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Historia-Cuadernillo-de-Prácticos-2012

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HISTORIA
Cuarto Año
CUADERNILLO DE
TRABAJOS PRÁCTICOS
Escuela Secundaria
Latinoamérica
Año 2012
Prof. Claudio Alvarez Terán
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Pautas para Trabajos Prácticos
Para la realización de los Trabajos Prácticos del presente curso
deberán respetarse las siguientes pautas, salvo que se indique
oportunamente alguna norma particular para un trabajo
determinado.
 Respeto por la fecha de entrega indicada. Solamente se aceptará un retraso de una
semana en la entrega, sufriendo en este caso un descuento automático de un (1)
punto en la evaluación. Superado ese margen el Trabajo será considerado “no
presentado” y ya no será recibido por la cátedra.
 No se justificará por ninguna razón la no presentación del Trabajo una vez informada
la fecha de entrega por la cátedra.
 El Trabajo no presentado se considerará desaprobado a los efectos evaluatorios.
 Respeto estricto de las pautas de trabajo (esquemas, pasos, ordenamientos, etc.) en
aquellos prácticos que así lo indiquen expresamente.
 La presentación de los trabajos debe ser hecha en PC e impreso.
 Los Trabajos Prácticos son individuales salvo que la cátedra informe lo contrario.
 Cuando el trabajo incluya transcripción textual de los textos puestos en análisis esta
deberá ser escrita entre comillas. El no cumplimiento de este punto generará la
anulación de la respuesta.
 Se considerará incorrecta la respuesta que sea en su totalidad una transcripción
literal del texto puesto en análisis, así como la toma de datos de internet sin citar la
fuente.
 La presentación de trabajos “mellizos” (es decir que trabajos presentados por dos
alumnos resulten claramente similares) obligará a la cátedra a la anulación de ambos
trabajos, sin apelación, considerándose ambos trabajos como desaprobados.
 Los Trabajos Prácticos forman parte de la evaluación trimestral tras la cual la cátedra
emite la calificación final numérica del Trimestre. Los trabajos prácticos del trimestre
el profesor los considerará como un bloque cuyo concepto se aplicará para mejorar o
disminuir la calificación general del Trimestre.
 Los Trabajos Prácticos que forman parte del presente Cuadernillo están numerados
a efectos puramente indicativos. El orden de realización será determinado por la
cátedra oportunamente, pudiendo incluso uno o más de los trabajos aquí contenidos
no formar parte del presente curso.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 1
IMPERIALISMO NORTEAMERICANO A COMIENZOS
DEL SIGLO XX
A partir de la lectura del capítulo “El Tercer Expoliador: El Tío Sam”, del libro Historia de
América Latina del historiador francés Pierre Chaunu, responder a la siguiente grilla de
preguntas.
1) Explique usted quiénes son los dos anteriores “expoliadores” de América Latina
teniendo en cuenta que según Chaunu “El Tío Sam”, es decir Estados Unidos, es el
tercero de los expoliadores del continente.
2) Cuál era la relación entre América Latina y Estados Unidos cuando comienza el siglo
XIX y el continente se asoma a la vida independiente.
3) Investigue y explique de qué se trata la “Doctrina Monroe” que menciona Chaunu
como un factor de solidaridad interamericana,
4) Explique qué sucede con el comercio latinoamericano respecto a Estados Unidos y
Gran Bretaña a partir de 1820. Y qué tecnología fue la que definió la ventaja de uno
sobre el otro.
5) Qué pasó entre México y Estados Unidos que Chaunu lo considera como el mayor
retroceso de América Latina.
6) Cuál es la actitud de Estados Unidos frente a Cuba y cuál es la razón que fundamenta
esa actitud.
7) En qué consiste la Política del Garrote utilizada por Estados Unidos para expresar su
imperialismo en Latinoamérica.
8) Qué trato diferente observa Chaunu de Estados Unidos para con los países
latinoamericanos más lejanos de su influencia geográfica, como es el caso de
Sudamérica.
9) Mencione en qué dos países americanos tenía gran influencia Estados Unidos, y a
partir de qué circunstancia comienza a crecer la influencia económica y comercial
sobre el resto del continente.
10) Cuál es la relación económica-comercial que mantenían a comienzos del siglo XIX
Estados Unidos y Argentina, y qué circunstancia va a modificar esa relación.
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
EL TERCER EXPOLIADOR: EL TÍO SAM
Pierre Chaunu
LAS CONDICIONES INICIALES
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Los Estados Unidos, vecinos de América latina, pueden parecer situados, por la naturaleza,
en posición geográfica predestinada para ejercer su influencia sobre las republicas
latinoamericanas. Libres ambas Américas, en el mismo momento, del yugo colonial y
habiendo sufrido los mismos horrores en la lucha por la independencia, parecía que se
aproximaban en las primeras décadas del siglo XIX.
Profundamente diferentes por su cultura (ibérica, católica de un lado, anglosajona,
protestante, del otro) infinitamente más alejadas que lo que parece, las dos fracciones del
continente vivieron durante los siglos de su historia colonial amuralladas dentro de los
tabúes del pacto colonial, en la más absoluta ignorancia una de otra. Al comenzar el siglo
XIX, la ignorancia de Estados Unidos para con sus vecinos del Sur era total; toda una
leyenda negra congela anticipadamente cualquier simpatía, verdadero complejo de
superioridad, de ignorancia, de desprecio.
Pero pudo creerse, por un momento, que la barrera artificial levantada por el pasado colonial
entre ambas Américas la había derribado la Independencia gracias al entusiasmo de la elite
criolla por los ideales proclamados por las trece colonias; a la ayuda no despreciable dada a
los insurrectos por sus vecinos del Norte; a los ecos despertados en algunos ambientes
sudamericanos por la declaracion de Monroe, ampliada incesantemente a partir de 1823, que
afirmaba en términos inequívocos la solidaridad interamericana.
Cuando, de 1797 a 1808, el monopolio ibérico se destrozo, los Estados Unidos, situados en
primer plano por su condición de neutrales y por su marina (la segunda del mundo en la
época de los clipers1), obtuvieron el primer llugar. En 1808, el volumen comercial de Estados
Unidos con América española (30 millones de dólares) excedía netamente el volumen del
comercio ingles análogo (25 millones de dólares), pese a que Inglaterra, desde 1808, había
sabido conseguir en Brasil un lugar que durante más de un siglo no pudieron arrebatar los
Estados Unidos.
Pero a partir de 1822, las circunstancias se habían tornado favorables a Gran Bretaña. El
volumen del comercio de los Estados Unidos con los Estados surgidos del Imperio español
había descendido a 14 millones de dólares, pero el de Inglaterra había ascendido a 30. En
1825, las cifras eran, respectivamente, de 24 y 60 millones; en 1830, de 20 y 32. Con Brasil,
la relación era, desde 1820, del orden de cuatro a uno en favor de Gran Bretaña (20 millones
contra 4,2); en 1830, de 6 a 1. Los Estados Unidos solo conservaban su ventaja en Cuba,
dada su proximidad. Esta influencia comercial de Gran Bretaña, a la vanguardia de la
revolución industrial, se acompañaba con una considerable exportación de capitales (40
millones de libras hasta 1830); el capital de Estados Unidos permanecía ausente en absoluto:
la conquista del Oeste absorbía todas las fuerzas de la joven republica. Su economía
exportadora de productos agrícolas era una economía concurrente; la economía industrial
inglesa, una economía complementaria de la de América latina.
La primera partida la había ganado Inglaterra. Cuando apareció el buque de vapor con
combustión de carbón mineral y desplazó a los estadounidenses de los mares, hasta la
segunda mitad del siglo XIX el pabellón y el comercio norteamericanos quedaron relegados
a la retaguardia en los puertos de América latina.
LAS INTERVENCIONES ARMADAS
Sin embargo, la conquista del Oeste de parte de Estados Unidos se cumplió en parte en
detrimento de América latina.
1803: compra de Luisiana a Napoleón I que acababa de hacérsela ceder por España; tal fue
el primer retroceso de América Latina en provecho de Estados Unidos.
1
Cliper es un barco a vela.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
1819: compra de la Florida a España que se hallaba en difícil situación económica.
A pesar de toda una legislación prohibitiva, el gobierno mexicano se mostro impotente para
impedir la penetración de los colonos llegados de los Estados Unidos al territorio de Texas,
separado de la antigua Luisiana por una frontera puramente convencional; colonos
arrastrados por la gran marcha hacia el Oeste. En 1836, incitada por Estados Unidos, Texas
proclamó su independencia. El dictador mexicano Santa Ana fue derrotado y hecho
prisionero. El 1° de marzo de 1847, Texas quedo incluida en la Republica Federal y Taylor
ocupo la zona del Rio Grande. Estallo la guerra. México fue vencido, y el 2 de febrero de
1848, el tratado de Guadalupe Hidalgo consagro el mayor retroceso de América Latina. La
mitad del territorio mexicano, 2 millones de km. cuadrados, pasó a manos de los Estados
Unidos. La frontera Norte de América latina se estableció en el rio Grande y alii continua
hasta hoy. Pero la guerra de México no es, en el fondo, sino un episodio de la conquista del
Far West.
Mientras su "frontera" avanza a un ritmo cada día más apresurado hasta absorber todo el
Oeste, los Estados Unidos, luego de la gran crisis de la guerra de secesión (1861-1865), se
convierten a su vez en una gran potencia industrial y se lanzan a paso de gigante sobre las
huellas de Europa. El mercado interior no basta para absorber la producción nacional,
Estados Unidos, el mayor importador de capitales europeos durante mucho tiempo, se tornó
exportador de capitales, a su vez. Ante el riesgo de un exceso de producción y de capital,
natural era que la gran republica tratase de invadir a sus vecinos del Sur.
Las formas del imperialismo estadounidense son diversas, brutales a veces, Cuba y Puerto
Rico, últimos restos del imperio español, se habían beneficiado con grandes inversiones
estadounidenses en sus plantaciones de carta de azúcar, hacia fines del siglo XIX. Los
intereses norteamericanos se veían amenazados por la endémica inseguridad de la isla,
sacudida periódicamente por levantamientos antiespañoles; desde 1895, el general
Weyier, que intentaba aplastar una nueva revuelta en Cuba, era objeto de interesados
ataques de la prensa norteamericana, pues desde 1894 la nueva política aduanera de
España hería los intereses norteamericanos en la isla. Un desdichado accidente (el
acorazado norteamericano Maine voló en la rada de La Habana el 15 de febrero de 1898),
fue tornado por Estados Unidos como pretexto para declarar la guerra a España, que,
vencida, debió reconocer en el tratado de Paris (8 de diciembre de 1898) la independencia
de Cuba, y ceder Puerto Rico, las Filipinas y Guam (en las Islas Marianas).
LAS MODALIDADES DE LA EXPANSIÓN ESTADOUNIDENSE
Con el apetito estimulado por este primer éxito, Estados Unidos se esforzó en establecer su
dominación en el conjunto del Mediterráneo americano. Es la política del big stick (Política
del Garrote). La suerte de Cuba solo fue el pretexto. El 21 de junio de 1901, la "Enmienda
Platt", votada por el Senado, transformo a Cuba, de hecho, en protectorado de los Estados
Unidos. Haití y Santo Domingo corrieron igual suerte (1916 y 1924).2 Estados Unidos, que
había reanudado en 1903 los trabajos comenzados en el istmo de Panamá por la compañía
2
Haití, el 28 de julio de 1915, inmediatamente después del asesinato del dictador Vilbrum Guillaume Sam, los Estados
Unidos la ocuparon militarmente, en donde el desorden financiero y administrativo y el incumplimiento de la deuda externa
habían hecho crisis. Se intervinieron las aduanas y se reorganizo la administración, confirmándose en setiembre de 1915 el
reconocimiento de la independencia.
En 1934, bajo las presidencias de Vincent y Roosevelt, se conmino la devoIución de las aduanas y el retiro de los extranjeros
(21 de agosto).
Republica Dominicana: desde 1869, las autoridades intentaron conseguir el protectorado de los Estados Unidos y aún la
administración de la renta aduanera. El desorden administrativo y económico y los sucesivos levantamientos militares dieron
lugar a un reclamo primero de parte de los Estados Unidos y luego, en abril de 1916, a.la ocupación y la imposición de un
régimen militar (noviembre). La dominación se mantuvo hasta f924, cuando se llamo a eleccione5 presidenciales, pero el
control aduanero continuo hasta 1941.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
francesa de Lesseps, lograron, tras gran esfuerzo, perforar el istmo y abrieron, a través de
América latina una gran vía de comunicación mundial. La protección del canal sirvió como
pretexto de intervención. La pequeña republica panameña fue creada en 1903 por las
necesidades de tal causa, luego de una revuelta contra Colombia, hábilmente maquinada.
Panamá debió pagar el tributo de su nacimiento cediendo a los Estados Unidos sus derechos
de soberanía sobre una franja de territorio de 10 millas de ancho (8 km) a uno y otro lado
del canal. Intervenciones reiteradas en la política interior de las pequeñas republicas de
América central, intervención armada en 1914 en el propio México; tales fueron algunos de
los aspectos de la política de intervención brutal del joven imperialismo del Norte en los
países ribereños del Mediterráneo americano en donde, desde antes de 1914, el comercio y
los capitales norteamericanos desempeñaban papel principalísimo.
Las formas del imperialismo estadounidense son mucho más sutiles cuando se trata de
países más evolucionados y alejados de su influencia directa. Los Estados Unidos fueron los
primeros en proclamar, en la famosa Doctrina Monroe (1823), el concepto de solidaridad
interamericana; Bolívar y sus émulos hispanoamericanos fueron siempre incapaces de
llevarlo a la práctica, pero los Estados Unidos hicieron de ello el fundamento de su acción
diplomática y tuvieron el honor de realizar la política de las conferencias panamericanas que
reúnen ya en una capital, ya en otra, a los jefes de Estado del hemisferio occidental para
arreglar amistosamente las dificultades pendientes y afirmar ante el mundo, en caso
necesario, la unidad continental. La primera conferencia panamericana fue convocada en
1889
por iniciativa del gobierno de Washington, en donde debía reunirse; otras la
sucedieron: 1901, 1902, 1906, 1910, 1923, 1928...; bajo la administración de Hoover
(1929-1933), y sobre todo bajo la de F. D. Roosevelt, las relaciones entre los Estados Unidos
y América Latina están impregnadas de una cordialidad nueva. El engrandecimiento de las
potencias del Eje en la segunda guerra mundial, hizo comprender a los Estados Unidos la
necesidad de un acercamiento con los países de América latina para la defensa común del
hemisferio occidental.
Pero la Política de Buena Vecindad del presidente Roosevelt, no debe hacer olvidar una gran
realidad política, la colonización de América latina por el comercio y los capitales
norteamericanos. Hasta 1914, la participación de los Estados Unidos en el comercio de
América del Sur era relativamente pequeña, 1/5 del volumen total. En 1913, solo 100
millones de pesos de capital norteamericano estaban invertidos en América del Sur: 100
millones en Cuba, 1.050.000.000 en México, único país en el que los intereses de los Estados
Unidos eran preponderantes (se comprende, pues, la intervención de 1914); en total,
1.250.000.000 millones de pesos, un poco mas de 6.500.000.000 de francos oro, capital del
orden de las inversiones francesas en América latina y casi exclusivamente concentrado en
México; comparado con los 20.000.000.000 de francos oro de la cartera británica, los
Estados Unidos ocupaban, a lo sumo, un brillante segundo lugar.
Con el serio golpe que la primera guerra mundial asestó a la economía europea, aumento la
participación de los Estados Unidos en América latina. En el volumen total de negocios con
los diferentes Estados latinoamericanos, los Estados Unidos dejan desde entonces muy
atrás a Inglaterra y ocupan el primer lugar (38,7% de las ventas en América Latina en 1929
contra 14.9% de Gran Bretaña; 36,1% contra 12.2% en 1938); y en cuanto a las compras
en los mismos años, las cifras respectivas de ambos países, tomando a Inglaterra como
termómetro de Europa, favorecen a Estados Unidos (34% contra 18% en 1929; 31,7%
contra 16,3% en 1938). En vísperas de la depresión, el monto total de capitales
estadounidenses invertidos en América latina se elevaba a $ 4.050.000.000, o sea el 37%
del total de las inversiones de los Estados Unidos en el extranjero, tanto como la propia Gran
Bretaña, o poco menos.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
La tendencia que se había ido manifestando durante la primera guerra mundial, se vio
confirmada en la segunda. Dramática fue desde todo punto de vista, la situación de América
Latina, de la Argentina sobre todo, que antes de 1939 vivía aun en gran parte, de las
importaciones de Europa. El bloqueo ingles primero y el anglonorteamericano después
paralizaron totalmente las relaciones entre América Latina y Alemania que, en los últimos
años, entre las dos guerras, desempeñaba un papel comparable al de Inglaterra. Las
necesidades de la guerra total y los terribles estragos infligidos a la flota comercial británica
por la guerra submarina paralizaron poco a poco y por completo, las exportaciones inglesas
a la Argentina: "el trafico de Buenos se redujo en 2/3 entre 1839 y 1942". La Argentina,
privada del carbón inglés, utilizaba maíz y trigo como combustibles. En todas partes se
carecía, en ese tiempo, de tejidos y de maquinas y herramientas. Los Estados Unidos
ocuparon, en la medida posible, el lugar de Europa desfalleciente. Adquirieron posiciones
definitivas. Las necesidades de la economía de guerra engrosaron considerablemente su
cartera en América latina. Para procurarse las materias primas necesarias para
su
economía de guerra, realizaron un gran esfuerzo financiero en las rninas sudafricanas. La
producción de estaño de Bolivia fue duplicada para suplir la de la Malasia británica, ocupada
por los japoneses. La producción de tungsteno también aumento. Se invirtieron capitales en
las plantaciones de caucho en el Brasil...
Así como los Estados Unidos son siempre, sin duda, los mejores clientes y los más grandes
vendedores, también se han convertido en los banqueros de América Latina. Situación
peligrosa, a la larga.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 2
BURGUESÍAS y OLIGARQUÍAS EN AMÉRICA
LATINA
A partir de la lectura del capítulo “Burguesías y Oligarquías”, del libro América Latina.
Introducción a Occidente del historiador francés Alain Rouquieu, relacionado con las elites
latinoamericanas, responder a la siguiente grilla de preguntas.
1) ¿Cuándo se habla de Oligarquía en qué momento puede identificarse el origen de este
tipo de grupos en el continente?
2) Exponga las diferentes perspectivas con que se define el concepto oligarquía y la
definición conclusiva que formula Rouquieu
3) Las Oligarquías dice Chaunu no son formaciones arcaicas, es decir no hay que buscar
su origen en el pasado remoto, sino que nacen a partir de una determinada estructura
económica. ¿A qué formato económico se refiere como escenario para la gestación de
las oligarquías latinoamericanas?
4) A partir de la descripción que hace Rouquieu de las oligarquías cuál es para usted la
dimensión o volumen social de estos grupos dominantes.
5) Investigue qué quiere decir el concepto eupátrida, y relacione su significado con las
oligarquías latinoamericanas.
6) Con qué cultura se identifican las oligarquías y qué actitud toman para difundir esta
cultura.
7) Explique qué significa la frase “La diversificación de los intereses de la oligarquía no
significa una mayor heterogeneidad social de sus miembros”.
8) Cuál es la relación que tienen las oligarquías con la propiedad de la tierra, y cómo se
expresa esta relación en la Argentina.
9) ¿La Oligarquía necesita de un sistema social inclusivo en el que todos los sectores
estén políticamente representados?
10) Después de leer este texto interprete usted si es posible la convivencia de la elite
oligárquica y el sistema democrático. ¿Por qué?
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
Burguesías y Oligarquías
Alain Rouquié
Desde luego el termino oligarquía es polémico. Su contenido crítico es superior a su valor
descriptivo. Sin embargo numerosos sociólogos le han dado sus cartas de nobleza y
corresponde además a una innegable y singular realidad. Perón en la Argentina de la
posguerra denunciaba a los "oligarcas" como "el antipueblo", los adversarios de la mayoría
"sufriente y sudante" que lo había llevado al poder. En su opinión se trataba de denunciar a
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
una minoría social egoísta y arrogante vinculada, para colmo, con el extranjero. Sin
embargo, ese término no solo designa a un grupo dominante o una asimetría social que
existen en todas las sociedades del mundo —gran burguesía— o nomenklatura; señala,
también, un fenómeno social que circunscribe un espacio socioeconómico y define una forma
de dominación de clase. Dejemos de lado las referencias clásicas a Cartago, Venecia o la
Grecia antigua, o las teorías de Hilferding sobre las "oligarquías financieras" expresión del
capitalismo monopolista, y tratemos de superar la percepción histórica inmediata que hace
que en Colombia. El Salvador, Perú o Argentina, el termino la oligarquía tenga un sentido.
Ese concepto es polémico pero también está situado en el tiempo: el grupo designado
siempre está ligado en su constitución al momento de la integración de las economías al
mercado mundial como proveedoras de bienes primarios. Antes que nada, la oligarquía es un
estrecho grupo social de burguesía agroexportadora. ¿Definición insuficiente? No obstante
estas abundan y su misma multiplicación nos permitirá precisar los contornos de ese sujeto
social de existencia tan evidente como inasequible. Un historiador argentino al analizar el
orden conservador y el sistema político nacional a fines del siglo pasado menciona ese
problema y da por lo menos cinco interpretaciones de la oligarquía en su versión argentina.
Para unos, es "una clase de grandes propietarios que ha sacado conscientemente partido de
la expansión debida al aumento de las exportaciones"; algunos subrayan su dimensión
patricia. Para otros se trata de una "clase de gobierno consciente y unida en torno a un
proyecto nacional", y hasta de un simple "grupo de notables" en el sentido más tradicional
del término. De esas apreciaciones convergentes podemos retener que la dimensión política
del fenómeno oligárquico es indispensable para su comprensión. Como Francois Bourricaud
lo señalo a propósito de Perú, "la existencia de una asimetría social" o de un "efecto de dominación en favor de una minoría" no basta para definir una oligarquía. Son las
"desigualdades acumulativas", para hablar corno Robert Dahl, es decir la identificación entre
notables sociales y notables económicos, la confusión de poderes, las que producen la
oligarquía. A ello se añade un factor temporal, señalado a propósito de Argentina: la
duración del fenómeno, su carácter hereditario, "patricio", extendido a varias generaciones.
Partiendo de esas observaciones, podríamos proponer una definición provisional y
aproximativa del fenómeno oligárquico en América Latina. Generalmente se entiende por
oligarquía un grupo de familias identificables que concentran en sus manos los motores
decisivos del poder económico, controlan directa o indirectamente el poder político y se
sitúan en la cima de la jerarquía del poder social en materia de autoridad y prestigio. No
obstante esta tentativa de definición difícilmente nos haría avanzar si no pudiéramos
delimitar las fuentes del poder "oligárquico" y explorar las formas de su dominación.
¿Aristocracia agraria o burguesía internacional?
Cuando se menciona la "oligarquía" en países como El Salvador, Argentina, Uruguay o Perú,
siempre se hace referencia a un poder económico de base agraria: las "catorce familias" de
los cafetaleros de El Salvador, los barones de la carne argentinos, los "cuarenta" magnates
del azúcar y del algodón peruanos de antes de 1968 o los "grandes laneros" uruguayos. Los
"dueños del país" tienen a primera vista una base agrícola. Esta primera impresión tiene sin
embargo un alcance limitado y haríamos mal en sacar conclusiones demasiado apresuradas.
En efecto, no se trata de grupos arcaicos, representativos de sectores precapitalistas rurales.
Por el contrario, en todos los casos, es una elite modernizadora la que logra erigirse en
oligarquía, a reserva de aliarse con sectores arcaicos que reconozcan su preeminencia a
cambio de la preservación de su arcaísmo. Esos comportamientos modernizados no excluyen
la instauración de relaciones de producción coercitivas o patrimoniales, como hemos visto.
No obstante, la legitimidad histórica de esta elite reside en haber presidido la integración de
la economía nacional al mercado mundial. La formación de esos grupos sociales es
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
inseparable de la prosperidad económica del desarrollo extravertido. En El Salvador, esa
oligarquía tan restringida que se habla de "catorce familias", pero que cuenta con una
treintena de grupos familiares, "hizo el café" así como el café la creo. En Argentina, los
"eupatridas" de la carne son vistos como una elite única y natural que revelo al mundo "la
patria de los rebaños y las cosechas". Esas oligarquías no están constituidas por familias
tradicionales propietarias de latifundios improductivos, sino por dinámicos agentes
económicos dispuestos a aprovechar la innovación y poner el poder público a su disposición
para vencer todos los obstáculos sociales a su expansión. Si bien esos grupos actúan
conforme a la más estricta racionalidad mercantil en el terreno productivo generalmente se
entregan al "consumo ostentoso", señal de posición social, imitando el supuesto estilo de
vida de las clases altas europeas en sus manifestaciones más escandalosas. La vida cultural
participa igualmente en ese esfuerzo mimético de una clase dominante en busca de un
modelo legitimador. Así, la gran burguesía liberal y cosmopolita que saco adelante el
proyecto de transformación nacional de la Argentina moderna a partir de 1880 reservaba un
lugar privilegiado a la cultura: en efecto, para esos "patricios" que sonaban con introducir la
"civilización" europea en la Pampa "bárbara", el acceso privilegiado al conocimiento y la
actividad intelectual fundaban en la razón su detentación del poder. Las "clases cultivadas"
se dotan así de una legitimidad reconocida y marcada con el signo universal del "progreso".
El consumo cultural es para las viejas familias consulares la marca de los elegidos.
No obstante, la continuidad histórica, rasgo distintivo del orden oligárquico, no carece de una
relación privilegiada, permanente, a veces monopolista, con el principal producto de
exportación. El poder oligárquico, en su concepción conspiradora y vulgar, así como en una
óptica sociológica más exigente, caracteriza a un grupo social nacional que ocupa una
posición económica estratégica. Por ello no se forman oligarquías en las economías de
enclave; las burguesías locales están subordinadas a los intereses exportadores extranjeros y
los gerentes de sociedades extranjeras no tienen ni la legitimidad ni por supuesto la
antigüedad familiar indispensable para el poder acumulativo y reconocido. Como
acertadamente se ha señalado, la oligarquía no es una simple elite económica.
(…)
Las distinciones que hemos trazado jamás se presentan de manera tan clara ni tan
fácilmente legibles. El caso de la Bolivia de antes de la revolución del Movimiento
Nacionalista Revolucionario (MNR) de 1952, que nacionalizo las minas de estaño, es
instructivo al respecto. El estaño, que hoy ya no representa sino el 35% de las exportaciones
(50% en 1971) frente a más de 60-70% en aquella época, estaba esencialmente
concentrado en manos de un estrechísimo grupo de intereses mineros dominado por los tres
grandes: Patiño, Hoschild y Aramayo. Esos "barones del estaño" forman la rosca, una banda
por así decirlo o, según Augusto Céspedes, uno de sus más violentos adversarios, una
"cleptocracia minera", que impone al país onerosos sacrificios. Su situación es singular: son
bolivianos, de extracción popular en el caso de Patiño, reciente en lo que concierne a
Hoschild (contra quien se desencadenó el antisemitismo de los nacionalistas bolivianos), pero
constituyen los pivotes de una economía de enclave. Asociados al capital extranjero, a la
cabeza de sociedades considerablemente transnacionalizadas cuyas sedes sociales se hallan
en Europa y que incluso se harán cargo, tras la nacionalización, de la refinación del mineral
boliviano, aparecen como "nuevos ricos", "plutócratas" en el vocabulario que data del MNR,
pero no como oligarcas de raíces nacionales profundas.
Aprovechando su antigüedad y su papel clave en la estructura económica, la oligarquía es
asimismo una clase de "negocios" caracterizada por sus capacidades financieras y su
eclecticismo. La diversificación de los intereses de la oligarquía no significa una mayor
heterogeneidad social de sus miembros. Como señalaba ese penetrante observador de las
realidades argentinas que fue el periodista francés Jules Huret en 1911: "Nada importante se
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
hace en este país sin ellas [esas viejas familias] ni fuera de ellas [...] esta elite, Argos de cien
ojos, Briareo de cien brazos, tiene ojos de lince para los buenos negocios, oportunidades de
compra y venta de tierras, los informes confidenciales de la Bolsa y las carreras le llegan,
sabe que grandes empresas van a crearse, las concesiones forestales que falta otorgar, los
proyectos de construcción de fabricas, frigoríficos, molinos, azucareras, puertos, los
contratos proyectados de suministro de equipamiento, las grandes obras por realizar [.. J."
Los miembros de esos grupos, enriquecidos por la valorización agraria y la especulación
comercial, consideran la propiedad de la tierra como un refugio y un símbolo de posición
social. La continuidad de la propiedad territorial no implica para ellos el inmovilismo
productivo. Por el contrario, la flexibilidad en el manejo de las inversiones, la capacidad para
movilizar rápidamente sus medios financieros para salir al encuentro de una ganancia rápida
son características permanentes de ese grupo. En Argentina, los ganaderos supieron
fomentar la agricultura en el momento oportuno. Ligados a las industrias exportadoras de
productos agrícolas, supieron estimular el proceso de sustitución de importaciones mientras
seguía siendo funcional para sus intereses globales. La capacidad para "pivotar", según la
coyuntura, de la ganadería a la agricultura o a la industria y de la producción industrial a la
importación, y por consiguiente la total ausencia de especialización, es una de las
características permanentes de esta burguesía "multisectorial". Por lo demás, uno de sus
rasgos de comportamiento más arraigados consiste en prevenirse contra las formulas rígidas
de inversión a fin de estar siempre en condiciones de aprovechar las ocasiones favorables
reduciendo los riesgos.
La oligarquía, vuelta hacia el exterior por formación histórica, legitimada por su papel
decisivo para la inserción de la economía nacional en la división internacional del trabajo,
desde luego no es una simple burguesía interior pero menos aun corresponde a una
"burguesía compradora" de simples intermediarios. En cuanto a calificarla de "clase superior
internacional" como se ha hecho en el caso de Perú o de "clase superior cosmopolita" como
se ha dicho en El Salvador, a causa de cierta propensión de sus miembros a contraer nupcias
con extranjeros, o a ocupar la crónica social, ayer por fastuosos viajes a Europa, hoy por
prolongadas estadías en Miami, es tomar el efecto por la causa, un comportamiento por la
función. Se trata por el contrario de un grupo nacional pero que ocupa un lugar particular y,
podría decirse, plurifuncional en las relaciones con el mundo exterior. Ni su cosmopolitismo
ni los vínculos con intereses internacionales y su asociación con ellos permiten tratarla como
un simple representante de esos intereses. Pues su dependencia es consentida; mejor aun,
es buscada. Es desempeñando conscientemente el papel de mediación obligada como la
oligarquía maximiza su fuerza y consolida su dominación.
Estilo de dominación y legitimidad social
Por último, la oligarquía puede ser menos una clase que una forma de dominación de clase
basada en la exclusión. En efecto, a una estructuración social en embudo o en pirámide
corresponde un régimen político "exclusionario" pero que no utiliza ni medios autoritarios ni
vías burocratacorporativas. En las sociedades oligárquicas, sistemas políticos formalmente
representativos funcionan sobre la base de una participación limitada solo a los miembros de
la elite establecida y a quienes les están obligados. Una clase política restringida y
homogénea se esfuerza por administrar el país como una gran empresa que debe producir al
menor costo y para provecho único de los accionistas. Es evidente que, por un plebiscito
tácito, la sociedad reconoce a las familias "experimentadas" en los asuntos públicos y solo a
ellas la aptitud necesaria y la capacidad suficiente para conducir la nación. Esas familias
consulares generalmente manifiestan un escepticismo condescendiente con respecto a la
capacidad del pueblo de ejercer sus derechos políticos, que puede ir hasta el desprecio del
sufragio universal, "triunfo de la ignorancia universal" que debe corregir el "fraude" a fin de
no poner "las conquistas anteriores de civilización a merced de la parte más inculta e
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
indigente de la sociedad". La Argentina anterior a 1916, el Perú criollo de los "civilistas". El
Salvador del periodo de hegemonía familiar Meléndez Quiñonez, la Colombia del periodo
entre las dos guerras son, entre otros, ejemplos de ese estilo de gobierno en su estado puro.
