See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/305724631 Trabajar en y con grupos. Book · January 1997 CITATION READS 1 424 1 author: Manuel Calviño University of Havana 27 PUBLICATIONS 28 CITATIONS SEE PROFILE Some of the authors of this publication are also working on these related projects: Psicología Latinoamericana: epistemología, compromiso e identidad View project All content following this page was uploaded by Manuel Calviño on 30 July 2016. The user has requested enhancement of the downloaded file. TRABAJAR GRUPOS. Experiencias y reflexiones básicas. Manuel Calviño. 1997. TRABAJAR EN y CON GRUPOS. Experiencias y reflexiones básicas. Manuel Calviño 1997 Indice Una introducción necesaria…………………………………...…1 Nociones básicas para la comprensión del proceso grupal……4 ¿Qué es un grupo? 4 Distintos tipos de grupos. 9 Conformación de un grupo. 10 Tipos de organización funcional 13 Roles grupales. 18 Proceso grupal. 24 Expresiones y sucesos de la dinámica grupal. Oportunidades y riesgos. 37 28 Modelos de organización y coordinación de grupos …………43 Dinámica de grupos. 45 Grupos de encuentro. 55 Grupos operativos. 60 Psicodrama y dramatización en las prácticas grupales. 67 Esquema referencial de alternativa múltiple. 81 El cuerpo y el grupo. 92 Pensar en grupo. A manera de epílogo……………………… 98 Bibliografía……………………………………………………101 Una introducción necesaria. Es difícil comenzar un escrito que pretende abordar un tema tan vasto cuanto complicado, como el de las prácticas grupales, sin algunas aclaraciones, precisiones y restricciones necesarias. En primer lugar, a quiénes van destinados estos apuntes. Espero que esta primera hoja sea leída, porque me parece una cuestión fundamental. Por esta vez no estoy escribiendo para mis estudiantes (en el sentido estrecho de la palabra, los que llenan con unta vitalidad y juventud las aulas de la Facultad de Psicología), ni tampoco para mis colegas de trabajo, los psicólogos. Estos apuntes son para aquellas personas de otras especialidades que quieren hacer del grupo, de los grupos, un instrumento eficaz de trabajo; para quienes se cansaron o les parece insuficiente la forma absoluta y unilateral en que se prioriza y se trabaja dentro del estilo de «trabajo en estrado», ya sea en un congreso, un aula, un centro de trabajo, cualquier parte. Hace poco recibí una amable invitación de los compañeros de la Sociedad Cubana de Menopausia y Climaterio para participar en un Taller Internacional que organizaban aquí en la Habana. Cuando llegué le comenté a algunas personas la idea que tenía: «Yo prácticamente no voy a hablar, dejemos que la gente trabaje». El tema de la exposición era algo así como Menopausia, Sociedad y Cultura. la licenciada Leticia Artücs había llevado un excelente material, en video, realizado creo que por una entidad de la United Nations International Chüdrcn's Emergency Fund (UNICEF). Todos veríamos el documental, luego nos dividiríamos en pequeños grupos, para pensar en grupo sobre lo que nos había pasado al ver el documental. Cada grupo escogería a un relator que al final contaría a todos lo que había ocurrido en su grupo. Varios de los organizadores del Taller me dijeron «Aquí la mayoría de las personas son médicos, eso no va a funcionar». La inmensa mayoría era verdaderamente de médicos. Pero también la inmensa mayoría, al concluir nuestra sesión de trabajo, dijo que había sido una de las mejores actividades de toda la semana. Para mí lo más significativo fue que al salir del salón de trabajo, un médico – emergente de la situación grupal creada- se acercó y me dijo: «¿Es imprescindible ser psicólogo para hacer lo que usted ha hecho?, ¿No podría yo prepararme para hacerlo?» La respuesta son estos apuntes, el interno de poner en manos de los interesados en trabajar en y con grupos algunos elementos tomados de la psicología, que pueden ayudarlos a dar sustento a ese interés y por tanto animarlos a realizarlo. Ahora bien, el dominio de un cierto instrumental por parte de cualquier especialista supone: l.. La existencia de la capacidad científica-intelectual, profesional, que permite la utilización de dicho instrumental dentro de los límites estrictamente profesionales y científicos. Esto supone la competencia en su formación, experiencia de trabajo y nivel de actualización. No se trata de reunirse para hacer las cosas, sino de trabajar en grupo, y esto es algo que supone más que buena voluntad y deseo de hacerlo. 2. Un modo específico en que se encuadran y se realizan las relaciones entre el profesional y aquellas personas (o grupos de personas) con las que realiza su trabajo (estudiantes, pacientes, clientes, y otros), así como con las personas con quienes comparte un saber y una práctica profesional (sus colegas). Trabajar en grupo no es sólo una técnica, es un modo 1 de pensar, es, por qué no, una filosofía y una epistemología; es un convencimiento de que solos se puede, pero juntos es mucho mejor. 3. Una ética profesional que distancia todo lo que puede ser contrario al respeto de los derechos esenciales de todo ser humano, que dictamina un sentido existencial humanista a la praxis grupal. Toda la práctica de los profesionales que trabajamos directamente con seres humanos descansa en una relación humana; esto quiere decir, que una relación de trabajo con grupos humanos asume todas las contingencias que se desprenden de la «ética de las relaciones interpersonales». Pero se suman a éstas, otras contingencias que se desprenden directamente de que el coordinador de grupo es un profesional que debe observar ciertas normativas técnico-comportamentales y ético-profesionales. En segundo lugar se impondría hablar sobre la importancia del trabajo en grupo. Por suerte, esto es algo que ya en estos tiempos no necesita mucha insistencia. El señor John D. Rockefeller decía: «Pago más por la habilidad de trabajar con gente que por cualquier otra habilidad de las que exista bajo el sol». Lo cierto es que la actividad grupal se ha convertido en uno de los sustentos fundamentales de las prácticas profesionales (educativas, comunitarias, preventivas, curativas, de desarrollo cultural y espiritual, entre otras). Esto no es un fenómeno casual. La emergencia de las actuaciones grupales responde, a una necesidad y a un condicionamiento histórico. 1-1 grupo es para lo humano conditio sine qua non. El hombre no sólo vive en grupos, sino que él mismo es un grupo. El destino de los seres humanos está ligado inexorablemente a los grupos. No es en modo alguno casual que en la cultura occidental se escuchen sentencias paradigmáticas, asociadas con la emergencia de lo grupal como valor y praxología de la eficiencia. Recordemos tan sólo la archiconocida frase que puso en boca de sus héroes Alejandro Dumas: «Todos para uno, uno para todos», o la no menos repelida sentencia de John Heywood: «Dos cabezas son mejor que una». En tercer lugar, algo que no podría dejar fuera de este punto de partida, algo que considero fundamental. En los últimos años, víctimas del resquebrajamiento de los modelos económicos, sociales y políticos, muchas personas han desarrollado una suerte de "escapismo trascendental" que favorece la adicción a modelos de respuesta, o dicho más exactamente, de búsqueda de respuestas, que están siempre más allá de la razón, de la historia, de la terrenalidad, incluso diría que mientras menos se parezca a lo razonable más capacidad de adicción tiene. El trabajo en grupos no ha sido una excepción. Resulta que reunirse a gritar, o a golpear, o a hacer ejercicios acrobáticos deviene una alternativa de solución a los problemas apremiantes de la vida moderna, según una lógica del tipo «las cosas no tienen solución (nihilismo, desesperanza aprendida, decepción ...) —si me dedico a buscarles solución entonces lógicamente me neurotizo—, ¿qué hacer?: olvidarme de ellas, no pensar, dedicarme a algo que me enajene (algo menos dañino que el alcohol o las drogas, o incluso quién sabe si contando con estas dos últimas). Ese ha sido, infelizmente, el destino mayoritario de cosas como las propuestas de Hart, Janov y otros «energetólogos», del Zen y el Tai-Chi-Chuan, incluso en alguna medida el yoga, la cientología, la sofrología, las prácticas de los estados de conciencia alterados, y una buena parte de la psicología transpersonal No quiero con esto dudar del valor que algunas de esas búsquedas puedan tener, y de hecho han demostrado tener. Estoy insistiendo en el uso —venta y consumo—, en el negocio que se hace con ellas. Lo que siempre ha liberado al hombre es su pensamiento y su acción. El trabajo grupal que enajena, no importa, por 2 cierto, qué metodología utiliza, es un retroceso aunque se disfrace de modernidad o postmodernidad. Para finalizar, es necesario admitir que hablar de prácticas grupales es hablar de muchas cosas que atraviesan todas las intervenciones profesionales del psicólogo y de otras profesiones. Se puede trabajaren grupo para investigar o curar, y también se puede para diagnosticar o transformar. Lo mismo sucede si queremos aprender o enseñar, incluso para predecir o contrastar, para seleccionar o establecer criterios de selección, para influir o dejarse influir. No todo se hace en grupo, pero en grupo todo lo que se hace es significativamente importante. Como quiera que este es un texto escrito con un fin específico, el trabajo en grupo como intervención, será abordado sobre todo lo relacionado con los estilos de intervención, las formas de proceder en grupo, los conocimientos de aquellos caminos por los que pueden avanzar los grupos, si es que quieren ser más eficientes, productivos, etcétera. Luego cada cual, en dependencia de sus intereses y necesidades, transitará por la inefable experiencia de la construcción particular, de la creatividad, de la puesta en marcha de lo personalizado, lo personalmente elaborado. Por último, si de saber cómo trabajar en grupos se trata, entonces la sentencia de Goethe es paradigmática: «Conocer no es suficiente; tenemos que aplicarlo. Desearlo no es suficiente; tenemos que hacerlo». Estos apuntes nacieron de la necesidad de dejar algo más que un buen recuerdo a un grupo de jóvenes especialistas españoles con quienes trabajé en el verano de 1996, en un curso que impartí con el título de Procedimientos y habilidades para el trabajo en y con grupos. Mientras ellos en su tierra natal preparaban su viaje, yo pasé varias noches delante de la computadora pensando que el esfuerzo que ellos hacían por venir, debía ser al menos recompensado. Como casi todos mis trabajos, este es entonces un texto urgente. No me disgusta trabajar así. La última hora suele ser el momento preciso de lo que se acumuló en muchos años. Total, lo que se escribe siempre es viejo cuando se lee. Lo único que siempre puede ser nuevo es lo que aún no está hecho. Muchas gracias Profesor Manuel Calviño La Habana, Julio de 1996 3 Nociones básicas para la comprensión del proceso grupal. Decía Kurt lewin que era posible lograr una cooperación íntima entre los psicólogos teóricos y los prácticos, si es que los teóricos no miran a los problemas aplicados con aversión y desprecio (con la ceja levantada) o con temor a los problemas sociales, y si los psicólogos aplicados reconocen que no hay nada más práctico que una buena teoría. Podría parecer innecesario en un texto cuyo destino es la práctica grupal, el hacer en grupos y con grupos, detenerse en ciertos «recordatorios teóricos». Y si le llamo así es atendiendo a la pretensión real que tendrán las cosas que abordaremos. Sin embargo, es imposible hacer grupos sin saber de grupos, sin saber vivencialmente y sin saber intelectualmente. Johnson and Johnson (1991) lo expresaron en un gráfico que voy a reproducir y recrear: El trabajo en grupo es la resultante de una unidad de acción (práctica), pensamiento (teoría) y creatividad (investigación). En los diferentes ámbitos del estudio de los grupos ellas tienen, sin duda, un peso diferente, pero siempre están interrelacionadas la una con la otra. Claro, esto es aplicable también a todas las problemáticas de la Ciencia Psicológica, pero en el tema de los grupos, como quizás en la práctica clínica y la institucional, es prácticamente un planteamiento ineludible. El trabajo en grupo es siempre un trabajo de investigación aplicado a una condición práctica desde un reverencial teórico no sólo general, sino también particular, ajustable al grupo con que se trabaje. Presentemos muy sintéticamente estos recordatorios teóricos para luego pasar a la presentación de algunos modelos de trabajo. ¿Qué es un grupo? Esta es una pregunta con la que comienzan, lógicamente, casi todos los libros sobre grupos. Y digo lógicamente porque si no hay una definición clara de cuál es el objeto de estudio, difícilmente podamos operar, interactuar adecuadamente con él. ¿Qué es un grupo? La respuesta no parecería ser difícil. Un grupo, en el sentido humano, no es más que un conjunto de personas. Pero si fuera así tendríamos que aceptar entonces que las personas que esperan el ómnibus en una parada son un grupo. ¿Es suficiente para que 4 exista un grupo que las personas estén en un mismo espacio geográfico? ¿Es suficiente que exista un cierto número de personas para hablar de un grupo? ¿Es un grupo el conjunto de personas sin parentesco alguno, pero que viven en una misma asa comunal, bajo un mismo techo? Para las Ciencias Sociales, las Ciencias Humanísticas, una definición de grupo puede tener requerimientos distintos en dependencia de si el grupo es un objeto de estudio, o una condición para un estudio, si el grupo es objeto de una práctica profesional o si es objeto de una acción de investigación, si las variables que lo definen son extrínsecas, intrínsecas o ambas inclusive. Pensemos, por ejemplo, en la utilidad que puede tener una visión descriptiva y formal de la noción de grupo si su sentido se reduce a una exigencia administrativa como puede ser la lista de alumnos a la que en la vida cotidiana los profesores le llamamos el grupo. Otra cosa sería si pensamos en la caracterización de una institución y utilizamos la noción de grupo para denominar el conjunto de personas que conviven en un cierto espacio institucional y que comparten características descriptivas comunes -el grupo de los dirigentes estudiantiles, el de los profesores, y oíros. En términos metodológicos, para cerrar con la ejemplificación, un grupo de estudio (el grupo experimental, el grupo control...), se define por el conjunto de sujetos que cumplen con ciertas exigencias del control de variables, que son presumiblemente iguales, y con los que se hará algo a diferencia de lo que se realizará o no con otros grupos. Cuando se habla de grupo usualmente se toman algunos indicadores básicos: la presencia de interacciones entre personas, la percepción de membresía-pertenencia, la existencia de una interdependencia entre las personas, las motivaciones y emociones comunes, la estructura de las interrelaciones, la influencia mutua. Revisemos algunas de las definiciones que conocemos de lo que es un grupo*: l. «Un grupo es un número de personas en interacción unos con otros, y este proceso de interacción es el que distingue a un grupo de un agregado» (liare, 1976:4). 2. «(...] podemos inferir que un grupo es una gestall (Koffka, 1973:751). 3. «La definición que consideramos más esencial es que un grupo es una colección de organismos en el que la existencia de todos (en el tipo de relación que tienen) es necesaria para la satisfacción de ciertas necesidades individuales de cada uno» (Cattell, 1951:167). 4. «E1 concebir al grupo como un todo dinámico, debería incluir una definición de grupo que se basara en la interdependencia de los miembros (o mejor en las subpartes del grupo)» (Lewin, 1979:23.) 5. «Un grupo es un conjunto de personas que entran en interacción entre sí, además, el grupo es fundamentalmente una sociabilidad establecida sobre un trasfondo de indiferenciación o de sincretismo en el cual los individuos no tienen existencia como tales, y entre ellos actúa un transitivismo permanente» (Bleger, 1985:87). 6. «Un grupo consiste en dos o más personas que comparten normas con respecto a ciertas cosas y cuyos roles sociales están estrechamente vinculados* (Newcomb, 1964:571). 7. «Nosotros entendemos por grupo un número de personas que se comunican a menudo entre sí, durante cierto tiempo, y que son lo suficientemente pocas para que cada una de 5 ellas pueda comunicarse con todas las demás, no de segunda mano, a través de otra, sino cara a cara» (Homans, 1950:1). 8. «Grupo es un conjunto restringido de personas que, ligadas por constantes de tiempo y espacio, y articuladas por su mutua representación interna, se proponen en forma implícita o explícita una tarea que constituye su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles» (Pichón-Riviére. 1980:205). 9. «En síntesis, el vocablo grupo surge en el momento de constitución de la subjetividad moderna. Su etimología refiere a un número restringido de personas asociadas por un algo en común. Se destacan dos líneas en el rastreo etimológico: la figuración nudo, que sugiere interrogación sobre qué es lo que hace nudo y lleva implícitos necesarios enlaces y desenlaces entre sus integrantes, y la figuración círculo, que remite a las formas de intercambio que se producen entre los miembros de tales grupos» (Fernández, 1989:35). 10. «Un grupo es una unidad social que consiste en un número de individuos que guardan, mis o menos, un status definido y una relación de roles entre ellos, y que poseen un conjunto de valores o normas para la regulación del comportamiento de los miembros individuales, al menos en lo que tiene consecuencias para el grupo» (SherifySherif, 1956:144). 11. «El grupo va surgiendo cuando sus miembros pueden percibir e internalizar al otro como un espacio-tiempo en el que determinadas situaciones pueden ser contenidas» (Kisnerman y colaboradores, 1985:20). 12. «[...] un conglomerado de personas en situación de interacción social (...) una asociación de personas entre las que existe en cierta medida un toma y daca (...) pueden (...) compartir ciertas metas de grupo» (Bany y Johnson, 1971:54). 13. «[...] el grupo pequeño es una formación relativamente estable que supone una forma permanente y directa de comunicación que posee una determinada estructura de interacción determinada por las características de la actividad conjunta» (Fuentes, 1985:22). 14. «[...] es probable que cuando una serie de personas constituya un grupo, la caracterizará una o más de las siguientes afirmaciones: a) participan en interacciones frecuentes; b) se definen entre sí como miembros; c) otros las definen como pertenecientes al grupo; d) comparten normas respecto a temas de interés común; e) participan en un sistema de papeles entrelazados, f) se identifican entre sí como resultado de haber buscado en su superego el mismo objeto modelo o los mismos ideales; g) encuentran que el grupo es recompensante; h) persiguen metas promovedoramente interdependientes; i) tienen uní percepción colectiva de su unidad; j) tienden a actuar de modo unitario respecto al ambiente» (Carrwright y Zander, 1971:63). Estas definiciones nos llaman la atención sobre algunos elementos comunes, lo que nos permite establecer ciertas diferenciaciones entre lo que puede ser llamado propiamente grupo y lo que pudiera ser un agrupamiento, un conglomerado, una comunidad, entre otros. Podemos incluso, siguiendo algunas palabras claves de las definiciones presentadas anteriormente, señalar dónde estarían los rasgos distintivos referenciales, es decir, aquellas características que nos permitirían una cierta función de diferenciación. l. EI constituirse como un todo sistémico o interconectado. 2. 1a existencia de relaciones de interdependencia. 6 3. Asunción de patrones normativos propios. 4. Ubicación de roles distribuidos que conforman su perfil estructural y funcional. 5. Existencia de vínculos reconocidos de algún tipo. 6. Comunicación directa, cara a ara, entre sus miembros. 7. La existencia de algo común a realizar, a lograr. 8. La existencia de ciertos efectos personales en un miembro, en dependencia de la actuación de todos los miembros. Sin embargo, estas definiciones interesadas en captar la generalidad muestran apenas una parte de la polisemia de la noción referente al objeto, y ocultan una significación diferencial muy importante del concepto de grupo sobre la que quiero llamar la atención, para sustentar la necesidad de una clara precisión del sentido específico con el que se utiliza. Esto es particularmente importante, cuando se trata de prácticas de intervención grupal, más precisamente cuando se trata de procedimientos para trabajar «en» y «con» grupos. Desde ahora llamo la atención sobre la imprescindible diferenciación de la noción de Grupo y la noción de Grupo de Intervención. El grupo es para lo humano conditio sine qua non. El hombre no sólo vive en grupos, sino que él mismo es un grupo. El destino de los seres humanos está inexorablemente ligado a los grupos. Sociedad, grupo e individuo son nociones que apuntan no sólo a realidades íntimamente conectadas, sino a la constitución, a la esencia misma del sujeto entendido como hombre en situación El grupo es, en este sentido, condición de existencia, modo de existencia, emergencia de la propia interacción vital y de la construcción de la vida misma. Sólo en grupo puede el hombre satisfacer y desarrollar sus necesidades, y sólo la satisfacción y el desarrollo de estas garantiza la reproducción de la vida y el crecimiento humano. El Grupo de Intervención, como su nombre lo destaca, no es una condición de existencia, no «es» sino «está». Las condiciones y realidades de su existencia, que son artificial y temporalmente organizadas, previstas, construidas, y los efectos de su praxis artificial, promovida, facilitada bajo la acción de un coordinador, pueden llevarlo a «ser», pero no es este el resultado ineluctable de su accionar El grupo de intervención es en realidad un instrumento de trabajo, lo que quiere decir que él es un medio para lograr un fin. Un grupo puede funcionar en un período como un grupo de intervención, pero no son la misma cosa. La tarea de un grupo de intervención puede ser llegar a ser un grupo. Así, simplemente leído, parecería una contradicción: un grupo que trabaja para llegar a ser un grupo. Pero es justamente este carácter instrumental del grupo de intervención lo que nos permite comprender el sentido mismo de las llamadas prácticas grupales. Cuando Pichón-Riviére habla de los Grupos Operativos, los denomina de instrumentos para lograr el cambio (Pichón-Riviére, 1980). Cuando hablamos aquí de trabajar en grupo, estamos pensando en el grupo de intervención. Precisemos entonces algunos puntos que considero pertinentes o interesantes para avanzar en la reflexión emprendida: l. Un grupo existe con independencia de que sea objeto de trabajo o no de un especialista. Esto puede parecer una perogrullada, pero es algo de suma importancia por la distinción que supone. No tengo la más mínima duda de que un conjunto musical puede ser un grupo, sin que ningún psicólogo, pedagogo o sociólogo haya realizado un trabajo con ellos. Siguiendo 7 los criterios de definición de la existencia de un grupo que proponen los especialistas, en la medida en que entre los miembros del grupo musical haya intercambio de cogniciones, tendencias motivacionales comparti¬das, principios organizativos que rigen sus interacciones y sus prácticas individuales, actitudes de unos para con los otros, e interdependencia entre cada uno de ellos, y por último, tengan tareas comunes y roles diferentes que realizar, ellos constituirán un grupo (Muñoz, 1976; Fernández, 1989; Pintos, 1993). Pero el grupo de intervención existe sólo cuando hay una tarea específica a la interacción grupal que ocurre en un tiempo restringido, establecido y diferenciado de la práctica habitual de sus miembros. 2. Un grupo existe por diferentes razones, veamos algunas de ellas reportadas en la literatura especializada (Burin, Karl y Levin, 1995; Filloux, 1980): Para satisfacer o facilitar la satisfacción de necesidades de sus miembros. Porque existen representaciones sociales, patrones normativos, y otros, que disponen la existencia del grupo y la integración de los miembros. Porque las personas que se reúnen quieren sentirse seguros y protegidos. Para poder hacer algo que una persona sola no puede hacer. Por ser convocados por personas que gozan de prestigio y aceptación. Porque las personas coinciden en algunas formas de pensar. Porque ciertas reglamentaciones formales e informales así lo prescriben. Pero de hecho, ninguna de estas razones da una visión convincente de por qué existe un grupo de intervención. El grupo de intervención existe porque se forma, se construye por alguien, atendiendo a un conjunto de exigencias (llamado, convocatoria, citación, etcétera) y porque las personas son compulsadas por alguna razón, interna o externa, a interactuar durante un tiempo determinado para lograr algo, 3. Las prácticas de intervención en grupos, es decir, los grupos de intervención pueden o no comenzar con un grupo. A veces trabajamos con «grupos», dicho inespecíficamente para formar un «grupo» en el sentido específico del concepto. 4. La noción de grupo de intervención contiene dos subcampos que hay que precisar. De una parte está la noción misma de grupo, que adquiere una especificidad al tener un «apellido». De la otra, está la noción de intervención. Al hablar de intervención estamos llamando la atención sobre dos cosas. La primera es que se hace algo con el grupo. Intervenir es entendido aquí como «hacer algo para lograr algo». Siempre que se trabaja en intervenciones grupales se está presuponiendo que sucederá algo. Y al mismo tiempo decimos que existen ciertas vías para lograr que suceda algo, vías que sin duda alguna son diversas. Es aquí dónde hablamos de las técnicas, los procedimientos de intervención. 5. Esto último es algo de mucha importancia, toda vez que ubica con claridad que lo fundamental en las prácticas de intervención grupa! se ubica en el espacio espistemológico pragmático (Calviño, 1997). Es claro que el marco epistemológico de partida resulta de suma importancia, es cierto también que las ascripciones paradigmáticas juegan todavía un rol decisivo. Pero se va abriendo paso una visión más integral de la Psicología y de las Ciencias Sociales en general, lo que supone que es posible asimilar procedimientos de actuación emanados de referenciales teóricos diferentes. 8 Cuando hablamos de trabajar «en» y «con» grupos es claro que nos referimos entonces a grupos de intervención, conformados especialmente o por membresía, o por tarea, o por cualquier otro indicador de intervención, para trabajar por un tiempo determinado y en condiciones particulares. Distintos tipos de grupos. Tomando como punto de referencia las prácticas de intervención, podemos afirmar que existen grupos de los más diversos tipos. Si pensamos en una suerte de tipologización sustentada en los presupuestos teóricos particulares o en sus modos de trabajar, podemos hacer referencia a tos Grupos T, los Grupos Gestálticos, los de Synanon. los maratónicos, los basados en el Análisis Transaccional, los psicodramáticos (morenianos, psicoanalíticos, entre otros), los basados en técnicas corporales (expresión, danza, gritos...), los que se apoyan en filosofías y prácticas orientales, los de relajación, los transpersonales y muchos otros (Schützenberger y Saurct, 1986.) Dentro de la extinta Escuela Soviética, en la que el tema de los grupos manifestó un desarrollo muy peculiar, el problema de los tipos de grupo se relacionaba, lógicamente, con el de los criterios de clasificación de los que se partía, éstos, entre otros, son: la meta, los mecanismos de interacción, el carácter y volumen de las interacciones, la unidad intimidad, cohesión, solidaridad- (Petrovsky y Spalinsky, 1978.) Kuzmin, uno de los grandes de la Psicología Social soviética, decía que los agrupamieníos taxonómicos fundamentales eran los que referían las diferencias entre grupos convencionales y reales, oficiales y extraoficiales (Kuzmln, 1979). Interesante en este sentido es recordar la clasificación que atiende a las circunstancias por las que se forman los grupos (Cartwright y Zander, 1971). Se habla de.: 1. Grupos de formación deliberada (aquellos que son formados por alguien, una o varias personas, con un fin premeditado, para lograr algún objetivo). Grupos de trabajo. Grupos para resolver problemas. Grupos de acción social. Grupos mediadores. Grupos legislativos. Grupos de clientes. Grupos de estudio. 2. Grupos deformación espontánea (aquellos que se forman porque la gente que va a participar en él, lo hace espontáneamente). 3. Grupos de designación externa (se trata de. una situación muy especial en la que un conjunto de personas se vuelve un grupo porque la gente lo considera y los trata como tal). Otra clasificación de tipos de grupo se centraría en los efectos, y basado en esto las estrategias de trabajo que se desarrollan por él o los coordinadores, que se prevén como más probables para sus participantes. Así se habla, entre muchos otros, de: 9 Grupos terapéuticos. Grupos de autoconocimiento. Grupos de desarrollo personal. Grupo de creatividad. Grupos de solución de problemas. Grupos de desarrollo de habilidades. Todavía podríamos diferenciar los grupos según su significado social, o el tipo de relación fenoménica existencial que, desde el punto de vista de los llamados roles sociales, los miembros guardan entre sí. Algunos ejemplos serían: Grupo familiar, t Grupo laboral. Grupo político. Grupo de dirección. Grupo estudiantil. El tema de los tipos de grupo no interesa por el simple ejercicio académico de las tipologías, del establecimiento de taxonomías. Él cobra importancia para el trabajo de intervención, para trabajar en-con grupos, toda vez que es, posiblemente, la primera pregunta que se hace el especialista cuando llega a un conjunto de personas con las que va a trabajar: ¿qué es este grupo?, ¿cómo se identifican cómo se llaman a sí mismos, cuál es su identidad? Todavía podemos traer una lista que atestigua acerca de la diversidad de las formas de llevar a cabo las experiencias grupales intensivas (Rogers, 1973:1213): Grupo T. Grupo de encuentro (o grupo de encuentro básico). Grupo de sensibilización (sensitivity training). Grupo centrado en la tarea. Grupos de conciencia sensorial. Grupos de conciencia corporal. Grupos de movimiento corporal. Laboratorios de expresión creativa. Grupo de desarrollo organizacional. Grupo de integración de equipos. Grupo gestáltico. Grupo o «juego» Synanon. Conformación de un grupo. Todo grupo comienza su conformación con una convocatoria, u.~ invitación a participar del 10 trabajo grupal. Esta invitación puede ser más o menos formal, y puede llegar a los miembros potenciales por diferentes vías. Las convocatorias pueden ser de diferentes tipos. Señalo solamente algunas de ellas: 1. Convocatoria pública a los interesados (usualmente se utilizan medios de comunicación indirectos, sociales-murales, prensa, y otros). Un profesor de una institución universitaria puede convocar a los interesados a tener una experiencia de trabajo grupal. Los estudiantes pueden o no participar. 2. Convocatoria predefinida por interés de personas o instituciones con quienes los miembros potenciales guardan relaciones de subordinación (jerárquica, funcional, mecenazgo, y otros). La dirección de una institución convoca a sus trabajadores de un cierto sector a participar en un trabajo grupal que está realizando el Ministerio al cual pertenecen. Los trabajadores seleccionados deben participar. 3. Convocatoria dirigida a un grupo determinado de miembros potenciales, siguiendo criterios técnicos. Luego de una evaluación psicológica de un paciente, el especialista convoca al paciente a participar en un grupo terapéutico. 4. Convocatoria de interés por la participación de cierto tipo de personas. Un investigador de mercado convoca a un grupo de fumadores a participar en una aceran grupal; el interés del resultado es para el investigador y no para el miembro potencial. Pero la convocatoria es un sólo un paso de rutina que solamente en casos especiales envuelve criterios técnicos particulares. El tema de la conformación es, sobre todo, el de la toma de decisión concreta sobre cuáles de los miembros potenciales formarán parte de los seleccionados, cuáles no, y lo más importante, por qué. Por diversas razones, el tema de la conformación ha sido especialmente polémico dentro de las reflexiones sobre las prácticas grupales. Esto tiene que ver no sólo con la gran diversidad de criterios al respecto que existen en la literatura, sino también con el hecho de que la respuesta al lema de la conformación ha quedado en gran medida supeditada al paradigma teórico de partida. Siendo consecuente con lo que hemos visto anteriormente, podemos reconocer con claridad que en el momento de plantearnos el asunto de la conformación de un grupo de intervención es posible tener, al menos, dos situaciones de partida: 1. E1 grupo ya existe y se solicita la intervención por algún motivo especia! (estimular el desarrollo, favorecer el crecimiento, facilitar la solución de conflictos, formación, integración de nuevos elementos, entre otros). La intervención pudiera ser llamada de Grupo sobre grupo, parafraseando el título de un interesante texto escrito por algunos amigos, especialistas en grupos, de Brasil. 