la meditación, las fragancias exquisitas comenzarán a llenar tu ser, fragancias tan dulces que, al olerlas, tu mente se quedará quieta. También anhelas el tacto. Para experimentar la alegría del tacto, abrazas y frotas tu cuerpo contra otros cuerpos, hasta que finalmente tu sentido del tacto se desgasta y ya no puedes sentir nada. Pero cuando la energía interior se despierte, comenzará a jugar dentro de ti, y luego todo tu ser experimentará la emoción de su toque sutil. Te sentirás lleno de las sensaciones más exquisitas y quedarás completamente satisfecho. Además, anhelas mirar formas hermosas y hacer tu propia forma hermosa. Para hacer que tu cuerpo sea atractivo, te pones polvos y cremas en la cara, pero con el tiempo los químicos comienzan a afectar la piel y luego, sin maquillaje, pareces un fantasma. Te peinas y te decoras con ropa hermosa, pero tu ropa se ensucia y se desgasta. De esta manera, la belleza exterior es transitoria; está ahí por un momento, y luego te elude. Pero la belleza interior no cambia. Nunca envejece, y nunca se echa a perder. A medida que medites más y más, a medida que la energía interior trabaja dentro de ti, comenzarás a percibir tal belleza que difícilmente tendrás la fuerza para soportarla. En el centro de la brillante refulgencia en el Sahasrara hay una pequeña y brillante luz azul conocida como la Perla Azul. Esa es la luz del Ser dentro de ti. Al verla, los grandes Siddhas han declarado: "Dios habita dentro de cada ser humano". Todo lo que buscas en este mundo está dentro de ti. La alegría suprema arde por dentro. Pero no es suficiente simplemente tener una comprensión intelectual de esto. Tienes que ir muy adentro; Tienes que desenterrarla. Entonces verás la Conciencia centelleante que vive dentro de ti en forma de dicha. El gran santo sufí Mansur Mastana dijo: "Puedes romper un templo, puedes romper una mezquita. Puedes romper Kaaba, puedes romper Kiiblii. Pero nunca rompas un corazón humano, porque en el corazón Dios habita". El corazón es la verdadera casa de Dios. Es el asiento de la felicidad, la morada del amor sin fin. Ve allí. LA AUTOIDAGACIÓN EJERCICIO 1 Hay varias maneras y prácticas que nos ayudan a despertar a nuestra naturaleza verdadera. Una de ellas es darnos cuenta de que el sufrimiento, el que sufre, y el que percibe el sufrimiento, son solo el ego mismo que asume estos tres aspectos aparentemente distintos. Con esta percepción se llevará a cabo la realización de que somos el testigo - que es consciencia pura - de los tres y no el fantasma del ego. Debemos entender que el ego es un campo energético, una masa que asume formas innumerables. Las expresiones básicas de esta energía egoica son el deseo por placer, poder, fama, dinero, posesiones, superioridad etc. la sensación “Yo soy el cuerpo” o “el cuerpo soy Yo” y las tendencias egoístas y las emociones negativas ira, miedo, envidia, impaciencia, cielos, depresión, avaricia, codicia, nerviosismo, ansiedad, angustia, amargura etc. El ego es un campo de energía cristalizada en nuestra psique que vibra a causa de estímulos y condiciones externas creando sufrimiento en forma de ira, miedo, envidia, impaciencia, cielos, depresión, avaricia, codicia, nerviosismo, ansiedad, angustia, amargura etc. Cualquier cualidad egoísta que está funcionando en nuestra mente y nuestro campo energético, la experimentamos como sufrimiento en nivel energético, emocional y mental. Entonces el sufrimiento psicológico es solo una creación de la energía del ego que vibra de una manera que la experimentamos como dolor. Incluso la sensación solida ´Soy el cuerpo´ que es una expresión de la energía del ego es un pequeñito sufrimiento, pero la mayoría no está consciente de esto porque no saben cómo se sentirían sin esta sensación egoísta -si fueran libres de esta energía del ego. La energía del ego se identifica también con el cuerpo físico y crea la sensación ´Yo soy el cuerpo´ o ´el cuerpo soy Yo´. Crea la ilusión que ´Yo´ soy el que sufre de las emociones negativas (ira, depresión, angustia, frustración, odio, miedo etc.). Entonces la energía del ego asume también la forma de ´Yo soy el que sufre´. Pero al mismo tiempo el ego crea la ilusión de que las emociones negativas y el ´Yo´ que sufre de ellas (el sufre) son dos