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VELANDIA, CÉSAR Proporcion Armónica - San Agustin

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BOLETÍN DEL MUSEO CHILENO DE ARTE PRECOLOMBINO
Vol. 20, N° 2, 2015, pp. 9-22, Santiago de Chile
ISSN 0716-1530
LA PROPORCIÓN ARMÓNICA EN LA ESTATUARIA DE LA
CULTURA ARQUEOLÓGICA DE SAN AGUSTÍN, COLOMBIA
(SOLUCIÓN FINAL PARA UN VIEJO PROBLEMA)
DIVINE PROPORTION IN THE STATUARY OF COLOMBIA’S SAN AGUSTÍN
ARCHAEOLOGICAL CULTURE (RESOLVING A LONGSTANDING ISSUE)
CÉSAR AUGUSTO VELANDIA JAGUA*
Uno de los problemas difíciles de resolver acerca de la cultura
arqueológica de San Agustín era el de cómo fueron diseñadas
y construidas las esculturas funerarias que la caracterizan. El
autor, luego de un largo proceso de investigación, propone
una “solución final” a la vieja hipótesis de que dichas esculturas
fueron concebidas dentro de un canon estético específico: la
proporción armónica. Con la aplicación de un instrumento
especial, el “compás de oro”, demuestra cómo fue diseñada
la estructura compositiva de la estatuaria con arreglo a la
denominada “ley de oro” o “divina proporción”.
Palabras clave: San Agustín, escultura funeraria, estética
prehispánica, proporción armónica
One of the intractable problems of the San Agustín archaeological
culture is how funerary sculptures were designed and constructed.
As a result of an extensive investigation, the author proposes a
“final resolution” to the longstanding theory that these sculptures
were conceived within a specific aesthetic canon–the harmonic
proportion. By applying a special instrument, the “golden
compass,” the author demonstrates how the statues’ structural
composition was designed in accordance with the so-called
“golden rule” or “divine proportion.”
Key words: San Agustín, funerary sculpture, pre-Hispanic
aesthetics, harmonic proportion
ESPACIO Y TIEMPO DE LA CULTURA
DE SAN AGUSTÍN
Los restos de la cultura arqueológica de San Agustín se
encuentran dispersos en un extenso paisaje, cuyo centro
es un gran macizo montañoso de la cordillera de los
Andes, al sur de Colombia. Dicho territorio colinda al
oeste con la selva aledaña al océano Pacífico, al sur con
la cordillera andina y al este con las selvas de la gran
cuenca superior del río Amazonas. La mayor concentración
de materiales arqueológicos se halla en la jurisdicción
de los municipios de San Agustín e Isnos, departamento
del Huila, y de Pisimbalá e Inzá (Tierradentro), en el
departamento del Cauca; que comprenden la región
meridional de la cuenca alta del río Magdalena.
En una época se pensó que la cultura de San Agustín
era un hecho aislado que, paradójicamente, tendría más
relaciones con las altas culturas americanas (Chavín de
Huántar, Recuay, Olmeca, etc.) que con las culturas
prehispánicas más próximas en Colombia. Esto se debía
al relativo desarrollo de los estudios arqueológicos y,
por tanto, al desconocimiento que teníamos de estas
culturas. Hoy pensamos diferente: la llamada cultura de
Tierradentro, por ejemplo, es un desarrollo regional de
San Agustín y culturas que se consideraban lejanas, como
el complejo Calima (Ilama, Yotoco y Sonso), situadas
en el valle del río Cauca, están más próximas de lo que
* César Velandia, director Grupo arqueo.región (Grupo de Investigación en Arqueología, Patrimonio y Ambiente Regionales), Facultad de Ciencias
Humanas y Artes, Universidad del Tolima, Ibagué, Colombia, email: [email protected]
Recibido: enero de 2011. Aceptado: marzo de 2015.
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Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 20, Nº 2, 2015
antes estimábamos; estas relaciones las encontramos en
la cerámica y la iconografía de la orfebrería en oro y
cobre, así como en las prácticas funerarias y los enterramientos en sarcófagos de madera.
La cultura de San Agustín ha sido caracterizada
por sus grandes construcciones funerarias megalíticas
y sobre todo por la estatuaria, a la que se ha dedicado
relativamente la mayor atención por parte de los investigadores. Pero en los últimos años, y mediante el
planteamiento de nuevos enfoques en los problemas
de la arqueología regional, los trabajos han apuntado
con mayor énfasis en la reconstrucción de las pautas
o patrones de asentamiento mediante exploraciones
sistemáticas extensivas y dataciones absolutas. El resultado inmediato ha sido la ampliación de las áreas
de trabajo y el establecimiento de correlaciones más
objetivas con las culturas americanas. Además se ha
desarrollado un interés en las estructuras económicas
y organizativas de las sociedades prehispánicas, en
particular hacia los cacicazgos o señoríos, que se presumen como la estructura fundamental de la sociedad de
San Agustín.
