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El-Camino-Del-Vedanta-Segun-Shankara-Sadhana-Panchakam

Anuncio
El camino del Vedanta según Shankara
~ Sadhana Panchakam ~
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Última obra de Adi Shankara en la que a petición de sus discípulos resume
magistralmente el camino del Vedanta
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Roberto Mallón Fedriani
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Introducción al Comentario de Sri Ramakrishnan Dravidacharya sobre el poema de
Shankaracharya titulado “Sadhana Panchakam”; de reciente publicación en
‘Ediciones Vía Directa’. https://edicionesvia.com
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Este poema es uno de los tratados más breves y sintéticos de Shankaracharya. En
él muestra el camino, la vía que han de seguir todos los estudiantes del Vedanta Advaita;
algo que en los últimos tiempos las corrientes “neo-Advaita” dominantes obvian con
demasiada frecuencia, cometiendo -a nuestro entender- una sobresimplificación
metodológica, y generando con ello, entre los buscadores sinceros, confusiones e
ilusiones de realización de la “no-dualidad” que en ocasiones llegan a lindar con lo
psicopatológico.
Como es sabido, Shankaracharya escribió múltiples comentarios a las Escrituras
Sagradas védicas o shastras (Upanishad, Bhagavad Gita, Brahmasutras), así como
himnos, poemas, y diversos tratados o prakaranas en donde expone con plena libertad la
doctrina Vedanta Advaita.
En Sadhana Panchakam nos encontramos con unas sencillas cinco estrofas de
cuatro versos cada una que conducen por el camino de la perfección hacia la liberación
o moksha; liberación que, en última instancia, y sea cual sea el recorrido seguido, solo
puede darse por medio del conocimiento y asimilación de la identidad entre el Sí Mismo
inmanente (Atman) y el Sí Mismo trascendente (Brahman). Esta liberación
o moksha constituye el objetivo supremo de la vida del ser humano. Según el hinduismo,
hay cuatro tipos de cosas que los seres desean y tienen como meta en la vida
(purushartas): dharma (virtud-vicio), artha (riquezas), kama (pasión)
y moksha (liberación). Siendo todos ellos lícitos de conformidad con el estado de
desarrollo espiritual en el que cada ser humano se encuentre, moksha es el supremo, tras
el cual “ya no queda otra cosa que hacer”.
Como decía Swami Chinmayananda, Shankara expone en este texto la totalidad
de la práctica (sadhana) vedántica. El ritualismo es una disciplina válida únicamente en
el campo de la dualidad (dvaita), pero en el advaita no puede haber práctica en forma de
adoración, invocación, o sacrificios. No obstante, a aquellos estudiosos que aún están
‘enredados’ con su compuesto cuerpo-mente, y que aún se encuentran al nivel de la
identificación con la idea de ‘ego’, se les debe mostrar el camino por el cual hacer brotar
la visión que va más allá de la multiplicidad y que conduce al Sí Mismo, Uno-sinsegundo. Esto es lo que hace aquí Shankara en muy pocas palabras.
Se cuenta que al final de su breve vida (32 años), cuando Shankara se disponía a
abandonar este mundo, sus discípulos le pidieron que escribiese un breve poema que
resumiese el camino espiritual. A raíz de ello, Shankara redactó este Sadhana
Panchakam. El poema está estructurado en cinco estrofas de cuatro versos cada una, y
cada verso contiene dos instrucciones (upadeshas) para el camino espiritual vedántico.
Todo ello hace un total de cuarenta instrucciones que, aun siendo breves, contienen los
consejos más valiosos. Son escasos los comentarios escritos que se conserven sobre este
poema, y ninguno en castellano hasta la fecha.
Las instrucciones que nos ofrece Shankara no están expuestas de forma azarosa,
sino que constituyen la secuencia en la que, en principio y de forma general, deben ser
practicadas. De ahí que este texto sea también llamado a veces Sopana Arohana Nyaya,
o “El ascenso lógico por la escalera del sadhana”.