Las más de las veces, el establishment oligárquico, al entregarse a los ritos democráticos y a
las exigencias de la sociedad de masas, no ocupa directamente el poder. Delega su mando a
una "clase reinante" que no pone en peligro el pacto de dominación, y se conforma con
"controlar de lejos" el buen funcionamiento de los asuntos públicos. Lo cual es posible dado
que la elite establecida generalmente ha propagado a todo el cuerpo social sus valores e
imagen. La prensa y la escuela son los dos canales institucionales de una inculcación
ideológica que contribuye a moldear las mentalidades. "El secreto de su poder, escribe un
ensayista argentino a propósito de la oligarquía argentina, es un poder secreto que impregna
a todo el país." En todo caso, criticar a la oligarquía es un crimen de lesa patria. Sin embargo
la producción de la ideología dominante no siempre basta para asegurar la armonía
preestablecida entre la oligarquía y el poder político formal debido justamente a la aparición
de nuevas fuerzas sociales.
Cierto, la interiorización de la dominación oligárquica desemboca sobre todo en la
neutralización de las clases medias y de los nuevos estratos burgueses que se revelan
incapaces de elaborar su propio sistema de valores y de asumir una función social
autónoma. Sin embargo igualmente se instauran mecanismos de cooptación de los
elementos más audaces de la clase de nuevos empresarios. Esta permeabilidad selectiva
fortalece evidentemente la dependencia de los sectores intermedios sin por ello lograr
privilegiar en todos los casos los intereses oligárquicos. Cuando estos son amenazados por
reformas o nuevas reglas del juego que limitan peligrosamente su manera de operar,
disponen de una temible capacidad de veto a causa precisamente de su lugar central en el
dispositivo de la economía nacional y de su legitimidad social. La fronda mundana o el
sabotaje económico (desinversión, fuga de capitales, presiones contra el país en las plazas
financieras internacionales, etc.) generalmente no son sino preludios a la ruptura del sistema
representativo que les permite nuevamente un acceso sin obstáculos al Estado.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 3
TERRATENIENTES EN EL CAMBIO DE SIGLO
A partir de la lectura del capítulo “Dos Décadas de Cambio”, del libro Los Terratenientes de
la Pampa Argentina del historiador argentino Roy Hora, responder a la siguiente grilla de
preguntas.
1) ¿Cuál era la importancia de los terratenientes argentinos a comienzos del siglo XX?
2) ¿Cuál era la situación tecnológica de las estancias argentinas en 1910 y cómo
evolucionó en las décadas siguientes?
3) ¿Cómo cambió en la relación entre los propietarios rurales y el resto de los
productores agrarios a partir de 1910?
4) ¿Por qué 1912 es para el autor un año que cambia la visión de la sociedad argentina
respecto a los terratenientes?
5) A partir de los apellidos de los grandes productores agrarios y terratenientes argentinos
que menciona el texto, analice esos apellidos y relaciónelo con topónimos de nuestro
país.
6) Cuál es la razón por la cual a partir de 1880 ya no se incrementará el número de
familias terratenientes en la gran producción agrícola argentina.
7) A qué se llama “estancia mixta”.
8) Al aumentar el precio de la tierra se hizo imposible acceder a la propiedad, cuál fue la
forma de acceso a la tierra por parte de los agricultores que comenzó a multiplicarse.
9) A qué se llama “cierre de la frontera agrícola” a finales del siglo XIX.
10) Qué efecto tuvo sobre el trabajo agrícola la ola de inmigrantes europeos a partir de
1910
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
DOS DECADAS DE CAMBIO
Roy Hora
A comienzos de la segunda década del siglo XX, los magnates territoriales de la pampa
conformaban el grupo social más influyente y prestigioso de la Argentina. Visible y
cohesionado, su distancia respecto de muchas de las vicisitudes del mundo industrial, y más
en general del trabajo urbano, así como también de los avatares cotidianos de la agricultura
cerealera, hacía de ellos figuras remotas antes que antagonistas directos o blancos de la
crítica de los segmentos preponderantes de las clases subalternas. El lugar central que la
clase terrateniente poseía en la cima de la exitosa economía de exportación de la republica,
así como sus lazos con los intereses económicos extranjeros, autorizaba a los miembros de
este grupo a imponer límites a la acción de la elite política, y a la vez le permitía hacer sentir
su influencia más allá del círculo de los grandes beneficiarios de la Argentina del cambio de
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
siglo. En aquellos años, los cronistas de la vida del país rara vez dejaron de referirse a la
importancia de los grandes estancieros, a su enorme riqueza, a su lugar privilegiado en la
cúspide de la sociedad nacional, a su profunda identificación con la tierra y la producción
rural. "El orgullo que provoca el ganado de raza de estas estancias es inmenso, y en caso de
que uno sea invitado a alguno de estos lugares sin que se lo invite a recorrer las lujosas
dependencias de los toros, los potros y los carneras de raza, bien puede afirmarse que el
dueño o el administrador se encuentran en un estado de total distracción", reza una típica
observación de esos años, en este caso formulada por un visitante británico. La exposición
anual de la Sociedad Rural, esa gran celebración que ofrece testimonio de la importancia de
los grandes propietarios rurales y de la economía agraria pampeana, era entonces
ampliamente considerada como "un suceso de relevancia nacional".
A lo largo de más de un cuarto de siglo, la veloz transformación de las rústicas razas nativas
en animales de gran calidad, así como también los profundos cambios que afectaron a las
empresas agrarias, prestigiaron a los terratenientes progresistas, y les dieron una imagen
pública positiva. El clima celebratorio de los años del Centenario le permitía a Godofredo
Daireaux afirmar que "la estancia argentina puede, en 1908, campear victoriosamente con
los establecimientos similares de cualquier parte del mundo". Mientras que en 1895 la mitad
del ganado vacuno en la provincia de Buenos Aires todavía era criollo, trece años más tarde
el ganado sin refinar representaba menos del diez por ciento del rodeo. Como observaba el
director del censo ganadero de 1908, se trataba de un cambio extraordinario.
Es comprensible que los estancieros juzgasen logros como este con inocultable satisfacción.
Pero en esos años comenzaron a hacerse visibles otros aspectos, sin duda menos agradables
para los propietarios del suelo, que ponían de manifiesto que el fin de un ciclo histórico se
acercaba. Para la década de 1910, las magníficas estancias y la ganadería refinada de la
pampa ya no resultaban una novedad que reflejaba la modernidad de los terratenientes.
Hasta cierto punto, para entonces ya conformaban parte del paisaje de la Argentina. Como
los testimonios contemporáneos lo sugieren, había entonces mucho que celebrar a la hora
de evaluar todo lo que la ganadería significaba. Pero como consecuencia de los propios
logros de la cultura ganadera argentina, era dudoso que esta diera lugar, en el futuro
cercano, a nuevos y más poderosos procesos de desarrollo.
En la década de 1910, la ganadería estaba cerca de haber alcanzado una meseta
tecnológica, que no superaría hasta bien pasada la Segunda Guerra Mundial. Y otro tanto
puede decirse respecto de la agricultura cerealera, cuyos rasgos tecnológicos básicos no se
modificarían hasta la década de 1950. Es por ello que, a partir de los años del Centenario, la
admiración por los cambios impulsados por la empresa rural moderna, en particular por la
actividad ganadera, que había sido tan típica de décadas previas, disminuyó de forma
acusada. La gradual desaparición del aura modernizante que la estancia reformada confería
a los grandes propietarios progresistas debe ser entendida como parte de un proceso mayor:
la lenta pero irreversible erosión del poder y la influencia de los magnates territoriales de la
Argentina.
Como no podía ser de otra manera, el prestigio y el poder de los estancieros de la pampa se
fundaban, en primer lugar, en la riqueza territorial acumulada a lo largo de una o dos
generaciones. Pero también se basaba en un conjunto de circunstancias históricas que, hacia
la década de 1910, se vieron crecientemente afectadas por diversos procesos políticos,
económicos y sociales. La augusta posición de los terratenientes dependía del dinamismo de
la sociedad rural, y en particular de su capacidad para generar amplias oportunidades para el
ascenso económico y social. Su ascendiente se fundaba, también, en el carácter no
conflictivo de la relación entre la elite propietaria y el resto de la sociedad argentina, tanto
urbana como rural.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
En las dos décadas que sucedieron al Centenario de la Revolución de Mayo, el contexto que
hacía posible la preeminencia de los grandes terratenientes comenzó a modificarse, y en
consecuencia, las relaciones entre los estancieros y la sociedad argentina se tornaron más
tensas. En esos años, llego a su fin la larga paz social que había caracterizado a las pampas
desde los albores de la expansión agraria. En 1912 se produjo el primer gran conflicto entre
terratenientes y agricultores, y desde entonces, si bien no faltaron momentos de calma, la
relación entre estos dos grupos se torno conflictiva. El nuevo escenario político que tomó
forma luego de 1912 potencio ese conflicto. Inicialmente, la aprobación de una nueva ley
electoral (la Ley Saenz Peña) que volvió al sufragio obligatorio para todos los hombres
adultos no fue resistida por los grandes propietarios. A poco andar, sin embargo, se hizo
claro que la cultura política argentina se volvía más plebeya en tono y estilo. En un clima
marcado por un aumento de la politización y la participación, la movilización de las masas
contribuyo a debilitar la posición política de los terratenientes.
Usualmente, con la gran crisis ganadera de comienzos de la década de 1920, la ascendencia
de los grandes estancieros sobre el resto de los productores ganaderos sufrió severas
impugnaciones. Todos estos factores hicieron que, desde la década de 1910, el ascendiente
de los terratenientes se disipara gradualmente, pues ya no les resultaba sencillo presentar
sus intereses como coincidentes con los del resto de la sociedad rural. Los grandes
estancieros se volvieron objeto de la animosidad de las mayorías, a punto tal que, para fines
de la década de 1920, prácticamente todos los grupos de la sociedad veían en ellos un
ejemplo acabado de una clase parasita y retardataria.
La aparición del conflicto social en la pampa
Uno de los procesos de mayor relevancia de los años del Centenario fue el cierre de la
frontera agrícola. Desde los albores de la expansión agraria en las primeras décadas del siglo
XIX, la pampa había sido considerada una tierra nueva, que demandaba trabajo y esfuerzo
de quien la poblase, pero que ofrecía, a cambio, amplias posibilidades de progreso
económico y social. Desde el comienzo, esta imagen exageraba las oportunidades que la
región ofrecía a aquellos inmigrantes que se disponían a probar suerte en las actividades
rurales, y prestaba escasa atención a algunos de los obstáculos que se interponían en el
camino del éxito. Las praderas argentinas estaban lejos de ser la tierra de ilimitada
oportunidad con que a veces se ha asociado a la frontera, por ejemplo en la obra
celebratoria de Frederick Turner.
En las etapas iniciales de la expansión agraria, sin embargo, el bajo precio del suelo
contribuyo a limitar las barreras de entrada a la actividad rural, e hizo posible el éxito de
muchos recién llegados. En las décadas centrales del siglo, inmigrantes emprendedores y
exitosos como Luro, Santamarina, Pradere o Duggan adquirieron grandes extensiones de
tierra, y en el lapso de pocas décadas se hicieron de verdaderas fortunas. En apenas una
generación, estas familias de nuevos ricos forzaron sin mayor esfuerzo su ingreso en una
clase alta, que estaba lejos de ser especialmente rica o exclusiva.
Los Santamarina ofrecen un ejemplo particularmente ilustrativo de la porosidad de la elite de
las décadas centrales del siglo. Ramón Santamarina, afirmaba uno de sus nietos, "vino a
este país en tercera clase, sin más fortuna que su cerebro ni más ayuda que la energía de su
musculo". Un origen tan humilde no fue obstáculo para que los descendientes de este
hombre que comenzó su trayectoria como peón se unieran en matrimonio con familias de la
mejor sociedad argentina. En apenas una generación, los Santamarina se emparentaron con
las familias Gandara, Terrero, Pacheco, Avellaneda, Acosta, Saguier, Lezica Alvear, Quintana
Unzué y Alvear. Algunos de los hijos de Ramón Santamarina, como José, no mostraron
mayor interés en la vida pública, y pasaron sus días como empresarios rurales o como
rentistas en Paris. Otros, además de ocuparse de la administración de sus fortunas,
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
alcanzaron posiciones expectables en el mundo social y político: Ramón fue presidente de la
Sociedad Rural y del Banco de la Nación, Enrique alcanzo la vicepresidencia del país a
comienzos de la década de 1930, durante el gobierno de Uriburu, y Jorge presidio el Banco
de la Nación en esa misma década. El éxito de esta familia se fundaba en la formidable
fortuna que alcanzo su fundador, que compró tierra en grandes cantidades desde la década
de 1860, alcanzando para el fin de sus días un patrimonio territorial de más de 300.000
hectareas.
Después de la década de 1880, trayectorias como las de Ramón Santamarina se volvieron
excepcionales, y la incorporación en los estratos superiores de la elite argentina, poco menos
que imposible. Para el cambio de siglo, ya no se registran historias de ascenso tan
espectaculares, en gran medida porque la clase propietaria, enriquecida y consolidada,
comenzaba a diferenciarse y a aislarse del resto de la sociedad más claramente que en
cualquier momento del pasado. Gracias a la enorme riqueza territorial que habían
acumulado, los grandes estancieros se volvieron el segmento más conspicuo y visible de la
clase propietaria. Sus hábitos de consumo suntuario llamaron la atención de muchos
observadores. Los terratenientes se convirtieron en el corazón de una elite exclusiva, muchas
veces describía como "consciente de su rango", mas de una vez como "altiva". El dinero,
afirmaba Gordon Ross en la década de 1910, “tiene mayor eficacia como llave para ingresar
a la sociedad en muchas capitales europeas que en Buenos Aires". Que ello sea cierto
depende mucho de que elites europeas uno tenga en mente. De todas maneras,
comentarios como este indican bien que para ese momento ya no resultaba sencillo ingresar
en la clase alta. Como Julio Monzo percibió con claridad, el alza del precio de la tierra, esto
es, del principal activo de la elite propietaria argentina, estaba en la base de este cambio."
La rápida valorización de la tierra no solo contribuyo a delinear mejor los rasgos de los
grupos que estaban en el centro de la elite propietaria. También contribuyo a dotar de un
perfil de clases más preciso a toda la sociedad rural. El aumento del precio del suelo signó la
expansión de la agricultura granífera, que creció con fuerza desde la década de 1890. Entre
1894 y 1903, el precio de la tierra en la provincia de Buenos Aires se multiplicó por tres. En
diversas aéreas, el cultivo granífero se integró plenamente como parte de las actividades que
tenían su sede en la estancia ganadera, que se convirtió así en una explotación en la que el
cultivo del suelo adquirió un lugar más preponderante que el que hasta entonces había sido
tradicional.
En estas estancias mixtas, la agricultura se expandió gracias a la conversión de praderas que
ya estaban generando altos rendimientos gracias a la cría de ganado lanar en aéreas
destinadas a la producción de granos, forrajes y vacunos refinados. En consecuencia, pese al
aumento de la superficie bajo cultivo, el acceso a tierra agrícola barata se hizo dificultoso
para los agricultores. En las nuevas aéreas de frontera, en particular en el sur y el oeste, los
grandes dueños del suelo también se resistieron a fraccionar y vender, y en su mayoría
prefirieron arrendar sus tierras. Para comienzos de la década de 1900, cuando este sistema
ya había madurado sus rasgos esenciales, Francisco Latzina podía ofrecer una "explicación
convincente sobre los motivos que explicaban esta conducta. "El dueño de tierra buena y
bien situada, afirmaba, "preferirá siempre el arrendatario al comprador a plazos al contado
de pequeños lotes. Con el arrendamiento se constituye una renta, sin perder nada de su
capital [...] mientras que, en la colonización, enajena parte de su capital en pagos a plazos,
morosos y a veces inseguros, y pierde la renta". Motivos como este explican por qué, para la
primera década de siglo, dos tercios de los agricultores en los distritos cerealeros trabajaban
tierra que no era suya.
Es claro que los agricultores arrendatarios también contribuyeron a definir los rasgos de este
sistema. El arrendamiento, en sus diversas modalidades, formaba parte central de la historia
de la producción agraria en la pampa ya desde el periodo colonial. En una economía
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
crónicamente falta de brazos, el arriendo vencía a ofrecer una opción atractiva para las
clases trabajadoras, pues les permitía participar en la apropiación de los beneficios de la
producción agrícola. Cuando la agricultura cerealera se expandió a fines del siglo XIX, y al
igual que había sucedido en otros ciclos productivos (en especial en las etapas iniciales,
cuando la escasez de fuerza de trabajo se hacía sentir con más fuerza), el sistema de
arrendamientos ofreció a los agricultores condiciones muy favorables. Para los inmigrantes
que llegaron al país en las últimas décadas del siglo XIX, así como también para los
migrantes del interior o de los centres urbanos, arrendar importantes extensiones de tierra,
sobre la base de contratos que les permitían participar en los beneficios, constituía una
opción tentadora y a veces muy lucrativa, seguramente más atractiva que inmovilizar su
escaso capital en la adquisición de una pequeña parcela.
Con el paso del tiempo, primero en las tierras de más antiguo poblamiento, pero a poco
andar también en las de frontera, el creciente flujo de inmigrantes modificó sustancialmente
el mercado de trabajo y debilitó la posición de los agricultores. El cambio fundamental se dio
en la década que precedió a la Primera Guerra Mundial, cuando tres millones de inmigrantes
europeos arribaron al país. La fuerza de trabajo, que siempre había sido relativamente
escasa, se volvió más abundante, y ello erosionó la posición de los trabajadores en el
mercado. Para comienzos de la década de 1910, el ferrocarril alcanzó definitivamente los
límites de la tierra apta para el cultivo granífero y para la cría de animales de calidad. Así,
llego a su fin la permanente incorporación de nueva tierra fértil, que había signado toda la
historia de esta sociedad de frontera. Al congelarse la oferta de tierra, el precio del suelo
tendía a elevarse, y lo mismo sucedió con la renta. La combinación de un alza de la renta de
la tierra y de un aumento de la oferta de fuerza de trabajo tuvo un efecto devastador sobre
la capacidad de negociación de las clases subalternas.
Con el cierre de la frontera agrícola, la pampa comenzó a perder muchas de las
características que la habían hecho una sociedad nueva. Este proceso, que ya se había
manifestado parcialmente en tierras de más antiguo poblamiento, hacia el Centenario
limitaba las oportunidades de acceso a la tierra en condiciones muy favorables en las últimas
fronteras al sur y al oeste. En la década de 1910, ya no resultaba sencillo ascender en la
escala social. Aludiendo a este problema, en 1912 el diario La Vanguardia afirmaba que "si
Santamarina compraba hace 40 o 50 anos una legua por una petaca, ni un solo palmo de
tierra es accesible hoy a la multitud laboriosa".
En esos años, el cambio agrícola, y más en general el rural, que el agrónomo
estadounidense Carl Taylor consideraba tan intenso en la pampa como en las praderas
americanas durante todo el siglo XIX, perdió dinamismo. Desde la década de 1910, la
frontera solo se expandió en áreas marginales fuera de la pampa: en las tierras subtropicales
del Chaco y en la desértica región patagónica. En los distritos cerealeros el alza de los
precios de la tierra así como el incremento de la renta y la abundancia de trabajo, limitaron
las oportunidades de ascenso económico, afectando en particular a los chacareros
arrendatarios que constituían el eslabón más débil del mundo agrícola. En el sur de Santa Fe,
por ejemplo, la renta se elevo de alrededor de un quinto a un tercio de la cosecha entre
1904 y 1912. A comienzos de la década de 1910, dos años agrícolas particularmente malos,
uno en el que fracaso la cosecha, y otro de precios muy bajos, colocaron a los chacareros
del maíz en una posición por demás incómoda. Los arrendatarios se vieron atenazados por
un alza de los costos de producción y una baja del ingreso. En 1912, una huelga de
arrendatarios estallo en Alcorta, en Santa Fe, y se extendió por los distritos cerealeros del
norte de Buenos Aires y el sudeste de Córdoba. Poco antes del momento indicado para el
inicio de las labores, los chacareros se negaron a sembrar y reclamaron una baja de los
cánones de arrendamiento. Al año siguiente, en 1913, los cultivadores otra vez fueron a la
huelga.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 4
EL FASCISMO
A partir de la lectura del capítulo “La Solución Fascista”, escrito por el historiador suizo
Philippe Burrin, del libro Nueva Historia de las Ideas Políticas, responder a la siguiente grilla
de preguntas.
1) ¿En qué consistió la crisis cultural que se desató en occidente a comienzos del siglo
XX y cómo afectó al sistema democrático?
2) ¿En qué derivó esa crisis de confianza y el aumento de la insatisfacción con el sistema
político imperante en Europa?
3) El autor manifiesta que Nazismo y Fascismo no son lo mismo pero que tienen claros
puntos de encuentro. ¿Qué diferencias observa y en qué cosas apunta acercamientos?
4) El autor menciona que el Fascismo tiene como origen tres corrientes ideológicas.
Mencione esas tres corrientes.
5) Construya un cuadro de dos columnas. En la primera con los nombres de la corriente
contrarrevolucionaria, del irracionalismo y del nacionalismo de extrema derecha, en la
siguiente columna describa brevemente las características de cada una de estas
corrientes ideológicas.
6) ¿Qué elementos ideológicos de las tres corrientes recoge el fascismo?
7) Qué hecho histórico menciona el autor como factor que creó las condiciones y dio
espacio al crecimiento del movimiento fascista
8) El autor menciona la relación que existe entre Fascismo y las políticas de Unión
Nacional. ¿Son lo mismo?
9) Describa elementos que componen la política fascista.
10) Describa los factores definitorios que se esperan del llamado “hombre fascista”.
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
LA SOLUCIÓN FASCISTA
Philippe Burrin
Mucho se hubiera extrañado Tocqueville si le hubieran dicho que el pleamar democrático que
le parecía irresistible, iba a tropezar muy pronto con obstáculos tan poderosos que poco le
faltaría para romperse. La extensión, después de la Primera Guerra Mundial, de la oscura
mancha de las dictaduras sobre el mapa de Europa, demostró con toda claridad que el
progreso de la modernidad no era incompatible con algunos temibles reflujos. Europa pasó
durante el período entre ambas guerras mundiales por una crisis profunda, una crisis cultural
en el sentido más amplio del término, que era la de la herencia de la llustración, con sus
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
representaciones optimistas de la historia y del hombre. En la segunda parte del siglo XIX,
en realidad, la confianza en la razón y en el progreso había empezado ya a resquebrajarse,
al tiempo que se formaba un clima intelectual que iba a estimular, en algunos sectores de la
opinión, la revocación radical de una civilización —tanto en sus estructuras como en sus
proyectos— identificada por entero con la democracia.
Esta crisis se tradujo en un poderoso retorno en favor de los valores autoritarios, por la
afirmación sonora de los principios de orden y de autoridad, Los países de la Europa
occidental inclusive, donde la democracia tenía ya la fuerza de la tradición, conocieron
tentaciones y conmociones, El parlamentarismo atrajo en contra suya las protestas más
variadas y más emotivas, la lentitud de las deliberaciones, la fragilidad de las mayorías, en
resumen, el debate y la división, se habían hecho insoportables a una parte de la opinión a la
que la confusión de la crisis económica y un clima moral marcado por la Gran Guerra hacía
sonar con unas soluciones simples y fuertes, en direcciones seguras, en consensos fáciles de
conseguir.
El desarrollo y, en algunos países, la aplastante victoria de los partidos fascistas, mostraron
la extensión y gravedad de la crisis. Expresión política extrema del movimiento de reacción
contra los ideales democráticos, aquellos partidos basaron su triunfo en la explotación de
todas las insatisfacciones, de los descontentos, de las rebeliones engendradas por una
modernidad a la que sus amargos frutos valieron una condena global, conjugando los
llamamientos más diversos, en primer lugar a la reacción y a la conservación del orden, pero
también a la revolución, los partidos fascistas introdujeron en la variedad de las derechas
una nueva rama, dando a la autoridad un giro específico y asociándola, sobre todo, a un
culto de la fuerza sin precedente en la historia política de la Europa moderna.
Un tipo ideal
Para explicar la originalidad de la solución fascista, hay que salvar una dificultad previa. El
fascismo es en efecto un término desgastado por décadas de utilización polémica. Entre una
extensión abusiva y un encogimiento limitativo poco justificado, hay sin embargo un lugar
para un concepto pertinente, a condición de definirlo con precisión y de ser consciente de los
límites de esta definición.
Manteniéndose en el estricto terreno de las ideas políticas, se puede sostener que entre el
fascismo italiano y el nazismo alemán, para no citar más que a los dos casos de mayor
envergadura histórica, media una distancia e incluso una cierta oposición, que dificulta el
empleo de un concepto genérico de fascismo. Es patente que carecen de una matriz
doctrinal contenida en un texto fundamental, a ejemplo de lo que fue El Capital para la
familia socialista o la Declaración de Derechos del Hombre para la familia liberal. En realidad,
hubo entre ambos una disparidad indiscutible desde el punto de vista doctrinario, pues
mientras el fascismo italiano ponía en el centro de su discurso al Estado totalitario realizador
de Imperio, el nazismo colocaba a la raza como fundamento del pueblo elegido. A diferencia
del primero, el segundo disponía de un verdadero cuerpo de doctrina, coherente en sus
principios, articulado en su exposición y eficaz como guía para la acción; la Solución Final3
fue la culminación de este e introdujo entre los dos fenómenos una diferencia que puede
parecer insuperable.
Sin embargo, su parentesco es evidente, y tanto más si, por encima de las ideas políticas
stricto sensu, apuntamos al plano global de la ideología, concebida como conjunto de
principios y valores que definen una visión del mundo y de la sociedad y desembocan en un
proyecto político de acción y cambio. Por fascismo en sentido genérico, entenderemos aquí
un tipo ideal en la acepción definida por Max Weber.
3
Solución Final es el nombre que el nazismo le dio al exterminio de la población judía europea.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
El tipo ideal del fascismo no pretende definir la «esencia» del fenómeno fascista ni agotar la
realidad histórica. Su objeto es el de ordenar, en un conjunto coherente, las líneas de fuga
que componen, según la opinión del investigador, el horizonte ideal del fascismo,
considerado como un proyecto político, y que lo distinguen de otros tipos como la
democracia liberal, el comunismo soviético y las dictaduras autoritarias tradicionales. Este
cuadro ideal sirve así como modelo de análisis con el que abordar la realidad histórica y
precisar la singularidad de los casos individuales. En esta perspectiva, se puede sostener que
el antisemitismo nazi, e incluso la misma Solución Final, que es indisociable de una situación
de guerra y de fracaso creciente, hacen del nazismo una modalidad extrema del fascismo,
pero no lo diferencian radicalmente del caso Italiano.
Fuentes
La ideología fascista se inscribe en la prolongación de las corrientes ideológicas anteriores a
la Primera Guerra Mundial, y ofrece de estas corrientes una síntesis nueva y original, cuyo
equivalente no encontramos antes de 1914 aunque sí sean perceptibles sus elementos
básicos. Se encuentra en el punto de confluencia de tres corrientes de pensamiento que, por
otra parte, se hallan mezcladas en proporciones diversas según los países, pero que merece
la pena diferenciar el pensamiento contrarrevolucionario, el irracionalismo político y el
nacionalismo de extrema derecha.
Desarrollado como reacción contra la Revolución Francesa, el pensamiento
contrarrevolucionario tiene por principios esenciales la autoridad y la jerarquía. En esta
concepción, que ve en el orden social un producto de la voluntad divina, la sociedad es
fundamentalmente no igualitaria y el individuo no tiene sino deberes hacia ella. Este es un
punto de vista vinculado con una visión pesimista del mundo, según la cual el hombre,
atontado por el pecado original, se encuentra invenciblemente inclinado al mal y debe ser
preservado de sí mismo por las cadenas de un orden tutelar. Esta línea de pensamiento se
halla dentro de la tradición metafísica y religiosa de Occidente, y está inspirada en la imagen
de una sociedad fundada sobre la monarquía y la división en órdenes y corporaciones, una
sociedad ordenada por la superioridad natural de las autoridades y la sumisión respetuosa de
un pueblo cristiano.
En el fondo del irracionalismo político se halla la idea de que la sociedad esta cohesionada
por fuerzas elementales que la razón no logra captar y que proporcionan su identidad a los
miembros de la comunidad. Al igual que la contrarrevolución, rechaza el modelo del contrato
social de Rousseau y la concepción de una sociedad fundada en el acuerdo de voluntades
individuales iluminadas por la razón. Pero a diferencia de la contrarrevolución, el
irracionalismo rechaza de un modo absoluto la razón y, además, tiende a sustituir la religión
revelada por un neopaganismo, Para sus partidarios, la acción de fuerzas oscuras —el
destino, la raza, la vida, la tierra— determina al hombre y lo hace pertenecer de modo
exclusivo e irreversible a una comunidad a la que se halla unido por un vínculo instintivo. El
vitalismo y el racismo son las dos variantes doctrinales más extendidas del irracionalismo: el
primero inspiró al fascismo italiano y el segundo al racismo.
La última de las corrientes mencionadas es la del nacionalismo de extrema derecha, que
adquirió su mayor auge político en la última parte del siglo XIX. Sucede al nacionalismo
democrático que había unido de modo indisoluble la independencia nacional a la soberanía
popular, alineándose con los principios antidemocráticos de la contrarrevolución, pero
encerrándolos dentro de los límites de la nación, convertida ya en el marco insuperable de la
vida social y en el foco de una adhesión cívica que compite con la fe religiosa y su
universalismo. A diferencia también de la reacción, este nacionalismo está dispuesto a
recurrir a las masas populares y a movilizarlas para llevar a cabo su obra de renovación,
crispado en la voluntad de dar a la nación, cohesión y unidad, se caracteriza por un
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
repliegue desconfiado hacia concepciones particularistas, por la exclusión del extranjero, por
la afirmación de valores de fuerza y poderío hacia el exterior.
El fascismo realiza una síntesis original de estas tres corrientes, no dejándose reducir a
ninguna de ellas, incluso si se acerca más al irracionalismo político y al nacionalismo de
extrema derecha, pues la contrarrevolución consiste en cierto modo en el tronco inicial. El
recurso a las masas, su encuadramiento en el seno de un partido único, su participación
regulada en la acción del poder, lo distinguen con claridad de esta última, y más
generalmente del autoritarismo tradicional, a pesar de comulgar con los principios de orden,
autoridad y jerarquía. Por otra parte, su fundamento irracionalista lo separa de un
nacionalismo de extrema derecha de inspiración positivista como el de la «Acción
Francaise»4. Además, la pretensión de llevar a cabo un cambio completo en el orden político
en beneficio de una nueva «elite», impide que se lo pueda confundir con la derecha
nacionalista de fines del siglo XIX, que conservaba su reverencia por las viejas clases
dirigentes.
En realidad, solo la experiencia de la Primera Guerra Mundial, al dar forma a ciertas actitudes
mentales y al abrir camino a una visión inédita de la sociedad, hizo emerger una nueva
derecha que ni estaba vinculada a la defensa del orden existente ni al restablecimiento de un
orden antiguo, sino que pretendía fundar una nueva polis a partir de la experiencia de las
trincheras. Esta novedad se nota en la recuperación, casi inexistente antes de 1914, de
buena parte de los métodos, retórica y simbolismos de los partidos revolucionarios, muestra
evidente de desapego hacia la sociedad existente y sus «elites». Pero sobre todo se traduce
en la concepción de un orden social imitado del orden militar, en la conversión del ideal
guerrero en ideal cívico, y en la pretensión de encerrar a toda la sociedad en la red de un
poder ilimitado.