cosas distintas, mientras en realidad el ´Yo-que sufre´ y las emociones negativas son la misma energía que asume estos dos aspectos o formas. La energía del ego se identifica también con la consciencia reflejada en la mente, y crea la ilusión que ´Yo´ estoy consciente y percibo estas emociones negativas. Además, la energía del ego crea la ilusión de que el ´Yo- que percibe´ y el sufrimiento son dos cosas diferentes, mientras en realidad son la misma energía que asume estos dos aspectos o formas. Entonces el ego, creando la ilusión de que estos tres aspectos anteriormente mencionados (el sufrimiento, El ´Yo- que percibe y el ´Yo-que sufre´) son distintos (mientras en realidad son aspectos del ego mismo) nos engaña y nos hace sentir y creer que somos el ´Yo´ mismo. Debido a que las emociones negativas (como ira, miedo, depresión, odio, impaciencia etc.) que crean el sufrimiento son solo modificaciones del deseo, entendemos que la trinidad del “deseo-´Yo – que percibe´-´Yo – que disfruta” son también aspectos de la misma energía del ego. El ego creando estas formas ilusorias y jugando estos roles, crea la ilusión de que somos el ego mismo y así nos impide realizar que somos el testigo de estas formas egoístas. Nos impide realizar que somos consciencia pura más allá del ´Yo´ o ´ego... que somos libertad, paz y bienaventuranza eterna, infinita y absoluta. Si a través de la auto - indagación, la observación enfocada y el discernimiento nos damos cuenta de que el deseo, el sufrimiento, el que sufre, el que disfruta y el que percibe son el ego mismo que asume estas diferentes formas, realizaremos que no somos ni el sufrimiento, ni el deseo, ni el que sufre, ni el que disfruta, ni el que percibe, sino el testigo de estos tres aspectos egoístas. Nos daremos cuenta de que somos el sustrato de estas expresiones del ego, el silencio o el vacío que es consciencia pura y está más allá del deseo, de todo sufrimiento (que es creación del ego mismo), más allá del ´Yo´ (como el que percibe, sufre y el disfruta), del tiempo y las formas gruesas (objetos sensoriales) y sutiles (pensamientos, emociones, creencias etc.). La práctica de la auto - indagación es un método muy potente que nos ayuda mucho tomar consciencia del engaño del ego, des identificar del ego y sus varias expresiones y despertar a vuestra naturaleza verdadera. El objetivo de la auto indagación es sosegar la mente, anular todos los procesos mentales y emocionales y enfocar la atención en su fuente, el silencio interior. El objetivo final es lograr que la mente se funda totalmente en su fuente (Silencio, consciencia, Atman); en este estado el ego disuelve totalmente y para siempre y nos establecemos en el Ser como Ser. Esto es el estado de iluminación o liberación. Podemos aplicar también la auto indagación para investigar la naturaleza del ego y sus varias expresiones y disolverlas. Esta práctica ayudará a des identificarse del ego, ser más conscientes del ego y sus expresiones como bien del silencio interior y creará las condiciones apropiadas para suceder el despertar. Para aplicar la auto indagación adecuadamente y de una manera eficaz hace falta una mente desapegada, desapasionada y con alta capacidad de discernimiento. Para desarrollar esta capacidad en un nivel bastante alto hace falta practicar por muchos. Sin embargo, esto no significa que no puedas ejercitar la auto indagación desde el principio de tu viaje espiritual. Para hacer la indagación hace falta también estudiar la naturaleza del ego y del Ser o Atman y al mismo tiempo observar, investigar y reflexionar sobre estos dos partes importantes de nuestra existencia para que tengas un conocimiento correcto y una vista bastante clara. Es importante también que investigues qué es y cómo funciona la identificación, la proyección, la superposición y la asociación. Porque estos son las funciones con las cuales la mente egoísta nos engaña y nos impide reconocer nuestra naturaleza verdadera. La práctica de auto indagación la hacemos como práctica formal dos o tres veces durante el día (por la mañana, por la tarde, por la noche) para profundizar en ella y desarrollarla y también la hacemos durante todo el día. No es posible tener éxito en este proceso espiritual si no practicamos sistemática y