Subido por j_igneo79

Cristina Ambrosini - Ciencias y hermenéutica en la filosofía continental contemporánea

Anuncio
Cristina Ambrosini - Gastón Beraldi
Pensar la ciencia hoy. la epistemología: entre teorías, modelos y valores. El Pensamiento
Científico. Metodología ele las ciencias.
Capítulo 6: Ciencias Fácticas
6.2.2.2. El carácter hermenéutico de las ciencias: explicar y comprender
FRAGMENTO
Ciencias y hermenéutica en la filosofía continental contemporánea
Creemos que es importante ahora cuestionarse si el conocimiento debe
identificarse sólo con lo comprobable, y si en aras de la verdad, ésta debe ser
reducida exclusivamente al método, siendo sólo el de las ciencias naturales
el que pareciera adecuado para todo el universo de las ciencias fácticas
(monismo).
Como anticipamos al inicio de este capítulo, la dicotomía existente entre explicación y
comprensión hunde sus raíces en la historia de las ideas y se relaciona con el problema
de si la construcción teórica es intrínsecamente un mismo género de empresa tanto en las
ciencias naturales como en las ciencias sociales, humanas o del espíritu. Las primeras
encargadas de establecer principios o leyes generales acerca de fenómenos recurrentes,
las segundas que tratan de comprender un hecho único e irrepetible. Esta división,
aceptada por Dilthey, le permite sostener que las ciencias histórico-sociales se
contraponen a las ciencias de la naturaleza, ciencias que al condicionar la diversidad del
método empleado caen en un reduccionismo metodológico.
Von Wright sostiene que el problema parte de dos tradiciones científicas en la historia de
las ideas, una es la aristotélica y la otra la galileana que se remonta a Platón. La primera
se vincula a los esfuerzos del hombre por comprender las cosas teleológicamente, es
decir, comprender las cosas como tendientes a un fin, a un objetivo; y la segunda, por
explicarlas causalmente (1979, 18). Considera que cuando el filósofo se cuestiona el tipo
de conocimiento se encuentra con estas dos tradiciones que difieren en el planteamiento
de las condiciones a satisfacer por una explicación científica.
Hagamos un poco de historia. La concepción comprensivista sostiene la existencia de un
hiato epistemológico entre las ciencias naturales y sociales. En este sentido, no habría una
continuidad (y unidad) entre las ciencias, sino antes bien, una radical discontinuidad.
Frente a la visión monista de la ciencia del naturalismo explicacionista de la
epistemología estándar, encontramos entonces un dualismo o un pluralismo. Dada la
fuerte influencia de la metodología positivista, Dilthey, con el objetivo de hacer justicia
al conocimiento histórico, propone darle a éste una dimensión científica, comparable a
las que habían conquistado las ciencias naturales. Para Dilthey, las ciencias sociales o
históricas no pueden pretender la comprensión de la vida humana a través de categorías
externas a ella -como lo pretende el Positivismo-, sino a través de categorías intrínsecas,
derivadas de ella misma. Porque si, como señaló Kant, el ámbito de la naturaleza está
signado por la causalidad, el ámbito de lo humano está signado por la libertad. Por tal
motivo, no puede ser utilizada la misma categoría conceptual. Es decir, las ciencias
sociales, humanas, históricas o del espíritu no pueden explicar causalmente los
acontecimientos humanos.
Precisemos un poco la cuestión. ¿Cuál es el objeto de estudio de las ciencias sociales? De
manera muy amplia, podemos decir que, su objeto son las acciones humanas, lo que el
hombre hace en el mundo. De esta manera, el hombre y sus acciones se tornan objeto,
pero, como ya hemos señalado al inicio de este capítulo, el objeto de las ciencias sociales
es un objeto que, a diferencia de la naturaleza, también es sujeto. Así, hay una identidad
parcial entre objeto y sujeto. Y aquí tenemos dos problemas propios de las ciencias
sociales: a) los sujetos puestos en calidad de objetos de investigación se saben
investigados y pueden cambiar su actitud, lo cual no hace del todo confiables los
resultados de las investigaciones; y b) una buena parte de las acciones de los sujetos o de
los acontecimientos humanos, sobre todo los históricos, que son los que a Dilthey le
interesaban, al no ser contemporáneos al investigador, éste debe estudiarlos ya no in situ
sino a través de sus exteriorizaciones: en textos, en documentos, en testimonios, etc., lo
cual también implica confiar en los documentos extemporáneos y en el testimonio de
alguien a quien ya no podemos consultar.