Las cuarenta instrucciones cabe enfocarlas desde la perspectiva tradicional hindú
de los estadios de la vida, o Ashrama Dharma, y también como el proceso que implica
el Jñana Yoga o vía de Realización por el Conocimiento, más allá de las fases
cronológicas naturales del desarrollo vital. Uno y otro punto de vista se conjugan entre sí
en base a la clave fundamental del camino, que no es otra que el grado de desapego
(vairagya) que se posee o se ha desarrollado respecto a “los objetos del mundo”, incluido
el propio complejo cuerpo-mente sobre el que se construye la idea de un “yo” permanente
o ego. En una sociedad tradicional, como era la India de los tiempos de Shankaracharya,
las distintas fases de la vida constituían un progresivo apartamiento del mundo, partiendo
de las primeras etapas de la juventud, pasando por la vida de adulto integrado en el
mundo, hasta la renuncia completa o sanyasa propia de la senectud. Algo muy lejano de
los valores que se promueven en estos tiempos, no solo en las “sociedades occidentales”
(y occidentalizadas), sino incluso también hoy en día en la propia India más tradicional,
la cuna de la cultura védica, en donde la penetración de los ideales occidentales está ya
muy extendida entre las últimas generaciones.
Sobre las prescripciones védicas y las etapas de la vida (ashramas)
Se puede decir que este poema de Shankaracharya tiene dos objetivos:
1)ndescubrir cuál es la meta principal del ser humano, y 2) después mostrarnos los medios
para la consecución de la misma. Se expone un esquema de vida que no es invención de
Shankara, no es nada nuevo, sino que es el diseño original expuesto en los Vedas y en
general en los Shastras o Escrituras Sagradas de la India. La originalidad de Shankara
consiste en la síntesis que hace.
La doctrina védica se apoya en el sistema de castas (varna) y en el de las etapas
de la vida (ashramas). La categorización de los tipos humanos según su varna significa
dividir la sociedad en cuatro grandes grupos: brahmana, kshatriya, vaishya y sudra. Esta
división utiliza como criterio último la vocación o el rol a desarrollar en la sociedad; la
contribución que cada uno puede hacer en ella; la profesión, en términos más profanos.
Este sistema de castas obedece a principios naturales y metafísicos, si bien tiende a verse
en estos tiempos como una forma de discriminación social gobernada por instancias
superiores del poder. Hoy en día este sistema ya no está vigente formalmente en la
sociedad de la India. El otro esquema védico es el de las etapas de la vida (ashramas),
siendo su objetivo el mantenimiento de la armonía y el crecimiento individual.
Tradicionalmente hablando, si varna se focaliza en lo social, ashrama lo hace en lo
individual.
En este trabajo Shankara se centra principalmente en el ashrama, en las etapas por
las que pasa el ser humano en este mundo. Shankara parte del supuesto (mejor sería decir,
de la “verdad”) de que el individuo humano tiene un propósito en la vida: la realización
espiritual.
Los ashramas son
los
siguientes: brahmacharya (estudiante), grhashta (cabeza
de
familia), vanaprastha (eremita o anacoreta), y sannyasa (renunciante o monje). Este
esquema también ha desaparecido casi por completo hoy en día. No obstante, aun cuando
se haya abandonado formalmente, sigue siendo cierto que todo ser humano deberá
atravesar estos estadios, al menos interna o mentalmente, si quiere descubrir el objetivo
último y supremo de su vida.
Las Escrituras védicas establecen una serie de disciplinas que tienen un carácter
universal, y que trascienden varna, ashrama, nacionalidad, e incluso la religión que se
practique. Estas disciplinas universales son el llamado samanya dharma. Se pueden
clasificar ampliamente en dos: las que implican evitar algo, y las que implican hacer algo.
Cada una de ellas se subdivide en cinco.
Entre aquello que hay que evitar hacer (Yama, o Nvritti) encontramos:
1. Ahimsa: la no violencia; no hacer daño a otros, ni de pensamiento, ni de palabra ni de
obra.