La reunión totalitaria de la nación
Al tener por objetivo la unidad de la nación, el fascismo debe inscribirse en la familia de las
ideologías de unión nacional. Estas tienen por común característica la intolerancia hacia las
divisiones políticas e ideológicas que acarrean a la vez al liberalismo y el marxismo; su
ambición consiste en superar lo que entienden como una crisis de civilización, reuniendo a
todos los grupos y sectores nacionales. Pero si pensamos en el «gaullismo» (movimiento
creado en Francia en torno a De Gaulle, después de la Segunda Guerra Mundial), con sus
intenciones de unión nacional y su lucha contra el liberalismo y el marxismo, que son sus
corolarios, su pretensión de superar las divisiones ideológicas y en primer lugar la barrera
entre derecha e izquierda, así como la de reunir al pueblo en un gran movimiento guiado por
un hombre que encarnaría las esperanzas de la nación grande y fuerte, vemos que todos
estos rasgos no bastan para calificar de fascista a dicho movimiento. Es importante, por lo
tanto, especificar las particularidades de la unión o reunión nacional que el fascismo
persigue.
Quizá lo mejor sería caracterizar al fascismo como la variante totalitaria de las ideologías de
unión nacional. A diferencia del comunismo soviético, totalitarismo de izquierda, el fascismo,
totalitarismo de derecha, afirma con toda claridad su voluntad totalizadora. Su valoración de
la coacción y de la fuerza se expresa de manera muy típica en esa exhibición de voluntad de
formar una nación que se adhiera con plenitud entusiasta al nuevo orden.
La comunidad fascista, que tiene por fundamento la desigualdad entre sus miembros, está
encuadrada por un partido único jerarquizado que tiene por misión alinear a la nación entera
con su modelo; en la cumbre de la pirámide hay un jefe absoluto, encarnación providencial
de las fuerzas oscuras de la nación y de la raza, que mantiene con su pueblo una relación de
4
Movimiento nacionalista de origen francés.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
mando absoluto y de confianza plebiscitaria Las reuniones fascistas, los desfiles y
escenografías del nazismo, sobre todo, Ofrecen una imagen expresiva de la comunidad que
se prepara, con su pueblo jerarquizado según los servicios rendidos al partido, militarmente
«uniformado» y ordenado, comulgando con el jefe en el entusiasmo y la disciplina,
La construcción social y la reforma económica tienen un lugar muy secundario en el ideal
fascista. Lo que se pone en primer piano es la primacía de lo político, de un ideal cuya
ambición es volver a cerrar las divisiones de la sociedad capitalista liberal, moldeando una
conciencia colectiva homogénea con la marca del fanatismo.
El hombre fascista debe ser un individuo movilizado permanentemente al servicio de la
comunidad y del jefe absoluto que la personifica y la guía, Sus cualidades son la disciplina y
la obediencia, pero también el impulse el entusiasmo y la fe ciega. «Combate, fe, trabajo,
sacrificio», era la divisa asignada por Goebbels a los militantes nazis, y la de Mussolini:
«Creer, obedecer, combatir.» Estos valores de la fe y el sacrificio traducen fielmente el
fundamento irracionalista del fascismo y dibujan con claridad el objetivo de una adhesión
ciega, espontanea y exclusiva del individuo a su comunidad. A este fin colaboran una
movilización emocional permanente, la designación de los enemigos jurados de la
comunidad, la exaltación incesante de la gloria y la grandeza futuras y, por último, la
inculcación obsesiva, por encima de todo, de las virtudes guerreras.
Los valores de fuerza y combate son efectivamente indisociables del ideal comunitario del
fascismo y acaparan incluso su horizonte. Su ambición fundamental es, en definitiva, formar
un pueblo de guerreros alegres destinado a proyectarse en las conquistas, que son el
derecho natural de los pueblos jefes. Que el punto de apoyo doctrinal sea el vital ismo, como
en el fascismo italiano, o el racismo, como en el nazismo, una misma filosofía del derecho
del más fuerte y una misma idea de «misión» exterior de dominio y expansión, pone en el
centro del proyecto fascista una dimensión imperialista que es la salida natural de la nueva
comunidad nacional. Una visión neodarwinista de las relaciones internacionales, una
voluntad de fuerza y de potencia disociada de cualquier objetivo definido y limitado: la
guerra representa para el fascismo a la vez el medio de realización de su voluntad ilimitada
de dominación y la prueba natural de verificación de la vitalidad de un pueblo regenerado
por él.
En definitiva, cabe proponer la siguiente definición, en tres partes solidarias, del tipo fascista.
El fascismo tiene la ambición de formar una comunidad nacional unificada y movilizada
permanentemente en función de valores de fe, de fuerza y de combate; una comunidad
basada en la desigualdad, comprimida en una unidad totalitaria que excluye cualquier otra
fidelidad que la que se rinde de modo exclusivo a un jefe que personifica el destino colectivo
y decide sin contar con nadie; una comunidad militarizada, fundida con vistas a realizar una
empresa de dominio que es su principio y su fin.
Los regímenes italiano y alemán avanzaron de modo desigual en el camino de la realización
de este proyecto, pero no puede negarse su presencia fundamental, como lo demuestra
sobre todo la política realizada en los campos cultural y educativo. En ambos países, los
fascistas consecuentes fueron siempre minoritarios, pero sin embargo consiguieron un
amplio apoyo popular sacando partido de esperanzas y valores que, aunque no se identifican
con los suyos, tenían bastantes puntos de contacto con ellos, aspiración a un Estado fuerte,
dimisión del individuo que busca refugio en el seno de un orden dinámico personificado por
un gran hombre, rechazo del trabajo de la razón y del esfuerzo de la conciencia en favor del
calor de las emociones y de las pasiones, sobre todo por la identificación con la fuerza y la
grandeza del Estado y de la nación; corriente difusa de autoritarismo que los fascistas
supieron captar y del que hicieron la base de su insaciable proyecto de fuerza y de poder.
Las matanzas de la Segunda Guerra Mundial demostraron con sus ruinas que el fascismo
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
había sido en definitiva el síntoma mas virulento de la crisis general a la .que había
pretendido poner remedio, De la situación que salió de aquella con tienda, cabe sacar la
conclusión de que la época histórica del fascismo ha pasado sin posibilidades de retorno, lo
que desde luego no significa que la autoridad y sus vértigos hayan desaparecido de nuestras
sociedades.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 5
GOBIERNOS RADICALES Y OPOSICIÓN
PARLAMENTARIA
A partir de la lectura del capítulo “Los Gobiernos Radicales”, escrito por la historiadora
argentina Ana Persello, de la colección Nueva Historia Argentina, responder a la siguiente
grilla de preguntas.
1) ¿Cuándo Yrigoyen fue elegido Presidente, en qué condiciones quedaron los radicales
en las cámaras legislativas?
2) Por qué el Congreso era el lugar donde se desarrollaban los enfrentamientos internos
de cada sector.
3) En qué consistían las diferencias dentro del Partido Radical
4) Qué problema observa la autora en el hecho de que no existían partidos orgánicos e
institucionalizados, es decir, partidos políticos sólidos ideológicamente y unificados en
la acción.
5) En tiempos de la presidencia de Yrigoyen se hablaba de una “ineficacia
parlamentaria”, explique cuáles eran las dos perspectivas con las que se veía la causa
de esta inacción.
6) ¿Cómo era la relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo en tiempos de
Yrigoyen?
7) ¿Cómo utilizaba el Poder Ejecutivo la facultad de intervenir las provincias y de qué
modo interpretaba la oposición esas decisiones?
8) En qué se diferenciaba el accionar político de Yrigoyen y de Alvear como presidentes
en su relación con el Parlamento.
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
LOS GOBIERNOS RADICALES
Ana Persello
EL PARLAMENTO
Cuando Yrigoyen asumió la presidencia, la Cámara Baja se componía de 120 diputados y la
Alta de 30 senadores. El radicalismo obtuvo 43 bancas en Diputados y solo 4 en Senadores.
Una primera mirada a los cambios en la composición por sector a lo largo del periodo
muestra el crecimiento de los radicales en detrimento de los conservadores. En cuanto a los
partidos menores, como el socialismo y la democracia progresista, mantuvieron un número
de bancas más o menos constante hasta 1928. En ese periodo legislativo los demócratas
perdieron su representación y los socialistas, divididos, se las repartieron con ventaja para
los independientes. Por otro lado, las bancas radicales no constituían un bloque. Ya antes de
la escisión formal del partido la bancada estaba dividida, aunque fue recién en las elecciones
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
legislativas de 1926 cuando presentaron listas separadas, obteniendo 38 bancas el
personalismo y 20 el antipersonalismo. Hacia el final del periodo, coincidiendo con el
segundo gobierno de Yrigoyen, los personalistas tenían amplia mayoría y quórum propio.
El recinto parlamentario se constituyo en un lugar privilegiado para los pleitos entre partidos
y en el interior de ellos. A comienzos del período se desarrolló un fuerte enfrentamiento
verbal entre radicales y conservadores —ambos se acusaban mutuamente de no constituir
partidos— que, aunque se mantuvo, se desplazo visiblemente al interior del partido
gobernante. El antipersonalismo se transformo en blanco de los ataques del yrigoyenismo y
a la inversa. Todos los partidos, sin excepción, desplegaban sus propias rencillas internas y,
además, se posicionaban frente a las divisiones y alianzas de los otros partidos. Esto se
tradujo en una dinámica pautada por el conflicto y las denuncias de la minoría de
arbitrariedad, abuso y aplicación tendenciosa del reglamento, despachos que no se
suscribían en el seno de las comisiones y abundancia de mocionas de cierre del debate.
Pero lo que en última instancia estaba en discusión en el interior mismo del Parlamento era
la definición del gobierno representativo. Este debate ponía en cuestión el lugar de los
partidos como canales de mediación en el sistema politico e implicaba una pregunta por la
representación. Frente al argumento de que la democracia no es posible si el pueblo no se
organiza en partidos y en tanto esto es así, los legisladores representan en el recinto
parlamentario a su agrupación política, aparca el planteo de que el representante lo es del
pueblo de la Nación. Una y otra posición determinaban planteos diferentes en tomo al voto
disciplinado y a la formación de bloques. El bloque puede constituirse y la disciplina operar
en función de una definición programática, afirma la oposición, y el radicalismo no la tiene.
Esto funcionaba solamente para el Partido Socialista. Las cuestiones provinciales y la política
internacional —para mencionar solo algún ejemplo— dividían internamente tanto a
conservadores como a radicales. Las diferencias no se resolvían en el interior del partido tal
como lo proponía la noción de disciplina sino que se trasladaban al Congreso.
En el caso del Partido Radical la cuestión se complica. Un sector de los legisladores exigía la
separación entre partido y gobierno. Se podía ser radical y opositor. El gobierno era personal
y, por ende, ajeno a la tradición del partido que se basaba precisamente en el repudio del
personalismo. Los extravíos o desviaciones de los derechos consagrados por la Constitución
en que incurría el presidente de la Republica no comprometían la acción parlamentaria del
partido. Otro grupo, el más numeroso, se sentía solidario con el mandato por el cual
Yrigoyen fue ungido. La misma lógica se desplegaba durante los años del gobierno de
Alvear. Para los yrigoyenistas, el presidente se apartaba de la tradición partidaria y esto
justificaba las obstrucciones y las ausencias al recinto parlamentario.
La ausencia de partidos orgánicos y disciplinados, que marcaba la tensión entre la nueva
ingeniería institucional propuesta por la ampliación del sufragio y las practicas,
fundamentaba dos tipos de planteos: modificar el accionar de los partidos a través de
reformas legislativas en el marco de la representación territorial o promover cambios que los
reemplacen por otras formas de mediación, funcionales, sectoriales y de intereses. Detrás de
ambos argumentos estaba en cuestión la ley Saenz Pena. Para los primeros, había que
modificarla; para los segundos, derogarla. Era mayoritaria la afirmación de que la ley implicó
un jalón en el camino del progreso político. La ampliación de la participación era irreversible
o, en todo caso, inevitable, aunque sus resultados no fueran los deseados. Legisladores de
distintas tendencias proponían su modificación introduciendo la representación proporcional
para ampliar las posibilidades de los partidos menores, o volviendo al sistema de la
circunscripción uninominal establecido en 1902 para que fuera el ámbito local y no el comité
el que seleccionara a los representantes.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
La ley electoral de 1902, creación de Joaquín V. Gonzalez —solo aplicada en 1904—,
establecía el régimen uninominal por circunscripciones combinado con el sufragio voluntario.
En 1921, el legislador Julio Costa volvió a reproducir el proyecto sin modificaciones. Los
argumentos giraban en tomo a que el escrutinio de lista era la negación del gobierno
representativo; la interposición del comité entre el electorado y el pueblo. Por el contrario, el
representante surgido del distrito reúna la representación de intereses de los votantes y de
calidades, en tanto era el personaje destacado. Costa volvía a reivindicar por sobre los
partidos el peso del notable local.
Cuando en 1912 se sanciono la ley 8.871, se estableció la lista completa combinada con el
secreto y la obligatoriedad del sufragio y el mecanismo plurinominal. El sistema de lista
fijaba la representación de la minoría en un tercio. En la perspectiva de los legisladores la
pluralidad y la proporcionalidad fija posibilitarían el ingreso al Parlamento de los partidos
nuevos, como el social ismo y el radicalismo. No estaba dentro del horizonte de lo posible la
pérdida del gobierno por los grupos tradicionales. El triunfo radical —para los propiciadores
de la reforma— era un resultado no previsto y no deseado. El tercio funcionaba como
elemento atemperador de la ampliación política.
Una vez instalado el radicalismo en el gobierno y a medida que la ocupación de espacios —
gobernaciones y bancas— aumentaba, la oposición busco en la reforma de la ley electoral el
modo de morigerar el avance. El régimen proporcional aparecía como una solución posible.
El argumento era que volvía mas representativo al Parlamento en tanto reflejaba con mayor
fidelidad las diferencias en el electorado. La opción por la lista incompleta favorecía el
gobierno eficiente y el bipartidismo, aunque sacrificara la representatividad. Entre los
regímenes proporcionales posibles —ensayados en otros países— las iniciativas legislativas
presentadas al Congreso optaban por el sistema D'Hont, que —según planteaban— evitaba
la fragmentación excesiva de los partidos, a diferencia del método de mayor residuo que
favorecía a los partidos mas pequeños. De hecho, algunas provincias lo adoptaron: Buenos
Aires. Corrientes, la Capital Federal, para elecciones comunales, y Santiago del Estero hasta
1921, en que fue derogado y reemplazado por el sistema de lista incompleta.
EL PRINCIPIO REPUBLICANO: LA RELACION EJECUTIVO/LEGISLATIVO
Es frecuente encontrarse en los textos de la época con evaluaciones de la labor
parlamentaria y una de las cuestiones sobre las que se hace mayor hincapié es el
desequilibrio entre la labor legislativa y el debate político. Los legisladores de todos los
sectores coincidían en que esto último insumía la mayor parte del tiempo de las Cámaras. En
líneas generales, denominaban debate político al que enfrentaba a miembros del partido
gobernante en cuanto a la evaluación de las situaciones provinciales; al que se producía
cuando se presentaban pedidos de interpelación al Ejecutivo; a las largas sesiones dedicadas
a discutir la situación de las provincias intervenidas motivadas por la ausencia del ministro
interpelado, que implicaba necesariamente interpretaciones constitucionales en cuanto a
fueros y prerrogativas de los poderes.
Para los radicales, la ineficacia parlamentaria era producto del obstruccionismo de la
oposición que enjuiciaba permanentemente al gobierno y al partido para provocar dilaciones.
Para la oposición, la explicación estaba, por un lado, en la división del Partido Radical, que
obviamente se trasladaba al Congreso y provocaba un enfrentamiento enconado y posiciones
irreductibles; por olio, en la sujeción del partido al gobierno y, fundamentalmente, al
Ejecutivo.
Según la oposición, era Yrigoyen quien proporcionaba los motivos para que la Cámara se
viera obligada permanentemente a defender sus fueros frente al avasallamiento del que era
objeto, y esto era previo a la tarea de legislar. La enumeración de motivos es conocida: el
presidente no asistía a las sesiones de apertura del Parlamento. En los seis años de su
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
primer gobierno Yrigoyen no lo hizo nunca y solo en 1918 presento excusas a la Cámara por
encontrarse fuera de Buenos Aires. Tampoco concurrió durante su segundo gobierno. Esta
es una de las diferencias con Alvear que estuvo presente en todos los periodos legislativos
de su mandato. Si bien la ausencia del presidente no impedía el funcionamiento
parlamentario, su presencia era una prescripción constitucional y la no concurrencia adquirió
un fuerte valor simbólico. Conservadores, socialismos y demócrata progresistas coincidían en
afirmar que implicaba falta de respeto, arrogancia y soberbia.
El segundo motivo era el desconocimiento de las facultades de la Cámara para llamar a su
seno a los ministros. El artículo 63 de la Constitución establecía que cada una de las
Cámaras podía hacer concurrir a su sala a los ministros para recibir las explicaciones con
informes que considerara convenientes. Se trataba del derecho de interpelación. En los dos
periodos presidenciales de Yrigoyen aumento considerablemente el número de
interpelaciones fracasadas en relación con periodos anteriores. Entre 1916 y 1922 en
Diputados se presentaron 35 pedidos de concurrencia de los ministros al recinto
parlamentario, se votaron afirmativamente 29 y solo se realizaron 13. Entre 1928 y 1930
recibieron sanción negativa los 19 pedidos presentados.
En este último período, el radicalismo personalista tenía mayoría absoluta en la Cámara de
Diputados, es decir, es la misma Cámara la que renunciaba a la facultad de interpelar en una
actitud de protección al Poder Ejecutivo, a diferencia de los anos del primer gobierno en que
la mayoría de los diputados radical es votaba afirmativamente los pedidos de interpelación. Y
esto, nuevamente, lo separa también del período alvearista, en el cual se votan
afirmativamente las 37 interpelaciones pedidas y se realizan 34.
El tercer motivo esgrimido es el abuso de la facultad ejecutiva de intervenir a las provincias
en el receso parlamentario. Yrigoyen envió 15 intervenciones por decreto en su primer
gobierno y 2 en el segundo sobre un total de 20 y 4, respectivamente. La conflictiva relación
entre el Ejecutivo y el Legislativo dio lugar a un debate sobre el lugar de la soberanía que no
llegó a poner en cuestión la forma que adoptaba el régimen político. Es decir, la oposición
colocaba el lugar de la soberanía en el Parlamento, representante directo de la voluntad
popular, lo cual no implicaba necesariamente una opción por el parlamentarismo frente al
presidencialismo. Estados Unidos seguía siendo el modelo, aunque se argumentara que el
sistema ingles era más perfecto. Optar por el régimen parlamentario —en el planteo
conservador— exigía partidos orgánicos y un nivel de educación política que la Argentina no
había alcanzado. Para el Partido Socialista era un horizonte futuro.
En este planteo más general se inscribía la discusión sobre los alcances y límites de las
facultades de la Cámara para interpelar al Ejecutivo y de este para intervenir a las provincias
en los periodos de receso parlamentario. Todos los sectores políticos acordaban que la
interpelación acusación, es decir, el voto de censura o de confianza que implicaba la
destitución o mantenimiento del gabinete era propio del régimen parlamentario y no
procedía en el caso argentino Sin embargo, la oposición cuestionaba los argumentos —en los
pocos casos en que el presidente da explicaciones a la Cámara por la ausencia de sus
ministros— que se fundaban en que el Ejecutivo pude reservarse la facultad de decidir en
cada caso si los motivos eran pertinentes o no, es decir, distinguía entre los estudios,
informes o explicaciones que implicaban un aporte a las leyes por dictarse atendiendo al rol
de poder colegislador del Parlamento o se referían a actos privativos de las facultades
constitución ales propias del Ejecutivo.
Interpretando de este modo la facultad legislativa, el Parlamento consideraba que el
Ejecutivo la limitaba, en tanto Yrigoyen sostenía que la Cámara abusaba del derecho de
interpelación con móviles políticos. En cuanto a las intervenciones por decreto, los radicales
sostenían que la Constitución otorgaba al Ejecutivo, tácitamente, la facultad de intervenir sin
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
restricciones en los períodos de receso parlamentario —de hecho, las sesiones ordinarias
duraban solo cinco meses— aunque muchos de ellos consideraban abusivo el accionar del
Ejecutivo, por ejemplo, cuando intervenía una provincia solo dos días antes de que el
Congreso se reuniera. La oposición extremaba argumentos para fundamentar que la facultad
de intervenir era legislativa.
El grupo personalista esgrimía, en última instancia, el principio de la supremacía de la
voluntad popular sobre el de la división de poderes. Un ejemplo nos permitirá clarificar la
posición. En el período legislativo de 1929, la Cámara de Diputados había aprobado un
proyecto de intervención a Corrientes y lo comunico al Senado. Este, en el momento de
cerrarse el período ordinario de sesiones, no lo había discutido. El Poder Ejecutivo intervino
cuatro días antes de que se iniciara el nuevo período, pero durante siete meses no envió la
intervención. Solo lo hizo cuando el Senado rechazo el proyecto. La Cámara Alta emitió una
declaración desconociendo la facultad del Ejecutivo para decretar la intervención nacional a
las provincias en el receso del Congreso. La bancada yrigoyenista —el partido ya estaba
dividido— presento un proyecto de resolución por el cual consideraba improcedente la
actitud del Senado y lo fundamento a partir de la violación del principio de la división de
poderes. Sin embargo, en los considerandos, afirmaba que el Senado no deliberaba
siguiendo el ritmo de la "voluntad democrática", era "anacrónico", y el Poder Ejecutivo,
frente al dilema de no gobernar para mantener la armonía de los poderes o gobernar para
mantener la armonía con las aspiraciones de su pueblo, debía elegir la última solución. El
planteo del grupo antipersonalista se acercaba más al de los conservadores, que
consideraban el proyecto de resolución una "herejía constitucional" y afirmaban la necesidad
de mas Legislativo y menos Ejecutivo, someter todas las cuestiones al Congreso y evitar la
prepotencia del Ejecutivo.
En todo el período de los gobiernos radicales se reitero en el Congreso la propuesta de
reglamentar los artículos quinto y sexto de la Constitución referidos a intervenciones
federales. Para el sector radical, si había abusos y arbitrariedades la responsabilidad era del
Congreso que no legislaba. La oposición sostenía que frente a ejecutivos arbitrarios poco
servía legislar dado que la práctica corriente era la violación sistemática de los principios
constitucionales. Los ministros de Alvear acudieron al Congreso y disminuyeron las
intervenciones por decreto. La crítica a Yrigoyen por exceso se convierte en una crítica a
Alvear por defecto. Si el primero ejercía una injerencia absorbente que violaba la división de
poderes, Alvear se abstuvo de colaborar y coordinar la tarca legislativa dentro del límite de
sus atribuciones.
El avasallamiento a los fueros y prerrogativas del Parlamento motivo entre 1919 y 1930, en
tres oportunidades, el recurso al mecanismo extremo del pedido de juicio político al
presidente de la República. Los diputados conservadores Matias Sánchez Sorondo, en 1919,
y Alberto Vinas, en 1929, lo hicieron a título personal y no como miembros de un partido con
la manifiesta intención de generar un debate político y procesar a Yrigoyen, dado que no
contaban con los dos tercios necesarios para que la iniciativa pasara al Senado. El diputado
radical personalista Diego Luis Molinari presento el pedido cuando Alvear, en 1926, clausuro
las sesiones extraordinarias del Congreso, retirando todos los asuntos por tratar, entre ellos
el presupuesto, y poniendo en vigencia el presupuesto del año anterior, por falta absoluta de
sanciones. Al igual que en los casos anteriores, no solo no lo presento en nombre del
partido, sino que este lo desaprobó públicamente.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 6
COMERCIO TRIANGULAR ARGENTINA – GRAN
BRETAÑA – ESTADOS UNIDOS (1920)
A partir de la lectura del capítulo “Comercio e inversiones extranjeras: El triángulo angloargentino-norteamericano”, escrito por el historiador argentino Mario Rapoport, en su libro
Historia Económica, Política y Social de la Argentina, responder a la siguiente grilla de
preguntas.
1) Investigue y defina los conceptos “balanza comercial”, ”balanza de pagos” y “déficit
comercial”
2) ¿Cómo era la balanza comercial entre Argentina y Gran Bretaña, y cómo era entre
Argentina y Estados Unidos a fines de siglo XIX?
3) Que factor naviero hacía que para Argentina fuese más sencillo mantener un creciente
comercio con Gran Bretaña y no con Estados Unidos.
4) Mencione algunos datos que dejan en claro la trascendencia del mercado británico
para el comercio argentino a comienzos de siglo XX.
5) Mencione el rol que jugaban las inversiones británicas en el sólido vínculo entre
Argentina y Gran Bretaña.
6) ¿Qué posición ocupaba la Argentina dentro del grupo de países a los que Gran Bretaña
destinaba sus inversiones a comienzos del siglo XX?
7) A partir de qué suceso histórico se modifica el peso de la relación comercial entre
Argentina y Estados Unidos y en cuáles rubros económicos se da ese cambio
8) ¿Qué significa que Estados Unidos se convirtió en “un importante mercado de
capitales para la Argentina” en la segunda década del siglo XX?
9) ¿Por qué Estados Unidos comenzará a invertir en diferentes rubros económicos que los
que invertía Gran Bretaña en Argentina? ¿Qué cambia en la economía argentina?
10) Explique con ejemplos qué significa que Estados Unidos tenía una economía
competitiva con Argentina mientras Gran Bretaña tenía una economía
complementaria. ¿De qué manera influye esta cuestión en la Balanza Comercial entre
Argentina y estas dos potencias?
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
COMERCIO E INVERSIONES EXTRANJERAS: EL TRIANGULO
ANGLO-ARGENTINO-NORTEAMERICANO
M. Rapoport
Para entender mejor la ubicación de la Argentina en el contexto internacional, cuando aun su
relación más importante seguía siendo con el Reino Unido, es necesario conocer el rol
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
particular que este último jugaba en los mecanismos del comercio de la época. El exceso de
importaciones (o déficit del comercio) que padecía la balanza comercial británica fue casi
invariable entre 1913 y 1929, pero ese déficit era compensado, totalmente hasta 1922 y
luego en parte, por los excedentes de los intereses y dividendos provenientes de las
inversiones británicas en el extranjero. Sin embargo, esta compensación no provino del
comercio de sus países deudores en proporción al volumen de las remesas que estos
enviaban a Gran Bretaña. Las principales áreas deudoras del Imperio y Sudamérica —salvo
la Argentina, que es un caso aparte—, que eran países de producción predominantemente
agrícola, mantuvieron durante esos años un amplio excedente de exportaciones (o superávit
en su balanza comercial), pero no con el Reino Unido, sino con las naciones industriales de
Europa continental y con los Estados Unidos.
Los excedentes de importaciones británicas, en cambio, provenían, principalmente, de su
comercio con esos países industriales y no del que efectuaba con sus deudores. En verdad,
tales países, como India, Australia, China, Brasíl y Japón tenían a menudo un déficit en su
balanza comercial con Gran Bretaña, así que, no solo una parte, sino el conjunto de los
considerables servicios financieros que remitían a la metrópoli debían compensarlos
mediante sus excedentes de exportación con otros países. En términos de bienes, entonces,
el interés y los beneficios de las inversiones británicas de Ultramar eran pagados con
productos enviados por las naciones deudoras agrícolas a la Europa continental y a los
Estados Unidos y pasaban de estos últimos, mediante la forma de exportaciones de bienes
manufacturados, al Reino Unido. Se daba, pues, una situación de comercio triangular o
hasta, incluso, tetralateral, donde los países agrícolas deudores exportaban hacia los Estados
Unidos y Europa continental y estos, a su vez, lo hacían hacia el Reino Unido. Como
veremos, la Argentina tenía una posición diferente y se hallaba, paradójicamente, más ligada
que algunos países del Imperio al mercado británico.
El esquema de comercio triangular, al que hacemos referencia, y que predomino durante
toda la década de 1920 en los mercados mundiales, fue también decisivo en la vinculación
de la Argentina con el mundo, aunque en este caso presento características peculiares. El
análisis del caso argentino es, por tanto, de particular relevancia para explicar la inserción
internacional del país entre la Primera Guerra Mundial y la crisis de los años '30 y el patrón
de conducta de sus clases dirigentes en este período.
También existía aquí una relación triangular, en la que participaban como partenaires
principales el Reino Unido y los Estados Unidos, pero esa relación poseía características
diferentes de las de otros países. La Argentina tenía un excedente de exportaciones con
Gran Bretaña y uno de importaciones con su vecino del norte. Creando así una situación
única, muy distinta de la que enfrentaban otras naciones sudamericanas o incluso del
mismo Imperio británico. Esta circunstancia originaba, paralelamente, la existencia de un
triangulo naviero y de un triangulo en los movimientos de capital.
El naviero se producía porque como el grueso de las exportaciones argentinas (carnes y
cereales) se dirigía a Gran Bretaña y Europa, los exportadores británicos disponían de una
amplia capacidad de bodegas de retorno para colocar productos voluminosos, como el
carbón. En cambio, dado el poco monto de las exportaciones argentinas a los Estados
Unidos, los productos norteamericanos no disponían de la misma capacidad de embarque de
retorno y debían pagar fletes más altos, o aprovechar el mayor intercambio comercial con el
Brasil para prolongar los viajes hacia Buenos Aires. Esto facilito, durante mucho tiempo, la
dependencia de la Argentina del mercado británico.
El triángulo de los movimientos de capital tuvo también una importancia decisiva. Por un
lado, el Reino Unido cubría, con los ingresos provenientes de la Argentina por inversiones e
intereses de servicios financieros y comerciales, la mayor parte de su balance comercial
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desfavorable. Pero, por otro, una corriente neta de capitales norteamericanos financiaba las
importaciones argentinas con préstamos o inversiones directas, compensando en todo o en
parte los déficits de nuestro país en su comercio con los vecinos del Norte. O sea que el
sistema funcionaba porque en la Argentina existían entradas de capital provenientes de los
Estados Unidos, y, a veces un superávit comercial con Gran Bretaña que superaba las
remesas de intereses y dividendos a ese país, llegando a equilibrarse el desajuste que podía
producirse en el comercio trilateral. También se verificaban corrientes de comercio y
capitales compensatorias entre Gran Bretaña y los Estados Unidos. De este modo se
mantenían vigentes, aunque de una manera precaria, como veremos, los principios del
sistema multilateral de comercio y pagos.
En las características del comercio triangular en lo que refiere a la participación de Gran
Bretaña y los EE.UU. en el intercambio comercial de la Argentina se puede observar como el
Reino Unido se mantuvo como el principal cliente del país, en porcentajes que van de un
mínimo del 22,2% en 1922 a un máximo de 38,8% en 1931. Por el contrario, la participación
norteamericana en las exportaciones solo crece durante la guerra hasta un 29,7%, en 1927,
para mantenerse luego en un nivel cercano al 9%. En cuanto a las importaciones, la
situación es diferente. Entre 1915 y 1930, sobre un total de dieciséis años, los Estados
Unidos fueron el principal proveedor de la Argentina en doce de ellos, aunque luego esta
situación se viera afectada por la crisis del '30 y el bilateralismo practicado posteriormente.
En cambio, diferente era la situación de las balanzas de pagos con los dos países. Entre 1914
y 1934, el saldo comercial negativo con los Estados Unidos fue de 1.316 millones de pesos
oro, mientras que el saldo positivo con Gran Bretaña alcanzo los 2.991 millones de pesos
oro, mostrando las características del comercio triangular. Pero cabria aclarar que en el
periodo de la guerra, entre 1914 y 1917 los saldos con los EE.UU. fueron positivos. Si
tomamos periodos distintos, como, por ejemplo, entre 1921 y 1930, cuando los saldos con el
país del Norte resultaron todos negativos, los superávit y los déficits comerciales con
Inglaterra y los Estados Unidos tendían a igualarse.
Empero, este triangulo comercial anglo-argentino-norteamericano no puede ser bien
comprendido si se lo considera solamente corno la simple compensación de los déficit del
intercambio comercial con los Estados Unidos con los superávit resultantes del comercio con
Gran Bretaña.