Así, la especificidad irreductible de las ciencias sociales, reclama y reivindica para ellas
un método y un tipo de conocimiento propio. El gran objetivo de Dilthey consistió en
desarrollar una metodología apropiada para el "entendimiento-comprensión" de las obras
humanas que eluda el reduccionismo y mecanicismo de las ciencias naturales. En tal
sentido es central para Dilthey esta distinción entre ciencias naturales y ciencias del
espíritu, y entre la explicación de las primeras y la comprensión de las segundas. Mientras
que las primeras descansan en la causalidad y en el concepto de fuerza propuesto por la
física y las matemáticas, las ciencias sociales o del espíritu, en cambio, se apoyan en el
concepto de sentido y en la historia. Esta oposición lleva a que la hermenéutica se
encuentre separada de la explicación naturalista y reubicada del lado de la intuición
psicológica.
Así, Dilthey propone dar a las ciencias del espíritu una metodología y epistemología
propias tan respetables como las de las ciencias naturales. En torno a la distinción del
posicionamiento del hombre frente a su objeto de estudio, es decir, un objeto externo a él
(la naturaleza) o un objeto no externo a él (lo histórico, lo individual, lo social), se
fundamenta la diferencia metodológica entre ambas ciencias (naturales y sociales), ya que
mientras las ciencias de la naturaleza intentan descubrir leyes para explicar los hechos,
las ciencias del espíritu pretenden alcanzar la comprensión del fenómeno social estudiado.
Así, el concepto clave de las ciencias del espíritu es el de "entendimiento o comprensión"
(Verstehen), En un sentido amplio, podemos decir que la tradición antipositivista procura
sustituir las nociones científicas de explicación, predicción y control por las
interpretativas de comprensión, significado y acción. Para comprender la vida humana,
para comprender las estructuras de sentido de la vida, no podemos usar conceptos de las
ciencias naturales como causalidad, leyes o razonamientos deductivos, porque ellas son
construcciones formales realizadas por el hombre, y no responden a "vivencias", "la
vida", es decir, no pertenecen a la categoría de la vida humana esas categorías científicas,
ya que, son sólo objetivaciones que realiza el hombre para explicarla, pero no son
categorías propias de ella. Las categorías propias de la vida tienen que ver con lo que
Dilthey llama "vivencias" (Erlebnis) y que son, a grandes rasgos, lo que nos ocurre, y lo
que nos ocurre históricamente. Son los acontecimientos de la vida, el querer, el sentir y
el representar. Por eso, para Dilthey, la comprensión en las ciencias del espíritu se da
porque la vida se exterioriza en "monumentos" (textos en general: documentos,
biografías, testimonios, etc.) que dan cuenta de vivencias humanas y, entonces, nos
permiten comprender acontecimientos pasados, Pero además, como esas vivencias son
exteriorizadas por otro -el investigador-, en esos documentos hay mucho más que un
pasado histórico o social, nos encontramos con una vida, la de quien documenta esos
acontecimientos. De esta manera, comprender eventos pasados también nos permite, en
la perspectiva diltheyana, comprender a su autor y a su mundo. Como el hombre puede
dar signos de su propia existencia, el hombre no es radicalmente ajeno al hombre, como
sí lo es respecto de las cosas, ya que comprender esos signos es comprender al hombre, y
esto es lo que el Positivismo ignora subsumiendo el mundo psíquico al físico. Conocer al
prójimo es posible porque la vida produce formas y se exterioriza en configuraciones
estables, los productos culturales. La vida espiritual se fija en conjuntos estructurados
susceptibles de ser comprendidos por otro (Dilthey, 2000, 33). Dilthey buscará en la
psicología el rasgo distintivo de la comprensión. Así, toda ciencia del espíritu, presupone
una capacidad primordial de colocarse en la vida psíquica de los demás (empatía).