2. Satyam: no mentir; no decir falsedades. En la tesitura de hacer daño a los demás por
medio de la declaración de la verdad es mejor guardar silencio.
3. Asteyam. No poseer riquezas obtenidas ilegítimamente. No robar.
4. Brahmacharyam. Evitar relaciones ilegitimas con el sexo opuesto.
5. Aparigraha. Evitar la posesión de un exceso de riquezas, aun cuando sean
legítimamente obtenidas.
Entre lo que hay que procurar hacer (Niyama or Pravritti) se encuentra:
1. Shaucham. Pureza. Buscar la pureza física y mental.
2. Santosha. Desarrollar un sentido de resignación, aceptación, y conformidad con todo
lo que acontece.
3. Swadiaya. Estudio de las Escrituras. Tanto si se alcanza a comprender todo su
significado como si no, se trata de una disciplina positiva.
4. Tapas. Negación de uno mismo. Evitar la esclavitud de los sentidos. Decirle ‘no’ a esos
órganos de forma regular de modo que sea uno quien los controle y no al revés.
5. Ishvarapranidanam. Adoración del Señor, de la Deidad Suprema.
Hasta aquí los samanya dharmas u obligaciones universales que se han de cumplir
independientemente de varna y ashrama.
Adicionalmente, en los Vedas se habla de los vishesha dharmas, esto es, aquellas
obligaciones que deben seguir determinados grupos sociales, en función
del varna ("casta" o tipo humano) al que se pertenece y el ashrama (etapa vital) por la
que se va pasando a lo largo de la vida. También se les llama swadharma,
o dharma basado en el propio varna y ashrama. En este texto Shankara no habla de los
anteriores -de los samanya dharma o pincipios universales de conducta- pues da por
hecho que se están cumpliendo, sino que se centra precisamente en la descripción de
estos vishesha dharmas (si bien, más concretamente en los ashramas, dejando a un lado
los matices asociados con la casta o varna) pues para Shankara, la persona que sigue los
estadios de cada ashrama, sigue el camino correcto. Y en la estructura de estas etapas es
en lo que se basa principalmente en este texto.
El primer estadio de ashrama es el estudio de los Vedas. El rango aproximado de
edad va tradicionalmente desde los ocho hasta los veinte o veinticinco años. Es la época
de estudiante. Allí se aprende qué debe hacer un estudiante y qué no: los viddhi y
los nisheda. Lo mismo para los demás ashramas. Cuando se han completado estos
estudios se puede hablar propiamente de ‘estudiante de las escrituras’ o brahmachary.
También se les llama brahmachary a los solteros, pero esto es de manera más general.
Este es el primer estadio.
El segundo estadio es grhashta ashrama. Entre los veinticinco y los cincuenta y
cinco años de edad, o hasta que los hijos se hayan independizado. Es la vida activa según
está prescrita a su varna o casta. Esto es karma yoga. Se aplica la sección de los Vedas
dedicadas a las acciones: el karmakhanda. La persona que sigue esto adquiere pureza
mental (chittasudhi o antakaranahsudhi), con lo que se libera de las trampas de los deseos
y las aversiones, ya que es debido a esto por lo que la persona se ve perturbada. El
apartamiento de ello se expresa en ecuanimidad de la mente.
El tercer estadio es el de vanaprastha. Desde los cincuenta y cinco años
aproximadamente hasta los setenta o setenta y cinco. En esta época de la vida las
actividades extrovertidas físicas se reducen, y las disciplinas mentales se incrementan en
forma de upasanas o de meditaciones. Hay varios tipos de ejercicios mentales. Esto se ve
en la segunda parte de los Vedas, Upasanakhanda. Al apartarse de las actividades, se
puede optar por abandonar la casa, o bien vivir una vida más simple en el propio domicilio
-casi como si se fuese un invitado- sin interferir en los asuntos de familia. Se trata de una
vida más tranquila dedicada a la concentración (chittaekagrata).
