Subido por David Hernández

articulo, seminario de politica

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE HONDURAS
FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES
CARRERA DE FILOSOFÍA
ASIGNATURA: Seminario de Filosofía Política
Profesora: Liana Muñoz
TÍTULO DEL TRABAJO: ¿Qué es lo que hay de especial en la comunidad científica?
Un enfoque a partir de la teoría epistemológica de Kuhn y Feyerabend.
ESTUDIANTE: Carlos David Hernández Martínez.
NUMERO DE CUENTA: 20191007818.
Lugar y fecha: C. U. Sábado 12 de diciembre del 2020.
Este artículo es una respuesta al llamado que han realizado autores como Thomas Kuhn y
Feyerabend de investigar de forma integral y no aislada los fenómenos sociales y políticos que
yacen dentro de la institución comunitaria de la ciencia. Dado que estos autores consideran que
ya no es necesario estudiar la naturaleza lógica-empírica de las teorías, sino que ahora se debe
prestar atención a la convencionalidad comunicativa o las técnicas de argumentación persuasiva
que hay dentro de esas mismas teorías, es decir, debemos dar una mirada panorámica a los
compromisos grupales que efectúa una determinada comunidad sociológica de científicos. De
ese modo haremos énfasis en la politicidad que hay en el terreno de la comunidad científica, en
tanto que esa politicidad es la autoridad que gobierna y legitima la imagen del conocimiento
científico. En ese sentido, abordaremos esencialmente las relaciones de poder entre ciencia y
política. Desde Kuhn trataremos de comprender los procesos inductivos que constituyen el
circulo entre comunidad científica y paradigma. Se insistirá en la fuerza del argumento circular
por medio del cual se incorporan juicios emotivos-subjetivos en virtud de los usos de juegos
lingüísticos—que son una especie de poderío retóricamente persuasivos— que articulan los
especiales árbitros poseedores de las reglas del juego. Al finalizar este articulo esbozaremos el
alegato que hizo Feyerabend en contra el método especial, y seguidamente veremos la propuesta
que hace este autor a favor de la libertad del individuo y las implicaciones que tiene esta defensa
en la sociedad y el Estado.
Palabras claves: comunidad científica, paradigma, reglas del juego, autoridad política,
técnicas de argumentación persuasiva, método especial.
This article is a response to the call made by authors such as Thomas Kuhn and
Feyerabend to investigate in a comprehensive and not isolated way the social and political
phenomena that lie within the community institution of science. Since these authors consider that
it is no longer necessary to study the logical-empirical nature of the theories, but that attention
must now be paid to the communicative conventionality or the persuasive argumentation
techniques that exist within those same theories, that is, we must give a panoramic look at the
group commitments made by a certain sociological community of scientists. In this way we will
emphasize the politicity that exists in the field of the scientific community, insofar as this
politicality is the authority that governs and legitimizes the image of scientific knowledge. In that
sense, we will essentially address the power relations between science and politics. From Kuhn
we will try to understand the inductive processes that constitute the circle of the scientific
community and paradigm. It will be insisted on the force of the circular argument by means of
which emotional-subjective judgments are incorporated by virtue of the uses of linguistic games
- which are a kind of rhetorically persuasive power - that are articulated by the special arbitrators
who possess the rules of the game. At the end of this article, we will outline the argument that
Feyerabend made against the special method, and then we will see the proposal that this author
makes in favor of the freedom of the individual and the implications that this defense has on
society and the State.
Keywords: scientific community, paradigm, rules of the game, political authority,
persuasive argumentation techniques, special method.
A lo largo de la Historia, las relaciones entre ciencia y política siempre han sido un buen
motivo de preocupación y análisis. Se evidencia claramente desde la modernidad, en tanto que la
ciencia moderna, más o menos en el siglo XVII fue también un movimiento político, ya que
hubo un cambio de reforma que iba de lo religioso a lo científico1. Un hecho que es vigente hasta
hoy en día, ya que los científicos operan con criterios políticos y a la inversa. Estas relaciones
son casi imposibles separarlas en estos tiempos contemporáneos, debido a que la ciencia siempre
ha sido política en estas épocas, de hecho, las revoluciones científicas han surgido a partir de las
revoluciones políticas.
Desde ese contexto histórico el conocimiento viene siendo legitimado por la autoridad
política de la misma comunidad científica que es en sí misma un valor, puesto que la legitimidad
que se le confiere a la ciencia se da por el hecho de que la especial comunidad científica articulo
una practicidad científica de manera profesional en la propuesta de una determinada teoría, que
no es más que los mismos intrínsecos compromisos subjetivos de la comunidad. Dado que dentro
de la comunidad científica yacen formas de vidas sociales, en el sentido de que los científicos
asumen el papel de políticos a la hora de hacer juicios de valor sobre una concreta elección
teórica.
De ese modo en este artículo de investigación asumiremos de concebir de forma integral y
no aislada la relación entre política y ciencia. Pues las relaciones entre ciencia y política no
pueden ser consideradas antagónicas en este contexto de investigación a realizar. Dado que la
política se encuentra involucrada en todos los fenómenos sociales de la realidad, con ello se
comprende que la política le atañe también al hecho científico. Por ello las relaciones entre
ciencia y política son indisolubles y no son contradictorias ni incompatibles, en tanto que es una
determinación entre la una y la otra, hay una correlación desde el punto de vista de la comunidad
científica, de modo que no se pueden diferenciar, es el mismo circulo de juego con la misma
naturaleza de interés concreto. Puesto que, las comunidades científicas son también políticas.
En efecto, es más fácil discernir la separación entre política y religión2, que la separación
entre política y ciencia. Dado que el fenómeno científico se complementa con el político, puesto
1
Esto significa que el mecanicismo científico, es también una forma de política, una reforma de autoridad ya no
eclesiástica, sino que científica. Dado que es un cambio de régimen conceptual.
2
Aunque claro, con ello no se quiere decir que la política y la religión son hechos aislados en el contexto social; no
están completamente separados. Solo que la distinción entre ciencia y política es aun sumamente más compleja,
casi hasta imposible demarcarla, desde el punto de vista de la comunidad científica.
que ambos actúan como aliados estratégicos en las relaciones de poder, constituyendo de tal
modo la manifestación de una misma fuerza: la autoridad política de la comunidad científica. Ese
es un motivo por el que sustentaremos, que las revoluciones científicas son también revoluciones
políticas. Dado que la ciencia y la política operan conjuntamente con los mismos singulares
valores, normas sentimientos y creencias subjetivas comunitarias.
En ese sentido se pueden apreciar que la ciencia está conformada por una estructura lógicaempírica, sino que también por una estructura sociológica y política, ya que estas dimensiones
socio-políticas son las que ayudan a formar las instituciones comunitarias, en las que todo el
personal profesional de la empresa científica, es un actor sumamente político, en cuanto que
coordina y dirigí las elecciones de la vida sociológica que acontecen en el desarrollo de
investigación científica en una tradición dada.
Por tal motivo, el estudio que pretendemos investigar en este trabajo es el binomio ciencia
y política, en tanto que las relaciones entre ciencia y política responden a escenarios concretos y
muy particulares, en donde las comunidades científicas son actores sociales con enormes
responsabilidades, es decir, con una responsabilidad de demarcar conocimiento científico. Pues
consideramos que las relaciones entre ciencia y política están intervenidas de manera directa por
los vínculos entre saber y poder. Puesto que lo que determina la especialidad del conocimiento
científico es la facilitación popularmente fiable que brinda la empresa comunidad científica a
través de los árbitros-políticos que manipulan las variables de las reglas del juego que subyacen a
la investigación científica.
Dado que el régimen conceptual que rige la comunidad científica es una especie de reglas
de juego—lingüísticas-- por las cuales la autoridad política dictamina los criterios de veracidad y
legitimidad, a la luz de una tradición epistemológica dada. Ya que los juicios de valor de una
armazón teórica están determinados por la jurisdicción política de una comunidad científica. Así
los jueces-políticos de la comunidad científica tienen el atributo especial que le confiere la
institución y por ello legitimados para ser los exclusivos poseedores de las reglas del juego o de
alguna base equivalente para emitir juicios inequívocos.
A esto nos referimos de que la comunidad científica es la misma autoridad política que
legisla las bases del saber y del poder, en tanto que el régimen conceptual que posee dicha
organización es la que hace legítima lo especial que es la ciencia. Con esto se descubre que el
criterio de demarcación por el cual en apariencia las ciencias progresan: está en virtud de la
autoridad política de la comunidad científica. Un régimen político que se reconoce a sí mismo
como la asociación de la ley y el orden jurídico encargado de legitimar y compaginar la
especialidad del conocimiento científico a la naturaleza de la realidad en base a reglas como
supuestos que le garantizan sentido al quehacer de la ciencia.
Aunque vale señalar, que la articulación del lenguaje científico en el medio histórico social
en el que se desarrolle una tradición dada 3, depende en gran medida del convencionalismo
persuasivo que comparte emocionalmente en su imaginario colectivo una previamente
determinada comunidad especial de científicos. Dado que en el en el fondo significa que tales
premisas lingüísticas; normas, técnicas, valores y creencias que comparte la tradición de la
comunidad científica, son producto de la fuerza del argumento circular, es decir, al final toda la
armazón teórica del paradigma que formula la estructura comunitaria de la ciencia: es sólo
cuestión de un sentimiento subjetivo y un convenio persuasivo grupal.