constantemente. Espiritualidad no es un hobbie que hacemos unas veces cada semana o unas horas cada día para soltar las tensiones y complacer un poco. Hacemos la auto indagación investigando la naturaleza de una emoción, y la naturaleza del ´Yo como el que sufre y del ´Yo como el que percibe. Podemos hacer esta auto indagación investigando la naturaleza de cualquier emoción, de cualquier tendencia egoísta, deseo y la sensación del ´Yo mismo. El proceso de la auto indagación es igual para las emociones, los deseos y el 'Yo, porque el deseo es también una emoción que nos impulsa lograr, poseer o disfrutar algo que creemos nos dará placer o nos hará felices y el 'Yo o ego es una sensación que podemos percibir igualmente como la emoción y el deseo, aunque resulta más difícil ya que somos completamente identificados con el ego. Debemos practicar la indagación usando las emociones, el deseo, y el Yo, porque son las expresiones fundamentales de nuestra psique y también la raíz de nuestro sufrimiento. El deseo y las emociones negativas funcionan en nuestra psique compulsiva y mecánicamente sin parar y el ego (Yo) que es el centro de todos procesos psicológicos y el factor que nos hace identificar con las emociones y los deseos. Estas energías oscurecen nuestra mente y su capacidad de discernir y por eso no podemos realizar que somos la consciencia eterna y divina siempre feliz y pacífica, libre de sufrimiento, nacimiento y muerte. Esta auto indagación nos ayudará a disolver la identificación con el deseo, las emociones y el ´Yo mismo y realizar que somos el sustrato donde el ´Yo aparezco. En la auto indagación investigaremos la naturaleza de una emoción, y al mismo tiempo la naturaleza del ´Yo como que sufre y del ´Yo como percibido. Podemos hacer esta auto indagación con cualquier emoción (ira, impaciencia, miedo, descontento, resentimiento etc.). Cuando hay una emoción en nosotros, por ejemplo, ira o impaciencia, prestamos plena atención en la emoción para localizarla, o sea dónde exactamente la sentimos en nuestro cuerpo, para sentirla plenamente tal como es, con el fin de aclarar su naturaleza y su matiz. Esto lo hacemos con una simplicidad e inocencia. No interpretamos mentalmente lo que sentimos y lo que experimentamos. Para facilitar este proceso nos preguntamos interiormente: ¿Puedo permitir que esta emoción esté en mi tal como es, sin reaccionar y sin quejarme? Y me quedo alerta y consciente de ella, sintiéndola plenamente. Observamos la emoción hasta que tengamos una vista clara de ella, hasta que averigüemos el matiz de la emoción y el parte del cuerpo en lo cual se manifiesta. Una vez localizado, sentimos la emoción plenamente, la observamos y la escudriñamos para averiguar su naturaleza y su matiz. Cuando una emoción se está expresando usualmente hay también imaginaciones y pensamientos relacionados a esta emoción. Pero en este proceso enfocamos la atención en la emoción e ignoramos los pensamientos. Normalmente cuando enfocamos la atención plenamente en la emoción los pensamientos desvanecen. Si tenemos una vista clara de la emoción continuamos preguntando: ¿Qué es lo que sufre de esta emoción?, ¿Qué quiere estar libre de esta emoción? La respuesta obviamente será: ´Yo´ sufro, ´Yo´ quiero estar libre de esta emoción´. Entonces nos preguntamos: ¿Qué es este Yo? Y luego con suave y plena atención buscamos a encontrar y a localizar en nuestro cuerpo dónde está, dónde sentimos este ´Yo´ que sufre y quiere dejar de sentir esta emoción dolorosa. Una vez localizado, lo sentimos plenamente, lo observamos y lo escudriñamos para averiguar su naturaleza y su matiz. Seguimos observando atentamente la sensación del ´Yo´ y a continuación dirigimos la atención hacia la emoción. Por un rato sentimos alternativamente con plena atención la emoción y la sensación del ´Yo´. Esto lo hacemos unas veces para tomar clara consciencia cómo sentimos la emoción negativa (por ejemplo, la impaciencia) y cómo sentimos el Yo´. Hacemos este proceso sin prisa. Hasta que tengamos una consciencia plena de los dos. Cuando consideramos que tenemos consciencia plena de los dos seguimos preguntando: ¿La emoción de impaciencia y la sensación del “Yo sufro” son dos cosas diferentes o no? ¿La energía de la emoción y la energía