2. El grupo no existe, y una buena parte de la intervención consistirá en el trabajo de constitución, al menos, funcional-operativa del grupo. Una visión más o menos extendida supone que siempre el especialista puede y debe decidir quiénes formarán parte de un grupo de intervención y quiénes no. Sin embargo, es difícil compartir este criterio, sobre todo cuando se trabaja en instituciones públicas. Pensemos, por ejemplo, en una intervención hecha con los trabajadores de una sala de terapia intensiva de un hospital, o con los miembros del consejo directivo de una escuela. la membresía del grupo con el que se trabajará puede estar, al menos, parcialmente predeterminada y en ese sentido los criterios de selección pueden resultar más o menos violentados. Otras veces se trata 11 sencillamente de que una exclusión sustentada en un criterio puede afectar otro, y por lo tanto habrá que tomar una decisión. Llegando al punto de la decisión, se trata precisamente de partir del hecho que el especialista que va a realizar un trabajo de intervención con un grupo (existente o creado para el caso) siempre va a tener que entender la particularidad conformadora del grupo con el que trabajará. Esto pasa no solamente por los llamados criterios funcionales o subjetivos (similitud diagnóstica, rangos hetáreos, sexo, estado civil, nivel intelectual, problema identificado como productor de la solicitud de ayuda, entre otros), y por los criterios de tarea (personas solas, matrimonios disfuncionales, desorientados vocacionalmente, especia¬listas en un tema, y otros), sino también por criterios ambientales o de las probabilidades de inclusión en el trabajo por incidencia de la condición real de existencia de los posibles miembros (distancia geográfica, disponibilidad de locales). Conociendo y ajustando los diferentes parámetros, el especialista que va a organizar un grupo debe considerar desde antes la población, el tiempo, el lugar, la posibilidad de considerar metas específicas, etcétera. En general, lo más recomendable es que en la convocatoria del grupo algunas de estas cosas se especifiquen, dejando para la primera sesión de trabajo, propiamente dicha, las presentaciones y la conformación de «reglas del Juego» que el grupo va a seguir. En la medida que (a conformación del grupo responde a criterios más abiertos, es decir, cuando el especialista tiene mayor dominio de la posibilidad de elección, entonces tiende a aumentar la importancia no de la adecuación a las condiciones externas, sino de quiénes son las personas, cuál es el perfil psicológico de las personas que podrían integrar el grupo. No obstante, insisto una vez más que no existe un acuerdo entre los especialistas acerca de los criterios más eficientes y eficaces para la conformación. Para las prácticas psicoterapéuticas, por ejemplo, es una polémica hasta hoy la cuestión acerca de la homogeneidadheterogeneidad de los grupos en vista de facilitar la tarea grupal (Zas y Calviño, 1988). Algo similar sucede en el trabajo con grupos estudiantiles para el proceso de enseñanzaaprendizaje (Banny y Johson, 1971). En cualquier caso, una evaluación general, inclusive psicológica, previa al establecimiento de ciertos rangos de edades, el control de las diferencias extremas, la delimitación de ciertas patologías, y otros, parecen ser elementos que hay que considerar a la hora de tomar decisiones. Así mismo, en mi experiencia la variabilidad del grupo, en lo que a diferencias individuales se refiere, ha sido un factor favorecedor en intervenciones grupales, toda vez que la variabilidad parece, en lo fundamental, facilitar una mayor posibilidad de confrontación y cambio. Esto no niega la posibilidad de que también desde la propia convocatoria al grupo se especifican a veces los límites de participación en dependencia de ciertas peculiaridades Se pueden organizar grupos de determinadas edades o ciclos de desarrollo, de personas con diferentes hábitos nocivos de salud o con comportamientos llamados enfermos, grupos de directivos de una o varias empresas, o de sus subordinados, entre otros. Ubicados más directamente en el momento del inicio de una intervención grupal. es necesario considerar que por lo general, aunque también se pueden organizar distintos tipos de grupo por su tamaño (cantidad de miembros), se suele trabajar con grupos pequeños (no más de ocho a doce personas). No obstante, también en esto hay ciertos criterios de flexibilidad: «[...) muchas veces un grupo está completo con seis o siete miembros, y tiene espacio para un miembro más cuando ya está con ocho o nueve. Quiere decir que el número no es una cosa rígida, depende del grupo y de su momento» (Py, Gomes, Castellar y otros. 12 1987:47). El grupo tendrá al menos un coordinador y en algunos casos se dispondrá de la presencia de uno o dos co-coordinadores. Una cosa de suma importancia a la hora de comenzar a trabajar en grupos es el establecimiento del contrato. Podemos decir que lo que conforma al grupo como entidad es el contrato. El contrato no es otra cosa que un acuerdo de compromisos que se establece entre los miembros del grupo y cuyo cumplimiento es responsabilidad de todos y de cada uno. No se debe trabajar en grupo sin el establecimiento de un contrato, especialmente esto es inobjetable c inviolable, cuando se trata de intervenciones grupales con periodicidad estable. Es claro que cuando uno va a enfrentar una urea restringida a una situación, cuando el trabajo grupal se limitará a un encuentro, las exigencias de contrato son menores. En estos casos es usual que el profesional establezca el contrato desde la consigna y apenas solicite el acuerdo de las personas que participarán con él en la experiencia. Es aquí en realidad cuando decimos que vamos a utilizar el grupo o el trabajo grupal como instrumento de trabajo. Otra cosa es cuando hablamos propiamente de una intervención grupal, que por lo general supone más de un encuentro. ¿Qué se acuerda en el contrato? Presento algunas pautas generales: La frecuencia de las sesiones y la prolongación del trabajo (usualmente se sesiona cada tres ó siete días, excluyendo por supuesto lo dicho anteriormente y los llamados grupos intensivos, la cantidad de sesiones que se trabajará). El horario de trabajo (los días que se trabajará, el horario en el que se trabajará -se pacta aquí la duración de las sesiones que usualmente es de una hora treinta minutos o de dos horas, no más). El secreto grupal (establecimiento del límite de confianza y seguridad de que lo que se trata en el grupo, en el grupo queda). Las especificaciones reglamentarias de lo que se puede y no se puede en el grupo (los derechos de la membresía). Lo que se espera de los miembros (participar abiertamente, escuchar...). La posición del coordinador y los co-cordinadores. Cómo se va a trabajar (esto es algo que lleva el coordinador y solicita el acuerdo de todos). La clarificación de las expectativas de los miembros. La formulación del contrato variará en dependencia del modelo de trabajo grupal con el que opera el coordinador del grupo, pero no cabe duda que es un paso que nunca debe ser omitido, y cuyo no cumplimiento puede traer dificultades al funcionamiento grupal. Tipos de organización funcional. Más allá de las taxonomías más o menos oficiales, una de las cosas que necesita saber un profesional interesado en trabajar con grupos son las formas en las que estos se pueden organizar funcionalmente, atendiendo no solo a las variables de contenido, sino 13 particularmente a las formas mismas de organización. Intentaré no una clasificación, sino una descripción que tiene como sustento, lo que he observado en organización de grupos y, lógicamente, lo que he hecho. Parto de algunas cosas que ya están prácticamente inscritas en calidad de «leyes» en la literatura y en las prácticas de trabajo en grupo, algo así como los inevitables del trabajo grupal: l. La distribución física de los miembros debe ser tal que favorezca al máximo posible el contacto personal cercano, cara a cara y en presencia de todos (Stienzor, 1950). Esto se refiere como veremos más adelante, al grupo básico. Es prácticamente universal el uso de la disposición circular por ser esta la que más cumple con el principio antes expuesto. Disposiciones lineales o restrictivas. Hacen difíciles los contactos fundamentales que se deben dar entre los miembros. Representan una relación de poder en la que el coordinador aparece como centro. Promueven la pasividad de los miembros y una actitud sólo receptiva en espera de que el coordinador haga algo. Distraen la atención de los miembros que están físicamente más alejados del coordinador. No resultan muy funcionales para la realización de tareas dramáticas. Obligan a una emisión fuerte de la voz para ser escuchados. Disposición circular. Favorece la cercanía psicológica, el contacto más íntimo entre todos. No hay posición privilegiada. Todos pueden verse y escucharse. Se crea una sensación de equipo. Se percibe una relación de todo y no sólo de partes. El espacio del centro puede ser utilizado como espacio común para la realización de diversas tareas de grupo. La atención tiende a concentrarse. Se simboliza apoyo, protección, comunidad. 2. Esto supone, al mismo tiempo, que el espacio físico utilizado para la distribución espacial de los miembros no debe ser grande (algunos consideran que la mayor distancia entre dos miembros no debe ser superior de 2,5 a 3 m. A esa distancia se puede tener un contacto visual sentido, se escucha adecuadamente, y se tiene una agradable sensación de cercanía (Pease, 1981). Hay ocasiones en las que el control de esto es especialmente necesario. Por ejemplo, a veces se dispone de un espacio muy grande y las personas tienden a distribuirse ocupando todo el territorio, lo que trae como consecuencia que quedan muy distantes entre sí, y se crean subgrupos e irremediablemente el coordinador se ve obligado a acentuar su posición. 14 3. Dependiendo de los objetivos, del tipo de grupo con el que se va a trabajar, etcétera, hay que definir con claridad el grado de apertura de este. La tendencia general se mueve hacia los grupos cerrados, entendiéndose por esto: membresía fija, tiempo limitado de trabajo (tiempo del encuentro grupal y cantidad de encuentros), espacio cerrado a personas ajenas. No obstante, subrayo, lo fundamental está en definir con claridad qué se va a hacer y por qué. 4. En el caso de trabajar en grupos divididos en subgrupos es imprescindible el contacto (conocimiento) de todos los miembros. Un grupo no está realmente trabajando con otro grupo, si no lo conoce, si no sabe quiénes son sus miembros. 5. E1 trabajo grupal necesita desarrollarse en una situación con un mínimo de condiciones para que las personas no se sientan físicamente incómodas. Al mismo tiempo, el concepto de comodidad no debe ser violentado para la persona que participará. Estoy pensando en ciertas prácticas que siguiendo sobre todo criterios estéticos o gustos del coordinador, obligan a los miembros, siguiendo un principio de «flexibilidad y distensión», a sentarse en el piso, o en esterillas. Claro, es posible que exista una exigencia técnica para tal decisión, pero sobre lo que llamo la atención es que no siempre esa exigencia es real, y no todas las personas se sienten cómodas y relajadas sentadas en el suelo. Hechas estas referencias elementales, pero sin lugar a dudas necesarias, paso a graficar los modos en que se pueden organizar trabajos grupales. Grupo simple. Este es el grupo tal y como lo conocemos o lo seleccionamos. La membresía del grupo y el total de los participantes en el trabajo grupal coinciden. Todos los miembros participan del mismo modo en la tarca grupal. El sentido del trabajo grupal está en el grupo mismo. Se pueden esperar efectos secundarios de multiplicación, pero el efecto esperado, por decirlo de algún modo, se circunscribe al grupo mismo. La comunicación se da de manera directa e inmediata. Grupo de representación. Se organiza en dos posibles modos: Representación de Subgrupos y Representación de Masa. Los grupos de representación tienen un significado funcional fundamental: la multiplicación. Ellos son como encarnaciones simbólicas de una totalidad mayor a la que pertenecen y van a representar. Es aquí donde se descubre el significado real de estos grupos, por cuanto la meta, el sentido del trabajo grupal trasciende los límites del grupo, y la comunicación transita 15 a través de voceros o representantes. En el caso de los grupos de representación de subgrupos, se trata de una gestión del tipo siguiente: Existen grupos diversos en una cierta institución. Ellos realizan cada uno su tarea, luego se escoge a uno o dos representantes de cada subgrupo y se hace un grupo de representación en el que los voceros electos de cada subgrupo revierten la dinámica de su subgrupo (ideas, propuestas, sentimientos...) y luego vuelven a ellos a dar cuenta de lo sucedido. Estos grupos de representación o de voceros usualmente trabajan como grupos cerrados. En nuestra experiencia ha sido muy productivo hacer el grupo de representación en sesión abierta, es decir, el grupo trabaja en un lugar donde puedan estar presentes, aunque sin derecho a participar, todos los miembros de los subgrupos. La eficiencia de este sistema de trabajo grupal ha sido especialmente evidenciada cuando se trata de trabajos grupales en busca de solución de problemas y conflictos intergrupales en una institución, o la coordinación de tareas. Ellos, lógicamente no son recomendables para el análisis de cuestiones que demandan intervenciones psicoterapéuticas. En la práctica docente estos grupos son muy útiles cuando el profesor cuenta con un número grande de estudiantes y escaso tiempo. Una exigencia importante para el buen trabajo con estos grupos está en el sistema de coordinación. En algunos casos el coordinador de todos los subgrupos y el del grupo de representantes es el mismo, y se alivian algunas dificultades emanadas del cómo se realiza la coordinación, cómo se delimitan las tareas, los roles, y otros. Pero con mucha frecuencia se tata de coordinadores distintos, cada uno trabaja con un subgrupo, y un coordinador mis que trabajará con el grupo de voceros. En este caso debe haber un trabajo previo de grupo de coordinación de coordinadores. En el caso de los grupos de representación de masa la única diferencia con los anteriores se refiere al modo en que se conforman y organizan. Son también grupos para la multiplicación y, lógicamente, para el aumento de la participación. En este caso la diferencia reside en que se parte de un grupo numeroso, la masa, que elige a los que serán miembros del grupo de trabajo. El procedimiento es similar al anterior. 16 Grupo de observación y análisis. Se trata de un grupo que trabaja para que otros trabajen sobre su trabajo. Son especialmente útiles para actividades de modelación, aprendizaje por observación, favorecer insigbts grupales. Aquí se habla de un grupo que trabaja en presencia de la masa, para que luego esta trabaje sobre lo observado en el grupo. La masa puede agruparse siguiendo cualquiera de los estilos expuestos aquí, u otro-derivado del interés y la situación de trabajo. Grupos combinados. Se trata, como su nombre indica, de la combinación de miembros de grupos diferentes, cuyas diferencias residen en indicadores relevantes a una tarea común que deben realizar. En una primera fase los grupos de «comunes» trabajan entre ellos. En la segunda fase los grupos se intercambian un número pequeño y limitado de sus miembros (usualmente no más de dos o incluso uno solo) quienes participan en sesiones de trabajo con sus «no-colegas», y luego, en la fase final o tercera, vuelven a sus grupos de origen. En ocasiones este proceso se repite dos o tres veces. En esos casos se plantea la conveniencia de que los voceros escogidos sean siempre distintos. En definitiva, la idea que inspira este estilo deorganización tiene que ver con la creación de un ambiente de influencias mutuas, favorecidas por la necesaria permeabilidad que se genera al ser minoría en un grupo de personas que no comparten nuestra opinión. Son especialmente útiles en el enfrentamiento de conflictos intergrupales. en la búsqueda de soluciones racionales a diferencia de criterios asociados con la diferencia en los grupos de pertenencia. Grupos de configuración especial. En dependencia del sentido del trabajo que se realizará, en ocasiones es útil un grupo en el que junto a los roles de coordinación y coordinación y observación, se asignan roles a los miembros. Estos roles no son fijos y transitan de un miembro a otro por encargo. Esto sucede con mucha frecuencia cuando ante el grupo se erige una tarea de información o también llamada tarea pedagógica El grupo designa a un miembro que accederá a cierta información que pondrá luego al servicio del trabajo grupal. Ello otorga al miembro seleccionado, durante un período ciertamente limitado, una posición especial que, además, 17 se traduce en un modelo de comunicación-interacción también peculiar. Podrían ser señaladas aún otras variantes, pero de lo que se trata sobre todo es de plantear la variable organización como sujeta a variación, a flexibilidad, a generación reflexiva y creativa por parte del especialista, poniendo como premisa el análisis de qué es lo que se pretende, para qué y por qué el grupo, o los grupos, se organizan de un modo y no de otro. Roles grupales. La literatura especializada es profusa en el estudio y la ubicación de los roles que asumen los miembros de un grupo. Cuando hablamos de roles estamos pensando en las conductas de los miembros, contextualizadas a partir de su contenido explícito e implícito, su intencionalidad y su efecto sobre el grupo. En nuestra práctica, hacemos una diferenciación al menos en lo que denominamos los roles primarios y los roles derivados. Veamos que significado tiene esto Los roles primarios son ciertas funciones que desde el momento mismo de comienzo del grupo, e incluso desde antes de la primera sesión, le corresponde hacer a los especialistas que asumen la organización del trabajo grupal. El concepto de primario se utiliza en su acepción temporal, es decir, como los primeros roles que se asumen y que están definidos con independencia de lo que en el grupo sucederá. Los roles primarios son: el coordinador, el co-coordinador, el observador, el apuntador (o rol de registro). Derivado de la conjunción de estos y de su integración en un equipo de trabajo podemos también hablar sintéticamente del rol de miembro del equipo de coordinación. E1 rol del coordinador es posiblemente el más conocido y al mismo tiempo el más polémico. No hay duda que las funciones del coordinador varían según los paradigmas o modelos teóricos de partida, y no sólo los genéricos, sino también los particulares. No es lo mismo un coordinador de grupo que trabaja con un referencial psicoanalítico, que otro que trabaja con uno gestáltico. El rol dé coordinador incluye no solamente la aplicación de instrumentos y técnicas, sino también las actitudes que asume. Tomemos dos ejemplos de referenciales para el desempeño del rol de coordinador. Los referenciales psicoanalíticos de trabajo en grupo, lógicamente influidos por las reglas o normas técnicas que definen cuál ha de ser la actitud (función) del analista en la práctica individual, dibujaron un coordinador o analista de grupo que en sentido general puede ser presentado como alguien que: 1. Mantiene una relativa condición de «no miembro» del grupo en el sentido estricto. El analista acepta a los miembros del grupo, pero no se da a conocer a ellos. 2. Escucha el discurso (individual o grupal, según sea el caso). 3. Atención flotante. 4. Distancia de la situación dada por la transferencia, el simbolismo transferencia! es lo único que lo acerca al grupo. 5. Crea un medio que invita a la indagación y a la interacción a nivel sólo de la palabra. 6. Interpreta la resistencia, las defensas, la transferencia, después el contenido. 7. En ocasiones estimula a que se relaten sueños y fantasías, promueven la búsqueda de 18 asociaciones. 8. Puede centrarse en una persona por vez. 9. Las expresiones no verbales son apenas consideradas como acting in o acting out. Aun cuando, en lo que a práctica grupal psicoanalítica se refiere, el esquema de partida de la terapia individual se extrapola al trabajo del analista en el grupo, es justo señalar que «(...] es análisis de grupo ha corrido su asiento desde atrás del diván y lo ha colocado en el círculo de sus pacientes, desplazamiento que lo lleva a perder su tradicional invisibilidad. aunque no su valor como objeto de la transferencia!...J En tanto que en el análisis individual el paciente no encuentra más que una persona ala cual transferirlas diversas pautas de relación de su niñez, en la terapia de grupo puede dotar a varias de tales cualidades» (Cohn, 1970:136). Frente a esta alternativa, en general distante y no participativa, se erige la imagen de coordinador o facilitador que nos deja el Rogers (Rogers, 1973; Hobbs, 195l). La idea rogeriana es la de un coordinador participativo. Para entender mejor la especificidad veamos qué dice Rogers (1973:75-76) cuando trata de puntualizar qué comportamientos de los posibles coordinadores, no son facilitadores del trabajo grupal. Compárense con los anteriormente expuestos. Trabajar en grupo por moda y no por convicción. Presionar al grupo, manipularlo, fijarle reglas e intentar conducirlo a metas inexpresadas del propio coordinador. Promover reacciones emocionales intensas en el grupo como indicadores de que “aquí pasa algo”. Creer en un solo método como el único bueno y todopoderoso. Tener muchos problemas personales y muy apremiantes que centrarán sobre sí mismo la atención. Interpretar con frecuencia los motivos o causas de la conducta de los miembros. No dar libertad a las personas para decidir lo que quieren o no quieren hacer. No participar con sus emociones personales y mantenerse distante. Como se puede ver claramente las distancias entre el peso que se le concede a lo que es la actitud, y a las funciones del coordinador pueden ser muy distintas, y esto es válido no sólo para las dos descripciones que hemos hecho, sino para muchas otras. Es obvia la diferencia. Rogers prácticamente es la antítesis del coordinador psicoanalítico, y nos está invitando a ser un coordinador que está en otro espacio epistemológico y cosmovisivo distinto. El coordinador rogeriano: 1. Está empeñado en comprender el autoconcepto de los miembros. 2. Está convencido de que los seres humanos tienen en su interior todos los recursos necesarios para el crecimiento. 3. Cree que la naturaleza humana es esencialmente constructiva. 4. Sustenta su acción técnica en su autenticidad, su congruencia, su empatía. 5. Favorece la mejor percepción de la realidad. 6. Participa como un miembro más aunque con un rol específico. 19 7. Expresa y comunica sus sentimientos. 8. Promueve la libertad, el amor, la cercanía entre las personas. El asunto no es sencillamente técnico. Se trata de que el prisma que da base al enfoque centrado en el cliente y a los grupos de encuentro es definitorio en la comprensión de estos. Estoy convencido que para hacer grupos de encuentro, lo más importante es asimilar la filosofía de la vida, de las relaciones interpersonales, la visión del hombre y sus derechos, que la Psicología Humanista pone al trabajo con grupos. En general, podemos afirmar, que como tendencia se suele acentuar la necesidad de que los coordinadores confíen en el grupo, lo respeten, lo ayuden a explorar sus sentimientos de una manera vivencial y emocional y no sólo cognitiva o racional. Se trata de estimular a los coordinadores a no manipular no llegar al grupo con planes exactos de lo que debe ocurrir en la sesión, así como a ser abiertos a nuevas experiencias. Una representación más amplía de las tarcas del coordinador empeñado en trabajos comunitarios con grupos, nos la presentan Kisnerman y colaboradores (1985), Señalo las fundamentales: 1. Ayudar al grupo a pensar transformando conflictos en problemas a investigar y resolver. 2. Analizar el contenido de los intercambios, quiénes emiten, a quiénes va dirigido, cómo son emitidos, cuál es su sentido. • 3. Precisar los canales de comunicación que utilizan los miembros del grupo. 4. Proporcionar al grupo aquella información que no puede obtener por sí mismo. 5. No dar consejos ni imponer criterios personales. 6 Seleccionar contenidos basados en los objetivos. 7. Ayudar al grupo a que por sí mismo descubra información. 8. Facilitar la reflexión grupal sobre el acontecer grupal. 9. Devolver las preguntas que se le hacen. 10. Desarrollar la capacidad de integrarla información verbal con la no verbal. 11. Hacer descubrir la satisfacción de expresarse. • 12. Alentar la expresión emocional. 13. Dejar que se expresen las ideologías y hacer conscientes las diferencias. 14. Capacitar para trabajar con las diferencias. Se han escrito miles de páginas acerca de los procedimientos y técnicas más apropiados para enfrentar los acontecimientos que pueden ocurrir en el grupo, pero nada parece ser más importante que una actitud sincera de ayuda, un comportamiento transparente y honesto, una clara tendencia hacia el entendimiento y el apoyo con los participantes. No obstante, es imprescindible tener en cuenta que «(...] quienes cumplen la función de coordinación podrán ser objeto de la máxima hostilidad o de la adhesión más entusiasta, como extremos de una gama de afectos que hacen a la esencia de los fenómenos grupales» (Martín, 1985:90). En muchas ocasiones, la figura del coordinador no es una figura solitaria en la gestión de trabajo grupal. El coordinador se acompaña, a veces, con personas que desempeñan roles específicos predeterminados. Para algunos modelos de trabajo se trata de co-coordinadores, 20 en otros se denominan asistentes de coordinación, en otros se trata de los observadores. Esto nos convoca a una referencia inevitable: El equipo de coordinación. El tema pasa, en lo fundamental, por una función específica de complementación a la urea de coordinación, la observación. Cuando se habla de la formación de especialistas en grupo, la idea toma un significado particular toda vez que es observando cómo se coordina un grupo, es observando que el aprendiz da sus primeros pasos. Pero lo que nos interesa especialmente es la realización de la función de observación en el desarrollo de un trabajo grupal. ¿En qué consiste esta función? Como siempre hay diversidad de opiniones y de situaciones, resumiré las más comunes: 1. Llevar un registro de lo que sucede en el grupo. Registrar no es imerpretar, sino justamente describir lo que está observando, lo que se dice y se hace en el grupo. El registro debe ser lo más exacto posible. 2. Poner esta información al servicio del grupo (devolución, llamar la atención...). 3. Llevar al equipo de coordinación o al coordinador, de no ser más que dos personas, los registros de la sesión para ser estudiados y analizados. 4. Observar siempre lo que se da en el grupo y no al coordinador, es decir, es una función cuya realización recae sobre el grupo. 5. Visualizar las conductas de los sujetos en el grupo. 6. Adecuar su participación en el grupo al estilo, encuadre, de trabajo por el que se ha optado. Es interesante la distinción que se hace entre el tradicional rol de observador participante y no participante, y el observador parlante y no parlante. Hago una precisión: En el caso de la primera distinción, se llama la atención sobre un hecho más comportamental. Si el observador es participante, él entonces llama la atención sobre lo que está viendo, expresa una opinión personal; si hace una dramatización o un juego él participa. El no participante, como su nombre lo indica, se abstiene de todo; incluso algunos especialistas sientan al observador fuera del grupo, y en los últimos años hasta lo hacen trabajar en un local oculto o por medio de medios audiovisuales (video tape). En la otra distinción se prefiere utilizar el término de «[...] observador no parlante, en lugar de observador no participante, ya que más allá del encuadre, el observador participa intensamente en la reunión j...] Los observadores tienen un alto compromiso emocional en el grupo, desarrollan profundos afectos Érenle a los integrantes, conocen mucho acerca de cada uno de ellos» (Manigot, 1987:6). El equipo de coordinación está conformado por el coordinador y el (los) observador (es). La tarea fundamental del equipo de coordinación reside en el análisis e interpretación del registro o «crónica de sesión». Aunque el equipo de coordinación es un grupo, él no funciona estrictamente con las leyes del grupo del cual es coordinador. Sucede muy a menudo que estas reuniones del equipo pierden efectividad por el manejo inadecuado que se hace de sus funciones y tareas. Entre los errores más comunes de este tipo de trabajo están: La exigencia al coordinador de una función de análisis del equipo. Dejar a los observadores sólo la función de informante. 21 Los observadores se comportan como coordinadores. Mal manejo de la evaluación del cumplimiento de las funciones asignadas. La importancia del equipo de coordinación es evidente. El coordinador necesita un espacio para reflexionar acerca de lo que ocurre en el grupo, lo que le permite comprender mejor la dinámica grupal al intercambiar ideas con otras personas que asistieron a la sesión, le permite evaluar sus intervenciones, los efectos que se produjeron, así como preparar estrategias de acción para la próxima sesión. Por su parte, también los observadores necesitan un espacio para reflexionar sobre lo sucedido en el grupo. En la versión del equipo de coordinación más cercana a la perspectiva de los llamados Grupos operativos (Manigot, 1987; Scaglia, 1987) las cosas son un tanto diferentes. Desde este enfoque las tareas propias del equipo se refieren a: 1. Retrabajo conceptual. 2. Lectura y análisis de las crónicas. 3. Elaboración de las ansiedades que provoca la observación del grupo. 4. Análisis de las relaciones intraequipo. 5. Análisis y resolución de obstáculos en las relaciones dentro del grupo, del grupo con el equipo de coordinación, y de ambos con la institución. Para algunos autores la eficiencia, la productividad, la cientifkidad y la exaotitud de la observación las garantiza el registro escrito. ¿Qué hace el observador?: «Registra intervenciones verbales, corporales, gestuales, los silencios, la distribución en el espacio, el esquema corporal, es decir, recoge todo el material que expresa el grupo durante la reunión» (Kisncrman, 1985:49). Y todo esto ha de ser registrado y compilado. Las ventajas de tener a alguien realizando la función de observación son más o menos claras. Los modos concretos en que estos se realizan pueden variar, pero hay consideraciones esenciales que a mi juicio no deben ser nunca obviadas. 1. Las funciones deben ser siempre esclarecidas al grupo. No se debe admitir la existencia de «espías» grupales, es decir, personas que de espaldas al grupo hacen supuestas contribuciones al equipo de coordinación, ni tampoco tener equipos desconocidos. 2. El medio de registro que se utilice debe ser comentado con el grupo en aras de obtener su aprobación. 3. Es conveniente dejar claro a los miembros, que las anotaciones que hacen los observadores no son secretas, y que si alguien quiere conocerlas puede hacerlo. 4. La estructura, así como el sistema de comunicación interna en el equipo de coordinación debe ser horizontal y democrática. No deben existir relaciones de poder dadas por la función. 5. El equipo de coordinación debe fijar el encuadre de su actividad (días, horarios, modos de participar, tarea, etcétera). Los roles derivados o secundarios tienen un significado especial. Ellos no son predeterminados, sino que son la resultante de la acción sobre los miembros de los procesos dinámicos del grupo al entrecruzarse con las historias personales. Cuando se parte, sobre todo de la noción de grupalidad, esta idea es bien clara e importante (Pichón-Riviére,1980). 22 La llamada verticalidad del sujeto y la horizontalidad del grupo se conjugan en el rol. En otros modelos teóricos, la representación no es exactamente así, pero como común denominador está la idea de ciertos comportamientos o actitudes que asumen los miembros del grupo, y que tienen un significado funcional para su dinámica. Con respecto a los roles, quizás es importante señalar que ellos son inevitables en el funcionamiento del grupo, es decir, siempre se asume algún rol, y más aún, siempre se le adjudica algún rol a los demás. Además de esto, un rol no es una propiedad privada de un miembro desde el inicio hasta el fin. Los roles usualmente circulan por el grupo, se intercambian; y cuando un rol se fija en una persona se toma esto como indicador de empantanamiento de la persona y del grupo. En este sentido es importante no contundir a las personas con los roles que desempeñan en una u oirá ocasiones, ni siquiera con los que desempeñan preferencialmente. Una lista de los diferentes roles que se señalan en la literatura, sería lo suficientemente extensa como para dejar de ser interesante. Sin embargo, es necesario llamar la atención sobre un rol al que podemos dar un status especial: el portavoz. El portavoz es aquel miembro del grupo que en determinado momento dice o hace algo que représenla un signo del proceso grupal latente que se está operando. Él no tiene un significado claro total de lo que su intervención significa. Él denuncia algo que está subyacente en el grupo. En él se da. entonces, una delegación expresiva. Esta delegación puede ser expresada como un esquema centrípeto (Berstein, 1986). Es este un rol particularmente importante para el trabajo en grupo y central para el esquema de los grupos operativos. Él representa una oportunidad técnica. «El portavoz es el que permite que el coordinador interprete la situación que vive el grupo (emergente) para que este la elabore. Algunas veces el portavoz representa paradójicamente la resistencia al cambio {...] tendiendo a desplazar al coordinador que pasa a ser chivo emisario [...]» (Kisnerman, 1985:47). Otro rol interesante que algunos autores consideran «el víctima de la función de portavoz» es, como quedó apuntado anteriormente, el chivo emisario o expiatorio. Es precisamente sobre el miembro tomado como chivo expiatorio, sobre el que se depositan las culpas, las amenazas, los aspectos negativos que van apareciendo en el trabajo grupal La observación y análisis de los roles dinámicos tienen valores distintos en dependencia del esquema con el que se trabaje. Para la dinámica de grupos y los operativos, es muy importante, para los grupos humanistas, menos. No obstante, ellos siempre son una entrada a la comprensión objetiva de la dinámica grupal, sobre todo porque ellos se realizan en el grupo mismo, en el aquí-ahora vivencial y perceptivo de los miembros, por lo que puede convertirse fácilmente en un material de alto valor operativo. 23 Proceso grupal. Será una verdadera perogrullada decir que cada grupo supone su propia dinámica, y es que la experiencia no deja duda: cada grupo es específico, distinto. No obstante, es posible, a manera de mapa general, ubicar ciertas etapas o momentos por los que usualmente atraviesan los grupos. La noción de etapas del proceso grupal nos ayuda a comprender lo que está haciendo un grupo, en un momento dado, en aras de su desarrollo. Casi todos los autores y manuales ofrecen distintas descripciones de las etapas o momentos por los que pasa el proceso grupal (Vinogradov y Yalom, 1989; Sadock, 1982; Kadis, Krasner, Winick y Foulkes, 1969; Baulco, 1989). Una representación que toma como criterio, los problemas que se deben ir resolviendo (Burin, Karl y Levin, 1995) postula seis etapas fundamentales: 1. Período de orientación, comunicaciones previas y búsqueda de consenso acerca de las metas u objetivos a alcanzar. 