Finalmente viene el sanyasa ashrama. A partir de los setenta y cinco años. Aquí
la persona está libre de todas las dependencias psicológicas. Renuncia a ellas; se deshace
de dependencias como la de ‘vivir en esta casa’, ‘estar con mi familia’, etc. Se abandona
todo apego psicológico. Si esto se hace físicamente se es un ‘sanyasi externo’. Si se hace
interiormente se es un ‘sanyasi interno’. Es aquí cuando tradicionalmente tiene lugar,
tradicionalmente y conforme a las edades cronológicas naturales, la disciplina
final: jñana yoga, la búsqueda del conocimiento espiritual. Se corresponde con la sección
de los Vedas llamada Jñanakhanda. La persona se hace una jñani, un sabio,
un Jivanmukta, aquel que ha descubierto la liberación interior.
Shankara nos habla de estos cuatro estadios en este libro.
La vía del conocimiento (jñana) y las formas de renuncia
El paralelismo entre la forma tradicional de despliegue vital expuesta en este
poema de Shankara, y la vía del conocimiento o jñana, se basa en que en el ‘buscador’
este desapego se va desarrollando progresivamente a medida que se avanza en el
conocimiento de la doctrina vedántica. La diferencia radica en que el “salto”, por decirlo
así, hacia la búsqueda del conocimiento último y la evitación del sufrimiento puede
producirse en cualquier momento del despliegue vital, en cualquier fase de la vida, sin
necesidad de alcanzar edades avanzadas, con lo que el viaje espiritual del buscador no
necesariamente ha de atravesar cronológicamente todos los estadios naturales
o dharmicos de la existencia humana para, llegado el momento, alcanzar la
identidad Atman-Brahman final. A este respecto son conocidos los votos de renunciante
ya desde la primera etapa de estudiante o brahmachary. No obstante, mientras se
permanece en la fase de “buscador” es prescriptivo cumplir con las
obligaciones dharmicas indicadas para el propio varna (tipo humano) y ashrama (etapa
vital), sin que ello sea óbice para ir asimilando progresivamente la doctrina. Esta
búsqueda y asimilación del conocimiento vedántico es incluso posible (y quizás en estos
días necesario) compaginarla con la renuncia al mundo, por medio del desarrollo
progresivo de un desapego estrictamente interior que parte de la práctica del karmayoga u ofrecimiento de todas las acciones a Dios (Ishvara), el desinterés por las
recompensas o resultados que se puedan derivar de las propias acciones, y en definitiva,
de la toma de conciencia de la ilusoriedad del agente de la acción o karta; de la idea de
un ‘ego’ (ahamkara) que, debido a la ignorancia (avidya), persiste en atribuirse a sí
mismo una realidad y permanencia de la que realmente carece; se dé cuenta de ello o no.
Conviene recordar aquí, aunque sea sucintamente, el ‘camino vedántico’ tradicional
de realización, o jñana marga:
1. Ejecución de las acciones propias u obligaciones (dharma) conforme a la casta (varna)
o tipo de inclinación natural humana y conforme a las etapas de la vida (ashrama). Ello
implica también la ejecución de las acciones de adoración y devoción (upasana) propias
de aquel que aún vive en la dualidad y que están prescritas en las Escrituras Sagradas.
2. Karma-yoga, u abandono del interés por los resultados que se pueden derivar de las
propias acciones; no de la perfección de la acción misma, que no se debe perder de vista,
sino de las recompensas que las acciones pueden traer para el individuo o 'agente'. Para
ello es fundamental adoptar la actitud de ofrecimiento de las propias acciones a Dios
Creador (Ishvara), dueño y Señor de todo lo que ocurre en el universo manifestado.
3. Por medio del karma-yoga se logra purificar progresivamente la mente y se va
desarrollando el desapego (vairagya) respecto a los objetos mundanos.