A pesar del énfasis puesto antaño en la estatuaria,
esta no ha sido correlacionada temporalmente en términos de datación absoluta, pues la mayor parte de
las construcciones monumentales fueron objeto del
saqueo y la depredación, aun desde tiempos anteriores
a la conquista europea. Sin embargo, las excavaciones
de las últimas décadas, controladas científicamente, y
el consiguiente fechado del material funerario en que
se ha encontrado la estatuaria, permiten consolidar
algunos lapsos del proceso que, desde una perspectiva relativa, había sido clasificado en tres grandes
períodos en el contexto del desarrollo regional del
suroccidente de Colombia: Formativo (1000-300/200
AC); Clásico Regional (300/200 AC y 900/1300 DC) y
Período Tardío o Reciente (500-1500 DC) (Rodríguez
2005) (fig. 1).
ANTECEDENTES DEL PROBLEMA
Desde el comienzo de la investigación relativa a la
iconografía en la estatuaria y la parafernalia funébricas
de San Agustín, asumí, como referente obligado de las
múltiples preguntas que se iban abriendo paso, el reto
de resolver la descripción formal de las esculturas y
de explicar de qué manera fueron diseñadas, lo que
equivale a prefigurar de qué manera fueron pensadas
o imaginadas. El antecedente mejor ilustrado para esa
época, inicios de la década de 1980, lo tenía en la
obra del maestro Luis Ángel Rengifo, quien desde la
perspectiva de su oficio como pintor y grabador, amén
de su calidad académica como profesor e investigador
en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional
de Colombia, planteó una tesis según la cual la estatuaria de San Agustín habría sido concebida y realizada a
partir de un canon geométrico particular, denominado
como la “proporción armónica”, “divina proporción” o
“número de oro” (Rengifo 1962, 1966).1
Si bien en aquellos trabajos de los ochenta el interés
central se enfocaba en el cómo de las estructuras, ahora
las preguntas van un tanto más allá, hacia la explicación
de cómo fueron diseñadas y construidas; en el primer
caso, se trataba de explorar la estructura de lo representado, ahora se trata de explicar un modelo de la
estructura de las representaciones. Para este propósito es
indispensable retomar los tramos avanzados por Rengifo,
de cuyo trabajo se desprenden tres criterios importantes:
a) la estatuaria obedece a una composición geométrica
específica; b) el concepto básico de la composición es
planigráfico, y c) los elementos compositivos esenciales
son el rectángulo y el cuadrado.
A partir de estas características ortogonales de la
estatuaria y de las ideas del maestro Rengifo, propuse
(Velandia 1994: 43, 1999: 194, 2006: 238) algunas opciones
explicativas acerca de la composición de los elementos
icónicos en la estatuaria, pero hasta ahí llegó mi exploración; pues el trabajo estaba centrado en la iconografía
propiamente dicha. Ahora intentaré correr un poco la
explicación hacia adelante. Para este momento, puedo
contar con otras referencias investigativas respecto de
la iconografía en escultura prehispánica2 y en particular con un modelo analítico acerca de la geometría de
Mesoamérica, de Margarita Martínez del Sobral (2000),
en el que se expone la mejor argumentación y demostración de que las expresiones estéticas en las sociedades
prehispánicas –por lo menos para Mesoamérica– se
rigieron por un canon geométrico específico que se hallaba fundamentado en la comprensión de un concepto
geométrico complejo, que en Occidente fue denominado
como la “proporción armónica”.
El arte mesoamericano no fue resultado del azar
o del gusto del artista, sino que obedeció a principios
geométricos aplicados consistentemente. Las líneas, los
círculos, los cuadrados y los rectángulos se combinaron
armónicamente y conformaron las bases en las que se
desarrollaron el arte y la arquitectura precolombinos
(Martínez del Sobral 2000: 11).
Sin embargo, al consultar la información en el registro arqueológico de otros lugares de América, parece
posible que dicho rigor y tales ordenamientos del arte
mesoamericano también fueran desarrollados por otras
sociedades prehispánicas.
Proporción armónica en estatuaria San Agustín / C. Velandia
Figura 1. Ubicación geográfica del registro arqueológico de San Agustín.
Figure 1. Geographic location of the San Agustín archaeological record.
11
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Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 20, Nº 2, 2015
DE LA PROPORCIÓN ARMÓNICA
A diferencia de la situación en Mesoamérica, donde la
información del registro arqueológico tiene el correlato
de la invaluable (aunque escasa) información de los
códices, el caso que nos ocupa con la estatuaria de San
Agustín tiene el inconveniente de que la información
contextual no existe, ya que la mayor parte de los sitios
funerarios en que se halló fueron saqueados, tal vez
desde tiempos anteriores a la conquista, como ya se
dijo. Otra circunstancia estriba en que en San Agustín
no existe propiamente arquitectura edilicia, aparte de
las construcciones funerarias de carácter megalítico. No
obstante, de la información inherente al arte escultórico
es posible derivar la suficiente información para intentar,
por lo menos, una descripción formal.