Y una vez dentro de esa comunidad sociológica el hombre científico se ira adiestrando con
las prácticas emocionales que delego la estructura comunitaria de la ciencia, esto es, se ira
educando esotéricamente en virtud de las prácticas normativas y valorativas de cómo hacer
ciencia. Sin admisión a cuestionar esas políticas que el régimen conceptual le compagino a la
naturaleza de investigación científica. Es decir, sin oponerse a las decisiones o compromisos
emotivos de la comunidad, dado que aparentemente, el conocimiento que ofrece la ciencia, es la
mejor navegación que se dispone para interpretar la realidad, lo que sería contraproducente desde
esa visión positivista, ser un individuo anarquista: en contra de las reglas del juego.
Precisamente por eso el papel que tiene la políticidad de la comunidad científica es el de
persuadir entre los colegas y llegar a un acuerdo unánime para compartir los mismos
sentimientos y reglas del juego que se le compaginen a la estructura teórica. Por tanto, ningún
participe se puede oponer a las reglas del juego y el que lo haga simplemente será desechado de
la comunidad, por no cumplir con los requisitos políticos, que es coincidir siempre en el acuerdo
unánime y no coaccionar.
En ese sentido el investigador con prácticas—esotéricas--- científicas debe
imperativamente obedecer a las reglas establecidas del juego de lenguaje. Ya que el régimen de
la estructura teórica es una especie de modelo que establece los criterios estándares a seguir.
Justamente por eso la comunidad científica requiere ser integrada por la educación de unos
miembros especiales que sepan jugar las reglas del juego, pero sobre todo que sean políticos
partidarios de la constelación del compromiso emotivo-subjetivo que se le vaya a compaginar a
la naturaleza del entramado conceptual.
Ciertamente esta visión de la comunidad científica tiene un propósito ideológico de poder
político con la capacidad de convencer, por medio de un lenguaje persuasivo- emocional a toda
la comunidad científica. La cual parece ser una ideología similar al papel que desempeño el
cristianismo en la Edad Media, dado que la comunidad científica tiene una metodología muy
3
mentalidad científica.
ortodoxa, en ese sentido la hegemonía de la comunidad científica es como un dogma, que nadie
se cuestiona por ser supuestamente una práctica especial.
Por eso muy en el fondo el criterio de legitimidad y veracidad, que posee la institución
globalmente respetada de la comunidad científica. Se da solo por el hecho de la creencia
generalizada de que la ciencia está basada en una metodología especial. Dado que la comunidad
científica en si misma un valor de racionalidad y progreso. De ese modo es que la comunidad
científica tiene una posición privilegiada en el status social; y en ese sentido casi todo lo que
articula la comunidad científica a una determinada estructura teórica es bien visto por los
receptores corrientes de la sociedad. Y consecuente ingenuamente siguen la ideología del
régimen conceptual.
Este es el asunto por el cual a nuestro juicio señalamos como menester examinar y develar
en este trabajo, ¿Qué es lo que hay de especial en la comunidad científica? Todo ello lo
abordaremos a partir de Thomas Kuhn y Paul Feyerabend, dos teóricos de la ciencia que
denunciaron analizar de forma íntegra la políticidad que hay dentro de la institución administrada
por la comunidad científica. Pues para estos autores el análisis racionalista de la ciencia
propuesto por el positivismo lógico es deficiente para dar una descripción completa de la ciencia.
En tal sentido para Kuhn y Feyerabend es necesario apelar a la dimensión social y política de la
comunidad científica para dar una descripción más o menos completa de la ciencia.
Puesto que la teoría epistemológica de estos autores se desarrolla precisamente con la
intención de proporcionar una teoría de la ciencia que estuviera en relación con el estudio
valórico del contexto histórico y social que acontece en la comunidad científica. De ese modo
descubriremos las aspiraciones y ambiciones que motivaron a una comunidad científica al
cambio de régimen conceptual en una época histórica determinada. Dado que la manera más
viable y óptima para adentrarse en la naturaleza para adentrarse en la naturaleza de la ciencia es
intrínsecamente sociológica, es decir, siendo examinada la naturaleza del grupo científico,
descubriremos lo que valora, lo que tolera y lo que desprecia.
En ese sentido sus posturas epistemológicas estriban en analizar el afán hegemónico que ha
perseguido la comunidad científica a lo largo del desarrollo científico de forma dogmática; y en
cuanto a pretender reducir la realidad desde la parte lógica-empírica, dejando de fuera el factor
externo, como que si la vida social y política de la comunidad científica fuese un hecho aislado.
Por tanto, estos autores hacen el llamado a estudiar ahora a la estructura comunitaria de la
ciencia: el fenómeno socio-político que emerge en la comunidad científica. En tanto que desde
este enfoque de la vida sociológica y política se desenmascaran los deseo subjetivos y estéticos
que se comparten emotivamente en comunidad. De ese modo hay un giro epistemológico que va
de «estructuras científicas a estructuras comunitarias»: es decir, de una reducción de la lógica a
la retórica. En vista que estos filósofos predican que el interés de la ciencia se encuentra en el
fenómeno sociológico y político, ya que es ahí donde yacen las técnicas de argumentación
persuasiva y los sentimientos o deseos subjetivos que comparte la comunidad científica en su
imaginario colectivo.
En el fondo también este artículo es la reacción antipositivista que hace referencia al
proceso de rechazo dentro de un determinado ámbito académico de esa concepción positivista y
racionalista que heredo la ciencia. Puesto que consideramos que el positivismo anula el
perspectivismo, al limitarse a su interpretación de pretender describir la realidad en base a un
método especial, menospreciando la alteridad epistemológica de los demás saberes. Dicha
reacción antipositivista tiene sus pilares en Feyerabend.
1. El paradigma que comparte la comunidad científica: un juego lingüístico.
Si hablamos de comunidad científica primero tenemos que decir que es una comunidad
especial. Una comunidad que comparte prácticas muy particulares dentro del instituto concreto
que se efectúen. Pues Según Kuhn, “una comunidad científica consiste en quienes practican una
especialidad científica” (Kuhn, 2004, 272). De modo que su especialidad, su preparación
profesional, se reconoce así misma globalmente como la única organización capacitada para
dirigir con éxito la investigación científica4.
Esta investigación científica al servicio ideológico de la comunidad científica es lo que
desde Thomas Kuhn se denomina paradigma5. Dado que “un paradigma es lo que comparten los
miembros de una comunidad científica, y a la inversa una comunidad científica consiste en unas
personas que comparten un paradigma” (Kuhn, 2004, 271).
Pues nuestro pensador en sus estudios académicos de la historia de la ciencia llegó a
reconocer el papel que desempeña la teoría en una tradición histórica determinada por lo que,
desde entonces, llamó «paradigmas», esto es: “realizaciones científicas universalmente
reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una
comunidad científica” (Kuhn, 2004, p. 13). Ya que, según Kuhn, las realizaciones científicas
comparten dos características en su naturaleza, esto es: un paradigma y una ciencia normal. No
obstante, no están solas, son realizaciones también de compromisos comunitarios, esto es;
compuestas por alguna comunidad sociológica y política. Por lo que ahora también son
Tomemos el término «investigación científica», «ciencia normal» como familia lingüística de «paradigma».
En otro lenguaje; el paradigma es el régimen conceptual de la ciencia normal; esto es, es el marco teórico de esa
ciencia, ya que está constituido por los supuestos básicos, los principios teóricos, prácticos. Un paradigma es lo que
gobierna a la ciencia normal, en tanto que el paradigma está compuesto por un conjunto de sentimientos,
creencias, técnicas, métodos, normas y valores que constituyen el núcleo de una comunidad científica. Resulta ser
tan esencial la existencia de un paradigma, ya que su existencia es lo que demarca la ciencia de la no ciencia.
4
5
realizaciones socio-políticas que alguna estructura comunitaria particular reconoce durante un
cierto tiempo de tradición dada.
Por eso en su obra «Estructura de las Revoluciones Científicas» propuso una teoría, en la
que hay en juego una serie de simbiosis o círculos entre «ciencia normal» y «paradigma», como
también el paralelismo genético entre desarrollo «científico» y «político». Afirmando que los
sentimientos políticos-científicos son decisiones restringidas por parte de la comunidad científica
(Kuhn, 2004, p. 149).
Dado que el aspecto genético del paralelo entre el desarrollo político y el científico necesita
del compromiso colectivo de ambas asociaciones para seguidamente conducir a la revolución. En
tanto que Kuhn hablaba que “en el terreno científico, igual que en el político, también hay
revoluciones. Pues según él, en las revoluciones políticas se cambia un régimen por otro; en las
científicas se reemplaza el paradigma vigente” (Chávez, 2008, p. 326). En ese sentido la
politicidad y cientificidad son una misma variable de juego con los mismos intereses concretos
que se encargan de regular a todas las instituciones científicas o las subcomunidades que
comparten el mismo paradigma, desde los entramados epistémicos hasta los políticos.
Kuhn claramente expone que toda investigación científica, trabaja o está adscrita en la
práctica que él nombraría ciencia normal; ésta a su vez representa y guía la investigación
científica por medio del paradigma que comparte la comunidad científica. Por lo que, desde
Kuhn, se puede estimar que lo que hay en toda investigación científica, es un amplio entramado
conceptual formulado por la comunidad científica, que respalda su modelo visionario6 a través de
la ciencia normal. De tal modo que la ciencia normal trabaja a luz—a la ideología si le queremos
llamar--- del paradigma que comparte la comunidad científica.