del ´Yo´ son diferentes o no? Observando atentamente la emoción y la sensación del ´Yo, y contemplando intentamos discernir y dar cuenta de si la emoción y el ´Yo son diferentes o son la misma energía que asume estas dos formas. Lo hacemos todo eso sin prisa y tranquilamente notamos la naturaleza de cada uno. Si nos damos cuenta de que la emoción y el ´Yo-que sufre son la misma energía que asume estas dos formas distintas podemos seguir investigando la naturaleza del ´Yo como el que percibe. Para facilitar este proceso hacemos una pregunta: Antes de hacer la pregunta sentimos una vez más la emoción y nos preguntamos: ¿Qué es lo que percibe esta emoción? La respuesta obviamente será “Yo la percibo” Entonces nos preguntamos ¿Qué es este ´Yo? Y luego con suave y plena atención buscamos a encontrar y localizar en nuestro cuerpo dónde está, dónde sentimos este ´Yo´ que percibe. Una vez localizado, lo sentimos plenamente, lo observamos y lo escudriñamos para averiguar su naturaleza y su matiz. Lo hacemos todo eso sin prisa y tranquilamente notamos la naturaleza de cada uno. Si tenemos una consciencia plena del ´Yo-que percibe hacemos la pregunta: ¿El ´Yo-que percibe y el “Yo que sufre” son dos cosas diferentes o no? Observando atentamente y contemplando intentamos discernir si el ´Yo-que percibe y el “Yo que sufre son diferentes o son la misma energía que asume estas dos formas. Lo hacemos todo eso sin prisa y tranquilamente notamos la naturaleza de cada uno. Probablemente realizaremos que el ´Yo que percibe y el ´Yo que sufre es el mismo Yo. Entonces el mismo ‘Yo es lo que sufre y lo que percibe. Podemos llegar a esta realización si estamos muy atentos y nuestra mente está tranquila y sosegada. En este estado de atención plena, el silencio interior que es el sustrato en lo cual el ´Yo y la emoción aparecen será más obvio. Este espacio de silencio puede ser muy obvio, pero normalmente no nos damos cuenta de que este silencio es nuestra identidad, no nos damos cuenta de que somos este silencio. Pero esto es natural y es este darnos cuenta de que queremos lograr a través la auto indagación. Para facilitar este darnos cuenta de que somos el silencio seguimos la indagación investigando el sustrato en que la emoción y el ´Yo aparecen. Para facilitar este proceso contemplamos en lo siguiente: 1. Si puedo observar la emoción (y notas la emoción cuando dices esto) igual como un objeto sensorial resulta que no soy la emoción, que la emoción es un objeto. 2. Igual si puedo observar la sensación del ´Yo´ (y notas el ´Yo cuando dices esto) que supuestamente percibe la emoción, y el ´Yo que sufre, resulta que no soy el ´Yo´, el ´Yo´ es un objeto. A continuación, nos preguntamos: ¿Si la emoción y el ´Yo´ son objetos entonces qué es el sujeto de ellos?, ¿Qué puede ser el sustrato en lo cual estos dos aparecen y están percibidos? Una vez hecha la pregunta, permanecemos suavemente alertas y atentos. En silencio y en plena atención contemplamos para discernir qué puede ser el sujeto o el sustrato en lo cual estos dos aparecen y están percibidos. Cuando hacemos esta indagación e intentamos sin esfuerzo discernir y averiguar que es el sustrato, podemos facilitar este proceso afirmándonos a nosotros mismos: ´La emoción y la sensación del ´Yo´ son objetos entonces no soy ni la emoción ni el ´Yo´. Haciendo esta afirmación seguimos en silencio y plena atención observando, preguntando de nuevo si hace falta y contemplando sin palabras para discernir el sustrato en el que aparecen el deseo y el Yo. Podemos también de vez en cuando hacer la afirmación y la pregunta juntos: ´La emoción y la sensación del ´Yo´ son objetos entonces no soy ni la emoción ni el ´Yo´. Entonces ¿Qué puede ser el sustrato o el fondo en lo cual ellos aparecen y están percibidos? Haciendo esto seguimos en silencio y plena atención observando, preguntando y contemplando sin palabras para discernir el sustrato o el sujeto que aparecen la emoción y el ´Yo. Probablemente experimentarás que el sustrato es el silencio, que puede ser como un vacío, como un espacio inmóvil etc. Podemos también una y otra vez prestar atención alternativamente en la sensación del ´Yo y en el silencio. Hacemos este proceso sin prisa y tranquilamente notamos la naturaleza del