Con lo dicho tenemos que, el punto de partida de la concepción hermenéutica para
defender el estatuto epistemológico específico de las ciencias sociales (humanas o del
espíritu) es la presencia de una experiencia que es anterior a toda posible objetivación: la
pertenencia. Es decir, la estrecha relación entre un sujeto cognoscente y un horizonte de
significaciones previas (mundo) en las que éste está inmerso y desde el cual otorga sentido
al mundo. La comprensión entonces debe ser entendida como un modo de conocimiento
donde se presenta una circularidad entre el que conoce y el horizonte de sentido desde el
cual lo hace, y en el cual ya él mismo se encuentra inmerso (Pardo, 2010, 93).
[…]
El texto es para Ricoeur, mucho más que un caso particular de comunicación, es el
paradigma del distanciamiento en la comunicación en el que se revela un rasgo
fundamental del diálogo histórico que mantenemos con la tradición, que es,"[...] una
comunicación en y por la distancia" (2001, 95). Y entiende al texto como "discurso fijado
por la escritura". Lo que filósofo francés llama "el modelo del texto" le permitirá evaluar
una acción significativa considerándola como un texto (2008). Así como la hermenéutica,
en tanto interpretación de textos, requiere de reglas para tal labor, estas mismas reglas
podrán ser aplicadas a los objetos de las ciencias sociales. Sostiene que el objeto social
tiene características que lo asemejan al texto. ¿Qué ve Ricoeur en los textos semejante a
la vida humana? Los textos, en la mayoría de los casos, relatan una vida y lo hacen en un
espacio-tiempo. Y los textos que relatan esa vida tienen una estructura: inicio, desarrollo
o nudo y fin o desenlace. Los personajes de una novela, por ejemplo, están situados en un
espacio físico determinado, en una época, y realizan acciones; tal como sucede en nuestras
propias vidas. Y también nacen, viven y mueren. Lo mismo ocurre en las acciones o
fenómenos sociales: tienen un inicio, un desarrollo y un fin o desenlace, y así la ciencia
social podría entenderse como una lectura de lo social, una hermenéutica de la acción
entendida como texto. Según esto, será legítimo utilizar la metodología de la
interpretación de textos para la interpretación de las acciones sociales. El modelo del texto
que traslada a la acción social presenta como característica que, a diferencia del habla, el
texto sólo permite la inscripción del significado. Al no haber ya identidad entre la
intención del autor y el significado del texto (como sostenían la hermenéutica romántica
de Dilthey) -porque el autor está ausente, no hay diálogo-, se funda así una autonomía
semántica porque el texto ya no coincide con el horizonte del autor. De esta manera, el
texto habla de algo que no compartimos con el autor y ello nos sirve para designar
referencias nuevas que se nos presentan como posibilidades, es decir, nos abre un mundo
nuevo, en tanto la comunicación es en y por la distancia. Este mundo es el horizonte bajo
el cual se muestran las cosas de las que habla el texto. Son las significaciones con las que
nos topamos en la lectura y que se entregan a la labor hermenéutica. Así, el que interpreta
un texto, interpreta su propuesta de un mundo y proyecta sus posibilidades más propias.