2. Período de proposición y evaluación de las propuestas de posibles alternativas de acción para alcanzar los objetivos. 3. Período de intercambio y elaboración de las informaciones de los miembros. 4. Período de establecimiento de los desacuerdos y definición de los modos de resolverlos. 5. Período de reducción de las tensiones generadas. 6. Período de síntesis o de elaboración final integrativa. Su representación gráfica se nos presenta del modo siguiente: En otra dirección, podemos encontrar otro upo de segmentación. Refiriéndose a los grupos de encuentro, a los que haremos referencia más adelante, Rogers presenta lo que él denomina «las pautas del proceso que veo desarrollarse» (Rogers, 1973:22) y las presenta aproximadamente en la secuencia en que se producen: 1. Etapa de rodeos. 2. Resistencia a la expresión o exploración personal. 24 3. Descripción de sentimientos del pasado. 4. Expresión de sentimientos negativos. 5. Expresión y exploración de material personalmente significativo. 6. Expresión de sentimientos interpersonales inmediatos dentro del grupo. 7. Desarrollo en el grupo de la capacidad para aliviar el dolor ajeno. 8. Aceptación de sí mismo y comienzo del cambio. 9. Resquebrajamiento de las fachadas. 10. El individuo recibe retroalimentación. 11. Enfrenamiento. 12. La relación asistencial fuera de las sesiones del grupo. 13. El encuentro básico. 14. Expresión de sentimientos positivos y acercamiento mutuo. 15. Cambios de conducta en el grupo. Es obvio que hay, en la definición de las posibles etapas, una fuerte influencia del paradigma teórico y práctico desde el que se concibe y realiza la intervención grupal. No obstante, podemos apuntar algunas tendencias más o menos comunes: 1. Intercambios fórmales y superficiales. Son encuentros promovidos desde la ansiedad del desconocimiento, desde el no saber lo que allí va a suceder, paro enmarcados dentro de lo que pudiéramos llamar un comportamiento educado, gentil y de contacto. 2. Aparición de resistencias variadas. Cuestionamiento del sentido mismo del trabajo, de la presencia personal, de la utilidad, etcétera. Aparición de una complicidad de grupo frente a la tarea y al coordinador. 3. Comienzo exiguo de presentaciones problemáticas y algo personalizadas. Se produce un primer nivel de contacto afectivo en el que se explícita la discreción de los miembros, etcétera. Hay como un«bordear la tarea» entrando en ella y volviendo a salir. 4. Aparición y desarrollo de los primeros conflictos interpersonales. Pluralidad de las propuestas, indiferencia ante las propuestas ajenas, dificultad para encontrar la comunidad. 5. Aparición de sensaciones de empantanamiento, las cosas no parecen avanzar. Expresión de emociones negativas, culpabilizaciones hacia otros miembros. Cuestionamiento del método y de la capacidad del coordinador. 6. Alumbramiento emocional y cognoscitivo. Redistribución de las emergencias productivas, aparición de una operatividad. Contactos más cercanos y comprometidos que incluso se extienden fuera de la sesión. 7. Elaboraciones conjuntas. Acuerdos más voluminosos que desacuerdos, relaciones más comprensivas y tolerantes, aceptación de los demás y de sí mismo. 8. Ansiedad de cierre por pérdida, desarrollo de tácticas de sobrevivencia del grupo después del cierre. Cierre. 25 Aunque estas etapas son representadas como una cierta secuencia, más que como una línea ascendente o escalonada, el proceso grupal quedaría mejor representado como un espiral, en el que se producen ciertos retrocesos, descensos y ascensos. Se trata de un proceso de productividad variable que se desliza a lo largo de las sesiones. En sentido general, estas etapas guardan una relación de sucesión, pero no rígida y exacta. Ellas se mueven entre sí siguiendo el curso de lo que Covey llamaría el paso de la dependencia, a la independencia, a la interdependencia (Covey, 1990.) Asimismo, cuando se habla del proceso grupal se habla de la oración de un «buen espíritu de grupo», al decir de Bion. Tomo la acertada descripción que hace este autor de aquello que ha de favorecerse como proceso grupal, como trabajo en grupo (Bion, 1991:26-27). 1. Elaboración de un propósito común. 2. Reconocimiento de los límites del grupo y de sus relaciones con otros grupos. 3. Establecimiento de la capacidad para aceptar y perder membresía sin riesgo del mantenimiento del carácter de grupo. 4. Libertad interna de los miembros, libertad de movimiento, respeto a los derechos, incluso libertad para los subgrupos. La libertad tiene como límite el pacto de grupo, lo acordado. 5. Valoración de los miembros por su contribución. 6. Desarrollo de la capacidad para enfrentar el descontento y superarlo. 7. El desarrollo de las «relaciones de a tres» (dos personas establecen una relación personal, con tres o más se produce un cambio cualitativo, se producen relaciones interpersonales). En síntesis, el proceso grupal es el conjunto de sucesos que acontecen en el grupo desde que comienza hasta que termina, así como los sucesos particulares que se dan en una sesión, en un tiempo interno de sesión. El proceso grupal es el modo de existencia y de desarrollo del grupo, él existe en acción. El trabajo en grupo consiste en la forma en que se favorece y se encuentra cl proceso grupal en aras de una tarea, un objetivo, un destino de grupo. Me aventuro a una cita extensa, pero enjundiosa, en la que se describe en apretada síntesis y con atino y vivencia el proceso grupal: Al principio, existe con frecuencia un estado de consternación, ansiedad e irritación (... en forma gradual se pone de manifiesto que la finalidad más importante de casi todos los miembros es hallar maneras de relacionarse con otros integrantes del grupo y consigo mismo. Luego [...) cada vez les resulta más claro que lo que manifestaron primero eran fachadas, máscaras [...] van surgiendo los sentimientos y personas reales [...] Lentamente se genera un sentido de auténtica comunicación [...] Así pues, es muy común que comience a surgir, poco a poco, una sensación de confianza, y también de cordialidad y simpatía hacia los demás integrantes [...] Los participantes sienten una unión e intimidad que no han experimentado (...) (Rogers, 1973.16). A esta altura no podemos obviar algo que resulta sumamente importante, para poder 26 entender la dinámica de trabajo de un grupo. Se trata precisamente de la sesión, la cual es el continente fundamental del proceso grupal. Podemos entender la sesión como el espacio de tiempo que media entre el inicio y el fin de un encuentro del grupo en el encuadre fijado por el contrato, y en el que transcurren los procesos de interacción, los procesos dinámicos del grupo y la elaboración de los contenidos; es el conjunto de sucesos de carácter ideocomportamental que producen e intercambian los miembros del grupo con producto de su ajuste a la tarea. El conjunto de sesiones forman una unidad: el proceso grupal. Es claro que se pueden distinguir, al menos, dos tipos de determinantes de la sesión: los determinantes formales (lugar de realización, tiempo de duración, funciones a realizar, y otros), y los determinantes de contenido (procesos dinámicos que se dan al interno simbólico, representacional del sistema de interacciones lingüísticas y comportamentales de los miembros. Mi visión del asunto de la sesión la he tratado con más detenimiento en mi libro «Orientación psicológica» (en prensa), de modo que aquí haré algunas referencias tomadas directamente de allí, aplicándolas a la situación del trabajo grupal. Aun cuando el trabajo grupal es usualmente discontinuo, en el sentido de que se produce por sesiones que por lo general, están separadas por un espacio importante de tiempo entre ellas, y la unidad básica de este trabajo parece ser la sesión, no debemos desconocer que entre una sesión y otra existe siempre alguna relación. Este vínculo no es el resultado de la presencia de «las mismas personas», sino que se sustenta en una producción simbólica continua. No hablamos de lo mnémico, de un recuerdo voluntariamente propuesto, sino del hecho de la capacidad productora de esa unidad que resulta tener la situación y su exigencia de ajuste a la tarea. Cada sesión se relaciona con otra de múltiples modos en cuanto a la producción de sucesos ideocomportamentales, pero hay una línea continua que va desde el inicio, la primera sesión, hasta la última, el cierre. Esta es la impresión que se genera en los sistemas tradicionales de intervención, donde la unidad básica de la intervención es el proceso y su modo de realización, la sesión. En la sesión podemos distinguir tres momentos: inicio, desempeño, y cierre (como en todos los procesos), y entre ellos hay una distribución de tiempo y esfuerzo (volumen de producción ideocomportamental) que se asemeja a la tan conocida «Campana de Gauss». La prioridad temporal y de productividad la tiene el desempeño Desde el punto de vista de los criterios formales, es necesario observar los siguientes principios de funcionamiento que se establecerán en el contrato: 1. El horario de la sesión es cerrado, es decir, tiene un principio y un fin exactamente delimitado. 2. El tiempo de duración de una sesión no debe exceder las dos horas, aunque algunos autores prefieren una precisión en dependencia del número de participantes en el grupo y del tipo de tarea que se realizará. 3. Una vez comenzada la sesión nadie debe incorporarse. Asimismo, nadie sale hasta tanto termine. 4. La sesión se desarrolla a puerta cerrada y en un lugar que permita un cierto aislamiento. 5. La sesión es un límite de información. Las informaciones que se brindan en la sesión sólo se pueden usar dentro de ella. 27 Expresiones y sucesos de la dinámica grupal. Hay un conjunto de consideraciones que hoy se hacen inevitables, como conciliación o asimilación de las experiencias y formulaciones teóricas de los diferentes enfoques. Esto es lo que nos ha permitido avanzar hasta este punto. De lo contrario no podríamos hablar, sobreentendiendo un cierto consenso, ni de funciones del rol de coordinación, ni tan siquiera de rol, y muchas otras cosas. Pero las consideraciones que hemos hecho basta aquí, y que pueden ser tomadas como de las más importantes, tienen que ver sobre todo con aspectos descriptivos estructurales y de funciones. Una de las más típicas preguntas que se hace una persona cuando va a participar por primera vez en un grupo es: ¿Qué va a pasar aquí? Por cierto que cuando tenga varios grupos en su haber se seguirá preguntando lo mismo, pero de otro modo: ¿Y en este qué pasará? Parecería que el coordinador de grupo debería estar libre de tal ansiedad. Pero no es exactamente así. El coordinador de grupo sabe algunas de las cosas que pasarán, otras que tienen grandes posibilidades de pasar, pero también sabe que hay una franja considerable que él desconoce. Él se prepara para trabajar en esas condiciones. Pero tampoco él sabe todo lo que sucederá. De lo que no hay dudas es de que en los grupos suceden muchas cosas similares, no tanto por su contenido y forma de expresión, sino sobre todo por lo que revelan. Es por eso que hay un acuerdo tácito en que más allá de las manifestaciones concretas o fenoménicas, sin duda alguna diferentes en cada grupo, en todos los grupos se revela una suerte de proceso subyacente que expresa la realidad psicológica funcional del grupo. A esto le denominamos: la dinámica grupal. El concepto de dinámica en psicología se relaciona con varios aspectos relevantes a la comprensión de los fenómenos grupales: 1. Las cosas están en movimiento. En el grupo constantemente están pasando cosas, se están verificando procesos. 2. Las cosas que suceden tienen un desencadenante actual, pero tienen sobre todo un motivo, algo que las genera. Las manifestaciones comportamentales del grupo en su conjunto y de sus miembros tienen sus causas. 3. La toma de conciencia de estas causas, así como de los procesos que ellas desencadenan, no se tipifican en su existencia consciente, generalmente se dan de modo inconsciente. 4. Los elementos que componen el grupo se representan en un campo de fuerzas. En lo que al concepto de dinámica grupal se refiere, con él se quiere llamar la atención, por una parte, sobre el hecho observable que en el grupo constantemente están pasando cosas, que las personas, no importa cuál sea el rol que jueguen, están haciendo cosas. Por otra parte, se plantea la necesidad de reconocer que tras la apariencia de la manifestación comportamental, es necesario entender el sentido real de los comportamientos, los procesos que movilizan ese comportamiento y que por lo general, al menos en un sentido descriptivo, son inconscientes. En la representación estereotipada de algunos especialistas, el proceso por el cual podemos llegar desde la manifestación comportamental al sentido del comportamiento y de aquí a lo 28 que en él se expresa como dinámica grupal, es interpretar, y la interpretación pertenece al mundo de los enfoques psicoanalíticos. Absurdo típico de los estereotipos y prejuicios. Si la interpretación hace al especialista psicoanalista, todos seríamos psicoanalistas. El asunto es sencillo: en el grupo la gente hace cosas que tienen un significado para la torea, para las relaciones en el interior del grupo y para sí mismo, pero la gente también manifiesta cosas que no hace directamente, y que también tienen un significado. Un análisis comprometido con el saber elaborado por la ciencia psicológica «no importa dónde ni quien la desarrolló» (Vygotsky, 1982:435) nos permite comprender que el grupo está atravesado por diferentes «fuerzas», para hablar en el lenguaje lewiniano, que movilizan comportamientos con contenidos diferentes y formas diversas de explicación (manifiesta, latente, directa, indirecta, activa, pasiva, entre otras). A esto se refieren muchos autores desde perspectivas y con denominaciones diferentes: horizontalidad y verticalidad (PkhónRiviére), tele (Moreno), fuerzas (Lewin) y otros. Podemos intentar una representación y denominación de los espacios fundamentales desde donde se generan las tendencias o fuerzas a ia producción comportamental en un grupo, la movilización de su dinámica propia. El peso relativo que pueda tener uno u otro en el proceso de intervención depende, en gran medida, aunque no únicamente, del modelo o paradigma teórico con el que se trabaje y del tipo de tarea que se realice. Sin pretender abarcarlos todos, y en particular, para dar una clara representación de la complejidad de las determinaciones de la dinámica grupal, podemos referir que los espacios son fundamentalmente: 1. Contexto global o estable en el que existe el grupo, espacio sociológico. 2. Contexto particular de existencia, espacio situacional. Estos dos pertenecen a las determinaciones mediatas. Las determinaciones inmediatas están en los espacios siguientes: 3. La tarca, el espacio instrumental. Aquí se trata de las relaciones de los individuos y el grupo con la tarea. 4. Las relaciones que se establecen entre los miembros del grupo y el coordinador o el equipo de coordinación, así como las relaciones entre los roles que desempeñan los miembros. El espacio relacional funcional. 5. Las relaciones de subgrupos y los contactos emocionales e ideoafectivos que se establecen entre los miembros, es decir el espacio vincular. A las determinaciones más personales de los miembros es necesario hacer referencia como un espacio particular. 6. Las determinaciones de la psicología individual, incluyendo: la psicología social de los miembros, los dinamismos personales- necesidades, expectativas, fantasías, y otras-, las tendencias inconscientes y las conscientes. El espacio psicodinámico individual. 29 CONTEXTOS ESTABLOS REALES DE EXISTENCIA DEL GRUPO Contexto mediato (sociedad, cultura, etc ) Contexto inmediato (institución, comunidad, etc.) CONTEXTOS SITUAClONALES REALES DE LA EXISTENCIA DEL GRUPO Límites del grupo (temporales, instrumentales o de la tarea, objetivos, etc.) Percepción externa Intentaré ahora una representación de las fuerzas que generan la dinámica grupal. Este complejo campo de tuerzas es, en lo fundamental, el responsable de las expresiones y sucesos que conocemos de la dinámica grupal. No hay como no estar de acuerdo con que «la naturaleza dinámica de las respuestas de los individuos en un grupo representa la materia prima para el proceso de [...] grupo» (Kadis, Krasncr, Wjnick y Foulkes, 1969:99). Insisto en que las manifestaciones son variadas y variables. En la literatura se ha señalado una gran cantidad de estas manifestaciones; veamos el siguiente intento de presentación de algunas de ellas: 30 Relaciones entre los diferentes componentes de la situación grupal GRUPOTAREA GRUPOCOORDINADOR COORDINADORGRUPO COORDINADOR MIEMBRO MIEMBROMIEMBRO Sucesos o expresiones básicamente emocionales o emociógenas. Sucesos o expresiones básicamente instrumentales o del desempeño actitudinal Sucesos o expresiones básicamente asociadas con los procesos de elaboración Rol Liderazgo Silencio Evitación Evasión Conformismo Elaboración de proyecto Enfrentamiento Formulación Aceptación Racionalización Sublimación Transferencia (positiva o negativa) Atribución Hostilidad Exclusión Sustitución funcional Lucha de poder Insight interpretativo Empatía Rechazo Contratransferencia Absorción Enganche emocional Mediación Arbitraje Acting-in Frasing Encuadrar Elaboración de objetivos Coordinación Síntesis Retroalimentación Interpretación Contratransferencia Temores resistenciales Ansiedad Cuestionamiento Fijeza funcional Set inadecuado Escotomización Insight Acting Catársis Catexis Reactancia Introspección Escotomización Defensas Insight Trasposición categorial Homeostásis Resonancia Atribución Proyección Atracción Polarización Complicidad Cohesión Controversia Conflicto Inductibilidad Lucha de poder Malentendido Normatización Comunicación extraverbal Comprobación de la realidad. Confrontación Colaboración Toma de decisiones Negociación Equidad Elaboración de objetivos Estereotipo Resistencia Apasionamiento Formación reactiva Timing Acting-out Hostilidad Adhesión Expectación 31 Podríamos lógicamente dedicarnos a la explicación pormenorizada de cada uno de ellos, pero la urea se hace en extremo compulsiva, sin descontar que encontraríamos una seria dificultad en el hecho que las definiciones de estos conceptos suelen estar teñidas fuertemente por la visión autoral. Pero, sí sería necesario detenerse en algunos sucesos, por la importancia que tienen en las prácticas de intervención. Una de las expresiones que durante mucho tiempo resultó centro de polémicas entre los grupólogos es el silencio. Lógicamente la comprensión del silencio como expresión de la dinámica grupal sólo es posible, si se superan las representaciones teóricas simplistas, según las cuales la comunicación es intercambio de información por medio de palabras. Sin embargo, si partimos del hecho que comunicación no es sólo la verbal, la comprensión del silencio es fundamental para trabajar en grupo. Dice Watzlawick que «un gesto o una expresión facial puede revelar más que cien palabras» (1981:64). El silencio es un fenómeno muy común en el proceso grupal, ya sea el silencio de uno, de algunos o de todos. El silencio puede ser resistencia, pero también puede ser tensión contenida, o un indicio de reflexión, incluso puede ser aburrimiento o una limitación social de la red interpersonal. Pero siempre es una forma de comunicación y por tanto ha de ser tratada como el resto. Para el coordinador novel, el silencio es por lo común tremendamente ansiógeno. Parece ser que la tendencia es a sentirlo o bien solamente como resistencia, o bien como empantanamiento. En cualquiera de los dos casos, la ansiedad se traduce en una pregunta que se hace el coordinador: ¿Qué hago ahora? Las respuestas son variadas. Algunos aconsejan no intervenir y esperar casi ad infinitum a que aparezca un emergente, o un rol de ruptura. Esto, sin embargo, puede ser peligroso: las personas se desactivan, pierden la concentración en el trabajo del grupo, se acomodan a la espera de que otro resuelva la situación, se genera mucha tensión expectante. En mi opinión, mantener el silencio prolongado hasta sus últimas consecuencias no es una buena opción, por último porque «cada personaje callado es una perspectiva que se pierde» (Bricchctto y Bricchetto, 1974:28). La respuesta tampoco parece estar en la compulsión al grupo a hacer algo: ¿Por qué se quedan callados? Digan algo. Si se van a mantener en silencio difícilmente avancemos. Parece ser que en primer lugar el silencio tiene que ser entendido (¿es resistencia?, ¿es elaboración?), y entenderlo quiere decir interpretarlo. En cualquier caso la concepción operativa de la interpretación recomendaría la elaboración de una hipótesis y su entrega al grupo para ser trabajada, lo que ya supone una salida del silencio. Hemos referido al paso uno de los más importantes sucesos de la dinámica grupal: la resistencia. En el aparato conceptual de espíritu psicoanalítico, la resistencia se define como la oposición que los sujetos hacen a la manifestación de sus contenidos inconscientes. Por extensión, en la situación grupal se considera resistencia todo lo que los individuos hacen para evitar, no afrontar, o no trabajar sobre la urea. Esto supone la negativa también a todo lo que supone un vínculo directo o indirecto con la tarea, me refiero a cosas que pueden ir desde trabajar con las interpretaciones que hace el coordinador, hasta sencillamente no asistir a las sesiones grupales. Muchos consideran que la mayor parte del trabajo con grupos de intervención (entiéndase sin pretensión diagnóstica o evaluativa) consiste en trabajar sobre la resistencia. En el discurso psicoanalítico se habla de una regla fundamental, lo primero que se interpreta es la resistencia. La resistencia se interpreta antes que el contenido. En cualquier caso, más allá 32 de las posibles diferencias teóricas, no hay dudas de que, al menos pragmáticamente, la tendencia ha de ser a comenzar por el trabajo sobre la resistencia. La más elemental lógica nos dice que si la resistencia es lo que impide que se haga lo que se tiene que hacer, entonces para poder hacer algo es imprescindible primero levantar ese impedimento. ¿Qué quiere decir trabajar sobre la resistencia? Parto de una consideración fundamental: «la disolución de las resistencias mediante el conocimiento» (Racker, 1986:60). Trabajar sobre la resistencia es: 1. Identificarla como tal. 2. Ubicar sus manifestaciones para el caso concreto. 3. Analizar sus causas más cercanas. 4. Modificar el enfrentamiento de la urea. Algunos especialistas consideran que la única causa de la resistencia son los dinamismos inconscientes. Tal tesis lleva a algunos a pensar que: •y esto que refiero fue una experiencia real como participante de una experiencia psicoanalítica de grupo- si un miembro de manera discreta y casi imperceptible bosteza en una sesión, y el coordinador se da cuenta, éste debe interpretarlo como resistencia. Si el sujeto pide disculpas y explica que prácticamente no durmió en toda la noche porque fue a la boda de su hijo y después de la fiesta se quedó recogiendo la casa, cosa por demás real, entonces con más razón se interpreta resistencia. Personalmente veo en tal actitud una perversión pseudoprofesional de dudoso valor. La resistencia puede tener determinantes de distinto orden y, para ser interpretada como tal, lo primero que se debe exigir a la interpretación es adecuación contextual De lo que no hay dudas es del valor que tiene la resistencia para el desenvolvimiento del trabajo grupa!. Desde la postura del coordinador ella es un instrumento valioso para entender al grupo. La resistencia le brinda elementos y vías de acceso al coordinador para la dinámica grupa! Al grupo le sirve para hacer de su encuentro con la tarca un proceso de acercamiento paulatino y, por ende, más factible. La resistencia es fuerte de reflexión y motivo de comprensión. Quizás uno de los sucesos más comunes de la dinámica grupa) son los conflictos. No tengo la más mínima duda en afirmar que sin conflictos no hay grupo, sin el análisis y el manejo de los conflictos, no hay intervención grupal posible. Todas las tradiciones paradigmáticas que con mayor fuerza han impactado a las prácticas grupales -estoy pensando en K. Lewin. S. Freud, W. Reich, entre otros- conceden un lugar fundamental a los conflictos. La variedad de existencia de los conflictos delata por sí sola su presencia y significado en las prácticas sociales y cotidianas. Sin pretender una clasificación exhaustiva, sino más bien buscando identificar espacios de existencia, podemos decir que los conflictos pueden ser: 1. Según el nivel de organización sociopsicológica implicado: conflictos personales (intrapsíquicos), conflictos interpersonales (entre dos o más personas identificadas como unidades aisladas), conflictos grupales (entre las personas que conforman un mismo grupo), conflictos intergrupales (intergrupalcs comunitarios, intergrupales institucionales, entre otros), conflictos institucionales. 33 2. Según el nivel de organización sociocultural y política implicado: conflictos étnicos, raciales, y otros, conflictos nacionales, conflictos internacionales. 3. Según el ámbito de la vida en que se manifiestan: conflictos familiares. conflictos laborales, conflictos profesionales. 4. Según los contenidos o esferas de la vida en que se expresan: conflictos vocacionalcs. conflictos amorosos. 5. Según el contenido subjetivo dominante: conflicto de Adeudad o lealtad. conflicto moral, conflicto de identidad. Se habla de conflictos de decisión, de conflictos económicos, de conflictos sexuales. El término se aplica a una multiplicidad voluminosa de situaciones (PruittyRubin, 1986; Coleman, 1957; Tjosvold y Johnson, 1983; Thomas, 1976). No es menos cierto que él ha sido muy indiscriminadamente utilizado y corre el riesgo de «perder su status como concepto singular» (Pruitt y Rubín, 1986:4). En principio, podemos decir que un conflicto no es otra cosa que una interacción entre dos o más posiciones relevantes entre sí (la una para la otra), cada una de las cuales expresa tendencias diferentes que en la condición dada aparecen como mutuamente excluyentes. No toda contradicción es un conflicto. No toda diferencia es un conflicto. Para hablar de conflicto es necesario que se den determinadas peculiaridades. Señalo las que considero fundamentales: 1. La existencia de una situación de cierre que obligue a las posiciones relevantes a realizar su tendencia y buscar una solución a la diferencia dentro de un determinado marco. 2. Clara visión de la diferencia. 3. Vivencias emocionales de displacer asociadas con la existencia de diferencias. 4. Toma de conciencia de la situación conflictiva, de la posición del otro, como situación que impide u obstaculiza el desempeño o realización de las tendencias comportamentales de las partes conflictuales. 5. Necesidad compulsiva o tendencia a realizar la derivación comportamental específica que resulta diferente, contradictoria, en cada una de las partes. 6. Percepción más o menos clara, al menos a nivel de lo manifiesto o lo expresivo representacional, de lo que se quiere lograr y cómo se quiere lograr. El tema de los conflictos en el grupo es de una relevancia particular. Observo que uno de los indicadores de cosas tan importantes como la cohesión grupal, la efectividad grupal, el nivel de desarrollo de un grupo, es la presencia y manejo de los conflictos (Johnson y Johson, 1991). Específicamente cuando de grupos de intervención se trata, habría que ubicar algunos consideraciones y puntos de partida: 34 1. El conflicto es una contingencia natural c inevitable en las prácticas de intervención grupal. No hay que preocuparse cuando aparecen los conflictos en una intervención grupal. La presencia de un conflicto ya habla de algunos aspectos positivos de lo que está pasando con el grupo. Considérese que como tendencia general: un grupo que explícita sus conflictos es usualmente un grupo interesado en la tarea; un grupo que explicita sus conflictos tiene la posibilidad de enfrentarlos, manejarlos y solucionarlos; un grupo que explicita sus conflictos, y los maneja convenientemente, crece y madura más, y el crecimiento que produce, logra mayor estabilidad; un grupo que explicita sus conflictos es fuente de cambio para los contextos donde existe. 2. No sólo por las razones anteriores, sino también por razonesdiagnósticas, de comprensión, los conflictos no deben evitarse, pues a través de ellos el grupo habla. Los conflictos no son casuales, sino causales, causados. Los conflictos son usualmente los portavoces dela dinámica grupal. 3. Si bien es cierto que el nivel y el modo de análisis de un conflicto dependerá del modelo de trabajo (paradigma) que se desarrolla, los conflictos que competen a la intervención grupal son, en primera instancia, los conflictos interpersonales, y en la medida en que representen las presiones desde el exterior, los intergrupales y los grupos institucionales. 4. Los conflictos pueden manifestarse de muchas formas diferentes. Por eso el trabajo con el conflicto no puede reducirse a su manifestación apariencial fenoménica, sino que tiene que internarse en su dinámica, en su sentido. Trabajar con el conflicto supone: Hacerlo evidente para el grupo. Analizar su estructura y su contenido. Diferenciar las emociones asociadas de los contenidos. Hipotetizar sobre sus causas, las funcionales, las personológicas, entre otras. Reflejar las actitudes que asumen las partes, y valorar su repercusión comportamental. Facilitar la comprensión de terceras alternativas. Si bien los conflictos son variables en cuanto a su intensidad, capacidad de resolución, estabilidad en el tiempo, etcétera, podemos establecer algunas etapas por las que pasan usualmente los conflictos grupales. 1. Etapa de latencia o preconflicto. Al interno de la dinámica personal y de la grupa!, se van elaborando las condiciones de manifestación del conflicto. Algunas veces se trata sencillamente de que el conflicto está latente, pero no se ha explicitado al menos de manera evidente para los miembros del grupo. En muchas ocasiones, es la intervención del coordinador quien pone fin a esta etapa al hacer visible el conflicto. Es una etapa que pudiera ser llamada de «calma chicha*, como estar en el «vórtice de un ciclón*. Hay una baja en la intensidad y la frecuencia de las interacciones. Muchas veces hay un «silencio tenso» o un hablar de cosas sin relevancia. 2. Etapa de irrupción. Hay usualmente un momento de clara explosión emocional donde la 35 polarización en la postura individual es máxima e irracional. Es un momento de mucha tensión y energía. Depende en mucho de las peculiaridades personológicas de los portavoces del conflicto. En ocasiones, entre la etapa de latencia y la de irrupción media un tiempo en el que las partes con mucha cautela van presentando credenciales o van observando lo que la otra parte está intentando deslizar. 3. Etapa de explicitación. Usualmente bajo la intervención del coordinador, aunque no necesariamente, las partes explicitan sus opiniones, criterios, puntos de vista. La carga emocional de esta explicitación es lo suficientemente fuerte para que no sea inusual la presencia de actitudes prepotentes, exclusivistas, planteamientos polarizados y absolutos. 4. Etapa defensiva reactiva de contrargumentaciones. Al sentirse atacada por la diferencia, cada una de las partes comienza a asumir actitudes parapetadas. Es aquí donde el conflicto cobra su punto culminante, al menos a nivel de las representaciones de los implicados. Aparecen el mal entendido, las respuestas descontextualizadas o no pertinentes, los estereotipos, entre otros, La crítica a la posición contraria por medio de la contrargumentación parece ser e! procedimiento más recurrente. 5. Etapa de los intentos primarios de solución. Aparecen lo que denominamos «estrategias improductivas de solución». La denomina¬ción de improductivas no es casual, se trata de que ellas ni favorecen la solución ni eliminan las causales, son sencillamente intentos de hacer desaparecer la vivencia emocional situación»!, desagradable, que tiñe todo lo que está sucediendo. Entre las estrategias más comunes podemos encontrar: Evasión: Una de las partes o ambas inclusive, se retira del campo y no expone más su punto de vista sobre la situación, al menos hasta que no esté en una mejor condición para hacerlo. Sumisión: Una de la partes asume acráticamente la posición de la otra renunciando totalmente a la suya. Covey (1990) la denomina de estrategia lose-win: yo perdí, tú me ganaste. Dominación: Una de las partes intenta valerse de algún mecanismo de dominación, sobre la base de los poderes relativos que cree tener -la inteligencia, la edad, el status, por citar algunas-. Estrategia win-lose: yo gané, tú perdiste; en el lenguaje de Covey. Agudización: Las partes agudizan los elementos emocionales puestos en el conflicto, a modo de generar un estado de tensión tal que hasta el propio coordinador considere que lo mejor es dejarlo todo como está. Covey (1990) le llama la estrategia lose-lose: los dos perdimos. Otras estrategias son menos improductivas que éstas, pero no le sacan el máximo provecho al conflicto. Son estrategias en las que se trata de una conciliación de alternativas y no de una elaboración de alternativas nuevas. Transacción: Cada una de las partes se dispone a ceder en algo con el ánimo de no perderlo todo. La transacción redefine la situación de modo que quede lose-win, lose-win: perdimos y ganamos. 6. Etapa de cuestionamiento. Es aquí donde se produce un verdadero insigbt de la situación. Las partes comienzan a percibir el verdadero carácter del conflicto, a entender lo inadecuado de (as estrategias resolutivas a improductivas. 36 7. Etapa de conciliación y búsqueda. Una vez entendido el carácter del conflicto, su esencia y lo improductivo de las soluciones intentadas, se produce la conciliación emocional, U tolerancia a las diferencias y con ellas se abre la puerta a la colaboración, único paso productivo en la resolución de los conflictos, la colaboración es la que pone a las partes en condiciones de win-win: ganamos. 