¿SOLUCIÓN ENERGÉTICA O PROBLEMA SOCIAL? Un biocarburante o biocombustible es una mezcla de hidrocarburos que se utiliza como combustible en los motores de combustión interna y que deriva de la biomasa, materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo o provocado, utilizable como fuente de energía. La palabra biocombustible presta a confusión y dota al termino de unas connotaciones positivas de las que carece. Para la obtención de los biocarburantes se pueden utilizar especies de uso agrícola tales como el maíz o la mandioca, ricas en carbohidratos, o plantas oleaginosas como la soja, girasol y palmas. También se pueden emplear especies forestales como el eucalipto y los pinos. Al utilizar estos materiales se reduce el CO2 que es enviado a la atmósfera terrestre ya que estos materiales van absorbiendo el C02 a medida que se van desarrollando, mientras que emiten una cantidad similar que los carburantes convencionales en el momento de la combustión. El bioetanol es obtenido desde biomasa. El etanol se obtiene fácilmente del azúcar o del almidón en cosechas de maíz y caña de azúcar, entre otros. Sin embargo, los actuales métodos de producción de bioetanol utilizan una cantidad significativa de energía en comparación con la energía obtenida del combustible producido. Por esta razón, no es posible sustituir enteramente el consumo actual de combustibles fósiles por bioetanol. Todos los licores alcohólicos que proceden de la fermentación del azúcar de alguna planta se pueden denominar como bioetanol. Es responsable de una gran deforestación. El biodiesel es un biocombustible líquido que se obtiene a partir de lípidos naturales como aceites vegetales o grasas animales, con o sin uso previo, mediante procesos industriales de esterificación y transesterificación, y que se aplica en la preparación de sustitutos totales o parciales del petrodiésel o gasóleo obtenido del petróleo. Debido al aumento de las medidas tomadas para controlar las emisiones totales de gases con efecto invernadero, la utilización de este alcohol como combustible para el trasportar por carretera está creciendo muy rápido. Se ha propuesto en los últimos tiempos denominarlo agrodiésel ya que el prefijo «bio-» a menudo es asociado erróneamente con algo ecológico y respetuoso con el medio ambiente. El descubrimiento de inmensos depósitos de petróleo mantuvieron la gasolina y el diesel muy baratos durante décadas. Sin embargo, con la reciente subida de los precios del petróleo, junto a la creciente preocupación sobre el calentamiento global causado por las emisiones de dióxido de carbono, los biocombustibles han vuelto a subir a la palestra. Parece que los biocombustibles son la gran solución. Los automóviles son grandes emisores de dióxido de carbono, el peor gas de efecto invernadero causante del calentamiento global. Pero como las plantas absorben dióxido de carbono mientras crecen, los cultivos destinados a la fabricación de biocombustible absorben tanto dióxido de carbono como el que emiten los escapes de los vehículos que los queman. Y a diferencia de las reservas petrolíferas subterráneas, los biocombustibles son un recurso renovable ya que siempre podemos cultivar más para producir biocombustible. Lamentablemente no todo es tan sencillo. Los procesos de cultivo, fabricación de fertilizantes y pesticidas además de la conversión de las plantas en biocombustible, consumen mucha energía. De hecho, es tanta energía la que consumen que hay un debate abierto sobre el etanol de maíz para dilucidar si proporciona la misma energía que necesita para su cultivo y procesamiento (EROEI). Además, puesto que gran parte de la energía usada en la producción procede del carbón y el gas natural, los biocombustibles no sustituyen el petróleo que consumen. En resumen, uno de los factores de que haya vida en al Tierra es el efecto invernadero, pero este a crecido tanto a causa de las emisiones de CO2 que esta empezando a surgir un gran problema: el calentamiento global, lo que supone la ”destrucción” del medio ambiente. Por eso, el cultivo de las plantas para el biocombustible ayudaría a reducir la emisión del CO2, a parte de que estas después harán menos daño al efecto invernadero cuando se les de tal uso. Pero el gasto de energía para esto es muy grande, y puede que se necesite usar combustibles para poder realizar ese proyecto España es uno de los países de la Unión Europea que más ha apostado por las energías renovables en esta década. Las políticas de fomento promovidas por las distintas Administraciones y el interés de la iniciativa privada, que ha visto una gran oportunidad de negocio, han hecho de nuestro país un referente mundial en potencia instalada. Las empresas españolas han sido impulsoras de este desarrollo, con elevadas inversiones en investigación y en plantas de producción de todos los componentes necesarios. Ello les ha permitido abastecer el mercado español de instalaciones eólicas y solares fotovoltaicas, que son las tecnologías que más se han implantado. Su destacada presencia en el exterior las ha convertido en multinacionales que exportan tecnología española España