Pues el paradigma que comparte la estructura comunitaria de la ciencia tiene al interior de
su sentido previamente determinado el órgano jurídico necesario para legitimar el trabajo dentro
del cual se demarcan los supuestos metafísicos que gobiernan al paradigma. Como lo
subrayaremos más adelante en esta empresa científica hay sentimientos7 que son impregnados en
6
Aparato conceptual del paradigma.
Pero para dar un adelanto: en la comunidad científica hay una atracción emotiva entre los colegas al momento
que se llevan a cabo la toma de decisiones—pero es una emoción comunitaria muy particular—dado que el
propósito es que todos los miembros del círculo de la comunidad imperativamente coincidan y no coaccionen
emocionalmente. Sin embargo, dichas emociones hasta cierto punto son dogmáticas; nublan el juicio de la razón
de modo que los investigadores entran en cegueras conceptuales, por estas segados a una sola perspectiva,
producto del embrión emocional que se le adiestro a la masa de la comunidad. Es por eso que la palabra
sentimiento también es fundamental en la constitución de la comunidad científica.
7
los fundamentos científicos como políticos acerca de cómo coordinar y dirigir la investigación
científica.
Ya que, sin duda alguna, las comunidades científicas son también políticas, gracias al
afecto colectivo comunitario de compartir los mismos intereses particulares de investigación
científica. Dado que, para Kuhn, similarmente como acontece en las revoluciones políticas
sucede lo mismo en la elección de un paradigma: “no hay ninguna norma más elevada que la
aceptación de la comunidad pertinente” (Kuhn, 2004, p. 152).
Esto es, una comunidad democrática que coincida perfectamente con los intrínsecos
compromisos comunitarios. Por ese motivo desde Kuhn se puede focalizar que el papel que tiene
la políticidad de la comunidad científica, es la de compartir decisiones entre los colegas
científicos y llegar a un consenso. De ahí que se comprenda porque la existencia misma de la
ciencia depende del poder de escoger los miembros de una comunidad de tipo especial (Kuhn,
2004, p. 258). Sin embargo, vale señalar que el grupo que las comparta no puede ser tomado
fortuitamente de la sociedad como un todo, sino más bien de una sólida comunidad de colegas
profesionales en la materia científica.
Kuhn cree que la existencia de un grupo profesional o especial debe ser competente de
manera única en la materia. Y así ganar un reconocimiento para que sea legitimada la aceptación
de su papel como árbitros exclusivos en las realizaciones científica. Dado que los miembros
especiales de la comunidad, tienen la virtud, la licencia en su preparación y experiencia que
comparten. Por eso precisamente deberán ser considerados como los únicos “poseedores de las
reglas del juego o de alguna base equivalente para emitir juicios inequívocos” (Kuhn, 2004, p.
259).
Pues al parecer es su educación inicial lo que les da el atributo legítimo a los miembros
representantes de la organización global de la comunidad científica para ser certificados--poseedores de las reglas del juego---en ejecutar la politicidad jurídica en la que se acentuara el
juego lingüístico del paradigma o el régimen conceptual del conocimiento científico.
Justo por ello, los colegas profesionales que participan en la empresa de la comunidad se
caracterizan por compartir sus propios valores y sus creencias, de ese modo los científicos que
conforman el cuerpo de la comunidad científica dan por sentado un conjunto especial de juegos
lingüísticos, en las que solo ellos como miembros de una institución concreta conocen. Por la
razón que la institución les ha certificado una preparación inicial o educación científica para
jugar intrínsecamente las reglas del juego. Y en efecto los científicos justifican su quehacer, por
medio de su preparación, es decir por medio de sus conocimientos previos u entramados
conceptuales que respalda la práctica de su profesión.
Pues las decisiones politizadas que comparte la organización de la comunidad; son unos
compromisos grupales que afectan a toda la matriz disciplinaria de la investigación científica. Ya
que es la empresa de la comunidad científica la encargada de la toma de decisiones y por ello la
responsable de estructurar tanto los entramados políticos como los científicos, que en resumidas
cuentas parecen ser la misma fuerza, puesto que desde el punto de vista comunitario ambos son
indisolubles: ciencia y política.
Como es evidente los científicos trabajan con los presupuestos ofrecidos por el paradigma
que articula la comunidad científica. De esa manera, en virtud del paradigma que se subordina a
la naturaleza de la ciencia normal, la comunidad científica se presenta como una especie de
autoridad política: el juez que dictamina lo que es ciencia y lo que no lo es. Dado que través de
tales entramados que compagina la comunidad científica se llevan a cabo los modos de operar; y
en función de ello hace legitima y veraz la imagen del conocimiento científico. Pues desde esta
perspectiva, la comunidad científica pretende ser la única autoridad certificada para gobernar y
legitimar el conocimiento científico con éxito.
Ciertamente con la noción de «juego» podemos hacer alusión a Ludwig Wittgenstein, en
tanto que es el creador de la figura de los «juegos de lenguajes». Dado que ese juego lingüístico
que hablaba Wittgenstein de construir sentido a partir de proposiciones lingüísticas: está presente
también en los paradigmas de la investigación científica, ya que el sentido sobre las
proposiciones lingüísticas se construye a partir de un conjunto de reglas—unas reglas-- que solo
la comunidad científica puede interpretar y comprender en su juego intrínseco de lenguaje
especial.
Por ello, ningún participe, ya sea profesional o profano puede oponerse al juego lingüístico
que articula la comunidad, entiéndase que en ese juego lingüístico están emergidos los valores,
normas y creencias preestablecidas que la comunidad científica ha empalmado en el paradigma.
Aquel que se oponga al sistema de juego será simplemente desechado de la comunidad, por no
cumplir precisamente con los requisitos políticos, que es coincidir siempre en el acuerdo
unánime y no coaccionar con el juego, esto es: jugar las reglas dadas por la autoridad jurídica de
la comunidad científica. Pero si tiene suerte el individuo anarquista podrá conseguir trabajar en
algún departamento de filosofía (Chalmers, 2000, p. 122).
Esto significa, que no se puede evaluar un paradigma externamente, solo pueden ser
constituidos y reafirmados por los partícipes de la comunidad científica; ellos mismo como la
posición de árbitros especiales dan los cánones del juego—veracidad y legitimidad-- sin
necesidad de poner reglas fijas y universales. Pues Kuhn dice que el mismo “Wittgenstein
llegaba a la conclusión de que, dado el modo en que utilizamos el lenguaje y el tipo de mundo al
cual se aplica, no es preciso que haya tal conjunto de características” (2004, p. 83).
En esa misma línea podemos decir que la ciencia normal, según lo sugiere Kuhn, es una
actividad altamente determinada, pero no necesita estar determinada, enteramente por reglas (…),
las reglas según sugiero, se derivan de los paradigmas; pero estos pueden dirigir la investigación
incluso sin reglas (2004, p. 79).
Pues a juicio de nuestro autor, la ciencia normal fácilmente puede determinarse en parte
por medio de la inspección directa de los paradigmas, proceso que frecuentemente resulta más
sencillo con la ayuda de reglas y suposiciones, pero no depende de la formulación de éstas
(2004, p. 82). Por esa razón no puede haber en la comunidad científica un conjunto completo de
reglas preestablecidas, todo está a la merced de su interpretación de juego que es por si misma
valor. Dado que son las valoraciones lingüísticas—intrínsecas-- las que en última instancia le dan
una posición especial a la ciencia para legitimar el conocimiento científico: este es precisamente
el valor de poder de la comunidad científica.
Dado que Kuhn en su teoría explico que la clave para entender el modus operandi de las
reglas del juego (tipo lingüísticas) en el ambiente de la comunidad científica; se da en aras de la
mentalidad científica de una tradición dada, esto es, en el poder de compartir decisiones grupales
(2004, p. 26). En tanto que esa mentalidad científica de la comunidad, pone en realidad las
reglas, los juegos de lenguajes, como especies de valoraciones subjetivas con unos matices
jurídicos y hermenéuticos que solo la misma comunidad científica comprende.
En otras palabras, estas interpretaciones lingüísticas del régimen conceptual de un
paradigma, que configura la comunidad científica, según lo que nos quiere decir Kuhn, es que no
dependen meramente de un soporte de preceptos o normas, ni siquiera la existencia de un
paradigma implica necesariamente algún conjunto completo de reglas (2004, p. 82). Si no, que
dependen consecuentemente del status que tenga la comunidad científica en relación al
paradigma que comparta y de la iniciación profesional o de la educación científica que tiene la
sociedad comunitaria. Dado que se da como un hecho que la iniciación educativa prepara y da
licencia a los científicos especiales en práctica profesional para emitir juicios de valor.
Puesto que, Kuhn insiste que en un paradigma hay más de lo que se puede exponer en
forma de reglas y directrices explícitas. Ya que no podemos hacer una descripción general en
base a reglas (2004, p. 88). Todo está en virtud de la interpretación de juego que haga el
compromiso grupal. Por eso los científicos tienen un papel creativo en la investigación científica,
pues ellos tienen el privilegio de inventar juicios a su libertad y el trabajo de la comunidad
científica es aceptar o rechazar dichas propuestas.