sustrato. Cuando hacemos todo eso se puede pasar a darse cuenta de que eres el silencio y no el ego que hasta ahora creías que eres. La realización intuitiva de que eres el silencio es el despertar, pero Ojo. Esto no puedes provocarlo por tu propia voluntad. Esto sucederá por sí mismo cuando estás listo y por gracias de Dios. Sin embargo, aunque el despertar no lo hacemos nosotros a través de esta práctica, esta indagación nos ayuda a distinguir cada vez más claramente la naturaleza del ego y la naturaleza del sustrato silencioso. Si hemos alcanzado una concentración alta y el silencio interior es muy obvio, podemos enfocar la atención totalmente en el silencio para profundizar más y más en ello hasta que la mente se establece allí sin ningún esfuerzo. Esto es realmente meditación profunda y según nuestra práctica desarrollaremos nuestra capacidad a meditar profundamente. Esto nos ayudará a permanecer más pacíficos y equilibrados durante todo el día y a no identificarnos fácilmente con los pensamientos, las emociones y las tendencias egoístas como así nos ayudará a comprender su naturaleza y eliminarlos de nuestra psique a través la oración, el nombre de Dios y otros métodos. LA AUTOIDAGACIÓN EJERCICIO 2 No soy lo que percibo: Primero asumes una postura relajada, equilibrada y estable. Relajas tu cuerpo y conectas con tu respiración y contigo mismo. A medida que la atención se enfoca y la mente se tranquiliza sientes más claramente que existes que eres presente y estás más y más consciente donde está tu atención y puedes utilizar tu atención y tu mente conscientemente. Desde allí lo que haces es indagar tu naturaleza verdadera negando cada percepción, cada experiencia y lo haces de la manera que se te propone a continuación. Cuando algo te llama la atención y lo percibes y lo experimentas, dices, Lo que percibo (sea lo que sea) no soy. ¿Qué soy? Haces la pregunta y la contemplas en silencio con plena atención. No esperes una respuesta mental o intelectual. Haz la pregunta y sigue contemplando la pregunta silenciosamente con plena atención. Si lo que te llama la atención, lo que percibes es el cuerpo dices: Este cuerpo que percibo no soy. ¿Qué soy? Si lo que te llama la atención, lo que percibes es una emoción dices: Esta emoción que percibo no soy. ¿Qué soy? Si lo que te llama la atención, lo que percibes es un impulso dices: Este impulso que percibo no soy. ¿Qué soy? Si lo que te llama la atención, lo que percibes son los pensamientos dices: Estos pensamientos que percibo no soy. ¿Qué soy? Si lo que te llama la atención, lo que percibes es una sensación dices: Esta sensación que percibo no soy. ¿Qué soy? Si lo que te llama la atención, lo que percibes es la sensación de yo dices: Este yo que percibo no soy. ¿Qué soy? Cada vez que sientes el cuerpo repites, Este cuerpo que percibo no soy. ¿Qué soy? Lo mismo haces con todo lo demás. Lo haces cada vez que percibes y experimentas algo sea lo que sea. Lo haces hasta que la atención no se enfoca en nada, hasta que nada te llama la atención. Los entrenadores de vida espiritual son personas que viven según principios espirituales y no solo la lógica diaria y las convenciones sociales. Saben cómo hacer realidad los milagros y ayudan a otros a vivir vidas felices y satisfactorias según las prácticas que les han funcionado. Muchas personas pueden confundir a los entrenadores espirituales con los líderes religiosos, pero estas son dos cosas muy diferentes. No tienes que ser religioso para trabajar con un entrenador de vida espiritual, solo tienes que estar abierto a profundizar tu conexión con la parte no física de ti mismo, el alma. Comprenderte a ti mismo y a tu mundo a tu alrededor desde una perspectiva espiritual puede ayudarte a llevar una vida más significativa. Puedes descubrir que tienes un propósito profundo y que todos los eventos en tu vida han sido orquestados para llevarte a tu verdadero camino. Trabajar con un entrenador de vida espiritual puede revelarte el propósito de tu vida y ayudarte a despejar cualquier bloqueo energético para vivir la vida que siempre se debió vivir. Un entrenador de vida espiritual puede ayudarte a encontrar quién eres realmente y a sanar tus viejas heridas para que puedas avanzar hacia un futuro mejor y más brillante ¿Alguna vez te has cuestionado cuál es tu relación contigo mismo? ¿De qué manera te juzgas? ¿Eres siempre justo, o tiendes a recriminarte los errores y a ser tu peor juez? Esta relación suele pasarse desapercibida para una mente identificada con ese aparente “yo”, pero sin embargo es la relación más importante de tu vida y la que más condiciona tus actos y tus decisiones. Seguro que muchas veces te has sorprendido a ti mismo pensado cosas como “¿Por qué hice eso?” “No debería actuar así”, o similares, ¿verdad? Si prestas atención verás cómo, aunque parezca lo contrario, pasas mucho más tiempo juzgándote a ti mismo que a los demás. El “yo soy” nunca tiene suficiente, siempre necesita que seas mejor, que llegues más lejos o que consigas algo más. Pero ¿de qué te ha servido esa relación contigo mismo hasta ahora? ¿De verdad crees que algún día podrás cumplir con todas las exigencias del “yo soy”? Es evidente que no. Pero sí puedes ir más allá de sus límites, más allá de sus dramas y sus miedos. A lo largo de este libro, hablaré muchas veces del “yo soy”, el “yo” o el “yo soy esto”. Aunque existen matices entre unos y otros, en principio los utilizaré indistintamente para hacer alusión a ese “sujeto aparente”, que vive la realidad a través de los pensamientos almacenados en la memoria. Podemos decir que es el pensamiento original, que da lugar a todos los demás, pero no deja de ser un pensamiento más y, como tal, puede ser observado. Tus pensamientos no son tuyos Se dice que, en la antigüedad, los hombres creían que los pensamientos eran "voces de los dioses", porque comprendían que no eran algo voluntario ni controlado, sino que surgían de manera espontánea en sus mentes, obligándoles a hacer cosas que a menudo no querían. Esta es una muy buena analogía del origen real del pensamiento, pues es un proceso involuntario la mayor parte del tiempo. Es muy sencillo comprobar, si observas tu mente durante unos instantes, cómo los pensamientos aparecen sin que tú los controles o los evoques. Simplemente surgen de la nada. Pero si mantienes una atención tranquila y no los juzgas ni intentas controlarlos, podrás ver algo más: los pensamientos siempre están creados a través de recuerdos. Estos pensamientos involuntarios nunca son nuevos, sino que están formados por palabras, formas, imágenes, sonidos, olores, emociones... Aunque parezcan dar respuesta a las situaciones nuevas que se presentan ante nuestra mente, no son más que registros almacenados en la memoria, que surgen como algo aparentemente nuevo, pero simplemente repiten una y otra vez los mismos patrones. El pensamiento involuntario surge de la memoria, como reacción al entorno. Sin estímulo no hay pensamiento. La mente humana es una "máquina de reacción", que intenta dar respuesta a cualquier estímulo, ya sea una forma externa a la que "pone nombre" o la propia voluntad de no tener pensamientos, que también generará ideas y opiniones sobre cómo conseguirlo. Uno de los principios de la meditación es la búsqueda del vacío mental, que no es otra cosa que la ausencia de pensamientos involuntarios. En ese vacío es donde la verdadera conciencia surge como lo que es: un espacio sin atributos ni características mentales. Para ello, la atención tranquila, sin juicio ni reacción, debe ser capaz de crear el contexto idóneo para que la mente no se atrape por los estímulos externos, dejando de reaccionar a los sentidos y centrándose en el espacio vacío interior. Ese es el estado ideal de la meditación: la ausencia de pensamientos involuntarios y reactivos. Pero para llegar a ese estado no hay que tratar de imponer nuestro control y rechazar los pensamientos, porque eso generará nuevas reacciones mentales, dándole más fuerza a ese "yo" que aparentemente los crea y los juzga. Sin pensamientos repetitivos no existe el "yo", pues en una mente vacía no existe la historia personal, ni los juicios, ni los problemas, ni el sufrimiento. Sólo la quietud del Ser, la atención despierta. El primer paso para ir más allá del “yo soy” y sus límites es, por tanto, ser capaz de romper la identificación con los pensamientos repetitivos, a través de la atención. Esta es la única herramienta que tienes para generar consciencia de cómo funciona realmente tu mente. Observa cómo surgen