El particular interés por la iconografía tiene implícita
la pregunta por su construcción y, aunque era posible
aislar los elementos icónicos, siempre estuvo en el aire
la dificultad para contextualizar geométricamente las
formas escultóricas. Para el análisis de la estructura
de su composición trataré, en lo posible, partir de la
información empírica disponible, esto es, desde las
formas en la estatuaria, con el fin de controlar el modelo
analítico. Por tanto, en lugar de enunciar la teoría de
un posible esquema para aplicarlo luego como horma
o patrón a la estatuaria –que tendría el riesgo de hacer
ver lo que necesariamente no está ahí–, iniciaré la descripción desde las formas geométricas deducibles en
la estatuaria y, al mismo tiempo, iré explicando de qué
manera se construye una cierta proporcionalidad en la
construcción y la articulación de las partes respecto del
todo de las estructuras.
El maestro Rengifo emprendió una explicación
desde el enunciado del concepto de la “proporción
armónica” y mediante la aplicación del “rectángulo
dorado” intentó descifrar, en varios casos escogidos
al efecto, la estructura geométrica implícita en cada
escultura. Héctor Llanos (1995: 76), siguiendo algunos
conceptos de Rengifo, en particular que la estatuaria
es planigráfica, argumentó que:
Las diferentes partes de la escultura fueron medidas con un
patrón preciso, que pudo ser un cordel o una vara similar a
nuestro metro, aunque de magnitud diferente. Aunque este
patrón de medida parece haber tenido una representación
geométrica (bidimensional), el cuadrado y el paralelogramo.
El cruce de las dos diagonales de estas figuras se ubica en el
centro, que en el plano del rostro se ubica en la mitad de la nariz,
en el plano del tronco y las piernas en la mitad de ellos. El eje
central de una escultura pasa por estos tres puntos centrales.
Esta deducción es casi tautológica, ya que el trazado de las diagonales solo corrobora que el plano
es un paralelogramo, pero no define la estructura de
la escultura. De otra parte, si un rostro se inscribe en
un cuadrado, el cruce de las diagonales estará en el
centro de la nariz simplemente porque la nariz está en
la mitad del rostro, pero no tiene nada que ver con la
estructura del cuadrado. De alguna manera, esta fue
también la dificultad del maestro Rengifo cuando intentó
demostrar la estructura del “rectángulo dorado” como la
correspondencia de una plantilla geométrica sobre cada
escultura. Y también fue mi dificultad durante mucho
tiempo, porque estaba persuadido –siguiendo el criterio
del maestro– de poder interpretar la estatuaria con un
modelo geométrico a la mano.
El estudio de la obra de Martínez del Sobral (2000)
fue esclarecedor en muchos aspectos, no solo por su
rigor conceptual, sino por su interés metodológico en
el análisis iconográfico. A este respecto plantea, como
un recurso indispensable, la existencia de un “compás
áureo” o “compás de oro”, al que considera “[…] de suma
utilidad en el análisis geométrico, ya que permite saber si
las figuras analizadas contienen o no dicha proporción,
de inmediato y con una sola medición” (Martínez del
Sobral 2000: 22); del que realizó una reconstrucción
a partir de un diseño del arquitecto Carlos Chanfón,
porque “nunca he encontrado compás como este en el
mercado, ni en América ni en Europa. Es un instrumento
que seguramente fue utilizado en la Edad Media, ya que
la Divina Proporción fue profusamente usada en esa
época, sobre todo en la arquitectura gótica” (Martínez
del Sobral 2000: 22).
Persuadido de las bondades de la internet y luego
de una prolija búsqueda, encontré no solo información
más amplia al respecto, sino también que en el pueblito de Auvillar, cerca de Lyon, Francia, había un taller
especializado en la fabricación de armas medievales e
instrumentos antiguos y un catálogo en que se ofrecía
a la venta un compas d’or. Luego de los contactos adecuados y de hacer una detenida explicación de para qué
lo requería, M. Robert Losson, el artesano fabricante, me
envió en calidad de donación un ejemplar del “compás
de oro”… en acero inoxidable (fig. 2).3
Siguiendo las instrucciones de Martínez del Sobral
(2000), encontré rápidamente una solución para establecer un procedimiento analítico de la estatuaria, de la
que se presumía que estaba construida según el canon
de la “divina proporción”. Pero antes de proceder al
análisis de la “divina geometría” en la estatuaria de San
Agustín, debo hacer una sucinta explicación acerca de
la “proporción armónica”.
Este concepto tiene una vieja historia, pues fue descrito
por Pitágoras y Euclides y aplicado en el diseño de las
antiguas arquitecturas egipcia, griega, china, etc., y en
Proporción armónica en estatuaria San Agustín / C. Velandia
13
La “proporción armónica” es el resultado de establecer una relación entre dos formas geométricas
elementales, como la generada por la partición de
un segmento de línea en dos partes desiguales, o
entre dos formas distintas como el cuadrado y el
rectángulo, relación en la cual “la parte menor es a
la mayor, como esta a la suma de las dos”, lo que se
expresa de esta manera:
a : b :: b : c, donde c = (a + b)
a : b :: b : (a + b)
Figura 2. El “compás de oro”.