4. Determinación firme de renunciar formal y exteriormente (bahya sanyasa) al mundo
en pos de la adquisición del conocimiento de Brahman. Es el también llamado Vivididsa
Sanyasa o “renuncia del buscador”.
5. Búsqueda de un maestro viviente y comienzo del proceso de escucha (sravana),
reflexión (manana), y asimilación (nididhyasana) de las enseñanzas vedánticas.
6. Obtención del Conocimiento indirecto (paroksha) de Brahman.
7. Renuncia exterior y completa al mundo (vidvat sanyasa) y persistencia en la
asimilación
(nidhidhyasana)
hasta
alcanzar
el
conocimiento
directo
de Brahman (aparoksha) y el establecimiento permanente de la conciencia en el estado
de identidad Atman-Brahman.
8. Liberación en Vida (Jivanmukti).
Según este esquema, vemos en el punto cuatro que Shankara presupone una renuncia
formal y exterior al mundo antes de entrar en el estudio y asimilación del Conocimiento
de Brahman con la ayuda de un maestro cualificado. Es el Bahya Sanyasa o renuncia
exterior. Sin embargo, en la Bhagavad Gita, Krishna expone la posibilidad de la renuncia,
aun permaneciendo inserto en el mundo de la acción (siempre conforme al
propio dharma), de modo que dicha renuncia sería también posible para aquel que se
encuentra en la fase natural de “cabeza de familia” o grhashta, la de mayor inmersión en
los asuntos mundanos. Este es el llamado Antara Sanyasa o ‘renuncia interior’, y
posiblemente sea el único camino que aún queda al alcance para la mayoría de los
buscadores de hoy en día; ello incluso habiendo superado la fase natural de “cabeza de
familia”, y encontrándose en edades avanzadas, más propicias en otros tiempos para la
vida de apartamiento social. Esta renuncia interior o Antara Sanyasa implica que
el grhashta, ante la “llamada” del Conocimiento, y aun sin abandonar las obligaciones
propias de su estado, puede y debe acudir (buscar) a un maestro cualificado que lo acepte
como discípulo a fin de obtener sus enseñanzas, y paralelamente ir desarrollando el
desapego interior necesario para la consecución del objetivo final. Respecto a esta
posibilidad, aun hoy en día existen opiniones diversas entre acharyas. Para los partidarios
de la necesidad de la renuncia exterior, un rey como el védico Janaka -modelo donde los
haya de la renuncia interior del grhashta y del logro simultáneo del Conocimiento- habría
llevado adelante una renuncia exterior en existencias anteriores, solo que por causa de
determinadas tendencias a la acción (vasanas), se habría visto de nuevo envuelto en un
‘compromiso existencial’ exterior para acabar con ellas sin tener otro remedio que adoptar
la renuncia interior. Se quiera explicar de un modo u otro, lo cierto es que la renuncia
interior es una vía reconocida tradicionalmente, y en cualquier caso siempre será
necesaria de uno u otro modo, ya que de nada sirve la adopción de ‘medidas exteriores’
si su esencia no se haya en el corazón del buscador. Swami Paramarthananda explica de
manera muy concisa que este Antara Sanyasa o renuncia interior implica básicamente
tres cosas:
1) Renunciar al sentido de propiedad, sea de cosas materiales o de seres queridos. Esto
incluye la renuncia al deseo de poseer el control total sobre los acontecimientos
exteriores. El grhashta debe cumplir con las demandas y obligaciones mundanas, tanto
materiales como afectivas, pero debe verse a sí mismo solamente como como custodio
temporal de lo que Dios le otorga, y como un instrumento en manos de la voluntad de
Dios que ha de cumplir Sus designios. Esto se denomina Sarva Abhimana Parityagaha.
2) Renunciar a la ansiedad, la angustia y la preocupación por las cosas exteriores, sean
posesiones materiales o acontecimientos no deseados. Se trata de Sarva Chinta
Parityagaha.
3) Renunciar a las plegarias u actos religiosos de carácter peticionario en favor de todo lo
propio o de la ocurrencia o no ocurrencia de determinados acontecimientos personales.