Con esto tenemos que, un discurso escrito, es un acontecimiento, pertenece a un sujeto,
tiene una referencia y está dirigido a alguien. Ricoeur sostiene así que las ciencias sociales
son hennenéuticas y que requieren para su comprensión tomar al sujeto social como si
fuese un texto. En este sentido, una vez formuladas las bases del modelo del texto, será
necesario indagar si éstas se pueden trasladar a la acción significativa. Lulo lo resume de
esta manera:
La acción social es un acontecimiento, está inserta en la historia, pero tiene un componente
discursivo -su significado- que, [... ] puede ser fijado. [... ] La hermenéutica de la acción procede
igual que la escritura, observa e interpreta los significados, que, como huellas, quedan escritos
en el papel de la historia. [...] la acción se desprende de su agente [como sucede con el texto que
se desprende de su autor] y desarrolla consecuencias propias [como sucede con la interpretación
de textos] [... ] La autonomía de la acción es simétrica de la autonomía del texto. Si éste se
entendía a partir de la interpretación distanciada que realizaba el lector, del mismo modo la
acción, [...] será entregada a la lectura de los intérpretes venideros [en forma de documento de la
historia] quienes podrán extraer un significado que trascienda la intención del agente[...] La
acción significativa es aquella que [... ] trascendiendo la pertinencia de la situación inicial [...] se
parece a los textos en cuanto a que nos abre un mundo, es portadora de un significado que excede
el marco social de su producción [... ] El significado de la acción humana se vincula al texto en
su no disponer de lectores privilegiados. La acción es como una obra abierta al juicio de los
intérpretes venideros. (Lulo, 2011, 205-206).
Ahora bien, el recurso al modelo del texto nos ofrece una nueva perspectiva sobre la
relación entre explicar y comprender. Ricoeur se propone cuestionar esta dicotomía
afirmando finalmente que, lo que hay no es otra cosa que una complementación de ambas
perspectivas. El problema de la objetividad del conocimiento social puede ser salvado si
se recurre a la objetivación del discurso por medio de la escritura. Si la acción puede ser
considera como un texto, los investigadores hacen una lectura de lo social que les permite
develar su significado/comportamiento. El distanciamiento entre autor y lector, operado
por el texto, implica, a juicio de Ricouer, una superación del dualismo explicarcomprender, en tanto el paradigma de la lectura propicia una síntesis donde la explicación
viene en auxilio de la comprensión (Lulo, 2011, 207). […] Ricoeur señala que, ante un
texto, tenemos dos posibilidades de abordaje: el camino del análisis estructural o el
camino de la hermenéutica. Pero como el primero no satisface los requisitos del sentido,
el camino que sigue el filósofo francés es el segundo, donde comprender significa saber
orientarse dentro del conjunto de significaciones que despliega la cosa del texto.
[…]
Giddens reivindica el carácter propiamente hermenéutico de las ciencias, tanto de las naturales
como de las sociales, pero mientras que en las primeras es posible hablar de una "simple
hermenéutica", en las segundas, en cambio, hay una "doble hermenéutica":
La hermenéutica de las ciencias naturales tiene que ver solamente con la teoría y el discurso
científico, en tanto que analizan un mundo objetivo que no responde y no construye e interpreta
el significado de sus propias actividades. La doble hermenéutica de las ciencias sociales implica
lo que Winch llama "una ligazón" lógica entre el lenguaje ordinario de los actores y la
terminología lógica inventada por los científicos sociales, [...]
La ligazón lógica implicada en la doble hermenéutica no depende de si el actor o actores cuya
conducta está siendo descrita es capaz de captar los conceptos que usa el científico social.
Depende de si el observador científico comprende correctamente los conceptos por los cuales la
conducta de los actores está orientada [...] El lenguaje técnico y las proposiciones teóricas de las
ciencias naturales están aisladas del mundo al cual conciernen porque ese mundo no replica. Pero
la teoría social no puede ser aislada de su mundo-objeto, el cual es un mundo-sujeto. (Giddens,
1982).
Así, en su afán de superar el dualismo entre objetivismo (de las ciencias naturales) y
subjetivismo (de las ciencias sociales), Giddens señala el carácter propiamente
hermenéutico de las ciencias sociales, lo que implica asumir que: "[...] toda teoría social
es incuestionablemente hermenéutica en esta acepción: poder describir 'lo que alguien
hace' es un contexto dado significa saber lo que el agente o los agentes mismos saben y
aplican en la constitución de sus actividades" (Giddens, 1993, 23).