Figure 2. The “golden compass.”
las representaciones plásticas de casi todas las culturas
del mediterráneo europeo. Su enunciado formal se debe
a fray Luca Pacioli di Borgo quien publicó en Venecia,
en 1509, el tratado De divina proportione (Ghyka 1953:
9) con ilustraciones de Leonardo da Vinci (Pacioli di
Borgo 1991).
La “proporción armónica” tuvo decisiva influencia en
todos los pintores, escultores, astrónomos y arquitectos
del Renacimiento y se encuentra, por medio de ellos
y como parte de la herencia helenística, en la base de
nuestro canon estético. El hecho de su presencia casi
universal se debe no tanto a que el mundo hubiera sido
civilizado por la antigua Europa, sino a que esta relación
se halla en la naturaleza, en los procesos y los ritmos
de crecimiento de los seres vivos, tanto vegetales como
animales, así como en la composición de los cristales.
Debido a que la naturaleza es la misma en todas partes,
los estudiosos de diversas sociedades –tanto del Viejo
Mundo como de América– dedujeron de su observación
un concepto geométrico y, por tanto, estético, que se
convirtió en canon o norma para la construcción de las
expresiones plásticas y la arquitectura en diversas culturas
(Ghyka 1953: 119; Sampaolesi 2006: 9; Hemenway 2008:
123; Corbalán 2009: 118; Orozpe 2010: 48).
Este modo de la relación entre tres términos (a : b
: c), donde el tercero es igual a la suma de los dos primeros, es única en la geometría y, tanto por este hecho
como por el equilibrio y la economía conceptual que
plantea, se le denominó desde los tiempos de Pitágoras
como “sublime” y “armónica”; hasta el Renacimiento
cuando fray Luca Pacioli la definió como “divina proporción”. La relación entre los términos se expresa en
un número (1618), que en 1924 fue denominado por
Theodore Cook con la letra ϕ (Fi, por Fidias el escultor y
arquitecto griego) (Sampaolesi 2006: 15). Dicho número
se conoce también como el “número de oro” según
Leonardo da Vinci, o “sección áurea”, según lo definió
el matemático y astrónomo Johann Kepler en 1596, en
su Prodromus dissertationum cosmographicarum. La
relación entre el cuadrado y el rectángulo, que genera
un rectángulo que es la suma de los dos, se denomina
como “rectángulo dorado”.
La “sección áurea” es el resultado de dividir una
longitud en dos partes desiguales, de tal manera que
entre la parte menor y la mayor exista la misma razón
que entre la parte mayor y el todo. Para encontrar la
relación se traza una línea, XY, en cuyo extremo se levanta la perpendicular YZ. Luego se divide XY en dos
partes iguales, y con esta medida se hace centro en Y,
para obtener el punto Z. Ahora se unen los puntos XZ.
Utilizando el compás, con centro en Z y con la medida
ZY se traza un arco que corte la hipotenusa en el punto
E. Haciendo centro en X, y con la medida XE, se traza
un arco que corte la línea XY en el punto N. De este
modo, la línea XY ( c ) queda dividida en dos segmentos
desiguales XN ( a ) y NY ( b ) (fig. 3).
A partir de un cuadrado y con centro en m (punto
medio del lado AB) se traza un arco que corte la prolongación de la base del cuadrado AB en el punto C, en
el cual se levanta una perpendicular hasta la altura del
cuadrado. Se observa que el movimiento de la diagonal
ha generado un rectángulo (de base BC) que, sumado al
cuadrado (de base AB), produce a su vez un rectángulo
mayor (de base a) que tiene la misma proporción del
rectángulo menor (fig. 4).
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Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 20, Nº 2, 2015
Z
a
b
E
m
X
N
a
b
Y
c
a
b
=ϕ
ϕ = 1618
Figura 3. Definición de la “sección áurea”.
Figure 3. Definition of the “golden section.”
a
b
=ϕ
ϕ = 1618
b
m
A
B
C
Figura 5. El “compás de oro” y la “proporción armónica”.
Figure 5. The “golden compass” and the “harmonic proportion.”
a
a
b
= ϕ;
ϕ = 1618
Figura 4. Construcción del “rectángulo dorado”.
Figure 4. Construction of the “golden rectangle.”
La proporcionalidad del “compás de oro” está determinada no solo por su estructura peculiar, sino por la
relación de sus dimensiones. En el caso de este ejemplar,
que está compuesto por dos piezas largas y dos cortas,
las patas largas están divididas en dos segmentos de 8
y 13 centímetros, y las cortas, en dos segmentos de 5 y
8 centímetros. Abierto, en su máxima extensión, abarca
tres valores de 13, 21 y 34 centímetros (fig. 5).
La relación entre estas dimensiones establece una
serie numérica:
5 8 13 21 34
Dicha serie se conoce como “sucesión de Fibonacci”
y fue enunciada por Leonardo de Pisa en 1202. En
dicha serie, cada número es igual a la suma de los dos
anteriores:
1 2 3 5 8 13 21 34 55 89 144 233, etcétera.
Pero al dividir cada número por el anterior, a partir
del quebrado 34/21, se obtiene como resultado un
número constante, 1618, el “número de oro”.