8. Etapa de solución. Encontrar la posible colaboración, armarla y echarla a andar no es suficiente. La solución hallada tiene que ser implementada y observar sus efectos reales. Es claro que no siempre se transita por todas las etapas. En muchas oportunidades el estancamiento, la apatía, la deserción son efectos de conflictos mal manejados, o cuyo trabajo se detuvo en alguna de las falsas soluciones. El grupo que enfrenta y resuelve adecuadamente los conflictos sale fortalecido de la contienda. Oportunidades y riesgos. El punto de partida para la decisión de trabajar con un dispositivo grupa! es, como para cualquier adscripción teórica o técnica en Psicología, la preferencia. Uno de los «grupólogos» más connotado en nuestro continente, el argentino Armando Bauleo, terminaba de dar una excelente conferencia en un auditorio de nuestra Facultad, y una asistente, también argentina y psicoanalista, luego de poner en juego sus hipótesis, fantasías y hasta alucinaciones le preguntó: ¿Por qué vos preferís trabajar en grupo más que en lo individual? A lo que Armando sin demora respondió: «Porque me gusta». Claro, que hay más que gusto, pero hay en el gusto, en el placer un punto de partida esencial. Luego, al parecer vienen también ciertas particularidades individuales, personológicas, si se les quiere llamar así, que hacen que algunos especialistas evalúen objetivamente una mayor capacidad personal para trabajar en grupos que otros. Algunos autores señalan cosas como capacidad de percepción global, del todo, carisma interpersonal, peculiaridades funcionales, y otras más. El impacto, la extensión, la aceptación y las llamadas ventajas de las prácticas grupales es total. No queda fuera prácticamente ningún ámbito de la vida humana. Si alguna duda quedara podemos tomar apenas como una sencilla referencia el XII Congreso Internacional de Psicoterapia de Grupo, que como divisa de convocatoria tenía «LOS GRUPOS EN EL UMBRAL DEL NUEVO SIGLO» (International Association of Group Psychotherapy, 1995). En este encuentro cientos de profesionales presentaron y debatieron sus experiencias condensadas en más de 500 trabajos. ¿Para qué pueden servir los grupos? Esta es sin duda una pregunta interesante. Veamos algunas respuestas probables Por la vía del análisis de los trabajos de intervención grupal de la gestión y la participación gremial, comunitaria, entre otras, Burin, Karl, y Levin (1995) nos dan cinco elementos fundamentales: a. Aprender a hacer tareas y asumir papeles que nunca antes tuvieron que ejecutar sus miembros. 37 b. Disminuir el miedo emergente en la situación de aprendizaje de algo nuevo y desconocido. Esto ocurre gracias a que en el grupo las personas se sienten apoyadas por los compañeros. c. Construir la personalidad por la vía del intercambio de valores, compartir sentimientos. d. Potenciar los recursos de cada uno de sus miembros. e. Favorecer la subsistencia y promover estados de bienestar. Una lista que sintetiza las opiniones de diferentes especialistas nos las presenta De la Torre (1995): 1. En el intercambio grupal se produce una relajación o distensión del sujeto producida por el apoyo mutuo y el descubrimiento de que otros comparten muchas cosas comunes con él. 2. Se favorece un intercambio muy rico de experiencias mutuas que conforman, para los participantes, un arsenal significativo de alternativas. 3. Se produce una suerte de aumento de la autoestima, resultado de la gratificante sensación de poder ayudar a otros. 4. Se desarrollan sentimientos altruistas y de tolerancia. 5. La experiencia de grupo favorece la sensibilización y el aumento del awareness para las relaciones interpersonales. 6. Establecimiento de múltiples redes transferenciales que, a su vez, facilitan la disolución de éstas. 7. Se verifica un proceso de resocialización de las contradicciones en condiciones más favorables, que beneficia una actitud optimista y esperanzada en las personas. 8. Se facilita la expresión de las posibles dificultades a partir de la activación catártica entre los diferentes miembros del grupo. 9. Incorporación de múltiples formas de expresión de los sentimientos, actitudes y representaciones. 10. Se favorece la sensibilización con el aquí y ahora. 11. Emergen con mucha facilidad los procesos de identificación y diferenciación en el contexto del grupo. 12. Aumento y objetivación del autoconocimiento mediante la estimulación de insights al contar con la retroalimentación de otras personas. 13.Aprendizaje por imitación de otros modelos de comportamiento. 14.Enfrentamiento más responsable y colaborativo de problemas existenciales (muerte, soledad, libertad, sentido de la vida) cuyas posibilidades de superación son relativamente limitadas. 15.Posibilidad de reeditar situaciones más vívidamente mediante técnicas dramáticas o expresivas que faciliten el «volver a vivir la situación». 16.Mayor participación de la dimensión corporal. 38 Sin embargo, en muchas ocasiones, cuando encontramos un análisis de las ventajas que supone trabajar en grupos, nos queda la impresión -quizás hasta sencillamente por el modo de formulación- que siempre que se trabaje con ellos, las ventajas se van a producir. Nada más distante de la realidad. Más allá de las habilidades demostradas del coordinador (su nivel de preparación profesional, su inteligencia y talento, su experiencia con otros grupos, y otras), más allá de la disposición de un grupo a trabajar con empeño y dedicación, incluso más allá de las diferentes técnicas que se apliquen, el resultado concreto del accionar grupal es parcialmente previsible. Claro que hay cosas que sabemos que con mayor probabilidad van a ocurrir, hay otras que suponemos no deberían ocurrir, pero un volumen importante está en las que no podemos predecir. De modo tal que cualquier expectativa de éxito puede verse seriamente frustrada al llegar a la última sesión. El asunto es tan sencillo, que no amerita mucha discusión. 1.Un grupo es siempre una experiencia única e irrepetible, pero lo que llamamos experiencia, para el caso del conductor o el equipo de conducción, es apenas reducible a alguna capacidad instalada en el coordinador, o los miembros del equipo de coordinación, que no necesariamente se corresponderá con la peculiaridad grupal que se formará en cada caso concreto. Más aún, la experiencia del coordinador puede resultar negativa en el sentido de producirse trasposiciones injustificadas para la situación. 2.Los grupos tienen su tíming, digamos "su momento", y del mismo modo (o tienen sus miembros. Por lo que las intervenciones grupales tienen posibilidades contextúales distintas para lograr cosas similares o distintas. Kl grupo, además de existir en un determinado contexto real, existe en un contexto simbólico, de representaciones y experiencias diversas de cada uno de sus miembros y del grupo como un todo. Aquí están no sólo sus posibilidades, sino también sus retos y, por ende, sus posibles límites. Es cierto que son muchas las razones que se dan para la preferencia del trabajo grupa!, pero tantas como estas son susceptibles de darse para justificar los dispositivos de relación bipersonal, individual. Muchos narran experiencias grupales muy positivas, otros no han tenido las mismas experiencias. En cada ámbito particular, en el que las prácticas grupales se utilizan, ellas pueden representar ventajas específicas, pero también desventajas. Es por eso que prefiero hablar más que de ventajas, de oportunidades y riesgos, tratando de llamar la atención con esto acerca de que las cosas pueden no ir bien, que existen tropiezos posibles, y al mismo tiempo que hay muchas cosas buenas que pudieran suceder, si las cosas se hacen bien y las condiciones nos favorecen. Una actitud más probabilística y cautelosa es no sólo más objetiva y menos ansiógena, sino también más movilizadora para llamar la atención sobre la necesaria profesionalidad y cientificidad de las prácticas grupales. Quiero entonces llamar la atención sobre lo que pudieran ser algunos riesgos. Parto de considerar que la resistencia que prácticamente todos los autores refieren como momento inicial de las acciones del grupo, no es solamente el resultado de ciertos dinamismos grupales. Antes de llegar a trabajar en el grupo, ya existe un conjunto de representaciones, creencias, valores que puede convertirse en un freno para la intervención 39 grupa!. Uno de los que resulta evidente es el de los miedos internos o prejuicios del futuro miembro del grupo (Mascarenhas, 1987; Calviño, 1995). Cuando se comienza un trabajo de grupo suelen ocurrir elaboraciones prejudiciales que algunos han llamado «los presupuestos antigrupales». Mencionemos algunos de ellos -. • «Uno entre dos es igual a menos para cada uno». Esta es la cuenta que sacan algunos clientes cuando están entrando o decidiendo entrar en un proceso grupa!. Lógicamente esto ocurre con más frecuencia cuando se trata de grupos cuyos miembros se reúnen desde una necesidad específica, de algo que supuestamente proporcionará el trabajo en grupo (más exactamente lo que se espera del coordinador). Esto es muy común en grupos de terapia, de pacientes de alguna enfermedad. grupos para el desarrollo de habilidades, entre oíros. La acción del profesional es pensada como un algo que se tiene que dividir, si hay más de uno entonces el especialista no brindará el mismo volumen de atención al participante. El grupo es. de algún modo, visto como un competidor. • «Con esos truenos no hay quien duerma». En ocasiones los miembros de un grupo hacen extrapolaciones de otros grupos humanos, en los que participan y piensan que aquel en el que comenzará a trabajar va a funcionar así, es decir, del mismo modo. Esto le desagrada, incluso en ocasiones teme que «algún loco» o alguien con muy serios problemas esté en el grupo y tenga conductas agresivas, salvajes, o sencillamente desagradables o de poco interés, etcétera. • «¿No será esto un watergate? además, los cubanos son muy chismosos.» Es reconocido, por prácticamente todos los autores, que realmente las personas entran al grupo con desconfianza, temores de indiscreción, de que algo que él diga o haga en el grupo sea luego dicho a otras personas que no están en el grupo, incluso que pueda ser utilizado en su contra. Esto puede ser fuente de estancamiento, incluso de abandono. • «Si no lo hago solo, cómo lo voy a hacer delante de desconocidos». Muchas personas consideran, es más, están convencidas de que su actividad o su capacidad de apertura se verán total y definitivamente obstruidas por la presencia de otras personas. A los demás no hay por que contarles ciertas interioridades. • «Y si lo hago más mal que los demás...». Es este un temor bastante frecuente en muchas personas, cuando están llegando a un grupo. Es un sentimiento de desconfianza, que incluso puede repercutir muy negativamente en su autoestima. • . «Bastantes problemas tengo yo como para que me vengan a soltar sus problemas otras personas». Y ciertamente el sujeto entrará en conocimiento de otros problemas, distintos o similares a los suyos, sólo que le parece que pueden ser contagiosos. • «Si ponerme de acuerdo con uno es difícil, qué no será con un grupo entero». Es evidentemente una negación de la factibilidad de la tarea, incluso antes de acometerla. • «Yo no soy artista y nunca me gustó la actuación». Esto lógicamente se relaciona con intervenciones grupales que hacen uso de dramatizaciones, escenificaciones, trabajos corporales, y otros 1-s un temor a las capacidades, ahora formuladas en términos de la escena. Esto se hace evidente en las primeras sesiones en las que algunos pacientes dicen preferir observar unos días más para aprender. • «Yo lo que quiero es...>. En el mejor de los casos, el individuo cree que su participación en el grupo está asociada con ciertas expectativas personales, y no cree 40 probable que otro miembro tenga expectativas similares. • «Esto no es serio, parece un juego de muchachos». Las prácticas grupales en ocasiones son percibidas como acciones un tanto infantiles, cosas que están bien para los muchachos, pero no para adultos. Se desacredita así la función profesional, y al propio especialista. • «Yo con este tipo de gente no tengo nada que ver». Las personas llegan al grupo y no les gusta el no conocer a las personas. Aparecen prejuicios de todo tipo -raciales, de sexo, edad, grupo cultural, nivel de educación, por citar algunos. Esto favorece desde el aumento de las resistencias hasta el abandono. El participante más típico que recibimos, se comporta, por lo general, de alguno de estos modos. Podemos llamarle a todo esto «resistencia al trabajo grupal», o sencillamente «prejuicios» o «falta de cultura psicológica», pero lo cierto es que está en el punto de partida de cualquier práctica grupal y, en ocasiones, resulta definitorio en el éxito relativo del trabajo del grupo. Pero este, a su vez, puede ir mal por razones mismas de la situación grupal. Murphy nos dice, en su conocida Regla de finagle, que «el trabajo en equipo es esencial. Le permitirá echarle la culpa a otro». Efectivamente el trabajo en grupo corre el riesgo de promover un inmovilismo asociado con una expectativa volcada por cada miembro sobre otro, para la realización de una cierta función, la superación de un silencio, la evocación de un contenido, etcétera. ¿Cuándo se hace difícil trabajar en grupo?, y en este sentido ¿cuándo los efectos probables de un grupo pueden ser negativos? Veamos la respuesta de los propios grupólogos (Burin, Karl y Levin, 1995:29-30): Cuando la idea de formar el grupo no proviene de los miembros que lo formarán [...} Cuando los miembros del grupo no tienen una necesidad importante y común [... Cuando (...) la naturaleza del trabajo que hay que hacer (...) es individual y solitario (...) Cuando hay personas que por su importancia, trayectoria, lama o capacidad funcionarán de hecho como los "dueños" (...) Cuando (...algunos miembros dicen tener mayores necesidades que el resto, generando diferencias internas (...) Cuando un miembro tiene un ritmo de trabajo o una capacidad para manejar información mayor que el resto del grupo. Cuando los miembros (...) no tienen las capacidades necesarias [...] Lógicamente, no son estos los únicos riesgos posibles Enumero algunos más: 1. Movilización espontánea de procesos emocionales muy intensos de muy difícil manejo, si el coordinador no tiene conocimientos específicos de psicología clínica o psiquiatría. En los grupos esto es particularmente peligroso por la capacidad de contagio que ellos tienen. Esto puede traer graves consecuencias para el grupo y para algunos de sus miembros. 2. Acomodación a un sistema de intercambio superficial y de apariencia emocional positiva que aparece luego de los contactos primeros, y que bloquea el acceso a los conflictos. La tendencia al conformismo en los grupos tiende a ser alta. 3. En el caso de los grupos establecidos con independencia de la intervención, en 41 ocasiones, se produce una extrapolación de la dinámica grupal conflictuada, que se instaura en algún momento del proceso de intervención, a la situación habitual de existencia del grupo. Esto puede traer como consecuencia la desarticulación, el conflicto y la ruptura grupal. 4. Ausencia de compromiso y falta de sentimiento, de responsabilidad con la tarea, que se asocia con una relativa distribución grupal de la responsabilidad, que opera con la lógica: si la responsabilidad es de todos, entonces no es mía. 5. Aparición de fuertes lazos de cercanía emocional que pueden llegar a dificultar mucho la tarea de la ruptura o clausura del grupo. 6. E1 relativo anonimato que dan los grupos, sobre todo los grupos grandes, favorece la aparición de comportamientos antisociales, indisciplinados; la generación de comportamientos indeseables. Valdría la pena, por último, una consideración que me parece fundamental. Dice Tocqueville, en lo que se pudiera llamar una descripción naturalista de la gran enfermedad social de nuestro tiempo, algo así como que en la sociedad de hoy: |...| cada individuo, retirado dentro de sí mismo, se comporta como si fuese un extraño al destino de lodos los demás. Sus hijos y sus buenos amigos constituyen para él la totalidad de la especie humana. En cuanto a sus relaciones con sus conciudadanos, puede mezclarse con ellos, pero no los ve; los toca, pero no los siente; él existe solamente en sí mismo y para él solo. Y si en estos términos queda en su mente algún sentido de familia, ya no existe ningún sentido de sociedad. El trabajo en grupo tiene un claro sentido de movilización social unitaria, agrupada, en vínculos de comunidad, compañerismo, facilitando las fuerzas que vienen de compartir, de la búsqueda conjunta, del intercambio entre seres humanos. No es casual la tesis, según la cual, el grado de socialización de un sujeto está determinado por el grado que tenga de conciencia de sí mismo como miembro de un determinado grupo (Platonov, 1972). las técnicas grupales intensivas tienden a favorecerla actuación colectiva en la dirección de la liberación subjetiva, y esto supone «(...una oportunidad real (y no una mera posibilidad lógica) de contribuir a la emancipación social ...» (Feyerabend, 1982:205). 42 Modelos de organización y coordinación de grupos. Una vez visto un conjunto de aspectos generales a considerar en el trabajo de intervención con grupos, podemos presentar algunas especificidades del manejo de los grupos pensados desde modelos teóricos diferentes. No pretendo ninguna integración coherente que nos lleve a un nuevo modelo, sino tan sólo presentar algunos de los referentes paradigmáticos y pensaren el posible significado de éstos. Tampoco se trata de presentarlos todos. No hay duda alguna de que una presentación de las diferentes metodologías, procedimientos, representaciones teóricas particulares que dan sustento teórico al trabajo con grupos, es una tarea que no responde a los límites que nos Imponemos aquí. De modo que inevitablemente hay que hacer una elección, y luego una selección de selecciones. Sin ser el resultado de un trabajo especialmente exhaustivo, me atrevería a afirmar que entre las formas de trabajo con grupos más presentes o influyentes en nuestro medio, y desde las cuales se abre la posibilidad de una visión global y una actitud integrativa en el trabajo con grupos, se encuentran: 1. La dinámica de grupo. 2. Los grupos de encuentro. 3. Los grupos operativos. 4. El psicodrama. Considero que en ellas se concentra una buena parte del arsenal fundamental con que debe contar un especialista que pretenda trabajar «en-con» grupos desde una postura más adecuada a las exigencias reales de las prácticas profesionales, lo que a mi juicio quiere decir con un paradigma de asimilación, que considero aún está por elaborarse, construido desde las exigencias prácticas. No obstante, la presentación de estos paradigmas más representativos. por así decirles, se sustenta en la certeza teórica y experiencial de que cada uno de ellos nos da al menos un elemento importante, posiblemente instituyente de la posible integración, a la hora de definir nuestro encuadre y nuestros modos de realizar las intervenciones grupales. Podría muy sintéticamente decirlo así: La dinámica de grupo nos abre el manejo operacional de las manifestaciones comportamentales de los grupos en sus expresiones más inmediatas y. por ende, más al alcance de los especialistas que no tienen una formación especial en psicología; los grupos de encuentro nos dan un excelente paradigma de coordinador y de encuadre esencialmente humano, real, cotidiano del ser humano y de las prácticas grupales; los grupos operativos nos abren las puertas al latente grupa!, a la necesidad de la interpretación y al manejo de las contingencias dinámicas expresadas por detrás de la apariencia; el psicodrama llama la atención sobre la búsqueda de vías para facilitar la apertura, la vivencia del discurso más cercano a su modo real de existencia, la puesta ante los ojos y no sólo ante los oídos. Nos detendremos entonces sólo en las cuatro alternativas antes enumeradas. Sin embargo, desde ahora, para facilitar el modo en que se pueden ir pensando los diferentes enfoques a abordar, es necesario puntualizar que la tendencia que considero como más productiva y necesaria hoy, es aquélla que asume una postura más «integracionista», partiendo de la consideración epistemológica central de que las prácticas profesionales demandan una 43 epistemología convergente como sustento (Calvino, 1996). En muchos textos de Psicología se habla de la necesidad de integración, de asimilar lo mejor de cada una de las corrientes de pensamiento. Esto, en muchas ocasiones, no ha sido más que un discurso vacío, y en no pocas ha ido directamente al cesto del eclecticismo, en el sentido más desafortunado con que se usa. Integrar no es sumar, no es hacer malabares con el eclecticismo. Integración es la acción de integrar. Integrar es dar integridad a una cosa, es también hacer entrar, componer, formar. Si algo ha sido integrado, entonces quiere decir que ha entrado en alguna otra cosa, o que se ha conformado algo íntegro (entero, completo). Integración es el proceso de coordinación y unificación de elementos aislados en una totalidad. Esto en principio puede ser: 1. Que los elementos separados se unan, o entren en un grupo ya unido y, por ende, este queda inmodificado aunque sí en alguna medida cambiado. Este cambio nunca afecta lo esencial. Aquí hablamos de «integración por asimilación». 2. Que los elementos separados se unan conformando una totalidad nueva, no existente anteriormente. En este caso la integración supone una construcción, una «integración constructiva». Pensémoslo ahora en el ámbito de interés de nuestra discusión. Un abordaje grupa! integrativo sería aquel que: 1. O bien logra que procedimientos, métodos, conceptos, hipótesis, entre otros, procedentes de algún modelo mis o menos conocido, o también elementos «nuevos», formen parte de otro modelo ya existente. 2. O bien logra una unificación tal de elementos procedentes de sistemas ya existentes o elementos «nuevos», que el producto de esta unificación es de hecho otro modelo distinto. Lo que resulta indiscutible de todo esto es que la integración supone la asimilación, o la construcción. Esto quiere decir que si de modelos o referentes de trabajo grupal se trata, integrar no es como se piensa, o más bien como se hace, en muchas ocasiones, experimentar una intervención con un grupo en un momento dado a ver qué sucede; utilizar un instrumento propio de un cierto modelo teórico dentro de un proceso de intervención tenga o no que ver; reinterpretar, sólo sobre la base de la opinión, el sentido de un procedimiento y aplicarlo con modificaciones por conveniencia, y no por criterios científicos. En lo fundamental, cuando de la práctica profesional se trata, me adhiero más a la idea del psicólogo o el profesional que integra, que de la teoría integrativa. Entonces se trata de un enfoque acertado, al menos a nivel pragmático, que tiene como exigencias fundamentales: 1. El dominio de los sustentos y procedimientos operacionales de los enfoques más importantes en el trabajo grupal. 2. Reconocimiento de las comunidades en el contexto del trabajo práctico profesional. 3. La elaboración de estilos coherentes y sistemáticos de trabajo. 4. La adecuación contexto-grupo-tarea-profesional-estilo de trabajo-pretensiones (límites). Es aún prematuro hablar de que esta integración haya cristalizado en una propuesta concreta; sin embargo, en la búsqueda de ciertas comunidades, en el establecimiento de estilos más heterodoxos y. sobre todo, en el conocimiento de los modelos de trabajo que cuentan con años de experiencia, podemos acercarnos al punto de unidad. La tarea es de todos. Toda contribución puede ser buena. 44 Dinámica de grupos. Estaríamos todos de acuerdo en que al decir «dinámica de grupos» podemos estar hablando de dos cosas, que incluso son referidas en el conocido Diccionario de psicología de Rebet: por una parte se puede estar hablando de las interacciones que tienen lugar en lo interno de los grupos, o de otra, el estudio de los grupos con énfasis en la dinámica, en los procesos intragrupales entendidos como fuerzas, distribución de poder, liderazgo, formación de grupo, reacción de un grupo ante otros, cohesión, toma de decisiones, etcétera. Esto último, asociado con los pequeños grupos, hace referencia a todo un movimiento vigente aún (Barón y Graziano, 1991) Es en esta segunda acepción en la que nos moveremos ahora. Ocurre muy a menudo, incluso entre especialistas, que el término dinámica de grupo se utilice con bastante superficialidad, imprecisión, e incluso desvinculado de alguno de sus sentidos propios. Esto es un error injustificado. Tres son las acepciones fundamentales del término: 1. Un sistema teórico investigado interesado en saber los modos en que se deben organizar y manejar los grupos para lograr eficiencia y productividad. Se hace hincapié en aspectos como la democracia en lo interno de los grupos, la participación conjunta de los miembros, entre otros. 2. Una segunda acepción se refiere a un conjunto de técnicas y procedimientos para lograr cierto efecto, sobre la base del trabajo en grupo. 3. Por último, es un modelo (o varios modelos) de investigación para conocer el qué, el cómo, el por qué y el para qué de los grupos. Si tenemos que distinguir el aspecto peculiar de la dinámica de grupo con respecto a los otros instrumentos de trabajo de grupo, de los que hablaremos más adelante, habría que llamar la atención sobre el énfasis en el aspecto investigativo. La dinámica de grupos, es sobre todo un recurso de investigación científica experimental de los grupos con el objetivo de producir conocimientos relevantes y significativos de estos. No es casual entonces la afirmación que hacen los autores de uno de los trabajos clásicos en el área, me refiero a Dinámica de grupos. Investigación y teoría, de Cartwright y Zander, según la cual se puede identificar [a la dinámica de grupos] por cuatro características distintivas: « a) su hincapié en la investigación empírica teóricamente significativa; b) su interés por la dinámica y la interdependencia entre fenómenos; c) por dar importancia a todas las ciencias sociales-, d) la aplicabilidad potencial de sus hallazgos a los esfuerzos por mejorar el funcionamiento de los grupos y sus consecuencias sobre los individuos y la sociedad [...] un objetivo de la dinámica de grupo es proporcionar mejores bases científicas a la ideología y a la práctica» (Cartwright y Zander, 1980:17). Y más adelante dicen los autores: «[...) La dinámica de grupo es un campo de investigaciones dedicado a incrementar los conocimientos sobre la naturaleza de los grupos, las leyes de su desarrollo y sus interrelaciones con individuos, otros grupos c instituciones más amplias». Resulta claro, la dinámica de grupos es, sobre lodo, saber sobre los grupos para después aduar sobre ellos. La dinámica de grupo está indisolublemente ligada al nombre de Kurt Lcwin. Muchos consideran que incluso la primera formulación del término le corresponde a Lewin, en paternidad. Después de su llamado período alemán (para algunos su período de oro), Lewin se dio cuenta de que el trabajo con grupos sería uno de los campos teóricos y prácticos más 45 importantes. Fue la aplicación de los principios de Lewin en el estudio de la dinámica del comportamiento lo que dio sustento inicial a la dinámica de grupo, y lógicamente a los llamados T-Groups. Sin embargo, no es la lewiniana teoría del campo la única orientación teórica que instituye a la dinámica de grupo. Entre otras, podríamos señalar la teoría de la interacción, la teoría de los sistemas, la orientación sociométrica, y la orientación estratométrica. Asimismo, en lo interno de la dinámica de grupo, se pueden diferenciar dos movimientos en lo que se refiere a la definición de la unidad básica Algunos se aterran a una orientación más individual que hace énfasis en el individuo dentro del grupo, lo que viene de h tradición de Allport (no Gordon, sino Floyd, aunque Gordon también tiene mucho que ver con todo esto). Otros se adhieren a un; orientación más de lo grupal que viene de la remota tradición de Durkheim y más cercanamente de Lewin y la psicología gestáltica. El volumen de trabajos, hallazgos, regularidades, leyes..., que si ha producido dentro de lo que considero un fructífero movimiento en el estudio de los grupos, es sencillamente inabarcable en apena unos apuntes como los que estoy haciendo. Entonces, como nuestro intento es el trabajo en grupo, la utilización de las metodologías técnicas grupales en nuestros ámbitos y tareas profesionales tendremos que tomar una decisión ahora: qué referencias concreta hacer, qué cosas tomar como significativas para ponerlas en mano de aquel que sin ser un especialista en grupos, sin ser un grupólogot se interesa y quiere trabajar en y con grupos. Creo que de todo el arsenal de cosas importantes del movimiento de dinámica de grupos me quedaré con dos cosas fundamentales: 1. La ubicación de aquellos vectores, por decirlo de una manera bielewiniana, que instituyen la efectividad de un grupo. Sería algo a. como una respuesta, desde este modelo teórico del que hablamos a la pregunta de cómo tiene que funcionar un grupo para que dicho funcionamiento sea eficiente. 2. El aprendizaje experiencial en grupo como vía del desarrollo de habilidades en las personas. Para presentar de manera suscinta y rápida una respuesta a la primera cuestión, pudiéramos partir de una sentencia poco reconfortante, pero que nos ayuda a entender la dificultad que supone el funcionamiento efectivo de un grupo: hay más maneras de funcionar improductivamente que de hacerlo eficaz y eficientemente. Johnson y Johnson (1991) subrayan nueve características o exigencias a un grupo que pretende lograr efectividad: 1. Las metas del grupo deben ser comprendidas claramente, ser relevantes a las necesidades de los miembros, favorecer una interdependencia positiva entre ellos y evocar en todos un alto nivel de compromiso con su cumplimiento. 2. Los miembros del grupo deben comunicar entre sí sus ideas y sentimientos de un modo adecuado y claro. La comunicación ha de ser en dos direcciones. 3. La participación y el liderazgo se debe distribuir entre los miembros. 4. Uso flexible de los procedimientos de toma de decisiones, considerando las exigencias de la situación. 5. Los conflictos se pueden expresar abiertamente y se enfrentan de manera constructiva. La capacidad de negociación es un recurso importante a desarrollar. 46 6. E1 poder y la influencia se deben distribuir de manera más o menos igual, o equitativamente entre los miembros. El poder se debe basar en la experticidad, la habilidad, las capacidades, los beneficios que se reportan al grupo y no en el autoritarismo. 7. La cohesión grupal ha de ser alta. Mientras más alta es la cohesión de un grupo, mayor tiende a ser su productividad. 8. El grupo debe tener buenas estrategias de solución de problemas cuya adecuación se demuestre en su funcionamiento. 9. La efectividad interpersonal ha de ser alta. Se trata sobre todo de cuánto las consecuencias de los actos de un miembro se corresponden con sus intenciones. Veámoslo en un gráfico: La forma para lograr que esto se produzca es justamente realizando dinámicas grupales, ahora no en funciones diagnósticas, sino de orientación. Podríamos intentar precisar lo que pudiéramos llamar un plan de acción para hacer esto. No se trata de una «recetó», sino de una suerte de guía de procedimiento posible entre muchas otras que el especialista puede construir: 1. Hacer un diagnóstico, en el grupo con el que se va a trabajar, del estado inicial de cada uno de los elementos constitutivos de la eficiencia grupal. Para este diagnóstico se pueden utilizar técnicas cerradas y abiertas de papel y lápiz, diagramas sociometría», cuestionarios, selección de alternativas, y otros. Se pueden hacer observaciones preliminares o diagnósticas del funcionamiento espontáneo del grupo. 2. Se define una tarea sobre la que el grupo va a trabajar; discusión de determinados temas, aprender a trabajar en grupo, entre otras. 3. Se realizan las sesiones grupales en las que el coordinador deberá: • Observar la dinámica de funcionamiento del grupo y devolverle a este «lo que está sucediendo» en términos de las informaciones relevantes sobre el tipo de 47 funcionamiento al que se quiere llegar. • Llevar un registro del tipo de participación, desde el punto de vista de la dinámica grupal, que tiene cada uno de los miembros. Aquí quiero llamar la atención sobre uno de los aspectos más productivos y creo que influyentes del movimiento de dinámica de grupo, el análisis de los roles o papeles. Para el coordinador de grupo que se ubica dentro de este sistema técnico, la participación de los miembros en el trabajo grupal tiene dos dimensiones, por una parte tiene un contenido -lo que se dice-, y por otra tiene una función o un fin para el sistema de interacciones, para el trabajo propiamente dicho del grupo. Es así que se han definido una gran cantidad de roles dinámicos, podríamos llamarles así. Por sólo recordar algunos: El chivo espiatorio El negativista El competitivo El cuestionador El líder El saboteador El emergente El investigador El escéptico El conciliador El creativo El formalista El artista El conflictivo El ignorado • Favorecer el tránsito a roles más complementarios y productivos para la realización de la tarea • Hacer un resumen en cada sesión de qué ha sucedido, quién hizo qué, y cómo se van desarrollando las cosas. 4. En ocasiones se realiza una evaluación intermedia para hacer una suerte de diagnóstico intermedio de la situación del grupo. El coordinador aprovecha este diagnóstico para ver el avance con respecto al momento inicial. 5. Por último, se harán conclusiones de todo el trabajo del grupo en aras de favorecer la comprensión del aprendizaje. 6. Se hace un diagnóstico final comparativo en el que se evalúa el cambio, la modificación, el movimiento del grupo en pos de su eficiencia. Me gustaría llamar la atención ahora sobre algunas particularidades que se derivan del modo en que se piensan y se trabajan las dinámicas de grupo. En primer lugar, si pensamos en el tema de la eficiencia, es cierto que los factores que teóricamente la definen quedan bien delimitados. Sin embargo, no se está pensando, en lo fundamental, en cómo se llega allí. Se está priorizando a mi juicio uní función diagnóstica (cómo es un grupo x en comparación con el modelo de grupo eficiente, bueno...), y una función orientadora (hacia dónde habría que mover al grupo en funciones de las diferencias -deficiencias- detectadas), pero no una función interventiva. Orientar supone ocupar un lugar de poder, de prioridad con respecto a la tarea grupal. En ocasiones, da la impresión de que la tarea no es del grupo, sino del coordinador. Junto a esto, el-modelo de eficiencia es un modelo externo (no importa el contexto, ni cuáles son los intereses, límites, preferencias, del grupo). Se trata de lograr ese modelo, y no del encuentro del grupo consigo mismo. En este sentido, la formalización puede ser grande, lo 48 que no sabemos cuan productiva. Su potencia posiblemente se limite a aquello que pudiéramos llamar grupos formales, o de tarca designada. No creo que sea casual el hecho que las dinámicas de grupo han tenido su máxima aplicación y aplicabilidad, en aquellas situaciones en que hay que lograr que un grupo llegue a algún lugar más o menos predeterminado (Fuentes. 