Es Sarva Vishesha Prarthana Parityagaha.
En definitiva, el sentimiento de propiedad y de control sobre los acontecimientos
-lo que se conoce como abhimana, 'yo, y lo mío'-, es la raíz de toda la esclavitud humana,
y por consiguiente su supresión progresiva y el consecuente desarrollo del desapego
interior, es lo que constituye la base de la ecuanimidad y pureza mental necesarias para
la búsqueda y asimilación adecuada del Conocimiento, a través del maestro, y para la
eventual realización o liberación efectiva. Decía Swami Paramarthananda que no hace
falta estar físicamente en un ‘convento’ (ashram); tampoco estar casado o ser un cabeza
de familia, ni ser vanaprashta exteriormente, ni incluso tomar exteriormente sanyasa,
sino que el proceso se puede llevar adelante mentalmente hasta alcanzar la Liberación.
Shankaracharya va exponiendo escueta y sintéticamente, en un
lacónico estilo upanishádico, las fases de este proceso, se mire desde el punto de vista
del camino del jñani, como desde el punto de vista del desarrollo de las etapas vitales en
una sociedad tradicional. Ambas cosas, en última instancia, conducen, bajo las
condiciones adecuadas, hacia el mismo objetivo. El texto cabe adaptarlo a todo tipo de
aspirantes con aptitudes distintas, de modo que se habrá debido completar una instrucción
antes de proceder a la siguiente. De esta forma se evitan dificultades en el camino, y se
posee una guía para no dar el siguiente paso sin antes haber completado el anterior.
Las upadeshas y sus correspondencias
Por lo que se refiere al proceso implicado en el camino del jñani, la
correspondencia general con las cuarenta instrucciones que contiene en total el poema es
la siguiente:
Upadeshas
1 a 5 Acción y Karma-Yoga
6 a 8 Desapasionamiento
9 a 11 Cultivo de actitudes favorables
12 Renuncia (sanyasa)
13 a 15 Vida con el gurú o maestro
16 La escucha (sravana)
17 a 20 La reflexión (manana)
21 a 23 La meditación y asimilación (nididhyasana)
24 a 33 Actitudes a adoptar en la vida
34 a 40 Objetivos de nididhyasana
Si nos enfocamos en la correspondencia entre las instrucciones espirituales contenidas en
el poema y los estadios de la vida (ashramas) según el orden tradicional, tenemos el
siguiente esquema:
Upadeshas 1 a 4
Vida como Brahmachary
Upadeshas 5 a 8
Vida como Grhahshta
Upadeshas 9 a 12
Vida como Vanaprastha
A partir de aquí, los versos 13 a 40 se centran en las etapas de aquel que se ha
visto llamado a entrar en el camino del conocimiento (jñana marga) y de la renuncia
progresiva a los frutos de las acciones. Se pueden subdividir según el siguiente esquema:
Upadeshas 13 a 14
Primera fase. Es el momento de aproximarse a un maestro debidamente cualificado y
solicitar el Conocimiento de Brahman. Se continúa desarrollando Karma Yoga.
Upadeshas 15 a 16
Segunda fase. Una vez aceptado por el maestro, comienza la escucha (sravana) de las
Escrituras sagradas. Simultáneamente, y de cara a comenzar a adquirir la debida pureza
mental y desapasionamiento hacia los objetos exteriores, pueden ser recomendables
distintas formas devocionales (upasana) hacia la deidad en cualquiera de sus formas
(bhakti yoga), pero en especial suele prescribirse la recitación del mantra otorgado por el
gurú al aspirante en función de su estado espiritual.