La particularidad de esta relación, entre el cuadrado y
el rectángulo, en la cual una forma (el cuadrado) determina la formación de una forma distinta (el rectángulo),
la que sumada a la primera constituye una estructura que
tiene la misma proporción que el segmento adicionado
se puede observar mejor en un gráfico (fig. 6).
LA PROPORCIÓN ARMÓNICA EN
SAN AGUSTÍN
Ahora procederé a la inspección mediante el “compás
áureo” de algunos ejemplares de la estatuaria de San
Agustín. Pero antes de intentar alguna explicación, debo
mostrar cómo opera el “compás de oro”. Para esto, he
seleccionado una pieza ubicada en la Mesita C del Parque
Arqueológico de San Agustín, distinguida con el código
Proporción armónica en estatuaria San Agustín / C. Velandia
Figura 6. Subdivisión sucesiva de cuadrados y rectángulos en
“proporción armónica”.
Figure 6. Successive subdivision of squares and rectangles in “harmonic proportion.”
MC-111. Esta escultura tiene la peculiaridad de que no
fue terminada, pues el trabajo se suspendió apenas se
cumplía la etapa de boceto y se había comenzado a
diferenciar algunas zonas y planos para construir la representación de un personaje enmascarado que sostiene
un instrumento entre las manos (fig. 7).
Como ya he planteado, de las esculturas de San Agustín
se enfatizó su carácter planigráfico y que, aparentemente,
estuvieran proyectadas dentro de una estructura ortogonal.
Dentro de varias piezas consideradas en particular, destaca esta escultura porque muestra algunos detalles de su
proceso de elaboración, como que está dividida en dos
15
grandes planos mediante una línea vertical trazada por
el centro de la estructura (que, luego en el proceso del
trabajo debía desaparecer), lo que establece una relación
de analogía formal entre los elementos inscritos en cada
plano. Esta relación denominada “simetría bilateral” se
debe en lo fundamental al sentido de lo representado:
un cuerpo natural que, de hecho, está estructurado simétricamente (Washburn & Crowe 1988: 14; Weil 1990:
20; Kubovy & Strother 2004: 23).
Considerando que la presencia del esbozo de línea
vertical (AD) era la demostración de la presunción de
que la proyección del diseño era ortogonal, abrí el
“compás de oro” a lo largo de la misma tratando de
hacer coincidir puntos específicos con las cuatro puntas
del mismo (fig. 8).
Sobre el dibujo que había elaborado a escala, coincidían tres puntos sobre el área visible de la pieza: A, B
y C; el punto D queda por debajo de la superficie del
prado en que se encuentra erigida.4 Una vez identificadas estas magnitudes, procedimos a deducir los planos
determinados por estos referentes de proporción; así,
levantamos un cuadrado a partir del segmento mayor
del compás, AB, y desde el punto medio del lado del
cuadrado, trazamos un arco hasta cortar la prolongación
de la base del cuadrado, para generar el lado menor del
rectángulo complementario. De esta forma aparece un
rectángulo dorado formado por la suma del cuadrado ( a
) y el rectángulo ( b ). Al aplicar el mismo procedimiento sobre la zona inferior de la pieza, aparece entonces
que el rectángulo ( b ) es también el complementario
del cuadrado ( c ) para formar un rectángulo dorado
inverso (fig. 9).
Este juego de relaciones se establece a cada lado
de la línea divisoria de manera exacta, de tal modo que
en el lado opuesto (derecha del observador) aparece la
misma correlación geométrica. Sobre la zona superior,
que conforma la máscara del personaje, tenemos que
los dos cuadrados simétricos se subdividen en cuatro
cuadrados adyacentes (d, e, f y g) (fig. 10) y, al trazar
sus respectivas diagonales, estas determinan unos puntos
específicos necesarios para la determinación, tanto de
la distribución de los espacios como de los elementos
propiamente figurativos como los ojos, la boca y la
máscara (fig. 10).
La intersección de las diagonales, en h1, h2 y h4,
determina los puntos desde los cuales se trazan los semicírculos que definen la forma externa de la máscara.
El punto h3, desde el centro de la nariz, define tanto la
altura y el punto inferior de la máscara como los referentes externos de los ojos (fig. 11). En el siguiente caso
(fig. 12) tenemos una de las esculturas más conocidas de
San Agustín que, a pesar de su ortogonalidad, siempre
16
Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 20, Nº 2, 2015
Figura 7. Escultura MC-109.
Figure 7. Sculpture MC-109.
Figura 8. Aplicación del “compás áureo”.
Figure 8. Application of the “golden compass.”
Figura 9. Escultura MC-109.
Figure 9. Sculpture MC-109.
Proporción armónica en estatuaria San Agustín / C. Velandia
17
Figura 10. Escultura MC-109.
Figure 10. Sculpture MC-109.
Figura 12. Escultura QB-157. Construcción de elementos.
Figure 12. Sculpture QB-157, construction of elements.
Figura 11. Escultura MC-109. Construcción de elementos.