En primer lugar, porque el saldo de servicios con Gran Bretaña resulto fuertemente negativo,
como consecuencia de la remesa de utilidades e intereses de las empresas británicas en el
país, compensando en parte el superávit comercial de la Argentina. En segundo término,
porque el comercio triangular significaba para la Argentina supeditar su estructura productiva
y en particular su estructura industrial a las manufacturas y bienes de capital
norteamericanos. Las importaciones de maquinarias norteamericanas en este periodo, por
ejemplo, posibilitaron, de una manera más significativa que lo que generalmente se cree, la
industrialización de los años '30. En tercer término, porque ese comercio aceleraba el flujo
de capitales estadounidenses en la economía argentina mediante la colocación de títulos
públicos en el área del dólar o de inversiones directas de empresas norteamericanas,
permitiendo financiar el comercio de importación y desplazando de este modo la influencia
económica inglesa. El comercio triangular estaba señalando, en realidad, un cambio de
esferas de influencia pero veamos más en concreto cual era la relación especial que existía
con Inglaterra y el tipo de vinculación que comienza a desarrollarse con los Estados Unidos.
En realidad, desde el punto de vista comercial, la relación económica entre la Argentina e
Inglaterra no era tan unilateral como se piensa. Es cierto que existía una fuerte dependencia
del mercado británico para el sector exportador argentino, así, por ejemplo, en 1929, se
exportaba a Gran Bretaña el 99% de la carne enfriada, el 54% de la congelada, el 76% de
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
todas las exportaciones de carne, el 54% de las de trigo y el 10% de las de maíz. pero al
mismo tiempo, para Gran Bretaña esas exportaciones representaban el 40% del consumo
ingles de carne, el 85 °/o del de lino, el 24% del de trigo y el 75% del de maíz.
Por otro lado, además de la relación comercial que existía entre las dos naciones había
también un vínculo que tenía igual o mayor importancia y que se originaba en las cuantiosas
inversiones de capital británico que llegaron a la Argentina desde fines del siglo pasado. Esas
inversiones, que poseían una alta tasa de rentabilidad y al mismo tiempo complementaban y
estimulaban el comercio entre ambos países, se radicaron, fundamentalmente, en el
transporte, ferrocarriles, empréstitos al gobierno, frigoríficos, servicios públicos y el sistema
bancario y financiero. De esta forma, los ingleses participaban en la producción de bienes
exportables y podían controlar el comercio exterior.
Los ferrocarriles eran el punto clave de todo este sistema, puesto que por su intermedio se
llevaban a los puertos los bienes exportables y se introducían las manufacturas británicas en
el territorio nacional, constituyendo, además, una demanda para los productos del Reino
Unido. Así, por ejemplo, el carbón y los material es ferroviarios llegaron a representar la
cuarta parte de las importaciones provenientes de Gran Bretaña entre 1920 y 1950.
De este modo, de 20 millones de libras invertidas por capitales británicos hacia 1880, se
llego a 557,7 millones en 1914, alcanzando un pico de 455 millones en 1954. Un índice de la
importancia que estas inversiones tenían para el Reino Unido nos lo brinda el hecho de que
en 1930 la Argentina ocupaba el cuarto lugar dentro de la distribución geográfica de las
inversiones inglesas en el mundo y solo era superada por la India. Australia y Canadá,
sobrepasando a Europa continental, Sudáfrica y los Estados Unidos.
Esta relación privilegiada entre la Argentina y Gran Bretaña ha sido muchas veces mal
interpretada. ya que su base la constituía sobre todo la dependencia de los grandes
ganaderos argentinos del mercado británico de carnes, aunque en la década de 1920 la
exportación de carnes represento solo entre un 12 y un 15% de las exportaciones totales.
Evidentemente, los hacendados eran el grupo social y político más importante de la
Argentina, y su influencia sobre la política económica del país les permitió defender estas
relaciones, que para ellos eran vitales. Para algunos autores "constituye un tributo del
formidable poder político de la clase terrateniente que la dependencia de estos del mercado
de carnes británico fuese interpretada... como la dependencia de la Nación Argentina de la
suerte económica de Gran Bretaña".
Al mismo tiempo que las relaciones con Gran Bretaña adquirían estas características, se iba
vislumbrando una participación creciente de los Estados Unidos en la economía argentina.
Antes de la Primera Guerra Mundial, la presencia del país del Norte en la economía argentina
era bastante modesta, aunque ya capitales norteamericanos se habían implantado, como
vimos, en un punto clave de la estructura productiva: la industria frigorífica.
Pero la verdadera irrupción de los capitales norteamericanos se produjo después de la
Primera Guerra Mundial, y particularmente en la última mitad de la década de 1920. Como
analizaremos en detalle más adelante, se trataba de establecimientos dedicados, en su
mayoría, a artículos industriales, maquinarias, vehículos, artefactos eléctricos, textiles,
refinación del petróleo, alimentos y bebidas y productos farmacéuticos. También en esos
años se radicaron compañías de seguros, bancos y numerosas firmas importadoras y
comercializadoras, muchas de las cuales comenzaron luego a realizar tareas de armado y
manufacture. Además, capitales norteamericanos compraron firmas ya existentes de origen
europeo, como la Internacional Telephone and Telegraph Corporación (ITT), que se
transformaría en la Unión Telefónica. Asimismo, invirtieron en otras empresas de servicios
públicos, como compañías de electricidad provinciales
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Por otra parte, los Estados Unidos después de la guerra se convirtieron en un importante
mercado de capitales y, particularmente entre 1914 y 1929, la Argentina recibió numerosos
préstamos a corto y largo plazo, que le ayudaron a financiar sus importaciones, mediante la
colocación de títulos públicos en el mercado norteamericano. De este modo, las inversiones
estadounidenses, que en 1913 eran de 39 millones de dólares, llegaron en 1931 a 654
millones, representando un 17,6% del total de las inversiones extranjeras en el país, como
se observa en el cuadro 2,13. A manera de ejemplo sobre el alto rendimiento de esos
capitales, podemos mencionar que en 1929 el promedio del rendimiento de los
establecimientos industriales de origen norteamericano fue del 15%, mientras que para la
misma época la rentabilidad de las empresas ferroviarias inglesas no pasaba del 5 o 6%.
La diferencia que había entre el nuevo tipo de inversiones de los Estados Unidos y las
británicas en su momento de apogeo respondía a los cambios que se estaban produciendo
en la economía internacional. Gran Bretaña, importadora de materias primas y alimentos y
exportadora de manufacturas, había impuesto una determinada división internacional del
trabajo dentro de la cual la Argentina debía dedicarse, esencialmente, a producir alimentos
para la metrópoli e importar de ésta productos industriales, excluyendo toda industrialización
propia salvo aquella ligada a la transformación de materias primas destinadas a la
exportación. Por su parte, la economía de los Estados Unidos se autoabastecía de numerosos
productos primarios, particularmente de aquellos en los que se especializaba el país del Plata
—elemento este que va a explicar luego el deterioro de las relaciones argentino
norteamericanas— y contaba con una tecnología más avanzada que la inglesa, a punto tal
que esto le da la posibilidad de exportar productos manufacturados y bienes de capital y de
alta tecnología.
Lo que explica el cambio producido en esos años en la división internacional del trabajo es la
formación de grandes firmas en los Estados Unidos, cuya expansión las obliga a proyectarse
hacia el exterior, respondiendo a la atracción que ejercían sobre ellas lo menores costos de
producción y las materias primas más baratas. Esto se concreta, especialmente, mediante
inversiones directas, que solo se realizaban en muy escasa medida antes de la Primera
Guerra Mundial.
Paralelamente a la expansión de estas inversiones. las exportaciones de los Estados Unidos
hacia la Argentina experimentaron un auge considerable: hierro, acero, automotores.
maquinarias y otros productos de ese origen desplazaron a las importaciones británicas,
dando lugar a ese comercio triangular al que nos hemos referido. La rivalidad
anglonorteamericana en el mercado argentino no era una competencia limitada al mismo
tipo de productos, sino también a bienes diferentes o de tecnologías distintas. Por ejemplo,
los ingleses siguieron manteniendo en la década de 1920 su predominio en el área de los
textiles, que constituían, según los anuarios de comercio exterior argentino, en 1913, el
49,6% de todas las importaciones argentinas de esos productos y en 1927 todavía
representaban el 43,7% de esas importaciones. En cambio, los norteamericanos participaban
respectivamente con el 1,1 y el 8,9% de los textiles para los risos años. Pero, en otros
productos, como en materias primas y manufacturas de hierro, se daba un proceso
diferente: la participación británica caía de un 35,9% en 1913 al 20,1% en 1927, mientras
que las importaciones de los EE.UU. crecían del 17,5 al 35,4%. Sobre la base de estadísticas
estadounidenses se ha calculado el incremento de la participación de los EE.UU. en metales
y maquinarias industriales entre 1913 y 1929 del 17 al 52,7% y en productos químicos del
18,5 al 28,4%. En 1929, el 64% de las importaciones de manufacturas del país del Norte se
correspondían a productos en los cuales sus ventajas tecnológicas eran indudables frente a
los europeos mientras que Gran Bretaña seguía exportando textiles, material ferroviario y
productos de consuno diverso.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Por otra parte, como ya se dijo, los saldos del comercio con los Estados Unidos eran
desfavorables para el país del Plata, al contrario de lo que ocurría respecto de Inglaterra. La
razón por la cual la balanza comercial con los Estados Unidos fuera tan desfavorable se
debía, evidentemente, a que ambas economías no eran complementarias, sino competitivas.
El mercado norteamericano se cerró por complete en 1926, a la importación de carnes
argentinas, pero ya mucho antes el alto nivel de protección impedía la colocación de
nuestros productos y este problema iba a ser una de las preocupaciones principales de los
sectores dirigentes argentinos en todo el periodo que estamos analizando.
Como resultado de estos procesos, hacia 1930 la Argentina era el cuarto país en importancia
dentro del total de inversiones externas británicas en el mundo después de colonias o
dominios como India o Ceilán, Canadá y Australia, lo que revela la vigencia que aún tenía en
esa época la antigua relación anglo-argentina. Pero ocupaba también el cuarto lugar dentro
del total de las inversiones de los Estados Unidos en el exterior, después de Canadá,
Alemania y Cuba y antes que México, Chile, Inglaterra y Brasil, dando también un indicio de
la consideración que gozaba la economía argentina para el país del Norte en la década de
1920.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 7
LA CRUZADA NACIONALISTA ARGENTINA EN LA
DÉCADA DE 1930
A partir de la lectura del capítulo “Clericales, Judíos y Fascistas”, escrito por el historiador
británico David Rock, en su libro La Argentina Autoritaria, responder a la siguiente grilla de
preguntas.
1) ¿Cuál era la propuesta del nacionalismo de derecha como superación del liberalismo?
2) Explique cuáles eran las posturas que acercaban a los nacionalistas a las posiciones
de la Iglesia Católica y los alejaban de los liberales.
3) Cuáles era las razones que esgrimían los nacionalistas para oponerse a la democracia
liberal.
4) ¿Cuál era la posición de la derecha nacionalista frente al comunismo y al judaísmo?
5) Sintetice cuál era la posición de los nacionalistas respecto a la vida rural y a la vida
urbana, y que postura tenían para con los inmigrantes que a comienzos de siglo
poblaban la gran ciudad.
6) Cuál era la postura del nacionalismo de derecha respecto a los conceptos de “raza” y
de “moral”.
7) Mencione algunos factores de coincidencia entre los nacionalistas de derecha
argentinos de la década del 30 y el fascismo, y cuál elemento del fascismo italiano le
resultaba a nuestros nacionalistas inaceptable.
8) Caracterice el pensamiento de la derecha nacionalista respecto a la mujer.
9) Cuál era la postura del nacionalismo de derecha argentino respecto al movimiento
nazi alemán.
10) La visión del nacionalismo de derecha acerca de la experiencia del franquismo
español era muy positiva. ¿En qué razones se basaba ese acercamiento?
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
CLERICALES, JUDÍOS Y FASCISTAS
David Rock
Debilitado, dividido e ineficaz como fuerza política, el movimiento nacionalista siguió
extendiendo su mensaje con la convicción de ser el depositario de "verdades universales"
fundadas en la "fe católica, apostólica y romana". Cualquier idea contraria a ello era
despreciada por los nacionalistas y calificada como "relativista" o "racionalista". De acuerdo
con este punto de vista, las "leyes de la Humanidad" estaban más allá del alcance de la
razón, tanto en lo que respecta a la investigación científica promovida por los positivistas, o
en la forma de asambleas deliberativas propuestas por los liberales. Veían las raíces de las
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
falsas deidades del "relativismo" y del "racionalismo" en el judaísmo, y describían su
desenvolvimiento histórico a lo largo del Renacimiento, la Reforma protestante, el
Iluminismo y la Revolución Francesa. El liberalismo era algo así como la culminación de esta
nefasta tradición encarnada en las compañías "comerciales" de origen británico y
norteamericano.
Para combatir al liberalismo urgían "volver a la tradición, al pasado, a los sentimientos
auténticamente argentinos ... para reintegrar a la Nación con sus valores esenciales". Entre
estos últimos, la Iglesia ocupaba un lugar prominente y "a ella se debía la Nación como el
cuerpo al alma". La Iglesia, sostenían muchos nacionalistas, debía ser independiente del
Estado por tener "derechos superiores" respecto de las autoridades seculares. En los años
30, renovaron la polémica en contra de la educación laica, o "laicismo masónico" como la
denominaban; demandando el retorno del control clerical de las escuelas. En sus esfuerzos
por defender los derechos de las provincias, recurrieron a Santo Tomás de Aquino, quien las
definía como "republicas naturales", coincidiendo en su visión de que "así como hay un bien
común a toda la Nación, existe también un bien propio de cada provincia. También
continuaron exaltando a los "gremios" y corporaciones como "la organización natural de las
fuerzas de producción y la expresión autentica de la vida nacional ... el lazo de unión entre el
individuo y el Estado". La creación y desarrollo de nuevas corporaciones daría lugar a un
"régimen de unidad, es decir, al gobierno de uno solo ... que conduzca a la multitud a su
bien propio".
El tufillo clerical de muchos de estos pronunciamientos demostraba la creciente influencia de
la Iglesia en la sociedad argentina desde fines de los años 20 y principios de los 30. Durante
este período el número de parroquias de Buenos Aires se incrementaron de 39 en 1929, a
105 en 1939. Los miembros de la Acción Católica ascendieron de 20.000 en 1933, a 80.000
en 1940 y a 100.000 en 1943. La influencias católicas alcanzaron su culminación en 1934
cuando el Vaticano decidió la realización en Buenos Aires del Congreso Eucarístico
Internacional, que tuvo un enorme impacto en los nacionalistas. "Y sobre la enorme ciudad
... floreció la milagrosa primavera del Congreso Eucarístico", declaro un escritor nacionalista
al recordar las ceremonias.
Ni en los tiempos apostólicos, ni en las Catacumbas, ni en las Cruzadas, los ojos vieron
ni los oídos oyeron confesiones de fe colectiva (como las de aquellas jornadas)... Días
radiantes, noches de claras estrellas. Amistad en manos desconocidas. Dulzura en
labios amargos. Fervor contagioso en el aire. Banderas de todas las naciones, y un solo
escudo, con un solo símbolo, sobre casi todas las puertas. Buenos Aires se hallaba en
estado de gracia.
El joven Federico Ibarguren (historiador) atribuyo al congreso lo que denomino "su segunda
conversión religiosa". Hasta entonces se había definido a si mismo como un “maurrasiano”5 y
había perdido mucho tiempo burlándose de la policía en las demostraciones nacionalistas.
Pero desde ese momento había abandonado su "beligerancia irracional" y se empapó
plenamente en la filosofía católica. En 1934 un joven empleado bancario amigo suyo,
Rodolfo Martínez Espinosa, hizo circular un tratado, Politeia, donde exponía sus ideas acerca
de la necesidad de una nueva Constitución. Politeia era una pieza de pura escolástica con un
delgado barniz de ideas maurrasianas. Entremezcladas en este documento aparecían ideas
como la del "ser real" o la "naturaleza de la Nación", la "voluntad popular" como
manifestación de la "voluntad divina" y la aspiración de restaurar la "civitas argentina" que
los liberales habían destruido.
Bajo estas influencias, los nacionalistas crearon desde entonces una visión del sistema
político en la que los elementos monárquicos se tornaron más pronunciados. "El jefe de
5
Seguidor del nacionalista francés Charles Maurras
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Estado debe concentrar en si la completa soberanía", sostenían, "y esta solo podía provenir
de Dios, señor de todo poder. El pueblo no es ni puede ser soberano". El deber de los
gobernantes era respetar la "ley fundamental" y "asegurar la libertad en el orden para la
realización del bienestar y en el progreso". El gobernante debía perseguir estos objetivos
mediante "Autoridad", "Jerarquía" y "Disciplina".
En los años 30, los nacionalistas continuaron denunciando "conspiraciones rojas" cuyo
objetivo era destruir a "Dios, la Nación y la Familia"." Urgían la instauración de una
"dictadura nacional" para acabar con "este enemigo interno". En la democracia liberal,
advertían incansablemente, se hallaban las semillas de la revolución comunista porque la
democracia
autoriza cualquier género de propaganda sediciosa, (y) ha creado ya entre nosotros
una poderosa organización comunista que comienza a perturbar la paz pública con su
acción subterránea ... pero activa ... Su liberalismo licencioso nos entrega desarmados
a las fuerzas del socialismo y de la anarquía
El culto por la vida rural aun constituía un elemento fundamental en la prédica del
movimiento. Para Lugones "no había mejor ciudadano que aquel que trabaja la tierra". "El
hombre de campo", declaraba Crisol,
es superior al hombre de la ciudad. El hombre del campo es productor... El hombre de
la ciudad, individualmente, no vale nada. Es un accesorio, una pequeña pieza de la
maquina ... En tierra adentro está nuestra liberación. Allí debemos recurrir, porque
allá aun queda algo de lo nuestro.
En contrapartida, la ciudad de Buenos Aires seguía siendo el sinónimo de "burocracia,
prostitución y corrupción". Los inmigrantes eran "parásitos indeseables" que habían traído el
"veneno de las ideólogas foráneas" y la "concepción de universo como una inmensa
maquinaria productiva". Demandaron en numerosas oportunidades restricciones a la
inmigración para reducir "las hordas parasitarias que vienen de las metrópolis". La población
extranjera de las ciudades poseía "un privilegio absurdo ... al tiempo que abandonan a su
suerte a los trabajadores auténticos de la campaña, cuyos intereses económicos ... se
confunden con los intereses de la Nación".
A pesar de que el segmento extranjero se estaba reduciendo en el total de la población
argentina, durante la Depresión de los años 30 los temores de "movimientos colectivos de
protesta ... de una muchedumbre extranjera de la peor índole" reapareció intensamente.
Por entonces, también se tenía preocupación en torno al crecimiento de la población mestiza
e indígena. Lugones, por ejemplo, demandaba una legislación que no permitiera el ingreso al
país de inmigrantes que no fueran blancos. Hacia las postrimerías del decenio reproducía en
sus escritos principios eugénicos —normalmente anatemizados por los católicos— al urgir a
las "clases más ricas" a aumentar el tamaño de sus familias. En su artículo "Esplendor y
decadencia de la raza blanca", Bunge señalaba que "todo el vigor de la raza",
del patriotismo de los hombres. superiores y de la abnegación del espíritu cristiano
debe volcarse desde ahora para restaurar cuanto antes el concepto de la bendición de
los hijos y de las familias numerosas, en particular, entre las clases más afortunadas.
La "revolución nacionalista" habría de suprimir la Constitución liberal de 1853 "que no era
nacional sino extranjera. La nueva ley debía ser una expresión del pueblo y no de los
escritos de autores norteamericanos". En abril de 1935, el coronel Molina urgía la disolución
de los tres poderes de gobierno, la abolición de los partidos políticos, el establecimiento de
una dictadura militar, la censura de prensa y campañas para arrancar de raíz la inmoralidad:
la prostitución, la usura y la especulación, los vestidos "provocativos" en las mujeres, y el
lunfardo, un léxico popular muy extendido entre los trabajadores de Buenos Aires.
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Completada esta tarea, el dictador debía establecer un sistema gremial y usar "un consejo
consultivo (para) unir" a los trabajadores y a los empresarios.
La "inmoralidad" se convirtió en uno de sus temas dilectos. Calificaron desdeñosamente a
una versión fílmica norteamericana de Nana de Emile Zola como "una producción judeoyanky
... uno de los peores trabajos de Zola". Otra de las despreciables importaciones de los
Estados Unidos era "Maratón", un baile en el que las mujeres se alquilaban a sí mismas a sus
compañeros de danza. Franceschi entendía que estas prácticas eran "la ruina de la
cultura".86 Condenaba también el lunfardo por sus "orígenes bastardos y desconocidos".87
Finalmente, rechazaba al tango que se había originado, sostenía, en la comunidad japonesa
de Cuba. Sus versos eran "malos, enfermizos e inmorales" y "los temas ... son recursos del
repertorio romántico vertidos a lenguaje arrabalero".
El que llora porque lo abandona una mala mujer (¿Por qué se unió a ella?) plagia, sin
saberlo, a Armando de La dama de las Camelias ... Solamente es preciso recordar que
entre los modelos y su plagio arrabalero media la distancia que separa la noble línea
de "La donna e mobile" del "Te fuiste, ja, ja!" ... Esas letras del tango me rememoran
invenciblemente una mayonesa que hube de probar en un hotel pueblero, preparada sin
duda con aceite de noquera (?)
En los años 30, el antisemitismo no alcanzó los picos de violencia de enero de 1919. Es más,
Gálvez ahora negaba blandamente que hubiese existido antisemitismo, atribuyendo la
versión a una "invención de la prensa inescrupulosa".
Había otros nacionalistas, sin embargo, que veían a los judíos como "los enemigos mortales
de la Nación y de la fe católica del pueblo". Se los condenaba por su predominio en la banca
y el comercio exterior. Pero, simultáneamente, se los consideraba agentes del bolchevismo.
"Se van a conformar con haber incendiado de odios el país menos cristiano, el más
reacionario a la verdadera civilización de Cristo?", se preguntaba un antisemita, refiriéndose
a la Revolución Rusa. "Jamás!", se contestaba. En 1931, Criterio6 publicó artículos de un
tono notoriamente antisemita bajo títulos como "El plan judío en contra del mundo" y editó
un facsímil de "Los protocolos de los sabios de Sion"7.
La figura más notoria del antisemitismo argentino era Gustavo Martínez Zuviría. Educado por
los jesuitas, antiguo agricultor santafesino que entre 1931 y 1955 se desempeño como
director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, escribid bajo el seudónimo de Hugo Wast
un importante número de jugosas novelas destinadas al gran público. Entre ellas estaba Oro,
publicada en mayo de 1935, que retrataba a un grupo de judíos poderosos agrupados en el
Kahal, "un misterioso tribunal parecido a una sociedad de carbonados", quienes estaban
conspirando para monopolizar el oro del mundo. Su plan procuraba corromper a los gentiles
"haciéndoles amar el lujo, que solo pueden costear con nuestros préstamos". "Los judíos son
los banqueros del mundo", añadía,
y poseen las tres cuartas partes del oro que existe ... A serial del Gran Kahal de Nueva
York, que es la autoridad omnipotente y oculta que mueve colosal mecanismo, retiran
de la circulación parte de ese oro. Sobreviene el pánico y, como resultado, la crisis, que
luego los economistas llaman crisis de sobreproducción ... No faltan gobiernos que
caen en la trampa; limitan la producción; prohíben sembrar; destruyen cosechas. Y
entre tanto, media docena de personajes acaparan por precios viles las más nobles e
indispensables riquezas del mundo ... En este momento las mejores propiedades de esta
6
Revista de inspiración católica fundada en 1928.
Los Protocolos de los Sabios de Sión, fue un panfleto antisemita sin justificación histórica que comenzó a ser
difundido en 1902 en el que supuestamente se anunciaba un plan de dominación universal de parte de la
comunidad judía
7
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
gran ciudad, las más ricas estancias de la República, van cayendo, por cuatro reales,
en poder de los acreedores hipotecarios judíos.
En Oro reaparecía la infame sombra de los protocolos. La Iglesia Católica era el enemigo
mortal del Gran Kahal. De acuerdo con las caricaturas de judíos que se reproducían en el
libro, la influencia de la Iglesia solo podía debilitarse "propagando las ideas liberales". El
control judío de la prensa ejercitado desde Nueva York, "Vaticano del judaísmo", significaba
que mientras los izquierdistas
asesinan cristianos en México, en España, en Rusia, esto no tiene importancia, ni lo
publican nuestros diarios. Atropellan a un judío en Alemania o en Polonia y
escuchareis la grita del mundo. ¡lntolerancia! ¡Pogrom!, ¡Antisemitismo!, y el mundo
que no ha llorado el martirio de un millón de cristianos en Rusia rasgaría sus
vestiduras porque a un profesor israelita le han quitado en Berlín una cátedra, o
porque en Buenos Aires a un rufián judío lo han echado del país.
Durante dos mil años los judíos venían ejecutando su subrepticio plan para la dominación del
mundo.
Novecientos años antes de Cristo ... comenzó la conquista de la tierra por los hombres
de nuestra raza. La serpiente simbólica partió de Jerusalén bajo el reinado de Salomón.
Cinco siglos tardo en llegar a Grecia, en los tiempos de Pericles... La segunda etapa
fue Roma, en los tiempos de Augusto. La tercera fue. Madrid, en los de Carlos V. La
cuarta, París, bajo Luis XIV. La quinta, Londres con los Rothschild. La sexta, Berlín
con el Imperio Alemán. Siempre después de una guerra hemos aparecido en las
naciones poderosas. En 1580 dominamos San Petersburgo. En 1920 dominamos Nueva
York. En 1950 dominaremos Buenos Aires, y dieciséis años más tarde, la serpiente
habría juntado la cabeza con la cola, en las praderas de Moab, junto al Jordán de
Jericó.
La mayor parte del antisemitismo argentino era el propio de las naciones católicas, alegando
la amenaza que significaban para la religión cristiana y para la identidad nacional.
Precisamente por eso, no era demasiado peligroso. Pero el antisemitismo de Oro se acercaba
mucho al racismo biológico de estilo nazi. "El judaísmo", escribía Martínez Zuviría, "es tan
indeleble como el color de la piel de uno. No es una religión sino una raza. En 1935 hubo
una ola de protestas en contra de Oro centralizada por el Partido Socialista. "La tesis del
autor fascioclerical", acusaba La Vanguardia sarcásticamente,
es que todos los judíos son los únicos culpables de la miseria colectiva y del malestar
general del mundo. Esta tesis es tan inteligente como aquella otra del .mismo Hugo
Wast, según la cual Santa Teresita habría favorecido, no recordamos en virtud de que"
milagrosa influencia, la revolución de setiembre de 1930.
Los nacionalistas fueron hasta tal punto racistas que hombres como Lugones y hasta el
propio Bunge describían a la Argentina como a una nación "blanca", proponiéndose
preservarla como tal. La discriminación racial era común en la política: uno de los insultos
propinados a los yrigoyenistas, por ejemplo consistía en acusarlos de "negritos" o "pieles
rojas". De todos modos, el racismo extremo de Oro solo era excepcional, y en la Argentina
las actitudes de racismo nunca fueron demasiado agresivas. En 1931, por ejemplo,
Franceschi comentaba la muerte de un joven poeta negro brasileño. Anotaba que la "nota
aguda de melancolía, llega de las infinitas amarguras de su raza, en larga peregrinación
dolorosa desde el corazón de África, siempre torturada y despreciada".
Como Oro lo demostraba, los nacionalistas estaban constantemente mirando hacia la Europa
fascista. En 1934, Gálvez publicó un panfleto titulado "Este pueblo necesita". Lo que "este
pueblo necesitaba", de acuerdo con Gálvez, eran las viejas virtudes como el "idealismo", "las
reformas morales" y el destronamiento de los políticos. Pero a esta altura de las
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
circunstancias habían aparecido otras necesidades que ya no llevaban la impronta de la
España del siglo XIX solamente, sino de la Italia y Alemania contemporáneas: "Un heroico
sentido de la vida", "el culto de la juventud". "Ya nadie cree en la duración de la
democracia", escribía Gálvez.
La guerra social comenzara tarde o temprano, y entonces, para evitar el advenimiento
del horror comunista, con sus crímenes, con su satánico poder destructor, con su
aniquilamiento del orden, con su ateísmo militante, será urgente la mano de hierro del
fascismo: violenta, justiciera, salvadora.103
Después de la revolución de 1930 Gálvez fue virtualmente la única figura nacionalista que
siguió apoyando a los radicales. Pero trato de justificar su posición a través de las similitudes
que él encontraba entre el radicalismo y el fascismo. "Un radical auténtico", declaraba,
no está muy lejos del fascismo: es nacionalista, cree que hay que hacer obra para el
país y simpatiza con los procedimientos rápidos y aun violentos ... El Partido Radical
aspira, como el fascismo italiano, a hacer obra para el país dentro de un marco de
orden, respetando las tradiciones religiosas, familiares y sociales
En los escritos discursivos y frecuentemente incoherentes de Enrique Osés, otro antisemita
extremo que por entonces editaba Crisol, el nacionalismo a veces significaba "una base para
un retorno a la tradición, al pasado, a los sentimientos auténticamente argentinos, a las
virtudes específicamente criollas". Pero también retrataba al movimiento en un militante
estilo fascista, que requería de un Estado capaz de dominar la estructura económica y
financiera. Bajo una dictadura nacionalista, declaraba, "el Estado se convertiría en 'director' y
no en 'dirigido'", rigiendo a los individuos a partir de un poder ilimitadamente autoritario. Del
mismo modo, a veces combinaba justificaciones escolásticas de la autocracia con elementos
procedentes del fascismo italiano según los cuales el Duce había heredado los poderes de los
emperadores romanos.
Los nacionalistas admiraban a la Italia fascista por haber "infundido un enorme orgullo de su
nación" que contrastaba con "la indiferencia o debilidad de carácter de muchos
conciudadanos nuestros". Hacia 1934, Carlos Ibarguren prácticamente hablaba como un
fascista al proclamar la llegada de "la hora de la organización de las masas". Sánchez
Sorondo admiraba a Mussolini "porque hacia brillantes discursos". Establecía una distinción
entre los "ascéticos" del nacionalismo a los que llamaba "religiosos", "monárquicos", y los
"políticos" que eran "fascistas, acérrimamente fascistas". En una ocasiones, los nacionalistas
usaron la expresión de Mussolini "la política de las cosas", que significaba un compromiso
con la acción incesante y con la vitalidad que los fascistas pretendían representar. Así, una
de las justificaciones de la dictadura era que ésta habría de "impulsar las cosas, acallara las
disensiones ideológicas, hará obra concreta"." En su "Carta a Jacques Maritain", publicada en
1937, Pico, un importante intelectual clerical, argumentaba que los católicos estaban
deseando aliarse a los fascistas para salvar al mundo del comunismo. En ese mismo año, el
sacerdote Meinvielle juzgaba al fascismo como "menos totalitario" que la democracia liberal
porque esta suprimía "el poder del espíritu" y hacia de la sociedad la víctima de una
burguesía voraz.
Los raptos de nihilismo destructivo de los nacionalistas también evocaban a los fascistas. En
1935, Federico Ibarguren percibía grandes similitudes entre el intento de la Legión Cívica
para detener la deposición de Martínez de Hoz en la provincia de Buenos Aires y las
tumultuosas guerras de la independencia cien años antes. Creía que entonces, como en ese
momento, la única solución para terminar con la "anarquía" era la dictadura.
Hoy vivimos ... el prólogo de otra anarquía (análoga a la histórica de 1820) ...