Upadeshas 17 a 20
Tercera fase. Es el momento de la reflexión (manana) y la indagación en el significado
de las Escrituras y enseñanzas del maestro. Es aquí donde comienza propiamente
el Jñana Yoga y en donde se adquiere un conocimiento cada vez más firme y libre de las
distintas dudas y contradicciones que surgen, debidas no solo a los obstáculos propios
que esta comprensión conlleva en sí misma, sino a los prejuicios e influencias procedentes
de patrones de creencias y de pensamiento derivados de factores socio-culturales y
sistemas filosóficos-interpretativos de la realidad adquiridos con anterioridad, o p
revalentes en el lugar y momento histórico en el que se vive, y que se oponen a la Verdad
Última.
Upadeshas 21 a 24
Cuarta fase. Es la fase de meditación o asimilación en el corazón de las enseñanzas
(nididhyasana). A través de la negación de los distintos vasanas o tendencias latentes
derivadas del propio karma anterior –tendencias que persisten en la consciencia y en la
subconsciencia del buscador reiterando la falsa identificación con el ego y sus banalidades
mundanas– el buscador va morando intermitentemente en el Sí Mismo (Atman).
Upadeshas 25 a 32
Quinta fase. Estos versos se dirigen a facilitar la práctica de nididhyasana. Se trata de
consejos muy generales. Swami Vidyaranya habla más específicamente de ello en su
texto “Tratado sobre la Liberación en vida”.[1]
Upadeshas 33 a 40
Sexta y última fase. El buscador ya es un ser Realizado. Mora plena y permanentemente
en la identidad Atman-Brahman. Es la Iluminación, la Liberación en vida (Jivanmukti).
El camino y el objetivo del vedantín
Así pues, estas cinco estrofas que describen “los medios para alcanzar la meta”
tienen como objetivo esencial observar nuestra propia mente y tomar consciencia de que
la vida está llena de deseos que queremos obtener. Es lo que hacemos desde que somos
conscientes: satisfacer deseos a través de los medios que vamos encontrando al alcance.
Pero, llegado el momento, comprobamos que a pesar de satisfacer esas aspiraciones, el
deseo no termina nunca; que la satisfacción de los deseos no acaba con el deseo mismo;
y que podríamos seguir así por siempre. Vemos que cada vez que satisfacemos un deseo
volvemos a estar deseosos, ya que se crea una nueva insatisfacción que nos vemos
impulsados de nuevo a eliminar. El deseo es la expresión de una necesidad, y queremos
liberarnos de ese sentimiento. El deseo es en realidad ‘deseo de eliminar un estado de
necesidad’. Aun cuando los deseos varían de una persona a otra, sin embargo, el deseo de
liberarnos de ese estado es común a todas las necesidades e insatisfacciones. Esto implica
que somos incompletos, y que el objetivo de nuestra vida es alcanzar la plenitud; en
definitiva, liberarnos de toda limitación.
El Vedanta enseña cómo satisfacer este deseo de liberación de toda limitación y
hacernos seres completos. De forma natural partimos de la idea de que lo que nos falta
está fuera de nosotros. Este es el supuesto de partida. Cada persona tiene su idea al
respecto. Unos lo buscan en las riquezas, otros en el reconocimiento social, en el poder,
etc. Siempre caemos en esta forma de pensar continuamente. Pero llega un día en el que
se nos ocurre pensar que quizás lo que buscamos esté dentro de nosotros, no fuera. No es
algo que se nos ocurra normalmente, pero si alguien nos lo indica, empezamos a
planteárnoslo. El Vedanta lo hace. Nos dice que lo que buscamos está dentro de nosotros.
Esta plenitud (ananta) nos la presenta el Vedanta, y entonces nos preguntamos ¿cómo
podemos conseguir “eso que está dentro”?. Esta cuestión se debe a la ignorancia (avidya)
que ciega al Jiva, al “alma viviente”. Esta ignorancia (avidya) tiene dos aspectos: uno es
el que nos vela cual es nuestra verdadera naturaleza (que no es otra que Brahman); el otro
es el de proyectar una falsa naturaleza, una falsa imagen de nuestra auténtica realidad y
la del mundo. Al no ver la cuerda, vemos la serpiente, y esto nos genera temor. En sentido
contrario: el sol brilla sobre la arena y nos parece plata… En este caso nos vemos atraídos
por ella. Atracción y repulsión son productos de la ignorancia (avidya), ya que ésta nos
vela la naturaleza real de lo que vemos y luego crea una falsa percepción. Esta falsa
percepción es el problema, pues nos crea el sentimiento de repulsión o de atracción. Así
pues, la falsa percepción de mí mismo y del mundo es la que me crea el sufrimiento. Sea
por algo exterior, o a causa de un pensamiento propio, me veo a mi mismo incompleto
erróneamente, y caigo en el sufrimiento. Cuando alguien muere lloramos, pero no por el
que muere sino por nosotros mismos… “¿qué será de mí?” nos decimos.