Por ello el modus operandi de las reglas del juego siempre se desarrollará de manera
políticamente intrínseca y sus decisiones serán llevadas a cabo por el grupo de investigadores que
forman parte de la especial comunidad científica. De esa manera, es en el juego de lenguaje que
apela la comunidad científica, en donde residen las reglas del juego—en los árbitros, políticos,
científicos que ha certificado la institucionalidad del programa de la comunidad científica: para
que sean los poseedores de las reglas del juego o de las interpretaciones lingüísticas— y al suave
en virtud de esa preparación profesional, se creen ser los únicos jueces capaces de dictaminar
criterios de veracidad y legitimidad en la actividad científica.
Pues como hemos dicho no son aquel tipo de reglas que se supone que son fijas y
universales, sino que quizás son unas reglas de juego que depende en gran medida de contextos
pragmáticos-hermenéuticos. De ese modo serán aplicadas como reglas ad hoc, es decir, como
reglas hipotéticas del juego, dado que las reglas estarán abiertas, como por ejemplo al cambiar o
actualizar pequeños detalles en asuntos científicos tales como teoría, experimento, libros, etc. No
obstante, será bien visto siempre y cuando la comunidad sociológica de científicos lo apruebe
(Kuhn, 2004, p. 86).
Precisamente ese acto de hacer ajustes ad hoc, será con la intensión de salvar los
intrínsecos compromisos grupales, ya que las reglas pueden fácilmente determinarse como
valoraciones internas, no necesariamente como reglas a seguir. En tanto que no podemos hacer
una descripción general de la realidad en base a reglas. Las reglas sirven únicamente como
supuestos que el investigador deberá aprehender intuitivamente para comprender
hermenéuticamente su aplicabilidad práctica. Por eso las reglas tienen un matiz sumamente
jurídico, dado que ellas brindan una garantía de orden, sentido y lógica en la que el científico se
puede acentuar con estabilidad en su medio.
También las reglas quizás se subordinan a la estructura comunitaria de la ciencia para que
ningún miembro de la comunidad se oponga a las reglas del juego. Pero el anarquista que lo haga
como ya lo enunciamos, simplemente será desechado de la comunidad, por no cumplir con los
requisitos políticos, que es coincidir siempre en el acuerdo unánime, es decir, con el compromiso
contractual que se le ha articulado al régimen conceptual de un determinado paradigma.
En vistas de que el propósito es que ningún investigador coaccione con el juego lingüístico
del paradigma. De ese modo se determina internamente la estructura comunitaria de la ciencia de
forma «esotérica»8. Con esto es claro para entender que, en realidad, el interés de la ciencia está
en la sociedad comunitaria. Ya que como hemos sostenido, para Kuhn, es el cuerpo de la
comunidad científica el que tiene el poder legítimo, el criterio de autoridad sobre la investigación
científica, es decir, es la organización de individuos especiales en materia científica los que
tienen la tarea privilegiada de gobernar el saber científico.
Por lo que todo este discurso lingüístico que se le representa a la ciencia normal, a la
naturaleza de educación científica de una tradición dada, es ejercida a través de la fuerza de
poder9 que tiene a su disposición intrínsecamente la autoridad política de la comunidad científica.
Esto es: tiene el juicio legítimo de subordinar cánones jurídicos a un determinado régimen
conceptual, llámesele paradigma.
Con esto se descubre que el verdadero criterio de demarcación por el cual en apariencia las
ciencias progresan: está en virtud del juego lingüístico que posee la autoridad política de la
comunidad científica. La cual se reconoce a sí misma como la institución de la ley y el orden
jurídico encargado de legitimar y compaginar la especialidad del conocimiento científico a la
naturaleza de la realidad.
Podemos concluir entonces en este apartado diciendo, que la comunidad científica tiene el
poder sobre la investigación científica, ella es la institución encargada de legitimar y determinar
el saber científico. La ciencia normal canalizará su atención exclusivamente al paradigma, que ha
configurado previamente la tradición dada de la comunidad científica. Consecuentemente, la
tarea de la ciencia normal será siempre estar al servicio, y seguir la ideología del paradigma que
concatena la comunidad especial. La ciencia normal únicamente tendrá la responsabilidad de
orientar la investigación científica a luz del paradigma que esté presente en una época histórica
determinada.
Y aunque la ciencia normal no se determine enteramente por reglas, podemos aun así
suponer, que, bajo la perspectiva de trabajar en la ciencia normal, su mecánica será vista, “como
la actividad de resolver problemas gobernada por las reglas de un paradigma. Los problemas
serán tanto de naturaleza teórica como experimental” (Chalmers, 2000, p. 116). Ello con la
intención que la ciencia normal presuponga que un paradigma proporciona los medios adecuados
para resolver los problemas que en él se plantean. De ese modo, la educación científica supone
8
Esotérica: entendiéndola como aquel conjunto de creencias internas, privadas, especiales, e incluso hasta
subjetivas que comparten una practicidad científica dada. De tal modo que articula un lenguaje que solo los
participantes de la comunidad científica pueden comprender y aplicar, dado que están certificados por la
institución de la comunidad científica que les da una preparación y adoctrinamiento especial en práctica científica.
9
Fuerza de poder: es el argumento circular de la persuasión, ya dicha fuerza rectora de poder es solo cuestión de
un discurso convencional. En el que se esconde el compromiso emocional del grupo
que los paradigmas guían la investigación tanto como modelos directos como por medio de
reglas abstraídas (2004, p. 86). En este sentido podemos comprender que el paradigma de la
comunidad científica entrañara una especie de presupuestos metafísicos como premisas básicas
de las reglas del juego.
Pues, como hemos develado, la existencia de un paradigma es lo que distingue la ciencia
de la no ciencia. En tanto que su régimen conceptual es politizado por unos árbitros científicos
que juegan hacer los exclusivos jueces especiales conocedores de las reglas del juego para
gobernar con éxito la empresa de la comunidad científica. Por ello, se puede afirmar
evidentemente, que el papel que tiene la comunidad científica, es de compartir decisiones entre
los colegas científicos y llegar a un consenso. Esto significa en el fondo que las revoluciones
científicas o los cambios de paradigma surgen a partir del circulo entre comunidades científicas y
políticas10. En cuanto que esos cambios estructurales del paradigma, es decir, los cambios de los
valores epistémicos y de las reformas políticas estarán siempre caminando juntos en la
revolución del cambio de paradigma.
Por tanto, lo que hay detrás de la comunidad científica es un amplio entramado conceptual
de investigación científica formulado y gobernado por la autoridad política de la secta
comunitaria de la ciencia, que brinda los cánones del juego, o mejor dicho brinda la lógica
inductiva de las reglas de juego—lingüísticas-- a compartir convencionalmente en la tradición
determinada que se efectúa su práctica especial.
Unas reglas hermenéuticas—tipo subjetivas--sujetas a cambios que dan lugar a una especie
de lenguaje esotérico que figura en dicha comunidad. Por eso dentro de tal sociedad comunitaria,
“la comunicación es casi plena, y el juicio profesional es, relativamente, unánime “(2004, p.
272). Ya que las personas cuya investigación se fundamenta en paradigmas, se encuentran
condicionados y comprometidos con las mismas reglas del juego, es decir, con valoraciones
lingüísticas de la comunidad científica. Dado que se da como un hecho que la iniciación
educativa prepara y da licencia a los individuos para la práctica especial en las reglas del juego.
Ahora explicaremos un poco el papel que se desempeña «las técnicas de argumentación
persuasiva» por las cuales la estructura comunitaria de la ciencia comparte los mismos valores,
normas, prácticas y creencias singulares a su preparación profesional de manera subjetivaemotiva
10
Ya que final, ambas comunidades comparten la misma naturaleza de juego.
1.2 El papel de las técnicas de argumentación persuasiva: un giro de estructuras
científicas a estructuras comunitarias.
Digamos pues, que el punto de partida de la comunidad científica arranca con el discurso
retorico de poder emocional tal como parece indicarlo Kuhn en su obra «Estructura de las
Revoluciones Científicas».
Dado que Kuhn pretendió demostrar que “las «revoluciones científicas» son perfectamente
comparables a las «revoluciones políticas» y que el cambio de paradigma en la evolución de las
ciencias revela características muy similares al cambio de paradigma en las instituciones
políticas” (González, 2014, p. 383).
Por eso Kuhn creía que para “descubrir cómo se llevan a cabo las revoluciones científicas,
tendremos, por consiguiente, que examinar no sólo el efecto de la naturaleza y la lógica, sino
también las técnicas de argumentación persuasiva” (Kuhn, 2004, p. 152), que emergen al interior
de la emocionalidad del grupo de investigadores o de los jueces profesionales que conforman el
cuerpo de la comunidad científica.
Pero para que dicho descubriendo tenga efecto debemos dirigirnos al trasfondo del
contexto sociológico, histórico--e incluso hasta el psicológico--del que parte la comunidad para
interpretar de manera justa toda la base de la ciencia. Así descubriremos las ambiciones
sentimentales que inspiraron a una determinada comunidad a la revolución científica y política.
Como lo hemos dicho a grandes rasgos en reiteradas ocasiones, al igual que en las
revoluciones científicas, en las revoluciones políticas se determina que la elección de un
paradigma depende, en última instancia, de la aceptación de una comunidad adecuada.