Así, cuando la paz social hoy a hecho crisis definitivamente, otro Rosas tendrá
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
que tomar de nuevo el gobierno, y poner orden: pero esta vez con ametralladoras,
flotillas de aviones y bombas. ¡Y cómo van a temblar los liberales¡
De todos modos, aun en este punto, en la etapa prebélica del fascismo europeo, las
conexiones clericales y elitistas de los nacionalistas seguían limitando sus emulaciones
fascistas. Cuando en 1931 Carulla fundó el periódico Bandera Argentina, adopto el slogan de
Mussolini "Roma o Moscú". No obstante, los fascistas italianos que visitaban la Argentina
encontraban que esta publicación era meramente "patriótica" e insuficientemente "social
revolucionaria". No entendían como nunca atacaba abiertamente al presidente Justo y por
qué "el movimiento no lograba consagrar su unidad".
Comúnmente, los nacionalistas criticaban al fascismo por "burocratizar y usar" a la religión.
En 1930, Meinvielle se malquistó con Lugones por "invocar en otras palabras la razón de
Estado de Maquiavelo ... como si el Estado fuese un fin último". El pensamiento de Lugones,
decía, era "simplemente el cesarismo que sacrificaba las iniciativas personales a la voluntad
del Dios-Estado". En 1933, Julio Irazusta entendía que "el fascismo italiano o el nazismo
alemán no son modelos a imitar sino ejemplos de soluciones distintas del liberalismo ... una
prueba de que el espíritu humano puede hallar la solución a las más complicadas
situaciones". La campaña llevada a cabo por Mussolini en contra de los católicos en 1931
suscito quejas en la Argentina en oposición del "espíritu presuntuoso e insolente que no
admite la más mínima sombra de libertad para el resto de los ciudadanos que no piensan ni
obran según lo ordene el 'Duce'". En la Argentina, como lo había señalado Uriburu, el
fascismo no era más que una de las tantas "ideologías importadas sin bases firmes en el
pasado vernáculo". Otras críticas señalaban al fascismo como "pagano", promotor de "el
culto idólatra de la Nación", "una exaltación fanática del Estado". "Este nacionalismo pagano
nos retrotraerá dos mil años antes de Cristo". Como lo expresaba otro observador, "el
fascismo había surgido de la experiencia laicista y socialista del siglo XIX", opuesta al
nacionalismo, fundado en el "antiguo culto hispánico de la personalidad". Citando a la
encíclica Ubi Arcano Dei, difundida en tiempos de la Marcha sobre Roma, Franceschi
deploraba el "fanatismo que deifica la Nación ... el nacionalismo materialista ... que es
instinto, concupiscencia, pasión".
Coherentemente con sus alegatos tradicionales e impulsos reaccionarios los nacionalistas no
intentaron explotar las potencialidades políticas de las mujeres. Franceschi entendía que las
mujeres no merecían ninguna otra consideración fuera de "su protección". Las mujeres,
señalaba, veían a la vida "desde un punto de vista particularmente sexual" que les producía
"una irritada sensibilidad". A principios de los años 30, alguna "damas" se unieron a la
Legión Cívica, pero luego volvieron a sus tradicionales tareas caritativas en la Sociedad de
Beneficencia. En la prensa nacionalista prácticamente no existían escritoras, y solo
ocasionalmente aparecían artículos escritos por españolas que luego se imprimieron en
Buenos Aires. Los nacionalistas que se oponían a toda forma de votación se encolerizaban
cuando oían hablar del voto femenino, pese a que un grupo destacó en 1935 que las
mujeres en España votaban por los conservadores y que, por lo tanto, era posible aceptar
que votaran en tanto estuviesen casadas y tuvieran hijos. En 1936, Crisol describía al
número de mujeres que ingresaban en el mercado de trabajo como una "invasión" y como
"una inversión de la sociedad cristiana ... la desmoralización de los hombres". Las mujeres
debían volver al hogar, "como estaba ocurriendo en Alemania e Italia". Luego de 1945, Mario
Amadeo, joven nacionalista de los años 30, intento sintetizar las relaciones entre el
nacionalismo y el fascismo. En el nivel del respeto por la libertad y la autoridad, los años 30
reflejaban la "crisis general de las instituciones encargadas de preservarlas". Estas
condiciones hacían imposible evitar que muchos jóvenes adhirieran a aquellos que urgían al
"fortalecimiento de la autoridad debilitada". Mussolini, continuaba, "quien encarn6 la defensa
del orden quebrado por la anarquía de posguerra ... contribuyó a determinar la inclinación de
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
los jóvenes de la década del 30 hacia la nueva corriente". Aun así, el nacionalismo nunca
había sido "una servil imitación, un plagio grosero".
Observaban el ascenso de Hitler y del nazismo un poco con envidia y admiración, pero
tamborín con temor, y aun con cierta repugnancia. En setiembre de 1930 Carulla sugería que
los seis millones de votos que habían obtenido los nazis en las elecciones del Reichstag
representaban "la esperanza en medio del caos". Pero en 1936, Alberto Ezcurra Medrano
describía al movimiento nazi como "un exagerado nacionalismo condenado por la Iglesia,
producto de los cuatrocientos años de apostasía" que habían sucedido a "El Error", como se
denominaba a la Reforma protestante. En 1932 Franceschi pensaba que Hitler "no era mejor
que los comunistas" porque intentaba "restaurar la religión de Valhalla". Comparaba al
nazismo con el Ku Klux Klan8, al que denominaba como "anticristiano y antihumanista". Más
tarde, Carulla denunció haber sido tentado con sobornos para darle a la revista Bandera
Argentina una orientación pro nazi, cosa que rechazo tajantemente. Cuando en 1938 se
apartó del movimiento, lo hizo rechazando el ataque que los nazis austríacos le habían
propinado al primado católico de Austria, En su ultimo artículo, denominado "iBasta!",
expresaba:
Es índice de mi repugnancia ante tan monstruoso desmán. En su texto, luego de
expresar los motivos que había tenido antes para contemplar con cierta simpatía los
prístinos aciertos de Hitler, manifiesto rotundamente mi execración a su política
agresiva e inhumana, así como las tendencias paganas de sus secuaces.
Richard Meynen, un diplomático nazi enviado a la Argentina, escribía a sus superiores en
1939: "La nueva Alemania ... es contemplada como hostil a la cultura porque se cree que
amenaza a la Iglesia católica". Pese a que el antisemitismo nazi tuvo un gran impacto en
escritores como Martínez Zuviría y Oses, la adhesión abierta a organizaciones nazis
prácticamente quedó en la Argentina circunscripta a miembros de la colectividad alemana o
a sus descendientes. En junio de 1939, el parlamentario Raúl Damonte Taborda hizo
sensacionales denuncias sobre la actividad de las organizaciones nazis en la Argentina.
Las actitudes de los nacionalistas hacia la España de Franco contrastaban respecto de las
que manifestaban hacia los fascistas y hacia los nazis. Uno de los mayores ingredientes de
los tempranos escritores nacionalistas encabezados por Gálvez eran las simpatías que
profesaban por España. Hacia principios de los años 30 se tornaron muy receptivos de la
"hispanidad", una idea inventada por los conservadores españoles y extendida en la
Argentina por visitantes como Ramiro de Maetzu, quien proclamo los indelebles vínculos
espirituales entre España y sus antiguas colonias americanas. En los años 20 apoyaron
firmemente al régimen del general Miguel Primo de Rivera. Luego de su caída en 1929 y de
la abdicación de Alfonso XIII dos años más tarde, observaban la profundización de la crisis
española con alarma y aprehensión creciente. En 1931, Gálvez denuncio la quema de iglesias
como un síntoma de la "mexicanización" de España, "pero no me extrañaría que comenzara
pronto algo peor: la bolchevización de Espana". Federico Ibarguren quedó seducido por José
Antonio Primo de Rivera debido a que su pensamiento era "totalmente cristiano ... libre de
las fantasías racistas de Hitler y de Rosemberg". Franceschi negaba que Franco fuera
fascista, como lo demostraba su apoyo a la devolución de poderes a los municipios, la
redistribución de la propiedad y su propósito de instaurar solo una breve dictadura.
En julio de 1936 apoyaron en masa la rebelión de Franco. "Están en peligro nuestros
conceptos de vida", escribió Gálvez,
8
Organización racista de los Estados Unidos
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
de la familia, de la moral y hasta de la dignidad de la mujer. Está en peligro nuestra
religión católica. Está en peligro hasta nuestro idioma, que será cada día más
bastardeado por voces y modismos extranjeros.
Franco simbolizaba la "misión heroica de la autentica Cristiandad", al tiempo que la Guerra
Civil Española no era otra cosa que la opción entre "los superiores valores culturales y
religiosos de Occidente y la barbarie marxista", Franco, se entusiasmaba Franceschi, "estaba
inspirado por un deseo de 'justicia social'. (Estaba construyendo) un puente entre las
tradiciones españolas y la modernización". La intervención de Italia y de Alemania en la
Guerra Civil, declaraba Carlos Ibarguren, se justificaba por "los apoyos recibidos por el
gobierno rojo español" de la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia. Esta alianza
demostraba que liberalismo y comunismo eran padre e hijo. España se convirtió en la terrible
lección de lo que podía llegar a ocurrir en la Argentina si los detestables radicales volvían al
poder, debido a que la democracia ocultaba siempre al comunismo, Laferrere veía por
entonces más imprescindible que nunca establecer una dictadura para evitar correr la suerte
de España. En suma, la España nacionalista se convirtió en el gran modelo de la Argentina
nacionalista.
Los campos de España dan testimonio de Dios en la sangre de sus mártires y de sus
héroes. En comunidad de fe y confortados en su ejemplo, emprenderemos nuestra
lucha.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 8
EL PACTO ROCA – RUNCIMAN
A partir de la lectura del capítulo “El Pacto Roca-Runciman y el Problema de las Carnes”,
escrito por el historiador argentino Mario Rapoport, en su libro Historia Económica, Política
y Social de la Argentina, responder a la siguiente grilla de preguntas.
1) ¿Cuál es la motivación por la cual Gran Bretaña y Argentina comienzan a realizar
acuerdos comerciales como el de la Misión D´Abernon para afirmar su relación
económica?
2) ¿Cuál era la posición de Estados Unidos frente a estos acuerdos?
3) Explique en qué contexto económico interno se comienza a negociar el Pacto RocaRunciman con Inglaterra en 1931-32
4) En qué consistió la Conferencia de Ottawa y cuál fue la consecuencia que trajo para el
negocio de carnes de nuestro país.
5) Frente a la negociación del pacto a qué aspiraba Gran Bretaña y a qué aspiraba
Argentina.
6) Realice un cuadro en el que en una columna describa cuáles fueron los beneficios que
obtuvo Argentina del Pacto Roca-Runciman y cuáles los beneficios que obtuvo Gran
Bretaña.
7) ¿Qué opina usted de la frase pronunciada por el canciller argentino firmante del pacto,
Julio A. Roca (h), luego de concluir las negociaciones?
8) Investigue que diferencia a los invernadores de los criadores de ganado vacuno, y
mencione qué decisión del gobierno de Justo benefició a unos y cuál a otros.
9) ¿Quiénes eran realmente los verdaderos “dueños” y beneficiarios del mercado de
carnes en la Argentina? ¿De qué origen eran mayoritariamente esas empresas?
10) Explique brevemente el grave episodio en que derivó la investigación del negocio de
las carnes en el Senado Nacional.
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
EL PACTO ROCA – RUNCIMAN Y EL PROBLEMA DE LAS CARNES
M. Rapoport
La disminución del dinamismo en las relaciones económicas de la Argentina con Gran
Bretaña hacia fines de los años '20 y su importancia para los sectores más tradicionales del
país sudamericano se manifestaron en un creciente interés por lograr una solución de los
problemas que afectaban los vínculos bilaterales. Por eso, en 1929 se realizo el primer
intento de convenio bilateral con Inglaterra, que puede tomarse como el antecedente más
importante del futuro Pacto Roca-Runciman.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Ese año, en el marco de una visita a varios países de Sudamérica, llego una misión británica
a la Argentina encabezada por Lord D'Abernon, que arribo a un acuerdo con el gobierno de
Yrigoyen por el cual se estableció un crédito reciproco por 100 millones de pesos oro para la
compra de material ferroviario por parte de nuestro país, a cambio de carnes y cereales. La
misión D'Abernon tenía como principal objetivo la recuperación de ciertas industrias
británicas que se encontraban en declinación y no podían resistir ya una competencia libre
frente a las firmas de otras potencias y a la aparición de bienes sustitutivos, como el
transporte automotor y el petróleo.
En el informe presentado para dar cuenta de su misión a la Argentina, Lord D'Abernon
señalaba que "la Argentina, especialmente, no puede depender del mercado británico abierto
y menos aun de la capacidad y de la buena voluntad británicas para absorber una cantidad
mayor de sus productos, a no ser que se asegure ofreciéndonos facilidades para el comercio
reciproco". Pero al mismo tiempo reconocía que Gran Bretaña no había sabido aprovechar
plenamente las ventajas que tuvo en el pasado, y ahora hacia frente a una competencia muy
marcada de otros países, sobre todo de los Estados Unidos, por lo cual también le era
conveniente estimular las relaciones económicas y comerciales con la nación del Plata.
No es de extrañar que para el cónsul norteamericano en Buenos Aires, el tratado se hacía
con el solo fin de perjudicar a los Estados Unidos, y el mismo embajador británico reconocía
que el convenio representaba un regalo de 7 a 8 millones de Libras para las industrias
británicas sin ventajas aparentes para la Argentina. Porque no significaba un aumento de las
exportaciones argentinas, sino un comercio "atado" a la compra de productos ingleses. Sin
embargo, el Convenio Oyhanarte-D'Abernon no llego a será aprobado por el Congreso
(donde Yrigoyen vela generalmente bloquear sus proyectos por la oposición) antes del golpe
de Estado de setiembre de 1930, y, por lo tanto, no tuvo vigencia. A pesar de ello. lo que no
se logró concretar a través suyo, se consiguió en parte, más tarde. En mayo de 1933 con el
Pacto Roca-Runciman.
En tanto, la depresión mundial afectaba seriamente el sector ganadero argentino. La
reducción del poder adquisitivo en el extranjero determinó una grave contracción de la
demanda de carne local. El volumen de exportaciones cárnicas a ultramar descendió en más
del 25% entre 1929 y 1932, y si bien el consumo interno aumentó levemente, las matanzas
de vacas anuales de 1931 y 1932 fueron menores con respecto a los años anteriores a la
crisis. Debe agregarse que, al tiempo que disminuía el volumen exportado, también caían los
precios.
A mediados de 1932 se sumo a este fenómeno el hecho de que los países del
Commonwealth9 se reunieron en la Conferencia de Ottawa solicitando un retorno al sistema
proteccionista de "preferencias imperiales" a fin de defenderse de la crisis. Esto significaba
para el Reino Unido, abandonar los principios del "librecambio" por los cuales había bregado
desde mediados del siglo XIX. Se desarrollo así una serie de convenios destinados a
consolidar la unidad económica del imperio, y Gran Bretaña se comprometió con Australia y
Nueva Zelanda a que la importación de carne enfriada "extra imperial" seria mantenida al
nivel de las importaciones de junio de 1932, cuando las exportaciones argentinas acusaron
uno de sus niveles más bajos de casi toda la década. En relación con el mismo año base las
importaciones de otras regiones se reducirían en seis etapas trimestrales a solo el 65% de su
nivel anterior. Se privilegiaba de ese modo en el comercio británico a los países del
Commonwealth mientras que la imposición de cuotas (y la reducción de las importaciones)
para los productos argentinos constituía una realidad. Los ganaderos argentinos podían
perder a sus clientes más valiosos.
9
El Commonwealth es una unión de naciones que fueron colonias de Inglaterra. Por supuesto que en 1932
muchas de esas naciones eran todavía colonias británicas.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Por otro lado, como consecuencia del control de cambios argentino las ganancias de las
compañías británicas, sin posibilidad de ser remitidas, comenzaron a acumularse en Buenos
Aires, mientras que el aumento de los gravámenes aduaneros preocupaba a muchos
exportadores británicos cuyos productos habían gozado de franquicias.
La Sociedad Rural Argentina comenzó, entonces, a presionar al gobierno de Justo para que
se emprendiera una acción diplomática a fin de ayudar a los ganaderos locales a mantener
su participación en el mercado del Reino Unido y arrebatar el control del comercio exterior al
pool frigorífico anglo norteamericano. El gobierno conservador, muy receptivo a esta presión,
envió a Londres, en 1933, una misión encabezada por Julio Argentino Roca (h),
vicepresidente de la Nación, para negociar el mantenimiento de la cuota argentina de carne
enfriada en el mercado británico.
¿Cuáles eran los condicionamientos que se planteaban cuando viajo la misión Roca? Por el
lado argentino, la principal preocupación era, evidentemente, la amenaza de reducción de la
cuota de importación de carnes para los países ajenos al Commonwealth, como la Argentina.
También perjudicaba la implementación de licencias de importación, que oficializaban el pool
de los frigoríficos imponiendo el control del comercio de carnes por parte de Inglaterra. Pero,
al mismo tiempo algunas medidas del gobierno argentino afectaban los intereses británicos,
como el control de cambios y el incremento de aranceles, Así como inquietaba la situación de
diversas empresas y compañías británicas (de seguros, ferroviarias, tranviarias) y de los
negocios vinculados a la obtención de contratos públicos.
Por consiguiente, tanto para la Argentina como para Inglaterra había elementos diversos de
negociación, cuando viajo la misión Roca —con el pretexto de devolver una visita del
príncipe de Gales a nuestro país— a negociar el mantenimiento de la cuota de carnes para la
Argentina lo que Gran Bretaña pretendía era una asignación preferencial de las divisas, un
desbloqueo de fondos congelados y una reducción de los aranceles. A cambio, estaba
dispuesta a aceptar la suspensión temporaria del pago de los intereses de la deuda externa.
La Argentina, por su parte, pedía que no se redujera la cuota de chilled o carne enfriada, y
que el gobierno local mantuviera el control de esa cuota.
Los ingleses no se hallaban tan seguros en su posición negociadora. Un memorándum del
Foreign Office10 de la época señalaba: "...se puede hacer cualquier cosa con una bayoneta
menos sentarse sobre ella. Hemos inducido a los argentinos a negociar por miedo (...) no
vamos a poder seguir adelante solamente con miedo (...) Si dejamos pasar esta etapa, hay
un peligro real de una reacción violenta en la Argentina".
Sin embargo, la firma del polémico Pacto Roca-Runciman, el 1° de mayo de 1933, no
ofreció demasiadas ventajas para la Argentina, mientras satisfacía la mayor parte de los
pedidos del lado británico. En forma resumida, el Pacto aseguraba una cuota de carne
enfriada en el mercado inglés (en un monto un 10% menor que la cantidad importada hasta
junio de 1932, la más baja de los últimos años), e Inglaterra concedía una participación a los
frigoríficos nacionales para la exportación de carne argentina mediante una cuota del 15%
que tardó varios años en poder hacerse efectiva. A cambio, Gran Bretaña lograba diversas
medidas que favorecían a los intereses británicos. Así, por ejemplo, se garantizaba, a través
del mecanismo del control de cambios, la cantidad de divisas necesarias para hacer frente a
las remesas11 corrientes al Reino Unido en un volumen igual a las ventas de productos
argentinos hacia aquel país (lo que constituía un evidente privilegio respecto de otras
naciones); se asumía el compromiso de tratar de una manera "benevolente"—o sea, en
forma preferencial— las inversiones inglesas; y se aceptaba no incrementar los aranceles12
10
Es el Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña
Remesas es el envío de las ganancias de una empresa extranjera a su país de origen.
12
Aranceles son los impuestos aduaneros que los países cobran por las importaciones de productos extranjeros.
11
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
sobre algunas importaciones británicas como el carbón, e incluso reducir los aranceles para
otros productos de ese origen. La famosa frase de Julio A. Roca (h), celebrando la firma del
pacto, en el sentido de que la Argentina era "por su interdependencia reciproca, desde el
punto de vista económico, una parte integrante del Reino Unido", parecía hacerse realidad.
El problema en la evaluación del Pacto Roca-Runciman consiste en saber, de todos modos, si
realmente el comercio de carnes era fundamental para la Argentina o solo lo era para un
sector económico particular y en establecer si no podía negociarse de otra manera,
considerando, por ejemplo, que el envió de las remesas por intereses y dividendos, que
preocupaba mucho a los ingleses, se hallaba prácticamente bloqueado por el control de
cambios y que el monto anual de esas remesas, que se calculaba en cerca de 15 millones de
libras esterlinas, era casi idéntico al de las exportaciones de carne enfriada al Reino Unido, lo
que podía haber constituido un elemento de negociación importante. Además. Inglaterra
dependía en gran medida de las exportaciones argentinas, y en particular de la carne
enfriada, debido a las distancias, ya que los barcos frigoríficos no garantizaban que los
productos de otros países competidores llegaran en buenas condiciones al mercado
británico. En esa cuestión, el facto de Ottawa era más un fantasma que una amenaza real
para la Argentina.
Sin embargo, si el Pacto Roca-Runciman evitaba una brusca contracción de las exportaciones
de carnes, no aseguraba la posición de los ganaderos. El carácter oligopólico de los
frigoríficos y la falta de control estatal en el negocio les permitía a aquellos ejercer
plenamente su poder de compra, clasificando la calidad de las reses y manejando los precios
de manera arbitraria. Los ganaderos volvieron, entonces, a reclamar la intervención del
Estado en su defensa aunque la división entre criadores e invernadores se hizo manifiesta en
las discusiones sobre el alcance de la intervención. Los primeros pretendían una organización
de productores con participación directa en la industrialización y comercialización de las
carnes, mientras que los segundos solo exigían un marco regulatorio, pero rechazaban la
idea de que el Estado se inmiscuyera directamente en la gestión de las empresas.
Finalmente, el 29 de setiembre de 1933, se aprobó la ley que creaba la Junta Nacional de
Carnes. Sin recoger sus planteos en bloque, la ley se inclinaba a satisfacer las demandas de
los invernadores. Aun Así, contemplaba la creación del Frigorífico Nacional de la Capital y de
la Corporación Argentina de Productores de Carne (CAP), organismo que iba a ser dirigido
durante largo tiempo por Horacio Pereda, un notorio dirigente criador.
Los frigoríficos continuaban, sin embargo, ejerciendo su dominio. Mientras los precios en el
mercado ingles habían comenzado a subir, ellos pagaban a los ganaderos un precio cada vez
menor. Por eso, en 1934, Lisandro de la Torre, senador por Santa Fe, declaró que los
ganaderos aun estaban siendo explotados por los frigoríficos. Propuso, entonces, que se
designara una comisión dedicada a la investigación de maniobras perjudiciales para los
productores en la industria de la carne, moción aprobada el 1° de setiembre de 1934. La
investigación llevo seis meses, en los que la Comisión Investigadora del Comercio de Carnes
debió luchar contra los obstáculos que sistemáticamente le ponían tanto el gobierno nacional
como los propios frigoríficos.
Un acontecimiento muy conocido permite graficarlas obstrucciones al trabajo de la Comisión.
El frigorífico Anglo se había negado a entregar los cálculos de sus costos de producción, que
tenía en Buenos Aires, pero tres estibadores portuarios denunciaron que las planillas
correspondientes estaban siendo enviadas a la casa matriz en el vapor "Norman Star"
colocadas en más de veinte cajones con el rotulo de corned beef, cubiertos por bolsas de
estiércol.
A pesar de las dificultades, tanto el informe de la mayoría de la Comisión como el presentado
por el senador De la Torre en minoría lograban mostrar flagrantes irregularidades. Se
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
señalaba, por ejemplo, la falta de fiscalización gubernamental en las declaraciones del
impuesto a los réditos para el caso de los grandes frigoríficos extranjeros, que contrastaba
con el gran celo puesto en el control de los frigoríficos de origen nacional. Esto, sumado a
las amplias evidencias de que el pool de frigoríficos estaba evadiendo una parte importante
del tributo permitía sospechar de la connivencia de algunos funcionarios en una estafa al
Estado. También recibían esos frigoríficos un tratamiento "preferencial" en la Comisión de
Control de Cambios a la hora de negociar las divisas obtenidas.
Se acusaba, sobre todo, a los empresarios de los frigoríficos de dominar por completo el
mercado de la carne, lo que permitía manejar de manera discrecional el precio del ganado,
independientemente de las fluctuaciones de los precios en Smithfield (el mercado de
Londres), favoreciendo a un pequeño número de invernadores y expoliando a la inmensa
mayoría de los productores. Los frigoríficos imponían, además, condiciones inhumanas de
trabajo a los obreros, a quienes pagaban salarios miserables. Su poder, con el apoyo del
aparato burocrático del Estado, era utilizado también para forzar una descapitalización de los
pequeños frigoríficos competidores y para desplazarlos por completo del mercado de
exportación o absorberlos.
Se señalaba, además, que las leyes que creaban la Junta Nacional de Carnes y la CAP eran
utilizadas discrecionalmente en provecho del grupo oligopólico de frigoríficos extranjeros y
del grupo ganadero más vinculado a ellos, desvirtuando los objetivos iniciales que apuntaban
a encontrar una solución a los productores y frigoríficos menos poderosos.
En especial, el ataque del político santafesino consistió en denunciar no solo la acción
distorsiva del monopolio de los frigoríficos, sino también la complicidad del gobierno en las
maniobras de dichos empresarios. La discusión término, luego de varias semanas de
tratamiento del tema, con el asesinato, en el mismo recinto del Congreso, de otro senador
por Santa Fe, Enzo Bordabehere, amigo de Lisandro de la Torre, y a quien iban dirigidos
aparentemente los disparos, uno de los crímenes más impactantes de la historia política
argentina.
Luego de estos acontecimientos, además del repudio del crimen, lo que quedo en evidencia
fue que la conducta de los frigoríficos era claramente ilícita. La Prensa, uno de los diarios
más influyentes de Buenos Aires, expresaba, el 31 de julio de 1935, lo que pensaba la
opinión pública:
"Creemos que estamos en presencia de uno de los trabajos parlamentarios más útiles
realizados hasta hoy en el país, y el hecho de que haya sido ensombrecido por un crimen
que constituye una gran vergüenza no le resta trascendencia. La investigación del Senado ha
adelantado en varios años la solución, que no puede ser fácil, del problema ganadero
nacional en todo lo que se relaciona con el comercio exterior e interior de carnes...".
"De hoy en adelante, ni la actual administración ni sus continuadores podrán permanecer
impasibles ante los procedimientos monopolistas, violaciones de leyes y evasiones de
impuestos que se han demostrado, so pena de incurrir en las más severas sanciones morales
de la opinión pública. Eso se ha ganado hasta ahora en la Jornada."
El Acuerdo Roca-Runciman tenía una duración de tres años. Al culminar su periodo de
vigencia en 1936, ambos gobiernos iniciaron una nueva ronda de negociaciones. La
coyuntura presentaba ahora características diferentes de las existentes en 1933. El gobierno
británico se encontraba bajo una fuerte presión de los propios ganaderos ingleses, que
demandaban simultáneamente protección frente a la competencia extranjera y apoyo
financiero oficial. Por eso, en el nuevo tratado —conocido como "Malbran-Eden"— las carnes
argentinas fueron gravadas con un arancel del 20% sobre el precio de venta, que se
utilizaría para subvencionar a los ganaderos británicos. A cambio de ello, el gobierno
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
argentino adquiría el derecho de distribuir los permisos de exportación entre los frigoríficos,
aunque las criticas de las organizaciones rurales en las que tenían influencia los criadores
apuntaron al hecho de que las cuotas no sufrieron modificaciones sustanciales con respecto
al periodo previo, en el que eran manejadas por el gobierno inglés. El nuevo tratado ponía
de manifiesto con más claridad que el anterior la debilidad del gobierno argentino en las
negociaciones y la creciente dificultad para sostener los pilares de la estructura productiva de
la Argentina.
Para compensar las pérdidas que el nuevo tributo británico podía acarrear a los ganaderos y
a los frigoríficos, el gobierno implemento un subsidio y un tipo de cambio diferencial para las
divisas liquidadas por los frigoríficos. De esa manera, el precio final de venta del chilled beef
argentino en el mercado londinense no sufriría alteraciones a pesar del impuesto y las
exportaciones no se verían alteradas. Así, el erario público, nutrido por los contribuyentes
argentinos se hacía cargo del subsidio a los ganaderos británicos.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 9
EL PAÍS URBANO. MODERNIZACIÓN Y OCIO EN LA
DÉCADA DE 1930
A partir de la lectura del capítulo “País Urbano o País Rural: La modernización territorial y su
crisis”, escrito por los historiadores argentinos Anahí Ballent y Adrián Gorelik, de la
colección Nueva Historia Argentina, responder a la siguiente grilla de preguntas.
1) Cuál era la doble vía de objetivos que perseguía el impulso al turismo que se plantea
en nuestro país a partir de la década de 1920.
2) Qué sectores sociales tenían acceso a este impulso turístico, y por lo tanto qué sector
social quedaba fuera, y cuáles eran los centros geográficos más promocionados para
ello.
3) Mencione usted algunos factores que resultaron esenciales para este incremento de la
actividad turística a partir de 1930.
4) ¿De quién será la responsabilidad de liderar e impulsar el desarrollo turístico en la
primera mitad del siglo?
5) Qué relación se establece entre la creación de los parques nacionales, la gendarmería y
la política de impulsa turístico.
6) Cuál fue el rol jugado por el arquitecto Bustillo y cuáles eran sus ideas respecto al
fomento del turismo.
7) En qué aspectos incidió la difusión del uso del automóvil en las prácticas sociales del
ocio de los argentinos.
8) Cuál fue el cambio más sustancial de la modernización edilicia de la ciudad.
9) Cuál fue el cambio conceptual que impone la aparición de la vivienda de renta
respecto a la anterior idea que se tenía de una casa.
10) De qué modo se logró cambiar la imagen de Buenos Aires en la década de 1930 y
convertirla en una “ciudad moderna”
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
EL TERRITORIO COMO ESPACIO DEL OCIO
Anahi Ballent y Adrián Gorelik
El turismo
Desde los años veinte, el turismo dentro del país había sido impulsado como recreación
masiva por periódicos modernizadores de los hábitos sociales como Crítica, que destinaba
corresponsales en las zonas pintorescas del país. Se otorgaba al turismo una función
"civilizadora" de doble vía, vinculada al conocimiento del país: "desprovincializar" a los
habitantes del interior, para borrar los rastros de "odioso regionalismo", y "argentinizar" a los
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
porteños, que "conocen en sus mínimos detalles el Paris elegante" pero "ignoran
paladinamente como se vive en el interior de su propia tierra". Esos movimientos se creían
indispensables para la constitución de una "nacionalidad moral", como sostenía Critica en
setiembre de 1922. La expansión del turismo tenía dos vertientes: el arraigo a los sitios
argentinos del turismo de elite, invirtiendo el hábito prestigioso del viaje a Europa, y la
incorporación de los sectores medios y populares al nuevo turismo masivo.
Las primeras ampliaciones en ambos sentidos habían comenzado durante los años de la
Primera Guerra Mundial, pero el progreso más notable ocurrió en la década del veinte, con la
consolidación de las clases medias aunada a la difusión del automóvil y a ciertas políticas
sectoriales, como la de la comuna de Mar del Plata controlada por el Partido Socialista, tal
cual demuestra Elisa Pastoriza. El principal desarrollo se experimentó en esa ciudad y en las
sierras de Córdoba: tanto la elite como las clases medias preferían, frente a la sublimidad de
ciertos escenarios naturales, la suavidad y benignidad de los paisajes pintorescos, aquellos
espacios naturales colonizables por el hombre de manera relativamente sencilla y que aludían
a la naturaleza como sereno y confortable marco de la vida social. Más aun, el veraneo de la
elite tuvo siempre una marcada predilección por aspectos mundanos y de interacción social.
La ruleta era un elemento imprescindible para atraerla; clubes, cines, posibilidades de
prácticas deportivas diversas, confort, eran factores necesarios para satisfacer gustos
sofisticados y formas de sociabilidad complejas, que serian también adoptadas por los sectores
medios.