Reflexionando de este modo, vemos que la satisfacción de los deseos no es la
solución. El precio que pagamos es superior a lo que obtenemos. Sin embargo, el Vedanta
nos dice que no hay razón para estar descontento, pues ya somos un ser completo. La
ignorancia de lo que soy en realidad es la causa de mi sufrimiento. La solución es el
conocimiento de mi verdadera naturaleza. Para ello es necesario el Conocimiento que
proporcionan las Escrituras Sagradas, los Shastras, la Revelación. Y no se trata de
practicar o de hacer algo, sino de comprenderlo. La escucha repetida de las enseñanzas
nos hace ver esta Verdad. Escuchar al Sí Mismo es el medio más importante de conocer
el Sí Mismo. Necesitamos escucharlo repetidas veces. Esto es sravana. De esta manera
se va neutralizando poco a poco el pensamiento erróneo.
Hay dos tipos de necesidades, las basadas en lo que no es el Sí Mismo, y las que
se basan en el Sí Mismo. Ser rico, famoso, etc., requiere unos medios; el conocimiento
del Sí mismo no lleva a esas cosas. La necesidad de ser completo y feliz es algo que no
se obtiene, sino que se descubre. Lo primero es hacer algo, lo segundo es conocer
algo: karma yoga y luego jñana yoga. Todo ello no es sino buscar el Conocimiento.
Primero hace falta la purificación de la mente, y luego la contemplación del Vedanta:
¿Qué significa “tú eres Brahman”…? etc. Estos son los medios para el autoconocimiento
y para moksha, o liberación de todo sufrimiento. El sabio está libre de todo deseo. No se
trata de llegar a ningún lugar sino de un estado de la mente en el que no hay deseos ni
faltas de nada. Moksha y Avidya, ambos están en la mente. Eliminar la ignorancia es un
proceso.
Estos medios expuestos en Sadhana Panchakam constituyen un método que debe
conducir paulatinamente (salvo casos extremadamente excepcionales de “iluminación
espontánea”) desde la ignorancia (Avidya) hasta Conocimiento (Jñana), y luego a la
contemplación o establecimientopermanente en el Sí Mismo trascendente, sin que por
haya que ausentarse del mundo exterior, el cual se verá también como la manifestación
ilusoria (Maya) del propio Sí Mismo trascendente. Llegar a moksha no es un
acontecimiento; es un proceso de crecimiento constante, o quizás seria mejor decir, de
"decrecimiento" del ego.. Primero hay que deshacerse del error de los deseos y
aversiones, y luego de los falsos conceptos. Son cuarenta pasos. Cada uno es un escalón
que prepara para el siguiente. Cada persona puede seguirlos gradualmente y alcanzar la
meta. En este texto del gran Shankaracharya se trata sobre el sadhana, las disciplinas que,
de un modo u otro y adaptadas a cada circunstancia personal y espacio-temporal, debería
seguir todo ser humano. A aquel que las sigue se le llama sadakha.
*
Ver “Tratado sobre la Liberación en vida”, Swami Vidyaranya, Trad. Intro. y notas
Roberto Mallón Fedriani, Ed. Sanz y Torres, Madrid 2018.
[1]
[Publicado el texto completo con los Comentarios de Swami Ramakrisnan Dravidacarya en Ediciones Via Directa]
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