los pensamientos. ¿De dónde vienen? ¿Eres capaz de ver esa nada de la que aparecen y en la que se vuelven a desvanecer? No los juzgues, ni intentes controlarlos, porque eso sólo hará que se multipliquen. La idea de controlar tus pensamientos es, en sí misma, un pensamiento más, luego no te servirá de nada si lo que buscas es dejar tu mente tranquila y en silencio. El pensamiento es un proceso automático Cuando observamos nuestra respiración, podemos comprender que, la mayor parte del tiempo es un proceso automático. El aire entra y sale de nuestros pulmones sin que seamos conscientes de ello, sino que es la propia inteligencia no consciente del organismo la que dirige una acción trascendental para la vida. Este hecho es muy fácil de observar, ¿verdad? Sin embargo, cuando dirigimos nuestra atención hacia la respiración, vemos también que somos capaces de controlarla en cierto modo: su duración, su intensidad, dirigirla hacia el bajo abdomen... Es decir, cuando le prestamos atención, somos capaces de observarla y de alguna manera controlar su ritmo y su funcionamiento. Incluso podemos decir dejar de respirar por un tiempo, hasta que el propio cuerpo tome el control y recupere su ritmo regular. Existe una analogía muy interesante, en este punto, entre la respiración y el pensamiento. La mayor parte del tiempo, el ser humano no es consciente de los pensamientos y emociones que surgen en su mente. Cuando estamos inmersos en las actividades cotidianas, solamente somos conscientes de una mínima parte del total de pensamientos y, curiosamente, sólo de aquellos que parecen "hacer más ruido", que suelen corresponderse con los viejos patrones mentales de miedos, prejuicios, traumas, complejos, etc. Al dirigir nuestra atención al pensamiento, sin embargo, si observamos sin juicio y sin resistencia, veremos también que se cumple el mismo patrón que en la respiración: somos capaces de ver pasar el pensamiento, sin dejarnos arrastrar por él y, al tiempo, podemos pensar de manera voluntaria. Aunque sólo sea por un cierto periodo de tiempo. Esta observación nos ofrece una cuestión importante: llevar nuestra atención al pensamiento, observar qué pasa en nuestra mente, nos confiere el poder de ser conscientes no sólo de la existencia de los pensamientos, sino de los procesos repetitivos y automáticos que los generan. Es el primer paso para dejar de identificarnos con esa corriente de pensamientos y ver más allá. La meditación, independientemente del estilo o la técnica empleada, debe servir precisamente para ver más allá del pensamiento, observar los procesos que hay detrás de él y comprender el vacío que se esconde tras esa aparente personalidad que radica en el pensamiento humano. La memoria y la persona Los miedos, los complejos, los traumas infantiles, los deseos, los apegos... son todos respuestas automáticas no sólo al entorno físico que nos rodea, sino también al entorno mental que, de un modo inconsciente, hemos creado a lo largo del tiempo. Si observas tus pensamientos durante un cierto tiempo, verás que continuamente se repiten los mismos patrones, una y otra vez, como un disco que vuelve a ponerse en marcha a cada instante, en un bucle sin fin. Este bucle de pensamientos, que se comienza a formar desde antes del propio nacimiento, genera una idea, un pensamiento raíz que parece grabarse a fuego en el ser humano: el “yo soy”. Alrededor de esta idea, se crean una serie de pautas mentales que dan forma a la persona (yo soy bueno, yo soy malo, yo soy joven, yo soy viejo, yo soy...) y todas ellas adquiridas a través de las experiencias que vivimos y almacenamos en la memoria. Esta memoria, que es un proceso cerebral, actúa de un modo automático también la mayor parte del tiempo, igual que en el caso de la respiración que señalé anteriormente. De este modo, ante cualquier estímulo interno o externo, la memoria proyecta un recuerdo y, en torno a éste, surgen los pensamientos y dramas adquiridos, generando una respuesta automática de la que no parecemos tener control. Así pues, el gran miedo del ser humano, el miedo a la muerte, el miedo al vacío es un miedo que radica en la persona, en el ego, en el entramado de pensamientos y reacciones inconscientes que surgen con la memoria. Superar este miedo es fácil: deja a un lado tu personalidad, abandona la idea de ti mismo, observa tu pensamiento como lo que realmente es y verás que no hay ninguna persona, nada que se pueda perder. Sólo así encontrarás el descanso, la paz interior. El tiempo y la mente La mente es incapaz de concebir el concepto de eternidad, o de espacio infinito, por una sencilla razón: el “yo” y su personalidad asociada, nacida de recuerdos y experiencias limitadas, no puede comprender algo que no está sujeto a límites. En nuestro día a día vivimos inmersos en una vorágine de acontecimientos y experiencias que tienen lugar, aparentemente, en un tiempo y un espacio concretos, sujetas a unas leyes físicas inalterables y que marcan nuestra existencia de principio a fin. Pero, si cambiamos nuestra perspectiva, podemos ver cómo el tiempo y el espacio son dos conceptos dentro de una mente que, para sobrevivir en un mundo dual, necesita separar y dar nombre a todo cuanto le rodea. El universo y la idea del tiempo Todos hemos disfrutado de esos momentos de serenidad, de una sensación muy especial, contemplando las estrellas. Contemplar el firmamento es una terapia maravillosa, que nos permite observar cómo nuestro "mundo" es algo minúsculo y pasajero, un simple abrir y cerrar de ojos en el campo universal. Pero, si vamos más allá, podemos centrarnos en cualquier estrella, la que más nos guste y observar su luz, ya sea con un telescopio o a simple vista. Lo realmente fascinante es que seguramente esa estrella se encuentra a millones de años luz de la Tierra y, por tanto, la luz que ves en este momento es la luz que esa estrella emitió hace millones de años. Esa luz es anterior a la aparición de los primeros hombres en nuestro planeta y, sin embargo, puedes contemplarla ahora, en este momento. Esta reflexión denota la naturaleza subjetiva del tiempo. La vida transcurre en un único instante: Ahora, pero la mente ordena y clasifica los millones de acontecimientos que se producen ante el observador para dar una idea de continuidad en el tiempo. Todo parece suceder en un plano lineal: antes, ahora y después. Pero imaginemos que pudiésemos viajar a esa estrella que se encuentra a años luz de nosotros. ¿Estaríamos avanzando o retrocediendo en el tiempo? El pensamiento dualista nos lleva a percibir el mundo como una pluralidad. Y la relación existente entre las no-dualidades correspondientes es también la misma, ya que el mundo en tanto que colección de objetos discretos (entre los que se cuenta el yo) que se hallan ubicados en el espacio y el tiempo, carece de realidad objetiva que podamos observar sin modificarla. Es por ello por lo que cualquier cambio en nuestro modo de pensar habitual conlleva un cambio correlativo en nuestra percepción del mundo. Pero hay que advertir, no obstante, que esta formulación también resulta parcial, puesto que no explicita la relación existente entre el sujeto y el mundo no-dual experimentado por este mismo sujeto. Antes decíamos que la Mente Unica incluye a todas las mentes individuales y que, en consecuencia, la totalidad no-dual posee una naturaleza «espiritual» pero, de ese modo, no hemos explicado todavía la conciencia. Cuando el sujeto que lo percibe se halla separado del mundo, éste no puede ser experimentado realmente como una totalidad. Así pues, nuestra segunda acepción del término no-dualidad, concebida en tanto que algo objetivo, resulta, en última instancia, insostenible y evoluciona naturalmente hacia la tercera acepción que, al igual que ocurre con las dos anteriores, debe ser entendida como una negación. En este caso, el dualismo negado es nuestra habitual distinción entre el objeto y el sujeto, es decir, el yo experimentador que permanece ajeno a su experiencia, ya se trate de un objeto sensorial, de una acción física o de un evento mental. La no-dualidad propia de este caso es aquélla en la que se trasciende toda diferencia entre el sujeto y el objeto. Y, por más extraño y contraintuitivo que pueda resultamos, este tipo de no-dualidad constituye uno de los ingredientes fundamentales de la mayor parte de los sistemas filosóficos orientales (y también de algunos occidentales). Convendrá, pues, ahora analizar detenidamente la importancia y el significado de la tercera acepción del término no-dualidad.