Los Presocráticos: El término “presocrático” no denota solamente una clasificación cronológica, ya que entre este conjunto de pensadores griegos se incluyen también filósofos contemporáneos de Sócrates pero que siguieron las orientaciones teóricas de los filósofos de los siglos VI y V a.C. Los filósofos presocráticos fueron los primeros pensadores que rompieron con las formas míticas de pensamiento para empezar a edificar una reflexión racional. Es decir, fueron los primeros que iniciaron el llamado «paso del mito al logos », proceso propiciado por las especiales características de espíritu crítico y condiciones sociales que permitieron una especulación libre de ataduras a dogmas y textos sagrados. En este sentido, son tanto filósofos como cosmólogos, físicos o, más en general, «sabios». Y, aunque comparten algunas características comunes, no forman un grupo bien definido sino que se dividen en diversas escuelas de pensamiento, a veces muy alejadas unas de otras. El pensamiento de los presocráticos plantea el problema de la ruptura o de la continuidad respecto del pensamiento anterior y respecto de las influencias del pensamiento oriental. Olvidada ya la tesis de un pretendido «milagro griego», los autores contemporáneos destacan tanto las raíces basadas en el pensamiento mítico del primer pensamiento presocrático (especialmente se destaca la influencia de la cosmogonía mítica de Homero y de Hesíodo), como la recepción de determinados desarrollos intelectuales (especialmente de la astronomía y la matemática) del pensamiento oriental. Las escuelas y autores presocráticos suelen clasificarse atendiendo a diversos criterios. En primer lugar se suelen tener en cuenta dos grandes líneas de pensamiento de los primeros pensadores que se relacionan con el diverso origen geográfico: los filósofos de Jonia (los de la escuela de Mileto y Heráclito), y los itálicos o filósofos de la Magna Grecia (principalmente Pitágoras). Estos dos orígenes marcan también dos tendencias o dos tradiciones distintas: los primeros son, en general, más naturalistas, es decir, más preocupados por el estudio de la physis o naturaleza entendida desde la perspectiva de sus constituyentes materiales, mientras que los segundos son más especulativos y se ocupan de la physis desde una perspectiva más formal (los números en el caso de los pitagóricos) u ontológica —a partir de la noción de "ser"— (Parménides). Mientras los primeros se habrían ocupado fundamentalmente de la physis, los segundos tratarían especialmente de los problemas relacionados con el hombre y la polis. Pitágoras de Samos (532 a.C.): Fue un filósofo y matemático griego que dio origen a una escuela (más bien, hermandad o asociación religiosa en la que estudiaban igualmente hombres y mujeres, una de las cuales, Teano, fue esposa de Pitágoras) cuya posterior influencia será enorme. Instruido en las enseñanzas de los primeros filósofos jonios como Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes. Hacia el 530 a.C. se radica en Crotona, colonia griega al sur de Italia, allí funda un movimiento con propósitos políticos y filosóficos, conocido como pitagorismo. La filosofía de Pitágoras se conoce sólo a través de la obra de sus discípulos. La corriente pitagórica sostenía que lo que da acceso a la naturaleza es la razón, pero entendida como razón matemática. Hay una correspondencia entre las cosas y los números, que sólo capta la razón. Los números no son puras abstracciones o meros signos, sino que tienen entidad material, lo que los llevó a identificarlos con los elementos geométricos elementales: punto, línea, superficie, volumen. La correspondencia entre el número y las cosas inicia el camino de explicación de las matemáticas al estudio de la naturaleza, construcción de modelos matemáticos de explicación de la naturaleza. En el pensamiento pitagórico hay también un aspecto místico: transmigración de las almas, con el correspondiente parentesco entre los seres vivos, y las reglas de abstinencia y prohibiciones. Siguiendo las doctrinas órficas, defienden una concepción dualista del hombre, formado por cuerpo y alma. El alma es inmortal y pertenece al mundo celeste, el cuerpo es mortal y pertenece al terrestre. Cuando el cuerpo muere, el alma se reencarna en otro cuerpo (en función de su comportamiento) y sólo podrá volver al mundo celeste tras la purificación que le libere del mundo terrestre. Precisamente, las reglas de abstinencia y prohibiciones son reglas de purificación; los pitagóricos serían los primeros vegetarianos de la historia, ya que tendrían prohibido comer animales (tampoco habas) junto con numerosas reglas rituales (sacrificar y orar descalzo, al calzarse comenzar por el pie derecho, y morales (amistad, altruismo, honestidad). Los Sofistas: La palabra sophistes significaba maestro en sabiduría. Como tales se presentaban estos personajes que andaban de lugar en lugar, participaban en la política y cobraban por sus lecciones. Sabían o simulaban saber de todo: astronomía, geometría, aritmética, fonética, música, pintura. Pero su ciencia no buscaba la verdad sino la apariencia de saber porque ésta reviste de autoridad. Enseñaban la areté requerida para estar a la altura de las nuevas circunstancias sociales y políticas. Buscaban tener el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles". Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas. No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos especialmente en el ámbito de las convenciones (nomos), pero llegaban a dudar, incluso, de que pudiera lograrlo en el terreno de la naturaleza (phýsis). Cada quien tiene "su" verdad. Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu, Antoni, Diccionario de filosofía Herder, Barcelona, 1991.