cuenta apoyos económicos para la implantación de nuevas industrias: el desarrollo de procedimientos que permitan optimizar la gestión y crear economías de escala, la difusión de sus posibilidades técnico-económicas para la agricultura y la formación de entidades locales o comarcales ligadas a los usuarios para realizar cultivos energéticos. Igualmente se plantea la distribución de bioetanol en la red en dos etapas, así como la necesidad de lograr una normalización en cuanto a las características del biodiesel. ¿Hambre? Suele decirse que el incremento del uso de biocombustibles en los países industrializados podría reducir las exportaciones de alimentos y provocar hambre en los países subdesarrollados. Este argumento no tiene en cuenta el análisis de la oferta y la demanda de alimentos resumido más arriba, ni el potencial de las tierras de reserva y las tierras marginales. Olvida las grandes cantidades de biomasa que actualmente se desperdician en los países desarrollados (desde residuos agrícolas y forestales hasta subproductos de la industria de procesado de alimentos, o las enormes cantidades de aceite de cocina usado que se vierten por los desagües), y se basa en una visión equivocada de la importancia de los países desarrollados en la alimentación del mundo. No hay escasez de alimentos En el mundo ya hay comida más que suficiente para alimentar a toda la población. Aproximadamente mil millones de personal no tienen suficiente comida para cubrir sus necesidades básicas diarias, pero NO ES porque no haya suficiente comida. Ahora hay más comida per cápita de la que hubo nunca, suficiente para ponernos gordos a todos. Hay suficiente para suministrar al menos 4,3 libras de alimentos por persona y día: 2,5 libras de grano, alubias y frutos secos, alrededor de una libra de frutas y verduras, y casi otra libra de carne, leche y huevos. La gente pasa hambre porque es víctima de un sistema económico injusto, no de la escasez ni de la superpoblación. Es falso que la mayoría de los alimentos se produzca en los países desarrollados. EE.UU., por ejemplo, es el mayor IMPORTADOR de alimentos del mundo. «EE.UU. exporta maíz y otros granos de consumo humano para evitar la malnutrición y el hambre»; es mentira. La mayor parte de las exportaciones de grano de EE.UU. son para alimentar al ganado, no a los humanos. Mucho de ese maíz se emplea como materia prima industrial. También puede perjudicar a la producción local de alimentos, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de algunos lugares. Combustible y alimento De todas formas, con la mayoría de los biocombustibles puede extraerse la energía y aún queda el alimento, que suele utilizarse como pienso para el ganado. En el caso del etanol el valor alimenticio mejora: la pasta que queda tras la destilación es más nutritiva que el grano original sin procesar, gracias a la levadura. Con el biodiesel, tras la extracción del aceite queda una torta con muchas proteínas. Suele ser muy nutritiva (depende de la semilla de origen), y es buena para alimentar al ganado. En los países pobres la producción local de biocombustibles a partir de los cultivos de la zona, donde sea apropiada, puede acabar con la dependencia y el gasto en combustibles importados, mejorar la autosuficiencia de la comunidad, y crear puestos de trabajo. También puede terminar con la dependencia de la leña, que suele ser escasa y causa graves problemas de salud por el humo dentro de las casas. Y, como se dijo más arriba, los cultivos para biocombustibles pueden aumentar la producción de alimentos, en vez de reducirla. ¿De dónde viene los biocombustibles? Pues de regiones como América Latina, Asia y África. En todos esos países, se van a utilizar tierras con vocación agrícola o ecosistemas naturales para la producción de cultivos dedicados a la producción de combustibles, acentuando los problemas generados en todo el mundo por los monocultivos de soya, palma aceitera y caña. Y los problemas ecológicos y sociales de fondo quedarán sin resolver. En algunos países se nota la inmensa subida de precios en los alimentos, ya que hay menos trigo y grano (que se usan para los biocombustibles) Precios como el del pan y cereales han subido, pero no solo eso, si no también la carne y la leche y derivados de animales, ya que se necesita pienso para alimentar a los animales. Indonesia: centro de alimentación de todos los coches del mundo El país cuenta hoy en día con unos 6 millones de hectáreas de tierras dedicadas a la palma aceitera, y ha deforestado el triple de esa superficie, unos 18 millones de hectáreas de bosques, en nombre de la expansión de dicho cultivo. Los planes regionales ya existentes prevén destinar otros 20 millones de hectáreas a las plantaciones de palma aceitera y hay proyectos en discusión para establecer la mayor plantación de palma aceitera del mundo, de 1,8 millones de hectáreas, en el corazón de Borneo. Brasil, al ser una de las primeras potencias mundiales en biocombustibles, los precios de las tortas ( uno de los alimentos mas consumidos allí) han subido, esto ha producido que los ciudadanos se manifiesten, pero sin éxito