Al respecto, como señalan Varela y Bosoer, la relación entre el lenguaje ordinario y el
técnico de las ciencias sociales conforma el núcleo hermenéutico dotando de complejidad
y significado al estudio social. Es a este tipo de fenómeno que Giddens denomina "doble
hermenéutica" (Varela y Bosoer, 2011, 135). La doble hermenéutica no depende de si el
actor cuya conducta está siendo estudiada es capaz de captar el sentido de su acción, sino
de que el investigador de esa acción esté en condiciones de captar los conceptos que
orientan la acción de los actores. De esta manera, la doble hermenéutica consiste en que
la comprensión del sentido se da tanto entre los individuos comunes en la vida cotidiana
(tienen que comprender el sentido para poder sobrevivir), como en el plano de la teoría
social, pues los investigadores tienen que comprender el sentido de los actores que
realizan las acciones sociales. La aceptación de la validez de la doble hermenéutica
supone afirmar que la relación entre las ciencias sociales y la vida de los seres humanos
es una relación dialógica, en el sentido de que los logros de las ciencias sociales pueden
ser tomados por los sujetos que son estudiados por aquellas, y modificar de ese modo sus
acciones. Este diálogo entre las ciencias sociales y la vida de los seres humanos no existe
como tal en el campo de las ciencias naturales. De este modo, Giddens afirma que la
teoría social es "inevitablemente" crítica". Lo que significa que los investigadores sociales
no pueden permanecer indiferentes a las implicaciones de sus teorías e investigaciones.
Como señala Belvedersi, en tanto el mundo social es objeto de interpretación tanto por
parte de quienes lo conforman como por parte de los científicos sociales, aparece entonces
el problema de la relación entre el conocimiento de sentido común y el conocimiento
científico ( o teórico). Este problema tiene como corolario que el sentido común de los
actores sociales incorpora conocimiento teórico siendo de esta manera modificado. ¿Qué
significa esto? Que cuando nos enfrentamos al mundo, nuestra comprensión de él y de
nosotros mismos se ve atravesada por categorías teóricas. Cuando cotidianamente
hablamos de "inconsciente", "clase social", "revolución", "dictadura", etc., todos estos
son términos teóricos de las ciencias sociales, aunque también con un significado para
nuestra vida diaria. De esta manera, nuestro conocimiento del mundo cotidiano, está
atravesado por la divulgación del conocimiento teórico (2011, 16), lo que conduce a que
este proceso de teorización del conocimiento social modifique el proceso de reflexividad,
hecho que, como señalan Varela y Boeser, requiere una toma de decisión de las
consecuencias prácticas que la producción de conocimiento teórico genera en nuestra
actual sociedad (2011, 136). De esta manera, las teorías sociales soportan una doble
hermenéutica, en tanto interpretan una realidad que ya está interpretada por los propios
actores que la producen. Con esto queda claro por qué el paradigma de que la teoría es un
reflejo del mundo está agotado, puesto que, si la teoría modifica lo que estudia, no hay
forma de comparar una hipótesis propuesta con un mundo-objeto libre de contaminación
teórica, ya que es la propia perspectiva teórica la que "crea" el mundo que describe
(Belvedersi, 2011, 16).
Como señala Schuster, el escenario post-empirista ha permitido salir de una concepción
de las ciencias sociales reducidas a la lógica y al método de las ciencias naturales,
abriendo el juego a la interpretación, al mundo de la acción, a la subjetividad y a la doble
hermenéutica. De esta manera, la complejidad que este nuevo escenario nos presenta, al
tiempo que nos invita a recuperar un concepto de realidad más amplio, ya no ingenuo ni
obvio, posibilita que nos interroguemos hasta qué punto la distinción entre realidad social
y natural tiene límites precisos (2011, 54-55). A esta última cuestión, dedicaremos el
siguiente apartado.
Descargar