Pero muy en el fondo es el resultado de la técnica de argumentación persuasiva que
comparten emocionalmente los legisladores de la comunidad, de manera que la emoción hace
que los integrantes de tal comunidad coincidan con el acuerdo político. Pues esta persuasión
política de la comunidad científica es una especie de emocionalidad-intersubjetiva, en la que los
colegas llegan a un acuerdo unánime para compartir los mismas creencias, deseos y reglas del
juego de una tradición epistemológica dada. Esto con la intención que todo el cuerpo
comunitario persuada en el imaginario colectivo científico: es decir, para el científico especial
incorpore a su mentalidad un determinado sistema valórico de concepciones teóricas-practicas,
percepciones y sentimientos compartidos.
Ya que, a fin de cuentas, la elección del paradigma que gobierne la comunidad científica,
será un producto de la acción de fuerza, es decir: la fuerza del argumento circular de la
comunidad será solo cuestión de convencionalidad persuasiva. Por eso la elección de un
determinado paradigma “no por parte de un científico aislado sino por parte de la comunidad
científica en su totalidad” (Chalmers, 2000, p.122).
Unas técnicas de argumentación persuasiva muy impregnadas en las elecciones que ejecuta
globalmente el cuerpo de la comunidad de científica: a toda la naturaleza de la investigación
científica, es decir, al paradigma. De tal modo que las técnicas de argumentación persuasiva,
pasan ahora al plano de los sentimientos epistémicos y político.
Por ese motivo las emociones juegan un papel crucial en la comunidad científica, puesto
que tales emociones tienen una influencia determinante a la hora de hacer los juicios de valor y
gusto en la constitución de la comunidad. Justamente por eso, Kuhn insiste que la manera más
viable y óptima para adentrarse en la naturaleza de la ciencia es intrínsecamente sociológica—
hasta psicológica hay que agregar-- es decir, siendo “examinada la naturaleza del grupo
científico, descubriendo lo que valora, lo que tolera y lo que desprecia” (Chalmers, 2000, p.128).
En el fondo también se descubren los criterios estéticos de la comunidad.
Si interpretamos el matiz kuhniano de lo que implica la comunidad científica, desde la
teoría de los valores o axiología vamos a poder contemplar de que es posible hablar íntegramente
acerca de los valores epistémicos, políticos, estéticos y morales, siendo estos valores el fruto de
una conjugación fuertemente emocional que la comunidad sociológica de científicos implanto
lingüísticamente a la estructura de la ciencia.
Dado que los valores desde un enfoque estructural representan el estímulo persuasivo, la
sensación atractiva, lo que funda la acción moral. Esto es, aplicado a la estructura comunitaria
simboliza la matriz disciplinaria, en la que una particular institución científica demarca ciertos
valores normativos y prácticos que yacen en el comportamiento colectivo de una comunidad de
especialistas.
Por ello al interior de esa comunidad especialista está en juego todo un conjunto de valores
de intencionalidad normativa-metodológica, que es en el fondo una forma política de adecuarse
bajo cánones comunitario; y también de practicidad científica, que es en el fondo una forma
pedagógica de trabajar con el modelo dado.
Por tanto, tal practica especial que se caracteriza que hay en la comunidad científica, es
derivada esencialmente del sentimiento que desarrolla la determinada comunidad sociológica de
políticos—que tiene virtudes retóricas--. De modo que el lenguaje retórico-persuasivo permea el
imaginario social de la comunidad científica; y se convierten en una forma de conocimiento
emocional. Puesto que los valores se aprehenden compartiendo los mismos sentimientos
colectivos, que dan paso a las creencias grupales. Consecuentemente, esto puede ser un punto de
partida en la forma que conoce internamente la comunidad científica: a través de los valores
emocionales-subjetivos que se comparten persuasivamente en la esfera sociológica de la vida
política que yace dentro de la estructura comunitaria de la ciencia.
De esa manera podemos darle sentido a la afirmación de que el papel que tiene la
comunidad científica, es de compartir decisiones entre los colegas científicos y llegar a un
consenso. Dado que los compromisos grupales—que son emotivos—los ejecutan los jueces
políticos-científicos; aquellos poseedores exclusivos de las especiales reglas del juego.
Precisamente por eso el juicio de valor que internalice la comunidad a su imaginario colectivo
será de carácter ontológico: esto es, que el juicio de valor que apele la comunidad científica
aplicara a toda la estructura de la ciencia. Por eso nos dice Kuhn, que una comunidad científica
madura está regida por un solo paradigma (Chalmers, 2004, p. 113), es decir, aquí matizaremos
nosotros, por un solo valor ontológico, que es sin lugar a dudas un efecto de la intuición
emocional que brota en el imaginario colectivo de la comunidad politizada.
Esto significa que son los compromisos-emotivos grupales los que hacen posible la
compaginación del paradigma a la naturaleza, o lo que hacen posible la revolución. En tanto que
fue la virtud del discurso retórico persuasivo que articuló la comunidad científica al imaginario
científico, lo que produzco psicológicamente el efecto de compartir el mismo valor y creencia a
la nueva ontología del paradigma. Por eso dijimos que acaba convirtiéndose en una forma
subjetiva de intuición emocional.
Dado que los individuos científicos se desenvuelven en un espacio donde la mayoría
comparte la misma---emocionalidad--- constelación de conocimientos y prácticas. En otras
palabras, el imaginario científico provoca un sentimiento—que es moral--para que todos los
miembros de la comunidad coincidan con los valores epistémicos y normas políticas. Esto es lo
que produce como resultado que la estructura comunitaria de la ciencia sea una especie de
argumentación persuasiva, en la que a través del paradigma se articulen los juegos de reglas (tipo
lingüísticas) que son por lo general derivadas del factor discursivo emocional.
En efecto, por eso de acuerdo a la interpretación kuhniana “la naturaleza misma de la
unidad estructural de un paradigma no es esencialmente racional, sino emotiva, es decir la
estructuración global de un paradigma depende del compromiso emocional y práctico” (Rush,
2017, p. 125). O sea, depende del compromiso esotérico que impone retóricamente el lenguaje
de la comunidad científica a su criterio estético y subjetivo que le compagina a un determinado
paradigma.
Pues desde este punto de vista es licito hablar del carácter retórico de la ciencia, en el
sentido de que un paradigma científico no es un hecho que pueda describirse bajo alguna índole
de demostración lógica-racionalista, sino en base a formas de persuasión tipo retoricas: ésta es la
que funda el conocimiento emocional interno, por el cual la comunidad coincide con los
acuerdos previamente establecidos. Estamos hablando que la comunidad científica y el
paradigma que delega el mismo cuerpo de especiales científicos descansa ahora sobre la base de
“una reducción de la lógica científica a retórica” (González, 2014, p. 431), y no sería mal agregar
que es un fruto de la valoración moral de un sentimiento11 y convenio grupal.
Detrás de este párrafo esta resumida la idea escéptica de que la actividad de la comunidad
científica no responde a una estructura ni origen racional, ya que parece entenderse desde Kuhn
que tal comunidad responde a los compromisos grupales emotivos. De este modo, la lucha por la
legitimación o imposición de teorías científicas -y de la concepción científica del mundo en
general, no es una argumentación de tipo estrictamente racional, lógico-metodológica, sino que
es una argumentación retórica de tipo emotivo-practico, que tiene características políticas muy
determinadas subjetivamente.
Ciertamente esta visión de la comunidad científica tiene un propósito ideológico de poder
político con la capacidad de convencer, por medio de un lenguaje persuasivo- emocional a la
mayoría de la comunidad científica. En el fondo la base especial de la comunidad científica; y
por tanto del paradigma de la ciencia, es lo que nos lleva a sostener, que el entramado del
conocimiento científico responde a un lenguaje retorico- emocional; en el que encapsulan los
deseos comunitarios de investigación científica. Veremos esta idea de «deseos comunitarios» en
la parte final de este trabajo desde lo que expresa Feyerabend acerca de los deseos subjetivos que
persigue la comunidad científica y las implicaciones que tiene dicha tesis, con el «todo vale».
Hemos de insistir que el aspecto genético de las revoluciones que surgen en el desarrollo
científico y político, se inician esencialmente a partir de un sentimiento, por un lado, restringido
frecuentemente a una fracción de la comunidad política: respecto al juicio de valor-normativo en
el que se ejecutan la toma de decisiones. Pero también por otro lado, a menudo restringido a una
fracción de la comunidad científica: respecto al juicio de valor-epistémico en el que se
direcciona la investigación científica.
Por esa razón Kuhn compara perfectamente a las revoluciones científicas con las
revoluciones políticas. Otorgándole más auge desde luego al papel político, ya que como lo
hemos dicho en líneas anteriores, los juicios de valor político son como el estímulo persuasivo-
11
Dado que el sentimiento es el fundamento de la valoración moral.
emotivo en la reforma de la comunidad. Dado que Kuhn está convencido que “las revoluciones
tienen una función vital en la evolución de las instituciones políticas, esa función depende de que
sean sucesos parcialmente extrapolíticos o extrainstitucionales” (2004, p. 151).
No obstante, hay un fuerte peligro de legitimidad en las revoluciones políticas, en tanto que
ellas pretenden cambiar las instituciones políticas por unos medios que las propias instituciones
irónicamente prohíben y en consecuencia “el recurso político fracasa” (Kuhn, 2004, p. 151).