1980; Torres, 1982, Zander, 1982). Dicho de otro modo, la tarca de grupo es secundaria, la tarea primaria es siempre algo que el grupo debe lograr, y el asunto es que tiene más posibilidades de lograrlo, si funciona de determinados modos. La experiencia de grupo es tomada no en un sentido clínico, en tanto experiencia única, sino como conformadora de una serie de experiencias sobre las que se pueden hacer generalizaciones. La dinámica de grupo se instaura sobre un paradigma típicamente experimental y desde una metodología de las disciplinas experimentales y, por ende, básicamente racionalista. No obstante, la dinámica de grupo ha mostrado una posibilidad importante para generalizar los conocimientos obtenidos en las investigaciones a situaciones específicas de trabajos en grupo. Particularmente esto es evidente en la Educación (Bany y Johnson, 1971; Calviño y Morenza, 1982), en el trabajo psicosocialcomunitario (De la Torre, 1995), en el trabajo de las industrias y otras instituciones laborales (Miner, 1992; Schein y Bennis, 1965). Un desarrollo particularmente amplio y fructífero dentro del movimiento de dinámica de grupo lo constituye el aprendizaje experiencial, utilizado con mucha frecuencia en el aprendizaje de las propias técnicas o instrumentos de la dinámica de grupo. Este puede ser definido como la «generación de una teoría de la acción desde la experiencia personal y su modificación continua para favorecer la eficiencia» (Johnson y Johnson, 1991: 40). La idea de base es clara: todos aprendemos de nuestra experiencia. El propósito del aprendizaje experiencial es lograr en el que aprende tres sucesos fundamentales: 1. La reelaboración de su estructura intelectual, cognitiva. 2. La modificación de sus actitudes. 3. La expansión de su repertorio de habilidades comportamentales. Partiendo de la tradición lewiniana los principios sobre los que se erige son:. 1. Un aprendizaje experiencia! efectivo afectará las estructuras cognoscitivas del que aprende (teorías de la acción), sus actitudes y valores, sus percepciones y patrones comportamentales. 2. las personas creerán más en el conocimiento que ellas mismas descubren que en el que les es presentado por otros. 3. El aprendizaje es más efectivo cuando es un proceso activo y no pasivo. 4. La aceptación de una nueva teoría de la acción, las actitudes y los patrones comportamentales no pueden ser promovidos desde un enfoque elementalista o por fragmentos, hay que modificar el sistema íntegro cognoscitivo-afectivo-comportamental. 5. Hace falta más que información para cambiar (experiencia). 6. Hace falta más que experiencia de primera mano para generar un conocimiento válido (teoría). 7. Las modificaciones del comportamiento serán menos temporales en la medida en que la teoría de la acción y actitudes se modifiquen más profundamente. 49 8. Los cambios en la percepción de uno mismo y del medio social deben ser necesariamente anteriores a los otros. 9. Mientras más libre es la persona, más disposición tendrá para experimentar lo nuevo. 10. Para que los cambios sean permanentes han de cambiar la persona y el ambiente. 11. Es más fácil lograr los cambios en un ambiente de grupo que individualmente. 12. Los cambios se favorecen cuando las personas entran en nuevos grupos. Cuando la tarca es el aprendizaje en grupo de una nueva habilidad, las etapas de este aprendizaje (no importa cuál es la habilidad de la que se trate) suelen ser: • Comprender por qué la habilidad es importante y cuan valiosa será para el sujeto. • Comprender bien cuál es la habilidad, cuáles son los componentes comportamentales que hay que asimilar, y cuándo han de utilizarse. • Encontrar situaciones en la que se puede practicar la habilidad preferiblemente ante alguien que pueda decir qué tal se va realizando. • Evaluar cuan bien se ha implementado la habilidad grupa!. • Mantener la práctica, haciéndola como real, hasta que la habilidad devenga un hábito. • Preparar la práctica antes del suceso. • Que los amigos nos demanden usar la habilidad. • Ayudar a otros a desarrollar la habilidad. Usualmente, para este tipo de trabajo se usan mucho las técnicas de desempeño de roles, la observación controlada, las sesiones de entrenamiento, y otros. En mi experiencia personal, el aprendizaje experiencia!, más allá de sus indiscutibles ventajas y aplicaciones, tiene algunas dificultades básicas, posiblemente comunes a todas las formas de trabajo en grupo que fomentan la falsa creencia de que el no trabajar en táreles profundos de la personalidad los exime de acontecimientos catárticos, de acting in, de conmociones emocionales importantes, de manifestaciones inconscientes, y otros. En primer lugar, operacionaliza la tarea y la habilidad, a un extremo tan racional, que su personalización, su asimilación personal -interiorización diría Vygotsky, acomodación diría Piaget-, se torna una posibilidad, pero no una necesidad. Es muy común escuchar a las personas que pasan por experiencias de aprendizaje de este tipo decir: «Yo sé cómo hay que hacerlo, pero no me nace hacerlo. Yo no soy así». El asunto es que si bien se supone que el punto de partida es la experiencia, ella no se toma como lugar de asimilación, sino de cuestionamiento y cambio. Parece ser que el concepto de experiencia se reduce a pasar por un suceso para comprenderlo mejor. Infelices los oncólogos, cardiólogos, psiquiatras, y otros, que tendrían que sufrir la enfermedad para aprender a trabajar con ella. Esto último, por supuesto, es una radicalización humorística. En segundo lugar, siguiendo el slogan: «Todo se hace, nada se nace», parece que se oculta demasiado que algunas cosas sí «se nace», pero más importante aún, que lo que se hace tiene historia y causa, estructura y motivo, y sin el paso por estas dimensiones es difícil hacer un cambio de camino. 50 La utilización de los grupos como instrumentos de investigación, se extiende hasta los problemas actuales del llamado marketing, la evaluación de campañas de publicidad, incluso en la gestión social de Educación y Promoción para la Salud (Seymour, 1990). En este contexto, y como desarrollo desgajado de la tradición de la dinámica de grupo, se han desarrollado los estudios de investigación grupal asociados con la metodología de los grupos focales, Focus Group (Basch, 1987). Sin detenerme mucho en el asunto, creo conveniente al menos presentar algunas ideas esenciales acerca de este movimiento para trabajar con grupos, con fines investigativos. Según ya dije al inicio de este epígrafe, la dinámica de grupo insiste mucho en la necesidad de una investigación objetiva de los grupos para hacer más eficiente y productivo el trabajo que se va a hacer con ellos. Los llamados grupos focales se asocian directamente con esta idea. Como se señala en el Manual de comunicación social para programas de salud (1992:58): «[...] las entrevistas con grupos focales son una forma de investigación cualitativa adaptada de la psicoterapia de grupo [...]». Definida de una parte como un tipo de r pación formativa que se apoya en la aplicación de un conjunto técnicas, dirigidas a obtener respuestas profundas, acerca de !o que las personas piensan y cuáles son sus sentimientos, la investigación cualitativa es una concepción metodológica que trabaja más con la interpretación que con la descripción. Sus formas principales de trabajo son: 1. Entrevistas individuales a fondo. 2. Grupos focales. Algunos autores señalan ciertas peculiaridades organizativas comunes a las prácticas de utilización de los grupos focales (Goodman y Schwarte, 1985): 1. Grupos pequeños de personas, usualmente de ocho a diez, aunque se pueden organizar como minigrupos. Algunos refieren que el número óptimo es de cinco a siete personas. 2. Las personas se seleccionan siguiendo los criterios de interés de la investigación. 3. Como regla general no duran más de dos horas. 4. Se realizan en ambientes neutros, es decir, en lugares que no tengan vínculo directo ni con el tema, ni con los participantes, ni con el coordinador. 5. El tema es decidido y convocado por el coordinador, quien de antemano elabora una guía temática para él, y una guía de trabajo para el grupo. 6. El moderador (coordinador) trabaja fundamentalmente con dos técnicas: el interrogatorio (con participación directiva o no directiva) y el flujo de debate. En algunos casos se utilizan también las preguntas sobre aspectos encubiertos, el análisis simbólico y la llamada técnica escalonada. 7. En casos de grupos muy resistentes, se utilizan pruebas proyectivas, dramatizaciones, asociación, dibujos humorísticos. 8. Los participantes son invitados a participar y se les anticipa de qué se tratará y cuál es el objetivo. Existen diferencias entre los tipos de grupos focales que de algún modo están marcadas, en el caso de las tipologías funcionales, por los objetivos mismos del grupo. En lo fundamental, se organizan tres tipos de grupos diferentes: grupos de exploración, grupos clínicos, y grupos 51 fenomenológicos. En lo que a diferencias estructurales se refiere, se señalan: gruño? tradicionales; mini grupos; diádicos; de unidad familiar o de múltiples generaciones; de investigación publicitaria; especiales repetidos, y cualitativos (Debus, 1994). La figura del moderador de grupo es fundamental en este tipo de metodologías. Al definir quién debe ser moderador de un grupo focal hay que considerar las características personales del o los aspirantes, y llamarla atención sobre los estilos de moderación. Así, se señalan como características favorables las siguientes: • Capacidad de sentirse cómodo con otras personas, de interactuar libremente con ellas y sentirse relajado. • Capacidad para proyectar respeto y aceptación en las demás personas. • Ser cálido y empalico en el contacto con otros seres humanos. • Hablar claro y correctamente. Saber escuchar. • Características físicas que no intimiden a los demás. Los estilos de moderación, lógicamente, varían de uno a otro. Estas variaciones tienen también que ver con las características de los grupos. Lo que resulta de suma importancia es que el moderador posea toda la información sobre la tarea que realizará, el objeto de estudio. El grupo focal se organiza siguiendo aproximadamente las fases o etapas siguientes (Debus, 1994): 1.Apertura. Es una suerte de introducción que tiene como fin, tranquilizar a los participantes, establecer las normas de funcionamiento y favorecer el establecimiento de las relaciones interpersonales. Se producen en esta fase: la autopresentación del moderador; la explicación de la finalidad del trabajo del grupo, se aclara que lo que interesa son las opiniones, y en materia de opinión no hay alguna correcta y otra incorrecta, se fomenta la libre expresión, se explícita la neutralidad del moderador, se exponen las reglas del grupo. 2.Preparación. Cada participante se presenta. Se hacen algunas preguntas neutras, nunca nada que comprometa al miembro delante del grupo. 3.Concentración en el debate. Se pasa de aspectos generales a los contenidos específicos que interesan al moderador. Las preguntas básicas del moderador van encaminadas a los aspectos cualitativos del objeto de estudio. 4.Clausura. Se recapitulan y resumen los aspectos tratados en el grupo. Se establecen ios matices de la discusión grupal evitando resúmenes que representen una falsa totalización o acuerdo grupal. En los grupos focales, dada la necesidad de registrar toda la información de una forma fidedigna y exacta, es muy común que se utilicen observadores de grupo. La utilización de los grupos focales ha encontrado una gran aceptación en las llamadas investigaciones de mercado, particularmente en lo que tiene que ver con el lanzamiento de nuevos productos. 52 Asimismo, se ha generalizado mucho en la investigación de mensajes, campañas de publicidad ..., no sólo en las gestiones direcumente vinculadas con las técnicas comerciales y de mercadeo, sino también con lo relacionado con los programas de Educación y Promoción de Salud. En los últimos diez o quince años, el auge y aceptación de las prácticas grupales en diferentes ámbitos de trabajo, especialmente los trabajos comunitarios, de educación popular, de promoción y educación para la salud, por sólo señalar algunos, han hecho surgir una representación un tanto distinta y específica de la dinámica de grupo, incluso se habla de las dinámica «s» de grupo. Por sólo citar un ejemplo bastante claro, llamo la atención sobre el concepto mismo de dinámicas de grupo en el cual se incluye no sólo ese sistema de interacciones en lo interno de los grupos humanos, sino también y, sobre todo: A aquellos ejercicios y juegos que presentan intencionalmente una forma de dinámica grupal y/o social, para ilustrar de una manera simple y evidente, una realidad social o grupa! que realmente es compleja y profunda (...) vamos a entender la dinámica de grupo como el conjunto de técnicas educativas apoyadas en principios sicológicos y pedagógicos, que tienen por objetivo enriquecer la reflexión, la autosugestión, la toma de conciencia y la movilización (...) las D. G. tienen un doble objetivo: a) Ilustrar y proporcionar, un mensaje, un contenido; b) Recrear (Ruiz, 1986:10.12). Se han hecho populares y han logrado bastante difusión una suerte de Manuales sobre dinámicas de grupos, repletos de ejercicios que, supuestamente, favorecen determinadas manifestaciones, incluso adquisiciones en la membresía de un grupo. Así, se habla y se relacionan dinámicas de grupos (ejercicios) para: • Presentación personal. • Formación de grupos. • Evaluación del funcionamiento grupal. • Análisis de la competencia. • Desarrollo de la comunicación. • Liderazgo. • Desarrollo de la capacidad de organización. • Planeamiento y diagnóstico. • Animación y descanso. • Desarrollo de habilidades cognoscitivas. • Análisis de actividades y situaciones humanas. • Modificación de actitudes. Si bien este movimiento ha tenido muchos efectos positivos y ventajosos, por ejemplo: el desarrollo de una concepción más democrática y participativa de la resolución de conflictos; la toma de decisiones (esto es lo que muchos han llamado el desarrollo de la comunicación horizontal); la creación de un amplio y creativo arsenal de instrumentos de movilización grupal; la facilitación (accesibilidad) del uso de dichos instrumentos a personas de diversa formación y niveles de desarrollo educativo y de instrucción, entre otros; quizás su peor 53 efecto ha sido una cierta desprofesionatización y superficialidad en el trabajo de los grupos. Si asumimos la alta posibilidad de emergencia de fenómenos dinámicos de alto valor conmocionar en las personas que participan en un grupo, entonces el trabajo desprofesionalizado pone a coordinado¬res y resto de la membresía de un grupo en una situación de alto riesgo. He visto grupos patologizarse, generar verdaderas iatrogenias profundas, producir consecuencias negativas para algunos de sus miembros, justo por la ausencia de ciertas exigencias profesionales mínimas en las personas que supuestamente dirigían el trabajo. Es por esto que se hace siempre justificada la insistencia en la necesidad de una adecuada preparación científico-técnica y profesional de las personas que trabajan en este campo; una vigilancia ética con las prácticas y los que las realizan; y rechazar las vulgarizaciones y populismos superficiales que en última instancia devalúan el verdadero valor del trabajo en grupo. 54 Grupos de encuentro. Dentro de lo que algunos especialistas en psicología han llamado Tercera fuerza, el Movimiento Humanista en Psicología, se desarrolló uno de los movimientos grupalistas más fuertes y productivos a favor del trabajo en y con grupos (Slack, 1985; Neill, 1960). Creo que no habría el más mínimo error en decir que una de las figuras cumbre de este movimiento es Cari Rogers y lo que hasta hoy denominamos movimiento de grupos de encuentro. Desde ya quiero hacer una distinción que a la luz de los años me parece necesaria y justa. La década de los sesenta en Estados Unidos vio florecer un movimiento, en muchos ámbitos, que tenía como eje el «desarrollo del potencial humano» (Carkhuff, 1971). Dentro de este movimiento encontró sus allegados el movimiento de los grupos de encuentro. Algo similar pasó con los grupos de sensibilización, los gestálticos, los Synanon. Sin embargo, este movimiento de potencial humano (human potencial movement o también llamado de growth therapy) infelizmente tomó direcciones y rumbos hasta desconcertantes. Los grupos de encuentro pertenecen como hallazgo a este movimiento, pero en su origen y desarrollo se mantuvieron dentro de los límites razonables de la ciencia, el saber profesional. La expresión trabajar en grupo, en la representación rogeriana se refiere a «una experiencia grupal planeada e intensiva» (Rogers, 1973:9). Su interés se centraren lo que hemos denominado los grupos de intervención. El propio Rogers consideraba el trabajo con grupos como «la invención social del siglo» y señalaba sus múltiples modalidades: Grupos T o Grupos de entrenamiento (T-Groups); Grupos de encuentro (Encounter Groups); Grupos de sensibilización; laboratorios de relaciones humanas; seminarios, entre otros. En particular, los grupos de encuentro tienen como especialidad, la tendencia a «(...] hacer hincapié en el desarrollo personal y en el aumento y mejoramiento de la comunicación y las relaciones interpersonales, merced a un proceso basado en la experiencia j...|» (Rogers, 1973:12). En el caso particular de los grupos de encuentro, la gran mayoría de los autores está de acuerdo con señalar como sus fuentes u orígenes fundamentales: 1. Los trabajos de Kurt Lewin y, derivados directamente de éstos, los T-Groups y los laboratorios de entrenamiento (NTL - National Training Laboratories). 2. La experiencia de la psicoterapia centrada en el cliente. 3. La atmosfera teórica del movimiento conocido como Psicología Humanista (Maslow, el propio Rogers, y otros). Los dos primeros elementos tienen que ver con los aspectos, si se quieren más técnicos, de los modos de operar de los grupos de encuentro. El tercero tiene que ver, sobre todo, con las concepciones del hombre y de la psicología que matizan todo el trabajo de los coordinadores de grupo, y que llega a sus participantes en calidad de una cierto «filosofía de vida» que sustenta las prácticas grupales, y que son el sentido mismo de su realización y de su capacidad de producir efectos positivos. Algunos autores (Shultz y Schultz, 1992; Howard, 1973; Wándersman, Poppen y Ricks, 1976) señalan como ejes paradigmáticos fundamentales de la llamada Psicología Humanista, los siguientes: 1. El énfasis en la experiencia consciente. Se estudia al hombre como un agente consciente con sentimientos, ideales, creencias. 55 2. La creencia en la totalidad de la naturaleza y el comportamiento humanos. 3. La focalización en el desarrollo libre, la espontaneidad y la fuerza creativa del individuo. «La naturaleza fundamental del ser humano, cuando funciona libremente, es constructiva y digna de confianza» (Rogcrs. 1969:290). 4. El estudio de todo lo que sea relevante a la condición humana. Profundización en temas de la vida real y concreta del hombre cotidiano: el amor, los celos, entre otros. 5. La atención centrada en el autodesarrollo, el crecimiento personal, la plenitud humana, la autoactualización entendida como «el empleo y la explotación total del talento, las capacidades, las posibilidades» (Maslow, 1963:150). 6. Un discurso tipificado por la persona psicológicamente sana. Schützenberger y Sauret (1986) resumen lo que consideran los principios subyacentes y los conceptos fundamentales expuestos en la obra y la práctica de trabajo grupal del creador de los grupos de encuentro: «Experiencing o comprensión abierta de lo otro, sin evaluación; relación auténtica o comprensión incondicional y respetuosa; congruencia, percepción del cliente; empatía o experiencia del otro; desarrollo de potencial, crecimiento». De la psicoterapia centrada en el cliente quizás lo más nítidamente representado en los grupos de encuentro es la visión del coordinador. En la base de las acciones del coordinador hay una serie de creencias que Mearns y Thorne, (1988) señalan como fundamentales, y que dan la pauta para trabajar: 1. Cada persona tiene sus recursos internos para el desarrollo. 2. Si la gestión de coordinación es congruente, incondicional y empática, el proceso de crecimiento del otro se verifica. 3. La naturaleza humana es esencialmente constructiva y social. 4. La autoafirmación es una necesidad humana basal. 5. La gente quiere la verdad. ' 6. La percepción determina la experiencia y la conducta. 7. Los seres humanos son seres integrales que están en camino de ser. Esto encaja perfectamente, como representaciones cosmovisivas, con la idea rogeriana del coordinador de grupo. Cuando se habla de grupos de encuentro no se puede pasar por alto, de ningún modo, lo que resulta una de las cosas más novedosas y productivas: la comprensión del coordinador. El coordinador no es concebido ni actuado como un elemento distante, ni se centra solamente en facilitar la torea grupal. Es un miembro más, que si bien no debe consumir el tiempo del grupo, si puede y debe expresar los propios sentimientos e ideas, tal y corno habitualmente los participantes reclaman de los coordinadores. «¿Puedo actuar como facilitador de un grupo?» se pregunta en el epígrafe 3 de su Grupos de encuentro. Se responde afirmativamente señalando algunos «cómo hacerlo»: 1. Creando un clima favorable, actuando él mismo de forma muy libre y tranquila. Él no está preocupado por si va salir o no, confía plenamente en el grupo y sabe que lo que quiera suceder inevitablemente sucederá. El facilitador ha de crear un clima que dé al individuo seguridad psicológica. 2. Escuchando con atención, esmero y sensibilidad. No evalúa lo que la persona dice, simplemente escucha. 56 3. Aceptando al grupo como es. Vive al grupo en el estado en que se encuentra. 4. Aceptando a las personas que son miembros del grupo tal como son, incluso cuando el grupo mismo no la acepta. Acepta las declaraciones de los miembros sin preocuparse por sospechas. Es crédulo. 5. Se va convirtiendo en un miembro más del grupo, aporta su influencia, pero no controla. 6. Manifiesta comprensión empática. 7. Actuando acorde con sus sentimientos. El coordinador va expresan-do también sus propios sentimientos tal y como ellos aparecen en un momento determinado, ya sea en relación con el grupo como un todo, o en relación con un individuo en particular, pero elige cuándo y cómo hacerlo. 8. Enfrentándose a los individuos y dándoles retroalimentación. Ataca las defensas de una persona para abrir juicio sobre ellas. 9. Sintiéndose libre para expresar sus propios problemas, sin que esto dañe su rol especial dentro del grupo. 10. Tratar de no ser premeditado, artificial. Propone siempre lo que quiere hacer y lo somete a la decisión grupal No hace «trucos», es auténtico y espontáneo. 11. Evitando interpretaciones o comentarios acerca del proceso grupal o de alguno de sus miembros. 12. Teniendo plena libertad de movimientos y contactos físicos dentro del grupo. Obsérvese que en toda la reflexión sobre los grupos de encuentro hay una filosofía de las relaciones humanas. Es el sistema de relaciones interpersonales el que limita o (acuita la realización de las potencialidades de los seres humanos, y es precisamente este sistema (las relaciones del sujeto con los demás, de los demás con él. y del sujeto consigo mismo) el que debe ser trabajado, si queremos promover desarrollo personal. La gran crítica epistemológica rogeriana es a las relaciones de poder, esas que dicotomizan y polarizan los accesos y dominios de los seres humanos a cosas un abstractas como la verdad o tan concretas como la felicidad. Su propuesta de coordinador (de maestro, de político, de padre, de ser humano) no da tregua a eso que creen muchos aún y por suerte aceptan pocos, de que la posición supone el dominio -la de maestro supone el dominio del saber frente al alumno, la del padre supone el dominio del derecho sobre los hijos, la del político supone la verdad, lo justo, lo necesario. Por eso la gran tares es aprender a ser sencillamente persona, a relacionarse de persona % persona. En un grupo de encuentro: [...) la finalidad más importante de todos los miembros es hallar maneras de relacionarse con otros integrantes del grupo y consigo mismos |...) en un grupo como este el individuo llega a obtener un conocimiento de sí mismo -y de cada uno de los demás- más completo que el que logra en sus relaciones sociales o de trabajo habituales. Puede conocer de manera más profunda a los otros miembros y su propio ser interior, el ser que, de otro modo, tiende a ocultarse detrás de su fachada. De ahí que en el grupo se relacione mejor con los demás y, más tarde, también en la vida diaria (Rogers, 1973:15-16). No creo casual, desde esta perspectiva, que los dos campos de más trabajo de Rogers fueron la Clínica y la Educación (Rogers, 1986). I proceso puede ser denominado de una educación para las relacione humanas por la vía del autoconocimiento y el conocimiento de lo demás. 57 Muchos de los críticos de este enfoque llaman la atención sobre 1 ausencia de una técnica en el sentido propio del término, lo que abre las puertas a la desprofesionalización, a la charlatanería. El asunto técnico en los grupos de encuentro no es que esté relegado, r inespecíficamente planteado, sino que está derivado, digo más, es 1a explicitación de los presupuestos con los que se trabaja. La diversidad d instrumentales técnicos conocidos en las prácticas terapéutica grupales, en las dinamizaciones de la acción grupal, en los procedimientos participativos, todas ellas son utilizables bajo el prisma de decisión que supone la filosofía de base El punto de partida es que el locus de poder de cambio está dentro de la persona y la meta está en la congruencia entre lo que se expresa y lo que se siente (Bergin y Garfield, 1971). A diferencia de otros modelos de trabajo, en los grupos de encuentro, el centro de las acciones no es el grupo en su conjunto, no se trabaja con la noción de grupalidad. Las generalizaciones que en un momento se pueden hacer de lo que pasa en el grupo, son un llamado de atención a lo que están haciendo las personas. El grupo, en el modelo de acción de encuentros es, sobre todo, un colaborador del coordinador en su accionar sobre las personas. La escucha de lo que acontece, no está en la búsqueda del discurso grupal. Esto se hace muy claro en un caso particular, dentro del trabajo grupal desarrollado junto a los postulados básicos de la «tercera fuerza»: los llamados grupos gestálicos, nacidos de la obra y la práctica de Frederick (Fritz) S. Peris. En Perls es definitivamente clara la variante del tipo de lo que algunos llaman individuos en grupo, entiéndase que la unidad de trabajo es el individuo particular y no el grupo. Sin embargo, el trabajo con el individuo se hace «delante» de todo un grupo. «El enfoque de Perls [dice Cohn tiene la característica primordial de considerar así tabú la interacción grupal [...] el grupo cumple fundamentalmente el papel del espectador» (Cohn, 1970:140). La asunción consciente es evidente en las propias palabras de Perls.:«[...] toda terapia individual es obsoleta y debería ser sustituida por Workshops de terapia gestad. En mis workshops ahora integro el trabajo individual y el grupal. Y es que sólo se tiene resultado con un grupo si el encuentro del terapeuta con el paciente individual dentro del grupo es efectivo» (Perls, 1977:29). Precisamente dentro de la experiencia ges tal tica se ha delimitado muy bien lo que pudiéramos denominar la contraparte de la actitud del coordinador de grupo, para el caso de los grupos humanistas en general, incluidos los grupos de encuentro. Se trata, sobre todo, de la persona que conforma el grupo. La acción del sujeto, desde el lado de sus requerimientos técnicos, se encuadra en algunos principios generales fundamentales. Naranjo (1973:55) los llama «preceptos morales»; 1. Vive ahora. Preocúpate del presente antes que del pasado o del futuro. 2. Vive aquí. Ocúpate de lo que está presente antes que de lo que está ausente. 3. Deja de imaginar cosas Experimenta lo real. 4. Deja de pensar cosas innecesarias. En lugar de ello, gusta y mira. 5. Expresa en vez de manipular, explicar, justificar o juzgar. 6. Entrégate a la desazón y al dolor de la misma manera que te entregas al placer. No limites tu conciencia. 7. No aceptes otros debes no deberías que los que tú te impongas. No adores ídolo alguno. 8. Asume plena responsabilidad por tus acciones, sentimientos y pensamientos 9. Acepta ser como eres. 58 La experiencia de los grupos de encuentro es usualmente reconfortante y productora de emociones y estados de ánimo muy positivos. En lo que a integración de grupo, comunicación, mejoramiento de las relaciones interpersonales se refiere, no hay duda que las oportunidades son amplias. El lugar del coordinador es, quizás, el que produce más atractivo para quienes se empeñan en el desarrollo de prácticas grupales. Asimismo, los grupos de encuentro son muy cercanos, en términos de sus contenidos, de lo que allí sucede, de las prácticas y sucesos de la vida cotidiana de las personas, si bien es cierto que tienden a desarrollar relaciones cerradas dentro del grupo, que pueden convertirse en lugar de refugio personal para los pesares e insatisfacciones de la vida. 59 Grupos operativos. La influencia de Enrique Pichón-Riviére en el movimiento grupalista latinoamericano es considerablemente voluminosa y extendida. Los grupólogos adscritos a la técnica de los llamados grupos operativos se han diseminado por todo el continente, especialmente en Argentina, Brasil, México, Chile, Uruguay, e incluso han penetrado en espacios del viejo continente, como Italia, Suiza, España. Al igual que en los casos anteriores, no pretendo hacer una pormenorizada descripción del modo de operar en este tipo de grupo. A esto se ha dedicado un número importante de libros entre los que se incluyen obras del propio Pichón o de discípulos directos. Existen en Argentina numerosas escuelas de psicología social al estilo de la fundada por Pichón, que siguen trabajando y han logrado importantísimos adelantos en el tema. En una clase dictada el 13 de mayo de 1970, y que más tarde apareciera publicada en la Revista Temas con el nombre de «Historia de la técnica de los grupos operativos», Enrique Pichón-Riviére dijo: «Los grupos operativos se definen como grupos centrados en la tarea [...] tratamos de realizar [...] un aprendizaje que tiene carácter grupal». Entonces es un modo de trabajar en grupo que hace énfasis no en el individuo dentro del grupo, ni en el grupo como totalidad, sino en la relación que tienen los integrantes con la tarea. En una extensa entrevista publicada con el título «Conversaciones con Enrique PichónRiviérc» (Zito, 1976:112-113), a las preguntas de su entrevistador Pichón responde: [...] el grupo operativo es nuestro instrumento para el logro de una praxis [... ] en la medida en que permite aprender a pensar, a vencer a través de la cooperación y la complementariedad en las tareas las dificultades del aprendizaje, es terapéutico [... J Es decir, el grupo operativo ayuda a superar el estancamiento enriqueciendo el conocimiento de sí y del otro en la tarea [...] permite la superación de trastornos en el aprendizaje, en el pensar, en el contacto con la realidad (...) El grupo operativo, como técnica, ayuda a resolver las dificultades internas de cada sujeto, los estancamientos y el pensamiento dilemático, haciéndolo dialéctico a través de una praxis en la que está incluido el esclarecimiento de las resistencias al aprendizaje como cambio. La resolución dialéctica, como hemos dicho, para el enfrentamiento de esa nueva situación. Su vínculo con el psicoanálisis es fundamental, de hecho, el sentido mismo del trabajo es tic profunda inspiración psicoanalítica. Dice Pichón |...| la tarea consiste en el abordaje del objeto de conocimiento, que tiene un nivel explícito o manifiesto de abordaje. Pero en este plano explícito de la ejecución de la tarca J...J surgen ciertos tipos de dificultades, de lagunas, de cortes en la red de comunicación, montos de exigencia que aparecen como signos emergentes de obstáculos epistemológicos. Este obstáculo denuncia una actitud de resistencia al cambio |...] el obstáculo epistemológico centra las resistencias al cambio y nuestra tarea es justamente promover un cambio (en un sentido grupa!) operativo (cambio de una situación a otra), en que lo explícito que tomamos como manifiesto se interpreta hasta que aparezca algo nuevo |...