Ese doble proceso de ampliación registro un salto cualitativo en los años treinta. En el caso
del turismo de elite, el viaje a Europa se vería nuevamente postergado, en principio por la
crisis y el control de cambios, más tarde por el clima bélico. En el caso del turismo masivo,
transformaciones legislativas como el sábado ingles de 1932 o las vacaciones pagas, que se
sancionaron por primera vez para el sindicato de comercio en 1934, favorecieron la generalización del habito entre la clase media, alentando un proceso que luego extendería el
peronismo a los sectores obreros. Ciertas instituciones, como la Asociación Cristiana de
Jóvenes, la Casa de la Empleada y el Club Argentino de Mujeres, disponían de casas de
veraneo para sus asociados en Sierra de la Ventana, Cosquín y Mar del Plata, comenzando a
trascender así las posibilidades de acceso individual al veraneo y esbozando las bases de lo
que sería más tarde el turismo sindical.
En el mismo sentido, pero dentro de la acción estatal, a fines de la década la ley 12.669
disponía la construcción de hosterías y hoteles de turismo en San Luis, La Rioja, Catamarca:
El incremento del turismo en esos años puede medirse a través del caso de Mar del Plata,
donde las cifras de turistas pasaron de 65.000 en 1930 a 380.000 en 1940, registrando así
casi el 500% de aumento.
El cambio fundamental que se produjo en los años treinta radico en la actividad estatal, en la
cual la expansión de la red caminera jugó un rol central. La pavimentación de la ruta 2 a Mar
del Plata, inaugurada en 1938, fue un hito en el proceso de ampliación del turismo, del
mismo modo que el nuevo equipamiento urbano promovido por el gobierno provincial, como
el balneario de Playa Grande de 1935 y la nueva rambla con el Casino y Hotel Provincial
iniciados en 1938, todas obras de Alejandro Bustillo. Mar del Plata se publicitaba entonces
como "la ciudad de todos", en el aparente convencimiento de que el avance de los sectores
medios podía no ser contradictorio con la permanencia de la elite, que se mantendría fiel al
carácter mundano de la ciudad si su equipamiento era modernizado e incrementado. Mar del
Plata, entonces, constituía la expresión más clara del doble sentido en que era pensada la
ampliación del turismo, y de la forma en que era usado lo que se consideraba su también
doble base material, rutas y equipamiento. Allende Posse, Director de Vialidad, expresaba
sintéticamente en un artículo de la revista El Hogar el doble carácter de tal base material: "El
turismo —decía— necesita caminos... y cocineros."
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
En la presentación que hacía de su primer número extraordinario dedicado al turismo, en
noviembre de 1933, El hogar parecía continuar las expresiones del diario Critica de la década
anterior: "Fomentar el turismo es hacer obra patriótica [...] (El viaje a Europa debe dejar de
constituir) el objetivo de los ricos y el ideal de los pobres que aspiran a un mejor estado de
fortuna para alcanzarlo". Sin embargo, la diferencia sustancial entre los textos de las dos
publicaciones es que el autor de este último era Manuel R. Alvarado, ministro de Obras Publicas:
era el Estado quien ahora lideraba un proceso que había sido reclamado anteriormente por
sectores progresistas o modernizadores de la sociedad.
Los parques nacionales
"Conocer la patria es un deber": el lema que se imponía en otra de las creaciones estatales
destinadas a la promoción del turismo, la Dirección General de Parques Nacionales, dirigida
por Exequiel Bustillo, mostraba a su vez la sintonía con los eslóganes, que difundía entonces
YPF. "Crear mercado", "Defender la producción nacional", "Conocer el país": la coincidencia
de eslóganes es sintomática y muestra una concatenación de ideas que vinculan distintos
campos de acción sobre el territorio nacional. La Dirección General de Parques Nacionales
creada por ley 12.103 de 1934, se encontraba en el ámbito del Ministerio de Agricultura,
aunque gozando de una amplia autonomía; administraba parques o reservas nacionales,
definidos como "porciones del territorio de la Nación, que por su extraordinaria belleza o en
razón de algún interés científico determinado, fueran dignas de ser conservadas para uso y
goce de la población de la Republica". La misma ley creaba los parques nacionales de
Nahuel Huapi e Iguazú, y por decreto 105.433/37 se crearon las reservas nacionales Perito
Moreno, Los Glaciares, Lanín, Los Alerces y Copahue para la constitución de nuevos parques
en el futuro
La característica central del programa, tal como fue delineado por Bustillo, no respondió
tanto al concepto conservacionista de reservas naturales (típico en los Estados Unidos) como
al intento de construcción de grandes enclaves modernizadores, relacionando el turismo con
la pavimentación, el transporte, la hotelería, pero también con la transformación del hábitat
rural y con nuevos emprendimientos económicos. La llegada del camino, el hotel y el turista
comenzaban a ser vistos como avanzadas de nacionalización en las fronteras más alejadas,
como puesta en práctica de la soberanía territorial, objetivos coincidentes con los de
Gendarmería Nacional, creada en 1938. Los parques nacionales quedarían marcados por ese
origen vinculado al anhelo de consolidar zonas de frontera, y buena parte de los
emprendimientos modernizadores de los años treinta tendrían ese carácter estratégico. En
verdad, se trataba de otra vertiente del "nacionalismo objetivo" aplicado a la transformación
territorial, en alimentación mutua con los temas económicos o de la identidad cultural.
Tanto la zona del Nahuel Huapi como la del Iguazú tenían una historia como símbolos de
soberanía nacional que se remontaba a comienzos de siglo; ya se les había asignado un
específico valor geopolítico que presidiría toda la actividad de su ocupación. Pero recién en la
década del treinta tuvo lugar una acción decidida por parte del Estado, basada en el objetivo
de integrar la industria del ocio y el turismo en la tarea de puesta en régimen y explotación
del territorio nacional. En tal sentido, el impulso brindado al Nahuel Huapi supero notablemente
los esfuerzos destinados al Iguazú, ya que se juzgaba que el potencial económico del Sur era
mayor que el de la selva tropical, y que permitiría competir con el turismo desarrollado en
Europa.
El impulso en el Nahuel Huapi comenzó en 1934, cuando se completo la línea de ferrocarril
que lo unía con la capital. Poco después, la Dirección Nacional de Vialidad construyo unos
300 kilometres de pavimento dentro del parque y la navegación en el lago quedo
garantizada por la construcción del buque Modesta Victoria. La arquitectura, encargada por
Exequiel Bustillo a su hermano Alejandro, jugó un papel destacado en la transformación del
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
área: desechando las imágenes que había desarrollado en Mar del Plata, tanto el modernismo
de Playa Grande como el clasicismo del hotel y casino, Bustillo proyecto el hotel Llao Llao en
una arquitectura pintoresquista de piedra y madera. Asimismo, realizo una serie de obras
menores en el Parque, redacto las normas generales de urbanización y fijo los estilos para
Bariloche, a los que se ajusto el centro cívico proyectado por Ernesto De Estrada, inaugurado
entre 1936 y 1940. Tal arquitectura pretendía armonizar con el paisaje circundante a través
del uso abundante de madera y piedra y, por otro lado, se proponía civilizar su carácter
agreste a través de la presencia humana condensada en obras, configurando definitivamente
las imágenes adecuadas a la anhelada "Suiza argentina". Se promovieron instalaciones
deportivas, especialmente de esquí, se reforestaron aéreas, se adaptaron nuevas especies
de valor comercial, se importaron ciervos y se introdujeron colonias de salmón. La
apropiación del territorio era esencialmente transformadora, aunque se planteara en
vinculación con valores inherentes al sitio.
La vasta operación territorial incluía también el fraccionamiento de ciertos sectores para su
venta y la posterior organización de villas de turismo; muchos lotes habían sido adquiridos
previamente por Exequiel Bustillo, en una operación francamente especulativa: Los 1.550
turistas de 1934 se incrementaban a 4.000 en 1940, siempre dentro del universo del turismo
de elite. Bustillo consideraba que solo la explotación económica de las practicas de elite
podía construir, consolidar e imponer los nuevos espacios librados al turismo; otros efectos de
carácter social vendrían más tarde, por añadidura, y en los meses estivales, lejos de los
costosos equipamientos del esquí. Así, su propuesta se diferenciaba netamente de la que
realizó Fresco para Mar del Plata, que apostaba a la ampliación del turismo masivo. Sin
embargo, no eran vistas como políticas contradictorias, sino como dos caras, la nacionalista
y la cosmopolita, que convivían en el eslogan de "crear mercado".
El weekend
La modalidad del weekend estrechamente ligada a la difusión del automóvil, propuso nuevas
facetas de un tipo de habitar desarrollado desde fines del siglo XIX: la casa suburbana o
rural de uso ocasional o semipermanente. El automóvil facilitaba el abandono de la ciudad
por lapsos cortos, permitiendo gozar a la vez de los beneficios de la ciudad y de la
tranquilidad del campo. El automóvil produjo una ampliación de esta tendencia, y al mismo
tiempo señalo una ruptura dentro de ella, favoreciendo un avance de los espacios del
weekend sobre el campo, modernizando el territorio de una manera más amplia que la
operada anteriormente por el ferrocarril.
Como ofertas para el weekend, a la tradicional opción de la vivienda individual se sumaron
nuevas propuestas de vivienda agrupada, como los primeros country clubs que comenzaron a
surgir en la época: el Tortugas en 1930 y el Hindú a fines de la década. Organizados a partir de
instalaciones deportivas (en particular deportes terrestres, polo y golf), vinculaban vivienda y
deporte de una manera nueva, sobre la base de referencias norteamericanas que
comenzaban a extenderse en algunas ciudades de Latinoamerica. Los country clubs de la
década del treinta eran iniciativas de elite; formaban parte de una diversificación de los
espacios del ocio selecta y exclusiva, pero indicaban claramente el peso cada vez mayor que
las prácticas deportivas ganaban en el conjunto de la sociedad.
La ampliación a los sectores acomodados de las clases medias de la práctica del weekend
fuera de la ciudad se vinculaba con el proceso de modernización de los modos y espacios del
habitar domestico. Fue aquel un momento de intensa transformación de las tipologías de
vivienda, en el que cambio la disposición de los ambientes; se abandono la tradicional "casa
chorizo" para adoptar la moderna casa de "planta compacta". También se incremento la
tecnificación del hogar, especialmente el equipamiento electrodoméstico y sanitario, mientras
aparecían nuevas estéticas caracterizadas por la simplicidad y la ausencia de ornamento. En
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
1933 comenzaba a publicarse la revista Casas y Jardines, representante de estas nuevas
tendencias y dedicada sobre todo a la vivienda suburbana, de weekend o de veraneo. La
nueva publicación ilustro el gusto del momento a través de sus protagonistas privilegiados,
la casa racionalista y el chale californiano, variantes modernista y rustica de un nuevo afán
modernizador de los espacios del habitar. Por primera vez un emprendimiento editorial podría
sostenerse en el tiempo centrándose en la arquitectura y la decoración dirigidas a un público
no especializado; el hecho es indicativo del interés que despertaba la transformación de la
vivienda dentro de un mercado relativamente amplio y en expansión.
La modernización en la ciudad: Buenos Aires como epicentro del "país urbano"
La vivienda urbana asumía a su vez particulares formas de transformación, que la convirtieron
rápidamente en el símbolo elocuente de los nuevos tiempos: la casa de renta o
departamentos desarrollada en altura se imponía como parte de una modernización general
de la ciudad. Fue este un proceso reconocible en los distritos centrales de Rosario, Córdoba
y Mendoza, ejemplos de gran despliegue constructivo en edificios de altura. Pero, como en
otros aspectos de la modernización, Buenos Aires lo emblematizó de modo más complete En
esa ciudad, durante los años treinta se construyo la masa de edificios de renta que todavía
hoy caracteriza aéreas completas de su zona central. Su construcción comprometió una
importante ola de inversiones privadas que se mantuvo incluso durante los años de la crisis,
ya que el alquiler de departamentos se consideraba una renta segura. Estos edificios
generalizaron en la ciudad un perfil modernista de rascacielos blancos y en ese rubro se
obtuvo en 1935 uno de los "records" en que se apoyaba el orgullo porteño: el Kavanagh, el
rascacielos "más alto de Latinoamerica". Se trataba de una transformación radical de los
hábitos domésticos basada en la modernización tecnológica del habitar.
El edificio de departamentos de renta fue producto de una ecuación, directamente
relacionada con el cálculo económico del cual es el producto más directo, que vincula el
sobrio modernismo de las fachadas con la compactación de las plantas de los departamentos, la consiguiente reducción de la superficie de las habitaciones, la racionalización y
simplificación de los diseños y la incorporación de nuevos dispositivos y artefactos de
confort, respondiendo acabadamente a lo que en los años treinta se denominaba una
"concepción de vida moderna". Además de las nuevas formas, los nuevos artefactos y los
nuevos equipamientos, ella implico la exasperación del carácter de mercancía de la
vivienda, ya que el negocio estaba implícito desde la construcción, y se expresaba en la
propia forma de las unidades y en los equipamientos colectivos que proponían una
disgregación individualista de las funciones tradicionalmente agrupadas en el "hogar". En
general, se la concebía como vivienda transitoria, porque se compartía con otra o porque sus
habitantes eran familias en formación, en franco contraste con el anhelo de permanencia
emblematizado por la vivienda individual autoconstruida típica de las décadas anteriores. De
tal modo, la casa de renta también encarno unas relaciones hombre-hábitat más
plenamente modernas, tema percibido y celebrado por los medios que formaban opinión
entre las clases medias y altas urbanas.
Si esta renovación privada fue posible y tuvo tal impacto fue porque formo parte de una
modernización urbana emprendida por el Estado, con inversiones cuya intensidad y
coherencia solo resisten la comparación con la obra del intendente Torcuato de Alvear en los
años ochenta del siglo XIX. De tal modo, en 1936 Buenos Aires podía celebrar el cuarto
centenario de su primera fundación en el apogeo de una modernización que definió su perfil
urbano, social y cultural por varias décadas. El intendente Mariano de Vedia y Mitre (19321938) busco constituir ese acontecimiento en un punto de llegada de la vida de Buenos Aires
marcado por su obra y coronado por las transformaciones decisivas que se estaban
produciendo de modo vertiginoso. Durante su gestión se ensancharon las avenidas
transversales de Callao hasta el rio, se finalizaron las diagonales norte y sur, se inició la
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
avenida 9 de Julio, se finalizó la avenida Costanera, se completo la red de subterráneos, se
rectifico el Riachuelo y se reemplazaron todos sus puentes tradicionales con estructuras
modernas, se entub6 el arroyo Maldonado se trazo la avenida General Paz, se consolido y
completo la estructura de calles con infraestructura de servicios. Aunque algunas de esas
obras correspondían en los hechos a otras reparticiones nacionales como el Ministerio de
Obras Publicas o Vialidad Nacional, se integraban en un proceso liderado por el municipio
que venía a completar la modernización urbana.
Que el proceso pudiera ser leído como la culminación de un impulso anterior no es un dato
menor de la performance de De Vedia y Mitre, ya que eso implicaba que había logrado
colocar su obra en la estela del proyecto para Buenos Aires del intendente Alvear, iniciado
cincuenta años antes. Gracias a la intensidad de la obra pública y a sus logros publicitarios,
De Vedia y Mitre consiguió restituir en Buenos Aires el imaginario dinámico de las ciudades
modernas, recuperando el sentido de espectáculo urbano que había caracterizado a Alvear. A lo
largo de 1936 se demolió y abrió la avenida Corrientes desde Callao a Pellegrini, y a otro año
desde allí hasta Alem; cada dos meses se realizaban las inauguraciones parciales con gran
sentido ritual. En un tiempo similar se demolieron las cinco manzanas completas que fueron
el comienzo de la avenida 9 de Julio. Para celebrar el cuarto centenario se levanto en 60 días
la obra cumbre, desde el punto de vista simbólico, de toda la operación, el Obelisco, diseñado
por Alberto Prebisch en la Plaza de la Republica, intersección de tres avenidas en construcción y de dos líneas de subterráneos que también estaban en obra.
De tal modo, se produjo una concentración de transformaciones modernizadoras que
parecían convertir a la Buenos Aires de los años treinta en el lugar de realización del sueño
modernista. Las fotografías de la época muestran una ciudad desventrada, trabajando día y
noche en marcha febril de progreso. Roberto Arlt, que en sus ficciones había ya figurado
una Buenos Aires radicalmente modernista, fue su cronista entusiasmado, mostrando la
atracción que ejerce una ciudad que ha decidido acelerar el porvenir. "El Intendente [...]
parece regocijadamente dispuesto a tirar abajo la ciudad", escribía Arlt en su columna del
diario El Mundo, nada habituada al elogio de la clase política.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 10
SECTORES POPULARES Y SOCIABILIDAD EN LA
DÉCADA DE 1930
A partir de la lectura del capítulo “La Nueva Identidad de los Sectores Populares”, escrito por
el historiador argentino Ricardo Leandri, de la colección Nueva Historia Argentina, responder
a la siguiente grilla de preguntas.
1. Cuál es la composición social de los habitantes de los nuevos barrios de la ciudad
de Buenos Aires y en qué factores se observa la nueva tendencia asociativa de esos
barrios.
2. ¿Por qué los nuevos barrios generan múltiples formas de sociabilidad?
3.
Explique las características y el rol de las bibliotecas barriales.
4. Cuál era la participación de las mujeres en las actividades culturales del barrio
5. Explique en qué consiste la jerarquización que las actividades barriales
establecieron entre la sociedad y el rol de las llamadas elites barriales.
6. ¿Cómo ve el autor el proceso de gestación del público deportivo y futbolístico?
7. ¿Qué importancia tiene la figura del “ídolo”? Investigue la significación del
boxeador Luis Angel Firpo en su época.
8. ¿Cuál fue el rol de los medios en la masificación del espectáculo deportivo?
9.
Explique de que manera comienza a vincularse deporte con política y el
espectáculo deportivo con la violencia.
10. ¿Qué vinculación establece el autor entre los fenómenos de las hinchadas y el de
las murgas?
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
LA NUEVA SOCIABILIDAD POPULAR
Ricardo González Leandri
Los nuevos barrios fueron núcleos sociales de notable peculiaridad, diferenciados de manera
bastante clara de los antiguos asentamientos obreros —de los cuales el centro y La Boca
constituyen buenos ejemplos para la Capital— que siguieron conservando su importancia y
sus características típicas. Por su parte, los nuevos barrios, distantes en general de los
lugares de trabajo, se convirtieron en los ámbitos del ocio popular, que comenzaba a nacer
gracias a la reducción de la Jornada de trabajo y de la nueva vida familiar. Por ello mismo,
se transformaron en espacios donde los sectores populares experimentaron con nuevos
mecanismos de transición entre lo privado y los ámbitos públicos.
Como parte de un proceso más amplio de redefinición del vínculo entre los sectores
populares y las distintas facetas de lo urbano —material, social, cultural y simbólica—, la
calle y el umbral, lugares predilectos para charlas y reuniones informales, adquirieron un
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
nuevo sentido social. Otros aspectos de esta redefinición fueron el surgimiento de
heterogéneos ámbitos de sociabilidad institucionalizada y la centralidad que en forma
creciente comenzó a adquirir la práctica deportiva.
La característica central de los barrios nuevos fue que su tono social y cultural estuvo
connotado por una peculiar yuxtaposición entre sectores del mundo del trabajo y de las
capas medias, conformadas en gran medida por empleados, funcionarios y profesionales
hijos de inmigrantes. Esta amalgama de sectores sociales facilitó a su vez el surgimiento de
redes de sociabilidad características, en las cuales ciertos sectores, como los maestros,
comenzaron a cobrar una novedosa influencia.
Todavía a lo largo de los años treinta, la mayoría de estos barrios fueron instalaciones
aisladas unas de otras. Buena parte de sus edificaciones eran quintas y solo había unas diez
o doce viviendas por manzana, rasgo que fue desapareciendo poco a poco durante el
periodo gracias a la realización de nuevos loteos.
Las sociedades que allí surgieron fueron por lo tanto sociedades en construcción, casi de
frontera, donde las perentorias necesidades de los primeros habitantes impulsaron un tipo
peculiar de acción colectiva. Esta situación, en la que se vio inmersa una parte importante de
los sectores populares urbanos, esta por lo tanto en el origen mismo de otra de las
características de la cultura popular de los años treinta, así como del completo periodo de
entreguerras: su marcada inquietud asociativa.
A mediados de la década de 1920, un periódico barrial mostraba su sorpresa ante el
"alarmante crecimiento del número de clubes, sociedades, comités y asociaciones de toda
índole que observa nuestro barrio". Con humor expresaba a continuación: "¡Es que viene el
fenómeno! ¿El fenómeno? Si, el único vecino del barrio que no ha fundado ningún club o
sociedad".
Los nuevos espacios de sociabilidad barrial se conformaron de manera febril. Muchos de
ellos nacieron de forma espontanea, para ir institucionalizándose más adelante. Primero
fueron las reuniones informales en la calle, la esquina o el almacén. Luego los cafés o los
clubes, centres de actividades recreativas que estaban en el eje mismo de la vida barrial.
Junto a ellos se desarrollaron la sociedad de fomento y el comité partidario, que fueron
expresión de la colaboración vecinal tanto para construir su hábitat como para incorporarse
al mundo político.
Tal afán asociativo fue, como ha sido señalado, producto directo del proceso de
suburbanización, pero también lo fue del mayor entrecruzamiento de iniciativas provenientes
de distintas esferas sociales e institucionales. En el caso de Buenos Aires, fue en primer
lugar la respuesta de los diversos vecindarios de la ciudad, es decir, de su gente, a su
situación de relativo aislamiento, a la precariedad del equipamiento urbano y a la necesidad
de establecer en forma rápida nuevas redes de relación. Sin embargo, estas asociaciones
nacientes se vieron también influidas por intentos reformistas que tuvieron otros orígenes:
las transformaciones sociopolíticas y, sobre todo, la creciente influencia de ciertas acciones
del Estado.
Dado el importante papel que cumplieron en el procesamiento de la experiencia colectiva,
tales asociaciones se convirtieron, con el correr del tiempo, en los ámbitos públicos más
característicos de los respectivos vecindarios. El entretejido de relaciones sociales que se fue
urdiendo entre estas instituciones y otros ámbitos más definidamente informales conformó
un área de sociabilidad y de inquietudes típicamente barriales, que dotaban de una identidad
específica a los sectores populares de una zona determinada.
Desde su mismo nacimiento, las nuevas asociaciones populares se abocaron con intensidad
a generar actitudes participativas. Al mismo tiempo, se vieron a sí mismas como sustitutas a
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
la vez que promotoras de la intervención estatal, sobre todo en cuestiones vinculadas al
equipamiento urbano y a la educación. Muchas consideraban, sin embargo, que su tarea
fundamental consistía en convertirse en "ámbitos donde se forja la mentalidad del pueblo".
Debido a la amplitud de sus objetivos iniciales resulta, en muchos casos, bastante difícil
diferenciar entre distintos tipos de asociaciones populares. En efecto, las primeras
asociaciones que nacieron con los vecindarios, en la década de 1920, tendieron a incorporar
en su seno todo tipo de actividades: culturales, relacionadas con la gestión urbana,
recreativas e incluso deportivas.
En la década de 1930, estas asociaciones polifacéticas tan típicas fueron eclipsadas en gran
parte por otras instituciones con mayor especificidad, fenómeno vinculado al propio
crecimiento urbano y a una cierta "masificación" y mayor segmentación social y cultural de
los barrios. Pueden establecerse, sin embargo, algunas diferencias entre asociaciones cuyo
objetivo principal fue el fomentismo o la gestión de mejoras urbanas, y aquellas otras con
fines específicamente sociales, deportivos o culturales, como clubes, bibliotecas y academias.
Un fenómeno al que no siempre se ha prestado la debida atención es la vinculación estrecha
que existió entre el crecimiento del número de asociaciones y la intensificación del espíritu
competitivo, sobre todo a nivel institucional, en determinados sectores de los barrios. Este
fenómeno fue verdaderamente complejo y si bien en términos generales beneficio a los
vecindarios como conjunto, en muchas ocasiones derivo en un aumento del localismo "de
cuadra", que tuvo como corolario la emergencia de conflictos y hostilidades. Algo similar
sucedió con la notable diversificación asociativa, que origino una particular tensión entre
"cultura" y deporte, fenómeno al que los clubes e instituciones "sociales" más antiguos
trataron de amoldarse lo mejor posible, muchas veces mediante la fusión con otros
emprendimientos recientes.
Dentro del conjunto de estas asociaciones, las bibliotecas barriales se destacaron por su
importante papel en la conformación de nuevas redes de sociabilidad, y por representar los
casos más nítidos de confluencia entre las expectativas, afanes y gestión populares y otras
instancias institucionales y políticas. Muchas de las bibliotecas fueron impulsadas por los
mismos sectores populares para cubrir necesidades muy sentidas por los vecinos, como las
creadas en clubes y sociedades de fomento. Las denominadas "bibliotecas populares"
fueron, en cambio, producto de la iniciativa estatal e impulsadas institucionalmente por
disposiciones del Concejo Deliberante entre 1927 y 1928. La iniciativa municipal no se limito
solo a ese tipo de intervención sino que, mediante donaciones, también incidió en la propia
marcha de aquellas otras bibliotecas creadas de manera espontanea por los propios vecinos.
Los partidos políticos cumplieron también un papel de primera magnitud en la creación de
bibliotecas barriales. En Buenos Aires, se destaco de manera notable en tal actividad el
Partido Socialista, que en el año 1932 contaba ya con 56 bibliotecas.
Como ámbitos populares que eran, las bibliotecas cumplieron una labor amplia y polivalente
y de ningún modo se limitaron a las tareas relacionadas con los libros y la lectura.
Desarrollaron también otras actividades culturales, de tipo recreativo e incluso deportivo,
actividades que en las bibliotecas surgidas de manera más espontanea llegaron en ocasiones
a doblar en importancia a la actividad nominalmente principal.
Las conferencias o "veladas culturales" organizadas por las bibliotecas se convirtieron en los
eventos más importantes, y a la vez más característicos, de la nueva sociabilidad popular
que se estaba conformando. Se trato de actos a los cuales el vecindario se volcó en forma
masiva y que se caracterizaron por su heterogeneidad: en ellos la conferencia propiamente
dicha, que también podía cubrir una amplísima gama temática, era acompañada por
actuaciones musicales, teatrales y una multiplicidad de otras actividades llevadas a cabo a
veces por personas invitadas especialmente, y en general por profesores y alumnos de
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
academias y conservatorios de la zona. En muchas ocasiones, tales veladas culminaban en
un baile popular.
Lo importante de estos eventos culturales fue, en primer lugar, que rápidamente adquirieron
un valor simbólico para vecindarios que los concebían como elementos de progreso colectivo
y espacios de participación. En segundo término, las conferencias, al mismo tiempo que
fueron eficaces mecanismos de participación, también sirvieron para canalizar determinados
intentos de diferenciación en el seno de los vecindarios. De estos últimos derivo el tono
formal y a veces "acartonado" de algunas de las intervenciones y actividades, y las temáticas
un poco desfasadas con respecto a un público barrial, que cada tanto se abordaban. Puede
afirmarse en consecuencia que las conferencias organizadas por bibliotecas y asociaciones
barriales pusieron en juego imágenes de identificación y diferenciación, muy propias del
horizonte de expectativas de esa amalgama social que eran los sectores populares barriales
de la época.
Por otra parte, a pesar de la típica alta concurrencia de estos actos, no todos los vecinos se
hicieron eco de las invitaciones institucionales. Muchos se mantuvieron indiferentes e incluso
otros mostraron su hostilidad, actitud que dio lugar en más de una ocasión a ciertas
tensiones y disputas.
Como actos masivos que eran, las conferencias o veladas culturales se diferenciaron de
aquellas otras actividades vecinales orientadas hacia públicos específicos: jóvenes,
deportistas o melómanos. A su vez, como actos culturales y recreativos, representaron un
espacio para la participación y "presentación" de "las familias" en la sociedad barrial. Tal
característica les otorgaba un tono social específico y reforzaba al propio tiempo su papel,
pero sobre todo el de las instituciones que las organizaban, como ámbitos mediadores o de
pasaje entre lo privado y lo público.
Otra cuestión notoria en las conferencias fue la alta participación femenina, reflejo de la
importancia de las mujeres en los nuevos ámbitos de la cultura popular y en el vecindario.
Esto tuvo una correlación estrecha con los temas abordados, sobre todo en la década de
1920, en que la promulgación de los derechos civiles de las mujeres provoco una cierta
agitación.
La importancia adquirida por las bibliotecas y las conferencias se mostraba en plena
consonancia con la presencia de unos sectores populares ávidos por capacitarse y por
adquirir un tipo de cultura vinculada a nuevas formas de ocio que comenzaba, recién
entonces, a ser experimentado por ciertos sectores del mundo del trabajo y por las capas
medias nacientes.
Paralelamente, ese impulso asociativo e institucional dio lugar a un tipo particular de
distinción cuya expresión más llamativa fue la emergencia de unas nuevas elites barriales,
importante indicio de las profundas mutaciones que estaba sufriendo la cultura popular,
entendida en sentido amplio. Esas elites, que en muchas ocasiones se definían a sí mismas
como los "vecinos conscientes", estuvieron conformadas por empleados públicos que
pusieron al servicio de las asociaciones toda su experiencia administrativa y de gestión,
algunos "vecinos caracterizados" —en general médicos y comerciantes— y algunos
trabajadores que se destacaron por su intensa actividad asociativa. Sin embargo, en muchos
vecindarios, especialmente en aquellas zonas donde la impronta de los sectores medios era
más notoria, los "vecinos conscientes" tendieron a identificarse cada vez más con los
"vecinos caracterizados". En estos casos, desarrollaron actitudes con un alto grado de
ambivalencia con respecto al resto del vecindario: por una parte, fomentaban la participación
y la solidaridad, y por otra, proclamaban un tipo peculiar de diferenciación y segmentación.
La democracia en el barrio presentaba también sus bemoles.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Pero existían otras facetas de la ambivalencia de las elites barriales, menos orientadas hacia
la generación de distinciones internas. Algunas de estas elites, por ejemplo, sin dejar de lado
su papel en la búsqueda y construcción de la especificidad barrial, actuaban al mismo tiempo
como intermediarios frente a procesos, campos o "ambientes" más generales. Con ello
trataban de mostrar lo similar, lo que más bien podía unir o identificar al vecindario con la
gran urbe. Esto fue muy notorio en el caso específico de los militantes culturales, en su
mayoría docentes, cuyo papel como mediadores se distinguió en forma bastante clara del
asumido por las elites sociales o económicas de los vecindarios.
Las situación es descriptas muestran la importancia de la transformación a que se vio
sometida la cultura de los sectores populares en el periodo, debido al predominio de una
sociabilidad distinta y a la amalgama entre sectores medios y del mundo del trabajo que
comenzaba a producirse en los nuevos barrios. Tal cultura popular adquirió rasgos cada vez
más nítidos: solidaridad, participación y, sobre todo, heterogeneidad social. Pero, junto a
tales características, se hicieron cada vez más evidentes los intentos de establecer jerarquías
y marcar diferencias externas e internas, que dieron lugar a no pocos conflictos.
OTRAS FACETAS DE LOS SECTORES POPULARES
Entre estos sectores comenzaron a emerger un conjunto de prácticas y pugnas de alto
contenido simbólico relacionadas, sobre todo, con el auge de la práctica deportiva y con la
constitución de un "publico deportivo".
Ya desde el comienzo del periodo de entreguerras, y durante los años treinta, el mundo del
deporte y los entretenimientos experimento una notable expansión, paralela al incremento
de su práctica profesional, que tuvo como principal efecto crear espacios y actores nuevos,
en especial alrededor del futbol. Tal expansión se relacionaba con la creciente permeabilidad
de los sectores populares y de los gobiernos hacia discursos provenientes de movimientos
con afanes universalistas, como el olímpico o el que condujo a la organización de los
primeros certámenes mundiales de futbol.
Otro rasgo destacado de la realidad social que acompañó al auge del futbol como
espectáculo popular fue la mejora paulatina de los niveles de ingresos de los trabajadores y
el aumento de sus posibilidades de tiempo libre, situación que se afianzo a partir de
mediados de la década de 1930 y, de modo más notorio, en la de 1940.