Precisamente el recurso político falla, ya que se tienen diferencias con respecto a la matriz
institucional dentro de la que debe tener lugar y evaluarse el cambio político, entonces, por lo
que debido al no reconocer “ninguna estructura supra institucional para dirimir las diferencias
revolucionarías, las partes de un conflicto revolucionario deben recurrir, finalmente, a las
técnicas de persuasión de las masas, incluyendo frecuentemente el empleo de la fuerza” (Kuhn,
2004, p. 151).
Por consiguiente, arguye Kuhn, su “éxito exige el abandono parcial de un conjunto de
instituciones en favor de otro y, mientras tanto, la sociedad no es gobernada completamente por
ninguna institución. Inicialmente, es la crisis sola la que atenúa el papel de las instituciones
políticas” (2004, p. 150-15). Dado que la crisis es un requisito previo a la revolución, en tanto
que el sentimiento que produce esa crisis conlleva a la articulación de un paradigma
alternativo12.
Justamente por eso de acuerdo con Kuhn “también las crisis revolucionarias en la política
generan una situación de incomunicación entre estructuras inconmensurables que no puede
resolverse mediante la negociación en un lenguaje racional neutral o independiente de las
estructuras en conflicto” (Rush, 2017, p. 126). Este problema se resuelve en última instancia,
apelando a los valores de convencionalidad estético-moral, es decir, acudiendo a persuadir a la
masa comunitaria a través de un nuevo modelo atractivo que ofrecerá otra diferente forma de
percepción y practica- emotiva de ver la realidad13.
Y en vistas que Kuhn pretendió demostrar que “las «revoluciones científicas» son
perfectamente comparables a las «revoluciones políticas» y que el cambio de paradigma en la
evolución de las ciencias revela características muy similares al cambio de paradigma en las
12
Por en opinión de Kuhn es necesario profundizar en el contexto que surge la crisis y la revolución, pues los
factores externos influyen para hacer que la comunidad científica cambie de paradigma. Por consiguiente, es algo
que debe descubrir la investigación psicológica y sociológica. Una vez adentrándose por esas ramas podremos
interpretar que la naturaleza de la ciencia es intrínsecamente sociológica y psicológica: dado que, solo examinando
la naturaleza del grupo científico, descubriremos lo que valora, lo que tolera y lo que desprecia.
13
Quizá esa es otra de las razones a destacar por las consideraciones estéticas y morales de la comunidad
científica.
instituciones políticas” (González, 2014, p. 383)14. Puntualmente por eso Kuhn expresa el
problema de legitimidad en el recurso político, dado que en “la elección entre instituciones
políticas que compiten entre sí, la elección entre paradigmas en competencia resulta una elección
entre modos incompatibles de vida de la comunidad” (Kuhn, 2004, 151-152). Ya que cuando los
paradigmas entran en un debate sobre la elección de un paradigma, su función es necesariamente
circular. Por eso arguye Kuhn, “sea cual fuere su fuerza, el status del argumento circular es sólo
el de la persuasión” (2004, 151): esto es, todo es cuestión del valor retorico y convencional que
tiene unas características muy subjetivas o emotivas-practicas por las cuales la comunidad
científica reconstruirá sus intrínsecos compromisos grupales.
Dado que ningún argumento puede ser lógica-racional ni siquiera probabilísticamente
convincente para decir que la elección de un determinado es mejor que otro. Ya que “como en
las revoluciones políticas sucede en la elección de un paradigma: no hay ninguna norma más
elevada que la aceptación de la comunidad pertinente” (Kuhn, 2004, 152). Y según nuestro
autor, para descubrir cómo se llevan a cabo las revoluciones científicas tendremos que examinar
no ya de forma aislada a la estructura comunitaria, sino de forma integral, puesto que en ella
emergen las técnicas de argumentación persuasiva, que efectúa el grupo muy especial de
profesionales que constituyen el cuerpo de la comunidad de científicos. En el fondo hay giro de
criterio de demarcación en la ciencia que pasa de «estructuras científicas» a «estructuras
comunitarias».
De ahí que se comprenda porque Kuhn “asemeja las revoluciones científicas a cambios de
gestalt, como conversiones religiosas y revoluciones políticas” (Chalmers, 2000, p.128). En tanto
que utiliza estas comparaciones para acentuar la medida en que el cambio en la adhesión por
parte de un científico de un paradigma a otro, no sucede por un argumento racional que apele a
criterios generalmente aceptados, sino que sucede tal como lo dice Kuhn por las “técnicas
argumentación persuasiva” (Kuhn, 2004, p. 152).
Esto equivale a decir, que las técnicas de argumentación persuasiva, son técnicas también
pedagógicas, normativas, metodológicas, por no decir los criterios políticos de cientificidad. En
suma, las técnicas de argumentación persuasiva, son el efecto de los valores compartidos,
aquellos en los que persuade emocionalmente casi todo15 el personal científico, es decir, son los
especiales cánones utilitaristas que abraza sentimentalmente la constelación del grupo.
14
Ese es otro argumento de porque ciencia y política son indisolubles.
Digo casi todo, porque recordemos que no necesariamente todos los científicos persuadirán en el acuerdo
normativo del paradigma, siempre habrá un margen de anarquía en algún científico. Por eso el propósito de la
comunidad debe ser que todo el conjunto de sus miembros coincida en el acuerdo unánime; y los que no lo hagan
serán desechados de la comunidad por no haber cumplido con el requisito político: “coincidir y nunca coaccionar”.
15
Y para que dichas revoluciones científico-política tengan éxito, este cambio ha de incluir a
todos los miembros posibles de la comunidad científica, quedando sólo unos cuantos oponentes,
“los cuales serán excluidos de la nueva comunidad científica y tal vez se refugiarán en un
departamento de filosofía. De cualquier modo, finalmente se extinguirán” (Chalmers, 2000,
p.122).
En resumidas cuentas, cuando surjan nuevas revoluciones científicas, es decir, cambios de
paradigma, surgirán gracias a la asunción de los valores, las normas, y muy psicológicamente a
los sentimientos que compartan los colegas de la empresa científica. Haciendo de tal modo
efectiva la elección del cambio de paradigma; sucesos sobre los cuales la comunidad científica
reconstruirá sus intrínsecos—sentimientos---compromisos grupales.
Esto significa que las revoluciones científicas surgen a partir de la subjetividad colectiva de
sentimientos compartidos de las comunidades socio- políticas de la ciencia. Ese es el nuevo giro
de criterio de demarcación que hemos tratado de insistir, que va de las «estructuras científicas» a
las «estructuras comunitarias»: esto es, a los compromisos internos del mundo emotivo-practico
de la comunidad sociológica y política de la ciencia, y no ya necesariamente al mundo racionalempírico.
Y para finalizar, este apartado, hay que decir en última instancia, todo dependerá de la
argumentación circular persuasiva y del efecto del sentimiento colectivo, esto es, de las
creencias, valores, y toma de decisiones que articule el grupo o cultura comunitaria al lenguaje
de la realidad; al conocimiento científico del paradigma. De ese modo el paradigma brota del
juicio de los sentimientos colectivos que efectúan los especiales científicos en su trabajo, que por
a menudo estarán marcados “bajo la influencia de factores subjetivos” (Chalmers, 2000, p. 133).
Por eso lo importante es tener éxito en el discurso retorico, ya que esa función determina la
emocionalidad colectiva. Por consiguiente, si hay éxito en los argumentos persuasivos, la
comunidad científica podrá hacer los respectivos juicios de valores y toma de decisiones
necesarias para legitimar su trabajo. Esto quiere decir, que podrá “compaginar el paradigma con
la naturaleza” (Chalmers, 2000, p. 115). Luego la tarea de la ciencia normal se reducirá a
convalidar ese instrumentalismo que ha articulado la comunidad científica a la luz del paradigma
dado; que va ser generalmente fruto del fuerte sentimiento colectivo que se germine en la junta
comunitaria de la vida sociológica y política de la ciencia.
Hay que decir pues, que la comunidad científica funciona en aras del recurso de la retórica
lingüística lo que incluye, el sentimiento, la persuasión, la subjetividad, y el poder del
compromiso grupal. De tal forma que ahora se puede formular un sentido general de las
revoluciones científicas que pasan de una “reducción de la lógica científica a la retórica”
(González, 2014, p. 385). Lo que es equivalente al giro que hemos formulado de: «estructuras
científicas» a «estructuras comunitarias». Dado que los criterios colectivos que implementa la
sociedad comunitaria de la ciencia, son los que demarcan en realidad a la actividad o el quehacer
de ciencia, es decir, en el fondo se ven ajustados sobre los fundamentos de convencionalidad
persuasiva. Los cuales desde la estructura comunitaria de la ciencia son esencialmente
argumentos circulares retóricos con características sentimentales y/o subjetivistas y ya no
necesariamente lógicas racionales. Ese es el sentido del giro epistemológico focalizado ahora
desde la internalización comunitaria.
Se puede matizar por ello que la ciencia está conformada por una estructura sociológica y
política, ya que estas dimensiones socio-políticas son las que ayudan a formar las instituciones
comunitarias, en las que todo el personal profesional de la empresa científica, es un actor
sumamente político, en cuanto que coordina y dirigí las elecciones de la vida sociológica que
acontecen en el desarrollo de investigación científica en una tradición dada. Lo que sabemos que
significa, que tales premisas, creencias y valores que comparte la tradición de la comunidad
científica, son producto de la fuerza del argumento circular, es decir, al final toda la armazón
teórica del paradigma que formula la estructura comunitaria de la ciencia: es sólo cuestión de un
sentimiento subjetivo y un convenio persuasivo grupal.