| (Zito. 1976:8-9). De este modo podemos considerar que el grupo operativo es un modalidad de intervención grupal, una técnica que consiste en: 1. un grupo centrado en la tarea; 60 2. desde cuyo dinamismo y funcionamiento un coordinador presen! ciertas interpretaciones, que abarcan lo personal-histórico de si miembros (determinación vertical) y lo interpersonalactual de si interacciones (determinación horizontal); 3. sobre esta base se elaboran los miedos y ansiedades fundaméntale 4. se trabaja en la ruptura de los estereotipos; 5. y sobre la superación de la resistencia al cambio; 6. se promueve una lectura crítica de la realidad; 7. al establecer nuevas redes de comunicación, 8. y se promueven comportamientos de adaptación activa; 9. el funcionamiento del grupo se ajusta a un encuadre; 10. en el que se presentan uno o dos roles fijos, coordinador y observado El camino técnico está claramente trazado por su autor, instrumento para realizarlo, el único, al parecer, posible para una lectura psicoanalítica de los grupos: la interpretación. Ella trata de poner de manifiesto ciertos aspectos implícitos que el coordinador descubriendo en el transcurso del proceso grupal. Una buena interpretación es la que logra ser operativa, es decir, en sentido m general, mover al grupo, más específicamente favorecer la aparición de un nuevo emergente La interpretación ha sido utilizada de dos modos genéricos fundamentales dentro de las prácticas grupales: la interpretación centrada en el individuo, y la interpretación centrada en el grupo. Slavson, Schilder y Klapman, son figuras representativas de la también llamada interpretación individual «en» el grupo; prácticamente abandonan la técnica de apoyo y sugestión para introducir la interpretación individual. En este caso se interpreta directamente al sujeto que interviene. Algunos especialistas hablan no de una aplicación grupal, sino de una aplicación en grupo. Por su parte, la interpretación «del grupo», asume la noción de grupalidad, concibe al grupo como una totalidad, en la que cada uno de sus integrantes está influido y actúa en función de los demás (Grinberg, Langer y Rodrigué, 1957). Más aún, en algunos de sus defensores es bastante clara la idea de un algo «supraindividuos», lo grupal. En la técnica de la interpretación del grupo como una totalidad, están los aportes pioneros de Bion (1961) y Foulkes (1965) que, junto a los trabajos de Pichon-Rivlére (1980), a los que estamos haciendo referencia, sirven de antecedente a las concepciones operativas más conocidas en nuestro medio (Baulco y otros, 1993). La idea aquí es definitivamente otra en comparación con la interpretación individual: las intervenciones de un sujeto concreto no están sólo atravesadas por su historia personal (verticalidad), sino también por las fantasías grupales, por una «corriente» que fluye entre los integrantes que «depositan» un destino en alguien que lo delata, que lo testifica. Entonces esa producción simbólica ideolingüística se interpreta como algo del grupo. La interpretación es entendida como una situación de dos: el coordinador y el grupo. Ella es posible allí donde el grupo se acerca al «implícito» y, por ende, el coordinador «puede verlo» con claridad. Este es el lugar del timing, también llamado momento de urgencia o punto de urgencia: (...) en un tiempo determinado hay problemas que se acercan a la conciencia, que 61 están cerca de la explicitación por razones externas e internas transferenciales, en este caso solamente el señalamiento por parte del terapeuta que ha podido descodificar rápidamente ese material, en ese momento, opera de una manera eficaz (...) De aquí nuestra definición aparentemente paradójica de que la interpretación más profunda es la más superficial (Pichón-Riviere, 1980:24). En nuestra práctica hemos definido algunas sugerencias importantes a tomar en cuenta para la interpretación (Calviño, en prensa):. 1. Se interpreta primero al proceso y luego al contenido. Fenichel dice siempre que la interpretación de la resistencia precede a la interpretación del contenido (Fenichel. 1960). Deberíamos especifi¬car un poco más. Se interpreta primero aquello que impide el acceso a los contenidos menos manifiestos. 2. Las interpretaciones han de ser cercanas a las representaciones cons¬cientes del sujeto. Se trata de lo que muchos llaman las interpretaciones de superficie, aquellas inmediatamente accesibles al orientado. 3. Las interpretaciones se hacen sólo cuando el orientado está en una condición favorable para poder aceptarla como hipótesis y trabajar con ella. Kacker, en su clásico Hsludios sobre técnica psicoanalítica (1986), subraya que el analista debe hacer sus comunicaciones sólo cuando el analizado está en transferencia positiva. Esto quiere decir, además, que sólo se interpreta cuando el orientado ha avanzado en el camino por donde la interpretación pretende que indague. 4. Se interpreta contando sólo con el material directamente dado por el grupo. 5. La interpretación formulada, en términos de hipótesis, favorece una actitud de indagación y trabajo por parte del orientado («podría pensarse que...»; «quizás...»; «me pregunto si...»). 6. La interpretación ocupa un volumen diferente, según los modelos de trabajo. En los más influidos por la psicología dinámica, especialmente por el psicoanálisis, ella puede ser substancialmente amplia. 7. Las interpretaciones sobre un mismo material no deben superponerse ni contradecirse. El carácter breve de la intervención es una limitante para el manejo de interpretaciones superpuestas en un mismo material Para su grupo esto no representa un problema toda vez que domine la comprensión de la determinación y sobredeterminación del material, pero suele serlo para quien apenas tenga una semana de trabajo con el especialista. 8. Es conveniente siempre tener una retroalimentación del sujeto, un contacto con el cómo entendió lo que se dijo, cómo lo relaciona con lo que está sucediendo, qué cree y siente. Desde aquí es posible entender el rol del coordinador (su postura, lo que hace y lo que no). Al caracterizar al coordinador. Pichón escribió: |...J en los momentos fundamentales de todo trabajo con grupo, no tiene más que una preocupación: la de asegurarse y que se aseguren ellos mismos [los integrantes del grupo), que todos los miembros del grupo estén de acuerdo sobre lo que se va a discutir, decidir y ejecutar conjuntamente. Por eso, estará constantemente abierto a que cada miembro del grupo tenga igual oportunidad de hacer valer sus puntos de vista, de formular sus objeciones o sus opiniones, de manera que la discusión, la decisión y la realización del trabajo progresen dentro de una cohesión y una 62 integración de los recursos de cada uno. No le corresponde proponer, ni imponer los temas de discusión, las alternativas de decisión o la distribución de las tareas, sino asumir la coordinación y realizar la unidad del grupo en función de la tarea a efectuar [...] (PichónRiviére, 1980:7). El coordinador de grupo operativo es aquel que facilita el vínculo con la tarea, el que encuadra la situación para que esto ocurra. En la visión pichoniana, el coordinador no es un miembro del grupo en el sentido tradicional, es decir, no expresa sus sentimientos, no está implicado como sujeto particular en la dinámica de relaciones intragrupales, el está en el grupo como su rol, el de coordinador; está presente en tanto lugar de transferencia y depositación; como verbalización, por medio de la interpretación, de lo que el grupo dice con otras palabras, o con su silencio. Su tarea reside en «ablandar» la dificultad que supone para las personas, el grupo, cambiar, crear situaciones que favorezcan el cambio valiéndose de la interpretación. La noción de emergente es da ve en el trabajo de los grupos operativos. Es una cualidad diferente de las que lo preceden, una cualidad nueva aparecida en el espacio grupal que se instituye como signo de las relaciones implícitas en el grupo. Constituye una expresión sintética que organiza los elementos, al parecer dispersos, de la situación grupal. Es él quien permite descifrar la significación de lo que acontece en el campo. Es condición imprescindible de la interpretación. Desde el emergente, el coordinador reconoce un existente. Una representación muy sintética de la intervención podría ser dicha del modo siguiente: el coordinador reconoce un existente, lo interpreta, y abre el paso a un nuevo emergente. La unidad de trabajo se constituye de tres eslabones o vectores: el existente, la interpretación y el nuevo emergente. 63 El cumplimiento de la modalidad operativa del proceso grupal requiere que: 1. El grupo sea dinámico. La actividad grupal no está predeterminada, ni organizada rígidamente. Se ha de permitir la máxima fluidez creativa de la interacción y la comunicación. 2. El grupo sea reflexivo. Una parte importante de la actividad grupal es la propia reflexión sobre el proceso grupal. Esto es particularmente importante en los puntos donde la dinámica grupal obstaculiza el desarrollo de la tarea. 3. El grupo sea democrático. Toda acción y pensamiento deben originarse del grupo mismo. El coordinador nunca hace lo que pudiera hacer otro miembro cualquiera (Brohman y Tubert, 1986). Me aventuro muy pragmáticamente, quizás sería mejor decir didácticamente, a hacer un esquema de trabajo basado en los grupos operativos. 64 65 Mi experiencia personal, primero en tanto miembro de un grupo operativo, y luego como coordinador, realmente fue fructífera y decisivamente influyente. No es posible hacerse una representación justa del significado de la teorización pichoniana, sin vivir la experiencia de un grupo operativo. No obstante, me gustaría señalar algunos aspectos que necesitan de una reflexión especial. En primer lugar, quiero llamar la atención sobre el carácter marcadamente intelectual, reflexivo y racionalista de lo que sucede en el grupo. Casi todo el trabajo consiste en pensamientos, reflexiones, y análisis de lo que se cree, se piensa, se sabe o no se sabe; incluso sobre lo que se siente, pero el sentimiento se intelectualiza. Esto hace que se desaprovechen aspectos más directamente vivenciales, incluidos los corporales. La propia tarea de seguir la interpretación del coordinador supone un ejercicio importante, pero limitado a las cogniciones. Por otra parte, como dijo una persona que había participado en varias experiencias grupales de diferente modalidad: «los grupos operativos son los más aburridos», y con esto quería decir que no se explotan los recursos de juego, participación, desempeño de roles, que tanto favorecen no sólo las interacciones, sino la propia emergencia de los contenidos. La distancia impuesta por la técnica al coordinador es realmente ansiógena (para el grupo y para él mismo); el mantener el setting cerrado, para ciertas condiciones de vida, genera también una ansiedad de cumplimiento y expectativas no muy deseables. A diferencia de otras técnicas, la realización de la función de coordinador requiere mucha destreza, habilidad y, sobre todo, preparación técnica y experiencia por parte del profesional, ello hace que la técnica sea de escasa capacidad de diseminación y aplicación menos exigente por parte, incluso, de personas con formación en otras técnicas de trabajo grupal. 66 Psicodrama grupales. y dramatización en las prácticas Por diversas razones que se irán descubriendo, me detendré más extensamente en lo que al uso de procedimientos de dramatización y al psicodrama se refiere. El origen de los procedimientos que sustentan su realización en la dramatización tienen su base más inmediata en la aparición de los procedimientos psicoterapéuticos grupales. Sería interesante y correcto decir que es la aparición de la psicoterapia de grupo la que abre la puerta a la psicoterapia basada en la dramatización, cuanto que la segunda funda la primera, lista posibilidad, casi contradictoria, se explica por el hecho que es precisamente el creador de la primera forma organizada y sistemática para utilizar la dramatización, como método terapéutico, quien emplea por primera vez el nombre de «terapia de grupo» (1931), y propiamente el de «psicoterapia de grupo» (1932). Hablamos de Jacobo Levy Moreno (18921974). Véase al respecto (Moreno,1954, 1961, 1962 y 1966). Ya desde inicios de siglo se viene elaborando la idea de las posibilidades de las estrategias grupales en las prácticas profesionales, por cierto no sólo de psicólogos y psiquiatras, sino también pedagogos, sociólogos, y otros. Sin embargo, más allá de las diferencias sustentadas en los paradigmas de partida, más allá de las diferentes estrategias y procedimientos de trabajo, el factor común de los métodos grupales fue (y sigue siendo) la palabra. Precisamente la utilización de la dramatización en el trabajo con grupos viene de otra comprensión del asunto. No es que se menosprecie y mucho menos se elimine la función de la palabra en la práctica psicoterapéutica, sino más bien que se le complementa, o para algunos se le hace anteceder una función incluso más primaria que la palabra misma, una realidad más corpórea y expresiva que la lingüística (Minujin y Sorín, 1990; Schützenberger, 1970). Antes de la palabra está la acción. Intentaré, sabiendo que es apenas una simplificación didáctica, establecer lo que sería el espacio de acuerdo o comunidad de quienes incluso desde referenciales teóricos distintos, operan con la dramatización en su actividad profesional: lo grupal (1980-1987). 1. Las técnicas dramáticas facilitan la resolución de las ansiedades grupales. 2. Los llamados «emergentes» se ven favorecidos en su expresión natural y espontánea. 3. Permite una elaboración más vivencial y, por ende, más cercana a la realidad. 4. Puede ser, en algunas de sus formas de utilización, sujeto. menos comprometedor para el 5. Es una vía de expresión que, por no requerir totalmente de la expresión lingüística racional, facilita la expresión de lo implícito. 6. Resulta de mayor facilidad de aceptación como tarea de colaboración y coparticipación. Sin embargo, sabemos que esto que pudiéramos llamar sólo muy relativamente «acuerdos» son apenas ciertas raíces comunes que no sirven de mucho para entender lo que significa, a nivel teórico y práctico, el uso de la dramatización. 67 Psicodrama moreniano. Como quiera que no es una extensa representación de todo el movimiento psicodramático lo que nos proponemos, sino solamente reconocer el valor del psicodrama, de las técnicas de dramatización, nos detendremos un poco (apenas un poco) en el Psicodrama moreniano Una comprensión cabal y justa del psicodrama moreniano necesitaría como punto de partida el estudio y la comprensión de (os sustentos teóricos y cosmovisivos de Moreno, su comprensión de qué es el ser humano, su concepto de la conducta humana y algunos principios y nociones muy peculiares que dan a sus elaboraciones teóricas un sello distintivo. Tal es el caso de nociones como «el átomo social, la conservación cultural, el principio del tele», y otros. Muchos de estos principios tienen una representación directa y fundamental en el modo moreniano de utilizar los procedimientos dramáticos. Sin embargo, esto requeriría de una detención de amplio espectro que no está dentro de los objetivos de este trabajo. Optamos entonces por un nivel más pragmático de descripción que desde ya se torne en un modo de explicitar aquella idea de Engels, de que «los hechos, siguen siendo hechos no importa cuán falsas sean las interpretaciones que de ellos se hacen». En realidad, el pensamiento y la obra de Moreno van más allá de un procedimiento de intervención grupal. Como toda la producción de la Psicología, entre el nivel paradigmático epistemológico y el pragmático existe un largo camino que supone no sólo encuentros, sino también desencuentros. En sus años europeos, Moreno había trabajado con una herramienta que denominaba «el teatro de la espontaneidad» y que, retomando la tradición del teatro griego, hacía énfasis en la noción de «catarsis». Muy pronto observó el valor terapéutico de los trabajos que realizó, siguiendo la idea de la dramatización espontánea, con grupos de niños, prostitutas, y otros. Están contenidos aquí tres puntos básicos que van a conformar su psicodrama: 1. La noción de espontaneidad y la de creatividad 2. La teoría de los roles. 3. La psicoterapia grupa! Moreno está convencido de que todos los grupos son agentes terapéuticos, y que todo grupo puede ser terapéutico en relación con otro grupo. Ya desde 19)1, en Vierta, a Moreno y sus colaboradores se les podía encontraren las calles de Viena haciendo trabajos psicoterapéuticos grupales in situ. La regla fundamental era la interacción libre y espontánea para favorecer la integración del individuo y del grupo Los modos para realizar estos «trabajos de grupo» eran verdaderamente variados, y una observación justa de estos nos obligaría a considerar a Moreno como un antecesor de múltiples de las técnicas y procedimientos de intervención grupa] que se ejecutan hoy en diversos campos de la Psicología y fuera de ella. 1. Método de discusión libre. 2. Método de discusión de historias clínicas. 3. Método de discusión de sesiones grabadas. 4. Utilización de música y danza. 5. Métodos ocupacionales y laborterapia. 68 6. Método de conferencias y clases en grupo. 7. Método de la utilización de los medios audiovisuales. En todos ellos, junto con la comunicación verbal, Moreno intenta enfatizar el contacto corporal a nivel motor y táctil. Él estaba convencido de que tas prácticas grupales debían penetrar en todas las dimensiones de la existencia humana, cosa que no hacía el especialista centrado únicamente en la palabra. Así el trabajo en grupo fue convirtiéndose en trabajo desde y con la acción, en psicodrama. El psicodrama puede ser definido, desde esta perspectiva, como una ciencia que explora la «verdad» por métodos dramáticos (Rojas, 1984). Desde una perspectiva más pragmática, pudiéramos decir que es un método de exploración y modificación del sujeto y sus vínculos con otros sujetos, que hace de la escena dramática el núcleo constituyente de toda la actuación psicoterapéutica (Marcos, 1988). Sus cinco instrumentos fundamentales son: 1. La escena. Es una extensión de la vida misma. Las personas allí son como son, se les instruye para que se comporten como cada día, ha de ser él mismo y no un actor. Es el lugar donde el paciente va a poner sus conflictos, va a descubrir sus temores y ansiedades. Es un espacio para la acción, pero también para la palabra. Precisamente la acción unida a la palabra da una mayor posibilidad al descubrimiento del conflicto, del «drama que ocupa al protagonista en el espacio dramático». El escenario tiene que brindar la posibilidad de que se establezcan relaciones entre lo imaginario, lo simbólico y lo real (Bustos, 1975); en él se puede representar cualquier tipo de situación, desde un simple hecho de la vida cotidiana, hasta un sueño, o una alucinación. Para esto es imprescindible que se cumplan ciertas normativas. Entre las fundamentales están: • Secreto absoluto sobre todo lo que pase o se diga en la sesión. Se crea así un clima de confianza y libertad de expresión. • Selección adecuada de las personas que van a formar parte del grupo • Principio funcional de democracia y libertad de expresión, todos tienen la misma posibilidad de participar. • Contención de expresiones emocionales por parte de los especialistas, que deberán hacer lo correcto profesionalmente en cada momento. • Ausencia de sanciones o consecuencias negativas por la actuación espontánea de un miembro del grupo. 2. El sujeto o protagonista (paciente, cliente, estudiante, partici¬pante, entre otros). Es un actor libre, cuyo único y real guión es su propia vida, sus propios sentimientos, y del cual se espera llegue a ser genuino y espontáneo. 69 Él es el sentido mismo de todo lo que se hace en la escena. El protagonista encarna su propio drama. Es bueno aclarar aquí que por «actuación» en los momentos iniciales se está entendiendo el «como si» psicodramático, que está confundido con el «es» real. El protagonista puede ser un individuo, pero también puede ser una pareja o un subgrupo. o incluso todo el grupo. 3. El director (maestro, coordinador, especialista, terapeuta principal). El director ejerce tres funciones fundamentales o ureas: productor -garantiza la relación del trabajo con los miembros del grupo; especialista -realiza la función de develar, de ejecutar el sentimiento que impacta en uno u otro lo que pasa en la escena, hace todo lo que realiza el participante; analista -da las interpretaciones que recoge en el grupo. Es importante percibir que el director tiene dos tareas funcionalmente diferenciadas: cuando el grupo está en acción dramática, es el director de escena; cuando el grupo está en urea verbal es el especialista, si se quiere el coordinador o guía de la actividad. Para poder cumplir su función él tiene que tener desarrollado «el pensamiento en escenas». (Lemoine y Lemoine, 1974). Es imprescindible que esté atento a todo lo que sucede, que registre lo que se dice y hace, ya que sólo así puede ayudar a construir la escena. Cuando comienza la actuación psicodramática, el director sale de la escena y sólo aparece en ella si fuera necesario proponer alguna de las técnicas, para lo que se vale de los egos auxiliares. 4. Los asistentes (especialistas auxiliares, o auxiliares de la acción dramática. Al decir de Moreno los «egos auxiliares»). No son sencillamente profesionales ubicados en un lugar de distanciamiento que los exime de cualquier suceso. Por el contrario, son miembros del grupo que participan de un modo peculiar. Actúan, colaboran, y también registran información. Los auxiliares son actores; lo que el paciente necesita para representar su mundo; constituyen agentes terapéuticos y también investigadores sociales. Como su nombre indica, auxilian al protagonista en la realización dramática. Pueden ser otros miembros del grupo, incluidos los co-terapeutas o co-directores. 5. El público. Es una ayuda al actor. Es, en definitiva, el propio grupo. El público se moviliza con lo que recibe de la escena, expresa entonces sus opiniones y sentimientos, asocia con su propia historia. Es también un agente de contención para eventuales reacciones fuertes por parte del protagonista. No hay psicodrama sin público Atendiendo a las diferentes modalidades de psicodrama, el público puede ser de pocas personas (miembros de otros grupos terapéuticos o del propio grupo, familiares, otros especialistas de la institución, por solo citar algunos), o de muchas personas (tal es el caso del psicodrama público). ¿A donde va todo esto? Para Moreno, a la catarsis mental. 70 Centrándonos ahora en la función terapéutica, llamo la atención sobre los tres sustentos de la acción curativa del psicodrama moreniano están en lo que muchos llaman sus tres componentes funcionales fundamentales: la acción catártica, el desempeño de roles, la capacidad curativa de los grupos. Catarsis (xaTopcio) llamó Aristóteles a la purgación de las pasiones. En su poética decía: «La tragedia es la imitación de una acción virtuosa y realizada que por medio del temor y de la piedad suscita la purificación de ciertas pasiones.» Primero Breuer y después Freud lo utilizaron para denominar al efecto de una abreacción. Para Moreno ella es fundamental. La catarsis es el «como si» y por tanto es la actuación dramática de lo que es o fue. La catarsis permite recobrar la creatividad y la espontaneidad perdidas en el efecto traumático. Con el psicodrama se persigue una catarsis de integración, o lo que es lo mismo, un reordenamiento de experiencias al interior del sujeto, una nuera comprensión c integración que alivia. En lo que a la noción de rol se refiere, es clara la asimilación que hace Moreno de ciertas elaboraciones de la psicología social Los roles sociales que realmente se asumen en la vida son representados por el paciente en el grupo como «roles psicodramáticos» en los que se revelan, en condiciones de observación y análisis, las particularidades de aquellos. Y es así que por medio de las intervenciones grupales, el verdadero sentido psicológico de estos roles es puesto al descubierto y sometido a análisis. Se desprenderá de aquí una función reveladora, una desmistificadora y otra elaboradora de la acción dramática. Por último, como dijimos antes, Moreno cree en la capacidad curativa de los grupos. Más aún, su idea es curar al grupo como vía de curar a los individuos. Es precisamente en el grupo donde se realizarán unos u otros roles. Es precisamente en el grupo donde se realizará la catarsis. El método queda en lo fundamental establecido: se trata de diferentes técnicas de actuación que persiguen ¿a exploración del mundo íntimo y relacional de las personas, sobre una expresión espontánea, creativa y genuino de él, y que posibilita una catarsis de integración conducente a la cura, la prevención o el desarrollo personal (Moreno, 1966). Cómo se hace psicodrama. Para comenzar señalemos que dentro de la perspectiva moreniana existen tres modalidades distintas de psicodrama: 1. El psicodrama individual. Se realiza a nivel de la práctica psicoterapéutica individual. El terapeuta solicita al paciente que dramatice una situación para favorecer su comprensión. 2. El psicodrama grupal. Se realiza en un grupo psicoterapéutico. Se trata sobre todo de dramatizar situaciones personales de los miembros del grupo o alguna otra situación que indique el terapeuta. 3. El psicodrama público. Usualmente se realiza en un teatro. Por razones obvias vamos a tener que ver con el psicodrama grupal. Es casi imposible explicar con palabras qué se hace en psicodrama. El modo único de aprender el psicodrama es «aprehenderlo», lo que quiere decir vivir la experiencia psicodramática (Bauleo y otros, 71 1975). El propio Moreno fundamentaba la idea de que el aprendizaje tenía como requerimiento mínimo la vivencia del futuro terapeuta o psicodramatista de un proceso psicodramático. Incluso diferenciando objetivos de trabajo, y al diferenciar el psicodrama, para el estudio de los conflictos individuales, del sociodrama, donde de lo que se trata es de estudiar los grupos sociales, Moreno llamaba la atención sobre el «role playing» como vía para aprender el psicodrama precisamente «psicodrama tizando». No obstante, intentaré (cosa que han hecho muchos, y por tanto se me facilita la tarea) hacer una descripción de cómo se trabaja en psicodrama, sin otra pretensión que dar una lámina de representación que pueda orientar un encuentro primario con dicho procedimiento. Me concentraré en el proceso mismo del montaje y realización de la acción dramática desde su preparación hasta su culminación. Intentemos una generalización teórica representacional, por el momento para luego deslizamos más en el nivel praxológico de la sesión psicodramática (Martínez, Moccio y Pavlovsky, 1970). Podemos distinguir de modo general tres momentos fundamentales: 1. La preparación. Es precisamente aquí donde se prepara el clima interno del grupo. Existen muchas formas de hacerlo, pero en el formato moreniano usualmente se escoge un tema y un protagonista y se intenta abordar ese tema hasta sus últimas consecuencias con la mayor espontaneidad posible. Su importancia es estratégica: sólo si las personas se liberan de las amarras que impone la realidad, sólo desprendiéndose de las barreras que inhiben la libre expresión, se consigue la participación efectiva del sujeto en la dramatización. Esta preparación es fundamental para que el sujeto «entre en situación» y pueda realizar el «como si» dramático de manera espontánea, así como estar abierto a lo que va a suceder en el grupo, en el orden de los afectos, las emociones, las elaboraciones mnémkas y asociativas, entre otras. El papel del especialista es fundamental, de él depende en gran medida la creación de este clima. Él estimula, apoya, guía al protagonista en escena. Aquí se construye la posibilidad real del psicodrama y no su formulación formal y despersonalizada. 2. La representación. Es esta la etapa de la acción dramática propiamente dicha. Es aquí donde se hace un montaje en la escena atendiendo al «guión» del protagonista. Se trata aquí del núcleo central de la praxis psicodramática. Los egos-auxiliares comienzan a desempeñar un papel fundamental, ellos aparecen según las demandas del protagonista. Hay que garantizar que las necesidades de expresión y elaboración del protagonista se puedan realizar. En esta etapa el coordinador se vale de las llamadas TÉCNICAS DRAMÁTICAS (por sólo citar algunas, ya que después serán tratadas con mayor especificidad; podemos nombrar: la técnica del espejo, el doblaje, la inversión de papeles -que constituyen una unidad de elaboración-, el soliloquio, la concretización, el reportaje, y otras más). En esta etapa lo que se busca es el desdoblamiento del vínculo del protagonista con los personajes, con los que ha definido va a compartir el escenario. Como antes dije, se busca una nueva organización interna que promueva un esclarecimiento que lo lleve a recobrarlo perdido. Es esta la catarsis de integración de la que habla Moreno. 3. La elaboración. Moreno le llama de «compartir». Efectivamente es aquí donde el grupo (público) participa en el sentido estrictamente terapéutico. El protagonista descubrió su intimidad, ahora el grupo le 72 devuelve su acción compartiendo sus sentimientos, vivencias, emociones, opiniones. La gente habla de lo que cree, de lo que siente, de las resonancias que en ellos produjo lo que ocurrió en el escenario. El grupo acompaña al protagonista, se hace partícipe de lo que el llevó a la escena. Se busca una suerte de catarsis grupal. Diferentes tipos de dramatizaciones. 1. La dramatización exploratoria. Su objetivo específico se postula como la puesta en evidencia de la dinámica interna del grupo, sus posibles conflictos, estilos comportamentales dificultades de relación, mecanismos de defensa, y otros. Ella es particularmente utilizada en los inicios del trabajo grupal, ya que con ella se busca conocer las características del grupo. En ocasiones, son una suerte de «entrevistas dramatizadas» en las que las personas responden actuando. Este tipo de dramatización es, por lo general, individual. A veces son utilizadas para iniciar a los miembros del grupo en la elaboración de un nuevo lenguaje, el dramático (Moccio, Pavlovsky y Martínez, 1981). 2. La dramatización descriptiva. Es una suerte de descripción hecha dramáticamente por las personas y a la manera de una «información periodística». Es un relato dramatizado de hechos, actuales o pasados, es una reconstrucción de acontecimientos. Mientras la exploratoria está guiada por el especialista, la descriptiva propone la autodeterminación de los miembros del grupo, es como su autopresentación. Es claro que las diferencias en ocasiones no son nítidas, sobre todo pensando en que la dramatización «es» y la información que de ella obtiene el terapeuta es variada. En este tipo de dramatización hay una actitud consciente de cada miembro de hacer conocer a los demás algo significativo de su mundo íntimo. 3. La dramatización expresiva. Parecería tautológico hablar de la dramatización expresiva considerando que toda dramatización es un medio de expresión destinado a facilitar las cosas. Pero cuando se habla específicamente de dramatización expresiva se refiere a aquel tipo de dramatización que sirve con la máxima adecuación posible a la manifestación de un miembro en particular, y del grupo en general. Su nivel de simbolización y abstracción puede ser alto. 4. La dramatización elaborativa. Algo ha sido traído al grupo sólo verbalmente, o incluso ya fue dramatizado antes, pero aún tiene un fuerte potencial propiciador de «insigbt». Se vuelve entonces a traer al grupo con nuevos detalles y elementos (Kesselman y Pavlovsky, 1989). 5. La dramatización defensiva. Si la expresiva descubre, la defensiva oculta. Funciona, al decir psicoanalítico, encubriendo la fantasía inconsciente. Esta es una dramatización que se rige por el principio de las defensas del grupo y de sus miembros. El hecho es que una dramatización, que incluso externamente puede parecer adecuada, puede ser una expresión resistencial o defensiva y servir así al distanciamiento. Ellas suelen tener un carácter sospechosamente reiterativo. Conviene aquí llamar la atención sobre ciertas cosas que perturban la acción dramática en 73 determinadas personas: • miedo al ridículo, • miedo al descontrol, • miedo a exhibirse, • miedo a equivocarse. Siguiendo la «Regla de oro de la técnica psicoanalítica», lo primero que se interpreta es la resistencia. El psicodramatista ha de preservar esta regla, si es que quiere acompañar el avance del grupo (Martínez, Moccio y Paviovsky, 1970). 6. La dramatización demostrativa. Sirven estas como forma de trasmitir un conocimiento al paciente. En lo fundamental se trata de que el coordinador puede haber tenido una comprensión muy exacta de un cierto proceso en el protagonista, pero no aparece una condición de expresarlo. Entonces no se interpreta, sino que se contribuye a crear una escena en la que el tema se desenvuelva. 7. La dramatización de aprendizaje. Suele ser utilizada cuando llega al grupo un nuevo miembro o en los inicios mismos de la formación del grupo La escena tiene como objetivo que las personas aprendan el funcionamiento. Todos estos tipos de dramatizaciones representan sobre todo una guía general. El psicodrama es una unidad viva en acción que requiere esencialmente de la creatividad del equipo técnico y particularmente de su coordinador. Una buena práctica psicodramática se ve muy favorecida, si el especialista tiene algún dominio de la clínica grupal e individual, así como de la teoría psicológica de las relaciones interpersonales. y psicología de los grupos. Es este el verdadero sustento de toda práctica grupal, y la psicodramática no es una excepción. Acción psicodramática. Intentemos ahora «pensar en escena» y desde este espacio representarnos una sesión de psicodrama. Insisto que esto no ha de ser tomado al pie de la letra, a la manera de una receta de cocina. Es, sobre todo, una representación y, por ende, su relación con la realidad no es de identidad absoluta. Se impone una delimitación importante. La práctica del psicodrama requiere de ciertas condiciones elementales en términos del ambiente físico en el que se realizará. Por sólo llamar la atención sobre algunas de ellas que merecen una consideración especial, ubiquemos que: •Se requiere de un espacio con garantía de discreción informativa. No debe ser un lugar de acceso público indiscriminado. Preferiblemente un local cerrado. • El local seleccionado debe tener espacio suficiente para la disposición de las sillas de los miembros del grupo y más aún un espacio amplio para el libre movimiento por él. •Debe ser un lugar separado de ruidos excesivos externos que puedan causar molestias para 74 escuchar o dificultad para concentrar la atención. •La limpieza suele ser de mucha importancia, toda vez que en ocasiones los participantes tendrán contacto directo con el piso del local. •Por último, es conveniente sugerirle a los miembros que usen ropa cómoda para las sesiones. Momentos fundamentales de la sesión psicodramática. 1. PRESENTACIÓN (introducción o recapitulación según el estadio de trabajo del grupo). Se trata del momento inicial de la sesión en el que el coordinador abre el espacio para cerrarlo, es decir, establece un «comenzamos» que supone el establecimiento de los límites de encuadre para el trabajo del grupo. Cuando se trata de la primera sesión de trabajo de un grupo, este momento de la sesión puede ser un poco más prolongado de lo que será en lo sucesivo. En ocasiones, es aquí donde se explican los objetivos de trabajo y, en caso de ser un grupo de formación, alguno de los presupuestos teóricos con los que se trabajará. En sesiones avanzadas del grupo, en este momento de presentación se hace la recapitulación, es decir, el «retomado» de la sesión anterior. 