Figure 11. Sculpture MC-109, construction of elements.
fue un quebradero de cabeza a la hora de entender su
composición. Al aplicar el “compás de oro” encontré que
está compuesta por la superposición de dos rectángulos
dorados.
De arriba hacia abajo se observa el cuadrado ABCD
que genera el rectángulo CDEF para formar el rectángulo mayor ABEF. Este rectángulo se desdobla hacia el
lado opuesto y genera el rectángulo complementario.
Las diagonales de los cuadrados se intersecan en el
punto h, en el centro de la boca, desde ella se traza
el hemiciclo que forma la parte superior de la cabeza.
Las diagonales y líneas trazadas desde los puntos
medios de los lados de los cuadrados hasta el punto
de intersección ( n ) de la línea media x y, determinan
los puntos ( a b c ) para definir el diseño del tocado y
las orejeras. Las manos con los dedos entrelazados se
lograron mediante el mismo procedimiento de invertir
los rectángulos dorados.
En la escultura QB-156 del sitio Quebradillas (fig. 13)
se aplicó un procedimiento similar al anterior. El rectángulo dorado ABEF (formado por el cuadrado ABCD y el
rectángulo menor CDEF) se desdobla en el rectángulo
abef (formado por el cuadrado abcd y el rectángulo
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Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 20, Nº 2, 2015
Figura 13. Escultura QB-156. Construcción de elementos.
Figure 13. Sculpture QB-156, construction of elements.
menor cdef). Pero a diferencia de otros casos en que
la zona inferior de la pieza está constituida por un rectángulo, en este caso está formado por dos cuadrados
superpuestos que se desdoblan en rectángulos dorados
hacia la zona superior de la figura. Así, el rectángulo
menor CDEF es común al rectángulo dorado CDGH
que, por tanto, se superpone al rectángulo dorado ABEF.
Y de la misma manera ocurre con los dos rectángulos
complementarios de la zona opuesta: abef se superpone
a cdgh. Al trazar las diagonales aF y eB se obtiene el
punto n, desde donde se traza el hemiciclo para definir la estructura del tocado y los diferentes puntos de
referencia para diseñar la cara.
La escultura numerada como AI-272, procedente del
Alto de los Ídolos, en el municipio de Isnos (fig. 14),
se encuentra trabajada en la proyección formal que
algunos expertos llaman como de “bulto redondo”
o volumétrica, con el sentido de que se trata de una
proyección tridimensional. Pero como ya he planteado
en un trabajo anterior:
Figura 14. Escultura AI-272. Construcción de elementos.
Figure 14. Sculpture AI-272, construction of elements.
Con notables excepciones, en la escultura del Clásico y de los
períodos Tardíos o Recientes, la mayor parte de las representaciones trabajadas en material lítico son planigráficas o suponen
un concepto planario de la representación. Desde el “monolito
Bennet” en Tiahuanaco a la estatuaria de Pukará en el Titicaca
y Recuay en el valle de Huaraz y Chavín de Huántar en Perú y,
pasando por San Agustín en el sur de Colombia, hasta los atlantes
de Tula en México, la mayor parte de la estatuaria (“redonda”
o “de bulto”) y de las técnicas escultóricas, ya sea en relieves
y en estelas, es planigráfica. Consisten fundamentalmente en la
proyección de cuatro a seis planos yuxtapuestos para conformar
un aparente volumen. Este “volumen” está determinado por
el volumen físico de la masa de material lítico, pero no es un
“volumen escultórico” (Velandia 2006: 223).
Es decir, la proyección no es tridimensional, sino
de dos dimensiones o planaria. Y este es el caso de la
escultura AI-272 que, además de estar trabajada por
los cuatro planos, se encontraba decorada con pintura
(amarillo, blanco, rojo y negro). El procedimiento para
el análisis de esta pieza consistió en la determinación,
con el “compás de oro”, de cuatro puntos específicos
(ABCD) sobre la línea de simetría XY. En este caso, a
Proporción armónica en estatuaria San Agustín / C. Velandia
diferencia de los anteriores, los rectángulos dorados no
se superponen sino que coinciden exactamente sobre la
línea de simetría y el lado de cada cuadrado es exactamente el complementario del opuesto. El cuadrado a1
genera el rectángulo b1 hacia arriba, para determinar
el punto máximo de altura de la escultura, mientras el
cuadrado c genera el rectángulo b2 hacia abajo, para
marcar el punto máximo opuesto. La intersección de las
diagonales del cuadrado superior, compuesto por a / a1
más b y b1, genera el punto n desde el cual se dibuja el
círculo que conforma la cara de la escultura. Los demás
elementos, posición de las manos, punto extremo de los
ojos, ancho de la boca, etc., se determinan por el juego
de cuadrados y rectángulos armónicos.
La eficacia del análisis de la proporción armónica
en la estatuaria de San Agustín se puso a prueba en
el 2008, cuando en el curso de una exposición de
arqueología organizada por el Museo de América en
Madrid, en homenaje a José Pérez de Barradas, en
que se describía su aporte a la arqueología americana
Figura 15. Escultura PD-461-A.