Fue en este periodo cuando comenzaron a adquirir relevancia social tanto el espectador
moderno como la "hinchada", papeles y espacios nuevos desempeñados mayoritariamente
por miembros de los sectores populares. El auge de tales actores y prácticas estuvo
emparentado, de manera estrecha, con la consolidación de ciertos modos de expresión
popular, generalmente masculinos, que combinaron nuevas formas de pasividad y actitudes
predominantemente imaginarias con el protagonismo activo de ciertos grupos de
"aficionados". Se prefiguraba ya el futuro "espectáculo de masas".
Junto a estos nuevos actores, espacios y prácticas populares, comenzó a destacarse de una
manera creciente el carácter heroico, nacional y de gesta de aquella "pasión de multitudes"
en que comenzó a convertirse el futbol, y de aquel "amor a los colores", que eran los del
club, que se entremezclaban y confundían con los del barrio, o con sus facciones.
Junto con el crecimiento del "amor por los colores", la difusión del amateurismo marrón —
que suponía una velada forma de pago a los deportistas—, y luego del profesionalismo, y la
consecuente consolidación del espectáculo deportivo, surgió también la figura del "ídolo"
popular, cuyas proezas estaban destinadas a perdurar durante largo tiempo en la memoria
colectiva. Gracias al apoyo de la prensa y de la radiodifusión, personajes como el "Olímpico"
Orsi o Luis Ángel Firpo, el "toro de las pampas", se convirtieron en arquetipos dignos de ser
adorados por unos nuevos sectores juveniles populares y, sobre todo, por aquellos que,
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
situados en los peldaños más bajos de la escala social, los observaban con una mirada que
entreveía en la emulación una perspectiva alternativa de ascenso social.
Si bien esta nueva forma del sentir popular —masculina y juvenil— se canalizo
principalmente a través del futbol, también lo hizo por medio del básquet, expresión de
cambios notorios en la ocupación de los espacios urbanos, e incluso de otros deportes como
la pelota a paleta, de curioso y notable arraigo, magnifica amalgama entre lo nacional y lo
inmigratorio, y entre lo deportivo y el mundo de las apuestas.
Estos nuevos modos de expresión cultural de los sectores populares, que los
contemporáneos definían como pasionales, ayudaron a su vez a la consolidación de los
clubes deportivos, instituciones que hacia la década de 1930 se convirtieron en verdaderos
símbolos locales y de pertenencia barrial. Para ciertos "aficionados", esa pertenencia llego a
definirse, sobre todo, por oposición a sus rivales.
A medida que fueron transformándose cada vez más en espectáculos multitudinarios, ciertas
competencias deportivas abandonaron su carácter de gestas barriales para asumir un perfil
más general y difuso, que en algunos casos alcanzo la categoría de nacional. Apuntalaron
esta evolución tanto el papel preponderante que comenzó a desempeñar la radio, como la
internacionalización de la competencia deportiva, que se intensifico a partir de los Juegos
Olímpicos de Ámsterdam celebrados en 1928, de las giras de equipos de futbol que
empezaron a ser cada vez más frecuentes y de certámenes como el Campeonato
Sudamericano de Futbol que tuvo lugar en Uruguay por esas fechas. El inmediato aumento
de la afluencia de público a los estadios producto de estos factores condujo a varios clubes a
ampliar sus instalaciones, e incluso la propia Cámara de Diputados comenzó la discusión de
un proyecto para la construcción de un estadio con capacidad para 250.000 personas
mediante una subvención estatal.
Se hacía obvio, también en la Argentina, el interés que los deportes comenzaban a despertar
en muchos medios estatales europeos y americanos, como importantes mecanismos de
control y de "nacionalización" de las actividades masivas de los sectores populares. Ese
interés corrió paralelo al proceso más amplio de conversión de estos sectores populares en
"publico", proceso que se vio reforzado por el surgimiento de un nuevo estilo periodístico,
más "popular" y masivo, cuyo ejemplo paradigmático fue el diario Crítica. También medios
como la radio y el cine, que continuaban su expansión, colaboraron en aquella
transformación. Hacia 1930, funcionaban en todo el país aproximadamente 1.000 salas, que
en las grandes ciudades no se ubicaban solo en el centro, sino en muchos barrios; las
emisiones de radio, gracias a nuevas tecnologías, tenían desde aproximadamente 1932 un
alcance nacional, y hacia 1938, las estimación^ oficiales indicaban que había en la Argentina
1.100.000 aparatos receptores, cifra que significaba que existía una radio cada diez
personas. La cultura de masas exigía esa presencia de un público ampliado, que integraban
en buena parte los sectores populares. Así, junto al ídolo deportivo aparecían las estrellas de
cine o teatro, o figuras como la de Carlos Gardel, a la vez agente y síntoma de la difusión del
tango entre los grandes auditorios populares en los años treinta.
Al mismo tiempo, los intereses de muchos clubes, creados años antes por grupos de amigos
o vecinos y ahora ya bastante burocratizados, comenzaron a entrelazarse con los de la
política. Se trataba de otra expresión de la mayor densidad y complejidad que empezaban a
adquirir las redes sociales populares. Unas elecciones en el club San Lorenzo de Almagro,
por ejemplo, mostraron a través de la violencia verbal y las fuertes disputas entre los
candidatos la notable envergadura que comenzaba a adquirir la cuestión. El triunfo de Pedro
Bidegain, diputado nacional por el radicalismo e importante caudillo de la Capital Federal, no
sorprendió a nadie. Sumaba así un elemento más a su posición de poder en las redes de
clientela tan características de aquella época.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
La conversión de sectores populares en "publico" no se produjo de manera lineal y
automática, sino que se vio atravesada por un conjunto de nuevas manifestaciones y pugnas
de notable interés simbólico. Entre ellas se destaco el arraigo que comenzó a adquirir un tipo
peculiar de violencia colectiva, de marcados rasgos juveniles, especie de contracara de la
sociabilidad popular típica de los nuevos barrios y de sus instituciones más notorias, tan
contenida en sus formas y tan estricta en sus códigos.
A diferencia de las formas de violencia popular más frecuentes hasta el comienzo del
periodo, vinculadas sobre todo a su utilización como recurso político, esta que afloraba en
los tiempos de entreguerras mantuvo un vínculo más bien indirecto y bastante borroso con
ese ámbito. Nuevos fueron sus objetivos y destinatarios y nueva fue también la simbología
con la cual se recubrió.
Este tipo de expresión colectiva, cuya importancia no debe, sin embargo, exagerarse,
comenzó a surgir en los últimos años del futbol amateur, a fines de la década abierta en
1920, y se consolido plenamente con el auge del gran espectáculo profesional a partir de los
años treinta. Fue en esta época, por ejemplo, que en un encuentro disputado entre los
equipos de Colegiales y San Telmo, en el estadio de Boca Alumni en la isla Maciel, se
sucedieron las agresiones, los disparos de armas de fuego y bubo heridos y contusos. No se
trato de un fenómeno aislado: la violencia de las "hinchadas" fue adquiriendo mayor
frecuencia con el incremento, sin duda muy notable, de espectadores.
En 1929, 40.000 personas presenciaron un partido disputado entre los equipos de Boca
Juniors y Racing Club y 45.000 colmaron el estadio de San Lorenzo de Almagro para
observar al equipo local contra Boca Juniors. Poco tiempo antes, en el año 1927, al
festejarse la fusión definitiva de las dos ligas en las que se dividía el futbol argentino, la
fiesta organizada en el estadio de River Plate se vio enturbiada por agresiones entre
hinchadas rivales, por varios conatos de incendio y por la invasión del campo por parte del
público, lo que origino un saldo importante de heridos y contusos.
El espectacular crecimiento del número de espectadores indica a su vez que,
estadísticamente, los involucrados en tal tipo de actos violentos representaron un núcleo
más bien minoritario y extremo. Sin embargo, también es cierto que, debido a su
trascendencia en los nuevos marcos sociales y de opinión, su importancia no puede ser
ignorada.
Las nuevas formas que fue adquiriendo con el tiempo la expresividad popular, de las cuales
este nuevo tipo de violencia asociada al auge de la práctica deportiva fue uno de sus
subproductos, no se limitaron a los ámbitos o espectáculos masivos. También se
reprodujeron a menor escala, con intensidad variable según las circunstancias, en las
múltiples competiciones que empezaron a desarrollarse para ese entonces en el interior
mismo de los barrios, donde el papel del espectador cobraba una mayor relevancia personal.
Estas expresiones emergieron al mismo tiempo que comenzaba a consolidarse el público
amplio de los grandes espectáculos deportivos.
Puede pensarse, por lo tanto, que ciertas formas de práctica deportiva competitiva y el
importante papel desempeñado por la "hinchada" buscaban, para el grupo de amigos o
colegas del barrio que la conformaban, un protagonismo que le estaba siendo arrebatado
por el gran espectáculo del deporte profesional, que imponía el anonimato y una
participación imaginaria. Paradójicamente, sin embargo, en la medida que comenzaban a
actuar, las nuevas "hinchadas" iban descubriendo formas de protagonismo novedosas, en
otros marcos ahora definidos por ámbitos sociales, institucionales y de opinión que excedían
el encuadre popular del cual habían partido. Se abría para las "hinchadas" el mundo de las
"masas".
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
La "hinchada", que canalizo su actividad fundamentalmente a través del deporte como
espectáculo, puede cotejarse con la murga, que represento en buena medida la irrupción de
lo excesivo y de lo diferente, brillando en el espacio ambiguo y temporalmente acotado de
los corsos y fiestas de carnaval, de notable importancia en los años veinte y treinta. En tal
sentido, es importante recordar que muchos de los jóvenes líderes de "hinchadas", lo eran, a
su vez, de murgas.
En este último caso se trato, como en ninguna otra manifestación popular de la época, tal
vez por su compleja heterogeneidad, de una exquisita mezcla entre fenómenos típicos de
una sociabilidad propia del XIX, de gran aldea, y de urbe en expansión acelerada. La murga
permitía, sobre todo, la aparición efímera pero central de sectores y actitudes borrados de la
vida cotidiana del barrio, como por ejemplo la homosexualidad que, actuada como parodia,
se hacía visible en la escena pública en la fugacidad de la marcha carnavalesca.
Ambos espacios, murga e "hinchada", fueron también expresión de esa nueva cultura de los
sectores populares que se estaba consolidando en el periodo de entreguerras. Al mismo
tiempo que mostraban una pasión y una vehemencia muy peculiares, señalaban la existencia
de un difuso malestar "juvenil" no fácilmente definible. Estas nuevas formas del sentir
popular advertían sobre la fuerte irrupción de problemáticas particulares y diferenciadas en
el seno de los sectores populares, y de su papel todavía subalterno.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 11
MOVIMIENTO OBRERO Y PERONISMO
A partir de la lectura del capítulo “Los Cambios en la Sociedad Argentina”, escrito por el
historiador argentino Mario Rapoport, en su libro Historia Económica, Política y Social de la
Argentina, responder a la siguiente grilla de preguntas.
1. Qué institución se introduce a partir de 1943 en las relaciones entre obreros y
patrones.
2. ¿A qué se le llama “intervencionismo social”?
3. ¿Cuál fue el impacto que causó la Revolución de 1943 en la organización obrera?
4. Menciones cuál fue el momento clave que modificará la relación entre el Estado y
los sindicatos.
5. ¿Cuáles fueron las primeras medidas tomadas por Perón en la Secretaría de
Trabajo?
6. ¿Qué cambios estratégicos comenzaron a realizar los sindicatos frente a la nueva
realidad?
7. Mencione algunas de las normas puestas en vigencia por la Secretaria de Trabajo y
Previsión conducida por Perón.
8. ¿Cuál era el grado de intervención normativa que alcanzó el Estado en materia de
organización sindical?
9. ¿Con qué objetivos Perón puso en marcha una estrategia de creación de sindicatos
paralelos?
10. Cuál fue la posición de las entidades empresariales frente al acercamiento entre
Perón y los sindicatos, y qué decisión tomaron las organizaciones obreras ante
esta toma de posición.
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
LOS CAMBIOS EN LA SOCIEDAD ARGENTINA
Movimiento obrero y peronismo
M. Rapoport
En los años inmediatos a 1943 se fue desarrollando una progresiva tendencia por parte del
Estado a asumir, y reclamar como propia, la función de regularizador de las relaciones
obrero-patronales. Paulatinamente, la negociación colectiva entre las partes, que se
desarrollaba autónoma y voluntariamente en el terreno privado, paso a ser un ámbito de
mediación y regulación a cargo del Estado.
En correspondencia con el intervencionismo económico, hacia mediados de la década,
comenzaron a desenvolverse formas de intervencionismo social. La complejidad de la
estructura productiva que acompañó la industrialización sustitutiva determinó la necesidad
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
de articular los diferentes intereses sociales cuya conflictividad podía afectar dicha
estructura. Por otra parte, si entre 1930 y 1935 la capacidad de resistencia de los sectores
populares se vio disminuida, la situación cambio a partir del último año. La movilización de
los trabajadores y los cambios en la organización sindical, expresados en el incremento de la
actividad huelguística demandaron una progresiva atención por parte del Estado. En
consecuencia, la Departamento Nacional del Trabajo pasó a constituirse en un mediador
importante en la resolución de los conflictos laborales y en la introducción de procedimientos
para otorgar un marco más orgánico a las relaciones laborales. Por otra parte, en procura de
una mayor racionalidad en las relaciones laborales, esa Dirección propició la organización de
entidades patronales representativas y estimulo el incremento de la agremiación empresaria
como condición para concertar convenios colectivos con los sectores laborales. En
consecuencia, la intervención del Estado, en atención a la expansión y diversificación de la
estructura industrial y a la creciente actividad sindical, llevo a la multiplicación de las
cámaras patronales que pasaron a asociarse a la Unión Industrial Argentina.
Sin embargo, la capacidad regulatoria del Estado, a través del Departamento Nacional del
Trabajo, hallaba trabas en las facultades legales asignadas a este organismo. Ello no fue
obstáculo para que, como respuesta pragmática a la movilización obrera, se esbozara una
política de intervencionismo social tendiente a legitimar las relaciones obrero-patronales y a
la adopción de medidas destinadas a racionalizar el mercado de trabajo. "Es así como a
partir de 1940 se empezaron a dictar una serie de leyes, decretos y laudos ministeriales cuyo
objeto fue establecer regímenes de trabajo para diversos sectores de actividad".
Las autoridades del Departamento Nacional del Trabajo (DNT) intervinieron directamente en
la celebración de numerosos convenios y ejercieron su mediación en numerosos conflictos
laborales. A principios de 1943, como consecuencia del recrudecimiento de la actividad
huelguística durante el año anterior, el gobierno de Castillo resolvió la creación de una
Comisión Asesora de Salarios frente al deterioro de los salarios debido al aumento del costo
de vida, la Comisión debía establecer las condiciones existente en cada sector productivo
para adecuar los salarios a las fluctuaciones del costo de vida.
El movimiento obrero fue seriamente afectado por el golpe de Estado de 1943. Aunque en
un principio dirigentes de ambas centrales sindicales se acercaron amistosamente al nuevo
gobierno, la CGT N° 2, donde predominaban los elementos más politizados del socialismo
gremial y los comunistas, fue disuelta por la fuerza, y muchos de sus líderes, perseguidos y
encarcelados. También se intervinieron los gremios ferroviarios, los más importantes del
país, con lo que el gobierno militar tuvo en sus manos el control de la otra CGT.
El nuevo gobierno combino las medidas represivas con algunas disposiciones tendientes a
mejorar la situación social de los trabajadores. Decreto la reducción de los alquileres,
estableció precios máximos, reglamento el trabajo de menores, fijo el salario familiar para
los ferroviarios, inicio estudios sobre salarios mínimos, etc. No obstante, este intento de
atenuarlas inquietudes sociales del movimiento obrero no dio los resultados esperados.
La oportunidad para el cambio se presento con la primera crisis del gobierno militar, en
octubre de 1943. Entonces fue designado al frente del Departamento Nacional del Trabajo el
coronel Perón. Con un proyecto distinto del de sus camaradas de armas, comenzó a
implementar una política mucho más hábil y flexible en el terreno laboral. Levantando las
banderas de la justicia social, hasta ese entonces desconocidas por los militares, trato de
ganar espacios en el movimiento sindical y de acercarse a sus dirigentes, sin importarle a
que sector o partido pertenecían.
La Unión Ferroviaria fue el escenario elegido por Perón para poner en práctica la nueva
política. A pesar de su importancia decreciente, era el gremio más grande y el menos
ideologizado. Conseguir su apoyo resultaba crucial para el trato de Perón con el resto del
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
movimiento obrero. Con ese propósito y, en particular, desde su designación al frente de la
recientemente creada Secretaria de Trabajo y Previsión —en diciembre de 1943—, Perón
satisfizo numerosos reclames de los ferroviarios y logró la adhesión de algunos viejos
dirigentes socialistas y sindicalistas.
Corno resultado de estas prácticas comenzó a gestarse una nueva relación entre el
movimiento obrero y el Estado. Si en la década del '30 los sindicatos negociaban con el
gobierno en un marco de independencia con respecto al mismo, a partir de mediados de
1944 desde la CGT surgió un grupo de dirigentes dispuestos a participar políticamente y a
adherir al gobierno. De esta manera la creciente tendencia hacia la participación política
observada en el seno de la CGT antes de 1943 facilitó la vinculación "política" de la central
obrera con el gobierno militar o, más directamente, con Perón
Los cambios sustanciales en materia laboral se produjeron a partir de 1943. Muchos de ellos
tuvieron una dimensión decididamente política en el marco del peso creciente que adquirió el
movimiento obrero en alianza con el poder estatal y en confrontación con sectores sociales
antagónicos. Las iniciativas de la Secretaria de Trabajo y Previsión (STP) consolidaron en
forma definitiva la presencia del Estado en el terreno de las relaciones colectivas de trabajo.
Por otra parte, las organizaciones sindicales recurrieron al Estado, buscando asegurar tanto
su legitimidad institucional corno sus reivindicaciones sectoriales.
Muchas de las medidas tomadas por el gobierno militar por iniciativa de Perón resultaron
novedosas y otras tendieron al cumplimiento efectivo de normas ya existentes. Se otorgaron
aumentos salariales mediante decretos y se impulso la firma de centenares de convenios
colectivos de trabajo. Fueron fijados salarios mínimos e indemnizaciones por accidentes de
trabajo. Se crearon los Tribunales de Trabajo, sustrayendo del ámbito privado la resolución
de los conflictos laborales, simplificando las tramitaciones de los trabajadores y
salvaguardando sus intereses. Se estableció el pago del sueldo anual complementario. Se
hicieron extensivas a muchos trabajadores las leyes de jubilaciones y las disposiciones en
materia de duración de la Jornada de trabajo. Por el decreto 33.302/45 se extendieron a
lodos los trabajadores los beneficios de la ley 11.729 de indemnización por despido sin causa
y de vacaciones pagas, vigente desde la década del '30 para los empleados de comercio. Se
instituyo el Estatuto del Peón Rural mediante el cual las relaciones patriarcales entre
patrones y trabajadores rurales fueron sustituidas por regulaciones acordadas en Convenios
Colectivos de Trabajo. En general, estos beneficios se extendieron al conjunto de los
trabajadores organizados y tuvieron un considerable impacto entre los obreros que veían,
por primera vez en un breve lapso, corno muchas reivindicaciones por las que habían
luchado durante años comenzaban a efectivizarse.
En materia de organizaciones laborales, la intervención del Estado se oriento hacia dos
objetivos. Por un lado, procuraba la inclusión en el orden legal de las organizaciones
sindicales, despojadas de toda orientación clasista. Por otra parte, trataba de garantizar la
estabilidad de las relaciones laborales y de reforzar la cooperación entre obreros y
empresarios canalizando institucionalmente los conflictos. A principios de octubre de 1945,
mediante el decreto 23.852, la STP reglamentó el funcionamiento de las Asociaciones
Profesionales, que hasta entonces trabajaban conforme a las normas del derecho común. El
decreto establecía la organización de los sindicatos por rama de industria, conservando los
criterios impulsados por la CGT a partir de 1936. La STP se reservaba el otorgamiento de la
personería jurídica al sindicato que estimaba más representativa dentro de cada industria.
Prohibía al gobierno intervenir en las organizaciones sindicales, y estas quedaban facultadas
a actuar en política. También establecía el "fuero sindical" para los trabajadores que
ocuparan cargos representativos en las asociaciones profesionales con personería gremial.
De esta manera, el Estado pasaba a constituirse en una instancia legal insoslayable a la cual
debían ajustarse los sindicatos para obtener su legitimación y para canalizar sus diferendos
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
con la patronal. Si bien el decreto permitía la existencia de otros sindicatos en una misma
rama de industria, estos no obtenían reconocimiento legal por lo que quedaban al margen de
toda negociación e imposibilitados, legalmente, para cuestionar los acuerdos oficializados
ante la STP.
La creación de sindicatos "paralelos" fue otra estrategia empleada por Perón para asegurar
su éxito. Mediante esta metodología se desplazaba a los gremios dirigidos por opositores al
gobierno y, sobre todo, por los comunistas. Estos encabezaban gremios relativamente
nuevos que no tenían un gran número de afiliados. Su desplazamiento de la conducción de
sus gremios y la persecución a que fueron sometidos contribuyeron al pasaje de dichos
gremios al control por parte de dirigentes peronistas y a la pérdida de apoyo obrero a los
partidos de izquierda.
Sin embargo, la adscripción de los obreros al proyecto político de Perón también se debió a
otras circunstancias. En primer lugar, la clase obrera era mayoritariamente reformista, como
lo expresaba su adhesión preferente al "sindicalismo" y al socialismo, y las ideas de Perón
contenían un mensaje, en esencia, reformista. Segundo, los obreros no podían entender por
qué la "armonía de clases" de Perón era muy diferente de la alianza que proponían los
partidos de izquierda que incluía a fuerzas políticas e instituciones que representaban a los
principales sectores patronales, argentinos y extranjeros. En tercer lugar, la acusación por
parte de estos partidos del carácter demagógico de las medidas de Perón no solo iba en
contra de los beneficios concretos que obtenían los trabajadores, sino que se contraponía
con el reconocimiento de que dicha política estaba inspirada en viejas propuestas socialistas
y comunistas, aceptando así, implícitamente, la justicia de las mismas. Que a esto se haya
sumado luego el elemento nacionalista, durante la confrontación entre Braden y Perón,
término de prestigiar a este último, que recogió, de ese modo, otras banderas abandonadas
por la izquierda.
Mientras que mediante su política laboral Perón gano creciente apoyo entre los obreros,
paulatinamente se incremento la oposición patronal a su política. Desde 1945, la actitud de
los patrones se hizo cada vez más intransigente, condenando, en un manifiesto suscripto por
trescientas entidades de empresarios, la acción de la Secretaria de Trabajo y Previsión como
causante de "agitación social". Los obreros percibieron que si no se movilizaban no solo no
lograrían nuevas mejoras, sino que perderían las obtenidas hasta ese momento.
La CGT hasta entonces una entidad pequeña, decidió crear una Comisión Administrativa
Provisoria, incorporando a los representantes de los gremios mayoritarios y con el propósito
de enfrentar a la ofensiva patronal. Abandonó el concepto de alianza de clases que venía
sosteniendo desde 1944 y se mostro a favor de la participación política. Ello se manifestó en
un masivo acto público —el 12 de julio— de apoyo a la política del secretario de Trabajo y
Previsión donde se reunió más gente que la esperada por la CGT y el propio Perón. Este
vuelco hacia la política se combino con la acentuación de la política pro laboral de Perón y
con la polarización de la opinión pública del país. La movilización del 17 de octubre de 1945
en apoyo del coronel Perón marcara el punto culminante de aproximación entre el líder
militar y el movimiento obrero.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 12
POBLACIÓN Y MIGRACIONES EN ARGENTINA
(década del 40)
A partir de la lectura del capítulo “Población y Migraciones”, escrito por el historiador
argentino Mario Rapoport, en su libro Historia Económica, Política y Social de la Argentina,
responder a la siguiente grilla de preguntas.
1. Cuáles fueron las razones de que el crecimiento poblacional se comenzara a
desacelerar a partir de la década de 1940
2. Explique las razones del fenómeno de “concentración urbana”, desde dónde
proviene la población que se concentra y en qué región de nuestro país se dio
3. Explique qué elementos sociales diferentes tiene el poblamiento del conurbano
bonaerense a partir de 1940 respecto de anteriores etapas y en qué medida la
política de transportes impulsó el proceso de poblamiento del conurbano.
4.
Investigue a que se llama PEA (Población Económicamente Activa) y describa
cuál fue su comportamiento en la década de 1940.
5. ¿En qué consistía el concepto de Justicia Social pregonado por el peronismo? ¿Esa
Justicia Social solo se refería al aumento de los salarios?
6. Investigue qué son las Convenciones Colectivas de Trabajo y explique de qué
manera participaron en el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores
durante el gobierno peronista.
7. Explique brevemente qué función cumplía en las políticas de gobierno la
Fundación Eva Perón.
8. ¿Cuáles fueron las políticas dispuestas durante el gobierno de Perón para
solucionar la falta de viviendas para la población?
9. Exponga brevemente las políticas sanitarias del gobierno de Perón.
10. Menciones cuáles fueron las políticas educativas destinadas a ampliar la inclusión
en el sistema de los estudiantes de clases obreras.
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
POBLACIÓN Y MIGRACIONES
M. Rapoport
El cuarto Censo Nacional de Población, realizado en 1947, registro una población de casi 16
millones de habitantes. El censo posterior, en 1960, elevo el número a poco más de 20
millones. La tasa de crecimiento intercensal fue del 17,2% y era notoriamente inferior a la
del anterior periodo (1914-1947), que fue del 25.5%. 5e constataba una clara
desaceleración del crecimiento poblacional.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Este hecho se debió al descenso de las tasas de crecimiento vegetativo y migratorio. La
primera se vio afectada por la aceleración del descenso secular de la tasa bruta de natalidad,
sobre todo a partir de 1950, y por el estancamiento de la tasa bruta de mortalidad. Por su
parte, la tasa de crecimiento migratorio, en descenso desde 1950, solo experimentó un leve
repunte entre 1947 y 1952. En estos años ingresaron nuevos inmigrantes europeos que
dejaron un saldo aproximado de 476.000 inmigrantes, fundamentalmente italianos y, en
menor medida, españoles. A diferencia de lo acontecido durante el periodo de la inmigración
masiva. El impacto de esta nueva inmigración no fue significativo, dado el caudal de la
población nativa.
La cantidad de extranjeros en 1947 alcanzaba al 15% del total de habitantes, cifra que
descendió al 13% en 1960. Como fenómeno novedoso comenzó a destacarse la presencia de
inmigrantes de países limítrofes, radicados en un principio en las provincias vecinas a sus
países de origen, y sumándose luego a las corrientes internas de nativos hacia el Gran
Buenos Aires.
Durante el periodo se acentuó la concentración urbana y la disminución de la población rural.
En 1947, el 62.2% de la población estaba radicado en ciudades (aproximadamente 9,9
millones de personas), y en 1960, la población urbana alcanzaba al 72% (algo más de 14.4
millones de personas). La tasa de crecimiento anual intercensal de la población urbana fue
de 28,4%, mientras la de la rural resulto negativa (5,6%). El Gran Buenos Aires paso de
concentrar el 29,4% de la población en 1947, a concentrar el 55,6% en I960; con más de
4,7 millones de habitantes en 1947 y más de 6,7 millones en 1960, reunía casi la mitad de la
población urbana total del país.
El flujo migratorio interno constituyo, durante esta etapa, el factor fundamental de la
concentración urbana. Originarios de las aéreas rurales de la región pampeana y, en menor
medida de las regiones Noroeste y Nordeste, los migrantes nativos se dirigieron hacia
diversas aglomeraciones urbanas para finalmente orientarse —en algo así como un 68%—
hacia el Gran Buenos Aires De igual manera aumento el número de centros urbanos de
tamaño intermedio (entre 50000 y 1.000.000 de habitantes). En 1947, se relevaron quince
ciudades con estas características, y en 1960, veintitrés. Absorbían el 24,2 y el 26,2% de la
población urbana total, respectivamente. Este incremento se debió, sobre todo, a las
aglomeraciones urbanas de Córdoba y Rosario.
El crecimiento urbano del Gran Buenos Aires estuvo asociado a la expansión de la actividad
económica urbana, en general, y de la industria, en particular. Una de sus consecuencias fue
la acentuación del proceso de radicación en las zonas suburbanas iniciado en las primeras
décadas del siglo. Si hasta 1940 los protagonistas de este proceso fueron miembros de la
segunda generación de inmigrantes, en este periodo el protagonismo estuvo a cargo de los
nuevos migrantes internos. En tanto parte de la fuerza de trabajo urbano los migrantes de
menores ingresos impulsaron la radicación en esas zonas bajo dos formas: el desarrollo de
"barrios de loteo" económicos y el asentamiento en villas de emergencia. La primera de
estas alternativas permitió la difusión de la pequeña propiedad suburbana. En cuanto a la
segunda, la política oficial no la obstaculizo y en varias oportunidades se abrieron líneas de
crédito y se construyeron conjuntos residenciales dirigidos específicamente a sus habitantes.
El cambio de gestión del transporte urbano también favoreció ese proceso. La
nacionalización de los ferrocarriles implico un drástico cambio en la política de tarifas que se
mantuvieron bajas en relación con el aumento del costo de vida. Esta política permitió que
los trabajadores de menores ingresos tuvieran mayor accesibilidad a las tierras periféricas
del Gran Buenos Aires. Por otra parte, la disolución de la Corporación de Transportes de la
Ciudad de Buenos Aires dio lugar a una difusión masiva del "colectivo". Se incremento el
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
número de viajes y se formó una red de colectivos que penetro en los intersticios de la
periferia simultáneamente con el fraccionamiento de loteos económicos.
La disminución de la Población Económicamente Activa (PEA) fue uno de los rasgos
singulares denotados por los censos de 1947 y 1960. Cálculos efectuados sobre las
anteriores mediciones (1895 y 1914) habían establecido tasas de actividad superiores al
60%. En 1947, dicha tasa descendió al 57% y en 1960, volvió a caer al 53%. Este descenso,
generalizado en casi todas las regiones del país, tuvo su mayor intensidad en el Gran Buenos
Aires. A propósito de esta perdida, Lindemboim destaco que "en la inmediata posguerra se
amplio de manera significativa (entre los asalariados) el universo de quienes se retiraban de
la actividad para acogerse a la jubilación".
Lo más significativo del periodo intercensal, en lo relativo a la participación sectorial, es el
aporte del empleo industrial al aumento de la PEA. En efecto, la industria genero el 40% del
crecimiento intercensal. Sin embargo, en números absolutos, el empleo industrial que había
duplicado sus efectivos entre 1935 y la finalización de la Segunda Guerra Mundial, no repitió
el mismo comportamiento. Por su parte, los servicios aportaron el 24% del crecimiento
intercensal, y la construcción el 20%. El agro fue el único sector que experimento un
crecimiento negativo debido a la profunda recomposición de su perfil productivo y
ocupacional.
Política social y condiciones de vida
La política social del peronismo contribuyó decisivamente a su arraigo entre los sectores
populares, en general, y la clase obrera, en particular. En su concepción, la justicia social
significaba la redistribución del ingreso en favor de los sectores más desposeídos e implicaba
mucho más que el incremento de los salarios nominales. Así la derivación de flujos de
ingreso en beneficio de dichos sectores también se efectivizo a través de diversos "gastos
sociales": una vasta legislación laboral que incluía indemnizaciones, vacaciones pagas,
disposiciones sobre horarios de trabajo, etc.; un conjunto de instituciones benéficas, como la
Fundación Eva Perón, destinadas a atender determinadas carencias sociales; la ampliación
del acceso a la vivienda propia, y la elevación general de la dotación sanitaria y educativa.
Del análisis de la política de ingresos puede concluirse que, pese a las discrepancias entre los
distintos autores, los salarios reales experimentaron un apreciable crecimiento.