2. CALDEAMIENTO No es posible realizar una intervención psicodramática si no se crea un «ambiente» propicio para su desenvolvimiento. El caldeamiento es precisamente ese espacio de tiempo y las actividades que en él se realizan para: • crear un clima que tienda a la generación del pen¬samiento en escenas, • dejar fuera las normativas de conducta que ha desplegado el sujeto antes de llegar al grupo. • disminuir las tensiones y temores propios de la inicia¬ción, • entrar en contacto con el cuerpo del otro sin erotizar ni temer a la erotización, • establecer las emociones entre los miembros del grupo, • moverse en la unidad intima de mente-cuerpo, • sentir el goce del movimiento y el juego, • romper las inhibiciones, • abrirse a la experiencia de la creación y actuación en la escena. Existen dos tipos fundamentales de caldeamiento -el caldeamiento específico y el inespecífico. El primero, a su vez, puede ser de dos tipos: especificidad por el protagonista o especificidad por el terapeuta. El primero se refiere a la situación en la que ya se eligió la escena y el protagonista explica lo que habría que hacer. En el otro, es el terapeuta quien convoca, por decirlo de algún modo, a una cierta preparación por su posible vínculo con la acción dramática ulterior. 75 Ejercicios de caldeamiento: • Relajación • Tensiones y distensiones. • Caminar caóticamente. • Perros y gatos, • •Manos de imán. • Cuentos. • Busque su pareja. • Le tengo miedo • La ola marina. • Bailar. • Siga el juego. • Masa amorfa. • Lazarillo Habría muchos otros que referir, y por lo general el propio coordinador va ideando juegos, intercambios que garanticen la función básica del caldeamiento. 3. LA ESCENIFICACIÓN PSICODRAMÁTICA Para muchos es esta la esencia del trabajo psicodramático. Para introducirnos en ella es imprescindible hacer algunas distinciones fundamentales. • Diferencia entre actuación y dramatizarían, Son cosas distintas por su modo e existencia y por su impacto so¬bre la eficacia del proceso. La distinción central está en el «como si». En el psicodrama se dramatiza, es decir, no se busca ni se favorece un actingout irracional. No se trata de «ser» un personaje, sino de «evocar» un per¬sonaje. la actuación no da espacio a la reflexión y ela¬boración ulterior de lo sucedido. • Diferencia entre historia (o anécdota) y escena. La historia es el cuento global del suceso, el conjunto de elementos que interactúan al nivel de la constitución de un discurso. La historia puede ser contada, pero no dramatizada. Lo que se dramatiza es la escena, el fragmento significativo de situación que el sujeto ela¬bora asignando roles a los otros miembros del grupo. • Diferencia entre escena consonante y escena reso¬nante. En la consonante se trata de la «asociación en escena» que hace un sujeto concreto del grupo basada en la escena inicial. Mientras que en la resonante habla la voz del eco que produce en cada miembro la es¬cena, en la apertura a otras escenas. • Diferencia entre escena inicial y escena resultante. Es en esta diferenciación donde se explícita el sentido en situación del psicodrama. Podemos representarlo así; El sujeto, miembro del grupo, cuenta una historia y se le pide pensarla en escena. Entonces él construye una escena y distribuye los roles entre otros miembros del grupo, da las instruc¬ciones de cómo se debe representar a cada personaje. Se hace la escena inicial. Inmediatamente los miembros del grupo comienzan a hacer sus análisis, sus co-mentarios sobre lo que allí pasó. A partir de estas elaboraciones que se van produciendo, se solicita una «vuelta a dramatizar» la escena, ahora enriquecida con lo que ha sido develado en el grupo. Es sobre todo aquí donde se introducen las llamadas «técnicas dramáticas» y se va elaborando una escena distinta que nacida de aquella, tiene ahora características distintivas. 76 Técnicas psicodramáticas. 1 EL DOBLE (también llamado doblaje, desdoblamiento). Un ego-auxiliar o un miembro del público se coloca al lado del protagonista, reproduce su postura, hace los mismos movimientos, sólo que dice aquello, que siente o cree, que el protagonista no está diciendo por ser desconocido, o estar oculto e inhibido. 2.EL ESPEJO. El protagonista abandona la escena a pedido del coordinador y pasa a ser públi¬co de una dramatización que de él hace otro miembro del grupo. Es una ob¬servación de cómo lo hace él, pe¬ro hecho por otro. Se pretende con esto que el indi¬viduo se re-conozca a sí mismo. 3.LA INVERSIÓN (también llamada inversión de papeles, cambio de roles). Era para Moreno la técnica básica del psicodrama. Se trata de un intercambio de roles, el protagonista pasa a continuar dramatizando el rol de un ego-auxiliar, y este a su vez desarrollará el del protagonista Cada sujeto es puesto en el lugar del otro. En ocasiones, se complementan con el llamado «soliloquio» e incluso el doblaje. Estas serían las técnicas fundamentales, al menos en la tradición moreniana, toda vez que ellas significan el momento particular dentro del desarrollo y la evolución infantil. No obstante, no son las únicas técnicas. 4 El SOLILOQUIO. El protagonista y los otros participantes en la escena detienen el curso del proceso que estaban siguiendo y, «como si» hablaran consigo mismo, expresan lo que están sintiendo. 5. LACONCRETIZACIQN. 6. INTERCALADO DE RESISTENCIAS. 7. REPORTAJES. 8. SENTIMENTALIZACIÓN. 9. PROYECCIÓN DE OBJETO. Uso de la dramatización en las prácticas grupales. El psicodrama es un todo coherente, sistemático y organizado, y ya sea desde un referencial teórico moreniano o desde uno psicoanalítico, él supone al menos una adhesión a ciertas reglas de comportamiento sistémicas (Moccio, Pavlovsky y Martínez, 1981). Una vez me encontraba en un grupo conversando con Pavlovsky y Bauleo, y alguien hizo la misma pregunta que dio origen a uno de los libros del primero (en compañía de Moccio y Bouquet): 77 «¿Cuándo dramatizas vos?» -a lo que Pavlovsky respondió- «Siempre». Se viró para Armando y le preguntó: «¿Y vos cuándo es que consideras necesario dramatizar?», y Bauleo directamente respondió- «Nunca». Sin duda alguna el psicodramatista hace del psicodrama su instrumento de trabajo total, es su condición misma de trabajo. El psicodrama es su filosofía, su modo de hacer y de pensar (él piensa en escenas, elabora en escenas, actúa en escenas). Pero en tiempos como estos, que vive la Psicología, en los que se imponen los referenciales integradores como demanda insoslayable de la propia práctica profesional, de los problemas con los que el psicólogo se encuentra en su quehacer diario, se hace inevitable una visión más abierta, desde una epistemología de la convergencia. No perdamos de vista que estamos hablando de exigencias y posibilidades en el ámbito de las prácticas grupales. Lo dicho hasta aquí no necesariamente soportaría una extensión a todo el campo de la Psicología. Sin embargo, puede servirnos de base para fundamentar una adopción más abierta, menos comprometida con la «Filosofía psicodramática» de las técnicas de dramatización como recursos de trabajo. Una mirada rápida a la práctica profesional de la Psicología delata que, desde paradigmas teóricos distintos, se ha utilizado la dramatización, entendida ahora sencillamente como desempeñar un rol determinado como representación de algún contenido con el objetivo de hacerlo más cercano al sujeto, más disponible a su observación objetiva y más vivenciado como propio, haciéndolo pasar por formas expresivas no sólo lingüísticas, sino también corporales. Dentro de esta noción de dramatización, del uso de instrumentos de representación dramática, podemos entonces incluir lo que hacía Rogers con sus clientes para buscar la libre y auténtica expresión, o lo que hacía París al pedir a sus pacientes que actuaran el sueño que traían a la sesión. Podríamos incluir aquí todo el análisis transaccional de E. Derne y sus seguidores. Desde los T-groups, los grupos de encuentro, los de entrenamiento sensitivo, los laboratorios de expresión creativa, los gestálticos, todos han hecho uso de las técnicas dramáticas-psicodramáticas, como recursos de trabajo. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que una parte muy significa Uva de las prácticas grupales hoy contienen y hacen uso de la dramatización como instrumento de trabajo de gran utilidad. ¿Compromete esto al especialista con la teoría general de Moreno u otra de explícito carácter psicodramático? De ningún modo. ¿Conspira esto con la opción moreniana, o la psicoanalítica? La propia historia demuestra lo contrario. El hecho mismo que desde dos sistemas teóricos distantes, sea posible una praxis interventiva en lo fundamental similar, ya atestigua acerca de la tesis que estamos defendiendo: las técnicas dramáticas, los modos de actuar en psicodrama, pueden ser utilizados en otros contextos paradigmáticos distintos a aquellos en que fueron creados, y sirven así a la intervención psicoterapéutica grupal. Algunas sugerencias pragmáticas para la utilización de dramatizaciones. La experiencia en el uso de técnicas dramáticas en los grupos no puede ser (o no debe ser) al antojo del especialista, y si no se toman ciertos cuidados, las ureas de dramati-zación pueden convertirse en obstáculos para el desarrollo de la actividad grupal. De manera 78 sintética y referencial presento algo así como «Consejos al coordinador de grupos» que pretende valerse de intervenciones dramáticas (Calviño, 1995): 1. Desde el momento mismo del establecimiento del contrato, el acuerdo de trabajo, o la alianza terapéutica se debe explicitar a las personas que como parte de las actividades que se realizan pueden estar las dramatizaciones de situaciones o juegos dramáticos. 2. Se prevean o no utilizar en una sesión concreta los instrumentos de actuación es conveniente iniciar siempre la sesión de trabajo con algunos ejercicios de caldeamiento. Estos favorecen a la sesión, si resulta eminentemente verbal, y son imprescindibles si aparece la necesidad de dramatizar. 3. Siempre que se dramatice es necesario dejar claro un por qué y un para qué se va a producir la intervención al nivel de lo dramatizado (Kesselman, Pavlovsky y Frydtcwsky, 1993). 4. Ninguna dramatización debe ser forzada al grupo ni a alguno de sus miembros. Si la resistencia a la dramatización es fuerte, entonces se debe mantener la «regla de oro»: primero se trabaja (se interpreta, se analiza, etcétera) la resistencia. 5. No se deben conjugar estilos de coordinación de grupo distantes o no participativos con el uso de acciones dramáticas que pueden llegar a convertirse en instalaciones defensivas del grupo. 6. El grupo tiene que estar preparado para la contención, para el actingout de alguno de sus miembros. 7. Ninguna dramatización debe quedar sin su ulterior pase de análisis por parte del grupo. La dramatización no debe ser un «medio audiovisual» para que los pacientes vean, es un espacio de vivencia, de asociación, de identificación, entre otros, y por unto debe formar parte integral del modelo de intervención que se adopte. 8. Si no existen condiciones ambientales mínimas para la escena, no intente una dramatización que quedará cercenada por determina¬ciones de dudoso carácter subjetivo. 9. El acto de intervención dramática debe quedar armónicamente integrado al proceso de trabajo grupal, por tanto es imprescindible definir cuál es su finalidad dentro de la estrategia de intervención trazada. 10. Entre los valores más significativos de las intervenciones dramáti¬cas en contornos grupales no psicodramáticos y que prescriben posibles objetivos a lograr con estas pueden fijarse: preparación del ambiente psicosocial-interrelacional interno del grupo, reducir las ansiedades de expresión, romper resistencias, «objetivar» contenidos abs-tractos o de difícil explicitación lingüística, encontrar formas de comportamiento en situaciones cercanas a las reales, facilitar el insight (afectivo c intelectual) de ciertas contradicciones comportamentales, investigar «corrientes subte¬rráneas» del grupo. Otras consideraciones no menos importantes tienen que ver con la propia preparación del especialista que pretende hacerse cargo de intervenciones dramáticas grupales. En este sentido llamo la atención sobre la necesidad de que el coordinador cuente en su experiencia como sujeto con la participación en intervenciones de este tipo, en las que ha ocupado funciones de «protagonista», «público», «ego-auxiliar» utilizando la fraseología psicodramática Todo acto dramático requiere de un modelo vivencial interno, de una referencia experiencial. fin condiciones óptimas resultaría excelente una formación de base en psicodrama. 79 Es cierto, como dice Bleichmar, que «(...] la creencia o premisa que actúa como punto de partida organiza, moldea, transforma los datos de modo que pasen a ser miembros de su clase» (Bleichmar, 1983:97) Yo he partido de una premisa fundamental: las técnicas grupales centradas en la palabra pierden vitalidad y suponen mayor artificialidad. En los grupos reales, las personas actuamos, nos movemos, tocamos, etcétera; en la vida real las cosas pasan en situación, en interacción de papeles reales. El psicodrama, y para ser más preciso, la utilización de instrumentos de dramatización en las prácticas grupales aporta una movilización excepcional no sólo de recursos técnicos, sino de facilitación de los procesos. En la introducción a su «Juegos en que participamos» (1964), Berne recuerda los descubrimientos de Spitz acerca de que en los niños carentes o privados de contacto físico se observan déficits emocionales y físicos considerables. Una idea similar defiende C. Manoni como origen de la psicosis, y muchos otros autores le dan un valor central. En los adultos sucede algo similar, y en los grupos también. Si no hay estimulación, movimiento, acción, las secuelas de la deprivación pueden emerger rápidamente -desinterés, aburrimiento, desconcentración, por solo citar algunos. Retomando a Berne (1964:17), «cualquier relación social tiene una ventaja biológica sobre la falta de relaciones». Entonces tendríamos que precisar pata aquella vieja sentencia, según la cual «hablando la gente se entiende», que «si se habla haciendo, la gente se entiende mejor». No hay dudas de que sin palabras se puede, pero con palabras y acción se puede más. 80 Esquema referencial de alternativa múltiple. Me gustaría presentarles, al menos en una forma elemental, el modelo con el que hemos venido trabajando en los últimos años, sobre todo en grupos de orientación y formación. Una visión más extensa y precisa del esquema está en el estudio «Orientación psicológica» (Calviño, 2000), donde el esquema se centra en el trabajo de la clínica de la orientación personal. Intentaré ahora hacer algunas referencias rápidas que permitan hacerse un cuadro de cómo este modelo opera para el trabajo en-con grupos. Como punto de partida, estoy considerando que el trabajo «en-con» grupos es una de las vías o medios a través del cual se puede realizar una relación de ayuda profesional, tanto a individuos cuanto a grupos. En este sentido, las exigencias de este son similares a las de las llamadas relaciones de ayuda profesional -orientación, psicoterapia, análisis. En puridad él es siempre un modo de realizar alguna de estas formas de ayuda. Para hablar del Esquema Referencial de Alternativa Múltiple (ERAM) habría que hablar, en primer término, de las ideas que lo animan. Las resumo así: 1. Para realizar una actuación profesional es imprescindible definir claramente su encuadre, dar un continente a los contenidos. 2. Toda práctica profesional contemporánea requiere de un sustrato epistemológico y, derivado de él, uno metodológico y técnico instrumental, más plural, más integrador y pragmático, que devenga un aumento de la posibilidad de acción sobre la base del problema real y concreto que se presenta, y no basado en el modelo teórico por el que se sienta atraído el profesional. 3. Estamos necesitados de modelos de intervención extrapolables a varios ámbitos de trabajo profesional sin perder la especificidad de estos; modelos que no «hagan los problemas»; capaces de ser dúctiles y flexibles para poder responder a los problemas. 4. Un profesional es, sobre todo, alguien que sabe y puede resolver problemas (claro que de su nivel de incumbencia), y no sólo se limita a plantearlos. 5. Nada resulta más necesario a un ser humano que otro ser humano, porque es humano el hombre, sobre todo cuando es capaz de establecer relaciones humanas, vínculos en los que primen los valores universales de la cultura. Estos pueden ser aprendidos sólo en relaciones humanas. 6. Para ayudar a las personas que reclaman nuestros servicios, hay que «entenderlos» en su realidad, en sus situaciones vitales, sus conflictos, dudas e incertidumbres. Las prácticas profesionales no pueden funcionar con la imagen del hombre del «deberá ser», sino del «es». 7. Si de lo que se trata no es de «interpretar» el mundo, sino de «transformarlo» como tan acertadamente señala Marx en sus Tesis sobre Fuerbach, infelizmente bastante olvidadas en los últimos tiempos, entonces hay que concentrar los esfuerzos en el «hacer». A partir de aquí ubicamos un esquema que permita cubrir las exigencias que nos hemos propuesto. Para el trabajo en grupo quedaría representado del modo siguiente: 81 Dicho ahora con palabras, el trabajo grupal es una experiencia intensiva, por tiempo limitado, entre un conjunto limitado di personas, que devendrá grupo en Unto ciertos indicadores formales y un pacto de trabajo sobre un problema, que se realiza en una situación determinada, sobre la base de la interacción de los miembros en sus relaciones dentro de la situación y la acción de un coordinador, que facilita la realización de la tarea (el trabajo sobre el problema). Paso ahora a definir algunas nociones básicas del esquema: Situación. La situación es, sobre todo, el contexto en que se realiza y adquiere un sentido particular el trabajo grupal. Esa experiencia intensiva se da en un espacio determinado, un espacio físico, temporal y simbólico (porque está sometido a los procesos que se dan en la relación entre los miembros, en el sistema de sus interacciones). La situación no es sólo el setting (o encuadre), sino también todo el sustento o soporte ideo-concreto de las interacciones. Es siempre creada. Por una parte, es armada por el coordinador que establece los ejes primarios de la relación, la formación del grupo, la posibilidad de acordar un problema común, con lo que facilita que la tarea se realice. Por otra, es también creada por lo que va sucediendo en el grupo, lo cual no es una elaboración del coordinador, sino del proceso grupal. Para el coordinador la situación es recurso técnico y no una mera sucesión de formalidades o convenciones ritualistas. Es primariamente armada por el coordinador en el sentido que: • Él convoca a la realización de la experiencia grupal intensiva. • Él selecciona las personas que participarán. • Él propone la realización de un pacto o contrato. Desde ahora quiero dejar esclarecido que esta alternativa de esquema o modelo, se nos presenta como más probable de instrumentarse en el trabajo con grupos que tiene alguna unidad natural o real, y que comparten un problema común como grupo. Se trata no de grupos constituidos para tener una experiencia grupal intensiva, sino para enfrentar ciertos problemas y acercarse a sus posibles soluciones o alternativas de análisis. Seguidamente la situación está configurada por el contrato, que no es sino el acuerdo entre todos los miembros del grupo acerca de: 82 • Los límites de horario (días, horas, frecuencia, duración, lugar, entre otros). • Los límites de confianza y seguridad (el pacto de límite interno de información). . Las reglas de comportamiento en el grupo 0o que se puede y no se puede). • El problema sobre el que se va a trabajar (usualmente se define algo después de las dos. primeras sesiones, por ello, el pacto no se debe cerrar hasta entonces) • las funciones que el coordinador informa que cumplirá, así como sus propuestas de formas de trabajo (si habrá o no dramatizaciones, el tiempo de uso de la palabra, el trabajo operativo con las interpretaciones, entre otras) • Acuerdos que puedan ser propuestos y, que se pueda prever, no afectarán la dinámica de funcionamiento del grupo. • En el contrato, junto con el problema, se deben esclarecer los objetivos pro-puestos, y aclarar entonces las expectativas de los miembros del grupo. • El coordinador debe presentar a los miembros las posibles dificultades a las que se enfrentarán (retribución, costo y beneficio), y los compromisos que necesariamente se asumirán Relación El trabajo grupal supone siempre una interacción entre las personas que se establece como relación entre ellas. La relación no es cualquier tipo de vínculo, sino un nexo en el que existe contacto. Cuando se trabaja en grupo esa relación se da directamente cara a cara, su unidad real de existencia es «el contacto». Sin contacto no hay relación. Todo contacto humano está sujeto a una mediatización simbólica y tiene una implicación emocional, intelectual y actitudinal; supone compromisos y acuerdos, interés mutuo en un objetivo o tarea común. Dice Rogers que el contacto es una condición básica imprescindible para la acción grupal Relación es el carácter de dos cosas, o sujetos, de pensamiento en cuanto son concebidos como que están o pueden estar comprendidos en un acto intelectual único, de naturaleza determinada. Hablo entonces de relación porque entre los miembros, incluido el coordinador, se establece un vínculo en el que se concibe como que se está, o se puede estar en un acto único de naturaleza determinada (subjetiva y objetiva, del orden de lo real y de lo imaginario), parte del cual se realiza por voluntad propia de las personas. He dicho antes, que el modelo de intervención grupal que aquí presento, es un modo de realizar una relación profesional de ayuda, pero es imposible entender el significado concreto de esto, sino partimos de entender qué quiere decir ayudar. Como punto de partida declaro: Ayudar no es suplantar. Ayudar es facilitar el reconocimiento de algo que obstaculiza el funcionamiento del grupo, es acompañar en la difícil tarea que ese reconocimiento supone, y la posterior búsqueda de alternativas de enfrentamiento (o afrontamiento) y de solución. Esta noción de ayuda está muy influida y emparentada con las ideas ya señaladas mucho antes de Carl Rogers (posiblemente en esta visión que doy, está presente mi simpatía por la filosofía conceptual humanista, contenida en la idea de Rogers de las relaciones interpersonales). Ya vimos qué tipos de relación favorecen la tarea grupal y cuáles la entorpecen. Yes este un proceso que hace énfasis en el coordinador. Él no puede decidir cómo los miembros del grupo se relacionarán entre sí, pero con su tipo de vínculo, y la relación con el nexo que existe entre los miembros, él exhibe el modelo favorecedor (y, por ende, favorecido). 83 El problema. Explicitar lo que un problema, parecería para muchos una cosa innecesaria y hasta absurda. ¿Quién no sabe lo que es un problema? Sin embargo, a la hora de trabajar con problemas nos damos cuenta de que la necesidad de esta definición es muy superior a lo que imaginamos. Así como Pichón define para su técnica de los grupos operativos, que la tarea es lo esencial, y su grupo como un grupo centrado en la urea, el esquema que presento, de muy fuerte influencia pichoniana, plantea que el problema es lo esencial, se trata de formar un grupo centrado en el problema. Así como el contrato hace al trabajo grupal desde el punto de vista estructural y funcional, el problema instituye al proceso grupal operacional mente. El uso de esta denominación supone romper con una cierta barrera afectiva: decir problema es decir que algo anda mal (lo cual por cierto no tiene nada de falso en las situaciones que conocemos de nuestra práctica profesional), y por tanto parece reducir el sentido del trabajo grupal. Sin embargo, esto no quiere decir que tengamos que asumir, por ejemplo, que el desarrollo de una habilidad que no se posee y que puede favorecer el crecimiento individual de un sujeto, o producir más eficiencia y productividad en sus relaciones interpersonales, no pueda denominarse como problema. Difícilmente el ser humano emprenda un proceso de resolución, crecimiento, modificación, entre otros, sino percibe al menos que no hacerlo es un problema; o los problemas que trae, o puede traer consigo, no hacerlo. Dicho muy drásticamente, lo que se hace en una experiencia de grupo dc| tipo que se presenta es, sobre todo, trabajar sobre el problema. Me referiré a la obra ya mencionada (Calviño, en prensa), para intentar algunas pre-cisiones en cuanto al problema. En primer término, digo que algo puede ser pactado como problema, sólo si es problema para el grupo, y sólo es problema para el grupo si su solución es probable en su contexto objetivo y subjetivo. Ningún problema puede serlo para un grupo, sino existe en la condición actual para resolverlo, o al menos está en su «zona de desarrollo próximo». En segundo lugar, algo es funcional u operativamente un problema cuando el grupo trabaja con él, y vehiculiza una dinámica grupal. Tercero, el problema tiene una representación consciente, aunque apenas sea una manifestación del todo, y sólo sobre ella se puede iniciar el trabajo. El problema, en cuarto lugar, responde a una lógica conflictual: «quiero pero no puedo», 84 «puedo pero no quiero», «quiero pero no quiero», «puedo pero no puedo». Entonces no es sólo asociable con un cierto contenido, su aspecto dramático; al decir de Bleger, tiene un aspecto dinámico fundamental: el problema es un obstáculo subjetivo, íntimo, del grupo. En quinto lugar, para un grupo las presentaciones o explicitaciones del posible problema siempre son diversas, de modo que la formulación concreta del problema es posible sólo en un espacio de conjunción, de delimitación El camino de la delimitación del problema no tiene otra opción que la del acuerdo, la transacción, entre los miembros del grupo incluido el coordinador. Y en esta transacción se favorece siempre la cercanía al sujeto. El problema, y esta es mi sexta afirmación, resulta siempre una delimitación, constituye una parte de un todo. Esa delimitación que ha de estar centrada en el grupo, se encuentra en la intersección de aquello que: • • • • • • el grupo puede; está dispuesto a enfrentar; cree que puede producir un efecto de cambio; evidencia ser una alternativa probable; no ha sido desacreditado por su situación actual; está en el espacio de acción directa, independiente y definitoria de los miembros del grupo; • su modificación no requiere de la modificación del entorno. En séptimo lugar, el problema es un obstáculo actual que dificulta la interacción adaptativa del grupo. Por muchos lazos que él tenga con sucesos anteriores de la vida de los miembros o del grupo mismo para formularse como problema, para trabajarlo, se toma de lo actual Por último, algo bien importante, el problema debe ser claramente formulado y en términos que favorezcan el trabajo sobre él. Siempre recuerdo a José Ingenieros que decía: «Todo problema mal planteado es insoluble». El coordinador. Desarrollando los aspectos anteriores, ya he expuesto algunos de los «qué hace» y «cómo los hace» del coordinador. No obstante, haré algunas precisiones más. Dividamos las acciones del coordinador en dos grupos: las acciones previas o de conformación, y las acciones grupales o de intervención. Entre las acciones previas quizás las más relevantes sean: 1. Recibir a los posibles miembros y explorar sus capacidades positivas, sus zonas de conflicto, representaciones, su posible vínculo con un problema común, etcétera. También es necesario tener acceso a un diagnóstico psicopatológico de los miembros, para evitar la posible psicotización del grupo por efecto de una mala selección. 2. Decide la aceptación o no de cada uno de los sujetos atendiendo a sus criterios técnicos, lo que se va a trabajar, las posibilidades reales de afrontar un trabajo grupal, etcétera. 3. Avanza en la posible formulación del problema. 4. Garantiza las condiciones ambientales en las que se desarrollará su trabajo (con-diciones físicas del local, privacidad, estabilidad de su disponibilidad). 5. Prepara las condiciones para la formulación de un contrato realista y plausible. 85 6. Establece el contrato y busca el acuerdo de los miembros del grupo. 7. Define el trabajo que realizarán los auxiliares de coordinación, relatores, entre otros, en el caso de trabajar con ellos. Entre las acciones grupales o de intervención resultan fundamentales: 1. Aclarar objetivos y vínculos de los objetivos, las Urcas, etcétera, con el problema. 2. Mantener el setling, el trabajo sobre el problema. 3. Esclarecer y trabajar sobre las resistencias y las defensas. 4. Motivar para la tarea. 5. Llamar la atención sobre los roles de los miembros. 6. Clarificar los puntos relevantes. 7. Reforzar el progreso en la tarea. 8. Evaluar y desucar las capacidades y potencialidades positivas del grupo. 9. Trabajar con los instrumentos de información y elaboración. Otras de las acciones comunes son: • Buscar y brindar información. • Apoyar. • Controlar agresivas. las posibles • Focalizar. • Identificar sentimientos • Clarificar. • Favorecer el insight. • Esperanzar. • Promover cambios. acciones • Reforzar. • Producir cogniciones. El coordinador es el facilitador del sentido intencional o ideológico del grupo, lograr aquello para lo que el grupo en última instancia trabaja: el cambio. La intervención grupal lo que persigue es el cambio, en un sentido común, al de otros modos de intervención profesional. Desde lo psicológico, se trata en particular de: 1. La reestructuración de representaciones bajo cuya influencia el grupo se ve, o no se ve, pero se presupone imposibilitado de mantener una relación de ajuste entre sus exigencias y las condiciones de la vida (sufre, no coordina su acción, no explota al máximo sus capacidades, no logra realizar eficientemente sus tareas, etcétera). 2. La disminución perceptible de los estados emocionales particulares de valencia negativa asociados con dichas representaciones (la molestia, la preocupación en sentido general, la ansiedad, la angustia, la agresividad en las relaciones inter-personales). 3. La recuperación de un estado de capacidad para movilizar recursos adaptativos y creativos en la dirección de solucionar los problemas vitales fundamentales, vin-culados con las relaciones de adaptación y transformación grupo-institución, grupo-comunidad, grupoentor¬no Pienso en la noción pichoniana de adaptación activa. 4. El aprendizaje para la reorganización (nuevas formas de utilización) de los recursos disponibles, así como la creación de otros nuevos. Quiero insistir en que no presento un método, en el sentido tradicional de la palabra, ni un 86 procedimiento, sino sobre todo un esquema referencial, una suerte de encuadre general para el trabajo. En el proceso concreto del trabajo «en-con», el grupo es un acto de absoluta creación in situ, porque es el resultado de la acción de todos los factores intervinientes, y no sólo de lo que pueda prever o definir uno de ellos, el coordinador. Estoy convencido de que cada profesional tiene y tendrá que encontrar su modo peculiar de trabajar en la situación. Pero sí estoy-seguro que hay cosas que no se pueden obviar ni pasar por alto, que no se pueden, sencillamente, desconocer. Resulta necesario, a esta altura al menos, una referencia a lo que, al parecer, es la angustiante pregunta que usualmente se hace el profesional: los instrumentos: el «¿cómo hago esto?» es sustituido por el «con qué lo hago?». Hay mucho de justo y comprensivo en esta interrogante, pero también hay algo de «fetichismo técnico». Muchos profesionales tienen una certeza peligrosa de que si dominan los instrumentos, ya saben trabajar en grupo: error total. Muy por el contrario, yo estoy convencido de que el asunto de los instrumentos no es más que el de la traspolación y la generación de recursos más o menos conocidos, o conocibles, a situaciones específicas que el coordinador va a enfrentar. El instrumento es un modo concreto de hacer lo que hay que hacer, y eso no puede ser agotado en ningún escrito, clasificación, o narración. Con respecto al instrumenta!, me remito, desde lo teórico, a lo que he denominado la necesidad de una epistemología operativa y convergente. En mi intervención, en la sesión inaugural del VI Encuentro de Psicoanalistas y Psicólogos Marxistas (Calviño, 1996), defendí la necesidad y la posibilidad para la práctica profesional de la Psicología, de una «construcción pragmática operativa» que acapare para sí la posibilidad de la representación empírica de los fenómenos con los que nos encontramos en nuestra práctica cotidiana. Un pensar desde la situación, desde el problema, la persona concreta (persona, grupo, institución, entre otros), y facilitar la emergencia de los modos de actuación sobre los que se articularía el discurso elaborativo. Se trata de insistir en el registro operativo. Llamo la atención sobre una concepción del instrumento como técnica. La necesidad fundamental está en la elaboración de un sistema más flexible y variado de recursos de intervención, que nos permita no sólo una mayor capacidad de adecuación a las condiciones, sino también una mayor capacidad de impacto productivo. El uso de ciertos instrumentos de trabajo es un punto del espacio constituido por la intersección de: el tipo de intervención, el problema, las peculiaridades del especialista (sus modelos teóricos explícitos e implícitos, sus características personales), las características del paciente y la situación en su conjunto. Entonces, en cuanto a los instrumentos para el trabajo grupa!, considero que la filosofía clave, el espíritu de base del esquema denota con claridad que el problema de los instrumentos, no es realmente otro que el de la capacidad del profesional para conocer-los, saber seleccionarlos y aplicarlos adecuada y coherentemente. El problema no es si se puede dramatizar o no. sino por qué y cuándo se dramatiza, sobre qué presupuestos, con qué fin. En este sentido, por una parte, la revisión de los métodos creados dentro de diferentes modelos teóricos, corrientes de pensamiento, es una necesidad impostergable y siempre actual del profesional. Por otra parte, la reflexión teórica y epistemológica es un instrumento inconfundible de la práctica, justamente en el sentido en que Lewin sentenciaba que no existe nada más práctico que una buena teoría. En cualquier caso, presento un esquema que organiza básicamente el asunto de los instrumentos sobre una tríada funcional central: la influencia, la información, y la elaboración. 