2. Anarquismo epistemológico: en contra del método especial.
Y para finalizar este articulo hay que preguntarnos seriamente si hay algo de especial en la
racionalidad de la ciencia a partir de lo que nos dice Feyerabend. Sin lugar a dudas este pensador
fue muy influido por Thomas Kuhn en cuanto que éste como lo hemos develado descubrió las
técnicas de argumentación persuasiva-emotiva—hasta subjetivas-- que emergen en la estructura
comunitaria de la ciencia. Pudimos apreciar que hay matices en su teoría que postulan que la
empresa de la ciencia no responde a criterio racional que sea convincente.
No obstante, no lo dice de forma clara y distinta, dado que en la postdata de su obra
defiende la interpretación o acusación relativista que se le ha atribuido por haber “hecho de la
ciencia una empresa subjetiva e irracional” (Kuhn, 2004, p. 270). Lo que reclama es la mala
interpretación que se le acuso de que la ciencia es una empresa que no responde a ningún criterio
racionalista sino subjetivos: “algunos lectores han considerado que yo estaba tratando de hacer
que la ciencia se basara en intuiciones individuales inanalizables, antes que en la ley y en la
lógica” (Kuhn, 2004, p. 293).
Por lo que parece haber algo de contradicción, aunque no se retracta completamente al
argüir sobre el papel que tienen las técnicas de argumentación persuasiva de la comunidad
científica, dado que en muchas ocasiones son influyentes en la elección de paradigmas —ese es
un hecho que lo reconoce sin tapujos de que las revoluciones se inician con un sentimiento y un
consenso grupal capaz de persuadir a la mayoría de los miembros—. Sin embargo, agrega, no
existe ningún argumento único que pueda persuadirlos a todos o que necesariamente garantice el
éxito (Kuhn, 2004, 309).
Creo que tienen razón suficiente muchos autores de haber acusado a Kuhn de relativista.
Puesto que en el desarrollo de su obra nos dijo que los cambios de paradigma no se derivan de la
estructura lógica del conocimiento científico, sino que sea cual fuere su fuerza, el status del
argumento circular es sólo el de la persuasión (2004, p. 152-153). Ya que no hay ninguna norma
más elevada que la aceptación de la comunidad pertinente: por eso no se puede medir ni lógica ni
probablemente su elección, sino en virtud de los argumentos poderosos persuasivos. Y lo
paradójico es que después en su posdata medio se retractó.
Aunque Kuhn se contradiga no podemos negar las implicaciones que tiene el deseo o
sentimiento subjetivo de la institución en la elección de unos determinados valores a
implementar. Pues al finalizar su obra asevera que “el conocimiento científico, como el idioma,
es, intrínsecamente, la propiedad común de un grupo, o no es nada en absoluto” (2004, p. 319).
En ese sentido Kuhn llega a reconocer que la palabra ciencia por sí sola conlleva gran poder--absolutamente semántico-- y tiene una connotación de veracidad y legitimidad hegemónica en el
conocimiento. Por eso quizá en su posdata subraya “la necesidad de estudiar la estructura
comunitaria de la ciencia” (2004, p. 318). Es decir, analizar ya no necesariamente solo a las
estructuras científicas, sino que hace un llamado a estudiar a los miembros especiales de una
comunidad científica, dado “que constituyen el único público y son los únicos jueces del trabajo
de la comunidad” (ibid).
Pues si lo vemos en retrospectiva Kuhn evitó las conclusiones anarquistas de Feyerabend,
apelando al consenso social que restaura la ley y el orden: los juegos de lenguaje. Pero
Feyerabend, rechazó la llamada de Kuhn al consenso social de la comunidad científica, en parte
porque no creía que Kuhn distinguía entre modos legítimos e ilegítimos de persuadir y llegar a
un consenso, dado que en opinión de Feyerabend en muchas ocasiones se mata la libertad de
algunos oponentes que no están de acuerdo con una determinada elección y por tanto no se
respeta la opinión del otro (Chalmers, 2000, p. 158).
Ahora bien, Feyerabend responderá de forma clara y evidente sin miedos a la pregunta:
¿Cuál es la estructura de la ciencia; o si hay algún patrón racional? Tal afirmación se encuentra
esbozada en su obra cumbre «En contra el método» (1975). Ahí nuestro autor desarrolla una
teoría anarquista del conocimiento, denotando sobre todo su carácter anarquista en contra del
privilegio especial que goza la ciencia. Siendo esencialmente un ataque a la postura racionalista
de la ciencia. Con esto ya intuimos cual es la respuesta de la pregunta formulada, evidentemente
un rotundo no.
Pues Feyerabend anuncia dos problemas fundamentales. Por un lado, plantea que la ciencia
no presenta una estructura de racionalidad científica que pueda considerarse como guía para cada
investigación. Por otro lado, aboga, que el peso específico de la ciencia se juzga por las
aplicaciones de tradición científica correspondientes a las instituciones sociales, incluida por
supuesto los deseos subjetivos de la ciencia política (Feyerabend, 1986, XV). Desmenucemos
con rigor tales premisas.
Tenemos en primer lugar la tesis que postula Feyerabend, es una tesis en contra el método
que se rige la ciencia. Pues según él no existe un método como lo afirma la ciencia de índole
universal y ahistórico. Justamente por eso Feyerabend propone su anarquismo epistemológico
porque entiende que las metodologías de las ciencias no han proporcionado, no pueden ni deben
pretender proporcionar reglas fijas y universales por las que deban conducirse todos los
científicos (1986, p. 289). Esta idea tan característica que predica la ciencia “es irrealista y
perniciosa” (ibid). Ya que no puede aplicarse de forma genérica, debido a que cada campo
concreto de la ciencia tiene su propia especificidad. En ese sentido Feyerabend expone los celos
de que el conocimiento científico no consta de ninguna situación especial tal como se cree
popularmente con el famoso «método científico».
Por tal motivo Feyerabend sostiene que “la ciencia no presenta una estructura, queriendo
decir con ello que no existen unos elementos que se presenten en cada desarrollo científico,
contribuyan a su éxito y no desempeñen una función similar en otros sistemas” (1986, p. 289).
Tampoco “hay una «racionalidad científica» que pueda considerarse como guía para cada
investigación” (ibid). Dado que, para Feyerabend, los argumentos de la metodología especial no
prueban la excelencia de la ciencia. Precisamente porque no posee ninguna característica que la
haga necesariamente superior a otras formas de conocimiento, y, en vista de ello, “no hay ningún
«método científico», no hay ningún único procedimiento o conjunto de reglas que sea
fundamental en toda investigación y garantice que es científica y, por consiguiente, digna de
crédito” (González, 2014, p. 427).
En segundo lugar, la otra tesis concierne al peso del ámbito sociológico y político de la
ciencia. Dado que Feyerabend fue demasiado radical o extremista al catalogar principalmente a
la ciencia como un conocimiento de farándula, o sea que la ciencia lo único que crea es
propaganda, astucia y popularidad en las teorías científicas. En tanto que Feyerabend ha
expresado que no hay nada de especial en la ciencia, puesto que no existe el universal método
científico. “Feyerabend llegó a afirmar que, si existe un solo principio, inmutable, del método
científico, éste es el de todo vale” (Chalmers, 2000, 154). En ese sentido Feyerabend dice que los
científicos siguen sus propios deseos subjetivos y que todo vale.
Pues según Feyerabend la ciencia se encuentra suprimida hoy día por la fuerza de la
política, de ese modo ahora la propaganda, los intereses individuales y técnicas de lavado cerebro
juegan un papel mucho mayor de lo que comúnmente se cree en el desarrollo del conocimiento y
de la ciencia (1986, pp. 9-10). Para Feyerabend el cuento de hadas es falso: no existe ningún
método especial que garantice el éxito o lo haga probable, pues no existe una “«varita mágica»”
(1986, 297). Todo lo que un racionalista científico puede decir sobre la ciencia es: todo vale. De
esa manera se puede focalizar que el interés de la ciencia se encuentra realmente en la
comunidad científica, ellos son los que categorizan lo que es ciencia y le otorgan un significado
especial a través del dicho cuento de hadas metodológico.
Como vemos en el fondo Feyerabend está denunciando la ilusión de la racionalidad en la
ciencia y la autoridad política de la misma institución. Este autor hace ver que la ciencia es algo
instrumental de fines prácticos16 para satisfacer deseos subjetivos entre asambleas científicas, y
que, por tanto, el criterio de demarcación en la ciencia, está en seleccionar las teorías que logran
mejor fama, popularidad o propaganda. Por eso precisamente la ciencia no sigue ningún patrón
racional. Para Feyerabend toda metodología tiene sus límites y la única «regla» que sobrevive es
el principio «todo vale» (1986, p. 290).
Feyerabend hace notar que la ciencia es una empresa que justifica su quehacer al articular
un «método científico»: el cual es una hegemonía que la comunidad científica a universalizado
como un dogma, dado que nadie lo cuestiona por ser un método especial. Por eso Feyerabend
postula su concepción anarquista por la homogeneidad del método científico bajo las
pretensiones positivistas---que por sí son reduccionistas--- que han dominado y politizado a la
episteme a lo largo del desarrollo histórico; el cual cobro valor y protagonismo desde la era
moderna. Domesticándonos ideas, unas creencias generalizadas de que hay algo especial en la
ciencia por los métodos que utiliza. Pero esos métodos que utiliza son a criterio de Feyerabend
un cuento de hadas que se populariza y se convierte en una ideología (1986, p. 295).