Figure 15. Sculpture PD-461-A.
19
y en particular sus trabajos en San Agustín, encontré
una pequeña escultura descrita con la etiqueta: “Figura
antropomorfa, Cultura de San Agustín (Colombia),
1000 AC-1500 DC”. Con el apoyo del Dr. Félix Jiménez
Villalba, subdirector del Museo de América, quien
gentilmente me facilitó el acceso directo a la pieza,
pude realizar una detenida observación, fotografías y
dibujos pertinentes (figs. 15 y 16).
Desde la primera observación en la vitrina de la
exposición consideré que la escultura era falsa, pues
aparte de algunos elementos desconocidos en la estatuaria agustiniana, como los pequeños discos en la frente
sobre el borde del casco y el remate sobre la cabeza,
lo que me parecía discordante era la presencia del pez
sostenido con ambas manos sobre el vientre, pues en
San Agustín, hasta ahora, era una rareza la repetición
de un tema como en el caso de las representaciones
de un águila sosteniendo una serpiente entre el pico y
las patas (esculturas MB-022 de la Mesita B y escultura
CP-163 del Cerro de la Pelota), y esta pieza del Museo
20
Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 20, Nº 2, 2015
Figura 16. Escultura PD-461-A.
Figure 16. Sculpture PD-461-A.
de América repetía, de manera casi idéntica, una pieza
de la Mesita B, la número MB-041.
La observación del estado de la pátina, el tratamiento
técnico aplicado mediante cincelado y abrasión, y algunos
elementos iconográficos, como el diseño de la espalda
con la distinción natural de las nalgas y el diseño de las
orejas y la boca, así como la proporción entre la cabeza,
el cuerpo y las manos, me fueron llevando a cambiar
de criterio. El concepto que ya he planteado acerca de
la estructura de la estatuaria y la proporción armónica
implica una situación: que los artesanos copistas, o
“falsificadores” según el caso, remedan la forma pero
no la estructura; es decir, pueden copiar el “parecido”
formal pero no pueden reconstruir la estructura, porque
no la pueden comprender, ya que hace parte de una
noción estética diferente a su patrón cultural estético.
Para resolver las objeciones y las dudas acerca de su
originalidad, solo quedaba verificar si estaba diseñada
de acuerdo con el concepto de la proporción armónica,
mediante la aplicación del compás d’or (fig. 17).
El compás áureo permitió definir sobre la línea de
simetría tres puntos, de arriba hacia abajo, x, y, z, estos
marcan la relación entre el lado (ab) de un rectángulo
(xayb) y el lado (bc) de un cuadrado (ybxc) que, articulados, conforman un rectángulo cuyos componentes
(rectángulo y cuadrado) se encuentran en una relación
armónica. Esta misma relación se repite dos veces a
lo largo de la línea de simetría, hasta la base de la
escultura. El punto (n), ubicado en el punto medio de
la base del cuadrado (ybxc), es el centro desde el cual
se traza un círculo que define el segmento de círculo
para delimitar la cabeza y formar el contorno del casco,
en tanto que describe la forma y los límites de la cara.
Todos los demás puntos para definir las manos y el pez
están rigurosamente articulados dentro de este juego de
relaciones espaciales. La conclusión es que la escultura
Proporción armónica en estatuaria San Agustín / C. Velandia
Figura 17. Escultura PD-461-A.
Figure 17. Sculpture PD-461-A.
no pudo ser hecha por persona distinta a un portador
de una noción estética específica, la de la cultura de
San Agustín. La pieza, por tanto, es original.
CONSIDERACIONES FINALES
He mostrado en un grupo de piezas, elegidas por ser
significativas de la estatuaria de San Agustín, el proceso
21
de diseño de las representaciones plásticas, el que se
ciñe a un canon específico, cuyo fundamento es la
proporción armónica. En algunos casos la norma no
funciona de manera tan estricta como en los casos
seleccionados para esta explicación, pero aunque el
canon fuera aplicado de manera heterodoxa –como en
ciertas esculturas atribuidas al Período Formativo–, de
todas formas se conserva el concepto de la proporción
armónica.
Como toda propuesta de solución a un problema,
otras preguntas se vuelven más estrictas y por tanto se
generan nuevos problemas. Entre las más afinadas, tenemos la de cómo procederían los artesanos lapidarios al
diseño de cada pieza, pues aparte de algunos supuestos
“borradores” ejecutados en pequeñas láminas de piedra,
no existe en el registro de San Agustín ningún boceto
previo del cual se pudiera deducir o, en el caso que me
ocupa, demostrar el modo de aplicación de un proceso
fundamentado en diseños armónicos. Se conocen 17
piezas que no fueron terminadas, ya que el trabajo se
suspendió en distintos momentos de su realización;
pese a que en ellas se reconoce la proporción armónica, tampoco permiten inferir el planteamiento inicial
para el diseño, es decir, un boceto o una proyección
del trabajo a ejecutar.