87 ¿Por qué la influencia? Puede ser que dos personas se reúnan para nada, puede ser que se reúnan para algo y no logren nada, pero cuando hablamos de un grupo y de trabajar en grupo, nos referimos a personas que se reúnen para algo, y lo que pasará inevitablemente entre ellas es que se influyan unas a otras mutuamente. El centro del concepto de interacción es la influencia. La influencia puede ser ejercida voluntariamente, con el propósito de lograr algo (en el caso extremo, cuando se trata de un efecto deseado y previsto por el coordinador, y que no considera ni la necesidad ni la solicitud-acuerdo del sujeto, entonces se llama control o manipulación, o puede no serlo. Pero negarse al control y la manipulación no puede esconder la realidad de la influencia. Resulta un absurdo «[...] la utopía, ciegamente aceptada, de que o bien es posible una convivencia humana en la que no existe ninguna influencia mutua o [...] se derivan formas [...] empapadas de falsa sinceridad cuyo denominador común es la afirmación de estar libres de toda manipulación» (Watzlawick, 1989:14). En el caso del trabajo en grupo se trata, por una parte, de un instrumento con el que el coordinador actúa sobre el grupo, y por la otra, de una resultante del sistema de interacciones en lo interno del grupo. ¿Por qué la información? Porque es la información en términos de representaciones, fantasías, de conocimientos, prejuicios, de sentimien¬tos, emociones, entre otros, lo que circula; aquello sobre lo cual se establecen los vínculos en toda intervención profesional grupal. Puede que sea brindar esa información o facilitar el acceso del grupo a ella, pero siempre se trata de una información. Información, en el sentido con que utilizo el término, no es lo que alguien sabe y cree que otro u otros deben saber, sino aquello que alguien quiere tener, necesita tener, intenta tener. Lo que constituye una información, no depende del «emisor», sino del mal llamado «receptor» o sujeto demandante. No hablo de la información como el conocimiento, sino en tanto circulación de segmentos significativos de realidad objetiva y subjetiva en el sistema de interacciones del sujeto-sujeto (intrasubjelivas), sujetootros sujetos (intersubjetivas), sujeto-realidad (ecológico-subjetivas). ¿Por qué la elaboración? Es claro que si el motivo real de todo grupo es el cambio, en alguno de los sentidos que antes apunté, esa transformación es una reelaboración de lo que es (era) la dinámica, el sistema de interacciones reales y simbólicas del grupo. La elaboración es una nueva lectura desde la experiencia grupal. Ella se ejecuta, desde lo técnico, por el coordinador que interpreta como emergente de emergentes, devolviendo más que dando la interpretación como una nueva información a trabajar. Luego se construye colectivamente la interpretación y con ella la nueva representación grupal. Evado, por el momento, el asunto de la clara diferenciación entre interpretación y construcción (Etchegoyen, 1986), que para el caso del trabajo en grupos tiene un significado grupal marcado por la construcción del aquíabora y la del histórico común, toda vez que se trata de un grupo y no de un individuo. El conjunto de instrumentos puede quedar entonces representado en el esquema si-guiente, en tanto lugar para rellenar y no como espacio cerrado: 88 Seria conveniente ahora llamar con mayor especificidad la atención sobre una distinción necesaria: los instrumentos, de los que ya hemos hecho referencia, el material, y los modos o desencadenados. En principio, material no es otra cosa que aquella producción simbólica del grupo y de sus miembros, que informa al coordinador sobre el problema o sobre algo que puede ser asociado con el problema en un sentido operativo, Dictándolo bien «instrumentalmente», material es aquello sobre lo que es posible aplicar el instrumento en Unto producirá un efecto operativo. Hay coordinadores que consideran que todo lo que el grupo habla o realiza, es material en el sentido estricto de la palabra, y esto es un error peligroso, sobre todo, porque convierte al coordinador en un ciervo del grupo, en tanto tendrá que hacer algo con todo lo que el grupo realiza. El significado de algo como material, lo da su vínculo con el problema, esto es lo esencial. Esto, por supuesto, lo afirmo para el esquema referencial que presento; ello no quiere decir que todos lo asuman por igual. Ahora bien, el material puede aparecer o no, aparecer con más evidencias o con menos, de una manera más clara o menos clara. En fin, puede quedar sujeto a «sus propias leyes» o a las de la dinámica grupa! que se instaure. La pregunta que se hace el especialista, después de haber trabajado varios grupos, es si se puede o no favorecer la emergencia de material. Mi respuesta es SÍ. Y para esto es que se introduce el concepto de desencadenador (que bien pudiera ser facilitador, por no llenarnos de palabras diferentes para decir lo mismo, vicio malsanamente instalado en las Ciencias Sociales de los últimos años). Desencadenador no es más que un «artefacto» o artificio instrumenta!, que construye el coordinador para favorecer la aparición de material El ciclo para la intervención grupal se movería en la dirección siguiente: 89 La abstinencia participativa asociada bien con la supuesta «cientificidad» o con su otra cara «la neutralidad», durante mucho tiempo trabajó sobre el presupuesto de que «lo científico es no influir». Absurda idea moñuda sobre una lógica impecable del más absoluto control. Sin embargo, aquí trabajamos con una filosofía más genuina y descubierta. Como dice Galeano, «la suerte no ayuda si uno no la ayuda a ayudar». Estoy convencido, incluso, de que técnicamente el problema real nunca ha sido si se le ayuda o no, sino cómo se le ayuda, cuál ayuda es la mejor. La neutralidad del analista ortodoxo (es difícil saber qué es un psicoanalista ortodoxo) es un recurso técnico moñudo sobre el presupuesto de que una «pantalla en blanco» facilita la emergencia más auténtica y personalizada de los contenidos incoscientes. Así como los modelos de comportamiento para el coordinador de grupo rogeriano son fundamentales en la creación del clima grupal. Ubiquemos lo que pudieran ser los desencadenadores fundamenta¬les en el trabajo grupal: 1. En primer lugar, podríamos poner la situación. Esta se arma para favorecer la emergencia. 2. En ese mismo sentido tendríamos que ubicar la postura, actitud, del coordinador. 3. La aplicación de los instrumentos suele ser, en ciertas ocasiones, un desenca-denador no sólo de segunda instancia, sino también de primera. 4. Utilización de recursos desencadenadores): de movilización (a estos llamamos propiamente • Utilización de recursos dramáticos. • Juegos de intercambio y participación. • Uso de materiales audiovisuales u otros. • Presentación de casos o situaciones. • Lecturas relevantes. • Grupos sobre grupos. Dentro del Esquema Referencial de Alternativa Múltiple, el significado de esus dos últimas 90 palabras es fundamental. Se trata de que dentro de él lo que se ejecuta entonces es la creatividad del profesional, que encuadrando su actividad en los requerimientos técnicos y científicos antes señalados, busca los modos de realizar la experiencia grupal única. La palabra alternativa apunta cuatro aspectos fundamentales: 1. Una alternativa es siempre algo que se puede, aquello que está en la zona actual o próxima del grupo. 2. Algo es alternativa sólo si existen otras posibilidades, otras alternativas. Las alternativas responden a la lógica de la multiplicidad. En gran medida el trabajo grupal es un proceso para favorecer la acción conjunta en el análisis, elaboración y toma de decisiones de un grupo. 3. La alternativa no pertenece al campo de lo actual realizado, es sobre todo algo a lo que se llegará. Entre otras cosas, por eso se realiza el trabajo grupal, para poder buscar esa otra alternativa. 4. La alternativa no es lo que hay que hacer, puede incluso no ser ni una respuesta en el sentido estricto de la palabra. Puede ser, además, una experiencia. La alternativa es siempre para hacer, intentar, probar. Y esto resulta válido no sólo para los miembros del grupo, en tanto les permite orientar su trabajo y entender el sentido de este, sino también para el coordinador en el encuadre de su trabajo. 91 El cuerpo y el grupo. Desde el Inicio hice clara mi pretensión de circunscribirme a las prácticas grupales que trabajan predominantemente al nivel de lo verbal (lo verbal explícito o implícito), y que como sintomáticamente se expresa en el psicodrama, pueden valerse de facilitadores expresivos de otra índole con el ánimo de facilitar y enriquecer la tarea esencial: el análisis de contenidos, la reflexión, el manejo de las contingencias grupales al nivel del simbolismo básico de lo humano, el lenguaje, el que se escucha de manera directa o no, pero que no por dejar de escucharse, deja de serlo. Sin embargo, sería imprescindible admitir que el movimiento grupalista no ha tenido un solo sentido ni una sola dirección, lo cual, dicho sea de paso, me parece excelente. Una parte nada despreciable de los trabajos grupales que inundan hoy los escenarios de las prácticas profesionales, e incluso infelizmente de las prácticas desprofesionalizadas, pero no por esto carentes de adeptos y adictos, se concentra en lo que en el lenguaje marxista ortodoxo llamaría «el sustrato material» del hombre: el cuerpo. Esto no es algo privativo de las prácticas grupales. El cuerpo, demasiado ausente o escondido en las prácticas profesionales de las ciencias sociales y humanas occidentales, se ha convertido en actor principal. Entonces, sin otro interés que invitar a las personas interesadas en el trabajo grupal a un acercamiento a esta tendencia, en tanto necesidad del conocimiento, y también, por qué no, como búsqueda, intentaré una representación. Un buen punto de partida es una frase paradigmática de W. Reich: «[...] cada rigidez muscular contiene la historia y la significación de su origen. Por lo tanto, no es necesario deducir, a partir de los sueños o asociaciones, la forma en que se desarrolló la coraza muscular [...] una determinada estructura psíquica es al mismo tiempo una determinada estructura biofísica [...]» (Reich,1955:234). T. Bertherat en El cuerpo tiene sus razones, dio amplitud al postulado basal del psicoanalista renegado y comunista incomprendido: «En las rigideces, las crispaciones, las debilidades y en los dolores de los músculos de vuestra espalda, de vuestro cuello, de vuestras piernas, de vuestros brazos, de vuestro diafragma, de vuestro corazón, y también de vuestro rostro y de vuestro sexo se revela toda vuestra historia, desde el nacimiento hasta hoy» (Bertherat,1975:9). Esta es la base, por sólo poner un ejemplo, sobre la que se desarrolla el análisis energético (Lowen, 1994). El hombre de la civilización occidental, poblado y sujetado por sus verbalizaciones y racionalizaciones perdió el contacto con la vivencia corporal. La tarea es aprender a leer las marcas que ese olvido dejó en el cuerpo y liberarlas. En los grupos orientados sobre este fundamento, los miembros se reúnen para liberar sus tensiones corporales. Para esto las personas van a gritar, patear, patalear, golpear objetos con los puños; asumen posiciones incómodas y desequilibradas Sus ejercicios básicos son una clara expresión de lo que decimos: 1. El arco (posición de arqueo total del cuerpo). 2. El pateo (acostado pateando al aire kicking). 3. Cuadrúpedo (caminar con pies y manos apoyadas como los simios). 4. Alzamiento (uno tendido sobre el suelo y otro que lo levantó lifttng). 5. Palmeo (masaje a otro con las manos slapping) 92 El asunto es que cada uno de estos ejercicios tiene un significado de liberación energética específico. Desde aquí se construye, tanto su valor terapéutico cuanto su función liberadora socioindividual. Se impone una pregunta básica. ¿Por qué el cuerpo? Habría que apuntar diferentes razones. De una parte, por su evidente ausencia. Algo así como el deseo de lo prohibido. Los grandes tabúes y prejuicios socioculturales occidentales sobre el cuerpo potencian y movilizan desde la tendencia a lo imprescindible de su consideración, hasta la hipertrofia de su consideración única. En segundo lugar llamo la atención sobre 2a década del sesenta y el concepto de liberación sexual. La libertad personal pasa por la libertad del cuerpo. No menos importante resulta el hecho de los avances que se logran en las investigaciones sobre comunicación no verbal, los estudios sobre las funciones de comunicación corporal en animales. La mirada que Occidente vuelve al Oriente, halla también, como lugar de distinción lo corporal, que no es la racionalidad, sino la vivencia; encuentra corporalizada, y en este sentido como fenómeno humano, la energía. Schützenbergery Sauret (1986:23) asocian la respuesta con las clases medias acomodadas: Estas clases, abandonadas, sin fe ni «medios controlados de distracción», echan de menos el pasado. La Historia (y la historia personal de los individuos) y (a simbolización, consagran un culto a la experiencia y pasan del símbolo a la expresión concreta, del intelecto a las emociones y del espíritu al cuerpo. Por tanto lo que hacen es rechazar el lenguaje de los símbolos en favor de la experiencia y de la acción [...J Así, en esa nueva modalidad de grupo, el sujeto no hablará (verbalmente) [...] Se expresará mediante la experiencia [...] es una manera realista f... J de vivir las cosas en vez de hablar de ellas. El asunto evidentemente no es relevante sólo para las prácticas grupales. Es mucho más abarcador. Síntomas claros dentro del mundo «psi» pueden ser cosas tan conocidas como la revitalización de las corrientes parapsicológicas, la emergencia y el fortalecimiento de la Programación neurolingüística (O' Connor y Scymour, 1995), o menos conocidas, al menos en nuestro medio, como las ideas del enfoque corporal de Gendlin en su Focusing: Nuestros cerebros y cuerpos saben más de lo que normalmente está a nuestra disposición [...] El sistema nervioso central percibe y procesa un gran cúmulo de información que está almacenada fuera del ámbito del «darse-cuenta» cotidiano [...] Pero el conflicto y el dolor y los problemas no resueltos pueden llegar a ser el origen de la inquietud crónica, crecimiento bloqueado, y aún enfermedad [...] la técnica del enfoque corporal te hará capaz de hallar y de cambiar tu vida allí donde está bloqueada, oprimida, encerrada, detenida. Y te capacitará a ti para cambiar a vivir desde un lugar más profundo que simplemente tus pensamientos y tus sentimientos (Gendlin, 1988:21 y 28). También resultan una clara delación de la emergencia de lo corporal, los trabajos primeros del propio Fromm (1941), donde a través del análisis de las dicotomías existenciales se plantea la pérdida que ha tenido el hombre de su «ser natural»; el desarrollo vertiginoso de la psicosomática (Alexander, 1950), y por último el archiconocido stress (Lazaros, 1981). Creo que no es ajeno a todo esto el desarrollo de una cierta «estética del cuerpo», que va desde el jogging y los aerobic exercise, hasta las dietas. Cosas de las que hablo, obviamente, allí donde dejan de ser acciones de salud y se convierten en paradigmas de existencias, modas de consumo, verdaderas obsesiones aditivas, que a mi juicio descubren el escapismo del hombre contemporáneo. Sería necesaria una explicación sociológicocultural del fenómeno, lo cual traspasa las fronteras de nuestra Intención aquí, y que quién sabe si incluirá los fenómenos de pérdida de utopías sociales, la destrucción neoliberal de las 93 nociones de solidaridad, la hipertrofia del yo-mismo, dentro de una filosofía que, al decir de Castoriadis, nos hace pensar en el hombre como «[...] un niño un poco tonto, que se siente infeliz, pero que desea compensar esa infelicidad con un Lego, un videojuego o las Tortugas ninfas. El consumo, el ocio, son dispersión, búsqueda de olvido» (Castoriadis, 1993:18). Volvamos a las prácticas grupales. En una de las descripciones más completas que conozco sobre las nuevas tendencias en el desarrollo de las prácticas grupales, me refiero al trabajo de A. Schützenberger, realizado en colaboración con M. Sauret, Nuevas terapias de grupo, que ya he citado antes, las autoras señalan como las aportaciones específicas de las nuevas modalidades de grupo: • La importancia del cuerpo y de lo que este expresa indirectamente. • El uso que se hace de su energía. • El «aquí-ahora», es decir, una visión particular del tiempo y del espacio a la vez, nohistórica (pero sin negar el pasado), con la dificultad de captar el instante y de vivir en el presente -un presente vivo-, un estar ahí con ecceidad (Schützenberger y Sauret, 1986:20). Los paradigmas básales de esta corporalización de las prácticas grupales son en So fundamental: 1. El psicoanálisis freudiano y asociado con esto los trabajos de S. Ferenczi. 2. El psicodrama moreniano. 3. La concepción de H. Wallon de la construcción del pensamiento desde el acto, lo postural. 4. La psicología del carácter de W. Reich. 5. El análisis bioenergético de A. Lowen. Llamo la atención sobre el hecho que es Freud y su psicoanálisis el pilar de origen indiscutible Tanto Ferenczi como Reich, y el propio Morenos, nacen con una fuerte influencia psicoanalítica. El auge del pensar corporalista (pensar sobre el cuerpo, desde el cuerpo, con el cuerpo) coincide, por supuesto no casualmente, con una época de las prácticas profesionales y científicas de las ciencias sociales y humanas que pudiéramos aceptar como de menos rigideces metodológicas, menos sectorialismo paradigmático, en la que ciertamente es difícil a veces discriminar dónde está una suerte de integracionismo fundado en una epistemología más convergente, dónde el eclecticismo y dónde incluso la diletancia. Esto hace aún más difícil la tarea de intentar una suerte de clasificación, aunque sea meramente descriptiva, de los diferentes enfoques corporalistas. Parto de tres consideraciones fundamentales: 1. La relación con el cuerpo (en qué sentido se toma al cuerpo como referente). 2. La radicalización de lo corporal (importancia relativa del cuerpo en relación con otros niveles o formas de organización). 3. La disponibilidad de la propuesta para participar en la solución de las demandas cruciales de la vida social. Presento entonces, de manera muy superficial y apoyándome en los trabajos de integración que se han producido, algunas de las tendencias más importantes que pudiéramos incluir dentro de las llamadas prácticas corporalistas. 1. La acción del cuerpo. 94 La idea básica que se denota, es la posibilidad de incluir en las prácticas grupales la acción ejecutada, el comportamiento concreto, con el objetivo de hacer el trabajo grupal más real, cercano y comunicativo. Aumentar, facilitar, diversificar las vías de explicitación, con la participación de la acción corporal, del momento expresivo de los contenidos subjetivos. Lo corporal es complemento, instrumento, y no sustituye lo simbólico verbal. Incluyo aquí el psicodrama (moreniano, psicoanalítico), el teatro psicodrama tico, e incluso el propio psicodrama corporalista. Su capacidad de irradiación a prácticas comunitarias, educativas, entre otras, son clara evidencia de su valor de aplicación. 2. El encuentro entre los cuerpos. El asunto aquí no sólo atraviesa la acción ejecutada, sino que además, asume la necesidad de la interacción corpórea, del tocarse, como diría Berne. El cuerpo entra con una especificidad, en él está dicho también lo que expresan las palabras. Lo corporal es complementario en tanto está, no porque se va a promover, a producir, a solicitar (como sí es el caso del psicodrama), sino porque es un elemento mismo de la situación del individuo en el grupo; es la realidad innegable de que se está «aquí y ahora». Podemos incluir aquí los grupos gestálticos, los grupos de encuentro, los transaccionales, algunos de los grupos de sensibilización, los Synanon En algunos casos se podría considerar aquí un conjunto de estilos de trabajo en grupo, que propende al uso de las manifestaciones artísticas musicales y danzarías como apoyatura al trabajo de análisis. Particularmente, los grupos de encuentro y los transaccionales han tenido una aplicación importante en ámbitos educativos, socioculturales, de promoción, y desarrollo personal y cultura!. 3. La energía de los cuerpos. Como ya señalamos con anterioridad, el eje central aquí es la liberación de la energía, su reorganización o recanalización. El nivel simbólico de la palabra es puesto a un lado, desechado y francamente desvalorizado en muchos casos. El cuerpo se convierte en principio y fin. En sus variantes más tradicionales, fundadas en Reich y el propio Lowen. el asunto es la liberación por la vía del reconocimiento del lenguaje corporal sintomático: son los grupos de análisis bioenergéticos. En las variantes de Hart u Janor, el grito deviene instrumento de liberación energética. No escapan de aquí los grupos de capacidades extrasensoriales, de intercambio energético. Algunos más modestos se detienen en una hipótesis muy rudimentaria de «carga energética» asociada, sobre todo, con los estados tensionales que se liberan por diferentes manifestaciones corporales. En lo fundamental se trata de experiencias centradas en sí mismas, es decir, sin salida alguna de las prácticas sociopsicológicas, educativas, y otras. 4. El cuerpo sensorial. Aquí está la institución total de lo corporal, pero particularmente del cuerpo que siente, el cuerpo tocado. Se desarrollan entonces acciones asociadas con el tacto -masajes, sensaciones posturales-, Radicalización total de lo corporal como estrato fundamental de representación: es en el cuerpo y no en la palabra donde está escrita y puede ser transformada la historia. Entre los grupos más comunes están los grupos nudistas de Brindim, la integración estructural de Rolf y las técnicas posturales de Alexander y Feldenlcrais. También aquí existen desarrollos con las artes danzarías y los trabajos de Sheleen. 5. El cuerpo en meditación. La influencia oriental en las prácticas occidentales, en especial la prácticas «psi», es extensa. 95 Si las incluyo dentro de los grupos corporalistas es, sobre todo, por considerar que en ellas el cuerpo es el eje vital de toda una cosmovisión y de los ejercicios y técnicas de ella derivados. Desconozco su aplicación concreta a los ámbitos de las demandas sociales urgentes, pero dudo mucho de su aplicabílidad. Entre las prácticas más influyentes están el Yoga, el Zen. el Tai Cbi Cbuan, el Aikido, y también otras prácticas tibetanas. La consideración del cuerpo, la entrada de lo sensorio-corporal a las prácticas grupales, es sin duda alguna un logro fundamental de estas tendencias, y llamar la atención sobre esto es, además de acto mínimo de reconocimiento científico, un llamado a su estudio y a la búsqueda de modos de asimilación e integración. Pero una valoración positiva de las tendencias corporalistas sería injusta si nos detuviéramos sólo en esto. Entre los profesionales que se han acercado con seriedad y actitud científica a estos enfoques, se ha generado una tendencia, a mi juicio productiva, que moviliza a: 1. La comprensión y desarrollo de vínculos entre las manifestaciones artísticas (en particular la danza, el teatro, la música, la expresión plástica en general) con las prácticas grupales (educativas, psicoterapéuticas. desarrolladoras de habilidades y capacidades, entre otras). 2. El acercamiento a cosmovisiones distintas a las occidentales, las orientales; dentro de las cuales existe un enorme caudal de experiencias, que de seguro enriquecen el arsenal de las experiencias más conocidas y realizadas en Occidente. 3. El desarrollo del interés por un conocimiento de campos científicos y profesionales más distantes de las Ciencias Sociales y que dan luz sobre muchos de los procesos que se dan en el ser humano y en sus grupos. 4. La ruptura de un modelo rígido de profesional, asociado estrictamente con un tipo de formación científica, y consecuentemente la búsqueda de la complementación intelectual de los distintos profesionales y la extensión de la propia formación de cada profesional. Por supuesto que todos los más tienen sus menos, y si bien no voy a insistir en mi actitud crítica ante los fenómenos que se han derivado de la inclusión de estas prácticas en los ámbitos profesionales y desprofesionalizados en nuestro continente, sí quiero llamar la atención sobre su vínculo real con lo que defendemos como prácticas grupales. Intentaré pronunciarme claramente en los puntos siguientes: 1. Muchas de las prácticas corporalistas no son realmente grupales, sino prácticas que se pueden hacer en grupo, o bien necesitan hacerse en grupo por razones ajenas a la grupalidad. Su diseño de montaje es individua! y, en el mejor de los casos, en una relación sólo bilateral entre el entrenador y el entrenado. El criterio de realización grupal es sólo económico. 2. Si bien es justo admitir que toda práctica grupal comporta un cierto nivel de artificialidad, en las prácticas corporalistas el nivel de artificio suele ser altísimo, es más, forma parte del modelo de muchas de ellas el crear esta sensación de artificialidad, de ser totalmente distintas a la realidad. 3. Hay un peligro de desprofesionalización muy fuerte. Una parte considerable de las personas asumen responsabilidades, o para ser más exactos, roles de dirección de estos grupos, con apenas experiencias bibliográficas o encuentros de dudoso valor de aprendizaje. 4. Los sustentos teóricos de dichas prácticas responden a creencias estructuradas y sin mayor certeza que la fe, o a elaboraciones empíricas, sin la más elemental verificación ni de consecuencias nocivas probables. 96 5. Se promueve una confusión entre lo místico-religioso, lo cultural y lo científico, que facilita la irrupción de «mercaderes del sufrimiento y la esperanza» de las personas. 6. La tendencia inicial, claramente demarcada por el psicodrama, que buscaba la complementación, lo que le faltaba o hacía más comprensible la palabra, fue sustituida por aquella que la omite, y en su lugar pone solamente a la acción. La sustitución de un predominio radical por otro. 7. Asumir formas cercanas y congruentes con los postulados del postmodernismo generan una atracción acrítica, tipo moda, en la que es difícil dilucidar si es el receptor quien se quiere dejar cautivar, o si es el emisor quien hace lo imposible por ser cautivador. Desde un cierto anarquismo epistemológico, que ha intentado enfrentar el proceso de erosión de las reglamentaciones metodológicas, al adoptar el punto de vista extremo de la inutilidad total de las reglas, pudiéramos pensar optimista o eufóricamente que lo que sucede es en aras del desarrollo. Como dice Feyerabend (1978:447): «Hay mitos, hay dogmas de teología, hay metafísica y muchas otras maneras de elaborar una cosmovisión (...) una conveniente interacción entre la ciencia y esas cosmovisiones "no científicas" [...] no es sólo posible, sino necesaria, tanto para el progreso de la ciencia como para el desarrollo de nuestra cultura como un todo». Sin embargo, a pesar de compartir las ideas de una necesaria flexibilización de las reglas, lo cierto es que las bondades y deficiencias de todo este movimiento no es un capítulo cerrado, y aún resulta difícil prever las consecuencias. Por el momento, entonces, me quedo con la sugerencia de Chomsky: «Adoptar una actitud escéptica es sin duda lo más correcto cuando una doctrina acerca (...) del hombre aflora en una sociedad que glorifica el espíritu de competencia, en una civilización que se ha distinguido por la brutalidad j,..| Es justo preguntarse en qué medida el interés suscitado (...) debe atribuirse a la observación de los hechos y al ejercicio del pensamiento [...)»(Chomsky, 1971:153) 97 Pensar en grupo. A manera de epílogo. A manera de epílogo, he dejado un espacio de comentarios que considero necesarios. Se dice que cuando a Hegel le hadan ver que un hecho de la realidad representaba una contradicción importante con alguna de sus teorías favoritas, él siempre decía: «Tanto peor para la realidad». ¿Cuánto de Hegel hay en nuestros comportamientos profesionales? A este fenómeno tratado como estilo de construcción epistémica, le he llamado «concepción modelar» (Calviño, 1993). Deveraux ha sido especialmente claro en el significado de esta actitud, sobre la que quiero llamar la atención, cuando se instala en la praxis científicoinvestigativa. «La estructura de carácter del investigador -en que entran también las determinadas subjetivas de su perspectiva científica- afecta radicalmente tanto a sus datos como a sus conclusiones [...}» (Deveraux, 1991:245). Y expone más adelante: «[...} la verdadera fuente de estéril error no es la contratransferencia per se, sino la contratransferencia pasada por alto y mal tratada» (Deveraux, 1991:251). Muchas peculiaridades del hombre contemporáneo, de nosotros mismos, como resultado de una historia y una cultura que nos precede, acompaña y trasciende, se revelan en tanto obstáculos a vencer o dificultades, cuando nos ubicamos como especialistas en la realización de un trabajo grupal. Quizás, una de las más complicadas es la emergencia dé la estructura egoica-narcisista, una suerte de tendencia «natural» al ejercicio del poder unidireccional y autocrático (como madres y padres, maestros, jefes de, rol de preferencia en cualquier ambiente grupal); la imposición de nuestra verdad como la verdad; el supuesto «saber hablar» con prioridad sobre el real «no saber escuchar»; la certeza de que sólo es mejor y más rápido; la autosuficiencia en las gestiones elementales de la vida; la deposición externa de la culpa y la responsabilidad de una lógica inversamente contradictoria, etcétera. Falsas representaciones sociales que siguen dando vueltas en nuestras cabezas, y que exigen que el especialista sea «el que más sabe», más aún, el único que sabe, y por ende, es el que dirige, controla, decide y define. Sumaría a esto la estructura paranoide que nos invita a una duda de las reales intenciones del otro; a la penitencia de la colaboración; a la justeza de cualquier relación de equidad; todas ellas movidas desde la competitividad y el más retrógrado sentido de individualidad, la autoestima profesional dañada cuando nos encontramos con el «no saber». Por cierto, procesos-que la psicología dinámica conoce, lo sentido y creído, son trasladados a la comprensión de lo que el otro cree y siente: «{...] la creencia o premisa que actúa como punto de partida, organiza, moldea, transforma los datos de modo que pasen a ser miembros de su clase» (Bleichmar, 1983:97). Algo así como la trasposición «categoría!». Entonces la enfermedad de los coordinadores contagia a los grupos y convierte a sus miembros bien en «esclavos», o en «ciervos apáticos», o en «arribistas sin personalidad propia», y como otra alternativa, en «contrapoderes antagónicos» que convierten una tarea creativa en una guerra despiadada. Los miembros psicotizan sus interacciones, las evitan, evalúan y perciben como hostiles y dañinas. Si bien califico a estas dificultades de estructurales en el ser humano, comprendo que dicha 98 acusación tiene un sentido relativamente más utilitario, y no tanto conceptual. La comprensión marxista de la unidad dialéctica de las determinaciones como encrucijada de lo histórico y lo personal; lo económico y lo psicológico; lo natural y lo espiritual; permite comprender no sólo que dicha estructura es la resultante de una historia, una cultura y un sistema socioeconómico, sino también de un acto de decisión postergado, o no asumido, o por último, mal encauzado. Pero lo más importante es que nadie puede evadir la responsabilidad de hacer las cosas mal, cuando sabe en qué reside su error y conoce cómo hacerlo bien. Una buena parte de las dificultades para el trabajo grupal las conocemos, y no hay razón como para que no (as pongamos en franco proceso de extinción. Comparto la idea fromniana, según la cual, para la libertad de elección, el factor decisivo en la selección de lo mejor, y no de lo peor, consiste en el conocimiento. ¿Qué conocimiento? Cito al propio Fromm (1983:157): 1. conocimiento de lo que constituye el bien y el mal; 2. qué acción en la situación concreta es un medio adecuado para el fui deseado; 3. conocimiento de las fuerzas que están detrás del deseo manifiesto, lo cual significa el descubrimiento de deseos inconscientes; 4. conocimiento de las posibilidades reales, entre las cuales puede escogerse; 5. conocimiento de las consecuencias de una elección y no de la otra; 6. conocimiento de que el conocimiento como tal no es eficaz, si no va acompañado de la voluntad de obrar, de la disposición a sufrir el dolor de la frustración que es resultado inevitable de una acción contraria a las pasiones de uno. Conocimiento significa que el individuo hace suyo lo que aprende, sintiéndolo, experimentando consigo mismo, observando a los demás y, finalmente, llegando a una convicción y no teniendo una «opinión irresponsable». Los psicodramatistas insisten mucho en «pensar en escenas». Hago una extensión y afirmo: para poder trabajar en grupo lo primero que se necesita es pensar en grupo. ¿Qué quiere decir esto? Intentaré, para ser consecuente con el resto del texto, ser claro y conciso. PENSAR EN GRUPO es: 1. Ubicarse como parte de un todo, no importa cuál sea la función que se cumpla en un momento, no importa cuánto la realidad fenoménica, siempre detenida y por ende metafísica, nos haga creer que somos un lugar aislado. Esto significa sustituir el ¿qué puedo hacer? por el ¿qué podemos hacer?; instaurar el discurso del «nosotros» por el discurso del «yo y ellos». No se trata de la pérdida de lo individual, sino de otra lectura que lo incluye. Sólo la socialización hace a la individualización, así como aquella es la resultante dialéctica de esta. 2. Hacer de la democracia un elemento no sólo de la vida política, sino sobre todo de los modos de interacción en lo interno de los grupos «en» y «con» los que trabajamos. Parafraseando a Eduardo Gaicano en El libro de los abrazos, cuando escribe que «los derechos humanos tendrían que empezar por casa», nos veríamos precisados a aceptar que esa dinámica social de igualdad, democracia, respeto a las diferencias, etcétera, tendría que empezar por nuestros grupos. Si a nivel sociopolítico hablamos de sociedad sin dase, entonces en el campo grupal se trata de pensar ajeno al autoritarismo, a la omnipotencia del coordinador o de cualquiera de los miembros del grupo. 3. Reconocer la grupalidad no sólo como noción, concepto o sustento de una metodología, o 99 modelo de accionar práctico. Lo grupal como lo esencial existencial en el ser humano. Quién sabe, si sustituir el «Uno para todos y todos para uno» con un «Uno es todos y todos somos uno». Es también la certeza de que fue en grupo que el hombre llegó a esta altura, y será en grupo que seguirá ascendiendo. 100 Bibliografía. Alexander, F. (1950): Psycbosomatíc Medicine; Its Principles and Application, W. 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