La única respuesta plausible para Feyerabend para intentar descubrir el avance de la
ciencia: es direccionando nuestro foco a la autoridad de la comunidad científica---ahí reside el
poder—dado que la comunidad científica es la empresa privilegiada que tiene el poder
demarcador de criterios—criterios de valoraciones subjetivas—por los cuales en apariencia el
conocimiento científico progresa y a su vez adquiere legitimidad. Digo en apariencia dado que
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Hay que agregar que autores como Feyerabend consideran que sólo podemos valorar la utilidad de una teoría
científica, nunca conocer si es verdadera.
Feyerabend nos dice que no necesitamos una concepción universal, ahistórica del método
científico para dar una justificación objetiva del progreso en la ciencia. También por otro hecho,
y es que Feyerabend al igual que Kuhn, sostuvo la tesis que las teorías son inconmensurables: no
se pueden comparar unas con otras, no hay un lenguaje traducible, dado que las teorías pueden
interpretarse de maneras diferentes (1986, p. 275).
Por esas circunstancias el alegato que desarrolla Feyerabend en su teoría anarquista se basa
en refutar la idea que la ciencia se mueve por un único y especial método—universal y
ahistórico—pues no existe tal método. De ese modo según nuestro autor, “la ciencia no posee
rasgos especiales que la hagan intrínsecamente superior a otras ramas del conocimiento tales
como los antiguos mitos o el vudú” (Chalmers, 2000, p. 12). Lo que en realidad tiene de especial,
es basarse en ideas por medios irracionales tales como propaganda, sensibilidad o juicios
estético, hipótesis ad hoc, deseos subjetivos, fe en las teorías, y apelación a los prejuicios de
todas clases (Feyerabend, 1986, 141).
Incluso Feyerabend postula una tesis demasiada realista en nuestro contexto actual: de que
la ciencia moderna pretende ser antagonista especialmente al mito, magia y religión, etc. dado
que la ciencia ofrece un método que, según la comunidad científica, asegura fiabilidad y
veracidad. Pero como hemos ya señalado la existencia de un método no garantiza la superioridad
con respecto a otras disciplinas del conocimiento.
Dado que, según Feyerabend, el alto prestigio de la ciencia es un dogma peligroso. Ese
elevado respeto por la ciencia en nuestra época es considerado como una especie de religión
moderna, que desempeña un papel similar al que realizo el cristianismo en la Edad Media.
Puesto que es la autoridad política de la ciencia la que ejecuta la elección teórica de unos
determinados valores y deseos subjetivos. Ciertamente esa valoración que realizo Feyerabend fue
un ataque a la institución de la comunidad científica al decir que la ciencia no sigue ningún
patrón racional. Puso en tela de juicio la creencia ideológica, el dogma científico, al argüir que
la ciencia no progresa, puesto que no existe un método como lo afirma ella de índole universal y
ahistórico. No hay otro argumento que el de recurrir que el interés o deseo subjetivo de la ciencia
se encuentra situado en el criterio de la autoridad científica; ahí yace la categorización de lo que
es ciencia y le otorgan un significado especial virtud de un método que es a su vez especial.
Y para concluir con este artículo hay que decir que Feyerabend nos invita a renunciar
completamente a la idea de que la ciencia es una actividad racional que actúa de acuerdo con un
método especial. Según él, la ciencia no posee ninguna característica que la haga necesariamente
superior a otras formas de conocimiento. Dado que no hay argumentos que sean en realidad
convincentes para demostrar que la ciencia sea superior a otras ramas del conocimiento tales
como las antiguas enseñanzas; mitos, magia, alquimia, budismo, etc. pues para nuestro autor
todos los saberes son importantes. De esa manera el conocimiento científico no goza
necesariamente de ninguna situación especial.
Hay que aclarar también que el anarquismo metodológico de Feyerabend no se opone a
destruir por completo a la ciencia, no. Lo que nuestro autor nos quiere dar a entender es que la
idea de que la ciencia se conduzca a través de un solo método es una ilusión. Según él hay una
pluralidad de métodos y todos pueden ser validos sin ningún problema, no hay necesidad de
reducirlo todo al método especial de la ciencia. Esa es la denuncia que hace sobre la ciencia
Feyerabend: la hegemonía del método científico como el único camino para interpretar la
realidad. Anulando el perspectivismo como diría Nietzsche por la imposición de voluntad de
verdad positivista.
La alternativa que propone Feyerabend para afianzar su postura—anarquismo
metodológico—radica en una defensa de la libertad. Por eso bien interpretada la teoría de la
ciencia de este autor, la podemos situar dentro de un entramado ético que concede un elevado
valor a la libertad individual, e implica una actitud que Feyerabend la describe como una
perspectiva humanista. Pues así, Feyerabend fundamenta, desde la perspectiva humanista, su
concepción anarquista de la ciencia basándose en aumentar la libertad del individuo, esto es
emancipándole de restricciones metodológicas, con la intención que al individuo se le otorgue la
libertad de elegir entre ciencia y otras formas de conocimiento.
En el fondo es un proyecto político al que apunta Feyerabend, dado desde el punto de vista
de la comunidad científica existe una relacion causal entre Estado y ciencia (1986, 295). Puesto
que son los pastores—políticos y científicos--- del zoológico humano; en el sentido de la
imposición, la educación o domesticación los que demarcan ciertos valores y normas positivistas
en la sociedad. Un efecto de la esclavización, del ideal moderno de Ilustración, de que el
progreso, orden para la sociedad consiste en el desarrollo de ciencia: esta es la idea del famoso
periodo de las luces. Quizás en ese sentido es que la tesis política de Feyerabend es un llamado a
“liberar la sociedad de la camisa de fuerza de una ciencia ideológicamente petrificada, tal y como
nuestros antepasados nos liberaron de la camisa de fuerza de la Única Religión Verdadera”
(1986, p. 303).
Pues en su teoría anarquista la sociedad tiene la imagen de libre: la ciencia no tendrá
deseos sobre otras formas de conocimiento o sobre las tradiciones. Pues el ciudadano maduro,
según Feyerabend en una sociedad libre será “una persona que ha aprendido a pensar por sí
mismo y se ha decidido por lo que cree que se adapta mejor a él” (Chalmers, 2000, p. 160). De
ese modo, esa sociedad libre se contemplará a la ciencia como un fenómeno histórico que yacio
en la cultura similarmente a la manera como vemos los mitos hoy en día.
Feyerabend da la impresión que su teoría tiene un matiz utópico en la que todos los
individuos serían libres de seguir sus inclinaciones sin restricción alguna. Dado que esa
“sociedad ideal de Feyerabend, el Estado es ideológicamente neutral entre las ideologías, para
asegurar que los individuos retengan la libertad de elección y no reciban impuesta una ideología
en contra de su voluntad” (Ibid). O, en otras palabras, que la ciencia deje de articular como
dogma la educación positivista a la sociedad-- que no son más que sus propios criterios
lingüísticos de esteticidad y subjetividad—como punto de referencia especial para conocer las
cosas. En el fondo Feyerabend está denunciando el espíritu dogmático que la comunidad
científica ha germinado históricamente, dado que no se cuestionan las conjeturas por el hecho de
que el criterio metodológico se debe cumplir al pie de la letra; esto es, persuadir y no coaccionar
con la metodología. Por eso Feyerabend nos invita a romper con el método científico, si hay
algún criterio de como progresar en el campo de la ciencia, quizá sea ese de poner en tela de
juicio el método especial.
Con esto se comprende porque sostiene en su epistemología anarquista, que “la ciencia es
una empresa esencialmente anarquista; el anarquismo teórico es más humanista y más adecuado
para estimular el progreso que sus alternativas basadas en la ley y en el orden” (1986, p. 29).
Dado que la culminación del alegato de Feyerabend contra el método, junto con su defensa de
libertad para el individuo, es la esencia de su teoría anarquista del conocimiento. Puesto que, al
haber libertad, habrá una apertura epistemológica, es decir, una forma que el individuo podrá
abrirse con toda libertad hacia el conocimiento. De ese modo pareciera que Feyerabend reafirma
el llamado nietzscheano acerca del horizonte de perspectivas.
Bibliografía:
• Chalmers, A. (2000). ¿Qué es esa cosa llamada Ciencia? Madrid, España.
(Tercera edición, 14a reimpresión). Editorial: Siglo XXI de España Editores, S.A.
• Chávez, P. (2008). Historia de las doctrinas filosóficas. México. (Cuarta edición).
Editorial: Pearson educación.
• Feyerabend, P. (1986). (Trad. Ribes, D). Tratado Contra el Método. Madrid.
Editorial: Tecnos.
• González, M. (2014). Introducción al Pensamiento Filosófico. Madrid. (Séptima
edición). Editorial: Tecnos.
• Kuhn, T. (2004). (Trad. Contin, A). Estructura de las Revoluciones Científicas.
Argentina. (Octava reimpresión). Fondo de Cultura Económica.
• Rush, A. (2017). Razón y verdad en Kuhn. Argentina. Revista de filosofía.
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