Otras preguntas salen de las mismas dificultades
para el análisis geométrico, pues los artesanos de San
Agustín, aunque seguían ordenamientos específicos y
directrices precisas en cuanto al diseño formal, podrían
producir variaciones atribuibles a la relativa habilidad
en el manejo de los instrumentos –que, además, aún no
conocemos– y a la diversidad de los materiales con que
podían contar. Todo esto determina que las mediciones
no son tan precisas y que en algunos casos –como en
la escultura AI-272, analizada– el cuerpo se desplaza
hacia un costado. De otra parte, las rocas andesíticas y
tobas volcánicas, que fueron la base para la elaboración
escultórica, no son uniformemente compactas y esto
determina dificultades prácticas a la hora de desbastar,
perforar, cortar o cincelar sobre un patrón de diseño
específico.
La aplicación del concepto geométrico de la proporción
armónica en América es más extensa de lo que parece a
primera vista, pues aunque son escasos los trabajos de
investigación –y numerosas las especulaciones esotéricas–, los casos conocidos, tanto en Mesoamérica como
en el área sudamericana, son suficientes para presumir
que corresponden a unos saberes más extensamente
compartidos por distintos pueblos prehispánicos. La
denominada “greca” escalonada, por ejemplo, en sus
múltiples variaciones, que se encuentra en muchas culturas de Sudamérica y del área mesoamericana, constituye
22
Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 20, Nº 2, 2015
un referente importante al momento de considerar la
dispersión relativa de este rasgo cultural y de los modos
de aplicación de un concepto estético como la proporción armónica. Igual cosa ocurre con los diseños de
la orfebrería en oro, tumbaga y cobre, de las culturas
prehispánicas del Área Intermedia (Colombia, Ecuador,
Venezuela y Costa Rica) y desde allí hasta Mesoamérica.
De todas maneras, solo la futura investigación arqueológica nos permitirá dilucidar y ampliar el alcance
de estos debates y propuestas de interpretación y, en
este sentido, el presente trabajo pretende contribuir a la
reformulación de las preguntas de investigación. Aunque
no siempre se encuentra lo que se anda buscando, el
trabajo produce cosas más concretas cuando sabemos
lo que buscamos.
RECONOCIMIENTOS La terminación de este trabajo tuvo la subvención
de una estancia en el Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit) del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Santiago
de Compostela, bajo la dirección de Felipe Criado Boado y con el
apoyo de Juan Manuel Vicent García y Manuel Santos Estévez en
el Departamento de Prehistoria del Centro de Ciencias Humanas y
Sociales del CSIC, en Madrid; a quienes expreso mi reconocimiento
y gratitud. De igual manera, agradezco la generosidad de M. Robert
Losson, en Auvillar, Francia, al facilitarme la herramienta decisiva
para resolver el problema que justifica este trabajo.
NOTAS
1 A partir de la teoría sobre la proporción armónica en las artes
y la naturaleza, de Matila Ghyka (1953) y de su propia experiencia
en los museos y con las colecciones arqueológicas de México,
Rengifo propuso un procedimiento analítico de la estatuaria,
mediante el cual demostró que la descripción estética de los
artefactos arqueológicos, en especial cuando estos rebasaban su
función puramente utilitaria, era una alternativa explicativa para
la arqueología; tesis que, a decir verdad, fue recibida con cierta
indulgencia por los arqueólogos. En las tres décadas siguientes
esta propuesta analítica (el estudio estético de las estructuras en
el registro arqueológico) se convirtió en una veta de trabajo que
abarca desde el estudio de las artes plásticas, la cerámica y los
textiles hasta el arte rupestre. Los trabajos acerca de la lógica de
las representaciones simétricas (Washburn & Crowe 1988; Kubovy
& Strother 2004), el arte mural (Westheim 1957), la estatuaria
(Williams 1992; Martínez del Sobral 2000), la arquitectura (Kubler
1986), etc., produjeron un ingente aporte a la mejor comprensión
de la arqueología americana.
2 De la Fuente (1992), Williams (1992), Jiménez (1998), Albarrán
(2001). En rigor, son muy pocos los estudios iconográficos desde
este punto de vista teórico.
3 Alta France Productions, Robert Losson, 82340, Auvillar,
Francia, <www.robertlosson.com/fr/alta5.htm> [Citado: 16-04-2015].
4 Algunas esculturas tienen, bajo la línea inferior de la superficie esculpida, una especie de peana o pedestal que oscila entre
10 y 25 centímetros de altura, de manera que, en estos casos,
dicho espacio hace parte de la distribución espacial en el diseño
ortogonal. Pero en la mayor parte de las esculturas –incluidas las
especificadas–, en la zona inferior –que por razones museográficas no se muestra–, ostentan una especie de peonza o extremo
triangular que en algunos casos llega a ser la tercera parte del total
de la estatua, y que sirve para desplazar hacia abajo el centro de
gravedad de la pieza, de tal manera que esta se mantiene erecta,
en la forma como aparecen en los recintos funerarios o dólmenes,
que constituyen el núcleo del montículo megalítico. Estas prolongaciones del material de base de la escultura no hacen parte de la
composición escultórica y, por tanto, quedan por fuera del diseño
de la proporcionalidad armónica.
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