Particularmente, se vieron favorecidos los asalariados urbanos incluidos en los regimenes de
convenciones colectivas de trabajo. En el mismo sentido, operó la política estatal de
subsidios a los alimentos, de tarifas de los servicios públicos, de congelamiento de los
alquileres urbanos, etc. De esta manera, la participación de los asalariados en el ingreso
nacional creció hasta 1949-1950, y luego de una caída hacia 1951, tendió a ascender y luego
estabilizarse hasta 1955.
Una contribución al mejoramiento de la calidad de vida de vastos sectores sociales, que por
alcanzar cierta edad dejaban de trabajar, fue la generalización del sistema de jubilación. Las
cajas de jubilaciones, que contaban con 300.000 afiliados en 1944, pasaron a cubrir a
3.500.000, cinco años después. Además, en 1948, de acuerdo con la ley 13.478, se
estableció un fondo especial para pensionar a toda persona de escasos recursos, mayor de
sesenta años, no amparada por ningún sistema de jubilación.
La atención a los sectores socialmente más desprotegidos estuvo, en particular, a cargo de
la fundación creada y presidida por Eva Perón, en 1948, financiada por el Estado y por
donaciones de trabajadores y empresarios, aunque estas últimas no siempre voluntarias, ya
que dieron lugar a conflictos con algunas empresas, que llevaron incluso a su cierre.
La asistencia social desarrollada por la Fundación abarco diversos aspectos. Por un lado, se
atendió a las necesidades individuales mediante la distribución personal o colectiva de
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
indumentaria, textos escolares y elementos para el hogar. Por otro se crearon distintas
instituciones, como hogares para la atención y orientación de mujeres y niños abandonados.
La asistencia a la niñez —considerada por el peronismo como "la única privilegiada"—y a la
juventud en general adquirió especial significación. Con este fin se crearon comedores
escolares y hogares escuela y se organizaron competencias deportivas, como los
Campeonatos Infantiles Evita, que reunían anualmente a 100.000 niños para la práctica de
futbol y otros deportes, y constituyeron elementos importantes para reforzar la popularidad
del gobierno.
La Fundación creo la Escuela de Enfermeras (1950) orientada a la especialización en la
atención medica y social, mientras que, para el cuidado de los ancianos, se crearon varios
hogares en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Tucumán. Si bien a través de su Fundación,
Evita canalizo el afecto de los "descamisados" y construyo un vehículo poderoso de
propaganda política, la ayuda social prestada contribuyo al mejoramiento de la calidad de
vida de sectores postergados de la población.
El problema de la vivienda fue uno de los legados ingratos que heredo el gobierno peronista.
Los resultados del Censo Escolar, del Analfabetismo y de la Vivienda de 1943,'efectuado en
sesenta ciudades del país, mostraron que el hacinamiento era uno de los más graves
problemas de índole social y moral. Proyectando dichos resultados a la totalidad del país, se
estimaba que 400.000 familias vivían en hogares donde cuatro y más personas ocupaban
una sola habitación; mientras que otras 800.000 familias constituían casos de dos y más
personas viviendo en una habitación.
A juicio de los estudiosos del Instituto Alejandro Bunge, ese grave estado de cosas se debía,
en gran parte, "a la imprevisión y desidia de la acción oficial", a quien competía, en forma
preponderante, la solución del problema. Por otro lado, un informe de la Comisión Asesora
para la Vivienda Popular, creada por el Poder Ejecutivo en setiembre de 1943, estimaba que
la solución del problema requería la construcción de 650.000 casas. Con posterioridad. el
Censo Nacional de Población de 1947 ratifico que el déficit de viviendas alcanzaba a una cifra
similar.
En consecuencia, la necesidad de resolver este problema se transformo en un objetivo social
prioritario para la gestión de las autoridades que asumieron en 1946.
Un instrumento importante para la política de viviendas del peronismo fue la nacionalización
del Banco Central. A juicio del gobierno, la acción estatal debía estimular y promover la
construcción de la vivienda propia mediante el crédito bancario y el ahorro, por lo que el
control de los depósitos bancarios puso en manos del Estado una considerable masa de
recursos para canalizarlos en favor del crédito hipotecario. En este sentido, el Banco Central
facilitó gran parte de esos recursos al Banco Hipotecario nacional que no solo hizo más fluido
el otorgamiento de préstamos hipotecarios, sino que rebajo los intereses. En la misma
dirección se destacaron organismos gubernamentales, como el Instituto nacional de
Previsión Social, numerosos sindicatos y asociaciones de distinto tipo que encararon la
construcción de conjuntos residenciales, e incluso complejos vacacionales, como el de
Chapadmalal, aprovechando el establecimiento de las vacaciones pagas y el turismo sindical.
El resultado fue un incremento de la demanda crediticia y de la construcción de viviendas,
pudiendo estimarse que durante el periodo se edificaron más de 300.000. La política de
viviendas fue una de las realizaciones más significativas del gobierno peronista.
Esa política favoreció claramente a los sectores populares. La difusión de la pequeña
propiedad suburbana en el Gran Buenos Aires y en ciudades del interior, Así como la
construcción de monobloques en la Capital Federal y en las provincias, beneficio a la
población de menores ingresos pertenecientes, en general, a asalariados de clases media,
media baja y baja. De todos modos, durante el periodo también proliferaron los
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
asentamientos en "villas de emergencia" que recreaban las condiciones de vida de los
antiguos conventillos y de la "Villa Desocupación" que, como señalamos, había crecido
acompañando a la crisis de 1930. Sin embargo, para los "villeros" de entonces la
permanencia en las villas era considerada transitoria, como un lugar de paso que, dadas las
expectativas favorables que generaba la situación socioeconómica del país, precedía a la
adquisición de una vivienda confortable.
La política de salud constituyo otro capítulo especial de la gestión peronista. En este aspecto,
la atención sanitaria tuvo su principal inspirador en el primer ministro de Salud Publica de
Perón, Ramón Carrillo, Premio nacional de Ciencias de 1937. Este funcionario planteo como
eje de su accionar al frente del Ministerio, la prevención sanitaria. En pocos años la
infraestructura hospitalaria creció logrando la duplicación del número de camas entre 1946 y
1951, construyéndose veintiún hospitales con capacidad aproximada de 22.000 camas. Entre
estas construcciones se destacan los policlínicos de Avellaneda (1951) y Lanús (1952). La
gestión de Carrillo promovió la creación, entre otros, de los institutos de Cirugía Torácica y
Tuberculosis y de Hemoterapia, y la modernización de establecimientos y centros
hospitalarios regionales. La lucha contra las enfermedades endémicas fue un objetivo
principal; por ejemplo, logro erradicarse el paludismo. Los sindicatos complementaron la
acción estatal, porque favorecidos por el apoyo crediticio del sistema bancario oficial, los
ferroviarios construyeron su propio policlínico, al igual que los bancarios (en 1950), los
obreros de la industria del vidrio (en 1952) y los de Obras Sanitarias.
Los recursos destinados a la educación también crecieron, especialmente a través de la
construcción de escuelas primarias y secundarias. Por otra parte, hubo un énfasis especial en
la enseñanza técnica de los oficios y artes manuales a los trabajadores, para lo cual se
crearon escuelas fábrica, escuelas de medio turno, escuelas de capacitación obrera para
adultos y escuelas de capacitación profesional para mujeres. En este último nivel, la
estructuración de un sistema de enseñanza adecuado a las necesidades de los sectores
laborales culmino con la creación de la Universidad Obrera Nacional (actual Universidad
Tecnológica Nacional) con facultades regionales que priorizaban una enseñanza técnica
acorde con los respectivos lugares de localización. Asimismo, se construyeron edificios para
las facultades de Odontología, Medicina y Derecho.
Esta política amplió el grado de inclusión de los sectores sociales a la capacitación. La
matricula primaria se incremento un 34% entre 1945 y 1955, mientras que la secundaria lo
hizo en un 134%, destacándose el crecimiento de la matricula en las escuelas industriales,
que alcanzo un 220%. En este nivel, comenzó a manifestarse la presencia de alumnos de
origen obrero o de baja clase media. Por su parte, la matrícula universitaria se triplico sin
que se produjera una democratización tan intensa como en el nivel medio. En el ámbito
universitario, en noviembre de 1949 se decreto la eliminación de los aranceles atendiendo,
según el Poder Ejecutivo, a la función social del Estado en amparo de la enseñanza
universitaria.
La contrapartida a estos hechos se reflejo en el cercenamiento de la autonomía de las
universidades, no solo porque estas habían sido baluartes de la oposición en la época de
ascenso del peronismo, lo que llevó hacia principios de 1947 a que más de un miliar de
profesores fueran cesanteados por motivos ideológicos, sino porque Perón aspiraba a
integrar todos los niveles de educación en un sistema único bajo el control directo del
Estado. Esta tendencia se profundizo luego de 1950, cuando Armando Méndez San Martín
ocupo la cartera de Educación, y las escuelas se transformaron en herramientas difusoras y
laudatorias de la obra del gobierno mediante la lectura obligatoria de textos que apuntaban
al adoctrinamiento político de los niños y jóvenes. Esta literatura "peronista" proporcionaba
una visión en la cual la sociedad estaba por encima del individuo, ubicándose al Estado en el
centro de las transformaciones sociales y convirtiendo progresivamente al sistema educativo
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
oficial en un engranaje de la maquinaria propagandística del gobierno. Por ejemplo, luego de
la muerte de Evita Perón, en 1952, su autobiografía. La razón de mi vida, fue declarada por
ley del Congreso libro de texto obligatorio para todos los niveles de educación.
En síntesis, aunque la noción acerca de la responsabilidad del Estado en la resolución de los
problemas sociales no era desconocida por algunos gobiernos anteriores, la concreción de la
misma a escala hasta entonces desconocida, generalizándola hasta abarcar vastos sectores
populares, singularizo la gestión de la administración peronista. Es indudable que la política
social, ampliamente publicitada, así como el manejo de los resortes del Estado a nivel
educativo y el dominio de los medios de información, proporcionaron al gobierno grandes
réditos políticos y un nivel de adhesión popular significativo, pero también es cierto que
nunca el Estado se había mostrado tan decidido a mejorar las condiciones sociales y
económicas de los sectores populares en general y de los trabajadores, en particular.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Trabajo Práctico Nº 13
LA TERCERA POSICIÓN. POLITICA EXTERIOR DEL
PERÓNISMO
A partir de la lectura del capítulo “La Tercera Posición y la Política Internacional del
Peronismo”, escrito por el historiador argentino Mario Rapoport, en su libro Historia
Económica, Política y Social de la Argentina, responder a la siguiente grilla de preguntas.
1. Describa las pautas básicas de la política exterior del peronismo, llamada “Tercera
Posición” y explique qué quiere decir que se trata de una “política pendular”.
2. ¿Qué importancia económica tenía para la Argentina el continente europeo?
3. En qué consistía el intercambio de productos entre Argentina y los países de
Europa con los cuales se firmaban acuerdos bilaterales.
4. ¿Por qué razón los Estados Unidos veían negativamente estos acuerdos que ponían
a la Argentina en activa relación comercial con Europa?
5. Qué fue lo que cambio las relaciones comerciales de la Argentina a partir de 195152 y en qué consistió esa reorientación.
6. Por qué razón la Argentina buscó formalizar un acuerdo comercial con la Unión
Soviética.
7. ¿Cuál era el objetivo perseguido por la Argentina en sus relaciones con los países
latinoamericanos?
8. ¿La relación con Brasil ayudó o conspiró contra el logro de este objetivo?
9. ¿Cuál fue la actitud que adoptó Estados Unidos frente a la ofensiva diplomática y
comercial argentina en América Latina?
10. ¿Una vez que en 1955 el gobierno peronista fue derrocado por el golpe de estado,
en qué quedó el objetivo planteado por la política de la Tercera Posición?
NOTA: Se recuerda el uso del diccionario para resolver palabras de las que se desconozca su
significado y que no se acepta como respuesta la copia textual de fragmentos del texto sino su
reelaboración con propias palabras.
LA TERCERA POSICION Y LA POLITICA INTERNACIONAL DEL
PERONISMO
M. Rapoport
Hacia una política exterior autónoma
El gobierno peronista debió diseñar su política exterior en un contexto poco propicio. La
declinación de Gran Bretaña —tradicional aliado de la Argentina—, la herencia que
significaba las conflictivas relaciones con los Estados Unidos, el aislamiento diplomático
padecido por el país durante la Segunda Guerra Mundial y las presiones emergentes de la
Guerra Fría, constituyeron factores que las autoridades debieron contemplar para formular
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
una política exterior que lograra ciertos márgenes de autonomía en el escenario
internacional, y que fue denominada "de la Tercera Posición".
La propuesta doctrinaria aspiraba al desarrollo de una política exterior que no significara un
alineamiento automático con los bloques en conflicto. Si bien reconocía la pertenencia
cultural y geográfica a Occidente y se definía en la Guerra Fría con el bloque occidental,
rechazaba toda subordinación a los intereses de los Estados Unidos. Por otra parte, afirmaba
la no intervención en los asuntos internos de otros países, la integración con los países
vecinos, la necesidad de la unidad latinoamericana, la preeminencia de la paz internacional
por sobre los intereses coyunturales de las naciones y la no participación en conflictos
bélicos y/o económicos que comprometieran la seguridad argentina. Descartando toda
ruptura del orden internacional, se desechaba una "asociación" estable con la potencia
hegemónica que impusiera una subordinación periférica irreversible. Como señala Whitaker,
la política peronista de la Tercera Posición en el plano internacional constituía la búsqueda
de aumentar el "poder de regateo" o, más aún, la "posibilidad de negociar" con propósitos
nacionalistas, aprovechando la ruptura Este-Oeste, pero sin apartarse de Occidente.
Como corolario a los presupuestos universalistas de la doctrina de la Tercera Posición, la
política económica aspiraba, a nivel internacional, a la diversificación de los mercados
compradores y vendedores. Así se propiciaban convenios bilaterales con todos los países en
abierta contradicción con el multilateralismo que los Estados Unidos pretendían imponer en
la economía mundial, y en esta línea la Argentina no adhirió durante el peronismo a los
organismos financieros internacionales establecidos durante la guerra en la Conferencia de
Bretton Woods, como el FMI y el Banco Mundial. El gobierno peronista tenía, en cambio,
entre sus metas de mediano plazo, el fortalecimiento del comercio con los países del Cono
Sur, tras el objetivo ulterior de lograr una mayor integración económica y política regional.
La política exterior del gobierno peronista oscilo así entre la confrontación nacionalista y el
pragmatismo negociador, aspectos que estuvieron presentes de manera permanente,
aunque el predominio de uno u otro, en los diversos periodos, reflejo los alcances del
programa reformista del gobierno, la variación de su fuerza interna y los cambios de los
márgenes que le brindaba el escenario internacional y latinoamericano.
De esta manera, se desarrollaron nuevos ejes en el posicionamiento internacional del país,
tales como el impulso a las relaciones económicas con la URSS y otras naciones del este
europeo y las iniciativas de unidad regional en América Latina. Se buscaba también
contrapesar las relaciones con la potencia norteamericana a través del fortalecimiento de los
vínculos existentes con Gran Bretaña y otros países de Europa Occidental.
Esa "pendularidad" reflejaba la intención de aprovechar, desde una posición autonómica, la
competencia y rivalidades externas—y entre sectores internos que favorecían una u otra
relación— para negociar en mejores condiciones. Pero si en los comienzos de su gobierno
esta política había dado réditos a Perón, debido sobre todo al mayoritario apoyo interno con
el que contaba, a mediados de los años '50, cuando ese apoyo comenzó a debilitarse, las
relaciones exteriores se convirtieron en un ejercicio de supervivencia en el marco de una
espiral de presiones contrapuestas que contribuyeron al debilitamiento y caída del gobierno
Las relaciones con Europa Occidental y la apertura hacia el Este
La continuidad de las relaciones argentino-británicas se encuadraba dentro de una tendencia
más general a la ampliación de las relaciones económicas con los países de Europa
Occidental a través de tratados bilaterales. La región ya constituía, tomada como conjunto,
el principal mercado comprador de la producción argentina. Al mismo tiempo, la
recuperación económica europea y las tendencias de los países de esa región cada vez más
independientes con respecto a los Estados Unidos fortalecían las corrientes comerciales y los
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
flujos de capitales hacia la Argentina, compitiendo con el país del Norte en el comercio de
importación, sobre todo en medios de capital y transporte.
En ese sentido puede comprenderse la proliferación de convenios bilaterales firmados por la
Argentina con numerosos países europeos, latinoamericanos y asiáticos. Estos acuerdos
tenían una doble finalidad, por un lado, ampliar los mercados para la colocación de los
productos argentinos y asegurar las fuentes de aprovisionamiento de insumos, necesarios
para implementar los planes quinquenales, mientras que, por otro lado, al diversificarse los
interlocutores internacionales, se intentaba incrementar la capacidad de decisión argentina
en el escenario internacional. Las dificultades planteadas, en los primeros tiempos del
gobierno, por la inconvertibilidad de algunas divisas clave, como la libra esterlina, ratificaban
la necesidad de estos convenios.
Las relaciones argentinas con los países europeos en los años de la inmediata posguerra
estuvieron condicionadas por la reconversión de sus economías y por la reconstrucción de
los países afectados directamente por la acción bélica. La excepcional posición argentina
ante la fuerte demanda de alimentos le permitió negociar varios convenios bilaterales con
diferentes naciones del continente europeo. Entre estos se destaco el que en 1946 fue
firmado con España, mediante el cual la Argentina se comprometió a venderle durante cinco
años distintas cantidades de trigo, maíz, aceites comestibles y oleaginosas. Nuestro país le
otorgaba a España facilidades crediticias para efectuar sus compras, mediante la
intervención del IAPI, por un monto de 350 millones de pesos y los fondos de este crédito
debían utilizarse en la compra de productos argentinos.
A cambio, España suministraría a la Argentina cantidades mínimas anuales de palanquilla.
chapa negra, plomo, corcho, papel para cigarrillos, aceitunas y acepte de oliva. En general,
en este convenio tuvieron primacía distintos tipos de maquinarias y herramientas que
desplazaron a los tradicionales productos de exportación españoles a la Argentina. También
se establecieron facilidades para los migrantes entre ambos países, la concesión de ventajas
a la Argentina para organizar zonas francas en puertos españoles, la construcción de
embarcaciones argentinas en astilleros españoles, la promoción de las comunicaciones
aéreas y el fomento del intercambio de películas cinematográficas, libros y publicaciones.
El Protocolo Franco-Peron. de 1948, representó el punto culminante de esta política. Ante el
anuncio estadounidense de que España quedaría excluida del Plan Marshall, en abril de
1948, se firmo el Protocolo Adicional al Convenio de 1946. El monto acordado era más alto
que el establecido en otros convenios bilaterales. España obtuvo un generoso crédito para la
compra de productos de primera necesidad, quedando relevada de transferir divisas para su
cancelación y pudiendo acreditar las mismas en una cuenta en Madrid a favor del IAPI o del
Banco Central de la República Argentina.
Entre otros convenios se destacaron, por la amplitud de sus alcances y por los montos
comprometidos, los celebrados con Francia e Italia. Además de las ventajosas condiciones de
financiación, en la mayoría de ellos se repetían las líneas Fundamentales del convenio con
España y fueron acompañados de propuestas y acciones extraeconómicas, como
disposiciones sobre intercambios culturales y acciones solidarias. Esencialmente consistían en
el otorgamiento de créditos para la adquisición de productos agropecuarios argentinos a
cambio del suministro de insumos básicos industriales.
Por otra parte, durante el primer gobierno peronista se originaron y comenzaron a afianzarse
las relaciones comerciales y financieras con los países del Este europeo. En una rápida
sucesión la Argentina firmo convenios bilaterales con Checoslovaquia en junio de 1947, con
Rumania en octubre de 1947, con Polonia en marzo de 1948 y con Bulgaria en junio de
1949. Todos preveían el intercambio de materias primas argentinas por diferentes tipos de
maquinarias, combustibles, repuestos para maquinarias agrícolas e industriales, hierro.
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
aluminio y maderas. Los convenios se hicieron a corto plazo y el desarrollo de la Guerra Fría,
hasta 1950, conspiro contra la posibilidad de incrementarlos sustancialmente.
La diplomacia norteamericana busco desalentar estas negociaciones. Tenían presente el
potencial que representaban esos mercados para los productos argentinos. Así como su
posible papel como fuentes de aprovisionamiento. Aun cuando nunca pusieron objeciones
oficiales a tal comercio, buscaron seguridades de que no se enviaran a esos países
materiales estratégicos desde el punto de vista militar.
Pero son las relaciones entre la Argentina y la Unión Soviética las que merecen una
consideración diferente en el marco de la Guerra Fría. Los vínculos con Rusia quedaron
cortados pocos días después de los acontecimientos revolucionarios de octubre de 1917, y a
partir de 1921, las relaciones diplomáticas se interrumpieron totalmente. Por su parte, el
intercambio comercial se contrajo bruscamente a partir de 1931.
A mediados de 1945 el gobierno argentino a través de Perón, inició contactos directamente
con funcionarios de la URSS a pesar de la posición oficial soviética mantenida en la
Conferencia de San Francisco. En este conclave, el ministro soviético Molotov se opuso a la
participación argentina en la conferencia que daría origen a las Naciones Unidas. No
obstante, aquellas conversaciones desembocarían en el establecimiento de relaciones
diplomáticas entre ambos países. Una vez elegido Perón como presidente. se produjo el
arribo a Buenos Aires de una misión comercial soviética y, finalmente, el 6 de junio de 1946,
se anuncio en forma simultánea en Moscú y Buenos Aires el establecimiento de relaciones
diplomáticas, consulares y comerciales entre la URSS y la Argentina.
Un viraje en la política exterior soviética facilito el fortalecimiento de las relaciones
económicas con la Argentina. Desde 1952 antes de la muerte de Stalin, la mayor distensión
que sucedió a la Guerra de Corea y el crecimiento económico experimentado por la Unión
Soviética en esos años le permitieron jugar un rol más activo en los mercados mundiales. El
cambio en la política soviética coincidió con transformaciones importantes en la situación
económica y política y en la posición internacional de la Argentina.
Las dificultades en la balanza de pagos argentina —con una balanza comercial fuertemente
negativa en 1951 y 1952—obligaban al gobierno peronista a cambiar la política económica y
a reorientar sus relaciones exteriores. El acercamiento a los Estados Unidos, procurando
atraer capitales norteamericanos, fue acompañado, a su vez, por la firma de convenios
bilaterales con países de Europa Occidental y Oriental y de América Latina, y por el
incremento de los lazos comerciales y económicos con la Unión Soviética.
Entre enero y agosto de 1953 se reabrieron así las negociaciones diplomáticas y comerciales
con los soviéticos. El episodio más relevante fue la entrevista, el 7 de febrero, entre el
premier Stalin y el embajador argentino en Moscú, Leopoldo Bravo, primera concedida por
aquel a un representante de un país latinoamericano. Corno corolario, el 5 de agosto se
firmaba en la capital argentina un convenio comercial que constituía uno de los primeros que
concertaba la URSS con naciones no comunistas y el primero que suscribía con un país
latinoamericano.
Para el gobierno argentino, el convenio se encuadraba dentro de los postulados de la
Tercera Posición en tanto buscaba transitar un camino propio respecto de la opción que
presentaban las dos superpotencias. Frente al líder del mundo occidental y su socio principal
—los Estados Unidos—, la Argentina trataba de ganar espacios de maniobra y
contrabalancear el acercamiento con el país del norte mediante el convenio con la URSS.
Disipada la probabilidad de una tercera guerra mundial, luego de la crisis de Corea, se abría
la posibilidad de incrementar el juego pendular sin renunciar a la adhesión a Occidente.
Las relaciones con América Latina
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Desde 1946 el gobierno peronista desplego una serie de propuestas con respecto a los
países iberoamericanos que, en algunos casos, cristalizaron en acciones concretas. Estas
propuestas se consustanciaban con la revalorización de los planteos de Alejandro Bunge
acerca de la posible conformación de una unión aduanera en Sudamérica. En esa dirección.
la cancillería argentina implemento una activa campaña de acercamiento político y cultural
hacia varias naciones latinoamericanas. Se abrieron embajadas en aquellos países donde
había consulados o legaciones, se enviaron publicaciones y libros argentinos a todos los
países del área, se intensificó el intercambio de misiones militares, el gobierno argentino
compro algunos periódicos en países hispanoamericanos y se creó la figura del agregado
obrero en las embajadas argentinas de la región. Todas estas acciones tenían un sesgo
propagandístico de matices marcadamente antinorteamericanos. Esto último comenzó a
suavizarse a fines de 1953, cuando las relaciones entre los Estados Unidos y la Argentina
mejoraron debido al cambio de política de la Administración Eisenhower.
Los convenios firmados por la Argentina con países de América Latina abarcaron dos etapas
diferentes. La primera se verifico entre 1946 y 1948, mientras que la segunda se inicio en
1953 y perduro hasta la caída del peronismo en setiembre de 1955.
Durante el primer periodo, el gobierno argentino negocio convenios con Ecuador, Perú,
Venezuela, Bolivia, Chile, Paraguay, Brasil y Uruguay. En la mayoría de ellos se puso de
manifiesto, no solo la intención de estrechar lazos con esos países, sino resaltar el deseo
argentino de obtener en ellos los insumos básicos requeridos por la industrialización
propuesta en los programas quinquenales. Sin embargo, la crisis económica de 1949 puso fin
a las aspiraciones argentinas de convertirse en eje del espacio económico sudamericano.
Aunque los acuerdos comerciales planteados en el trienio anterior se cumplieron
parcialmente, tanto la política crediticia y la inversora como las propuestas de uniones
aduaneras se desvanecieron junto con la floreciente marcha de la economía argentina.
Por otra parte, el avance de la Guerra Fría había dejado un espacio muy reducido para la
difusión de la política peronista en el área. No es casual que, a partir de 1948, varios
documentos del Departamento de Estado señalaran que el país del Plata no estaba en
condiciones de hegemonizar un bloque opuesto a los EE.UU. en la región. Los mismos
documentos destacaban que la integración interamericana neutralizaría cualquier intento
futuro de formar un bloque austral bajo la hegemonía argentina.
No obstante, el gobierno peronista reactivo pronto sus propuestas de integración con sus
vecinos del Sur. En esta segunda etapa, la política exterior alcanzo a algunos de sus
objetivos. El punto más importante fue la firma con el gobierno trasandino del Gral. Ibáñez
del Campo, del Acta de Santiago, en febrero de 1953, donde la Argentina y Chile sentaron
las bases para una política de complementación económica entre ambos países. A partir de
entonces se concreto una nueva serie de tratados con otros países de la región que ponían
el acento en la expansión de los intercambios comerciales, el fomento de los sistemas de
transporte y comunicación y la propuesta de establecer uniones aduaneras.
Acorde con ello, mediante un efecto multiplicador, en poco más de un año la Argentina firmo
convenios de unión económica con Chile, Paraguay, Ecuador y Bolivia (entre julio de 1953 y
setiembre de 1954). En todos estos acuerdos se proponía un sistema de fronteras libres y los
medios para ponerlo en ejecución. Otros acuerdos con países hispanoamericanos, como el
convenio suscripto con Nicaragua en 1954 no llegaron a plantear una unión económica, pero
contemplaron facilidades arancelarias, de impuestos y tipos de cambio.
Abandonando la cautela de la anterior etapa, la Argentina defendió en los foros
interamericanos el derecho de los países del continente a la integración económica. En la V
Reunión de la CEPAL —celebrada en abril de 1953— la delegación argentina presento un
proyecto para que se estudiaran las posibilidades de integrar gradual y progresivamente a
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
toda América Latina. El escenario político latinoamericano se torno más propicio a la política
exterior del gobierno peronista en la región. Mediante una activa campaña propagandística y
diplomática promovió entre los países latinoamericanos la conformación de un bloque para
mantenerlos precios de las materias primas frente a la ofensiva comercial de las potencias
industrializadas. En la medida en que las relaciones comerciales y económicas entre los
EE.UU. y los países del área mostraban aristas conflictivas, credo el descontento de la región
y se potencio el accionar de las fuerzas nacionalistas de la misma.
La diplomacia norteamericana percibió negativamente la campaña argentina en favor de un
bloque económico latinoamericano. A su juicio se trataba de una campana obstruccionista
destinada a quebrar la cooperación hemisférica y a desacreditar a las fuerzas armadas
norteamericanas. Asimismo, la pretendida actitud aislacionista de la política exterior
argentina con respecto al país del Norte era considerada paralela a la del movimiento
comunista latinoamericano, en tanto coincidía en el esfuerzo por minar las posiciones de
Washington en la región. En consecuencia, para contrarrestar el accionar del gobierno
peronista, el Departamento de Estado aprobó el uso de "tácticas diplomáticas confidenciales"
destinadas a concienciar o convencer a los gobiernos latinoamericanos sobre el "peligro" o la
"escasa conveniencia" de permitir la "penetración argentina".
Sin embargo, el camino hacia la integración económica entre los países iberoamericanos
encontró otras dificultades. Entre ellas las diferencias históricas entre Chile y Bolivia, y los
conflictos de protagonismo y liderazgo. La coincidencia de objetivos entre el presidente
chileno, Ibáñez del Campo, y el gobierno peronista permitió contrabalancear la significativa
ausencia del Brasil, tras el intento infructuoso de Perón por alinear al presidente brasileño
Vargas en la misma estrategia. Por su peso en el contexto sudamericano y por la
complementariedad de su economía con la argentina, el Brasil era un eslabón importante de
los proyectos integradores. Pero tanto la situación interna del presidente Vargas como el
marcado protagonismo argentino en los intentos de integración diluyeron las posibilidades de
reeditar el Pacto del ABC13. Por otra parte, los desajustes de la política latinoamericana del
gobierno peronista con la propia realidad argentina y con las condiciones del contexto
internacional, como las características del discurso peronista, contribuyeron a que el papel
asumido por la Argentina fuera percibido mayoritariamente como una expresión de
oportunismo que albergaba propósitos expansionistas.
Las relaciones del gobierno peronista con el Brasil merecen una referencia especial. Este país
había sido el cuarto socio comercial de la Argentina en los años '30 y, entre 1944 y 1945 se
había transformado en el primer proveedor del país del Plata. Sin embargo, con la asunción
a la presidencia del Gral. Dutra, de orientación pro norteamericana en 1946, las relaciones
con el gobierno peronista comenzaron a tensionarse con actitudes de animosidad política e
ideologías, pero la fuerte interdependencia económica y comercial entre ambos países logro
imponer líneas de entendimiento, como los acuerdos de intercambio y pagos firmados en
1948 y diversos proyectos comunes, entre los que sobresalía la construcción conjunta de una
represa hidroeléctrica en Iguazú.
La aproximación entre la Argentina y el Brasil, entre 1951 y 1952, después de la vuelta de
Vargas al poder, fue más comercial que política. Las limitaciones internas del varguismo y las
fuertes tendencias panamericanistas imperantes en el Brasil terminaron por obstaculizar las
aspiraciones peronistas de concretar las propuestas del Acta de Santiago. No obstante, a
pesar de estos inconvenientes políticos, el intercambio comercial entre los dos países
continuó con una tendencia creciente.
13
Se le llamó Pacto ABC al acuerdo entre Argentina, Brasil y Chile
CUADERNILLO DE TRABAJOS PRÁCTICOS
Los intentos de la Argentina de aparecer como un posible eje vertebrador de la economía de
la región, para favorecer el debilitamiento de los lazos de dependencia con la potencia
hegemónica norteamericana, provocaban muchas veces un efecto contrario al buscado. Al
no estar avalados por sus propios indicadores económicos, las proposiciones argentinas
generaban en las republicas vecinas el temor a involucrarse en un proyecto que ponía en
peligro sus relaciones con los EE.UU., de las que objetivamente no podían prescindir.
Sin embargo, el abrupto final del proyecto latinoamericano del peronismo no se debió a sus
debilidades y condicionamientos, sino a la caída del gobierno peronista en 1955. El gobierno
de facto surgido en setiembre de ese año desestimo las propuestas de uniones aduaneras y
complementación económica con los países vecinos en tanto se reorientaron los intercambios
comerciales por la vía del multilateralismo.
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